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CASA-CIUDAD – una perspectiva de género autora: Renata Fragoso Coradin tutora: doctora arquitecta Zaida Muxí Martínez Máster Laboratorio de la vivienda del siglo XXI – 2008/2009 (5ª edición) Fundación UPC – Universidad Politécnica de Cataluña, Barcelona. conclusión: mayo de 2010 dirección: Josep Maria Montaner + Zaida Muxí coordinación: Roser Casanovas revisión textos: Isabel Aparici ilustración portada: Graziela de Oliveira Becker CASA-CIUDAD – una perspectiva de género ÍNDICE ÍNDICE 03 PARTE IV PRESENTACIÓN 07 Conciencia de género en Brasil............................125 Pedregulho...........................................................126 PARTE I La participación de Portinho.................................136 Relaciones............................................................139 Una perspectiva de género......................................13 Parque Guinle.......................................................141 Casa-Ciudad............................................................16 Dos proyectos, prioridades distintas.....................148 El espacio doméstico...............................................17 El espacio urbano....................................................20 Desde el barrio.........................................................23 PARTE V Desde el edificio.......................................................31 Desde la casa..........................................................34 De la década de 1940 a la contemporaneidad.....153 Edificio Japurá......................................................155 Vila Mara e Rio das Pedras..................................161 PARTE II Reflexiones...........................................................169 Urbanismo y género: El barrio de Gràcia.................47 PARTE VI PARTE III Experiencia Concurso Premio Caixa – IAB 2008/2009............173 El ejemplo de Viena.................................................77 Frauen-Werk-Stadt I................................................82 Frauen-Werk-Stadt II.............................................101 CONSIDERACIONES FINALES 185 Frauen-Werk-Stadt III............................................111 FWS I,II y III...........................................................120 BIBLIOGRAFÍA 189 CASA-CIUDAD – una perspectiva de género AGRADECIMENTOS A Zaida, que me acompañó y me orientó en todo el proceso, gran responsable de la materialización de este trabajo. A mis padres, Luiz y Vanda, a mi hermana Roberta, a mi novio Rodrigo y a mi amiga y compañera en los desafíos de la profesión, Fabricia. Siempre me incentivaron y me apoyaron, y también han participado en la realización de esta tesina. A todos mis queridos compañeros del Máster, que han marcado de manera muy especial esta etapa de mi vida. CASA-CIUDAD – una perspectiva de género 7 PRESENTACIÓN CASA-CIUDAD, una perspectiva de género identifica ya desde el título los dos temas principales que se abordarán en la tesina. En primer lugar indagará en la relación entre la casa y la ciudad, y para hacerlo adoptará un punto de vista desde el cual explorar los vínculos que unen ambos espacios. La perspectiva de género implica adoptar una mirada que abarque todos los colectivos y no solo la dualidad femenino-masculino, a pesar de que puede dar esa impresión. En este caso, hablar de género es hacer referencia a grupos sociales bien diversos que engloban tanto hombres como mujeres, niños, jóvenes y ancianos, así como personas con discapacidades de cualquier tipo, respetando siempre las diversidades culturales. Así pues, es desde la perspectiva de estos colectivos tan variados que se plantea explorar la relación CASA- CIUDAD. La ciudad es entendida aquí como barrio, como el espacio alrededor de nuestras casas, la ciudad próxima donde vivimos nuestro día a día y satisfacemos las necesidades de la vida cotidiana. Casas y ciudades son, al fin y al cabo, los espacios primordiales donde realizamos nuestras actividades diarias: vivimos, trabajamos, estudiamos, nos encontramos con otros, nos relacionamos, pensamos, actuamos, descansamos, etc. El concepto de género no se refiere a los sexos sino a los roles asignados a hombre y mujeres en su relación con diversas tareas y espacios, sobre todo con la generación de la necesidad de conciliar la realización de las tareas relacionadas con el mundo privado (trabajo reproductivo) y con el mundo laboral (trabajo productivo). Esta necesidad ha afectado directamente a las mujeres, pues el hecho de que las actividades relacionadas con el mantenimiento del espacio privado –la CASA– fueran asignadas a las mujeres hizo que fuéramos las primeras en reflexionar y reivindicar calidades espaciales que hiciesen posible la relación entre estos dos espacios. Como veremos, en el ámbito de la arquitectura las primeras reivindicaciones partieron de mujeres que, desde sus experiencias personales, reflexionaban sobre cuestiones como la relación entre los espacios interiores de sus casas y planteaban soluciones para obtener lugares más prácticos, agradables y adaptados a las tareas de la vida cotidiana. También profundizaban en la relación de continuidad existente entre este espacio interior y el exterior: el barrio y la CIUDAD. A pesar de todos los cambios sociales que estamos viviendo, las diferencias de género todavía no han sido superadas y aún hoy las mujeres son mayormente las responsables de las tareas del cuidado y mantenimiento de los hogares, tal y como corroboran las estadísticas: CASA-CIUDAD – una perspectiva de género 8 “La vida moderna no es tan moderna como la venden y es que, en pleno siglo XXI, las tareas del hogar siguen llevando nombre de mujer. Sólo en el 9,77% de los hogares catalanes hombres y mujeres comparten las tareas de forma igualitaria, mientras que en el 74,5% de los casos siguen siendo ellas quienes organizan lo que se tiene que hacer.” (Lopez, M., www.20 minutos.es, abril de 2010) Así pues, al hacer visibles las diferencias y valorar las necesidades cotidianas que condicionan nuestras vidas, este trabajo tiene como objetivo incentivar la reflexión sobre los espacios en que vivimos a partir de cuestiones como: ¿En qué espacios queremos vivir? ¿Cuáles son nuestros deseos y necesidades? ¿Cómo sería una casa o una ciudad construida desde la perspectiva de género? CASA-CIUDAD – una perspectiva de género 9 ESTRUCTURA La primera parte trata de conceptualizar la perspectiva de género e identifica las primeras participaciones de mujeres en la arquitectura. También define las relaciones entre los espacios públicos y los privados, y explora las condiciones que determinan nuestra actuación tanto en el espacio doméstico como en el urbano. Por último, desarrolla los criterios de género en tres escalas principales: el barrio, el edificio y la ciudad, identificando cómo los conceptos relacionados con el tema se presentan en cada uno de estos espacios. La segunda parte presenta un análisis sobre el barrio de Gràcia, en Barcelona, desde las necesidades de la vida cotidiana de un grupo variado de personajes que hipotéticamente viven en el barrio. Este análisis busca identificar qué características presenta el barrio en cuanto a la realización de las actividades del día a día y propone intervenciones basadas en los criterios desarrollados en el primer capítulo, buscando mejorar la calidad de vida de los habitantes del barrio. En la tercera parte se estudian tres ejemplos de proyectos modelocon respecto a la aplicación de los criterios de género: los Frauen-Werk-Stadt I, II y III, en la ciudad de Viena. Todos ellos fueron promovidos por el Departamento de género, incentivando la participación de las mujeres en la construcción de la ciudad, y tienen como objetivo principal hacer visibles y solucionar los deseos y las necesidades de la vida cotidiana desde la perspectiva de género. La cuarta parte explora el desarrollo de la conciencia de género en la arquitectura a partir de dos proyectos paradigmáticos en la arquitectura moderna brasileña de los años 1940-1950 en la ciudad de Rio de Janeiro. Se analizan el conjunto residencial Pedregulho y el Parque Guinle a partir de los criterios recogidos en este trabajo, buscando identificar qué características hay presentes en cada uno de ellos. Además este capítulo también señala y destaca la participación de Carmen Portinho en la realización del Pedregulho y sus aportaciones al proyecto. En la quinta parte se analiza otro proyecto de la década de 1940, ahora en la ciudad de São Paulo: el edificio Japurá, que, por ser contemporáneo de los dos proyectos anteriores, sugiere algunas relaciones y comparaciones en torno a las situaciones y necesidades que fueron determinantes en cada uno de ellos. Se estudia también otro conjunto de la década de 1990, el residencial Vila Mara e Rio das Pedras, que contó con la participación efectiva de sus habitantes en su construcción. La sexta parte describe, a partir de una experiencia personal, el proceso de concepción de la propuesta vencedora del concurso de ideas Premio Caixa–IAB 2008/2009. El proyecto, emplazado en la ciudad de São Paulo, combina la experiencia sobre la ciudad y la aplicación de los criterios aprendidos y trabajados en el máster Laboratorio de la vivienda del siglo XXI (5ª edición), también desgranados en este trabajo. PARTE I CASA-CIUDAD – una perspectiva de género 13 UNA PERSPECTIVA DE GÉNERO Hacer una tesina basada en la perspectiva de género es asumir que hombres y mujeres tienen concepciones y experiencias distintas en relación a los espacios en que vivimos. Si es así, para alcanzar el objetivo de construir una sociedad más equitativa y con mejores condiciones de vida para todos, deberíamos tener en cuenta y sacar provecho de esas diferencias. Los espacios no son neutros, no se puede hablar de su organización sin relacionarlos con las actividades que en ellos realizan hombres y mujeres en la vida cotidiana. Observando atentamente su configuración podemos notar que existe una estrecha relación entre espacios y cuestiones de género, así como entre los lugares y la asignación de roles y responsabilidades a los miembros de la sociedad. Las primeras reflexiones desde el feminismo sobre lugares y espacios aparecieron en el tránsito del siglo XIX al XX, con el movimiento de planificación urbana impulsado por algunas mujeres norteamericanas, coincidiendo con la primera hornada de los movimientos feministas. (Hayden en Bofill, 2005, pág.12). Así pues, desde mediados del siglo XIX ya es posible identificar la participación de las mujeres en la arquitectura, predominantemente en temas relacionados con la vivienda, con reflexiones y formulaciones de propuestas referentes a los espacios domésticos. “La vivienda, como espacio de responsabilidad y control asignado en la división de tareas según el género a la mujer, será el primero sobre el que incidirán las mujeres que, desde diferentes ámbitos, reflexionarán sobre los espacios de la vida cotidiana.” (Muxí, 2005, pág. 28) Es interesante destacar que estas primeras participaciones no partieron concretamente de profesionales graduadas sino de asistentes, clientes, teóricas, decoradoras o simplemente amas de casa que se dedicaron a reflexionar sobre la relación entre los espacios interiores y la realización de las tareas domésticas. Entre las primeras mujeres que trataron el tema de la vida doméstica encontramos a Catharine Beecher, quien se preocupó por la falta de servicio doméstico y sus consecuencias, como que el cuidado del hogar recaería sobre la mujer. (Muxí; Covaleda, 2005-2006, pág. 04) CASA-CIUDAD – una perspectiva de género 14 En 1841 Beecher publicó su primer libro, A Treatise on Domestic Economy, donde desde la experiencia personal escribió sobre el dominio de la casa y el mejor aprovechamiento de las tecnologías ofrecidas. En este libro se encuentran desarrollados conceptos espaciales como las cocinas bien iluminadas, de generosas medidas y con una posición central en la casa. También la importancia de los espacios de almacenaje y de las habitaciones de usos múltiples como maneras de maximizar el espacio, conceptos todavía bastante utilizados hoy en día. Posteriormente, en 1869, Catharine Beecher y su hermana Harriet Beecher Stowe publicaron un segundo libro, The American Woman’s Home, donde presentaron proyectos que partían de una premisa: si se dispone de habitaciones y mobiliarios que proporcionen variedad de usos es posible maximizar la eficiencia de los espacios. Sin embargo, sólo a inicios del siglo XX podemos identificar las primeras generaciones de profesionales. Entre ellas es importante destacar a Lilly Reich, que en 1920 fue la primera mujer nombrada directora de la Deutsche Werkbund. Encargada de las exposiciones, fue la responsable de miles de diseños alemanes para la exposición del Museo de Arte de Newark, en Nueva Jersey (Pfeiffer, www.core77.com/AWID/reich). Más tarde fue colaboradora de Ludwig Mies van der Rohe y para la exposición de arquitectura alemana en Berlín (1931) realizó la propuesta de un bloque con apartamentos mínimos de estructura lineal y abierta. Un único ambiente dividido con muebles permitía realizar todas las actividades de la casa a un tiempo y era compatible con su uso como lugar de trabajo (Muxí, 2005, pág. 36). Otra figura importante fue Margarete Schütte-Lihotzky, la primera arquitecta austriaca y la responsable del desarrollo de la “cocina de Frankfurt”. Se trata de una cocina pensada a partir de la eficiencia del trabajo cotidiano, la cual considera el mínimo de recorridos realizados dentro de este espacio. Este proyecto es parte esencial de la política progresista de viviendas (Muxí, 2005, pág.34). También son destacables los trabajos de las diseñadoras Eileen Gray, de origen irlandés, y Charlotte Perriand, francesa, que ejercieron como arquitectas. Perriand trabajó en el estudio de Le Corbusier y Pierre Jeanneret como colaboradora durante casi diez años, dedicándose principalmente al desarrollo de interiores. El concepto de relaciones espaciales fue estudiado y trabajado por la diseñadora quien, en la Unité d’Habitation, propone la integración de la cocina con el salón con el objetivo de simplificar las actividades funcionales y, al mismo tiempo, permitir la comunicación del ama de casa con el resto de la familia. CASA-CIUDAD – una perspectiva de género 15 "En 1985, reflexionando acerca de la cocina de la Unité d'Habitación, ella decía: la integración de la cocina con el salón, utilizando la 'cocina-bar', simplifica todas las actividades funcionales al tiempo que permite al ama de casa una mejora en la comunicación con su familia y amigos. Un experimento exitoso. En los pasados treinta años las cocinas han sido modernizadas con equipamientos modernos, pero la calidad de la comunicación no ha sufrido cambios." (McLeod, 2003, pág. 67, H. Abrams en Muxí, 2005, pág.37) A pesar de que la reflexión se realizara en 1985, el proyecto es de finales de la década de 1940 y ya entonces Perriand planteaba la comunicación entre los miembros de la familia, aunque en esa época se ubicaba al ama de casa en la cocina y hoy es aplicable a cualquiera. En Barcelona la primera mujer en obtener el título de arquitecta fue MargaritaBender Rubira, quien lo consiguió en 1962 tras convalidar sus estudios. Así pues, la primera arquitecta catalana en estudiar la carrera completa en la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Barcelona fue Mercedes Serra Barenys, graduada en 1964 (Muxí; Covaleda, 2005-2006, pág. 04). En Brasil, Carmen Portinho fue la tercera mujer que se graduó en ingeniería, en el año de 1926. Destacó por su implicada participación en los movimientos feministas y en la modernización de la arquitectura brasileña. También en el mismo contexto se puede citar a Lina Bo Bardi, arquitecta italiana naturalizada brasileña que también jugó un papel activo en diversas cuestiones sociales y culturales del país. En general, la participación de las mujeres en la disciplina ha aumentado bastante en los últimos años. Hoy en día la presencia femenina en las escuelas de arquitectura supera el 50% del alumnado pero el reconocimiento profesional no llega a la misma medida, hecho estrechamente relacionado con la dificultad de compatibilizar la vida familiar con la laboral. La división de roles, reforzada en el siglo XIX, siempre dificultó el desarrollo de la vida pública de las mujeres. Después de la Segunda Guerra Mundial las ciudades resultantes del pensamiento racionalista, segregadas funcionalmente, reforzaban el aislamiento de las mujeres en las zonas residenciales, donde desarrollaban el trabajo reproductivo, cuidando de la casa y de los niños mientras los hombres se desplazaban hacia los centros económicos para trabajar. En los últimos 40 años la vida cotidiana ha cambiado bastante en el mundo Occidental, principalmente para las mujeres, que se han incorporado cada vez más al mercado del trabajo remunerado. Las familias nucleares incluyen CASA-CIUDAD – una perspectiva de género 16 hoy pocos miembros y representan la mitad del resto de grupos de convivencia. La inmigración también es un factor a ser considerado por haber aportado una mayor diversidad de costumbres y culturas en las ciudades. En definitiva, la incorporación de la perspectiva de género busca valorar la experiencia femenina de la vida y considerar la diversidad social y cultural de la población en las acciones de transformación del entorno y del territorio (Bofill, 2005, pág. 12). Pero ¿cómo se diseña una ciudad con perspectiva de género? De acuerdo con lo aportado por Carmen Morán en un artículo para El País (Morán, 2007, El País), no se trata de facilitar la vida a la mujer sino que estos cambios, que a las mujeres nos beneficiarían en mayor medida dadas las tareas que tradicionalmente desarrollamos, sean en realidad útiles para todos. CASA-CIUDAD “Dado que aquello que llamamos género es una construcción social y cultural que asigna roles y responsabilidades – al tiempo que fija límites– el espacio en que desarrollamos nuestras vidas está organizado para albergar estas diferencias impuestas. La escenificación y puesta en práctica de roles tiene dos espacios primordiales: la casa y la ciudad.” (Muxí, 2008, pág. 06) Si la casa es el lugar de la primera socialización, podemos entender que es también el espacio donde se desarrollan las primeras relaciones de género. Pero la gestión de la vida cotidiana no tiene lugar solamente en el interior, es también un conjunto de actividades y comportamientos que se producen en el espacio público, es decir, en la ciudad. La relación casa-ciudad, por tanto, es complementaria y presenta un doble significado, como si reuniera dos mundos, uno interior, privado, relacionado con el trabajo reproductivo y asignado al género femenino, y otro exterior, público, vinculado al trabajo productivo y asignado al género masculino. Esta división imaginaria que relaciona los espacios de la ciudad con el hombre al mismo tiempo que excluye a la mujer de la vida pública, muestra la importancia de incorporar la perspectiva de género en el planeamiento urbanístico, el diseño del espacio urbano y la organización de la vida cotidiana, incorporando la experiencia femenina a la construcción de mejores condiciones de vida para todos y todas. CASA-CIUDAD – una perspectiva de género 17 El ESPACIO DOMÉSTICO Soledad Murillo, autora de El mito de la vida privada, aborda la relación entre espacios públicos y privados añadiendo un tercer término: el espacio doméstico. Para Murillo, espacio privado no equivale a espacio doméstico cuando se habla desde la percepción de las mujeres. De una manera general, al espacio privado se vinculan actividades tranquilas, de descanso, es un lugar reservado e íntimo. En cambio, las mujeres lo relacionan con un conjunto de prácticas afectivas y materiales orientadas al cuidado y la atención de otros, a demandas que les impiden de apropiarse de un tiempo en singular. Los distintos usos de los espacios distribuyen lugares y asignan protagonismos. De esta forma, Murillo concluye que el ámbito público no pertenece a las mujeres que no realizan trabajo productivo y el privado está tan próximo al universo doméstico que, para ellas, se convierte en inexistente. Por contra, a los hombres les pertenece tanto el espacio público como el privado. La domesticidad forma parte del trabajo reproductivo, se define por el comportamiento, la disposición a prestar atención y dar respuestas a las necesidades del otro, al cuidado de las personas y del hogar. Como cita Atxu Amann en su tesis de doctorado, el trabajo doméstico es como un ritual de actos secuenciales basado en una sensación de mantenimiento que sólo se percibe cuando no existe (01) [Amann, 2005, pág. 81]. “Los estilos de vida cambian al ritmo que las sociedades avanzan, entretanto la domesticidad parece permanecer ajena a las transformaciones sociales.” (Murillo, 2006, pág. 09) (01). Mantenimiento del hogar, una tarea invisible. CASA-CIUDAD – una perspectiva de género 18 Actualmente hay un elevado porcentaje de mujeres en el mercado de trabajo, lo que les permite participar en el espacio público. Pero, además del trabajo productivo, las mujeres siguen siendo las responsables de las demandas del hogar y las representantes del espacio doméstico. Según la encuesta de empleo del tiempo realizada por el Instituto Nacional de Estadística (INE) en 2007 (www.ine.es), las tareas domésticas y el cuidado de niños y ancianos son tareas eminentemente femeninas, ya que las realizan el 93% de las mujeres frente al 70% de los varones. De ello se deriva una ausencia de vida privada en el día a día de las mujeres y la necesidad de participación de los miembros de la familia en los quehaceres del hogar. En algunos casos, mujeres de clase media-alta apelan a un proceso de sustitución y contratan servicio doméstico, lo que no resta presencia del sexo femenino en las tareas reproductivas, pues esta actividad a domicilio es una profesión totalmente feminizada. En Brasil, la proporción de mujeres en posiciones de dirección es menor (4,4% frente al 5,9% de hombres) mientras que las trabajadoras domésticas representan el 15,8%, cifra muy superior al 0,8% de hombres en esa profesión (www.ultimosegundo.ig.com.br, 10 de septiembre de 2009). De acuerdo con el artículo publicado en el periódico El País el 11 de enero de 2010, en España el 18% de los hogares en los que trabajan los dos miembros cuentan con ayuda de una empleada doméstica, porcentaje que en el caso de las unidades familiares con mujeres con sueldos mileuristas aumenta al 20% y en el de trabajadoras con salarios superiores a los 2.500 euros, al 90% de los hogares (www.elpais.com). “A pesar de registrarse una pluralidad de estilos de vida en la constelación familiar (convivenciales, bisalariales, familias monoparentales) y de disponer de mayores avances tecnológicos, la organización y resolución de problemas cotidianos quedan a cargo de la mujer.” (Murillo, 2006, pág. 121) Hoy en díase puede decir que la pareja empieza a compartir algunas tareas pero las estadísticas muestran que el desequilibrio aún es muy grande. El artículo de El País también señala que en España la mayoría de los hombres entre 25 y 50 años sigue dedicando menos tiempo a las tareas domésticas que sus parejas. Otro estudio realizado por el INE en 2003 indica que los varones de entre 25 y 29 años que conviven con sus parejas dedican al día un máximo de 1 hora y 55 minutos a las tareas del hogar, mientras las mujeres emplean 3 horas y 47 minutos. CASA-CIUDAD – una perspectiva de género 19 En el periódico de distribución gratuita 20 minutos, un artículo de 14 de abril de 2010 destaca que sólo en el 9,77% de los hogares catalanes hombres y mujeres comparten las tareas de forma igualitaria. “En cuanto al tiempo semanal destinado a llevar a cabo las tareas domésticas o al cuidado de personas con dependencia, ellas (las mujeres) siguen ganando por goleada: casi triplican el tiempo destinado por los hombres. Así, las mujeres dedican una media de 23 horas por semana a llevar a cabo estos quehaceres, contra las 7,6 horas de ellos.” (www.20minutos.es) Mientras tanto, en Brasil, según una encuesta realizada por el IBGE (Instituto Brasileiro de Geografía e Estatística) en 2004, las mujeres dedicaban una media de 22,1 horas por semana a las actividades domésticas, más del doble de las 9,9 horas semanales empleadas por los hombres. Si consideramos una hipotética jornada diaria de 8 horas en un periodo de 5 días, sería posible afirmar que las mujeres ocupadas trabajan, además de la jornada laboral, una media de 4,4 horas cuidando de las tareas domésticas, frente a las 2 horas adicionales dedicadas por los hombres a estas actividades. (www.ibge.gov.br) (02). Hogar y familia – Personas que realizan cada actividad en el transcurso del día (%). Fuente: www.ine.es CASA-CIUDAD – una perspectiva de género 20 El gráfico anterior, publicado en el boletín informativo del INE de abril de 2007, representa el porcentaje de tiempo que hombres y mujeres dedican a cada tipo de actividad doméstica durante el día (02). En él podemos advertir que la mayor diferencia de participación de los miembros se da en las actividades culinarias y en las relacionadas con el mantenimiento del hogar. Por otro lado, la jardinería, el cuidado de los animales y las actividades relacionadas con la construcción o reparación son llevadas a cabo mayoritariamente por hombres, mientras que las gestiones del hogar son compartidas por los dos miembros de la pareja. (www.ine.es) EL ESPACIO URBANO Hombres y mujeres tienen diferentes formas de utilizar el espacio urbano y de desplazarse por él. En general, los hombres se caracterizan por sus movimientos lineales, desde casa tienen el trabajo como único destino y muchas veces hacen el recorrido en coche. Por su parte, las mujeres, en su mayoría las responsables del trabajo reproductivo, realizan desplazamientos poligonales, es decir, salen de casa con un itinerario que recala en diversos puntos antes de llegar al destino final y para cuya realización normalmente utilizan transportes públicos. (03). Conferencia de Franziska Ullmann, 2008. CASA-CIUDAD – una perspectiva de género 21 Como se observa en los esquemas anteriores, desarrollados por la arquitecta austriaca Franziska Ullmann, dejar y recoger a los niños en las guarderías o colegios, hacer las compras y acompañar a familiares al médico son algunas de las tareas que forman parte de las actividades para el mantenimiento de la vida cotidiana (03). A pesar de ello, la formación de las ciudades no favorece la realización de estas tareas ni oferta siempre equipamientos o servicios próximos a las viviendas, en ocasiones las calles no están pensadas para caminar, los transportes tampoco son adecuados y todo ello sin olvidar la sensación de seguridad, factor muy importante para convertir la ciudad en un espacio agradable para el uso de todos. Siguiendo lo apuntado por Isabel Velázquez, podemos afirmar que las ciudades están llenas de barreras invisibles, el control real en ellas es tan fuerte que no necesita de elementos materiales. Los espacios que la mujer usa efectivamente están bien delimitados en el mapa mental de casi todas las ciudadanas, con especificidades de lugar y de tiempo. (Velázquez, 2001, pág.01) Con respecto a la sensación de seguridad, este es un factor que afecta no sólo a las mujeres, sino que hombres, niños y ancianos también acaban por limitar sus desplazamientos a determinadas zonas y durante algunas horas del día. Para las mujeres esta sensación va más allá de la fragilidad o vulnerabilidad física: está relacionada con una construcción cultural pues, durante mucho tiempo, la presencia de la mujer en las calles no era respetada sino más bien estigmatizada. Es decir, las calles no eran espacio para las mujeres. Hasta la década de 1990 la planificación urbana se guiaba por la idea de la organización del entorno para lograr más productividad y, por tanto, mayor bienestar de la sociedad. Se asociaba bienestar con productividad y la manera de conseguir una racionalización del territorio estaba en manos de los especialistas, que generalmente eran hombres. Esta división, que pretendía ser una racional organización de nuestras vidas, ha conducido a un mundo irracional, injusto y desequilibrado, centrado en la rutina masculina (Bofill, 2005, pág. 27). Entonces pasamos a plantearnos diversas cuestiones: ¿cómo incorporar la experiencia femenina en la organización de las ciudades? ¿Qué hace falta para que las ciudades sean un espacio para todos? ¿Cómo sería esta ciudad más agradable e igualitaria? ¿Qué características tendría? ¿Cuáles serían los cambios necesarios? Ya en la década de 1960, Jane Jacobs, en su libro Muerte y vida de las grandes ciudades, mostraba su preocupación por el tema de la construcción de las urbes y cuestionaba la calidad de los espacios; basándose en cuestiones cotidianas, estudiaba nuevos principios para el planeamiento urbano. Para ella, las ciudades necesitaban una más CASA-CIUDAD – una perspectiva de género 22 densa e intrincada diversidad de usos que se sostuviesen y se apoyasen unos a otros, tanto económica como socialmente. “... los tipos de calle seguros y los tipos de calle inseguros; la razón de que algunos parques urbanos sean tan maravillosos y otros casi trampas y hasta trampas mortales; porqué cierto barrios bajos siguen siendo los infectos barrios bajos de siempre y otros han conseguido regenerarse venciendo resistencias oficiales y hasta financieras; por qué se desplazan los centros de ciudad y las áreas comerciales; qué es una vecindad autentica y cómo se puede levantar una verdadera vecindad en las grandes ciudades.” (Jacobs, 1961-2007, pág. 01) También Dolores Hayden, en la década de 1970, criticó el tejido de los suburbios americanos y la manera como las mujeres acababan recluidas dentro de sus casas debido a la monofuncionalidad de los espacios de las ciudades. Como ya hemos citado anteriormente, estas ciudades disgregadas, donde las viviendas están a kilómetros de los centros de trabajo y éstos, a otros tantos kilómetros de los lugares de ocio, no favorecen la integración de los ciudadanos y el desarrollo de la vida cotidiana. La arquitecta española Anna Bofill defiende el modelo de la ciudad racimo de uva donde a medida que aumenta la población, se va añadiendo otra uva (Morán, 2007, El País). Bofill quiere enfatizar el de hecho de que una buena estructura de ciudad sería en realidad un conjunto de microciudades, zonas con todos los servicios, equipamientos y comercios, viviendas, áreas deportivas, de ocio y de cultura necesarias: todo ello próximo al ciudadano, que no exija a los habitantes grandes desplazamientos. En ladécada de 1990 se presentó la Carta europea de la mujer en la ciudad, resultado de un proyecto de investigación realizado por un equipo europeo y subvencionado por la Comisión de la Unión Europea (Unidad de igualdad de oportunidades). Su objetivo era evaluar la situación de las mujeres en la ciudad y abrir un debate entre todos los participantes porque la igualdad en democracia mejoraría las condiciones de vida de todos. Son muchas las experiencias desarrolladas a partir de la situación de las mujeres y la condición de las ciudades, como por ejemplo el proyecto “Mujer y ciudad” en la comunidad de Madrid (1995-1996) o el I y II Congreso de las Mujeres de Barcelona (1999 - 2009). CASA-CIUDAD – una perspectiva de género 23 Todas las pautas se sitúan más o menos en los mismos campos de acción: el equilibrio social, la valoración de lo local frente al global, la variedad, la complejidad, la consideración de las necesidades diversas y la sensación de seguridad como principales concepto debatidos. También es importante destacar que el objetivo principal es favorecer de forma equilibrada a todos los grupos sociales que componen la ciudadanía y que este planeamiento para la igualdad no es responsabilidad exclusiva de las mujeres, de la gente mayor o de los inmigrantes. Aunque incorporar las voces y percepciones de las mujeres sea una parte fundamental en el proceso, la responsabilidad del diseño sensible de un planeamiento para la igualdad corresponde a todas y todos los técnicos y políticos, no únicamente a las mujeres o grupos afectados (Velázquez, 2001, pág.04). Por tanto, basándose en estos estudios y experiencias, la intención en este trabajo es unir algunos criterios clave en la creación y desarrollo de espacios, desde la casa hasta la ciudad, que sirvan para la reflexión y sean útiles para la construcción de viviendas más flexibles y adaptables tanto a las personas como al tiempo, y de ciudades más amables e igualitarias. DESDE EL BARRIO “Para desarrollar la vida personal en igualdad de condiciones y oportunidades, la vivienda debe situarse en un entorno que facilite las múltiples variables que la conforman. Se debe considerar el barrio como el espacio urbano en el cual desarrollamos nuestra vida cotidiana. Su tamaño está medido en función de la distancia que se puede hacer en 5 o 10 minutos a pie. Es dentro de esta distancia donde se debe encontrar la variedad de ofertas de equipamientos, viviendas, trabajos, comercios y espacios públicos para desarrollar una vida cotidiana que favorezca la plena integración de todos los habitantes en la vida privada y pública.” (Muxí, 2009, pág. 18) Empezaremos por una escala general pero, en lugar de tratar directamente de la ciudad, nos acercaremos a una realidad un poco más próxima al ciudadano: el barrio o la unidad vecinal. La razón es sencilla: si logramos que cada CASA-CIUDAD – una perspectiva de género 24 barrio sea suficientemente agradable y que consiga atender las necesidades de la vida cotidiana de su población, el conjunto de estos barrios sumados a una buena infraestructura viaria y de transportes que los articule entre sí, seguramente resultará en una ciudad bien estructurada y de calidad. En esta escala, por tanto, estudiaremos los criterios relacionados con la presencia de infraestructuras para la vida cotidiana, la sensación de seguridad, la movilidad y los espacios públicos. El objetivo es desarrollar una serie de criterios y herramientas que favorezcan la generación de espacios para la sociabilidad, la creación de barrios que proporcionen variedad de oportunidades y posibilidades a sus habitantes, que además de las viviendas también ofrezcan una red de equipamientos, comercios y servicios que puedan generar trabajo y crear la sensación de identidad y reconocimiento por parte de las personas que ahí viven. Infraestructuras para la vida cotidiana Hace aproximadamente 25 años, un grupo de mujeres nórdicas empezó a movilizarse en favor de la conciliación del trabajo y la familia. Estas mujeres aplicaban a su proyecto, de diez años de duración, un modelo de acción que comprendía la creación común de una infraestructura de apoyo a la vida cotidiana. Esto quería decir que la localidad debería ofrecer oportunidades para compaginar el hogar, el trabajo y el cuidado de terceros de manera viable (Horelli en AAVV, 2006, pág. 205). De esta manera, basándonos en el concepto desarrollado por el grupo de mujeres nórdicas, en este trabajo entenderemos por infraestructuras para la vida cotidiana el conjunto de equipamientos, comercios y servicios existentes en el entorno urbano. Es muy importante que un barrio no esté formado solamente por viviendas ya que la presencia de estas infraestructuras es fundamental para la realización de las tareas de reproducción. “Los equipamientos complementan la estructura urbana de las ciudades y hacen compleja la dualidad público- privado, interior-exterior, vivienda-ciudad, otorgando espacios específicos de salud, aprendizaje, servicio, comercio, difusión cultural, centros juveniles, etc. Su distribución en el territorio en relación a los usos y a las redes de movilidad garantiza la calidad de vida, para que se conviertan en estrategias para fomentar redes sociales, generar intercambio de servicios y posibilitar diferentes tiempos de uso acercando su funcionamiento a la complejidad de la vida cotidiana.” (Montaner/Muxí, 2008, pág. 13) CASA-CIUDAD – una perspectiva de género 25 ¿Dónde hacer las compras? ¿A qué distancia está el centro médico más próximo? ¿Dónde se encuentran las escuelas o guarderías? ¿Cuál la biblioteca más cercana? ¿Dónde ir a pasear, caminar o practicar deporte? ¿Cuál la distancia entre mi casa y mi trabajo? Todas estas cuestiones están relacionadas con las actividades que realizamos en nuestro día a día. Como ya hemos visto anteriormente, el mantenimiento del hogar no se realiza únicamente en su interior y tener cerca estos equipamientos facilita mucho la realización de las tareas exteriores; lo ideal sería poder encontrarlos a una distancia que no superara los 5 o 10 minutos a pie desde nuestras casas (Muxí, 2009, pág. 18). La existencia de toda una serie de equipamientos como escuelas, guarderías, bibliotecas, instalaciones deportivas y centros para gente mayor promociona el intercambio entre los espacios públicos y privados, a la vez que genera redes sociales y de proximidad. La consolidación y distribución equitativa de estos espacios intermedios y abiertos construye una ciudad en igualdad de condiciones para mujeres y hombres (Montaner/Muxí, 2008, pág. 13). Como el trabajo reproductivo es realizado mayoritariamente por las mujeres, la proximidad de estas infraestructuras hace posible un mejor aprovechamiento del tiempo utilizado en los desplazamientos entre estos centros y da como resultado más tiempo libre para realizar otras actividades o para el propio trabajo productivo. Tan importante como los equipamientos es también la presencia de comercios y servicios. Los mercados, supermercados, cafés y restaurantes, centros de salud, farmacias, carnicerías y tiendas en general deben encontrarse inmersos en el tejido de los barrios y tener siempre en cuenta la diversidad de tipos y horarios para atender a las necesidades de la población. En ciudades funcionalmente segregadas, la simple tarea de salir a comprar el pan o cualquier otro producto de primera necesidad puede resultar muy complicada y llevar bastante tiempo. Normalmente las familias que viven esta situación hacen las compras una vez por semana, en especial los sábados, para lo cual se desplazan a grandes supermercados. Esta práctica muchas veces se transforma en un hábito en el que se implican todos los miembros de la familia y en el que se invierte un tiempo que podría ser utilizado para actividades de ocio o descanso (Bofill,2005, pág. 44). Además de hacer más fácil la vida cotidiana, estas infraestructuras también son generadoras significativas de empleos por lo que, de esta manera, el trabajo también estaría cerca de casa y redundaría en una mejora de la gestión del tiempo de las personas. Si somos capaces de realizar todas sus necesidades reproductivas y productivas en un entorno próximo, contaremos con más tiempo libre para otras actividades y la ciudad no se sobrecargará con desplazamientos excesivos. CASA-CIUDAD – una perspectiva de género 26 Los recorridos realizados a pie propician el encuentro y la relación entre los vecinos. Además, las zonas con mezcla de usos, donde los comercios suelen ocupar las plantas bajas de los edificios, tienen vida y actividad en las calles lo que repercute positivamente en el incremento de la seguridad local. Sensación de seguridad Los espacios no son neutros, existe una clara conexión entre el diseño urbano y la violencia hacia las mujeres, la cual acaba limitando sus desplazamientos y sus actividades al incrementar el sentimiento de inseguridad. Este es un sentimiento difícilmente cuantificable que reposa en elementos emocionales y está en estrecha relación con la calidad, el confort, el acondicionamiento, la limpieza, el mantenimiento y la actividad en los espacios urbanos (Bofill, 2008, pág. 48). La sensación de inseguridad, que afecta mayoritariamente a las mujeres, acaba generando un uso restringido de la ciudad. Es decir, para salir a las calles acaban eligiendo ciertos lugares y determinados horarios del día que transmiten una mayor sensación de seguridad. La libertad de ir y venir está estrechamente conectada con el concepto de seguridad en el espacio público pues, si los espacios no transmiten sensación de seguridad, las personas pasan a elegir horarios menos conflictivos para realizar sus tareas, priorizando los momentos del día en que hay luz y mayor cantidad de gente en las calles. Por este motivo, las zonas con diversidad de usos favorecen la seguridad ya que generan actividad y vida en los espacios públicos, además de asegurar la presencia de comerciantes y trabajadores que están constantemente realizando una vigilancia natural. Igualmente la existencia de equipamientos nocturnos como bares, restaurantes o cines garantiza la presencia de personas en las calles también por la noche. “Es una cosa que todos ya saben: una calle con actividades consigue garantizar la seguridad; una calle desierta, no. Pero, ¿cómo es que ocurre eso, en realidad? ¿Qué hace a una calle tener actividades o ser evitada?... Primero, debe ser nítida la separación entre el espacio público y el espacio privado. El espacio público y el privado no se pueden mezclar como normalmente ocurre en los suburbios o en conjuntos habitacionales. CASA-CIUDAD – una perspectiva de género 27 Segundo, deben existir ojos para la calle, los ojos de aquellos que podemos llamar de propietarios naturales de la calle. Los edificios de una calle preparada para recibir otras personas y garantizar la seguridad tanto de ellas cuanto de los habitantes deben estar vueltos para la calle. No pueden estar en los fondos o un lado muerto para la calle y dejarla ciega. Y tercero, las aceras deben tener usuarios transitando todo el tiempo, tanto para aumentar en las calles el número de ojos atentos como para inducir un número suficiente de personas de dentro de los edificios de la calle a observar las aceras. A nadie le gusta estar en la puerta de una casa o a la ventana mirando una calle vacía...” (Jacobs, 1961- 2007, págs. 35 y 36). El concepto de visibilidad es muy importante para la sensación de seguridad, como se desprende de la cita de Jane Jacobs; poder ver y ser vista garantiza una mayor tranquilidad. Poder observar los espacios exteriores, públicos e intermedios desde el interior de las casas se transforma en un mecanismo de control visual que es realizado por la propia comunidad. Generar espacios y accesos transparentes también facilita mucho este control visual; si las escaleras, las paradas de autobuses, los accesos a los aparcamientos y al metro tienen una buena visibilidad se tornan elementos fácilmente controlables y más seguros. Una buena iluminación en las calles y espacios públicos es otro factor de fundamental importancia, pues nadie se siente seguro al cruzar lugares oscuros, que no ofrecen una clara lectura y comprensión de su trayecto. Si hay iluminación, hay más gente por las calles, mayor actividad y, consecuentemente, mayor sensación de seguridad. Es importante que calles y plazas estén siempre bien señalizadas para que las personas sepan dónde están y a dónde se dirigen. También se deben evitar guetos y calles sin salida, así como que límites y muros no sean altos y sin visibilidad. Generar espacios urbanos permeables también es una cuestión de seguridad. CASA-CIUDAD – una perspectiva de género 28 Movilidad “Tenemos que pensar la movilidad respondiendo a la diversidad y a la seguridad en todos sus aspectos, facilitando la planificación de todas las actividades de la vida cotidiana y haciendo posible la igualdad de oportunidades en el acceso a la ciudad.” (Col.lectiu Punt 6 - catálogo) Tratar la movilidad no es abordar solamente los transportes sino también la accesibilidad, la calidad de los recorridos viales, las calles y aceras así como la eficacia de toda esta red en la gestión de la vida cotidiana de todos los ciudadanos y ciudadanas. Priorizar los recorridos peatonales frente a los de vehículos es una manera de valorar la proximidad: si estamos destacando la importancia de tener en cada barrio una buena infraestructura para que las personas no se vean obligadas a realizar largos desplazamientos por la ciudad para realizar sus actividades cotidianas, la existencia de una red de vías peatonales eficaces y de calidad durante los recorridos favorece esta práctica. Los cambios de nivel deben realizase conscientemente, sin olvidar a la gente mayor y a las personas que presentan discapacidades físicas, utilizando rampas y cambios de pavimento para proporcionar recorridos continuos y seguros. El tiempo de los semáforos también es otro factor importante, pues muchas veces estos elementos no tienen en cuenta el tiempo real que necesita una persona para cruzar una avenida. Es importante considerar situaciones particulares como las de los ancianos, las de personas con movilidad reducida o las de cualquiera que empuje un carro de la compra o de bebé. Cabría también reflexionar sobre la situación de los pasos de cebra, que deben estar muy bien ubicados para favorecer esta continuidad en el recorrido. Las aceras deben ser suficientemente anchas para el tránsito de personas, descontando el espacio ocupado por los elementos de mobiliario urbano, los equipamientos y también los árboles, que tienen presencia muy importante en las calles pero que no deben actuar como obstáculos en los trayectos de los transeúntes. También los accesos a los edificios y aparcamientos deben estar bien ubicados para no dificultar el tránsito peatonal. En cuanto a los transportes públicos, la variedad es el concepto principal. Cada barrio debe contar con un fácil acceso a toda una red de transportes públicos integrados como metro, ferrocarriles, autobuses y, en el caso de Barcelona, también el bicing (sistema público de bicicletas que se ha convertido ya en un medio de transporte más). CASA-CIUDAD – una perspectiva de género 29 La variedad de horarios debe ser tenida en cuenta: el servicio debería atender las franjas con mayor flujo de gente pero también las necesidades de las personas que circulan fuera de los horarios considerados “normales” y que necesitan el transporte público. Como citó Zaida Muxí en su conferencia Desvelar el género: la viviendadel siglo XXI (IV Projetar, São Paulo), la “ciudad 24 horas” nunca es para la gente real. Al definir los horarios de los transportes nadie se acuerda, por ejemplo, de las personas que trabajan antes o después de las horas más habituales y que a veces no disponen de transporte para ir al trabajo o volver a casa. Facilitar una accesibilidad adecuada en los transportes públicos es otro de los puntos a destacar. Las plataformas de acceso para discapacitados en los autobuses y los ascensores de las estaciones de metro son recursos básicos para responder a las necesidades de muchas personas. En ocasiones, moverse con un carro de la compra o de bebé no es tarea fácil. Seguramente todos hemos presenciado los apuros de una madre para subir las escaleras de una estación de metro con un carrito. Esta y muchas otras situaciones pueden evitarse con el desarrollo de un buen proyecto de accesibilidad y movilidad. Espacios públicos El conjunto de calles, plazas, parques y otros tipos de espacios comunes configura los espacios públicos. La calidad y buena conexión entre estos elementos ayudan a generar una ciudad más agradable e igualitaria. El concepto de espacio público está fuertemente conectado a los criterios de movilidad, incluso resulta difícil determinar un límite claro entre ellos ya que ambos abordan la accesibilidad y el privilegio del peatón frente a los coches, así como la construcción de aceras suficientemente anchas para acoger diferentes actividades y la seguridad. Es importante que las personas se identifiquen y se apropien de ellos, convirtiéndolos en habitables y activos. Los espacios públicos deben favorecer la autonomía y la socialización de las personas ya que han sido trazados para responder a las necesidades de mujeres y hombres (Montaner/Muxí, 2008, pág. 04). Es importante que las mujeres se sientan confortables y seguras en estos lugares: hoy en día el espacio público ya no pertenece sólo a los hombres y debe ofrecer toda la infraestructura necesaria para acoger también a las mujeres, los niños y la gente de la tercera edad. CASA-CIUDAD – una perspectiva de género 30 Las actividades que llevan a cabo los niños en la calle no son las mismas que desarrollan los jóvenes o la gente mayor, por tanto debe tenerse en cuenta la variedad de espacios necesaria según la edad, el sexo o la cultura de procedencia de los usuarios de los mismos. Deben incluirse a su vez espacios de descanso para madres y padres cerca de donde juegan los niños y lugares adecuados para realizar actividades deportivas que den libertad a los jóvenes. Para la gente de la tercera edad hay que pensar áreas de descanso pero también espacios donde puedan desarrollar actividades como algunos juegos (petanca, etc.), bailes o paseos con trayectos para caminar. Sólo de este modo se puede responder a las particularidades de toda la gente. El mobiliario urbano completa los espacios públicos al mismo tiempo que los ornamenta. Ofrecer una variedad de colores, texturas y materiales refuerza la identidad de los lugares. La presencia de bancos a la sombra y de zonas de descanso favorece la relación entre las personas y entre éstas y los lugares, incluso colabora con la seguridad local gracias al control visual y la presencia en las calles. La presencia de vegetación y agua también es fundamental cuando se pretende crear un espacio urbano acogedor y agradable. Eso sí, hay que prestar atención para que los espacios verdes no sean muy extensos y actúen como grandes barreras. Los árboles también son muy importantes pero no deben interferir la iluminación ni la seguridad de las calles. Si se tienen en cuenta estos conceptos, seguramente los barrios se beneficiarán de una mayor calidad espacial y las personas obtendrán mayor calidad de vida al poder reconocer cerca de sus casas espacios agradables para pasear, estar y encontrarse con los demás. CASA-CIUDAD – una perspectiva de género 31 DESDE EL EDIFICIO El edificio concentra una serie de conceptos que bordean el límite entre el barrio y la vivienda. Presentaremos ahora algunos criterios relacionados con estos espacios que no están ni dentro ni fuera y otros vinculados a la estructura del propio edificio que, a pesar de vincularse directamente con los espacios interiores de la casa, pertenecen al ámbito más general del edificio o del conjunto residencial. Espacios de transición “Los espacios intermedios surgen como aquellos espacios que están al otro lado de la puerta de la vivienda y que no son la calle o la plaza dominada por los vehículos. Son lugares dentro del tejido de una unidad vecinal que, no siendo la vivienda, son espacios de tránsito o de encuentro de peatones, cubiertos o descubiertos, pero abiertos al aire libre y comunitarios.” (Bofill en AAVV, 2006, pág. 211) Los espacios de transición son los responsables de la conexión gradual entre lo público y lo privado. Pueden ser identificados como espacios semi-públicos por tener uso común por parte de los habitantes del edificio o del conjunto habitacional, y son ejemplos de ello las instalaciones para el uso de los vecinos, los espacios de juegos para los niños, las zonas para reuniones, los espacios de almacenaje común, las lavanderías y los huertos comunitarios. Las azoteas, cuando son accesibles, también se consideran espacios de uso común donde se pueden llevar a cabo varias actividades. Cuando existen, los pasillos de acceso a las viviendas actúan como extensiones de las casas: además de simples espacios de paso, son también zonas donde los vecinos se encuentran y donde pueden jugar los niños. Toda esta serie de espacios de relación y de paso desde lo público hacia lo privado, los cuales facilitan el incremento de las redes de relación entre las personas, son un factor más a tener en cuenta en la evaluación del concepto de seguridad. CASA-CIUDAD – una perspectiva de género 32 Como se observa en el esquema siguiente, la presencia de ventanas, balcones, pasillos exteriores o azoteas accesibles proporciona visibilidad, es decir, desde dentro de los edificios las personas ven la calle, hecho que aumenta el control visual (04). Este esquema se desarrolló para la propuesta de Vivienda social del concurso Premio Caixa–IAB 2008/2009, en São Paulo, Brasil, que se abordará extensamente en la PARTE IV. Mezcla de usos La mezcla de usos en los edificios también es un otro factor que favorece la seguridad, además de proporcionar infraestructura a las necesidades de la vida cotidiana de los habitantes. Así pues, es aconsejable que la planta baja esté ocupada por equipamientos, actividades comerciales o de servicios. En las plantas superiores, de uso residencial, ofrecer variedad de tipologías y una posible integración entre los ámbitos de las viviendas son buenas estrategias para atender las múltiples composiciones familiares y de grupos de convivencia existentes en la actualidad. (04). Esquema sobre los espacios de transición – concurso: Premio Caixa – IAB 2008/2009 – 4ª edición. Coradin/Zulin/Cuzziol. CASA-CIUDAD – una perspectiva de género 33 De acuerdo con un artículo de Anna Bofill, en Europa ya son más de un 60% las personas que no viven en familias nucleares y, en Barcelona, estas modalidades diferentes de convivencia, que empezaron a emerger hace 20 años, ahora ya se dan aproximadamente en un 50% o más de los hogares (Bofill en AAVV, 2006, pág. 210). Adaptabilidad Dada la actual variedad de usuarios, debemos pensar edificios y viviendas a partir del concepto de la adaptabilidad, es decir, que ofrezcan capacidad de adecuación a las diferentes situaciones familiares y agrupaciones de personas que pueden sucederse con el paso del tiempo y la superación de las sucesivas etapas de la vida de sus habitantes(05). Para hacer posible la variedad tipológica y la integración entre ámbitos deben pensarse sistemas constructivos independizados que no condicionen la división de los espacios. El uso de una estructura modular también facilita la flexibilidad y adaptabilidad del edificio y permite la adición o sustracción de módulos de acuerdo con las necesidades de los habitantes (06). Sostenibilidad Además no debemos olvidarnos de la importancia de proyectar edificios basados en los criterios de sostenibilidad, considerando los flujos de materiales y energía utilizados en su construcción (07). (05) Adaptabilidad (06) Sistemas constructivos independizados (07) Flujo de materiales y energía CASA-CIUDAD – una perspectiva de género 34 Los edificios también deben contar con los principios básicos de buena orientación en relación al sol, buena iluminación y ventilación natural cruzada, así como la presencia de vegetación pues, cuando se utilizan correctamente, estos recursos mejoran la calidad del conjunto y disminuyen el consumo de energía. La altura de los edificios, además de respetar las normativas de ocupación del suelo, debe considerar siempre no hacer sombra al resto de edificaciones para garantizar así la buena iluminación de las viviendas. DESDE LA CASA Durante los últimos 30 años la vivienda ha cambiado muy poco y es cada vez más evidente que las distribuciones actuales de los pisos no se adecúan a las formas de vida y de relación que existen hoy día, sobre todo para las mujeres (Bofill en AAVV, 2006, pág. 209). Hasta hace poco la composición del grupo familiar era bien distinta de las actuales. Lo más común era la familia tradicional, es decir, la patriarcal, en la cual el hombre era responsable del trabajo exterior y la mujer la encargada del cuidado del hogar y de los niños. En el transcurso de las últimas décadas la sociedad ha cambiado y la mujer ya no está únicamente en casa; muchas trabajan y tienen su espacio en el mundo exterior. Entonces ¿quién cuida ahora de la casa? Como vimos anteriormente, las mujeres que trabajan fuera aún dedican gran parte de su tiempo a las tareas domésticas y, poco a poco, los hombres también empiezan a colaborar con la realización de estos quehaceres, pero las casas en que vivimos no facilitan estas actividades. De acuerdo con Atxu Amann, las viviendas de hoy son espacios de ayer, proyectados bajo los patrones racionalistas del CIAM, a los que se le han sobrepuesto instalaciones y adaptaciones para dar respuesta a las necesidades de la vida cotidiana, superando la arquitectura. (Amann, 2005, pág. V) Las cocinas, por ejemplo, son normalmente espacios muy cerrados que no invitan a los otros miembros de la familia a compartir las tareas que en ella se realizan. Por tanto, es importante revisar el concepto de vivienda considerando que los espacios dedicados a tareas domésticas han de facilitar la participación de todos (Muxí, 2009, pág. 05). CASA-CIUDAD – una perspectiva de género 35 No es que exista una tipología espacial única e ideal, tampoco se trata de desarrollar “el modelo de la vivienda contemporánea”, pero hay varios factores que pueden ser tenidos en consideración en el diseño de los espacios domésticos de tal manera que faciliten nuestro día a día. Para ello debemos aspirar a la máxima flexibilidad de resultados y la máxima capacidad de alternativas. Los espacios construidos deben tener en cuenta la pluralidad de usuarios, de culturas y de momentos pero, sobre todo, deben atender la cotidianidad, pues sólo valorando nuestras actividades y necesidades cotidianas encontraremos las respuestas para la casa que buscamos. ¿Cómo es mi casa? ¿Cómo me gustaría que fuera? ¿Qué cosas mantendría? ¿Qué cambiaría? ¿Qué actividades realizo en casa? ¿Los espacios son adecuados? ¿Dónde guardar? ¿Dónde dormir? ¿Dónde comer? ¿Dónde estudiar? ¿Dónde conversar? ¿Cómo usar? ¿Con quién? ¡Sólo yo! ¡Todos nosotros! ¿Por qué no unir? ¿Por qué no separar? ¿Cómo hacer? ¿Cuándo hacer? ¿Cómo debería ser? (08). Taller La casa sin género. Máster Laboratorio de la vivienda del siglo XXI (5ª edición). Renata Coradin. CASA-CIUDAD – una perspectiva de género 36 Los esquemas anteriores son el resultado de un trabajo realizado para el taller La casa sin género del máster Laboratorio de la vivienda del siglo XXI (5ª edición). Su objetivo era representar las diversas relaciones entre las actividades, las necesidades, los objetos, las personas, los espacios, los ambientes y los tiempos (08). A través de estos esquemas se intenta replantear las estructuras de los espacios para habitar, proponiendo diversidad de usos y flexibilidad de los espacios de acuerdo con las posibles necesidades de las personas que ahí van a vivir. “A medida que los miembros de la familia o del grupo social comparten responsabilidades domésticas, se hace necesario, para mantener viva la relación del grupo, que la vivienda contemple, como mínimo, una estancia para todos y habitaciones individuales que favorezcan la propia privacidad. Porque la vivienda es el espacio cotidiano para alimentarse, trabajar, descansar, gozar y procrear y también para compartir, amar, conocer, colaborar y comunicar.” (Bofill en AAVV, 2006, pág. 209) De acuerdo con Bofill, es fundamental pensar en nuevas distribuciones y nuevas formas de usos y espacios para la vivienda que se correspondan con una convivencia sin jerarquías, creando nuevos tipos de viviendas para las familias y las otras modalidades de convivencia en grupo. Basándonos en las necesidades actuales, podemos definir algunos criterios para la vivienda que, sumados a los conceptos aplicados al edificio, dan como resultado espacios más adaptados a nuestras vidas y necesidades. Explorando los espacios que componen una vivienda y a partir del concepto de la diversidad espacial, es posible determinar la formación de la vivienda a partir de tres tipos de ambientes: los ámbitos especializados, los no especializados y los complementarios (09) [Montaner Muxí Arquitectes, Definición, condiciones y criterios de diseño para la vivienda del siglo XXI en Andalucía, 2008]. Ámbitos especializados: son los que necesitan de instalaciones específicas e infraestructuras para su funcionamiento, como conducciones de agua y gas, desagües y salidas de humos. Son ejemplos de estos ámbitos la cocina, el baño y los espacios para el cuidado de la ropa y de la casa. CASA-CIUDAD – una perspectiva de género 37 Ámbitos no especializados: son los que no necesitan de instalaciones específicas o infraestructuras para su funcionamiento. Están relacionados con las actividades humanas de descanso, estar y trabajo, y deben adecuarse a los estándares de confort y habitabilidad. Ámbitos complementarios: son los espacios considerados de apoyo dentro de la vivienda y que pueden funcionar asociados a otros espacios como, por ejemplo, los espacios exteriores y los de guardado. Pensar las viviendas a partir de estos ámbitos es una manera de no determinar el uso de los espacios y potenciar la apropiación diferenciada e individualizada de cada zona por parte de los habitantes. Para trabajar este concepto se desarrollaron diversos estudios sobre la disposición del mobiliario básico para cada espacio, determinando una medida mínima dentro de la cual se pueda inscribir un círculo de 2,80 m para garantizar un buen aprovechamiento espacial. (09). Ref. Montaner Muxí Arquitectes, Definición, condiciones y criterios de diseño para la vivienda del siglo XXI en Andalucía, 2008. CASA-CIUDAD – una perspectiva de género 38 Adaptabilidad Al igual que en los edificios, internamente en las viviendas también se debeaplicar el concepto de adaptabilidad a los diferentes momentos y agrupaciones familiares. En una misma casa y a lo largo de los años hay momentos en que viven dos personas, otros en que ésta puede llegar a acoger hasta cinco ocupantes y también ocasiones en que vive uno solo. Así pues, es importante que la vivienda se adecúe a los posibles cambios. Que la estructura sea modular y los sistemas constructivos sean independizados es importante para facilitar y colaborar con las adaptaciones necesarias. Si en un edificio los núcleos húmedos están concentrados en un mismo eje, además de la economía en material, se consiguen espacios libres adaptables gracias a la concentración de las instalaciones (11). La iluminación y también la ventilación natural son conceptos básicos al abordar la habitabilidad. A ellos podemos añadir la presencia del espacio exterior propio, la importancia de los espacios de guardado y la desjerarquización de los espacios. (10). Concurso: Premio Caixa–IAB 2008/2009 (4ª edición). Coradin/Zulin/Cuzziol. CASA-CIUDAD – una perspectiva de género 39 Espacio exterior propio Por espacio exterior propio, entendemos los espacios internos de la vivienda que se comunican directamente con el exterior, donde se puede las personas pueden descansar, reunirse, leer, conversar o realizar otras actividades del habitar. También es importante que este elemento actúe como dispositivo de control térmico. Como ejemplos podemos citar los balcones y las terrazas privadas (12). En estos espacios, es posible también el mantenimiento de plantas y flores y el cultivo de pequeños huertos, hecho que favorece la integración de la vegetación en los hogares. Espacios de guardado “...una casa es una vivienda más la gente que la habita y los objetos que guarda...” (Monteys / Fuertes, 2001, pág. 14) En realidad, creo que no tenemos la noción real ni de la cantidad de cosas que guardamos dentro de nuestras casas ni de la importancia que tienen los espacios de guardado en la organización de los espacios. Por ello deben preverse lugares para los diferentes tipos de guardado y almacenaje. Externamente a la vivienda, en trasteros individuales o comunitarios, podemos contar con lugares de guardado para elementos de gran volumen, donde puedan ser colocados los carros de la compra o de los bebés, las bicicletas y otros objetos grandes. Dentro de la casa es importante disponer de espacios más específicos para cada tipo de guardado: las ropa limpia y la sucia, la de otra estación, la ropa blanca de cama, mesa y baño, los objetos utilizados en el baño, los objetos y productos de cocina, los de limpieza del hogar, etc. CASA-CIUDAD – una perspectiva de género 40 También cabe estudiar la localización de cada uno de estos espacios dentro del hogar para que optimicen la utilización de cada uno de ellos y el tiempo dedicado en general al cuidado de la casa. Una alternativa es ubicar los armarios fuera de las habitaciones, por ejemplo en los pasillos, pues de esta manera la habitación queda con las paredes libres para permitir cualquier disposición de mobiliario y los pasillos, que normalmente son zonas sin actividad, ganan estos espacios de guardado (13). Considerar el volumen de la vivienda en su totalidad también proporciona algunos lugares para almacenaje. Es decir, sobre algunos ámbitos que no necesitan mucha altura se podrían generados espacios de guardado en el techo. Lo mismo pasa con el diseño de los muebles: es posible obtener espacios de guardado, accesorios muy útiles, por ejemplo, con cajones bajo las camas o armarios hasta el techo, aprovechando toda la superficie de las paredes. Gran variedad de muebles pueden diseñarse para optimizar el uso de los espacios. Los ámbitos especializados, como cocinas y baños, necesitan de espacios propios de guardado más específicos y próximos que faciliten la realización de las actividades de la vida cotidiana. (11) NÚCLEOS HÚMEDOS (14) DES-JERARQUIZACIÓN (12) ESPACIO EXTERIOR PROPIO (15) INTEGRACIÓN ÁMBITOS (13) ESPACIOS DE GUARDADO (16) INTEGRACIÓN Concurso: Premio Caixa – IAB 2008/2009 – 4ª edición. Coradin/ Zulin/Cuzziol. CASA-CIUDAD – una perspectiva de género 41 Des-jerarquización Este concepto está también relacionado con la idea presentada de los ámbitos no especializados, pues es una manera de no determinar usos específicos ni jerarquías espaciales y de favorecer una utilización más flexible y no predeterminada de los espacios. Al definir una medida mínima, que en el caso de este estudio se definió con un círculo de 2,80 m, los espacios pueden ser adecuados a varios usos de acuerdo con las necesidades de los habitantes (14). Este hecho se ve facilitado cuando se puede contar con estructuras modulares e independizadas; así es posible la integración de ámbitos dentro de la misma vivienda (15) y también entre viviendas vecinas (16). En los baños, la separación de funciones también evita jerarquías y hace posible la utilización simultánea, aumentando las posibilidades de uso y la cantidad de personas que pueden realizar estas actividades a la vez. Los esquemas siguientes forman parte del proyecto para el concurso Premio Caixa–IAB 2008/2009 y, de manera general, representan cómo pueden aplicarse estos criterios a una vivienda. La relación entre los espacios Para un buen desarrollo de la vida cotidiana es importante que los espacios del hogar se relacionen adecuadamente, promocionando la participación de todos los miembros en las tareas domésticas y la relación entre los habitantes de la casa en las actividades de ocio y diversión, así como también en las de trabajo y estudio si es necesario. Empecemos por la cocina, el espacio de la casa que más modificaciones ha sufrido a lo largo de los años y que aún está relacionado con las responsabilidades de la mujer. Promover la visibilidad e integración de la cocina con los otros ámbitos del hogar es una manera de valorar y compartir las tareas domésticas, pero que esté visible todo el tiempo tampoco es la mejor alternativa, pues su visibilidad constante obliga a un mayor mantenimiento y cuidado, lo que puede acabar siendo molesto para sus habitantes (Muxí, 2009, pág.36). El comedor es un espacio común que acoge actividades diversas además de comer: en este espacio también poden llevarse a cabo trabajos productivos, reproductivos, de estudio o de ocio. La integración de la cocina con el comedor genera dos espacios comunitarios y favorece la relación con las otras zonas de la casa. CASA-CIUDAD – una perspectiva de género 42 La conexión cocina – salón – comedor, debe ser tomada con atención proporcionando el posible aislamiento de la cocina en determinados momentos. Cuanto a los pasillos, deben tener otros usos complementares como espacio para juegos, espacio para las tareas domésticas como planchar o plegar la ropa o espacio de estudio. Volver los armarios para el pasillo también es una manera de darle más actividad además de dar mayor versatilidad a los espacios de las habitaciones. El lavadero, o el espacio pensado para el cuidado de la casa y de la ropa, debe estar vinculado a los espacios de baño y de las habitaciones pues, si analizamos el ciclo de la ropa, nos damos cuenta de que la mayor parte de prendas salen sucias del baño y vuelven limpias a las habitaciones. Si existe la posibilidad de que la zona de lavado tenga contacto con el exterior cabe aprovecharla y permitir el secado de la ropa al sol. (17). CASA-CIUDAD – una perspectiva de género 43 Los esquemas anteriores presentan la aplicación de los criterios de género a un apartamento cualquiera (las plantas provienen de material publicitario). Es posible percibir la diferencia entrela relación de los espacios y la realización de las actividades domésticas cuando éstos han sido bien distribuidos y están correctamente relacionados entre sí. En el recorrido de la ropa, por ejemplo, es mucho menor y más organizado cuando el espacio para el lavado se encuentra próximo a las habitaciones y baños, y no integrado a la cocina como se observa en las primeras plantas. La conexión cocina-comedor también disminuye los recorridos, mejora la integración entre los espacios y la ventilación cruzada dentro del hogar. Es conveniente permitir que la cocina se cierre siempre que sea necesario. La separación de funciones en los baños hace posible la utilización simultánea por más de una persona y los espacios de guardado en los pasillos liberan el interior de las habitaciones para conseguir una mayor variedad en la distribución del mobiliario y en las posibilidades de uso. (18). CASA-CIUDAD – una perspectiva de género 44 Participación Para lograr una vivienda que esté conectada al barrio y a la ciudad, flexible y con calidad espacial, cuya organización colabore a un mejor y más equitativo desarrollo de las actividades cotidianas, hay que tener en mente algunas estrategias en el proceso de diseño. Los procesos de participación son muy importantes, fundamentales para conocer las necesidades de las personas y proporcionar mejores soluciones a su día a día. Eso sí, se debe considerar la opinión y la participación de todos los miembros de la comunidad, incluyendo hombres, mujeres, jóvenes y gente mayor; solo así se pueden conocer los deseos y necesidades de todos. Además de fomentar la participación, estos procesos también deben proporcionar la información necesaria, ser divulgativos y llevar el debate al alcance de todos. También deberían tener en cuenta la valoración de las experiencias personales: las encuestas de satisfacción ayudan a conocer la opinión de los habitantes y proporcionan la posibilidad de acumular conocimiento y experiencia para los siguientes proyectos. Por tanto, a través de la definición de estos criterios intento encontrar herramientas para analizar proyectos e identificar propuestas de calidad que tengan en cuenta la perspectiva de género. De este modo se pueden trazar caminos que nos lleven, en algunos años, a unas ciudades más igualitarias y a unos hogares más adaptados a las necesidades cotidianas de todos los habitantes a lo largo de sus vidas. PARTE II CASA-CIUDAD – una perspectiva de género 47 URBANISMO Y GÉNERO El objetivo de esta parte del trabajo es incentivar la reflexión sobre los espacios urbanos a la luz de los conceptos desarrollados en el capítulo anterior. Es decir, pensar los espacios de la ciudad desde la perspectiva de género, desde el punto de vista de los diferentes colectivos y teniendo presente el desarrollo de las tareas de la vida cotidiana. La idea es que el espacio urbano de referencia sea la “ciudad próxima” de cada uno, el entono más cercano a nuestras casas y trabajos, lugares por los cuales pasamos habitualmente y que forman parte de nuestro día a día. Así, reflexionar sobre estos espacios significa analizarlos a partir de nuestras experiencias personales, deseos y necesidades cotidianas. En relación a la movilidad en las ciudades, Carme Miralles afirma que el uso social del territorio influye en el tiempo cotidiano, es decir, en el tiempo empleado en la realización de las diferentes actividades: “Los lugares donde se trabaja, donde se compra, donde se vive dibujan un conjunto de interrelaciones y de conexiones que se gestionan a través de la planificación y la ordenación del territorio (y por consiguiente, de la ciudad), así como de la construcción y la gestión de las redes de transporte. La configuración física del espacio y de las infraestructuras de apoyo a la movilidad condicionan las dinámicas territoriales, que a su vez determinan los tiempos de desplazamientos.” (Miralles, 2006, pág. 09) Según Miralles, la manera como están formadas las ciudades incide directamente en los desplazamientos realizados, así como en la gestión del tiempo utilizado en el desarrollo de las tareas relacionadas con el mantenimiento de la vida cotidiana. De este modo, entendemos que las ciudades funcionales (las que se encuentran divididas en zonas para vivir, para trabajar y de ocio) no favorecen lo cotidiano, no tienen en cuenta los desplazamientos a pie y están vinculadas a la circulación y el uso masivo del trasporte privado, haciendo más compleja la realización de las actividades cotidianas y la gestión del tiempo social (Miralles en AAVV, 2006, pág. 217). CASA-CIUDAD – una perspectiva de género 48 Por otro lado, la proximidad de los equipamientos hace posible una mejor gestión del tiempo y de los desplazamientos. La movilidad no debe pensarse únicamente desde la perspectiva de las grandes circulaciones y del uso del transporte privado sino que debe tener en cuenta los pequeños desplazamientos realizados dentro de cada barrio, para generar desde ahí una red de transporte público que abarque las diferentes escalas de circulación, desde la más pequeña hasta la más compleja. Sin embargo, la intención de este capítulo es rescatar la idea de la ciudad “racimo de uva”, desarrollada por Anna Bofill, donde cada barrio debería ofrecer, además de las viviendas, los equipamientos, comercios y servicios necesarios para generar oportunidades de trabajo. El barrio de Gràcia Para ejemplificar la aplicación de los criterios desarrollados, y basándonos en el concepto de la proximidad, vamos a mirar la ciudad desde la escala de los ciudadanos y ciudadanas que salen a trabajar, que llevan los hijos a la escuela y hacen compras habitualmente. Para ello, se presentará un análisis sobre el barrio de Gràcia, en Barcelona, realizado en el curso de Género y urbanismo: teoría y proyecto, a cargo de la arquitecta Zaida Muxí, en el máster oficial de Urbanismo (ETSAB–UPC), donde se explora las ventajas y desventajas presentes en él y proponiendo algunos cambios que podrían llevarse a cabo para mejorar la calidad de vida de sus habitantes. Los personajes Con la intención de acercarnos más a la realidad del barrio, se propone conocer mejor las actividades cotidianas y los desplazamientos que realizan con mayor frecuencia algunos personajes que viven en Gràcia. De una manera general, analizaremos protagonistas de diferentes edades y con ritmos de vida diversos: algunos salen constantemente del barrio para realizar actividades (ir a trabajar o a estudiar) y dependen del transporte público mientras que otros desarrollan su vida en el entorno próximo a sus casas. Para realizar este análisis se ha establecido un límite en el barrio teniendo en cuenta los principales elementos, la red de transporte público y la oferta de equipamientos y servicios, tal y como puede observarse en el mapa adjunto (2). Posteriormente se han marcado sobre el plano los recorridos de los protagonistas por esta zona y definido los caminos y el uso de los espacios realizados por cada uno de ellos. CASA-CIUDAD – una perspectiva de género 49 Ana tiene 10 años y todos los días va de casa a la escuela. En el recorrido pasa por tres plazas que encuentra en su camino y, siguiendo las recomendaciones de su madre, elige las calles peatonales. Juan tiene 35 años, vuelve del trabajo en metro, recoge a los niños en la escuela y juntos pasan por la plaza del Diamant para jugar un rato en ella. Escogen para regresar a casa las calles más tranquilas para pasar con el cochecito de bebé. Manuel tiene 45 años y vive cerca de la plaza Joanic. Tiene coche y lo deja en el aparcamiento de la misma plaza. Algunos días, al llegar del trabajo, va a la plaza Vila
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