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Peter Hall Ciudades del manana

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Peter Hall
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Historia del urbanismo
en el siglo XX
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Ediciones del Serbal
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Peter Hall
-CIUDADES DEL MANANA
Historia del urbanismo en el siglo XX
Traducción de Consol Freixa
Ediciones , del Serbal
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Primera edIct6n 1996
e 1988 Y 1996 Pete! Hall
PubUcado por Blackwell PubLishers, Oxford
e 1996, edictón espat\ola. Edlciones del Serbal
Francesc Totrrega, 32-304 - 08027 Barcelona
Impreso en Espall.a
D. L: 8.32246-96
DlsetIo gráfico: Marina Vilagellu
Impresión: Grafos, S.A. - Arte sobre papel
ISBN 84-76280190-0
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SUMARIO
PRÓLOGO 7
AGRADECIMIENTOS :................................................ 9
1. LAS CIUDADES DE LA IMAGINACIÓN
VISiones alternativas a la dudad de Dios, 1880-1987 11
2. LA CIUDAD DE LA NOCHE ESPANTOSA
LA rtru:ci6n anu los barrics pobres Ik la ciudad del siglo XIX:
ÚJfIdrtS, PaTÚ, Berlín, N~ York, 1880-1900 24
3. LA CIUDAD DE lAS VÍAS DE CIRCUNVALACIÓN
ABARROTADAS
Uu áTtas suburbanas tk tránsito masivo: Lotrt/res, París, &rlín,
Nueva York, 1900-1940 57
4. LA CIUDAD EN EL JARDÍN
lA sollldórl de la ciudad ;ardln: Londres, PIlJ'Ú, &rlln,
Nun'a York, 1900-1940............................................................................... 97
5. LA CIUDAD EN LA REGiÓN
El nacimiento de la planificación regional: Edimburgo, Nueva York, Lotufrr5,
1900-1940 147
6. LA CIUDAD DE LOS MONUMENTOS
El movimiento tk la Ciudad Btlla: Chicago, Nueva Delhi, Most'Ú,
1900-1945 ..............................................•.................................................. 185
7. LA CIUDAD DE LAS TORRES
La dudad radiante de ú Corbusier: París, ClJandisarh, Brasilia, Lotulrts,
51 Louis, 1920-1970 215
8. LA CIUDAD DE LA DIFÍCIL EQUIDAD •
Las comunidades autónomas: EdimbUfJO, lndore, Lima, &rlceley,
Maccln(ield, 1890-1987 253
6 CIUDADES DEL MAÑANA
9. LA CIUDAD EN LA AUTOPISTA
Los barrios suburbanos del automóvil: Long Island, Wiscosin, Los Ángeles,
París, 1920-1987 .. 285
Prólogo
BIBLIOGRAFÍA 431
ÍNDICE 483
12. LA CIUDAD DE LA ETERNA POBREZA
Los sempiternos barrios bajos: Chicago, St Louis, Londres, 1920-1987 ........ 373
"
10. LA CIUDAD DE LA TEORÍA
El urbanismo y la academia: Filadelfia, Manchester, California, París,
1955-1987 .
11. LA CIUDAD DE LOS PROMOTORES
La práctica urbanística cuestionada: Baltimore, Hong Kong, Londres,
1975-1987 .
13. LA CIUDAD A LO BELLE EPOQUE
Las infociudades y los ghettos sin información:
Nueva York, Londres, Tokio, 1985-2010 .
LISTA DE ILUSTRACIONES ..
331
353
413
479
Todo el que escribe una historia del urbanismo debería hacer un prólogo para de-
fenderse: los urbanistas deberían planificar, no retirarse a meditar. La verdad es
que la escribí porque el tema me intrigaba. Como sucede con otras cosas de la
vida, muchas veces nos damos cuenta de que lo que hemos pensado y hecho ha
sido pensado y hecho por otros antes que nosotros; hay que conocer las raíces. Este
es el motivo.
A diferencia de lo que sería de esperar no he tenido ninguna ayuda económi-
ca, de modo que no tengo que dar gracias a nadie; ni ayudante, o sea que soy el
único responsable. Y como también lo he pasado a máquina, doy las gracias a los
anónimos autores de WordStar y WordPerfect; a Chuck Pedle por su legendario Sirius
1; y a los desconocidos fabricantes de su hermano de Taiwan que -siguiendo las le-
yes de hierro del Fordismo periférico- lo sustituyó. Rosa Husain pasó a máquina
la bibliografía y luego elaboró las notas con sumo cuidado, iniciándose con ello en
los placeres y horrores del macros del WordPerfect.
Pero, como siempre, quiero agradecer a los bibliotecarios y bibliotecarias por
su colaboración. Los que piden que se reduzca el número de funcionarios públi-
cos, a los que a veces todos nos hemos sentido tentados a apoyar, no deben haber
trabajado nunca en las grandes bibliotecas del mundo. Yo he tenido la suerte de
pasar muy buenos ratos en tres de ellas mientras trabajé en este libro: la British Ubrary
Reference Division (o dicho de otra manera la Biblioteca del Museo Británico), la
British Ubrary of Political and Economic Science (la biblioteca LSE) y la Biblioteca
de la Universidad de California en Berkeley. Doy las gracias de todo corazón al
personal de todas ellas. Y en especial, aun a riesgo de crear resquemores, a Elizabeth
Byrne por haber convertido la Environmental Design Library de Berkeley en el
magnífico lugar que es hoy.
Algunos fragmentos de este libro han aparecido anteriormente: el comienzo
del capítulo cuarto apareció en forma de artículo en New Society (publicado de
nuevo en Town and Country Planning, y más tarde en una antología Founders ofThe
Welfare State (Los fundadores del estado del bienestar) (publicada por Paul Barker);
algunos fragmentos se utilizaron en Metropolis 1890-1940 de Tony Sutcliffe; una par-
te del capítulo noveno se inclu~ó hace años en Man in the City ofthe Future, publicado
por Richard Eells y Clarence Walton. Creo que lo que escribí sigue siendo correc-
to y es por ello que no me disculpo por el plagio que me hago. El capítulo décimo
segundo contiene una breve autobiografía que he considerado necesaria para po-
der explicar bien la historia, de ahí la aparente inmodestia.
Mi editor, ]ohn Davey, fue siempre muy comprensivo. Espero que le guste el
trabajo realizado. Elizabeth Lake cuidó muy bien el tema de las ilustraciones. Estoy
muy agradecido a dos colegas y buenos amigos que me sirvieron de conejillos de
!
.'
• CIUDADES DEL MAÑANA
•
indias y leyeron el primer borrador: Lyn Davies en Readlng y Roge! Montgomery
en Berkeley. No creo que haya satisfecho todas sus sugereneías pero he tomado nota
de todas ellas. También agradezco la colaboradón de Carmen Hass-Klau por haber
revisado la pane dedicada a Alemania.
Finalmente doy las gradas. como siempre, a Magda por sus implicable ayuda
logística: y más.
Peter Hall
Berkeley y Londres
•
AGRADECIMIENTOS
El autor y los editores desean agradecer a Joho MUlTar (editores) LId, por permi-
tirnos dtar el poema ~Slough,. de los Colltcted Poems de Jobo Betjeman.
También queremos dar las gradas por habemos pennitido reprodudr las ilus-
traCiones ¡¡; Aerofils Ltd. por i1. 3.12; (C) 1988 The Art Irntitute of Chicago, todos
los derechos reservados. por Us. 6. I (Retrato de DanIel Henry BumhamJ, 6.2. 6.3
(O.H. Bumham y E.H. Bennet Plan o(Chicago. 1908, lámina 85 Plan para un slsU-
ma viario de drwlad6n (...) y lámina 132 Vista dt5de el 06U de la Plaza del Centro
Cívico (... ) de jules Guerin, cedido por la Ciudad dé Chlcago al Art Institute de
Chicago; a Australian Oveneas Information 5ervice por canberra lis. 6.7, 6.8; a la
biblioteca Huiton Picture de la BSC por il. 10.1; a la Bod.J.eian Ubrary de Oxford por
lis. 2.5, 2.6 (R.W. DeForest &.: L VeIlier TM Tenememt House Problem, 1903, 247554.d2,
pág. 10, 0pp. pág. 14), por 11.3.9 (RUnWin NorhingGained by Ovmrowding! 1912,
2479116.d.4 (6), pág. 9, 6g.ll1), por il. 3.10 (Ministerio de Salud Type Plans aml
Ekvations, H.M.S.O. 1920, 2279.c.1O (10), lámina 9), por 11.4.8. (R.Unwtn TOW1l
Planning in Practiu, 1920, 2479116.d;5, pág. 172, lámina 116), por ti. 7.8 a.H.
Forshaw &. P. Abercrombie County ofLorukm Plan, 1943, G.54.c.17.4Q.3, portada);
por il. 3.7 (R.Reiss TM Homt 1 want, 1919, U755.e.77, Uustradón de la cubierta) a
Bodleian übrary and Hodder&.: Stouhton LId.; por lis. 12.1, 12.3, 12,4 (fotografias
deJun Fujlta) a Chicago Hlstorica1 Society; p.x iL 4.21 a la Biblioteca de la Universidad
de Columbia, Rare Book and ManUSClipt Ubrary; por U. 4.16 a la biblioteca de la
Universidad de Comell, departamento de manuscritos y archivos; por il. 6.6 a
Counny üfe; po~ il. 7.3. a Counny Ufe Books 6.'1-; por ti. 7.3 a (C) DACS 1988; por
7.3; por 11.7.2 Arrnand Dayot Louis XIy'lIluslTations d'aprrs de PdnWUs, Seu/plum,
Gr~, OtJ;al, etc., du temps (Flammarion; 19(9); por ils.
'lA, 10.2 Letchworth,
F1rst Garden CUy Heritage Museum; por il. 5.8 Tht Containmrnt ofUrban England
de Peter Hall, Harry Gracery, Roy Drewett &.: Ray Thomas, con permiso de Unwin
Hyman ümited; por ¡J. 4.7 a The Hampstead Garden Suburb Archives Trust; por
lis. 12.6, 12.7 a David Hoffman; por il. 9.8 a HoUday inn; por iJ. 4.12 a Krupp
GmbH, HislOrical AKhive; por 11. 3.11 Osbert tancaster Hm ofaJI Places (1959) con
permiso de John Murray editores Ltd. ; por fu. 2.4, 6.9 a LandeshildsteUe BerUn;
por il. 11.1 Uverpool Daily Post &: Echo ümited; por ils. 3.3, 4.6 a London Borough
de Ealing, Central Ubrary, Local History Ubrary; por i1. 11.5 Londan Docklands
Oevelopment Corporation; por Us. 3.4, 3.5, 3.6 a Landon Transport Museum; por
il. 6.5 a Mary Lutyens; por Us. 2.2 2.3 a Mansel1 Collection; por il. 12.5 a Moorland-
Spingam Research Center, Howard Universíty; por il. 5.2 a Sopbie Mumford; por •
11. 9.1 a Museo de la Oudad de Nueva York; por 2.1 a Museo de Londres; por ils.
5.1. 5.4, 5.5 a Biblioteca Nadonal de Escoda (fotografías; Antonia Reeve); por n.
9.'1- a J.c. Nichols Company; por il. 9.2 a New York Dally News; por 11. 7.1 a
10 CIUDADES DEL MAÑANA
Popperfoto; por 4.5 a ]oseph Rown~Memorial Trust; por iJ. 7.11 a SI Louls Post-
Dispatch; por 11. 1.10 a SI Louis Public Ubrary; por Us. 7A. 7.5 a Madhu Slorin; por
11. 5.3 a SCottish 1oor15l Board; por 5.7 a Tennessee VaUey Authority; por Us. 3.8.
4.1.4.9. 4.10. 4.11, 8.2 a Town and Country Planning Assodatlon; por 11. 8.1 aJohn
F.C. Tumer; por Us. 2.7. 2.8, 2.9 iI Universidad de Winois en ChlCilgO, Univeniry
LLbrary Oane Addams Memorial CoUection). por ¡j. 12.2 a (ChJcago Woman's Aid
Sociny Records); por 11. 9.7 a V~turi, Rauch 'f Sean Brown; por U. 9.5 a The Frant.
L10yd Wright Memorial Foundation, Copyright (C) The frank Uoyd Wrlght
Founcl.ation 1958. us otras ilustradones han sido cedidas por el autoc
Hemos intentado dar el nombre de todas los organiSmOS que tienen dcr«h05
sobre I.1.s i1ustndones que hemos publicado. Si hemos cometido algún error esta·
mos dispuestOS a enmendarlo en w futuras ediciones.
•
Las ciudades de la imaginación
Entoncrs pregunté _si crea firmemente que U~ cosa es de una manera. ¿:se con-
vierte en eso?..
Me replicó: e Todos los pocta.S O'ttn que uf sucede. y en los mas de Q imagi·
nación el:;¡ firme creend,¡ movi,¡ monunu; pvo muchos son incapacel lit' aeer
finnemente m nada._
Wll1.llm Blm
Tht MtII'rilIzto(H~ und Hdl (c.1790-3)
Chr.;.smor, dijo Chrtstian, soy un HOO'lbrt' que vit'nf: dt' Q Dudad lit' Q Dt!:stNa::i6rr,
Yn al Mmk Sión, y d hombrt que eQN m 1,¡ Pueru al pr:indpio dd amino lDt'
dijo; que 51 vuú¡, ,¡quí. lDt' lD05tWiI.is al5aS t'XCdt'ntel, que lDt' ,¡yudi.ria.n m mi Vli.je
john Buny,¡n
TM P'ilgím'j Pros/m (1678)
Pofque dt'bm1os coruldenr que semnos una dudad m 1,¡ montal'\a.. Todos los otos
nos mir.uin, de mant'la que Ji nos compoct~os m.t.I con nut:5trO Dios m este tra-
bajo que hemos Iniciado, y h~os que Él nos retire Su iKtUal ,¡yu<b. estilRm05
en boca de todos y nos convertiffmos m ,¡lgo dts:prtdable•
john Winthrop
A MOtkI ofClrrisdoll Charity (1630)
...m un,¡ gnn monuft,¡
alta y escarpada. est¡f, 1.1. Verdad. y aquel que
quiera alcanzarla, debe caminar y caminar
y vtllctr las montatl.u que se le resisten...
John Donne
Satyrt fll (1594-5)
•
"
Capítulo 1
Las ciudades de la imaginación
Visiones alternativas a la Ciudad de Dios,
1880-1987
.Los hombres prácticos que se creen que: no han recibido ningún tipo de Influen·
cia Intefectual. nonualmente son esclavos de un economista que ya h.a muerto_,
dijo "eynes. en un famoso pámfo al fina! de la Gmeral~ .•Los locos que tie-
nen pod~. escribió, _que oyen voces, han inspirado su locura en .lIgUR mal es-
critor académico redentem.ente fallecido,.l. En lugar de economistas podría ltaber
dicho u~nista.s.Mucho, si no todo 10 que ha pasado -para bien o para mal- a la:s
dudades del mundo desde la Segunda Guerra Mundial, puede hallarse en las Ideas
de unos pocos visionarios que vivieron y ~bleron hace mucho tiempo. la ma-
yorb de ellos prácticamente IgnoradO$ y totalmente despm::lados por sus con-
temporáneos. Han tenido su reivtndk:adón póstuma: en el mundo de los asuntos
pricticos; induso, podría decirse, que ban conseguido vengane.
Este libro es soba: dios. sus visiones. y el decto de éstas en el tnb¡¡jO cotkll.a-
00 de construir dudada. Sus ooInbres se lrin ~tie:ndocomo si se ttaun de un
hnte60 da UrbanismO: Howud. Unwin, PuUr, Osbom; Geddes, Mumfofd, Stein,
Mac.K.1ye, Owe; Bumham. Lutyau.; Le Corbusicr, Well.s, Webber; Wright, Tumet,
A1umdtt; friedmann,. ~tdls,HMvey. Lo esmci;al pu«k resumine brrvemente: •
la lIl.iIIyoÑ. de dios fuuon~ pero mudw de sus idca5~ en
barbecho porque 105 tiempos no estaban ~uros. las visiones aan a menudo
ut6pica.s. indU$O ayaban LiI Cft'enda en el milenio: no pandan sino versiones se·
culues de u Oudad Cdestia.l del Monte $16n de los pudW10S del siglo XVU,
traídas a La tiern y dispuestas pua um tpoca que también pedía recompensas.
CUatldo por fin las visiones fueron descubtenaS Yresudladas, se apUaron, muchas
veces, en lugares distintos y en ctn:unstandas muy diferentes, y, a menudo, a tra·
vés de mecanismos distintos de los que 5U5 autores habían imaginado. No es de 6-
trat\a[ que, trasplantadas en el tiempo y en el lugar y también aplicadas a una si·
tuad6n sociotCon6mica distinta, tuvieran resultados que algunas veces fuuon
utra11.os y otras catastr6fh::os. Para darse cuenta de eUo, primero habrá que estu·
dlar los distintos estratos ltist6ricos que enterraron y obscurecieron las Ideas ori-
ginales; y, después. entender La naturaleza del trasplante.
, (Vbnsot oow en P'JUu. 21.)
Las raíces anarquistas del movimJento pla.ní.Bcadof
El libro demostrari que en este proceso tardio de convtftir lo idul en rul, tuvo
lugar una monstruosa pervttSi6n histórica.. lo que ruIrnerne SOfpralde es que
muchas, aunque no toda$, de las primeas visiones del urbanismo oackron den-
tro de{ movimiento atJMquisU que 8orecI6 en las úh1nus dkadas del Siglo XIX Y
en I~ primeras del XX. Esto es derto tri~to a Howard. Geddes YLa Asoc:Dd6n
~ La p1anific:ad6n rtgionaJ de Ammca (RqionaI~ iWociation o(Amerial),
UI como también para muchos de sus derivados en Euzoop¿. (EVidentemente. &te
no es el caso de Le Corbusiu, que era un centralista autoritario, ID de La mayorla
de los miembros del movtmiento de la Oudad 8eila (City &autifillJ, que eran fie-
les sirvientes del capitalismo finandero o de dictadores total.ttariOS). La visión de
estos pioneros anarquistas no era meramente una altematlva a la construcd6n, sino
tambi&1 una alternativa a la sociedad, que no era ni capitalista ni burocrádco-so-
dalista: se trataba de una sociedad basada tn la cooperación voluntaria entre hom-
bres y mujeres que trabajarían y Vivirían en pequenas comunidades que ellos mis-
mos gobernarían. Así pues, no sólo en su foona fulca, sino también en la espiritual,
eran venlo~es seculares de la colonia puritana de Wlnthrop en Massachusetts: la
dudad sobre la monrana. Sin embargo lo irónico fue que, la mayoría de las veces,
cuando Uegó el momento de que sus kJeales se convirtieran en realidad, se htw de
la mano de las bullX:fada.s estatales. cosa que les habri.a horrortudo. Cómo fue esto
posible, en qué manen ello fue la causa del consiguiente: desenga60 que produjo
el wbanlsmo. son lemas cmtra.Jes que este libro deberj estudln
NI la Idea, ni la manera como va a; ser mUdo ~ui, es nueva u original Us raí-
ees anarquistas del~ han sido analizadas por dlvesos autores., especUl.
mente por Colio Ward en GnnB~ y Oyde Weaver en k>s EsQdos Unídl;lsl.
Tengo una daK1a penoruJ con ambos. WltO a mvé de sus libros como de W
conversaciones qut: he: mantenido con ellos. Por otra; plrte, en muchos de los as-
pectos hist6dcos, este tUto se~rá m fuentes seomdartas; la b.i.storl.t de:! tuba-
nismo tiene Ullill bibUografia utremada.mmte da, que
yo he utlUtado con liber.
~d_ ~ por dlo que este libro deberá luzgane como un texto de síntesis Yno de
mvestigadón. Hay, sin embargo, una ace¡x1ón Importante: he intentado que las
figuras clave, las fuentes de las prtndpales Ideas, pudieranu~ iI travéS de
sus propias palabras.
Advertencia: obstácuJm haUadm en el camino
la tarea no ha sido fádl. los visionarios suelen hablar UtranOS Idiomas, difidles
de InteIpretat; un sorprendente factor comlin en muchos de los grandes fundadores
del urbanismo-ilunque afortw1adamente no en todos- es su Incoherencia.. Además,
sw primeros dl5dpuJos. ansiosos por lnidar su misl6n, iI veces han creado un
evangelio distinto del de los lutos originales. Las ideas pueden hitber derivado de
las de otros y, a su vez, bebido en las fuentes, creando una madeja dificil de de-
.. CIUDADES on MAflANA LAS crvOAOf.li DE LA IMAGINAaON
"
st:nredaL El ambiente cultural y §OCial en el que vivieron. que: fue lo que les dio el
material esencial p¡.ra sus pcn:epciones. ha desapareddo ha« ya mucho ti~po y
su U'COnstrucd6n es ardua: el pasado es un país desconocido, con distintillengua.
distintas costumbres sociales y una visión dlh:rente de la condición humana.
He intentado, siempre que ha §ido posible, dejar que los fundadores hablaran
por si mismos. Como muchos divagan o tserlben de una manera confusa, o ambas
cosas a la vez, he utilizado una ~da hacha. que espero haya sido tuidosa: he eli-
minado excnos, suprimido paréntesis y prescindido de cosas que parecían pedirlo,
intentando de esta manera hacer lo que ellos probablemente hubieran deseado.
SI esto ya resulta laborioso, mucho más dlfict.l ha sido 3verlguar cómo. con el
tiempo, estas Ideas fueron descubiertas de nuevo, rehabilitadas y, a veces, tergi-
versadas. Y es aquí donde aparece ti tema de la interpretad6n histórica. Una nue-
va~ que actualmente domina. argumenta que el urbanismo, el todas sus rna·
nifestacjones, es UN. respuesta del mtmIa capiWista -y en particuW dd capitalismo
de estad<>-- a los problem¡¡s que plante.¡ la organización de la producdón Yespe-
cialmente al dilema de las crisis continuu. Según esta Interpretadón, se utilizarla
la planificadón _y en consecuen~se adoptMiAn las visiones de los pioneros-
precisamente cuando el sinema lo oea:sita, ni antes ni después. Evidentemente,
la simplicidad de este mecanismo reciptoco se esconde bajo una compleja masa de
hechos históricos: los propios histortadom marxistas también consideran que el
tiempo y la casualidad, aunque denao de unos limites, nos han alectado a todos.
Pero los limites existen: por último está el motor tecnol6gico-económico que di·
rige el sistema soctoeconómico y, a travh de él, las respuestas de la válvula de se-
guridad política.
Cualquiera que trate de escribir historia -y especialmente sobre un tema como
hte, en el que tan refinados cerebros mar.xisw han trabajado- debe: tener en cuen-
ta lis cuestiones parateológicas de interp~dón.Vaya exponer la mia: los aao-
res históricos actúan en respuestil al mundo que encuentran y, en particular, a los ..
problemas que encuentran en este mundo. Esto seguramente es UN. a"an;ación ob-
vi¡; las ideas no emergen de la nada, por una especie de lnmacu1ada concepci6n.
sin la colaborad6n de otros elementos. Pero de la misma manera, los seres huma-
nos -especialmente los IIÚS inteligentes y originales- son infinitamente caprt·
chosos, creativos y sorprendentes; en consequenda, lo que rulmente nos intere-
sa de la historia, además de lo que es evidente, es la complejidad y variedad de las
reacciones humanas. Es por ello que, en este libro, la base mamana de los hechos
históricos se toma como algo evidente; lo que hace que la historia sea digna de ser
escrita, y lo que la hace digna de ser leída, es la comprensi6n de los diversos caminos
por los cuales los estimulas generales se relacionan con las tespuestas particulares.
Debo hacer ahora otra afirmact6n personal. A causa de la amplitud del tema,
he tenido que ser muy selectivo. La eJecctón de los temas prlnctpales. cada uno de
los cuales es objeto de un capitulo, ha sido fruto de mi opinión personal.
Del.Iberadamente no he tratado de esconder mis prejuidos: creo que los padres
anarquistas, aunque poco reallsw e incoherentes, tuvieron una magrúflca visión
de las posibilidades de la civtlizad6n urbana. lo cual es digno de ser recordado y
celebrado; en conuaposidón. Le Corbusier, el Rasputin de esta historia, represen_
ta el~ aUloritario, cuyas malas consecuencias están siempre con nosotros.
El lectOr pufdt: no estar de acuerdo con estas atinnadones, por lo menos ron la des-
mesura con la que aquí ~ mantienen; dtbo decir qut no he escrito este libro con
la idea de manlener un cómodo consenso.
Hay ouo problema más pedestre. Muchos hechos hbtórlcos rehúsan obstina.
damente seguit una clara seruenda cronológica. Sobre todo en relactón con la hU-
toria de las Ideas: los productos de la lntellgenda humana derivan los unos de los
otros. se separan. se unen, permanecen en letargo o se despiertan de maneras como
plejas, lo cual pocas veces permite una clara descripcl6n lineal. AUn peor, no ad-
miten tampoco un orden esquemático. Por lo ~to, el analista que quiere escrIblI
sobre estOS lemas se encontrara con qut se cruzan de una manera confusa y de-
sordenada. Constantemente se acordara de aquel co~ de] Irlandes de la vieja
y conOCida historia: si queña ir allí, nunca debi6 habe::r sal1do de aquí. El método
que heu~ ha sido el de contar cada historia por sepuado y de una manera
panlela: he seguido la pista de cada tema y de cada ¡de.¡ y, a v«es, me he remon.
tado a seis o siete dkadas. Esto significa~ constaruemmte en la historia,
de manera que, a menudo las cosas l.rán hada. adelante y hada. atl"h. Querri. dedr
también que, muchas veces, el orden en que se lean los capítulos no es tan im.
portante. Aunque esto no acaba de ser de] todo cierto porque he intentado expo-
ner los tem¡¡s de la manera menos confusa posible, es decir. siguiendo la lógica en
la que las Ideas han Ido evoluctonando e lnfJuendándose. Ptto dtbo hacer una ad,
vertenda: no siempre ha fundonado.
Además este problema se compone de otro. En la práctica el urbanismo se
mezcta Imperceptiblemente con los problemas de las ctudades. y éstos con la eco-
nomía. la SOCIología y la política de las ctudades, y, a su vez, con la vida soda1-eco-
nómica-polltica-cultural de su tiempo; no hay final, ni Umite. a estas interrdacto-
nes, sin embargq hay que encontrarlo por muy arbitrario qut bte sea. Contamnos
lo necesario PMI explicar el fen6meno del urbanismo; lo situarmlOS daramente,
a !lo manera marxiana, partiendo de la~ sodoeconómic.a, para. de esta mane-
ra, pxl.er irúciar lo que realmente interesa al historiador.
Induso estil decisión deja problemas de delimitaciones pendientes. El primero
de ellos está reIadonado con el significado de esta expresi6n tan elástica:: pjanifkad(:wt
de la dudad. CasI todo el mundo. de Patria Geddes en adelante, estará de acuer.
do en que debe induír la planificad6n de la reglón que la rodea; muchos, siguien-
do de nuevo el liderazgo de Geddes y de la Asociact6n para la planiflcactón regio-
nal de Amérlca;lo ampliarían a su regi6n natural, por ejemplo la cuenca de un río
o el espado que tiene una cultura regional particular. YcasI todos los urbanistas o
planificadores dirían que su cometido supone no solamente la planificación de esa
región en panicular, sino tambif:n la de las reladones que Ulsten entre diversas re-
giones: por ejemplo. la relación entre la Megal6poUs que sigue aeclendo y la zona
agricola que la rodea que se halla en fase de despoblación. ¿ Dónde termina el tema
de nuestro estudio ? indu}'t' la planlficad6n económica regionaL que lógicamente
es inseparable de l' planifiGK:i6n económica nacional Ydel de:sarroI.Io económico
•
16 CIUDIWES Da MAN'ANA LAS CIUDADES DE Lo\. IMAGINACiÓN 17
en general; de nuevo los crecientes circulas amenazan
con devorarlo todo. De nue-
vo habrá que establecer un límite más o menos arbitrario; lo trazaré de manera que
incluya los debates generales sobre la politica de wbanismo nadonal y regional, pero
que excluya las cuestiones de pura planificación económica.
El segundo problema en la delimitadón es cuándo empezar, Se supone que estO
es, o era, una historia del urbanismo del siglo XX. Pero como esta disciplina nadó
como reacción a la dudad del XIX, es necesario empezar por ahi: concretamente
en la Inglaterra de los ail.os 1880. Sin embargo las ideas que prevalecían en aquel
momento pueden rastrearse hasta 1880 y 1840, a veces incluso se puede retroce-
der hasta 1500. Como siempre la historia es una marai'l.a sin fin, un nudo gordia·
no, que requiere dedsiones arbitrarias que hagan posible el inido.
Hay todavía un tercer problema: el geogriflco. Se supone que ésta deberla ser
una historia global. sin embargo, dadas las evidentes Umitaciones de espacio y de
conoctmienro del auto, no será asi. MI estudio ha quedado claramente centrado en
el mundo anglonorteamericano. Esto puede justificarse, o por lo menos excusar·
se; como pronto se verá, muchas de las Ideas clave del urbanismo occidental del
siglo XX naderon y crederon en pequeil.os y confonables clubs de Londres y Nueva
York. De manera que el Ubro tratará someramente otras import1lltes tradidones ur·
banísticas aparecidas en Franda, en Espail.a y América Latina, en la Rusia Imperial
y en la Unión Sovietica, y también en China. Este tema debe ser objeto de otros
textos y de otras plumas.
Finalmente debo decir que éste es un libro sobre las ideas y sus impactos. Por
10 tanto las Ideas son el tema central; los Impactos, o realizadones, son también
crudales, pero serán tratados como expresiones -a veces casi irreconocibles- de las
ideas. Ello nos ayudará a comprender dos de las prindpales características del 11-
bro. Primera, como las Ideas tienden a aparecer antes, el texto se ha centrado en
los primeros cuarenta atIos del siglo. Segunda, muchas de las realizaciones clave de
la planificadón han sido tratadas de manera superficial, o no han sido tratadas en ~
absoluto. Los libros, como las substancias peligrosas, deberían llevar advertencias,
la mía seria: no lean este libro como si fuera un manual de historia del urbanismo;
seria peligroso para la salud, espeda1mente para la de los alumnos que preparan exá·
menes universitarios.
Evidentemente todo esto no deja de ser más que una manera de hacer frente a
posibles criticas. los analistas podrán disfrutar con las evidentes omisiones y con·
fusiones del libro; pero -para defenderme y evitar que el potendal comprador haga
un gasto inútil, con el consiguiente disgusto- haré una exposldón más detalla de
las directrices de este trabaJo para que sirva como guía en medio de la espesura.
Guía para cruzar ellaberlnto
El libro parte de la base de que el urbanismo del siglo XX es un movimiento inte-
lectual y profesional que surge como reacción a (os majes de la dudad del siglo XIX.
Esta es una de aquellas afirmaciones que no son originales, pero que son terrible·
mente importantes: muchas de las ideas claves, y de los principios clave, no se en-
tienden si se les contempla fuera de este contexro. A continuadón, pero también
de manera central, asegura que en el urbanismo del siglo XX ha habido unas po..
cas ideas clave, que se repiten. se reciclan y se mezclan. cada una de ellas ha sido
la creadón de un personaje clave, o como mucho de un grupo muy reduddo: son
los padres fundadores de la planificadón de la dudad moderna. (Desafortunadamte
no ha habido madres fundadoras; y las consecuencias que esto ha traído, deberá
iuzgarlas el propio lector). A veces estos fundadores se apoyan unos en otros; otras,
entran en conflicto: como en la visión del Cristo de Blake, el hombre es el peor ene-
migo de otro hombre.
E! capítulo segundo afirma que los ongenes del wbanismo del slgl.o XX se en-
cuentran en el siglo XIX. Trata de demostrar que las preocupaciones de los primeros
que se interesaron por el terna surgieron al observar, de una manera objetiva. las
dificultades de los millones de pobres que malvivian en los miserables barrios vic-
torianos; también puede ser que, con menor buena fe petO mostrando una in-
quietud que nos parece totalmente compresible, muchos de los que lanzaron el meno
saje estuvieran obsesionados por la vlolencia y el temor a la insurrección. Aunque
el problema y la preocupación consiguiente se dio en todas y cada una de las du-
dades del mundo occidental, fue más evidente y se percibió con mayor fuerza en
el Londres de los atlos 1880 donde había una sociedad urbana afligida por gran-
des tensiones sociales y las nuevas ideas políticas; éste es el núcleo del capítulo.
E! capítulo tercero expone una Ironia histórica: cuando se estaban hadendo las
primeras experiencias para CIear una nueva planificación en el orden sodaI, la
propía ley del mercado empezó a hacer desaparecer los barrtos miserables de la
dudad por medio de un proceso de suburbanizacl6n en masa. Sin embargo este cam·
bio ~ hizo a expensas --cosa discutible y no siempre evidente- de crear otros pro-
blemas. De nuevo fue Londres el que, durante un tiempo dirigió el proceso, aun-
que para hacerlq tuvo que importar las técnicas norteamericanas de transporte y
de dirección de empresas. Por lo tanto, de nuevo habrá que centrarse en el espa-
do angloamericano pero hactendo un desvío para preguntarse por qué París y
Berlín tardaron tanto en seguir este camino.
La primera respuesta a la dudad victoriana, y la más importante, fue el con·
cepto de ciudad jardín de Ebenezer Howard, un _amateur.. (puesto que, por defi-
nidón, no habia entonces profesionales), de gran visión y perseverancia, que de-
sarrolló esta idea entre 1880 y 1890. Se proponía resolver, o por 10 menos mejorar,
el problema de la ciudad victoriana llevando una gran parte de la gente y de los
trabajos a la nueva constelación de nuevas dudades autosufidentes que construi·
ría en el campo, lejos de los barrios pobres, del humo -y, de algo mucho más im-
portante, de los altos precios del suelo- de la gran dudad. Como mostrará el ca·
pítulo cuarto, esta idea se fue extendiendo por gran parte del mundo, adquiriendo,
durante el proceso, una serie de características que casi la hideron irreconocible.
Sus realizaciones fluctuaron desde el puro barrio dormitorio suburbano, que Iró-
nicamente era la antítesis de 10 que Howard habia propuesto, a utópicos planes pen0
sados para disminuir la densidad de las grandes dudades y recolonlzar el campo.
18 CIUDADES DEl MAl"lANA lAS CIUDADES DE LA IMAGINACIÓN
"
Muchas de estaS varianles. asl como también la pura visión howardlana. fue rea·
Iluda por sw luganenienles. que, como consecuenda. consiguieron su propio lu-
gar en d plntcón del urbanismo: fueron R.1ymond Unwin, Barry hrbr y Frcderic
Osbom en Gran Brctat\a., Henri ~Uier en Francia, Emst Mar y Martín Wagner en
Alemania, y Oarence Stein y Henry Wright en los Estados Unidos. Otras ideas se
<ksarroUaron independicntememe, como Lio visión de la Oudad Uneal del espa-
nol Arturo Saria, o la dt:SCUltralizada Broadacre Oty de Frank Uoyd Wrtght. Cada
una. y las Interrelaciones en~ cUas. piden un lugar especial en la historia.
La segunda repuesta que lógicamente le siguió, aunque no cronológicamen-
te, fue la visión de Lio ciudad regional. llevaba el tema central de Howard mucho
más lejOS, tanto a nivel conceptual como geográfico; sqUn esta corriente. la res-
puesta a la sórdida congestión de la gran dudad era un vasto programa de plani-
flcadón regional. dentro del cual cada subreglón se desarrollarla annoniosamen-
te en base a sus propi(Y.l recursos naturales. con total ~peto a los prtndpi(Y.l de
equillbrio ecol6gico y reposid6n de recursos. Las dudades estarían subordinadas
a la regl6n: las viejas dudades y las nuevas crecenan a la par como partes necesa-
rias del plan regional,
ni más, ni men(Y.l. Esta visi6n fue desarrollada poco después
de 1900 por el bi610go escocés Patrick Geddes e interpretada a lo largo de los mas
1920 por los miembros fundado~de la AsocIad6n para la planiflcad6n regional
de Ammca: Lewis Mumford, Clarence Stein, Henry Wrtght mendonados ante.
riormente, y Stuan Cha.se y Senlon MacKaye. Este grupo se madon6 con otros,
prindpalmente norteamertcanos: los Regionalistas del Sur, lIderados por Howard
Odum, los planificadores del New Deal como Rexford Tugwell, e lndwo -indl·
rectamente-- Frank Uoyd Wright. Esta rica y visionaria tradid6n, cuya tragedia fue
prometer mucho y en b. práctica dar poco, scri el contenido del apítulo quinto.
U.t~ propuesta contnSta, e induso enm en conflleto, con estas dos pd-
meras; se trata de b. tradJdón monumental, que se remonta iI VitlUVlo, sino más
lejOS todavía, y que renació con fueru a mioo del siglo XlX en nunos de los gran••
des~osdel urbanismo como ~rge.EugmeHaussmann en Parls o Ddefonso
Cerdá en BarttlOIlill_ En el siglo XX, como se estudia en el apítulo sexto, fue apa-
reciendo Cilprichosamente en lugam exttaJ\os y poco adecuados; como servidOR
del orgullo óvico aliado al Impulso comercial en Estados Unidos, como upmlón
de la majestad imperial en la IndU. Británica. en Áhica y en la recientemente in·
dependiente Australia, tambim como agente de la megalomanIa totalitaria en la
Alemania de Hitler. en la Rusia de StaUn (y, aunque con menor ambtdón, pero no
por ello con menor efectividad, en la Italia de MussoUni y en la Espai'ia de Franco).
En los lugares donde pudo llevar a cabo sus obras -a veces tarde, a VKes nunca--
hizo lo que se le pedía: fue simbólica, mostr6la pompa, el poder y el pmtlglo, pres-
dndlendo, o mostrándose lndwo hostil, a propósitos sociales más ampllos.
Todavía hay otra tradición que de una manera confusa se reladona con las co-
rrientes de la dudad jardín y de la dudad monumental. Es la visl6n del frands de
procedenda suiza, el arqultecto-wbanlsta Le Corbwler, que consideraba que el
mal de la dudad moderna era b. densidad de su desarrollo y que, perversamente,
aseguraba que el remedio consisna en a.umentar esa densidad. U. solución de Le
Corbusler, según la cual un mile5tro urbanista todopoderoso demoleña la dudad
existente y la reempb.z.aria por otra. de grandes torres en medio de PM<Iues, es es-
tudiada en el capitulo séptimo. En su fonna mis pura nuna encontró apoyo en
ningún ayuntamiento~ que quizás es compnmsible--, ni durante su vida ni des-
pues. Pero algo de su idea permaneció, y sus efectos fueron por lo menos tan gran-
des como la visl6n de Howard: una ciudad completamente nu~ en Lu llanuras
del norte de b. India, rivalizando en escala formaJ y extUlSión con el monumen-
to neoclásico que Lutyens construyó para la mayor gloria del poder btitánico en
Nueva Deihi; mucho mis Importante todavia, sobre todo en impacto hUIIW\O,
han sido loS dentos de demolidones pard.¡les y recorulnJCdones en Lasvi~ du-
dades desde Detroit a Varsovia, de EsIocolmo iI Milán.
Existe otra importante tendencia dentro del pensamlento wbanístico, o de la
Ideología del urbanismo -las dos se mezclan Imperceptiblemente y de una mane-
ra confusa- que exige alenclón especial. Sin embargo, como la última que hemos
comentado, se une a otras corrientes mis Importantes, dándoles forma y color.
Esta escuela dice que la construcción de la dudad debería estar en manos de los pro-
pios ciudadanos, cosa que normalmente no sucede; que se deberia rechazar la tra-
dición según la cual las grandes organizaciones, ya sean prtvadas o públicas, cons-
truyen para la gente, y, en su lugar, permitir que la gente fuera la que construyera,
Enconttamos esta idea en el pensamiento anarquista que, alrededor de los anos 1890,
fue tan Inportante en la visión de Howard sobre la dudad jardín, y de nuevo, en·
tre 1885 Y1920, en las propuestas de Geddes sobre la rehabilltad6n urbana por eta·
pas. Es talIlbim uno de los aspectos a:nttales e imponanleS del pensamJentode Frank
Uoyd Wright en los mes 1930, y en particular de su Broadacre Clty. En los atlos
sesenta sale atta vez a la superficie como uno de los faacres más importantes, in·
duso dominante, de la planificación en Lu dudades del Tercer Mundo por medio
del trabajo de John Tumer -que se inspiró en el pensamiento ~rqu1sta-en
AmmGl Latin.a_ Ha sido tambim un elemento ~dal en el desarrollo Inteleaua.l
del teórico de la arquitectura, el britinico-americ:a Chrlstopher Akunder dutante
los mos sesenta y setenta. Finalmente culmina en el movimiento de diseno co-
munitario que se utendió en los Estados Unidos dunnte los atlos setenta 'f ochen·
ta, pero sobre todo en Gran BretatU, donde obruvo el pattodnio real. Esta iaJga Y
a veces extraflil historia es el contenido del capítulo exuvo.
Hay aun otra tradici6n, que resulta todavla mis dificil de definir en términos
filosóficos y que no eslá Ugada a. nlngún profeta dominante. Se trata de la visión
de la dudad de Infinita movilldad que depende de los avances de la tecnología del
transporte. sobre todo del automóvil prtvado, que esrudlamos en el capítulo no-
veno. Esta uadld6n empieza con la notable predicción de fin de siglo de H.G.
Wells sobre la suburbanización del sur de lnglaterra., pasa por los planes de trans-
porte de Los Ángeles de 1930 y de casi cualquier otra ciudad entre los aftos 1955
y 1965, Ytermina en la. descripción de Melvtn Webber sobre _el reino urbano de.
en-ningún-lugar. de 1%3-6-4. La visión de Frank Uoyd Wright sobre BroadaCf't
City se le parece mucho. de la misma manera que comparte ideas de otras impar·
tanles tradldones; comparten esta visión los desurbanlstas 5OVie:ticos de los mos
20 CIUDADES DEl. MAÑANA lAS CIUDADES DE tA IMAGINACIÓN Zl
1960 en adelante. tri según qué zonas de~ qué dudades -pero sobre todo la
gente que vivía en ellu- en lugar de mejorar, tmpeoraba. por lo menos en senti-
do !dativo, y quizás umbién en el absoluto. se dijo que podb ser~ much.l de
esta ~te estuvltta transmitiendo sus problemas y dlficultades de generac:l6n en
gener.td6n, inGJ~de seguir la lJYICh¡ de la economia y di!: la sociedad que se
iba alejando ad,¡¡ vez mis de ellos. .se criticó esta upUadón con indignación, 10-
dU50 con memenda. pero no sirvió de nada puesto que los hechos permanecie-
ron. En el capítulo duodkimoan~este deb,¡te y los probkma.s que lo cau-
~n.
Es por elld que en el libro aparece una e<tT3l\a e inqweWUtsim~después
de den mas de debates sobre cómo planificar la dudad, después de repetidos in-
tentos -por equlVOCllldos o distorsionados que fueran- de llevar las Ideas a la prác-
tica, nos encontramos otra wz allí donde habíamos empeudo. Los teóricos han
vudto a los orígenes anarquistas del urbanismo; la dudad vuelve a ser contemplada
como lugar de degeneración. pobreza. malestar social, lnqulrtud civil e induso de
Insurrección. Esto no significa, evidentemente, que no hayamos avanzado: la du-
dad de los ¡u\os 1980 es terriblemente distinta, y sin duda superior, a la de los anos
1880. Pero parece que los problemas vuelven a !'durgir, quizás porque, en realidad,
nunca se soludonaron.
1920; Ytambién, a su manera. el concepto de Sona sobre la audad 1lnea1 y los nu-
mermos dmvados posrertores. De todas Las grandes tndidones, 6;ta es la que pro-
bablemente se mezcla y se int~ladona con casi rodas las otru; porque Howard.,
Le Cocbusier, los regionalistu, todos tuvleron su versión de este evangeliO.
Muchas de estas ideas aunque privxlas de toda posibilidad de~6nal ser
concebidas, fueron esenda1mente producto de los activistas, de: los constructores
de este mundo. Más pronto o mis wde, as! siempre mis pronto, sus aeadoaes aban-
donaron los discursos pan pasu a la ~6n; si quereu buscar sus monumentos no
tenéis más que: mirar a vuestro a1rededoc Pero es también importante que: toda bis-
torta del urbanismo se dé cuenta que, de:sdc los m.os 1950. a medida que e1~­
nismo se fue convirtiendo en una materia que debía
aprenderse: por medio de la
educadón formal, también fue adquirtendo un cuerpo teórico puro más absmK>
to y más fonnal. Parte de esta teoria. o por io menos eso dice su jerga, es teoría~
~ el urbanismo: comprensión de lu técnicas practicas y de la metodología. que
los urba.nistas siempre necesitaron indwo silo aprendieron mientras trabajaban.
Pero la otra, la teoría tkl urbanismo. es otro tema: bajo este término, los urbanis-
tas tratan de comprender la verdadera naturaleza de la activtdad que están practi-
cando, incluyendo las razones de su e:dstenda_ Y es aquí donde~mo suele pa.
sar- unas teorías siguen a otraS y unos paradigmas son reemplazados por otros. cada
vez más deprisa, unas veces de una manera desconcertante, otras con mayor aus-
teridad. Al intentar comprender el sentido de este movimiento podemos caer en
el. riesgo olMo de ser absorbidos por el. proceso, quedando encmados en el síndrome
que ImentamOS comprender.. u lectuR del capítulo dédmo pmnitirt ver a1let:.
tar si bemos sido capaces de: ~tar esta trampa..
Sin embalgo mientras la aadl!:mia iba por un lado, el mundo Iba por otro. De
modoq~ pmiendo de una manera indl.recta dd movimiento de planifk:adón ro-
muniWl.a de:saito en el. capítulo octavo, se Ues6 a la condusi60 de que todo lo que
se habla hecho en nombre del wbanismo babia sido insatisfaaorio a niw:i~, •
y malo a nivel. prictico con resultados que pod1an ser contrmplados por todos. Esto
habi,¡ sucedido porque en más de medio stglo de práctia bwocrátia, el wmnls-
roo se habia convertido en una máquina reguladora negativa. dbe:ftada pan aho-
gar todo tipo de iniciativu y de creatividad. No:s encontramos con otIa Ironia bis-
tórlca; el pensamiento lzqulerdistil yeMa a las raíces anarquisw, voluntaristas Y
de pliUtlfl.cadón iI pequetl.a escala mientras que, por su parte, los cerebros de la de-
recha empezaban iI pedlt una nueva manera de planteuse Ia.s obro; parecía que
los extremos iban a acercarse. En muchos países surgió un movimiento en favor
de un urbanismo más simple y de la audón de unos organiSmos que supieran evi·
tar el papeleo y generaran una trildlcl6n empresarial vigorosa e Independiente,
que pudiera actuar sin demasiados rrtrasos e interrupdones. Durante los atios
ochenta, esta filosofia, muy arraigada en NoneiImérlca, se extendió a paises que como
Gr.m Bretatia siempre habían pennaneddo inmunes a este tipo de Ideas. El capí-
tulo undtd.mo tratil de seguir estas conexiones, a veces sutiles y muy Indirectas.
Pero en medio de esa gnn profusión de organiZaciones e inidativas, las duo
dade:s habían ido siguiendo su camino_ lo peot de ttxIo fue que. a partir de los atio5
Notas al capítuJo 1
, Kqne. 1936. pq. 3&3. ¡ Wud, 1976; fñedmann YW~ 197'9;
WUYU, 1984a.
•
La ciudad de la noche espantosa
las grandes ciudades de la tierra (... ) se han convertido (... ) en repugnantes luga-
res de fornicación y codicia -el humo de sus pecados sube hacia el cielo como el
horno de Sodoma; y su contaminación está pudriendo y atacando los huesos y las
almas de los aldeanos que las rodean, como si cada una fuera un volcán cuyas ce-
nizas causaran llagas sobre el hombre y la bestia.
John Ruskin
Letters to the Clergy on the Lordls Prayer and the Church (1880)
«¿A qué tipo de gente te refieres?» se permitió preguntar Hyacinth.
«Oh, gente rica, los que lo tienen todo».
«No se les llama gente» observó Hyacinth, dándose cuenta al momento de que su
comentario era un tanto primitivo.
«Supongo que tú los llamarás miserables, sinvergüenzas» sugirió Rose Muniment,
riendo alegremente.
«Todo lo que tú quieras, pero no tienen cerebro», replicó su hermano.
«No, claro. Qué estúpidos son, ¿verdad? dijo su señoría. «De todas maneras no
creo que se vayan al extranjero.
«¿Al extranjero?»
«Quiero decir como los nobles franceses que huyeron. Se quedarán en casa y lu-
charán; será mucho más que una pelea. Creo que lucharán muy duro».
Henry James
The Princess Casamassina (1886)
Capítulo 2
La ciudad de la noche espantosa
La reacción ante los barrios pobres de la dudad del siglo XIX:
Londres, París, Berlín, Nueva York,
1880-1900
En 1880 James Thonuon. poeta victoriano CUy;J laboriosidad nunca lIt:gó a como
~ su monumental falta de talento. publicó una colección de YUS05 que litu-
ló con las primeras paJabr;ls de uno de ellos: se trataba. de un largo y <O sub-dan~
viaje por los bajm fondos. Los versos pronto se olvidaron pero el titulo, Tht Cjty
o( lflnulful Nljhr (La dudad de la noche espantosa), fue recordado. Quizás fue de-
bido a que la tmiblt: dudad victoriana, tanto de día como de noche, pronto se con·
virtiria en uno de los principales twlaS de discusión de la época. Los primeros ver·
50S de Thomson:
La dudMi es de la Noche, o quizis de la Muerte.
es de la Noche, porque nunca
le Ucpri el aire fragante de la lurni~ matUna
dupuf:s del trio me gris del búmedo amanecer'.
podrian muy bien ha~ desaito el Londres, el Uvt'IpOOI. o el Manchester de la tp:>.
ca. Qulú.s W. T. Stead, el sensacionalista editor del diario londinense Pa/1 Mall
GíJutu, se acordó, consdcnt~enteo inconsdent~ente, de cstos ftCS05 cuando, •
en una editodal de octubre de 1883, escribió que el_Fonnidable escritor Oorenli-
no podria haber a"aclldo a los horrores de su visión de.l1nfiemo lID paseo por un
ban10 pobre de Londres•.
Stead encabeZilba su editorial con estas palabras: ¿NO HA LLEGADO YA LA
HORA? En el conocido esl:1Jo que lo había hecho famoso, arengaba a un públlco ra.
dical de cta..se media: • los horrores de los barrios pobres>o, escribió, _50n el gran pro-
blema nacional que la religión. el país en general y 105 políticos de Inglaterra deben
501udonar.. Con un agudo olfato perl0dÍ5lico para encontrar el momento justo, y
un talento especial para captar el tema del dla, utilizó un libelo que acababa de po-
bUcar Andrew Mearos. sacerdote congregactonali5ta. Promocionado astut<lmente
por Stead, Tht Bitter Cry r;fOutril.5t LornJon (El amargo grito de los desheredados de
Londres), resultó Impresionante. Su _efecto fue Instantáneo y c;¡tadlsmádco"l: pro-
vocó inmediatas demandas para que se abriera una investigadón ofldal no 5610 por
U. CIUDAD DE U. NOCHE ESPANTOSA
I
...
"
1 (Vi~ IlOlU ~ ptglnu S...SS.)
Fi3. 2.1 Litrlr CoIlinpood StTUr, BetJuwJ G~. al~or de 1900.
Los _pobres dignos_ de la ipoc3 vktoriana. en sus miseras viViendas. 800th pmb.J.b~te
los hubiera Incluldó en la case C.
26 CIUDADE.S DEL MAl'lANA LA CIUDAD DE LA NOCHE E$I'A!'lI'OSA 21
pane del PIlIl Mall Gaztttt sino también de periódiCOS más conservadores como 17Jt
Times y Punch, e indwo de la propia reina Victoria, conmbuyendo directamente a
que en 1884 se organiWa la Comisión Real para la Vivienda de las ClasesTraba~.
Fue uno de los textos más influyentes de toda la historia de las rrlormas sodaIts bri-
lánicas; Sread e:saibiña más tarde que al haber provocado la aeadón de U. Comisión
Real, habioll sido uno de los artífices de la legisladón soda! moderna'.
El amazgo grito
No babia sido el. primer intento de dtsperW.JI la 50dedad vic:1Qrian.J de su conlortabIe
conflanu; pero fue la gota que colmó el vaso. Y d10~ debido a 1;1 gran l1abUl·
lhd que mostró MeUD5 al pasear a sus lectores por los banios pobres. Incluso M100
n, Cm ai\o5 más taJde, sus de5crtpdOnes nos ponen la piel de gaIlin.i. Ynos revudYen
ti estómago; tienen una cualidad casi televisiv¡¡. Sólo una dta nos permitirá com-
prcnd~ el !mpacto ca~do:
Pocos de los que leen esw pigirw; tienen Ida de lo que $01'1 esas pestilcrlle5~
ri<Us. donde mUes de Pfi50NJ ViVUl. b.KiradoU en medio de horro~ que nos re·
CUffdan lo que hemos oído sobre los barcos de escavos. Para enrnr en ellu Iny
que~tnnepor pllb muxWundos a aUR de los gases vmmoso5 Ymal olien-
tes que multan de liI KUMulx16n de ¡guu rt:Siduales y de todo tipo de buun
que yace esparcid¡ y que a menudo flota bija nuestros pies; patios en los~ casi
nuna mm el 501. ni el me trace. y que
muy pocas veces hU) ruibido el efec-
to btndlctoso del aguL Hay que subir por can:omidu escaler.u que.~. VID
a romperse a ada paso. y que muchu de w veces~ se h.an roto. dej¡ndo agu-
jeros que ponen en peligro b vida Ylos huesos de 105 iDc.autos. Hay que hacerse
paso por largos. oscuros y sudos pasillos Uenos de p.Mbitos. Finalmente, si el
hedor nauseabundo no le ha necho retroceder, enttuá en e50IS madrigueras don-
de se amontonan esos miles de pusonas que, como usted. son de b muma raza •
por la que Crino murió'.
Ahora, Meams hace que su visitante burgués entre en una de las vlvienda.s~
tu pa~es y el techo están n~as por la sudedad que:se l1a ido acumulando a lo
largo de at\os de dejada. Rezuma a través; de las grietas de las placas del techo;
baJa por 1M paredes; está en todos sitios. Lo que recibe el nombre de ventanas está
embutido de trapos o cubierto de maderas para evitar que entren el agua y el vlm-
to: ti resto está tan negro y oscuro que prácticamente no permite que entre la luz
o que nada del exterior pueda venef.
Los muebles pueden ser .una silla rota. restOS de una cama, o simples trozos
de una mesa; pero lo que:se encontrará más a menudo son toscos substitutos como
por ejemplo tablas sobre ladriUos, viejos capazos, una caja. o con mayor frecuen-
da nada excepto trapos y basura'.
Con esta descripción preparaba la escena para los horrores humanos que en-
contrarian dentro.
Cada habitación de estas putrefacus y pestllemes viviendas alberga una famila. a
veces dos. Un inspector de sanidad anotó que en una de ellu encontIó al ~e, la
madre. tres nit\os. IY C\UtIO cerdos! En otra un misionero había visto un hombre
enfermo de viruela, su esposa que:se estaba r«Uperando del octavo parto. y los ni·
1\os corriendo por alU m~io desnudos y limos de porqueña. Aqui hay siete per-
sonas viviendo en una cocina subtenánea. con un nino pequetk> muerto en la
misma habitaCión. Mb allá una viu<b pobre, sus tres hijos. y un niOo que habb
muerto haca lJ'eCe dlas. Su rmrldo que en conductor de coches, x había $Uidd.a-
do hacia poco'.
En otra habitadón viva una viuda con seis hitos, entre los que había una Iúja
de veintinueve anas, otra de veintiuno Yun hijo de veintisiete. Otra esta~ ocu-
pada por padrf'. madre Yseis Iújos. dos de dios enfermos de escariatina. En ottliI ha-
bía nueve hermanos. el mayor de los cuales tmia veintinueve alias, que comían y
dormían juntos. Todavía en otta 4habY una mujer que mandaba. a los chiquillos
a La calle pan. alquiW la b.abi~6n PMJI fines inmorales hasta bien pasada La me-
dia noche, que era cuando las pequmos podIan vol~r si es que no habian en-
contrado cobijo en otro siti04.
Los lectores de Mearos se escandalJ.zaron tanto por el honor mico como por
las consecuencias; Inevitables que todo dio traía consigo:
Pregunte a los hombres y mujeres que viven en esw podl¡as si e5ÚD casados Y lo
único que obl:endri: es un solU'lsa. Nadie lo sabe. A radie le importa.. Nadie es:pen
que deban estarlo. Sólo. en muy pocos casos. su pregunta recibirá Wlol respuesta afir-
mativa. El Incesto es común: no hay vldo ni SftUUalldad que despierte sorpresa ni
llame La atendón... Lo único que 00 les haet' caer en el comuni$mO es La descoo·
fUnza. no La virtud. W prjcticas más viles son vbw con La mayor indilm:ncU (..•)
En una de las calles hay 35 cuas, de ellas 32 son burdeles. En otro distrito hly 43
asas con 428 prostituW entre muletes y nltU$, muchas de las cuales DO tienen aW
de doce an.os'.
Para La da.se .media victoriana, bIe era qu1z.b uno de los aspectos más impre-
sionantes.
Lo que sí era derto, Meams s.eguia explicando. es que a esta gente tan pobre,
robar les salia a cuenta. En l.eiasttr Square había .siete miembros de UDa conoci-
da banda de 'cuarenta ladrones' que, al oscurecer y con la ayuda de una serie de
mujeres de mala vida, Iban a Oxford StIftt, Regent Street y otras calles a robaroo.
la aritmética del crimen era Inuorable: 4Es un hecho conoctdo que un nii\o de
siete anos puede conseguir 10 chelines y 6 peniques a la semana robando, pero,
¿cuánto puede ganar en un trabajo como el de hacer cerillas. si le pagan 2 1/4 pe.
nlques la gruesa? Para obtener lo que gana el ladrón deberá hacer 56 gruesas de ce-
rillas a la semana, es decir 1.296 al dla. No hace faltar Insistir en que esto es ím·
posible_10.
La raíz del problema estaba en que la gente de estos barrios era terriblemente,
opresivamente pobre. las mujeres que hadan pantalones trabajaban diecWete ho-
ras, desde las dnco de la manana a las diez de la noche. por un chelín; mientras
que por hacer camisas se pagaba la mitad. La enfermedad y la bebida empeoraban
la situadón:
~o otros no estaban de acuerdo; la Comisión ReaJ conduia que _el nível de
moralidad (...) es más alto de lo que podri~ espenrse"n.
Primero. aunque ha habido una gran mejora (...) en l¡as condldones de Ia.s cas¡s de
los pobres en relación a hace ueinu aftos, sin embargo los males del hacinamien-
to, esp«ialmente en l..ondrcs, son todavia un escándalo público, yen muchas lo-
calidades twJenl~segundo, hay mucbllSI~ previsW pan evtw estos IDa-
les, pero no se ¡p1lcan. much;as de e11¡as han sido letra muena desde el miSmo
momento en que' 51:' incluyeron en la 1qW.Ki6n'I.
Z9LA CIUDAD ot LA J'iOCHE ESPANTOSA
Afumo que no nosa~os a contar todo)o que sabemos, y me sabñ.1 muy ltW
entrar en detalles de cosas que no conolCO; pero dart un tjemplo sobff: las mal¡as
consealendas de:! sistema de una seU habitaci6n. y no es una muestra de lo peor.
Esto sucedió el afio pasado, pero suele OCWTÍI con frecuenda. Un amigo mio, di-
rector de una gran escuel¡, iba camin¡ndo por uno de esos patios interiores cuan·
do vio dos ninos de tierna edad. dlt'% u once afias, tratando de m¡ntener relacio-
nes sexuales en medio del pasillo. Camó. aganó al chlqulllo y 10 levantó; el
comenlarlo del muchacho fue: _¿Por qué me coge? Por aqul hay docen¡as que h~­
cm lo mlsmo~. Como comprenderán su comportamiento no era debido a sus tm-
dmeiílS suuales, sino que Simplemente Imitaban lo que habían vist<r.
servador de las tendencias de nuestro tiempo. no I~ quem dud,¡ de que se ha al»n-
dotudo praetlcamenre ~11ois.sa-{ai~y qu~ cada vu que el Estado intervtme l1lI pie
¡ la siguiente lnt~encia~".El mismo ~ry, en un discurso de CJUCi.J..I im-
ponancia que hizo ert nOVÍemb~ de 1884. se refirió al tem~ de la lntervmdón cid
Estadol7• Como conseruenda se creó un¡ prestigiosa Comisión Real presidida por
Sir Chafles Wentworth Dük~ qu~ Inclui~ entre SU5 miembros al Ptíndpe de Gales,
Lord Salisbury y al cardertal Mannlng. Pero, a pesar d~ que el informe qu~ b.
Comisión presentó en 188S confumaba darament~la naturaleza del problema, no
consiguieron unanimidad en el remedio. La conclusión definitiva era:
Eran muchos los testimonios que confimWJan que en Londres lo normal en
que hubiera uru familLa por habltadón, y que cada familia podía llegar ¡ estar
compuesta por ocho miembros. El problema se habia ¡¡gravado por la cosrumb~
que había en la capitaJ de dividir IlIS casas en viviendas de una sola habitadón, de:
modo que los inquilinos debían compartif el ¡gua y el reuet~. Y, como la puerta
prtndpal se cerraba muy pocas veces, tanto W escalefas como los pasillos se: lle·
naban por la noche de lo que Irónicamente se había dado en llamaf _los gandules
felices_: es dedJ: los que estaban completamente desprovtstos de cobijol'. la cos-
tumbre de hacer trabajos en casa -que. a veces, eran noclvos, como por ejemplo
se:lecctonaJ" trapos, hacer sacos, cuUw, sacar pieles de conejos- hacia que las con-
didones de esw viviendas fuerm todaN peoresllO. En w dudades de provinda,
aunqu~ habia p-an v:ui.acl6n entre e1ll1S, el problema del. hacinamiento no llega-
ba a ser tan grilve como en Londfesll.
Para algunos como Lord Shaftesbury, veterano reformador soda1, el sistema de
la vivienda de un~ sola habitación ...estaha fisica y monlmente más allá de cuaJ·
quier descripdón_:
1
28 aUDADES DfJ.. WAlÍlANA
U contempUdón de la miseria de estos ninos es una de Lu cos.a.s mb desga.mtdo-
~ y tmib'es de estos descubrimientos; y lo peor de todo es que la miseria~
dad,¡ de estos padres disoI.utos l' bomcbos x lJWIifiesU en 1.151tW~ pn>
blemas de cncimimto ydclna:s rasgos n!'PUgnantes que' constantemmte 51:' observa
en estQl; lugan!'S (...)
Aqui encontnmos a un nino de tres afJos recogiendo mendfugos sucios de
pan que v;a comiendo. Entramos por una de W puerta.!l encontnmos una runa de
doce anos. _¿Dónde está tu madre? En el manicomio. ¿Cuánto hace que está alll?
Quince meses. ¿Qulm le cuida?La pequen.. que esu se:ntada m una vieja mes.JI
haciendo certllas, responde: _Cuido a mis hennanos tan bien como puedo~.
Estos miserables deben viviJ: en alglin sitio. No tienen dinero pan. Ir en tren o tnn-
vi¡ ~ los arrabales per1fét\co5; y, por om. parte. ¿cómo podrian iI1ldat tres o cuatro
mill¡as de Ida '1 ottas tantas de vudta, con sus cuerpos hambrientos '1 dmlacrados
después de haber mbajado doce hons o más por un cbelin, O por menO$?''''
segun Meanu:
La Comulón Real Británica de 1885
¿Quién puede Imaginar el sutrinumtO que' Sor eKOnde detris de este c;uo? Una.~
bre mujer en .~nudoestado de agot.amiento. redUCId¡ c:ui Jo los huesos. vive en
una h.1bit.:loo con un marido borncho y cinco hijos. Cuando ~ If, visitó est2~
comiendo unos pocos guisanles. Los nU\os h.ibian ido a busar unos cuantos ~.
los pan hervif cu;JtKl pautas que habia sobre la mes.JI, y que iba a KI" todo lo que
aquella b.mili.l comerf¡¡ aquel db. (".) En una habi~n de la mle Wych, en e:! ter·
CeI piso, sobff: una tienda de pi'oduetos parll la marina, ~ hizo h¡¡ce poco una in$-
pección en reladón a la muerte de un nino. Un hombre. su esposa y cinco runos
viVÍan en ella. El nitlo era el segundo que había muerto, envenenado por la pesti-
lente atmósfera: se hilO la autopsia en la misma habitación donde sus padres y
hennanos vivlan, comían y donnian, ¡porque la pilrTOquia no tenia depósito de ca-
dáveres ni ninguna otra sala donde se: pudieran n!'allzar los se:rvlcios post mortem!
No hay que extranane de que los funcionarios que n!'allzaron IllS diligencias en·
fumatan ¡nle las nauseabundas uha1K:l0nes".
Cuando Mearos llegó al _qué hay que hacel'». no tenía la menor duda de que:
_Debemos reconoa:r que sin la intervendón del Estado no se podrá hacer nada ¡
grMl escala.. Y t:StD es un hecho-u. La raíz del problema en simple y llanamente~
nómica. LI gente viN bacinada porque en pobre, y puesto que: en pobre no po- •
di~ pcnnitirsc t. solución obvia; milfCh~ne a otro sitio dond~ las casas fue-an más
bMaw:
Este texto consiguió tocar la fibra sensible. Yaunque algunos comerttarisW, como
el marqués d~ Sallibury, querían organtur uodadones de caridad y otros como
josepb Chamberlain, pretendian que fu~ran las autOl1dades locales las que se b.l.
deno cargo cid problema, hubo una volunQ<! gl!:DeraI en filvor d~ una interven-
ción concertadal,. IndU50~ J1mo: observó, con evidmte disgusto, que _al ob-
filJ. 2.2. La Comisión rnl para la vivienda dt' lasc~ tf",baladoras en una de
SUl seslone1, 1884.
En el centro a 1.1 der«ha. Shaftesbury explica la manera de vivir de lOS pobrtS.
Üi el cenlro. a la Izquierda. el Pñndpe de Gales. inclinado hada delame. pare·
ce horrorizado.
1 LA CIUOAD DE LA NOCHE ESPAN'l"OSA 31
•
32 U CIUDAD DE U II:OCHE ESPA,,"'í05A 3J
Esto quilis en un tanto reconfortante. Pm> 10 mas nouble en que el habitante
de estas viVIendas tenía mucho mmos espiIdo cid que d gobierno victoriano ui-
gia para las personas encarceladas y las que estaban conflnolldas en hospidos.
Lógicamente los ni\'des de mortalidad -espKialmente en rdad6n a los nitios- $C-
guían siendo alarmantemente altos. Los que sobrevivían, según calculaba la
Comisión, perdían un promedio de veinte días de trabajo al ¡nO porque ...se de-
primían y se cansaban-. y a todo ello se aJ\adla un hecho que ni el _mayor defensOr
de los pobres podría negar: la falta de hábitos de limpieza.u ,
La raíz de todos los pwblemas, como Meams había senalado, estaba en su po-
breza y en la consiguiente imposibilidad de cambiar de vivienda. Los trabaJadores
londinenses sin ningún tipo de preparad6n, como los vendedores de frutas y ver·
dUlas y los buhoneros. ganaban sólo de 10 a 12 chelines a b semana; los estiba-
dores un promedio de 8 a 9 chelines; el trabajador medio de Clerkenwdl ¡xxIia lle·
gar a llev;¡¡r a casa 16 chdlnes. Casi I.t mitad de las familias londinenses. un '46 ¡:Klf
dento. nea:sitaban un,¡ cuana parte de estos míseros suddos~ el alquiler. Y mien-
tras los aJquil~ subían. no suctdiJ lo mismo con 105 sa1arlo5zs. Esta pobreu tam-
bién dependía de un tipo de trabajo muy iÚearono y mal pagado. que induía el que
hadan en caJa las esposas; "de manera que- un gran número de los habitantes de:
estOS barrios superpoblados se veWt obligados a vivir~ de sus trabajos, fueran
cuales fueran los preciOS o las condldones de los lugares donde babitaban..:l6. Los
caseros. que aJquUaban casas en contratos de arriendo a cono plazo, explotaban
de una manera descarada la falta de viviendas. Problema que se había agravado con
los derribos -se estaban abriendo nuevas calles como Chartng Ctoss o la avenida
Shaftesbury, puesto que desde 105 anos 1880, Londres había Iniciado una minl-
Haussmannlzadón, y además se estaban construyendo nuevas escuelas de .acuer-
do con la ley de Educación de 187o:z1.
Agravando más esta situación estaban las administradones locales incompe-
tentes y a veces corruptas que eran incapaces o no quedan utilizar el poder que te·.
RÍan. Fuera de Londres la Ley de salud pública de 187S habia puesto las bases para
que las administradones locales de gobierno fueran má5 efect1vas:::l; pttO en la ca-
pital todavía exi$lÍa un sistema arcaico y caótico. En todo Londres sólo 2 juntas de
distrito solm: 38, habían tomado~ medidas al respecto. Prácticamente: no ba-
bía UlSpectom: MUe End, una zona pobre, tenía sólo uno pan 10S.000 personas..
y los que habla eran poco competentes.: en una parroquia de Londres, el ayudan-
te del inspector era alguien "que anteriOnnente habia estado reladonado con la ¡o.
yeria•• segUn contó un fundonario, que atladíó: ...No pienso que sea necesarlo te-
ner ningUn tipo de preparación. SI alguien tiene sentido común ya es preparadón
suflciente_l',
En cOnse<:Uencia las principales recomendaciones de la Comisión Real se ceno
traron. más que en crear nuevas leyes. en que las autoridades locales aplicaran las
que ya existían. Muchas habían sido hasta entonces letra muerta como la Ley
Torrens (Ley de 1868 sobre viviendas de artesanos y trabaladores), que permitía a
las autoridadeS locales construir cuas para los trabajadores, y la Ley Cross (lqt de
1875 para la mejora de las viviendas de artewlOS y trabajadores), que les autori-
zaba a demoler exteru.as zonas de viviendas en mal estado y buscar una nueva
zona para ajotar a estos habitantes. SdlaJaron. sin embargo, que as autoridades de-
beñan tener la posibilidad de obtener dinero del Tesoro al interés mis bajO post-
ble para que esto no significaran ¡*rdldas para la Hacienda NKionaJ. y propu~
ron que, en el caso de Londres, lodas las autoridades Implicadas cedieran sus
poderes a la Junta MetropolitanaJO• La Ley de 1885 sobre vivienda de las ciases tra·
ba¡adora.s que le siguió inmediatamente, trató de que todas estas recomendaciones
se pusieran en práctica, Se amplió la antigua Ley de Lord Shaftesbury de 18S 1 so-
bre viviendas de Inquilinos, al incluir dentro de este conceplo las casas y los ~COl­
tagt:h para las Clases trabajadoras; clara indicación de que el parlamento victoria-
no, al menos en relación a la vivienda. aprobaba el socialismo municipalJl, El
problema era que todo 'legUiría igual si las autoridades locales no se poRian en
movimiento; en reladón a esto, lo único que la Comisión Real sugirió fue que ya
Iba siendo hora de que las clases deprimidas
de las ciudades empezaran a mostrar
interés por sus propios asuntosU.
Depresión, violencia y temor a una insul'ft(:dón
y quizás iban a hacerlo. Puesto que la Ley de rd"orma de 1884 había extendl-
do el derecho a voto a gran parte de la ciase trabajadora masculina urbana. Este
grupo estaba suh1endo los efectos de una de las mayores depresiones en el CO-
mercio y en la industria, comparables en su Impacto con las que le siguieron en
los atlos 1930 y en 1980. Efectivamente, se estaban empezando a notar los ame-
nazadores síntomas de lo que se avecinaba: el problema, según conclusión de una
Comisión Real de 1886, no estaba causado por las f1uctuadones del ciclo comer-
cial, sino por una debilidad estructwal de la indusaia briúnlca en relación con SUS
prindpales competidores internadonales. sobre todo Almumla. Los aJmumes eran
casi tan buenos en la producdón como los britinícos; y en las artes de ampliar y
conservar mercados estaban ganando terreDoJJ. Los miembros de la ComWón ad·
virtieron que Gran Breulia se estaba tomando menos Interés en .descubrir nue-
vos mercados para nuestrO.s produet.os. y ttI mantener los que y;II poseemos (•••)
Thmbién es evidente que. en relad6n a cienos productos, nuestra reputación como
buenos artesanos no es tan elevada como la que teníamos anterionnenle.:l4,
Rechazaron las sugerencias que aseguraban que el. problema derivaba de .Ias ra-
trlcciones legislativas en reladón al empleo y a la acción de las propias ciases tra-
bajadoras con sus huelgas y acciones similares_ o ...a la acdón de 105 sindicatos y
otras agrupaciones parecldas..ls ,
Fueran cuales fueran las causas. no había ninguna duda sobre los efectos.
Durante la segunda mitad de los ailos 1880, se notaba en todas las ciudades, pero
sobre todo en Londres. una sensación de cambio catadismátlco, lncluso violento.
Los temas del momento, como Beatrice Webb escribió más tarde, eran "por una
parte, el por qué de la pobreza de gran número de personas; y, por otra, si la de-
mOOitda Industrial y política era practicable y deseable como puntO de partida~
CIUD¡\,DES DU !o'!AÑ-'NA 3S
compensar los agravios de la mayoria. l6. Sin embargo estas discusiones quedaban
reduddas a la .intelligentsia.: .en realidad. entre los trabajadores manuales no ha-
bía ningún sector que conspirara (...) con .1"1 veneno del SOCialismo•. Naddos y cria-
dos en medio de una pobrez.a crónica y de las enfermedades debi\ltadoras, los ha-
bitantes de los barrios pobres se habían hundido en una apatia embrutecedora (...).
El fermento surgió. según las memorias que Betrtce Webb escribiría cuarenta anos
más tarde. dentro de una parte de la clase gobernante victoriana; se trataba de ·una
nueva conciencia de pecado., .una condencla colectiva o de clase; una creciente
inquietud, que se convertía en convicclÓn. de que el organismo industrial, que ha-
bía proporcionado rentas. intereses y beneficlos a magnífica escala. había fracasa-
do en dar un medio de vida decente y unas condlclones tolerables a la mayoría de
habitantes de Gran Bretaña~J7. Más tarde los historiadores no tendrían ninguna
duda en afirmar que la emoclón predominante no fue la culpa, sino el temor. se .so-
lía describir a los pobres como groseros, embrutecidos, borrachos, e inmorales; des-
pués de años de negllgencla y satiSfacdón se habían convertido en una sIni.estra ame-
naza para la dvilizadÓn"J3.
Las reacclones fueron muchas veces apasionadas. Los Fabianos, apóstoles del
gradualismo, a quienes Beatrtce Webb muy pronto se uniría. enseguida redactaron
un documento que llevaba el sello de George Bernard Shaw, y que concluía con es-
tas lacónicas frases:
EJ gobierno establecido no tiene derecho a llamane Estado de la miSma manera que
no puede considerarse que el humo de Londres forme parte de su clima.
Es mejor hacer frente a una Guerra Civil que tener que vivir otro siglo de sufrimiento
como el que hemos pasado39. .
H.M.Hyndman. lider de la Fundactón Democrática Social, escribió aquel mis-
mo al'l.o que .Incluso entre los hombres y mujeres Inútiles que se llaman a si mis- ~
mos .sociedad", se puede detectar una corriente de Inquietud. La terrible palabra
.Revoluctón. a veces se comenta en broma. pero la mayoría de ellas se susurra en
serio• .o. Hyndman dudaba de que el fermento se restringiera a las clases medias;
puesto que
(...) en los talleres y en las casas se pueden encontrar libros, libelos y octaviJ\as que
tratan este problema de manera exhawtiva. Estas teorías que se han inSpirado en
los importantes estudios del Dr. Karl Marx sobre el capital o en los programas de
los socialdemócratas alemanes y en los colectivisW franceses. circulan en te.uos ba-
ratos y de fádIIKtura".
Pero Hyndman también llamaba la atención sobre otro fenómeno que no po-
día dejar de ser observado: «Entre los peores males de la SOCiedad moderna están
las numerosas bandas organizadas de malhechores (...) que se pasean por nuestras
ciudades, y que no sólo se pelean entre ellas. sino que atacan al pacífico viandan-
te..iZ. Aseguraba que sólo en Londres y según fuentes policiales. había más de
300.000 individuos que podían ser considerados miembros de las .c1ases peligro-
sas~U. Nadie, continuaba Hyndman .se había preocupado en analizar de qué ma-
nera esta gente había llegado a unos extremos de tal brutalidad"....
Algunos ni tan sólo pensaban que valiera la pena perder tiempo en ello. Sin
embargo, durante 1886 y 1887, los ciudadanos respetables de Uverpool se queja-
ban de que una serie de grupos los tenían aterrorizados; .la lOna comprendida
entre la calle Athol y la de Luton. estaba «infestada por esos bribones... escrtbía con
indignadón un lector al diario local en el ano 1887. El mismo mes una de las mis
peligrosas.• la banda de los destripadores., había inidado una serie de salvares al-
borotos por las c~lles de Uverpool. atacando indiscriminadamente a hombres, mu-
jeres y nlnos con cuchillos y hondas, y robando las casas de empeño. El 20 de
mayo, otra banda, formada. según rezaba la descripción .por cuatro jornaleros, in-
solentes y sin educación_ fue juzgada en Uverpool por ocho acusadones de ata-
que a mano armada y robo con violencia. El juez, Mister Justicia John Charles
Frederlck Segismund Day, un !óexagenario barbudo y con patillas, sentía una pro-
funda desconfianza por las modernas teorias penales y estaba convenddo de que
los transgresores violentos necesitaban un tratamiento fuerte; o como de una ma-
nera muy singular dijo su hijo .la única manera de apelar a su razón era a través
de su epidertpis.~~.
Después de haber manifestado que .con toda su e.x.perienda nunca había oído
hablar de una conducta más ultrajante-, ordenó una de las sentencias más dIaconianas
que se hayan dietado en los juzgados de la Inglaterra victoriana; además de trabajos
forzados, cada uno de ellos debía recibir tres sesiones de castigo de veinte latigazos.
satisfecho con su manera de resolver el problema de la criminalidad. eJ setl.or Day
volvió a la carga en los siguientes juicios del mes de noviembre, donde -además de
ordenar siete sesiones de latigazos en eJ mismo día- castigó a dos hombres con vein-
te latigazos a cada uno por haber robado medio penique y un rollo de tabaco. Los
dudadanos respetables. dijo su hijo más tarde, estarían eternamente agradecidos al
setlor Day, aunque .miembros de SOCiedades filantrópicas, y algunas otras personas,
denunciaron al 'Juez de los latigazos', calificándolo de salvaje bien Intencionado y
considerando que sus métodos eran anticuados e inadecuados.OIi• En todo caso, no
hay ninguna prueba de que durante el reinado del terror estableddo por Day se so-
ludonaran los problemas de delincuenda violenta en Uverpool. Lo extral'l.o es que,
en la Inglaterra victoriana y. a pesar de los temores de los dudadanos, los delitos ha-
bían ido decrectendo a lo largo del siglo. aunque, ocasionalmente. hubieran explo-
siones periódicas de violenda como sucedió a mediados
de los atlas 1880.
Lo que en realidad temían las clases medias, a pesar del esceptidsmo de Beatrlce
Webb, era que la clase trabajadora se levantara en una insurreción. Y este miedo
no era en ningún lugar más patente que en el propio gobierno. En febrero de 1886,
sus temores se convirtieron en realidad. Durante semanas los trabajadores sin em-
pleo y los intelectuales socialistas habían estado reuniéndose en Trafalgar Square.
Un lunes, el 8 de febrero. una gran concentradón que, Inelula .un número con-
siderable. mayor de lo nonnal, de elementos violentos~ chocó con una fuerza de
600 polldas. Éstos, temiendo que atacaran el palacio de Bucklngham, se situaron
en el Mall; pero. la multitud. que oscilaba entre las tres mil y las cinco mil perso-
36 CIUDADES DEL MAÑANA lA CUDAD OE U. NOCHE f.SJ'ANTOSA J7
nas, se enfureció y, despub de pasar por los clubs de Pall Mall, se dirigió hada St
james y Mayfa!r, rompiendo cristales y saquundo tiendas. Una invesligad6n ofi-
dal conden6 a la pollea metropolitana por wntIollnadecuado de la multitud, y
d oficial responsable fue obligado a dimlti~.
El nuevo comisionado, Sir Charles Warren. era más severo. Durante el olono
de 1887 la tensión se agudizó de nuevo: grandes multitudes se reunieron en Hyde
Puk y en Tra/algar 5quare para oír diKunos. Hubo diversos choques con la poli-
cía. TM 1tmd que normalmente se refería a esa gente como .Ios llamados destm-
pleadQs... mgi6 acdón inmediata:
Confiamos en que si e5tO$ hombres, u otroS cualquiera de su m.i.smJ, cine, mlm-
tan llevar a cabo sus ameJUUS como hide:ron el .mo pasado. mconmrán su as-
tilO. no unos cuantos mees de dtcel.. sino un.;a~ peni de pmlón (...) El Unj·
ro prob/em.J es wbcr euiI de 105 dos grupos es el. más fuerte -los rompedores de
ventanas y Q<lueadore de liendas o los guardianes de LJ. paz. púbba.-,
A$Í pues todo~ estar a punto para el desastn'. Un dolIÚngo. el 23 de oc-
tubr!:. se reunió una gran multitud en Lio plua; se blandió una ~dera roja, mien-
traS se tseuchaban discursos en los que se pedía la dimisión de Sil Qw:les. Poco
antes de las tres, la multitud, precedida polla bandt>ra, marchó por Whitehall e In·
vadIó 1a Abadía df: WetrniDslEr durante d 5effldo religioso. Las escenas que sIgukron
se pam:en al último acto de~deBrech, que, quizás, Inspiló. Según
T1Ie TImes, aun gran nUmero de chico5, tóvenes y hombres muchos de rlIos muy
sudosa entraron en la iglesia mientraS el órgano estaba tocando. .se mudaron con
los fieles, los anW Vil1.ientes trataban quedamente de controlar a los más~.
gonzados (...) los maoüestantes más atrevidos lanzaron recriminatorios gritos
contra los acapltallius., como si pcuaran que todos los que estaban en la abadla
ruando 10 fueran. El canónigo Ro~n tratÓ de argumentar con rlIos.•Los albo-
rotadora le tseucharon en silencio,.. MientraS, en el exterior, Hyndman conti...
nuaba con su arenga y dKia que aesperaba que negarla d momento en que la ban·
dera socialista y el lema 'Todos para uno y uno para todos' ondearía sobre la abadta,
al tiempo que, dentro, se predicarla la revoluciÓn..sl .
Los manifestantes volvieron a la plua, aen todos los rincones alrededor de la
columna de Nelson habla alguien arengando a la masa.., la multitud era enonne
puesto que se exteadla por toda la plaza y las calles adyacentes. La poUda se asus-
tó y llamó al ejército para contrOlar la siruadón; en la ..m!l~,. 100 pef$Onas fue·
ron hmdas y dos muertas. Este suceso fue seguido por grandes y mutuas recrimi·
nadones. Un indignado lector escribió a The TImes q!Je este tipo de reuniones eran
.una propaganda para que todos los anarquistas, de aquí o de cualquier otro sitio,
vinieran a la única gran capital del mundo donde eran tolerados,.!2. Hyndman te·
nla otra opinión: .Los hombres y mujeres ya no pasarán más hambre. De eUo, por
una vn. estoy seguro. La agltadÓn aetual es prácticamente espontánea y no ha sido
organizada,.. El punto de vista de la editorial del periódico era bastante predecible:
.Esta capital está amenazada por multitudes descontrolada!, decididas a sacar pro-
vecho dd ejemplo del partido del desorden en Irlanda y quiere obtener concesio-
nes por medio del terrorlsmo.u . En cambio Stead, en la Ptlll MtlIl Gautu, acusaba
a Warren de tratar de Implantar un aregimen poUóaco,.; por su parte la abadia
dijo que las Interrupciones de los servidos religiosos habían sido debidas a una con-
centradón excesiva y que los desempleados habían salido en perfecto orden. En
[a calle Bow, diversas personas fueron 801peada!, algunas fueron encarceladas y
otras se vieron obligadas a pagar multas o a comparear ante los jueca Más tarde
el parlamentario R.Cunnlnghame Gramle y el IIder sodaIlsta }ooo Bums fueron
juzgados, declarados culpables y encarcelados durante seis meses.:: se convtn:l.eron
en héroes popuJares5<l.
La encuesta Booth.: la cuantificación del problema
Por último, de los alboroces surgió una respuesta radonal Owies Booth. el armador
de UvcrpooI., inspirado por Thtt Bitur Cry, deddló il al Ean End de I..ondres~
iniciar lo que luego se conW'Itlria tri'" primera mcuesr.a.socW moderIu... Ayudado
por una serie de colaboradores jóvenes y bitrl prepandos, erll:re los que se induia
kattia Poner, más arde apdlldada Wd>b -que aquf ruvo la oportunidad de ini-
ciarse m la lnve:stigadóD acadtm.i.Q-, presentó los primeros resultados a La RuI
Sodcdad Estadistica en mayo de 1887, Y un nuevo Infonne un ai'l.o mis tMdc.
Según Booth, los pobres dd este de Londres eran unos 314.000, algo más del. 3S
'*' de la pob!.adón; ut:md1eruio este porcentaje sobn! t()(b.la dudad,. queri.a <kdt
que 1.000.000 de londinenses eran pobres. En su opinión. podían diVidirse en cua-
trO subgrupos.
Los pnmeros, La clase A. Indufa 5610 unas 11.000 penonas del. East End, qui-
zás 50.000 en todo Londres: un 1.25 por dento de la pobladón. aEstilba como
puesta por los (llamados) trabajadores, vagos, pequeftos crtmina..les, una parte de
los vendedores y músicos ambulantes Yotros.. lndufa gerlte joven ..chicos que se
dedican aJ vagabundeo: chicas que se ""nzan casi con naturalidad a la calle.; lle-
van auna vida salvaje, con momentos de gran dificultad y oc.asionaJes excesos. Su
comida es la peor que podamos Imaginar, y su único lujo es la beblda,.u. Booth es-
taba satisfecho de que este grupo fuera tan ~uddo; cEsas horda! de bárbaros de
las que tanto hemos oído hablar, que, saI.lendo de los barrios bajos, iban ¡ destruir
un día la dvillzadón moderna, no existen. Los bárbaros son pocos y su poreenta·
fe va en dlsminudÓn.w. Pero. sin embargo, esle grupo presentaba un problema in-
soluble: aNo ofrecen ningún servido útil y no ~an riqueza; al revés, a menudo
la destIUy~n. Degradan todo lo que tocan, y como IndJv1duos parecen incapaces
de toda mejora (...) Deseariamos que la manera de ser de esta clase fuera menos he·
reditaria,.l1.
Éstos eran los dáslcos pobres victorianos Indignos de cualquier compasión; eran
el material bruto que formaba el populacho, la pesadilla de las clases respetables,
aunque fueran muchos menos de los que Hyndman Yotros habían ~ído. El se-
gundo grupo, la clase 8. eran, sin embargo, todavía más problemáticos. Aunque 5610
fuera porque eran más numerosos: 100.000 en el East tod, quiZás 300.000 en todo
38 CnJDAOE.S DEL MANA.'U lJl CIUDAD DE lJl NOCHE ESPANTOSA J9
Londr~, un 11 por dento de la población de la dudad. Boom los descrlbia como
un grupo que estaba siempre en situadón de _necesidad crónica_: .Esta genu:,
como cl~. ~n ~rezosos, viven al día, están pendientes de sw propios placeres
y siempre son pobres; su Ideal es trabajar cuando quieren y disfrutar cuando les apeo
t~..~. E! probltmil era lo aleatorio de sw Ingresos. Induía un relativamente alto
número de viudas, muieres $Olteras. gente joven y runos. Boom pensaba que la so-
ludón al problema de la pobrua .~ rW.rar todo este grupo de la lucha diaria
por la wstenda_ porque .eran una continua carga~ el Estado (...) Su presen-

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