Logo Studenta

A través de los aros olímpicos - Otto Mayer

¡Este material tiene más páginas!

Vista previa del material en texto

oi ro MAY
A TRAVÉS
DE LOS AROS
OLÍMPICOS
CONOCER ei movimiento olím-
pico eqüivale a conocer uno de
los fenômenos sociales e históri-
cos más descollantes de Ia época
contemporânea, y a buen seguro
que ei historiador futuro no des-
denará investigar en sus archivos.
El movimiento olímpico es Histo-
ria ya. Este libro, redactado por
un personaje de relieve en ei mo-
vimiento olímpico contemporâneo,
M. Otto Mayer, canciller dei Co-
mitê Olímpico Internacional, eqüi-
vale a Ia franquicia de buena
parte de los archivos que este or-
ganismo guarda en su sede de
«Mon-Repos», en Lausana, para
quien quiera conocer ei esquema
interno, orgânico, de un fenômeno
universal de primer orden. Tra-
tan otros libros olímpicos dei bri-
Ilo de los Juegos, de Ias hazafías
de los atletas, de Ias externidades
que ei mundo entero ha aplaudi-
do. El Canciller, «a través de los
aros olímpicos», nos muestra una
radiografia precisa de actas, acuer-
dos, reuniones, que muestran como
ei movimiento olímpico se ha
desarrollado, porque debajo tenía
un esqueleto que crecía con vita-
lidad y rigor.
Voluntariamente, Otto Mayer
priva a su relato, preciso y docu-
mentado, de brillos y anécdotas
relacionadas con ei olimpismo
mundial. El autor da a entender
que Ias hay, y que son sabrosas.
Pero su relato tendría que ser con-
tenido en una «petite Mstoire» en
pantuflas y no en esta, que se
desarrolla para dar a conocer ei
esquema orgânico y administrati-
vo dei fenômeno olímpico a tra-
vés de sus casi setenta anos de
vida. ^^^- ' l
Para Ia historia de Ias Olimpía-
das, este libro es indispensable,
porque precisa, ano a ano > lírica
a línta, Ia constitución y coníi-
guración dei espíritu olímpico tal
como hoy lê conocemos.
A través
flelos
aros olíisipícfls
Otto Mayer
Canciller dei Comitê Olímpico Internacional
Através
de lus
aros olímpicos
Historia dei Comitê Olímpico Internacional y de sus sesáones desde
1894 á 1960
Una serie de documentos autênticos, algunos de ellos inéditos.
C E N T R A L
:s
Qepósito legal: M. 16.066-1962
ARTES .GRÁFICAS BENZAL - VIRTUDES, 7 - MADRID
Nota dei autor
inspirándome en ei título de Ia obra de Armand Salacrou La Tie-
rra es redonda, habría podido también titular mi trabajo El mundo
olímpico rueda. Si he esaogido ei título que figura en cabeza de este
libro es porque he tratado de narrar una historia tal como existe en
íos documentos que he recogidò en Ia biblioteca olímpica dei Comitê
Olímpico Internacional d>e Lausana: escritos de Coubertin, revistas
olímpicas, Boletín olímpico y, sobre todo, los procesos verbales de Ias
sesíones dei Comitê Olímpico Internacional. No he, pues, inventado
nada; todo Io más he anadido algunas observaciones personales. Mi
Intención fue precisamente escribir Ia «historia olímpica» y permitir a
Íos que se inferesaban por ella, encontrar un documento donde orien-
tarse. Me habría sido posible embelleüer esta historia, es verdad, pero
a ríesgo de cambiar ei sentido. Hubiera sido fácil anadirle anêc-
âotas, que no falfafon a h largo de sesenta y seis afíos de existência
dei C. l. O. Frecuentemente he dudado citar tal o cual hecho. ^Para
quê?...; algunas páginas de más y nada para Ia historia. Por estas ra-
lones, he preferido atenerme a los textos oficiaíes que dan a este do-
cumento un sentido de exactitud y también, he pensado, un valor his-
tórico más autêntico. No se sorprendan, pues, si en esta obra encuen-
tran textos que ya conocen. Voluntariamente los he vuelto a recoger
porque son estos textos los que darán Ia verdad.
También voluntariamente me he absteràdo, aí citar Ias sesiones
dei C. I. O., de hablar de Ias recepciones y de Ia acogida que los
membros recibleron durante sus reuniones. Hubiera caído en Ia barta-
lídaà y me habría arriesgada a repeticiones de una u otra sesión.
iria simplemente que, en cada sesión, los miembros dei Comitê fue-
rgcibidos con calor y amistad. De Coubertin concedia, sin em-
irgo, una 8ran importância a Ias Fíestas (como él Ias llamaba), pero
to jue en una época en que se Ias consideraba necesarias. Conjieso
te estas Fiestas formaban parte dei programa para hacer compren-
?r ai mundo de Ia época que ei «Movimienfo olímpico» existia y se-
úa $u curso.
C I T I U S
más rápido
A L T I U S F O R T I U S
más alto — más fuerte
!/ es nuestra divisa, dada en ofro tiempo por ei Rvdo. Padre Didon
sus alumnos y convertida 'en Ia dei Olimpismo.
* * *
No quislera omitir un homenaje de reconocimiento a Ia senora L. Zanchi, secre-
ria dei C. I. O., por m preciosa colaboración.
O. M
El barón Pierre de Coubertin.
(Foto tomada un ano antes de su muerte.)
límpico y sus modernas realizacionesí' A nuestro mundo de hoy,
sustado de guerras y golpeado de automatismo, no lê vendrán mal
>s aires nobles de Ia competición deportiva, ahuyentadora de pesi-
lismos, gennen de iniciativa personal, portadora de afanes de su-
eración.
JOSÉ ANTÔNIO ELOLA-ÜLASO,
Presidente dei Comitê Olímpico Espafiol
Pierre de Coubertin
su obra
Pierre de Fredi, barón de Coubertin, naciò en ?f * el * <*e enero
de 1863, en Ia casa que lleva ei número 20 de Ia calle Oudinot, maB,
íión que heredó de sus padres y que lê perteneció hasta lW/._ -_._
La família de Fredi, èmparentada con los Strozzi, era romana. E»
en Roma, en Ia propiedad de Feltee de Fredi (cuya tumba se encuea.
tra en Ia iglesia dei Ara Cceli, cerca dei Capitólio), donde í^descu
bierto y exhumado ei famoso grupo de Laoconte que, ofrecido ai Tapa,
figura desde entonces en ei Museo dei Vaticano, En esta época, una
rama de los Fredi se había ya establecido en Francia, como > tesümon a
Ia presencia de uno de ellos en Ia corte dei rey Luís XI, dei que era
Chambelán y dei que recibió, en 1477/las nuevas armas de un titulo
francês, formadas por nueve conchasVde oro de Ia Orden de baint-
Michel, recientemente creada. El sefionVde Coubertin, situado cerca
de Paris, fue adquirido y ei castillo reconstruído en una época poste-
rior. Los titulares dei senorío llevaron generalmente una vida apacible
y sedentária. A pesar de Ia proximidad de Paris, no fueron inquietados
durante Ia Revolución. El castillo fue alquilado entonces a Mme. Ca*
pan que instalo en él un pensionado. Sus archivos no fueron tampoco
oi incendiados ni saqueados. A partir de fines dei siglo xvm, Ias ahao^
' zas normandas modificaron Ia línea familiar. Así, Ias "dos abuelas de
Pierre de Coubertin pertenecían a famílias normandas, descendientes
de los compafleros de Guillermo ei Conquistador, una delas cuales,
además, descendia/por matrimônio, de un hijo dei rey de *™nc™*
Luis VI. Por esta razón, ei castillo de Mirville, en Ia región de
BI Havre, fue durante más de treinta anos Ia mansión estivai de Pie-
rre de Coubertin, y Nonnandía su tierra predilecta. Coubertin ha in-
dicado en Ias notas destinadas a sus Memórias, que los célebres ação-
tílados de Etretat y particularmente Ia legendária roca llamada «Ha-
biíación de Ias doncellas», desde donde se descubre una inmensa ex-
lensión de mar, eran ei lugar donde sus suefios habían tomado cuerpo
f sus ambiciones se habían precisado poço a poço. ^Fue a través de
Ias brumas dei oceano septentripnal donde vio brotar Ias colurnnatas
de mérmol de una Nueva Olímpia? En todo caso miro desde allí ha-
cia ei porvenir, bacia América. La carrera política que se lê ofrecía
fue repudiada, como Io había sido antes Ia perspectiva de Ia carrera
militar, a Ia cuaí parecia destinado por tradición. No tenía aún veintS-
cuatro anos cuando sus decisiones estaban tomadas; para engrandecer
Ia Pátria era preciso reformar ei espíritu de su pedagogia envejecida,
a fin de hacerla digna de guiar a Europa bacia nuevas vias; no tenía
aún veinticinco anos cuando Ia obra estaba ya disenada, Ias primeras
fórmulas encontradas, los pasos preliminares concluidos. La empresa
tendría una dirección privada—financieramente independiente—de neu-
tralidad prõfesional y de política independiente; limitaria su êsfuerzo
a k adolescência masculina, con exclusión dei nino y de Ia mujer; as-
piraria a intensificar Ia práctica y ei gustode los deportes viriles, ai
mismo tiempo que a penetrar en los programas de enseõanza secun-
daria y post-escolar, abriendo Ias ventanas a horizontes lejanos y múl-
tiples.
Entonces, mientras Ia Asociación para ei Adelanío de Ias Ciências
cecibía comunicación de Ias memórias sobre Ia transf ormación de los
estúdios geográficos o ei alcance moral dei atletismo, los miembros de
k Sociedad de Economia Social estaban iniciados en Ia estructura de
Ias public-schoals de Inglaterra y ei mundo anglosajón, invitado a res-
ponder a una encuesta general, destinada a verificar hasta quê punto
de êxito estaban ai cabo de médio siglo Ias concepciones introducidas
ao ha mucho por ei gran pedagogo Thomas Arnóld. En Paris, ei filo-
sofo-académico Jules Simon aceptaba presidir un vasto comitê de pa-
tronato donde figurarían personajes notórios, tales como ei aritiguo mi-
nistro Vietos Duruy, ei astrônomo Janssen, ei inspector dei Ejército
Thomassin o ei decano de Ia Medicina Brouárdel; frente a estos vete-
ranos, hechos simpáticos por una propaganda previa, los pequeüos co-
tegiales de Paris y de Ia provincia eran incitados a fundar asociaciones
atléticas. CE Ias que los equipos, tan pronto formados, aprendieran a
10
Iari2arse ei balón, si bien con escasa destreza, Uenos sin embargo de
buena voluntad. Pierre de Coubertin haeía mover toda k maquinaria
en calidad de secretario general, funciones a Ias que anadía Ias de te*
sorero benévolo, encargado de alimentar ei presupuesto, merced a su
propia bolsa, en caso de necesidad; Io que no lê impedia de ninguna
manera indicar, por otra parte, a k cabeza dei Conespondant dei 10 de
mayo de 1887* y a propósito dei próximo jubileo de Ia reina Victoria.
Ia precisión de comprender en adelante Ia ensenanza de Ia historia con-
temporânea, y desde Ia primavera siguiente, dirigiéndose a vastos au-
ditórios obreros, Ia obligación de mirar cara a cara a k democratiza-
ción de los estúdios históricos mundiales.
Hasta entonces no se había casi tratado más que de k juveníud
francesa, pero Coubertin sentia ya Ia necesidad de una «cadena» in-
ternacional para mantener sólidamente Ia obra nacional, susceptible
de debilitarse rapidamente si permanecia aislada. Por esta razón, des-
pués de contar con Inglaterra y los Estados Unidos, aprovecha ei 25 de
noviembre de 1892, con ocasión de una conferência en Ia Sorbona,
para anunciar ei próximo resíablècimiento de los Juegos Olímpicos;
desaparecidos durante quince siglos, iban esta vez a reaparecer mo-
dernizados con un caracter netamente cosmopolita. Efectivamente, ei
23 de junio de 1894, un congreso internacional reunido a este efecío,
proclamaba ai mismo tiempo k restauración olímpica, y ei 6 de abril
de 1896, en Atenas, en ei estádio de Pericles, apresuradamente recons-
truido, ei rey de los helenos abria solemnemente «los Juegos de to
I Olimpíada de Ia Era Moderna».
Desde entonces Ia obra se encontro cortada en dos ramas cuyos
destinos progresaron a velocidades muy diferentes. El olimpismo, r&-
aovado, se desarrolló con una rapidez y una regularidad sorpren-
dentes.
Los problemas de inteligência fueron menos seguros de definir y
de clasificar, y sobre todo más lentos de hacer admitir a los interesados.
El principio de reformas a realizar en este asunto había sido detenido
en su espíritu por Pierre de Coubertin desde ei comienzo, es decir,
faace poço más o menos sesenta afios; pero Ias modalidades preconiza-
das fueron rijadas solamente después de muy largos tanteos. La nece-
sidad de introducir, en un momento dado, un elemento enciclopédico
en Ia ense&anza secundaria, con repercusión sobre Ia ense&anza post-
escolar, no tenía discusión; pero esta acción Ia comprendía él a Ia vez
rápida y poderosa y, en cierta medida, extensible, condiciones dif íciles
11
de conciliar. «No destruir nada de Io que puedè ser utilizado; no com-
prometer nada de Io que ha sido adquirido útilmente», eran formulais
familiares eh Coubertin, que temia mucho a lãs demoliciories apresut-
radas. Temia, pues, proppner cualquier cosa que pudiese perjudicar a
Ia escuela primaria, a Ia universidad, a Ia escuela profesional. Advir-
tiendo y no dudando frecuèntemente en denunciar Ias fechoríàs inquie-
tantes dê Ia especialización, no dejaba de recbnocer que ei estado pre-
sente de Já civilización ordenãba réspetar mucho sus exigências. Ast,
después de haber buscado definir primero los aspectos dê una enseSan-
za "secundaria renovada en su conjunto, pfèfirió prever un acortamien-
to dei período que se consagra, ál provecho, de una parte, de Ia eft-
seftanza primária prolongada y, de Ia otra, de Ia ensefianza universitá-
ria o profesional avanzada. El intervalo entre Ias dos seria empleado
en Ia ensenanza nueva, para Ia introducción de esta vista enciclopédi-
ca, hecha a Ia vez posible por ei desarrollo de los conocimientos y ne-
cesaria por Ia evolución de Ias circunstancias; más o menos detallada,
según ei tiempo que los alumnos dispusieran, seria, sin embargo, en
ei punto de partida, Ia misma para todos, y daria a cada uno, en ei um-
bral de Ia vida reflexiva, «una idea ligera dei patrimônio, dei cual es-
a Ia vez, beneficiário y responsable».
La directriz de todo Io que ha escrito o emprendido Pierre de Cou-
bertin ha marcado una unidad y una continuidad absolutas, pero sien>
pré en ei sentido de evolución hacia Ia extensión de Ia democracia y
dei cosmopolitismo; progrese o no, son para él hechos evidentes que
indican Ia ruta asignada a Ia humanidad presente. Lo vê como Io pien-
sa y Io dice como Io vê. Guando jlega a septuagenário, sus amigos,
principalmente helenos, suizos, suecos y americanos, lê presentaron un
volumen de Antologia extraído de sus obras y precedido de una enu-
meración de Io que él escribió en periódicos, revistas, libros publica-
dos, conferências, discursos... Más de sesenta mil páginas impresas^
parece ser, de ellas muchas no firmadas o firmadas con seudónimos.
De todo esto se ocupaba más o menos ai margen dei olimpismo ra-
diante.
«Escribo para mafiana», respondia ei autor a un crítico que ie re~
prochaba no saber «cultivar ei êxito». En Ias oposiciones dirigidas,
contra él, hasta olimpicamente, Coubertin parece además encontrar
siempre ei placer. No estaba aún ganada una batalla, cuando parecia
deseoso de ver surgir otra; a veces, hasta tenía prisa en suscitaria. Por
12
otra parte, ha sentido siempre ei gusto de Io mundial. Ha buscado Ia
foíma de «universalizar» todas Ias cosas. Es un instinto.
Es de creer que Ia evolución general se encontrará en todo caso
influenciada por él y que así, por su excursión per orbem et saecula,
Coubertin habrá contribuído a alumbrar ei camino de esta «democra-
cia cosmopolita» dei que ha sabido prever ei porvenir y aceptar fran-
camente Ias consecuencias.
13
CAPITULO P R I M E R O
1 8 9 4 - 1 9 1 4
El barón Pierre de Coubertin, Renovador de los Juegos Olímpi-
cos de Ia Era Moderna.
(Foto tomada ai principio dei Ol'mpismo.)
i894-1914
«Es preciso internacionalizar ei deporte, es necesario organizar
nuevos Juegos Olímpicos». En estos términos se había expresado ei
barón Pierre de Coubertin después que hubo desarrollado su tema fa-
miliar: «La importância de los ejercicios físicos en ei mundo moder-
no», èn ei anfiteatro de Ia vieja Sorbona con motivo dei quinto ani-
versário de Ia fundación de Ia Union de Sociedades francesas de De-
portes atléticos. Era una fria y gris velada dei 25 de noviembre de
1892. Desde esta nochedata oficialmente ei nacimiento dei Olimpis-
mo moderno. Es justo decir que otros ensayos lê habían precedido,
pero sin êxito.
Coubertin convoco su primer congreso en Ia nueva Sorbona para
ei 16 de junio de 1894 y, siete dias más tarde, o sea ei 23 de junio,
los congresistas votaron por unanimidad ei restablecimiento de los
Juegos Olímpicos de Ia Era Moderna y Ia constitución de un Comitê
Internacional Olímpico. Lãs sesiones de este primer congreso se cele-
braron delante de un auditório de dos mil personas y bajo Ia presi-
dência dei senador barón de Courcel. Representantesde doce países
de Europa y de América asistieron ai congreso.
Previamente, Ia Union de Sociedades francesas de Deportes atlé-
ticos, a petición de Coubertin, había nombrado una comisión para
efectuar ei trabajo preparatório. Estaba compuesta dei profesor
W. M. Sloan, de Estados Unidos; de M. C. Herbert, de Ia Gran Bre-
tana, y dei barón de Coubertin. Hubo dos reuniones [preliminares,
una en Ia University Club de Nueva York, ei 27 de novien^bre de 1893,
y Ia otra en ei Sport Club de Londres, ei 7 de febrero de 1894.
x_
17
EL ACTUAL COMITÊ INTERNACIONAL OLÍMPICO
El hecho que quizás ha contribuído más ai êxito dei Movimiento
olímpico es Ia forma en que ei Comitê Internacional Olímpico, en~
cargado de dirigir ei Movimiento, fue constituído por su previsor fun-
dador, ei barón de Coubertin. Los miembros dei Comitê primitivo
fueron personalmente escogidos por él. Lo fueron por su adhesión ai
Movimiento olímpico, y eran considerados como los embajadores dei
Comitê perca de sus países respectivos. Eran financieramente inde-
* pendientes y no tenían ninguna íigàzón política. Han sido escogidos
por su espíritu internacional, y porque estaban libres de toda influen-
cia econômica y política. Se podia contar con ellos para defender
todo Io que interesaba ai Movimiento olímpico, hasta contra su pró-
pio país o contra eT o los deportes particulares por los que ellos se
interesaban personalmente. Estâba instituído que ei Comitê se ré-
clutara él mismo. Ningún sistema había podido ser mejor concebido
para asegurar ei êxito dei Movimiento olímpico. Al principio, estos
primeros miembros dei Comitê organizaron frecuentemente los co-
mitês nacionaíes olímpicos en sus países respectivos, imponiendo as£
ei respeto a los princípios olímpicos.
Es ei hombre y no su país de origen quien cuenía. El hecho que
importa es ei caracter dei indivíduo y no ei país de su nacimiento.
La necesidad de este método de organización se hace difícil de com-
prender a medida que crece y se extiende alrededor dei mundo ei in~
terés por ei Movimiento olímpico. Países recién llegados ai Movi-
miento desean saber por quê no están representados. Lãs naciones
han pedido con insistência nombrar un representante en ei Comitê.
En numerosos países, ia forma de constituir ei Comitê ha sido criti-
cada y declarada anticuada, no democrática e inadmisible. Pero los
Juegos Olímpicos no tardarían en perder su razón de ser si no estu-
viéran dirigidos por un Comitê que mirase exclusivamente ei Snterés
dei Movimiento olímpico. El reconocimiento de un Comitê nacional
olímpico no implica de ningún modo Ia obligación para ei Comitê
Internacional Olímpico de elegir un miembro de este país.
En esto reside Ia gran fuerza dei Comitê Internacional Olímpico.
Autorizar a los países a escoger sus propios representantes seria fatal.
Lãs 'Consideracionès políticas no tardarían en intervenir y todo ei
buen trabajo realizado desde ei restablecimiento de los Juegos Olím-
picos, en 1896, seria pronto aniquilado. Se ha puesto ei mayor cui-
18
dado para escoger los miembros que sean jefes en sus propios países,
con gran experiência dei deporte amateur y eonociéndole a fondo,
hombres de caracter bien templado, que gocen de Ia estima de sus
compatriotas, dotados de comprensión internacional y de un espí-
ritu independiente. Más de cincuenta países han tenido, una vez u
otra, un miembro en ei Comitê Internacional Olímpico.
COMITÊ DE ORIGEN
Los miembros de este Comitê primitivo, cuyos nombres siguen,
fueron nombrados por Coubertin en 1894, a excepción dei doctor
W. Gebhardt, que Io designo en 1895. Lãs fechas mencionadas sou
Ias de su retirada o defunción:
E. Callot 1913
~D. Vikelas ' 1897
General de Boutowsky. 1900
General Balk 1921
Profesor W. M. Sloan 1925
Consejero Jiri Guth Jarkovsky 1943
Fr. Kemény 1907
Lord Ampthill 1898
C. Herbert 1906
Dr. J. B. Zubiaur 1907
L. A. Cuff 1905
Conde Lucchesi Palli 1907
Conde Maxime de Bousies 1901
Duque d'Andria Carafa - 1898
Doctor W. Gebhardt 1909
Francia
Grécia
Rusia
Suécia
Estados Unidos
Bohemia
Hungria
Gran Bretafia
Gran Bretafia
Argentina
Nueva Zelanda
Itália
Bélgica
Itália
Alemania (1).
En sus Memórias olímpicas, De Coubertin declara expresameníe:
«No se noto—cuando ei Congreso de Paris—que había escogido como
miembros casi más que ausentes», Io que excluye Ia suposición de que
todos los miembros de este primer Comitê asistieran ai Congreso de
1894.
(1) La lista completa de todos los miembros dei C. I. O., pasados y presentes,
figura en ei opúsculo Los Juegos Olímpicos, editado por ei Comitê, con Ia fecha de
"su elección y Ia de su retirada o fallecimiento.
\ 19
LÃS PRIMERAS TARBAS DEL COMTTÉ INTERNACIONAL OLÍMPICO
Es preciso trasladarse a Ia época para comprender que Coubertin
teaía firmemente Ias riendas en Ia mano. Conducía su barca como que-
ria y según sus propias ideas. En efecto, ei C. I. O. y los Juegos Olím-
picos eran su obra y queria dirigir Ias operaciones. El Congreso de
1894 debía esencialmente tratar dei ya viejo problema dei amateuris-
mo. Coubertin modifico él mismo lá redacción de Ias cartas de invi-
fación en Ias que se podia leer: «Congreso para ei restablecimiento de
los Juegos Olímpicos». Por Io demás, fue seguido en todos los puntos.
Se votaron los principies fundamentales que había establecido y que
ei íiempo ha dejãdo intactos: intervalo de cuatro anos entre los Jue-
gos (Ia Olimpíada de los Juegos antiguos); Ia permanência dei C. I. O.,
dei cual nombró personalmente los primeros miembros. Declaro fran-
camente que queria libertad de acción para todo ei período dei co-
mienzo, temiendo que se tratase de modificar Ia dirección dei Movi-
raiento que había creado.
En Ia calle de Babylone, de Paris, en Ia casa de M. Vikelas (2), fue
edificado ei Olimpismo tal como subsiste aún en nuestros dias. Cou-
bertin tuvo a bien ser ei secretario general de Ia empresa, es decir, Ia
clavija obrera; insistió para que Vikelas asumiera Ia presidência
dei C. I. O. hasta 1896. Había sido decidido que cada cuatro aüos un
nuevo presidente seria elegido en ei país en ei que los Juegos hubieran
de tener lugar. Este principio fue respetado para Ia primera Olimpía-
da, pero desde 1896 Coubertin tomo Ia presidência para no cederia
hasta 1925.
Durante Ias três primeras semanas que siguieron ai Congreso de
1894, Ias bases dei Olimpismo fueroii fijadas: independência absoluta
a los miembros dei C. I. O. en relación a Ias naciones o a los movi-
mientos deportivos; rehusar que quién o de quê fueran los «delegados»,
y no importa quê forma de subvención; igualdad absoluta de los de-
portes, a despecho de Ias veleidades de dominación dei atletismo.
A princípios de septiembre de 1894, ei C. I. O. comenzó a fun-
cionar y tuvo por misión completarse por autorreclutamiento o elec-'
ción por ei Comitê. Coubertin, desde esta época, había ya estipulado
que debía estar compuesto de três círculos concéntricos:
(2) Vikelas o Bikelas. da igual, según sea griego o francês.
20
núcleo de miembros de trabajadores, competentes
y convencidos;
jjn plantei de miembros de buena voluntad que se podría pró-
gresivamente educar;
Una cabeza de gentes tituladas, con fortuna e importantes, cuya
presencia daria satisfacción a ciertas pretensiones nacionales
y aseguraba un aparente prestigio ai conjunto.
iLas cosas han cambiado desde entonces!
LOS PRESIDENTES DEL C. I. O. Y SU BIOGRAFÍA
Primero: D. Vikelas (Grécia) ~ 1894-1896
Segundo: Barón Pierre de Coubertin (Francia) 1896-1925
Tercero: Conde de Baillet-Latour (Bélgica) 1925-1941
Cuarto: J. Sigfrid Edstrõm (Suécia) 1946-1952
Quinto: Avery Brundage (Estados Unidos) 1952
Mister J. S. Edstrõm era vicepresidente bajo Ia presidência dei
conde de Baillet-Latour. A Ia muerte de este ocupo ei cargo de presi-
dente durante Ia guerra, de 1941 a 1945, y hasta Ia primera sesión
después de Ia guerra, en Lausana, en septiembre de 1946. donde fue
elegido presidente.
DEMETRIUS VIKELAS
Monsieur Vikelas no tenía relaciones particulares con ei deporte
cuando,,encargado de representar ai Club pan-helénicode gimnasia,
Uegó de Grécia para asistir ai Congreso de Paris de 1894, durante ei
cual ei barón de Coubertin propuso ei restablecimiento de los Juegos
Olímpicos. A pesar de sus poços conocimientos técnicos, apoyó con
ei mayor entusiasmo este joven proyecto. La idea primitiva era ce-
lebrar los primeros Juegos en Paris, en 1900, pero M. Vikelas logro
convencer ai Comitê que deberían desarrollarse en Atenas, en mayo
de 1896. En aquella época íos reglamentos dei Comitê Internacional
Olímpico estipulaban que ei presidente dei Comitê debía ser escog;do
en ei país donde tuvieran lugar los próximos Juegos. Por consecuen-
cia, M. Vikelas fue elegido para esta función. Ninguno trabajó con
más ardor y perseverancia que él en persuadir a sus compatriotas y
21
ai Gobierno griego de conceder ei sostén de este ambicioso proyecto.'
Sus esfuerzos fueron finalmente coronados por ei êxito.
Monsieur Vikelas era un ardiente patriota y ãmaba âpasionada-
meníe su país. Poço después de Ia clausura de los primeros Juegos,
presentó su dimisión ai Comitê para consagrar todo su tiempo ai des-
arrollo y expansión de Ia educación popular, de Ia cual Grécia, decía,
íenía Ia más urgente necesidad. A su gran cultura, a Ia que se debe
una erudita obra sobre Ia Grécia bizantina y moderna, se unia una
imaginación desbordaníe y fantástica, que lê inspiro Louki Laras y
sus Citentos dei mar Egeo. Durante ei breve lapso en que fue presi-
dente dei Comitê Internacional Olímpico, sirvió con ceio e inteli-
gência ai Movimiento olímpico. Murió en Atenas ei 20 de julio
de 1908.
PlERRE DE COUBERTIN
Pierré de Fredi, barón de Coubertin, nació en Paris ei l de enero
de 1863 y murió en Ginebra ei 2 de septiembre de 1937.
Es muy difícil resumir en algunas palabras Ia vida tan activa y
Ia obra tan extendida de M. de Coubertin.
Mostro muy pronto una inclinación por Ias letras, Ia historia y
los problemas de pedagogia y de sociologia. Renuncio a una carrera
militar a Ia que parecia consagrado por tradición familiar, rechazan-
do también una carrera política que se abria delante de él. Pierre
de Coubertin, a Ia edad de veinticuaíro anos, decidió lanzar un vasto
movimiento de reforma pedagógica y, a los veinticinco anos, su obra
estaba preparada, Ias primeras fórmulas, encontradas, los pasos pre-
liminares concluídos; en efecto, había ya entonces sometido a lá So-
ciedad para ei Avance de Ias Ciências, diversas memórias aspirando a
ia transformación de los estúdios. ----
En 1889, a ia edad de veintiséis anos, tuvo, por primera vez, lã
idea de resíablecer los Juegos Olímpicos, abolidos en ei 394 de nues-
tra Era, aparentemente para siempre. Durante cuatro àfios, trabajó
incansablemente en preparar Ia opinión en Inglaterra, los Estados
Unidos, Francia, con vistas a esta renovación. Por fin, ei 25 de no-
viembre de 1892 propuso que los Juegos Olímpicos, después de una
interrupción de quince siglos, fueran restablecidos bajo una forma
moderna e internacional.
Esta proposición fue aceptada con motivo de un congrèso inter-
nacional sobre ei deporte, convocado por él en Paris, en 1894, en Ia
fnisma Sorbona. Doce naciones estaban representadas, comprendidas
Estados Unidos e Inglaterra, países donde Ia práctica dei deporte se
tlallaba ya muy desarrollada y sin ei concurso de los cuales ningún
móvimiento de caracter internacional podia ser examinado. Durante
este Congrèso, que duro ocho dias, ei barón de Coubertin supo co-
municar tan bien su entusiasmo a todos íos auditores que Ia decisión
de restablecer los Juegos Olímpicos fue tomada por unanimidad, así
como Ia de celebrados cada cuatro anos, sucesivamente en diferentes
países. Fue creado un comitê (ei Comitê Internacional Olímpico) para
velar por ei desarrollo y Ia buena marcha de esta insíitución. Dos
anos más tarde, en 1896, los primeros Juegos Olímpicos dei ciclo
moderno fueron celebrados en ei Estádio restaurado de Atenas. EI
éarro triunfal reemprendía su carrera, y estas contiendas desde en-
tonces no han cesado de repetirse, cada cuatro anos, con un êxito
siempre creciente (excepto cuando han sido impedidas por Ia guerra).
' Más tarde, igualmente a propuesta dei barón de Coubertin, se
instituyó un ciclo especial de Juegos de Invierno, que dio comienzo
en Chamonix en 1924.
Todos conocen Ia historia de estos Juegos Olímpicos, pero Io
que muchos ignoran es Ia incansable labor, Ia tenacidad, Ia perse-
^erancia dei barón de Coubertin para realizar, cumplir y perfeccionar
esta obra. A él es a quien debemos toda Ia organización general de
los Juegos Olímpicos, que han beneficiado con su espíritu metódico,
preciso y su larga comprensión, Ias aspiraciones y necesidâdes de Ia
juventud. Fue, en efecto, durante numerosos anos ei único ordenador
de los Juegos en cuanto a Ia forma y ai f ondo. La Carta y ei Protocolo
Olímpico, así como ei juramento de los atletas, son obra suya, Io
mismõ que ei ceremonial de apertura y de clausura de los Juegos. Por
otra parte, hasta 1925 presidio personalmente ei Comitê Internacio-
nal Olímpico y asumió solo todos los cargos administrativos y finan-
cieros unidos a esta alta función.
Actuaímente, todas Ias naciones, todas Ias razas, se interesan por
ei Olimpismo y participan en los Juegos cuatrienales. Gracias en
gran parte ai barón de Coubertin, Ia práctica de Ia educación física
y dei deporte se ha hecho popular en todos los continentes dei mun-
do. Influyendo en Ias costumbres y los gustos, ha ejercido un efecto
beneficioso en Ia salud pública. Así se puede decir que ei barón de
Coubertin ha cumplido una obra altamente humanitária y puede ser
23
contado entre los grandes benefactores de Ia humanidad. El título de
presidente de honor de los Juegos Olímpicos, que no será nunca
más concedido, lê fue dado en 1925, cuando se retiro de Ia presidên-
cia dei Comitê Internacional Olímpico. Fue una consagración biem
merecida por su notable actividad y sus esfuerzos durante más de
treinta anos a Ia cabeza de este Comitê.
La renovación de los Juegos Olímpicos no presenta más que una
pequena parte de Ia obra dei barón de Coubertin. En muchas de Ias
publicaciones consagradas a Ia técnica y a Ia ensenanza dei deporte,
se lê deben importantes estúdios históricos, entre ellos una notable
historia universal, en cuatro volúmenes, así como innumerables no-
ticias, estúdios y folletos tratando de política, sociologia, insírucción
general, reforma de Ia educación, etc. Su obra escrita totaliza más de
sesenta mil páginas y ei repertório impreso de sus publicaciones llena
un fascículo de catorce páginas. Incluido entre los grandes historia-
dores de su tiempo, fue también un educador y un sociólogo eminente.
La obra dei barón de Coubertin ha sido una obra de paz, obra
que permanecerá fecunda. Su recuerdo permanecerá viviente en ei
mundo entero. Sus restos mortales reposan en ei cementerio de Bois-
de-Vaux, en Lausana (Suiza), donde tenía su domicilio. Esta ciudad
se transformo en 1915 en Ia sede dei Comitê Internacional Olímpico.
Según su última voluntad, su corazón ha sido depositado en Olímpia
(Grécia), en ei monumento de mármol que conmemora ia renovados
de los Juegos Olímpicos.
HENRI DE BAILLET-LATOUR
El conde Henri de Baillet-Latour, nacido ei l de marzo de 1876,
fue elegido miembro dei Comitê Internacional Olímpico, por Bélgica,
en 1903. Fundo, un afio después, ei Comitê Olímpico belga, que or-
ganizo Ia participación de Bélgica en los Juegos de 1908 y 1912.
Después de Ia primera guerra mundial, obtuvo para Ia ciudad de
Amberes Ia celebración de los Juegos de Ia VII Olimpíada. Aunque
no dispuso más que de un afio para Ia preparación de estos Juegos,.
y a pesar de los crueles sufrimientos infligidos por Ia guerra a Bél-
gica, ei conde de Baillet-Latour asumió todas Ias responsabilidades
y tomo con una magnífica energia Ia dirección de Ia inmensa empresa.
Su êxito fue verdaderamente notable.
24
La capacidad de Ia que había dado prueba, entre otros méritos,,
cuando los Juegos de Amberes, incito a los miembros dei Comitê
Internacional Olímpico a elegirle presidente cuando,en 1925, ei fun-
dador de los Juegos presentó su dimisión. Muy pronto se hizo apre-
ciar por todos sus"colegas, y cada vez que su mandato expiraba era
reelegido por unanimidad.
- Durante su presidência, que duro diecisiete anos, ei conde de Bail-
let-Latour se preocupo constantemente de mantener ei ideal y los
fines olímpicos. Se esforzó sin descanso de preservar ai deporte de
toda comercialización, de conservar su nobleza, su belleza, su razón
de ser. Siempre trato de hacerse una opinión personal sobre todas Ias
cuestiones difíciles y emprendió a este fin largos viajes alrededor dei
mundo. Podia luego, en Ias sesiones dei Comitê Internacional Olím-
pico, hablar con pleno conocimiento de causa y orientar útilmente a
sus colegas. De caracter resuelto, y sin embargo diplomático, pre-
sidio ei Comitê con una gran distinción.
Murió en Ia noche dei 6 de enero de 1942, víctima de un ataque.
Poço tiempo antes,* Ia muerte lê había arrebatado a su hijo único,
alistado en ei ejército. Su país había sido invadido; Ia desgracia lê.
rodeaba por todas partes. Solo lê quedaba sü fé cristiana y su con-
vicción, repetidamente expresada, de otra vida más dichosa y
más bella.
Digno sucesor dei barón de Coubertin, su recuerdo permanecerá
como un hombre de noble caracter y totalmente entregado a Ia causa
olímpica.
J. SIGFMD EDSTRÕM
J. Sigfrid Edstrõm, nacido ei 21 de noviembre de 1870, es una
de Ias personalidades más conocidas dei mundo de los deportes. Es-
tudiante en Gothènburg, M. Edstrõm practicaba ei atletismo y era
excelente corredor. En 1891, batió ei record sueco de 150 metros,
en diecisés minutos cuatro segundos. Recorria los 100 metros en once
segundos. Después de algunos anos pasados en Zurich (Suiza), donde
f recuentó ei Politécnico, se hizo confiar tareas. importantes en ei mo-
vimiento deportivo de Suécia. En 1901, con ei general V. Balck»
reunió Ias diversas ramas dei atletismo y de Ia gimnasia sueca en una
sola asociación, de Ia que fue ei jefe hasta 1940.
Pero es en ei plano internacional donde M. Edstrõm dio Ia plena
medida de su capacidad. Fue uno de íos organizadores de los Juegos
Olímpicos de Estocolmo, en 1912. Participo igualmente en los Juegos
de Los Angeles, de 1932, en calidad de jefe de Ia delegación sueca.
En los Juegos Olímpicos de 1912, tomo Ia iniciativa de fundar Ia
Federación Internacional de Atletismo Amateur, de Ia cual fue elegido
primer presidente, cargo que ocupo hasta 1946.
En 1920, fue nombrado miembro dei Comitê Internacional Olím-
pico, por Suécia. Pero ya en 1910 y 1911 había tomado parte en Ias
sesiones dei Comitê Internacional Olímpico para Ia preparación de
los Juegos de Estocolmo, de 1912. Presidio los dos Congresos Olím-
picos, de Lausana, en 1921, y de Praga, en 1925. En 1921 fue ele-
gido miembro de Ia Comisión ejecutiva dei Comitê Internacional
Olímpico y en 1931 fue nombrado vicepresidente.
En calidad de vicepresideníe se pone a Ia cabeza dei Comitê In-
ternacional Olímpico en 1942, a Ia muerte de su presidente, ei conde
de Baillet-Laíour. Durante todas Ias hostilidades de Ia segunda guerra
mundial, viviendo en un país neutral, mantuvo contacto con los
miembros dei Comitê Internacional Olímpico, y en 1945 reunió Ia
primem Comisión ejecutiva de Ia postguerra que, aceptando Ia invi-
taciótt inglesa, lê ccnceüió a Londres Ia celebración de Ia XIV Olim-
píada.
En 1946, Ia primera sesión dei Comitê Internacional Olímpico
después de Ia guerra, reunido en Lausana, lê eligió presidente por
aclamación.
Es un gran privilegio para ei Comitê Internacional Olímpico ha-
ber íenido a su cabeza un hombre de su calidad y de su alta com-
petência en matéria de atletismo. M. Edstrom había sido no sola-
mente un miembro activo dei Comitê Internacional Olímpico durante
más de treinta anos, sino también presidente de Ia" Federación In-
ternacional de Atletismo Amaíeur desde su f üádación. En su calidad
de ciudadano de un país neutral, pudo ocuparse de forma eficaz dê
todos los problemas complicados que surgieron.a cdntinuación de Ia
segunda guerra mundial. Guando en 1952 se retiro, a Ia edad de
õchenta y dos afios, llevó con él todo ei afecto y ei respeto dei mundo
olímpico y e\ título de-presidente honorário dei Comitê Internacional
Olímpico.
26
AVEB.Y BR.ÜTSÍDAGE
Avery Brundage, nacido ei 28 de septiembr© de 1887, ha sido
elegido quinto presidente dei Comitê Internacional Olímpico, durante
ia sesión de Helsinki, en 1952. Nadie hubiera podido estar mejor
preparado en esta alta función cargada de responsabilidades, ai frente
dei Movimiento olímpico mundial. Durante veinte anos había cola-
borado estrechamente, primero con .ei presidente conde de Baillet-
Latour, después con ei presidente Edstrom. Antes, durante más de
veinte anos, había ocupado una siíuación de alta categoria en ei de-
porte amateur, ai principio como participante, más tarde como admi-
nistrador. Había ampliamente viajado por Europa, África, América
dei Norte,,América dei Sur y ei Oriente, y estaba perfectameníe fa-
miliarizado con los problemas dei deporte amateur y dei Movimiento
olímpico en Ia mayor parte de los países dei mundo.
La carreta atlética de M. Brundage comenzó en 1905, cuando
atleta de Ia Êscuela superior, fue proclamado «Ia revelación dei ano».
En Ia Universidad de Illinois, donde se doctoró en 1909, fue cam-
peón iníeruniversitario de disco, miembro dei equipo de baloncesto
y,laureado con unamedalla especial para proezas atléticas.
Es interesante anotar que ei deporte no ocupa solo sus actividades
de estudiante. Su gran capacidad universitária y su erudición lê va-
lieron ei honor de ser elegido miembro de Ias sociedades Tau Beta Pi
y Sigma Xi. Fue también editor de Ia revista de su Universidad.
Después de haber obtenido sus diplomas universitários, M. Brun-
dage abordo ei atletismo completo (all-around athletics) y durante
diez anos, hasta 1918, fecha a Ia que se refiere su último campeonato
nacional, fue uno de los primeiros atletas ámateurs ali around dei
mundo. Como miembro dei equipo olímpico de los Estados Unidos
de 1912, compitió en Jos Juegos de Ia V Olimpíada en Estocolmo.
Três veces fue campeón de América dei ali around amateur. El cam*
peonato de ali around es probablemente Ia prueba combinada de vê-
locidad, vigor, fuerza, agilidad y resistência más difícil que haya sido
nunca inventada.
Advirtamos que mientras conseguia estos envidiables recOrds como
participante, M. Brundage èdificaba como ingeniero su propia em-
presa de construcción, con gran êxito. Sus ejercicios y sü entrena*
miento debían ser practicadõs fuera de Ias horas de trabâjo y si su
27
energia na hubiera estado dividida, seguramente su carrera de atleta
hubiera sido todavia más brillante.
Guando cesó de participar en los concursos de cdl armind, dirigió
su interés a Ias cuestiones administrativas dei deporte amateur. En
1928, fue elegido presidente de Ia Amateur Athletic Union de los
Estados Unidos, función en Ia que fue reelegido durante ei curso de
siete mandatos. Sin duda hubiera continuado más largo tiempo aún
ocupándose de este cargo si no hubiera rehusado dejarse nornbraiv
Durante este período fue uno de los primeros jugadores de balon-
mano de los Estados Unidos y hasta una vez campeón de Chicago.
En 1929, fue elegido presidente dei Comit| olímpico de los Es-
tados Unidos. Seis veces fue reelegido, para un mandato de cuatro
afios, por Ias ciento veinte organizaciones que componen esta Aso-
ciación y que dirige ei deporte amateur de los Estados Unidos. En
1934, se lê otorgó ei trofeo especial James E. Sullivan «por servicios
excepcionales rendidos ai deporte amateur».
En Buenos Aires, en 1940, fue elegido por unanimidad primer
presidente dei Comitê Deportivo Panamericano por los delegados dei
hemisfério Occidental, en un congreso convocado para organizar los
Juegos Panamericanos. Habiendo sido modificadas Ias regias de esta
organización durante su segundo Congreso en Londres, en 1948, pudo
ser reelegido por unanimidad para un nuevo mandato. Conocía bien
todos los diferentes deportes que figuranen ei programa olímpico.
Durante Ia duración de su mandato, y después aún, funciono en cali-
dad de vicepresidente dei Congreso y se sento en ei Consejo de Ia Fe-
deración Internacional de Atletismo Amateur, esa poderosa orga-
riización que controla todas Ias disciplinas dei atletismo ligero; tam-
bién ha jugado un papel activo como oficial o como director en mu-
chas otras federaciones internacionales.
Guando M. Brundage llegó a miembro dei Comitê Internacional
Olímpico, fue elegido para Ia Comisión ejecutiva y nombrado vice-
presidente en 1946. No solamente en los Estados Unidos, sino en
otros cincuenta países, es conocido como ei apóstol dei deporte ama-
teur y como uno de los primeros defensores en ei mundo dei fair play
y dei buen espírita deportivo.
Mister Brundage es autor de innumerables artículos sobre ei de-
porte amateur. Posee probablemente una de Ias colecciones de obje-
tos de arte asiático más bellas y completas. Es uno de los adminis-
tradores dei Instituto de Arte de Chicago. Su actividad en ei dominio
.28
deporte y de Ia educaciôn física lê valió lisonjeras distinciones,
recompensas y condecoraciones en numerosos países.
Los fines que se propone ei presidente Avery Brundage som
1) propagar de una manera más universal ei conocimiento de Ia filo*-
;sofía dei amateurismo; 2) acentuar ei valor educativo, social, estético,
ético y espiritual dei deporte amateur, valor algunas veces descui-
dado en favor de un interés muy natural originado por los récords
y «perfomances»; 3) estimular ei interés dei programa de arte en
los Juegos Olímpicos, y 4) hacer apreciar de forma más generalizada
íos principios fundamentales dei Movimiento olímpico mundial, evi-
tar que se abuse "de él con fines personales o de prestigio nacional, y,
en fin, organizar Ia manera de acrecentar su influencia.
LA ESTRUCTURA DEL C. I. O.
Pensamos que es inútil repetir aqui que ei Comitê Internacional
Olímpico es un organismo permanente que se recluta él misrao por
•elección de personalidades que juzga calificadas. Es suficiente, en
efecto, leer ei opúsculo editado por ei C. I. O., Los Juegos Olímpicos
(edición 1958), para conocer ei funcionamiento. Sin embargo, nos
parece oportuno revelar ei proyecto «revolucionário» propuesto en
1959 por ei Comitê Olímpico de Ia U. R. S. S., en ei que se trataba
dei sistema olímpico dei porvenir. He aqui ei documento:
PROPOSICIONES DEL COMITÊ OLÍMPICO DE LA U. R. S. S.
(Proyecto presentado tardiamente en Ia Sesión dei C. I. O. en Munich
en 1959 y reenviado para discusión a Ia de Roma en 1960)
~X
EI Movimienío olímpico internacional, cuyo fin es asegurar ei
•desarrollo de los valores morales y físicos de los indivíduos y ei
fortalecimiento de los íazos frateraales entre los pueblos, ha progre-
sado de forma considerable y ocupa en nuestros dias un lugar pre-
ponderante en Ia vida deportiva de numerosos países.
Rindiendo homenaje ai Comitê Internacional Olímpico y a sus
miembros por los servicios a esta causa, ei Comitê Olímpico de
ia U. R. S. S. estima que los êxitos alcanzados pueden y deben ser
vacrecèntados en ei porvenir.
29
Una de ias condiciones primordiales, en este sentido, es, a nuestro
parecer, Ia participación direeía y activa de los comitês nacionales
olímpicos y de Ias federaciones internacionales deportivas en los tra-
bajos dei Comitê Internacional Olímpico mismo.
La cuestión de principio ha sido rechazada en varias ocasiones,
eíi reuniones dei Comitê Internacional Olímpico con personalidades
deportivas de vários países y dirigentes de diferentes federaciones in-
ternacionales. Durante Ias sesiones dei Comitê Internacional Olímpico»
ciertos miembros de este Comitê se pronunciaron a favor de una re-
presentaçión en ei seno dei C. I. O. de cada comitê olímpico nacional
_ y de cada federación internacional.
A este efecto, nos parece juicioso recordar aqui Ia reunión que
tuvo lugar en Evian, en 1957, entre Ia Comisión ejecuíiva dsl Co-
mitê Internacional Olímpico y los dirigentes de Ias federaciones üv
fernacionales, /reunión durante Ia cual los representantes de Ias fede-
raciones de lucha, de natación y de otros deportes, haciéndose los
portavoces de sus organizaciones, subrayaron Ia necesidad de incluir
en ei número de miembros dei Comitê Internacional Olímpico a los
presidentes de Ias federaciones reconocidas por este. En Ia misma
reunión de Evian, así como en Ia de Tokio en 1958, donde Ia Comi-
sión ejecutiva dei Comitê Internacional Olímpico y los representan-
tes de los comitês nacionales olímpicos se volvieron a reunir, fueron
igualmente hechas proposiciones similares, ai término de Ias cuales
se resaltaba que los comitês nacionales olímpicos debían estar repre-
sentados en ei C. I. O.
En nuestro parecer, estas reivindicaciones permanecen legítimas
y de suma actualidad. En efecto, parece inaceptable e ilógico que Ias
federaciones deportivas internacionales, que organizan y dirigen ei de-
porte amateur y Ia participación en los Juegos Olímpicos, sean pri-
vadas paralelamente dei derecho de colaborar en Ias actividades dei
organismo que gobierna los Juegos Olímpicos.
Los comitês nacionales olímpicos, en cuyas manos reposa Io esen-
ciai de ia íarea que aspira ai desarrollo dei Moyimienío olímpico, se
encuentran en una posición similar. La estructura acíual dei Comitê
Internacional Olímpico pone a los comitês nacionales olímpicos, en Ia
imposibilidad de estar representados en él y no favorece en ninguna
forma Ia conservación de contactos permanentes entre estas organi-
zaciones y ei C. L O. El irracionalismo de Ias relaciones entre ei C. I. O.
y los diferentes países está demostrado claramente por ei hecho de
30 .
que ei Comitê Internacional Olímpico, reconociendo 91 comitês na-
cionales olímpicos en estas fechas, no cuente más que con miembros
de 48 países solamente.
Partiendo de Ias consideraciones mencionadas arriba y empujados
por ei deseo sincero de favorecer aún más ei desarrollo dei Movi-
tniento olímpico, así como de acrecentar Ia influencia dei Comilé
Internacional Olímpico, ei Comitê olímpico de Ia U. R. S. S. desea
precisar aqui que sostiene y aprueba Ias proposiciones hechas estos
últimos anos por ciertas federaciones deportivas internacionaíes y por
los comitês nacionales olímpicos de numerosos países, tendiendo a
una revisión de Ia estrüctura dei Comitê Internacional Olímpico.
Tomando por principio base Ia extensión y Ia representación in-
tegral de Ias .federaciones internacionales y los comitês nacionales en
ei seno dei Comitê Internacional Olímpico, ei Comitê nacional olím-
pico de Ia U. R. S. S., por su parte, presenta Ias proposiciones si-
guientes sobre Ia cuestión de Ia forma y de Ia estrucíura dei C. I. O.:
1. El Comitê Internacional Olímpico será formado por:
— los miembros actuales dei C. I. O. Estos son mantenidos;
— los presidentes de los comitês nacionales olímpicos reconoci-
dos por ei C. I. O. deben tener ei derecho, si Ia necesidad se
presenta, de reemplazar a su representante en ei C. I. O.;
— los presidentes de Ias federaciones internacionales deportivas
reconocidas por ei C. I. O., deben tener igualmente ei derecho
de reemplazar, si Io iiecesitan, a su representante en ei seno
dei C. I. O.
Si tal proposición es aceptada, ei Comitê Internacional Olímpico
estará compuesto de Ia forma siguiente:
— los 64 miembros actuales dei C. I. O.;
— aproximadamente 115 presidentes de los comitês nacionales
olímpicos (si estos comitês están formados en ei mundo entero):
— 35 presidentes de Ias federaciones internacionales (consideran-
do que además de Ias 25 federaciones actualmente reconocidas,
una decena de nuevas federaciones, representando los deportes
más extendidos, sean reconocidas por .ei C. I. O.).
Tendríamos de esta forma, en e! Comitê Internacional Olímpico,
Uíi vasto organismo agrupando toda Ia organización deportiva inter-
-nacional, o sea de 210 a 215 personas. . "• '
31
2. La estructura dei Comitê Internacional Olímpico podría ser
tsíitonces Ia siguiente:
a) La Asamblea general, agrupando todos losmiembros dei Co-
mitê Internacional Olímpico, se reúne cada cuatro afios (durante los
Juegos Olímpicos) y trata Ias principales cuestiones propuestas por
ei Movimiento olímpico internacional y los Juegos Olímpicos (lugar
y sitio de los Juegos Olímpicos, su programa, etc.).
La Asamblea general nombra un presidente, un vicepresidente y
los miembros de Ia Comisión Ejecutiva.
b) La Cotrúsión ejiecuíiva aplica Ias decisiones tomadas por Ia
Asamblea general, cumple Ias tareas comentes dei Comitê Interna-
cional Olímpico entre Ias sesiones de Ia Asamblea general, vigila que
Ia Carta de los Juegos Olímpicos sea observada y que Ias finanzas
dei C. I. O. sean sanamente administradas, decide Ias reuniones y
Ias cuestiones a llevar ai orden dei dia de Ia Asamblea general, crea
Ia Oficina de Ia Comisión ejecutiva. La Comisión ejecutiva se reuni-
rá cuando Ia necesidad se presente, pero por Io menos una vez ai ano.
Parecerá indicado fijar ei efectivo de Ia Comisión ejecutiva de
cincuenta a cincuenta y cinco personas (ei presidente dei C. I. O.t
ocho o nueve vicepresidentes, un secretario general, los presidentes de
vários comitês nacionales olímpicos y los dirigentes destacados dei
Movimiento olímpico).
c) La Oficina de Ia Comisión ejecufivta estará formada por ei
.presidente dei C. I. O., los vicepresidentes y ei secretario general. La
Oficina se reunirá cuando Ia necesidad Io requiera y designe Ias or-
denes dei dia a Ia vista de reuniones de Ia Comisión ejecutiva, para
tratar los asuntos comentes.
d) La Cancillería dei C. L O., írabajando bajo Ias ordenes dei
secretario general, ordenará Ia correspondência diária y se ocupará
de asuntos dei C. I. O. El personal de Ia cancillería ha de ser deter-
minado por Ia Comisión ejecutiva.
El Comitê olímpico de Ia U. R. S. S. somete igualmente a vuestra
apreciación algunas' proposiciones concernientes a Ias finanzas de!
Comitê Internacional Olímpico y pretendiendo satisfacer los requeri-
mientos de Ias federaciones internacionales en cuanto a Ia obtención
•de ciertas sumas procedentes de Ias competiciones olímpicas.
/
1. Lãs finanzas dei Comitê Internacional Olímpico deben pro-
ceder de Ias fuentes siguientes:
32
*'' ) Lãs cotizaciones anuales de los comitês nacionales olímpicos
-'• t\ lãs federaciones internacionales reconocidas, así como Ias coti-
Lciones de los miembros dei C. I. O. pagadas igualmente por los co
't's nacionales y Ias federaciones internacionales. El importe de estas
mrticipaciones será fijado por Ia Asamblea general;
b) un porcentaje sobre Ias localidades de los Juegos Olímpicos
de verano e invierno;
c) una renta procedente de publicacionès y otras actividades.
2. Los gastos de viaje de los íniembfos dei Comitê Internacional
Olímpico para acudir a Ias sesiones y a los Juegos Olímpicos serán
soportados por los comitês nacionales olímpicos y Ias federaciones
Internacionales.
3. Lãs federaciones internacionales deportivas euyos deportes
sean inscritos en los programas de los Juegos Olímpicos, recibirán
un porcentaje de Ias localidades de los Juegos Olímpicos, cuyo impor*
te será determinado por ei Comitê Internacional Olímpico.
El Comitê Olímpico de Ia Ü. R. S. S. pide que estas proposiciones
sean llevadas ai orden dei dia de Ia 55 sesión dei Comitê Internacional
Olímpico (Munich, mayo 1959) y que sean igualmente sometidas y
discutidas en Ia conferência que Ia Comisión ejecutiva dei Comitê
Internacional Olímpico tendrá con los representantes de los comitês
nacionales olímpicos en Roma (mayo 1959) y con los dirigentes de Ias
federaciones internacionales deportivas en Munich (mayo 1959),
Con este motivo, ei Comitê olímpico de Já U, R. S. S. estima
necesario que Ia cancillería dei C. I. O. envie mtòstra carta a todos
los miembros dei C. I. O., a los comitês nacionales olímpicos y fede-
raciones internacionales reconocidos, con ei firi de darles ocasión de
estudiar Ias diferentes proposiciones mencionadas, antes de Ia confe-
rência y sesiones dei mês de mayo.
Esperamos sinceramente que ei Comitê Internacional Olímpico
pondrá toda su atención en Ia presente y concederá su apoyo a Ias
proposiciones que contiene.
* * *
Este documento había sido dirigido a los miembros dei C. I. O., a
Ias federaciones internacionales y a los comitês nacionales olímpicos
porei Comitê olímpico de Ia U. R. S. S.
En respüestá a este documento, él presidente dei C; t O., M. Avery
Brundage, después de haber encontrado en San Francisco a M. An--
drianou, presidente dei Comitê olímpico de Ia U. R. S. S. y miembro
dei C. I. O-, en febrero de 1960, decidió publicar un memorándum
sobre este asunto. Helo aqui:
• - - . . Lausana, marzo de 1960
informe de M. Avery Brundage, presidente dei C. I. O., dirigido-
a los miembros dei C. L O., a Ias federaciones internacionales y a los
comitês nacionales olímpicos, con motivo dei proyecío sometido por
ei Comitê olímpico de Ia U. R. S. S., con vistas a una reorganización
dei Comitê Internacional Olímpico.
Pârtiendo de Ias consideraciones ya mencionadas de favorecer y
acrècentar ei êxito y él desarrollo dei Movimiento olímpico, ei Comi-
tê olímpico de Ia U. R. S. S. ha propuesto Ia extensión dei C. I. O., así
como Ia reihcorporación íntegra en ei seno de este Comitê de todos
los presidentes dê los comitês nacionales olímpicos como de los pre-
sidentes de Ias federaciones internacionales. Nadie sabría criticar este
'proyecto, pero considerada Ia revisión de Ia estructura dei C. I. O., se
hecesitàríá un cambio revolucionário tan radical que toda Ia cuestión
debería ser sòmetida a un examen muy profundo.
Constituyendo ei C. I. O. Ia autoridad suprema dei Movimiento
olímpico, ei barón de Coubertin ha establecido muy cuidadosamente
quê este organismo sea siempre libre, independiente y autônomo, y
há ásegurado sú imparcialidad, Sin estas medidas de precaución*.
dúdo mucho que Ia causa olímpica se hubiera extendido tan rapida-
mente y tan lejos, y pienso que ningún sistema hubiera podido asegu-
rár un êxito tan resoriante dei Movimiento olímpico.
Los presidentes de Ias federaciones internacionales representan
èsènciàlmente sus deportes, mientras que los presidentes de los comi-
tês nacionales olímpicos representan esencialmente sus países. Con ei
sistema actual, Ias conferências de estos organismos con ei C. J. O. esr
tan previstas de tiempo en tiempo, Io que lês da ocasión de discutir
Ias cuestiones de interés común. Sus opiniones son tomadas en consi-
deración por eLQ. ,1, O., cuyos miembros representan solamente ei
Movimiento olúnpáçp.y np sus países o sus deportes. .
Cuando un hombre es elegido miembrp dei C. I. O., empena su
sumisión absoluta a Ia causa olímpica; no puede aceptar ningún man-
34
dato en ei seno de otra organización susceptible de entorpecer este.
juramento de fidelidad.
Cuando se decidió ei restablecimiento de los Juegos Olímpicos en
1896 los comitês nacionales olímpicos no existían aún y no había más
e ún número muy limitado de federaciones internacionales. Al co-
mienzo pues, ei primer deber dei C. I. O. fue no solamente establecer
los princípios fundamentales de Ia enorme estructura dei Movimiento
olímpico, sino también montar Ia organización de los Juegos, orga-
nizar Ia participación de los diferentes países, así como asegurar Ia
supervisión técnica de Ias pruebas. Rapidamente, se dio cuenta que
esta tarea era demasiado pesada para ser ejecutada por un solo comi-
tê y se constituyó una comisión encargada de organizar Ia parte pura-
mente práctica dei Movimiento olímpico. Entonces se erearon los
comitês nacionales olímpicos, asumiendo ei trabajo de organizar Ia
participación en los Juegos de los diferentes países, mientras que Ias
federaciones internacionales eran responsables de establecer Ias regias
y reglamentos de Ia vigilância técnica de Ias pruebas; ei C. I. O. se
reservo ei derecho de dirigir y de controlar todas Ias cuestiones con-
cernientes a Ia aplicación de Ias regias olímpicas. Seria difícil concebir
un sistema mejor.
El C. I. O. no es, sin embargo, una organización perfecta y su e»-íructura podría ser mejorada; pero todas Ias modificaciones que po~
drían herir su independência y su imparcialidad serían desastrosas. La
entrega absoluta de este Comitê ai servicio dei ideal olímpico, unida
a Ia tarea de hacer respetar ei principio fundamental por ei cual nin-
guna .discriminación de raza, de religión o de política está admitida,
estipulando que los Juegos son concursos imparciales de amateurs de
todas Ias naciones, no aportando ningún beneficio a los competidores,,
oficiales o promotores, son Ias razones mayores que han ásegurado ei
inmenso êxito y ei grado de importância que asume ei Movimiento
olímpico actual. Privado dei derecho de escoger él mismo, ei C. I. O.
perderia rapidamente su»independência, así como su imparcialidad.
dos cualidades esenciales para ei êxito de su obra.
AVERY BRUNDAGE,
Presidente dei
Comitê Internacional Olímpico.
Volviendo ai proyecto ruso, sobre ei cual podemos tomar posición
antes que ei C. I. O. Io discuta en su sesión de Roma, en agosto de
35
1960, revelemos Io que faa escrito Gaston Meyer, redactOr-jefe dei
periódico L'Equipe, de Párís, en su obra El fenômeno olímpico (3):
«Está claro que si este nuevo estatuto se hubiera adoptado»
ss produciría automaticamente una división dei mundo depor-
tívo en dos o vários bloques, reflejando fielmente Ia división
política, reduciéndose ei juego desde entonces a reunir en uno u
olro lado de los bloques los comitês olímpicos de Ias pequenas
naciones vacilantes entre dos ideologias. Si se ac©metiere Ia idea
soviética, se echaría abajo ei edifício» creado en 1894 por Pierre
de Coubertin. ^Quiere decirse que ei nuevo sistema seria funda-
do sobre una base mejor? Varias razones nos Io hacen dudar.
Primeramente Ias pruebas de impotência dadas por Ia O. N. U.,
después de Ia Sociedad de Naciones, nos hacen temer que Ias
fuerzas en presencia no se neutralizan y que, por tanto, una
asamblea ían dispar se muestra incapaz de resolver ei menor
problema y zozobra en Ia confusión.
Además, este sistema vá bacia Ia universalización dei depor-
te. Y este debe situarse (como casi ha logrado hasta aqui) sobre
los intereses políticos y Ias rivalidades de capilla.
Una representación igual por nación y por deporte no corres-
ponde a Ia realidad; suprime Ia necesidad de Ia competência;
los delegados no serían más que los representantes de Ias ten-
dências nacionales o de los partidos. Luego es precisamente Io
que había querido evitar Coubertin fundando una organización
dei oíimpismo sobre los princípios de elección, los cuales han
asegurado Ia perennidad de oíras instituciones tales como Ia
Iglesia católica, Ia Cruz Roja internacional y oíras más.»
* * *
Esta brevMma introducción nos permite abordar ei tema principal
de esta obra. Se trata, en efecto, de «relatar» los trabajos de Ias di-
ferentes sesiones dei Comitê Internacional Olímpico e indicar Ias deci-
siones—algunas veces, es preciso decirlo, contradictorias—que allí
fueron tomadas. Nos atendremos estrictamente a los procesos verbales
aparecidos, algunos de los cuales, desgraciadamente, faltan de Jps ar-
(3) Edicián «La Tabte ronde», 40. rue du Bac; Paris VH
e.
h- vá que Coubertin no atribuyó demasiada importância ai pa-
]V burocrático durante sus veintiocho anos de presidência. Había
do una obra y queria conducirla según sus princípios y sus.ideas.
Poço lê importai» tal o cuaí acuerdo tomado en sesión. jSabía adap-
tarios a su gusto, con gran diplomacia! Seguramente no estaba equi-
vocado-
LÃS SESIONES
1.
2.
3.
4.
5.
6.
7.
8.
17.
18.
19.
20.
21.
22.
23.
24.
25.
26.
27.
39.
40.
41.
42.
43.
Párís
Atenas
El Havre
Paris
Paris
Londres
Bruselas
Atenas
Príntera
Lausana
Amberes
Lausana
Paris
Roma
Paris
Praga
Lisboa
Mônaco
Amsterdam
Lausana
•
Segunda
Lausana
Estocolmo
Saint Moritz
Londres
Roma
1894
1896
1897
1901
1903
1904
1905
1906
guerra
1919
1920
1921
1922
4923
1924
1925
1926
1927
1928
1929
t
guerm
1946
1947
1948
1948
1949
9.
10.
11.
12.
13.
14.'
15.
16.
La Haya
Berlín
Luxemburgo
Budapest
Básilea
Estocolmo
Lausana
Paris
mundial (1914-1918)
28.
29.
30.
31.
32.
33.
34.
35.
36.
37.
38.
Berlín
Barcelona
Los Angeles
Viena
Atenas
Oslo
Garmisch
Berlín
Varsovia
El Cairo
Londres
mundial (1939-1945)
44.
45.
46.
47.
48.
Copenhague
Viena
Oslo
Helsiiíki
Méjico
1901
1909
1910
1911
1912
1912
1913
1914
1930
1931
1932
1933
1934
1935
1936
1936
1937
1938
1939
1950
1951
1952
1952
1953
49. Atenas 1954
50. Paris 1955
51. Cortina d*An>
pezzo 1956
52. Meíbourne 1956
53. Sofia 1957
54. Tokio
55. Munich
56. Squaw Valley
57. Roma
58. Atenas
59. Mosca
1958
1959
1960
1960
1961
1962
OONMEMORACIÓN DE LA FUNDACIÓN DEL CoMTTÉ
20 aniversário:
25 aniversário:
30 aniversário:
40 aniversário:
50 aniversário:
60 aniversário:
1914, en Paris y AJejandría
1919, en Lausana
1924, en Paris
1934, en Atenas y Lausana
1944, en Lausana
1954, en Atenas y Lausana
OONGRESOS OLÍMPICOS
Restablecimienío de los Juegos Olímpicos
Higiene y pedagogia deportivas
Técnica de los ejercicios físicos
Artes, letras y deportes
Psicologia deportiva
Reglamentos olímpicos
Reglamentos olímpicos
Reglamentos olímpicos
Reglamentos olímpicos
l.a SESIÓN — PARÍS, 1894
Como ya hemos dicho, este Congreso se inicio ei 16 de junio
de 1894 en ei gran anfiteatro de Ia Sorbona, delante de dos mil perso-
nas. Participaron setenta y nueve delegados, además de los miembros
Iwiròcráticos, en representación de Ias sociedades deportivas o Ias
universidades de trece naciones, que fueron: Francia, Grécia, Rusia.
Itália. Holanda, Inglaterra, Austrália, Suécia, Bélgica, Espafla, Hun-
gria, Checoslovaquia y Estados Unidos.
Paris
El Havre
=Bruselas
Paris
Lausana
Paris
Lausana
Praga
Beriín
1894
1897
1905
1906
1913
1914
1921
1925
1930
Después de un notable discurso dei barón de Courcel, senador y
presidente dei Congreso, f ue interpretado pôr Marie Jeanne Remacle
ei Himno de Apoio, recientemente descubierto en Ias ruinas de Delfos,
y repetido por un coro de cantores de Ia Opera, con acompafiamiento
de arpas. El efecto, dice ei historiador, fue sorprendente, digno de Ia
circunstancia y dei grandioso cuadro.
Sobre los trabajos de esta primera sesión, citemos los dos puntos
esenciales, estudiados por dos comisiones. Es decir, Ia cuestión dei
amateurismo (jya!) y Ia dei restablecimiento de los Juegos Olímpicos.
Formaron parte de Ia primera comisión: M. Gondinet, presidente
dei Racing Club de Francia; ei profesor W. M. Sloan, delegado dei
New-York Athletic Club y de Ia Universidad de Princeton, y R. Todd,
delegado de Ia National Cyclist's Union de Gran Bretana. La segunda
comisión tenía por presidente a M. Vikelas, delegado de Ia Sociedad
Panhelénica de Gimnasia, y por vicepresidente ai barón de Carayon
La Tour, delegado de Ia Sociedad Hípica Francesa.
. Lãs conclusiones de estas comisiones, tanto por Ia amplitud de
los temas tratados como por Ia competência de los que tomaron parte
en Ias discusiones, representan probablemente ei estúdio más profun-
do que haya sido intentado en esta época por una agrupación inter-
nacional en ei dominio dei deporte. Fue un punto de partida natural
para los esfuerzos y perfeccionamientos ulteriores.
; Antes de terminar, ei Congreso nombró un Comitê Internacional
Olímpico, cuyos nombres figuran en Ias primeras páginas de este
libro.
Los PRIMEROS JUEGOS OLÍMPICOS DE 1896
Nuestra intención no es evocar los recuerdos de los Juegos Olímpi-
>cos, puesto que han sido publicadas numerosas obras ai respecto. Nos
parece, sin embargo, interesante citar Ias dificultades que encontro ei
barón de Coubertin para poher en marcha su obra. A pesar dei tele-
grama en que su majestad ei rey de Grécia había declarado asociarse
á Ias decisiones dei Congreso de Paris, y a pesar dei entusiasmo que
produjo en Atenas Ia proclamación dei restablecimiento de los Juegos
Olímpicos, ei Gobierno griego, presidido por M. Tricoupis, se mostro
pronto desfavorable ai proyecto y se dirigió una carta bajo su inspira-
ción a Coubertin, en ei momento en que se preparaba a partir para
Grécia, invitándole a no presentarsey declinando ei honor hecho ai
pueblo heleno por ei Cbngreso. De Coubertin resolvió no tomar en
cuenta estas disposiciones, llegó a Atenas en ei mês de octubre y se
ocupo en seguida de despertar ei entusiasmo popular. M. Vikelas, que
lê sucedió dos meses más tarde, acabo de vencer todas Ias resistências
y de allanar todos los obstáculos.
Esto viene a demostrar Ias dificultades con que tropezó ei Reno-
vador de los Juegos y con Ias que continuará tropezando a continua-
ción, hasta que se haya comprendido, en los círculos no deportivos.
Io que significaba ei Movimiento y ei Ideal Olímpico. Si Coubertin
tuvo una árdua tarea, tuvo también su recompensa cuando en 1936t
desde Lausana, asistió ai inmenso êxito que supusieron los Juegos de
Ia XI Olimpíada en Beriín.
2.a SESIÓN — ATENAS, 1896
Esta sesión comienza ei 4 de abril de 1896 y bajo Ia presidência
de M. Vikelas, presidente dei C. I. O. De los dieciséis miembros que
formaban entonces ei C. I. O., solamente cuatro asistieron a esta se-
sión: M. Vikelas (Grécia), ei barón de Coubertin, Fr. Kemény (Hun-
gria) y ei general Balck (Suécia). La sesión se prosiguió durante seis
dias para terminar ei domingo 12 de abril. El presidente se quejó de
Ia falta de interés de ciertos miembros por los trabajos dei Comitê;
jalgunos ni se habían excusado por su ausência a estos primeros Jue-
gos Olímpicos!
La segunda sesión, lunes 6 de abril, se desarrolló en ei Hotel de
Gran Bretana, bajo Ia presidência de Coubertin, porque M. Vikelas..
presidente titular, no había podido acudir. Además de los miembros
ya citados, se encontraban ei general de Boutowsky (Rusia), ei doctor
W. Gebhardt (Alemania) y ei consejero Jiri Guth Jarkovsky (Bo-
hérnia).
Três ciudades presentaron su candidatura para Ia organización de
tos Juegos de 1904: Nueva York, Beriín y Estocolmo. Ninguna de Ias
três fue elegida.
Asistieron siete miembros a Ia tercera sesión dei 7 de abril, en ei
domicilio de M. Vikelas.
En Ia sesión dei 9 de abril fue lanzada Ia idea de Ia creación de
los comitês nacionales olímpicos «potentes»; esta sugerencia había
40
•-
Algunos miembros dei Comitê Internacional Olímpico, presentes en los
I Juegos de Atenas, en 1896.
Sentados, de izquierda a derecha: ei barón Pierre de Coubertin, secretario
(FranciaV D Vikelas, presidente dei Comitê Internacional
(Grécia)''ei general A. de Boutovski (Rusia). De pie, de izquierda a
recha- doctor W. Gebhardt (Alemania); Jiri Guth-Jarkovsky (Checoslova-
quia)' Perene Kemény (Hungria); ei general Viktor Balck (Suécia).
Carta dei barón Pierre de Coubertin dirigida a M. Ângelo Bo-
lanaki, en junio de 1910, para informarle de su elección en ei
Comitê Internacional Olímpico. El interesado ha celebrado sus
cincuenta anos de presencia en ei Comitê, en 1960; es ei decano.
(Lãs cartas dei Renovador eran todas manuscritas; no existen,
pues, copias.)
sido hecha por ei doctor Gebhardt. «En Hungria—declaro M, Kemé-
ny—existen ya comitês con un caracter estable y definitivo.»
Durante esta reunión fue tratado ya ei estatuto dei amateurismo.
La definición establecida por ei Congreso de Paris había sido juzgada
demasiado estricta.
Se lamento Ia ausência de Ias pruebas-del pentathlon en los Juegos
de 1896, y Coubertin se expresó en estos términos: «Si los miembros
dei Comitê conservan, cada uno en Io que lê concierne, Ia plena liber-
íad de expresar sus puntos de vista en matéria pedagógica, importa
también acordarse que ei Comitê no puede en absoluto juzgar si tal
deporte es preferible a tal otro y si se lê debe preferir. El Comitê tiene
por misión organizar los Juegos Olímpicos en los que estén represen-
tados todos los deportes y no hacer una elección entre estos deportes.»
Conforme a Ia decisión tomada en ei Congreso de Paris, Ia presi-
dência dei C. I. O. debía recaer por derecho en una personalidad
perteneciente ai país en ei que se desarrollasen los próximos Juegos
Olímpicos. Por eso fue elegido presidente Coubertin para ei período
de 1896 a 1900. El reglamento fue modificado en ese plazo y Couber-
íin fue elegido por ocho anos y después constantemente reelegido has-
ta ei ano de su dimisión, en 1925.
En Ia última sesión, ei Comitê levanto acta de Ia proposición hecha
por M. Kemény de llevar los Juegos Olímpicos a Budapest. Posterior-
mente se tomo una decisión draconiana: «Serán considerados como
dimisionarios los miembros dei C. I. O. que no hayan dirigido ai pré*
sidente ai menos un informe anual o hayan descuidado, sin excusas
válidas, asistir o hacerse representar en los Juegos Olímpicos.»
El 14 de abril se celebro una sesión suplementaria, en ei domici-
lio de M. Vikelas, para ocuparse de Ia opinión ateniense, aireada en
Ia prensa, sobre Ia celebración de los Juegos en ei futuro y su fijación
definitiva en Grécia. Fue unanimemente reconocido como no deseable
que los Juegos pertenecieran exclusivamente a un país. Al tomar esta
decisión, ei Comitê no hizo más que ratificar Ia rdel Congreso de Pa-
rís en 1894, estimando que no tenía derecho de vulnerarla.
El único ejemplar dei acta de esta sesión está escrito de mano dei
barón de Coubertin y se encuentra en los archivos de) C. T. O.; en
Lausana.
4$:
3/ SESIÕN — EL CQNGRESO DE EL HAVRB, 1897
Este Congreso olímpico se celebro en El Havre dei 23 de julio
;al l de agosto de 1897, Su fin no fue revisar o ampliar Ia obra dei
Congreso de Paris, sino estudiar sobre todo Ias cuestiones de higiene
y de pedagogia en relación con los ejercicios físicos. Lx>s numerosos
trabajos y Ias nutridas discusiones dieron lugar a una serie de votos
taíeresantes, sobre los que seria inoportuno extenderse ahora. Todo
Io más, podría reprocharse ei caracter insuficientemente general de Ias
discusiones, ei punto de vista francês que, en una o dos intervenciones
y a pesar de Ia presencia de numerosos delegados extranjeros, se in>
puso ai punto de vista internacional.
4.a SESIÓN — PARIS, 1901
En ei afio 1900 no hubo ninguna sesión.
Efectivamente, Ia larga duración de los concursos de los Juegos
•de 1900 en Paris, repartidos en un período de vários meses, no per-
mitió celebrar sesión; los delegados extranjeros no pudieron llegaf
a un acuerdo para hacer coincidir su estância a orillas dei Sena. Hay
que afladir a esto que los desplazamientos no eran tan fáciles en esta
época como Io son en nuestros dias. Así, pues, en lugar de Ia ciudad
de Praga, que se había amablemente ofrecido para acoger a los
miembros dei Comitê en 1901, Coubertin se vio obligado a elegir
Paris, vista Ia presencia, en esta ciudad, de cierto número de sus co-
legas.
Esta cuarta sesión empezó ei martes 21 de mayo de 1901 y duro
vários dias. Lãs reuniones se desarrollaron en los salones dei Auto-
móvil Club de Francia. El barón Godofroy de Blonay (Suiza) hizo
Ias funciones de secretario. El objeto principal de Ias deliberaciones
fixe escoger ei lugar donde se desarrolíarían los Juegos de Ia III Olim-
píada en 1904.
La ciudad de St. Louis había propuesto su candidatura. La se-
gunda oferta vino de Chicago, y su representante, M. Henry Bréal,
secretario dei Comitê franco-americano para ei patrocinio de estu-
diantes, había sido encargado de defender los intereses de Chicago.
Su informe fue elocuente. Se apoyó en ei hecho de que ya antes de
que fuese tomada Ia decisión dei Comitê Internacional Olímpico, se
habían suscrito por los habitantes de Chicago más de 120.000 dóla-
res. M. Bréal demostro habilmente que nunca ei C. I. O. se había
encontrado en presencia de un movimiento tan conforme a sus de-
seos y a los intereses de su obra. El presupuesto preveía un exceden-
te en taquilla de 200.000 dólares. Ante tales garantias, unidas a Ias
de orden deportivo propiamente dicho, Ia candidatura de St. Louis
fue relegada, y Ia de Ia ciudad de Chicago escogida por unanimidad
para ser Ia sede de Ia celebración de los Juegos de Ia III Olimpíada
en 1904. Antes de dejar a Ias Olimpíadas cruzar ei Oceano, se pro-
dujo una fuerte discusión sobre Ia cuestión de los transportes ma-
rítimos, considerada Ia larga distancia. El conde Brunetta d'Usseaux(Itália), ai que se asociaron ei teniente Bergh (Suécia) y ei docíor Jiri
Guth (Bohemia), pidió que este importante problema fuese resuelto
en primer lugar. M. Hebrard de Villeneuve (Francia) pidió por su
parte que los reglamentos de los concursos fueran objeto de una
colaboración amistosa dei Comitê de Chicago con los representan-
tes de otros países, para evitar, en esgrima, por ejemplo, que Francia
e Itália, que eran Ias naciones más fuertes, tuvieran que aceptar un
código americano contrario a sus costumbres. És necesario recordar
que no existían casi federaciones nacionales y que los reglameníos
de Ias pruebas estaban lejos de ser codificados. La duración de los
Juegos se fijó en doce dias, y Ias fechas entre ei 10 y ei 25 de sep-
tiembre. Lãs recompensas no debían ser demasiado importantes «para
los princípios de amateurismo, que son Ia salvaguardia de los depor-
tes, y ei empefio de su porvenir fueran observados Io más estricta-
mente posible». En fin, destaquemos esta frase, que hoy provocaria
«sna viva reacción dei presidente Avery Brundage, puesto que ha
dicho: «El presidente Coubertin tiene Ia misión de insistir cerca de
los organizadores para que los concursos de los profesionales, si es
que los hay, sean tenidos menos en cuenta y en menor importância
que los concursos de amateurs.»
En efecto, hay que acordarse—aunque esto parezca extraordiná-
rio—que en los Juegos de 1896 (Atenas) y en los de 1900 (Paris). Ias
pruebas pmfesionales de esgrima figuraban en ei programa. El íor-
rieo de maestros de armas (profesionales) en 1896 fue ganado por
Grécia contra Francia (3-1). En los Juegos de 1900 figuraban pruebas
profesionales de florete, espada (los franceses fueron los vencedo-
tes), de sable (l, Itália; 2, Hungria; 3, Áustria). Entre profesionales
y amateurs se desarrolló igualmente una prueba especial. Consiguió
43
Ia•-viciaria un francês profesional ante un amateiar cubano; ei segun*
do fue un arnateur francês.
Parece, pues, extrano constatar que Ias medallas olímpicas de
oro, plata y bronce fueran distribuídas entre profesionales en íos dos
primeros Juegos. Esto ya no volvió a suceder... jal menos oficial-
mente!
* * *
La nueva de Ia elecciôn de Chicago para k organización de los
Juegos de 1904 provoco vivo alboroto en Ia prensa griega. Ante los
comentários descorteses e incorrectos publicados por algunos perió-
dicos helenos, Coubertin creyó sú deber dirigir aí Messager d'Aíhenes
ana carta resumiendo toda Ia historia de su obra. No reproduciremo&
esta larga carta; ei hecho de que Coubertin Ia hayá escrito basta.
TRASPASO DE LOS JUEGOS DE CHICAGO A ST. Louis
Saint-Louis debía organizar una exposición gigante en 1903. Por
razones maíeriales fue trasladada a 1904. Esta ciudad, temerosa por
Ia competência en este mismo ano de los Juegos de Chicago, pidió
su traslado a St. Louis para que se desarrolíasen en ei recinto de ia
exposición. Chicago pidió ai C. I. O. ei traslado de'los Juegos a 1905,
pero por una carta dirigida a Coubertin, con fecha dei 26 de noviem-
bre de 1902, M. Henry J. Gurrer, presidente dei Comitê de los Jue-
gos de Chicago, declaro estar dispuesío a someíerse a Ia decisión
que juzgara conveniente tomar ei C. I. O. St. Louis, por su parte,
amenazó con organizar importantes pruebas de atletismo para ei
caso de que los Juegos no fuesen trasladados.
: Siníiendo que los Juegos coincidieran con una exposición univer-
sal, después que Ia experiência de 1900 había subrayado ei inconve-
niente de una tal vecíndad, ei Comitê Internacional Olímpico, des-
pués de haber consultado con personas autorizadas—particularmen-
te con ei presidente de los Estados Unidos, Teodoro Roosevelt—,
no creyó oportuno oponerse. El aplazamiento de los Juegos a 1905
fue, por ei contrario, juzgado inacepíable. En efecto, conforme a sã
Carta, una Olimpíada puede no celebrarse, pero no ser desplazada,
a otra fecha que no lê corresponda. El traslado fue, pues, autorizado
y de esta manera los Juegos se desanolíaron en St. Louis.
El C. 1. O. estuvo débilmente representado. Incluso Coubertin
no tenía ninguna gana de asistir a estos Juegos. No se celebro, pues,
ninguna- sesión.
LA UMFICAqÓN DÊ LOS REGLAMENTOS DEPORTTVOS
Durante Ia sesión de 1901 fue largamente discutida Ia unificación
de los reglamentos deporíivos. Había sido propuestã, sobre todo, por
los miembros alemanes, ei Lt.-Col. Balck (Suécia) y ei Comitê sueco,
y, en fin, por L. P. Sheldon, dei Amateur Athletic Union de los Es-
todos Unidos, Ia redacción de un código definitivo y obligatorio para
Ias pruebas olímpicas. El C. I. O. no se consideraba obligado a esta-
tuir un critério soberano en Ias cuestiones técnicas que, pensaba cori
razón, eran de Ia competência de Ias federaciones deportivas. Final-
mente, sobre Ia proposición dei conde Brunetta dUsseaux (Itália),
•ei C. I. O. decidió proceder a una consulta preliminar cerca de Ias
grandes federaciones y sociedades deportivas dei mundo entero, a fin
de fijar los puntos en los que sustentar ei trabajo de unificación. Hoy,
ya se sabe, ei C. I. O. deja a Ias federaciones internacionales depor-
tivas ei cuidado de decidir todas Ias cuesíiones técnicas y Ia vigilân-
cia técnica de Ias pruebas que figuran en ei programa olímpico.
Correspondió ai Congreso de Bruselas, de 1905, reglamentar Io
que se Uamó entonces «Ia técnica de los ejercicios físicos».
A LA VISTA DE LOS JUEGOS DE 1908
Después de Ia sesión de 1901, fue presentada una proposición por
los representantes dei Império alernán para que se designase Berlín,
legado ei momento, y celebrar allí los Juegos de 1908. Una propo-
sición posterior ofreció La Haya. Después Roma entro en liza, y co»
fecha dei 24 de marzo de 1901, ei presidente dei C. I. O. recibió
esta candidatura por carta firmada por F. Todaro y J. Ballerini, pre-
sidente y secretario de Ias sociedades italianas de gimnasia, respec-
tivamente. S. M. ei Rey Víctor Manuel III recibió comunicación dei
proyecío y se digno dar su total aprobación. Hasta más tarde no se
•ídecidió Ia atribución de estos Juegos.
4S
LA ORGANKACIÔN OLÍMPICA
Con frecuencia se propuso ai C. I. O. una cuestión a comienzos
de este siglo: Ia de los contactos que deberían existir entre él y Ias
federaciones nacionales que dirigen los deportes de cada país. Fue-
ron vários los votos para que Ias relaciones se estrechasen tanto como
fuera posible y que ei Comitê ocupase ei puesto de una espécie de
consejo superior, cuya acción directriz se ejerciera de manera libe-
ral, pero efectiva, sobre dichas federaciones. .Coubertin, por extrafio '
que esto pueda parecer, no creía que Ia cosa fuera deseable ni po-
sible. Pensaba que así como Ias competiciones gozan de popuíaridad,
Ia injerencia extraBa en Ia administración dê los deportes naciona-
les hubiera parecido intolerable a los que Ia debieran soportar. De-
claro además: «Quizás se intentará en ei porvenir, pero estoy per;
suadido que no conducirá más que a resonantes cpntratiempos. La
era que se abre es más bien Ia era de los tratos de comercio aplica-
dos a los deportes. Son Ias mismas federaciones quienes deben acer- ,"
carse y concluir los intentos.» Lo que podia concebirse en aquella ^ -\
época no es más posible en nuestros dias. El Movimiento olímpico
no es solo Ia obra de una institución, ei C. I. O., sino una entente y
una colaboración cada vez más estrecha entre Ias federachnes inter-
nacionales, los Comitês olímpicos y ei Movinúento núsmo. Coubertin
pensaba que los miembros de su Comitê que, aun en nuestros dias,
no son los delegados de Ias federaciones deportivas de sus países cer-
ca de Ia insíitución olímpica, sino que son, por ei contrario, los re-
presentantes dei C. I. O. cerca de Ias organizaciones deportivas de
su país, tuvieran suficiente poder para imponer Ias ideas dei C. I. O. en
su casa. En Ia práctica, ei renovador queria que cada país tomara Ia
costumbre de no enviar a los Juegos Olímpicos más que sus mejores
hombres. Preconizaba por esto Ia organización de concursos elimina-
tórios y pedia a los miembros dei C. I. O. ei montaje

Otros materiales