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A Quelo, mi padre, que me dio sus alas así como sensibilidad social y política; a Techi, mi madre, incansable pedagoga cósmica; a Isabel, a quien nunca le expresé suficientemente mi admiración ni le agradecí como debería su compañía y estímulo; a Ana, Laura y Ayelén, mis hermanas, mis primeros y más fuertes contactos con la alteridad; a Dedê, mi hijo, a Valentina, mi sobrina, y por extensión a todos los niños a quienes el futuro le pertenece; a “Carozo” Bajo –in memoriam– que me dio un Sur académico como plataforma de despegue; al “Flaco” Beato –in memoriam– con quien aprendí a domesticar archivos; a Cayo García por despertarme a la complejidad y al caos; a Sandra Pesavento –in memoriam– por espantar mis preconceptos a los postmodernos; a Eduardo Devés- Valdés por incentivarme a realizar vuelos teóricos y pensar en red; en fin, a todos mis maestros, directos e indirectos, y a los que fueron y son mis alumnos, porque con ellos aprendo a descifrar este mundo; a todos los que, de una forma u otra, me apoyaron todos estos años, porque sin incentivo nada es posible; a los que me criticaron, con y sin razón, porque me incitaron a superarme y a tornar mis pensamientos más inteligibles; y, por sobre todo, a los que en cualquier lugar de este universo se empeñan por transformar la realidad para que tengamos un mañana mejor, sea cual fuera su trinchera y tamaño de sus aspiraciones. Porque la filosofía quiere crear claridad mediante la descripción, se ocupa de problemas, y no de un problema. No se trata de perseguir ante todo la exactitud y claridad absoluta sino la transparencia del conjunto. A nuestra gramática le falta transparencia en el todo, la capacidad de ver interrelaciones. Ludwig Wittgenstein ÍNDICE Clío en armas para disecar el vuelo de la mariposa 11 La mariposa y el jardín por donde revoloteaba 44 La tempestad 81 La mariposa repliega sus alas 114 11 Clío en armas para disecar el vuelo de la mariposa Confieso que nunca fui adepto del Efecto Mariposa, hasta llegué a discutir vehementemente en su contra, aduciendo que las estructuras eran las que dictaban el curso de los acontecimientos. Después de presenciar la revuelta brasileña comencé a creer que el mismo es posible. Motorizada por un reclamo más que puntual de congelar el aumento en los pasajes de ómnibus, lo que salvando las distancias podemos considerar una mariposa, acabó detonando un protesto caótico, desde lo teórico y si se quiere lo empírico, conmoviendo las estructuras de un país de dimensiones continentales, no solo políticas, aunque sean quizás las más visibles, sino con reflejos en otras esferas, como las sociales, económicas y hasta mentales. Si, mental. Este ser que escribe mudó un poco más la forma de ver el mundo, de interpretarlo, así como muchos con los que dialogué en esos días. Debido a que el objeto era todo menos simple, para intentar analizarlo adopté inmediatamente una perspectiva de la complejidad. Es desde esa teoría que creo que se puede hacer el abordaje más completo de lo acontecido en esos eventos, no como una unidad lógica cerrada en sí misma que lo explica, sino como un horizonte infinito que puede contener varios otros paradigmas con potencial explicativo de fragmentos de ese todo sin la necesidad de que se anulen entre sí. Así, realizar un análisis holístico no se resume a un estudio de lo macro acontecido, sino ver como operó cada uno de los micro fragmentos desde su lógica y como estos generaron un conjunto particular. Con una dinámica que los contenía como microcosmos pero que no les pertenecía 12 exclusivamente. De allí que la pensemos como una perspectiva cósmica, no en el sentido literal del término, sino como una metáfora que la abarca y se empodera con su poética. Muchas veces las estructuras paradigmáticas y disciplinares se revelan como una traba explicativa, por ello este ensayo procura hacerlo de forma transdisciplinar1, para encontrar la mayor cantidad de elementos y nexos posibles. Tal propuesta se basa en una axiomática común a todas las disciplinas, la que permiten realizar un diálogo más fecundo entre varios campos del saber y así transcender sus especialidades, tomando consciencia de sus propios límites para poder acoger las contribuciones de los otros. A través de ella podremos integrar al conocimiento todo aquello que no puede ser explicado por el dominio de una única disciplina, de modo que el hombre en toda su complejidad sea recolocado en el centro del saber2, con lo cual podremos visualizar mejor las interconexiones de todo proceso y tornar más legibles nuestros discursos. Es más que evidente el hecho de que un abordaje de este tipo demandaría un esfuerzo considerable, sobre todo en tiempo de maturación, y por ello puede parecer prematuro un análisis con la rigurosidad académica que se demanda. Seguramente el evento nos proveerá en el futuro de una monumental cantidad de libros y tesis monumentales, pero a pesar de ello nos hemos aventurado ya que consideramos que es en este momento que puede plasmarse un discurso que aún está fresco, para servir de horizonte. Por ello el segundo mote de este ensayo que se pretende como una historia en tránsito, expresión que tomo de Dominick LaCapra3, es decir no 1 Hilton Japiassu, Interdisciplinaridade e patologia do saber, Rio de Janeiro, Imago, 1976 y Basarab Nicolescu, La transdisciplinarité, manifeste, Paris, Éditions du Rocher, 1997. 2 André Bourguignon, De la pluridisciplinarité a la transdisciplinarité. Bulletin interactif du CIRET (Centre International de Recherches et Etudes Transdisciplinaires), vol. 15, 2001, pp. 120-127. 3 Dominick LaCapra, Historia en tránsito. Experiencia, identidad, teoría crítica, Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 2006. 13 como un ejercicio periodístico, sino un trabajo con rigor académico. A medida que intentaba comprender lo que estaba acontecimiento y trataba de sistematizar mis pensamientos y registros advertí el potencial cognitivo para cuestionarme desde el punto de vista historiográfico muchos de sus presupuestos a partir de un ejercicio concreto, por lo que pasé así a observar y apuntar más atentamente lo que estaba aconteciendo en esta otra esfera. Por ser poco practicada, la historia en tránsito aún no posee muchas reflexiones, las que no sólo pueden ser útiles en sentido restricto sino que sin dudas serían importantes para pensar el status de la historia como un todo, dado que el pasado una vez fue presente y conociéndolo del modo más completo posible será más visible el impacto causado por el tiempo. A los incrédulos, y suelo nutrir esa categoría, que ven la construcción del conocimiento histórico como una apuesta a largo plazo y tienen fundadas reservas de estos análisis al pié de la batalla intentaré mostrarle la forma en que se materializó un análisis que respeta todos los procedimientos instituidos en nuestra ciencia. Por increíble que parezca, en tan corto lapso de tiempo fue posible escoger un determinado marco teórico y una metodología, en la que se incluyeron una generosa cantidad de fuentes, que después de un momento de duda inicial se recopilaron de forma sistemática de un modo bastante sencillo, con el uso del moderno aparato tecnológico disponible para cualquier cientista social actualmente, como explicaremosen su oportunidad. Por ello, a pesar de la rapidez con que se debió proceder, este no se alejó mucho de lo que es un proyecto de investigación convencional. En lo que más se apartó de él fue precisamente en el escaso espacio temporal de su desarrollo, lo que hizo necesario activar de forma rápida muchos saberes y habilidades adormecidos. Por tal motivo, este escrito abundará en detalles autobiográficos, no por la natural vanidad que todo intelectual debe tener, en dosis 14 saludables, sino para que se pueda visualizar más concretamente como desplegué mi arsenal teórico metodológico que me ayudó a comprender y registrar el fenómeno. En primer lugar este fue un diálogo interior intenso, no solo conmigo mismo sino con una serie de interlocutores, actuales y pasados, que a todo momento se hacían presentes. Era la interlocución con todo un referencial teórico y empírico en tránsito que comenzaba a cobrar sentido desde la óptica abordada. El diálogo ha sido un instrumento epistemológico desde hace mucho tiempo, existiendo actos dialógicos, explícitos y implícitos, en cada uno de los procesos del saber. Unos se dan entre teoría y empírica, otros lo hacen al interior de cada uno de esos campos. Una teoría con otra y un tipo de evidencia empírica con otra. Igualmente la figura del diálogo sirve para mostrar la dinámica del proceso cognitivo, es el espíritu, en sentido hegeliano, saliendo de sí para retornar reconstituido y perfeccionado, en un proceso sin fin. Precisamente ello nos da el sentido de este ensayo, que es un diálogo epistemológico amplio, cuasi cósmico, en perspectiva histórica, de Clío, para tratar de entender un proceso complejo que está en curso, en tránsito. Así, en realidad este es un metatexto que contiene tres ejes discursivos bien definidos pero que están en relación dialéctica, los que se refieren a la realidad de un acontecimiento, es decir el nivel empírico de los sucesos que aquí son objeto de la narración; a la historia y su relación con las otras ciencias y esa misma realidad; y, estableciendo el nexo entre los dos, una explicitación de corte más autobiográfico de cómo se construyó esta interpretación, para demonstrar que la misma tuvo carácter científico y, quien sabe, no pueda ser útil para operar con otros casos de historia en tránsito, algo para lo cual los historiadores, por lo menos lo poco que conozco, no hemos sido preparado disciplinarmente. Esta última constatación surgió luego de una inmersión 15 profunda por el proceso histórico, que me llevó a notar que los historiadores precisamos urgentemente debatir marcos teórico- metodológicos acerca de la manera de proceder en situaciones como éstas. La historia del Tiempo Presente no deja de ser en casi toda su extensión una historia ex post. En eventos como el que he vivido, la relación ente historia, como ciencia, e historia, como objeto, se da de forma diferente. No hubo una intencionalidad científica anterior para racionalizar el objeto, fue el propio objeto que incitó la necesidad de racionalización, primero para comprender el fenómeno como ser político, después, dados los alcances, como historiador, inclusive para intentar salvar una pequeña muestra documental del incendio virtual que pronto vendría. En nuestra área ya es consensual el status dado a este tipo de historia, pero, en este caso, el límite era muy próximo, lo que me motivaba serios cuestionamientos. De todos modos, corría con algunas ventajas. El historiador es un profesional del tiempo que como tal ha aguzado sus sentidos para interpretarlo, no como algo estático, sino en permanente movimiento. Con Fernand Braudel aprendí que existen diversas temporalidades, que algunas estructuras tardan más para moverse de lo que otras, que el tiempo no fluye de forma uniforme. A lo largo de muchos años los historiadores somos entrenados en la tarea de medirlo, fraccionarlo, condensarlo en conjuntos lógicos que faciliten la explicación. En este caso, los esfuerzos de periodización que realizamos tienen una intencionalidad clara, su dimensión es esencial para poder comprender los acontecimientos que en principio pueden parecer caóticos pero no para aquellos que lo saben interpretar. A pesar de que los cambios se daban en lapsos relativamente muy cortos, siguiendo toda suerte de indicios hemos percibido movimientos evidentes, algunos bruscos, otros de transición más suave, tal como quedará más claro oportunamente, pero que no comprometen su observación. No podemos decir lo mismo respecto a estar preparados para 16 un pensamiento desde una perspectiva de la complejidad. Años de anteojeras disciplinares y paradigmáticas nos impiden comprender adecuadamente un fenómeno que conforma un continuum gris, variable en sus objetos, entre las relaciones que esos objetos conforman y en el tiempo que transitan, que constituyen la cara de un mismo fenómeno y no pueden explicarse por separado. De todas maneras, trataremos de adentrarnos en ello. Tal como muchas interpretaciones modelares, la obra de Thomas S. Kuhn4 puede parecer demasiado esquemática, sobre todo para las ciencias sociales. Que un paradigma se torne hegemónico o dominante en determinado momento no significa que barra con todos los otros inmediatamente. Muchos de ellos subsisten y el germen de otros nuevos ya puede estar presente. Inclusive, en el caso de aquellos que en principio se ven superados, pueden serlo de forma provisoria, en lo temporal, ya que más adelante tal vez la historia los redima. Verbigracia ello ha ocurrido en nuestras disciplinas con los esporádicos anuncios del entierro del marxismo, que aún se mantiene vivo para explicar muchos fenómenos y no sólo como un espectro. También antiguos métodos que se creían condenados, como el de la biografía o la prosopografía, se han reactualizado y muestran renovado vigor. En nuestras ciencias es muy difícil que exista un paradigma incuestionable, por lo que, en cierta medida, ningún investigador trabaja hoy con un dogma puro y los que existen se han contaminado pecaminosamente en más de una oportunidad. Algunos autores como Martyn Hammerseley5 rechazan toda posibilidad de aislar un conjunto claro de supuestos paradigmáticos y alegan que sólo existe un continuum epistemológico, donde cada investigación particular invoca sus propios principios epistémicos. 4 La estructura de las revoluciones científicas, Madrid, Fondo de Cultura Económica de España, 2005, edición original en inglés de 1962. 5 The politics of social research, Londres, Sage Publications, 1995. 17 En tal sentido, podemos constatar que aunque la tensión entre las matrices o gramáticas, para que no digan que tomo partido entre el estructuralismo y su crítica, racionalista-positivista y constructivista-interpretativista, que en sus formulaciones más esencialistas se niegan mutuamente, no se ha disuelto del todo; las mismas actúan más como polos de fuerza que como compartimientos en los cuales encajonar nuestras interpretaciones. Tal constatación no implica que exista una práctica transparadigmática abierta. Tradiciones del propio campo académico que se deben a las modas en boga como a otros tipos de intereses, especialmente políticos6, han influido para cercar ese debate. Muchas veces pareciera que seguimos razonando con base en esquemas binarios y continuamos presos al principio del tercero excluido. En otras palabras, las revoluciones científicas sustituyen un paradigma por otro, generalmente in bloco, aprobado por lógicas propias pero a veces alejadas de los propios objetos. Debemos destacar y aunque ya está implícito, dado que todo constructo lo es, que los paradigmas son edificaciones históricas. Así, desde unaperspectiva bourdiniana podemos agregar a la tesis de Kuhn que muchas veces esos cambios se deben a razones del propio campo académico o a otras que le son externas, particularmente provenientes del ámbito de lo político, pero que poco tienen que ver con la validez o no de sus respuestas, sobre todo en el terreno de las ciencias sociales, en las cuales los resultados son menos perentorios. Cuando decimos que hay intencionalidad política lo hacemos porque en nuestro medio significó una oportunidad para desvencijarse de aquellos paradigmas más vetustos, introduciendo otros que por flamantes parecían tener naturalmente más brillo. No 6 En ese sentido podemos señalar que el mismísimo Karl Popper fue miembro de la Sociedad Mont Pèlerin, una de las más conspicuas usinas de pensamiento neoliberal, al igual que otros epistemólogos, especialmente los auto titulados como críticos, han servido a infinidad de causas de cuño político. 18 obstante, muchas veces ello ha aparejado que problemas, conceptos, métodos y teorías fueran desterrados al ostracismo in totum, tirando el niño junto al agua sucia del baño. Ciertamente el reduccionismo estructural ortodoxo empobrecía nuestros análisis, pero también ocurrió en sentido inverso cuando la historia cultural se enseñoreó por estos campos. Ello nos habla de que esa construcción está pletórica de tensiones y conflictos, no siempre científicos en sentido estricto del término, inclusive algunos difíciles de comprender. Muchas veces dispensamos más energías impugnando paradigmas adversarios, aparentemente antagónicos, que aquellas que aplicamos para tratar de conciliarlos. Este fenómeno puede ser explicado por aproximación a otro problema que ha sido intensamente estudiado en ciencias políticas. Por lo general, las fuerzas partidarias que tienen propuestas programáticas parecidas dilapidan más esfuerzos en combatirse mutuamente, al luchar por el favor de una misma clientela en el mercado electoral, de lo que gastan para con aquellas que son verdaderamente sus enemigas, con las que llegan a trabar alianzas en muchos casos, que pueden parecer insólitas para quién desconoce la dinámica política. Hay ocasiones en que los intelectuales nos enclaustramos en reductos, y no quiero usar la palabra gueto dado que su carga emotiva es muy fuerte y debe ser usada en su contexto específico, y somos incapaces de considerar pulidamente que los argumentos del otro no sólo son válidos sino que pueden incluso poseer cierto grado de verosimilitud. Sin embargo, tampoco debemos razonar de forma tan maniquea y dejar de reconocer que en muchas ocasiones acontecieron hibridaciones, concepto transdiciplinar como pocos, varias de ellas muy fértiles. En tal sentido, y sólo a título de ejemplo, en las ciencias sociales varios paradigmas combinaron dosis de las matrices weberianas y marxistas, como el neoinstitucionalismo 19 histórico y las posiciones bourdinianas, en particular las más antiguas, para citar dos en las que abrevo a menudo y que han sido muy útiles para analizar aquello que es fruto de determinantes y autonomías al mismo tiempo. Esas nuevas propuestas teóricas apenas practicaron el principio dialógico, es decir, que las nociones que debieran excluirse mutuamente se unieron y resultaron inseparables en un dado nivel de la realidad. Para muchos, ello puede parecer una herejía imperdonable, pero bien vale recordar que Marx decía que no había hecho otra cosa más que la de invertir la dialéctica hegeliana. Muchas veces ese antagonismo se funda en el distanciamiento generado por los presupuestos en que tales paradigmas se basan, que suelen perdurar, por una serie de motivos, cuando éstos son derrumbados o modificados. Veámoslo funcionando en uno de los problemas más difíciles de resolver como es el de la determinación de la super por la infraestructura. El marxismo se asienta en ello en distintas versiones, siendo la que más me agrada aquella que la admite en última instancia, no obstante tal proposición fue severamente impugnada desde diversas corrientes, particularmente la weberiana, que postularon la autonomía de lo político. Las evidencias empíricas parecían otorgarle la razón ora a unos, ora a otros, en especial cuando se trataba de aplicarla a los sistemas capitalistas avanzados, dado que en ellos la clase dominante, valga la redundancia, domina a distancia. El asunto quedaba sin respuestas desde la lógica binaria, pero la situación cambió drásticamente con el advenimiento de la teoría de la complejidad que cuestionó ese tipo de razonamiento. Al aceptar el principio del tercero incluido, ya incuestionable en la física con el caso típico del comportamiento de los fotones, se podía encontrar un punto de encuentro. Por él, habría momentos en donde la 20 determinación es ejercida, fundamentalmente cuando se requiere de un mayor control por parte la clase dominante sobre aquellos que ejercen las funciones de gobierno, control y consenso, mientras que en otros períodos, menos conturbados, aquella puede dejarlos mucho más libres en el comando de los aparatos de Estado, ejerciendo su dominio de forma hegemónica, por medios indirectos, como lo expondré en mayores detalles más adelante. De ese modo, el cuestionamiento a determinados presupuestos no es un sacrilegio sino un deber. No obstante ello, ser heterodoxos o eclécticos no nos exime de hacernos responsables por dar cierta coherencia a nuestras propuestas metodológicas y teóricas, para que no se transformen en indigestos cocteles de conceptos, perdiendo, transmutando o tergiversando su capacidad enunciativa. Nada es totalmente impune; todo tiene sus implicaciones, pudiendo en este caso generarse con tal procedimiento muchas hibridaciones estériles. Así, esto no es una defensa de la ingenuidad metodológica, que por momentos une elementos escasamente conciliables en construcciones que no resisten ni un soplo siquiera, sino la admisión de que nuestros paradigmas llegan, a lo sumo, a ser teorías de alcance intermedio, à la Robert Merton7, y que poseen indudables puntos ciegos, que precisan de explicación. Por ello es necesario hacer una vigilia consciente, a través de la crítica heurística, de la apropiación de teorías y conceptos, con los cuales podamos llenar nuestras irremediables lagunas. Ciertamente en el proceso que es objeto de estudio en esta obra hay elementos que se explican desde lo político (crisis de los partidos, de la representación, particularidades de una cultura política, forma de operar de los partidos y las instituciones), otras desde lo económico (ascensión rápida de una clase que perturba otra que se ve postergada, el modelo de crecimiento privilegiado), lo 7 Teoría y estructura social, México, Fondo de Cultura Económica, 1965, 2da. ed. 21 social (comportamiento de masas, culturas juveniles, conflicto de generaciones, problemas educacionales), lo ideológico (estructuras de pensamiento, conflicto izquierda y derecha, manipulación de los medios, supuesto complot internacional), la psicología (esperanzas, miedos, deseos, frustraciones, compulsiones, preconceptos y estigmas) y tecnológicos (implicaciones en el uso de antiguas y nuevas herramientas de comunicación y entretenimiento), entre aquellos más relevantes que colocamos a título de ejemplo y, resaltando más una vez, son parte de un todo mayor. La pregunta que cabe, es la de cómo se puede montar un aparato conceptual capaz de explicar algo tan complejo en tan poco tiempo, sin que la clave transparadigmática se transforme en una opción ecléctica al absoluto. La respuesta no es simple, por eso me detendré bastante sobrela misma. En esencia, podemos decir que todo proyecto es la explicitación autobiográfica de una intención académica formulada en los moldes de ese campo, por ello lo que haré aquí es algo parecido pero dicho de forma explícita y narrado en primera persona. Cuando un intelectual analiza su objeto lo hace con lecturas que ha seleccionado de aquellas que ha acumulado o que pretende acumular a lo largo de toda una trayectoria. Por tal motivo, al observar los acontecimientos no lo hacía desarmado teóricamente, sino por la lente que me ofrecía toda una vida de experiencia académica que allí se proyectaba. No interesaba demasiado que los presupuestos estuvieran explícitos, escritos en un papel adecuadamente formateado, ellos estaban adentro de mí, operando con igual o mayor intensidad, ya que habían sido decantados por el tiempo y podía recurrir a ellos de manera veloz, como las circunstancias me lo exigían, cuidando también de la forma en que lo hacía. Tal opción para explicar el procedimiento elegido puede ser riesgosa, pero les advierto que como historiador tengo claro el 22 peligro que nos depara la Ilusión biográfica, sobre la cual Pierre Bourdieu8 nos alertara, así también acerca de la forma como se procesan las memorias, por ello esta narración fue higienizada de cualquier intento de construir un relato auto explicativo en los moldes biográficos tradicionales, apenas el mismo se propone servir de muestra de todo el arsenal teórico que había sido incorporado y la empatía que había construido con el fenómeno a ser analizado. La propuesta de educación cósmica me fue inculcada desde pequeño por mi madre y no se remite a nada esotérico, apenas es la predisposición a aprender lo que más se pueda aprovechando todo lo que el universo nos ofrece, lo que de alguna forma se condice con una propuesta transdisciplinar y transparadigmática, tal como lo había enunciado en un trabajo que había concluido seis meses antes de los acontecimientos9 y que en parte era fruto de aproximaciones epistemológicas más formales de las que había recibido en la infancia, incorporadas durante mi proceso formativo universitario y posteriormente profundizadas al analizar procesos históricos complejos, como las dictaduras y el neoliberalismo. En definitiva, ella no es otra cosa que la extensión a todo lo existente del aforismo de Terencio de que nada de lo que es humano me es ajeno, o si se quiere, aunque encierre una tautología, llevar a sus últimas consecuencias una antropología del hombre total, como fue propuesta por Marcel Mauss10. Dentro de mi campo, podría ser una metahistoria que condense las explicaciones de todas las facetas del hombre. Así considero la ciencia como una inmensa composición de geometría no euclidiana de cuasi fractales, como parte de un todo, infinito, que se compone de micro partes, finitas, que son diferentes, al pertenecer a unidades lógicas menores como las disciplinas y los paradigmas, pero que conservan 8 “La ilusión biográfica”, Historia y fuente oral, no 2, Universidad de Barcelona, Barcelona, 1989. 9 “Transgredir fronteras: reflexiones sobre lo nacional, disciplinar y paradigmático a partir del análisis histórico del neoliberalismo”, Tempos Históricos, vol 17, no 1, ene-jun de 2013. 10 Sociología y Antropología, Madrid, Tecnos, 1979. 23 una unidad lógica común, en este caso la búsqueda de la verdad. No por nada escogí la frase de Wittgenstein como epígrafe, idea que no está aislada sino que había sido reforzada por otras lecturas históricas concretas11 y que en el transcurso del libro irán apareciendo. En síntesis, fui formado en el pensamiento cósmico y crítico por la familia, la sociedad y la ciencia, por lo que soy poco propenso a la clausura en torno de determinado marcos, los que si bien suelen tener éxito para analizar fenómenos restrictos, son insuficientes para hacerlo con otros de mayor complejidad, como el de las revueltas primaveriles. Aunque los eventos que analizo están localizados en Brasil, ello no implica que no pertenezcan a algo más amplio, ni que ese contexto mayor los explique totalmente, lo que de alguna forma viene a cuento de algunas inquietudes sobre esa particular tensión. La crítica al concepto de globalización, de marcado rancio neoliberal, me hizo abrevar en lecturas acerca de la conformación del sistema mundo, particularmente en la vertiente de Immanuel Wallerstein12, a la vez que mi carácter de ciudadano de país subalterno me hizo comprender mejor la manera en que esa expansión se fue realizando, no como una mancha homogénea sino mediante necesarias asimetrías, sin las cuales la misma no hubiera sido posible. De hecho, las movilizaciones en Brasil han sido vistas como parte de un conjunto más amplio de manifestaciones similares que se han difundido por varios países del planeta, de status y culturas diferentes, inclusive como respuesta y efecto a esa misma expansión capitalista. De todos modos, espero no haber perdido el foco por pensar en términos amplios. Siempre tengo presente la advertencia mordaz 11 Entre ellas destaco el artículo de Emilia Viotti da Costa, “Novos Públicos, Novas Políticas, Novas Histórias: do reducionismo econômico ao reducionismo cultural: em busca da dialética”, Anos 90, Porto Alegre, vol. 6, nº 10, jul-dic de 1998, pp.7-22 . 12 El moderno sistema mundial. La agricultura capitalista y los orígenes de la economía-mundo europea en el siglo XVI, Madrid, Siglo XXI Editores, 1979. 24 de Charles Tilly acerca de las comparaciones enormes13 así como otras lecturas preocupadas en obtener mayores réditos de los métodos comparatistas limitando sus usos más nocivos14. Por ello, a veces los historiadores jugamos a las escalas con Jacques Revel15, al que bien podrían estar invitados varios italianos, en el que vamos del todo a las partes y viceversa, para no perder la dimensión de los procesos. Una perspectiva holística preocupada igualmente con las cuestiones microscópicas posee dupla ventaja, además de ver el árbol en el contexto del bosque, nos inocula contra el peligro de sobredimensionar alguna de las partes por sobre las otras, sea por razones disciplinares o paradigmáticas. Igualmente la teoría del caos me predisponía a pensar como acontece la organización en él. Ver cómo surgía orden dentro del desorden, lo que era apropiado para tratar de entender cómo se dio el segundo momento de las manifestaciones, el más difícil de comprender desde los paradigmas preexistentes, por la rapidez con que se produjo y lo enmarañado de su trama. Así estaba inclinado a entender el difícil equilibrio entre determinación y autonomía, lo que había sido reforzado por otros recorridos previos. De formación marxista inicial, creía y aún continúo creyendo en los condicionantes estructurales, lo que me llevó a profundizar más en esa cuestión, la que servirá de telón de fondo para entender muchas de las características y dinámicas del proceso. De todos modos, el azar me puso la Ciencia Política en el camino, en la forma de una maestría y un postdoctorado, incorporando lecturas críticas al determinismo y defensas fuertes de la autonomía de lo político, así como todo un aparataje conceptual para entender el funcionamiento del sistema político y partidario al igual que la 13 Grandes estructuras, procesos amplios, comparaciones enormes, Madrid, Alianza, 1991. 14 Heinz-Gerhard Haupt y Jürgen Kocka (eds.), Comparative and Transnational History. Central European Approaches and New Perspectives, New York, Berghahn, 2010. 15 Jacques Revel (ed.), Jeux d'échelle.La micro-analyse à l' expérience, Paris, Le Seuil-Gallimard, 1996. 25 cultura política en general, que del mismo modo será de gran valor, en doble sentido. Por un lado la revuelta tuvo tintes anti políticos, en el sentido tradicional, pero no por ello dejó de tener respuesta desde las instancias gubernamentales y partidarias, hayan sido o no apropiadas en esos momentos. Para tratar de encontrar un nexo entre los dos extremos de la ecuación, determinación y autonomía, llevé adelante diversos trabajos en los que intentaba comprender como los actores económicos influencian las políticas públicas. La hipótesis más atractiva que la resolvieron la encontré en aquella formulada por Luis Althuser acerca de la determinación en última instancia16. De todas formas, la misma aún era insuficiente, porque dejaba irresuelto el asunto, al no establecer con exactitud a lo que se refería en última instancia. Es allí que un trabajo corto, podemos decir que de juventud, de David Gold, Clarence Lo y Erik Olin Wrigth17me trajo alguna luz al respecto al introducir la variante temporal. Según su propuesta, y que después traté de profundizar, existen momentos en que prima la determinación y otros en que lo hace la autonomía, lo que puede parecer contradictorio, pero no lo es desde otra perspectiva. La Teoría de la Complejidad duda, precisamente, de algunas verdades lógicas, como la del principio del tercero incluido, apropiado para este caso, es decir de que algo no puede ser y no ser al mismo tiempo, lo que reintroduce la dialéctica como método de comprensión, admitiendo que fenómenos tengan un comportamiento determinado en un momento y otro bastante 16 La revolución teórica de Marx, México DF, Siglo XXI, 2004. 17 Esa hipótesis fue enunciada en mi tesis de maestría de 1997 y publicada en 1999 en base a la que propusieran David Gold, Clarence Lo y Erik Olin Wright en un artículo de 1975. Hernán Ramírez, La Fundación Mediterránea, 1977-1992. Estudio de caso de las relaciones entre entidades empresarias y partidos políticos, Córdoba, Tesis de Maestría en Partidos Políticos, Universidad Nacional de Córdoba, 1997 y La Fundación Mediterránea y de cómo construir poder. La génesis de un proyecto hegemónico, Córdoba, Ferreyra Editor, 2000, y David Gold, Clarence Lo y Erik Olin Wright, “Recent developments in marxist theory of the capitalist state”, Monthly Review, noviembre de 1975. 26 diferente y hasta opuesto en otras circunstancias. Por ello es posible establecer hibridaciones paradigmáticas que den cuenta de ese fenómeno tan complejo sin peligros epistemológicos, en especial aquellas que intentan establecer nexos entro las bases estructurales y políticas, como lo hice en distintos trabajos, especialmente en los últimos, así como otras que lo establezcan entre esas esferas y las expresiones culturales, como será necesario hacerlo en este caso particular, en que problemas estructurales, políticos y culturales se articularon de forma compleja. De todos modos, no solo mi experiencia académica aportaba elementos para el análisis. Una de las trabas más importantes que percibo en nuestras áreas es que muchas veces no se conoce lo que pasa en la realidad política concreta, la política tras bambalinas y que no queda registrada o es difícil de encontrar en evidencias empíricas de corte más tradicional. El haber nacido argentino y vivido en el país hasta 2001 me hizo respirar un ambiente de inestabilidad, presenciado desde golpes, asonadas golpistas, sublevaciones de todo tipo, que me indicaban que esas demostraciones políticas traían algo nuevo incrustado con elementos del pasado. Esa misma advertencia ha sido realizada por muchos autores, entre ellos destaco Pierre Bourdieu, quien nos alertara para el hecho de que en la novedad también están presentes las estructura18. Por eso mi desconcierto y preocupación, primero para entender y después sistematizar mis pensamientos sobre lo que estaba ocurriendo. Igualmente el ser un comparatista me colocaba en una particular perspectiva, dado que el hecho de conocer a fondo la historia de otros países me dejaba en mejores condiciones para introducir nuevos problemas en la historia del que investigaba, 18 Las estrategias de la reproducción social, Buenos Aires, Siglo XXI Editores, 2008, pp. 171-183. 27 desnaturalizando aquello que muchas veces se cree inmanente, tal como lo aprendí con Jürgen Kocka19, que me dio parámetros claros de cómo proceder con ese tipo de comparaciones, reflexionando sobre su método de modo sistemático. De todos modos, mi aproximación a la realidad local no era desde una órbita lejana, más de una década de estar inmerso profundamente en ella me permitían auscultar sus latidos con mayor exactitud. Otras experiencias más difusas también me permitían interpretar desde diferentes ángulos mucho de lo que acontecía en el mundillo de lo político. Un breve paso por el Partido Comunista Argentino y una más larga militancia estudiantil y académica me brindaban un panorama de cómo se procesa la política en esos ámbitos así como del intrincado panorama ideológico y sus repertorios20, de ideas y acciones, lo que reforzaba aún más mis lecturas que había hecho desde la Ciencia Política y que fueron un utillaje importante para percibir elementos que a muchos se le podían pasar por alto. Mis impresiones y lecturas me posibilitaban asir de forma rápida un fenómeno que fue visto de forma múltiple y contradictoria. Trabajos anteriores sobre los golpes de Estado me permitieron descartar casi inmediatamente esa hipótesis, de todos modos al haberlos estudiados como eventos de largo plazo que imbricaban segmentos civiles y militares me permitieron ver como determinados agentes actuaron para desestabilizar y obtener réditos políticos. Igualmente la obra clásica de Benedict Anderson21 y con ella de todos los que estudian nacionalismo fue de gran utilidad para evaluar mejor una revuelta que usaba los símbolos nacionales, 19 Heinz-Gerhard Haupt y Jürgen Kocka (eds.), Comparative and Transnational History. Central European Approaches and New Perspectives, New York, Berghahn, 2010. 20 Charles Tilly, Regimes and Repertoires. Chicago/Londres: University of Chicago Press, 2006. 21 Comunidades imaginadas. Reflexiones sobre el origen y la difusión del nacionalismo, México, Fondo de Cultura Económica, 1993, edición original en inglés de 1983. 28 enarbolando la bandera y entonando las estrofas del himno patrio. Por fin, lecturas a disgusto que después terminaría asimilando con fruición sobre la significación política del espacio urbano me ayudaron a entender varios de los alcances de un conflicto que lo tenía como foco, el cual sufría como todos los que en esos días manifestaron. Como se puede ver, el etic que me confería el hecho de ser un observador externo y poseer una mirada entrenada profesionalmente no impedía de embadurnarme del emic local, peligro al cual ya no temía desde hacía un par de años. Walter Benjamin22 me incitaba a embadurnarme con mi objeto para así alcanzar su comprensión. Doce años de vida intensa en Brasil habían sido suficientes para conocer bastante de su cultura, tomada aquí en sentido amplio, de sus estructuras, económicas, políticas y sociales. También podía surfear en su coyuntura sin perder el rumbo, conocía quienes eran las figuras políticas más destacadas, los medios y periodistas que forman opinión, así como los juegos que se practican en la arena, sea esta de las calles, reales o virtuales, y de los palacios. Es decir, de cierta forma, podíajugar dialécticamente a dos puntas. El etic, concebido como distanciamiento de los que no están involucramos culturalmente con su objeto o que poseen herramientas para conseguirlo, no anulaba al emic, interpretado como expresión de la contaminación subjetiva que dificulta un análisis objetivo por parte de aquellos que conforman parte del objeto a estudiar. Al contrario, en este caso uno podía reforzar al otro, usándolos con criterio, en sucesivas y cada vez más incisivas aproximaciones23. Por otra parte, el hecho de haberme formado como profesor de adolescentes y universitarios ejerciendo la docencia durante 22 Discursos interrumpidos, Madrid, Taurus, 1987. 23 Los enfoques etic y emic fueron propuestos por Marvin Harris, El materialismo cultural, Madrid, Alianza, 1985. 29 muchos años me confería un panorama amplio de la manera como ellos piensan y se comportan, particularmente su grado de concientización y su segmentación cultural, lo que resultaba apropiado para comprender un fenómeno que en un momento fue mayoritariamente juvenil y dentro de él, universitario. También mi relativa edad colaboraba. Estar a mitad de camino entre la era analógica y la digital me brindaba la posibilidad de hacer diversas entradas a un fenómeno que acontecía de forma virtual y real. Pero tal aproximación no era ingenua, como comentaremos oportunamente, desde mi proceso formativo había estado alerta para los procesos matriciales de formación y deformación que ejercen los medios tecnológicos, apoyado en constataciones empíricas personales y lecturas teóricas al respecto, cuestionando severamente la neutralidad científica y tecnológica24, particularmente en el campo del pensamiento económico, pero que podía extender a otras esferas. Si bien mis conocimientos sobre semiótica son casi risibles, un raudaz paso por un laboratorio de estudios de las imágenes me ayudó a aguzar los sentidos en esa dirección, atendiendo para la simbología del abundante material iconográfico que las protestas nos daban. Como parte de la sociedad del espectáculo sus expresiones fueron conceptualmente plásticas y haciendo uso del principio hologramático podemos encontrar en ellas muchas de las claves para interpretarlas. De todos modos debo alertar para algunos abusos que en su nombre se cometen. Si bien tal tesis postula que el menor punto contiene casi la totalidad de la información del objeto representado, es decir, en otras palabras, la parte está en el todo, el todo está en el interior de la parte, que está en el interior del todo25, evitaré las apropiaciones en las que el adverbio casi desaparece, substituye el análisis de lo macro por lo micro, que ha generado un cierto reduccionismo. 24 Jürgen Habermas, Ciencia y técnica como ideología, Madrid, Taurus, 1986. 25 Edgar Morin. Introducción al pensamiento complejo, Barcelona, Gedisa, 2001. 30 Ya en otro nivel, esas experiencias previas me permitían proceder de forma rápida para obtener registros empíricos con los cuales trabajar posteriormente. Había leído atentamente toda la polémica que Nicos Poulantzas y Ralph Miliband trabaran en las páginas de New Left Review26, sin decidirme por ninguno de los dos, otra vez pensando que la solución era una combinación dialéctica entre las perspectivas empiristas y teoricistas, lo que me inclinaba a no desdeñar ninguno de los dos frentes. Por otro lado, Guillermo Beato me había enseñado a lidiar con una masa ingente de documentos, seleccionando con criterio y pinzando en ellos lo esencial, aún dentro de la era analógica, lo que podía transpolar a lo virtual, por otra serie de recorridos más recientes. Entré en contacto con la Web History cuando era editor de una revista digital, también he impartido clases a distancia y procuro soluciones fáciles para investigaciones colaborativas y que usan la red para operar, en especial las que giran en torno de la semántica Wiki, los foros de discusión y diversos métodos de conformación de archivos digitales y elaboración de textos. Otras trayectorias más específicas colaboraron para ser crítico con toda ese conjunto documental, como el hecho de haber empleado y disecado fuentes orales27 e impartido una disciplina metodológica que recurría a fuentes no convencionales para el estudio de la historia de América, que me permitieron ver el potencial empírico que el fenómeno desplegaba en profusión. En cierta forma era consciente de su riqueza sin descuidar los reparos heurísticos al uso de esos tipos de fuentes, haciéndolo extensivo a todos tipo de documento, inclusive los de naturaleza más convencional, que muchas veces creemos no contaminados. 26 Ralph Miliband, Nicos Poulantzas y Ernesto Laclau. Debates sobre el Estado Capitalista/1. Estado y Clase dominante. (Compilación y estudio preliminar de Horacio Tarcus), Buenos Aires, Imago Mundi, 1991. 27 Veáse mi artículo “A ditadura fala? Reflexões sobre os testemunhos orais através de entrevistas concedidas por Ernesto Geisel e Jorge Oscar de Mello Flôres”, Tempo e Argumento, vol. 2, no 1, ene-jun de 2010, pp. 21-51. 31 Por último, desde hacía tiempos que intentaba desvencijarme del Complejo de Próspero28, pasando a dar mayor valor al pensamiento periférico, y pretendía alzar vuelos autónomos en lo teórico, sin desdeñar lo empírico. También mis sentimientos personales se inclinaban a un retorno al ensayo como comunicación política con un público más amplio y demostraba cierto hastío con el artículo académico leído por pocos o por nadie, cuya lógica esconde la domesticación del intelectual, tal como proféticamente nos advirtiera Charles Wrigth Mills29. Así, mis inhibiciones metodológicas para encarar una propuesta de este tipo, denostada o menospreciada en nuestro campo, podían romperse con tranquilidad interior, inclusive avaladas desde lo teórico por grandes figuras como Albert O. Hirschman30, para quién el miedo de perder nuestras modestas inversiones nos prenden a la hora de asumir mayores riesgos, o por la belleza poética de la obra de Hayden White perfectamente compatible con su rigurosidad académica, para quién un discurso no excluye necesariamente al otro31. En síntesis, el libro surgió rápidamente, pero para ello me había preparado, sin ese propósito, durante años. Como el record de un atleta, el mismo no es el resultado del acto de una breve corrida sino el de toda una trayectoria sin la cual no hubiera sido posible. Clío no se enfrentaba a su objeto inerme, al contrario, lo hacía con muchas de sus mejores herramientas, lo que también me llevó a reparar en su genealogía muy particular. Su linaje es impío, fruto de la unión ilegítima, como muchas en el pecaminoso Olimpo, de Mnemósine, la memoria, y Zeus, dios de los dioses y supervisor del universo, a su vez hijo de los titanes Cronos, el tiempo, y Reia, 28 Al respecto ver mi otro artículo “Transgredir fronteras: reflexiones sobre lo nacional, disciplinar y paradigmático a partir del análisis histórico del neoliberalismo”, Tempos Históricos, vol. 17, no 1, ene-jun de 2013. 29 Apéndice “Sobre artesanía intelectual”, La imaginación sociológica, México, FCE, 1961. 30 Las pasiones y los intereses. Argumentos políticos en favor del capitalismo previos a su triunfo, Barcelona, Ediciones Península, 1999. 31 Metahistory: The Historical Imagination in Nineteenth-Century Europe, Baltimore, Johns Hopkins University Press, 1973. 32 que lo son igualmente de los titanes Urano, el cielo, y Gaia, la madre tierra. Su descendencia tambiénes un reflejo de lo tortuoso y trágico de los actos. Se había casado con Piero, rey de Macedonia, como castigo impuesto por Afrodita al haberse burlado de su relación con Adonis, con quien tuvo Jacinto, un mortal. Tal cual éste, era protegida por el siempre joven e imberbe Apolo, igualmente hijo de Zeus y la titán Leto, el olvido. A pesar del profundo amor que sentía por su pupilo, habría de matarlo de forma accidental, al ser desviado su disco por Zéfiro, el viento del oeste. Así en sus genes y los de su progenie se maridan lo divino y lo humano, el cosmos, la tierra, el tiempo pasado, presente y futuro, la memoria, el olvido, el conflicto y lo imponderable. Como se desprende, para el estudio holístico de un fenómeno histórico complejo la respuesta más adecuada, y me atrevo a decir que la única, es la construcción de un aparato conceptual en los mismos moldes. No obstante, como debo darle una cierta sistematicidad, he escogido tres frentes de análisis en el que confluyen varios paradigmas explicativos. Para el análisis de las estructuras y en parte de las ideologías recurro básicamente al marxismo, de diversas vertientes. Respecto de la crisis de la política, a todas aquellas interpretaciones que se orientan en ese sentido, especialmente para analizar el sistema político y la cultura política, en particular la entre este mundo y la sociedad civil. Por último, dado que la revuelta asumió indudables contornos postmodernos, también me valdré de muchos de sus teóricos, en especial aquellos que se han expresado sobre cibercultura, alienación, des-orden y usos del espacio público, como los temas centrales. También es desde esa óptica que podremos interpretar la singular dinámica temporal de ese acto y, aunque propongamos una periodización concreta, hay una temporalidad difusa de más largo plazo que no dejaré de considerar. Por algunos momentos las manifestaciones vivían un frenético presente, con la coyuntura que 33 mudaba día a día, hora a hora, todo aumentado exponencialmente por la velocidad alucinada de la red, aunada a diversos factores que la potenciaron, como las deficiencias educacionales y de la cultura política locales y, me atrevo a decir, también mundiales. Era allí el futuro que entraba, no sólo como un ansíelo de país, sino en la forma en que las tecnologías impactan hasta en los procesos políticos. Igualmente tenía el pasado en las entrañas. Los actores colectivos e individuales, sobre todo los más antiguos, buscaban en él interpretaciones de lo que estaba sucediendo y herramientas para la acción. Ello quedaba claro cuando una legión de historiadores, profesionales o amateurs, daban a borbotones clases gratuitas de historia por medio de la red a los más jóvenes y despolitizados, que respondían con su limitado universo cotidiano. Por momentos visualizaba el discurso de los videojuegos trabando un diálogo de sordos con el marxismo. Una de las expresiones que más se oyó por eso días fue la de infantilismo de izquierda, delante de algunas demandas y métodos de los manifestantes, muchas veces asociada al nombre o la imagen de Lenin. Supongo lo difícil que debe haber sido su interpretación por parte de aquellos jóvenes que nunca habían oído hablar de él. Lenin no se encajaba en ninguno de los personajes de Harry Potter ni en los de Game of Thrones. En varios momentos el tradicional grito de “Proletarios del mundo uníos” había sido substituido por el más actual de “Winter is coming”. Desde esa lógica, la epistemología de lo complejo, permite entender la relación entre el todo y sus partes, a la vez que la historia nos brinda su potencial enorme de articular los tres tiempos, pero es insuficiente, no hay como interpretar esta crisis sin haberla sentido, vivido intensamente, lo que muchas veces el historiador rechaza pero que como autor hice, generando una fuerte empatía con mi objeto, trabando interlocución, directa o indirecta, con varios de los actores del proceso. Como he expresado antes, después vino la tarea del cientista de analizar, desmenuzar, aplicar método, racionalizar y distanciarse objetivamente. Por ello, esta también es 34 una lectura desde la Antropología, al haber observado por dentro el fenómeno, seguramente no en todos sus rincones, pero sí en una pluralidad de ellos para no caer en el reduccionismo fácil. De estos, escogí tres escenarios para realizar mis observaciones participantes: los universos de la red, las calles y las instituciones, sobre los que me detendré a continuación más detenidamente. Expreso que son universos porque es imposible comprender este fenómeno desde una sola dimensión, inclusive las nuevas teorías astronómicas sostienen que el nuestro es uno entre tantos universos posibles. Al introducirme en la inmensidad que está atrás de una pantalla de 14 pulgadas de una computadora pude ver mundos que no había vivido, culturas y contra-culturas que nunca pensé que existieran. No como documentales televisivos, sino como algo concreto. Las mismas iban desde aquellas casi ancladas en lo prehistórico hasta las de tinte futurista. Videos toscos como el de un supuesto luchador de MMA que amenazaba de muerte a la Presidenta vestido solo con minúsculos shorts, dejando a la muestra sus inmensos músculos e infinidad de tatuajes, así como preconceptos de todo tipo, sexuales sobre todo, que eran inversamente proporcionales a su capacidad y riqueza comunicativa. En el otro extremo, teníamos aquellos del género de ciencia ficción, en especial los cómicos, tal vez también trágicos, videos de Anonymous, sean los verdaderos o no, dado que siempre hay desmentidaso, en los que se desfiguraban las voces de los locutores por medio del computador y transpiraban un aire Star War de filme B. Evidentemente que siempre existirá espacio para todo ese amplio espectro, lo que me llamó la atención no fue sólo ello, sino la cantidad enorme de accesos que poseían, muchas veces superior a la tirada del período brasileño de mayor circulación. Lo que me inducía a preguntar cuales serían los impactos que podrían tener en un público con una cultura política tan precaria como la actual y en particular la local. Las calles también eran muestras de esa fragmentación y 35 junción en un conjunto caótico, la mayoría de las veces sin rumbo. Especialmente cuando se produjo lo que llamo del Big Bang de la revuelta. Después del primer momento de reivindicaciones, con el Movimiento Passe Livre dominando las manifestaciones, se pasó a otro en el que en un lapso cortísimo de tiempo se sumaron centenas de millares de individuos con demandas diversas, desde las tradicionalmente políticas, como las que pedían reforma política, fuera la corrupción, fuera el político A, B hasta Z, contra el abuso policial y la famosa pero nunca leída Propuesta de Enmienda Constitucional (PEC) 37, hasta aquellas más difusas, pertenecientes a “minorías” y si se quiere personales. Entre estas últimas teníamos las que reivindicaban contra un proyecto de cura gay, por los derechos de los animales, y un largo etcétera en el que se podía ver una muy curiosa demanda que pedía por más fellatio y menos corrupción. En las abarrotadas calles todo parecía estar en escena, desde Marx a Freud, como un cambalache discepoliano del siglo XXI, con actores entrando y saliendo frenéticamente, sin dirección clara, todos queriendo dictar el ritmo y levantar su voz, al unísono pero sin la mismas consignas, lo que me hacía pensar en una analogía próxima a la de la Torre de Babel. Muy lejos de la figura del Gigante lagañiento que despertaba de un largo período de somnolencia, metáfora severamente cuestionada por varios de los actores, la supuesta revolución se parecía más con el filme Director de Orquesta, de Ettore Scola, que con el Acorazado Potemkin, deEisenstein, sólo que con el sonido del segundo en algunos de sus tramos más dramáticos, claro que en un tono menor. En Brasil hasta el drama parece ser más suave, pero solo es en apariencia, ya que la violencia desatada por la tempestad contradecía crudamente los mitos del hombre cordial consagrado por Sérgio Buarque de Holanda en Raízes do Brasil32 o de la democracia racial propuesta por Gilberto Freyre en Casa 32 Rio de Janeiro, Editora José Olympio, 1936. 36 Grande & Senzala33, mostrando su faz más agresiva y sombría, y no sólo entre las fuerzas policiales, desnudando así el hecho de ser fruto de un duro status quo con indudables resabios esclavistas que ha producido una sociedad dual que aún no se puede conciliar del todo. Esto no es retórica vacía, tras la fugaz presentación de la propuesta de imposición para los nuevos graduados de un período de trabajos obligatorio de dos años en el sistema público de salud mediante la retribución superior a la de un profesor con doctorado en inicio de carrera, a la hora de objetar la medida muchos médicos y estudiantes de medicina consideraban su hipotética nueva situación análoga a la de la esclavitud. Imágenes con la Princesa Isabel se oponían a las de la Presidente Dilma y el ministro Mercadante, desnudando irónicamente como el discurso de la víctima puede ser usado sin mayor parsimonia por aquellos que en verdad son privilegiados. Para esos grupos los aparatos estatales no tienen por qué ayudar a los históricamente postergados en siglos de exclusión pero de él se valen usufructuando de sus derechos sin ninguna obligación. Al fin y al cabo él es un Estado patrimonial, al que todos denuestan cuando no los favorece pero que la mayoría busca esquilmar en cuanto puede, desnudando así la duplicidad discursiva de varios de los que protestaban, que buscaban derechos pero que rehúyen en cuanto pueden de sus deberes. Hasta los actos de vandalismo eran relativizados y el gobierno debía ser tolerante con cualquier berrinche de hijito de clase media. Volviendo a lo metodológico. A pesar de la vertiginoso que se desarrollaron los acontecimientos y que el marco conceptual tenía que ser puesto a funcionar de manera inesperada y acelerada, fiel a mi oficio, no descuidé la retaguardia de la teoría, pasando a nutrir mi aparato empírico, primero de forma aleatoria y después de modo más sistemático, que por increíble que parezca fue relativamente sencillo de construir, amparado por amplia experiencia y los 33 Rio de Janeiro, Maia e Schmidt, 1933. 37 recursos tecnológicos disponibles. En un inicio me fui valiendo del método más antiguo de la historia, el empleado por Tucídides, el de investir con el criterio de autoridad a aquél que presenció los acontecimientos. Del que vio y oyó lo sucedido. En todo caso, este ensayo no es más que un testimonio, con perfil académico, por lo que pasé, por lo que he vivido. Cuando quedaron más claros los contornos del problema y su dimensión histórica y heurística, así como la relativa facilidad para almacenar fuentes, no quedé restricto sólo a ello, sino que comencé a pensar en estrategias más adecuadas que se fueron perfeccionando en la marcha, sobre todo mediante algunos métodos etnográficos de investigación. El universo de fuentes fue muy grande y aunque los archivos oficiales demorarán en estar disponibles, podemos decir que hay otros que si lo están y yo me torné dueño de uno de ellos, al que alimenté de una forma sui generis, por lo menos para los moldes académicos tradicionales. En primer lugar, he recurrido a tres cuadernos de campo. Uno virtual, mi perfil en Facebook, el que recibía una gran cantidad de material de todo tipo, desde iconografía a textos, inclusive los transmitidos por Twitter, que tuvieron carácter central en la rapidez y forma como las informaciones se difundían, y desde el cual mantenía interlocución con distintos actores, que colaboraron inconscientemente con la pesquisa, en primera instancia desde una determinada perspectiva, dado el recorte de amigos que poseía, en particular perteneciente a manifestantes de un arco que iba del centro a la izquierda y miembros de la sociedad civil que se mantuvo a la expectativa, con posturas que partían del apoyo a la crítica. Diferentemente de otros usos, aquí el testimonio no era una resignificación, sino el registro instantáneo de lo que los actores pensaban y hablaban sobre lo que estaba aconteciendo en el preciso momento de los sucesos. 38 Dado ese sesgo, procuré ampliar mi espectro lo más que pude, inclusive incluyendo a los principales líderes de la oposición, como Fernando H. Cardoso, José Serra, Aécio Néves, José Agripino Maia, Roberto Freire, Marina Silva, Eduardo Campos, de la base de gobierno pero precandidato presidencial, y Luciana Genro, haciendo incursiones más puntuales hacia otros perfiles que me llamaban la atención, en especial Movimento Passe Livre SP, que originó la protesta, Movimento Contra a Corrupção, O Gigante acordou y Change Brazil. El segundo instrumento consistía en un registro de campo un poco más convencional, una simple hoja en la pantalla de mi computadora, en la que se colocaban otros tipos de apreciaciones, inclusive aquellas que recogía de forma oral, y se bajaba información virtual que no venía por Facebook. Por fin, un cuaderno de notas en el que registraba de forma manual todo lo que podía ser de utilidad y que por diversos motivos no podía ser incluido en el momento en los otros dos. Ya más en sintonía con los métodos de una historia tradicional, también se prospectaron cotidianamente y de forma sistemática diversas fuentes hemerográficas, todas virtuales: básicamente los periódicos O Globo (Rio de Janeiro), Folha de S. Paulo, Estado de S. Paulo y Zero Hora (Porto Alegre). Así como diversos blogs, que, dada la diversidad en sus tendencias, procuraron ser una muestra representativa de lo existente, algunos a la izquierda, como los de Luiz Nassif, Conversa Afiada, de Paulo Henrique Amorim, Tijolaço, iniciado por el ex ministro y diputado federal Brizola Neto y continuado por el periodista Fernando Brito, y Viomundo, de Luiz Carlos Azenha; uno más variopinto, como Brasil 24/7, de Leonardo Attuch; y otros del centro a la derecha, como los de Fernando Rodrigues, Josias de Souza, los dos del grupo Folha de S. Paulo, Ricardo Noblat, de O Globo, y Reynaldo Azevedo, de Veja, en los cuales se prestaba atención tanto al texto del bloguero 39 o colaborador como a los comentarios que sus lectores realizaban. Debo reconocer que, no obstante la facilidad y del entusiasmo por construir esos registros, lo hacía asombrado y asustado a la vez, porque veía cuan desajustada estaba Clío respecto de los tiempos virtuales, la que tenía que desvendar un evento de este siglo lidiando aún con el instrumental del siglo pasado, en el mejor de los casos, lo que me obligaba cada vez más a aguzar mis instintos y emplear mis dotes adquiridas, sea como individuo, en sentido amplio, o como historiador, de modo más específico. Así, usando un método sencillo de crowdsourcing, en el que las personas e instituciones colaboran de manera colectiva y voluntaria generando un gran flujo de información, podía tener el termómetro de lo que estaba aconteciendo en la red, en las calles y en el mundillo político, en un amplio haz que iba de izquierda a derecha del espectro político. Era como si Clío estuviera usando el Panóptico, es decir un ojo que ve lo macro y lo micro, claro que aún imperfecto, para observar todo lo que estaba aconteciendo en ese preciso instante, el mundo virtual y el real, en todas las esferas, las repercusionesen cada uno de los rincones del país y hasta el exterior, desde un extremo al otro de la estructura social y de los posicionamientos ideológicos, proveniente de una variedad muy grande de actores, algunos anónimos otros figuras públicas, componiendo un gigantesco archivo temático, único e instantáneo. Si la potencia heurística del método no ha quedado suficientemente en evidencia, debo señalar que aún era más potente dado que ese ojo había ganado conciencia, parafraseando a Richard Sennett34. Lo que con él miraba era interpretado racionalmente con un bagaje teórico que le podía dar una dimensión amplia y profunda. En términos médicos vulgares era un ojo clínico, puesto ahora al servicio de la historia. Para ello, recurrí a métodos hermenéuticos, con los cuales 34 Richard Sennett, La conciencia del ojo, Barcelona, Versal 1991. 40 tenía cierta familiaridad al haber estudiado fenómenos sociales opacos, como la represión, la manipulación ejercida durante las dictaduras, el financiamiento de campañas electorales y el comportamiento de actores que no quieren dejar rastros empíricos, lo que me había motivado, inclusive, a realizar algunas reflexiones teóricas35. En ese sentido, las fuentes iconográficas se revelaron como las más fecundas a la hora de encontrar indicios, en particular por el hecho de haber percibido que los mensajes que se difundían más rápidamente eran aquellos que lo hacían a través de imágenes, las que contenían un enorme caudal de datos que podía decodificar. Tiempo atrás había llevado un ejercicio casi lúdico sobre a arquitectura monumental mexicana36 en el que entré en contacto con un extenso repertorio conceptual que ahora podía aplicar con otros fines. De todos modos, creo que esa perspectiva debe llevarse a sus máximas consecuencias. Parafraseando a Gombrich37, puedo afirmar que no tenemos ningún sentido inocente, es decir, que nuestro bagaje conceptual acumulado carga de sentido el objeto que se percibe. Como he dejado claro anteriormente, mi mirada se había sedimentado en por lo menos veinticinco años dedicados a la historia de manera sistemática, primero desde una perspectiva marxista, la que poco a poco se fue abriendo hacia otros horizontes, tanto disciplinares como paradigmáticos, con líneas de pensamiento bastante precisas. Por ello, a pesar de ser este un ensayo de historia en tránsito, tomada aquí en el sentido de que estaba siendo hecha en el mismo instante que se sucedían los 35 Os institutos econômicos de organizações empresariais e sua relação com o Estado em perspectiva comparada: Argentina e Brasil, 1961-1996, Porto Alegre, Tese de Doctorado en Historia, Universidade Federal do Rio Grande do Sul, 2005, pp. 565- 567, después transformada en libro, bajo el título Corporaciones en el poder. Institutos económicos y acción política en Brasil y Argentina: IPÊS, FIEL y Fundación Mediterránea, San Isidro, Lenguaje claro Editora, 2007, pp. 309-310. 36 “Do Zócalo a Chapultepec: considerações sobre memória, política e narrativa arquitetônica monumental no caso mexicano”, Domínios da imagem, vol. II, no 4, ene- jun de 2009, pp. 41-56. 37 Ernest Gombrich, La imagen y el ojo. Nuevos estudios sobre la psicología de la representación pictórica, Debate, Madrid, 1993, edición original en inglés de 1981. 41 acontecimientos y no apenas como sinónimo de historia del Tiempo Presente, campo de investigación que se comienza a estructurar, el mismo no deja de tener la rigurosidad metódica que un libro académico requiere, lo que muda en este caso es apenas la rapidez en que tomé contacto con el objeto, puse en acción el marco teórico y recopilé las fuentes. Mis sentidos filtraban y procesaban toda una enorme masa de informaciones en un espacio muy reducido de tiempo, permitiéndome adecuar mis perspectivas con las necesidades del momento, inclusive para estar atento a determinados fenómenos que podían acontecer, sea porque ya estaban siendo preanunciados o porque las hipótesis previas orientaban mi visión en ese sentido, inclusive ello servía para retomar elementos en los que anteriormente no había reparado y que con nuevos acontecimientos ganaban relieve, lo que también ocurrió con la recopilación de fuentes. No obstante, todo ello estaba incompleto, para aprovechar mis sentidos mejor tenía que orientarlos, es decir debía construir hipótesis explicativas para con ellas guiarlos, procedimiento más difícil de realizar dada la formalidad que se requiere y al hecho de tenerlo que hacer también en tránsito, lo que igualmente emprendí pacientemente con la ayuda de algunos referentes teóricos que me sirviesen de lazarillos para atravesar indemne por un terreno aún más pantanoso que el pisado hasta ese momento. Desde el punto de vista de su construcción temporal, se puede decir que tenemos dos grandes tipos de hipótesis, las que son elaboradas ex ante de producirse un fenómeno, particularmente las más comunes en las ciencias experimentales, y las que son concebidas ex post, para explicar un proceso que ya aconteció, que predominan en las ciencias humanas. Pero, como ya hemos hecho aquí con todos los otros elementos de una investigación, no debemos ver a esos dos tipos modelares como compartimientos 42 estancos, dado que muchas veces es necesario hacer una conjugación de los mismos, como es el caso en que una hipótesis ex ante se reformula con un acontecimiento ex post. A medida que dialogaba con mi aparato conceptual y empírico, fui testando varias hipótesis para explicar los acontecimientos, algunas de ellas tuvieron relativo éxito por lo que pasé a registrarlas en mi perfil de Facebook, sirviendo así para la interlocución con diversos actores del proceso y de guía en la penumbra, que poco a poco fue clareando. Como la desorientación era muy grande y la empatía muy fuerte, mis hipótesis azuzaban demasiado las conversaciones que mantenía con mis interlocutores, provocando intercambios acalorados y, si bien me permitía captar y registrar sus estados de ánimo, me hacían perder un tiempo precioso que podría estar dispensando a otras tareas que demandaba mi ya proyecto de investigación, con todas las letras. Sin que tuviera mucho sentido conservar mi lado emic, abandoné el estilo formal empleado en un primer momento y pasé a hacerlo de forma criptica y mordaz, para evitar el dispendio innecesario de energías, hasta que llegó un momento en que sólo las registré para el propósito del libro. De la misma manera en que acontecieron todas las etapas del proceso, las hipótesis nacieron en tránsito, es decir cuando los acontecimientos ocurrían, desde las que se presentaban de forma larvaria a otras que ya presentaban con un estatuto más elaborado. De todos modos, para no perder el suspenso, ellas no serán formuladas aquí, sino al final. A aquellos académicos más formalistas que considerarán esto un sacrilegio, les propongo recurrir al artilugio que le robo a Julio Cortázar con el cual pueden regresar en el tiempo y volver a ser niños para jugar un poco a la Rayuela e ir hasta allí y después retornar si desean calmar su espíritu cientificista. Sólo les ruego su clemencia y que me concedan un salvoconducto, al fin y al cabo este es un ensayo. 43 Finalmente les pediré que sean cómplices mas una vez, dado que la propuesta narrativa de las secciones de este libro seguramente no se condice de forma adecuada con el planteo metodológico que he intentado transmitir, el de conjugar dialécticamente lo estructural con lo coyuntural, la larga con la corta duración, los niveles macro con los micros, pero no he tenido otro remedio que escindir la lectura en dos nivelesde análisis. De lo contrario, corría el riesgo de confundir al lector, especialmente a aquellos que no conocen pormenorizadamente la realidad brasileña previa al conflicto, que trataremos de presentar sintéticamente en el próximo capítulo, como plataforma cognitiva que permita seguir la interpretación que pretendemos realizar en el siguiente. En otras palabras, el mismo no será otra cosa que la descripción del terreno por donde revoloteaba nuestra mariposa, no de toda su rugosidad, claro está, sino de aquellos picos más salientes y que son relevantes para nuestra explicación. De todos modos, haré algunas interconexiones hacia algunas de las características del fenómeno que a posteriori se produciría, que desplegará todo su potencial más adelante. 44 La mariposa y el jardín por donde revoloteaba Para entender los acontecimientos partimos de una constatación simple, hasta si se quiere ingenua. Existen decenas, cientos, millares, millones de lepidópteros y no por eso tenemos una cantidad semejante de tempestades producidas por ellos. Para que tal evento climático acontezca debe ocurrir una combinación única. Una mariposa con una característica especial debe batir sus alas de modo particular por sobre una superficie apropiada para desencadenar el meteoro. En otras palabras, menos metafóricas, para conseguir descifrar el enigma debemos prestar atención a las características del germen, a las acciones que este desató y a las estructuras donde todo prosperó. El Movimiento Passe Livre (MPL), nuestra mariposa, no era nuevo y aunque nunca hubiera provocado una tempestad parecida, ya había fabricando algún que otro chaparrón, uno más precisamente en la ciudad de Porto Alegre, con acciones que se asemejaban bastante a las que posteriormente se producirían. En la capital gaúcha encabezó una movilización que fue reprimida, desatando una respuesta mayor que ganó otras adhesiones, concluyendo con una victoria judicial que obligó al gobierno municipal a congelar el aumento de la tarifa de ómnibus. La pregunta que sigue es crucial. ¿Por qué fue la mariposa paulistana38 la que desató la tormenta y no la portoalegrense? Responder a tal interrogante tiene que ver con toda la conformación 38 El gentilicio paulista hace referencia al habitante del estado y paulistano al de la ciudad. 45 histórica brasileña. Aunque el país sea un ente federado, lo que acontece en su epicentro económico tiene una repercusión que un evento en sus márgenes jamás conseguiría alcanzar. Como caja de resonancia, la voz que se alza en São Paulo se amplifica por causa de que los medios están más atentos a lo que en ella sucede. No por casualidad todo comenzó en la Avenida Paulista, el cerebro financiero del Gigante adormecido, y allí se trabarían muchos de los embates más cruciales. Una ciudad y otra también registran una notable diferencia de índole política, en São Paulo el gobierno está encabezado por el Partido dos Trabalhadores (PT), que había quebrado un dominio partidario de décadas, pasando a generar desencuentros varios, entre las cuales uno con la policía y otro con los medios, mientras que en Porto Alegre es ejercido por una amplia coalición en la cual esa sigla no está incluida. No es una novedad decir que la policía y los medios no congenian muy bien con el PT, pero en este caso sus enemistades históricas se habían refrescado peligrosamente. Las fuerzas del orden paulistas, encargadas de la contención y represión de las protestas, trabajan horas extras a servicio de municipalidades y reciben un bono de gratificación por ello, que había sido podado más o menos a la mitad por el intendente paulistano al descubrirse que el servicio efectivamente prestado no correspondía al que estaba siendo cobrado. Por su parte, los medios de comunicación reciben cifras astronómicas por publicidad del gobierno y es una práctica común que gobiernos compren ingente cantidad de material impreso, particularmente revistas de todo tipo, con diverso propósito para las escuelas, muchas veces maquillado con intenciones pedagógicas pero que en realidad traviste la compra de la voluntad periodística, engranaje que también el intendente local había desmontado a su llegada al poder. 46 Igualmente habría de sumársele otro motivo, mucho más amplio y estructural. Hacía tiempo que la prensa tradicional procuraba abiertamente indisponer amplios sectores de la población con el gobierno. En una de las tentativas más recientes había blandido el fantasma inflacionario como su arma más incisiva, convirtiendo al tomate en el mayor villano de las desdichas locales, con derecho a ser exhibido en carácter de joya preciosa colgado en el cuello de Ana Maria Braga, conductora de un popular programa matutino de variedades, con fuerte acento en lo gastronómico. El balón de ensayo se marchitó cuando mejoraron las condiciones climáticas y su precio dio un respiro. No obstante, el episodio nos muestra como los medios actúan de hecho como oposición, muchas veces asumiendo su comando y línea de frente, a falta de liderazgo partidario más eficaz. O sea, era en la capital paulista y no en la gaúcha que se daban las condiciones para que una movilización de izquierda fuera usurpada por los medios y grupos opositores para tratar de herir un gobierno petista local y por tiro por elevación al instalado en esfera federal. De todos modos, el hecho de que existiera esa motivación y el poder de persuasión que los mismos tienen aún no nos explica del todo como se sumaron tan rápidamente millares de voluntades para manifestarse contra el aumento de los pasajes en lugar de enfrentar al antipático tomate. Si queremos encontrar una respuesta debemos pensar en las razones profundas, estructurales, para que un reclamo puntual de un sujeto tan pequeño tuviera eco en una parte significativa de su población. La demanda podía parecer nimia pero de hecho está centraba en un punto sensible para todo brasileño, el de la movilidad urbana, uno de los mayores cuellos de botella de las metrópolis locales y ya perceptible en las ciudades medias, caos que fue agravado aún más por las obras de la Copa, no por casualidad muchas de las mayores protestas tomaran como escenario las inmediaciones de los estadios y Dilma fue abucheada 47 en uno de ellos, al que se ingresaba previo estipendio de más de medio salario mínimo, emulándose en ello a su mentor durante los Juegos Panamericanos en el mismísimo Maracanã, lo que no impidió la reelección de Lula. Sin miedo de exagerar, podemos decir que los habitantes de las urbes brasileñas viven un verdadero infierno para hacer algo tan sencillo como moverse de un lugar a otro. Unos dentro de sus autos, cuyo número crece día a día, parados en medio del tránsito por horas, que aumentan de forma proporcional al número de aquellos. Los menos acaudalados se apiñan en transportes colectivos, insuficientes, caros y lentos. Y para no decir que los ricos tampoco lloran, ni ellos se escapan, ya que también el espacio aéreo local sufre con los embotellamientos. Es decir, un es padecimiento transversal, aunque vivido de forma particular de acuerdo a la posición ocupada en la escala social, que interfiere en los humores de hasta los seres más pacíficos. De todas formas, este síntoma es demostrativo de algo mucho más profundo. El espacio urbano puede ser la síntesis metonímica de lo social. En micro escala podemos ver en él mucho de lo que Brasil es estructuralmente. Los autos y los medios de transporte colectivos representan una dicotomía dilacerante. El espacio segregado en el que la Zona Sur es detentora de las riquezas y se presenta radicalmente diferente a la periferia de la Zona
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