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Anestesiologia Veterinaria - Terapeutica del dolor II

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TERAPÉUTICA
DEL DOLOR (II)
N.° 53 • OCTUBRE 2001
Dirige y coordina esta monografía:
Dra. Paloma García Fernández
Director:
Dr. Fidel San Román Ascaso
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RIA Dirige y coordina esta monografía:
Dra. Paloma García Fernández
Director:
Dr. Fidel San Román Ascaso
TERAPÉUTICA
DEL DOLOR (II)
Publicación bimestral. Reservados todos los derechos de edición.
Se prohíbe la reproducción o transmisión total o parcial del contenido de este
número, ya sea por medio electrónico o mecánico, de fotocopia, grabación u
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ISSN: 1133-2751 Imprime: EGRAF, S.A.
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28027 Madrid
DIRECTOR:
Dr. Fidel San Román Ascaso
Director del Hospital 
Clínico Veterinario. 
Catedrático de Cirugía de la Facultad 
de Veterinaria. 
Universidad Complutense de Madrid
DIRECTOR HONORíFICO:
Dr. Juan José Tabar Barrios
Centro Policlínico Veterinario 
“Raspeig” San Vicente. Alicante.
DIRECTOR DE LA MONOGRAFíA:
Dra. Paloma García Fernández
Profesora Titular de Cirugía 
Departamento de Patología Animal 
Facultad de Veterinaria 
Universidad Complutense. Madrid
COLABORADORES:
Álvarez Gómez de Segura, I.
Benito de la Víbora, J.
Cediel Algovia, R.
Daza González, Mª. Á.
De la Puerta Parsons, B.
Fernández Martín, A.
García Fernández, P.
Llorens Pena, M. P.
Sánchez de la Muela, M.
San Román Ascaso, F.
DIRECTOR DIAGNOSTICO POR IMAGEN:
Hernán Fominaya García
Centro Veterinario Los Madrazos
M a d r i d
RADIOLOGIA:
Llorens Pena, P. y Rodríguez Quirós, J.
ECOGRAFIA:
Fominaya García, H. y 
Serrano Sobrino, S.
ENDOSCOPIA:
Franichevich Morán, C.
Dirección Editorial:
Guillermo Garzón Fdez.-Conde
Coordinación Editorial:
Elena Malmierca Lerma
Dirección de Producción:
Fernando Latorre Margolles
Dirección Artística:
José Luis García Alonso
Maquetación:
Isabel Velasco Granados
Reprodución fotográfica e
infografía:
Pablo Bravo Avilés
Supervisión y Corrección de
Textos:
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Asistente de Corrección:
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Composición de Textos:
Mª Dolores Llano García 
Colaboradores:
Enrique Leiva Hidalgo
Beatriz García Martín
Mª Luz Franco F d e z . - C o n d e
Publicidad Madrid:
Mariló Santos Carreras
CANIS ET FELIS N.o 53
Los contenidos, tanto científicos como de otra índole, desarrollados en las
monografías de Canis et Felis, son responsabilidad de los autores de las
mismas.
Atención al suscriptor: 91 405 15 95
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PROGRAMA 2001
N.o 49 (Febrero)
PATOLOGÍA DE REPTILES
Nicasio J. Brotóns
N.o 50 (Abril)
ZOONOSIS
Guadalupe Miró
N.o 51 (Junio)
EHRLICHIOSIS
Gustavo Sánchez 
Miguel Ángel Tesouro
N.o 52 (Agosto)
TERAPÉUTICA DEL DOLOR (I)
Paloma García
N.o 53 (Octubre)
TERAPÉUTICA DEL DOLOR (II)
Paloma García
N.o 54 (Diciembre)
E N F E R M E D A D E SD E L DESARROLLO (I)
Pilar Llorens
TRATAMIENTO DEL DOLOR PERIOPERATORIO
TRATAMIENTO DEL DOLOR EN PACIENTES CRÍTICOS
EDITORIAL
TRATAMIENTO DEL DOLOR CRÓNICO. OSTEOARTRITIS Y CÁNCER
CANIS ET FELIS N.o 53
TERAPÉUTICA DEL DOLOR (II)
APÉNDICE I. ANALGÉSICOS MÁS USADOS EN EL PERRO Y EL GATO
APÉNDICE II. PROTOCOLOS ANESTÉSICOS Y ANALGÉSICOSEN PROCEDIMIENTOS
QUIRÚRGICOS HABITUALES
BIBLIOGRAFÍA RECOMENDADA
ndice
ACE mucho tiempo que Pandora abrió su caja liberando todos los
males y asustada volvió a cerrarla impidiendo la salida de la espe-
ranza, desde entonces el sufrimiento ha sido el compañero de todo
ser vivo. El dolor y el sufrimiento de esta manera han sido conside-
rados tradicionalmente como elementos inevitables y acompañantes de la
enfermedad y ante el hecho de no poder evitar el dolor, se ha justificado esta
experiencia desde la filosofía. Existen numerosos testimonios respecto al con-
cepto y lucha contra el dolor, los estoicos ya advertían que el dolor es variable
dependiendo de la atención que se le ponga, y esta afirmación sabemos que es
cierta. Nosotros tenemos un cierto poder de control en la percepción dolorosa,
aunque evidentemente éste no puede ser el caso de nuestros animales. Avice-
na, Santo Tomás de Aquino mitigaban su dolor por medio de la concentración
en temas, religiosos o matemáticos. 
Durante el siglo pasado (es decir nuestro siglo XX) se han desarrollado
un gran número de técnicas para aliviar el dolor destinadas inicialmente
para permitir diferentes intervenciones quirúrgicas; posteriormente el con-
cepto de no-dolor se ha ampliado y actualmente el dolor no tiene justifica-
ción alguna.
Actualmente nuestra relación con los animales de compañía ha variado
sensiblemente, nuestra esperanza de vida es más larga y la de nuestros ani-
males también, por lo tanto nuestro tradicional compañero, el dolor, tiene
mayor tiempo de actuación y entre los padecimientos más frecuentes en la
vejez, quizás se encuentren los fenómenos artrósicos y el cáncer (hace unos
días me sorprendió el comentario de un compañero chileno que me advertía
de la gran cantidad de animales de edad avanzada que se tratan en nuestro
CANIS ET FELIS N.o 53
TERAPÉUTICA DEL DOLOR (II)
ditorial
HH
país, en comparación con el suyo. El dolor tiene además efectos colaterales
indeseables. Antonio Gala, escritor de exquisita sensibilidad (gran amante de
los animales y en especial del perro) en su libro La soledad sonora r e a l i z a
unas breves consideraciones sobre el dolor: “para llegar a la soledad pocos
atajos tan directos como el dolor...” efectivamente el dolor nos aísla y también
lo hace con nuestras mascotas. Su concepción del dolor, como experiencia que
debemos asimilar y que ayuda a ennoblecer y dignificar al hombre, sin embar-
go, no es compartida por nosotros; el aceptar el dolor, pudiendo evitarse nos
parece un sacrificio inútil. 
Es evidente que no hemos conseguido eliminar el dolor de nuestra existencia
pero estamos en el camino correcto, es decir hemos vuelto a abrir la caja de Pan-
dora y liberar la esperanza.
“Si tener un perro es una prolongación de nuestra humanidad” (Tomás Salvador),
el aliviar su dolor e impedir su soledad, es claramente nuestro objetivo.
M. MERCEDES SÁNCHEZ DE LA MUELA
Profesor Titular de Cirugía
Jefe de Servicio
Hospital Clínico Veterinario
Facultad de Veterinaria 
Universidad Complutense
Madrid
CANIS ET FELIS N.o 53
TERAPÉUTICA DEL DOLOR (II)
ditorial
CAPÍTULO I TRATAMIENTO DEL DOLOR PERIOPERATORIO
TERAPÉUTICA DEL DOLOR (II)
R. CEDIEL ALGOVIA1, A. FERNÁNDEZ MARTÍN2 Y M. SÁNCHEZ DE LA MUELA3
1Profesor Ayudante de Cirugía.
Hospital Clínico Veterinario. Facultad de Veterinaria. Madrid
2Profesor Honorifico de Cirugía.
Hospital Clínico Veterinario. Facultad de Veterinaria. Madrid
3Profesor Titular de Cirugía. Jefe de Servicio.
Hospital Clínico Veterinario. Facultad de Veterinaria. Madrid
XISTEN muchos fármacos que podemos administrar para minimizar el dolor en la fase periopera-
toria.
Basta con unos conocimientos suplementarios básicos para poder administrar diversas técni-
cas analgésicas/anestésicas en cada intervención y paciente.
Nuestra misión es eliminar en lo posible el dolor y no tratar de ocultarlo.Utilizaremos todos los
medios a nuestro alcance.
Lo mejor para eliminar el dolor es la utilización de técnicas polimodales de forma preventiva.
Existen muchas técnicas de anestesia local con mínimos efectos indeseables y bajo coste que proporcionan
al paciente una satisfactoria recuperación.
No olvidemos que una re c u p e ración care n te de dolor y est rés es más rápida, tiene menos comp l i c a-
ciones y da una mejor imagen ante los pro p i eta rios de nuest ros paciente s .
EE
CAPÍTULO I TRATAMIENTO DEL DOLOR PERIOPERATORIO
TERAPÉUTICA DEL DOLOR (II)
INTRODUCCIÓN
L dolor nunca es bueno para
el paciente.
No justifiquemos nuestro des-
conocimiento o nuestros inte-
reses a costa del dolor del
paciente.
El dolor siempre es indicativo de que
algo va mal.
El dolor es algo difícil de definir.
El dolor es algo difícil de medir.
Es una sensación conocida por todos;
originada por una mala función orgánica,
de origen diverso: fallos mecánicos, pro-
blemas traumáticos y cambios químicos,
son algunas de las causas que desenca-
denan el dolor. Sin embargo, los meca-
nismos más íntimos del dolor se encuen-
tran en cambios biomoleculares y bioquí-
micos (inflamaciones, problemas de neu-
rotransmisión, etc.).
Cuando una persona vive los momen-
tos anteriores a una intervención quirúrgi-
ca, una de las preocupaciones funda-
mentales ante ésta, es la posibilidad de
sufrir dolor. Es lógico entonces que noso-
tros como veterinarios, nos preocupemos
de este asunto en pacientes, que aunque
no son capaces de expresar temor de
una manera explícita, sí pueden padecer
dolor.
¿Cómo poder estar seguro de ello?
Basta con observar las reacciones de los
pacientes ante una intervención quirúrgi -
ca o tras visitas reiteradas a una consulta
veterinaria, donde se le realizan explora-
ciones dolorosas, etc. Podemos antropo-
morfizar sus reacciones y ver bien que se
pueden asimilar a las reacciones de un
niño pequeño, que no pudiera expresarse
bien. Encontramos una amplia gama de
reacciones; resistencia pasiva, comporta-
miento agresivo, huida, etc. 
E
CAUSAS DEL DOLOR PERIOPERA TORIO
Un paciente puede enfre n ta rse a una cirugía por muy
d i ve rsas razones. Algunas pueden tener como síntoma aso-
ciado el dolor, ot ras no. Todos los pacientes que van a ser
i n te rvenidos, te n d rán que sufrir cierto grado de manipula-
ciones antes de la cirugía, algunas serán más doloro s a s
que ot ras, pero en cualquier caso afe c tan al comp o rta-
m i e n to y a la sensibilidad que el paciente sufre ante el
d o l o r. Por ot ro lado y tal vez sea éste el punto más claro ,
e stá el hecho objet i vo de que el cirujano va a practicar una
a gresión controlada al organismo y que esta manipulación
va a producir dolor, ta n to dura n te la cirugía, como en el
p o sto p e ra to rio. 
De este modo un clínico ante un paciente quirúrgico,
debería considerar al menos tres fases, en las que su pacien-
te puede sufrir dolor.
• Primero en el periodo preoperatorio. En esta fase el
dolor puede surgir de la propia patología que sufre el
paciente (tumores, fracturas, laceraciones, ...), o bien de una
serie de manipulaciones o exploraciones que vamos a reali-
zar como par te del diagnóstico previo a la cirugía (radiolo-
gía, endoscopias, ...). 
• Segundo en el periodo intraoperatorio. Aquí, es donde
casi todo el mundo comprende o justifica más la aparición
del dolor, pero tal vez sea el momento en que peor se trata
y se reconoce. En muchas ocasiones se cree que basta con
el anestésico que estamos empleando para suministrar anal-
gesia al paciente. Desgraciadamente esto suele ser falso. El
problema, en ocasiones, reside en no saber reconocer los
signos de dolor durante la anestesia y en cierto miedo o
desinformación ante el uso de ciertos fármacos o técnicas
anestésicas, que minimizarían el dolor. En muchas ocasiones,
se piensa que la presencia de dolor va a hacer que el
paciente se mueva menos, y asi no destroce “nuestra obra
de arte”. En otros casos lo que ocurre es que por descono-
cimiento, se piensa que un analgésico va a producir pocos
efectos beneficiosos y sí efectos secundarios graves. Tene-
mos que desterrar estas falsas ideas.
• En tercer lugar está el periodo postanestésico o post-
quirúrgico. Éste sea tal vez el gran desconocido. El motivo es
simple; si todo fue bien, el paciente pasará unas cuantas
horas en nuestra clínica y marchará con su dolor (más o
E
menos grave) a su lugar de residencia.
Queda fuera de nuestro control, de nues-
tra vista y nos olvidamos de posibles agu-
dizaciones de su dolor. Debemos introdu-
cir como práctica rutinaria, igual que rece-
tamos antibióticos, por si la herida se
infecta, un protocolo analgésico correcto
y adecuado a cada paciente y a cada
tipo de propietario. Visitas del paciente a
la clínica en el postoperatorio o incluso
visitas del clínico al paciente podrían ser
necesarias en casos especiales.
El pro p i eta rio por ot ra parte está
menos entrenado que nosot ros en el
conocimiento del dolor. Incluso puede
medicar por su cuenta al paciente, provo-
cando alguna incompatibilidad farmaco-
lógica o intoxicación. 
É ste es un periodo a tener muy en cuen-
ta y en el que hemos de poner mucho cui-
dado y empeño en aleccionar al pro p i eta-
rio sobre los signos a observar y las medi-
das a seguir. Alguno de los signos que el
p ro p i eta rio debe reconocer como de dolor
son: vocalización, salivación, midri a s i s ,
cambios en la marcha, cambios en el com-
p o rta m i e n to, anormalidades post u ra l e s ,
d e p resión o exc i tación, ta quipnea y cam-
bios en el patrón re s p i ra to ri o .
Por nuest ra parte, en este periodo debe-
mos pro c u rar confeccionar un proto c o l o
a n a l gésico apropiado para cada pacien-
te y para cada tipo de pro p i eta rio. Algu-
nos serán capaces de observar horas al
p a c i e n te, ot ros se most ra rán indife re n te s
hacia el paciente o no podrán te n e rlo baj o
o b s e rvación; unos serán tan atrev i d o s
como para poner una inyección, y ot ros no
p o d rán dar al paciente ni una past i l l a .
DOLOR PREVIO A LA CIRUGÍA
En términos generales, podemos distin-
guir en el dolor dos componentes:
Componente objetivo: relacionado con la recepción físi-
ca del dolor y sus vías de transmisión. La intensidad o tipo de
dolor pueden variar por la zona afectada, la cantidad de
receptores dolorosos interesados por un trauma, la existencia
de una sensibilización previa, etc. Todos ellos, hechos física-
mente probables. Pero aun así no todos los pacientes reac-
cionan de igual modo. Debe existir pues una modulación
superior que haga a un paciente más sensible que a otro
ante el dolor o un tipo de dolor; éste es el componente sub-
jetivo cortical o de comportamiento.
Componente subjetivo: el dolor aferente recogido en la
médula y zonas inferiores del sistema nervioso, es conducido
a la corteza cerebral y allí procesado, de modo que el
paciente emite una respuesta modulada según los rasgos
característicos de su personalidad.
Este último está generalmente asociado a experiencias
anteriores, no únicamente dolorosas y es muy variable según
el estado de ánimo o físico del animal.
La “irracionalidad” de nuestros pacientes hace difícil com-
prender este último componente del dolor y más difícil aún
prever la intensidad de reacción ante el dolor y por lo tanto
tendremos dificultad ante la valoración del tratamiento para
el mismo. Pero hay muchos motivos para tomar muy en cuen-
ta el tratamiento del dolor de modo preventivo. El dolor pro-
voca una serie de cambios en el organismo, relacionados
con un incremento de la actividad simpática, que alteran el
medio interno y desequilibran sistemas como el cardiovascu-
lar y el respiratorio, fundamentales a la hora de realizar una
correcta anestesia sin riesgo para el paciente.
Como clínicos podemos encontrarnos, básicamente,en
dos situaciones:
• Paciente que va a ser sometido a cirugía de diversa
índole, pero que no tiene una patología dolorosa.
• Paciente con una patología que tiene que ser interve-
nida y que le está produciendo dolor.
En el pri m e ro de los casos, el clínico, deberá afro n tar la ciru-
gía teniendo en cuenta el concepto de “analgesia preve n t i va ” .
En el segundo caso, el clínico deberá minimizar el dolor
que siente el paciente antes de la cirugía y prevenir el que
se va a derivar de la intervención.
Para comprender estas dos estrategias, hay que recordar
(en otros capítulos de esta monografía donde se trata de la
CAPÍTULO I TRATAMIENTO DEL DOLOR PERIOPERATORIO
TERAPÉUTICA DEL DOLOR (II)
fisiología del dolor, se estudian más a
fondo) cómo un trauma o dolor preexis-
tente puede modificar la percepción del
dolor (fig. 1). También conviene diferen-
ciar entre el concepto de “dolor fisiológi-
co”, con un alto umbral de estímulo, loca-
lizado y transitorio, y el dolor patológico;
con un umbral modificado. Desde el
punto de vista del anestesista y del ciruja-
no, es el primero con el que en más oca-
siones tendrán que luchar y, por tanto, el
que intentaremos tratar en este capítulo.
Métodos generales
inespecíficos contra el dolor
Dentro de este periodo prequirúrgico,
ciertas actuaciones inespecíficas resultan
muy válidas para aliviar el dolor de algu-
nas patologías.
Cualquier individuo, cuando le duele algún miembro,
involuntariamente, deja automáticamente de moverlo o lo
mueve menos. De igual manera ante problemas dolorosos,
de naturaleza osteoarticular o muscular, se debe procurar y
prescribir:
Reposo
El dolor es una señal de mal funcionamiento. Si dejamos
de mover la zona afectada, la intensidad del dolor será
menor o desaparecerá. Además, se reducirá la inflamación
y disminuirán las sustancias mediadoras de dolor en el foco
traumático.
Inmovilización
En algunos casos traumatológicos, si tenemos una zona
afectada con intensidad, el paciente no puede por sus pro-
pios medios dejarla inmóvil (por ejemplo en una fractura
abierta de tibia/peroné). En estos casos tendremos que
CAPÍTULO I TRATAMIENTO DEL DOLOR PERIOPERATORIO
TERAPÉUTICA DEL DOLOR (II)
Fig. 1.— Esquema de sensibilización ante estímulos doloro s o s .
poner medios externos de fijación, como
vendajes tipo Robert-Jones, férulas, resi-
nas, etc. La inmovilización evita la pro-
ducción del dolor y que el animal pueda
empeorar el estado de la patología al no
controlar sus movimientos. 
De igual modo cuando duele cual-
quier parte del cuerpo, ya sea la pared
muscular, piel, articulación o tendón, el
umbral del dolor desciende con la inmo-
vilización refleja de la zona.
DOLOR DURANTE LA CIRUGÍA
Para valorar el grado de dolor de un
paciente durante una anestesia, hay que
observar una serie de signos objetivos,
que derivan fundamentalmente del incre-
mento de la actividad simpática: taqui-
c a rdia, hipertensión, ta quipnea, va s o-
constricción periférica, etc.
E x i sten ot ros métodos mucho más
c o mplejos, que se basan en la medición
de la actividad neuronal dura n te los
p e riodos de la cirugía. Son métodos qu e
re qu i e ren una monito rización especial y
un gran entre n a m i e n to en la inte rp reta-
ción por lo que en la práctica vete ri n a ri a
o médica no suelen lleva rse a cabo. El
dolor irri taría ciertas áreas cere b rales lo
que se manife staría en un incre m e n to de
actividad de esas áreas o lo que es lo
mismo en un incre m e n to de pote n c i a l e s
e l é c t ricos de las mismas (pote n c i a l e s
c e re b rales evocados, potenciales de
media late n c i a ) .
Si tenemos un tejido dañado, éste se
i n flama y aparecen localmente una
s e rie de sustancias que modifican la
recepción nerviosa de los tejidos circ u n-
d a n tes, que aumentan su sensibilidad y
que como efe c to final multiplican el
d o l o r. Algunas de las sustancias re s p o n-
sables de estos efe c tos y que han podi-
do ser identificadas son: neuropéptidos, histamina, 5-
h i d rox i - t ri p tamina, iones K+, adenosin tri fo s fa to, bra d i qu i n i-
na, ecosanoides y autacoides, radicales libres de ox í ge-
no, hidro ge n i o n e s .
El dolor es recibido en forma de impulsos eléctricos, en el
asta dorsal de la médula y esto provoca la modificación en
las concentraciones de ciertas sustancias (sustancia P) en
esa zona. Estas sustancias sensibilizarían la zona ante la
recepción de nuevos estímulos dolorosos. Como podemos
ver, hay cambios tisulares locales y cambios neurales, en el
asta dorsal de la médula espinal.
Resumiendo, el dolor produce efectos locales (en el foco
traumático) y generales (cambios en el sistema nervioso cen-
tral que se traducen en cambios sistémicos), estos últimos con
importante significación en cuanto a la tolerancia al dolor
(dolor crónico) y a modificaciones de compor tamiento en el
animal (también en el hombre).
La situación se puede simplificar, diciendo que hay dos
modos básicos para luchar contra el dolor.
1. Bloqueo o eliminación de los mediadores locales del
dolor.
2. Interrupción de las vías de transmisión del dolor:
• B l o queo de la despolarización de membrana nerv i o s a .
• Bloqueo o activación farmacológica de los recepto-
res específicos que inhiben la transmisión del dolor o activan
la no percepción del mismo. 
I n te n ta remos ver en los siguientes apartados, algunos
m é todos ge n e rales inespecíficos y ot ros específicos de ori-
gen fa rmacológico, para luchar contra el dolor ori g i n a d o
por dive rsas patologías y aquel que nosot ros podemos
p rovocar con la cirugía. También inte n ta remos ver cómo y
cuándo han de aplicarse dentro de la actuación de un clí-
nico vete ri n a rio o más concreta m e n te un aneste s i sta .
Los grupos de fármacos analgésicos conocidos son: 
• Anestésicos locales.
• Anestésicos no opiáceos.
• Analgésicos opiáceos.
Y funcionan por una de las vías descritas en la tabla I.
CAPÍTULO I TRATAMIENTO DEL DOLOR PERIOPERATORIO
TERAPÉUTICA DEL DOLOR (II)
DOLOR QUIRÚRGICO
Tendencias actuales
En los últimos años se ha ve n i d o
dando más y más importancia al dolor en
medicina, y aunque con retraso, también
se está mejorando en veterinaria. Con lo
que hemos explicado en párrafos ante-
riores basta para saber que es mejor ata-
car al dolor en varios de sus aspectos o
mecanismos. De este modo hay que reco-
mendar utilizar varias técnicas, o fárma-
cos con distintos mecanismos de acción,
contra el dolor. Podemos combinar un
a n a l gésico con un antiinfl a m a to rio no
esteroideo, con un opiáceo y una técnica
de anestesia local. Este procedimiento se
conoce como analgesia polimodal.
Por ot ro lado, cuando se conoce la
i n tensidad del dolor en una dete rm i n a-
da cirugía obte n d remos mejores re s u l ta-
dos al tra tar el dolor si nos anticipamos
y realizamos una aplicación de té c n i c a s
a n a l gésicas polimodales de manera
p reve n t i va .
Factores que afectan la intensidad de dolor
• La intensidad del dolor, dura n te o después de una
i n te rvención, dependerá de la zona y ex tensión afe c ta d a
por la inte rvención qu i r ú rgica. De modo objet i vo, la inte n-
sidad del dolor dependerá en gran parte del tipo, densi-
dad y cantidad de re c e p to res ex i ste n tes en la zona qu i-
r ú rg i c a .
• Durante las fases en las que el animal está consciente,
como en la recuperación, influirá el componente subjetivo,
individual, racial (lebreles, razas pequeñas y perros de nieve
son más sensibles o manifiestan más el dolor), la edad (los
perros viejos resisten mejor el dolor) y la existencia de pato-
logías concomitante, un dolor crónico aumenta el umbral de
dolor.
• Tipos de cirugía.
Cirugías muy dolorosas son por ejemplo:
• Las que afectan al ojo y su periferia.
• La cirugía auricular (otoectomíasestéticas, ablación de
conducto auditivo, resección de tumores).
• Cualquier técnica de toracotomía.
• Las cirugías que afectan a la columna vertebral.
• Cirugía de vías urinarias y vejiga. 
• Cirugía ortopédica.
CAPÍTULO I TRATAMIENTO DEL DOLOR PERIOPERATORIO
TERAPÉUTICA DEL DOLOR (II)
TABLA I Vías de actuación de anestésicos locales
•Anestésicos locales: estabilizan los canales de membrana nerviosa e impiden la despolarización, con
lo que no se transmite el dolor.
•Analgésicos no opiáceos:tienen acción sobre las sustancias químicas que transmiten el dolor, inhi-
ben su producción, por tanto hacen desaparecer o atenúan la sensación de dolor.
•Analgésicos opiáceos:tienen acción sobre receptores nerviosos específicos que al ser estimulados
varían o modulan la producción y liberación de sustancias mediadoras del dolor centrales.
Fármacos contra el dolor
Actualmente son muchos los grupos
farmacológicos que se pueden emplear
para combatir el dolor. La intensidad de
la analgesia ofrecida es muy variable así
como la especificidad en los lugares de
acción. Todos los fármacos poseen efec-
tos colaterales que aunque los hagan
adecuados para la analgesia, pueden
h a c e rlos indeseables para algunos
pacientes en particular. Los fármacos que
se pueden emplear son muchos y hay
que conocer cuál se adapta mejor al
caso que tratemos.
Una forma de intentar clasificarlos a
grandes rasgos, sería conocer el lugar de
actuación o mecanismo de acción. Pode-
mos decir que habría dos grupos a gran-
des rasgos: 
• Grupo de acción periférica o anal-
gésicos periféricos, que luchan contra el
dolor en el lugar donde se produce.
• Grupo de acción central o analgé-
sicos de acción central que inhiben la
sensación de dolor en el lugar donde se
reconoce y transmite, el sistema nervioso.
Analgésicos periféricos
Su mecanismo de acción es inhibir la
liberación o síntesis de sustancias media-
doras del dolor, como histamina o prosta-
glandinas, en el foco traumático. Es decir,
que evitan la estimulación de las termina-
ciones nerviosas sensitivas para que no
haya dolor ni se extienda la inflamación.
Además, mejoran localmente la zona
afectada inhibiendo la inflamación. 
Son los antiinflamatorios no esteroi-
deos (AINEs), aunque también hay otros
grupos fa rmacológicos con actividad
analgésica y antinflamatoria.
En general, y aunque cada día se sintetizan antiinflama -
torios no esteroideos con mayor potencia y efectos más
selectivos sobre las ciclooxigenasas, pueden no ser en
muchos casos los analgésicos de elección para un dolor
agudo postquirúrgico. Sin embargo, son muy recomendables
(a dosis, especies y periodos indicados) en dolores crónicos
y agudos de muy diverso origen y como complemento a
analgésicos de acciones opioides.
Algunos tipos de intervención en las que son recomenda-
bles estos fármacos son: patologías dentales, patologías
osteoarticulares crónicas o agudas, dolores musculares y ten-
dinosos. En general, en aquellas patologías asociadas a
inflamación aguda o crónica. 
Suele existir miedo o precaución a la hora de administrar
analgésicos a los gatos. El problema en la medicación anal-
gésica del gato, es que esta especie posee un déficit de
enzimas detoxicadoras hepáticas, y ante dosis repetidas de
un AINE, se puede provocar un efecto tóxico acumulativo y
un fallo hepático. Los casos de estos fallos a dosis única de
uno de es tos AINEs, son bas tante reducidos. Encontraremos
que en mucha de la bibliografía sobre es tos temas, se con-
traindica la administración de flunixin meglumine en el gato
(dosis de 0,1-0,5 mg/kg). Pero hay autores que no lo con-
traindican como analgésico postoperatorio a dosis única. 
En nuestra experiencia, la administración de analgésicos
como la dipirona magnésica (Nolotil®), flunixin meglumine
(Finadyne®, Meflosil®) a dosis única postoperatoria, resulta
útil en el control del dolor postoperatorio y no produce efec-
tos colaterales graves en el gato. Recientes estudios arrojan
resultados muy favorables sobre AINEs de nueva generación
como el meloxicam administrado de forma preventiva en ciru-
gía ortopédica.
Analgésicos con acción central
Con este nombre describimos a los o p i á c e o s . Se sabe, qu e
en el cere b ro y tejido nervioso central y peri fé rico, hay re c e p to-
res, que activados por ciertas sustancias, son capaces de inhibir
el dolor; estas sustancias se conocen como endorfinas, encefa-
linas y dinorfinas y pre s e n tan est ru c t u ra similar a los opiáceos.
Actúan en zonas ganglionares, sobre receptores afines,
inhibiendo la transmisión del estímulo doloroso a centros
medulares y superiores. También tienen efectos sobre recep-
tores neuronales centrales. 
CAPÍTULO I TRATAMIENTO DEL DOLOR PERIOPERATORIO
TERAPÉUTICA DEL DOLOR (II)
Los efe c tos que pueden producir los
opiáceos son: analgesia, sedación,
e u fo ria o disfo ria, exc i tación, depen-
diendo fundamenta l m e n te del tipo de
re c e p tor que activen (ya los vimos con
a n te ri o ridad) y de su potencia. Consul-
tar monografía nº 52 de Canis et Fe l i s
“Te rapeútica del dolor (I)” capítulo III.
Fo rmas de uso: los opioides pueden
a d m i n i st ra rse como analgésico en cual-
quier tipo de dolor, de inte n s i d a d
media, aguda o intensa y cualqu i e ra
que sea el ori gen. 
En nuestros pacientes no existe el ries-
go de dependencia psicológica que exis-
te en pacientes humanos. Como inconve-
niente, la potente actuación analgésica, y
en algunos casos la sedación del pacien-
te, puede enmascarar agudizaciones de
la patología, al disminuir o abolir total-
mente la sensación de dolor.
Por supuesto que los opiáceos, pue-
den y deben ser utilizados, mejor incluso
de modo preventivo, ante casos de dolor
agudo producido por una intervención
quirúrgica. 
¿Cómo se pueden emplear estos fá rm a-
cos? desde el punto de vista clínico, nos
i n te resa una sustancia poco depre s o ra car-
d i ovascular y re s p i ra to ria, que pro p o rc i o n e
un buen grado de analgesia y si fuera posi-
ble de larga duración. Ante estas cara c te-
r í sticas nos decantaríamos por un agonista -
m i x to o un agonista - a n ta g o n i sta como la
b u p re n o rfina o buto rfanol. Su pote n c i a
a n a l gésica es media, pero a cambio ofre-
cen una cobert u ra te mp o ral mayor y una
menor incidencia de depresión del siste m a
c a rd i ovascular o re s p i ra to ri o .
Desde el punto de vista del aneste-
s i sta el empleo suele ser mixto. Po d e m o s
utilizar ta n to los agonistas totales como
los mixtos en una misma inte rvención. Si
e s p e ramos un alto grado de dolor dura n te la ciru g í a ,
p o d remos administ rar un agonista total en infusión conti-
nua (por ejemplo fe n tanilo a dosis de 5-10 micro gra-
m o s / kg / h o ra). Incluso podemos mantener esta infusión
c i e rto tiempo dura n te el posto p e ra to rio inmediato con una
vigilancia y monito rización apropiadas, pero cuando man-
damos al paciente a su domicilio, puede inte re s a rnos man-
tener una analgesia intensa. Si pensamos que un AINE no
s e rá sufi c i e n te como analgésico único posto p e ra to ri o ,
p o d remos combinarlo o sust i t u i rlo por un opioide mixto .
Repercusiones anestésicas de los opioides:
Los opioides utilizados como analgésicos perioperatorios,
pueden provocar:
• Una gran reducción de los requerimientos anestésicos
durante la inducción y mantenimiento anestésico (disminuye
la concentración anestésica necesaria para mantener al
paciente en plano quirúrgico). Es to puede resultar beneficio-
so en animales en estado general comprometido.
• Bradicardia y/o hipotensión por estímulo ganglionar
vagal.
• Hipotensión por liberación de histamina (sólo con ago-
nistas totales como la mor fina).
• Depresión re s p i ra to ria. Incre m e n tan el nivel de exc i-
tación de los qu i m i o rre c e p to res cere b ralesante niveles de
dióxido de carbono:
— Desciende la frecuencia respiratoria.
— Desciende el volumen corriente y el volumen minuto.
• Aunque pueda parecer una contradicción, en casos de
insuficiencia respiratoria, es imprescindible asegurar una fuer-
te analgesia postoperatoria, para evitar la disnea que pro-
voca el dolor.
• Deprimen o estimulan la motilidad gastrointestinal, pero
la convierten en inefectiva.
• Producen sedación posto p e ra to ria, lo que unida a la
inhibición de re flejos tusígenos hacen que la extubación se
reta rde basta n te. Au m e n ta la to l e rancia al tubo endot ra qu e a l ,
lo que puede ser un beneficio en algunas situaciones com-
p ro m etidas, en las que sea necesaria una ox i genación o con-
t rol de la ventilación en el posto p e ra to ri o .
CAPÍTULO I TRATAMIENTO DEL DOLOR PERIOPERATORIO
TERAPÉUTICA DEL DOLOR (II)
• La ausencia de dolor y el aspecto
d e p rimido (debido a cierto grado de
sedación) del animal hacen que el ani-
mal parezca “muy dormido” tras la inte r-
vención lo que, en ocasiones, pre o c u p a
al pro p i eta rio y lo que puede enmasca-
rar problemas de re c u p e ración en el
p a c i e n te .
Métodos anestésicos 
contra el dolor
Anestesia local y regional
La anestesia local consiste en la desen-
sibilización reversible de áreas concretas
de un organismo, superficies mucosas o
piel (anestesia tópica), tejidos u órganos
concretos (infiltraciones de una rama ner-
viosa) o grandes regiones del organismo
(anestesias troncales, bloqueos nerviosos
o anestesia epidural).
Estas técnicas se realizan solas o aso-
ciadas a otras técnicas anestésicas, para
obtener una serie de beneficios:
• Como adyuva n te en aneste s i a s
inhalatorias o intravenosas, reduciendo el
montante de anestésicos necesarios para
el mantenimiento. 
• Como parte de anestesias equili-
bradas.
• Como alternativa a la anestesia
general, en pacientes de alto riesgo, por
su menor incidencia sobre el sistema deto-
xicador y excretor y la menor producción
de depresión de los sistemas respiratorio
y cardiocirculatorio.
Pero no sólo se emplean en procedi-
mientos anestésicoquirúrgicos, sino que
pueden ser empleados en la clínica, para
evitar dolores agudos o crónicos de diver-
sa índole. Por ejemplo en un proceso
degenerativo articular (mediante una infiltración articular) o
en la analgesia de una fractura de extremidad posterior
hasta el momento de la cirugía.
Mecanismos de acción y efectos de los anestésicos
l o c a l e s
Todos los productos con capacidad de analgesia local
son estabilizantes de membrana, o producen un efecto de
bloqueo competitivo en receptores de dolor específicos en
el tejido nervioso central o periférico.
Algunas de las familias farmacológicas con capacidad
de actuación local son:
• Anestésicos locales.
• Ketamina.
• Agonistas alfa-2 adrenérgicos.
• Opioides.
A continuación describimos algunas cara c te r í sticas de
los más empleados. Los anestésicos conocidos como loca-
les, pueden ocupar u obturar los canales de la membra n a
p a ra impedir el normal inte rcambio iónico en la depolari-
zación; ev i tan la depolarización de la membrana nerv i o s a
y el potencial de acción no se desencadena.
El anestésico local suele ser una base que como tal, es
inactiva. Al ser depositada en el tejido, reacciona en un
ambiente ligeramente alcalino y se libera una forma catióni-
ca libre, que tiene afinidad lipídica y que puede asociarse
con los lípidos de membrana constituyentes de los canales
iónicos.
El hecho de que te n gamos un tejido inflamado con un pH
local ácido (concentración elevada de hidro geniones) o lige-
ra m e n te ácido, hace que muy pocas moléculas de anesté s i-
co se descomp o n gan en su fo rma catiónica y el pro d u c to
tiene una escasa actividad. El mot i vo es que la ecuación qu í-
mica que vemos en la fi g u ra 2, está poco desplazada a la
d e re cha, ya que la capacidad del ta mpón del tejido está
s o b repasada por los hidro geniones ex i ste n tes en el te j i d o
i n flamado (fig. 2).
Los anestésicos locales se difunden pobre m e n te a través de
piel inta c ta. Pa ra que actúen, deben deposita rse en membra n a s
CAPÍTULO I TRATAMIENTO DEL DOLOR PERIOPERATORIO
TERAPÉUTICA DEL DOLOR (II)
mucosas, tejido subcutáneo o muscular
( m e d i a n te inyección hipodérmica), epite l i o
re s p i ra to rio, por vía intravenosa o vía intra-
tecal, donde se difunde a través de los lípi-
dos de las membranas peri n e u ra l e s .
Muchas de las presentaciones comer-
ciales llevan en su formulación un vasos-
c o n st ri c to r; epinefrina o L- n o re p i n e f ri n a
(levarterenol).
Los objetivos del vasoconstrictor son:
• Retrasar la absorción a circulación
general del producto, con lo que disminu-
yen los efectos tóxicos, al evitar grandes
concentraciones de anestésico local, en
circulación general y aumentan los már-
genes de seguridad.
• La vasoconstricción local, aumenta
la intensidad de la analgesia y prolonga
la actividad del anes tésico.
• Como contrapartida, la absorción
del vasoconstrictor puede provocar crisis
arrítmicas, al incrementar el tono simpáti-
co y la irritabilidad miocárdica.
En otros casos, el anestésico local se
puede asociar a la hialuronidasa, que
aumenta la penetración del producto,
mejorando la difusión de la analgesia en
la zona. Sin embargo, este aumento del
área de actuación, acorta la vida del pro-
ducto (se absorbe más rápido), y se
aumenta el riesgo de efectos tóxicos sis-
témicos del anestésico local.
Tipos de anestésicos locales
En general los anestésicos locales clá-
sicos se agrupan en dos familias farma-
cológicas, la primera son drogas en for-
mas de éster y la segunda son fármacos
en forma de amida. En la tabla II se mues-
tra la concentración a la que deben usar-
se, la potencia relativa a la acción unita-
ria, que se considera la acción de la pro-
caína, los índices de toxicidad y algunas observaciones.
TÉCNICAS DE APLICACIÓN DE ANESTÉSICOS
LOCALES
Anestesia de superficie
Consiste en la aplicación de la anestesia local en una
superficie susceptible de ser atravesada, con lo cual el anes-
tésico llega al receptor nervioso. Ejemplos de ello serían:
• Pulverizaciones en membranas mucosas, por ejemplo
en la laringe antes de intubar.
• Infusión en la uretra, para manipulaciones quirúrgicas.
• Es una técnica combinable con cualquier tipo de ciru-
gía y anestesia que afecten a superficies mucosas.
Anestesia por infiltración
Hay que repartir el anestésico por el área donde se inter-
viene quirúrgicamente, ya sean tejidos blandos, como piel,
subcutáneo o peritoneo, o tejidos duros como extremos de
huesos rotos o periostio.
Anestesia intrarticular
C o n s i ste en el depósito de anestésico local en la bolsa
s i n ovial de una articulación, ya esté ínte gra, o se tra te de
un depósito intra o p e ra to rio. Estas técnicas son aplicables
en algunos casos sin realizar cirugía previa. Pueden ser-
v i rnos como medio diagnóstico o como método analgé s i-
co en dolores agudos. También pueden re a l i z a rse inye c-
ciones intra rt i c u l a res con dive rsos pro d u c tos que re d u z c a n
la inflamación de una art i c u l a c i ó n .
CAPÍTULO I TRATAMIENTO DEL DOLOR PERIOPERATORIO
TERAPÉUTICA DEL DOLOR (II)
Fig. 2.— Mecanismos de acción química de anestésicos locales.
No todas las articulaciones de la ana-
tomía del perro o gato tienen fácil acceso
con el animal despierto y sin abordaje
quirúrgico. De hecho, y en nuestra opi-
nión, sólo cuatro articulaciones tienen un
acceso sencillo en estas condiciones; la
fe m o rot i b i o p a te l a r, la articulación del
codo, la del hombro y la del carpo. El
resto son de difícil acceso y la infiltración
sólo es posible durante el abordaje qui-
rúrgico o con el animal tranquilizado.
La articulación de la radillaes la más
sencilla de infiltrar incluso con el animal
despierto:
Para acceder adecuadamente habrá que aseptizar la
zona quirúrgicamente y con el animal sedado proceder a la
flexión de la articulación. Aprovechando el mayor espacio
que nos ofrece la articulación en su lado medial, introducire-
mos una aguja fina hasta poder extraer una cantidad de
líquido sinovial. Depositaremos una cantidad equivalente al
líquido sinovial evacuado. En éste y en el resto de los casos
conviene depositar un anestésico de larga duración para evi-
tar traumatizar en repetidas ocasiones la cápsula articular.
En cuanto a la anestesia de la articulación escapulohumera l ,
podemos elegir tres métodos. El pri m e ro una vez abordada la
a rticulación qu i r ú rg i c a m e n te, es depositar anestésico local en
la articulación antes de que el cirujano la cierre. El segundo es
la inyección del anestésico local con el animal sedado en con-
CAPÍTULO I TRATAMIENTO DEL DOLOR PERIOPERATORIO
TERAPÉUTICA DEL DOLOR (II)
TABLA II. Acción de anestésicos locales
Agente
Procaína
Clorprocaina
Lidocaína
Mepivacaína
Tetracaína
Hexilcaína
Dibucaína
Bupivacaína
Nombre comercial
Procaína Serra
Anestesidan simple
Scandinibsa
Carbocaína
Anestesia local Miro
Svedocain
Potencia
1:1
2,4:1
2:1
2,5:1
12:1
2:1
20:1
8:1
Toxicidad
1:1
0,5:1
0,5%–1:1
1%–1,4:1
2%–1,5:1
Muy poca
10:1
4:1
15:1
Muy poca
Dosis (%)
1-2 para infiltrar o bloqueo
1-2 para infiltrar o bloqueo
0,5-2 para infiltrar o bloqueo
1-2 para tópico
1-2 para infiltrar o bloqueo
0,1 para infiltrar o bloqueo
0,2 para uso tópico
0,5-1 para infiltración
2 para bloqueo
5 para uso tópico
0,1 para uso tópico
0,25 infiltración
0,5 para bloqueo
0,75 por uso epidural
Comentarios
Detoxicación en hígado
Rápida actuación, dura
2 horas
Muy penetrante, actúa
rápido y dura 2 horas
No tiene efecto 
vasodilatador
Lenta en empezar 
(10 minutos)
Se detoxica
lentamente
Lenta en empezar.
Perdura 4-6 horas
diciones similares a la ante rior articulación y el te rc e ro consist i-
ría en el bloqueo del plexo bra qu i a l .
Bloqueo del plexo braquial
Para anestesiar el plexo, necesitaremos una aguja del 22
G de 80 ó 90 mm de longitud. Insertaremos la aguja medial
a la articulación escapulohumeral, paralela al raquis y hasta
la profundidad equivalente a la unión costocondral de la
segunda costilla. Aquí depositaremos con un movimiento
suave de caudal a craneal, una cantidad variable de anes-
tésico local, dependiendo del tamaño del perro (fig. 3). Es
un método simple y relativamente seguro, salvo la posibili-
dad de inyectar anestésico en vía sanguínea, o la posibili-
dad de provocar una infección local con consecuencias fata-
les sino se sigue una técnica aséptica. El procedimiento se ve
dificultado si el animal está muy obeso.
La analgesia obtenida se produce por debajo del codo,
por encima de este nivel recur riremos a otras técnicas. Está
muy recomendada si se va a realizar una amputación com-
pleta del miembro anterior, ya que un momento crítico es la
sección del paquete vasculonervioso braquial debido a que
se pueden producir intensos estímulos vagales, que se mini-
mizan con el uso de este tipo de analgesia. No debemos
superar los 6 mg/kg de lidocaína o los 2 mg/kg de bupi-
vacaína. Para que el bloqueo sea efectivo hay que esperar
unos 20 minutos.
El acceso a la articulación coxofemoral sólo es posible
mediante cirugía. Al igual que en el resto de articulaciones,
es posible el depósito intraoperatorio de anestésico. Si que-
remos producir analgesia en esta articulación o en el resto
del miembro pelviano, tenemos que recurrir a otro método
de administración de anestésicos locales, la anestesia/anal-
gesia raquídea ya sea mediante técnica epidural o intrate-
cal, siendo la más empleada la epidural.
Técnica de anestesia regional intravenosa 
o De Bier
Es una técnica de anestesia que consiste en la admi-
n i st ración de un anestésico local en el sistema va s c u l a r
p a ra que se re p a rta y difunda en los tejidos irri gados por
e stos vasos produciendo aneste s i a .
Como primera consideración hay que tomar en cuenta
que sólo se puede aplicar en extremidades ya que necesi-
tamos cortar la circulación del mismo tem-
poralmente, para que el anestésico no se
disipe en todo el organismo.
Técnica
Después de sedar al paciente y pre p a ra r
qu i r ú rg i c a m e n te la zona a inte rve n i r, debe-
remos aplicar una venda de Esmarch. A con-
tinuación se coloca un to rn i qu ete por enci-
ma de la articulación del codo o de la art i-
culación ta rs otibial. Esta técnica es difícil de
realizar por encima de estos puntos ya qu e
los to rn i qu etes más altos y no re s u l tan muy
e fe c t i vos. Ret i ramos el ve n d aje de Esmarch e
i nye c tamos vía intravenosa de 1 a 3 ml de
lidocaína al 1% sin epinefri n a .
CAPÍTULO I TRATAMIENTO DEL DOLOR PERIOPERATORIO
TERAPÉUTICA DEL DOLOR (II)
Fig. 3.— El bloqueo del plexo afecta a los
n e rvios radial, ulnar, musculocu-
táneo y axilar. Tomado de “The
compendium” reducing postoperative
pain for dogs: local anesthetic and
analgesic techniques. Quandt JE Raw-
lings Cr, 1996.
muy agudas que necesitan de una profunda analgesia a la
espera de intervención.
• Como medio analgésico intraoperatorio, en cirugías
que afecten al tercio posterior, perineo etc.
Referencias anatómicas (fig. 4)
• Los ángulos más sobresalientes de las palas ilíacas.
• Proceso espinoso de la séptima vértebra lumbar.
• Cresta sacra.
• Zona posterior a la intersección entre la línea que une
la palas ilíacas y las crestas lumbar y sacra.
H ay que situar la aguja en la inte rsección que fo rm a n
las líneas que unen los ángulos de las palas ilíacas y la
c re sta sacra con la apófisis espinosa de la séptima vé rte-
b ra lumbar. La maniobra se fa c i l i ta si el animal está en fl e-
xión de esta articulación. Pa ra ev i tar que el anestésico se
difunda sólo en un lado de la médula y raíces nerv i o s a s ,
se recomienda realizar la técnica con el animal en decú-
b i to este rnal y mante n e rlo en esta posición dura n te unos
m i n u to s .
Recordar que en el perro la médula espinal, acaba por lo
general en la vértebra L6, mientras que en el gato acaba en
la S1; el proceso en el gato es más difícil técnicamente y con
Po d remos mantener el to rn i qu ete y la
a n a l gesia por un máximo de dos hora s ,
pasado este tiempo deberemos ret i rar pro-
gre s i va m n ete el to rn i qu ete, poco a poco,
p a ra ev i tar que la lidocaína entre de golpe
en el to rre n te circ u l a to rio y para que las posi-
ble toxinas liberadas en zonas isqu é m i c a s
no produzcan efe c tos indeseables.
Utilidades
En cirugías de extremidades, siempre
que el problema patológico pueda que-
dar por debajo del torniquete.
Anestesia epidural (epidural
lumbosacra)
Consiste en el depósito en el canal
epidural del paciente, de una sustancia
que inhiba la transmisión del dolor. Estas
s u stancias comúnmente pertenecen a
cuatro familias farmacológicas:
• Anestésicos locales
• Bloqueantes alfa-2 adrenérgicos
• Opiáceos
• Ciclohexaminas
Por el lugar de acceso al canal medu-
lar tenemos dos tipos:
• Epidural lumbosacra
• Epidural sacrococcígea
Esta última es muy útil en las patolo-
gías que necesiten anestesia de la zona
coccígea y perineal.
Indicaciones de la 
anestesia epidural
• En pacientes de riesgo o debilita d o s ,
muy deprimidos o en shock que necesite n
de inte rvención en el te rcio poste ri o r.
• Pacientes en los que otros anestési-
cos o analgésicos estén contraindicados.
• Pacientes con patologías dolorosas
CAPÍTULO I TRATAMIENTO DEL DOLOR PERIOPERATORIO
TERAPÉUTICA DEL DOLOR (II)
Fig. 4.— Corte sagital de una sección de canal medular.cierta facilidad acabamos en el espacio
subdural.
En las figuras 5 y 6 podemos observar
las referencias óseas para la inyección
e p i d u ral de sustancias con actividad
anestésica.
Técnica para la realización
de anestesia epidural
Para realizar esta técnica tenemos que
saber que hay una serie de contraindica-
ciones claras:
• Infección cutánea o septicemia
• Coagulopatías
• Traumatismos en la zona lumbar o
sacra
La técnica se realiza con el paciente
sedado y en ocasiones bajo anestesia
general, cuando la técnica epidural es
complemento de una anestesia general.
Si el animal está sedado, conviene man-
tener una vía sanguínea permeable, para
poder contrarrestar efectos de hipoten-
sión derivados de la técnica, y también
administrar oxígeno al paciente para eli-
minar los posibles efectos de hipoxia de
una profunda sedación. Tras las medidas
corrientes de asepsia quirúrgica de la
zona, localizamos el punto de inyección
e insertamos perp e n d i c u l a rm e n te al
plano del sacro una aguja espinal (20-22
Gauge y de 30 a 70 mm de longitud). Al
ir penetrando llegará un momento en el
que notemos una cre p i tación que se
corresponde con la perforación del “liga-
mentum flávum”. En este momento esta-
mos en el canal epidural. Si no hemos
notado esta crepitación, podremos llegar
fácilmente al suelo del canal. Tendremos
que retirar ligeramente la aguja, aspirar,
para comprobar que no estamos en un
CAPÍTULO I TRATAMIENTO DEL DOLOR PERIOPERATORIO
TERAPÉUTICA DEL DOLOR (II)
Fig. 5.— Transversal: línea que une las alas del ilion en su
punto más sobresaliente. Longitudinal: línea que une
la apófisis espinosa de la séptima vértebra lumbar con
la cresta sacra. Punto de inyección: es el lugar de
intersección de las dos líneas, en una zona que a la
palpación resulta muy depresible.
Fig. 6.— Correcta colocación de paciente y manos para la rea-
lización de una técnica epidural lumbosacra. 
Tomado de “The Compendium” reducing postoperative pain for
dogs: local anesthetic and analgesic techniques. Quandt JE Raw-
lings, CR, febrero 1996.
vaso o que hemos colocado la aguja
intratecalmente. A partir de este momento
estamos preparados para la inyección.
Ésta se tendrá que realizar con el bisel de
la aguja hacia caudal y de modo lento,
inyectando el volumen de anestésico en 1
ó 2 minutos. Tras la inyección se debe
mantener la cabeza del paciente ligera-
mente elevada para evitar una excesiva
progresión craneal del anestésico.
Se pueden realizar algunas compro-
baciones antes de inyectar el anestésico
local, para asegurarnos que realmente
estamos en el mismo.
Existen en el mercado detectores de
presión negativa (dentro del canal hay
una cierta presión negativa), pero resultan
un instrumento caro y de poca utilidad en
veterinaria.
La aguja epidural tiene en su interior
una guía que obtura por completo su luz,
de modo que antes de retirar por com-
pleto la misma, podemos depositar en el
cono de la aguja unas gotas de suero o
anestésico local. Al retirar la guía, la pre-
sión negativa del canal aspirará la gota,
indicándonos una correcta colocación.
En la realidad este procedimiento produ-
ce muchos falsos errores.
La resistencia a la inyección debe ser
nula, como si derramásemos el contenido
de la jeringa al aire. Algunos autores
recomiendan la inyección de cierto volu-
men de aire. Nosotros desaconsejamos
esta práctica salvo si el aire es filtrado
mediante un microfiltro adaptado a la
j e ri n ga, que ev i taría conta m i n a c i o n e s
atmosféricas. La interposición de este filtro
altera la resistencia a la inyección, con lo
que el objeto de esta prueba se desvir-
túa. Es preferible en nuestra opinión inyec-
tar una pequeña cantidad del propio
anestésico y observar que no hay resis-
tencia a la inyección.
Fármacos, volúmenes y dosis aplicables en la
anestesia epidural
Los efe c tos de una analgesia o anestesia epidura l ,
dependen no sólo de la dosis aplicada (mg/kg) sino ta m-
bién del volumen que éste ocupa y de la pro gresión cra-
neal pro p o rcional a éste. Existen, sin embargo, una seri e
de volúmenes y concentraciones que pueden guiarn o s .
Si empleamos lidocaína al 2% o bupivacaína al 0,5% apli-
c a remos un volumen de 0,22 ml/kg (o lo que es lo mismo 4,4
m g / kg de lidocaína o 1,1 mg/kg de bupiva c a í n a ) .
Si accidental o intencionadamente estamos realizando
una anestesia intratecal, deberemos reducir las dosis y volú-
menes en un 50 ó 60% (evitamos una parálisis del nervio fré-
nico y parada respiratoria).
Cuando empleamos otras familias de fármacos, como
opiáceos, debemos ajustar las dosis en mg/kg a esta vía y
realizar una dilución del mismo, hasta ocupar un volumen
total de 0,13 a 0,26 ml/kg. Si empleamos morfina, la dosis
será de 0,1 mg/kg, el fentanilo epidural se emplea a dosis
de 1 a 19 microgramos/kg. Con la primera podemos obte-
ner analgesia de 10 a 24 horas, con el segundo obtenemos
una analgesia de 3 a 5 horas.
El tiempo que ta rda en hacer efe c to el analgé s i c o ,
d e p e n d e rá de su naturaleza, con la lidocaína obte n e m o s
a n a l gesia a los 5 minutos de la inyección, con la bupiva-
caína o mepivacaína los efe c tos se ret rasan hasta los 20
ó 25 minutos, con la morfina ta rdamos entre 30 y 60 minu-
tos en obtener analgesia y con el fe n tanilo, ta rdamos en-
t re 15 a 20 minuto s .
Analgesia epidural continua
La técnica básicamente es la misma que la de anestesia
epidural. Va riamos el método para introducir el anesté s i c o.
Pa ra esta técnica necesitamos un Kit especial. Se com-
pone de una aguja espinal especial, de un mayor gro-
sor que el recomendado para la técnica epidural sim-
ple y con un bisel especial, más romo y curvado, y de
un caté ter fl exible delgado que se puede introducir por
la luz de la aguja. Una vez hemos realizado la intro d u c-
ción de la aguja, introducimos el caté ter fl exible en el
canal aprox i m a d a m e n te 1,25 a 1,5 cm (té c n i c a m e n te sólo
se puede aplicar en razas grandes). Ret i ramos la aguja,
CAPÍTULO I TRATAMIENTO DEL DOLOR PERIOPERATORIO
TERAPÉUTICA DEL DOLOR (II)
p e ro sin arra st rar el caté te r. El Kit se
c o mpone además de un cono Lu e r
especial y re m ovible, que se adapta a
la sonda para la inyección. Tras la ins-
talación esta remos en condiciones de
a d m i n i st rar analgesia o anestesia epi-
d u ral de modo re p et i t i vo o ininte rru mp i-
d o .
La técnica se aplica en patologías muy
dolorosas y crónicas, en cirugías con un
p o sto p e ra to rio largo y doloroso. No
debemos aplicarla sin una justificación ya
que es una técnica que a demás de las
complicaciones propias de la anestesia
epidural, tiene otras:
• Posibilidad de que el catéter dañe
la médula espinal o inflame nervios del
“filum terminal”.
• Las infecciones son más frecuentes.
• Técnicamente es una inte rvención más
c o mpleja y difícil de mantener en nuest ro s
p a c i e n te s .
Posibles efectos secundarios de
la anestesia epidural
Al ex te n d e rse el anestésico local, ade-
más de producir un bloqueo sensorial y
m otor (sólo sensorial cuando se aplican
opiáceos), se produce un bloqueo de las
funciones autónomas simpáticas. Este blo-
queo produce una fuerte va s o d i l a tación en
el área afe c tada que puede causar una
s eve ra hipotensión. Por lo ge n e ral esta té c-
nica está contraindicada en situaciones de
h i p ovo l e m i a .
Las funciones de control motor de los
d i ve rsos órganos afe c tados, desde la ve j i-
ga hasta los músculos de las ex t re m i d a d e s
reto rnan poco a poco. El vete ri n a rio debe
vigilar muy de cerca la re c u p e ración para
c o n t rolar reta rdos en la re c u p e ración y ev i-
tar autolesiones del paciente en situaciones
de fa l ta de coordinación moto ra .
Si lo que hemos empleado es un opiáceo, puede apare-
cer un pru ri to incontrolable. Éste se debetra tar con naloxo n a .
Técnicas para anestesia/analgesia del tórax
La cirugía y los traumas que afe c tan a la cavidad to rá-
cica (to ra c otomías), son unos de los problemas que más
dolor pueden producir al paciente. El tó rax es un áre a
muy inervada, que ha de estar consta n te m e n te en mov i-
m i e n to, con lo que la ausencia de reposo puede agrava r
el dolor.
Por ot ro lado la reacción del paciente que ha sufri d o
una to ra c otomía, este rn otomía o fra c t u ra costal grave, es
la de re s p i rar defi c i e n te m e n te debido al dolor. El patró n
re s p i ra to rio se alte ra y aparecen ventilaciones superfi c i a-
les, entre c o rtadas y poco efe c t i vas. Si la situación se pro-
l o n ga, los pulmones y el sistema card i ovascular comien-
zan a ve rse afe c tados. Aparecen neumonías, áreas de
a te l e c tasia, se reducen la pre c a rga y la post c a rga. To d o
ello puede conducir a seve ras complicaciones card i o p u l-
m o n a res posto p e ra to rias. Se impone un tra ta m i e n to enér-
gico contra el dolor to rá c i c o .
Administración de analgésicos sistémicos
La administ ración de analgésicos pote n tes como los opiá-
ceos no debe desdeñarse. A pesar de la posible depre s i ó n
re s p i ra to ria inducida, la disminución del dolor conseguida
puede mejorar de modo imp o rta n te la función re s p i ra to ria. Se
pueden administ rar morfina a dosis normales o mantener al
p a c i e n te con una infusión continua de fe n tanilo (5 micro gra-
m o s / kg / h o ra ) .
Técnica de anestesia de nervios intercostales
Es una técnica aplicable en toracotomías. Se deben infil-
trar varios nervios intercostales por delante y por detrás de la
incisión, debido al solapamiento de la inervación. Se acon-
seja infiltrar al menos dos espacios intercostales por delante
y dos posteriores, al de la toracotomía, además del propio
al del espacio de incisión.
Deberemos utilizar anestésicos locales de larga duración
como la bupivacaína al 0,25 ó 0,5% con o sin vasoconstric-
tor. El volumen a inyectar por punto variará según el tamaño
del perro:
CAPÍTULO I TRATAMIENTO DEL DOLOR PERIOPERATORIO
TERAPÉUTICA DEL DOLOR (II)
• Pe rros pequeños 0,25 ml por punto
• Perros medianos 0,5 ml por punto
• Perros grandes 1 ml por punto
El lugar de inyección es la salida de
los nervios intercostales, en la cara cau-
dal de cada costilla, cerca del orificio
intervertebral, la inyección se realizará
perpendicularmente al raquis. Esto nos
proporciona de tres a seis horas de anal-
gesia sin depresión respiratoria (fig. 7).
Técnica de anestesia interpleural
E sta técnica pro p o rciona analge s i a
en ciertas situaciones qu i r ú rgicas, post-
qu i r ú rgicas y médicas, como to ra c oto -
mías, fra c t u ras costales, maste c to m í a s
c raneales o pancreatitis agudas y
t u m o res de la región epigást rica y
m etá stasis o tumores de la región pleu-
ral o mediast i n o .
El anestésico depositado entre las dos
pleuras, se difunde a través de la pleura
parietal y afecta a los nervios intercosta-
les, produciendo una analgesia muy
amplia de los mismos entornos a la cavi-
dad torácica.
La colocación del catéter interpleural
se realiza tras una cirugía torácica, o bien
con el animal sedado y mediante aneste-
sia local de piel, zona perióstica y pleura
del lugar de acceso a la cavidad. Se
debe dejar instalado un sistema de inyec-
ción elástico y permanente para inyeccio-
nes reiteradas.
Tendremos que emplear un anestésico
de larga duración, como bupivacaína al
0,5%, administrando dosis de 1 a 2
mg/kg de anestésico. La analgesia resul-
ta efectiva de 3 a 12 horas.
Pueden pre s e n ta rse problemas de
infecciones, neumotórax por mala técni-
ca, parálisis del nervio frénico y respira-
ciones paradójicas o inefectivas por parálisis de nervios inter-
costales. 
Si el dolor no mejora con esta técnica puede que nos
enfrentemos a un derrame pleural o hemotórax (fig. 8).
Técnicas de anestesia locorregional en la cabeza
En ciertas técnicas quirúrgicas de la cabeza, podemos
realizar anestesias locales en forma de bloqueo troncular,
que afectan a distintas ramas de los pares craneales. Reali-
zar estas técnicas en el animal despierto, resulta en general
bastante difícil por mucho que el animal colabore; es nece-
sario realizar una potente sedación y administrar un analgé-
sico previo o bien podemos realizarlas bajo anestesia gene-
ral, como complemento analgésico en la misma.
Podemos dividir estas técnicas según los órganos afecta-
dos (fig. 9).
Anestesia del ojo
E sta anestesia se realiza bloqueando la rama oftá l m i-
ca del nervio óptico.
La localización re s u l ta compleja, teniendo que deposi-
tar el anestésico (de 1 a 3 ml de lidocaína al 2%) en la
fi s u ra orbita ri a .
CAPÍTULO I TRATAMIENTO DEL DOLOR PERIOPERATORIO
TERAPÉUTICA DEL DOLOR (II)
Fig. 7.— El depósito en el borde caudal de una serie de costi-
llas torácicas, de una cierta cantidad de anestésico
local, proporciona analgesia, durante y después de
una toracotomía. 
Figura inspirada de “Manual de anestesia veterinaria”. Segunda edi-
ción. De Mosby/Deyma 1997. Capítulo 7, pág. 110.
Se introduce la aguja por debajo del
borde cigomático, cerca del ángulo late-
ral del ojo, se dirige la aguja caudome-
dialmente, dejando el borde de la rama
mandibular exteriormente y dirigiendo la
aguja hacia el medial.
E sta anestesia es té c n i c a m e n te com-
plicada, pero puede serv i rnos como
a p oyo analgésico en enucleaciones y
también ev i tar re flejos va gales en ciru -
gías oftá l m i c a s .
Anestesia de maxilar superior y
dientes, nariz y labio superior
E sta anestesia local afe c ta al nerv i o
m a x i l a r, es un nervio de difícil acceso.
La aguja se introduce medial y perp e n-
d i c u l a rm e n te por det rás de la maxila
s u p e ri o r, por det rás del borde de la
Fig. 8.— Colocación de un catéter de polivinilo en la cavidad
pleural. Permite la infusión repetida de anestésico en
el postoperatorio de las toracotomías.
Figura inspirada de “Manual de anestesia veterinaria” segunda
edición, De Mosby/Deyma 1997. Capítulo 7, pág. 111.
CAPÍTULO I TRATAMIENTO DEL DOLOR PERIOPERATORIO
TERAPÉUTICA DEL DOLOR (II)
Fig. 9.— A: anestesia del nervio infraorbitario. B: anestesia del nervio maxilar. C: Anestesia del nervio oftálmi-
co. D: Anestesia del nervio mentoniano. E: Anestesia del nervio mandibuloalveolar.
Tomado y modificado de Mur, WW. “Manual de anestesia veterinaria”. De Mosby/Doyma 1997, 2ª edición.
a p ó fisis cigomática lige ra m e n te por
d e b ajo del canto late ral del ojo. La
aguja acabará situándose en la fo s a
p te rigopalatina, cerca de donde tra n s-
c u rre el nervio. Te n d remos que deposi-
tar de 1 a 3 ml de lidocaína al 2%,
dependiendo del tamaño del perro .
Las aplicaciones son de cara a ciru-
gías odontológicas que afecten a la zona
maxilar.
Anestesia del nervio infraorbitario
Con esta técnica, anestesiamos el
labio superior y ollares. Se anestesia el
n e rvio a su salida por el agujero in-
f ra o r b i ta rio, palpable bajo la mucosa
de la cavidad oral. El fo ramen mento-
niano queda ge n e ra l m e n te por encima
del borde ante rior de la muela carn i c e-
ra. También se puede abordar el nerv i o
t ra n s c u tá n e a m e n te, palpando la zona
b ajo la piel. Re s u l ta útil en cirugías qu e
a fe c ten a las zonas inerva d a s .
Anestesia del nervio mentoniano
El nervio mentoniano anestesia el
labio inferior y porciones de mucosa oral
inferior. Localizamos el agujero mentonia-
no por delante del segundo premolar y
depositamos una pequeña cantidad de
anestésico, 0,5 a 2 ml.
Anestesia de la rama alveolar 
del nervio mandibular
Es una técnica aplicable en ciru g í a
o d o n tológica. Con la anestesia de este
n e rvio afe c tamos a las piezas denta l e s
de la rama mandibular corres p o n d i e n-
te, caninos incisivos y molares, la piel y
mucosa del mentón y el labio infe ri o r. 
E sta rama discurre medialmente a la rama mandibular
en su cara medial cerca del ángulo mandibular, aquí se
localiza el fo ramen mandibular. La técnica es sencilla,
b a sta con palpar el ángulo mandibular y penet ra muy
c e rca de la mandíbula paralela a ésta y depositar a 1 ó
1,5 cm del borde mandibular de 0,5 a 2 ml de lidocaína
al 2%.
Anestesia auricular
Las cirugías que afectan al oído son muy dolorosas. La
inervación de estas estructuras es compleja, dada la movili-
dad y sensibilidad de la zona. No hay una técnica concre-
ta sobre un nervio que alivie el dolor perioperatorio, pero
podemos combinar un par de actuaciones para minimizarlo
(fig. 10).
Depositando una cantidad en la base del conducto audi-
tivo externo donde confluyen la porción vertical y horizontal,
cerca del borde cartilaginoso craneal y caudal, y combi-
nando con una anestesia en anillo subcutánea, podemos
aliviar cier to grado de dolor en intervenciones como otoec-
tomías. La cirugía que afecta al canal auditivo debe ser tra-
tada con analgésicos por vía general.
TERAPÉUTICA DEL DOLOR (II)
Fig. 10.— Podemos ver como hay una rama craneal y otra caudal
del nervio facial que dan inervación a la ore j a .
CAPÍTULO I TRATAMIENTO DEL DOLOR PERIOPERATORIO
CAPÍTULO II TRATAMIENTO DEL DOLOR EN PACIENTES CRÍTICOS
TERAPÉUTICA DEL DOLOR (II)
B. DE LA PUERTA PARSONS, M.ª Á. DAZA GONZÁLEZ
Residentes de Pequeños Animales
Hospital Clínico Veterinario. Universidad Complutense. Madrid
N el presente capítulo se ha intentado realizar un breve apunte de las principales patologías que
se suelen presentar en la clínica de urgencias, haciendo especial hincapié en la fisiopatogenia
de las mismas, para facilitar la posterior comprensión de los cambios respiratorios, hemodinámi-
co etc.. a los que dan lugar, así como, las modificaciones que se producen en el metabolismo y
excreción de los analgésicos aplicados. Debido a lo extenso del tema, se han clasificado en
patologías que afectan a la cavidad torácica y a la cavidad abdominal.
El tratamiento analgésico que se administra a estos pacientes forma parte del protocolo de estabilización
y en muchos casos nos sirve para realizar procedimientos diagnósticos.
EE
URGENCIAS NEUROLÓGICAS
Los pacientes que acuden a la consul-
ta debido a alteraciones neurológicas
pueden sufrir traumatismo craneoencefáli-
co, hernias de disco intervertebrales o
alteraciones del sistema nervioso.
CAPÍTULO II TRATAMIENTO DEL DOLOR EN PACIENTES CRÍTICOS
TERAPÉUTICA DEL DOLOR (II)
LL
El tratamiento inicial para estas patologías, en especial el
traumatismo craneoencefálico, es la aplicación de oxígeno,
mediante mascarilla, catéter nasal, collar isabelino, jaula de
oxígeno y si es necesario deberíamos realizar la intubacion
endotraqueal e instaurar ventilación asistida. 
El objetivo del tratamiento es prevenir el agravamiento de
las lesiones cerebrales a causa de la isquemia, inflamación
o por los efectos del aumento de la presión intracraneal. Ele-
varemos la porción anterior del paciente 30°C y evitaremos
presionar el cuello. La monitorización de la ventilación es
importante, porque la depresión del sistema respiratorio pro-
duce un aumento del dióxido de carbono (hipercapnia) con
efecto vasodilatador cerebral. A su vez produce un aumento
de la presión intracraneal, pudiendo agravar el edema o
isquemia cerebral, así como la hernia de la masa encefálica.
Tenemos que tenerlo en cuenta, a la hora de administrar fár-
macos analgésicos y/o anestésicos que puedan deprimir el
centro respiratorio. Se puede administrar opiáceos, sabiendo
que son fármacos que producen depresión respiratoria, debi-
do a que los receptores mu desensibilizan el centro res-
piratorio al dióxido de carbono, permitiendo que éste
aumente. Si combinamos los opiáceos con otros fármacos
anestésicos la depresión puede ser mayor. Es importante
tener estos pacientes bajo observación y monitorización
constante. La utilización de analgésicos permite disminuir la
hipertensión producida por el dolor.
En dolores leves a moderados podemos utilizar butorfa-
nol a dosis de 0,2-0,4 mg/kg y para dolores de moderados
a graves petidina de 3-5 mg/kg o una infusión continua de
fentanilo, ya que tiene un tiempo de acción corto (15-20
minutos), por ello nos permitirá evaluar neurológicamente a
los pacientes de forma periódica. Los anestésicos locales a
dosis terapéuticas no producen alteraciones a nivel del siste-
ma neurológico.
URGENCIAS RESPIRA TORIAS
Los pacientes que se presentan con disnea, deben ser
evaluados y estabilizados independientemente de la etiolo-
gía. Disnea se define como la sensación de dificultad respi-
ratoria, debido a un compromiso en la funcionalidad respi-
ratoria. Esta sensación puede comenzar o por una disminu-
ción de la presión parcial de oxígeno (PaO2) (hipoxemia) o
por un aumento en la presión parcial de dióxido de carbo-
no (Pa CO2) (hipercapnia), en sangre
a rte rial. La ex p l o ración detallada del
paciente así como una correcta explora-
ción clínica fijándonos sobre todo en el
sistema respiratorio nos puede dar infor-
mación acerca de la causa y el trata-
miento a seguir. De cara al tratamiento es
esencial localizar el problema en vías res-
piratorias altas, bajas, cavidad pleural,
pared torácica o parénquima pulmonar.
OBSTRUCCIÓN DE LAS VÍAS
RESPIRATORIAS ALTAS
Muchas patologías producen obstruc-
ción de las vías respiratorias altas: paráli-
sis laríngea, cuerpos extraños, tumores,
inflamación, edema, síndrome del bra-
quiocefálico, traumatismos y colapso tra-
queal. Los síntomas clínicos con lo que
cursan son muy parecidas en todas ellas:
disnea, est ri d o r, esfuerzo inspira to ri o ,
extensión del cuello y cabeza, intoleran-
cia al ejercicio, jadeo e hipertermia.
El manejo de estos pacientes empieza
por el aporte de oxígeno, la forma menos
estresante para el animal es la jaula de
oxígeno. El siguiente paso es la sedación
con fenotiacinas (acepromazina) siempre
y cuando el paciente no esté hipovolémi-
co, debido a su efecto vasodilatador de
e stos fá rmacos. Podemos disminuir su
dosis combinándolo con opiáceos. En el
caso de hipovolemia podemos utilizar
sólo opiáceos ya que podemos conse-
guir sedación con escasa depresión car-
diovascular o combinados de éstos con
benzodiazepinas. Los narcóticos re c o-
mendados son petidina (3-5 mg/kg ) ,
butorfanol (0,2-0,4 mg/kg) y buprenorfi-
na (10-20 µg/kg). Los opiáceos y en
especial el butorfanol tienen una acción
antitusígena a dosis bajas. Si la adminis-
tración produjera jadeo podríamos com-
binarlos con sedantes como las benzodiazepinas. Si no
mejora la disnea con la oxigenación deberíamos proceder
a la inducción anestésica y la consiguiente intubación y ven-
tilación asistida. Una vez que tenemos la vía aérea controla-
da se pueden administrar distintos fármacos. En procesos
inflamatorios o edema de vías altas se puede administrar cor-
ticoides, pero deberíamos evitar su uso ante la sospecha de
un proceso tumoral. Debido al esfuerzo respiratorio se pro-
duce hipertermia, si ésta sube por encima de 40°C se debe-
rá bajar mediante la utilización de alcohol, hielo, ventilado-
res o fluidos intravenosos fríos.
PATOLOGÍAS DE LAS VÍAS 
RESPIRATORIAS BAJAS
Estas patologías cursan con tos (normalmente productiva),
intolerancia al ejercicio, descarga nasal, aumento de la fre-
cuencia respiratoria, hipoxemia, disnea espiratoria aunque
en ocasiones puede ser inspiratoria. En los pacientes con
alteraciones del parénquima pulmonar se produce una alte-
ración en la ventilación/perfusión debido al llenado y colap-
so de los alvéolos produciendo hipoxia. También se puede
observar un engrosamiento o infiltrado de la membrana al-
veolar, incrementando la dificultad en la difusión deoxígeno.
El tratamiento inicial es la administración de oxígeno y
una vez estabilizado el paciente se pueden realizar las prue-
bas diagnósticas (exploración física, radiografías, gasome-
tría). En estos animales puede ser necesario la inmovilización
química para la aplicación de catéteres nasales, drenajes
torácicos, lavados transtraqueales o la realización de una
biopsia. El método de inmovilización elegida tiene que ser el
menos estresante. Podemos utilizar anestésicos locales (lido-
caína, mepivacaína, bupivacaína) en la fosa nasal para la
aplicación de la nasal. Para la realización de otros procedi -
mientos algo más agresivos se puede realizar una sedación
con opiáceos (butorfanol, buprenorfina, petidina) combina-
do con una dosis baja de acepromazina o benzodiazepi-
nas, más la infiltración de anestésicos locales en la zona a
incidir, como en el caso de los lavados transtraqueales o dre-
najes pleurales (fig. 1).
En las toracotomías se puede administrar analgésicos de
distintas formas. Las toracotomías laterales producen menos
dolor que las es ternotomías. Los opiáceos administrados vía
epidural producen analgesia bilateral. Con los bloqueos
CAPÍTULO II TRATAMIENTO DEL DOLOR EN PACIENTES CRÍTICOS
TERAPÉUTICA DEL DOLOR (II)
intercostales se inhibe la transmisión ner-
viosa de la rama dorsal del nervio inter-
costal que es la encargada de inervar las
estructuras cutáneas hasta la mitad del
tórax. Una vez empezada la cirugía, el
bloqueo se puede hacer más efectivo si
se realiza la inyección desde el interior
de la pared, en dirección a las vértebras
torácicas, lugar de salida de los nervios a
través del canal ver tebral. Una vez cerra-
da la incisión, se puede realizar un blo-
queo interpleural con bupivacaína 0,5%
(1-2 mg/kg), el anestésico se administra
a través del drenaje torácico, tendiendo
éste a ir la porción más ventral y por difu -
sión llegará a los nervios intercostales.
TRAUMATISMOS TORÁCICOS
Un traumatismo to rácico puede provo-
car lesiones graves en la pared to rá c i c a
como fra c t u ra de costillas, contusión pulmo-
nar (fig. 2), hemotó rax y hernia diafra g m á t i-
ca. Si se produce una rot u ra múltiple y
secuencial de dist i n tas costillas se pro d u c e
el llamado “flail ch e st”, que da lugar a un
c o mp romiso re s p i ra to rio por una pérd i d a
de eficacia en la ventilación, así como lace-
ración del paré n quima pulmonar por los
ex t remos fra c t u rados, y por el dolor qu e
p roduce la propia re s p i ración (fig. 3).
En estos pacientes es vital la aporta-
ción de oxígeno, así como la administra-
ción de analgesia asociado a una ligera
sedación para reducir los estímulos dolo-
rosos. Dependiendo del grado de dolor
que presente el animal se pueden admi-
nistrar distintos analgésicos como butorfa-
nol (0,2-0,4 mg/kg), buprenorfina (10-20
µg/kg) o morfina (0,3-0,5 mg/kg) para
dolores severos. La administración de mor-
fina por vía intramuscular evita la libera-
ción de his tamina que se puede producir
al administrarla por vía intravenosa. 
CAPÍTULO II TRATAMIENTO DEL DOLOR EN PACIENTES CRÍTICOS
TERAPÉUTICA DEL DOLOR (II)
Fig. 1.— Drenaje pleural, tras la realización de una cirugía
correctora de una hernia diafragmática.
Fig. 2.— Contusión pulmonar.
Fig. 3.— Tórax de un perro, tras un traumatismo torácico con
fractura de costillas.
Para suplementar la analgesia aporta-
da por los opiáceos también se pueden
usar anestésicos locales. Podemos admi-
nistrar bupivacaína al 0,5% (1-2 mg/kg)
en forma de bloqueos intercostales repar-
tidos al menos en tres espacios intercosta-
les craneales y caudales a la costilla frac-
turada, aportando una excelente analge-
sia durante 4-6 horas. Podemos repetir
múltiples aplicaciones.
En la administración epidural de fár-
macos, los más utilizados son los opiá-
ceos, siendo la morfina el más indicado,
aporta una analgesia razonable en el
tórax sin demasiados efectos secundarios.
Hay que recordar que si los anestésicos
locales llegan a la altura de T1 pueden
producir una parálisis completa de los
músculos inte rc o stales. Si se ex t i e n d e
hasta C7-C5 produce un bloqueo del
nervio frénico paralizando el diafragma,
y produciendo una parálisis completa de
los músculos intercostales.
PATOLOGÍAS DEL 
ESPACIO PLEURAL
Si nuest ro paciente sufre disnea y sospe-
chamos que padece de un derrame pleu-
ral, administ ra remos ox í geno y a continua-
ción re a l i z a remos una to ra c o c e n tesis. Esta
última es ta n to un pro c e d i m i e n to te ra p é u t i-
co como diagnóstico. No rm a l m e n te para
realizar este pro c e d i m i e n to no hace fa l ta
sedar al animal, pero si éste se est resa con
n u e st ra manipulación conviene administ ra r
un sedante y/o analgésico como en el
caso del buto rfanol (0,2-0,4 mg/kg ) .
ABDOMEN AGUDO
El té rmino abdomen agudo está to m a d o
de la medicina humana y se emplea para
d e finir toda aquella patología intraabdominal que causa dolor,
p o st ración y rigidez muscular. En la tabla I se citan las causas
más fre c u e n tes de abdomen agudo y a lo largo del capítulo se
d e s c ri b i rán las patologías abdominales que con más fre c u e n-
cia se pre s e n tan en la clínica de urge n c i a s .
Además también se puede dar el caso de pacientes que
se presentan con una urgencia abdominal y que al mismo
tiempo padecen otra enfermedad endocrina, renal, hepática
o pancreática. En este supuesto es necesario conocer cómo
afectan estas patologías al metabolismo y excreción de los
fármacos analgésicos.
URGENCIAS GENITALES
Cesárea
Aunque la operación cesárea se puede realizar de forma
programada, en ocasiones se presenta como urgencia debi-
do a distocia materna o fetal.
A la hora de aplicar un fá rmaco a una hembra pre ñ a d a
debemos tener en cuenta las modificaciones que la ge sta-
ción produce en la fisiología mate rna (tabla II).
Todos los fá rmacos atraviesan la barre ra placenta ri a
en mayor o menor medida causando depresión feta l
( tabla III).
La anestesia epidural no tiene demasiadas ventajas en
veterinaria, ya que para llevarla a cabo se necesita una
sedación muy profunda de la madre. En general se prefiere
utilizar bupivacaína porque su lenta absorción en la circula-
ción reduce el tiempo de exposición del neonato. La aneste-
sia local sobre el espacio extradural puede producir blo-
queos de los nervios simpáticos dando lugar a vasodilata-
ción, que se traduce en hipotensión, aumento del sangrado,
reducción del flujo sanguíneo placentario e hipoxemia de los
neonatos. En general 1 ml/4,5 kg es suficiente en este tipo
de intervención.
Los narcóticos atraviesan la barre ra placenta ria fá c i l-
m e n te. La depresión fetal es dosis dependiente y se puede
a n ta g o n i z a r. El opiáceo más recomendable es la pet i d i n a
o meperidina (Dolantina®) por que ta rda aprox i m a d a-
m e n te 90 minutos en llegar a la circulación fetal tras su
aplicación, de fo rma que si somos hábiles podemos sacar
a los cach o rros antes de que les afe c te el opiáceo.
CAPÍTULO II TRATAMIENTO DEL DOLOR EN PACIENTES CRÍTICOS
TERAPÉUTICA DEL DOLOR (II)
CAPÍTULO II TRATAMIENTO DEL DOLOR EN PACIENTES CRÍTICOS
TERAPÉUTICA DEL DOLOR (II)
TABLA I Causas de abdomen agudo
B. Con tratamiento médico:
Gastrointestinal:
Gastroenteritis: vírica, bacteriana y tóxica.
Gastroenteritis hemorrágica.
Estreñimiento.
Hígado, páncreas y bazo:
Hepatitis aguda.
Colangiohepatitis.
Pancreatitis.
Urogenital:
Nefritis aguda.
Pielonefritis.
Prostatis aguda.
Otras:
Dolor referido por extrusión del disco in-
tervertebral.
A. Con tratamiento quirúrgico:
Gastrointestinal:
Dilatación torsión gástrica.
Úlcera gástrica sangrante.
Úlcera gástrica perforada.
Obstrucción gástrica o intestinal.
Intususcepción.
Cuerpo extraño lineal.
Rotura intestinal, perforación, úlcera.
Vólvulo

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