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A propósito de la revuelta brasileña com capa

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A Quelo, mi padre, que me dio sus alas así como sensibilidad 
social y política; a Techi, mi madre, incansable pedagoga cósmica; 
a Isabel, a quien nunca le expresé suficientemente mi admiración ni 
le agradecí como debería su compañía y estímulo; a Ana, Laura y 
Ayelén, mis hermanas, mis primeros y más fuertes contactos con la 
alteridad; a Dedê, mi hijo, a Valentina, mi sobrina, y por extensión a 
todos los niños a quienes el futuro le pertenece; a “Carozo” Bajo –in 
memoriam– que me dio un Sur académico como plataforma de 
despegue; al “Flaco” Beato –in memoriam– con quien aprendí a 
domesticar archivos; a Cayo García por despertarme a la 
complejidad y al caos; a Sandra Pesavento –in memoriam– por 
espantar mis preconceptos a los postmodernos; a Eduardo Devés-
Valdés por incentivarme a realizar vuelos teóricos y pensar en red; 
en fin, a todos mis maestros, directos e indirectos, y a los que 
fueron y son mis alumnos, porque con ellos aprendo a descifrar este 
mundo; a todos los que, de una forma u otra, me apoyaron todos 
estos años, porque sin incentivo nada es posible; a los que me 
criticaron, con y sin razón, porque me incitaron a superarme y a 
tornar mis pensamientos más inteligibles; y, por sobre todo, a los 
que en cualquier lugar de este universo se empeñan por 
transformar la realidad para que tengamos un mañana mejor, sea 
cual fuera su trinchera y tamaño de sus aspiraciones. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Porque la filosofía quiere crear claridad 
mediante la descripción, se ocupa de problemas, 
y no de un problema. 
No se trata de perseguir ante todo la 
exactitud y claridad absoluta sino la transparencia 
del conjunto. A nuestra gramática le falta 
transparencia en el todo, la capacidad de ver 
interrelaciones. 
 
Ludwig Wittgenstein 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
ÍNDICE 
 
Clío en armas para disecar el vuelo de la mariposa 11 
La mariposa y el jardín por donde revoloteaba 44 
La tempestad 81 
La mariposa repliega sus alas 114 
 
 
 
11 
 
 
 
 
Clío en armas para disecar el vuelo de la mariposa 
 
Confieso que nunca fui adepto del Efecto Mariposa, hasta 
llegué a discutir vehementemente en su contra, aduciendo que las 
estructuras eran las que dictaban el curso de los acontecimientos. 
Después de presenciar la revuelta brasileña comencé a creer que el 
mismo es posible. Motorizada por un reclamo más que puntual de 
congelar el aumento en los pasajes de ómnibus, lo que salvando las 
distancias podemos considerar una mariposa, acabó detonando un 
protesto caótico, desde lo teórico y si se quiere lo empírico, 
conmoviendo las estructuras de un país de dimensiones 
continentales, no solo políticas, aunque sean quizás las más 
visibles, sino con reflejos en otras esferas, como las sociales, 
económicas y hasta mentales. Si, mental. Este ser que escribe 
mudó un poco más la forma de ver el mundo, de interpretarlo, así 
como muchos con los que dialogué en esos días. 
Debido a que el objeto era todo menos simple, para intentar 
analizarlo adopté inmediatamente una perspectiva de la 
complejidad. Es desde esa teoría que creo que se puede hacer el 
abordaje más completo de lo acontecido en esos eventos, no como 
una unidad lógica cerrada en sí misma que lo explica, sino como un 
horizonte infinito que puede contener varios otros paradigmas con 
potencial explicativo de fragmentos de ese todo sin la necesidad de 
que se anulen entre sí. Así, realizar un análisis holístico no se 
resume a un estudio de lo macro acontecido, sino ver como operó 
cada uno de los micro fragmentos desde su lógica y como estos 
generaron un conjunto particular. Con una dinámica que los 
contenía como microcosmos pero que no les pertenecía 
12 
 
exclusivamente. De allí que la pensemos como una perspectiva 
cósmica, no en el sentido literal del término, sino como una 
metáfora que la abarca y se empodera con su poética. 
Muchas veces las estructuras paradigmáticas y disciplinares 
se revelan como una traba explicativa, por ello este ensayo procura 
hacerlo de forma transdisciplinar1, para encontrar la mayor cantidad 
de elementos y nexos posibles. Tal propuesta se basa en una 
axiomática común a todas las disciplinas, la que permiten realizar 
un diálogo más fecundo entre varios campos del saber y así 
transcender sus especialidades, tomando consciencia de sus 
propios límites para poder acoger las contribuciones de los otros. A 
través de ella podremos integrar al conocimiento todo aquello que 
no puede ser explicado por el dominio de una única disciplina, de 
modo que el hombre en toda su complejidad sea recolocado en el 
centro del saber2, con lo cual podremos visualizar mejor las 
interconexiones de todo proceso y tornar más legibles nuestros 
discursos. 
Es más que evidente el hecho de que un abordaje de este tipo 
demandaría un esfuerzo considerable, sobre todo en tiempo de 
maturación, y por ello puede parecer prematuro un análisis con la 
rigurosidad académica que se demanda. Seguramente el evento 
nos proveerá en el futuro de una monumental cantidad de libros y 
tesis monumentales, pero a pesar de ello nos hemos aventurado ya 
que consideramos que es en este momento que puede plasmarse 
un discurso que aún está fresco, para servir de horizonte. Por ello el 
segundo mote de este ensayo que se pretende como una historia 
en tránsito, expresión que tomo de Dominick LaCapra3, es decir no 
 
1
 Hilton Japiassu, Interdisciplinaridade e patologia do saber, Rio de Janeiro, Imago, 
1976 y Basarab Nicolescu, La transdisciplinarité, manifeste, Paris, Éditions du Rocher, 
1997. 
2
 André Bourguignon, De la pluridisciplinarité a la transdisciplinarité. Bulletin interactif 
du CIRET (Centre International de Recherches et Etudes Transdisciplinaires), vol. 15, 
2001, pp. 120-127. 
3
 Dominick LaCapra, Historia en tránsito. Experiencia, identidad, teoría crítica, 
Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 2006. 
13 
 
como un ejercicio periodístico, sino un trabajo con rigor académico. 
A medida que intentaba comprender lo que estaba 
acontecimiento y trataba de sistematizar mis pensamientos y 
registros advertí el potencial cognitivo para cuestionarme desde el 
punto de vista historiográfico muchos de sus presupuestos a partir 
de un ejercicio concreto, por lo que pasé así a observar y apuntar 
más atentamente lo que estaba aconteciendo en esta otra esfera. 
Por ser poco practicada, la historia en tránsito aún no posee 
muchas reflexiones, las que no sólo pueden ser útiles en sentido 
restricto sino que sin dudas serían importantes para pensar el status 
de la historia como un todo, dado que el pasado una vez fue 
presente y conociéndolo del modo más completo posible será más 
visible el impacto causado por el tiempo. 
A los incrédulos, y suelo nutrir esa categoría, que ven la 
construcción del conocimiento histórico como una apuesta a largo 
plazo y tienen fundadas reservas de estos análisis al pié de la 
batalla intentaré mostrarle la forma en que se materializó un análisis 
que respeta todos los procedimientos instituidos en nuestra ciencia. 
Por increíble que parezca, en tan corto lapso de tiempo fue posible 
escoger un determinado marco teórico y una metodología, en la que 
se incluyeron una generosa cantidad de fuentes, que después de un 
momento de duda inicial se recopilaron de forma sistemática de un 
modo bastante sencillo, con el uso del moderno aparato tecnológico 
disponible para cualquier cientista social actualmente, como 
explicaremosen su oportunidad. 
Por ello, a pesar de la rapidez con que se debió proceder, 
este no se alejó mucho de lo que es un proyecto de investigación 
convencional. En lo que más se apartó de él fue precisamente en el 
escaso espacio temporal de su desarrollo, lo que hizo necesario 
activar de forma rápida muchos saberes y habilidades adormecidos. 
Por tal motivo, este escrito abundará en detalles autobiográficos, no 
por la natural vanidad que todo intelectual debe tener, en dosis 
14 
 
saludables, sino para que se pueda visualizar más concretamente 
como desplegué mi arsenal teórico metodológico que me ayudó a 
comprender y registrar el fenómeno. 
En primer lugar este fue un diálogo interior intenso, no solo 
conmigo mismo sino con una serie de interlocutores, actuales y 
pasados, que a todo momento se hacían presentes. Era la 
interlocución con todo un referencial teórico y empírico en tránsito 
que comenzaba a cobrar sentido desde la óptica abordada. El 
diálogo ha sido un instrumento epistemológico desde hace mucho 
tiempo, existiendo actos dialógicos, explícitos y implícitos, en cada 
uno de los procesos del saber. Unos se dan entre teoría y empírica, 
otros lo hacen al interior de cada uno de esos campos. Una teoría 
con otra y un tipo de evidencia empírica con otra. Igualmente la 
figura del diálogo sirve para mostrar la dinámica del proceso 
cognitivo, es el espíritu, en sentido hegeliano, saliendo de sí para 
retornar reconstituido y perfeccionado, en un proceso sin fin. 
Precisamente ello nos da el sentido de este ensayo, que es un 
diálogo epistemológico amplio, cuasi cósmico, en perspectiva 
histórica, de Clío, para tratar de entender un proceso complejo que 
está en curso, en tránsito. Así, en realidad este es un metatexto que 
contiene tres ejes discursivos bien definidos pero que están en 
relación dialéctica, los que se refieren a la realidad de un 
acontecimiento, es decir el nivel empírico de los sucesos que aquí 
son objeto de la narración; a la historia y su relación con las otras 
ciencias y esa misma realidad; y, estableciendo el nexo entre los 
dos, una explicitación de corte más autobiográfico de cómo se 
construyó esta interpretación, para demonstrar que la misma tuvo 
carácter científico y, quien sabe, no pueda ser útil para operar con 
otros casos de historia en tránsito, algo para lo cual los 
historiadores, por lo menos lo poco que conozco, no hemos sido 
preparado disciplinarmente. 
Esta última constatación surgió luego de una inmersión 
15 
 
profunda por el proceso histórico, que me llevó a notar que los 
historiadores precisamos urgentemente debatir marcos teórico-
metodológicos acerca de la manera de proceder en situaciones 
como éstas. La historia del Tiempo Presente no deja de ser en casi 
toda su extensión una historia ex post. En eventos como el que he 
vivido, la relación ente historia, como ciencia, e historia, como 
objeto, se da de forma diferente. No hubo una intencionalidad 
científica anterior para racionalizar el objeto, fue el propio objeto que 
incitó la necesidad de racionalización, primero para comprender el 
fenómeno como ser político, después, dados los alcances, como 
historiador, inclusive para intentar salvar una pequeña muestra 
documental del incendio virtual que pronto vendría. 
En nuestra área ya es consensual el status dado a este tipo 
de historia, pero, en este caso, el límite era muy próximo, lo que me 
motivaba serios cuestionamientos. De todos modos, corría con 
algunas ventajas. El historiador es un profesional del tiempo que 
como tal ha aguzado sus sentidos para interpretarlo, no como algo 
estático, sino en permanente movimiento. Con Fernand Braudel 
aprendí que existen diversas temporalidades, que algunas 
estructuras tardan más para moverse de lo que otras, que el tiempo 
no fluye de forma uniforme. A lo largo de muchos años los 
historiadores somos entrenados en la tarea de medirlo, fraccionarlo, 
condensarlo en conjuntos lógicos que faciliten la explicación. En 
este caso, los esfuerzos de periodización que realizamos tienen una 
intencionalidad clara, su dimensión es esencial para poder 
comprender los acontecimientos que en principio pueden parecer 
caóticos pero no para aquellos que lo saben interpretar. A pesar de 
que los cambios se daban en lapsos relativamente muy cortos, 
siguiendo toda suerte de indicios hemos percibido movimientos 
evidentes, algunos bruscos, otros de transición más suave, tal como 
quedará más claro oportunamente, pero que no comprometen su 
observación. 
No podemos decir lo mismo respecto a estar preparados para 
16 
 
un pensamiento desde una perspectiva de la complejidad. Años de 
anteojeras disciplinares y paradigmáticas nos impiden comprender 
adecuadamente un fenómeno que conforma un continuum gris, 
variable en sus objetos, entre las relaciones que esos objetos 
conforman y en el tiempo que transitan, que constituyen la cara de 
un mismo fenómeno y no pueden explicarse por separado. De todas 
maneras, trataremos de adentrarnos en ello. 
Tal como muchas interpretaciones modelares, la obra de 
Thomas S. Kuhn4 puede parecer demasiado esquemática, sobre 
todo para las ciencias sociales. Que un paradigma se torne 
hegemónico o dominante en determinado momento no significa que 
barra con todos los otros inmediatamente. Muchos de ellos 
subsisten y el germen de otros nuevos ya puede estar presente. 
Inclusive, en el caso de aquellos que en principio se ven superados, 
pueden serlo de forma provisoria, en lo temporal, ya que más 
adelante tal vez la historia los redima. 
Verbigracia ello ha ocurrido en nuestras disciplinas con los 
esporádicos anuncios del entierro del marxismo, que aún se 
mantiene vivo para explicar muchos fenómenos y no sólo como un 
espectro. También antiguos métodos que se creían condenados, 
como el de la biografía o la prosopografía, se han reactualizado y 
muestran renovado vigor. 
En nuestras ciencias es muy difícil que exista un paradigma 
incuestionable, por lo que, en cierta medida, ningún investigador 
trabaja hoy con un dogma puro y los que existen se han 
contaminado pecaminosamente en más de una oportunidad. 
Algunos autores como Martyn Hammerseley5 rechazan toda 
posibilidad de aislar un conjunto claro de supuestos paradigmáticos 
y alegan que sólo existe un continuum epistemológico, donde cada 
investigación particular invoca sus propios principios epistémicos. 
 
4
 La estructura de las revoluciones científicas, Madrid, Fondo de Cultura Económica 
de España, 2005, edición original en inglés de 1962. 
5
 The politics of social research, Londres, Sage Publications, 1995. 
17 
 
En tal sentido, podemos constatar que aunque la tensión entre 
las matrices o gramáticas, para que no digan que tomo partido entre 
el estructuralismo y su crítica, racionalista-positivista y 
constructivista-interpretativista, que en sus formulaciones más 
esencialistas se niegan mutuamente, no se ha disuelto del todo; las 
mismas actúan más como polos de fuerza que como 
compartimientos en los cuales encajonar nuestras interpretaciones. 
Tal constatación no implica que exista una práctica 
transparadigmática abierta. Tradiciones del propio campo 
académico que se deben a las modas en boga como a otros tipos 
de intereses, especialmente políticos6, han influido para cercar ese 
debate. Muchas veces pareciera que seguimos razonando con base 
en esquemas binarios y continuamos presos al principio del tercero 
excluido. En otras palabras, las revoluciones científicas sustituyen 
un paradigma por otro, generalmente in bloco, aprobado por lógicas 
propias pero a veces alejadas de los propios objetos. 
Debemos destacar y aunque ya está implícito, dado que todo 
constructo lo es, que los paradigmas son edificaciones históricas. 
Así, desde unaperspectiva bourdiniana podemos agregar a la tesis 
de Kuhn que muchas veces esos cambios se deben a razones del 
propio campo académico o a otras que le son externas, 
particularmente provenientes del ámbito de lo político, pero que 
poco tienen que ver con la validez o no de sus respuestas, sobre 
todo en el terreno de las ciencias sociales, en las cuales los 
resultados son menos perentorios. 
Cuando decimos que hay intencionalidad política lo hacemos 
porque en nuestro medio significó una oportunidad para 
desvencijarse de aquellos paradigmas más vetustos, introduciendo 
otros que por flamantes parecían tener naturalmente más brillo. No 
 
6
 En ese sentido podemos señalar que el mismísimo Karl Popper fue miembro de la 
Sociedad Mont Pèlerin, una de las más conspicuas usinas de pensamiento neoliberal, 
al igual que otros epistemólogos, especialmente los auto titulados como críticos, han 
servido a infinidad de causas de cuño político. 
18 
 
obstante, muchas veces ello ha aparejado que problemas, 
conceptos, métodos y teorías fueran desterrados al ostracismo in 
totum, tirando el niño junto al agua sucia del baño. Ciertamente el 
reduccionismo estructural ortodoxo empobrecía nuestros análisis, 
pero también ocurrió en sentido inverso cuando la historia cultural 
se enseñoreó por estos campos. 
Ello nos habla de que esa construcción está pletórica de 
tensiones y conflictos, no siempre científicos en sentido estricto del 
término, inclusive algunos difíciles de comprender. Muchas veces 
dispensamos más energías impugnando paradigmas adversarios, 
aparentemente antagónicos, que aquellas que aplicamos para tratar 
de conciliarlos. Este fenómeno puede ser explicado por 
aproximación a otro problema que ha sido intensamente estudiado 
en ciencias políticas. Por lo general, las fuerzas partidarias que 
tienen propuestas programáticas parecidas dilapidan más esfuerzos 
en combatirse mutuamente, al luchar por el favor de una misma 
clientela en el mercado electoral, de lo que gastan para con 
aquellas que son verdaderamente sus enemigas, con las que llegan 
a trabar alianzas en muchos casos, que pueden parecer insólitas 
para quién desconoce la dinámica política. 
Hay ocasiones en que los intelectuales nos enclaustramos en 
reductos, y no quiero usar la palabra gueto dado que su carga 
emotiva es muy fuerte y debe ser usada en su contexto específico, 
y somos incapaces de considerar pulidamente que los argumentos 
del otro no sólo son válidos sino que pueden incluso poseer cierto 
grado de verosimilitud. 
Sin embargo, tampoco debemos razonar de forma tan 
maniquea y dejar de reconocer que en muchas ocasiones 
acontecieron hibridaciones, concepto transdiciplinar como pocos, 
varias de ellas muy fértiles. En tal sentido, y sólo a título de ejemplo, 
en las ciencias sociales varios paradigmas combinaron dosis de las 
matrices weberianas y marxistas, como el neoinstitucionalismo 
19 
 
histórico y las posiciones bourdinianas, en particular las más 
antiguas, para citar dos en las que abrevo a menudo y que han sido 
muy útiles para analizar aquello que es fruto de determinantes y 
autonomías al mismo tiempo. 
Esas nuevas propuestas teóricas apenas practicaron el 
principio dialógico, es decir, que las nociones que debieran 
excluirse mutuamente se unieron y resultaron inseparables en un 
dado nivel de la realidad. Para muchos, ello puede parecer una 
herejía imperdonable, pero bien vale recordar que Marx decía que 
no había hecho otra cosa más que la de invertir la dialéctica 
hegeliana. 
Muchas veces ese antagonismo se funda en el 
distanciamiento generado por los presupuestos en que tales 
paradigmas se basan, que suelen perdurar, por una serie de 
motivos, cuando éstos son derrumbados o modificados. Veámoslo 
funcionando en uno de los problemas más difíciles de resolver 
como es el de la determinación de la super por la infraestructura. El 
marxismo se asienta en ello en distintas versiones, siendo la que 
más me agrada aquella que la admite en última instancia, no 
obstante tal proposición fue severamente impugnada desde 
diversas corrientes, particularmente la weberiana, que postularon la 
autonomía de lo político. 
Las evidencias empíricas parecían otorgarle la razón ora a 
unos, ora a otros, en especial cuando se trataba de aplicarla a los 
sistemas capitalistas avanzados, dado que en ellos la clase 
dominante, valga la redundancia, domina a distancia. El asunto 
quedaba sin respuestas desde la lógica binaria, pero la situación 
cambió drásticamente con el advenimiento de la teoría de la 
complejidad que cuestionó ese tipo de razonamiento. Al aceptar el 
principio del tercero incluido, ya incuestionable en la física con el 
caso típico del comportamiento de los fotones, se podía encontrar 
un punto de encuentro. Por él, habría momentos en donde la 
20 
 
determinación es ejercida, fundamentalmente cuando se requiere 
de un mayor control por parte la clase dominante sobre aquellos 
que ejercen las funciones de gobierno, control y consenso, mientras 
que en otros períodos, menos conturbados, aquella puede dejarlos 
mucho más libres en el comando de los aparatos de Estado, 
ejerciendo su dominio de forma hegemónica, por medios indirectos, 
como lo expondré en mayores detalles más adelante. 
De ese modo, el cuestionamiento a determinados 
presupuestos no es un sacrilegio sino un deber. No obstante ello, 
ser heterodoxos o eclécticos no nos exime de hacernos 
responsables por dar cierta coherencia a nuestras propuestas 
metodológicas y teóricas, para que no se transformen en indigestos 
cocteles de conceptos, perdiendo, transmutando o tergiversando su 
capacidad enunciativa. Nada es totalmente impune; todo tiene sus 
implicaciones, pudiendo en este caso generarse con tal 
procedimiento muchas hibridaciones estériles. 
Así, esto no es una defensa de la ingenuidad metodológica, 
que por momentos une elementos escasamente conciliables en 
construcciones que no resisten ni un soplo siquiera, sino la 
admisión de que nuestros paradigmas llegan, a lo sumo, a ser 
teorías de alcance intermedio, à la Robert Merton7, y que poseen 
indudables puntos ciegos, que precisan de explicación. Por ello es 
necesario hacer una vigilia consciente, a través de la crítica 
heurística, de la apropiación de teorías y conceptos, con los cuales 
podamos llenar nuestras irremediables lagunas. 
Ciertamente en el proceso que es objeto de estudio en esta 
obra hay elementos que se explican desde lo político (crisis de los 
partidos, de la representación, particularidades de una cultura 
política, forma de operar de los partidos y las instituciones), otras 
desde lo económico (ascensión rápida de una clase que perturba 
otra que se ve postergada, el modelo de crecimiento privilegiado), lo 
 
7
 Teoría y estructura social, México, Fondo de Cultura Económica, 1965, 2da. ed. 
21 
 
social (comportamiento de masas, culturas juveniles, conflicto de 
generaciones, problemas educacionales), lo ideológico (estructuras 
de pensamiento, conflicto izquierda y derecha, manipulación de los 
medios, supuesto complot internacional), la psicología (esperanzas, 
miedos, deseos, frustraciones, compulsiones, preconceptos y 
estigmas) y tecnológicos (implicaciones en el uso de antiguas y 
nuevas herramientas de comunicación y entretenimiento), entre 
aquellos más relevantes que colocamos a título de ejemplo y, 
resaltando más una vez, son parte de un todo mayor. 
La pregunta que cabe, es la de cómo se puede montar un 
aparato conceptual capaz de explicar algo tan complejo en tan poco 
tiempo, sin que la clave transparadigmática se transforme en una 
opción ecléctica al absoluto. La respuesta no es simple, por eso me 
detendré bastante sobrela misma. 
En esencia, podemos decir que todo proyecto es la 
explicitación autobiográfica de una intención académica formulada 
en los moldes de ese campo, por ello lo que haré aquí es algo 
parecido pero dicho de forma explícita y narrado en primera 
persona. Cuando un intelectual analiza su objeto lo hace con 
lecturas que ha seleccionado de aquellas que ha acumulado o que 
pretende acumular a lo largo de toda una trayectoria. Por tal motivo, 
al observar los acontecimientos no lo hacía desarmado 
teóricamente, sino por la lente que me ofrecía toda una vida de 
experiencia académica que allí se proyectaba. No interesaba 
demasiado que los presupuestos estuvieran explícitos, escritos en 
un papel adecuadamente formateado, ellos estaban adentro de mí, 
operando con igual o mayor intensidad, ya que habían sido 
decantados por el tiempo y podía recurrir a ellos de manera veloz, 
como las circunstancias me lo exigían, cuidando también de la 
forma en que lo hacía. 
Tal opción para explicar el procedimiento elegido puede ser 
riesgosa, pero les advierto que como historiador tengo claro el 
22 
 
peligro que nos depara la Ilusión biográfica, sobre la cual Pierre 
Bourdieu8 nos alertara, así también acerca de la forma como se 
procesan las memorias, por ello esta narración fue higienizada de 
cualquier intento de construir un relato auto explicativo en los 
moldes biográficos tradicionales, apenas el mismo se propone servir 
de muestra de todo el arsenal teórico que había sido incorporado y 
la empatía que había construido con el fenómeno a ser analizado. 
La propuesta de educación cósmica me fue inculcada desde 
pequeño por mi madre y no se remite a nada esotérico, apenas es 
la predisposición a aprender lo que más se pueda aprovechando 
todo lo que el universo nos ofrece, lo que de alguna forma se 
condice con una propuesta transdisciplinar y transparadigmática, tal 
como lo había enunciado en un trabajo que había concluido seis 
meses antes de los acontecimientos9 y que en parte era fruto de 
aproximaciones epistemológicas más formales de las que había 
recibido en la infancia, incorporadas durante mi proceso formativo 
universitario y posteriormente profundizadas al analizar procesos 
históricos complejos, como las dictaduras y el neoliberalismo. 
En definitiva, ella no es otra cosa que la extensión a todo lo 
existente del aforismo de Terencio de que nada de lo que 
es humano me es ajeno, o si se quiere, aunque encierre una 
tautología, llevar a sus últimas consecuencias una antropología del 
hombre total, como fue propuesta por Marcel Mauss10. Dentro de mi 
campo, podría ser una metahistoria que condense las explicaciones 
de todas las facetas del hombre. Así considero la ciencia como una 
inmensa composición de geometría no euclidiana de cuasi fractales, 
como parte de un todo, infinito, que se compone de micro partes, 
finitas, que son diferentes, al pertenecer a unidades lógicas 
menores como las disciplinas y los paradigmas, pero que conservan 
 
8
 “La ilusión biográfica”, Historia y fuente oral, no 2, Universidad de Barcelona, 
Barcelona, 1989. 
9
 “Transgredir fronteras: reflexiones sobre lo nacional, disciplinar y paradigmático a 
partir del análisis histórico del neoliberalismo”, Tempos Históricos, vol 17, no 1, ene-jun 
de 2013. 
10
 Sociología y Antropología, Madrid, Tecnos, 1979. 
23 
 
una unidad lógica común, en este caso la búsqueda de la verdad. 
No por nada escogí la frase de Wittgenstein como epígrafe, 
idea que no está aislada sino que había sido reforzada por otras 
lecturas históricas concretas11 y que en el transcurso del libro irán 
apareciendo. En síntesis, fui formado en el pensamiento cósmico y 
crítico por la familia, la sociedad y la ciencia, por lo que soy poco 
propenso a la clausura en torno de determinado marcos, los que si 
bien suelen tener éxito para analizar fenómenos restrictos, son 
insuficientes para hacerlo con otros de mayor complejidad, como el 
de las revueltas primaveriles. 
Aunque los eventos que analizo están localizados en Brasil, 
ello no implica que no pertenezcan a algo más amplio, ni que ese 
contexto mayor los explique totalmente, lo que de alguna forma 
viene a cuento de algunas inquietudes sobre esa particular tensión. 
La crítica al concepto de globalización, de marcado rancio 
neoliberal, me hizo abrevar en lecturas acerca de la conformación 
del sistema mundo, particularmente en la vertiente de Immanuel 
Wallerstein12, a la vez que mi carácter de ciudadano de país 
subalterno me hizo comprender mejor la manera en que esa 
expansión se fue realizando, no como una mancha homogénea sino 
mediante necesarias asimetrías, sin las cuales la misma no hubiera 
sido posible. De hecho, las movilizaciones en Brasil han sido vistas 
como parte de un conjunto más amplio de manifestaciones similares 
que se han difundido por varios países del planeta, de status y 
culturas diferentes, inclusive como respuesta y efecto a esa misma 
expansión capitalista. 
De todos modos, espero no haber perdido el foco por pensar 
en términos amplios. Siempre tengo presente la advertencia mordaz 
 
11
 Entre ellas destaco el artículo de Emilia Viotti da Costa, “Novos Públicos, Novas 
Políticas, Novas Histórias: do reducionismo econômico ao reducionismo cultural: em 
busca da dialética”, Anos 90, Porto Alegre, vol. 6, nº 10, jul-dic de 1998, pp.7-22 . 
12
 El moderno sistema mundial. La agricultura capitalista y los orígenes de la 
economía-mundo europea en el siglo XVI, Madrid, Siglo XXI Editores, 1979. 
24 
 
de Charles Tilly acerca de las comparaciones enormes13 así como 
otras lecturas preocupadas en obtener mayores réditos de los 
métodos comparatistas limitando sus usos más nocivos14. Por ello, 
a veces los historiadores jugamos a las escalas con Jacques 
Revel15, al que bien podrían estar invitados varios italianos, en el 
que vamos del todo a las partes y viceversa, para no perder la 
dimensión de los procesos. Una perspectiva holística preocupada 
igualmente con las cuestiones microscópicas posee dupla ventaja, 
además de ver el árbol en el contexto del bosque, nos inocula 
contra el peligro de sobredimensionar alguna de las partes por 
sobre las otras, sea por razones disciplinares o paradigmáticas. 
Igualmente la teoría del caos me predisponía a pensar como 
acontece la organización en él. Ver cómo surgía orden dentro del 
desorden, lo que era apropiado para tratar de entender cómo se dio 
el segundo momento de las manifestaciones, el más difícil de 
comprender desde los paradigmas preexistentes, por la rapidez con 
que se produjo y lo enmarañado de su trama. Así estaba inclinado a 
entender el difícil equilibrio entre determinación y autonomía, lo que 
había sido reforzado por otros recorridos previos. 
De formación marxista inicial, creía y aún continúo creyendo 
en los condicionantes estructurales, lo que me llevó a profundizar 
más en esa cuestión, la que servirá de telón de fondo para entender 
muchas de las características y dinámicas del proceso. De todos 
modos, el azar me puso la Ciencia Política en el camino, en la 
forma de una maestría y un postdoctorado, incorporando lecturas 
críticas al determinismo y defensas fuertes de la autonomía de lo 
político, así como todo un aparataje conceptual para entender el 
funcionamiento del sistema político y partidario al igual que la 
 
13
 Grandes estructuras, procesos amplios, comparaciones enormes, Madrid, Alianza, 
1991. 
14
 Heinz-Gerhard Haupt y Jürgen Kocka (eds.), Comparative and Transnational 
History. Central European Approaches and New Perspectives, New York, Berghahn, 
2010. 
15
 Jacques Revel (ed.), Jeux d'échelle.La micro-analyse à l' expérience, Paris, Le 
Seuil-Gallimard, 1996. 
25 
 
cultura política en general, que del mismo modo será de gran valor, 
en doble sentido. Por un lado la revuelta tuvo tintes anti políticos, en 
el sentido tradicional, pero no por ello dejó de tener respuesta 
desde las instancias gubernamentales y partidarias, hayan sido o no 
apropiadas en esos momentos. 
Para tratar de encontrar un nexo entre los dos extremos de la 
ecuación, determinación y autonomía, llevé adelante diversos 
trabajos en los que intentaba comprender como los actores 
económicos influencian las políticas públicas. La hipótesis más 
atractiva que la resolvieron la encontré en aquella formulada por 
Luis Althuser acerca de la determinación en última instancia16. De 
todas formas, la misma aún era insuficiente, porque dejaba 
irresuelto el asunto, al no establecer con exactitud a lo que se 
refería en última instancia. Es allí que un trabajo corto, podemos 
decir que de juventud, de David Gold, Clarence Lo y Erik Olin 
Wrigth17me trajo alguna luz al respecto al introducir la variante 
temporal. Según su propuesta, y que después traté de profundizar, 
existen momentos en que prima la determinación y otros en que lo 
hace la autonomía, lo que puede parecer contradictorio, pero no lo 
es desde otra perspectiva. 
La Teoría de la Complejidad duda, precisamente, de algunas 
verdades lógicas, como la del principio del tercero incluido, 
apropiado para este caso, es decir de que algo no puede ser y no 
ser al mismo tiempo, lo que reintroduce la dialéctica como método 
de comprensión, admitiendo que fenómenos tengan un 
comportamiento determinado en un momento y otro bastante 
 
16
 La revolución teórica de Marx, México DF, Siglo XXI, 2004. 
17
 Esa hipótesis fue enunciada en mi tesis de maestría de 1997 y publicada en 1999 
en base a la que propusieran David Gold, Clarence Lo y Erik Olin Wright en un artículo 
de 1975. Hernán Ramírez, La Fundación Mediterránea, 1977-1992. Estudio de caso 
de las relaciones entre entidades empresarias y partidos políticos, Córdoba, Tesis de 
Maestría en Partidos Políticos, Universidad Nacional de Córdoba, 1997 y La 
Fundación Mediterránea y de cómo construir poder. La génesis de un proyecto 
hegemónico, Córdoba, Ferreyra Editor, 2000, y David Gold, Clarence Lo y Erik Olin 
Wright, “Recent developments in marxist theory of the capitalist state”, Monthly 
Review, noviembre de 1975. 
26 
 
diferente y hasta opuesto en otras circunstancias. 
Por ello es posible establecer hibridaciones paradigmáticas 
que den cuenta de ese fenómeno tan complejo sin peligros 
epistemológicos, en especial aquellas que intentan establecer 
nexos entro las bases estructurales y políticas, como lo hice en 
distintos trabajos, especialmente en los últimos, así como otras que 
lo establezcan entre esas esferas y las expresiones culturales, 
como será necesario hacerlo en este caso particular, en que 
problemas estructurales, políticos y culturales se articularon de 
forma compleja. 
De todos modos, no solo mi experiencia académica aportaba 
elementos para el análisis. Una de las trabas más importantes que 
percibo en nuestras áreas es que muchas veces no se conoce lo 
que pasa en la realidad política concreta, la política tras bambalinas 
y que no queda registrada o es difícil de encontrar en evidencias 
empíricas de corte más tradicional. 
El haber nacido argentino y vivido en el país hasta 2001 me 
hizo respirar un ambiente de inestabilidad, presenciado desde 
golpes, asonadas golpistas, sublevaciones de todo tipo, que me 
indicaban que esas demostraciones políticas traían algo nuevo 
incrustado con elementos del pasado. Esa misma advertencia ha 
sido realizada por muchos autores, entre ellos destaco Pierre 
Bourdieu, quien nos alertara para el hecho de que en la novedad 
también están presentes las estructura18. Por eso mi desconcierto y 
preocupación, primero para entender y después sistematizar mis 
pensamientos sobre lo que estaba ocurriendo. 
Igualmente el ser un comparatista me colocaba en una 
particular perspectiva, dado que el hecho de conocer a fondo la 
historia de otros países me dejaba en mejores condiciones para 
introducir nuevos problemas en la historia del que investigaba, 
 
18
 Las estrategias de la reproducción social, Buenos Aires, Siglo XXI Editores, 2008, 
pp. 171-183. 
27 
 
desnaturalizando aquello que muchas veces se cree inmanente, tal 
como lo aprendí con Jürgen Kocka19, que me dio parámetros claros 
de cómo proceder con ese tipo de comparaciones, reflexionando 
sobre su método de modo sistemático. De todos modos, mi 
aproximación a la realidad local no era desde una órbita lejana, más 
de una década de estar inmerso profundamente en ella me 
permitían auscultar sus latidos con mayor exactitud. 
Otras experiencias más difusas también me permitían 
interpretar desde diferentes ángulos mucho de lo que acontecía en 
el mundillo de lo político. Un breve paso por el Partido Comunista 
Argentino y una más larga militancia estudiantil y académica me 
brindaban un panorama de cómo se procesa la política en esos 
ámbitos así como del intrincado panorama ideológico y sus 
repertorios20, de ideas y acciones, lo que reforzaba aún más mis 
lecturas que había hecho desde la Ciencia Política y que fueron un 
utillaje importante para percibir elementos que a muchos se le 
podían pasar por alto. 
Mis impresiones y lecturas me posibilitaban asir de forma 
rápida un fenómeno que fue visto de forma múltiple y contradictoria. 
Trabajos anteriores sobre los golpes de Estado me permitieron 
descartar casi inmediatamente esa hipótesis, de todos modos al 
haberlos estudiados como eventos de largo plazo que imbricaban 
segmentos civiles y militares me permitieron ver como determinados 
agentes actuaron para desestabilizar y obtener réditos políticos. 
Igualmente la obra clásica de Benedict Anderson21 y con ella de 
todos los que estudian nacionalismo fue de gran utilidad para 
evaluar mejor una revuelta que usaba los símbolos nacionales, 
 
19
 Heinz-Gerhard Haupt y Jürgen Kocka (eds.), Comparative and Transnational 
History. Central European Approaches and New Perspectives, New York, Berghahn, 
2010. 
20
 Charles Tilly, Regimes and Repertoires. Chicago/Londres: University of Chicago 
Press, 2006. 
21
 Comunidades imaginadas. Reflexiones sobre el origen y la difusión del 
nacionalismo, México, Fondo de Cultura Económica, 1993, edición original en inglés 
de 1983. 
28 
 
enarbolando la bandera y entonando las estrofas del himno patrio. 
Por fin, lecturas a disgusto que después terminaría asimilando con 
fruición sobre la significación política del espacio urbano me 
ayudaron a entender varios de los alcances de un conflicto que lo 
tenía como foco, el cual sufría como todos los que en esos días 
manifestaron. 
Como se puede ver, el etic que me confería el hecho de ser 
un observador externo y poseer una mirada entrenada 
profesionalmente no impedía de embadurnarme del emic local, 
peligro al cual ya no temía desde hacía un par de años. Walter 
Benjamin22 me incitaba a embadurnarme con mi objeto para así 
alcanzar su comprensión. Doce años de vida intensa en Brasil 
habían sido suficientes para conocer bastante de su cultura, tomada 
aquí en sentido amplio, de sus estructuras, económicas, políticas y 
sociales. También podía surfear en su coyuntura sin perder el 
rumbo, conocía quienes eran las figuras políticas más destacadas, 
los medios y periodistas que forman opinión, así como los juegos 
que se practican en la arena, sea esta de las calles, reales o 
virtuales, y de los palacios. 
Es decir, de cierta forma, podíajugar dialécticamente a dos 
puntas. El etic, concebido como distanciamiento de los que no están 
involucramos culturalmente con su objeto o que poseen 
herramientas para conseguirlo, no anulaba al emic, interpretado 
como expresión de la contaminación subjetiva que dificulta un 
análisis objetivo por parte de aquellos que conforman parte del 
objeto a estudiar. Al contrario, en este caso uno podía reforzar al 
otro, usándolos con criterio, en sucesivas y cada vez más incisivas 
aproximaciones23. 
Por otra parte, el hecho de haberme formado como profesor 
de adolescentes y universitarios ejerciendo la docencia durante 
 
22
 Discursos interrumpidos, Madrid, Taurus, 1987. 
23
 Los enfoques etic y emic fueron propuestos por Marvin Harris, El materialismo 
cultural, Madrid, Alianza, 1985. 
29 
 
muchos años me confería un panorama amplio de la manera como 
ellos piensan y se comportan, particularmente su grado de 
concientización y su segmentación cultural, lo que resultaba 
apropiado para comprender un fenómeno que en un momento fue 
mayoritariamente juvenil y dentro de él, universitario. 
También mi relativa edad colaboraba. Estar a mitad de camino 
entre la era analógica y la digital me brindaba la posibilidad de 
hacer diversas entradas a un fenómeno que acontecía de forma 
virtual y real. Pero tal aproximación no era ingenua, como 
comentaremos oportunamente, desde mi proceso formativo había 
estado alerta para los procesos matriciales de formación y 
deformación que ejercen los medios tecnológicos, apoyado en 
constataciones empíricas personales y lecturas teóricas al respecto, 
cuestionando severamente la neutralidad científica y tecnológica24, 
particularmente en el campo del pensamiento económico, pero que 
podía extender a otras esferas. 
Si bien mis conocimientos sobre semiótica son casi risibles, 
un raudaz paso por un laboratorio de estudios de las imágenes me 
ayudó a aguzar los sentidos en esa dirección, atendiendo para la 
simbología del abundante material iconográfico que las protestas 
nos daban. Como parte de la sociedad del espectáculo sus 
expresiones fueron conceptualmente plásticas y haciendo uso del 
principio hologramático podemos encontrar en ellas muchas de las 
claves para interpretarlas. De todos modos debo alertar para 
algunos abusos que en su nombre se cometen. Si bien tal tesis 
postula que el menor punto contiene casi la totalidad de la 
información del objeto representado, es decir, en otras palabras, la 
parte está en el todo, el todo está en el interior de la parte, que está 
en el interior del todo25, evitaré las apropiaciones en las que el 
adverbio casi desaparece, substituye el análisis de lo macro por lo 
micro, que ha generado un cierto reduccionismo. 
 
24
 Jürgen Habermas, Ciencia y técnica como ideología, Madrid, Taurus, 1986. 
25
 Edgar Morin. Introducción al pensamiento complejo, Barcelona, Gedisa, 2001. 
30 
 
Ya en otro nivel, esas experiencias previas me permitían 
proceder de forma rápida para obtener registros empíricos con los 
cuales trabajar posteriormente. Había leído atentamente toda la 
polémica que Nicos Poulantzas y Ralph Miliband trabaran en las 
páginas de New Left Review26, sin decidirme por ninguno de los 
dos, otra vez pensando que la solución era una combinación 
dialéctica entre las perspectivas empiristas y teoricistas, lo que me 
inclinaba a no desdeñar ninguno de los dos frentes. Por otro lado, 
Guillermo Beato me había enseñado a lidiar con una masa ingente 
de documentos, seleccionando con criterio y pinzando en ellos lo 
esencial, aún dentro de la era analógica, lo que podía transpolar a 
lo virtual, por otra serie de recorridos más recientes. 
Entré en contacto con la Web History cuando era editor de 
una revista digital, también he impartido clases a distancia y procuro 
soluciones fáciles para investigaciones colaborativas y que usan la 
red para operar, en especial las que giran en torno de la semántica 
Wiki, los foros de discusión y diversos métodos de conformación de 
archivos digitales y elaboración de textos. 
Otras trayectorias más específicas colaboraron para ser crítico 
con toda ese conjunto documental, como el hecho de haber 
empleado y disecado fuentes orales27 e impartido una disciplina 
metodológica que recurría a fuentes no convencionales para el 
estudio de la historia de América, que me permitieron ver el 
potencial empírico que el fenómeno desplegaba en profusión. En 
cierta forma era consciente de su riqueza sin descuidar los reparos 
heurísticos al uso de esos tipos de fuentes, haciéndolo extensivo a 
todos tipo de documento, inclusive los de naturaleza más 
convencional, que muchas veces creemos no contaminados. 
 
26
 Ralph Miliband, Nicos Poulantzas y Ernesto Laclau. Debates sobre el Estado 
Capitalista/1. Estado y Clase dominante. (Compilación y estudio preliminar de Horacio 
Tarcus), Buenos Aires, Imago Mundi, 1991. 
27
 Veáse mi artículo “A ditadura fala? Reflexões sobre os testemunhos orais através 
de entrevistas concedidas por Ernesto Geisel e Jorge Oscar de Mello Flôres”, Tempo e 
Argumento, vol. 2, no 1, ene-jun de 2010, pp. 21-51. 
31 
 
Por último, desde hacía tiempos que intentaba desvencijarme 
del Complejo de Próspero28, pasando a dar mayor valor al 
pensamiento periférico, y pretendía alzar vuelos autónomos en lo 
teórico, sin desdeñar lo empírico. También mis sentimientos 
personales se inclinaban a un retorno al ensayo como comunicación 
política con un público más amplio y demostraba cierto hastío con el 
artículo académico leído por pocos o por nadie, cuya lógica 
esconde la domesticación del intelectual, tal como proféticamente 
nos advirtiera Charles Wrigth Mills29. Así, mis inhibiciones 
metodológicas para encarar una propuesta de este tipo, denostada 
o menospreciada en nuestro campo, podían romperse con 
tranquilidad interior, inclusive avaladas desde lo teórico por grandes 
figuras como Albert O. Hirschman30, para quién el miedo de perder 
nuestras modestas inversiones nos prenden a la hora de asumir 
mayores riesgos, o por la belleza poética de la obra de Hayden 
White perfectamente compatible con su rigurosidad académica, 
para quién un discurso no excluye necesariamente al otro31. 
En síntesis, el libro surgió rápidamente, pero para ello me 
había preparado, sin ese propósito, durante años. Como el record 
de un atleta, el mismo no es el resultado del acto de una breve 
corrida sino el de toda una trayectoria sin la cual no hubiera sido 
posible. Clío no se enfrentaba a su objeto inerme, al contrario, lo 
hacía con muchas de sus mejores herramientas, lo que también me 
llevó a reparar en su genealogía muy particular. Su linaje es impío, 
fruto de la unión ilegítima, como muchas en el pecaminoso Olimpo, 
de Mnemósine, la memoria, y Zeus, dios de los dioses y supervisor 
del universo, a su vez hijo de los titanes Cronos, el tiempo, y Reia, 
 
28
 Al respecto ver mi otro artículo “Transgredir fronteras: reflexiones sobre lo nacional, 
disciplinar y paradigmático a partir del análisis histórico del neoliberalismo”, Tempos 
Históricos, vol. 17, no 1, ene-jun de 2013. 
29
 Apéndice “Sobre artesanía intelectual”, La imaginación sociológica, México, FCE, 
1961. 
30
 Las pasiones y los intereses. Argumentos políticos en favor del capitalismo previos 
a su triunfo, Barcelona, Ediciones Península, 1999. 
31
 Metahistory: The Historical Imagination in Nineteenth-Century Europe, Baltimore, 
Johns Hopkins University Press, 1973. 
32 
 
que lo son igualmente de los titanes Urano, el cielo, y Gaia, la 
madre tierra. Su descendencia tambiénes un reflejo de lo tortuoso y 
trágico de los actos. Se había casado con Piero, rey de Macedonia, 
como castigo impuesto por Afrodita al haberse burlado de su 
relación con Adonis, con quien tuvo Jacinto, un mortal. Tal cual 
éste, era protegida por el siempre joven e imberbe Apolo, 
igualmente hijo de Zeus y la titán Leto, el olvido. A pesar del 
profundo amor que sentía por su pupilo, habría de matarlo de forma 
accidental, al ser desviado su disco por Zéfiro, el viento del oeste. 
Así en sus genes y los de su progenie se maridan lo divino y lo 
humano, el cosmos, la tierra, el tiempo pasado, presente y futuro, la 
memoria, el olvido, el conflicto y lo imponderable. 
Como se desprende, para el estudio holístico de un fenómeno 
histórico complejo la respuesta más adecuada, y me atrevo a decir 
que la única, es la construcción de un aparato conceptual en los 
mismos moldes. No obstante, como debo darle una cierta 
sistematicidad, he escogido tres frentes de análisis en el que 
confluyen varios paradigmas explicativos. Para el análisis de las 
estructuras y en parte de las ideologías recurro básicamente al 
marxismo, de diversas vertientes. Respecto de la crisis de la 
política, a todas aquellas interpretaciones que se orientan en ese 
sentido, especialmente para analizar el sistema político y la cultura 
política, en particular la entre este mundo y la sociedad civil. Por 
último, dado que la revuelta asumió indudables contornos 
postmodernos, también me valdré de muchos de sus teóricos, en 
especial aquellos que se han expresado sobre cibercultura, 
alienación, des-orden y usos del espacio público, como los temas 
centrales. 
También es desde esa óptica que podremos interpretar la 
singular dinámica temporal de ese acto y, aunque propongamos 
una periodización concreta, hay una temporalidad difusa de más 
largo plazo que no dejaré de considerar. Por algunos momentos las 
manifestaciones vivían un frenético presente, con la coyuntura que 
33 
 
mudaba día a día, hora a hora, todo aumentado exponencialmente 
por la velocidad alucinada de la red, aunada a diversos factores que 
la potenciaron, como las deficiencias educacionales y de la cultura 
política locales y, me atrevo a decir, también mundiales. Era allí el 
futuro que entraba, no sólo como un ansíelo de país, sino en la 
forma en que las tecnologías impactan hasta en los procesos 
políticos. Igualmente tenía el pasado en las entrañas. Los actores 
colectivos e individuales, sobre todo los más antiguos, buscaban en 
él interpretaciones de lo que estaba sucediendo y herramientas 
para la acción. Ello quedaba claro cuando una legión de 
historiadores, profesionales o amateurs, daban a borbotones clases 
gratuitas de historia por medio de la red a los más jóvenes y 
despolitizados, que respondían con su limitado universo cotidiano. 
Por momentos visualizaba el discurso de los videojuegos trabando 
un diálogo de sordos con el marxismo. Una de las expresiones que 
más se oyó por eso días fue la de infantilismo de izquierda, delante 
de algunas demandas y métodos de los manifestantes, muchas 
veces asociada al nombre o la imagen de Lenin. Supongo lo difícil 
que debe haber sido su interpretación por parte de aquellos jóvenes 
que nunca habían oído hablar de él. Lenin no se encajaba en 
ninguno de los personajes de Harry Potter ni en los de Game of 
Thrones. En varios momentos el tradicional grito de “Proletarios del 
mundo uníos” había sido substituido por el más actual de “Winter is 
coming”. 
Desde esa lógica, la epistemología de lo complejo, permite 
entender la relación entre el todo y sus partes, a la vez que la 
historia nos brinda su potencial enorme de articular los tres tiempos, 
pero es insuficiente, no hay como interpretar esta crisis sin haberla 
sentido, vivido intensamente, lo que muchas veces el historiador 
rechaza pero que como autor hice, generando una fuerte empatía 
con mi objeto, trabando interlocución, directa o indirecta, con varios 
de los actores del proceso. Como he expresado antes, después 
vino la tarea del cientista de analizar, desmenuzar, aplicar método, 
racionalizar y distanciarse objetivamente. Por ello, esta también es 
34 
 
una lectura desde la Antropología, al haber observado por dentro el 
fenómeno, seguramente no en todos sus rincones, pero sí en una 
pluralidad de ellos para no caer en el reduccionismo fácil. De estos, 
escogí tres escenarios para realizar mis observaciones 
participantes: los universos de la red, las calles y las instituciones, 
sobre los que me detendré a continuación más detenidamente. 
Expreso que son universos porque es imposible comprender 
este fenómeno desde una sola dimensión, inclusive las nuevas 
teorías astronómicas sostienen que el nuestro es uno entre tantos 
universos posibles. Al introducirme en la inmensidad que está atrás 
de una pantalla de 14 pulgadas de una computadora pude ver 
mundos que no había vivido, culturas y contra-culturas que nunca 
pensé que existieran. No como documentales televisivos, sino como 
algo concreto. Las mismas iban desde aquellas casi ancladas en lo 
prehistórico hasta las de tinte futurista. Videos toscos como el de un 
supuesto luchador de MMA que amenazaba de muerte a la 
Presidenta vestido solo con minúsculos shorts, dejando a la 
muestra sus inmensos músculos e infinidad de tatuajes, así como 
preconceptos de todo tipo, sexuales sobre todo, que eran 
inversamente proporcionales a su capacidad y riqueza 
comunicativa. En el otro extremo, teníamos aquellos del género de 
ciencia ficción, en especial los cómicos, tal vez también trágicos, 
videos de Anonymous, sean los verdaderos o no, dado que siempre 
hay desmentidaso, en los que se desfiguraban las voces de los 
locutores por medio del computador y transpiraban un aire Star War 
de filme B. Evidentemente que siempre existirá espacio para todo 
ese amplio espectro, lo que me llamó la atención no fue sólo ello, 
sino la cantidad enorme de accesos que poseían, muchas veces 
superior a la tirada del período brasileño de mayor circulación. Lo 
que me inducía a preguntar cuales serían los impactos que podrían 
tener en un público con una cultura política tan precaria como la 
actual y en particular la local. 
Las calles también eran muestras de esa fragmentación y 
35 
 
junción en un conjunto caótico, la mayoría de las veces sin rumbo. 
Especialmente cuando se produjo lo que llamo del Big Bang de la 
revuelta. Después del primer momento de reivindicaciones, con el 
Movimiento Passe Livre dominando las manifestaciones, se pasó a 
otro en el que en un lapso cortísimo de tiempo se sumaron 
centenas de millares de individuos con demandas diversas, desde 
las tradicionalmente políticas, como las que pedían reforma política, 
fuera la corrupción, fuera el político A, B hasta Z, contra el abuso 
policial y la famosa pero nunca leída Propuesta de Enmienda 
Constitucional (PEC) 37, hasta aquellas más difusas, 
pertenecientes a “minorías” y si se quiere personales. Entre estas 
últimas teníamos las que reivindicaban contra un proyecto de cura 
gay, por los derechos de los animales, y un largo etcétera en el que 
se podía ver una muy curiosa demanda que pedía por más fellatio y 
menos corrupción. 
En las abarrotadas calles todo parecía estar en escena, desde 
Marx a Freud, como un cambalache discepoliano del siglo XXI, con 
actores entrando y saliendo frenéticamente, sin dirección clara, 
todos queriendo dictar el ritmo y levantar su voz, al unísono pero sin 
la mismas consignas, lo que me hacía pensar en una analogía 
próxima a la de la Torre de Babel. 
Muy lejos de la figura del Gigante lagañiento que despertaba 
de un largo período de somnolencia, metáfora severamente 
cuestionada por varios de los actores, la supuesta revolución se 
parecía más con el filme Director de Orquesta, de Ettore Scola, que 
con el Acorazado Potemkin, deEisenstein, sólo que con el sonido 
del segundo en algunos de sus tramos más dramáticos, claro que 
en un tono menor. En Brasil hasta el drama parece ser más suave, 
pero solo es en apariencia, ya que la violencia desatada por la 
tempestad contradecía crudamente los mitos del hombre cordial 
consagrado por Sérgio Buarque de Holanda en Raízes do Brasil32 o 
de la democracia racial propuesta por Gilberto Freyre en Casa 
 
32
 Rio de Janeiro, Editora José Olympio, 1936. 
36 
 
Grande & Senzala33, mostrando su faz más agresiva y sombría, y 
no sólo entre las fuerzas policiales, desnudando así el hecho de ser 
fruto de un duro status quo con indudables resabios esclavistas que 
ha producido una sociedad dual que aún no se puede conciliar del 
todo. 
Esto no es retórica vacía, tras la fugaz presentación de la 
propuesta de imposición para los nuevos graduados de un período 
de trabajos obligatorio de dos años en el sistema público de salud 
mediante la retribución superior a la de un profesor con doctorado 
en inicio de carrera, a la hora de objetar la medida muchos médicos 
y estudiantes de medicina consideraban su hipotética nueva 
situación análoga a la de la esclavitud. Imágenes con la Princesa 
Isabel se oponían a las de la Presidente Dilma y el ministro 
Mercadante, desnudando irónicamente como el discurso de la 
víctima puede ser usado sin mayor parsimonia por aquellos que en 
verdad son privilegiados. Para esos grupos los aparatos estatales 
no tienen por qué ayudar a los históricamente postergados en siglos 
de exclusión pero de él se valen usufructuando de sus derechos sin 
ninguna obligación. Al fin y al cabo él es un Estado patrimonial, al 
que todos denuestan cuando no los favorece pero que la mayoría 
busca esquilmar en cuanto puede, desnudando así la duplicidad 
discursiva de varios de los que protestaban, que buscaban 
derechos pero que rehúyen en cuanto pueden de sus deberes. 
Hasta los actos de vandalismo eran relativizados y el gobierno 
debía ser tolerante con cualquier berrinche de hijito de clase media. 
Volviendo a lo metodológico. A pesar de la vertiginoso que se 
desarrollaron los acontecimientos y que el marco conceptual tenía 
que ser puesto a funcionar de manera inesperada y acelerada, fiel a 
mi oficio, no descuidé la retaguardia de la teoría, pasando a nutrir 
mi aparato empírico, primero de forma aleatoria y después de modo 
más sistemático, que por increíble que parezca fue relativamente 
sencillo de construir, amparado por amplia experiencia y los 
 
33
 Rio de Janeiro, Maia e Schmidt, 1933. 
37 
 
recursos tecnológicos disponibles. 
En un inicio me fui valiendo del método más antiguo de la 
historia, el empleado por Tucídides, el de investir con el criterio de 
autoridad a aquél que presenció los acontecimientos. Del que vio y 
oyó lo sucedido. En todo caso, este ensayo no es más que un 
testimonio, con perfil académico, por lo que pasé, por lo que he 
vivido. 
Cuando quedaron más claros los contornos del problema y su 
dimensión histórica y heurística, así como la relativa facilidad para 
almacenar fuentes, no quedé restricto sólo a ello, sino que comencé 
a pensar en estrategias más adecuadas que se fueron 
perfeccionando en la marcha, sobre todo mediante algunos 
métodos etnográficos de investigación. El universo de fuentes fue 
muy grande y aunque los archivos oficiales demorarán en estar 
disponibles, podemos decir que hay otros que si lo están y yo me 
torné dueño de uno de ellos, al que alimenté de una forma sui 
generis, por lo menos para los moldes académicos tradicionales. 
En primer lugar, he recurrido a tres cuadernos de campo. Uno 
virtual, mi perfil en Facebook, el que recibía una gran cantidad de 
material de todo tipo, desde iconografía a textos, inclusive los 
transmitidos por Twitter, que tuvieron carácter central en la rapidez 
y forma como las informaciones se difundían, y desde el cual 
mantenía interlocución con distintos actores, que colaboraron 
inconscientemente con la pesquisa, en primera instancia desde una 
determinada perspectiva, dado el recorte de amigos que poseía, en 
particular perteneciente a manifestantes de un arco que iba del 
centro a la izquierda y miembros de la sociedad civil que se 
mantuvo a la expectativa, con posturas que partían del apoyo a la 
crítica. Diferentemente de otros usos, aquí el testimonio no era una 
resignificación, sino el registro instantáneo de lo que los actores 
pensaban y hablaban sobre lo que estaba aconteciendo en el 
preciso momento de los sucesos. 
38 
 
Dado ese sesgo, procuré ampliar mi espectro lo más que 
pude, inclusive incluyendo a los principales líderes de la oposición, 
como Fernando H. Cardoso, José Serra, Aécio Néves, José 
Agripino Maia, Roberto Freire, Marina Silva, Eduardo Campos, de la 
base de gobierno pero precandidato presidencial, y Luciana Genro, 
haciendo incursiones más puntuales hacia otros perfiles que me 
llamaban la atención, en especial Movimento Passe Livre SP, que 
originó la protesta, Movimento Contra a Corrupção, O Gigante 
acordou y Change Brazil. 
El segundo instrumento consistía en un registro de campo un 
poco más convencional, una simple hoja en la pantalla de mi 
computadora, en la que se colocaban otros tipos de apreciaciones, 
inclusive aquellas que recogía de forma oral, y se bajaba 
información virtual que no venía por Facebook. 
Por fin, un cuaderno de notas en el que registraba de forma 
manual todo lo que podía ser de utilidad y que por diversos motivos 
no podía ser incluido en el momento en los otros dos. 
Ya más en sintonía con los métodos de una historia 
tradicional, también se prospectaron cotidianamente y de forma 
sistemática diversas fuentes hemerográficas, todas virtuales: 
básicamente los periódicos O Globo (Rio de Janeiro), Folha de S. 
Paulo, Estado de S. Paulo y Zero Hora (Porto Alegre). Así como 
diversos blogs, que, dada la diversidad en sus tendencias, 
procuraron ser una muestra representativa de lo existente, algunos 
a la izquierda, como los de Luiz Nassif, Conversa Afiada, de Paulo 
Henrique Amorim, Tijolaço, iniciado por el ex ministro y diputado 
federal Brizola Neto y continuado por el periodista Fernando Brito, y 
Viomundo, de Luiz Carlos Azenha; uno más variopinto, como Brasil 
24/7, de Leonardo Attuch; y otros del centro a la derecha, como los 
de Fernando Rodrigues, Josias de Souza, los dos del grupo Folha 
de S. Paulo, Ricardo Noblat, de O Globo, y Reynaldo Azevedo, de 
Veja, en los cuales se prestaba atención tanto al texto del bloguero 
39 
 
o colaborador como a los comentarios que sus lectores realizaban. 
Debo reconocer que, no obstante la facilidad y del entusiasmo 
por construir esos registros, lo hacía asombrado y asustado a la 
vez, porque veía cuan desajustada estaba Clío respecto de los 
tiempos virtuales, la que tenía que desvendar un evento de este 
siglo lidiando aún con el instrumental del siglo pasado, en el mejor 
de los casos, lo que me obligaba cada vez más a aguzar mis 
instintos y emplear mis dotes adquiridas, sea como individuo, en 
sentido amplio, o como historiador, de modo más específico. 
Así, usando un método sencillo de crowdsourcing, en el que 
las personas e instituciones colaboran de manera colectiva y 
voluntaria generando un gran flujo de información, podía tener el 
termómetro de lo que estaba aconteciendo en la red, en las calles y 
en el mundillo político, en un amplio haz que iba de izquierda a 
derecha del espectro político. Era como si Clío estuviera usando el 
Panóptico, es decir un ojo que ve lo macro y lo micro, claro que aún 
imperfecto, para observar todo lo que estaba aconteciendo en ese 
preciso instante, el mundo virtual y el real, en todas las esferas, las 
repercusionesen cada uno de los rincones del país y hasta el 
exterior, desde un extremo al otro de la estructura social y de los 
posicionamientos ideológicos, proveniente de una variedad muy 
grande de actores, algunos anónimos otros figuras públicas, 
componiendo un gigantesco archivo temático, único e instantáneo. 
Si la potencia heurística del método no ha quedado 
suficientemente en evidencia, debo señalar que aún era más 
potente dado que ese ojo había ganado conciencia, parafraseando 
a Richard Sennett34. Lo que con él miraba era interpretado 
racionalmente con un bagaje teórico que le podía dar una 
dimensión amplia y profunda. En términos médicos vulgares era un 
ojo clínico, puesto ahora al servicio de la historia. 
Para ello, recurrí a métodos hermenéuticos, con los cuales 
 
34
 Richard Sennett, La conciencia del ojo, Barcelona, Versal 1991. 
40 
 
tenía cierta familiaridad al haber estudiado fenómenos sociales 
opacos, como la represión, la manipulación ejercida durante las 
dictaduras, el financiamiento de campañas electorales y el 
comportamiento de actores que no quieren dejar rastros empíricos, 
lo que me había motivado, inclusive, a realizar algunas reflexiones 
teóricas35. En ese sentido, las fuentes iconográficas se revelaron 
como las más fecundas a la hora de encontrar indicios, en particular 
por el hecho de haber percibido que los mensajes que se difundían 
más rápidamente eran aquellos que lo hacían a través de 
imágenes, las que contenían un enorme caudal de datos que podía 
decodificar. Tiempo atrás había llevado un ejercicio casi lúdico 
sobre a arquitectura monumental mexicana36 en el que entré en 
contacto con un extenso repertorio conceptual que ahora podía 
aplicar con otros fines. 
De todos modos, creo que esa perspectiva debe llevarse a 
sus máximas consecuencias. Parafraseando a Gombrich37, puedo 
afirmar que no tenemos ningún sentido inocente, es decir, que 
nuestro bagaje conceptual acumulado carga de sentido el objeto 
que se percibe. Como he dejado claro anteriormente, mi mirada se 
había sedimentado en por lo menos veinticinco años dedicados a la 
historia de manera sistemática, primero desde una perspectiva 
marxista, la que poco a poco se fue abriendo hacia otros 
horizontes, tanto disciplinares como paradigmáticos, con líneas de 
pensamiento bastante precisas. Por ello, a pesar de ser este un 
ensayo de historia en tránsito, tomada aquí en el sentido de que 
estaba siendo hecha en el mismo instante que se sucedían los 
 
35
 Os institutos econômicos de organizações empresariais e sua relação com o 
Estado em perspectiva comparada: Argentina e Brasil, 1961-1996, Porto Alegre, Tese 
de Doctorado en Historia, Universidade Federal do Rio Grande do Sul, 2005, pp. 565-
567, después transformada en libro, bajo el título Corporaciones en el poder. Institutos 
económicos y acción política en Brasil y Argentina: IPÊS, FIEL y Fundación 
Mediterránea, San Isidro, Lenguaje claro Editora, 2007, pp. 309-310. 
36
 “Do Zócalo a Chapultepec: considerações sobre memória, política e narrativa 
arquitetônica monumental no caso mexicano”, Domínios da imagem, vol. II, no 4, ene-
jun de 2009, pp. 41-56. 
37
 Ernest Gombrich, La imagen y el ojo. Nuevos estudios sobre la psicología de la 
representación pictórica, Debate, Madrid, 1993, edición original en inglés de 1981. 
41 
 
acontecimientos y no apenas como sinónimo de historia del Tiempo 
Presente, campo de investigación que se comienza a estructurar, el 
mismo no deja de tener la rigurosidad metódica que un libro 
académico requiere, lo que muda en este caso es apenas la rapidez 
en que tomé contacto con el objeto, puse en acción el marco teórico 
y recopilé las fuentes. 
Mis sentidos filtraban y procesaban toda una enorme masa de 
informaciones en un espacio muy reducido de tiempo, 
permitiéndome adecuar mis perspectivas con las necesidades del 
momento, inclusive para estar atento a determinados fenómenos 
que podían acontecer, sea porque ya estaban siendo 
preanunciados o porque las hipótesis previas orientaban mi visión 
en ese sentido, inclusive ello servía para retomar elementos en los 
que anteriormente no había reparado y que con nuevos 
acontecimientos ganaban relieve, lo que también ocurrió con la 
recopilación de fuentes. 
No obstante, todo ello estaba incompleto, para aprovechar mis 
sentidos mejor tenía que orientarlos, es decir debía construir 
hipótesis explicativas para con ellas guiarlos, procedimiento más 
difícil de realizar dada la formalidad que se requiere y al hecho de 
tenerlo que hacer también en tránsito, lo que igualmente emprendí 
pacientemente con la ayuda de algunos referentes teóricos que me 
sirviesen de lazarillos para atravesar indemne por un terreno aún 
más pantanoso que el pisado hasta ese momento. 
Desde el punto de vista de su construcción temporal, se 
puede decir que tenemos dos grandes tipos de hipótesis, las que 
son elaboradas ex ante de producirse un fenómeno, particularmente 
las más comunes en las ciencias experimentales, y las que son 
concebidas ex post, para explicar un proceso que ya aconteció, que 
predominan en las ciencias humanas. Pero, como ya hemos hecho 
aquí con todos los otros elementos de una investigación, no 
debemos ver a esos dos tipos modelares como compartimientos 
42 
 
estancos, dado que muchas veces es necesario hacer una 
conjugación de los mismos, como es el caso en que una hipótesis 
ex ante se reformula con un acontecimiento ex post. 
A medida que dialogaba con mi aparato conceptual y 
empírico, fui testando varias hipótesis para explicar los 
acontecimientos, algunas de ellas tuvieron relativo éxito por lo que 
pasé a registrarlas en mi perfil de Facebook, sirviendo así para la 
interlocución con diversos actores del proceso y de guía en la 
penumbra, que poco a poco fue clareando. 
Como la desorientación era muy grande y la empatía muy 
fuerte, mis hipótesis azuzaban demasiado las conversaciones que 
mantenía con mis interlocutores, provocando intercambios 
acalorados y, si bien me permitía captar y registrar sus estados de 
ánimo, me hacían perder un tiempo precioso que podría estar 
dispensando a otras tareas que demandaba mi ya proyecto de 
investigación, con todas las letras. Sin que tuviera mucho sentido 
conservar mi lado emic, abandoné el estilo formal empleado en un 
primer momento y pasé a hacerlo de forma criptica y mordaz, para 
evitar el dispendio innecesario de energías, hasta que llegó un 
momento en que sólo las registré para el propósito del libro. 
De la misma manera en que acontecieron todas las etapas del 
proceso, las hipótesis nacieron en tránsito, es decir cuando los 
acontecimientos ocurrían, desde las que se presentaban de forma 
larvaria a otras que ya presentaban con un estatuto más elaborado. 
De todos modos, para no perder el suspenso, ellas no serán 
formuladas aquí, sino al final. A aquellos académicos más 
formalistas que considerarán esto un sacrilegio, les propongo 
recurrir al artilugio que le robo a Julio Cortázar con el cual pueden 
regresar en el tiempo y volver a ser niños para jugar un poco a la 
Rayuela e ir hasta allí y después retornar si desean calmar su 
espíritu cientificista. Sólo les ruego su clemencia y que me 
concedan un salvoconducto, al fin y al cabo este es un ensayo. 
43 
 
Finalmente les pediré que sean cómplices mas una vez, dado 
que la propuesta narrativa de las secciones de este libro 
seguramente no se condice de forma adecuada con el planteo 
metodológico que he intentado transmitir, el de conjugar 
dialécticamente lo estructural con lo coyuntural, la larga con la corta 
duración, los niveles macro con los micros, pero no he tenido otro 
remedio que escindir la lectura en dos nivelesde análisis. De lo 
contrario, corría el riesgo de confundir al lector, especialmente a 
aquellos que no conocen pormenorizadamente la realidad brasileña 
previa al conflicto, que trataremos de presentar sintéticamente en el 
próximo capítulo, como plataforma cognitiva que permita seguir la 
interpretación que pretendemos realizar en el siguiente. En otras 
palabras, el mismo no será otra cosa que la descripción del terreno 
por donde revoloteaba nuestra mariposa, no de toda su rugosidad, 
claro está, sino de aquellos picos más salientes y que son 
relevantes para nuestra explicación. De todos modos, haré algunas 
interconexiones hacia algunas de las características del fenómeno 
que a posteriori se produciría, que desplegará todo su potencial 
más adelante. 
 
44 
 
 
 
 
La mariposa y el jardín por donde revoloteaba 
 
Para entender los acontecimientos partimos de una 
constatación simple, hasta si se quiere ingenua. Existen decenas, 
cientos, millares, millones de lepidópteros y no por eso tenemos una 
cantidad semejante de tempestades producidas por ellos. Para que 
tal evento climático acontezca debe ocurrir una combinación única. 
Una mariposa con una característica especial debe batir sus alas de 
modo particular por sobre una superficie apropiada para 
desencadenar el meteoro. En otras palabras, menos metafóricas, 
para conseguir descifrar el enigma debemos prestar atención a las 
características del germen, a las acciones que este desató y a las 
estructuras donde todo prosperó. 
El Movimiento Passe Livre (MPL), nuestra mariposa, no era 
nuevo y aunque nunca hubiera provocado una tempestad parecida, 
ya había fabricando algún que otro chaparrón, uno más 
precisamente en la ciudad de Porto Alegre, con acciones que se 
asemejaban bastante a las que posteriormente se producirían. En la 
capital gaúcha encabezó una movilización que fue reprimida, 
desatando una respuesta mayor que ganó otras adhesiones, 
concluyendo con una victoria judicial que obligó al gobierno 
municipal a congelar el aumento de la tarifa de ómnibus. 
La pregunta que sigue es crucial. ¿Por qué fue la mariposa 
paulistana38 la que desató la tormenta y no la portoalegrense? 
Responder a tal interrogante tiene que ver con toda la conformación 
 
38
 El gentilicio paulista hace referencia al habitante del estado y paulistano al de la 
ciudad. 
45 
 
histórica brasileña. Aunque el país sea un ente federado, lo que 
acontece en su epicentro económico tiene una repercusión que un 
evento en sus márgenes jamás conseguiría alcanzar. Como caja de 
resonancia, la voz que se alza en São Paulo se amplifica por causa 
de que los medios están más atentos a lo que en ella sucede. No 
por casualidad todo comenzó en la Avenida Paulista, el cerebro 
financiero del Gigante adormecido, y allí se trabarían muchos de los 
embates más cruciales. 
Una ciudad y otra también registran una notable diferencia de 
índole política, en São Paulo el gobierno está encabezado por el 
Partido dos Trabalhadores (PT), que había quebrado un dominio 
partidario de décadas, pasando a generar desencuentros varios, 
entre las cuales uno con la policía y otro con los medios, mientras 
que en Porto Alegre es ejercido por una amplia coalición en la cual 
esa sigla no está incluida. 
No es una novedad decir que la policía y los medios no 
congenian muy bien con el PT, pero en este caso sus enemistades 
históricas se habían refrescado peligrosamente. Las fuerzas del 
orden paulistas, encargadas de la contención y represión de las 
protestas, trabajan horas extras a servicio de municipalidades y 
reciben un bono de gratificación por ello, que había sido podado 
más o menos a la mitad por el intendente paulistano al descubrirse 
que el servicio efectivamente prestado no correspondía al que 
estaba siendo cobrado. 
Por su parte, los medios de comunicación reciben cifras 
astronómicas por publicidad del gobierno y es una práctica común 
que gobiernos compren ingente cantidad de material impreso, 
particularmente revistas de todo tipo, con diverso propósito para las 
escuelas, muchas veces maquillado con intenciones pedagógicas 
pero que en realidad traviste la compra de la voluntad periodística, 
engranaje que también el intendente local había desmontado a su 
llegada al poder. 
46 
 
Igualmente habría de sumársele otro motivo, mucho más 
amplio y estructural. Hacía tiempo que la prensa tradicional 
procuraba abiertamente indisponer amplios sectores de la población 
con el gobierno. En una de las tentativas más recientes había 
blandido el fantasma inflacionario como su arma más incisiva, 
convirtiendo al tomate en el mayor villano de las desdichas locales, 
con derecho a ser exhibido en carácter de joya preciosa colgado en 
el cuello de Ana Maria Braga, conductora de un popular programa 
matutino de variedades, con fuerte acento en lo gastronómico. El 
balón de ensayo se marchitó cuando mejoraron las condiciones 
climáticas y su precio dio un respiro. No obstante, el episodio nos 
muestra como los medios actúan de hecho como oposición, muchas 
veces asumiendo su comando y línea de frente, a falta de liderazgo 
partidario más eficaz. 
O sea, era en la capital paulista y no en la gaúcha que se 
daban las condiciones para que una movilización de izquierda fuera 
usurpada por los medios y grupos opositores para tratar de herir un 
gobierno petista local y por tiro por elevación al instalado en esfera 
federal. De todos modos, el hecho de que existiera esa motivación y 
el poder de persuasión que los mismos tienen aún no nos explica 
del todo como se sumaron tan rápidamente millares de voluntades 
para manifestarse contra el aumento de los pasajes en lugar de 
enfrentar al antipático tomate. 
Si queremos encontrar una respuesta debemos pensar en las 
razones profundas, estructurales, para que un reclamo puntual de 
un sujeto tan pequeño tuviera eco en una parte significativa de su 
población. La demanda podía parecer nimia pero de hecho está 
centraba en un punto sensible para todo brasileño, el de la 
movilidad urbana, uno de los mayores cuellos de botella de las 
metrópolis locales y ya perceptible en las ciudades medias, caos 
que fue agravado aún más por las obras de la Copa, no por 
casualidad muchas de las mayores protestas tomaran como 
escenario las inmediaciones de los estadios y Dilma fue abucheada 
47 
 
en uno de ellos, al que se ingresaba previo estipendio de más de 
medio salario mínimo, emulándose en ello a su mentor durante los 
Juegos Panamericanos en el mismísimo Maracanã, lo que no 
impidió la reelección de Lula. 
Sin miedo de exagerar, podemos decir que los habitantes de 
las urbes brasileñas viven un verdadero infierno para hacer algo tan 
sencillo como moverse de un lugar a otro. Unos dentro de sus 
autos, cuyo número crece día a día, parados en medio del tránsito 
por horas, que aumentan de forma proporcional al número de 
aquellos. Los menos acaudalados se apiñan en transportes 
colectivos, insuficientes, caros y lentos. Y para no decir que los 
ricos tampoco lloran, ni ellos se escapan, ya que también el espacio 
aéreo local sufre con los embotellamientos. Es decir, un es 
padecimiento transversal, aunque vivido de forma particular de 
acuerdo a la posición ocupada en la escala social, que interfiere en 
los humores de hasta los seres más pacíficos. 
De todas formas, este síntoma es demostrativo de algo mucho 
más profundo. El espacio urbano puede ser la síntesis metonímica 
de lo social. En micro escala podemos ver en él mucho de lo que 
Brasil es estructuralmente. Los autos y los medios de transporte 
colectivos representan una dicotomía dilacerante. El espacio 
segregado en el que la Zona Sur es detentora de las riquezas y se 
presenta radicalmente diferente a la periferia de la Zona

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