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Universidad San Carlos De Guatemala Escuela De Ciencias Psicológicas Centro Universitario Metropolitano Cum Psicopatología Infantil y del Adolecente Licda. Dulce López Jornada Matutina Dulce Luz de María Analy Hernández Villatoro 201611452 24-12-19 ENSAYO SALUD MENTAL EN GUATEMALA Según la OMS (2013) ‘‘una de cada cuatro personas ha sufrido de alguna clase de trastorno mental o neurológico en algún momento de su vida’’.1 Si entendemos por salud mental un «adecuado y productivo equilibrio con el medio», puede verse que en nuestra cotidianidad hay innumerables factores que conspiran contra ello. En la Constitución Política de la República existe el artículo 51 el cual dice que “El Estado protegerá la salud física, mental y moral de los menores de edad y de los ancianos. Les garantizará su derecho a la alimentación, salud, educación y seguridad y previsión social.”2 Pero en Guatemala esto no se cumple tomando en cuenta que el 59 % de la población presenta grandes índices de pobreza en sus poblaciones. A ello debe agregarse que el país proviene de una gran guerra interna que dejó saldos tremendos tanto en pérdidas humanas (muertos y discapacitados) como en daños materiales. Conflicto que, en general, ha sido muy poco abordado como factor que afecta la salud mental de las poblaciones en el mediano y largo plazo, por lo que sus efectos aún perduran y provocan que en la sociedad guatemalteca actual se encuentren altas porcentajes de violencia, expresadas de distintas maneras, lo que también conspira contra un clima de salud mental. Una sociedad empobrecida, violentada, que proviene de una experiencia bélica tremenda y con una profunda historia de autoritarismo a sus espaldas (formas de gobierno autoritarias en las que predominaron dictaduras militares, así como relaciones sociales también marcadas por el autoritarismo vertical, el patriarcado, el adultocentrismo y la homofobia), atravesada igualmente por un racismo furioso: todo eso da como resultado unas condiciones de vida que no propician precisamente la armonía, la paz social, el bienestar provocando con ello, enfermedades o trastornos mentales. Las enfermedades mentales son un gran estigma en nuestra sociedad y sobre todo en el mundo desarrollado del hemisferio norte. El sociólogo canadiense Erving Goffman es autor de una obra titulada “Estigma”, en la cual definió estigma como el proceso en el cual la reacción de los demás estropea la “identidad normal”, reconociendo la experiencia de una enfermedad mental como forma de estigma, que se da en una gran variedad de contextos sociopolíticos en muchas partes del mundo.6 Sabiendo de lo complejo del tema de la salud mental en nuestro país y tratando de entender por ella el «sano y productivo relacionamiento con el medio circundante», es evidente que sobran motivos que van contra ella. Si salud mental de alguna manera tiene que ver con ser medianamente feliz, con poder resolver productivamente los problemas de la vida, con auto realizarse, es evidente que en el país todo eso es bastante difícil, por no decir casi soñado. «En Guatemala, solo borracho se puede vivir», expresó alguna vez el premio nobel Miguel Ángel Asturias. No se equivocaba. Maslow ubica en el último nivel de la pirámide de Necesidades humanas a la autorrealización, y manifiesta que este es el último nivel, el que está en la cima, y tiene que ver con la necesidad psicológica más elevada del ser humano. Según Maslow, al satisfacer esta necesidad es que la persona encuentra una justificación o un sentido válido a la vida. Se llega a ésta cuando todos los niveles anteriores han sido alcanzados y completados, al menos hasta cierto punto. Además, Maslow explica en su teoría que solamente las necesidades no satisfechas influyen en el ánimo y comportamiento de las personas, ya que las necesidades satisfechas no generan conductas distintas.3 Rápidamente hay que despejar un equívoco: la salud mental no está asegurada solo por una sumatoria de condiciones materiales concretas. Tener resueltas las necesidades básicas, vivir en un entorno agradable, comer todos los días: todo eso constituye una condición indispensable para la calidad de la vida, pero no asegura por fuerza que, aun teniéndola, alguien no presente problemas ligados a lo que llamamos salud mental. ¿Se puede preveer o incluso asegurar que alguien no se deprima, no se angustie, esté libre de conflictos, no transgreda normas, no presente síntomas e inhibiciones, en algún momento no le encuentre sentido a su vida, no abuse de sustancias psicotrópicas o esté libre de prejuicios? La mayoría de la sociedad guatemalteca ve a estos enfermos desde términos despectivos, calificándolos de ‘locos’, junto con la creencia de que el enfermo mental debe de estar ingresado en un psiquiátrico. La atención primaria es el mejor camino para promover la salud. Desde la histórica conferencia de la Organización Mundial de la Salud (OMS). La pregunta abierta es cómo plantearse esta estrategia cuando se trata de salud mental. Sin dudas, eso es difícil. Si algo podemos aportar al respecto es dejar indicado que una atención que no niegue ni cubra los conflictos en la esfera psicológica debe apuntar a hablar de ellos. Por ahí debería ir la cuestión: no estigmatizar los problemas (comúnmente llamados, quizá de forma incorrecta, mentales), sino permitir que se expresen. Dicho en otros términos, priorizar la palabra, la expresión, dejar que los conflictos se ventilen.” Abordar la salud mental de las personas, sobre todo de niñas y niños, en es clave para evitar el riesgo de depresión, ansiedad o trastornos de estrés postraumático. Esto no significa que se terminarán las inhibiciones, la angustia, el malestar que conlleva la vida cotidiana, las fantasías, los síntomas. ¿Cómo poder terminar con ello si es el resultado de nuestra condición? La promoción de la salud mental es abrir los espacios que permitan hablar del malestar. ¿Qué significa eso? No que podamos llegar a conseguir la felicidad paradisíaca, a evitar el conflicto, a promover la extinción de los problemas. En tanto haya seres humanos habrá diferencias, y eso es ya motivo de tensión. Pero la visión biomédica (y comercial) del asunto no va por ahí, sino que medicaliza y biologiza el malestar y lo enmascara con fármacos. Tenemos entonces un planteo puramente asistencial, pero falta lo más importante: la dimensión preventiva. Para decirlo con palabras textuales de quienes investigaron hace algún tiempo el tema y aportan datos precisos, citamos un estudio de la OMS y de la OPS (Organización Panamericana de la Salud) de 2006 4.referido a Guatemala, Nicaragua y El Salvador. Puede leerse allí: «Actualmente no existe una política ni legislación sobre salud mental, pero sí planes para la implementación de acciones de salud mental [y algunas acciones específicas como] intervención en desastres». Esto indica desde ya una posición definida respecto al campo en cuestión: la salud mental importa poco o no importa. Se mueve reactivamente, según mitos y prejuicios ya establecidos, sin hacerse necesario un instrumento jurídico que la enmarque. De hecho, es el pariente pobre en el campo sanitario: «De los gastos de salud, solo el 1 % está destinado a salud mental. Y de este, alrededor de un 90 % o más está destinado a gastos de hospitales psiquiátricos»7. La salud mental se sigue concibiendo en términos de enfermedad: es sano mentalmente el que no delira. Sobresale la visión biológico-estadística que busca silenciar el disturbio, lo anormal. De ahí la importancia del manicomio, de la reclusión, del abordaje curativo (por cierto, con métodos cuestionables, como la hipermedicación, el electrochoque e incluso el manual de autoayuda que brindaría el camino a la supuesta felicidad).En el libro El Punto Ciego: Psicología Del Autoengaño Daniel Goleman confirma lo antes expuesto con la frase: “La facilidad con que una sociedad desprecia, y hasta sepulta, las visiones discrepantes depende evidentemente del conjunto de lagunas compartidas por sus ciudadanos. No nos damos cuenta de lo que nos desagrada ver y tampoco nos damos cuenta de que no nos damos cuenta.”8 Es innegable que hay una enorme serie de aspectos por modificar, a los que aún se podrían agregar otros. Por lo pronto, tanto el Estado a través de su red hospitalaria y de centros de salud como la seguridad social brindan pocas respuestas a los problemas de salud mental, de modo que ambos son suplidos por numerosas organizaciones no gubernamentales que, desde un desorganizado activismo reactivo en muchos casos, sirven como parche. Ello se hace particularmente evidente en un tema crucial dado por las heridas aún abiertas de la guerra interna vivida hace aún poco tiempo: vivimos en una sociedad posguerra en la cual son casi nulos los planes de recuperación psicológica de tanta carga negativa. A esto debe agregarse como datos tremendamente negativos la impunidad dominante y la negación de la historia. Esto último (es decir, la falta de abordaje del que quizá constituye uno de los principales problemas de salud mental de las poblaciones) y la dispersión un tanto caótica de las respuestas de la sociedad civil evidencian la situación real del problema: la salud mental es aún un tabú enmarcado en enraizados prejuicios. Ir a un servicio de estos (psiquiatra, psicólogo y aun otro tipo de prestadores como promotores comunitarios) es un estigma casi vergonzoso. «Yo no estoy loco», es la primera reacción. ¿Cuál sería el problema en reconocer problemas de esta naturaleza? Ahí es donde debe entrar a jugar un nuevo paradigma: la salud mental no es solo una cuestión de especialistas, de técnicos. La salud mental está en la promoción de nuevos y superadores modelos de relación entre la gente, en acabar con prejuicios estigmatizantes, en permitir hablar de los problemas y no taparlos, encerrarlos tras los muros de un hospital psiquiátrico o silenciarlos con tóxicos (los legales, como la psicofarmacología y el alcohol, o los ilegales, de marihuana en adelante). Vemos así entonces la justeza de la reflexión de Miguel Ángel Asturias a la que aludíamos anteriormente en este escrito: «En Guatemala, solo borracho se puede vivir». La salud mental, por último, debe ir mucho más allá de un consultorio: está en la palabra que libera, en el hablar, en la comunidad que se organiza. Y eso puede hacerse en cualquier sitio, no solo tras cuatro paredes. Pero ¡cuidado! No se trata de improvisar cualquier cosa. Debe haber planes sistemáticos con clara dirección y visión. En eso, aunque hoy en día esté especialmente decaído, el Estado debe seguir jugando un papel crucial. Romper prejuicios no es solo una cuestión de buena voluntad: hay que formular una política pública que lo aliente, lo impulse, lo haga realidad. Ello es imprescindible porque, como dijo Einstein, «es más fácil desintegrar un átomo que un prejuicio». Referencias 1. Ley 1616 (2013). Por medio de la cual se expide la ley de salud mental y se dictan otras disposiciones. Recuperado de: http://www.ins.gov.co/normatividad/Leyes/LEY%201616%20DE%202013.pdf 2. C.P.R.G(1985).Recuperado de: https://guatemala.justia.com/nacionales/constitucion-de-la- republica-de-guatemala/titulo-ii/capitulo-ii/seccion-primera/ 3.Fuente: Universial México. Recuperado de: https://noticias.universia.net.mx/educacion/noticia/2017/09/07/1155577/teoria-necesidades- humanas-abraham-maslow.html 4. Organización Mundial de la Salud / Organización Panamericana de la Salud (OMS/OPS). (2006). Informe sobre los sistemas de salud mental en Nicaragua, El Salvador y Guatemala. Managua: OMS/OPS. 5.Ídem. 6. Goffman, Erving. Estigma: la identidad deteriorada. 2ª edición. Buenos Aires: Amorrortu, 1998. 7.Organización Panamericana de la Salud/Organización Mundial de la Salud, 2011. Recuperado de:https://www.who.int/mental_health/who_aims_country_reports/guatemala_who_aims_report_sp anish.pdf 8. Goleman, Daniel,Arte del Engaño: Recuperado dehttps://www.mundifrases.com/blog/2017/05/24/prejuicios-peligrosos/ http://www.ins.gov.co/normatividad/Leyes/LEY%201616%20DE%202013.pdf https://guatemala.justia.com/nacionales/constitucion-de-la-republica-de-guatemala/titulo-ii/capitulo-ii/seccion-primera/ https://guatemala.justia.com/nacionales/constitucion-de-la-republica-de-guatemala/titulo-ii/capitulo-ii/seccion-primera/ https://noticias.universia.net.mx/educacion/noticia/2017/09/07/1155577/teoria-necesidades-humanas-abraham-maslow.html https://noticias.universia.net.mx/educacion/noticia/2017/09/07/1155577/teoria-necesidades-humanas-abraham-maslow.html https://www.who.int/mental_health/who_aims_country_reports/guatemala_who_aims_report_spanish.pdf https://www.who.int/mental_health/who_aims_country_reports/guatemala_who_aims_report_spanish.pdf https://www.mundifrases.com/blog/2017/05/24/prejuicios-peligrosos/
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