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antologia de libros de caballerias castellanos

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Antología 
de libros de caballerías 
castellanos 
José Manuel l^ucía Megías 
CENTRO DE ESTUDIOS CERVANTINOS 
1 2001 ? 
M as agora, ya triunfa la pereda de la diligencia, la ociosidad del trabajo, el vicio de la virtud, la 
arrogancia de la valentía y la teórica de la práctica de las 
armas, que sólo vivieron y resplandecieron en las edades de 
oro y en los andantes caballeros. Si no, díganme: ¿quién 
más honesto y más valiente que el famoso Amadís de 
Gaula?; ¿quién más discreto que Palmerín de Inglaterra?; 
¿quién más acomodado y manual que Tirante el Blanco?; 
¿quién más galán que Usuarte de Grecia?; ¿quién más 
acuchillado ni acuchillador que don Belianís?; ¿quién más 
intrépido que Peñón de Gaula, o quién más acometedor de 
peligros que T'elixmarie de Hircania, o quién más sincero 
que Espíandián?; ¿quién mas arrojado que don Cirongilio 
de Tracia?; ¿quién más bravo que Rodamonte?; ¿quién 
más prudente que el rey Sobrino?; ¿quién más atrevido que 
Reinaldos?; ¿quién más invencible que Roldan?; y ¿quién 
más gallardo y más cortés que Rugero, de quien decienden 
hoy los duques de ferrara (DO, 11, 1) 
ANTOLOGÍA DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS 
•AV^.** . ' 
Antología de libros 
de caballerías castellanos 
J O S É M A N U E L L U C Í A M E C Í A S 
CENTRO DE ESTUDIOS CERVANTINOS 
i 2001 r ¡yflS&f. 
Ilustraciones: 
La Trapisonda: Toledo, Juan Ferrer, 1558 
Arderique: Valencia, Juan Viñao, 1517 
Florisel de Niauea (IV): Salamanca, Andrés de Portonaris, 1551 
Este trabajo'ha contado con la ayuda 
del Proyecto de Investigación DGS PB97-0750 
del Ministerio de Educación y Cultura del Proyecto CAM-06-0156-2000 
de la Comunidad Autónoma de Madrid. 
Edita: Centro de estudios Cervantinos. Paseo d e la Estación, 10. 28807 Alcalá de Henares 
© de la introducción y edición: José Manuel Lucía Megías 
© Centro d e Estudios Cervantinos 
I.S.B.N.: 84-88333-49-8 Deposi to Legal: S.360-2001 
Imprime: Tesitex, S.L. Melchor Cano, 15- 37007 Salamanca 
ÍNDICE 
INTRODUCCIÓN xm 
De los títulos que entraron a formar parte de la antología (con una 
reflexión sobre el género editorial caballeresco) xvi 
De los criterios de edición utilizados (con un agradecimiento final) xxin 
LOS TEXTOS 
[I] Adramón 3 
[2] Amadís de Gaula (HV) de Garci Rodríguez de Montalvo 9 
131 Las sergas de Esplandián (v) de Garci Rodríguez de Montalvo 20 
[4] Florisando (vi) por Ruy Páez de Ribera 29 
[5] Lisuarte de Grecia (yii) de Feliciano de Silva 35 
[6] Lisuarte de Grecia (van) de Juan Díaz 41 
[7] Amadís de Grecia (ix) de Feliciano de Silva 46 
[8] Florisel de Niquea (x: partes i-u) de Feliciano de Silva 53 
19] Florisel de Niquea (xi: parte m) de Feliciano de Silva 58 
[10] Florise! de Niquea (xi: parte iv) de Feliciano de Silva 63 
[II] Silves de la Selva (xn) de Pedro de Lujan 68 
í 12] A rderique 76 
[13] Belianís de Grecia (partes i-ti) de Jerónimo Fernández 82 
[14] Belianís de Grecia (partes m-iv) de Jerónimo Fernández 89 
[15] Belianís de Grecia (parte v) de Pedro Guiral de Verrio 94 
[16] Bencimarte de Lusitania 99 
[171 Caballero de la Luna (libros IIHV) 106 
[18] Cirongilio de Tracia de Bernardo de Vargas 111 
[191 Ciarían de Landanís (primera parte, libro 1) de Gabriel Velázquez 
de Castillo .-: 117 
120] Ciarían de Landanís (primera parte, libro 11) de Alvaro de Castro .' 122 
[21] Floramante de Colonia (segunda parte de Ciarían de Landanís) 
de Jerónimo López 129 
[22] Ciarían de Landanís (libro m) de Jerónimo López. 134 
VIL ÍNDICE 
[23] Eidamán de Ganail (cuarta parte de Ciarían de Eandanís) 
de Jerónimo López 137 
[24] Claribalte de Gonzalo Fernández de Oviedo 141 
[25] Clarídoro de España 146 
[26] Claris de Trapisonda 152 
[27] Clarisel de las Flores de Jerónimo de Urrea 157 
[28] Cristalián de España de Beatriz Bernal 162 
[29] Espejo de caballerías (libro i) de Pedro López de Santa Catalina 169 
[30] Espejo de caballerías (libro n) de Pedro López de Santa Catalina 175 
[31] Don Roselao de Grecia (libro m de Espejo de caballerías) 
de Pedro de Reinosa 182 
[32] Espejo de príncipes y caballeros (i) de Diego Ortúñez de Calahorra 188 
[331 Espejo de príncipes y caballeros (n) de Pedro de la Sierra 193 
[34] Espejo de príncipes y caballeros (m[-iv]) de Marcos Martínez 200 
[35] Espejo de príncipes y caballeros (v) 204 
[36] Febo el Troyano 210 
[37] Félix Magno (libros i-iv) 215 
[38] Felixmarte de Hircania de Melchor de Ortega 221 
[39] Filorante 229 
[40] Flor de caballerías de Francisco de Barahona 233 
[41] Florambel de Eucea (partes 1-11) de Francisco de Enciso 239 
[42] Florambel de Eucea (parte ni) de Francisco de Enciso 246 
[43] Florando de Inglaterra 255 
[44] Floríndo de Fernando Basurto 262 
[45] Floriseo (libros 1-11) de Fernando Bernal 268 
[46] Reimundo de Grecia (libro m de Floriseo) de Fernando Bernal 275 
[47] Guaríno Mezquino 279 
[48] Eeón Flos de Tracia 284 
[49] Eepolemo {El Caballero de la Cm^) de Alonso de Salazar 291 
[50] Eeandro el Bel (libro 11 de Eepolemo) 299 
[51] Eidamarte de Armenia de Damasio de Frías y Balboa 305 
[52] Eidamor de Escocia de Juan de Córdoba 311 
[53] Murando 319 
[54] Mexiano de la Esperanza (primera parte) de Miguel Daza 324 
[55] Margante 330 
[56] Olivante de Eaura de Antonio de Torquemada 336 
[5 7] Ealmerín de Inglaterra 340 
[58] Ealmerín de Olivia de ¿Francisco Vázquez? 346 
[59] Erímaleón de ¿Francisco Vázquez? 352 
[60] F'latir de Francisco de Enciso 358 
ÍNDICE IX 
[6l] Pbilesbián de Candaría 363 
[62] Policisne de Boecia de Juan de Silva y Toledo 369 
[631 Polindo 374 
[64] Polismán de Jerónimo de Contreras 379 
[65] Renaldos de Montalbán (libros I-II) de Luis Domínguez 383 
[66] La Prapesonda (libro m de Renaldos de Montalbán) 390 
[67] Baldo (libro iv de Renaldos de Montalbán) 394 
[68] Selva de Cavalarías (segunda parte) de Antonio de Brito da Fonseca 401 
[69] Tirante el Blanco 405 
[70] Pristan el Joven 413 
[71] Valerián de Hungría de Dionís Clemente 419 
APÉNDICES 
APÉNDICE 1: FRAGMENTOS CASTELLANOS PROCEDENTES DE LA MATERIA DE BRETAÑA 
[I] Baladro del sabio Merlín 429 
[11] Demanda del santo Grial 437 
[ni] Estoria de Merlín 443 
[iv] Langarote del Lago 
[iv.a] Procedente de la Vulgata 448 
[iv.b] Procedente de la Postvulgata 457 
[v] Libro de Josep Abarímatía 460 
[vi] Pristan de Leonís 
[vi.a] Pristan castellano 465 
[vi.b] Cuento de Pristan 473 
[vi.c] Pristan de Leonís (1501) 479 
APÉNDICE 2: FRAGMENTOS CONSERVADOS DEL AMADÍS DE GAULA MEDIEVAL 487 
BIBLIOGRAFÍA .497 
INTRODUCCIÓN 
"-VERDADERAMENTE, señor cura, yo hallo por mi cuenta que son perjudiciales en la república 
estos que llaman libros de caballerías y, aunque he leído, llevado de un ocioso y falso gusto, casi el 
principio de todos los más que hay impresos, ja?nás me he podido acomodar a leer ninguno del prin-
cipio al cabo, porque me parece que, cuál más, cuál menos, todos ellos son una mesma cosa, y no 
tiene más éste que aquél, ni estotro que el otro'". 
Con estas palabras el canónigo de Toledo sentencia los libros de caballe-
rías impresos en su tiempo (recuérdese, principios del siglo xvn). En la esce-
na se encuentran presentes el cura, Sancho Panza y un don Quijote encanta-
do en una jaula, camino de su aldea. Es el capítulo xlvii de la primera parte 
del Ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha. 
Esta idea, la del género caballeresco compuesto por una serie de textos 
monótonos, idénticos en sus historias y en sus desarrollos, de los que sobre-
salen sólo unos títulos, por todos conocidos y por algunos leídos y admira-
dos (Amadís de Gaula, Palmerín de Olivia, Tirant lo Blanc.) ha terminado por con-
vertirse en un lugar común en la crítica de la prosa de ficción de los Siglos 
de Oro. 
Pero, sin duda, diversa hubiera sido la imagen de los libros de caballerías 
si se hubieran tenido encuenta otros párrafos del mismo capítulo. En un 
momento determinado, el canónigo no puede dejar de admirarse de que 
alguien pueda creer que sea verdad lo que los libros de caballerías cuentan, 
demostrando una lectura más atenta de la que había confesado con anterio-
ridad: 
Y ¿cómo es posible que haya entendimiento humano que se dé a entender que ha habido en el mundo 
aquella infinidad de Amadises, y aquella turbamulta de tanto famoso caballero, tanto emperador de 
Trapisonda, tanto F[e]lixmarte de Hircania, tanto palafrén, tanta doncella andante, tantas sierpes, 
tantos endriagos, tantos gigantes, tantas inauditas aventuras, tanto género de encantamentos, tantas 
batallas, tantos desaforados encuentros, tanta bizarría de trajes, tantas princesas enamoradas, tan-
tos escuderos condes, tantos enanos graciosos, tanto billete, tanto requiebro, tantas mujeres valientes 
y, finalmente, tantos y tan disparatados casos como los libros de caballerías contienen? 
Y todo ello puede encontrarse en los libros de caballerías castellanos, en 
un género que se mueve a lo largo de dos siglos entre el didactismo y el 
entretenimiento. 
' Las citas del Quijote remiten a la edición del Centro de Estudios Cervantinos realizada por 
Florencio Sevilla y Antonio Rey Hazas. 
XIV ANTOLOGÍA DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS 
leer todos los libros de caballerías castellanos: el reverendo John Bowle (1725-
1788). El primero, en sus ratos de ocio; y el segundo, como un medio de 
conocer hasta la extenuación cada palabra, cada referencia del Quijote. El pri-
mero vendió gran parte de su hacienda para comprar sus libros (que luego 
serían en su mayoría quemados, como todos sabemos); el segundo, lo con-
siguió (que no del todo) gracias a sus esfuerzos y a la biblioteca de Thomas 
Percy. 
Otros factores han venido a potenciar este lugar común ("son todos igua-
les") de la crítica de los libros de caballerías castellanos, como es la comple-
jidad de concretar el corpus caballeresco (formado por más de setenta títu-
los), la extensión de los textos, sin olvidar la inexistencia de ediciones 
modernas2, lo que obliga a la lectura de los mismos en ediciones antiguas o 
en testimonios manuscritos, con la consiguiente dificultad de su localización, 
ya que algunos sólo se conocen gracias a ejemplares dispersos en varias 
bibliotecas de todo el mundo3. Y con la tan citada frase "son todos iguales" 
se ha sentenciado un género con casi dos siglos de vida, compuesto por más 
de setenta títulos diferentes, de los que se hicieron decenas de ediciones 
durante los siglos xvi y XVTI, y se imprimieron miles de ejemplares, difundi-
dos por toda Europa y América; género que es una de las columnas verte-
brales de la industria editorial hispánica en el xvi (en especial para algunos 
talleres, como los de la dinastía de los Cromberger en Sevilla) y que confor-
ma la base del imaginario de la ficción en español (cuando lo español se con-
virtió en el modelo cultural y literario de la Europa de su tiempo) y del naci-
miento de la novela moderna. 
Por este motivo, se hacía necesario una antología del corpus completo de 
los libros de caballerías castellanos de los que, hasta hoy, tenemos noticia; 
una antología que huyera de los episodios más conocidos4 y de las obras más 
2
 En este sentido, en 1997 comenzó su andadura los Libros de Rocinante del Centro de Estudios 
Cervantinos (Alcalá de Henares), colección dirigida por Carlos Alvar y José Manuel Lucía 
Megías que pretende editar el corpus completo de los libros de caballerías castellanos; hasta 
la fecha se han publicado los siguientes volúmenes: [1] Pktir (por Ma Carmen Marín Pina), [2] 
Flor de caballerías (por José Manuel Lucía Megías), [3] Primaleón (por Ma Carmen Marín Pina), [4] 
Felixmarte de Hircania (por Rosario Aguilar), [5] Trístán de Leonis (por Luzdivina Cuesta Torre), [6] 
Tercera parte de Florisel de Niquea (por Javier Martín Lalanda), [7] Arderique (por Dorothy A. Carpenter) 
y [8] Segundapaiie de Clarián de Landanís (por Javier Guijarro). Para la difusión del género caballe-
resco también se ha abierto en el Centro de Estudios Cervantinos una colección titulada Guías 
de lectura caballeresca (véase Bibliografía). 
J
 La Bibliografía de los libros de caballerías castellanos de Daniel Eisenberg y Ma Carmen Marín Pina 
(Zaragoza, Prensas Universitarias, 2000) ofrece un análogo de todos los testimonios manuscri-
tos e impresos conservados de las ediciones que se conocen. 
' No deja de ser un error metodológico la comparación sistemática del Amadis de Gaula, un 
texto refundido de un original medieval que conocemos gracias a una edición de 1508, con el 
Quijote, escrito un siglo más tarde. 
INTRODUCCIÓN XV 
citadas, para intentar ofrecer, aunque sólo de un modo general por falta de 
espacio, la riqueza de matices de un género al que se han acercado escrito-
res de muy diferente calidad con intenciones también diversas; un género 
que ha sabido apoyarse y utilizar elementos propios de otros géneros narra-
tivos triunfantes, como la ficción pastoril o la ficción sentimental; un género 
que fue capaz de crear una literatura de entretenimiento, que culminará con 
el Quijote y, de la que, en el fondo, somos todavía hoy deudores. 
Muchos aspectos se repetirán en sus páginas, algunos de ellos de un modo 
tópico (combates bélicos y amorosos, ritos de investidura, victorias sobre el 
mal), pero también es cierto que en todos ellos aparecen otras voces, otros 
matices, otros detalles, dignos también de ser tenidos en cuenta; los únicos que 
explican su éxito, más allá de cualquier geografía y de cualquier cronología. O 
al menos, esa ha sido el norte a la hora de confeccionar esta antología. 
Don Quijote y su autor lucharon contra la caterva de los malos libros de caba-
llerías, contra aquellos libros, impresos y manuscritos, que se leían y escribí-
an a finales del siglo xvi y principios del xvn. Pero Cervantes escribió con su 
Ingenioso Hidalgo un libro de caballerías de entretenimiento, un libro de caba-
llerías que, como Los cuatro libros de Amadis de Gaula, según la reelaboración de 
Garci Rodríguez de Montalvo, pudiera ser origen de una restauración del 
género caballeresco. En este sentido, la crítica cervantina estaría dirigida con-
tra los "malos libros de caballerías" y no contra el género caballeresco, al que 
el canónigo de Toledo defiende con vehemencia en las últimas palabras de 
su intervención: 
-Y siendo esto hecho con apacibilidad de estilo y con ingeniosa invención, que tire lo más que fuere 
posible a la verdad, sin duda compondrá tina tela de varios y hermosos la^ps tejida, que, después 
de acabada, tal perfeción y hermosura muestre que consiga el fin mejor que se pretende en los escri-
tos, que es enseñar y deleitar juntamente, como ya tengo dicho. Porque la escritura desatada d'estos 
libros da lugar a qtte el autor pueda mostrarse épico, lírico, trágico, cómico, con todas aquellas par-
tes que encierran en sí las dulcísimas y agradables ciencias de la poesía y de la oratoria; que la 
épica también puede escrebirse en prosa como en verso. 
La Antología de libros de caballerías castellanos pretende acercar un poco de luz, 
más allá de los textos particulares, a un género, el caballeresco, que, aún hoy, 
sigue siendo una de las asignaturas pendientes de la filología; uno de los 
géneros castellanos que más repercusión ha tenido en toda Europa, y que ha 
sido, en el fondo, el que ha hecho posible el nacimiento de la narrativa 
moderna. 
Aquí se encontrarán emperadores justos, reyes traicionados, caballeros 
valientes, damas guerreras, hermosas doncellas, aventuras fantásticas, mons-
truos horribles, espadas encantadas,, gigantes invencibles, trajes riquísimos, 
XVI ANTOLOGÍA DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS 
ciudades encantadas; pero también consejos prácticos (de cómo las mujeres 
han de tener los dientesblancos) y normas de conducta cortesana, discursos 
didácticos y excursos moralizantes. Y algunos de ellos escritos en un estilo 
más apacible que otro, mostrando aquél más invención que éste, pero siem-
pre dando cabida a lo lírico y a lo épico, a lo cómico y a lo trágico: risas y 
lágrimas, sonetos y arengas se dan cita en las páginas de esta Antología de los 
libros de caballerías castellanos; se dan cita en el género caballeresco. 
De los títulos que entraron a formar parte de la antología (con 
una reflexión sobre el género editorial caballeresco) 
Los libros de caballerías castellanos, desde el Amadís de Gaula refundido por 
Garci Rodríguez de Montalvo (seguramente a finales del siglo xv: n° 2) hasta 
la Tercera y cuarta parte de Espejo de príncipes j caballeros (n° 34), último libro de caba-
llerías en folio impreso en la Zaragoza de 1623, sin olvidar algunos libros de 
caballerías posteriores a esta fecha, como la Quinta parte del mismo texto (n° 
35), constituyen el género de ficción más complejo, por su geografía, por su 
cronología, por sus diferentes registros y míütiples influencias, de las letras 
castellanas. La conciencia que se tenía en su época de la existencia de un 
género caballeresco determinado está fuera de dudas... sólo hay que hablar 
del "linaje de Amadís" para que el lector (u oidor) coetáneo supiera ante qué 
texto se va a encontrar5; y esto mismo sucede con los grabados de las porta-
das, con determinadas palabras en el título, codificadas por los usos de la 
imprenta (esforfado, por ejemplo) o por el propio tamaño de los libros. Marcas 
externas que se complementan con otras textuales, por todos conocidas: 
desde el escaitinio de la biblioteca del hidalgo Quijana (o Quexana), al sueño 
del prólogo del Olivante de Laura (n° 56), desde el enfrentamiento de Belinflor 
(n° 40) a las pinturas en la Casa del Amor en el Felixmarte de Hircania (n° 38). 
Pero el problema de establecer un corpus de los libros de caballerías cas-
tellanos no radica tanto en los mínimos como en los máximos; o en otras 
palabras, ¿qué criterio utilizar a la hora de delimitar un corpus, que pretenda 
ser completo, de los libros de caballerías castellanos? ¿Uno o varios criterios? 
En el caso de los textos de los siglos xvi y xvn, el corpus puede ampliarse a 
límites casi inabarcables, en donde las fronteras no siempre quedan claras, ni 
para nuestra comprensión actual ni para la realidad de su época. No hemos 
' No hay que decir más en una crítica, moralista o literaria, a los mismos para que todos 
los libros que forman parte del género fueran incluidos; varios ejemplos pueden encontrarse 
en el volumen de Elisabetta Sarmati, Le critiche ai libri di cavalkria nel Cinquecento spagnolo (con uno sguar-
do sul sekento). Un'analisi testuale. Pisa, Giardini Editori, 1996. 
INTRODUCCIÓN XVII 
de olvidar que durante el siglo xvi el arte de imprimir (es decir, de difundir 
la letra escrita) se convierte en una industria del imprimir (es decir, de ganar 
dinero a partir de la letra escrita), por lo que un nuevo factor (el de las estra-
tegias editoriales y empresariales) puede afectar la creación y difusión de los 
textos. Tampoco olvidemos que este cambio (el del arte a la industria) en tie-
rras castellanas tiene un protagonista: los libros de caballerías. De este modo, 
a la hora de realizar un acercamiento al corpus caballeresco durante los Siglos 
de Oro, es necesario tener en cuenta tanto factores internos (narratológios y 
literarios) como externos; en otras palabras: es necesario tener en cuenta 
tanto el texto (literatura) como el libro (industria). 
Los criterios que, de manera mayoritaria, se han utilizado para la delimi-
tación del corpus de los libros de caballerías castellanos se han basado exclu-
sivamente en aspectos internos: el contenido de los mismos (lo que permite 
además establecer una clasificación de los libros que forman parte del géne-
ro) o su naturaleza de texto original o texto traducido6. 
Pascual de Gayangos en su Catálogo ratonado de los libros de caballerías que hay en 
lengua castellana ó portuguesa hasta el año 1800 (Madrid, 1857) realizó la que puede 
ser considerada, incluso hoy en día, la más ambiciosa de las clasificaciones 
realizadas de los libros de caballerías. El único criterio que utilizó es el del 
contenido, basado en el "origen" de los textos objeto de estudio, como así 
indicó en su introducción: 
Para tratar de estos libros con el debido orden, convendrá dividirlos en tres grandes ciclos: el bretón, 
el carlovingio y el greco-asiático. Los dos primeros son, con alguna ligera excepción, exclusivamente 
franceses; y el tercero fué engendrado en la "Península por la brillante imaginación de nuestros escri-
tores. A este último habrá necesariamente de agregarse otra multitud de libros, así en prosa como 
en verso que, estrictamente hablando, no son más que una modificación del género, como son la nove-
la-caballeresca-sentimental, los libros de caballerías morales ó á lo divino, los que están fundados 
sobre la historia de España, y por último, las bellísimas epopeyas caballerescas traducidas ó imita-
das del italiano (1874: v i ) . 
De acuerdo con este criterio, los títulos (y sus caballeros) irán situándose 
en las siguientes casillas: 
[1] Ciclo b r e t ó n : Merlíny sus profecías, El libro del Baladro, La Demanda del Santo Greal, 
Langarote del Lago, Tris tan de Leonís y Tris tan el Joven, Tablante de Ricamonte y Jofré, hijo del 
conde don Ason, Sagramory segunda Tabla Redonda. 
6
 Además de los dos ejemplos que comentamos, hay que recordar la clasificación de Juan 
Ignacio Ferreras ("La materia castellana en los libros de caballerías (Hacia una nueva clasifica-
ción)", Philologka Hispaniensia in honorem Manuel Alvar, tomo III: Literatura, Madrid, Gredos, 1986; pp. 
121-141), que amplía los límites cronológicos y lingüísticos ya que presta su atención también a 
obras compuestas y difundidas exclusivamente en la Edad Media y a textos escritos en portu-
XVIII ANTOLOGÍA DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS 
[2] Ciclo carlovingio: Crónica fabulosa del arzobispo Turpin, Carlomagnoj sus doce pares, Segunda 
parte, Tercera parte, Espejo de caballerías, Guarino Mesquino, Morgante, Renaldos de Montalbán. 
[3] Ciclo Greco-Asiático 
[3.1] Sección primera: los Amadises [...]. 
[3.2] Sección II: Los Palmerines: Palmerín de Oliva, Primaleón, Polindo, Platir, Flotir, 
Palmerín de Inglaterra, Don Duardos II de Bretanha, Don Clarisel de Bretanha. 
[3.3] Sección III: Libros independientes de las dos series anteriores: Arderíque, 
Belianis de Grecia, Belindo, Caballero de la Duna, Caballero de la Rosa, Cifar, Cirongilio de 
Tracia, Ciarían de Dandanís, Claribalte, Clarídoro de España, Clarimundo, Clarindo de Grecia, 
Clarisel de las Flores, Cristalián de España, Dominiscaldo, Caballero del Debo, Debo el Trqyano, 
Félix Magno, Felixmarte de Hircania, Floramenta de Colonia, Florambel de Ducea, Florando de 
Inglaterra, Florímon, Floriseo, Gellio el Caballero, Teon Flos de Tracia, Deonis de Grecia, 
Tepolemo, Didaman de Ganail, Didatnante de Armenia, Didamor de Escocia, Tucidante de Tracia, 
Ducidoro, Marsindo, Olivante de Eaura, Oliveros y Artus, Philesbian de Candaría, Policisne de 
Boecia, Polindo, Polisman, Reymundo de Grecia, Tirante el Blanco, Valeriano de Hungría, 
Valfloran. 
[4] Historias y novelas caballerescas 
[5] Libros caballerescos fundados en asuntos históricos, principalmente espa-
ñoles 
[6] Traducciones é imitaciones del Orlando y otros poemas caballerescos en 
castellano. 
Por otro lado, en la reciente, e imprescindible, Bibliografía de los libros de caba-
llerías castellanos de Daniel Eisenberg y Ma Carmen Marín Pina (Zaragoza, 
Prensas Universitarias de Zaragoza, 2000) se considera un criterio diferencia-
dor el ser escrito originalmente en español o ser una traducción (del francés, 
del italiano, del portuguéso del catalán). Por este motivo, quedan fuera de 
la antología el Tirante el Blanco (n° 69), los dos primeros libros de Espejo de caba-
llerías (n° 29 y 30), el ciclo de Renaldos de Montalbán (n° 65-67), Palmerín de Inglaterra 
(n° 57), Morgante (n° 55), Guarino Mezquino (n° 47) o Arderique (n° 12). Pero 
muchos de ellos aparecen en la biblioteca del hidalgo Quijana dentro del 
grupo de los libros de caballerías, así como también en otros textos coetáne-
os. 
Todas estas obras aparecen en nuestra antología; de la misma manera que 
algunos de los textos analizados por Pascual de Gayangos no han encontra-
do un hueco en nuestras páginas, ¿por qué razón? ¿Qué criterio o criterios 
hemos utilizado para establecer el corpus de los libros de caballerías castella-
nos? 
7
 Está todavía por hacer una clasificación y bibliografía de las traducciones de los libros de 
caballerías castellanos durante los siglos xvi y xvri. Sin duda, las traducciones mejores conoci-
das son las francesas del Amadis de Caula, ya que se consideran como modelo de la prosa fran-
cesa durante el siglo XVI. Sobre este asunto concreto, véase Tes "Amadis" en Trance au XVT siécle, 
París, Éditions Rué d'Ulm, 2000. 
INTRODUCCIÓN XIX 
cuenta esa doble naturaleza del libro de caballerías antes indicada (texto y libro, 
es decir, mensaje y canal), y que se ha denominado género editorial1. Este fue el cri-
terio que utilicé para establecer el corpus de mi Imprenta y libros de caballerías 
(Madrid, Ollero & Ramos, 2000), y el que he seguido a la hora de concretar 
los títulos que formarán parte de esta antología, con algunas modificaciones. 
¿Qué se quiere decir cuando se habla de género editorial?. En el género edito-
rial se engloban tanto las características internas que hacen posible que una 
serie de textos compartan una unidad genérica literaria, como aquellas exter-
nas que marcan vinculaciones (tipográficas e iconográficas) entre ellas. En 
otras palabras, el género editorial abarca tanto al lector (relacionado con el 
texto) como al comprador (relacionado con el libro), y todo ello gracias a unas 
determinadas expectativas de recepción, muy codificadas y (re)conocidas por 
todos, que pueden ser utilizadas por los libreros o impresores para hacer más 
atractivos sus productos9. De esta manera, no debe extrañar que el canónigo 
o el barbero cuando entran en la biblioteca del "ingenioso" hidalgo vayan pri-
mero a los libros de cuerpo "grande": ¡estos son los de caballerías! Cuando 
los hayan visto todos, pasarán a otro género editorial, el pastoril, de un tama-
ño menor, gracias al que el cura puede decir-. "Estos no deben de ser de caba-
llerías, sino de poesía". 
De este modo, a la hora de establecer el corpus de los libros de caballe-
rías castellanos hemos tenido en cuenta dos criterios: el interno (textos exten-
sos, escritos en prosa, en donde se relatan las aventuras de varios caballeros, 
con una estructura narrativa compleja, divididos en libros y partes, y con un 
final abierto en la mayoría de los casos)10 así como el externo (libros en for-
mato folio, a dos columnas, con un grabado en portada -normalmente repre-
8
 Véase Víctor Infantes, "La prosa de ficción renacentista: entre los géneros literarios y el 
género editorial', Journal of Híspante Philology, 13 (1989), pp- 115-124). [publicado también en Antonio 
Vila nova (ed.), Actas del X Congreso de la Asociación Internacional de Hispanistas (Barcelona, 21-26 de agosto 
de 1989;, Barcelona, PPU, 1992, tomo I, pp. 467-474. 
' Como crónicas que aparecen con el disfraz de un libro de caballerías, gracias a su gra-
bado de portada y determinadas palabras en su título, como así sucedió con la edición de La 
historia del emperador Carlomagno y de los doce pares de Francia ó déla cruda batalla que vuo O Hueros con Fierabrás 
Rej de Alexandria hijo del grande almirante balan, que Jacobo Cromberger temina de imprimir el 24 de 
abril de 1521 en su taller sevillano y que, para aprovecharse del éxito comercial de sus edi-
ciones caballerescas, arropa con los ropajes externos de un libro de caballerías, dejándole en 
formato folio, con sólo 46 folios. 
10
 Por este motivo, hemos dejado fuera del corpus dos textos que por su vinculación a mode-
los medievales {Crónica del cavallero Zifar) o a modelos estructurales propios de obras más breves 
{Oliveros de Castilla) no comparten las características internas antes mencionadas. El hecho de que 
ambos textos, en Burgos y en Sevilla, en 1499 y en 1512 respectivamente, se publiquen con las 
características externas de los libros de caballerías castellanos, ha de ser entendido como una 
estrategia editorial de ofrecer, con las vestiduras caballerescas, textos que sólo marginalmente 
lo son, justo en un momento de una gran demanda de nuevos libros de caballerías. 
XX ANTOLOGÍA DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS 
representando un caballero jinete-, y un título en donde se especifican aque-
llos elementos -bélicos, amorosos, didácticos, maravillosos o humorísticos-
que pretende cubrir unas determinadas expectativas del receptor). 
Por este motivo, quedan fuera del corpus de los libros de caballerías cas-
tellanos, los textos que conforman otro género editorial: el conocido como 
historias caballerescas, libros en formato cuarto, de poca extensión que difunden 
textos sencillos de materia caballeresca, muchos de ellos de origen medie-
val". El corpus del género editorial de las historias caballerescas ha sido concreta-
do por su editora, Nieves Baranda (Madrid, Turner, 1995), en los siguientes 
t í tulos: Coránica del Cid Ruy Dta%¡ Historia de Enrique fijo de doña Oliva, La historia de 
los nobles cavalleros Oliveros de Castilla y Artús d'Algarbe, 'Libro del conde Partinuplés, Historia 
de la reina Sebilla, La crónica del noble caballero el conde Fernán Ganadles, La espantosa y admi-
rable vida de Roberto el Diablo, Libro del rey Canamor, La historia de los dos enamorados Llores 
y Blancaflor, La coránica de los nobles caballeros Lablante de Ricamonte y de Joafré, La historia 
de la linda Aíelosina, La Poncella de Francia, Historia del emperador Cario Magno y de los do%e 
pares de Francia, Historia del caballero Clamades y La historia del noble cavallero París y de la 
doncella Viana. A este corpus, a pesar de sus diferencias -especialmente litera-
rias- habría que incluir el Rosián de Castilla de Joaquín Romero de Cepeda 
(Lisboa, Marcos Borges, 1586), ya que comparte todas las características exter-
nas de este género editorial. 
Por su parte, las traducciones, teniendo en cuenta los dos criterios antes 
indicados, forman parte, con todo derecho, del corpus del género editorial 
de los libros de caballerías castellanos. Son libros que han sido editados com-
partiendo unas determinadas características externas y que fueron recibidos 
en su época al mismo nivel que los textos "originales", ya que todos ellos van 
a compartir el tópico de la "traducción"12; unos desde la "ficción" (los textos 
originales) y otros desde la realidad (las traducciones). 
En el escrutinio de la biblioteca del hidalgo Quijano, tantas veces indicado, 
aparece junto al libro de Amadís de Caula, de Belianís de Grecia o de Olivante de Laura, 
el Tirante el Blanco o el Palmerín de Inglaterra, sin hacer en ningún momento alusión 
a su naturaleza; una naturaleza particular, la de la traducción, que en su rea-
lidad comparte espacio con la ficción del resto de los textos caballerescos. Una 
vez más, dentro del género caballeresco, realidad y ficción se dan la mano, se 
confunden en un abrazo. Éstos últimos títulos, como los Espejos de caballerías, 
Guarino Mezquino, Morgante o el ciclo de Renaldos de Montalbán merecen, tanto por 
" Víctor Infantes y Nieves Baranda anuncian para este año la publicación de una 
Bibliografía de este género editorial en la que llevan trabajando hace tiempo. 
12
 Véase JVP Carmen Marín Pina, "Eltópico de la falsa traducción en los libros de caballerí-
as españoles", en María Isabel Toro (ed.), Actas del III Congreso de la AHLM (Salamanca, 1989), 
Salamanca, Universidad, 1994, tomo I, pp. 541-548. 
INTRODUCCIÓN XXI 
to por sus características internas como externas, formar parte, de pleno dere-
cho, del corpus del género editorial de los libros de caballerías castellanos. 
Por otro lado, la Antología de libros de caballerías castellanos pretende ser comple-
ta, por lo que se han incluido también los libros de caballerías manuscritos13; 
textos que, al margen de la difusión de la imprenta, se convierten a partir de 
finales del siglo xvi en el medio de supervivencia del género caballeresco. La 
más de una veintena de títulos (los que hoy conocemos)14, que van desde 
algunos de principios del siglo xvi (Adramón [n° 1] y Marsindo [n° 531), a los que 
no llegaron nunca a imprimirse por problemas económicos (Tercera parte de 
Florambel de ~Lucea [n° 42]) a mediados de la centuria, hasta otros que podemos 
fechar con posterioridad a 1623 (Quinta parte de Espejo de príncipesy caballeros [n° 35]); 
todos ellos muestran cómo el género caballeresco pervive, y con salud, más 
allá de los últimos textos originales impresos (el Policisne de Boecia en 1602 [n° 62]) 
e, incluso, más allá de la publicación de las dos partes del Quijote. 
Los libros de caballerías manuscritos han abierto un nuevo campo de estu-
dio que la crítica, desde una lectura parcial de las últimas líneas de la prime-
ra y la segunda parte del Quijote, no había querido transitar: el de la supervi-
vencia de los textos caballerescos cuando su canal de difusión habitual (la 
imprenta) no puede asumir el coste económico de su realización (por causas 
externas -estructurales, que se diría hoy en día-, antes que literarias). De este 
modo, a finales del siglo xvi y principios del xvii se va a producir una trans-
formación del género caballeresco (entendido éste como simbiosis entre texto 
y libro), en donde el texto no puede valerse de la imprenta para su difusión; 
pero no es el momento de la muerte sino del cambio: algunos lo harán utili-
zando un medio de difusión activo todavía en los Siglos de Oro como es el 
manuscrito15; en otros, acercándose a los nuevos géneros editoriales de éxito 
a principios del siglo xvii. Si a mediados del xvi, algunas crónicas se "disfra-
zan" de libros de caballerías en su forma externa como una estrategia edito-
rial, ¿por qué no lo iba a hacer también Don Quijote de la Mancha para aprove-
charse del éxito del Guarnan de Alfarachel Las mismas estrategias editoriales, la 
misma voluntad de inteligentes libreros o impresores (Francisco de Robles y 
13
 Comencé a analizarlos como objeto de estudio caballeresco en 1994 en un Curso de la 
Universidad Menéndez Pelayo en Cuenca, dirigido por el profesor Carlos Alvar, cuyos prime-
ros resultados se publicaron en 1996: "Libros de caballerías manuscritos", Vo%j 'Letra, VII/II, pp. 
61-125. 
14
 Víctor Infantes me informa, sin más detalles, del descubrimiento de un nuevo libro de 
caballerías manuscrito; como hace unos años me indicó la existencia del Selva de Cavalarías (n° 
68) en la Biblioteca Nacional de Lisboa. El corpus, como se ve, está abierto a la espera de nue-
vos descubrimientos. 
" Incluso, en algunos casos, se documenta en deseo de imitar por medio de la pluma los 
modelos editoriales de la imprenta, como en el manuscrito conservado en la Real Biblioteca 
de Madrid que ha transmitido Flor de caballerías (n° 40). 
XXII ANTOLOGÍA DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS 
Jacobo Cromberger) para conseguir ganancias con esta industria que se llama 
imprenta. 
En la presente Antología de libros de caballerías castellanos hemos querido recoger, 
por primera vez, el corpus completo de los libros de caballerías castellanos, 
de los que hasta hoy se tienen noticia. La labor ha sido larga (y fruto de varios 
años de trabajo), pero también somos conscientes de que todavía qLieda 
mucho por hacer, muchos textos por descubrir... que mañana mismo (así lo 
esperamos) esta antología no podrá decirse completa, ya que faltará algún 
nuevo texto descubierto recientemente. No ha de olvidarse que tenemos 
constancia de títulos de ediciones caballerescas, de los que, hasta hoy, no 
hemos conservado ningún ejemplar, como: 
X.Caballero de la Rosa, Valencia, A costa de G. Trincher, 1526 (perteneció al Duque 
de Calabria) 
l.Leoneo de Hungría, Toledo, 1520 (perteneció a Fernando Colón) 
í.Leom's de Grecia (perteneció al Duque de Calabria) 
A-.Lucidante de Tracia, Salamanca, Juan de Junta?, 1534 (perteneció a Fernando 
Colón) 
5-Taurismundo, Lisboa, Diego de Cibdad, 1549 (perteneció al Conde de Gondomar) 
No es de extrañar que en los próximos años alguno de estos títulos (y otros 
diferentes) puedan formar parte de una antología similar a la nuestra al encon-
trarse algún ejemplar que hoy consideramos perdidos. Tidamor de Escocia (n° 52) 
o Philesbián de Candaría (n° 6l), por recordar algún ejemplo, se han conservado 
en un único ejemplar, y durante muchos años se consideraron perdidos. 
¿Y qué decir de los libros de caballerías manuscritos que quizá se escri-
bieron pero que, al menos al día de hoy, no tenemos noticia de que se hayan 
conservado, como Florisdoro de Grecia, del que confiesa el morisco Román 
Ramírez que tiene escrito una buena parte, o el libro que Santa Teresa y su 
hermano Rodrigo escribieron siendo niños, según lo relata el Padre Francisco 
de Ribera en su Vida de Santa Teresa de Jesús de 1590, sin olvidar los folios que 
tenía ya escrito el canónigo cervantino, o que de algunos de los títulos de la 
antología sólo hemos conservado unos folios sueltos {Claris de Trapisonda, n° 26) 
o continuaciones {El caballero de la Tuna, n° 17, Selva de Cavalerías, n° 68)? En su 
mayoría, los libros de caballerías manuscritos se han conservado en un único 
testimonio manuscrito, muchos de ellos descubiertos y dados a conocer en 
los últimos diez años. En los próximos, la nómina de nuevos textos puede 
crecer significativamente. 
Como Apéndice se han incluido una serie de textos medievales vincula-
dos a la ficción caballeresca. Del conjunto de los textos medievales vincula-
dos al universo de la caballería, desde los textos legales o doctrinales (las Siete 
INTRODUCCIÓN XXIII 
te partidas de Alfonso X, o las obras de don Juan Manuel, Cartagena o el 
Marqués de Santillana)16 a obras de ficción como el Libro del cavallero Zifar, la 
Leyenda del Caballero del Cisne o la Estoria del rey Guillelme de Inglaterra", sólo se han 
seleccionado fragmentos de los textos vinculados a la materia de Bretaña, ya 
porque sean herederos directos de la misma (Amadís de Caula [Apéndice II]), 
o traducciones de sus tres grandes ciclos: la Vulgata (n° IV.a), la Postvulgata (n° 
I. II, III y IV.b) y la tristaniana (n° VI). En este caso, el ms. 1877 de la Biblioteca 
Universitaria de Salamanca se muestra especialmente conflictivo: si por un 
lado, los fragmentos allí incorporados (.Libro de Josep Abarimatía, Estoria de Merlín 
y langarote del Lago) se vinculan textualmente a una rama de la Postvulgata fran-
cesa; por otro, dentro de la compilación, adquieren un nuevo sentido, aleja-
do del universo caballeresco. Por este motivo, se ha primado el relato de los 
orígenes del grial y de la institución de la eucaristía, elementos esenciales 
para la comprensión de la Demanda del Santo Grial. 
Por su parte, dada la reescritura que Garci Rodríguez de Montalvo lleva a 
cabo del texto medieval del Amadís (n° 2), se ha considerado pertinente dife-
renciar en este caso entre el texto medieval y el renacentista; no así con el 
del Tristán, o el Baladro del sabio Merlín o la Demanda del Santo Grial, que, a pesar 
de ser conocidas gracias a impresiones incunables o de los primeros años del 
siglo xvi, no han sufrido una transformación textual comparable.Cada uno de los textos se han estructurado de la manera siguiente: 
a) Una cabecera, en donde, junto a los datos bibliográficos de cada uno 
de ellos, se indica el responsable de la edición. 
b) En "Testimonios conservados", se indican sólo las ediciones, o los tes-
timonios manuscritos. En la reciente Bibliografía de los libros de caballerías castellanos 
de Daniel Eisenberg y Ma Carmen Marín Pina (2000), pueden consultarse los 
ejemplares conservados de cada una de ellas, por lo que no hemos creído 
conveniente aumentar el volumen de la Antología incluyendo este dato. 
c) Se acompaña cada texto de una escueta bibliografía, en donde se indi-
ca su número en las bibliografía de los profesores Eisenberg y Marín Pina, 
antes indicada (en el caso de que apararezca), la edición moderna existente 
o la más recomendada (en el caso, muy extraño, de existir varias ediciones 
de un mismo texto), y una serie de estudios básicos que se hayan acercado 
a la obra, primando, sobre los textos clásicos, los análisis más modernos. 
10
 Una excelente antología de los mismos puede consultarse en Carlos Heush, La caballería 
castellana en la baja edad media. Textos y contextos, con la colaboración de Jesús Rodríguez Velasco, 
Montpellier, Université de Montpellier, III, 2000. 
1
 En su gran mayoría aparecen en la antología de José María Viña Liste, Textos medievales de 
caballerías, Madrid, Cátedra, 1993, 
XXIV ANTOLOGÍA DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS 
De los criterios de edición utilizados (con un agradecimiento final) 
Para la realización de la Antología de los libros de caballerías castellanos hemos segui-
do los criterios de edición de la colección los Libros de Rocinante del Centro de 
Estudios Cervantinos (Alcalá de Henares). Criterios que han sido elaborados 
al margen de las dos posturas que, al parecer, se encuentran enfrentadas a la 
hora de editar textos de los Siglos de Oro: la "conservadora" frente a la 
"modernizadora". Sí que se han tenido en cuenta dos principios metodológi-
cos defendidos por José Antonio Pascual y Pedro Sánchez-Prieto Borja, que 
ponen algo de luz a un campo extremadamente oscuro por poco transitado: 
por un lado, se considera que la disputa (o discusión) antes indicada a la hora 
de editar textos renacentistas no debe plantearse tanto en si se debe moder-
nizar o no un texto "sino en proporcionar al lector un texto susceptible de 
ser comprendido de la mejor manera posible"18; y por otro, "el principio que 
debería guiar toda propuesta es el de la coherencia de las soluciones en dis-
tintos planos. Si el editor introduce puntuación para reflejar la sintaxis del 
texto, para que éste sea comprensible, por la misma razón deberá acentuar 
discriminatoriamente, intervenir en la 'unión y separación de palabras' con 
criterio lexicográfico, o discriminar las grafías por su valor fonético, de acuer-
do con la lexicología. Los criterios de presentación se constituyen así como 
un todo indivisible en el que cada decisión exige otras decisiones"". 
De este modo, y con la doble intención de presentar un texto que sea enten-
dido de la mejor manera por el lector moderno (en otras palabras, en donde 
se establezca la misma relación con la forma gráfica de las palabras que tuvie-
ron los lectores de su época), y desde la coherencia de las soluciones adopta-
das, se han seguido los siguientes criterios a la hora de editar los textos: 
1. Grafías 
- u, v, b. Se usa la grafía u para el valor vocálico, frente a v, para el con-
sonantico Qcauallo —» cavallo, avn —> aun). Por su lado, se mantiene el uso de v y 
b según las lecturas que se documenten en el texto base utilizado para la rea-
lización de la edición. 
-i,j,y. Del mismo modo, se usa la grafía i para el valor vocálico (incluso en 
el caso de contextos semivocálicos, en donde suele aparecer la grafía y. cuydar —> 
cuidar), mientras que y se reserva para el consonantico prepalatal. Por su parte, 
se reserva el uso de j para: [1] la posición final absoluta de QdXdfoiiL {muy, rey), [2] 
18
 "La edición crítica de los textos del Siglo de Oro: de nuevo sobre su modernización gráfi-
ca", Estado actual de los estudios sobre el Siglo de Oro (Actas del II Congreso Internacional de Hispanistas del Siglo de 
Oro), ed. por Manuel García Martín, Ignacio Arellano, Javier Blasco y Marc Vits, Salamanca, 
Universidad, 1988, pp. 37-57; cita. p. 47. 
" Cómo editar los textos medievales, Madrid, Arco/Libros, 1998, pp. 104-105. 
INTRODUCCIÓN XXV 
la conjunción copulativa, en el caso de documentarse, y [3] el valor consonan-
tico mediopalatal (cuio —> cuyo). 
- Se respeta el consonantismo del texto base, incluso en sus alternan-
cias, como en el empleo de nasal -m- o -n- ante bilabial -p-, -b- (enperador / empe-
rador), así como la ausencia o presencia de h. Sólo se llevan a cabo algunas 
intervenciones, que se concreta en las siguientes: 
- Digrama qu-. Se mantiene la grafía qu- ante las vocales e/i (que, quien, quin-
ce..?), pero se ha de transcribir como c (/k/) seguido de a/o/u, aunque sea 
tónico (quando —> cuando, qual —* cual). 
- r, rr. Se usa r tanto al inicio de palabra como tras consonante (Ra^on, trabón —> 
ra^ón, onrra —> onra). Por otro lado, se utiliza la grafía rr para todos aquellos con-
textos de la vibrante múltiple: es habitual que el reparto de los valores de las 
grafías r y rr venga determinado más por el contexto que por el dibujo de las 
mismas. De este modo, no se considera un error por omisión la presencia de 
r como valor de vibrante múltiple, y se deberá normalizar su grafía según su 
valor fonético, identidad que sí que posee para el lector actual (fiera —> tierra). 
Lo mismo sucede para posibles errores tipográficos del componedor, al que 
no debe otorgársele (siempre) un papel activo en la transmisión de los textos. 
- c, g. Se prefiere el uso de c ante e, i (pelo —> cielo), mientras que la ¡ se debe 
mantener (o restituir) ante a,o,u, para distinguirse de la oclusiva velar (cabera, 
cabeca —> cabera). 
— s - , -ss- / j , x. Se debe mantener la alternancia que aparece en el texto base 
del reparto entre -s- / -ss- y de j I x, aunque hemos de tener en cuenta que 
la distinción entre sorda y sonora en una de las primeras de perderse en la 
fonología del castellano medieval. 
- Grupos cultos. A pesar de las peculiaridades (desde la connotación latini-
zante o el ropaje arcaico) que presentan en diferentes textos (y contextos 
culturales) a lo largo del siglo xvi, se prefieren las siguientes normalizacio-
nes que se basan en el principio antes indicado de la necesidad de ser cohe-
rentes en todas las decisiones de presentación gráfica de los textos de la 
Antología; de este modo, no podemos aceptar normalizar el uso de ulv (por 
poner sólo un ejemplo), y en cambio mantener los grupos cultos por apego 
a una tradición crítica que los entiende (sin un verdadero análisis diacróni-
co) como ejemplos de influencia o connotación latinizante: [1] la letra ch se 
reserva para su valor palatal, por lo que el grupo culto ch debe ser sustitui-
do por las grafías que representan el sonido velar (/W) (charidad —» caridad, 
Achiles —> Aquiles); [2] el grupo culto th- se reduce a la dental / (thesoro —> teso-
ro, Matheo —> Mateo); [31 el grupo culto ph- se reduce a la fricativa / (Phevo —> 
Fevo, propheta —> profeta). Sólo se mantienen aquellos grupos que el editor con-
sidere que tienen un reflejo fonético (así en especial ante los grupos como 
gn -digno/diño-, bd —cobdol codo-, pt -septiembre /setiembre, Ct —víctorlvítor-, o bs —subs-
tancia / sustancia); y lo mismo puede decirse del grupo de geminadas: -bb-
(abbad ~ abad), ce (peccado ~ pecado), pp (apparecer ~ aparecer), ff (effecto ~ efeto / efec-
XXVI ANTOLOGÍA DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS 
La dificultad de establecer un único criterio para un corpus tan amplio y 
heterogéneo, llevan a proponer en estos casosun criterio propio para cada 
texto, en donde se debe establecer el valor meramente gráfico (y por tanto, 
deberá reducirse por su valor meramente denotativo) o fonético (y por tanto, 
debería mantenerse). 
- Las abreviaturas se desarrollan sin ninguna indicación. Un caso muy 
habitual es la aparición de (jhu) xpo, que, según lo dicho anteriormente, debe-
mos presentar como (Jesu) Cristo (y no -jhesu- Christo). El signo tironiano en 
CLialquiera de sus realizaciones (& / x) se transcribirá como e. Se mantendrá 
la alternancia y / e para la conjunción copulativa tal y como aparece en el 
texto base. 
2. Unión y separación de palabras 
- La unión y separación de palabras supone una de las primeras inter-
venciones críticas del editor, por lo que se seguirán, como norma general, los 
usos normalizados del español actual, con las siguientes adaptaciones al sis-
tema del español de los Siglos de Oro: 
- En el caso de fusiones por fonética sintáctica, se deben discriminar 
secuencias que pueden llegar a confluir: dello —> d'ello, del —> d'el, d'él, dé-1, destas 
—> d'estas, aunquen —> aunqu'en...) 
- Se presentarán en un solo tramo los adverbios en -mente {primera mente —> 
primeramente). 
3. Mayúsculas y minúsculas 
- Se seguirá para la distinción entre mayúsculas y minúsculas los criterios 
actuales del español, dadas las continuas disfunciones que se documentan en 
su empleo en los impresos y manuscritos de los Siglos de Oro (procedentes 
de los usos gráficos medievales). 
- En contra de lo señalado por la Real Academia (1999, § 3.5.a), las pala-
bras que expresan poder público, dignidad o cargo importante (emperador, rey, 
conde, caballero...) se escriben con minúsculas, y así se dirá "era rey de Dacia"; 
no así cuando la dignidad o cargo se convierte en el sobrenombre de uno de 
los personajes (Caballero de la Selvajina Dama, Caballero del Arco..?), o sustituye el 
propio nombre (Emperador de Trapisonda, Rey de Dacia...). 
4. Acentuación 
- La acentuación se entiende como medio para la presentación de una 
propuesta crítica del texto. Se acentúa siguiendo las normas vigentes, tenien-
do en cuenta el valor diacrítico que adquiere en las siguientes parejas 
- á (verbo) / a (preposición) 
INTRODUCCIÓN XXVII 
- é (verbo) / e (conjunción) 
- dé (verbo) / de (preposición) 
- dó (verbo y pronombre interrogativo) / do (adverbio) 
~j (adverbio) / j (conjunción) 
- só (verbo) / so (preposición y pronombre posesivo) 
- Por su parte, se distingue entre vos/ vos y nos / nos según sean átonos o 
tónicos, al margen de su función sintáctica. 
5. Puntuación 
- Se intentará por medio de los signos de puntuación del español actual 
tanto ofrecer un texto comprensible al lector actual como intentar mantener 
la prosodia de los textos caballerescos teniendo en cuenta dos grandes difi-
cultades: por un lado, se encuentra muy lejana de nuestro sistema sintáctico; 
y por otro, en ocasiones los autores de libros de caballerías muestran un esca-
so dominio de las cláusulas sintácticas; muy alejados, por tanto, de los gran-
des narradores del siglo xvi. 
- En todo caso, se tendrá en cuenta la particular puntuación del texto base 
como paso previo para la puntuación de la edición. 
6. Otros signos 
- Entre paréntesis cuadrados ([ ]) se indicarán las enmiendas textuales que 
lleva a cabo el editor, y entre ángulos (< >) las letras que deben ser suplidas 
para una mayor inteligibilidad del mismo. En este caso, se ha de diferenciar 
claramente lo que es el texto de lo que es el ejemplar: en la Antología se 
ofrece el "texto" de una edición concreta de un libro de caballerías castella-
nos, un "texto ideal"; por esta razón, lejos de nuestra intención queda el de 
ofrecer una transcripción de un "ejemplar" concreto (el que se utiliza en un 
momento determinado o el único que no han transmitido el texto), por lo 
que no deben reflejarse los errores tipográficos que son tan abundantes en 
algunas de nuestras ediciones caballerescas. 
- Entres llaves ({ 1) se indicarán las anotaciones marginales que aparecen 
en algunos testimonios manuscritos. 
- En el caso de los textos medievales fragmentarios (Amadís de Gaula, Tristán 
de Leonís), entre corchetes ([ ]) se indican aquellas lecturas que se restituyen 
y que han desaparecido del testimonio conservado. 
Estos mismos criterios son los que hemos utilizado para la edición de los 
textos medievales caballerescos. 
Todos los textos, en la medida de lo posible, se han editado a partir de 
sus fuentes primarias. En el listado inicial, se indica con una flecha qué tes-
timonio manuscrito o qué edición se ha utilizado. En el caso de los manus-
XXVIII ANTOLOGÍA DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS 
critos, se ha cotejado la transcripción con el original o con un microfilm (a 
excepción del Lidamarte de Armenia [n° 51])- Para los impresos, se ha utilizado 
como principio metodológico la primera edición de la que se han conserva-
do ejemplares. 
Al margen de los motivos y finalidad de esta antología, de la pertinencia de 
su contenido o de su utilidad, este libro muestra las múltiples posibilidades, 
siempre positivas, que ofrece el trabajo en equipo. Desde la idea inicial hasta 
el libro que tienes entre las manos, este proyecto sólo ha sido posible gracias 
a que una serie de personas, todas las que aparecen como editores y algu-
nos más, han confiado en él. Además de los editores de cada uno de los tex-
tos, que han dedicado muchas horas de su tiempo a editarlos, a estudiarlos, 
a comprenderlos, no quisiera dejar en el silencio otros que, de la misma 
manera, han hecho posible que este libro exista: a Florencio Sevilla, que en 
julio del 2000 me propuso colaborar en la organización de la XXI Edad de Oro, 
dedicada a los libros de caballerías, verdadero germen de esta publicación; a 
sus colaboradores en la Universidad Autónoma de Madrid, que convierten el 
(ingrato) trabajo de la organización de un evento científico en una diversión; 
a Magdalena León y David Mañero que ayudaron en la transcripción de algu-
nos textos caballerescos; al Centro de Estudios Cervantinos por la útilísima 
labor que está realizando en dar a conocer la literatura de los siglos xvi y xvn, 
a Carlos Alvar, que siempre recibe nuestras propuestas con entusiasmo y a 
Cervantes, que un día, como su don Quijote, quiso "tomar la pluma y dalle 
fin al pie de la letra" a un libro de caballerías, escribiendo entonces su Ingenioso 
Hidalgo don Quixote de la Mancha, J2L que "otros mayores y continuos pensa-
mientos no se lo estorbaron". Vale. 
José Manuel Lucía Megías 
Madrid, febrero 2001 
TEXTOS 
*w^^T»98E^i^p¡KPíf*f 
T ^ ^ - - i M . . M u g . | . T . . r ^ ? a ^ ^ r ^ r - - ( f f i » J , ) P | r ^ T ' t l 
^-¿^^. • re iá fearsgcsr t gasa* 
1. ADRAMON 
(principios del siglo xvi) 
por 
José Manuel Lucía Megías 
TESTIMONIO 
[1] Bibliothéque Nationale de France (París): ms. Esp. 191 [—>] 
TEXTOS 
1. El príncipe Dionís es corona-
do como rey de Polonia 
I^n siendo de día, el príncipe vio la a claridad por unas vidrieras, llamó 
que le diesen de vestir. Preguntáronle qué 
ropas quería que le diesen, respondió: 
-Las de ayer, que otras vezes avía 
traído. 
Salió a la sala donde halló muchos 
señores que le estavan esperando y, 
aunque ropas ni atavíos nuevos no avían 
sacado, ivan tan ricamente vestidos y 
ataviados de lo que en sus casas tenían 
que poca falta hizo sacar cosas nuevas, 
que salieron tan ricos y tan ponposos y 
galanes de vestidos, collares y cadenas 
y guarniciones de cavallos que no se 
podría dezir. Baxando el escalera, halló 
un hacanea ruana con la guarnición toda 
negra, en la cual fue a la cartuxa, acon-
pañado de muchos grandes y señores y 
gran multitud del pueblo. Apeado, entró 
en la iglesia; llegado a la puerta de la red 
que en la capilla del altar mayor estava, 
donde losenterramientos de los reyes de 
Polonia estavan, se hincó de rodillas y 
hizo oración muy devotamente un cuar-
to de hora-, después entró en la capilla y 
fuese a los sepulcros o monimentos 
adonde sus reyes, señores y padres esta-
van; haziéndoles gran acatamiento y 
reverencia, se tornó a hincar de rodillas 
y les hizo un muy hermoso razonamien-
to como si bivos estuvieran, de gran 
dolor y muy concertado. Acabado, 
levantóse en pie y besó las manos de los 
bultos que sobre las sepulturas estavan, 
que heran de avolio que acá llamamos 
marfil, labrado de relieve de muchas 
figuras y de otras muy delicadas lavores 
con mucho oro, que dudo otro tal se 
pudiese hallar. Besadas las manos con el 
acatamiento que antes de defuntos solía 
hazer, no cesando de les hablar y dezir 
lo que quería, luego los cantores 
empegaron la misa, la cual dixo el 
Arzobispo de Paludi, capellán mayor. El 
príncipe se fue a la confisión de la misa, 
la que con mucha solenidad fue dicha. 
La corona que el Papa Bonifacio enbió al 
buen rey Timoteo fue puesta en el altar 
BIBLIOGRAFÍA: Eisenberg-Marín: n° 624. EDICIÓN: Gunnar Anderson (ed.), Newark, Delaware, 
Juan de la Cuesta, 1992. ESTUDIOS: Cacho Blecua (1995) y Lucía Megías (2001c). 
4 ANTOLOGÍA DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS 
real y un estandarte y un pendón real y 
un estoque, lo que todo fue bendito por 
el capellán mayor. 
Acabada la misa, sin ninguna cerimo-
nia, el Arzobispo dio la bendición y el 
agua bendita; luego salieron de la sacris-
tía ira reyes de armas, con sus cotas y 
vergas en las manos, y tras ellos mi 
maceros con sus macas muy grandes y 
ricas, y cotas con las armas de Polonia, 
los cuales yendo al rey; él se levantó de 
su estrado y se fue a los monimentos y, 
puesto a los pies de sus padres, dixo al 
gran condestable, que lo estava mirando, 
que hiziese lo que avía de hazer. El rey 
se hincó de rodillas, el condestable fue 
al altar y dio el estandarte al alferes 
mayor del reino, que de juro y de here-
dad lo tenía, al buen Bernaldo, conde de 
Marcara, honbre de L años; el pendón 
real dio al esforcado y buen cavallero 
Narciso, antiguo criado del rey Máximo, 
el cual siempre gelo da va; el cetro rogó 
a Gotardo, el gran chanciller, que lo 
tomase y, siendo él muy cortés y no que-
riendo abracar mucho, se escusó dizien-
do que el un oficio que tenía le bastava, 
que lo diesen a otro; diolo a Arnao, 
conde Ben; él tomó el estoque, sacándo-
lo, dixo ni vezes en alta boz: 
-¡Polonia, Polonia, por el rey 
<Leonís> [Dionís], nuestro derecho y ver-
dadero señor! 
Dicho cada vez, callava un poco y 
preguntava si avía alguno que dixese el 
contrario. Dicha la tercera vez, vino 
delante del rey, hincando las rodillas en 
el suelo y hizo un muy hermoso razona-
miento; acabado, puso el estoque al rey 
en la mano derecha; luego partieron del 
altar el estandarte y pendón real, dizien-
do los que los traían: 
-¡Polonia, Polonia, por el rey 
<Leonís> [Dionís], nuestro natural y ver-
dadero señor! 
Cuando el uno acaba va, el otro 
comencava y d'esta manera dieron una 
buelta por la capilla; tornaron delante 
del nuevo rey donde estuvieron de rodi-
llas. Luego los ira reyes de armas se 
pusieron a los ira cantones de la capilla, 
diziendo cada uno d'ellos: 
-¡Polonia, Polonia! etc. 
Acabado de dezir tres vezes, movie-
ron los mi maceros, cada uno con su rey 
d'armas, delante; todos juntos enpecaron 
a dezir: 
-¡Polonia, Polonia! [etc.] 
Luego salieron de la sacristía el abad 
y flaires con capas muy riquísimas, que 
hartas tenían; fueron al altar y tomando 
en medio al capellán mayor, que la coro-
na llevava, fueron al rey y dichas muchas 
oraciones y dadas muchas bendiciones, 
el arzobispo le puso la corona. Luego el 
conde Ben le dio el cetro y, antes que lo 
tomase, dio el estoque a Niceto, hijo 
mayor del Duque de Foya, su paje de 
cámara, que siempre delante del rey lo 
llevase. Puesta la corona, cuantos en la 
iglesia estavan, enpecaron a dar bozes: 
-¡Polonia, Polonia, biva, biva 
<Leonís> [Dionís], nuestro natural señor! 
Acabado todo, el rey se levantó y 
quitando la corona tornó a besar las 
manos a los bultos de sus reyes, señores 
y padres; y hechas muchas reverencias y 
acatamientos, se partió, siempre la coro-
na en la mano, hasta que fue fuera de la 
capilla y con muchos gritos y alboroto 
salieron del monesterio; muchas cerimo-
nias y solenidades se dexaron de hazer 
porque el rey no quiso. 
Entrados en la villa, dio una pequeña 
buelta por ella; fuese a descavalgar a 
palacio, que ya heran ra horas después 
de medio día; luego fue traído el manjar, 
sentóse a comer; muchos señores y gran-
des estavan presentes, hablavan en 
muchas cosas de plazer. Aleada la mesa, 
el rey se retraxo a reposar y cada uno se 
fue a su posad, (ff. 9v-10r). 
ADRAMON 5 
2. El r e y e s t r a i c i o n a d o y m u e r -
to. Fedrique consigue salvar al prín-
cipe Adramón, con quien parte para 
Italia 
Fed r ique d ixo a sus barqueros: -¡Hermanos míos, ya veis la gran 
traición!, -llorava en gran manera-, ¡ya 
veis que si el rey y el príncipe son muer-
tos, que a este niño viene todo el reino 
y será rey! Hazed como fieles vasallos lo 
que yo os diré, que yo os juro y prome-
to, a la fe de cavallero y por Dios todo 
padre poderoso, de hazeros hazer tantas 
mercedes que dexés el oficio que traes y 
seáis ricos y honrados vosotros y los que 
de vosotros vinieren. 
Todos, quien llorando, quien gritan-
do le dixeron: 
-¡Manda, señor, lo que querrás, que 
lo haremos aunque non cueste la vida! 
-¡O, Nuestra Señora Bendita, que con 
tanta fatiga y peligro huíste con tu hijo 
chiquito, acorre y guarda a esta criatura 
para que se salve y no venga en poder 
de sus enemigos, y que hagan d'él lo 
que an hecho de su padre y hermano! 
¡Hermanos, torna la barca camino de Si-
gismunda porque nos apartemos de las 
ásperas montañas! 
-Así lo haremos, señor. 
Buelta la barca, diéronse tanta prisa 
en remar que en poco tienpo llegaron al 
cabo del lago; hallaron dos carros del 
rey con cada mi cavallos cada uno. Man-
dó Fedrique a los barqueros y a los que 
con él venían que a nadie dixesen lo que 
avía acaescido. Baxó en tierra y llamó a 
uno de los carreteros, díxole: 
-Toma dos cavallos des'otro carro y 
ponedles en el vuestro, porque el rey 
m'enbía a Sigismunda con el infante, que 
se á sentido malo. 
El carretero dixo: 
-Yo lo haré de grado. 
Puestos seis cavallos en el carro, sacó 
al infante de la barca y dos cofres pe-
queños y uno algo mayor, con muchas 
joyas de gran valor; puestos en el carro, 
a una dueña y tres mugeres que venían 
en la barca mandó que las llevasen en el 
otro carro, y de los suyos y de los del in-
fante, los que pudiesen llevar; los otros 
que se fuesen a pie o esperasen otros ca-
rros. Mandó al carretero que tirase cami-
no de Sigismunda. Cuando fue tres le-
guas del lago, dixo: 
-Amigo, por amor mío, que tomes el 
camino más corto para Rogena, porque 
en Sigismunda quicá no avrá físicos ni 
boticarios tales que les serán menester ni 
el servicio como en Rogena. 
Respondió: 
-Manda, señor, lo que querrás, que 
yo lo haré de grado. 
-¡Vamos, en nonbre de Dios! 
Y con seis cavallos parescía que el 
carro bolase. A la meitad del camino de 
Rogena, topó con un carro en que un 
hermano suyo venía, con mi cavallos 
muy buenos. Como lo conosció, dixo: 
-Hermano, dadme este carro hasta 
Rogena, y vos irés en este carro del rey 
que yo trayo. 
Baxando de los carros, apartó al her-
mano, díxole: 
-Andad cuanto pudierdes, que halla-
res hechos muchos males y traiciones. Y 
si os preguntaren por mí, no digáis que 
me aves visto en ninguna manera. Id en 
buen hora y rogá a Dios que nos guíe y 
encamine. 
El hermano quisiera ir con él o saber 
algo. Fedrique le dixo: 
-Id presto,que allá seres menester. 
No cures de saber más. 
Fedrique pasó al infante al carro y los 
cofres, que muy buena cama traía, y al-
gunas cosas de comer; puestos en el ca-
rro, dixo al carretero: 
-Hermano, tira camino de Rogena. 
Así lo hizo. Llegando cerca de Faco-
nia topó con un carro bueno y bien cu-
bierto con mi cavallos muy buenos; su 
6 ANTOLOGÍA DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS 
oficio era llevar y traer mercaderes. En-
parejando los carros, Fedrique dixo al 
carretero: 
-Amigo, descavalgá si os plaze, que 
os quiero hablar. 
Respondió: 
-Soy contento. 
Y descavalgando, Fedrique lo apartó: 
-¿Hios alguna parte que seáis obliga-
do o is a buscar dónde ganéis? 
-Señor, voy a buscar la vida. 
-¿Querésme llevar hasta Letarmer, 
que es el postrer lugar de Polonia, que 
son d'aquí allá ocho jornadas, y si bien 
andamos no serán seis? 
-¿La paga será tal que lo haré? 
-¿Qué querés que os dé? 
-Señor, bien meresco por ir en cinco 
días, como querés, xx pesos de horo, 
-Por mi fe, -dixo Fedrique-, soy con-
tento, porque me pareces onbre de bien, 
aunque es mucho. 
Tomó un portacartas, luegos gelos 
dio. Pasó la cama que traía y los cofres 
aquel carro, y después al infante; antes 
que lo metiese en el carro, le dio de co-
mer (una tetilla de un capón, fianbre y 
pasas y higos que traía) y dexólo andar 
un poco por un prado. Dio al carretero 
xi pesos de oro, y mandóle que fuese 
bolando a buscar a su amo a Sigismunda 
o al lago. Puso al infante en el carro, 
dixo: 
-Amigo, vos hazed toda la diligencia 
que pudierdes, que yo os pagaré el vino; 
y donde supierdes que ay buenas cosas 
para comer y buen vino, comprares a to-
dos, que yo os daré el dinero. Las no-
ches querría que durmiésemos en pobla-
do por este niño. 
-Así lo haremos; en lo de las provi-
siones, dexadme el cargo. 
Fedrique le dio dies monedas de oro 
para conprar, diziendo: 
-No dexés de conprar lo bien por es-
caseza. (ff. 72v-73v). 
3. Venturín es armado caballero 
Lu e g o la d a m a pasó delante y dixo d'esta manera: [...] 
-La fama que por el mundo buela, de 
las muchas virtudes, grandeza y liberali-
dad de vuestra señoría nos á dado alas y 
coracón para venir de lexas tierras a ver 
y hablarvos en esta solene fiesta. Y pues 
d'ello mucho provecho resulta, y en es-
pecial a las personas que poco pueden y 
son agraviadas, y para el castigo y re-
prensión de los delincuentes y malhe-
chores, y pues principalmente los que 
esta tan alta horden reciben se an de en-
plear en honrar y favorecer dueñas y 
donzellas y biudas y menores, pues poca 
defensa y mucha necesidad tienen de ser 
favorecidas, ayudadas y defendidas; y 
pues d'este número, muy noble y mag-
nífico señor, somos, querríamos que par-
te nos cupiese, y por esto traemos este 
novel, para que vuestra señoría le dé la 
horden de cavallería, porque siendo he-
cho a nuestra suplicación más obligación 
nos terna; y para que todo el mundo co-
nosca cuánta obligación á de tener a 
dueñas y a donzellas, trae en este escu-
do la pintura que clara paresce que son 
damas y donzellas, -dixo-. Señor que 
ningún estorvo tiene por el cual no se le 
dava dar, jurando a Dios a estos Santos 
Evangelios, -poniendo la mano en un 
misal que pidió-, que es engendrado de 
legítimo matrimonio, y por entr'ambos 
padres y sus IIII avuelos la marece; y si 
muy mayor fuese, la merecería no avien-
do en él ni en sus antecesores raca ni 
mésela de mala sangre. Y no me alargo 
a dezir más porque mi comisión no lo 
consiente ni tampoco a vuestra señoría 
ni a él conviene por agora sabello. Y si 
d'este jurament, muy noble y magnífico 
rey, no os fiáis, -vuelta a una dama, tomó 
un cofre abierto; estava lleno de joyeles 
y cadenas y cosas de horo con muchas 
piedras y perlas, diziendo-, he aquí este 
ADRAMON 7 
cofre que os doy en prendas, que vale 
más de cincuenta mil nobles de la rosa, 
para que si jamás se hallare el contrario 
de lo que digo, que vuestra señoría haga 
y disponga d'él como de cosa suya; y si 
con el tienpo fuere informado con mu-
cha certeza que lo que tengo dicho es 
verdad, que bolviendo o enbiando por 
él, me lo mande tornar y restituir. Y si 
por enbidia o por ser alguno mal acon-
dicionado, querrá dezir que lo que ten-
go dicho no es así, estos dos cavalleros, 
de tanta hedad como veis, sosternán y 
mantendrán que todo lo que he dicho es 
verdad, haziendo desdezir o vencer a 
cualquiera que contra lo que tengo di-
cho querrá oponer y deziF algo. 
Y los otros cavalleros, ¿qué dezís? 
-Que para la horden que recebimos 
de cavallería, juramos y prometemos de 
guardar y mantener todo lo que vos, 
dama, aves dicho y proferido, y para en 
señal y certeza d'ello echamos los guan-
tes derechos. 
Y luego los echaron delante del rey. 
diziendo: 
-Quien contra lo sobredicho o parte 
cfello querrá dezir algo, pase adelante y 
tome el guante que más le agradare. 
Antes que la dama enpecase su ha-
bla, todos los noveles eran tornados a 
entrar por ver y saber qué cosa hera; to-
dos se juntaron muy cerca, que bien 
oyeron todo el razonamiento de la dama 
y cavalleros, de lo cual todos estavan 
muy maravillados; estuvieron callando 
una pieca. Dixo la dama: 
-No cabe pensar ni dudar en lo que 
tengo dicho, que si supiéredes quién es 
y cuánto este novel á de servir a Dios y 
a personas necesitadas y tanbién cuanto 
la merece por sus antecesores, vuestra 
señoría enbiara por él para gela dar. 
El rey dixo: 
-Por mi fe, dama, que no me sé de-
terminar. Hermanos, hijo y vosotros ca-
valleros, ¿qué os paresce? ¿Qué os pare-
ce que haga, que no sé tomar partido? 
Cuantos en la iglesia estavan davan 
bozes, aleando las manos derechas, di-
ziendo: 
-¡Dégela vuestra señoría! ¡Dégela 
vuestra señoría! 
Como el rey oyó lo que todos a un 
boz dezían, buelto a su nieta, la infanta, 
le dixo: 
-Y vos, hija, que sois pura y sin pe-
cado, ¿qué dezís? 
Luego se puso de rodillas, diziendo: 
-Que suplico a vuestra señoría que 
gela dé. 
-Agora os digo, -dixo el rey-, que es 
volunta de Dios. Llegalde acá, quitalde el 
almete o alce la vista. 
-No se cure vuestra señoría por ago-
ra d'eso, que no pasarán años ni meses 
ni semanas que lo conoscerá, y verá 
vuestra señoría y toda su corte. 
-Sea en nonbre de Dios, -dixo el rey. 
¿Qué pedís, hijo? 
Respondió el novel: 
-Señor, ser cavallero. 
-Pues dadme su espada. 
Uno de los cavalleros, que el espada 
traía en la mano, se quitó el sonbrerete y 
se fue al príncipe: 
-Señor, vuestra merced sea su padri-
no, y dé esta espada al rey. 
El príncipe se levantó riendo, dixo: 
-Cavallero, no sé con qué ni cuándo 
pueda pagaros el alegría que m'avés 
dado en querer que yo sea su padrino. 
Tomando el espada, el señor Roger 
llegó con él y mucho miravan la hechu-
ra y riqueza del espada. Sacada de la vai-
na, tomada por la punta, la dio al rey y, 
aunque hera harto luenga y ancha, no 
parescía al rey que tenía nada en la 
mano. Dixo otra vez: 
-¿Qué pedís, hijo? 
Respondió el novel: 
-Señor, ser cavallero. 
Dixo el señor Rogel: 
» A N T O L O G Í A DE L I B R O S DE 
-Esta es la mejor espada y mejor y 
más ricamente guarnecida que jamás vi. 
El rey la miró mucho y rodeava en la 
mano; dixo el señor Roger: 
-Para ver la riqueza y hechura, tienpo 
á menester. 
El rey tornava el espada al príncipe, 
dixo: 
-Halo vuestra señoría cavallero, que 
aún no le á dado la horden de cavallería 
que él ni su dama piden. 
-Por mi vida, -dixo el rey-, que se me 
avía pasado de la memoria. Hijo, ¿qué 
pedís? 
-Señor, ser cavallero. 
Dándole con el espada sobre el al-
mete, dixo: 
-¡Dios os haga buen cavallero! 
Tornó el espada al príncipe, el cual 
creyó que le dixera que gela ciñiese; el 
cavallero que gela dio gela tornó a pedir, 
diziendo:-Harta merced á sido querer ser su 
padrino. 
Tomada el espada se fue delante de 
la infanta, diziendo: 
-Pues á de ser cavallero de las damas, 
y así s'á de llamar, justo es que dama y 
donzella le ciña el espada. Por tanto, se-
ñora mía, vuestra merced gela ciña. ' 
La cual, tomando el espada, sin espe-
rar licencia ni [de] madre ni de avuelo, 
baxó del cadahalso y muchos señores 
con ella, fue a donde el novel estava. 
Hecho gran acatamiento al rey y tíos y 
padre, gela ciñó muy desenbueltamente; 
ceñida, dixo: 
-¡Dios os haga buen cavallero y sea 
con vos y os guarde! 
El novel se le humilló mucho y quiso 
tocar la mano; ella no quiso, y se tornó 
al cadaalso. Luego el otro cavallero tomó 
las espuelas, escogió la derecha y fuese 
al señor Roger, diziendo: 
-Señor, pues tan buen principio y me-
dio á ávido la cavallería d'este novel, 
vuestra señoría le dé buen fin, y sea que 
CABALLERÍAS CASTELLANOS 
le calce el espuela, que en algún tienpo 
lo servirá al rey y a todo su linaje. 
El señor Roger se levantó con mucha 
alegría, diziendo: 
-Yo soy el que gano en esta merca-
dería, y no solamente la una, mas las dos 
le calcaré. 
Lo cual hizo luego. 
-Una cosa á acaecido en el armar este 
cavallero, -dixo el cardenal-, que jamás 
creo que se vio. 
¿Qué, señor hermano? 
-Que tres vezes le preguntó vuestra 
señoría si quería llamándolo hijo, que no 
creo que á sido sin misterio. 
-No miré en ello. 
Hecho esto, dio la horden a los que 
faltavan. (ff. Il6r-117r). 
4. Triste final del autor del libro 
rr n a d o s a la cibdad, enbióme a lla-mar el rey, y en presencia del du-
que muy afectuosamente me mandó que 
dexase de escrevir por algún tienpo has-
ta que él me lo mandase, en lo cual mu-
cho servicio le haría, que no tardaría mu-
cho que tendría qué escrevir y cosas 
grandes y de mucha importancia. Res-
pondí: 
-Yo haré, señor, de grado lo que 
vuestra señoría me manda, como hize en 
escrevir lo que el rey, mi señor y vuestro 
padre, me mandó, porque su prisión y 
los tienpos an sido tales, y mis males y 
enfermedades y trabajos tantos y tales 
que no me podré sufrir ni esperar. 
El rey, sin que más dixese, me dixo: 
-No cures, que yo proveeré larga-
mente. 
Esperé algún tienpo y nunca vi tal 
provisión ni mercedes y, como ha mu-
chos años que estoy en la corriente de 
desdichas y desventuras, pérdidas y tra-
bajos, visto que el rey no s'acordava ni 
acordó de mí, atribuílo a mi desdicha y 
ADRAMÓN 9 
mala suerte y no ha su grandeza y libe-
ralidad, pues el rey Adramón, más por 
presto, digo, que por escaso, se deve te-
ner, según las grandes y continuas mer-
cedes que acostunbra a hazer, las cuales 
no principia después de rey que, siendo 
cavallero andante, por donde pasava de-
xava a todos espantados de las dádivas 
que clava sin querer recebir presente, dá-
diva ni merced de ningún príncipe del 
mundo. Esto no lo digo por creces ni en-
salmar sus cosas, mas porque veáis claro 
cuánta es mi desventura y desdicha que 
basta matar y atar las manos a príncipe 
tan liberal, que comigo no pueda hazer 
lo que con todo el mundo ha hecho y 
haze. 
Deliberé irme por el mundo como el 
corcho sobre el agua por ver si cesara el 
viento de mis males, y mi áspera fortuna 
amainara, y si mi quietud y bonanca hará 
algún principio para mi descanso. Deli-
beré, pues, escrevir de visavuelo y avue-
lo, de padre y de hijo, de jamás tomar 
péñola para escrevir, sino seguir mi mala 
y perversa ventura; y si escriviere, será 
d'ella, que no poco tendré qué dezir y 
qué contar y escrevir, pues soy cierto 
que cama y cintura y malaventura nunca 
faltó a los desdichados, tampoco faltará 
a mí . Laus Deo. 
Este libro es acabado 
d'escrevir y de hordenar. 
El gran Dios sea loado 
que tanto tienpo m'á dado 
que lo pudiese acabar; 
mas lo que está por venir, 
la ra^ón claro lo enseña 
que no se sabe escrevir, 
así que quiero de^ir 
fecha carta Deus manteña. (ff. 186r-v). 
2. AMADIS DE GAULA 
(Libros I-IV) 
de Garci Rodríguez de Montalvo 
(h. 1496) 
por 
Juan Manuel Cacho Blecua 
TESTIMONIOS 
[1] [Sevilla], [Meinardo Ungut y Stanislao Polono], [1496] 
[2] Zaragoza, Jorge Coci, 1508 (30 de octubre) [H>] 
BIBLIOGRAFÍA: Eisenberg-Marín: n° 632. FACSÍMIL: Edición de 1508 (Madrid, Instituto de España, 
en prensa); edición de 1533 (Barcelona, Círculo del Bibliófilo, 1978); edición de 1535 (Valencia, 
Roig Impresores, 1996); edición de 1539 (Bogotá, Instituto Caro y Cuervo, 1992) EDICIÓN: Juan 
Manuel Cacho Blecua (ed.), Madrid, Cátedra, 1987-1988. ESTUDIOS: Avalle-Arce (1990), Cabar-
cas Antequera (1992), Cacho Blecua (1979, 1986 y 2000), Gracia (1991, 1992 y 1993), Mérida 
(1994), Ramos (1994 y 1995), Riquer (1987), Sales Dasí (1999) y Suárez Pallasa (1995 y 1998). 
10 ANTOLOGÍA DE LIBROS DE CABALLERÍAS CASTELLANOS 
[31 Sevilla, 1511 
[4] [Roma], Antonio [Martínez] de Salamanca, 1519 (19 de abril) 
[5] Zaragoza, Jorge Coci, 1521 (30 de julio) 
[6] Toledo, 1524 
[7] Sevilla, Jacobo y Juan Cromberger, 1526 (20 de abril) 
[8] Sevilla, Juan Cromberger, 1531 (22 de junio) 
[9] Venecia, Juan Antonio de Nicolini Sabio, 1533 (7 de septiembre). Edición "corregi-
da" por Francisco Delicado 
[10] Sevilla, Juan Cromberger, 1535 (22 de junio) 
[11] Sevilla, Juan Cromberger, 1539 (8 de mayo) 
[12] Medina del Campo, Juan de Villaquirán y Pedro de Castro, 1545 (1 de diciembre) 
[13] Sevilla, Jacome Cromberger, 1547 
[14] Lovaina, Servazio Sasseno (a costa de la viuda de Arnold Birckman), 1551 (20 de 
octubre) 
[15] Sevilla, Jácome Cromberger, 1552 
[16] Burgos, Pedro de Santularia, 1563 (9 de febrero) 
[17] Salamanca, Pedro Lasso, a costa de Lucas de Junta, 1575 
[18] Sevilla, Alonso de la Barrera, 1575 (28 de mayo) (a costa de Francisco de Cisne-
ros, mercader de libros) 
[19] Alcalá de Henares, Querino Gerardo (a costa de Juan Gutiérrez), 1580 
[20] Sevilla, Fernando Díaz (a costa de Alonso de Mata), 1586 (diciembre) 
TEXTOS 
1. La historia fingida 
Otros UVO d e más baxa suerte que escrivieron, que no solamente 
edificaron sus obras sobre algún cimien-
to de verdad, mas ni sobre el rastro d'e-
11a. Estos son los que compusieron las 
historias fengidas en que se hallan las 
cosas admirables fuera de la orden de 
natura, que más por nombre de patrañas 
que de crónicas con mucha razón deven 
ser tenidas y llamadas. [...] 
Y yo esto considerando, desseando 
que de mí alguna sombra de memoria 
quedasse, no me atreviendo a poner el mi 
flaco ingenio en aquello que los más 
cuerdos sabios se ocuparon, quísele jun-
tar con estos postrimeros que las cosas 
más livianas y de menor substancia escri-
vieron, por ser a él según su flaqueza más 
conformes, corrigiendo estos tres libros 
de Amadís, que por falta de los malos es-
criptores o componedores muy corruptos 
y viciosos se leían, y trasladando y en-
mendando el libro cuarto con Las sergas de 
Espkndián, su hijo, que hasta aquí no es en 
memoria de ninguno ser visto, que por 
gran dicha paresció en una tumba de pie-
dra que debaxo de la tierra, en una her-
mita cerca de Constantinopla, fue hallada, 
y traído por un úngaro mercadero a estas 
partes de España, en letra y pargamino 
tan antiguo, que con mucho trabajo se 
pudo leer por aquellos que la lengua sa-
bían; en los cuales cinco libros, como-
quiera que hasta aquí más por patrañas 
que por crónicas eran tenidos, son con ta-
les emiendas acompañados, de tales en-
xemplos y doctrinas, que con justa causa 
se podrán comparar a los livianos y febles 
AMADÍS DE GAULA ( i - I V ) 11 
saleros de corcho que con tiras de oro y 
plata son encarcelados y guarnescidos, 
porque assí los cavalleros mancebos 
como los más ancianos hallen en ellos lo 
que a cada uno conviene. (Prólogo). 
2. Nacimiento de Amadís 
Pues n o ta rdó mucho que a Elisena le vino el tiempo

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