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Investigação qualitativa em saúde

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Salud y equidad : una mirada desde las ciencias sociales / Roberto Briceño-León,
María Cecília de Souza Minayo, Carlos E. A. Coimbra Jr., coordinadores
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Source: OAI
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I mantain a coordination of a group that works since 1990 with "violence and health". This group works with several themes. And violence, education and healh is a focus of
our work. View project
They belong to a permantent investigation about qualitative approach in health, I have since 1993. View project
Maria Cecília de Souza Minayo
Fundação Oswaldo Cruz
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All content following this page was uploaded by Maria Cecília de Souza Minayo on 21 October 2015.
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 1 
 
Maria Cecília de Souza Minayo 
 
 
 
 
 
 
El Desafío del Conocimiento 
Investigación Cualitativa en Salud 
 
 
 
Novena Edición 
Revisada y ampliada 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 2 
Dedicatoria y Agradecimientos 
 
 
 
 
 
A Carlos, compañero en todas las dificultades, de todas las horas, de todos los días, de todos los 
proyectos y de todas las realizaciones. A quien agradezco también la revisión final de este libro. 
 
En memoria de Deborah, hija querida que nos acompaña con su luz y su amor. 
 
A Christiana y Miryam, hijas queridas, libres para ser y para volar, con las cuales comparto 
crecimiento, amor y esperanza. 
 
A las compañeras y a los compañeros del CLAVES, donde aprendo a convivir, compartir, dividir y 
multiplicar experiencias de trabajo en equipo, producir investigaciones, diseminar conocimientos, 
servir a la sociedad y cultivar amistades. 
 
A mis orientandos y orientandas de maestría y doctorado de la Fiocruz con quienes comparto 
conocimientos, indagaciones, descubrimientos y proyectos de vida. 
 
A Danúzia de Paula y a Marcelo Pereira que me ayudaron mucho en los aspectos técnicos finales 
de este trabajo. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 3 
Índice 
Presentación 
 
Capítulo 1 
Introducción al Desafío del Conocimiento 
 
 
 
Parte I 
Conceptos básicos sobre metodología y sobre abordajes cualitativos 
 
Capítulo 2 
Metodología de investigación social y en salud 
 
Capítulo 3 
Contradicciones y consensos en la combinación de métodos cuantitativos y cualitativos 
 
 
 
Parte II 
Teoría, Epistemología y Métodos: Caminos del pensamiento 
 
Capítulo 4 
Corrientes de pensamiento 
 
Capítulo 5 
Modalidades de abordajes comprensivos 
 
 
 
Parte III 
Construcción del proyecto de investigación: Fase exploratoria 
 
Capítulo 6 
Conceptos para la operacionalización de la investigación 
 
Capítulo 7 
Proyecto de investigación 
 
Capítulo 8 
Construcción de los instrumentos y exploración de campo 
 
 
 
Parte IV 
Trabajo de campo: teoría, estrategias y técnicas 
 
Capítulo 9 
La palabra, interacciones y representaciones sociales 
 
Capítulo 10 
Técnicas de investigación 
 
 4 
Parte V 
Fase de análisis del material cualitativo 
 
Capítulo 11 
Técnicas de análisis del material cualitativo 
 
Capítulo 12 
Triangulación de métodos cuantitativos y cualitativos 
 
Capítulo 13 
Acerca de la validez y verificación en la investigación cualitativa 
 
 
Conclusiones 
 
Referencias 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 5 
 
 
Presentación 
 
 En esta edición busco actualizar y ampliar las ocho versiones anteriores de El desafío del 
Conocimiento. Nada hace mayor justicia al nombre de este trabajo, que el desafío de ponerlo al día 
con mi propia maduración, con los avances de la teoría de la ciencia que tuvieron lugar en ese 
período y con la producción intelectual en el campo de la investigación cualitativa, principalmente, 
de la investigación cualitativa en salud. Fue muy difícil reformar el texto. Al hacerlo entendí el 
sentido del término revolución: pues habría sido más sencillo dejar todo y comenzar de nuevo. 
También me comprendí mucho más a mí misma y las cosas que vengo diciendo y escuchando 
sobre la cuestión de la inexorable historicidad de todo lo que es humano. Pues, aún en una obra en 
la que, explícitamente, se habla del lado estandarizado y operativo de cómo hacer ciencia, sentí 
mucho el peso, la levedad y la fugacidad de los cambios. 
 El lado bueno de esta experiencia de revisión fue el descubrimiento de que yo también 
maduré, actualizándome con el tiempo, produciendo síntesis más elaboradas, gracias al impulso 
de las investigaciones permanentes e incontables desarrolladas individualmente o en colaboración 
con los investigadores e investigadoras del Claves (Centro Latinoamericano de Estudios sobre 
Violencia y Salud) el centro de investigación donde me encuentro dentro de la Fiocruz. Es 
importante resaltar que en ese proceso de crecimiento, vienen contribuyendo mucho mis 
orientandos de maestría y doctorado con quienes es más lo que aprendo que lo que enseño. 
 La elección de nuevas citas para este libro ha sido un dilema. Mi preocupación se centraba 
en que las investigaciones cualitativas crecieron exponencialmente en estos doce años en Brasil y 
en el mundo, y no podría trabajar con todas las referencias hoy existentes y disponibles, a no ser 
haciendo una revisión crítica de la producción. Decidí que no sería este mi papel, en este libro, ya 
que presentar una revisión significaría un volumen de trabajo inmenso y escaparía a lo objetivos de 
la obra. Elegí referenciar tan sólo las obras que ayudaran a la argumentación del trabajo. Sin 
embargo, quiero expresar mi satisfacción al constatar el crecimiento en número y en rigor de los 
trabajos empíricos y de los marcos teórico-metodológicos de tantos estudios. 
En esta presentación esbozaré algunos pensamientos sobre las transformaciones 
históricas y sociológicas que contribuyeron finalmente al perfeccionamiento de las formas, el 
sentido y la ética de la investigación en el mundo contemporáneo. Aún siendo esta una obra 
volcada al desarrollo de metodologías y prácticas teóricas, pensé que al lector le interesaría discutir 
los desafíos del campo de la ciencia y de la tecnología que se transformaron en los más 
importantes factores productivos y de generación de riqueza en el mundo actual. A ese contexto lo 
 6 
denomino lado externo de la ciencia. El lado interno, que corresponde a una jerga específica y la 
torna pasible de ser reconocida y apropiada en todo el mundo, es el objeto de este libro. 
El lado externo de la ciencia al que me refiero, es movido por los cambios en los procesos 
productivos y de trabajo en todos los sectores, cambios que indudablemente son impulsados hoy 
por la ciencia y facilitados por la llamada revolución de la micro-electrónica y por todo el complejo 
informacional-comunicacional. 
Es muy ingenuo pensar que, en una época de tan aceleradas transformaciones y que 
abarcan a las dos categorías fundamentales del pensamiento humano, espacio y tiempo, el mundo 
universitario y de las instituciones de investigación podrían permanecer intactos. Lo paradójico de 
esta situación, sin embargo, proviene del hecho de que los cambios aceleradores del desarrollo 
provienen exactamente del campo de la ciencia y de la tecnología, cuya dinámica promueve el 
surgimiento de las innovaciones en los mercados de capital, trabajo, bienes y servicios. A su vez, 
ese mercado de alguna forma globalizadoo intensamente internacionalizado e interdependiente, 
exige readaptaciones en los modos de hacer ciencia, tanto en los procesos metodológicos, por 
ende internos a la producción científica, como en las situaciones y condiciones de trabajo que se 
refieren al perfil de los investigadores y de las instituciones, a las formas de organizar, de financiar, 
de hacer y de evaluar la investigación. 
Esas transformaciones se intensificaron en las dos últimas décadas del siglo XX y se van 
transformando en praxis en el siglo XXI. La introducción de nuevas tecnologías, materias primas y 
formas de organización de la producción no sólo están remodelando las bases materiales de la 
sociedad, sino que además van redefiniendo las relaciones entre la economía, el Estado y la 
sociedad. La principal repercusión de tales procesos en el campo de la ciencia es que sus avances 
ya no ocurren más a través de incrementos graduales en una disciplina científica determinada, 
sino, casi siempre y cada vez más, a través de la solución de problemas complejos que atraviesan 
a las diferentes disciplinas. Esos cambios movilizan todos los elementos de las fuerzas productivas 
y de las relaciones de producción del campo científico: los investigadores con sus requisitos 
especiales de formación y condiciones de trabajo; los nuevos instrumentos teórico-metodológicos 
que deben ser incorporados y las células físicas y singulares que son las unidades de investigación 
(Pellegrini, 2000). 
Una expresión de la capacidad de adaptación del sector, y que aparece como tendencia de 
los grupos e instituciones más dinámicos, es la nueva modalidad del trabajo en red y en 
cooperación diversificada, juntando, frecuentemente, diferentes unidades de una misma institución, 
diferentes universidades, institutos de investigación, grupos de consultorías y empresas de un país 
y de diversos países, que pasan a organizarse alrededor de un campus (real y virtual) y establecen 
relaciones entre sí, de acuerdo con sus intereses, en proyectos específicos y sobre temas 
considerados relevantes para cada uno de ellos. 
En ese ambiente, denominado por algunos, “sistema de producción de conocimiento 
socialmente distribuido”, (Pellegrini, 2000) la universidad y los centros de investigación 
 7 
tradicionales son cuestionados y desafiados en su performance, siendo llamados a evolucionar 
desde una situación de institución cerrada en sí misma y sobre su propia productividad, para 
transformarse en un núcleo irradiador de relaciones y de construcción del conocimiento. Las 
nuevas tecnologías de información y comunicación hacen viable una organización del trabajo más 
ágil en el tiempo y en el espacio, asegurando la fluidez de las relaciones entre los participantes de 
los proyectos, generalmente coordinados por un grupo bajo el liderazgo de investigadores 
experimentados. Se crea así una modalidad nueva de “universidad”, en el sentido literal del 
término, que funciona dentro de un conjunto de pluralidad de personas, de lugares, y de realidades 
presenciales y virtuales. Pero esa nueva dinámica tiende a romper las barreras de los 
departamentos, de las disciplinas y, también, a poner en jaque la idea de carreras tradicionales 
regulares y de estabilidad laboral, interfiriendo, muchas veces negativamente, en las relaciones de 
trabajo. 
En todas las épocas históricas, la sociología de la ciencia puso en evidencia a aquellas 
disciplinas que lideraron los procesos de cambio. Hoy, dos áreas marcan la dirección de las 
transformaciones posmodernas: la llamada “nueva biología”, principalmente en las especialidades 
que se construyen en torno a la genética; y todo el campo de las ciencias de la computación que 
se constituye en la extensa vía por donde pasan la mayoría de las posibilidades de innovaciones. 
Las nuevas formas de hacer ciencia en esas áreas fueron acuñadas con el epíteto de “big 
science”, cuyas características principales son: (1) un conocimiento construido de manera 
coordinada y cooperativa involucrando a un gran número de investigadores y de centros de 
investigación; (2) un proceso liderado por algún centro, universidad o empresa, en torno al cual se 
congrega un número de investigadores seleccionados y diferenciados; (3) uno o algunos 
investigadores forman la base del proyecto y lo coordinan, (4) una relativización de los espacios 
fijos, pues el proyecto puede estar en cualquier estado del país o en cualquier parte del mundo, 
con sede en cualquier universidad o instituto que ofrezca apoyo o soporte para realizarlo, (5) la 
inclusión de personas y grupos de investigación de los más diversos niveles, incorporando, por lo 
tanto, a jóvenes investigadores y grupos emergentes. 
Las nuevas modalidades del proceso de trabajo investigativo que van paulatinamente 
configurándose, innovan también en la gestión científica, en la medida en que socializan tareas, 
descentralizan actividades de coordinación y responsabilizan a todos los que acepten participar de 
los procesos. La producción dentro de la modalidad “big science” tiene metas bien definidas entre 
todos los participantes y plazos para la presentación de resultados, ya preestablecidos en el 
proyecto inicial. La forma de comunicación privilegiada es la virtual, congregando a personas y 
grupos en tiempo real. Los productos son cooperativos y los créditos por el trabajo son socialmente 
distribuidos, aunque de forma jerarquizada por mérito. 
Desde el punto de vista interno de la producción del conocimiento, la ampliación de las 
posibilidades aportadas por el modelo “big science” disuelve, en la práctica, la antigua dicotomía 
entre ciencia básica y ciencia aplicada, pues se crean cada vez más estrategias que apuntan a 
 8 
articular procesos de investigación con el desarrollo tecnológico y de la producción. La disyuntiva 
entre “ciencia para comprender”, “ciencia para explicar” y “ciencia para aplicar” paulatinamente va 
sustituyéndose por el concepto de investigación estratégica (Pellegrini, 2000), que según Bulmer 
(1978), significa la ejecución de investigaciones que asocian el desarrollo de conceptos básicos, 
con estrategias interdisciplinarias y de aplicación, tanto para la formulación de políticas públicas 
como para la creación de instrumentos de innovación tecnológica. 
En ese contexto de transformaciones, el papel del Estado, como único agente financiador 
en diálogo exclusivo con la comunidad científica, se relativiza, incluso siendo el mayor sostenedor 
del desarrollo de la ciencia en todo mundo. Cada vez más, colegas tanto del universo empresarial 
como de la sociedad civil son convocados a participar, junto al Estado, del financiamiento, de la 
discusión de las propuestas y de la aplicación de los resultados. De este modo, la ciencia es 
asumida como actividad que interviene en la dinámica social, debiendo definir sus prioridades de 
forma colectiva y pública. 
También se replantea, en tales circunstancias, el sentido de la formulación de prioridades. 
El tema de las “prioridades en investigación” fue siempre un tabú en el ámbito de la ciencia 
tradicional, como si las instituciones científicas existiesen por encima e independientemente de la 
sociedad. La nueva forma de hacer ciencia plantea la cuestión de que no sólo los científicos deben 
formular prioridades, sino que deben estar abiertos a un conjunto de actores, en espacios que 
faciliten la formación de consensos. 
Por último, se crea la necesidad de rever la economía interna del campo de la 
investigación, reflexionando sobre opciones metodológicas que respondan a los desafíos 
planteados por las transformaciones. Específicamente en el área de la salud, algunos de esos 
desafíos pueden ser puntualizados: (a) la necesidad de construir una aperturahacia modelos de 
“investigación por problemas”, que rompan la lógica unidisciplinaria y adopten estrategias inter y 
transdisciplinarias. Esas estrategias deben ser entendidas como la construcción de posibilidades 
de transitar por campos de conocimientos distintos. Está claro que tal apertura tiene como 
precondición de efectividad, la cooperación y el diálogo entre investigadores de áreas distintas, en 
todas las etapas de una investigación (Minayo, 2003; Minayo et al.2005). (b) La construcción de un 
pensamiento complejo, que actúa en la búsqueda de interacciones e interconexiones entre 
conceptos, nociones y métodos de las diversas disciplinas y de las relaciones entre el todo y las 
partes que un tema específico representa (Minayo & Minayo-Gomez, 2003). (c) La apertura hacia 
el trabajo colectivo, tomando la pluralidad de pensamiento y de experiencias como elementos de 
enriquecimiento del grupo (Minayo, Assis & Souza, 2005). (d) Finalmente, la articulación de los 
conocimientos generados a través de las prácticas, volcadas hacia las necesidades concretas de la 
población (Pellegrini, Almeida Filho & Trostle, 1998). 
En la dinámica contemporánea del campo científico surgen nuevos problemas. Entre los 
más graves, están las embestidas de las empresas privadas –dado que la ciencia y la tecnología 
se transformaron en el factor de producción más codiciado– apuntando a la “mercantilización” de 
 9 
las actividades de investigación sobre temas cuyos descubrimientos son potencialmente muy 
lucrativos. Los patrones de competitividad entre los países, pasan a basarse en el dominio de 
nuevas tecnologías, llevando a que los resultados de las investigaciones sean privatizados desde 
la concepción misma de la investigación, sobre todo a través de contratos cerrados, por ejemplo, 
entre una universidad y una empresa. Esa dinámica del mercado, potencializada por los 
mecanismos internacionales de protección a la propiedad intelectual, termina monopolizando el 
conocimiento y dificultando las posibilidades de una transferencia que apunte al bien común. Hoy 
se observa o se opera, el establecimiento de esquemas de alianzas entre países y empresas para 
el acceso a las innovaciones y la constitución de megamercados, cuya lógica es buscar recuperar 
rápidamente la inversión realizada, a través de productos y procesos altamente lucrativos. A su 
vez, dado el alto valor de los conocimientos científicos como fuerza productiva, en una 
contradicción ineludible, los productos generados, rápidamente se tornan obsoletos. 
En consecuencia, los procesos de inversión privada y estatal de los países desarrollados, 
comparados con la escasa inversión de los países subdesarrollados, están favoreciendo el 
aumento de las desigualdades científicas y tecnológicas. Castells (1998) señala que hubo una 
formidable aceleración del desarrollo provocada por la liberación de las fuerzas productivas 
generadas por las nuevas tecnologías y, al mismo tiempo, la consolidación de la pobreza extrema. 
En este momento histórico en que ciencia y tecnología son las mayores fuentes de 
agregación de valores, fue preciso que, en una Conferencia Mundial en Budapest, en 1999, la 
UNESCO y el Consejo Internacional para la Ciencia reunieran a científicos del mundo entero para 
establecer algunos parámetros éticos de acción del sector a través del lema “Ciencia para el Siglo 
XXI: Un Nuevo Compromiso”. El principal diagnóstico de los científicos que participaron de ese 
evento es que el futuro de la Humanidad dependerá cada vez más de que la producción, 
distribución y utilización del conocimiento científico sean equitativas. Por lo tanto, sería importante 
y urgente que la comunidad internacional realizase inversiones específicas, en ese sentido, en los 
países subdesarrollados. En las conclusiones de ese evento fueron consensuadas algunas 
afirmaciones: (a) la ciencia debe estar al servicio de toda la humanidad; (b) la ciencia debe 
contribuir a un conocimiento más profundo de la naturaleza y de la sociedad; (c) la ciencia debe 
contribuir a la calidad de vida y a crear un ambiente saludable para las generaciones presentes y 
futuras (UNESCO & ICSU, 1999). 
A pesar de los elementos contextuales, fuertemente marcados por los cambios globales en 
cuanto al financiamiento y las formas de gestión científica, es necesario recordar que la mayoría de 
las dificultades vividas en el medio científico contemporáneo se deben a problemas de orden 
microinstitucionales y psicosociales. Estas se configuran en forma de resistencia a los cambios 
concretos, por parte de las instituciones y de los investigadores. El miedo de ponerse al día, el 
temor a lo desconocido, el conservadurismo por convicción o por comodidad están presentes en 
las instituciones más tradicionales que se rigen por patrones muy rígidos de organización de la 
producción del saber, generalmente construidos sobre prácticas unidisciplinarias. En la mayoría de 
 10 
los casos, esas configuraciones tienden a profundizarse. Los cambios son vistos como modismos, 
como “olas del libre mercado”, desconociéndose lo que frecuentemente está en juego: las 
dificultades culturales y mentales del aggiornamento. Por ejemplo, en lugar de una búsqueda de 
organización en función de la misión de generar conocimientos, hoy, muchas universidades y 
centros de investigación en Brasil se pierden en la gestión del exceso de cuerpos colegiados, de 
comisiones y de consultas internas. En los países en desarrollo, las dificultades institucionales de 
cambio, generalmente vienen produciendo como consecuencia, en lugar de una capacidad de 
respuesta a los desafíos actuales de la Ciencia & Tecnología, la exagerada politización de 
cualquier decisión, la burocratización de los procesos y la reproducción de los intereses 
corporativos (Pellegrini, 2000). Predomina en ellas el instinto de autopreservación, (disfrazado de 
democratismo) frente al miedo de dar los pasos para los cambios necesarios. 
Para terminar, resumo las dos ideas principales aquí tratadas. La primera: el hacer 
investigación constituye un proceso de trabajo complejo que envuelve teoría, método, 
operacionalización y creatividad. Ese nivel de actuación metódica y universal, al permitir la 
comparación de procesos y de resultados, transformó a la Ciencia en la forma de conocimiento 
más legitimada en la sociedad moderna. La segunda: ser investigador es también estar integrado 
al mundo: no existe conocimiento científico por encima o por fuera de la realidad. Incluso un tema 
tan árido como el método de investigación, está altamente articulado con el contexto social e 
histórico. No existe “una metodología” interna que pueda eximir al investigador de los significados 
actuales, para bien o para mal, del concepto de la Sociedad del Conocimiento. Los grupos y las 
personas están bajo la mira de un desafío: o experimentan vuelos de águilas o se contentan con el 
conservadurismo que corroe la energía de las instituciones. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 11 
 
Capítulo 1 
Introducción al desafío del conocimiento 
 
 “La última cosa que se encuentra al hacer una obra es lo que se debe 
colocar en primer lugar” (Pascal, Pensée, frase nº 19, 1978) pues “siendo 
entonces todas las cosas causadas y causantes, ayudadas y ayudantes, 
mediata e inmediatamente, y todas relacionándose por un vínculo natural 
e imperceptible que vincula las más distantes y más diferentes, creo que 
es tan imposible conocer las partes sin conocer el todo, como conocer el 
todo, sin conocer particularmente las partes “ (Pascal, B. Pensée, frase nº 
73, 1978). 
 
 Existe dentro de la dialéctica tan bien expresada por Pascal y citada en el epígrafe que 
introduceel presente trabajo, una propuesta teórico-metodológica para el abordaje cualitativo de 
las relaciones sociales que informan al campo de la Salud. Aunque poco a poco la problemática se 
va desdoblando, este estudio se organiza dentro de algunos puntos fundamentales que recorren al 
conjunto de las cuestiones tratadas, como ser: la naturaleza de lo social; las relaciones entre 
individuo y sociedad; entre acción, estructura y significados; entre sujeto y objeto; entre hecho y 
valor; entre realidad e ideología y la posibilidad del conocimiento, visto bajo el prisma de algunas 
corrientes sociológicas. 
 Al constituirse en un trabajo sobre metodología, es a partir de ese ángulo que la 
problemática citada toma cuerpo, y se explicita en los diferentes niveles del abordaje de la realidad, 
abarcando la discusión de los métodos y técnicas de investigación. Focalizándome en la cuestión 
metodológica, intento introducir algunos ejes de reflexión, explicitando el camino seguido. Toda la 
problemática aquí abordada tiene como espacio privilegiado de interrogación, la práctica de 
investigación, a la que me refiero como la actividad fundamental en la producción del conocimiento. 
En realidad este estudio está atravesado por la problematización de los conceptos 
usualmente empleados para la construcción del conocimiento y por una teorización sobre la 
práctica de investigación, entendiéndose que ni la teoría ni la práctica están exentas de intereses, 
de preconceptos y de incursiones subjetivas. Como advierte Bourdieu (1972), “la teoría de la 
práctica que aparece como condición de una ciencia rigurosa de las prácticas, no es menos 
teórica” (Bourdieu, 1972, p. 157). El privilegio presente en toda actividad teórica, supone un corte 
epistemológico y un corte social y ambos gobiernan sutilmente esa realidad (Bourdieu, 1972), por 
lo tanto, cualquier investigador debe cuestionar los supuestos inherentes a su cualidad de 
observador externo que importa hacia el objeto, los principios de su relación con la realidad, 
incluyendo sus propias relevancias. 
 Dentro de ese espíritu, intento trabajar el concepto de Metodología, huyendo, por un lado, 
de aquellos abordajes solamente teóricos que no llegan a enfrentar la práctica de la investigación; 
 12 
por otro lado, de aquellas concepciones que consideran la labor de la investigación como una 
tecnología neutra, imparcial, a ser dominada y adaptada indistinta e independientemente por los 
supuestos teóricos que la sustentan. 
 El objeto principal de discusión son las Metodologías de Investigación Cualitativa, 
entendidas como aquellas capaces de incorporar la cuestión del SIGNIFICADO y de la 
INTENCIONALIDAD como inherentes a los actos, a las relaciones, y a las estructuras sociales, 
siendo estas últimas consideradas, tanto en su advenimiento como en su transformación, como 
construcciones humanas significativas. 
 La introducción de esa definición incorpora consecuencias teóricas y prácticas en el 
abordaje de lo social. La primera de ellas es una interrogación sobre la posibilidad de considerar 
científico o no un trabajo de investigación que, al tener en cuenta los niveles más profundos de las 
relaciones sociales, no puede operacionalizarlos en números y variables, criterios usualmente 
aceptados para emitir un juicio de verdad en el campo intelectual. No obstante, esa cuestión remite 
a las propias entrañas del positivismo sociológico que tan solo reconoce como ciencia la actividad 
“objetiva”, capaz de trazar las leyes y las regularidades que rigen los fenómenos, menospreciando 
los aspectos llamados “subjetivos”, imposibles de ser sintetizados en datos estadísticos. Sin 
embargo, el propio positivismo intenta trabajar la “cualidad de lo social“. Sea buscando 
sustantivarlo en variables. Sea a través del estructural-funcionalismo, focalizando los productos de 
la interacción social como componentes funcionales de la realidad. Sea tratándolos como 
entidades pasibles de estudio, independientemente de estar constituida por individuos. 
De este modo, el aporte que realizo en este libro se vincula a la investigación cualitativa 
que apunta a comprender la lógica interna de los grupos, las instituciones y los actores en cuanto 
a: (a) valores culturales y representaciones sobre su historia y temas específicos; (b) relaciones 
entre individuos, instituciones y movimientos sociales; (c) procesos históricos, sociales y de 
implementación de políticas públicas y sociales. 
Con relación a la historia, el sentido y la pertinencia del proceso social denominado 
“investigación cualitativa”, debo señalar que las diferentes teorías que lo sustentan, abarcan 
aspectos particulares y relegan otros, revelando la inevitable yuxtaposición entre conocimiento e 
intereses, entre condiciones históricas y avances de las ciencias, entre identidad del investigador y 
su objeto y entre la necesidad indiscutible de la crítica interna y externa en la objetivación del 
saber. La propia expresión “Metodologías Cualitativas” consagra una imprecisión, una dificultad 
histórica de las teorías para posicionarse frente a la especificidad de lo social. Esto supone una 
afirmación de la cualidad contra la cantidad, reflejando una lucha teórica entre el positivismo y las 
corrientes comprensivistas con relación a las formas de valorización de los significados. Cuando se 
entiende la interdependencia y la inseparabilidad entre los aspectos cuantificables y la vivencia 
significativa de la realidad objetiva en el cotidiano, se concluye que la referida denominación es 
redundante e incluso parcial. La noción de “Metodología de la Investigación Social”, a no ser por 
las connotaciones históricas de construcción del concepto, debería ser suficiente para calificar el 
 13 
campo de abordaje de las relaciones sociales en todos los aspectos históricos, estructurales y 
simbólicos. 
En oposición al Positivismo, es la Sociología Comprensiva quien responde a las preguntas 
sobre valores, representaciones, creencias y relaciones. Como el propio nombre lo indica, 
considera como tarea de las Ciencias Sociales, la comprensión de la realidad humana vivida 
socialmente y de forma diferente del universo de las ciencias naturales. En sus múltiples 
manifestaciones como la Fenomenología, la Etnometodología, el Interaccionismo Simbólico, el 
SIGNIFICADO es el concepto central del análisis sociológico. 
En una oposición frontal al positivismo, la sociología comprensiva propone la subjetividad 
como fundante de sentido y la defiende como constitutiva de lo social e inherente al entendimiento 
objetivo. Esa corriente de pensamiento no se preocupa por los procesos de cuantificación, sino de 
explicar los meandros de las relaciones sociales, consideradas como la esencia y el resultado de la 
actividad humana creadora, afectiva y racional. El universo de las investigaciones cualitativas es el 
cotidiano y las experiencias del sentido común, interpretadas y reinterpretadas por los sujetos que 
las vivencian. 
Sin embargo, la aplicación de las teorías comprensivas presenta problemas cuando se 
realizan análisis atomizados de la realidad y de los grupos sociales, como si esos fenómenos 
constituyeran totalidades reducidas en sí mismas. En esos casos, los estudios cualitativos se 
ausentan de contextualizaciones referentes a problemas históricos, culturales y estructurales que 
siempre envuelven los eventos tópicos. Esa focalización de los hechos, cercándolos como si fuese 
posible analizarlos en sí mismos, es reduccionista pues desconoce que siempre existe una base 
material para el universo simbólico. 
Al proponer realizar una síntesis sobre la cuestión cualitativa, intentando superar al 
positivismo y a los abordajes comprensivistas, la dialécticamarxista abarca no solo el sistema de 
relaciones que construye el modo de conocimiento exterior al sujeto, sino también las 
representaciones sociales que constituyen la vivencia de las relaciones objetivas por los actores 
sociales que le atribuyen significados (Goldmann, 1967). Frente a los abordajes que disocian 
cantidad y cualidad, la dialéctica asume que la cualidad de los hechos y de las relaciones sociales 
es su propiedad inherente, y que cantidad y cualidad son inseparables e interdependientes. 
La dialéctica, desde el punto de vista filosófico, ensaya la disolución de las dicotomías tales 
como cuantitativo/cualitativo, macro/micro, interioridad/exterioridad, con que se debaten las 
diversas corrientes sociológicas. Asimismo, considera a los significados, como parte integrante de 
la totalidad, debiendo ser comprendidos e interpretados tanto a nivel de las representaciones 
sociales como de las determinaciones esenciales. Bajo ese enfoque, no se entiende la acción 
humana de forma independiente al significado que le es atribuido por el autor, como tampoco se 
identifica esa acción con la interpretación que el actor social le atribuye. Por lo tanto, con relación 
al abordaje cualitativo, el método dialéctico, como dice Sartre (1978), “se rehúsa a reducir. Él 
supera conservando” (Sartre, 1978, p. 177). Por eso, demuestra su superioridad precisamente por 
 14 
la capacidad de incorporar las “verdades parciales” de las otras corrientes, criticando y negando 
sus limitaciones. Eso ocurre cuando un buen análisis considera que existe una relación inseparable 
entre el mundo natural y el social; entre pensamiento y base material; entre objeto y sus 
cuestionamientos; entre la acción del ser humano en cuanto sujeto histórico y las determinaciones 
que la condicionan. Los principios de especificidad histórica y de totalidad le confieren 
potencialidad, para, desde el punto de vista metodológico, aprehender y analizar los 
acontecimientos, las relaciones y las etapas de un proceso como parte de un todo. Los criterios de 
complejidad y de diferenciación le permiten trabajar el carácter de antagonismo, de conflicto y de 
colaboración entre los grupos sociales y al interior de cada uno de ellos, y pensar sus relaciones 
como múltiples desde sus propios ángulos, intercondicionadas en sus movimientos y desarrollo 
interior, interactuando con otros fenómenos o grupos de fenómenos. 
El abordaje dialéctico, sin embargo, está poco desarrollado para el análisis de la realidad 
empírica, teniendo en cuenta que, al ser divulgado por el marxismo, terminó siendo acaparado por 
su corriente más positivista y mecanicista (Anderson,1987). Esto lleva a que los estudios 
sustantivos realizados a partir de esa perspectiva, sean un desafío que enfrenta el investigador, 
pues le exige la superación de los instrumentos de investigación usualmente empleados por las 
corrientes comprensivistas o funcionalistas, y la inclusión de los SIGNIFICADOS en la totalidad 
histórico-estructural. En los últimos años, felizmente, muchas investigaciones vienen apostando a 
la denominada perspectiva hermenéutica-dialéctica, en la línea de Habermas (1987) y de Gadamer 
(1999), contribuyendo a que se contextualicen de forma crítica la historia y el lenguaje de los 
problemas de salud y de las prácticas sociales del área. 
En esta nueva edición de este libro introduzco una discusión de los modelos complejos de 
investigación, cuya corriente reflexiva proviene de los abordajes sistémicos. Las primeras 
elaboraciones del pensamiento sistémico se deben al biólogo Ludwig von Bertalanffy, quien en 
1973 publicó un libro de gran repercusión titulado Teoría General de los Sistemas. En esa obra 
Bertalanffy (1973), señaló la necesidad de crear categorías teóricas rigurosas que pudiesen 
responder a las cuestiones referentes al amplio espectro de los seres vivos que van desde la 
biología a la sociología. Este autor identificó la interacción como punto neurálgico para todos los 
campos científicos. Observó que hay un enorme orden jerárquico de entidades en la organización 
de los seres vivos y que se superponen en muchos niveles, que van desde los sistemas físicos y 
químicos a los biológicos, sociológicos y políticos, posibilitando “uniformidades estructurales de los 
diferentes sistemas de la realidad” (Bertalanffy, 1973, p. 124). 
Desde el punto de vista operacional, el pensamiento sistémico, tal como se presenta en las 
ciencias sociales actualmente, puede ser considerado una forma de ver la realidad y de articularla. 
No propone técnicas de investigación, sino que exige una mirada y un abordaje diferente: ilumina a 
aquel punto ciego de la visión unidimensional, logrando que visualice las interacciones; invierte la 
mente compartimentalizada, buscando que las diferencias y las oposiciones se comuniquen; y 
modifica la antigua práctica positivista que sólo valoriza regularidades y normas. Por el contrario, 
 15 
muestra las cosas que permanecen y resalta “qué” cambia y “cómo” las cosas se transforman, 
auto-organizándose. Esa visión se va incorporando al campo de la investigación en salud y es 
también objeto de investigación y de indagaciones en las Ciencias Sociales (Wallerstein, 1999) 
coincidiendo con el pensamiento de Pascal (1978 ) citado al inicio de este texto. 
La discusión crítica del concepto de “Metodologías Cualitativas” me llevó también a 
incorporar una rápida reflexión sobre triangulación de métodos, cada vez más necesaria y 
adecuada para los estudios y las evaluaciones en el área de la salud. No me propongo pensar 
esas modalidades de producir investigación como crítica ideológica a los abordajes cuantitativos 
sino dentro de una línea de complementariedad (Minayo, 2005). No argumento un eclecticismo sin 
sentido ni estoy haciendo una concesión al positivismo, pues la filosofía de esta aproximación es el 
reconocimiento de la no completitud tanto de las disciplinas como de los métodos (Minayo & 
Sanchez, 1993; Minayo & Cruz Neto, 1999; Minayo et al., 2003; Minayo & Minayo-Gómez, 2003; 
Samaja, 1993). 
Finalmente, al traer el debate de lo “cualitativo” hacia el campo de la Salud, considero que 
es necesario impregnarlo de las discusiones y críticas actuales de las Ciencias Sociales. Por eso, 
tanto en lo que concierne a la problemática teórica, como a la metodológica, todas las reflexiones 
de este libro están bajo la influencia de la historicidad y sometidas a las vicisitudes, avances, 
retrocesos, interrogaciones y perspectivas de la totalidad social en su dinamismo. Eso se justifica 
en el hecho de que las ciencias de la salud no se instituyeron como una disciplina (sino, como una 
variedad de estas) ni como un campo separado de las otras instancias de interpretación de la 
realidad. 
Sin embargo, por tratarse de un híbrido biológico-social (Latour, 2000) las inflexiones de las 
ciencias de la salud también necesitan (aunque no me haya sentido competente para hacerlo) 
incorporar los avances de la biología, de la física y de otras disciplinas, asociándolas a las 
cuestiones socio-económicas, políticas e ideológicas. Por lo tanto, en el campo de la salud se 
vivencia la complejidad de los objetos de estudio pues la abarcativa área biomédica no puede 
prescindir de la problemática social, dado que el cuerpo humano está atravesado por las 
determinaciones de las condiciones, situaciones y estilos de vida. 
Más allá de que existan dificultades epistemológicas y prácticas de aproximación, el 
desafío de tratar el objeto salud/enfermedad es vencer dicotomías analíticas, moviéndose en el 
terreno de las interrelaciones e interconexiones. El saber teórico y práctico sobre salud y 
enfermedad forma parte de un universo dinámico repleto de historia y de interrelacionesmediadas 
por institucionalizaciones, organizaciones, lógicas de prestación de servicios y participación de los 
ciudadanos. 
Dentro de ese carácter peculiar, abarcativo, de las ciencias que componen el campo de la 
salud, las teorías sobre investigación cualitativa y sobre métodos y técnicas pertinentes al tema, se 
articulan en un todo mayor, salvando diferencias y contribuyendo a un mayor entendimiento de los 
problemas prácticos involucrados. Pero es necesario decir que esas teorías son fundamentales 
 16 
para esa área, donde la realidad de los hechos está entera e intensamente influenciada por el 
campo simbólico y afectivo. 
 Las dificultades teóricas del campo de la salud, pueden ser ejemplificadas por las 
limitaciones de los conceptos como “Salud Pública” o “Salud Colectiva“. El primero consagra una 
dimensión histórica de intervención del Estado en el área social, de forma más amplia y compleja 
que la definida por las directrices sanitarias oficiales. El segundo término también es ambiguo e 
inespecífico. Donnangelo (1983) y Merhy (1985) detectan la impresión del adjetivo colectivo para 
conceptualizar el campo de la salud, dada la amplia connotación que implica y por la relación de 
exterioridad que establece frente al objeto. Esa ambigüedad está muy presente en Teixeira (1985) 
cuando la autora considera “Salud Colectiva” como un concepto operacional para analizar cuerpos 
sociales, reduciendo las dimensiones teóricas e históricas de esta noción bastante imprecisa, a 
una herramienta de investigación. 
 Intento en este libro, ampliar la comprensión del concepto sociológico de salud para que 
abarque la totalidad de las relaciones sociales y de los aportes emocionales que contiene y se 
expresan en lo cultural, al recordar con Boltanski (1979) que: 
 
 “Los determinismos sociales no informan jamás al cuerpo de manera 
inmediata, a través de una acción que se ejercería directamente sobre el 
orden biológico, sin la mediación de lo cultural que los reinterpreta y los 
transforma en reglas, en obligaciones, en prohibiciones, en rechazos o 
deseos, en gustos y aversiones” (Boltanski, 1979, p. 119). 
 
Tal como es pensado en este trabajo, el concepto sociológico de salud retiene al mismo 
tiempo sus dimensiones estructurales y políticas, y contiene los aspectos histórico-culturales y 
simbólicos de su realización. En primer lugar, como cuestión humana y existencial, salud es un 
bien complejo, compartido indistintamente por todos los segmentos y diversidades sociales. Esto 
implica que, para todos los grupos, aunque de forma específica y peculiar, salud y enfermedad 
expresan, ahora y siempre, en el cuerpo o en la mente, particularidades biológicas, sociales y 
ambientales vividas subjetivamente, en la totalidad existencial peculiar del individuo o de los 
grupos. Las formas como cada persona y la sociedad donde ella está inserta, experimentan esos 
fenómenos, cristalizan y simbolizan las maneras de lidiar con su miedo a la muerte y de exorcizar 
sus fantasmas. 
En segundo lugar, como cualquier tema abarcativo de lo cultural, el concepto de salud será 
analizado aquí, dentro de una sociología que en primer lugar es histórica y diferencia clase, 
segmentos, género y franjas etarias, dado que las condiciones de vida y de trabajo califican de 
forma diferenciada la manera por la cual las clases, las etnias, los géneros y sus segmentos 
piensan, sienten y actúan respecto de ella. 
De esta forma, las modalidades de análisis cualitativos aquí propuestos, en su aplicación 
deben: (a) ser contextualizados, permitiendo distinguir las visiones dominantes de otras formas de 
 17 
pensar la realidad (pues las clases y segmentos se encuentran entre sí, en el seno de una 
sociedad en relación y en aculturación recíproca); (b) deben tener en cuenta el origen y la 
historicidad de los hechos sociales y de los grupos que están siendo estudiados; (c) deben incluir 
los espacios formales de la economía y de la política como matrices esenciales de la cultura de la 
familia, del vecindario, de los grupos etarios, de los grupos de recreación, de los grupos religiosos, 
pero también percibirlos como influenciados por ese mundo de la vida; (d) deben considerar 
espacios al mismo tiempo de consensos y de conflictos, contradicciones, subordinación y 
resistencia, tanto las unidades de trabajo como el barrio, el sindicato como la casa, la consciencia 
como el sexo, la política como la religión. 
Introduciendo a la cultura en la definición del concepto de salud, la visión cualitativa 
demarca un espaciamiento radical: amplía y contiene las articulaciones de la realidad social. 
Pensada de este modo, la cultura no es tan sólo un lugar subjetivo, ella abarca una objetividad con 
la densidad que tiene la vida, por donde pasa lo económico, lo político, lo religioso, lo simbólico y lo 
imaginario. Ella es el locus donde se articulan los conflictos y las concesiones, las tradiciones y lo 
cambios y donde todo cobra sentido, o sentidos, dado que no hay nada humano sin significado, ni 
una sola explicación para los fenómenos. 
En resumen, salud y enfermedad importan no sólo por sus efectos en el cuerpo sino 
también por sus repercusiones en el imaginario: ambos son reales en sus consecuencias. Por lo 
tanto, todas las acciones clínicas, técnicas, de tratamiento, de prevención o de planificación deben 
estar atentas a los valores, actitudes y creencias de las personas a las que se dirige la acción. Es 
necesario entender que, al ampliar sus bases conceptuales incluyendo lo social y lo subjetivo como 
elementos constitutivos, las ciencias de la salud no se tornan menos “científicas”, por el contrario, 
se aproximan con mayor luminosidad a los contornos reales de los fenómenos que abarcan. 
De cualquier forma, debo subrayar que, el abordaje socio-antropológico de la salud, desde 
el punto de vista cultural y cualitativo, no constituye una ideología y no instituye una posición 
unívoca. Históricamente fue atravesado por el debate teórico de las ciencias sociales. El 
estructural-funcionalismo ha marcado la línea del conocimiento de los grupos étnicos y sociales a 
partir de la antropología, sobre todo vinculado a la “medicina tropical” y como contribución a las 
“ciencias de la conducta” (Nunes, 1985; 1999). Su enraizamiento en el campo de la salud, 
evidencia, entre otras cosas, el hecho de que las propias bases del funcionalismo se reflejan en el 
modelo biológico como metáfora de la sociedad. 
De los abordajes cualitativos, la fenomenología es el que ha tenido mayor relevancia en el 
área de la salud. Los análisis fundamentados en sus supuestos muestran que las concepciones de 
salud y enfermedad son culturalmente específicas. Por eso ponen en evidencia la arbitrariedad del 
Estado en la imposición de patrones culturales propios de la biomedicina, que tienen un carácter 
reproductor de las instituciones médicas y de la dominación corporativa. Las propuestas de la 
política de atención primaria, de autocuidado, revalorización de la medicina tradicional comunitaria 
y de ciertos grupos de investigación-acción y de investigación participante en salud, reflejan las 
 18 
influencias fenomenológicas (Nunes, 1985; García, 1983). Las aproximaciones dialécticas que 
parten del punto de vista de los sujetos sociales y abarcan las relaciones de producción y de poder 
de las instituciones continúan siendo escasas. 
En el intento de sumar esfuerzos con los que buscan ampliar el debate teórico y 
metodológico en el campo de la salud, es que coloco este trabajo dentro de una perspectiva 
específica de análisis cualitativo. En ningún momento pretendí o pretendo transmitir la idea de un 
libro acabado o magistral. La revisión emprendida aquí muestra quetodo transcurre, e incluso, si 
todo lo sólido se desvanece en el aire, tengo muchas más razones para desconfiar de mis pocas 
certezas. 
Desde el punto de vista de su organización, este libro se bifurca en un conjunto de partes, 
cada una de ellas incluye algunos capítulos, focalizando siempre sobre las cuestiones 
metodológicas. 
La idea central de la práctica teórica es que toda investigación debería ser realizada dentro 
de la dinámica de un Ciclo a partir de un proceso de trabajo que finaliza en un producto provisorio y 
recomienza con las interrogaciones que surgen en el análisis final. Las páginas siguientes 
explicitan ese esfuerzo, a través de la reflexión y de la crítica de conceptos, y de la propuesta de 
un camino de pensamiento. 
En la primera parte, presento los supuestos y especificidades propias del campo 
metodológico, o sea, los conceptos de Metodología, de Investigación Social, de Investigación 
Estratégica y de los términos Cualitativo y Cuantitativo. 
En la segunda parte, analizo las principales corrientes de pensamiento utilizadas en el área 
de la salud colectiva y presento resumidamente algunos tipos de abordajes cualitativos, 
actualmente disponibles para el investigador que quiera aproximarse a este tipo de estudio. 
 En la tercera parte, desarrollo todos los elementos necesarios para la realización de la 
primera etapa del Ciclo de Investigación, la Fase Exploratoria de la Investigación cuya importancia 
fundamental es superar el empirismo en los abordajes de las cuestiones sociales. Se discuten allí 
los conceptos básicos de un marco teórico, la problemática de la definición del objeto, la 
construcción de los instrumentos de abordaje empírico, el muestreo en la investigación cualitativa y 
la aproximación al campo. 
En la cuarta parte, abordo el Trabajo de Campo, como una segunda etapa del Ciclo de 
Investigación, en dos capítulos. En el primero, analizo dos conceptos fundamentales: el status de 
la palabra y del habla y el tema de las representaciones sociales. En un segundo capítulo, 
profundizo y problematizo las técnicas de campo: Observación Participante, Entrevista, Grupos 
Focales y otras. 
Finalmente, en la quinta parte expongo las modalidades más frecuentes de Tratamiento del 
Material Cualitativo, o sea, los conceptos de Análisis de Contenido, de Discurso y de Análisis 
Hermenéutico-Dialéctico. Termino con una propuesta práctica, buscando sintetizar y avanzar sobre 
las modalidades usuales de abordaje. 
 19 
El Ciclo completo proyecta la investigación como un proceso con etapas y actividades 
específicas en cada fase, que pueden y deben ser delimitadas en un cronograma. Al mismo 
tiempo, presento la visión de un movimiento reflexivo permanente de integración de las partes en el 
todo y viceversa, en un continuo recomienzo y enriquecimiento. 
El sentimiento de proponer algo que se completa con la relatividad de lo que debe ser aún 
interrogado y descubierto, forma parte de la utopía que une este trabajo a todos los esfuerzos de 
aquellos que buscan una “ciencia más científica” en el campo de la salud. En él comparto la idea 
de que el conocimiento es un proceso infinito que no puede ser concluido en una etapa final, así 
como no se puede prever el final del proceso histórico, aunque sea posible proyectarlo como 
políticamente más democrático y ecológicamente saludable. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 20 
Parte I 
Conceptos básicos sobre metodología y sobre abordajes cualitativos 
 
 
 En la sociedad occidental, la ciencia es la forma hegemónica de construcción del 
conocimiento, aunque sea considerada por muchos críticos como un nuevo mito de la actualidad a 
causa de su pretensión de ser el único motor y criterio de verdad. Particularmente no concuerdo 
con los que absolutizan el sentido y el valor de la ciencia, pues la humanidad siempre, desde que 
existe el Homo sapiens, creó formas de explicar los fenómenos que rodean la vida y la muerte y el 
lugar de los individuos en la organización social, así como los mecanismos de poder, de control y 
de reproducción. Desde tiempos inmemoriales, las religiones, la filosofía, los mitos, la poesía y el 
arte han sido instrumentos poderosos de conocimiento, develando lógicas profundas del 
inconsciente colectivo, de la vida cotidiana y del destino humano. ¿Qué posee la ciencia de 
diferencial en relación a las otras modalidades del saber? 
Mencionaré dos razones de la hegemonía contemporánea de la ciencia como forma de 
conocimiento. Una externa, que se aceleró a partir de la modernidad, y se refiere a su poder de dar 
respuestas técnicas y tecnológicas a los problemas planteados por el desarrollo social y humano; 
aunque este punto sea discutible, dado que los problemas cruciales como la pobreza, la miseria, el 
hambre y la violencia continúan desafiando a las civilizaciones sin que la ciencia haya sido capaz 
de ofrecer respuestas y propuestas efectivas. La razón de orden interno consiste en el hecho de 
que los cientistas han sido capaces de establecer un lenguaje universal, fundamentado en 
conceptos, métodos y técnicas para la comprensión del mundo, de las cosas, de los fenómenos, 
de los procesos, de las relaciones y de las representaciones. 
Las reglas universales y los patrones rígidos que permitieron un lenguaje común divulgado 
y conocido en el mundo entero, la actualización y las críticas constantes, hicieron de la ciencia la 
“creencia” más respetable a partir de la modernidad. La fuerza de la ciencia, que se tornó un factor 
productivo de elevada potencia en la contemporaneidad, llevó al filósofo Popper (1973) a enfatizar 
en su análisis, la lógica interna de la Comunidad Científica, utilizando para eso el término “tercer 
mundo”, una especie de clase o casta, con su economía y lógica propia, aunque permeado por 
conflictos y contradicciones como cualquier otra creación e institución humana. Lo cierto es que el 
campo científico tiene sus reglas para conferir el grado de cientificidad a lo que es producido y 
reproducido dentro y fuera de él. Sus actividades van siempre en dos direcciones: en una, elabora 
sus teorías, métodos, principios y establece resultados. En otra, inventa, ratifica su camino, 
abandona ciertas vías y se orienta hacia nuevos rumbos. Al posicionarse en ese “tercer mundo”, 
los cientistas aceptan las condiciones instituidas y, al mismo tiempo, el carácter de historicidad y 
provisoriedad peculiar del universo en que decidieron invertir su vida. 
Al introducir al lector en esta parte del trabajo, pretendo discutir con él aquellos 
mecanismos internos y normativos que aseguran la cientificidad de las actividades de 
 21 
investigación. Presento algunos conceptos importantes para quien ingresa al universo de la 
investigación científica, específicamente los del campo semántico de la expresión Metodología de 
Investigación Social. Discutiré: (1) la especificidad de las ciencias sociales en el universo científico; 
(2) el concepto de metodología de la investigación; (3) el concepto de investigación social; (4) el 
concepto de método cualitativo en contraposición al método cuantitativo; (5) las contradicciones y 
los consensos en la combinación de métodos cuantitativos y cualitativos. 
 
 
Capítulo 2 
Metodología de Investigación Social y en Salud 
 
 
Especificidad de las Ciencias Sociales 
La cientificidad no puede ser reducida a una sola forma de conocer: ella precontiene, por 
así decirlo, diversas maneras concretas y potenciales de realización. La diferenciación entre 
métodos específicos de las ciencias sociales y de las ciencias físico-naturales y biológicas se 
refierea la naturaleza de cada una de las áreas. Se resaltan aquí, algunos puntos resumidos a 
partir de Demo (1981), que distinguen a las Ciencias Sociales y las tornan peculiares dentro del 
campo del conocimiento de los seres vivos. 
 El primero de ellos es el hecho incuestionable de que el objeto de las Ciencias Sociales es 
histórico. Las sociedades humanas existen en un determinado espacio cuya formación social y 
configuraciones culturales son específicas. Ellas viven el presente marcado por el pasado y 
proyectado hacia el futuro que trae en sí, dialécticamente, las marcas anteriores, en una re-
construcción constante de lo que está dado y de lo nuevo que surge. Toda investigación social 
necesita registrar la historicidad humana, respetando la especificidad de la cultura que trae en sí y, 
de forma compleja, los trazos de los acontecimientos de corta, media y larga duración, expresados 
en sus bienes materiales y simbólicos. Pero las investigaciones sociales contemporáneas 
necesitan comprender además, la simultaneidad de las diferentes culturas y de los diferentes 
tiempos en un mismo espacio, como algo real y que enriquece a la humanidad. Esto significa 
comprender lo global y lo local, conviviendo y siendo, al mismo tiempo, mutables y permanentes. 
Pues, el ser humano es autor de las instituciones, de las leyes, de las visiones del mundo que, en 
ritmos diferentes, son todas provisorias, pasajeras, trayendo en sí mismas las semillas de la 
transformación. 
 Como consecuencia del primer principio, se puede decir que la sociedad y los individuos 
tienen conciencia histórica. O sea, no es sólo el investigador el que le da sentido a su trabajo 
intelectual, sino los seres humanos, los grupos y la sociedad dan significado e intencionalidad e 
interpretan sus acciones y construcciones. Las instituciones y las estructuras no son más que 
acciones humanas objetivadas. De acuerdo con el desarrollo de las fuerzas productivas y con la 
 22 
organización particular de la sociedad y de su dinámica interna, se crean visiones del mundo, con 
matices y diferenciaciones relacionadas a las condiciones de vida y a las herencias culturales. Tal 
conciencia se proyecta en el mundo de la vida, y es de este modo como pasa a ser registrada en 
los procesos eruditos de construcción del conocimiento. 
Goldmann (1980) introduce en su análisis de la cultura, los conceptos de conciencia 
posible y de conciencia real, para separar los diferentes niveles de elaboración ideológica. Esas 
categorías se basan en el concepto marxista de ideología, según el cual, la sociedad tiende a 
percibir la dominación de forma invertida. El concepto de “conciencia posible” indicaría que 
determinados actores sociales superarían los niveles elementales de la ideología, al conseguir 
comprender mejor y actuar positivamente frente a los procesos de alienación social. Sin embargo, 
la idea de conciencia histórica contiene en sí además, la tesis de que se debe analizar siempre la 
contribución de un determinado actor social o colectivo, teniendo en cuenta el tiempo histórico en 
el que vivió, pues su conocimiento y su práctica se vinculan a los límites de las relaciones sociales 
de producción concretas. El pensamiento y la conciencia son procesos que, al mismo tiempo, 
tienen como base la dinámica histórica que a su vez es influenciada por las ideologías. Las 
ciencias sociales, son también fruto de un tipo de “conciencia posible” y forman parte de los bienes 
públicos y colectivos creados históricamente, limitados por el desarrollo social. 
Los investigadores son, dialécticamente, autores y frutos de su tiempo histórico. Las crisis, 
los conflictos y las contradicciones se reflejan tanto en el desarrollo como en la decadencia de 
pensadores y de teorías sociales. Las transformaciones socioeconómicas y culturales, a su vez, 
influyen decisivamente sobre los procesos internos y las condiciones de posibilidades del 
desarrollo de la ciencia. 
 La tercera característica de las Ciencias Sociales es que ellas trabajan a nivel de la 
identidad entre el sujeto y el objetivo de la investigación. La investigación en ese área lidia con 
seres humanos que, por razones culturales, de clase, de edad, de religión o por cualquier otro 
motivo, tienen un substrato común de identidad con el investigador, tornándolos solidariamente 
articulados y comprometidos como señala Lévy Strauss: “En una ciencia donde el observador es 
de la misma naturaleza que el objeto, el observador, él mismo, es parte de su observación” (1975, 
p. 215). Esto significa, según el pensamiento de autores como Schultz (1982) que la primera 
construcción interpretativa de las investigaciones sociales es realizada por los propios actores a 
nivel del sentido común. Por eso, el papel del investigador es comprender esa lógica interpretativa 
de “primer nivel”, dado que es potente y eficaz para hacer que el mundo de la vida se realice. 
 Otro aspecto distintivo de las Ciencias Sociales es el hecho de que es intrínseca y 
extrinsecamente ideológica. Nadie hoy osaría negar la evidencia de que toda ciencia, en su 
construcción y desarrollo, pasa por la subjetividad y por intereses diversos. En los procesos de 
producción del conocimiento se transmiten intereses y visiones del mundo históricamente 
construidos. Pero las ciencias físicas y biológicas participan de forma diferente del compromiso 
social, dado que existe un distanciamiento de naturaleza de lo físico y de lo biológico en relación a 
 23 
su objeto. Aunque, siempre exista un entrecruzamiento relacional entre el investigador y su objeto, 
en la medida en que, por un lado, el investigador depende de los instrumentos creados 
anteriormente por otros; y por otro, está limitado por el nivel de desarrollo de esos dispositivos. 
En la investigación social, por ende, la relación entre el sujeto investigador y el sujeto 
investigado es crucial. La visión del mundo de ambos está involucrada en todo el proceso de 
conocimiento, desde la concepción del objeto hasta el resultado del trabajo. El reconocimiento de 
esa contingencia es una condición sine qua non de la investigación que, una vez comprendida, 
puede tener como fruto aportes radicales en el proceso de objetivación (Demo, 1981) del 
conocimiento. O sea, cabe al investigador usar un cuidadoso instrumental teórico y metodológico 
que lo pormenorice en la aproximación y en la construcción de la realidad, al mismo tiempo que 
mantiene la crítica no sólo sobre las condiciones de comprensión del objeto como de sus propios 
procedimientos. 
Por último, es necesario señalar que el objeto de las Ciencias Sociales es esencialmente 
cualitativo. La realidad social es el propio dinamismo de la vida individual y colectiva con toda la 
riqueza de significados que transborda de ella. La posibilidad de enumeración de los hechos, por 
ejemplo, es una cualidad del individuo y de la sociedad que contiene, en sí, elementos de 
homogeneidad y de regularidades. Esa misma realidad es más rica que cualquier teoría y que 
cualquier pensamiento y cualquier discurso político o teórico que intente explicarla. 
Por lo tanto, trabajar dentro de los marcos de las Ciencias Sociales significa enfrentar el 
desafío de manejar o crear (o hacer ambas cosas al mismo tiempo) teorías e instrumentos capaces 
de promover la aproximación a la suntuosidad y a la diversidad que es la vida de los seres 
humanos en sociedad, aunque de forma incompleta, imperfecta e insatisfactoria. El acervo de esas 
Ciencias contempla al conjunto de las expresiones humanas constantes en las estructuras, en los 
procesos, en las relaciones, en los sujetos, en los significados y en las representaciones. Las 
regularidades de ese conjunto de elementos se expresan en los abordajescuantitativos, al producir 
la unión de las dimensiones de extensividad y de intensividad inherentes a todos los procesos 
vinculados a los seres vivos y, principalmente, a los seres humanos. Como señala Kant en su 
“Matemática Trascendental”, la cantidad es, en sí misma, una cualidad del objeto, así como la 
cualidad es uno de los elementos de la cantidad. 
Por ejemplo, cuando se habla de Salud o Enfermedad, se observa que esas dos categorías 
traen una carga histórica, cultural, política e ideológica que no puede ser abarcada tan sólo por una 
fórmula numérica o por un dato estadístico, aunque los estudios de orden cuantitativo presenten un 
cuadro de magnitud y de tendencias que los abordajes históricos y socioantropológicos no 
informan. Ambos abordajes son importantes y lo ideal en el campo de la investigación en salud es 
que sean trabajados de manera que se complementen sistemáticamente. Gurvitch (1955) señala 
que la realidad tiene capas que interactúan y la gran tarea del investigador es comprender y 
aprender, más allá de lo visible, de lo “morfológico y de lo ecológico”, los otros niveles que se 
interconectan y transforman lo social en algo tan complejo. 
 24 
En este libro, sin embargo, el objetivo es específico: analizar el carácter cualitativo de las 
ciencias sociales y de la metodología apropiada para construir teóricamente el significado de Salud 
y de Enfermedad. 
 
 
El concepto de Metodología 
 
Comienzo diciendo que el propio concepto de metodología, foco de la discusión, ya es, en 
sí, un asunto controvertido. Están quienes lo igualan a métodos y técnicas, como es el caso de la 
mayor parte de los manuales y textos americanos, producidos para la formación de investigadores. 
Están aquellos que lo ubican en el campo de la epistemología, separándolo de la 
operacionalización, como hace la mayoría de los intelectuales franceses que trabajan con teorías 
de las ciencias. Está aquel que separa teoría y método como hace el cientista americano Thomas 
Merton (1969) y están los que consideran esos dos términos inseparables, debiendo ser tratados 
de forma integrada y apropiada cuando se elije un tema, un objeto, o un problema de investigación. 
Me identifico con este último grupo que tiene en Denzin (1973) uno de sus más brillantes 
pensadores. Por lo tanto, discutir metodología es entrar en un fuerte debate de ideas, de opciones 
y de prácticas. 
Durante los últimos 20 años vengo intentando contribuir a la superación de las posturas, 
muy frecuentes, que tratan por separado las cuestiones epistemológicas y los instrumentos 
operacionales, dado que considero el concepto de Metodología de forma abarcativa y 
concomitante: (a) como la discusión epistemológica sobre el “camino del pensamiento” que el tema 
o el objeto de investigación requiere; (b) como la presentación adecuada y justificada de los 
métodos, de las técnicas y de los instrumentos operativos que deben ser utilizados en la búsqueda 
relativa a los interrogantes de la investigación; (c) y como lo que denominé “creatividad del 
investigador”, o sea, su marca personal y específica en la forma de articular teoría, métodos, 
hallazgos experimentales, observacionales o de cualquier otro tipo específico de respuesta a los 
interrogantes científicos. 
La metodología ocupa un lugar central al interior de la sociología del conocimiento, dado 
que es una parte intrínseca de la visión social del mundo, vehiculada a través de la teoría. Frente a 
la dialéctica, por ejemplo, el método es el propio proceso de desarrollo de las cosas. Lenin señala 
que el método no es la forma exterior, es el alma misma del contenido porque él produce la 
relación entre pensamiento y existencia y viceversa (1965, p.148). La metodología constituye el 
“camino del pensamiento”, según Habermas (1987), y constituye una “práctica teórica pensada”, en 
la expresión de Bourdieu en Ésquisse d’une Théorie de la Pratique (1972). Esto quiere decir, en 
otras palabras, que es diferente pensar la metodología de una investigación de inspiración 
funcionalista, o marxista, o fenomenológica o que utilice el abordaje sistémico. A su vez, es 
 25 
diferente pensar el diseño y la metodología de una investigación unidisciplinaria o la que tiene 
carácter interdisciplinario y se fundamenta en la filosofía de la complejidad. 
 En este estudio, por lo tanto, teoría y metodología caminan juntas y vinculadas. A su vez, el 
conjunto de técnicas que constituye el instrumental necesario para la aplicación de la teoría aquí es 
tratado como elemento fundamental para la coherencia metódica y sistemática de la investigación. 
Evito tanto el endiosamiento teórico como la reificación de la realidad empírica, porque en el primer 
caso existe un menosprecio por la dinámica de los hechos; y en el segundo, se concretiza una 
reducción de la verdad a la dimensión de los acontecimientos localizados. La excesiva teorización 
y la improvisación de instrumentos para abordar la realidad, provenientes de una perspectiva poco 
heurística, producen divagaciones abstractas, impresionistas y poco precisas en relación al objeto 
de estudio. 
 Si teoría, método y técnicas son indispensables para la investigación social, la capacidad 
creadora y la experiencia del investigador también juegan un papel importante. Ellas pueden 
relativizar el instrumental técnico y superarlo por el arte. Lo que se denomina “creatividad del 
investigador” es algo difícil de definir, dado que esta expresión se refiere al campo de la historia 
personal y de la experiencia subjetiva. Este término es aquí usado en el mismo sentido en que 
Wright Mills (1952; 1974) y Denzin (1973) denominan “imaginación” y otros autores hablan de 
“intuición”. Esa “creatividad del investigador” corresponde a su experiencia reflexiva, a su 
capacidad personal de análisis y de síntesis teórica, a su memoria intelectual, a su nivel de 
compromiso con el objeto, a su capacidad de exposición lógica y a sus intereses. Haciendo coro 
con un gran número de estudiosos (Weber, 1965; Gadamer, 1999; Habermas, 1987; Myrdal, 1969; 
Granger, 1967; Gurvitch, 1955; Denzin, 1973; entre otros), entiendo que no se puede creer en una 
ciencia neutra, pues, todo el proceso de construcción teórica es, al mismo tiempo, una dialéctica de 
subjetivación y de objetivación. De este modo, lo que aquí considero “creatividad del investigador” 
diferencia los resultados de las investigaciones, lo que puede ser constatado cuando varios 
trabajan con los mismos objetos y los mismos interrogantes. 
La reflexión sobre metodología como sistemática de abordaje de la realidad, es asunto 
para investigadores comunes que se ejercitan en sus respectivos campos de conocimiento. Los 
genios no necesitan de esos dispositivos, pues atraviesan parámetros establecidos y proyectan, en 
pocas líneas, nuevos insights, modificando paradigmas en sus campos científicos (Kuhn, 1962). 
 
 
El concepto de Investigación Social 
 
Entrar en el campo de la Investigación Social es penetrar en un mundo polémico donde 
hay cuestiones no resueltas y donde el debate ha sido perenne y no conclusivo. El tema más 
problemático es el de su propia cientificidad que debe ser pensado como una idea reguladora de 
alta abstracción y no como sinónimo de modelos y normas a ser seguidos. Entiendo que debe 
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existir una unidad en el mundo de la ciencia cuando se dice que cualquier producción científica 
sólo puede ser reconocida cuando contiene teoría, métodos y técnicas de abordaje. Y todo 
discurso teórico debe contener conceptos, categorías, tesis e hipótesis o supuestos. Esos son 
elementos indispensables y universales de autorregulación del proceso de conocimiento. Pero 
también entiendo que la unidad científicadebe ser tratada de forma compleja, incluyendo la 
diversidad de áreas del conocimiento, al interior de las cuales todo el esqueleto teórica general se 
transforma en especificidad y adaptación. 
En ese sentido, la labor científica camina siempre en dos direcciones: en una, elabora 
marcos teórico-metodológicos e instrumentales operativos para conseguir resultados; en otra, 
inventa, ratifica caminos, abandona ciertas vías, produce nuevos interrogantes y se orienta hacia 
otras direcciones. Al hacer esos recorridos, los investigadores aceptan los criterios de historicidad, 
de colaboración y de la única certeza posible: que cualquier conocimiento es aproximado, es 
construido. La historia de la ciencia no revela un a priori, sino lo que fue producido en un 
determinado momento histórico con toda la relatividad que el dinamismo del proceso social 
requiere. 
Defino Investigación como la actividad básica de las Ciencias en su indagación y 
construcción de la realidad. Es la investigación que alimenta la actividad de enseñanza. Investigar 
constituye una actitud y una práctica teórica de constante búsqueda y, por eso, tiene la 
característica del acabado provisorio y de lo inacabado permanente. Es una actividad de 
aproximación sucesiva de la realidad que nunca se agota, haciendo una combinación particular 
entre teoría y datos, pensamiento y acción. 
Comprendo como Investigación Social los diversos tipos de investigación que tratan del ser 
humano en sociedad, de sus relaciones e instituciones, de su historia y de su producción simbólica. 
Como cualquier fenómeno humano, las investigaciones sociales están relacionadas a los intereses 
y circunstancias socialmente concatenadas. Las investigaciones nacen de determinado tipo de 
inserción en lo real, encontrando allí sus razones y objetivos. Como práctica intelectual, el acto de 
investigar refleja también dificultades y problemas propios de las Ciencias Sociales, sobre todo su 
intrínseca relación con la dinámica histórica. 
Conceptúo la Investigación social en salud como todas las investigaciones que tratan del 
fenómeno salud/enfermedad, de su representación por los diversos actores que actúan en campo: 
las instituciones políticas y de servicios y los profesionales y usuarios. 
 Analizando el concepto de investigación desde el punto de vista antropológico, se puede 
decir que siempre existió la preocupación del Homo sapiens por el conocimiento de la realidad. Las 
tribus primitivas, a través de los mitos, ya intentaban explicar los fenómenos que rodean la vida y la 
muerte, el lugar de los individuos en la organización social con sus mecanismos de poder, control, 
convivencia y reproducción del conjunto de la existencia social. Dentro de las dimensiones de 
espacio y tiempo, la religión ha sido uno de los relevantes fenómenos explicativos de los 
interrogantes de los seres humanos sobre los significados de la existencia individual y grupal. 
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Hoy todas las modalidades del conocimiento conviven concomitantemente, buscando 
soluciones para los dramas humanos y para el avance de la humanidad. Una de ellas es 
hegemónica: la Ciencia. Las Ciencias en la era moderna consiguieron constituirse como esquemas 
de explicaciones dominantes. En esta etapa del desarrollo del capitalismo pos-industrial, se 
transformaron en la fuerza productiva más importante de la historia. Sin embargo, no por eso su 
estructura explicativa es exclusiva y conclusiva. Los problemas actuales de los seres humanos y de 
la organización social plantean cuestiones cruciales como el hambre, la migración, la violencia, 
para las cuales la ciencia, incluso la social, continúa sin respuesta y sin formulaciones. 
 Desde el punto de vista histórico, la Investigación Social viene cargada de énfasis e 
intereses más amplios que su campo específico. Algunos autores, como Schrader (1987) hacen 
una revisión de esa práctica académica a través del tiempo, mostrando que nació de grupos 
contestatarios de las desigualdades producidas por la sociedad industrial. Su desarrollo 
exponencial se dio en la segunda mitad del siglo XX y muchos investigadores renombrados como 
Lazarsfeld, Jahoda y Gunnar Myrdal iniciaron sus carreras de investigadores en la búsqueda de 
una solución a los problemas sociales causados por la Segunda Guerra Mundial. En Estados 
Unidos, por ejemplo, nació en los periódicos de crítica social, según el autor (Schrader, 1987). 
 Pero no existe una única historia de la investigación social. En Inglaterra, por ejemplo, los 
antropólogos avanzaron mucho en la comprensión de sociedades primitivas, realizando 
investigaciones de interés para los colonizadores. Sin embargo, las investigaciones antropológicas 
plantearon cuestiones que contrariaban los intereses de la metrópolis y de sus financiadores, 
sacando a luz temas como el relativismo cultural, el pensamiento lógico de los primitivos y la 
autosuficiencia de su organización social. 
 A partir de la Segunda Guerra Mundial, con la ampliación del poder de Estados Unidos y 
bajo el signo de la industrialización, del crecimiento económico y poblacional, hubo un gran avance 
de la investigación social volcada hacia la planificación estratégica y la producción de 
intervenciones en la organización de los medios generales de producción y de reproducción y, 
sobre todo, en la evaluación de las inversiones públicas y privadas volcadas al desarrollo. 
Particularmente se invirtió mucho en el dimensionamiento de los llamados problemas sociales 
referentes a la pobreza, a la salud, a la educación y a las políticas de bienestar. El término 
Investigación en Políticas Sociales pasó a significar un campo científico con implicancias 
inmediatas desde el punto de vista del control del Estado. La proliferación de centros de 
investigaciones sociales, tanto en los países industrializados como en los subdesarrollados, llegó 
junto al interés del poder público de conocer, regular y controlar la sociedad civil o de articularse 
con ella para solucionar los males sociales siempre presentes en el capitalismo y profundizados en 
el actual período de pos-industrialización. 
 Desde el punto de vista teórico y formal, existe una clasificación tradicional que divide la 
Investigación en “pura” y “aplicada”. El investigador inglés, Bulmer (1978), cuestiona el 
reduccionismo de esa clasificación. Comenta que “pura o básica” y “aplicada” hacen referencia a 
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una falsa división del conocimiento, dado que las investigaciones teóricas pueden tener y tienen 
importantes consecuencias prácticas; y las investigaciones aplicadas suelen tener implicancias y 
contribuciones teóricas. Esa dicotomía se basa en el modelo de tecnología en el cual el cliente que 
paga explicita lo que quiere. Tal exigencia se torna inadecuada para las ciencias sociales. 
 Bulmer (1978) propone una clasificación alternativa de Investigación Social, substituyendo 
la división tradicional. Las cinco modalidades, referidas a continuación, constituyen, según el autor, 
“tipos” dentro de un continuum, con el mérito de dar visibilidad y legitimidad a diferentes formas de 
abordar la realidad: 
1. Investigación básica: se preocupa por el avance del conocimiento a través de la 
construcción de teorías y test de las mismas o también por la satisfacción de la curiosidad 
científica. No tiene un objetivo práctico en su proyecto inicial, aunque los descubrimientos 
provenientes de los datos generados puedan influenciar y subsidiar tanto políticas públicas, 
nuevos descubrimientos, inversiones, decisiones de los hombres y mujeres de negocios 
como avances en la conciencia social. 
2. Investigación estratégica: se basa en las teorías de las ciencias sociales, pero se orienta a 
los problemas concretos, focales, que