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Anatomia Veterinária

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ANATOMÍA VETERINARIA
EL LIBRO MUERE CUANDO LO FOTOCOPIA
AMIGO LECTOR:
La obra que usted tiene en sus manos posee un gran valor.
En ella, su autor ha vertido conocimientos, experiencia y mucho trabajo. El editor
ha procurado una presentación digna de su contenido y está poniendo todo su empe-
ño y recursos para que sea ampliamente difundida, a través de su red de comerciali-
zación.
Al fotocopiar este libro, el autor y el editor dejan de percibir lo que corresponde a la
inversión que ha realizado y se desalienta la creación de nuevas obras. Rechace
cualquier ejemplar “pirata” o fotocopia ilegal de este libro, pues de lo contrario
estará contribuyendo al lucro de quienes se aprovechan ilegítimamente del esfuer-
zo del autor y del editor.
La reproducción no autorizada de obras protegidas por el derecho de autor no sólo
es un delito, sino que atenta contra la creatividad y la difusión de la cultura.
Para mayor información comuníquese con nosotros:
ANATOMÍA VETERINARIA
Cuarta edición
K. M. Dyce, DVM&S, MRCVS
Professor Emeritus of Veterinary Anatomy
Royal (Dick) School of Veterinary Studies
University of Edinburgh
Edinburgh, Scotland
W. O. Sack, DVM, PhD, Dr. med. vet.
Professor Emeritus of Veterinary Anatomy
College of Veterinary Medicine
Cornell University
Ithaca, New York
C. J. G. Wensing, DVM, PhD
Professor of Veterinary Anatomy and Embryology
School of Veterinary Medicine
State University Utrecht
The Netherlands
CUARTA EDICIÓN EN ESPAÑOL
TRADUCIDA DE LA CUARTA
EDICIÓN EN INGLÉS
José Luis Morales Saavedra
Traducción:
Biol. Juan Roberto Palacios Martínez
Universidad Autónoma de Baja California
Revisión técnica:
MVZ., Esp., Dipl., Cert. Santiago Aja Guardiola
Catedrático de carrera, titular C de tiempo completo definitivo por oposición.
Profesor del Departamento de Morfología, FMVZ, UNAM
Miembro de la European Association of Veterinary Anatomist, EAVA.
Presidente Fundador de la Asociación Mexicana de Anatomistas Veterinarios, AMAV.
Director editorial:
Dr. Marco Antonio Tovar Sosa
Editor a asociada:
Lic. Vanessa Berenice Torres Rodríguez
Portada:
 DG. Víctor Hugo González Antele
es marca registrada de
Editorial El Manual Moderno S.A. de C.V.
Título original de la obra:
Textbook of veterinary anatomy 4th ed.
Copyright © 2010, 2002, 1996, 1987
by Saunders, an imprint of Elsevier Inc.
ISBN: 978-1-4160-6607-1
“This edition of Textbook of veterinary anatomy, 4th edition by
K.M. Dyce, DVM&S, MRCVS, W.O. Sack, DVM, PhD, Dr. med. vet.,
C.J.G. Wensing, DVM, PhD is published by arrangement with Elsevier Inc.”
Anatomía veterinaria, 4a edición
D.R. © 2012 por Editorial El Manual Moderno, S.A de C.V.
ISBN: 978-607-448-120-4
ISBN: 978-607-448-507-3 (versión electrónica)
Editorial El Manual Moderno, S.A. de C.V.,
Av. Sonora núm. 206,
Col. Hipódromo,
Deleg. Cuauhtémoc,
06100 México, D.F.
quejas@manualmoderno.com
(52-55)52-65-11-00
info@manualmoderno.com@
Nos interesa su opinión,
comuníquese con nosotros:
de la Industria Editorial Mexicana, Reg. núm. 39
Todos los derechos reservados. Ninguna parte deesta publicación puede ser reproducida, almacenadaen sistema alguno de tarjetas perforadas o transmitida
por otro medio —electrónico, mecánico, fotocopiador
registrador, etcétera— sin permiso previo por escrito
de la Editorial.
Miembro de la Cámara Nacional
de la Industria Editorial Mexicana, Reg. núm. 39
Todos los derechos reservados. Ninguna parte de
esta publicación puede ser reproducida, almacenada
en sistema alguno de tarjetas perforadas o transmitida
por otro medio —electrónico, mecánico, fotocopiador
registrador, etcétera— sin permiso previo por escrito
de la Editorial.
All rights reserved. No part of this publication
may be reproduced, stored in a retrieval system,
or transmitted in any form or by any means,
electronic, mechanical, photocopying, recording
or otherwise, without the prior permission in
writting from the Publisher.
Dyce, K. M.
Anatomía veterinaria / K.M. Dyce, W.O. Sack, C.J.G. Wensing ; tr.
Juan Roberto Palacios Martínez. -- 4a ed. -- México : Editorial El
Manual Moderno, 2012.
xiv, 834 p. : il. ; 28 cm.
Traducción de: Textbook of veterinary anatomy -- 4th ed.
Incluye índice
ISBN 978-607-448-120-4
1. Anatomía veterinaria. 2. Anatomía veterinaria – Libros de 
texto. 3. Animales domésticos – Anatomía. I. Sack, Wolfgang O. II.
Wensing, Cornelis Johannes Gerardus. III. Palacios Martínez, Juan
Roberto, tr. IV. t. 
636.0891-scdd21 Biblioteca Nacional de México
 Colaboradores 
 GERRY M. DORRESTEIN, DVM, PhD 
 Professor Avian and Exotic Animal Pathology, Brno (República Checa)
Dutch Research Institute for Avian and Exotic Animals (NOIVBD)
Veldhoven
The Netherlands
Anatomía aviar
 C.F. WOLSCHRIJN, DVM, PhD
Associate Professor
Department of Veterinary Pathobiology
Division of Anatomy and Physiology
Utrecht University
The Netherlands
Cabeza y porción ventral del cuello del perro y el gato
Cuello, dorso y columna vertebral del perro y el gato
Tórax del perro y el gato
Abdomen del perro y el gato
Pelvis y órganos reproductores del perro y el gato
Miembro torácico del perro y el gato
Miembro pélvico del perro y el gato
 
 
 B. COLENBRANDER, DVM, PhD 
 Professor Emeritus of Male Fertility
Veterinary Faculty
Utrecht University
The Netherlands
 E.G. DINGBOOM, DVM, PhD 
 Assistant Professor
Department Veterinary Pathobiology
Division Anatomy and Physiology
Utrecht University
The Netherlands
 W. KERSTEN, BSc 
 Curator of the Anatomical Collection
Department Veterinary Pathobiology
Division Anatomy and Physiology
Utrecht University
The Netherlands
 
 
 
 
 M.M. SLOET VAN OLDRUITENBORGH-
OOSTERBAAN, DVM, PhD 
 Associate Professor
Department of Equine Sciences
Utrecht University
The Netherlands
 D.F. SW AAB, MD, PhD 
 Professor of Neuroscience
Institute of Neuroscience
University of Amsterdam
The Netherlands
 K. TEERDS, PhD 
 Associate Professor
Department of Physiology
Wageningen University and Research Center
The Netherlands
 Consultores 
 COORDINADOR TÉCNICO 
 J.M.A. ZUKETTO, PharmD 
 Bilthoven
The Netherlands
Esta edición es la primera que se hace sin la participación
de Wolf Sack, quien tristemente falleció en 2005. Si bien
echamos mucho de menos la energía, el entusiasmo y el
compromiso que él habría puesto en la tarea de la revi-
sión, la pérdida más lamentable es la de su amistad, que
disfrutamos por muchos años. Nos gustaría dedicar esta
edición a su memoria.
Pasando a asuntos más felices, la recién adquirida licen-
cia para añadir color a las páginas de texto nos ha dado tanto
la oportunidad como el estímulo para revisar el cuerpo de
las ilustraciones. Muchos de los dibujos en blanco y negro
de la edición anterior ahora se presentan de una forma más
amena; otras han sido sustituidas por fotografías de los espe-
címenes a partir de los cuales se dibujaron. Muchas fotogra-
fías antes confinadas a láminas distantes se han colocado en
el lugar que les corresponde y en el contexto correcto, mien-
tras que otros diversos dibujos y fotografías se han comple-
mentado o sustituido con ejemplos más satisfactorios.
Estamos en deuda con aquellos que hicieron posibles estas
mejoras. En especial, ha sido un placer trabajar con Maartje
Kunen y Rogier Trompert, los artistas que produjeron las
versiones en color de los dibujos.
Vaya también nuestra gratitud para el personal téc-
nico del Veterinary Anatomy Department en Utrecht,
que realizó las disecciones, y al Dr. Ben Colenbrander,
quien generosamente proporcionó muchas nuevas ilus-
traciones. El Dr. G. Voorhout y el Dr. A. van der Belt, del
Veterinary Radiology Department de Utrecht, aportaron
una gran cantidad de nuevas radiografías para los capítu-
los sobre carnívoros y equinos.
El texto se revisó con dos objetivos, no siempre fáciles
de reconciliar, de reducir las demandas impuestas sobre el
estudiante y adaptar el contenido a las demandas cambian-
tes de la práctica general. Se eliminaron algunas secciones
dematerial probablemente superfluo para los requerimien-
tos básicos. Esto se hizo principalmente en algunos capítu-
los de la primera parte; en la segunda parte, se redujeron los
capítulos dedicados a los animales para consumo, para los
cuales en la actualidad la medicina de hato tiende a domi-
nar sobre el tratamiento del individuo. Se ha introducido
nuevo material en los capítulos dedicados al caballo, a la
anatomía aviar y, más especialmente, a las especies de com-
pañía. Para asegurar la pertinencia de esta revisión, invita-
mos a algunos colegas a revisar los capítulos dedicados a sus
campos de interés específicos y a proporcionar realimenta-
ción. Quienes aceptaron esas invitaciones y nos dieron su
valiosa ayuda reciben una mención especial en la página de
colaboradores.
En una era en que es tan fácil obtener información
actualizada, parece innecesario continuar cargando el
texto con referencias a una bibliografía que evoluciona
con tal rapidez.
A la fecha, hemos acumulado tantos benefactores
que resulta casi inevitable omitir algún agradecimiento
específico. Esperamos que cualquier persona a quien
hayamos omitido nos perdone la falta, y tenga la certeza
de nuestra gratitud.
Por último, pero no menos importante, debemos
agradecer al Dr. Jo Zuketto su ayuda, generosamente
ofrecida y ansiosamente aceptada, con los asuntos com-
putacionales. Su profundo conocimiento de tan arcana
ciencia transformó muchas ilustraciones y de manera
prodigiosa combinó textos y figuras, viejos y nuevos, de
una manera que nunca habríamos logrado sin su ayuda.
En periodos de enfermedad de alguno de los autores, él
nos ayudó a mantener el proceso en marcha y también
nos mantuvo con el espíritu en alto.
K.M. Dyce
C.J.G. Wensing†
.......................................................................................
El prefacio anterior acompañaba al manuscrito termina-
do. Ahora, sólo un corto tiempo después, por desgracia es
necesario recordar la muerte de Cees Wensing, quien
falleció en mayo de 2009 luego de una larga batalla
emprendida con inspirador coraje contra la enfermedad.
Cees hizo muchas innovaciones, y asumió la responsabi-
lidad de revisar de manera exhaustiva y renovar las ilus-
traciones. Estaba ansioso por ver publicada esta edición,
que tan claramente lleva su sello.
Incluso cuando se hizo evidente que eso era improba-
ble, trabajó con determinación inquebrantable, y se mantu-
vo atareado corrigiendo pruebas hasta sólo unos pocos días
antes de fallecer. Apreciaba mucho la ayuda y el apoyo que
recibió de familiares y amigos. Como testimonio del alto
concepto en que lo tenían dos de esos amigos, Jo Zuketto y
Ben Colenbrander, cuya ayuda fue ilimitada mientras él
vivió, éstos continuaron con la corrección de las pruebas.
La participación de Cees en este libro fue sólo una
pequeña parte de sus logros, en especial como Director
del Research Institute at Lelystad, el Central Veterinary
Institute, más tarde llamado ID-Lelystad, y ahora Animal
Science Group. Lo extrañaremos mucho.
Ahora declaro esta edición dedicada a la memoria de
dos amigos y colegas que han partido.
K.M. Dyce
†Fallecido
 Prefacio a la cuarta edición
Tal vez no estarán fuera de lugar unas pocas palabras
para explicar el propósito y la organización de este libro.
La intención de esta obra es satisfacer las necesidades del
estudiante de veterinaria, proporcionando en primer
lugar los conocimientos generales de la estructura de los
mamíferos que son indispensables para la comprensión
de las demás ciencias básicas, y en segundo lugar, aquella
información más detallada que es directamente aplicable
en la práctica de la medicina veterinaria. Aunque por
supuesto nos sentiremos muy complacidos si otro tipo
de lectores encuentran de utilidad nuestro libro, hemos
considerado como una cuestión de la mayor importancia
el interés del estudiante por la lectura de esta obra.
La doble función de la anatomía determinó la división
del libro en dos partes. La primera parte comprende diez
capítulos, uno de los cuales constituye una introducción
general, mientras que los demás están dedicados a los
diversos aparatos y sistemas corporales. Para éstos hemos
tomado como modelo al perro, el animal más apropiado
para este propósito en virtud de su anatomía relativamen-
te poco especializada y su uso generalizado como sujeto
inicial de disección. Hacemos alusión a las diferencias des-
tacadas encontradas en otras especies domésticas, aunque
no profundizamos en ellas, ya que nuestro interés se centra
en esta ocasión en enfatizar los conceptos generales y su
función, más que los detalles específicos. Las observaciones
acerca del desarrollo tienen por objeto dilucidar las carac-
terísticas generales de la anatomía del animal adulto y no
pretenden proporcionar una relación completa de esta
rama de nuestra materia. Debido a que estos capítulos
abordan en gran parte cuestiones elementales, ampliamen-
te establecidas y libres de controversia, llegamos a la con-
clusión de que supondría una afectación el adornarlos con
referencias bibliográficas.
La segunda parte del libro presupone conocimientos
básicos de los temas cubiertos en la primera. Consta de varias
series de capítulos, cada una de las cuales tiene que ver con
la anatomía regional de una especie en particular –o un
grupo de especies, puesto que hemos reunido al gato con el
perro, a los pequeños rumiantes con los bóvidos–. Esta parte
busca poner de relieve aquellas características y temas que
son directamente pertinentes para el trabajo clínico. Si bien
los diversos capítulos que versan sobre la misma región del
cuerpo de los diferentes animales siguen un plan común,
esto es así sólo de una manera aproximada; hemos extendi-
do, recortado y diversificado las exposiciones conforme a
nuestras percepciones del interés clínico contemporáneo en
las diferentes especies, y en ocasiones con base en la disponi-
bilidad de información apropiada. Este método da por resul-
tado cierta repetición, pero abrigamos la esperanza de que
ello se verá compensado por la independencia de que gozan
estos capítulos, los cuales pueden leerse o consultarse en el
orden que se prefiera y sin referencia obligada entre cada
uno de ellos. Por último, hay un único capítulo acerca de la
anatomía aviar sistemática, en el que el tema principal es el
pollo, si bien se presta cierta atención a las aves de jaula y a
otras especies de importancia veterinaria. Puesto que los
capítulos de esta segunda parte abordan cuestiones de inte-
rés práctico inmediato, los hemos equipado con una selec-
ción de referencias que serán de beneficio para quienes dese-
en informarse más a fondo sobre la materia.
De manera inevitable, la principal dificultad con que
nos topamos cuando escribimos este libro consistió en la
selección del material apropiado de entre un acervo muy
vasto. Puesto que en la mayoría de las escuelas los cursos de
anatomía se han ido acortando en los años recientes de
manera progresiva y, en ocasiones, feroz, existe la obliga-
ción de identificar y retener material esencial al tiempo que
se han acortado rigurosamente cuestiones que son de un
interés más periférico. Ciertamente, no hay ni puede haber
un punto de vista unánime acerca de lo que constituye la
parte esencial o medular, en tanto que el desarrollo conti-
nuo y la especialización creciente de la medicina veterina-
ria le añaden significación a muchos detalles que en un
principio carecían de importancia. La reconciliación de
estas presiones contradictorias sitúa a profesores y autores
en un dilema para el cual no se percibe una vía clara de
escape, y aunque tenemos la esperanza de haber elegido
con buen criterio, suponemos de antemano que algunos
colegas nos reprocharán el haber sido demasiado tímidos al
descartar temas, mientras que otros estarán igualmente dis-
puestos a juzgarnos como demasiado atrevidos. Los lecto-
res partidarios del primer punto de vista quizá encuentren
que la subdivisión del texto les da facultades para resumir
u omitir determinadas partes de manerajuiciosa; otros más
exigentes podrán encontrar algo de consuelo en las referen-
cias. Esperamos que ambos grupos de lectores acogerán de
buen grado las digresiones sobre las cuestiones convencio-
nales de anatomía con las que hemos intentado que la
exposición sea más interesante –ya que sería absurdo no
reconocer que la descripción anatómica no es precisamen-
te una lectura muy entretenida–.
Mientras que cada uno de nosotros se responsabilizó
del borrador inicial de distintas partes del texto, la ver-
sión final representa el consenso de nuestros puntos de
vista. Queremos pensar que hemos tenido cierta ventaja
 Prefacio a la primera edición
No se posee lo que no se comprende. — Goethe
al haber adquirido experiencia en una diversidad de
escuelas, y hemos tratado de evitar ajustar el texto dema-
siado a la medida de algún curso en particular. Los pro-
blemas de nomenclatura reciben alguna atención en el
capítulo 1, pero puede ser oportuno asentar aquí que de
manera consistente nos hemos apegado a la versión más
reciente (de 1983) de la Nomina Anatomica Veterinaria.
Éstas han sido nuestras intenciones. Si fueron bien
concebidas y se llevaron a cabo de manera apropiada es
algo que debemos dejar al criterio del lector.
K. M. Dyce
W. O. Sack
C. J. G. Wensing
x Prefacio a la primera edición
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tomadas de otras fuentes
 
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Figura 32-13: Tomada de Saar LI, Getty R: The interre-
lationship of the lymph vessel connections of the
lymph nodes of the head, neck, and shoulder regions
of swine, Am J Vet Res 25:618-636, 1964.
Figura 35-9: Tomada de Mollerus FW: Zur funktionellen
anatomie des eberpenis, Berlin (FU), 1967, Vet. Diss.
Figura 35-10, C: Tomada de Meyen J: Neue unter-
suchungen zur funktion des präputialbeutels des
schweines, Zentralhl Vet Med 5:475-492, 1958.
Figuras 37-2; 37-4: Tomadas de Lucas AM, Stettenheim
PR: Arian anatomy: integument, parts I and II
Agriculture handbook 362, Washington DC, 1972, US
Government Printing Office.
Figura 37-3: Cortesía de Dr. M Frankenhuis, Amsterdam
Zoo.
Figura 37-21, C: Tomada de King AS, McLelland J:
Birds-their structure and fúnction, ed 2, London, 1984,
Bailliére Tindall.
Figura 37-22: Tomada de Komarek V: Die männliche
kloake der entenvögel, Anat An: 124:434-442, 1969.
xii Fuentes de ilustraciones tomadas de otras fuentes
Contenido
PARTE I: Anatomía general
CAPÍTULO 1: Algunos datos y conceptos básicos, 1 
CAPÍTULO 2: Aparato locomotor, 32 
CAPÍTULO 3: Aparato digestivo, 100 
CAPÍTULO 4: Aparato respiratorio, 148 
CAPÍTULO 5: Aparato urogenital, 167 
CAPÍTULO 6: Glándulas endocrinas, 216 
CAPÍTULO 7: Sistema cardiovascular, 223 
CAPÍTULO 8: Sistema nervioso, 268 
CAPÍTULO 9: Órganos de los sentidos, 332 
CAPÍTULO 10: Integumento común, 355 
PARTE II: Perros y gatos
CAPÍTULO 11: Cabeza y porción ventral del cuello 
del perro y el gato, 374
CAPÍTULO 12: Cuello, dorso y columna vertebral 
del perro y el gato, 407 
CAPÍTULO 13: Tórax del perro y 
el gato, 420
CAPÍTULO 14: Abdomen del perro y 
el gato, 434
CAPÍTULO 15: Pelvis y órganos reproductores 
del perro y el gato, 454
CAPÍTULO 16: Miembro torácico del perro y 
el gato, 476
CAPÍTULO 17: Miembro pélvico del perro y 
el gato, 490
PARTE III: Caballos
CAPÍTULO 18: Cabeza y porción ventral del 
cuello del caballo, 501
CAPÍTULO 19: Cuello, lomo y columna vertebral 
del caballo, 532 
CAPÍTULO 20: Tórax del caballo, 537 
CAPÍTULO 21: Abdomen del caballo, 545 
CAPÍTULO 22: Pelvis y órganos reproductores 
del caballo, 563
CAPÍTULO 23: Miembro torácico del caballo, 586 
CAPÍTULO 24: Miembro pélvico del caballo, 624 
PARTE IV: Rumiantes
CAPÍTULO 25: Cabeza y porción ventral del cuello 
de los rumiantes, 644
CAPÍTULO 26: Cuello, lomo y columna vertebral 
de los rumiantes, 664
CAPÍTULO 27: Tórax de los rumiantes, 670 
CAPÍTULO 28: Abdomen de 
los rumiantes, 677
CAPÍTULO 29: Pelvis y órganos reproductores 
de los rumiantes, 698 
CAPÍTULO 30: Miembro torácico de 
los rumiantes, 728
CAPÍTULO 31: Miembro pélvico de 
los rumiantes, 742
PARTE V: Cerdos 
CAPÍTULO 32: Cabeza y parte ventral del 
cuello del cerdo, 752 
CAPÍTULO 33: Columna vertebral, dorso y 
tórax del cerdo, 762 
CAPÍTULO 34: Abdomen del cerdo, 765 
CAPÍTULO 35: Pelvis y órganos reproductores 
del cerdo, 772 
CAPÍTULO 36: Miembros del cerdo, 780 
PARTE VI: Aves 
CAPÍTULO 37: Anatomía aviar, 784
 
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Parte I
Anatomía 
general
Algunos datos y 
conceptos básicos 1
ALCANCE DE LA ANATOMÍA
La anatomía es la rama del conocimiento relacionada
con la forma, la disposición y la estructura de los tejidos
y órganos que constituyen el cuerpo. La palabra, que es
de origen griego, significa literalmente “corte, disección,
separación”, y la disección del cadáver es el método tra-
dicional empleado en la anatomía. Sin embargo, los ana-
tomistas han utilizado desde hace tiempo una multitud
de técnicas distintas para complementar el conocimien-
to de la anatomía macroscópica que se logra con el uso
del bisturí. La microscopia óptica y la microscopia elec-
trónica revelan detalles que son invisibles a simple vista
y constituyen la subdivisión conocida como anatomía
microscópica. La disciplina de la anatomía es ampliada
asimismo por el estudio de las etapas por las que pasa el
organismo desde la concepción al nacimiento, la juven-
tud, la madurez y la vejez; este estudio, conocido como
anatomía del desarrollo, es más amplio que la embriolo-
gía clásica, la cual se limita al organismo no nacido. En la
actualidad, pocos anatomistas se conforman con la mera
descripción del cuerpo y sus partes. La mayoría de ellos
tratan de entender las relaciones entre estructura y fun-
ción. El estudio de esas relaciones desemboca claramen-
te en la fisiología, la bioquímica y las demás ciencias de
la vida; puede describirse como anatomía funcional, pero
nosotros preferimos ver al enfoque funcional como una
actitud que debería permear todas las ramas de la cien-
cia más que constituir un estudio cuasi-independiente.
Este libro tiene que ver de manera fundamental con la
anatomía macroscópica, una limitación justificada por la
práctica general de presentar la anatomía microscópica y del
desarrollo en cursos separados. No obstante, nos hemos per-
mitido recurrir a aspectos microscópicos y del desarrollo
cuando nos ha parecido útil para favorecer la comprensión de
la anatomía macroscópica o como un medio para “dar vida” a
algo que de otro modo resultaría más bien un tema árido.
La información obtenida por medio de la disección
puede ordenarse y organizarse de dos maneras principales
y complementarias. En la primera, la anatomía sistemática,
la atención se dirige de manera sucesiva a grupos de órga-
nos que están relacionados tan estrechamente entre sí en
sus actividades, que constituyen aparatos y sistemas corpo-
rales con una función común evidente: el aparato digestivo,
el sistema cardiovascular, etc. La anatomía sistemática se
presta a un enfoque comparativo; combina con facilidad
los aspectos macroscópico, microscópico, del desarrollo y
funcional, y proporciona la base para el estudio de otras
ciencias médicas. Más aún, para el principiante es más fácil
de entender que la anatomía regional. Éste es el enfoque
que se utiliza en los capítulos 2 al 10.
El enfoque alternativo, la anatomía regional, se utiliza
en la segunda y más extensa parte de este libro. La anato-
mía regional (o topográfica) tiene que ver de manera direc-
ta con la forma y las relaciones de todos los órganos presen-
tes en determinadas zonas o regiones del cuerpo. Presta
menos atención a la estructura y la función, excepto cuan-
do se trata de las funciones mecánicas más simples, que la
anatomía sistemática. Sin embargo, adquiere importancia
compensatoria por su aplicación inmediata al quehacer clí-
nico. Debido a que con frecuencia algunos detalles que
pueden carecer de interés teórico son importantes para el
clínico, es necesario considerar por separado la anatomía
regional de las diferentes especies.La anatomía regional es
uno de los fundamentos de la práctica clínica, y diferentes
aspectos que se abordan con propósitos determinados se
 
conocen a veces como anatomía de superficie, aplicada,
quirúrgica y radiológica, términos cuyas connotaciones se
superponen pero no requieren definición.
LENGUAJE DE LA ANATOMÍA
El lenguaje anatómico debe ser preciso y libre de ambi-
güedades. En un mundo ideal cada término debería
poseer un significado único, y cada estructura, un nom-
bre único. Es lamentable que desde hace tiempo ha exis-
tido un alarmante exceso de términos y mucha inconsis-
tencia en su empleo. Con la esperanza de reducir tal con-
fusión, en 1968 se presentó un vocabulario adoptado a
nivel internacional, llamado Nómina Anatómica
Veterinaria (NAV),* y desde entonces ha tenido amplia
aceptación. Recibe revisiones periódicas, la más reciente
en 2005, y se ha hecho el intento de usarla de manera
consistente en todo este libro. A veces se incluye una
segunda alternativa, más antigua y no oficial, cuando este
término está tan profundamente arraigado en el uso clí-
nico que no es probable que se logre erradicarlo por
decreto. Los términos de la NAV están en latín, pero es
válido traducirlos a los equivalentes en lengua vernácula
y es habitual actuar así en los distintos idiomas. Se ha
dado preferencia a las traducciones que más se parecen
al latín original, de manera que la equivalencia se reco-
noce de inmediato. 
Los nombres que se dan a determinadas estructuras se
irán encontrando de modo gradual, pero los términos que
indican posición y dirección deben dominarse desde un
principio. Estos términos oficiales son más precisos que las
alternativas comunes, debido a que conservan su pertinen-
cia independientemente de la posición real del cadáver. Se
definen en la siguiente lista y se ilustran en la figura 1–1.
No sería sensato utilizarlos de manera pedante cuando no
exista una posibilidad razonable de equivocación. Cuando
aquí se emplean términos comunes (arriba, detrás, etc.),
siempre se hace pensando en una posición anatómica
estándar, la cual, para un cuadrúpedo, es con la que éste se
mantiene erecto sobre sus cuatro miembros apoyados en el
piso y en alerta. Esto difiere de la posición anatómica
humana, y es de advertir que surgirán problemas con la ter-
minología cuando se consulten libros que se refieran prin-
cipalmente al cuerpo humano. Los anatomistas médicos
utilizan mucho los términos anterior y posterior, superior
e inferior, los cuales tienen muy diferentes connotaciones
cuando se aplican a cuadrúpedos. Por ello, es mejor evitar-
los, excepto en el caso de unas cuantas aplicaciones especí-
ficas a la anatomía de la cabeza.
Los principales términos recomendados de situación
y dirección se disponen en pares, y debe insistirse que se
refieren a posición relativa, no absoluta. La mayoría de
estos adjetivos forman los adverbios correspondientes
añadiéndoles el sufijo “-mente”. 
Las estructuras (o situaciones) dorsales se ubican o
dirigen hacia la superficie “superior” del tronco (dorsum:
dorso) o, por extensión, hacia la superficie correspon-
diente en la cabeza o la cola.
Las estructuras ventrales se ubican o dirigen hacia la
parte “inferior” del tronco (venter: vientre) o, por extensión,
hacia la superficie correspondiente de la cabeza o la cola. 
Las estructuras craneales se encuentran o dirigen
hacia la cabeza (cranium: calavera), y las caudales, hacia
la cola (cauda). Dentro de la cabeza, son rostrales las
estructuras que se ubican o dirigen hacia el rostro (ros-
trum: región entre la nariz y el mentón), y el término
caudal sigue siendo apropiado en este contexto. 
Las estructuras mediales se ubican o dirigen hacia el
plano mediano (medianus: en el medio) que divide el
cuerpo en las “mitades” simétricas derecha e izquierda. 
Las estructuras laterales se ubican o dirigen hacia el
costado (latus: flanco, lado) del animal.
Para los miembros locomotores se aplica una terminolo-
gía particular. Las estructuras que se ubican o dirigen hacia
el sitio en que el miembro se une con el tronco son proxima-
les (proximus: cercano), mientras que las que se ubican o
dirigen “alejandose” de ese sitio son distales (distalis: distan-
te, lejano). Dentro de la parte proximal del miembro [que se
define para este propósito como la que se extiende hasta el
límite proximal del carpo (carpus: carpo) o el tarso (tarsus:
tarso o corvejón)], se dice que las estructuras que se ubican
o dirigen hacia el cráneo (“adelante”) son craneales, y las que
se ubican o dirigen hacia la cola (“atrás”) son caudales.
Dentro de la parte distal restante tanto para el miembro
torácico (manus: mano) como para el miembro pélvico (pes:
pie), las estructuras que se dirigen hacia “adelante” son dor-
sales (dorsum: dorso de la mano y dorso del pie), y las que se
ubican o dirigen hacia “atrás” son palmares (palma: palma de
la mano) para la mano; y plantares (planta: cara “inferior” del
pie) para el pie. Son aplicables diferentes términos adiciona-
les a la anatomía de la mano y del pie. Las estructuras axia-
les se ubican o dirigen hacia el “eje” (línea imaginaria longi-
tudinal que pasa entre los metacarpianos III y IV, o entre los
metatarsianos III y IV, como en rumiantes, carnívoros y
cerdo; las estructuras abaxiales (ab: separado de) se ubican
alejadas de estos ejes de referencia. Los términos externo e
interno, superficial y profundo obviamente no requieren
explicación o definición.
En ocasiones es necesario referirse a un corte o sec-
ción a través del cuerpo o a una parte de él (figura 1–1).
El plano mediano divide el cuerpo desde la punta de la
nariz hasta la punta de la cola en dos “mitades” simétri-
cas, derecha e izquierda. Cualquier plano paralelo a ese
plano es un plano o corte sagital. Los planos o cortes cer-
canos al plano mediano son llamados planos paramedia-
nos. Un plano dorsal secciona el tronco u otra parte del
cuerpo de forma paralela a la superficie dorsal. Un corte
que en forma perpendicular a su eje longitudinal seccio-
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*Existe un vocabulario separado pero similar (Nomina Anatomica
Avium) que se refiere a la anatomía de las aves.
 
na el tronco, la cabeza, un miembro u otro apéndice es
un plano transverso.
INTRODUCCIÓN A LA ANATOMÍA REGIONAL
Aunque los primeros nueve capítulos que siguen tienen
que ver con la anatomía sistemática, aquellos lectores
que están a punto de iniciar un curso de laboratorio
encontrarán que necesitan antes tener conocimientos
elementales de varios aparatos y sistemas. El propósito
principal de lo que resta de este capítulo es proporcionar
esa información básica. Sin embargo, dedicar alguna
atención al animal vivo también tiene beneficios.
ESTUDIO DEL ANIMAL VIVO
Una manera conveniente de estudiar la anatomía regional
es mediante la disección, pero ésta tiene limitaciones evi-
dentes si el objetivo es el conocimiento de la anatomía de
un ser vivo. Cuando se embalsaman, los órganos se vuel-
ven inertes atípicamente, y cambian mucho el color y la
consistencia que tenían en su estado vivo. Las impresio-
nes obtenidas en la sala de disección deben ser por tanto
modificadas y corregidas mediante referencias frecuentes
a material fresco y a través de la observación de operacio-
nes quirúrgicas siempre que sea posible. Ya que la mayo-
ría de quienes estudian la anatomía de los animales
domésticos lo hacen pensando en una futura carrera pro-
fesional, encontrarán que es tanto estimulante como ven-
tajoso aprender cómo aplicar los métodos más simples
del examen clínico a animales normales en esta etapa del
aprendizaje. Los estudiantes de algunos departamentos
reciben instrucción elemental en estos métodos; otros tie-
nen que crear sus propias oportunidades, quizás consi-
guiendo la ayuda de estudiantes más avanzados.
Encontrarán que un poco de experiencia directa es
mucho más gratificante que muchas lecturassin el debi-
do respaldo. Enseguida se enumeran algunos métodos y se
confía en que los profesores en las clínicas existe una gran
Capítulo 1 Algunos datos y conceptos básicos 3
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Figura 1–1. Términos de situación de dirección y planos en el animal. Las áreas punteadas representan el carpo y el tarso en el miembro torá-
cico y en el pélvico, respectivamente.
cantidad de especimenes sustitutivos para evitar la muer-
te de animales proporcionarán una guía más adecuada.
El método más simple es la observación de los contor-
nos, las proporciones biologicas y la postura del cuerpo. Las
proyecciones óseas hacia la superficie corporal constituyen
las señales de referencia más claras, pero los músculos super-
ficiales y los vasos sanguíneos también son útiles, aunque
menos llamativos; apoyarse en esas marcas de referencia
(anatomia de superficie) permite “deducir” las posiciones de
otras estructuras a partir de sus relaciones conocidas. Se
requiere de poca experiencia para descubrir la importancia
de la raza, la edad, el sexo y la variación individual o para
mostrar que, aunque algunas referencias son fijas y confia-
bles, otras tienen tendencia a variar. Algunas de las referen-
cias características (p. ej. el arco costal) se mueven con cada
respiración, mientras que otras cambian de manera más gra-
dual, por ejemplo haciéndose más o menos prominentes o
cambiando de posición con el depósito o la pérdida de grasa
o con el avance de la gestación.
Las estructuras que no son visibles directamente
pueden identificarse mediante el tacto, esto es, por
medio de una palpación suave o más firme, según lo
requieran las circunstancias. Los huesos pueden identifi-
carse por su rigidez, los músculos por su contracción y
tono, las arterias mediante la pulsación, las venas por la
tumefacción cuando el flujo sanguíneo es interrumpido
por la presión, y los nodos linfaticos y los órganos inter-
nos por su tamaño, configuración y consistencia. Pero la
variación es grande y se ve afectada por muchos factores
que hacen difícil saber si uno debe esperar que será
capaz de identificar determinados órganos en todos los
sujetos normales; el hacerlo será siempre una útil lec-
ción. La palpación sobre la piel puede complementarse
con la exploración manual o digital del recto o la vagina.
Algunos órganos pueden identificarse mediante percu-
sión, en la cual la piel que los recubre se golpea de una
manera prescrita, sistemática y ordenada, con la intención
de producir una resonancia definitoria del tipo de tejido, y
por tanto de un órgano. Diferentes sustancias y estructuras
anatómicas producen diferentes sonidos; los sonidos que se
obtienen de un órgano lleno de gas son más resonantes que
las más apagadas o sordas producidas en un órgano sólido o
lleno de líquido. Las actividades normales de algunos órga-
nos producen sonidos de manera continua o intermitente.
Aunque los pulmones y el corazón (sin olvidar el corazón
fetal) son los ejemplos principales de órganos cuya posición
puede determinarse mediante auscultación, el movimiento
de la sangre dentro de los vasos (o de gas o alimento dentro
del estómago o los intestinos) también puede ser una fuen-
te útil de información anatómica. Cuando se apliquen esas
dos técnicas, no debe olvidarse que las fluctuaciones de la
conducción sonora a través de materiales de diferentes den-
sidades pueden dar una indicación distorsionada de la posi-
ción y las dimensiones de la fuente. El estudio de la anato-
mía del animal vivo puede complementarse con otros
métodos cuya aplicación requiere entrenamiento considera-
ble y aparatos de mayor complejidad que un simple estetos-
copio. Estos procedimientos adicionales han proporcionado
una diversidad de recursos visuales nuevos, de los que se
muestran múltiples ejemplos en capítulos posteriores, pero
si bien algún conocimiento elemental de cómo se obtuvie-
ron esas imágenes puede ayudar a apreciarlas, es claro que
el análisis detallado de las diversas tecnologías implicadas
escapa al alcance de este libro.
Muchas partes y cavidades del cuerpo que suelen estar
fuera del alcance de la vista pueden observarse con diver-
sos instrumentos. Quizá el más familiar de ellos sea el oftal-
moscopio, empleado para el estudio del fondo del ojo, y el
otoscopio, utilizado para explorar el conducto auditivo
externo. Se dispone de otros instrumentos, para los que se
usa el nombre genérico de “endoscopios”, que pueden
introducirse a través de orificios naturales y hacerse avan-
zar para permitir la inspección de partes más profundas,
como la cavidad nasal, el árbol bronquial o el interior del
estómago. Estos ejemplos de endoscopia son no invasivos,
pero otras exploraciones requieren una cirugía previa.
Entre ellas están la artroscopia, la inspección del interior de
las articulaciones sinoviales, y la laparoscopia, la técnica en
la que se introduce un endoscopio en la cavidad peritone-
al a través de una pequeña incisión quirúrgica en la pared
abdominal. Esta última técnica puede utilizarse para pro-
pósitos diagnósticos o para el control visual de la cirugía (el
“ojo de la cerradura”) con instrumentos que se introducen
a través de accesos quirúrgicos separados. Para ambos pro-
pósitos, la insuflación moderada del abdomen da la oportu-
nidad para la observación.
Los primeros endoscopios eran rígidos, lo que limi-
taba su utilidad, pero la versión moderna con fibra ópti-
ca (endoscopio fibróptico o fibroscopio) es flexible y
puede superar curvaturas, al tiempo que su punta puede
girarse mediante control remoto, para ampliar el campo
de observación. Los componentes esenciales del fibros-
copio son dos haces o paquetes de fibras de vidrio. Tales
fibras, cuando se han preparado y recubierto adecuada-
mente, conducen la luz de uno de los extremos al otro
sin pérdida significativa por los lados. Uno de los paque-
tes se usa para conducir la luz desde una fuente externa
hacia la zona que se quiere observar; las fibras constitu-
yentes pueden ser relativamente ásperas y estar coloca-
das al azar. El segundo paquete conduce la imagen y se
compone de fibras más finas que mantienen posiciones
fijas entre sí. La imagen se compone de numerosas uni-
dades , cada una de las cuales corresponde a una fibra
individual, y se presenta al ojo (o a la cámara o al siste-
ma de video) en el extremo proximal del instrumento.
La anatomía radiográfica ha sido durante algún
tiempo un componente indispensable de cada curso de
anatomía que haya estado influido por consideraciones
clínicas. La mayoría de los departamentos de Anatomía
exhiben de manera rutinaria radiografías tomadas de
antemano, y si bien es improbable que los estudiantes
participen en su obtención, es prudente recordarles que
los rayos X conllevan riesgos considerables, riesgos que
siempre deben ser evaluados por quienes realizan esos
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procedimientos y por quienes van someterse a ellos.
Los rayos X se producen al “bombardear con electro-
nes” un blanco de tungsteno (foco) alojado dentro de un
tubo blindado. Sólo se permite el paso de un estrecho haz
de rayos X, el cual se dirige hacia la zona apropiada del suje-
to. El paso de los rayos “a través” del cuerpo es influido por
los tejidos que encuentran; los tejidos con alta proporción
de elementos de peso atómico elevado tienden a dispersar
o a absorber los rayos; los tejidos compuestos en su mayor
parte por elementos de bajo peso atómico tienen propor-
cionalmentemenos efecto. Es claro que el hueso, con su
contenido de calcio, pertenece a la primera categoría (radio-
opaco), mientras que los tejidos blandos por lo general per-
tenecen a la segunda categoría (radiolúcidos). Los rayos que
logran pasar a través del sujeto son los que inciden contra
una película sensible (u otro detector) que responde a la
radiación recibida. Cuando la película se revela, las áreas de
ésta en que se proyectaron tejidos blandos (o espacios lle-
nos de gas) aparecen oscuras, incluso negras, mientras que
las áreas en que se proyectó hueso (u otro material radioo-
paco) aparecen más claras, incluso blancas. La diferencia-
ción entre tejidos de radiodensidad similar puede mejorarse
introduciendo un agente de contraste apropiado para reves-
tir una superficie o llenar un espacio. Se dispone de méto-
dos específicos, que utilizan distintos materiales, para resal-
tar características diferentes tales como el interior del estó-
mago, las vías urinarias y el espacio subaracnoideo.
Las vistas radiográficas se identifican de manera
apropiada haciendo referencia a la dirección tomada por
el haz de rayos X en su paso a través del sujeto. Así, una
radiografía de un animal en posición de decúbito dorsal
(“boca arriba”), con el vientre hacia la fuente de rayos X,
se describe como una proyección ventrodorsal; la obteni-
da con el animal en decúbito ventral (“boca abajo”), con
el dorso hacia la fuente de rayos X y el vientre hacia la
película radiográfica, se describe como proyección dorso-
ventral. La terminología deja poco margen para la confu-
sión, pero en ocasiones se producen algunos términos un
tanto raros, como dorsolateral-plantaromedial, que espe-
cifica una proyección oblicua dada del corvejón (tarso).
El conocimiento de ciertos principios generales ayu-
dará a evitar algunas malas interpretaciones bastante
comunes: la imagen de cualquier estructura siempre está
amplificada en un grado que es determinado por la pro-
porción foco-película:foco-objeto; la divergencia de los
rayos X produce un cambio aparente en la posición de
cualquier objeto que no se encuentre directamente
debajo del foco. Dos diagramas sencillos (figura 1–2)
aclararán estos puntos. Una dificultad menos fácil de
resolver resulta de la superposición de las imágenes de
estructuras situadas una sobre otra. Una solución inge-
niosa pero sólo en parte exitosa a este problema se
encontró en el movimiento coordinado –en sentidos
opuestos– del tubo y la película durante el periodo de
exposición (figura 1–3, A). En esta técnica, conocida
como tomografía, el eje alrededor del cual viajan el tubo
y la película coincide con el plano de la “rebanada” hori-
zontal del sujeto que es de interés en ese momento. Las
estructuras contenidas dentro de esa rebanada permane-
cen más o menos en foco durante la exposición, mientras
que las imágenes producidas por las estructuras en otros
niveles están borrosas o inmersas dentro del fondo gene-
ral. Tales tomogramas nunca han sido de mucha utilidad
en radiología veterinaria. Una técnica más reciente y
compleja, conocida como tomografía computarizada
(TC), tiene distintos fundamentos pero conserva el pro-
pósito de mostrar con claridad las partes dentro de una
“rebanada corporal” específica al tiempo que se excluyen
imágenes que no son objeto de interés. A pesar del costo
considerable del aparato y su limitada capacidad de uso
con animales grandes, la técnica está siendo ofertada
ampliamente por los centros veterinarios de referencia.
En el escáner de TC moderno, la fuente de rayos X
se mueve en un círculo centrado en el eje longitudinal
del sujeto durante el procedimiento, que tarda de uno a
varios segundos para completarse (figura 1-3, B).
Durante este tiempo, el movimiento del tubo se detiene
varias veces pero durante periodos muy cortos; en cada
uno de ellos, se dirige una ráfaga de radiación a través del
sujeto con un radio diferente. Los haces que penetran la
rebanada seleccionada del sujeto, bastante estrecha, inci-
den contra una serie de detectores separados o, en algu-
nos diseños, contra partes de un detector circunferencial
continuo y se fotomultiplican. Una vez terminado el pro-
cedimiento, esos registros se analizan, se comparan y se
combinan mediante fórmulas (algoritmos*) complejas; a
partir de estos cálculos se construye una imagen única de
corte transversal en la que se representan las formas, las
localizaciones y las radiodensidades comparativas de
todos los tejidos comprendidos dentro de la rebanada
corporal seleccionada (figura 1–4). En instalaciones más
equipadas es posible obtener imágenes de múltiples
rebanadas superpuestas o adyacentes en un proceso con-
tinuo extenso. Con la cantidad de información que el
proceso extenso suministra es posible construir imágenes
en planos distintos de los transversos mediante cálculos
aún más complejos. Los datos también pueden manipu-
larse para destacar diferencias sutiles en el contraste que
presentan tejidos con radiodensidad muy similar.
Por supuesto, la TC no está exenta de toda clase de
inconvenientes: los sujetos deben permanecer estrictamen-
te inmovilizados durante el procedimiento de exposición; la
dosis total de radiación puede ser muy grande, aunque las
exposiciones individuales son muy breves y las imágenes
resultantes se amplifican; los artefactos pueden producir
imágenes decepcionantes; los aparatos actuales diseñados
para uso médico son aptos para animales pequeños, pero
deben adaptarse para su uso con animales grandes y por
tanto se limitan a la investigación de la cabeza y los miem-
bros. Un subproducto de la TC es la renovación del interés
por la anatomía de cortes transversales, un acercamiento a
Capítulo 1 Algunos datos y conceptos básicos 5
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*Los algoritmos generan soluciones a problemas complejos, solucio-
nes que, aunque no absolutamente exactas, son lo suficientemente
precisas para fines prácticos.
la disciplina que hasta hace poco se consideraba un pasado
irrecuperable, pero que en la actualidad resulta claramente
indispensable para la interpretación de la TC.
Para la práctica de la ultrasonografía también se requie-
re estar familiarizado con la anatomía de cortes transversa-
les. Esta técnica depende de la capacidad de un cristal pie-
zoeléctrico de convertir la energía eléctrica en ondas sono-
ras y viceversa. Cuando es estimulado, un transductor de
cristal dentro de un contenedor conveniente y acoplado al
área apropiada de la piel dirige al cuerpo un estrecho haz de
ondas sonoras de frecuencia uniforme. Las ondas se propa-
gan a través de los tejidos con intensidad decreciente, y una
fracción se dirige de regreso a la fuente en cada choque con
una interface entre tejidos que ofrecen diferente resistencia
(impedancia acústica). Reconvertidos en energía eléctrica,
los ecos generan una imagen visible en la pantalla. Esta ima-
gen, que puede ser “congelada” o registrada de varias formas,
representa la delgada “rebanada corporal” directamente
debajo del transductor. La onda sonora no se produce en
forma continua, sino en ráfagas muy cortas, las cuales duran
quizá no más de una millonésima de segundo. Los silencios
más largos que alternan con estas ráfagas permiten el tiem-
po necesario para la recepción de ecos que rebotan desde las
interfaces a diferentes profundidades.
La frecuencia y la longitud de onda de las ondas
sonoras guardan relación inversa. El primer parámetro
determina la profundidad a la que las ondas penetrarán,
y el segundo, la resolución que puede obtenerse (el deta-
lle que puede distinguirse). Debido a que las ondas de
alta frecuencia penetran a menor profundidad pero
registran mayor detalle, se hace necesario encontrar una
solución intermedia a fin de seleccionar el cristal apro-
piado que se utilizará para un examen específico; es
común que se tengan a la mano varios cristales, cada uno
con su inherente frecuencia de oscilación, propia e inva-
riable.La máxima profundidad a la que es posible obte-
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A
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Figura 1–2. A, Dibujo esquemático que ilustra el efecto de amplificación causado por la divergencia de los rayos X. B, Dibujo esquemático que
ilustra el cambio aparente en la posición de un órgano que no se encuentra directamente debajo del foco.
ner imágenes útiles es de unos 25 cm, y esto limita la
aplicación de la ultrasonografía en caballos y bóvidos. En
estas especi es grandes, su uso e stá más o menos res-
tringido al examen de las partes distales de los miembros
locomotores y del aparato reproductor (donde el trans-
ductor puede aplicarse a la mucosa rectal). La ultrasono-
grafía también se utiliza ampliamente para el diagnósti-
co de gestación en cerdas (aunque en este caso se recu-
rre a un acceso transabdominal).
El agua, la sangre y la mayoría de los tejidos blan-
dos presentan impedancia acústica muy similar, y en el
mejor de los casos las interfaces entre esas sustancias
son sólo moderadamente reflectoras: son hipoecoicas,
según el lenguaje propio de los expertos en ultrasono-
grafía. En contraste, la diferencia de impedancia entre
tejido blando y hueso, o entre tejido blando y una cavi-
dad llena de gas, es muy grande, y la reflexión de las
ondas sonoras es casi total: la interface es hiperecoica.
Esto hace imposible formar imágenes de tejidos y
órganos que, como el cerebro dentro del cráneo, se
encuentran profundos bajo el hueso; se dice que tales
partes están dentro de sombra acústica. A la inversa,
una vejiga distendida u otro gran volumen de impedan-
cia uniforme pueden utilizarse como una ventana a tra-
vés de la cual tener acceso a estructuras más profundas.
Existen muchas diferencias en el diseño y empleo
de transductores. Algunos transductores contienen
múltiples cristales colocados en línea; cuando éstos se
activan en secuencia, la imagen que resulta es rectan-
gular y representa la delgada rebanada de tejido situa-
da profundamente respecto al transductor. Más a
menudo se emplea un cristal único, pero colocado de
tal manera que el estrecho haz que genera oscila de
manera repetida en un arco, produciendo una imagen
en forma de cuña o de sector (figura 1–5). En esos
medios B (o de brillantez), la imagen representa un
corte transversal a través del campo inspeccionado. En
el medio alternativo M (o de movimiento), el haz sólo
se emite en un punto fijo en la oscilación del cristal, y
por tanto el registro se limita a las estructuras penetra-
das a lo largo de un eje único; si las partes se encuen-
tran en movimiento, las imágenes sucesivas revelan sus
formas cambiantes, y los cambios se ponen de relieve
si se registran imágenes sucesivas una junto a la otra.
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Figura 1–3. Diagramas de un aparato tomográfico básico de rayos X (no computarizado) (A) y un escáner de tomografía computarizada
(CT) de cuarta generación (B). 1, Movimiento de la fuente de rayos X durante la exposición; 2, líneas que señalan la conexión mecánica
entre la fuente de rayos X y el detector de radiación (p. ej. película radiográfica); 3, plano del foco; 4, paciente en posición de decúbito
dorsal sobre mesa estacionaria; 5, movimiento (en el sentido opuesto) del detector durante la exposición; 6, movimiento de la fuente de
rayos X alrededor del paciente estacionario; 7, haz de rayos X durante la exposición; 8, anillo de detectores fijos alrededor del mecanis-
mo rotatorio del tubo de rayos X.
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Figura 1–4. Imagen transversal de un corte de TC de 2 mm de espe-
sor de las ampollas timpánicas del perro y las partes petrosas de los
huesos temporales. (Se utilizaron montajes de huesos.) 1, Meato
acústico externo; 2, ampolla timpánica; 3, cóclea o caracol; 4, venta-
na oval; 5, nasofaringe.
Los registros en modo M son especialmente útiles para
demostrar los movimientos de las paredes de las cáma-
ras y válvulas cardiacas.
Los ultrasonogramas son, en general, menos fáciles
de interpretar para el neófito que las radiografías. Se pre-
sentan “reverberaciones” cuando las ondas rebotan hacia
atrás y adelante, con frecuencia debido a un acoplamien-
to defectuoso del transductor a la piel, y esto puede oca-
sionar lo que da la impresión de ser múltiples interfaces
paralelas dentro de un órgano. Las interfaces pequeñas
entre el parénquima y la armazón fibrosa de ciertos teji-
dos producen dispersión difusa, o un efecto de punteado.
A pesar de estos (y otros) inconvenientes, la ultrasono-
grafía tiene ventajas muy importantes, de las cuales no es
la menor el estar libre de los riesgos inevitablemente aso-
ciados con la radiación ionizante.
La resonancia magnética (RM) se comenta aquí con
menor detalle debido a que los costos de instalación y ope-
ración del equipo hacen que sólo esté disponible por ahora
en unos pocos centros veterinarios. El fundamento teórico
de la RM son los cambios en la estructura de los átomos de
hidrógeno inducidos por campos magnéticos intensos y
ondas de radio. Se producen señales de radio débiles cuan-
do la estructura subatómica vuelve a su configuración nor-
mal. Esas señales pueden amplificarse, y sus orígenes dentro
del cuerpo pueden fijarse en tres dimensiones de manera
precisa. Ya que los diferentes tejidos contienen concentra-
ciones diferentes de átomos de hidrógeno, sus diferentes res-
puestas pueden aprovecharse para distinguirlos. Tejidos
como la grasa, que son ricos en hidrógeno, producen imáge-
nes brillantes, en contraste con las imágenes negras de los
tejidos pobres en hidrógeno, como el hueso (figura 1–6). Es
posible una resolución extremadamente alta, y no existen
riesgos para la salud asociados con el escáner de la RM.
Tanto la TC como la RM son especialmente útiles en el
estudio de las estructuras intracraneales.
PIEL
La piel cubre el cuerpo y lo protege contra lesiones; tiene
un cometido importante en el control de la temperatura
y permite al animal reaccionar a diversos estímulos
externos en virtud de sus muchas terminaciones nervio-
sas. Existen numerosas modificaciones locales de la piel
(capítulo 10), pero por ahora sólo nos centraremos en
sus propiedades más generales.
La piel varía mucho en grosor y flexibilidad, tanto entre
especies como localmente. De manera natural es más grue-
sa en animales grandes (aunque no en proporción constan-
te con la talla) y en áreas más expuestas; estas diferencias
son obviamente importantes para el cirujano. Aunque por lo
general la piel “se amolda” de manera estrecha a las estruc-
turas subyacentes, es redundante en algunas zonas, donde
forma pliegues y arrugas; ciertos plegamientos permiten
cambiar de postura, algunos son una adaptación al incre-
mento del área a través de la cual el calor puede disiparse al
ambiente, y otros son sólo la expresión de los caprichos de
los criadores de animales, lo cual es ilustrado de modo gro-
tesco por la raza de perros Shar-Pei.
La piel consta de dos capas, una epidermis, externa,
y una dermis, interna; en la mayoría de las situaciones
descansa sobre un tejido conectivo más suelto conocido
indistintamente como subcutis, fascia superficial, tejido
subcutáneo, hipodermis, aponeurosis superficial o tela
subcutánea (figura 1–7). La epidermis es un epitelio
escamoso estratificado cuyo grosor se adapta al trata-
miento que recibe; reacciona a un uso rudo, como lo
ejemplifican los cojinetes palmares y plantares de perros
y gatos. Existen numerosas modificaciones de esta capa,
de las cuales la más común es la presencia de glándulas
sudoríparas y sebáceas y de pelo. Las glándulas sudorípa-
ras son muy importantes para la pérdida de calor por
evaporación superficial, pero también tienen un cometi-
do accesorio en la excreción de desechos. Las glándulas
sebáceas producen una secreciónaceitosa que impermea-
biliza la superficie y da a ciertas áreas relativamente des-
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Figura 1–5. A, vista transversal (eje menor) ultrasonográfica del
corazón del perro. 1, Ventrículo izquierdo; 2, ventrículo derecho; 3,
tabique interventricular; 4, músculos papilares. B, Vista ultrasonográ-
fica de un embrión de caballo de 42 días de edad. 1, Embrión, de
unos 2 cm de largo; 2, cordón umbilical; 3, líquido alantoideo; 4,
pared uterina. 
nudas, como la región inguinal de los caballos, un lustre
característico. Ambos tipos de glándulas suelen estar
ampliamente diseminados, aunque no se encuentran en
todas partes. El pelaje, que es una característica única de
los mamíferos, es una protección mecánica y un aislador
térmico; esta última propiedad depende de la captura de
aire entre los pelos. También el pelaje suele estar exten-
dido. Entre las especies más comunes, sólo el ser huma-
no y el cerdo están relativamente desprovistos de pelo,
aunque pueden aparecer individuos sin pelo en otras
especies y como “mutaciones” ocasionales, lo cual consti-
tuye el origen, por ejemplo, de la raza de gatos Esfinge.
Algunos mamíferos acuáticos, como las ballenas, están
totalmente desprovistos de pelo.
La dermis, que consiste esencialmente en fibras de
tejido conectivo semejante al fieltro, es la materia prima
del cuero. Está unida a la epidermis mediante papilas
interconectadas, que son más salientes donde el desgaste
normal ocasiona el riesgo de separación. En la mayoría
de las situaciones, la piel se mueve fácilmente sobre los
tejidos subyacentes y esta soltura facilita la desolladura
(separación de la piel) de las reses muertas. Está más
ajustada en algunos lugares, en los cuales se convierte de
manera gradual en una fascia (aponeurosis en la nomen-
clatura tradicional) subyacente más firme de lo normal;
son buenos ejemplos de esa unión el escroto y los labios.
Existe algún riesgo de lesión por presión en donde la der-
mis se amolda sobre prominencias óseas, y a menudo se
desarrollan bolsas sinoviales adventicias (pág. 24) en
estos sitios. A diferencia de la epidermis, la dermis está
ricamente irrigada por vasos sanguíneos (figura 1–7) e
inervada por nervios cutáneos.
La fascia superficial se estudia en la siguiente sección.
FASCIA Y GRASA
El tejido conectivo que separa y rodea las estructuras
más importantes se conoce de manera genérica como
fascia (aponeurosis), un término de uso más bien gene-
ral; muchas de sus mayores acumulaciones, en especial
las de naturaleza laminar, tienen nombres específicos.
Este tejido recibe frecuentemente escasa atención por
parte del disecador, lo cual no deja de ser un error, ya que
ese tejido tiene funciones significativas. Es más, el ciruja-
no se enfrenta a la fascia cuando es necesario predecir su
naturaleza y extensión en diferentes situaciones.
La fascia superficial (subcutis, aponeurosis superfi-
cial, tejido subcutáneo, tela subcutánea o hipodermis) es
un tejido laxo (areolar) extensamente diseminado por
debajo de la piel de los animales que tienen pelaje. Un
tejido similar rodea muchos órganos más profundos, y en
ambas situaciones la fascia laxa permite a las estructuras
cercanas cambiar de forma y moverse fácilmente unas
contra otras. Su laxitud varía con la cantidad de líquido
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Figura 1–6. Imágenes medianosagitales de cortes de 3 mm de espe-
sor mediante resonancia magnética con eco de espín de la columna
vertebral lumbar de un perro. A, Imágenes ponderadas en T1 (la
grasa aparece blanca, los líquidos negros). B, Imágenes ponderadas
en T2 (los líquidos aparecen blancos, la grasa más oscura que en las
imágenes con ponderación en T1). 1, Médula espinal; 2, núcleo pul-
poso; 3, grasa epidural; 4, líquido cerebroespinal; 5, anillo fibroso.
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Figura 1–7. Un bloque de piel. 1, Epidermis; 2, dermis; 3, subcuts; 4,
glándula sebácea; 5, músculo erector del pelo; 6, glándula sudorípa-
ra; 7, folículo piloso; 8, redes arteriales.
que contiene y puede constituir una indicación de mala
salud. La fascia superficial es uno de los principales luga-
res para el almacenamiento de grasa. En las especies des-
nudas (sin pelo), la grasa forma una capa continua, el
panículo adiposo.
La fascia profunda suele organizarse en láminas
fibrosas mucho más fuertes. Una capa por debajo de la
fascia superficial se extiende por casi todo el cuerpo y
se fusiona con las prominencias óseas. En muchos
sitios emite tabiques que penetran entre los músculos,
encerrándolos individualmente o en grupos (figura
1–8); a veces el periostio (la cubierta fibrosa de los
huesos) ayuda a delinear esos encierros. Esta división
en compartimentos fasciales u osteofasciales es muy
prominente en el antebrazo y la pierna y participa en
la circulación, lo cual ayuda al retorno de la sangre y la
linfa al corazón. Los músculos se engruesan cuando se
contraen, y cuando están contenidos dentro de paredes
rígidas comprimen las demás estructuras con las que
comparten el espacio. Si éstas son tubos con válvulas
(venas y vasos linfáticos), su contenido se comprime
en un sentido, hacia el corazón. Debido a esto, la pará-
lisis muscular o la inactividad prolongada pueden lle-
var a la estasis sanguínea o linfática. Las arterias y los
nervios cuyas funciones no pueden ser auxiliadas por
la compresión frecuentemente se deslizan por peque-
ños túneles dentro de los tabiques.
Es posible asignar funciones más específicas a
engrosamientos localizados [p. ej. los retináculos (reti-
naculum-a: redecita, correa de sujeción) de la fascia
profunda, los cuales mantienen los tendones en su
lugar y en ocasiones hacen las veces de poleas alrede-
dor de las cuales los tendones se curvan para cambiar
de dirección. Son buenos ejemplos de esto los retiná-
culos de la cara dorsal del corvejón y la cara palmar de
los dedos (figura 1–9/9).
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Cr.
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Figura 1–8. Compartimentos osteofasciales en el antebrazo de
un caballo. 1, Fascia superficial; 2, vena cefálica; 3, radio; 4, tabi-
ques de la fascia profunda que encierran músculos individuales o
grupos de músculos; 5, fascia profunda. (En cortes transversales
de los miembros se identifican craneal [Cr.] y medial [Med.]).
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Figura 1–9. Sección longitudinal de la mano de un perro; la almoha-
dilla metacarpiana (7) está en contacto con el suelo en la posición
erecta. 1, M. interóseo; 2, tendón del m. extensor; 3, hueso metacar-
piano; 4, hueso sesamoideo dorsal; 5, falange proximal; 6, hueso
sesamoideo palmar proximal; 7, almohadilla metacarpiana; 8, tendo-
nes de los mm. flexores; 9, retináculos de los mm. flexores; 10, almo-
hadilla digital; 11, uña (garra).
Debido a que la fascia densa es relativamente imper-
meable, determina la dirección que toman los líquidos
esparcidos, como el pus que a veces transcurre por deba-
jo de una lámina fascial antes de emerger lejos de su
fuente. Ésta es una de las razones por las cuales es útil
para el cirujano tener algún conocimiento de la fascia
profunda. Su dureza le permite retener suturas seguras al
mismo tiempo que proporciona planos de corte, los cua-
les permiten un acceso relativamente incruento a partes
más profundas durante la cirugía.
La mayoría de los depósitos de grasa (tejido adiposo)
pueden considerarse principalmente reservas alimentarias.
Pequeñas cantidades de grasa tienen distribución amplia,
pero la mayor parte está contenida en tres o cuatro lugares:
en la fascia superficial (figura 1–10/2); entre y dentro de los
músculos; debajo del peritoneo(la delicada membrana que
recubre la superficie abdominal); y en la cavidad medular
de los huesos largos. Los depósitos subcutáneos de grasa
ayudan a “moldear” la anatomía de superficie y los contor-
nos corporales, y a menudo presentan diferencias específi-
cas y sexuales en su localización y desarrollo. Los animales
que están adaptados a hábitat tórridos con frecuencia desa-
rrollan depósitos localizados (p. ej. el ganado cebú, los
camellos, la oveja de rabo gordo), ya que una distribución
más uniforme podría interferir en la pérdida de calor al
entorno. Algunas de las diferencias en la forma del cuerpo
de varones y mujeres que se vuelven notorias en la puber-
tad se deben al depósito de grasa en las regiones mamarias,
alrededor de la cadera y en la parte inferior del abdomen
de la mujer. En muchos animales machos, se deposita gran
cantidad de grasa en los tejidos de la parte dorsal del cue-
llo; un buen ejemplo de ello es la región de la cruz (región
interescapular) engrosada en los garañones.
Algunos depósitos de grasa, como los encerrados den-
tro de láminas fibrosas en la almohadilla de la mano (torus)
y el pie del perro, funcionan como amortiguadores mecáni-
cos (figura 1–9/7, 10). La grasa específica para una función
mecánica es más resistente a la remoción en caso de inani-
ción.
Las diferencias en la naturaleza física y química de la
grasa pueden ser notorias, pero suelen ser un reflejo de la
alimentación así como de factores genéticos específicos.
Cuando se necesita determinar el origen de un espéci-
men, ciertamente es útil saber que en los caballos y en la
raza de bóvidos Channel Island la grasa es amarilla, que
en la oveja es dura y blanca, y que en los cerdos es blan-
da y grisácea. También debe recordarse que a la tempe-
ratura corporal la grasa es más blanda (semilíquida) que
en un ambiente más frío. Algunos procedimientos (lipo-
succión y lipofijación) empleados por el cirujano plásti-
co dependen de esta circunstancia afortunada.
Todos estos señalamientos se refieren a la clase común
de grasa. Una segunda variedad, la grasa parda, es de distri-
bución mucho más reducida en tiempo y lugar. La grasa
parda difiere en estructura (figura 1–11) y función, así
como en color. En las especies domésticas se encuentra
especialmente durante los periodos fetal y neonatal; en las
especies silvestres abunda en particular en los animales que
hibernan (figura 1–12). El adipocito pardo contiene nume-
rosas gotas más pequeñas y una cantidad mucho mayor de
mitocondrias. Este tejido está altamente vascularizado.
Proporciona a ambos grupos una fuente fácilmente dispo-
nible de calor, que es útil tanto en los animales recién naci-
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Figura 1–10. Sección transversal de la región dorsocostal de un
cerdo. 1, Piel; 2, grasa (panículo adiposo) asociada a la fascia super-
ficial; 3, músculos de la espalda; 4, músculo cutáneo encerrado den-
tro de la fascia superficial; 5, costilla; 6, vértebra torácica; 7, hígado;
8, proceso espinoso de la vértebra; 9, grasa adicional depositada
entre los músculos.
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Figura 1–11. Células adiposas de grasa blanca (izquierda) y parda
(derecha). En la grasa blanca una gran vacuola única de grasa despla-
za el citoplasma y el núcleo hacia la periferia de la célula. Las vacuolas
pequeñas de grasa se distribuyen de manera uniforme en las células de
grasa parda. 1, Núcleos; 2, vacuolas de grasa; 3, capilares.
dos con termorregulación imperfecta como en los anima-
les que hibernan y que tienen que despertar rápidamente
del sueño profundo invernal.
HUESOS
Las funciones principales del esqueleto son sostener el
cuerpo, proporcionar el sistema de palancas utilizadas en
la locomoción y proteger las partes blandas. Por tanto, los
factores biomecánicos son de enorme importancia para
moldear los huesos y determinar su diseño microscópico.
El principal tejido esquelético, el hueso, tiene un come-
tido secundario en la homeostasis mineral, proporcio-
nando una reserva de calcio, fosfato y otros iones.
Clasificación de los huesos
Los huesos pueden clasificarse de diversas maneras. Una
clasificación topográfica reconoce un esqueleto craneal
(la cabeza) y un esqueleto poscraneal que consta de dos
divisiones: el esqueleto axial del tronco y el esqueleto
apendicular de los miembros torácicos y pélvicos. Una
segunda clasificación, basada en la ontogenia, distingue
el esqueleto somático, formado en la pared corporal, del
esqueleto visceral, derivado de los arcos faríngeos (bran-
quiales). Un tercer sistema se basa también en el desarro-
llo y distingue las partes preformadas en cartílago (y
luego reemplazadas en gran parte por hueso) de las que
se osifican directamente en tejido conectivo fibroso. Esta
clasificación refleja la filogenia, puesto que los huesos
que se desarrollan en membrana son homólogos de los
huesos dérmicos de los vertebrados inferiores.
De manera individual los huesos se clasifican por su
forma con base en un sistema simplista (figura 1–13). Los
huesos largos, típicos de los miembros, son más o menos
cilíndricos y resulta claro que se han adaptado para desem-
peñarse como palancas en la locomoción. Quizá sea más
importante saber que se desarrollan a partir de cuando
menos tres centros de osificación: uno para el cuerpo (diá-
fisis), y uno para cada extremo del hueso (epífisis) (pág. 72).
En los huesos cortos las dimensiones de largo, ancho
y espesor se equilibran. Muchos se agrupan en el carpo y
el tarso, donde la multiplicación de articulaciones permi-
te movimientos complejos y puede también disminuir la
concusión. La mayoría de los huesos cortos se desarrollan
a partir de un centro único de osificación; la multiplica-
ción de los centros generalmente indica que el hueso
representa la fusión de elementos distintos en formas
ancestrales dentro de la evolución biológica. 
Los huesos planos están expandidos en dos dimen-
siones. Esta categoría incluye la escápula, los huesos de la
cintura pélvica y muchos de los de la cabeza. Sus amplias
superficies proporcionan fijación a grandes masas mus-
culares y protección a las partes blandas subyacentes.
Los huesos restantes son demasiado irregulares en su
forma para agruparlos en categorías claramente defini-
das. Ni los huesos planos ni los irregulares muestran uni-
formidad en el desarrollo.
Organización de un hueso largo
Muchas de las características de la construcción ósea
pueden observarse de modo conveniente mediante el
examen de la sección longitudinal de un hueso largo
(figura 1–14, A). La forma del hueso es determinada por
una vaina o corteza de hueso sólido (compacto), que está
compuesta de delgadas laminillas dispuestas principal-
mente en series de tubos concéntricos alrededor de
pequeños canales centrales. Cada uno de esos sistemas se
conoce como osteona (figura 1-14, B). La corteza es
gruesa en la parte media de la diáfisis, pero se adelgaza a
medida que se hace más amplia hacia cada extremo del
hueso. Su superficie externa es lisa excepto en donde las
irregularidades sirven como sitios de fijación de múscu-
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Figura 1–12. Distribución de la grasa parda en el conejo recién naci-
do, concentrada alrededor del cuello y entre las escápulas.
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Figura 1–13. Huesos largo, corto y plano. 1, Epífisis proximal y dis-
tal; 1´, cartílago epifisario; 2, diáfisis de un radio de perro joven; 3,
hueso carpal de un caballo; 4, hueso parietal del cráneo de un perro.
los o ligamentos; tales irregularidades pueden ser eleva-
ciones (eminencias) o depresiones, y en ambos casos sir-
ven para aumentar la oportunidad de fijación. Estas
características generalmente son más notorias en machos
de mayor talla y edad. A estas eminencias y depresiones

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