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p ABLO AMSTER APUNTES MKfEMÁTICOS PARA LEER A LACAN 2. LóGICA Y TEORÍA DE CONJUNTOS CfLelÚJ¿:-CVlva Pa b lo A m ster APUNTES MATEMÁTICOS PARA LEER A LACAN 2. Lógica y teoría de conjuntos A m ster, Pablo A pu n tes m atem áticos para leer a L acan : 2. L ó gica y teoría de conjuntos - I a ed. - Buenos A ires : Letra V iva, 2010. 218 p. ; 22 X 14 cm . IS B N 978-950-649-271-7 1. Psicoanálisis. I. Título C D D 150.195 E d i c i ó n a l c u i d a d o d e L e a n d r o S a l g a d o © 2010, Letra V iva, Librería y Editorial Av. C o ro n el D íaz 1837, ( 1425) С . A . de Buenos Aires, A rgen tina e - m a i l : letraviva@ elsigm a.com / w e b p a g e : w w w .im agoagenda.com © 2010, Pablo Am ster pam ster@ dm .uba.ar Prim era edición: m arzo de 2010 Im preso en A rgentina - Printed in Argentina Q ueda hecho el depósito que m arca la L e y 11.723 Prohibida la reproducción total o parcial de esta obra bajo cualquier m étodo, incluidos la reprografia, la fotocopia y el tratam iento digital, sin la previa y expresa autorización por escrito de los titulares del copyright. Estoy convencido de que todo auténtico teòrico es una especie de m etafisico en estado de dom esticidad, p o r m uy “p o sitivista "p u ro que se pu eda tener a s í m ismo. El m etafisico tiene la creencia de que lo lógicam ente sencillo es tam bién lo real; el m etafisico dom esticado no cree que todo cuanto sea lógicam ente sencillo haya de tom ar cuerpo en la realidad sensible, p ero sí que la totalidad de la experiencia sensorial p u ede "entenderse" a partir de un sistem a conceptual construido sobre prem isas de su m a sim plicidad. E l escéptico dirá que esto es un “credo m ilagro so”. R econozcam os que así es, pero tam bién se trata de un credo m ilagroso confirm ado en asom brosa m edida por el desarrollo de la ciencia. A l b e r t E i n s t e i n H ay suficiente m etafísica en no p en sar en nada. A l b e r t o C a e i r o In d i c e Pr e f a c io ..................... ................................................................................ 9 Ca p ít u l o 1. N o c io n e s b á s ic a s d e l ó g i c a ..................................... 13 í.Definición de la definición ....................................................... 14 2.¿Q ué significa “significar”? ....................... ...............................15 3.Las leyes del pensam iento .......................................... .... .18 4 .D educción, inducción, a b d u cció n ........................................ 21 5-Lógica aristotélica......................................................................25 ó.Enunciados categ ó rico s.......................................................... .3 1 7-Cuadrante de P e ir c e ......... ............................. ..........................33 8 .S ilo g ism o s........................................... ........................................34 9.Sintaxis y sem ántica de los lenguajes formales ............38 ío.Tablas de v e r d a d ..................................................................... 40 11. Leyes ló g ic a s ............................................................................... 4 3 12.Variables libres y cu an tificación ...........................................49 13-Álgebra de c la s e s .................. ................................................. 5 4 Ca p ít u l o 2. La in d u c c ió n m a t e m á t ic a Y EL SISTEMA DE PEANO.....................................................................59 C a p ít u lo 3. L as r e g l a s de a l - ja b a r y F ib o n a c c i r o b a d o . 71 Fibonacci ro b a d o ............................. ............................................78 De los conejos áureos a lo imaginario .....................................81 Ca p ít u l o 4. La d e m o s t r a c ió n d i a g o n a l : u n a c r u z a d a c a n t o r i a n a .................................. ...................... .... 8 7 í.Un antecedente so c rá tic o .............................. 8 8 2.Las paradojas de la id en tificació n ....................................... 90 3.... y sin em bargo, se co o rd in a .................................................92 4.EI bicho de lo n o -n u m e rab le.............................. 94 Epílogo .......................................................................................... . 9 7 C a p ít u l o 5. La v id a s in l a b o l s a : AUTORREFERENCIA Y TEOREMAS DE GÔDEL...................................loi U no. Breve referencia sobre Epim énides.............................. 101 D os. Breve referencia sobre la referencia: Q uine y G odei................ ...................................... ........................103 Tres. Proposiciones indecidibles y teorema de G o d e i ................................ ............................... . 107 C u atro . ¿Cuál es el título de esta sección?............................110 C in co . Los lenguajes form ales .................................................112 Seis. Un pase m ágico.................................................................. 114 S iete. La liebre de M a r z o ....................... ..................................118 O ch o . Autorretrato de mí m is m o .........................................122 E p ílo g o , y nueva godelización................................................ 128 C a p ít u lo 6. B re v e p r e s e n ta c ió n de c a s o s .............................135 Segundo caso. Un caso de inconsistencia............................. 137 Tercer caso. Un caso de m etonim ia.........................................141 Cuarto caso. Un caso de m e táfo ra..........................................147 Q uinto caso. Un caso al m a rg e n .................................... .. 151 Sexto caso. Ramanujan, y otros casos......... ...160 C a p ít u lo 7. L a r e lig ió n , o r d i n e M ATHEM ATICA D EM O N STR A TA ........................ ......................................... J 69 La c re a c ió n ....................................................................................170 Ciencia, M atem ática, R e lig ió n ................................................173 Un Dios tautológico....................................................................177 Im agen y S e m e ja n z a ........... ..................................................... 179 Consistencia, Inconsistencia................................................... 186 Ca p ít u l o 8. Pa s c a l , a h a r ó n y l a p o t e n c ia d e l d o s ......... 189 Epílogo ................ ................. ........................................................212 B i b l i o g r a f í a 217 Pr e f a c i o En este libro se presentan diversos temas de la Matemática; más precisamente, de Lógica, Teoría de Conjuntos y algunos as pectos de su filosofía. Los primeros cuatro capítulos se ocupan de las cuestiones más generales de la lógica, desde las primeras formulaciones aristo télicas hasta los desarrollos actuales de Boole, Peano, Frege, et cétera. Se habla también de la teoría de números naturales, el ál gebra, y ciertos aspectos relacionados con los sistemas sintácti cos introducidos por el psicoanalista francés Jacques Lacan en el Seminario sobre ‘La carta robada’. El siguiente capítulo comprende una exposición informal de los célebres teoremas de incompletitud de Godei, y su incidencia en los más variados campos, en especial el del lenguaje y el Psi coanálisis. Esto lleva a reflexionar sobre ciertos temas que parti cipan de modo esencial en dichos teoremas: en especial, el de la paradoja, de gran importancia en el desarrollo del pensamiento filosófico. A modo de conclusión se verá que, en cierto modo, la disyuntiva godelianaentre incompletitud e inconsistencia pue de ser contemplada desde la perspectiva de la lógica clásica como aquello que Lacan denominó una elección forzada. El capítulo posterior abarca, al modo de las presentaciones clínicas, una serie de "casos" matemáticos. Se plantean allí di ferentes asuntos, como el del infinito y los Alefs, el problema de la metáfora y la representación, para concluir con una pregunta: ¿cómo piensa un matemático? El título del capítulo 7 evoca a la Etica de Spinoza, y refiere una serie de puntos en común entre las teorías matemáticas y el texto bíblico. Dijo Yojanán Ben Zacai: “no hay verdad sin una fe sobre la que pueda apoyarse”; como veremos, en cierto senti do esta afirmación concierne también a las verdades matemáti cas. Dios -según Lacan, inconsciente- se define en concordan cia con la noción lógica de tautología. Por otra parte, la tradi ción sostiene que su Nombre es indecible; la teoría de conjun tos creada por el ruso Georg Cantor brinda argumentos capaces de sustentar este hecho. Finalmente, el último capítulo es quizá el que más resonan cias despertará en el lector lacaniano; su lectura puede plantear se al modo de un ejercicio interpretativo. Por otra parte, se hace mención explícita de diferentes materias desarrolladas por La can, especialmente en los Seminarios XIX y XX: el triángulo de Pascal, la simetría y lo especular, y la lógica modal, muy conec tada a la lógica temporal. Esto es algo que Lacan hace notar en sus conocidas fórmulas: no cesa de escribirse no cesa de no escribirse cesa de escribirse cesa de no escribirse Hay una frase del seminario ...ou pire que se ha hecho céle bre: “no hay enseñanza más que matemática, el resto es broma”. Al margen de las muy dispares valoraciones que existen sobre la enseñanza lacaniana, este trabajo busca -un poco en broma- apoyar esta postura, ofreciendo algunos elementos que ayuden a abordarla. El lector advertirá que determ inados temas se repiten en dis tintos capítulos; tal repetición obedece a la finalidad de que cada sección se encuentre autocontenida y pueda ser así leída en for m a independiente. Para concluir estas líneas, vale la pena señalar que el ánimo que guía a esta obra es el de la Matemática entendida como una de las más grandes expresiones de la humanidad, fruto de las pa siones más encendidas y de la búsqueda incesante. Una búsque- с l.i, cMi cl Condo, de belleza: en todo caso se trata, tal corno la des cribe el filósofo y matemático inglés Bertrand Russell, de ...una belleza fría y austera, corno la de la escultura, que si no presenta atractivos para las partes m ás débiles de nuestra naturaleza y carece de las brillantes galas de la pintura o de la m úsica, es su blim em ente pura y susceptible de la perfección severa que sólo el arte m ás grande puede exhibir. El verdadero espíritu de deleite, la exaltación, el sentido de ser m ás que hom bre, piedra de toque de la m ás alta excelencia, con toda seguridad puede hallarse en las m atem áticas a la par que en la poesía. Lo m ejor que hay en las m atem áticas no sólo m erece aprenderse com o tarea, sino asim ilarse com o parte del pensam iento cotidiano y ser traído una y m ás veces ante el espíritu con ardor reiterado. Pablo Amster Junio 2009 Ca p í t u l o i N o c i o n e s b á s i c a s d e l ó g i c a En este capítulo describiremos algunos de los aspectos gene rales de la lógica, desde las primeras formulaciones aristotélicas hasta los desarrollos iniciados en el siglo XIX por autores como Boole, Peano y Frege, entre otros. Para empezar, es oportuno destacar que cualquier reflexión más o menos seria acerca del pensamiento obliga a justamente a pensar: muy especialmente, a pensar sobre el lenguaje. Según ciertos autores, de la escuela denominada/orma/i'sta, toda la Ló gica no es más que un lenguaje bien hecho; por ejemplo, ese es el singular parecer de aquel grupo de matemáticos formalistas au todenominado Nicolás Bourbaki: ... la Lógica, en lo que com o m atem áticos nos co n ciern e, no es m ás que la gram ática del lenguaje que em p leam os, un len gu aje que tuvo q ue existir antes de que la gram ática pud iera ser constru ida... Más allá de la Matemática, que Russell intentó presentar como un mero capítulo de la Lógica, el debate filosófico del siglo XX encontró a un Wittgenstein profundamente implicado en estas cuestiones: L a filosofía es una lu ch a co n tra el em b ru jam ien to de nuestra inteligencia por el lenguaje. Es claro que el lenguaje excede a la Lógica, hasta tal punto que el más completo de los sistemas, si es consistente, resulta infali blemente burlado por el mecanismo godeliano que permite cons truir una proposición indecidible y revelar así su incompletitud1. Como sea, vale la pena hacer un breve recorrido por las principa les consideraciones lógicas en torno al lenguaje, en particular so bre la definición y algunos aspectos de la semántica. Comenzaremos por ocuparnos del razonamiento y el cálcu lo lógico. También efectuaremos algunos comentarios acerca de ciertos razonamientos muy conocidos, inválidos pero sumamen te valiosos, como la inducción y especialmente aquella sugestiva forma introducida por Peirce: la abducción. Finalmente, veremos algunas nociones sobre el cálculo proposicional, las tablas de ver dad, las leyes lógicas, la cuantificación y el álgebra de clases. i. D e f i n i c i ó n d e l a d e f i n i c i ó n En el lenguaje común, “definir” consiste en explicar el sig nificado de un término. Pero la matemática y la lógica, o me jor dicho sus tropiezos, muestran que hace falta tener bastante más cuidado. Esto justifica quizás la anterior frase de Bourba- ki, que postula la pre-existencia del lenguaje a la construcción de la gramática. No profundizaremos aquí sobre este problema, aunque vale la pena señalar que la definición esconde alguna imposibilidad. Es lo que han probado los lógicos del siglo XX, aunque de alguna manera ya lo sabían los antiguos: de-finir implica delimitar, po ner en el dominio de lo finito una infinitud de propiedades. Ta les dificultades habían llevado a los filósofos platónicos a ensa yar aquella definición que se haría célebre: El hom bre es un bípedo im plum e. Una versión sin duda falaz cuenta la no menos célebre respuesta que a tan académica audiencia ofreció Diógenes el cínico, cuando arrojó al estrado un pollo desplumado al tiempo que profería: i. Ver capítulo 5. I li' .ii|iií al hom bre de Platón. lai como ocurre ante su respuesta a las aporías de Zenón (“el movimiento se demuestra andando” frase que supuestamente pronunció unos ochenta años antes de desplumar al pobre po llo), se suele reprochar a Diógenes el no haber entendido la ver dadera esencia del problema. De todas formas debemos conve nir que la definición de Platón resulta un tanto amplia: las propie dades empleadas para definir el concepto, aunque verdaderas, no son suficientes para distinguirlos por completo de otras entidades (los pollos desplumados). De acuerdo con el identitas indiscerrti- bilium -indiscernibilidad de los idénticos- formulado por Leib niz, si dos cosas son distintas debe existir alguna propiedad que no sea común a ambas, lo que permite “estrechar” un poco la de finición, por ejemplo: El hombre es un bípedo implume que no cacarea. Vale la pena aclarar que en el afán de distinguir se corre el riesgo de caer en definiciones demasiado estrechas, que no lle gan a abarcar la totalidad de objetos que se quieren definir, por ejemplo: El hombre es un bípedo implume de 3 6 años que se llama En rique. 2 . ¿Qu é s i g n i f i c a “ s i g n i f i c a r ” ? En los párrafos anteriores hemos dicho, vagamente, que defi nir consiste en explicar el significadode un término. Ahora bien: ¿qué significa “significar”? Este tema constituye el campo de la semántica, cuyas consideraciones fundamentales pueden encon trarse en autores como Frege, Tarski, Quine, Davidson, etcétera. Mencionemos brevemente aquella distinción elemental que es tablece dos sentidos diferentes para la noción de significado: En un sentido extensional o denotativo, el significado es el conjunto de objetos (extensión) a los cuales la definición pue de aplicarse. I l 'id i Л Y THORÍA Dii ('(>N|1INT( >S Pa b l o A m s t ií r En un sentido intensional о connotativo, el significado con siste en las propiedades que son comunes a los objetos que cons ti Luyen la extensión. Conviene tener también en cuenta la distinción entre signifi cación y referencia: según cita Quine (1984), ...los p ro b lem as de lo que gen éricam e n te se llam a sem án tica q u e d an d ivid id os en dos p ro vin cias tan fu n d am en talm en te diversas que no m erecen una ap elació n co m ún . Se las puede llam ar te o ría de la sig n ificació n y teoría de la referencia. ‘S em á n tica ’ sería un n om bre excelente p ara la teoría de la sign ificación , si no fuera p or el h ech o de que a lgu n a s de las m ejores ob ras de la llam ad a se m á n tica, esp ecialm e n te la de Tarski, perten ecen a la teoría de la referen cia. L o s p rin cip ales co n cep to s de la teoría de la sign ificación , a p a r te del de sign ificación m ism o, son los de sin o n im ia (o igu aldad de sign ificación ), s ig n ifica n cia o sig n ificativid ad (p osesión de sig n ifi cació n ) y an aliticid ad (verdad p or virtu d de la sign ificació n ). O tro es el de im p licación , o an aliticid ad del co n d icion al. Lo s p rin cip a les co n cep to s de la teoría de la referencia son los de nom brar, v e r dad, d en o tació n (o ser-verd ad ero -d e) y extensión. O tro es la n o ció n de valores de variables. Es fácil ver que un término puede tener connotación y no de notación: por ejemplo, podemos definirai mangrejo como la poco afortunada cruza entre una manguera y un cangrejo. La palabra, aunque desusada, tiene connotación: su significado es claro y no induce a errores. Sin embargo, nada hay en el universo que me rezca ser llamado “mangrejo”, y entonces su denotación es vacía: esto muestra, entre otras cosas, que la definición de una entidad no implica su existencia. Ejemplos similares abundan en la obra de L.Carroll, bajo el fa moso apelativo de palabras-maletín. Muchas de ellas aparecen en el poema Jabberwocky, minuciosamente explicado por Humpty Dumpty en el capítulo VI de A través del espejo. Aunque debe mos decir que para este personaje la idea de significado difiere un poco de la que hemos expuesto: C u an do yo uso una p alabra -d ijo H u m p ty D u m p ty en tono algo d es p e c tiv o -, esa palabra sign ifica exactam en te lo q u e yo quiero que sig nifique... ni m ás ni m enos. También Quine hace un planteo al respecto, e intenta ver las consecuencias de definir a “Pegaso” de distintas maneras; entre ellas una muy sugestiva: la cosa que pegasea. Pero si asumimos como alguna vez hicimos con los Reyes Magos o el Ratón Pé rez- que Pegaso no existe, dicha inexistencia tiene un carácter muy diferente a la que muestra este otro ejemplo: La redonda cú p u la cu ad rad a del B erkeley College. En efecto, aquí el objeto definido no puede existir pues su propia definición presenta una contradicción (ver Quine, op. cit., Acerca de lo que hay). Vale la pena mencionar también que la cuestión antes sugerida de que “la esencia no implica la exis tencia” permitió a Spinoza demostrar la unicidad de Dios. El fi lósofo entiende a Dios como una sustancia, cuya esencia es exis tir; y un ser cuya esencia es existir necesariamente existe. Lue go, aduce que una definición no establece el número de indivi duos que la satisfacen: de este modo, si hubiera por ejemplo ca torce dioses se tendría que la existencia de trece de ellos sería in necesaria. Eso contradice la definición de sustancia; existe, pues, un único Dios2. En Matemática, los sentidos denotativo y connotativo se ven reflejados en las dos formas de definir a un conjunto, por com prensión y por extensión : A = {x / xesu n número natural impar menor que 10 } (por comprensión) o bien, A = { i, 3, 5, 7, 9 } (por extensión). Es claro que las dos definiciones describen un mismo con junto, la primera de ellas dando una “explicación” o descripción de su contenido, y la segunda haciendo una lista de sus elemen 2. Para Spinoza es fundamental el concepto de un Dios cuya esencia envuelve a la existencia, poniendo en juego la distinción aristotélica entre particulares y uni versales. Bajo esta distinción, la existencia queda del lado de lo particular, mien tras que la esencia corresponde a lo universal. tos3. Esta última se caracteriza por su unicidad: si bien existen infinitas maneras diferentes de definir por comprensión, la ex tensión es siempre única. La mezcla de denotación y connotación da lugar a confusio nes y aparentes paradojas, como las que describe Quine en su ar tículo Referencia y Modalidad4. La discusión se centra en uno de los principios más básicos de la Lógica, que sin embargo a menu do se manifiesta ineficaz; por eso Quine llegó a postular la exis tencia de ciertas “semientidades crepusculares a las cuales no se aplica el principio de identidad”. 3 . L a s l e y e s d e l p e n s a m i e n t o Esta sección lleva el mismo título que la famoso libro del lógi co inglés G. Boole, considerada por los historiadores como el pri mer desarrollo de la lógica formal. Pero debemos decir que The laws o f Thought era un título demasiado ambicioso, y la propia Lógica no tardaría en revelar que “las” ansiadas leyes no existen. Claro que eso no significa que pensemos sin ley alguna (al menos no siempre); sin embargo, los métodos lógicos se toparon muy pronto con sus propias limitaciones y sufrieron su golpe defini tivo con los sucesivos teoremas de Godei, Tarski, Church, según veremos más adelante. De cualquier modo, es justo reconocer en la obra de Boole el nacimiento de la Lógica. Es interesante men cionar que pocos años antes de la aparición de su obra, el filósofo alemán Immanuel Kant había asegurado que la Lógica ...según toda verosim ilitud, parece estar co n clu sa y perfecta. 3. La palabra “lista” es aquí empleada informalmente; debe ser entendida simple mente como una anotación minuciosa de objetos, pero sin que ello implique una sucesión. Existen conjuntos cuyos elementos no pueden escribirse en for ma sucesiva: son los que Cantor denominó conjuntos no numerables, como el de los números reales. Esta denominación surge por oposición a los conjuntos numerables (por ejemplo, los números naturales), cuyo cardinal o cantidad de elementos es el conocido X 0 (alef cero). Veremos más sobre esto en el capítu lo 4. Cabe aclarar también que la anterior definición “por comprensión” no es del todo correcta, pues emplea aquel axioma que Cantor denominó “de abstrac ción”, y es causante de la paradoja de Russell. En las próximas páginas veremos esto con mayor detalle. 4. Quine, op.cit. Ndcidni iiÀsu a s ni; i/ i c i c a De algún modo, debe haber hecho falta este anuncio de Kant para que los matemáticos se dispusieran por fin a sentar las ba ses de esta disciplina. ¿Qué es razonar? Para responder a esta pregunta nos remon taremos a los primeros esbozos que fueran trazados en tal direc ción, aquellos que fomentaron el entusiasmo kantiano: nos refe rimos a la obra de Aristóteles, cuyo sistema de reglas para el razo namiento mantuvo su vigencia por unos cuantos siglos. En primer lugar, cabe señalar otro aspecto ligado al lengua je, másprecisamente a sus usos: si bien en la escuela todos he mos aprendido que el lenguaje puede ser informativo, expresivo o directivo, no parece muy probable establecer un razonamien to con premisas tales como “¿Qué mirás?”, o “Sonate la nariz”. En otras palabras, es razonable suponer que los enunciados que in teresan a la Lógica son siempre oraciones declarativas. Los razo namientos se basan en las relaciones entre las llamadas proposi ciones o enunciados predicables, es decir, enunciados a los que se puede asignar un valor de verdad. Un mérito muy destacable de Aristóteles consiste en haber trans formado al razonamiento -o al menos buena parte de él- en un cál culo, convirtiendo a los problemas lógicos en ejercicios de aplica ción de un conjunto de reglas. Esta idea es fiel a la etimología de la palabra “razón” en tanto encierra una ratio o división: para detec tar la validez de un argumento nada mejor que dividirlo en premi sas y conclusiones, que a su vez pueden resultar premisas de nue vas conclusiones. Al cabo de tanta división se obtiene aquella uni dad mínima denominada silogismo, que consiste en dos proposi ciones (premisas), de las cuales se deriva, a partir de ciertas reglas de inferencia, una tercera proposición llamada conclusión. El cum plimiento de dichas reglas es fundamental, al margen de la verdad de las proposiciones intervinientes: podemos decir que las premi sas deben ofrecer, de alguna forma, una prueba de la conclusión a la que se llega. El siguiente es un razonamiento válido Todos los gatos son mamíferos. Todos los mamíferos son animales. Luego, todos los gatos son animales aunque también lo es este otro: Todo buen ciclista lee a Kierkegaard. Los que leen a Kierkegaard no escuchan operetas. Luego, ningún buen ciclista escucha operetas. Como se ve, lo que importa en la relación entre las premisas y la conclusión es el aspecto sintáctico y no el semántico. Pero al guna relación entre los enunciados tiene que existir: compare mos por ejemplo las frases: Desde el día en que vi Tiburón me da miedo meterme al agua. Desde el día en que vi Tiburón salí con mi novia tres o cua tro veces. En la primera hay implícito un razonamiento, puesto que la conclusión parece seguirse de la premisa “vi Tiburón”; en cam bio, la segunda frase indica entre los dos enunciados una rela ción temporal, pero no lógica. En virtud de los ejemplos que hemos visto, cualquier persona seria podría poner en duda el valor de los métodos lógicos: ciclis tas que leen a Kierkegaard y no escuchan operetas, ¿qué es eso? Bien podría decirse que la Lógica permite decir cualquier clase de disparate, siempre que se trate de un disparate “lógico”. Qui zás por eso Russell dijo: Las m atem áticas son una cien cia en la que n u n ca se sabe de qué se habla, ni si lo que se dice es verdadero. Por otro lado, después de haber comprobado la validez de al gunos silogismos no es difícil comprender el sentido de la más famosa de sus frases: L a m atem ática es u n a vasta tautología. Famosa o no, la aseveración no quita valor a la Matemática. Hay algo que queda absolutamente garantizado por la corrección de un razonamiento: si se parte de premisas verdaderas, entonces la con clusión es verdadera. Se suele acusar a los métodos lógicos de no .i^rrg.ir nada a nuestros conocimientos: si al comienzo sabemos (|iK‘ todos los mamíferos son animales, y tras un cálculo obtene mos por resultado que todos los gatos son animales, terminamos el r.v/.onamiento sabiendo menos de lo que ya sabíamos. Desde esta perspectiva la lógica no agrega, sino que en algún sentido resta: (•so justifica el hecho de que la operación lleve un nombre tan sig nificativo como “deducir”. Sin embargo, la acusación deja de lado un aspecto fundamental de los métodos lógicos: brindar una ma nera efectiva de refutar un enunciado. Nada hay en la Lógica que permita validar las leyes de las ciencias empíricas, pues para veri ficar una afirmación universal deberíamos ser capaces de compro bar su verdad caso por caso, y eso es imposible. Pero es muy fácil falsear un enunciado: si un razonamiento lleva a una conclusión falsa, entonces es falsa alguna de las premisas. En esta elemental observación se basa el falsacionismo de Karl Popper. 4. D e d u c c i ó n , i n d u c c i ó n , a b d u c c i ó n En la sección precedente hemos dado una breve descripción de lo que para la Lógica significa “razonar” haciendo hincapié en la propiedad principal que tienen los razonamientos válidos: si las premisas son verdaderas, las conclusiones también lo son. Sin em bargo, hay otras formas de llegar a conclusiones, que son inválidas desde el punto de vista lógico, pero no por eso menos importantes. Se las suele denominar también “razonamientos” aunque en rigor no lo sean; conviene llamar entonces al anterior razonamiento de ductivo, para distinguirlo de otras dos formas no válidas, conocidas como razonamiento inductivo y razonamiento abductivo. A diferencia de la deducción, la inducción no brinda certeza alguna respecto de la verdad de las conclusiones, aunque en oca siones establece una cierta probabilidad. El razonamiento induc tivo consiste, a grandes rasgos, en extraer alguna ley general a par tir de determinado número de casos particulares. Como hemos anticipado, gran parte de las leyes de la ciencia se formulan en base a algún método inductivo; un enunciado bastante elemen tal de la zoología, por ejemplo Los osos tienen cuatro patas, se apoya en el hecho de que tal propiedad se ha verificado inva riablemente en todos los casos observados, aunque no hay im pedimentos de orden lógico a la aparición futura de osos quin- túpedos5. Dijimos antes que la deducción “resta”; en la inducción, en cambio, la conclusión dice siempre más de lo que dicen las pre misas. Se suele decir que la inducción “va de lo particular a lo ge neral”, contrariamente a la deducción, que “va de lo general a lo particular”. Comparemos el contundente silogismo Todos los gatos son simpáticos Félix es un gato luego, Félix es simpático con un razonamiento inductivo, a todas luces más sospechoso: Félix es un gato Félix es simpático luego, todos los gatos son simpáticos. Desde el punto de vista práctico, quizás sea aventurado dar una ley general a partir de una única observación; al menos, la con clusión parece reforzarse si presentamos más argumentos: Félix es un gato y es simpático Тот es un gato y es simpático El gato Barbieri es un gato y es simpático luego, todos los gatos son simpáticos. De cualquier forma, siempre queda abierta la posibilidad de que alguien venga y nos arruine todo al anunciar: 5. De todas maneras, negarse a admitir la ley como verdadera podría ser visto por algunos como una necedad, algo así como buscar la quinta pata al oso. Un ca rácter diferente presentan enunciados tales como Los cuadrúpedos tienen cuatro patas, cuya verdad es tautológica. En efecto, la propiedad de tener cuatro patas no es otra cosa que la definición del concepto “cuadrúpedo”. El gato de mi cuñada es un gato; no obstante, resulta un animal de lo más huraño. Como caso particular de inducción, debemos recordar tam bién el razonamiento por analogía, que consiste en extraer con clusiones sobre determinado problema o situación en base a re sultados obtenidos en condiciones similares. Por ejemplo, si X e У tienen alguna propiedad en común, entonces podemos aven turar que otras propiedades de X son también aplicables a Y. Pero como ocurre en cualquier aventura, el resultado final pue de ser un desastre: el método no ofrece las seguridades que ofre ce la buena lógica. Conviene señalar la diferencia entre esta clase de razonamien to inductivo y la inducción matemática que, como veremos en el capítulo 2, constituye una propiedad básicade los números na turales. También se extiende -aunque esto es más complicado- a conjuntos más generales: se trata del llamado principio de in ducción transfinita. Es posible dar todavía otra vuelta al esquema anterior: Todos los gatos son simpáticos Félix es simpático luego, Félix es un gato Este nuevo razonamiento, denominado abductivo, presenta un defecto muy fácil de descubrir: es claro que el tal Félix bien podría haber sido un canario, un elefante o un individuo simpá tico de cualquier clase. La propiedad de ser gato se convierte así en una causa posible de la simpatía de Félix, pero no necesaria mente la única. Se suele describir a la inferencia abductiva como “la lógica de la mejor explicación”: por ejemplo, si nuestros invi tados se presentan en casa completamente mojados, podemos extraer la conclusión de que afuera está lloviendo. Esto signifi ca que hemos optado por una posibilidad que nos pareció razo nable, descartando otras menos verosímiles: un vecino que rie ga sus plantas con descuido, o alguna travesura infantil con la manguera del garaje. Aunque en este caso no se trate de una con clusión especialmente lúcida, la abducción resulta de vital im portancia, tanto en la ciencia como en cualquier clase de inves- tigación: tal es la forma de proceder de Sherlock Holmes, cuan do reconstruye una situación a partir de ciertos indicios. Esto guarda relación con el origen etimológico de la palabra inves tigar, proveniente del latin investigare, y en definitiva de vesti gium: si leemos esto al pie de la letra, descubriremos que signi fica, justamente, “planta del pie”. Cualquier persona versada en anatomía pensará en los mús culos abductores, y podrá justamente abducir que dicho término proviene de separar o abrir, origen que se vislumbra en la idea de buscar las eventuales causas de un efecto dado desplegando un abanico de posibilidades: Hay que aclarar que la implicación sigue el sentido de las fle chas; el procedimiento de elegir una de las de las premisas como “antecedente más probable” de q es descripto por Mr. Holmes como “razonar hacia atrás”: El gran factor, cu and o se trata de resolver un problem a de esta clase, es la capacidad de razonar hacia atrás. Esta es una cualidad m u y útil y m u y fácil, pero la gente no se ejercita m u ch o en ella. En las tareas corrientes de la vid a cotidiana resulta de m ayor utilidad el razonar hacia adelante, y p or eso se la desatiende. Por cada persona que sabe analizar, h ay cin cu en ta que saben razonar por síntesis. Las dos formas de razonamiento comentadas en esta sección resultan en algún sentido falaces; vale decir, una especie de in fracción a las leyes lógicas. En general, una falacia no es otra cosa que un razonamiento inválido, aunque a primera vista pueda pa recer correcto o resultar psicológicamente persuasivo. Tal es el caso de los famosos sofismas. Pn у Lò g i c a a r i s t o t e l i c a Veremos ahora algunos elementos de la lógica aristotélica, que se apoya en la noción intuitiva de clase: una colección de cosas ( |iit* tienen algún atributo en común. Por ejemplo, la clase de los jugadores de ping-pong, o la clase de los perros salchicha. A di ferencia de la moderna teoría de conjuntos, Aristóteles no pre- vió la necesidad de contar con clases vacías. Si bien el concepto de “clase” que estamos empleando no es muy riguroso, vale la pena mencionar algunos aspectos de aque- 11o que actualmente se conoce como Teoría Ingenua de Conjun tos. Se trata, esencialmente de la nada ingenua teoría desarro llada por Cantor a fines del siglo XIX; el apelativo se debe a que han surgido allí algunos inconvenientes, que derivaron en una profunda crisis en los fundamentos de la Matemática. El proble ma no es menor, y fue motivo de controversias entre las escue las logicista (encabezada por Russell y Frege), formalista (Hil bert, y posteriormente Bourbaki) e intuicionista (Brouwer, Poin caré). De alguna manera, la discusión se calmó en buena medi da cuando Zermelo y Fraenkel propusieron en 1908 los axiomas para una teoría “no ingenua”, que es la más comúnmente acep tada en la actualidad. La noción de conjunto existíaya en la Matemática desde tiem po atrás, así como algunas de las paradojas que dicha noción trae consigo. La representación por medio de los diagramas de Venn tiene su origen en una idea anterior, la de los círculos de Euler, inventados por tan ilustre autor hacia 1770 como un modo de re solver silogismos y en especial poder explicárselos a su célebre princesa alemana. Pero fue Cantor quien, en una serie de memorias escritas en tre 1874 y 1884, se ocupó de dar forma a tales cuestiones y fundar la teoría que, además de sus múltiples aplicaciones, permitió es tablecer sorprendentes conclusiones en torno al problema del in finito. En efecto, el descubrimiento de diversas clases de infini to, y la consecuente definición de los números transfinitos mos traron algunos aspectos de la Matemática completamente insos pechados. A una frase de Gauss, para quien el infinito actual era una “manera de hablar” responde Cantor: N o obstante la diferencia esen cial entre los co n cep to s de infinito poten cial y de infinito actual (siend o el prim ero una m agn itu d fini ta variable q u e crece m ás allá de todo lím ite finito, y el seg u n d o una m agn itu d fija, constante, que se m an tiene m ás allá de tod as las m ag nitudes finitas) o curre con frecu en cia tom ar el uno por el otro... En vista de la ju stificad a aversión a tales infinitos actu ales ilegítim os y a la in fluencia de la tend en cia m o d ern a ep icú reo -m aterialista, se ha extendido en am p lio s círcu los cien tíficos cierto horror infiniti, que en cu en tra su expresión clásica y su apoyo en la carta de G au ss; sin em b argo m e parece que el consigu ien te rechazo, sin crítica alguna, del legítim o infinito actual no deja de ser una vio lació n de la n atu raleza de las cosas, que han de tom arse co m o son. La definición cantoriana de conjunto no es, por cierto, una de finición formal. Se trata más bien de una idea intuitiva, en donde un conjunto se piensa como una colección de cosas (Cantor em pleó la palabra Menge, “multitud”). Un conjunto es, para Cantor, un agrupamiento en un todo de objetos bien definidos, de nues tra intuición o nuestro pensamiento. Pero esto no significa gran cosa: el término “conjunto” es, en de finitiva, un término primitivo de la teoría. También lo es aquel otro que se refiere a esos objetos de los que un conjunto se compone, los elementos. Para indicar que determinado x es elemento de un con junto A, se emplea el símbolo de pertenencia, y se escribe: x e A. El paralelo entre teoría de conjuntos y la lógica es inmedia to: por ejemplo, las operaciones de intersección y unión se tra ducen respectivamente a las operaciones lógicas de conjunción y disyunción, así como la noción de complemento, definida a par tir de la diferencia entre conjuntos, se asocia con la negación6. Podemos comparar las diferentes versiones de las clásicas leyes de De Morgan, que se enuncian - ,(p v q ) = -,pA-,<7 -1 (pA q) = - ,p v - ,q en la Lógica, y 6. La definición de las operaciones elementales entre conj un tos puedei > encontrar se en el Diccionario de términos matemáticos, de próxima publicación. Convie ne recordar en particular a la diferencia y la diferencia simétrica, en viri ud de la importancia que le da Lacan (por ejemplo, en La Identificación, y también en el célebre ejemplo de “La bolsa o la vida”). (A u В)' = A C r\B c (АглВ)с = А 'и В с en la teoría de conjuntos7. Mencionemos finalmente a la relación de inclusión, muy cercana a la implicación: tanto, queen la teoría tie conjuntos el principio de identidadtoma la forma VA: A c: A Resulta claro: dicho principio, en la Lógica, dice que cualquier proposición p verifica: P ^ P {p implica p) Por eso, dado un conjunto A y cualquier objeto x del univer so, tomando como p el enunciado “x e A" se obtiene x e A => x e A, que en otras palabras se lee: A está incluido en A. La teoría de Cantor permite el libre empleo de un enunciado conocido como axioma de abstracción. En él se basan las defi niciones por comprensión antes mencionadas, que en principio permiten construir a partir de cualquier función proposicional ф el conjunto de todos los objetos del universo que la satisfacen: { * / Ф U ) } La noción de “función proposicional", tan común en la Lógi ca, es -como veremos- una especie de predicado sin sujeto. Por ejemplo, la oración ф(х) = x es mortal carece de sujeto: cualquier valor que se le asigna a la variable x pasa a cumplir ese papel y le da a la oración el carácter de pro posición. El axioma de abstracción parece más que aceptable, razón por la cual Frege no tuvo reparos en emplearlo para definir al conjun to vacío. Claro, esta definición no es e-vidente, pues el concepto es muy lejano a nuestra intuición: según entendimos, un conjun to es una colección de cosas, luego... ¿cómo pensaren una colec ción que no tenga nada? Cualquiera puede decirse coleccionisl.i 7. A 'quiere decir complemento de A. Lacan emplea también la noi.x ió n Л, quo lo Topología reserva para la clausura de A. de estampillas, obras pictóricas o premios literarios, si se puede llamar “colección” a algo tan poco profuso como el vacío. Como sea, este difícil conjunto puede definirse por abstracción, mediante el sencillo recurso de buscar alguna propiedad que na die8 en El Universo sea capaz de cumplir: de este modo, resulta tan vacío el conjunto de los elefantes que tienen seis patas como el de las peras de un olmo. Sin embargo, debemos convenir que es ne cesario dar una propiedad que sea formulable en lenguaje lógico: por eso, pensó Frege que sería una buena idea definir 0 = { x / х ф х } Con este truco, la Matemática quedaría completamente es tablecida como un capítulo de la Lógica, como pretendía la es cuela logicista, aunque el descubrimiento de la paradoja de Rus sell en 1901 mostró que la construcción llevada a cabo por Frege no era válida, lo que significó un derrumbe de sus afanes. Una de las versiones más difundidas de esta paradoja se refiere a un bar bero que afeita a todos aquellos que no se afeitan a sí mismos. Es fácil ver que este barbero no puede afeitarse ni dejar de hacerlo; sin embargo, según señala Quine esto no determina una parado ja sino la imposibilidad de que exista un barbero así. Llevada a nuestro contexto, se puede reproducir la paradoja considerando dos tipos diferentes de conjuntos: 1- Los conjuntos ordinarios, que no se contienen a sí mismos como elemento, es decir: A es ordinario si A 110 pertene ce а Л. Por ejemplo, el conjunto de los números naturales, que no es un número natural. 2- Los conjuntos extraordinarios, que se contienen a sí mis mos como elemento, es decir: A es extraordinario si A per- в. Es claro que “nadie” no indica persona, sino que se refiere a una propiedad que ningún objeto del universo satisface. Borges hace un empleo interesante de di cho vocablo en Las ruinas circulares: Nadie lo vio desembarcar en la unánime noche, nadie vio la canoa tic bambú sumiéndose en el fango sagrado, pero a los pocos días nadie ignoraba... B o r g i í s , 19 7 6 tenece a A . Por ejemplo, el conjunto de todos los conjuntos, que en tanto conjunto es elemento de sí mismo. lista clasificación es completamente lícita en la teoría de Can tor, pues sólo precisa del axioma de abstracción. Pero el mismo axioma permite que definamos el conjunto X = { A / A es un conjunto ordinario } que no tardará en traernos problemas. En efecto, si X es ordina rio, debe cumplirse que X pertenece a X, es decir, X es extraor dinario (absurdo). Si suponemos, por el contrario, que X es ex traordinario, por definición resulta que X no pertenece a X y en tonces X es ordinario... un nuevo absurdo, que señala que esta mos ante una paradoja. La aparición de esta paradoja indica que, así planteada, la teoría de conjuntos es inconsistente; eso no nos conviene, pues la presencia de una contradicción (p л -,p) trivializa una teoría. Puede verse fácilmente que a partir de una contradicción se pue de concluir cualquier cosa, como mostró por ejemplo Russell al dar una prueba rigurosa del siguiente enunciado: Si i es igual a 2, yo soy el Papa. Ante tal panorama, no queda otro remedio que cambiar la axio mática: introducir condiciones que limiten la definición de con junto para impedir que pueda definirse de un conjunto tan per nicioso como el conjunto de los conjuntos ordinarios. La manera más simple, aunque tajante, consiste en decretar explícitamente que un conjunto no puede ser elemento de sí mis mo: es decir, sólo considerar como conjuntos hechos y derechos a los conjuntos ordinarios, con lo que la paradoja se elimina de raíz. En realidad, esta restricción es excesiva y puede ser evitada, aunque ello no ocurre en los Principia Matemática, esa obra mo numental de Russell y Whitehead destinada a restablecer los va cilantes fundamentos de la Matemática. Se describe allí la teoría de tipos, una construcción más bien complicada según la cual los conjuntos de cierto tipo tienen como elementos a conjuntos de ti pos anteriores; de este modo, se evita la mezcla de niveles de len guaje, un verdadero caldo de cultivo para el surgimiento de para dojas. El resultado, de todas formas, no logró satisfacer las aspi raciones logicistas, como más adelante veremos. Una consecuencia inmediata de la paradoja de Russell es que el Universo no es un conjunto. Esto significa que no tiene senti do proponer que El Universo es el conjunto de todas las cosas que existen, LI = { x / x existe } o el de las cosas idénticas a sí mismas, U = { x / x = x } i La explicación es sencilla, al menos si se supone que estamos hablando de un universo ordinario: Si U es un conjunto, no puede ser elemento de sí mismo; por ende U no existe (o bien: U es distinto de U). De aquí se desprende un problema con respecto a la noción de complemento, pues por definición la unión de un conjunto con su complemento debería ser todo el universo. Pero "todo” no es un conjunto, de modo que sólo puede pensarse en un complemento relativo: el complemento de un conjunto se define siempre respec to de otro conjunto que lo contenga. A este conjunto “más grande” se lo llama universal, pero de ninguna forma puede pretenderse que se constituya en El Universo. Sería inadecuado, por ejemplo, considerarci complemento del conjunto G de los gatos como todo aquello en el universo que no es gato; en cambio, dado a priori el conjunto universal M de los mamíferos, entonces es correcto de finir el complemento de G en la siguiente forma: Gc = M - G = { x e M / x í G} Es imposible dar un carácter absoluto al complemento, pues de pende siempre de modo esencial de nuestra decisión previa acer ca de cuál va a ser el universo para nuestro discurso''. 9. Vemos así que es más sencillo ponerse de acuerdo acerca de lo que liay que acer ca de lo que no hay. Macedonio Fernández se manifestaba en coni r.i de produc tos tales como las galletas sin sal, pues existe una infinidad de cosas que las ga lletas no tienen. Como sea, a veces pensar en el complemento restituí ventajoso; por ejemplo para recibir regalos de no-cumpleaños, talcoinodcuuicslra I lump- ty Dumpty a una desconcertada Alicia (L. Carroll, op.cit.). Sobre el problema on tològico de lo que hay, algo veremos en el último capítulo. ЗО I ,.i aparición de paradojas en la teoría de conjuntos no fueuna novedad: en 1898 se había formulado otra, laparadojade Burali- I 01 ti, que descubrió el propio Cantor pero la atribuyó a un de lecto en su definición de los ordinales. Como sea, no se esperaba фи* estos hallazgos fueran realmente a hacer tambalear a toda la Matemática. Las nociones de interpretación y modelo, y los len i/uajes de primer orden tuvieron su origen a partir de estas difi cultades: el susto que se llevaron los matemáticos, a principios del siglo XX, llevó a la búsqueda de un rigor lógico mucho ma yor. Un elocuente resultado de tal rigor es la axiomática de Zer- melo-Fraenkel10. (). E n u n c i a d o s c a t e g ó r i c o s Las llamadas proposiciones categóricas establecen relaciones entre dos clases, afirmando o negando inclusiones parciales o to tales entre ellas. Existen entonces cuatro formas distintas: Todo Ses P (universal afirmativa) Ningún Ses P (universal negativa) Algún Ses P (particular afirmativa) Algún S no es P (particular negativa) 10. Como dijimos, la paradoja lo arruina todo, una situación comparable con la maldad que comprueba Dios en el hombre, pocas generaciones después de ha berlo creado: ...toda imaginación de los pensamientos de su corazón era solamente mala to dos los días (Genesis VI, 5) La solución que encuentra Dios es casi tan drástica como la de Russell: Borraré al hombre que he creado de sobre la faz de la tierra, desde el hombre has ta la bestia, hasta el reptil y hasta el ave del cielo, porque Me arrepiento de haber los hecho. (Genesis VI, 7) Como sea, Noé “halló gracia en los ojos del Señor”: en la teoría de conjuntos di cho rol de "justo en su generación” bien podría ser cumplido por el conjunto va cío, que va a ser la base de la rigurosa teoría de Zermelo-Fraenkel. Como el vacío, también Noé está “despojado" cuando se queda dormido en medio de su tienda, aunque sus hijos mayores no tardan en cubrir esta desnudez con un manto. Aunque la correspondencia gramatical no es exacta, las le tras S y P evocan las ideas de “sujeto” y “predicado”. En términos de clases, es inmediato observar que la oración todo Ses P equi vale a decir: Todo elemento de S es también elemento de P. Ello revela una inclusión total: por ejemplo, la frase Todos los gatos son pardos señala el dudoso hecho de que todo elemento de la clase S = “ga tos” pertenece a la clase P = “individuos pardos”. En otras pala bras, la clase S está totalmente incluida en la clase P; del mismo modo, la proposición particular afirmativa algún S es P nos in forma que la clase S está parcialmente incluida en la clase P. De bemos aclarar que eso no niega la posibilidad de que la inclusión sea total: cuando decimos Algunos miembros de mi familia tocan la trompeta, la oración es verdadera si al menos uno de mis familiares es trom- petista, y seguirá siéndola aun si todos lo son. También resulta claro que las proposiciones negativas, tanto la universal como la particular, niegan la inclusión parcial o to tal de la clase S en la clase P. Así, al decir Ningún pingüino desayuna antes de las ocho, estamos negando la proposición Algunos pingüinos desayunan antes de las ocho. En otras palabras, negamos la inclusión parcial de la clase “pin güinos” en la clase “individuos que desayunan antes de las ocho”. Veamos por último un ejemplo de particular negativa: Algunos bailarines no saben de contabilidad. En este caso, estamos negando la inclusión total de la clase de bailarines en la clase de personas que saben de contabilidad. La frase podría leerse, en efecto, como: No todos los bailarines saben de contabilidad. Durante la Edad Media, los escolásticos denotaron a las cuatro proposiciones categóricas empleando respectivamente las letras A, E, 1, O, a partir de una sencilla regla mnemotècnica que tiene 1 en cuenta el hecho evidente de que los dos enunciados afirmati vos (Ajflrmo) contradicen a los negativos (nEgO). Más precisa mente, las relaciones se resumen en el siguiente esquema: A contrarias E subalternas subalternas 7. C u a d r a n t e d e P e i r c e Lacan presenta la lógica aristotélica en el Seminario IX me diante el famoso cuadrante de Peirce, a partir de los enunciados A: todo trazo es vertical E: ningún trazo es vertical I: algún trazo es vertical O: algún trazo no es vertical y un sencillo diagrama: El lector puede intentar, a modo de ejercicio, analizar la ver dad de cada una de las proposiciones en los distintos cuadrantes. Más adelante volveremos sobre este punto. И L Ó G IC A Y T E O R ÍA D E CO N JU N TOS l ’A lll.O A m s t k k 8 . S i l o g i s m o s Según mencionamos, los silogismos son razonamientos que se componen de dos premisas y una conclusión: Premisa i: Ningún oso hormiguero tiene ideas polí ticas moderadas. Premisa 2: Algunos osos hormigueros prefieren el té al café. Conclusión: Algunos seres que prefieren el té al café no tienen ideas políticas moderadas. A pesar de su simplicidad, Aristóteles y su discípulo Teofrasto han dedicado seguramente unas cuantas tardes a formular reglas precisas para determinar si un silogismo es o no válido; sin em bargo, si se emplea un sistema de cálculo apropiado, o el lengua je de la teoría de conjuntos, dichas reglas se vuelven innecesarias. Pero los antiguos estudiaron exhaustivamente los 64 posibles si logismos, y determinaron la validez de 19 de ellos. Veremos una forma muy sencilla de resolver silogism os a partir de diagramas: para ello, bastará con representar a las clases me diante los llamados círculos de Euler, indicando con un o aque llas regiones en donde no hay elementos, y con un г aquellas en donde hay al menos uno. Así, las cuatro proposiciones categóri cas se representan del siguiente modo: S P S P S P S P TodoS es P Ningún S es P Algún S es P Algún S no es P Con un poco de cuidado, resulta fácil aplicar esta representación a cualquier silogismo: en el ejemplo anterior, si consideramos S = “osos hormigueros” P = “seres con ideas políticas moderadas" R = “seres que prefieren el té al café” I untemos “traducir” una a una las premisas, y representarlas a to- ( Lis en un único diagrama: Premisa i: Ningún S es P S P Conviene observar aquí que nos vemos forzados a escribir dos ( с-ros distintos, pues la presencia de R divide la región común a S y P en dos partes. Un problema distinto aparece con la premi se siguiente, Premisa 2: Algún S es R S P R En efecto, sabemos que hay por lo menos un elemento común .1 S y R, pero la premisa por sí sola no nos permite decir a cuál de las dos regiones de esta intersección pertenece (acaso haya ele mentos en ambas). Por eso escribimos provisoriamente un 1 so bre la línea divisoria, hasta tanto recopilemos toda la informa ción disponible: Premisas i y 2: Ningún S es P Algún S es R S P Gracias a la segunda premisa se resuelven las dudas acerca de ese que se encontraba “en suspenso” hasta que el o de la región común a S y P lo desplazó, para confinarlo en esa pequeña por ción que se ve en el diagrama. En consecuencia, podemos extraer la conclusión; existe al menos un elemento que pertenece a i? y no pertenece a P: Conclusión: Algún R noes P A veces se presentan razonamientos más complicados, pero que en realidad no son otra cosa que la combinación de dos o más silogismos. Consideremos por ejemplo las siguientes premisas: 1. Algunas estufas son objetos de arte. 2. Todo objeto de arte causa a mi abuela dolor de cabeza. 3. Todo lo que causa a mi abuela dolor de cabeza es muy apre ciado por mi abuelo. De acuerdo con el método que hemos visto, se definen las clases: S = “estufas” P = “objetos de arte” R = “objetos que causan a mi abuela dolor de cabeza” T = “objetos muy apreciados por mi abuelo” Se tiene, entonces,Зб N o c i o n ü s i iA s k a n d i . i / i i ì i c a S P Premisas i y 2: Algún Ses P Todo P es R Conclusion 1: Algún Ses R R Premisa 3 y Conclusion 1: R T Todo R e s T Algún Ses R Conclusión:A/gún S es T. En otras palabras: Algunas estufas son muy apreciadas por mi abuelo. Estos razonamientos se denominan sorites; en ocasiones la conclusion parece muy alejada del punto de partida, porque pue den ser muchos los silogismos que se concatenan. Esto termina de explicar la idea de “vasta tautología” mencionada en la pági na 20: todo teorema, por complicado que parezca, no resulta en el fondo otra cosa que el encadenamiento de cierto número de pasos triviales. También pueden presentarse silogismos en forma incomple ta, omitiendo alguna de las premisas, por ejemplo: Ninguna persona respetable roba el sombrero a sus semejan tes; en consecuencia, nosotros no robamos el sombrero a nues tros semejantes. Para que el razonamiento sea correcto, se debe intercalar la si guiente premisa, cuya verdad puede merecer alguna objeción: Nosotros somos personas respetables. A estos razonamientos incompletos se los conoce como entime- mas. La premisa que se omite se da por sobreentendida, pero no re- sulta consecuencia de las otras dos proposiciones; corno ya vimos, el siguiente razonamiento abductivo es lógicamente inválido: Premisa i: Ninguna persona respetable roba el sombre ro a sus semejantes. Premisa 2: Nosotros no robamos el sombrero a nues tros semejantes. Conclusión: Nosotros somos personas respetables R = personas respetables S = personas que roban el sombrero a sus semejantes. N = nosotros N El diagrama muestra que -mal que nos pese- nuestra respe tabilidad no se sigue de las premisas. Felizmente tampoco se si gue la presunción contraria; en rigor, el propio diagrama deja ver que las premisas no permiten extraer conclusigli alguna. 9. S i n t a x i s y s e m á n t i c a d e l o s l e n g u a j e s f o r m a l e s En las páginas anteriores hemos visto que los razonamientos se construyen apartir de proposiciones: enunciados a los que se puede asignar un valor de verdad. Los silogismos consideran únicamente “proposiciones categóricas”; sin embargo, la Lógica formal emplea un lenguaje que permite operarcon las proposiciones como simples letras. Las reglas que nos dicen cómo combinali lidias letras forman parte de aquello que se conoce como calculo pmposicional. N o c IUNH S IiA s K 'A S D ii LÒ G IC A ( onsiilei emos para comenzar ciertas proposiciones denomi- n.iil.isíífómj'cas, que se indican por medio de las letrasp, q, r, etc. Se definen además diversos operadores, llamados genéricamen te l oiicctivas: entre ellos los más comunes son la negación, denotada por medio del símbolo -, la conjunción o et (л) la disyunción o ve/ (v) la implicación (=>) la disyunción exclusiva (у) la equivalencia lògica, también conocida como si у sólo si ( о ) listo permite formar distintos tipos de proposiciones com puestas, por ejemplo p v q p=> q -.p A q {p = > q )v ^ r Como se ve en el último caso, si se pretende combinar me diante conectivas más de dos proposiciones, se hace preciso in troducir paréntesis, a fines de evitar la ambigüedad en la escri tura. El proceso que permite definir las proposiciones es induc t ivo; toda proposición compuesta se define a partir de las propo siciones atómicas mediante las siguientes reglas: 1) Si p es una proposición, entonces ip es una proposición. 2) Si p y q son proposiciones, entonces p / \ q p v q p = > q p y q p<=>q son proposiciones11. 11. En rigor, las proposiciones definidas por la regla 2 deben escribirse: (P л 9 ) ( p v q ) ( p = > q ) ( p v q ) (p<=>q) Sin embargo, existe un sistema (denominado notación polaca) que permite evitar el empleo de los paréntesis; de todas formas, se suele preferir la escritura clásica, pues resulta más clara. Lacan le da una especial importancia a los paréntesis en el Semi nario sobre ‘La carta robada’, en especial en la sección Paréntesis de los paréntesis (ver J.Bekerman, P.Amster, 1999). i o . T a b l a s d e v e r d a d Una vez dadas las reglas que permiten formar las propo siciones, se define el valor de verdad como una función que a cada proposición le hace corresponder el valor V (verdadero) o F (falso) a partir de los valores de sus átomos. La manera habi tual de presentar a tal función es por medio de las tablas de ver dad] por ejemplo, el valor de verdad para la negación se estable ce de modo tal que si p es verdadera, entonces su negación es falsa, y viceversa: n e g a c i ó n p " P V F F V De la misma forma, la conjunción de dos proposiciones p y q toma el valor V si (y solamente si) el valor de ambas es V, como se refleja en la tabla: CONJUNCIÓN P Я p/\q V V V V F F F V F F F F Para la conectivas restantes tenemos: DISYUNCIÓN P Я p v ,? V V V V F V F V V F F F IMPLICACIÓN P ________________ £ ___________________P =><7 V V V V F F F V V F F V DISYUNCIÓN EXCLUSIVA p ____ ____ __ я................... ............р у д V V F V F V F V V F F F EQUIVALENCIA LÓGICA p __________________ _____ q ________________________ p < ^ q V V V V F F F V F F F V Otra manera de presentar a esta función de valuación consis te en los circuitos lógicos, a los que Lacan se refiere en el Semi nario II: por ejemplo, la conjunción y la disyunción se represen tan respectivamente por conjunción disyu n ció n Estos circuitos se interpretan en términos de “pasaje de co rriente”: ¿bajo qué condiciones pasa la corriente desde el punto A hasta el punto B? En el primer caso, resulta claro que ambas “puertas”, p y q deben estar cerradas, mientras que en el segundo caso basta con que al menos una de ellas lo esté. Entonces conviene pensara los valores FyV respectivamente como “puerta abierta” y “puerta cerrada”. Existe otra forma de escribirlos, que nos brindará una nueva perspectiva: se trata simplemente de denotar con un o al valor F, y con un i al valor V. Observamos entonces por ejemplo que la conjunción p л q toma el valor i sólo cuando el valor de cada uno de sus términos es i; basta con que alguno de ellos tenga valor o para que el valor de p л q también sea o. En otras palabras, el valor de p л q equivale al mínimo valor entre los valores de p y q. Esto se puede escribir de la siguiente manera: v{p a ç ) = infiyip), v(q)} en donde v denota la función devaluación y la partícula “inf” ex presa el ínfimo (el más pequeño) entre los correspondientes va lores. Análogamente, el valor de p v q corresponde al mayor de dichos valores, que expresamos como un supremo: vip vq ) = sup{v(p), v{(¡)} Esta manera de pensar al conjunto de valores de verdad remite al ejemplo más elemental de álgebra de Boole'1] según esta idea, los valores o y i se definen como complementarios, o ’ = i / ’ o y resulta fácil verificar las siguientes propiedades, еще junto a las anteriores pueden tomarse como una definición de la función v, alternativa a las tablas de verdad: v(-,p) = v(i>)' v(p=>q) = sup{v(/>)’, v((/)| La equivalenciay la disyunción exi ■ 111 s i va г< ■< 111 i « ■ re n (orinas algo más complicadas, cuya verificación queda c o m o ejercicio: 12. Es decir, el álgebra booleana (o, i}. A pes.u ile mi i i iv i.i lnl.nl, l.i observación deja ver la posibilidad de una generalización quei i mi empir I,is ll.iiiucl.is lógicas mul- tivalentes, con más de dos valores de veril.id l'.ii.i iin.i ilelmuii'in de "álgebra de B oole"verel Diccionario de términos m.ilem.illi un, ile p n k ......publicación. V (p <?> q) = inf{sup{v{p)’, v(q)}, sup{v{p), víq)]} V (p Y q) = inf{sup{v{p), v(q)}, sup{v(p)’, v(q}’}11. L e y e s l ó g i c a s Las anteriores tablas de verdad perm iten dem ostrar las deno minadas leyes lógicas o tautologías. M ás allá del uso informal que liemos dado a esta palabra al recordar la frase de Russell, una tau- I o logia consiste simplemente en una proposición cuyo valor de ver dad es i, independientemente del valor de sus com ponentes13. Hay cilgunos ejemplos m uy sencillos, com o el principio de identidad: P ^ P que se dem uestra por la tabla p p p=>p V V V F F V Del m ism o m odo se prueban otras leyes tales com o Principio de no contradicción: -'(P a -, p) P -•p p A -"p -'(рл-'р) V F F V F V F V Principio de tercero excluido: p v -n p P -P p v ^ p V F V F V V 13. Análogamente se define a la falsedad lógica o “contradicción” como una propo sición compuesta cuyo valor de verdad es o. A las proposiciones que no son tau tologías ni contradicciones se las denomina contingencias, vale decir, proposi ciones cuyo valor de verdad depende de los valores de verdad de sus Atomos. Algunas de estas tautologías expresan la equivalencia de dos fórmulas, lo que permite aplicar el importante principio de sus- tituibilidad4, y se demuestra por la igualdad de las respectivas ta blas de verdad. Una de las más evidentes es la doble negación P = -v-P cuya verificación es inmediata15: __________ P _______ ~~P_________________ _________ ^ - P _________ V F V F V F A modo de ejemplo algo menos trivial podemos comprobar la validez de la primera de las leyes de De Morgan comentadas por Lacan en diversos seminarios: -,(p л q) = (~,p V -.q) Para el primer término de la igualdad se obtiene: p Я p / \ q /-“S< S :r V V V F V F F V F V F V F F F V mientras que para el segundo vale 14. A grandes rasgos.dicho principio establece que en cualquier fórmula, una expre sión puede reemplazarse por otra equivalente. Por ejemplo, a partir de la igual dad 4 = 2 + 2, podemos reemplazar al valor 4 en la fórmula 4 < 2 5 para obtener: 2 + 2 < 25 15. Para demostrar la equivalencia entre dos proposiciones, basta con verificar en la tabla que las respectivas columnas son idénticas. En muchos textos la equi valencia se denota mediante el símbolo para distinguirla de la igualdad entre proposiciones: por ejemplo, las fórmulas equivalentes (p л q) y (q л p) no son sin embargo iguales. Es fácil demostrar que dos proposiciones p y q son equiva lentes si y sólo si la fórmula (p » q) es una tautología. p .........q........... ..........;-p............. ...... я ....... ..~'P v ^q V V F F F V F F V V F V V F V F F V V V y Ki equivalencia queda demostrada. La otra ley, А р V q) = (->p л -,<7) se demuestra en forma análoga. El último ejemplo establece una propiedad importante, pues blinda una forma de negar una conjunción о una disyunción. ¿I omo negar las otras conectivas? Es fácil verificar a partir de Lis tablas que -,(p O q ) =p y q y obviamente entonces -■ (p У q) = p o q Por otro lado, tenemos: p q p = > q ^ ( p = > q ) V V V F V F F V F V V F F F V F y entonces es inmediato verificar que (p => Я) = P л —,<7 Esto hace pensar en la siguiente definición alternativa para la implicación: p = > q = - , p v q El resultado es bastante intuitivo: o bien no se cumple p, o se cumple q. Cabe decir que esta última igualdad se verifica sin ne cesidad de recurrir ya a las tablas: en efecto, por la ley de doblo negación sabemos que p= > q = ->-«(P => q) T > De este modo, la propiedad anterior nos permite deducir lo siguiente: P => 4 = -1 (p a ->q) Aplicando ahora una de las leyes de De Morgan y nuevamen te la ley de doble negación obtenemos: p => q = -i p V -i-,q = -, p v q como queríamos demostrar. El último desarrollo trae aparejada una nueva cuestión: si he mos podido deducir a la implicación a partir de la negación y la disyunción, entonces no era necesario definirla desde el comien zo. En rigor, podemos observar que todas las conectivas se dedu cen de esas dos: p л q = -, {-.p V -,q) p => q = -P V q Otro tanto ocurre con la equivalencia lógica, que no es otra cosa que la conjunción de dos implicaciones, p O q = (p => q) л (q => p) = (-.p v q) л (-,<:/ v p)= .p V q) V q v p)\ y también con la disyunción exclusiva, que se puede pensar en base a las anteriores de distintas maneras: P У q = -, (p q) = (p v q) л -, (p л q)= -,( ,/> v (¡) v , (-, p v q) Tal propiedad se resume diciendo que {-,, v | es im conjunto adecuado de conectivas. El lector puede veri(ic.ir que el conjun to (-,, л } también lo es. En realidad, autores como Russell mos traron que todas las conectivas pueden deducirse de una sola, de nominada incompatibilidad: p Ч P 1 ч V V F V [•' V F V V F [•' V En otras palabras, la incompatibilicl.nl ile /> y </ es verdade ra, a m enos que p y q sean am bas veril.uler.is .11 m ism o Liempo. I л negación de p se define como la incompatibilidad de p con sigo misma, es decir: -P = P Ip Una simple inspección a la tabla de verdad basta para reco nocer a la incompatibilidad en su carácter de negación de la con junción; luego es claro que conviene “definir” a la conjunción de la siguiente manera: р л д = -,(р \q) = (p\q) | (p\q) p q p 1 q ip\q) 1 (p\q) V V F V V F V F F V V F F F V F A partir de aquí, el resto de las conectivas se obtiene de un modo similar al desarrollado unos párrafos atrás. A modo de ejercicio, se puede comprobar que todas las conectivas se defi nen también a partir de otra conectiva, que intuitivamente ex presa la fórmula “ni p ni q”, vale decir: ¿ _____________________ 4___________________ ni (p,q) V V F V F F F V F F F V De este modo observamos un hecho que puede parecer cu rioso: todo el sistema se sostiene sobre una versión más o menos formal de una expresión un tanto insulsa: Ni fu, ni fa. El lector interesado en ejercitar un poco puede entretenerse demostrando algunas de las siguientes leyes lógicas: Idempotencia del et p л p = p Idempotencia del vel p v p = p Simplificación (p л q) => p Adición p=> (p v g) Enunciado contrarrecíproco (p => g) = (-.g => -.p) Transitividad de la implicación (p => q) л (g => r) => (p => r) Ley asociativa para el et [(p л q) л r] = [p л (g л r)i Ley asociativa para el ve/ [(p v q) v r] = [p v (g v r)] Ley asociativa para la equivalencia [(p o ? ) o r ] = [ p o ( ç o г)] Leyes conmutativas para et, vel y equivalencia'. p л g = g лр p v q = q v p p o q = q<^p Leyes distributivas, del et respecto del vel, y viceversa: (p л q) v r = (p v г) л (g v r) (p v g) л г = (p л r) v (g л r) Una regla de especial importancia es la reducción al absurdo, dada por la absurda tautología (-,p => p) => p, cuya aplicación práctica se resume en la siguiente “receta” para demostrar un enunciado p: Suponemos que p es falsa; si de allí obtenemos una contra dicción, esto quiere decir que -p es falsa, y en consecuencia p es verdadera16. Mencionemos finalmente aquellas conocidas reglas que con forman la base de todo cálculo: Modus ponendo ponens [(p -> q) л p] => q Modus tollendo tollens [(p => g) л -ig] => -.p Modus ponendo tollens [(p v g) л p] => ->g Modus tollendo ponens [(p v g) A-.p] => g Cabe advertir que ante tal profusión de leyes lógicas es fácil cometer algún descuido y tomar por verdadero lo que es falso y por falso lo que es verdadero... Quién sabe, acaso porque un es píritu, no menos astuto y burlador que poderoso, ha puesto su industria toda en engañarme'7. 16. A modo de ejemplo, veremos una aplicación de este método en el capítulo 4. 17. Las citas pertenecen a Descartes, Meditaciones. En realidad, no se requiere un 1 2 . V a r i a b l e s l i b r e s y c u a n t i f i c a c ió n Hasta el momento hemos descripto los fundamentos de un cálculo basado únicamente en proposiciones, en las que aún no .1 parece la idea de “variable”. Pero en los desarrollos del siglo XIX aparecería aquella no ción queen ese entonces se denominó función proposicional, de finida por B. Russell de la siguiente manera: Una función p rop osicional es una expresión que contiene uno o m ás constituyentes indeterm inados, tales que, cu and o asignam os valores a estos constituyen tes, la expresión resulta una proposición. Por ejemplo, si consideramos la frase ф(х): X es mayor de 25 años, no podemos decir que ф sea verdadera o falsa a menos que asig nemos un valora la variable: ф (mi tío Carlos): mi tío Carlos es mayor de 2 5 años. I ,a definición russelliana, más bien intuitiva, lleva a pensar a l.i f unción proposicional según anticipamos, como un “predica do sin sujeto”; el sujeto faltante es una suerte de agujero, que pue de resumirse en esa sensación de suspenso dejada por los pun ios suspensivos: ......... es un hombre. l’or otro lado, introduce el concepto de variable, que Lacan describe siguiendo a Frege como un “agujero” en el que se puede ubicar cualquier valor del universo: i;i‘nio tan poderoso para hacer errar a cualquiera, se trate o no -al decir de La- c.m - de un no-incauto. Por ejemplo, bien podría uno creer que la siguiente re- i;l.i es verdadera, (p => q) => r = p => (q -> r), !■ incluso reforzar tal creencia asignándole un nombre pomposo: asociatividad de la implicación. Sin embargo, es fácil probar que la presunta “ley” es falsa. El error en asunto de le yes, que en Gargantua y Pantagruel se compara con la confusión de Isaac (a la que colaboró su esposa Rivka) de tomar a Jacob por Esaú, en determinados casos toma 1111 cariz más trágico: por ejemplo, el lamentable error judicial que llevó al presidio .1 Mitia Karamazov (ver F.Dostoyevski, Los Hermanos Karamazov). VX,------ -------- Se dice también que es una fórmula abierta, que se cierra al po - ner un sujeto -o, si se quiere, “sujetar”-a la variable libre. En rea lidad existe otra manera de cerrarla, dada por la cuantificaciórt. La Lógica Matemática introduce a las variables como términos del lenguaje formal, que a su vez pueden combinarse para formar nuevos términos; luego, se definen las fórmulas de un modo in ductivo similar al mencionado en la sección 9'8. Se hace necesaria, sin embargo, una nueva y misteriosa regla denominada de cuantificación: Si ф es una fórmula, entonces Vx: ф у Эх/ф son fórmulas. Es decir, las fórmulas se pueden cuantificar: por ejemplo la fórmula “abierta” ф(х) = x colecciona mariposas da lugar a las fórmulas Vx: ф(х) у Зх / ф(х) que se leen respectivamente como para todo x se cumple ф(х) У existe x tal que se cumple ф(х), es decir: Todo x colecciona mariposas У Existe x tal que x colecciona mariposas. De esta forma, hemos vuelto a las antiguas proposiciones aris totélicas, aunque escritas de un modo más formal. Para que las cosas funcionen, la “clase” que habíamos denominado S debe ser establecida de antemano como el conjunto de valores que puede tomar la variable x; en suma, el universo de discurso. A grandes rasgos, en eso consiste la operación semántica de interpretación; 18. Para ser más precisos, diremos que el lenguaje formal considera también cier tos símbolos denominados de relación y defunción, así como las constantes. Por ejemplo, si x e y son términos y R es una relación binaria, entonces xRy es un término. N o i 'IO N K S DANICAS Dii LÒ G ICA dependiendo del universo en que sean interpretadas, las frases .interiores resultarán verdaderas o falsas. Por ejemplo, en el con junto de seres humanos la primera de ellas es falsa y la segunda es verdadera, pues existe al menos un ser humano que coleccio na mariposas19. Si consideramos como universo, en cambio, al i onjunto de coleccionistas de mariposas, se ve que ambas frases son allí verdaderas. La cuestión que podemos plantear ahora es: ¿existe alguna interpretación según la cual la primera frase sea verdadera y la segunda falsa? Se trata de un asunto clave: se suele decir que la universal afirmativa expresa la esencia, mientras que l.i particular expresa la existencia; nuestra pregunta nos ubica en- tnnces en torno a la cuestión comentada en la primera sección: ¿es lícito afirmar que la esencia implica la existencia? ! ,a respuesta es sencilla, aunque de ningún modo trivial. La rari recurre al cuadrante de Peirce antes mencionado, en donde se ve perfectamente que las proposiciones Todo trazo es vertical У Ningún trazo es vertical son simultáneamente verdaderas allí donde no hay trazos. O En efecto, vemos que A es verdadera en el cuadrante superior izquierdo pero también en el derecho, y algo similar ocurre con las i ) l ras proposiciones: cada una de ellas domina exactamente dos cua- i<). En el “al menos uno” se basa Lacan para hablar del homoinzune, homofonía de au moins une. drantes. Eso determina una inevitable superposición; en particular, en el cuadrante superior derecho las dos proposiciones universales son simultáneamente verdaderas. Esto muestra que la contrariedad no implica contradicción, como pensaba Aristóteles. Como dijimos, el filósofo no tuvo en cuenta a las clases vacías; por eso en su lógica “todos” implica “algunos”. Sin embargo, si el universo fuera vacío el hecho de que todos coleccionasen mariposas no garantizaría la existencia de al menos un coleccionista, justamente porque el va cío anula toda existencia. La definición lógica de la interpretación como semántica de los lenguajes formales pone precisamente como condición que el “universo de discurso” sea no vacío. De las observaciones anteriores se desprende una forma inme diata de reescribir las cuatro proposiciones categóricas: A Vx: ф(х) Vx: -.ф(х) E 1 Зх/ф(х) 3x/-^ (x) О en donde las contradicciones antes señaladas reflejan el “eviden te” hecho de que A es la negación de O, y E es la negación de I, es decir: A = -> O E = -, I Tales identidades determinan dos equivalencias que bien pue den considerarse una generalización de las leyes de De Morgan: Зх/ -.ф(х) = -, (Vx : ф(х)) Vx: -.ф(х) = (Зх / ф(х)) En efecto, el “paratodo”yel “existe” pueden pensarse como un gran et y un gran ve/ respectivamente, lo que llevó a ciertos auto res a emplear los símbolos Л у V . Esto refleja la idea intuitiva de conjunción y disyunción “universales”: por ejemplo, si el universo está constituido por finitos elementos x„ ... x,„ es claro que Vx: ф(х) = А х: ф(х) = ф(х,) л ... л ф(хм) Зх /ф(х) = Vх/ф(х) = ф(х,) V ... V ф(х„) lo que termina de explicar la relación con las leyes de De Morgan. Un definitiva, la universal afirmativa puede construirse como se llala Lacan a partir de la excepción; más precisamente, negan do que la haya: Vx: ф(х) = -л(3х / -.ф(х)) es decir, А = -.О Conviene mencionar que todos estos argumentos admiten una formulación rigurosa dentro de los lenguajes formales: bas ta con definir apropiadamente el valor de verdad para las propo siciones cuantificadas. Según hemos observado, para que la uni versal Vx: ф(х) sea verdadera, la propiedad ф debe valer para to dos los elementos del universo; alcanza con una excepción (es decir, que ф sea falsa para al menos un valor de x) para que su va lor de verdad sea o. Esto justifica que intuitivamente el valor de verdad de Vx: ф(х) pueda pensarse como el ínfimo de los valo res de ф(а) en donde a recorre todos los elementos del univer so. Del mismo modo, el homoinzune lacaniano estaría indican do que el valor de verdad de Зх /ф(х) se define como el supremo de dichos valores20: v(Vx: ф(х)) = inf{ у(ф(а)) } v(3x /ф(x)) = sup { у(ф(а))} A partir de lo visto, podemos observar
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