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oi ro MAY A TRAVÉS DE LOS AROS OLÍMPICOS CONOCER ei movimiento olím- pico eqüivale a conocer uno de los fenômenos sociales e históri- cos más descollantes de Ia época contemporânea, y a buen seguro que ei historiador futuro no des- denará investigar en sus archivos. El movimiento olímpico es Histo- ria ya. Este libro, redactado por un personaje de relieve en ei mo- vimiento olímpico contemporâneo, M. Otto Mayer, canciller dei Co- mitê Olímpico Internacional, eqüi- vale a Ia franquicia de buena parte de los archivos que este or- ganismo guarda en su sede de «Mon-Repos», en Lausana, para quien quiera conocer ei esquema interno, orgânico, de un fenômeno universal de primer orden. Tra- tan otros libros olímpicos dei bri- Ilo de los Juegos, de Ias hazafías de los atletas, de Ias externidades que ei mundo entero ha aplaudi- do. El Canciller, «a través de los aros olímpicos», nos muestra una radiografia precisa de actas, acuer- dos, reuniones, que muestran como ei movimiento olímpico se ha desarrollado, porque debajo tenía un esqueleto que crecía con vita- lidad y rigor. Voluntariamente, Otto Mayer priva a su relato, preciso y docu- mentado, de brillos y anécdotas relacionadas con ei olimpismo mundial. El autor da a entender que Ias hay, y que son sabrosas. Pero su relato tendría que ser con- tenido en una «petite Mstoire» en pantuflas y no en esta, que se desarrolla para dar a conocer ei esquema orgânico y administrati- vo dei fenômeno olímpico a tra- vés de sus casi setenta anos de vida. ^^^- ' l Para Ia historia de Ias Olimpía- das, este libro es indispensable, porque precisa, ano a ano > lírica a línta, Ia constitución y coníi- guración dei espíritu olímpico tal como hoy lê conocemos. A través flelos aros olíisipícfls Otto Mayer Canciller dei Comitê Olímpico Internacional Através de lus aros olímpicos Historia dei Comitê Olímpico Internacional y de sus sesáones desde 1894 á 1960 Una serie de documentos autênticos, algunos de ellos inéditos. C E N T R A L :s Qepósito legal: M. 16.066-1962 ARTES .GRÁFICAS BENZAL - VIRTUDES, 7 - MADRID Nota dei autor inspirándome en ei título de Ia obra de Armand Salacrou La Tie- rra es redonda, habría podido también titular mi trabajo El mundo olímpico rueda. Si he esaogido ei título que figura en cabeza de este libro es porque he tratado de narrar una historia tal como existe en íos documentos que he recogidò en Ia biblioteca olímpica dei Comitê Olímpico Internacional d>e Lausana: escritos de Coubertin, revistas olímpicas, Boletín olímpico y, sobre todo, los procesos verbales de Ias sesíones dei Comitê Olímpico Internacional. No he, pues, inventado nada; todo Io más he anadido algunas observaciones personales. Mi Intención fue precisamente escribir Ia «historia olímpica» y permitir a Íos que se inferesaban por ella, encontrar un documento donde orien- tarse. Me habría sido posible embelleüer esta historia, es verdad, pero a ríesgo de cambiar ei sentido. Hubiera sido fácil anadirle anêc- âotas, que no falfafon a h largo de sesenta y seis afíos de existência dei C. l. O. Frecuentemente he dudado citar tal o cual hecho. ^Para quê?...; algunas páginas de más y nada para Ia historia. Por estas ra- lones, he preferido atenerme a los textos oficiaíes que dan a este do- cumento un sentido de exactitud y también, he pensado, un valor his- tórico más autêntico. No se sorprendan, pues, si en esta obra encuen- tran textos que ya conocen. Voluntariamente los he vuelto a recoger porque son estos textos los que darán Ia verdad. También voluntariamente me he absteràdo, aí citar Ias sesiones dei C. I. O., de hablar de Ias recepciones y de Ia acogida que los membros recibleron durante sus reuniones. Hubiera caído en Ia barta- lídaà y me habría arriesgada a repeticiones de una u otra sesión. iria simplemente que, en cada sesión, los miembros dei Comitê fue- rgcibidos con calor y amistad. De Coubertin concedia, sin em- irgo, una 8ran importância a Ias Fíestas (como él Ias llamaba), pero to jue en una época en que se Ias consideraba necesarias. Conjieso te estas Fiestas formaban parte dei programa para hacer compren- ?r ai mundo de Ia época que ei «Movimienfo olímpico» existia y se- úa $u curso. C I T I U S más rápido A L T I U S F O R T I U S más alto — más fuerte !/ es nuestra divisa, dada en ofro tiempo por ei Rvdo. Padre Didon sus alumnos y convertida 'en Ia dei Olimpismo. * * * No quislera omitir un homenaje de reconocimiento a Ia senora L. Zanchi, secre- ria dei C. I. O., por m preciosa colaboración. O. M El barón Pierre de Coubertin. (Foto tomada un ano antes de su muerte.) límpico y sus modernas realizacionesí' A nuestro mundo de hoy, sustado de guerras y golpeado de automatismo, no lê vendrán mal >s aires nobles de Ia competición deportiva, ahuyentadora de pesi- lismos, gennen de iniciativa personal, portadora de afanes de su- eración. JOSÉ ANTÔNIO ELOLA-ÜLASO, Presidente dei Comitê Olímpico Espafiol Pierre de Coubertin su obra Pierre de Fredi, barón de Coubertin, naciò en ?f * el * <*e enero de 1863, en Ia casa que lleva ei número 20 de Ia calle Oudinot, maB, íión que heredó de sus padres y que lê perteneció hasta lW/._ -_._ La família de Fredi, èmparentada con los Strozzi, era romana. E» en Roma, en Ia propiedad de Feltee de Fredi (cuya tumba se encuea. tra en Ia iglesia dei Ara Cceli, cerca dei Capitólio), donde í^descu bierto y exhumado ei famoso grupo de Laoconte que, ofrecido ai Tapa, figura desde entonces en ei Museo dei Vaticano, En esta época, una rama de los Fredi se había ya establecido en Francia, como > tesümon a Ia presencia de uno de ellos en Ia corte dei rey Luís XI, dei que era Chambelán y dei que recibió, en 1477/las nuevas armas de un titulo francês, formadas por nueve conchasVde oro de Ia Orden de baint- Michel, recientemente creada. El sefionVde Coubertin, situado cerca de Paris, fue adquirido y ei castillo reconstruído en una época poste- rior. Los titulares dei senorío llevaron generalmente una vida apacible y sedentária. A pesar de Ia proximidad de Paris, no fueron inquietados durante Ia Revolución. El castillo fue alquilado entonces a Mme. Ca* pan que instalo en él un pensionado. Sus archivos no fueron tampoco oi incendiados ni saqueados. A partir de fines dei siglo xvm, Ias ahao^ ' zas normandas modificaron Ia línea familiar. Así, Ias "dos abuelas de Pierre de Coubertin pertenecían a famílias normandas, descendientes de los compafleros de Guillermo ei Conquistador, una delas cuales, además, descendia/por matrimônio, de un hijo dei rey de *™nc™* Luis VI. Por esta razón, ei castillo de Mirville, en Ia región de BI Havre, fue durante más de treinta anos Ia mansión estivai de Pie- rre de Coubertin, y Nonnandía su tierra predilecta. Coubertin ha in- dicado en Ias notas destinadas a sus Memórias, que los célebres ação- tílados de Etretat y particularmente Ia legendária roca llamada «Ha- biíación de Ias doncellas», desde donde se descubre una inmensa ex- lensión de mar, eran ei lugar donde sus suefios habían tomado cuerpo f sus ambiciones se habían precisado poço a poço. ^Fue a través de Ias brumas dei oceano septentripnal donde vio brotar Ias colurnnatas de mérmol de una Nueva Olímpia? En todo caso miro desde allí ha- cia ei porvenir, bacia América. La carrera política que se lê ofrecía fue repudiada, como Io había sido antes Ia perspectiva de Ia carrera militar, a Ia cuaí parecia destinado por tradición. No tenía aún veintS- cuatro anos cuando sus decisiones estaban tomadas; para engrandecer Ia Pátria era preciso reformar ei espíritu de su pedagogia envejecida, a fin de hacerla digna de guiar a Europa bacia nuevas vias; no tenía aún veinticinco anos cuando Ia obra estaba ya disenada, Ias primeras fórmulas encontradas, los pasos preliminares concluidos. La empresa tendría una dirección privada—financieramente independiente—de neu- tralidad prõfesional y de política independiente; limitaria su êsfuerzo a k adolescência masculina, con exclusión dei nino y de Ia mujer; as- piraria a intensificar Ia práctica y ei gustode los deportes viriles, ai mismo tiempo que a penetrar en los programas de enseõanza secun- daria y post-escolar, abriendo Ias ventanas a horizontes lejanos y múl- tiples. Entonces, mientras Ia Asociación para ei Adelanío de Ias Ciências cecibía comunicación de Ias memórias sobre Ia transf ormación de los estúdios geográficos o ei alcance moral dei atletismo, los miembros de k Sociedad de Economia Social estaban iniciados en Ia estructura de Ias public-schoals de Inglaterra y ei mundo anglosajón, invitado a res- ponder a una encuesta general, destinada a verificar hasta quê punto de êxito estaban ai cabo de médio siglo Ias concepciones introducidas ao ha mucho por ei gran pedagogo Thomas Arnóld. En Paris, ei filo- sofo-académico Jules Simon aceptaba presidir un vasto comitê de pa- tronato donde figurarían personajes notórios, tales como ei aritiguo mi- nistro Vietos Duruy, ei astrônomo Janssen, ei inspector dei Ejército Thomassin o ei decano de Ia Medicina Brouárdel; frente a estos vete- ranos, hechos simpáticos por una propaganda previa, los pequeüos co- tegiales de Paris y de Ia provincia eran incitados a fundar asociaciones atléticas. CE Ias que los equipos, tan pronto formados, aprendieran a 10 Iari2arse ei balón, si bien con escasa destreza, Uenos sin embargo de buena voluntad. Pierre de Coubertin haeía mover toda k maquinaria en calidad de secretario general, funciones a Ias que anadía Ias de te* sorero benévolo, encargado de alimentar ei presupuesto, merced a su propia bolsa, en caso de necesidad; Io que no lê impedia de ninguna manera indicar, por otra parte, a k cabeza dei Conespondant dei 10 de mayo de 1887* y a propósito dei próximo jubileo de Ia reina Victoria. Ia precisión de comprender en adelante Ia ensenanza de Ia historia con- temporânea, y desde Ia primavera siguiente, dirigiéndose a vastos au- ditórios obreros, Ia obligación de mirar cara a cara a k democratiza- ción de los estúdios históricos mundiales. Hasta entonces no se había casi tratado más que de k juveníud francesa, pero Coubertin sentia ya Ia necesidad de una «cadena» in- ternacional para mantener sólidamente Ia obra nacional, susceptible de debilitarse rapidamente si permanecia aislada. Por esta razón, des- pués de contar con Inglaterra y los Estados Unidos, aprovecha ei 25 de noviembre de 1892, con ocasión de una conferência en Ia Sorbona, para anunciar ei próximo resíablècimiento de los Juegos Olímpicos; desaparecidos durante quince siglos, iban esta vez a reaparecer mo- dernizados con un caracter netamente cosmopolita. Efectivamente, ei 23 de junio de 1894, un congreso internacional reunido a este efecío, proclamaba ai mismo tiempo k restauración olímpica, y ei 6 de abril de 1896, en Atenas, en ei estádio de Pericles, apresuradamente recons- truido, ei rey de los helenos abria solemnemente «los Juegos de to I Olimpíada de Ia Era Moderna». Desde entonces Ia obra se encontro cortada en dos ramas cuyos destinos progresaron a velocidades muy diferentes. El olimpismo, r&- aovado, se desarrolló con una rapidez y una regularidad sorpren- dentes. Los problemas de inteligência fueron menos seguros de definir y de clasificar, y sobre todo más lentos de hacer admitir a los interesados. El principio de reformas a realizar en este asunto había sido detenido en su espíritu por Pierre de Coubertin desde ei comienzo, es decir, faace poço más o menos sesenta afios; pero Ias modalidades preconiza- das fueron rijadas solamente después de muy largos tanteos. La nece- sidad de introducir, en un momento dado, un elemento enciclopédico en Ia ense&anza secundaria, con repercusión sobre Ia ense&anza post- escolar, no tenía discusión; pero esta acción Ia comprendía él a Ia vez rápida y poderosa y, en cierta medida, extensible, condiciones dif íciles 11 de conciliar. «No destruir nada de Io que puedè ser utilizado; no com- prometer nada de Io que ha sido adquirido útilmente», eran formulais familiares eh Coubertin, que temia mucho a lãs demoliciories apresut- radas. Temia, pues, proppner cualquier cosa que pudiese perjudicar a Ia escuela primaria, a Ia universidad, a Ia escuela profesional. Advir- tiendo y no dudando frecuèntemente en denunciar Ias fechoríàs inquie- tantes dê Ia especialización, no dejaba de recbnocer que ei estado pre- sente de Já civilización ordenãba réspetar mucho sus exigências. Ast, después de haber buscado definir primero los aspectos dê una enseSan- za "secundaria renovada en su conjunto, pfèfirió prever un acortamien- to dei período que se consagra, ál provecho, de una parte, de Ia eft- seftanza primária prolongada y, de Ia otra, de Ia ensefianza universitá- ria o profesional avanzada. El intervalo entre Ias dos seria empleado en Ia ensenanza nueva, para Ia introducción de esta vista enciclopédi- ca, hecha a Ia vez posible por ei desarrollo de los conocimientos y ne- cesaria por Ia evolución de Ias circunstancias; más o menos detallada, según ei tiempo que los alumnos dispusieran, seria, sin embargo, en ei punto de partida, Ia misma para todos, y daria a cada uno, en ei um- bral de Ia vida reflexiva, «una idea ligera dei patrimônio, dei cual es- a Ia vez, beneficiário y responsable». La directriz de todo Io que ha escrito o emprendido Pierre de Cou- bertin ha marcado una unidad y una continuidad absolutas, pero sien> pré en ei sentido de evolución hacia Ia extensión de Ia democracia y dei cosmopolitismo; progrese o no, son para él hechos evidentes que indican Ia ruta asignada a Ia humanidad presente. Lo vê como Io pien- sa y Io dice como Io vê. Guando jlega a septuagenário, sus amigos, principalmente helenos, suizos, suecos y americanos, lê presentaron un volumen de Antologia extraído de sus obras y precedido de una enu- meración de Io que él escribió en periódicos, revistas, libros publica- dos, conferências, discursos... Más de sesenta mil páginas impresas^ parece ser, de ellas muchas no firmadas o firmadas con seudónimos. De todo esto se ocupaba más o menos ai margen dei olimpismo ra- diante. «Escribo para mafiana», respondia ei autor a un crítico que ie re~ prochaba no saber «cultivar ei êxito». En Ias oposiciones dirigidas, contra él, hasta olimpicamente, Coubertin parece además encontrar siempre ei placer. No estaba aún ganada una batalla, cuando parecia deseoso de ver surgir otra; a veces, hasta tenía prisa en suscitaria. Por 12 otra parte, ha sentido siempre ei gusto de Io mundial. Ha buscado Ia foíma de «universalizar» todas Ias cosas. Es un instinto. Es de creer que Ia evolución general se encontrará en todo caso influenciada por él y que así, por su excursión per orbem et saecula, Coubertin habrá contribuído a alumbrar ei camino de esta «democra- cia cosmopolita» dei que ha sabido prever ei porvenir y aceptar fran- camente Ias consecuencias. 13 CAPITULO P R I M E R O 1 8 9 4 - 1 9 1 4 El barón Pierre de Coubertin, Renovador de los Juegos Olímpi- cos de Ia Era Moderna. (Foto tomada ai principio dei Ol'mpismo.) i894-1914 «Es preciso internacionalizar ei deporte, es necesario organizar nuevos Juegos Olímpicos». En estos términos se había expresado ei barón Pierre de Coubertin después que hubo desarrollado su tema fa- miliar: «La importância de los ejercicios físicos en ei mundo moder- no», èn ei anfiteatro de Ia vieja Sorbona con motivo dei quinto ani- versário de Ia fundación de Ia Union de Sociedades francesas de De- portes atléticos. Era una fria y gris velada dei 25 de noviembre de 1892. Desde esta nochedata oficialmente ei nacimiento dei Olimpis- mo moderno. Es justo decir que otros ensayos lê habían precedido, pero sin êxito. Coubertin convoco su primer congreso en Ia nueva Sorbona para ei 16 de junio de 1894 y, siete dias más tarde, o sea ei 23 de junio, los congresistas votaron por unanimidad ei restablecimiento de los Juegos Olímpicos de Ia Era Moderna y Ia constitución de un Comitê Internacional Olímpico. Lãs sesiones de este primer congreso se cele- braron delante de un auditório de dos mil personas y bajo Ia presi- dência dei senador barón de Courcel. Representantesde doce países de Europa y de América asistieron ai congreso. Previamente, Ia Union de Sociedades francesas de Deportes atlé- ticos, a petición de Coubertin, había nombrado una comisión para efectuar ei trabajo preparatório. Estaba compuesta dei profesor W. M. Sloan, de Estados Unidos; de M. C. Herbert, de Ia Gran Bre- tana, y dei barón de Coubertin. Hubo dos reuniones [preliminares, una en Ia University Club de Nueva York, ei 27 de novien^bre de 1893, y Ia otra en ei Sport Club de Londres, ei 7 de febrero de 1894. x_ 17 EL ACTUAL COMITÊ INTERNACIONAL OLÍMPICO El hecho que quizás ha contribuído más ai êxito dei Movimiento olímpico es Ia forma en que ei Comitê Internacional Olímpico, en~ cargado de dirigir ei Movimiento, fue constituído por su previsor fun- dador, ei barón de Coubertin. Los miembros dei Comitê primitivo fueron personalmente escogidos por él. Lo fueron por su adhesión ai Movimiento olímpico, y eran considerados como los embajadores dei Comitê perca de sus países respectivos. Eran financieramente inde- * pendientes y no tenían ninguna íigàzón política. Han sido escogidos por su espíritu internacional, y porque estaban libres de toda influen- cia econômica y política. Se podia contar con ellos para defender todo Io que interesaba ai Movimiento olímpico, hasta contra su pró- pio país o contra eT o los deportes particulares por los que ellos se interesaban personalmente. Estâba instituído que ei Comitê se ré- clutara él mismo. Ningún sistema había podido ser mejor concebido para asegurar ei êxito dei Movimiento olímpico. Al principio, estos primeros miembros dei Comitê organizaron frecuentemente los co- mitês nacionaíes olímpicos en sus países respectivos, imponiendo as£ ei respeto a los princípios olímpicos. Es ei hombre y no su país de origen quien cuenía. El hecho que importa es ei caracter dei indivíduo y no ei país de su nacimiento. La necesidad de este método de organización se hace difícil de com- prender a medida que crece y se extiende alrededor dei mundo ei in~ terés por ei Movimiento olímpico. Países recién llegados ai Movi- miento desean saber por quê no están representados. Lãs naciones han pedido con insistência nombrar un representante en ei Comitê. En numerosos países, ia forma de constituir ei Comitê ha sido criti- cada y declarada anticuada, no democrática e inadmisible. Pero los Juegos Olímpicos no tardarían en perder su razón de ser si no estu- viéran dirigidos por un Comitê que mirase exclusivamente ei Snterés dei Movimiento olímpico. El reconocimiento de un Comitê nacional olímpico no implica de ningún modo Ia obligación para ei Comitê Internacional Olímpico de elegir un miembro de este país. En esto reside Ia gran fuerza dei Comitê Internacional Olímpico. Autorizar a los países a escoger sus propios representantes seria fatal. Lãs 'Consideracionès políticas no tardarían en intervenir y todo ei buen trabajo realizado desde ei restablecimiento de los Juegos Olím- picos, en 1896, seria pronto aniquilado. Se ha puesto ei mayor cui- 18 dado para escoger los miembros que sean jefes en sus propios países, con gran experiência dei deporte amateur y eonociéndole a fondo, hombres de caracter bien templado, que gocen de Ia estima de sus compatriotas, dotados de comprensión internacional y de un espí- ritu independiente. Más de cincuenta países han tenido, una vez u otra, un miembro en ei Comitê Internacional Olímpico. COMITÊ DE ORIGEN Los miembros de este Comitê primitivo, cuyos nombres siguen, fueron nombrados por Coubertin en 1894, a excepción dei doctor W. Gebhardt, que Io designo en 1895. Lãs fechas mencionadas sou Ias de su retirada o defunción: E. Callot 1913 ~D. Vikelas ' 1897 General de Boutowsky. 1900 General Balk 1921 Profesor W. M. Sloan 1925 Consejero Jiri Guth Jarkovsky 1943 Fr. Kemény 1907 Lord Ampthill 1898 C. Herbert 1906 Dr. J. B. Zubiaur 1907 L. A. Cuff 1905 Conde Lucchesi Palli 1907 Conde Maxime de Bousies 1901 Duque d'Andria Carafa - 1898 Doctor W. Gebhardt 1909 Francia Grécia Rusia Suécia Estados Unidos Bohemia Hungria Gran Bretafia Gran Bretafia Argentina Nueva Zelanda Itália Bélgica Itália Alemania (1). En sus Memórias olímpicas, De Coubertin declara expresameníe: «No se noto—cuando ei Congreso de Paris—que había escogido como miembros casi más que ausentes», Io que excluye Ia suposición de que todos los miembros de este primer Comitê asistieran ai Congreso de 1894. (1) La lista completa de todos los miembros dei C. I. O., pasados y presentes, figura en ei opúsculo Los Juegos Olímpicos, editado por ei Comitê, con Ia fecha de "su elección y Ia de su retirada o fallecimiento. \ 19 LÃS PRIMERAS TARBAS DEL COMTTÉ INTERNACIONAL OLÍMPICO Es preciso trasladarse a Ia época para comprender que Coubertin teaía firmemente Ias riendas en Ia mano. Conducía su barca como que- ria y según sus propias ideas. En efecto, ei C. I. O. y los Juegos Olím- picos eran su obra y queria dirigir Ias operaciones. El Congreso de 1894 debía esencialmente tratar dei ya viejo problema dei amateuris- mo. Coubertin modifico él mismo lá redacción de Ias cartas de invi- fación en Ias que se podia leer: «Congreso para ei restablecimiento de los Juegos Olímpicos». Por Io demás, fue seguido en todos los puntos. Se votaron los principies fundamentales que había establecido y que ei íiempo ha dejãdo intactos: intervalo de cuatro anos entre los Jue- gos (Ia Olimpíada de los Juegos antiguos); Ia permanência dei C. I. O., dei cual nombró personalmente los primeros miembros. Declaro fran- camente que queria libertad de acción para todo ei período dei co- mienzo, temiendo que se tratase de modificar Ia dirección dei Movi- raiento que había creado. En Ia calle de Babylone, de Paris, en Ia casa de M. Vikelas (2), fue edificado ei Olimpismo tal como subsiste aún en nuestros dias. Cou- bertin tuvo a bien ser ei secretario general de Ia empresa, es decir, Ia clavija obrera; insistió para que Vikelas asumiera Ia presidência dei C. I. O. hasta 1896. Había sido decidido que cada cuatro aüos un nuevo presidente seria elegido en ei país en ei que los Juegos hubieran de tener lugar. Este principio fue respetado para Ia primera Olimpía- da, pero desde 1896 Coubertin tomo Ia presidência para no cederia hasta 1925. Durante Ias três primeras semanas que siguieron ai Congreso de 1894, Ias bases dei Olimpismo fueroii fijadas: independência absoluta a los miembros dei C. I. O. en relación a Ias naciones o a los movi- mientos deportivos; rehusar que quién o de quê fueran los «delegados», y no importa quê forma de subvención; igualdad absoluta de los de- portes, a despecho de Ias veleidades de dominación dei atletismo. A princípios de septiembre de 1894, ei C. I. O. comenzó a fun- cionar y tuvo por misión completarse por autorreclutamiento o elec-' ción por ei Comitê. Coubertin, desde esta época, había ya estipulado que debía estar compuesto de três círculos concéntricos: (2) Vikelas o Bikelas. da igual, según sea griego o francês. 20 núcleo de miembros de trabajadores, competentes y convencidos; jjn plantei de miembros de buena voluntad que se podría pró- gresivamente educar; Una cabeza de gentes tituladas, con fortuna e importantes, cuya presencia daria satisfacción a ciertas pretensiones nacionales y aseguraba un aparente prestigio ai conjunto. iLas cosas han cambiado desde entonces! LOS PRESIDENTES DEL C. I. O. Y SU BIOGRAFÍA Primero: D. Vikelas (Grécia) ~ 1894-1896 Segundo: Barón Pierre de Coubertin (Francia) 1896-1925 Tercero: Conde de Baillet-Latour (Bélgica) 1925-1941 Cuarto: J. Sigfrid Edstrõm (Suécia) 1946-1952 Quinto: Avery Brundage (Estados Unidos) 1952 Mister J. S. Edstrõm era vicepresidente bajo Ia presidência dei conde de Baillet-Latour. A Ia muerte de este ocupo ei cargo de presi- dente durante Ia guerra, de 1941 a 1945, y hasta Ia primera sesión después de Ia guerra, en Lausana, en septiembre de 1946. donde fue elegido presidente. DEMETRIUS VIKELAS Monsieur Vikelas no tenía relaciones particulares con ei deporte cuando,,encargado de representar ai Club pan-helénicode gimnasia, Uegó de Grécia para asistir ai Congreso de Paris de 1894, durante ei cual ei barón de Coubertin propuso ei restablecimiento de los Juegos Olímpicos. A pesar de sus poços conocimientos técnicos, apoyó con ei mayor entusiasmo este joven proyecto. La idea primitiva era ce- lebrar los primeros Juegos en Paris, en 1900, pero M. Vikelas logro convencer ai Comitê que deberían desarrollarse en Atenas, en mayo de 1896. En aquella época íos reglamentos dei Comitê Internacional Olímpico estipulaban que ei presidente dei Comitê debía ser escog;do en ei país donde tuvieran lugar los próximos Juegos. Por consecuen- cia, M. Vikelas fue elegido para esta función. Ninguno trabajó con más ardor y perseverancia que él en persuadir a sus compatriotas y 21 ai Gobierno griego de conceder ei sostén de este ambicioso proyecto.' Sus esfuerzos fueron finalmente coronados por ei êxito. Monsieur Vikelas era un ardiente patriota y ãmaba âpasionada- meníe su país. Poço después de Ia clausura de los primeros Juegos, presentó su dimisión ai Comitê para consagrar todo su tiempo ai des- arrollo y expansión de Ia educación popular, de Ia cual Grécia, decía, íenía Ia más urgente necesidad. A su gran cultura, a Ia que se debe una erudita obra sobre Ia Grécia bizantina y moderna, se unia una imaginación desbordaníe y fantástica, que lê inspiro Louki Laras y sus Citentos dei mar Egeo. Durante ei breve lapso en que fue presi- dente dei Comitê Internacional Olímpico, sirvió con ceio e inteli- gência ai Movimiento olímpico. Murió en Atenas ei 20 de julio de 1908. PlERRE DE COUBERTIN Pierré de Fredi, barón de Coubertin, nació en Paris ei l de enero de 1863 y murió en Ginebra ei 2 de septiembre de 1937. Es muy difícil resumir en algunas palabras Ia vida tan activa y Ia obra tan extendida de M. de Coubertin. Mostro muy pronto una inclinación por Ias letras, Ia historia y los problemas de pedagogia y de sociologia. Renuncio a una carrera militar a Ia que parecia consagrado por tradición familiar, rechazan- do también una carrera política que se abria delante de él. Pierre de Coubertin, a Ia edad de veinticuaíro anos, decidió lanzar un vasto movimiento de reforma pedagógica y, a los veinticinco anos, su obra estaba preparada, Ias primeras fórmulas, encontradas, los pasos pre- liminares concluídos; en efecto, había ya entonces sometido a lá So- ciedad para ei Avance de Ias Ciências, diversas memórias aspirando a ia transformación de los estúdios. ---- En 1889, a ia edad de veintiséis anos, tuvo, por primera vez, lã idea de resíablecer los Juegos Olímpicos, abolidos en ei 394 de nues- tra Era, aparentemente para siempre. Durante cuatro àfios, trabajó incansablemente en preparar Ia opinión en Inglaterra, los Estados Unidos, Francia, con vistas a esta renovación. Por fin, ei 25 de no- viembre de 1892 propuso que los Juegos Olímpicos, después de una interrupción de quince siglos, fueran restablecidos bajo una forma moderna e internacional. Esta proposición fue aceptada con motivo de un congrèso inter- nacional sobre ei deporte, convocado por él en Paris, en 1894, en Ia fnisma Sorbona. Doce naciones estaban representadas, comprendidas Estados Unidos e Inglaterra, países donde Ia práctica dei deporte se tlallaba ya muy desarrollada y sin ei concurso de los cuales ningún móvimiento de caracter internacional podia ser examinado. Durante este Congrèso, que duro ocho dias, ei barón de Coubertin supo co- municar tan bien su entusiasmo a todos íos auditores que Ia decisión de restablecer los Juegos Olímpicos fue tomada por unanimidad, así como Ia de celebrados cada cuatro anos, sucesivamente en diferentes países. Fue creado un comitê (ei Comitê Internacional Olímpico) para velar por ei desarrollo y Ia buena marcha de esta insíitución. Dos anos más tarde, en 1896, los primeros Juegos Olímpicos dei ciclo moderno fueron celebrados en ei Estádio restaurado de Atenas. EI éarro triunfal reemprendía su carrera, y estas contiendas desde en- tonces no han cesado de repetirse, cada cuatro anos, con un êxito siempre creciente (excepto cuando han sido impedidas por Ia guerra). ' Más tarde, igualmente a propuesta dei barón de Coubertin, se instituyó un ciclo especial de Juegos de Invierno, que dio comienzo en Chamonix en 1924. Todos conocen Ia historia de estos Juegos Olímpicos, pero Io que muchos ignoran es Ia incansable labor, Ia tenacidad, Ia perse- ^erancia dei barón de Coubertin para realizar, cumplir y perfeccionar esta obra. A él es a quien debemos toda Ia organización general de los Juegos Olímpicos, que han beneficiado con su espíritu metódico, preciso y su larga comprensión, Ias aspiraciones y necesidâdes de Ia juventud. Fue, en efecto, durante numerosos anos ei único ordenador de los Juegos en cuanto a Ia forma y ai f ondo. La Carta y ei Protocolo Olímpico, así como ei juramento de los atletas, son obra suya, Io mismõ que ei ceremonial de apertura y de clausura de los Juegos. Por otra parte, hasta 1925 presidio personalmente ei Comitê Internacio- nal Olímpico y asumió solo todos los cargos administrativos y finan- cieros unidos a esta alta función. Actuaímente, todas Ias naciones, todas Ias razas, se interesan por ei Olimpismo y participan en los Juegos cuatrienales. Gracias en gran parte ai barón de Coubertin, Ia práctica de Ia educación física y dei deporte se ha hecho popular en todos los continentes dei mun- do. Influyendo en Ias costumbres y los gustos, ha ejercido un efecto beneficioso en Ia salud pública. Así se puede decir que ei barón de Coubertin ha cumplido una obra altamente humanitária y puede ser 23 contado entre los grandes benefactores de Ia humanidad. El título de presidente de honor de los Juegos Olímpicos, que no será nunca más concedido, lê fue dado en 1925, cuando se retiro de Ia presidên- cia dei Comitê Internacional Olímpico. Fue una consagración biem merecida por su notable actividad y sus esfuerzos durante más de treinta anos a Ia cabeza de este Comitê. La renovación de los Juegos Olímpicos no presenta más que una pequena parte de Ia obra dei barón de Coubertin. En muchas de Ias publicaciones consagradas a Ia técnica y a Ia ensenanza dei deporte, se lê deben importantes estúdios históricos, entre ellos una notable historia universal, en cuatro volúmenes, así como innumerables no- ticias, estúdios y folletos tratando de política, sociologia, insírucción general, reforma de Ia educación, etc. Su obra escrita totaliza más de sesenta mil páginas y ei repertório impreso de sus publicaciones llena un fascículo de catorce páginas. Incluido entre los grandes historia- dores de su tiempo, fue también un educador y un sociólogo eminente. La obra dei barón de Coubertin ha sido una obra de paz, obra que permanecerá fecunda. Su recuerdo permanecerá viviente en ei mundo entero. Sus restos mortales reposan en ei cementerio de Bois- de-Vaux, en Lausana (Suiza), donde tenía su domicilio. Esta ciudad se transformo en 1915 en Ia sede dei Comitê Internacional Olímpico. Según su última voluntad, su corazón ha sido depositado en Olímpia (Grécia), en ei monumento de mármol que conmemora ia renovados de los Juegos Olímpicos. HENRI DE BAILLET-LATOUR El conde Henri de Baillet-Latour, nacido ei l de marzo de 1876, fue elegido miembro dei Comitê Internacional Olímpico, por Bélgica, en 1903. Fundo, un afio después, ei Comitê Olímpico belga, que or- ganizo Ia participación de Bélgica en los Juegos de 1908 y 1912. Después de Ia primera guerra mundial, obtuvo para Ia ciudad de Amberes Ia celebración de los Juegos de Ia VII Olimpíada. Aunque no dispuso más que de un afio para Ia preparación de estos Juegos,. y a pesar de los crueles sufrimientos infligidos por Ia guerra a Bél- gica, ei conde de Baillet-Latour asumió todas Ias responsabilidades y tomo con una magnífica energia Ia dirección de Ia inmensa empresa. Su êxito fue verdaderamente notable. 24 La capacidad de Ia que había dado prueba, entre otros méritos,, cuando los Juegos de Amberes, incito a los miembros dei Comitê Internacional Olímpico a elegirle presidente cuando,en 1925, ei fun- dador de los Juegos presentó su dimisión. Muy pronto se hizo apre- ciar por todos sus"colegas, y cada vez que su mandato expiraba era reelegido por unanimidad. - Durante su presidência, que duro diecisiete anos, ei conde de Bail- let-Latour se preocupo constantemente de mantener ei ideal y los fines olímpicos. Se esforzó sin descanso de preservar ai deporte de toda comercialización, de conservar su nobleza, su belleza, su razón de ser. Siempre trato de hacerse una opinión personal sobre todas Ias cuestiones difíciles y emprendió a este fin largos viajes alrededor dei mundo. Podia luego, en Ias sesiones dei Comitê Internacional Olím- pico, hablar con pleno conocimiento de causa y orientar útilmente a sus colegas. De caracter resuelto, y sin embargo diplomático, pre- sidio ei Comitê con una gran distinción. Murió en Ia noche dei 6 de enero de 1942, víctima de un ataque. Poço tiempo antes,* Ia muerte lê había arrebatado a su hijo único, alistado en ei ejército. Su país había sido invadido; Ia desgracia lê. rodeaba por todas partes. Solo lê quedaba sü fé cristiana y su con- vicción, repetidamente expresada, de otra vida más dichosa y más bella. Digno sucesor dei barón de Coubertin, su recuerdo permanecerá como un hombre de noble caracter y totalmente entregado a Ia causa olímpica. J. SIGFMD EDSTRÕM J. Sigfrid Edstrõm, nacido ei 21 de noviembre de 1870, es una de Ias personalidades más conocidas dei mundo de los deportes. Es- tudiante en Gothènburg, M. Edstrõm practicaba ei atletismo y era excelente corredor. En 1891, batió ei record sueco de 150 metros, en diecisés minutos cuatro segundos. Recorria los 100 metros en once segundos. Después de algunos anos pasados en Zurich (Suiza), donde f recuentó ei Politécnico, se hizo confiar tareas. importantes en ei mo- vimiento deportivo de Suécia. En 1901, con ei general V. Balck» reunió Ias diversas ramas dei atletismo y de Ia gimnasia sueca en una sola asociación, de Ia que fue ei jefe hasta 1940. Pero es en ei plano internacional donde M. Edstrõm dio Ia plena medida de su capacidad. Fue uno de íos organizadores de los Juegos Olímpicos de Estocolmo, en 1912. Participo igualmente en los Juegos de Los Angeles, de 1932, en calidad de jefe de Ia delegación sueca. En los Juegos Olímpicos de 1912, tomo Ia iniciativa de fundar Ia Federación Internacional de Atletismo Amateur, de Ia cual fue elegido primer presidente, cargo que ocupo hasta 1946. En 1920, fue nombrado miembro dei Comitê Internacional Olím- pico, por Suécia. Pero ya en 1910 y 1911 había tomado parte en Ias sesiones dei Comitê Internacional Olímpico para Ia preparación de los Juegos de Estocolmo, de 1912. Presidio los dos Congresos Olím- picos, de Lausana, en 1921, y de Praga, en 1925. En 1921 fue ele- gido miembro de Ia Comisión ejecutiva dei Comitê Internacional Olímpico y en 1931 fue nombrado vicepresidente. En calidad de vicepresideníe se pone a Ia cabeza dei Comitê In- ternacional Olímpico en 1942, a Ia muerte de su presidente, ei conde de Baillet-Laíour. Durante todas Ias hostilidades de Ia segunda guerra mundial, viviendo en un país neutral, mantuvo contacto con los miembros dei Comitê Internacional Olímpico, y en 1945 reunió Ia primem Comisión ejecutiva de Ia postguerra que, aceptando Ia invi- taciótt inglesa, lê ccnceüió a Londres Ia celebración de Ia XIV Olim- píada. En 1946, Ia primera sesión dei Comitê Internacional Olímpico después de Ia guerra, reunido en Lausana, lê eligió presidente por aclamación. Es un gran privilegio para ei Comitê Internacional Olímpico ha- ber íenido a su cabeza un hombre de su calidad y de su alta com- petência en matéria de atletismo. M. Edstrom había sido no sola- mente un miembro activo dei Comitê Internacional Olímpico durante más de treinta anos, sino también presidente de Ia" Federación In- ternacional de Atletismo Amaíeur desde su f üádación. En su calidad de ciudadano de un país neutral, pudo ocuparse de forma eficaz dê todos los problemas complicados que surgieron.a cdntinuación de Ia segunda guerra mundial. Guando en 1952 se retiro, a Ia edad de õchenta y dos afios, llevó con él todo ei afecto y ei respeto dei mundo olímpico y e\ título de-presidente honorário dei Comitê Internacional Olímpico. 26 AVEB.Y BR.ÜTSÍDAGE Avery Brundage, nacido ei 28 de septiembr© de 1887, ha sido elegido quinto presidente dei Comitê Internacional Olímpico, durante ia sesión de Helsinki, en 1952. Nadie hubiera podido estar mejor preparado en esta alta función cargada de responsabilidades, ai frente dei Movimiento olímpico mundial. Durante veinte anos había cola- borado estrechamente, primero con .ei presidente conde de Baillet- Latour, después con ei presidente Edstrom. Antes, durante más de veinte anos, había ocupado una siíuación de alta categoria en ei de- porte amateur, ai principio como participante, más tarde como admi- nistrador. Había ampliamente viajado por Europa, África, América dei Norte,,América dei Sur y ei Oriente, y estaba perfectameníe fa- miliarizado con los problemas dei deporte amateur y dei Movimiento olímpico en Ia mayor parte de los países dei mundo. La carreta atlética de M. Brundage comenzó en 1905, cuando atleta de Ia Êscuela superior, fue proclamado «Ia revelación dei ano». En Ia Universidad de Illinois, donde se doctoró en 1909, fue cam- peón iníeruniversitario de disco, miembro dei equipo de baloncesto y,laureado con unamedalla especial para proezas atléticas. Es interesante anotar que ei deporte no ocupa solo sus actividades de estudiante. Su gran capacidad universitária y su erudición lê va- lieron ei honor de ser elegido miembro de Ias sociedades Tau Beta Pi y Sigma Xi. Fue también editor de Ia revista de su Universidad. Después de haber obtenido sus diplomas universitários, M. Brun- dage abordo ei atletismo completo (all-around athletics) y durante diez anos, hasta 1918, fecha a Ia que se refiere su último campeonato nacional, fue uno de los primeiros atletas ámateurs ali around dei mundo. Como miembro dei equipo olímpico de los Estados Unidos de 1912, compitió en Jos Juegos de Ia V Olimpíada en Estocolmo. Três veces fue campeón de América dei ali around amateur. El cam* peonato de ali around es probablemente Ia prueba combinada de vê- locidad, vigor, fuerza, agilidad y resistência más difícil que haya sido nunca inventada. Advirtamos que mientras conseguia estos envidiables recOrds como participante, M. Brundage èdificaba como ingeniero su propia em- presa de construcción, con gran êxito. Sus ejercicios y sü entrena* miento debían ser practicadõs fuera de Ias horas de trabâjo y si su 27 energia na hubiera estado dividida, seguramente su carrera de atleta hubiera sido todavia más brillante. Guando cesó de participar en los concursos de cdl armind, dirigió su interés a Ias cuestiones administrativas dei deporte amateur. En 1928, fue elegido presidente de Ia Amateur Athletic Union de los Estados Unidos, función en Ia que fue reelegido durante ei curso de siete mandatos. Sin duda hubiera continuado más largo tiempo aún ocupándose de este cargo si no hubiera rehusado dejarse nornbraiv Durante este período fue uno de los primeros jugadores de balon- mano de los Estados Unidos y hasta una vez campeón de Chicago. En 1929, fue elegido presidente dei Comit| olímpico de los Es- tados Unidos. Seis veces fue reelegido, para un mandato de cuatro afios, por Ias ciento veinte organizaciones que componen esta Aso- ciación y que dirige ei deporte amateur de los Estados Unidos. En 1934, se lê otorgó ei trofeo especial James E. Sullivan «por servicios excepcionales rendidos ai deporte amateur». En Buenos Aires, en 1940, fue elegido por unanimidad primer presidente dei Comitê Deportivo Panamericano por los delegados dei hemisfério Occidental, en un congreso convocado para organizar los Juegos Panamericanos. Habiendo sido modificadas Ias regias de esta organización durante su segundo Congreso en Londres, en 1948, pudo ser reelegido por unanimidad para un nuevo mandato. Conocía bien todos los diferentes deportes que figuranen ei programa olímpico. Durante Ia duración de su mandato, y después aún, funciono en cali- dad de vicepresidente dei Congreso y se sento en ei Consejo de Ia Fe- deración Internacional de Atletismo Amateur, esa poderosa orga- riización que controla todas Ias disciplinas dei atletismo ligero; tam- bién ha jugado un papel activo como oficial o como director en mu- chas otras federaciones internacionales. Guando M. Brundage llegó a miembro dei Comitê Internacional Olímpico, fue elegido para Ia Comisión ejecutiva y nombrado vice- presidente en 1946. No solamente en los Estados Unidos, sino en otros cincuenta países, es conocido como ei apóstol dei deporte ama- teur y como uno de los primeros defensores en ei mundo dei fair play y dei buen espírita deportivo. Mister Brundage es autor de innumerables artículos sobre ei de- porte amateur. Posee probablemente una de Ias colecciones de obje- tos de arte asiático más bellas y completas. Es uno de los adminis- tradores dei Instituto de Arte de Chicago. Su actividad en ei dominio .28 deporte y de Ia educaciôn física lê valió lisonjeras distinciones, recompensas y condecoraciones en numerosos países. Los fines que se propone ei presidente Avery Brundage som 1) propagar de una manera más universal ei conocimiento de Ia filo*- ;sofía dei amateurismo; 2) acentuar ei valor educativo, social, estético, ético y espiritual dei deporte amateur, valor algunas veces descui- dado en favor de un interés muy natural originado por los récords y «perfomances»; 3) estimular ei interés dei programa de arte en los Juegos Olímpicos, y 4) hacer apreciar de forma más generalizada íos principios fundamentales dei Movimiento olímpico mundial, evi- tar que se abuse "de él con fines personales o de prestigio nacional, y, en fin, organizar Ia manera de acrecentar su influencia. LA ESTRUCTURA DEL C. I. O. Pensamos que es inútil repetir aqui que ei Comitê Internacional Olímpico es un organismo permanente que se recluta él misrao por •elección de personalidades que juzga calificadas. Es suficiente, en efecto, leer ei opúsculo editado por ei C. I. O., Los Juegos Olímpicos (edición 1958), para conocer ei funcionamiento. Sin embargo, nos parece oportuno revelar ei proyecto «revolucionário» propuesto en 1959 por ei Comitê Olímpico de Ia U. R. S. S., en ei que se trataba dei sistema olímpico dei porvenir. He aqui ei documento: PROPOSICIONES DEL COMITÊ OLÍMPICO DE LA U. R. S. S. (Proyecto presentado tardiamente en Ia Sesión dei C. I. O. en Munich en 1959 y reenviado para discusión a Ia de Roma en 1960) ~X EI Movimienío olímpico internacional, cuyo fin es asegurar ei •desarrollo de los valores morales y físicos de los indivíduos y ei fortalecimiento de los íazos frateraales entre los pueblos, ha progre- sado de forma considerable y ocupa en nuestros dias un lugar pre- ponderante en Ia vida deportiva de numerosos países. Rindiendo homenaje ai Comitê Internacional Olímpico y a sus miembros por los servicios a esta causa, ei Comitê Olímpico de ia U. R. S. S. estima que los êxitos alcanzados pueden y deben ser vacrecèntados en ei porvenir. 29 Una de ias condiciones primordiales, en este sentido, es, a nuestro parecer, Ia participación direeía y activa de los comitês nacionales olímpicos y de Ias federaciones internacionales deportivas en los tra- bajos dei Comitê Internacional Olímpico mismo. La cuestión de principio ha sido rechazada en varias ocasiones, eíi reuniones dei Comitê Internacional Olímpico con personalidades deportivas de vários países y dirigentes de diferentes federaciones in- ternacionales. Durante Ias sesiones dei Comitê Internacional Olímpico» ciertos miembros de este Comitê se pronunciaron a favor de una re- presentaçión en ei seno dei C. I. O. de cada comitê olímpico nacional _ y de cada federación internacional. A este efecto, nos parece juicioso recordar aqui Ia reunión que tuvo lugar en Evian, en 1957, entre Ia Comisión ejecuíiva dsl Co- mitê Internacional Olímpico y los dirigentes de Ias federaciones üv fernacionales, /reunión durante Ia cual los representantes de Ias fede- raciones de lucha, de natación y de otros deportes, haciéndose los portavoces de sus organizaciones, subrayaron Ia necesidad de incluir en ei número de miembros dei Comitê Internacional Olímpico a los presidentes de Ias federaciones reconocidas por este. En Ia misma reunión de Evian, así como en Ia de Tokio en 1958, donde Ia Comi- sión ejecutiva dei Comitê Internacional Olímpico y los representan- tes de los comitês nacionales olímpicos se volvieron a reunir, fueron igualmente hechas proposiciones similares, ai término de Ias cuales se resaltaba que los comitês nacionales olímpicos debían estar repre- sentados en ei C. I. O. En nuestro parecer, estas reivindicaciones permanecen legítimas y de suma actualidad. En efecto, parece inaceptable e ilógico que Ias federaciones deportivas internacionales, que organizan y dirigen ei de- porte amateur y Ia participación en los Juegos Olímpicos, sean pri- vadas paralelamente dei derecho de colaborar en Ias actividades dei organismo que gobierna los Juegos Olímpicos. Los comitês nacionales olímpicos, en cuyas manos reposa Io esen- ciai de ia íarea que aspira ai desarrollo dei Moyimienío olímpico, se encuentran en una posición similar. La estructura acíual dei Comitê Internacional Olímpico pone a los comitês nacionales olímpicos, en Ia imposibilidad de estar representados en él y no favorece en ninguna forma Ia conservación de contactos permanentes entre estas organi- zaciones y ei C. L O. El irracionalismo de Ias relaciones entre ei C. I. O. y los diferentes países está demostrado claramente por ei hecho de 30 . que ei Comitê Internacional Olímpico, reconociendo 91 comitês na- cionales olímpicos en estas fechas, no cuente más que con miembros de 48 países solamente. Partiendo de Ias consideraciones mencionadas arriba y empujados por ei deseo sincero de favorecer aún más ei desarrollo dei Movi- tniento olímpico, así como de acrecentar Ia influencia dei Comilé Internacional Olímpico, ei Comitê olímpico de Ia U. R. S. S. desea precisar aqui que sostiene y aprueba Ias proposiciones hechas estos últimos anos por ciertas federaciones deportivas internacionaíes y por los comitês nacionales olímpicos de numerosos países, tendiendo a una revisión de Ia estrüctura dei Comitê Internacional Olímpico. Tomando por principio base Ia extensión y Ia representación in- tegral de Ias .federaciones internacionales y los comitês nacionales en ei seno dei Comitê Internacional Olímpico, ei Comitê nacional olím- pico de Ia U. R. S. S., por su parte, presenta Ias proposiciones si- guientes sobre Ia cuestión de Ia forma y de Ia estrucíura dei C. I. O.: 1. El Comitê Internacional Olímpico será formado por: — los miembros actuales dei C. I. O. Estos son mantenidos; — los presidentes de los comitês nacionales olímpicos reconoci- dos por ei C. I. O. deben tener ei derecho, si Ia necesidad se presenta, de reemplazar a su representante en ei C. I. O.; — los presidentes de Ias federaciones internacionales deportivas reconocidas por ei C. I. O., deben tener igualmente ei derecho de reemplazar, si Io iiecesitan, a su representante en ei seno dei C. I. O. Si tal proposición es aceptada, ei Comitê Internacional Olímpico estará compuesto de Ia forma siguiente: — los 64 miembros actuales dei C. I. O.; — aproximadamente 115 presidentes de los comitês nacionales olímpicos (si estos comitês están formados en ei mundo entero): — 35 presidentes de Ias federaciones internacionales (consideran- do que además de Ias 25 federaciones actualmente reconocidas, una decena de nuevas federaciones, representando los deportes más extendidos, sean reconocidas por .ei C. I. O.). Tendríamos de esta forma, en e! Comitê Internacional Olímpico, Uíi vasto organismo agrupando toda Ia organización deportiva inter- -nacional, o sea de 210 a 215 personas. . "• ' 31 2. La estructura dei Comitê Internacional Olímpico podría ser tsíitonces Ia siguiente: a) La Asamblea general, agrupando todos losmiembros dei Co- mitê Internacional Olímpico, se reúne cada cuatro afios (durante los Juegos Olímpicos) y trata Ias principales cuestiones propuestas por ei Movimiento olímpico internacional y los Juegos Olímpicos (lugar y sitio de los Juegos Olímpicos, su programa, etc.). La Asamblea general nombra un presidente, un vicepresidente y los miembros de Ia Comisión Ejecutiva. b) La Cotrúsión ejiecuíiva aplica Ias decisiones tomadas por Ia Asamblea general, cumple Ias tareas comentes dei Comitê Interna- cional Olímpico entre Ias sesiones de Ia Asamblea general, vigila que Ia Carta de los Juegos Olímpicos sea observada y que Ias finanzas dei C. I. O. sean sanamente administradas, decide Ias reuniones y Ias cuestiones a llevar ai orden dei dia de Ia Asamblea general, crea Ia Oficina de Ia Comisión ejecutiva. La Comisión ejecutiva se reuni- rá cuando Ia necesidad se presente, pero por Io menos una vez ai ano. Parecerá indicado fijar ei efectivo de Ia Comisión ejecutiva de cincuenta a cincuenta y cinco personas (ei presidente dei C. I. O.t ocho o nueve vicepresidentes, un secretario general, los presidentes de vários comitês nacionales olímpicos y los dirigentes destacados dei Movimiento olímpico). c) La Oficina de Ia Comisión ejecufivta estará formada por ei .presidente dei C. I. O., los vicepresidentes y ei secretario general. La Oficina se reunirá cuando Ia necesidad Io requiera y designe Ias or- denes dei dia a Ia vista de reuniones de Ia Comisión ejecutiva, para tratar los asuntos comentes. d) La Cancillería dei C. L O., írabajando bajo Ias ordenes dei secretario general, ordenará Ia correspondência diária y se ocupará de asuntos dei C. I. O. El personal de Ia cancillería ha de ser deter- minado por Ia Comisión ejecutiva. El Comitê olímpico de Ia U. R. S. S. somete igualmente a vuestra apreciación algunas' proposiciones concernientes a Ias finanzas de! Comitê Internacional Olímpico y pretendiendo satisfacer los requeri- mientos de Ias federaciones internacionales en cuanto a Ia obtención •de ciertas sumas procedentes de Ias competiciones olímpicas. / 1. Lãs finanzas dei Comitê Internacional Olímpico deben pro- ceder de Ias fuentes siguientes: 32 *'' ) Lãs cotizaciones anuales de los comitês nacionales olímpicos -'• t\ lãs federaciones internacionales reconocidas, así como Ias coti- Lciones de los miembros dei C. I. O. pagadas igualmente por los co 't's nacionales y Ias federaciones internacionales. El importe de estas mrticipaciones será fijado por Ia Asamblea general; b) un porcentaje sobre Ias localidades de los Juegos Olímpicos de verano e invierno; c) una renta procedente de publicacionès y otras actividades. 2. Los gastos de viaje de los íniembfos dei Comitê Internacional Olímpico para acudir a Ias sesiones y a los Juegos Olímpicos serán soportados por los comitês nacionales olímpicos y Ias federaciones Internacionales. 3. Lãs federaciones internacionales deportivas euyos deportes sean inscritos en los programas de los Juegos Olímpicos, recibirán un porcentaje de Ias localidades de los Juegos Olímpicos, cuyo impor* te será determinado por ei Comitê Internacional Olímpico. El Comitê Olímpico de Ia Ü. R. S. S. pide que estas proposiciones sean llevadas ai orden dei dia de Ia 55 sesión dei Comitê Internacional Olímpico (Munich, mayo 1959) y que sean igualmente sometidas y discutidas en Ia conferência que Ia Comisión ejecutiva dei Comitê Internacional Olímpico tendrá con los representantes de los comitês nacionales olímpicos en Roma (mayo 1959) y con los dirigentes de Ias federaciones internacionales deportivas en Munich (mayo 1959), Con este motivo, ei Comitê olímpico de Já U, R. S. S. estima necesario que Ia cancillería dei C. I. O. envie mtòstra carta a todos los miembros dei C. I. O., a los comitês nacionales olímpicos y fede- raciones internacionales reconocidos, con ei firi de darles ocasión de estudiar Ias diferentes proposiciones mencionadas, antes de Ia confe- rência y sesiones dei mês de mayo. Esperamos sinceramente que ei Comitê Internacional Olímpico pondrá toda su atención en Ia presente y concederá su apoyo a Ias proposiciones que contiene. * * * Este documento había sido dirigido a los miembros dei C. I. O., a Ias federaciones internacionales y a los comitês nacionales olímpicos porei Comitê olímpico de Ia U. R. S. S. En respüestá a este documento, él presidente dei C; t O., M. Avery Brundage, después de haber encontrado en San Francisco a M. An-- drianou, presidente dei Comitê olímpico de Ia U. R. S. S. y miembro dei C. I. O-, en febrero de 1960, decidió publicar un memorándum sobre este asunto. Helo aqui: • - - . . Lausana, marzo de 1960 informe de M. Avery Brundage, presidente dei C. I. O., dirigido- a los miembros dei C. L O., a Ias federaciones internacionales y a los comitês nacionales olímpicos, con motivo dei proyecío sometido por ei Comitê olímpico de Ia U. R. S. S., con vistas a una reorganización dei Comitê Internacional Olímpico. Pârtiendo de Ias consideraciones ya mencionadas de favorecer y acrècentar ei êxito y él desarrollo dei Movimiento olímpico, ei Comi- tê olímpico de Ia U. R. S. S. ha propuesto Ia extensión dei C. I. O., así como Ia reihcorporación íntegra en ei seno de este Comitê de todos los presidentes dê los comitês nacionales olímpicos como de los pre- sidentes de Ias federaciones internacionales. Nadie sabría criticar este 'proyecto, pero considerada Ia revisión de Ia estructura dei C. I. O., se hecesitàríá un cambio revolucionário tan radical que toda Ia cuestión debería ser sòmetida a un examen muy profundo. Constituyendo ei C. I. O. Ia autoridad suprema dei Movimiento olímpico, ei barón de Coubertin ha establecido muy cuidadosamente quê este organismo sea siempre libre, independiente y autônomo, y há ásegurado sú imparcialidad, Sin estas medidas de precaución*. dúdo mucho que Ia causa olímpica se hubiera extendido tan rapida- mente y tan lejos, y pienso que ningún sistema hubiera podido asegu- rár un êxito tan resoriante dei Movimiento olímpico. Los presidentes de Ias federaciones internacionales representan èsènciàlmente sus deportes, mientras que los presidentes de los comi- tês nacionales olímpicos representan esencialmente sus países. Con ei sistema actual, Ias conferências de estos organismos con ei C. J. O. esr tan previstas de tiempo en tiempo, Io que lês da ocasión de discutir Ias cuestiones de interés común. Sus opiniones son tomadas en consi- deración por eLQ. ,1, O., cuyos miembros representan solamente ei Movimiento olúnpáçp.y np sus países o sus deportes. . Cuando un hombre es elegido miembrp dei C. I. O., empena su sumisión absoluta a Ia causa olímpica; no puede aceptar ningún man- 34 dato en ei seno de otra organización susceptible de entorpecer este. juramento de fidelidad. Cuando se decidió ei restablecimiento de los Juegos Olímpicos en 1896 los comitês nacionales olímpicos no existían aún y no había más e ún número muy limitado de federaciones internacionales. Al co- mienzo pues, ei primer deber dei C. I. O. fue no solamente establecer los princípios fundamentales de Ia enorme estructura dei Movimiento olímpico, sino también montar Ia organización de los Juegos, orga- nizar Ia participación de los diferentes países, así como asegurar Ia supervisión técnica de Ias pruebas. Rapidamente, se dio cuenta que esta tarea era demasiado pesada para ser ejecutada por un solo comi- tê y se constituyó una comisión encargada de organizar Ia parte pura- mente práctica dei Movimiento olímpico. Entonces se erearon los comitês nacionales olímpicos, asumiendo ei trabajo de organizar Ia participación en los Juegos de los diferentes países, mientras que Ias federaciones internacionales eran responsables de establecer Ias regias y reglamentos de Ia vigilância técnica de Ias pruebas; ei C. I. O. se reservo ei derecho de dirigir y de controlar todas Ias cuestiones con- cernientes a Ia aplicación de Ias regias olímpicas. Seria difícil concebir un sistema mejor. El C. I. O. no es, sin embargo, una organización perfecta y su e»-íructura podría ser mejorada; pero todas Ias modificaciones que po~ drían herir su independência y su imparcialidad serían desastrosas. La entrega absoluta de este Comitê ai servicio dei ideal olímpico, unida a Ia tarea de hacer respetar ei principio fundamental por ei cual nin- guna .discriminación de raza, de religión o de política está admitida, estipulando que los Juegos son concursos imparciales de amateurs de todas Ias naciones, no aportando ningún beneficio a los competidores,, oficiales o promotores, son Ias razones mayores que han ásegurado ei inmenso êxito y ei grado de importância que asume ei Movimiento olímpico actual. Privado dei derecho de escoger él mismo, ei C. I. O. perderia rapidamente su»independência, así como su imparcialidad. dos cualidades esenciales para ei êxito de su obra. AVERY BRUNDAGE, Presidente dei Comitê Internacional Olímpico. Volviendo ai proyecto ruso, sobre ei cual podemos tomar posición antes que ei C. I. O. Io discuta en su sesión de Roma, en agosto de 35 1960, revelemos Io que faa escrito Gaston Meyer, redactOr-jefe dei periódico L'Equipe, de Párís, en su obra El fenômeno olímpico (3): «Está claro que si este nuevo estatuto se hubiera adoptado» ss produciría automaticamente una división dei mundo depor- tívo en dos o vários bloques, reflejando fielmente Ia división política, reduciéndose ei juego desde entonces a reunir en uno u olro lado de los bloques los comitês olímpicos de Ias pequenas naciones vacilantes entre dos ideologias. Si se ac©metiere Ia idea soviética, se echaría abajo ei edifício» creado en 1894 por Pierre de Coubertin. ^Quiere decirse que ei nuevo sistema seria funda- do sobre una base mejor? Varias razones nos Io hacen dudar. Primeramente Ias pruebas de impotência dadas por Ia O. N. U., después de Ia Sociedad de Naciones, nos hacen temer que Ias fuerzas en presencia no se neutralizan y que, por tanto, una asamblea ían dispar se muestra incapaz de resolver ei menor problema y zozobra en Ia confusión. Además, este sistema vá bacia Ia universalización dei depor- te. Y este debe situarse (como casi ha logrado hasta aqui) sobre los intereses políticos y Ias rivalidades de capilla. Una representación igual por nación y por deporte no corres- ponde a Ia realidad; suprime Ia necesidad de Ia competência; los delegados no serían más que los representantes de Ias ten- dências nacionales o de los partidos. Luego es precisamente Io que había querido evitar Coubertin fundando una organización dei oíimpismo sobre los princípios de elección, los cuales han asegurado Ia perennidad de oíras instituciones tales como Ia Iglesia católica, Ia Cruz Roja internacional y oíras más.» * * * Esta brevMma introducción nos permite abordar ei tema principal de esta obra. Se trata, en efecto, de «relatar» los trabajos de Ias di- ferentes sesiones dei Comitê Internacional Olímpico e indicar Ias deci- siones—algunas veces, es preciso decirlo, contradictorias—que allí fueron tomadas. Nos atendremos estrictamente a los procesos verbales aparecidos, algunos de los cuales, desgraciadamente, faltan de Jps ar- (3) Edicián «La Tabte ronde», 40. rue du Bac; Paris VH e. h- vá que Coubertin no atribuyó demasiada importância ai pa- ]V burocrático durante sus veintiocho anos de presidência. Había do una obra y queria conducirla según sus princípios y sus.ideas. Poço lê importai» tal o cuaí acuerdo tomado en sesión. jSabía adap- tarios a su gusto, con gran diplomacia! Seguramente no estaba equi- vocado- LÃS SESIONES 1. 2. 3. 4. 5. 6. 7. 8. 17. 18. 19. 20. 21. 22. 23. 24. 25. 26. 27. 39. 40. 41. 42. 43. Párís Atenas El Havre Paris Paris Londres Bruselas Atenas Príntera Lausana Amberes Lausana Paris Roma Paris Praga Lisboa Mônaco Amsterdam Lausana • Segunda Lausana Estocolmo Saint Moritz Londres Roma 1894 1896 1897 1901 1903 1904 1905 1906 guerra 1919 1920 1921 1922 4923 1924 1925 1926 1927 1928 1929 t guerm 1946 1947 1948 1948 1949 9. 10. 11. 12. 13. 14.' 15. 16. La Haya Berlín Luxemburgo Budapest Básilea Estocolmo Lausana Paris mundial (1914-1918) 28. 29. 30. 31. 32. 33. 34. 35. 36. 37. 38. Berlín Barcelona Los Angeles Viena Atenas Oslo Garmisch Berlín Varsovia El Cairo Londres mundial (1939-1945) 44. 45. 46. 47. 48. Copenhague Viena Oslo Helsiiíki Méjico 1901 1909 1910 1911 1912 1912 1913 1914 1930 1931 1932 1933 1934 1935 1936 1936 1937 1938 1939 1950 1951 1952 1952 1953 49. Atenas 1954 50. Paris 1955 51. Cortina d*An> pezzo 1956 52. Meíbourne 1956 53. Sofia 1957 54. Tokio 55. Munich 56. Squaw Valley 57. Roma 58. Atenas 59. Mosca 1958 1959 1960 1960 1961 1962 OONMEMORACIÓN DE LA FUNDACIÓN DEL CoMTTÉ 20 aniversário: 25 aniversário: 30 aniversário: 40 aniversário: 50 aniversário: 60 aniversário: 1914, en Paris y AJejandría 1919, en Lausana 1924, en Paris 1934, en Atenas y Lausana 1944, en Lausana 1954, en Atenas y Lausana OONGRESOS OLÍMPICOS Restablecimienío de los Juegos Olímpicos Higiene y pedagogia deportivas Técnica de los ejercicios físicos Artes, letras y deportes Psicologia deportiva Reglamentos olímpicos Reglamentos olímpicos Reglamentos olímpicos Reglamentos olímpicos l.a SESIÓN — PARÍS, 1894 Como ya hemos dicho, este Congreso se inicio ei 16 de junio de 1894 en ei gran anfiteatro de Ia Sorbona, delante de dos mil perso- nas. Participaron setenta y nueve delegados, además de los miembros Iwiròcráticos, en representación de Ias sociedades deportivas o Ias universidades de trece naciones, que fueron: Francia, Grécia, Rusia. Itália. Holanda, Inglaterra, Austrália, Suécia, Bélgica, Espafla, Hun- gria, Checoslovaquia y Estados Unidos. Paris El Havre =Bruselas Paris Lausana Paris Lausana Praga Beriín 1894 1897 1905 1906 1913 1914 1921 1925 1930 Después de un notable discurso dei barón de Courcel, senador y presidente dei Congreso, f ue interpretado pôr Marie Jeanne Remacle ei Himno de Apoio, recientemente descubierto en Ias ruinas de Delfos, y repetido por un coro de cantores de Ia Opera, con acompafiamiento de arpas. El efecto, dice ei historiador, fue sorprendente, digno de Ia circunstancia y dei grandioso cuadro. Sobre los trabajos de esta primera sesión, citemos los dos puntos esenciales, estudiados por dos comisiones. Es decir, Ia cuestión dei amateurismo (jya!) y Ia dei restablecimiento de los Juegos Olímpicos. Formaron parte de Ia primera comisión: M. Gondinet, presidente dei Racing Club de Francia; ei profesor W. M. Sloan, delegado dei New-York Athletic Club y de Ia Universidad de Princeton, y R. Todd, delegado de Ia National Cyclist's Union de Gran Bretana. La segunda comisión tenía por presidente a M. Vikelas, delegado de Ia Sociedad Panhelénica de Gimnasia, y por vicepresidente ai barón de Carayon La Tour, delegado de Ia Sociedad Hípica Francesa. . Lãs conclusiones de estas comisiones, tanto por Ia amplitud de los temas tratados como por Ia competência de los que tomaron parte en Ias discusiones, representan probablemente ei estúdio más profun- do que haya sido intentado en esta época por una agrupación inter- nacional en ei dominio dei deporte. Fue un punto de partida natural para los esfuerzos y perfeccionamientos ulteriores. ; Antes de terminar, ei Congreso nombró un Comitê Internacional Olímpico, cuyos nombres figuran en Ias primeras páginas de este libro. Los PRIMEROS JUEGOS OLÍMPICOS DE 1896 Nuestra intención no es evocar los recuerdos de los Juegos Olímpi- >cos, puesto que han sido publicadas numerosas obras ai respecto. Nos parece, sin embargo, interesante citar Ias dificultades que encontro ei barón de Coubertin para poher en marcha su obra. A pesar dei tele- grama en que su majestad ei rey de Grécia había declarado asociarse á Ias decisiones dei Congreso de Paris, y a pesar dei entusiasmo que produjo en Atenas Ia proclamación dei restablecimiento de los Juegos Olímpicos, ei Gobierno griego, presidido por M. Tricoupis, se mostro pronto desfavorable ai proyecto y se dirigió una carta bajo su inspira- ción a Coubertin, en ei momento en que se preparaba a partir para Grécia, invitándole a no presentarsey declinando ei honor hecho ai pueblo heleno por ei Cbngreso. De Coubertin resolvió no tomar en cuenta estas disposiciones, llegó a Atenas en ei mês de octubre y se ocupo en seguida de despertar ei entusiasmo popular. M. Vikelas, que lê sucedió dos meses más tarde, acabo de vencer todas Ias resistências y de allanar todos los obstáculos. Esto viene a demostrar Ias dificultades con que tropezó ei Reno- vador de los Juegos y con Ias que continuará tropezando a continua- ción, hasta que se haya comprendido, en los círculos no deportivos. Io que significaba ei Movimiento y ei Ideal Olímpico. Si Coubertin tuvo una árdua tarea, tuvo también su recompensa cuando en 1936t desde Lausana, asistió ai inmenso êxito que supusieron los Juegos de Ia XI Olimpíada en Beriín. 2.a SESIÓN — ATENAS, 1896 Esta sesión comienza ei 4 de abril de 1896 y bajo Ia presidência de M. Vikelas, presidente dei C. I. O. De los dieciséis miembros que formaban entonces ei C. I. O., solamente cuatro asistieron a esta se- sión: M. Vikelas (Grécia), ei barón de Coubertin, Fr. Kemény (Hun- gria) y ei general Balck (Suécia). La sesión se prosiguió durante seis dias para terminar ei domingo 12 de abril. El presidente se quejó de Ia falta de interés de ciertos miembros por los trabajos dei Comitê; jalgunos ni se habían excusado por su ausência a estos primeros Jue- gos Olímpicos! La segunda sesión, lunes 6 de abril, se desarrolló en ei Hotel de Gran Bretana, bajo Ia presidência de Coubertin, porque M. Vikelas.. presidente titular, no había podido acudir. Además de los miembros ya citados, se encontraban ei general de Boutowsky (Rusia), ei doctor W. Gebhardt (Alemania) y ei consejero Jiri Guth Jarkovsky (Bo- hérnia). Três ciudades presentaron su candidatura para Ia organización de tos Juegos de 1904: Nueva York, Beriín y Estocolmo. Ninguna de Ias três fue elegida. Asistieron siete miembros a Ia tercera sesión dei 7 de abril, en ei domicilio de M. Vikelas. En Ia sesión dei 9 de abril fue lanzada Ia idea de Ia creación de los comitês nacionales olímpicos «potentes»; esta sugerencia había 40 •- Algunos miembros dei Comitê Internacional Olímpico, presentes en los I Juegos de Atenas, en 1896. Sentados, de izquierda a derecha: ei barón Pierre de Coubertin, secretario (FranciaV D Vikelas, presidente dei Comitê Internacional (Grécia)''ei general A. de Boutovski (Rusia). De pie, de izquierda a recha- doctor W. Gebhardt (Alemania); Jiri Guth-Jarkovsky (Checoslova- quia)' Perene Kemény (Hungria); ei general Viktor Balck (Suécia). Carta dei barón Pierre de Coubertin dirigida a M. Ângelo Bo- lanaki, en junio de 1910, para informarle de su elección en ei Comitê Internacional Olímpico. El interesado ha celebrado sus cincuenta anos de presencia en ei Comitê, en 1960; es ei decano. (Lãs cartas dei Renovador eran todas manuscritas; no existen, pues, copias.) sido hecha por ei doctor Gebhardt. «En Hungria—declaro M, Kemé- ny—existen ya comitês con un caracter estable y definitivo.» Durante esta reunión fue tratado ya ei estatuto dei amateurismo. La definición establecida por ei Congreso de Paris había sido juzgada demasiado estricta. Se lamento Ia ausência de Ias pruebas-del pentathlon en los Juegos de 1896, y Coubertin se expresó en estos términos: «Si los miembros dei Comitê conservan, cada uno en Io que lê concierne, Ia plena liber- íad de expresar sus puntos de vista en matéria pedagógica, importa también acordarse que ei Comitê no puede en absoluto juzgar si tal deporte es preferible a tal otro y si se lê debe preferir. El Comitê tiene por misión organizar los Juegos Olímpicos en los que estén represen- tados todos los deportes y no hacer una elección entre estos deportes.» Conforme a Ia decisión tomada en ei Congreso de Paris, Ia presi- dência dei C. I. O. debía recaer por derecho en una personalidad perteneciente ai país en ei que se desarrollasen los próximos Juegos Olímpicos. Por eso fue elegido presidente Coubertin para ei período de 1896 a 1900. El reglamento fue modificado en ese plazo y Couber- íin fue elegido por ocho anos y después constantemente reelegido has- ta ei ano de su dimisión, en 1925. En Ia última sesión, ei Comitê levanto acta de Ia proposición hecha por M. Kemény de llevar los Juegos Olímpicos a Budapest. Posterior- mente se tomo una decisión draconiana: «Serán considerados como dimisionarios los miembros dei C. I. O. que no hayan dirigido ai pré* sidente ai menos un informe anual o hayan descuidado, sin excusas válidas, asistir o hacerse representar en los Juegos Olímpicos.» El 14 de abril se celebro una sesión suplementaria, en ei domici- lio de M. Vikelas, para ocuparse de Ia opinión ateniense, aireada en Ia prensa, sobre Ia celebración de los Juegos en ei futuro y su fijación definitiva en Grécia. Fue unanimemente reconocido como no deseable que los Juegos pertenecieran exclusivamente a un país. Al tomar esta decisión, ei Comitê no hizo más que ratificar Ia rdel Congreso de Pa- rís en 1894, estimando que no tenía derecho de vulnerarla. El único ejemplar dei acta de esta sesión está escrito de mano dei barón de Coubertin y se encuentra en los archivos de) C. T. O.; en Lausana. 4$: 3/ SESIÕN — EL CQNGRESO DE EL HAVRB, 1897 Este Congreso olímpico se celebro en El Havre dei 23 de julio ;al l de agosto de 1897, Su fin no fue revisar o ampliar Ia obra dei Congreso de Paris, sino estudiar sobre todo Ias cuestiones de higiene y de pedagogia en relación con los ejercicios físicos. Lx>s numerosos trabajos y Ias nutridas discusiones dieron lugar a una serie de votos taíeresantes, sobre los que seria inoportuno extenderse ahora. Todo Io más, podría reprocharse ei caracter insuficientemente general de Ias discusiones, ei punto de vista francês que, en una o dos intervenciones y a pesar de Ia presencia de numerosos delegados extranjeros, se in> puso ai punto de vista internacional. 4.a SESIÓN — PARIS, 1901 En ei afio 1900 no hubo ninguna sesión. Efectivamente, Ia larga duración de los concursos de los Juegos •de 1900 en Paris, repartidos en un período de vários meses, no per- mitió celebrar sesión; los delegados extranjeros no pudieron llegaf a un acuerdo para hacer coincidir su estância a orillas dei Sena. Hay que afladir a esto que los desplazamientos no eran tan fáciles en esta época como Io son en nuestros dias. Así, pues, en lugar de Ia ciudad de Praga, que se había amablemente ofrecido para acoger a los miembros dei Comitê en 1901, Coubertin se vio obligado a elegir Paris, vista Ia presencia, en esta ciudad, de cierto número de sus co- legas. Esta cuarta sesión empezó ei martes 21 de mayo de 1901 y duro vários dias. Lãs reuniones se desarrollaron en los salones dei Auto- móvil Club de Francia. El barón Godofroy de Blonay (Suiza) hizo Ias funciones de secretario. El objeto principal de Ias deliberaciones fixe escoger ei lugar donde se desarrolíarían los Juegos de Ia III Olim- píada en 1904. La ciudad de St. Louis había propuesto su candidatura. La se- gunda oferta vino de Chicago, y su representante, M. Henry Bréal, secretario dei Comitê franco-americano para ei patrocinio de estu- diantes, había sido encargado de defender los intereses de Chicago. Su informe fue elocuente. Se apoyó en ei hecho de que ya antes de que fuese tomada Ia decisión dei Comitê Internacional Olímpico, se habían suscrito por los habitantes de Chicago más de 120.000 dóla- res. M. Bréal demostro habilmente que nunca ei C. I. O. se había encontrado en presencia de un movimiento tan conforme a sus de- seos y a los intereses de su obra. El presupuesto preveía un exceden- te en taquilla de 200.000 dólares. Ante tales garantias, unidas a Ias de orden deportivo propiamente dicho, Ia candidatura de St. Louis fue relegada, y Ia de Ia ciudad de Chicago escogida por unanimidad para ser Ia sede de Ia celebración de los Juegos de Ia III Olimpíada en 1904. Antes de dejar a Ias Olimpíadas cruzar ei Oceano, se pro- dujo una fuerte discusión sobre Ia cuestión de los transportes ma- rítimos, considerada Ia larga distancia. El conde Brunetta d'Usseaux(Itália), ai que se asociaron ei teniente Bergh (Suécia) y ei docíor Jiri Guth (Bohemia), pidió que este importante problema fuese resuelto en primer lugar. M. Hebrard de Villeneuve (Francia) pidió por su parte que los reglamentos de los concursos fueran objeto de una colaboración amistosa dei Comitê de Chicago con los representan- tes de otros países, para evitar, en esgrima, por ejemplo, que Francia e Itália, que eran Ias naciones más fuertes, tuvieran que aceptar un código americano contrario a sus costumbres. És necesario recordar que no existían casi federaciones nacionales y que los reglameníos de Ias pruebas estaban lejos de ser codificados. La duración de los Juegos se fijó en doce dias, y Ias fechas entre ei 10 y ei 25 de sep- tiembre. Lãs recompensas no debían ser demasiado importantes «para los princípios de amateurismo, que son Ia salvaguardia de los depor- tes, y ei empefio de su porvenir fueran observados Io más estricta- mente posible». En fin, destaquemos esta frase, que hoy provocaria «sna viva reacción dei presidente Avery Brundage, puesto que ha dicho: «El presidente Coubertin tiene Ia misión de insistir cerca de los organizadores para que los concursos de los profesionales, si es que los hay, sean tenidos menos en cuenta y en menor importância que los concursos de amateurs.» En efecto, hay que acordarse—aunque esto parezca extraordiná- rio—que en los Juegos de 1896 (Atenas) y en los de 1900 (Paris). Ias pruebas pmfesionales de esgrima figuraban en ei programa. El íor- rieo de maestros de armas (profesionales) en 1896 fue ganado por Grécia contra Francia (3-1). En los Juegos de 1900 figuraban pruebas profesionales de florete, espada (los franceses fueron los vencedo- tes), de sable (l, Itália; 2, Hungria; 3, Áustria). Entre profesionales y amateurs se desarrolló igualmente una prueba especial. Consiguió 43 Ia•-viciaria un francês profesional ante un amateiar cubano; ei segun* do fue un arnateur francês. Parece, pues, extrano constatar que Ias medallas olímpicas de oro, plata y bronce fueran distribuídas entre profesionales en íos dos primeros Juegos. Esto ya no volvió a suceder... jal menos oficial- mente! * * * La nueva de Ia elecciôn de Chicago para k organización de los Juegos de 1904 provoco vivo alboroto en Ia prensa griega. Ante los comentários descorteses e incorrectos publicados por algunos perió- dicos helenos, Coubertin creyó sú deber dirigir aí Messager d'Aíhenes ana carta resumiendo toda Ia historia de su obra. No reproduciremo& esta larga carta; ei hecho de que Coubertin Ia hayá escrito basta. TRASPASO DE LOS JUEGOS DE CHICAGO A ST. Louis Saint-Louis debía organizar una exposición gigante en 1903. Por razones maíeriales fue trasladada a 1904. Esta ciudad, temerosa por Ia competência en este mismo ano de los Juegos de Chicago, pidió su traslado a St. Louis para que se desarrolíasen en ei recinto de ia exposición. Chicago pidió ai C. I. O. ei traslado de'los Juegos a 1905, pero por una carta dirigida a Coubertin, con fecha dei 26 de noviem- bre de 1902, M. Henry J. Gurrer, presidente dei Comitê de los Jue- gos de Chicago, declaro estar dispuesío a someíerse a Ia decisión que juzgara conveniente tomar ei C. I. O. St. Louis, por su parte, amenazó con organizar importantes pruebas de atletismo para ei caso de que los Juegos no fuesen trasladados. : Siníiendo que los Juegos coincidieran con una exposición univer- sal, después que Ia experiência de 1900 había subrayado ei inconve- niente de una tal vecíndad, ei Comitê Internacional Olímpico, des- pués de haber consultado con personas autorizadas—particularmen- te con ei presidente de los Estados Unidos, Teodoro Roosevelt—, no creyó oportuno oponerse. El aplazamiento de los Juegos a 1905 fue, por ei contrario, juzgado inacepíable. En efecto, conforme a sã Carta, una Olimpíada puede no celebrarse, pero no ser desplazada, a otra fecha que no lê corresponda. El traslado fue, pues, autorizado y de esta manera los Juegos se desanolíaron en St. Louis. El C. 1. O. estuvo débilmente representado. Incluso Coubertin no tenía ninguna gana de asistir a estos Juegos. No se celebro, pues, ninguna- sesión. LA UMFICAqÓN DÊ LOS REGLAMENTOS DEPORTTVOS Durante Ia sesión de 1901 fue largamente discutida Ia unificación de los reglamentos deporíivos. Había sido propuestã, sobre todo, por los miembros alemanes, ei Lt.-Col. Balck (Suécia) y ei Comitê sueco, y, en fin, por L. P. Sheldon, dei Amateur Athletic Union de los Es- todos Unidos, Ia redacción de un código definitivo y obligatorio para Ias pruebas olímpicas. El C. I. O. no se consideraba obligado a esta- tuir un critério soberano en Ias cuestiones técnicas que, pensaba cori razón, eran de Ia competência de Ias federaciones deportivas. Final- mente, sobre Ia proposición dei conde Brunetta dUsseaux (Itália), •ei C. I. O. decidió proceder a una consulta preliminar cerca de Ias grandes federaciones y sociedades deportivas dei mundo entero, a fin de fijar los puntos en los que sustentar ei trabajo de unificación. Hoy, ya se sabe, ei C. I. O. deja a Ias federaciones internacionales depor- tivas ei cuidado de decidir todas Ias cuesíiones técnicas y Ia vigilân- cia técnica de Ias pruebas que figuran en ei programa olímpico. Correspondió ai Congreso de Bruselas, de 1905, reglamentar Io que se Uamó entonces «Ia técnica de los ejercicios físicos». A LA VISTA DE LOS JUEGOS DE 1908 Después de Ia sesión de 1901, fue presentada una proposición por los representantes dei Império alernán para que se designase Berlín, legado ei momento, y celebrar allí los Juegos de 1908. Una propo- sición posterior ofreció La Haya. Después Roma entro en liza, y co» fecha dei 24 de marzo de 1901, ei presidente dei C. I. O. recibió esta candidatura por carta firmada por F. Todaro y J. Ballerini, pre- sidente y secretario de Ias sociedades italianas de gimnasia, respec- tivamente. S. M. ei Rey Víctor Manuel III recibió comunicación dei proyecío y se digno dar su total aprobación. Hasta más tarde no se •ídecidió Ia atribución de estos Juegos. 4S LA ORGANKACIÔN OLÍMPICA Con frecuencia se propuso ai C. I. O. una cuestión a comienzos de este siglo: Ia de los contactos que deberían existir entre él y Ias federaciones nacionales que dirigen los deportes de cada país. Fue- ron vários los votos para que Ias relaciones se estrechasen tanto como fuera posible y que ei Comitê ocupase ei puesto de una espécie de consejo superior, cuya acción directriz se ejerciera de manera libe- ral, pero efectiva, sobre dichas federaciones. .Coubertin, por extrafio ' que esto pueda parecer, no creía que Ia cosa fuera deseable ni po- sible. Pensaba que así como Ias competiciones gozan de popuíaridad, Ia injerencia extraBa en Ia administración dê los deportes naciona- les hubiera parecido intolerable a los que Ia debieran soportar. De- claro además: «Quizás se intentará en ei porvenir, pero estoy per; suadido que no conducirá más que a resonantes cpntratiempos. La era que se abre es más bien Ia era de los tratos de comercio aplica- dos a los deportes. Son Ias mismas federaciones quienes deben acer- ," carse y concluir los intentos.» Lo que podia concebirse en aquella ^ -\ época no es más posible en nuestros dias. El Movimiento olímpico no es solo Ia obra de una institución, ei C. I. O., sino una entente y una colaboración cada vez más estrecha entre Ias federachnes inter- nacionales, los Comitês olímpicos y ei Movinúento núsmo. Coubertin pensaba que los miembros de su Comitê que, aun en nuestros dias, no son los delegados de Ias federaciones deportivas de sus países cer- ca de Ia insíitución olímpica, sino que son, por ei contrario, los re- presentantes dei C. I. O. cerca de Ias organizaciones deportivas de su país, tuvieran suficiente poder para imponer Ias ideas dei C. I. O. en su casa. En Ia práctica, ei renovador queria que cada país tomara Ia costumbre de no enviar a los Juegos Olímpicos más que sus mejores hombres. Preconizaba por esto Ia organización de concursos elimina- tórios y pedia a los miembros dei C. I. O. ei montaje
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