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NÚMERO 203 historiang.es ¿CÓMO SE CONSTRUYERON LAS PIRAMIDES DE EGIPTO? EL ÚLTIMO TESORO DE MICENAS LA TUMBA DEL GUERRERO DE PILOS VERCINGÉTORIX LA TRAGEDIA DE LA GALIA EL IMPERIO AZTECA Á É 9 7 7 1 6 9 6 7 7 5 0 0 8 0 0 2 0 3 N º 203 • 4,95 € / PV P C A N A R IA S 5,10 € T O D O S L O S H O M B R E S . T O D A S L A S M A R C A S . EL C OR TE IN GL ÉS , S .A . C / H er m os ill a 11 2, 2 80 09 M ad rid E D I T O R I A L JOSEP MARIA CASALS Director S obre la colina que domina Alise-Sainte-Reine se yergue una estatua de casi siete metros de Vercingétorix, colocada sobre un pedestal que suma otros siete metros. Está muy cerca del lugar donde el caudillo galo se rindió a su enemigo Julio César para evitar la masacre de los habitantes de la ciudad de Alesia, que iba a caer en manos romanas. La construcción de la estatua y los trabajos arqueológicos en Alesia fueron una iniciativa de Napoleón III, por una parte admirador de César y por otra parte francés, miembro de una nación que convirtió a Vercingétorix en símbolo de su coraje (tras la segunda guerra mundial, Charles de Gaulle cada año, durante una década, peregrinó a Alesia el día de la rendición del líder galo). ¿Cómo conciliar ambos ideales? Fácil. Como el mismo emperador escribió: «Al honrar la memoria de Vercingétorix, no debemos lamentar su derrota. Admiremos el ardiente y sincero amor de este jefe galo por la independencia de su país, pero no olvidemos que es al triunfo de los ejércitos romanos a lo que debemos nuestra civilización; instituciones, costumbres, lengua, todo nos viene de la conquista». En esta actitud hacia la conquista romana subyace la justificación de la expansión colonial francesa por lo que aportaba a sus súbditos forzosos de ultramar. Claro que también influye la lejanía. ¿Nos parecerían hoy aceptables esas manos cortadas por César a dos mil o cuatro mil de los últimos resistentes galos en Uxellodunum? ¿O las de esos 400 jóvenes de Lutia que querían ayudar a los numantinos y a quienes Escipión mutiló tras obligar a sus padres a entregárselos? El tiempo... Editor JOSÉ ENRIQUE RUIZ-DOMÈNEC Directora General ARIADNA HERNÁNDEZ FOX Director de Servicios Comerciales SERAFÍN GONZÁLEZ Proyectos Digitales ARANTXA DEL POZO Publicidad Digital y Trafficking IVÁN LORENTE Publicidad Digital ALICIA CORTÉS MADRID Directora Comercial Mª LUZ MAÑAS Subdirectora de Publicidad BEGOÑA LLORENTE Subdirector de Publicidad ADRIÁN GARCIA DE MANUEL Coordinadora de Publicidad YOLANDA TRIGUEROS c/ Agustín de Foxá 29 28036 Madrid (España) Tel. 915 10 66 00 Fax 915 19 48 13 BARCELONA Y LEVANTE Directora Comercial ANA GEA Directora de Publicidad Levante PALOMA CAMPOS Directora de Publicidad MÓNICA MONGE Coordinadora de Publicidad GEMMA REYES Diagonal, 189 08018 Barcelona (España) Tel. 934 15 73 74 Fax 932 38 07 30 ATENCIÓN AL LECTOR Y SUSCRIPTOR: Teléfono: 910 92 01 29 suscripciones@rba.es Distribución: BOYACÁ Impresión-Encuadernación: ROTOCOBRHI, S.A. Depósito legal: B6241-2012 ISSN: 1696-7755 ISSN Revista digital: 2604-6172 Distribución en Argentina. Capital: Distrimachi Interior: York Agency S.A. Printed in Spain - Impreso en España. Edición 02/2021 Importador en México: C.I.R.S.A., S.A. de C.V. Distribuidor en México: IBERMEX, S.A. de C.V. NATIONAL GEOGRAPHIC y Yellow Border Design son marcas comerciales de National Geographic Society, utilizadas bajo licencia. SAN LUIS ANTE LAS MURALLAS DE JERUSALÉN. VIDRIERA DE LA CATEDRAL DE NOTRE DAME DE SENLIS. FOTO: BRIDGEMAN / ACI NÚMERO 203 historiang.es ¿CÓMO SE CONSTRUYERON LAS PIRAMIDES DE EGIPTO? EL ÚLTIMO TESORO DE MICENAS LA TUMBA DEL GUERRERO DE PILOS VERCINGÉTORIX LA TRAGEDIA DE LA GALIA EL IMPERIO AZTECA MERALA PRI ADACRUZA A DE TIERRA SANTALA CONQUISTA Director JOSEP MARIA CASALS Director de arte IÑAKI DE LA FUENTE Jefe de redacción JESÚS VILLANUEVA Editora de fotografía MERITXELL CASANOVAS Redactores CARME MAYANS, ÀLEX SALA Editora adjunta a la redacción GUIOMAR HUGUET Maquetación MAITE DUCUN Tratamiento de imagen JOSÉ LUIS RODRÍGUEZ Secretaria de redacción MARTA CUADRAS Director web: JAVIER FLORES REDACCIÓN Diagonal, 189 08018 Barcelona (España). Tel. 934 15 73 74 Colaboradores externos: VÍCTOR LLORET (COORDINADOR), CÉCILE SIGONNEY (MAQUETACIÓN); DAVID HERNÁNDEZ DE LA FUENTE (ANTIGÜEDAD); RAMON OLIVA (CORRECCIÓN); MIREIA COMPANYS, CARLO CARANCI (TRADUCCIÓN) Colaboran en este número: ÁNGEL CARLOS AGUAYO PÉREZ, XABIER ARMENDÁRIZ, LAUREN BECK, JORDI CANAL-SOLER, ANDREA FREDIANI, MARCOS GARCÍA DIEZ, ARIANNA GIORGI, ALFONSO LÓPEZ, JUAN CARLOS LOSADA, CARME MAYANS, ENRIQUE MESSEGUER, JOSÉ MIGUEL PARRA, JOSÉ LUIS DE ROJAS. MARTINA TOMMASI, JESÚS VILLANUEVA Asesores de diseño: FERICHE BLACK ASESORES JOSÉ ENRIQUE RUIZ-DOMÈNEC Catedrático de Historia Medieval de la Universidad Autónoma de Barcelona. Especialista en historia de Europa y del Mediterráneo, y docente en Francia e Italia. Miembro español en la comisión de 27 historiadores para los 27 países de Europa. MAITE MASCORT ROCA Vicepresidenta de la Sociedad Catalana de Egiptología. Arqueóloga de la Generalitat de Cataluña. Ha desarrollado su labor como investigadora en Egipto, donde ha sido miembro de la misión española que excava en Oxirrinco. CARLOS GARCÍA GUAL Catedrático de Filología Griega de la Universidad Complutense. Premio Nacional a la obra de un traductor. Especialista en la historia y cultura de la Antigüedad grecolatina, ha traducido numerosas obras clásicas (entre ellas, la Odisea). ANTONIO PIÑERO SÁENZ Catedrático de Filología Neotestamentaria de la Universidad Complutense de Madrid. Experto en el antiguo Israel y los orígenes del cristianismo, ha ejercido una importante labor de divulgación de la historia del Próximo Oriente antiguo. MANUEL LUCENA GIRALDO Investigador del Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Profesor asociado de IE University. Destacado conocedor de la España moderna y la América colonial, ha compaginado la investigación, la docencia universitaria y la divulgación. NATIONAL GEOGRAPHIC SOCIETY “Despertando el interés por explorar y proteger el planeta’ National Geographic Society es una institución científica y educativa sin fines lucrativos fundada en Washington, D.C., en 1888 y comprometida con la exploración y preservación del planeta Licenciataria de NATIONAL GEOGRAPHIC PARTNERS, LLC. PRESIDENTE RICARDO RODRIGO EDITORA ANA RODRIGO DIRECTOR GENERAL CORPORATIVO JOAN BORRELL DIRECTORA GENERAL AUREA DIAZ DIRECTORA DE MARKETING BERTA CASTELLET DIRECTORA CREATIVA JORDINA SALVANY DIRECTOR EDITORIAL ISMAEL NAFRÍA DIRECTOR DE CIRCULACIÓN JOSÉ ORTEGA Difusión controlada por Interim President and CEO: MICHAEL L. ULICA BOARD OF TRUSTEES Chairman: JEAN M. CASE Vice chairman: TRACY R. WOLSTENCROFT BRENDAN P. BECHTEL, MICHAEL R. BONSIGNORE,KATHERINE BRADLEY, ÁNGEL CABRERA, ELIZABETH (BETH) COMSTOCK, JACK DANGERMOND, ALEXANDRA GROSVENOR ELLER, JANE LUBCHENCO, MARK C.MOORE, GEORGE MUÑOZ, NANCY E. PFUND, PETER H. RAVEN, LYNDON RIVE, EDWARD P. ROSKI, JR.,FREDERICK J. RYAN, JR., ANTHONY A. WILLIAMS COMMITTEE FOR RESEARCH AND EXPLORATION Chairman: PETER H. RAVEN Vice Chairman: JONATHAN BAILLIE KAMAL BAWA, JUSTIN BRASHARES, RUTH DEFRIES,MARGARET HONEY, ANTHONY JACKSON, GARY KNIGHT, STEVEN R. PALUMBI, ANDREW REVKIN, JERRY A. SABLOFF, ELEANOR STERLING NATIONAL GEOGRAPHIC PARTNERS CEO GARY E. KNELL SENIOR MANAGEMENT Chief Marketing Officer: JILL CRESS Editorial Director: SUSAN GOLDBERG Chief Financial Officer: MARCELA MARTIN Global Networks CEO: COURTENEY MONROE EVP Global Communications: LAURA NICHOLS EVP Sales and Partnerships: BRENDAN RIPP EVP Business and Legal Affairs: JEFF SCHNEIDER EVP Digital Product: RACHEL WEBBER EVP Consumer Products and Experiences: ROSA ZEEGERSBOARD OF DIRECTORS JEAN M. CASE, KEVIN J. MARONI, JAMES MURDOCH, LACHLAN MURDOCH, FREDERICK J. RYAN, JR., BRIAN F. SULLIVAN INTERNATIONAL PUBLISHING Senior Vice President: YULIA PETROSSIAN BOYLE ARIEL DEIACO-LOHR, GORDON FOURNIER, KELLY HOOVER, JENNIFER JONES, JENNIFER LIU, ROSSANA STELLA ión controlada p Hazte fan en Facebook: facebook.com/ HistoriaNationalGeographic Síguenos en Twitter en @HistoriaNG Envíanos tus cartas o comentarios a historiang@rba.es historia.nationalgeographic. com.es Más información en la web: hi t i ti l hi Síguenos en Instagram en @historiang A C T U A L I D A D un patrimonio arqueológico riquísimo que incluye des- de algunas de las pinturas rupestres más hermosas del mundo a las ruinas de ciudades medievales, don- de apenas ha puesto el pie ningún arqueólogo. El equipo de Incipit ex- cavó en las dunas de Ber- bera un yacimiento datado entre los siglos III y VI, en el que aparecieron objetos procedentes del sur de Ye- men y del Egipto romano. En otro lugar, la inmensa playa de Xiis, se suceden más de 300 tumbas exca- Desde el año 2015, u n p roye c to del Instituto de Ciencias del Pa- trimonio (Incipit) investiga dos mil años de contactos a larga distancia en el Cuer- no de África. Y lo hace en Somalilandia. El país se in- dependizó de Somalia en el año 1991 y, al contrario que su vecino, ha logrado mantenerse en paz desde entonces y desarrollar un sistema político que combi- na estructuras tradicionales y democracia al estilo occi- dental. Somalilandia tiene vadas por los pastores nó- madas y acompañadas de ricos ajuares. Siglos más tarde, durante la Edad Me- dia y los siglos XVI y XVII, Somalilandia fue un punto de encuentro: en sus playas, donde se celebraban ferias, aún quedan restos de por- celanas chinas, ungüenta- rios egipcios y cuentas de cornalina. Una pequeña aldea de comerciantes de aquella época fue arrasada, y allí se han hallado algunas cerámicas como testigos mudos de un próspero co- mercio a larga distancia. Arqueología en el desierto de Somalilandia Arqueólogos del Instituto de Ciencias del Patrimonio han hecho hallazgos de diversas épocas en este país africano FUNDACIÓN PALARQ ÁL VA RO M IN GU IT O PA LO M AR ES ESQUELETO en una tumba de la necrópolis de Xiis. Junto al difunto se enterró un jarrón romano para perfume procedente de Siria. ABAJO, una imagen del conchero de Ceel Gerdi, un yacimiento fechado a mediados del I milenio d.C. Los arqueólogos del Instituto de Ciencias del Patrimonio han hallado en este lugar materiales importados del reino de Himyar en Yemen, del reino de Axum en Etiopía y también del Imperio bizantino. ÁL VA RO M IN GU IT O PA LO M AR ES El rey de los chefs, el chef de los reyes 1833 Años después de retirarse, muere a causa de una enfermedad pulmonar. 1815 El Congreso de Viena supone su consagración definitiva en el mundo de la cocina. 1803 El ministro Talleyrand empieza a encargarle los banquetes diplomáticos. Entre los dos nace una fructífera colaboración. 1802 Carême termina su formación de cocinero bajo la tutela del famoso Bailly y abre su propia pastelería. 1784 Marie-Antoine Carême nace en París. De familia pobre, es abandonado por su padre y encuentra trabajo en un asador. P E R S O N A J E S I N G U L A R Carême, la grandeur de la cocina francesa Con sus platos sofisticados pero a la vez basados en productos locales, Antonin Carême se impuso en Europa con su gastronomía como Napoleón lo hizo con sus ejércitos L a Revolución francesa de 1789 no sólo sacudió los ci- mientos de los Estados en todo el continente; también cambió de forma radical mu- chos ámbitos de la vida cotidiana. Uno de ellos fueron los hábitos alimenta- rios. En oposición a la suntuosidad de la antigua cocina aristocrática, tras la Revolución los gustos culinarios tendieron a una mayor simplicidad. No sólo eso: con la caída en desgracia de sus antiguos y nobles señores, pa- ra los que habían trabajado durante siglos, los cocineros tuvieron que reinventarse y lo hicieron con una admirable rapidez, convirtiéndo- se en restaurateurs (restauradores) y abriendo nuevos locales. Ése es el contexto en el que surgió y triunfó la figura de Carême. Marie-Antoine Carême, llamado Antonin, nació en París el 8 de ju- nio de 1784. No conocemos el oficio de sus padres, Marie-Jeanne Pascal y Jean-Gilbert Carême, ya que muchos docu- mentos fueron destruidos tras la guerra franco- prusiana de 1871. Sólo sabemos que su familia fue muy numerosa, pues parece que la pareja tuvo entre quince y veinticinco hijos. Antonin vivió en el hogar paterno hasta los nueve o doce años; después, según la tradición, su padre lo llevó a comer a un restaurante y, tras pagar la cuenta, se despidió de su hijo con estas terribles palabras: «Éste es el último dinero que puedo gastar en ti». No se volvieron a ver jamás. Aprendiz con talento Carême vagó por las calles de la ca- pital hasta encontrar un trabajo y un techo confortable en un asador, donde sirvió hasta los quince años como ayudante de cocina. En 1798 continuó su aprendizaje al servicio de Sylvain Bailly, un famoso pastelero cuyo local se encontraba en la zona del Palais-Royal. En esa época, la pastelería se con- sideraba el nivel más alto de la res- tauración, y los maestros pastele- ros gozaban de una gran reputación. En los años que pasó al servicio de Bailly, el joven Antonin aprendió los fundamentos de lo que se conocía también como «arte blanco», y poco a poco fue dominando técnicas cada vez más complejas, en particular la PORTADA DE EL ARTE DE LA COCINA FRANCESA, DE ANTONIN CARÊME. Talleyrand lo convirtió en el encargado de los banquetes diplomáticos del Imperio francés BRIDGEMAN / ACI de las llamadas pièces montées, paste- les formados ensamblando diversos elementos para lograr espectaculares efectos decorativos; Carême cultivó en especial la modalidad de los pas- teles en forma de edificios. Quizás impulsado por el nuevo clima de optimismo traído por Napo- león Bonaparte, aclamado como cón- sul vitalicio por el plebiscito de 1802, Carême, con menos de veinte años, abrió su primera pastelería. Boucher, el chef del ministro de Asuntos Ex- teriores Talleyrand, descubrió sus cualidades y lo quiso tener con él. Y fue el propio ministro Talleyrand quien le propuso trabajar, a través de la pastelería Gendrom, en la elabora- ción de comida para las recepciones diplomáticas. La asociación entre Carême y Ta- lleyrand duró doce años, y, a pesar de las diferencias de rango, entre los dos se creó, sino una amistad, sí una relación de estima y simpatía. El mi- nistro, casi treinta años mayor, tenía en común con Carême las dificultades que sufrió desde su infancia –en su caso, una malformación física que provocó su exclusión de la herencia familiar– y la lucha por ascender en la escala social hasta convertirse en uno de los protagonistas de la diplo- macia de la época. El nacimiento de la alta cocina Carême elaboró para Talleyrand ex- quisitos pasteles como la tarta Char- lotte, los vol-au-vent, el merengue y los boudoir, los bizcochos que se mojaban en vino de Madeira, como lo solía hacer Talleyrand. Sin embar- go, la innovación más importante de Carême se produjo en otro ámbito. En 1804, cuando Napoleón, que no GRACIAS A su talento y a la complicidad de Talleyrand, Carême se convirtió en un chef muy solicitado por la jet set internacional. Incluso Na- poleón Bonaparte, que no era amante de la buena mesa ni de los eventos sociales, recurrió a él para que diseñara el menú de su boda y elaborase la tarta nupcial. Para Paulina, herma- na del emperador, creó unas galletas wafer (napolitanas) y también se le atribuye la paternidad de los turnedós Rossini, una pieza de solomi- llo envuelta en foie gras y aro- matizada con trufa, en honor del compositor, a quien lo unía la pasión porel hongo. UNA TARTA DE BODA PARA EL EMPERADOR MARIE-ANTOINE CARÊME FUE EL COCINERO DE LAS PRINCIPALES CASAS REALES EUROPEAS. GRABADO POR CHARLES DE STEUBEN. SIGLO XIX. FINE ART / ALBUM P E R S O N A J E S I N G U L A R desafío insólitoparaunaépocaenque las mesas de la alta sociedad ofrecían platos exclusivos y caros. También Talleyrand, durante los años de su colaboración, había ani- mado a Carême a crear una cocina nueva,de estilo refinado,más sobria en cuanto al sabor, pero al mismo tiempo capaz de sorprender. Del re- to que estos dos grandes personajes plantearon al chef nació la haute cui- sine (alta cocina),un saber gastronó- mico nuevo que Carême recogería en una publicación de cinco volúmenes editada en 1833 con el título L’art de la cuisine française. El Imperio y la gastronomía Las aportaciones de Carême fueron innumerables. Las hierbas frescas mejoraban los platos hechos con po- cos ingredientes, las porciones eran equilibradas y estéticamente satis- factorias y las salsas no ocultaban los sabores, sino que los realzaban.En el campo de las salsas,Carême hizo una pequeña revolución, subdividién- dolas en cuatro preparados básicos: la bechamel, la velouté, la española (o salsa oscura) y la salsa de tomate. Todas las variaciones partían de ahí. Carêmetambién introdujoel servicio «a larusa»,esdecir, llevandoa lamesa los platos ya servidos en porciones. AK G / A LB UM MAESTRO DE JÓVENES PASTELEROS CUANDO MARIE-ANTOINE Carê- me abrió su pastelería en Pa- rís, en Rue de la Paix, tenía menos de veinte años. En esa época, el «arte blanco» su- ponía el nivel más alto de la cocina y Carême se enorgu- llecía del «gusto y elegancia» de sus colegas más jóvenes. Aunque era un hombre mo- desto, también era consciente de su talento, hasta el punto de afirmar: «Cuando para poder olvidar a los envidiosos voy a pasear por las calles de París, constato con alegría el cre- cimiento y la mejora de las pastelerías. Nada de todo es- to existía antes de mi trabajo y de mis libros». UNIFORME DEL COCINERO MODERNO, SEGÚN CARÊME. EL GORRO ALTO A CARÊME se atribuye la invención del uniforme de chef y la toque blanche, el característico gorro alto que aún hoy usan los grandes chefs. Los cocineros ya solían llevar gorros en el pasado, pero él tuvo la idea de colocar dentro un trozo de cartón para mantenerlo levantado y permitir una mayor ven- tilación, lo que limitaba la sudoración. era amante de la buena mesa, tuvo que confiar a alguien la tarea de en- cargarse de los banquetes di- plomáticos, eligió a Carême. Pero no le dio carta blanca; al contrario, le pidió que prepa- rase cada día un menú de temporada, usando sólo productos locales y sin repetirse nunca. Un UN HOMBRE MIRA LAS CREACIONES DEL ESCAPARATE DE LA PASTELERÍA DE CARÊME. YA A LA VENTA AD MODERNA DE LOS TERCIOS A NAPOLEÓN: EJÉRCITOS Y GUERRAS EN EUROPA NU EV A EN TR EG A P E R S O N A J E S I N G U L A R El protagonismo indiscutible que Carême dio a los productos de Francia y sus colonias en las comidas que pre- paraba para el ministerio de Talley- rand no era casual, sino que tenía un claro significado político: la grandeza napoleónica comenzaba en la mesa, totalmente de acuerdo con las ideas de Talleyrand. Éste se encargó de dar a conocer al chef a la alta sociedad. El parco Napoleón también lo aprobó, afirmando que los huéspedes de- bían ser tratados de la mejor manera «en nombre de Francia». Paradójicamente, la consagración definitiva de Carême se produjo tras la derrota del emperador, con moti- vo del Congreso de Viena, cuando Luis XVIII pidió a Talleyrand que fuera su representante en la mesa de negociación. Incluso en esa situación se reconoció la grandeza –cuanto menos gastronómica– de Francia. Con el final de la época napoleónica comenzó una nueva fase en la vida de Carême. El chef se trasladó a Brigh- ton, en Inglaterra, donde se puso al servicio del príncipe regente, el futuro rey Jorge IV. Éste estaba enfermo de gota y Carême creó para él una cocina ligera, fácil de digerir, pero sabrosa. En cualquier caso, en Inglaterra no se llegó a sentir cómodo, y después de un tiempo aceptó un encargo en las cocinas del zar Alejandro I en San Petersburgo. Pero su estancia allí tam- bién fue breve. Un final prematuro Cuando regresó a Francia, ya muy famoso, recibió numerosas ofertas de empleo de las personalidades más importantes de Europa. Eligió al ri- quísimo barón James Mayer de Rots- child, banquero que en ese momento estaba alcanzando un gran éxito. Su relación comenzó en 1823 y fue un vínculo sólido, como el que anterior- mente lo había ligado a Talleyrand; concluyó en 1829, cuando el chef se retiró a la vida privada para dedicarse a escribir sus queridos libros. Quizás en su decisión influyó no sólo su pasión por la cultura, sino también su salud. Trabajando en la cocina había contraído una enfer- medad pulmonar relacionada con la inhalación prolongada de humos de carbón, ya que en esa época las coci- nas funcionaban con carbón mineral, que era muy contaminante. Falleció el 12 enero de 1833, con tan sólo 48 años. Balzac escribió sobre él: «Murió quemado por el fuego directo de los fogones y por su genio». MARTINA TOMMASI HISTORIADORA ENSAYO Historia de la cocina y de los cocineros Jean Pierre Puolain. Zendrera Zariquiey, Barcelona, 2007. Para saber más BR ID GE M AN / AC I El arquitecto de los pasteles CARÊME se hizo conocido por sus pasteles de azúcar y mazapán, a veces de más de un metro de altura, que reproducían edificios de la Antigüedad clásica. Para elaborarlos buscaba inspiración en libros de historia de la arquitectura que consultaba en la Biblioteca Nacional de París. Ermita de Sion. Pasta blanca de almendras y color chocolate para techos y marcos. Doble cascada a la italiana con 32 columnas. El agua se recrea con hilos de azúcar plateado. Gran fuente del Parnaso. Con el nombre de cuatro grandes hombres en sus lados. S U S C R Í B E T E A L A R E V I S TA H I S TO R I A N AT I O N A L G E O G R A P H I C D I G I TA L CONSÍGUELA AHORA A UN PRECIO ESPECIAL EN WWW.HISTORIANG.COM/DIGITAL Disfruta Del mejor contenido al momento en tu APP Siempre contigo Llévatelo dónde quieras Comparte 3 accesos con un mismo usuario Tras las expediciones del neerlan- désAbelTasman,en1642,ydel inglés James Cook, en 1769, los europeos, sobre todo británicos, comenzaron a llegar a Nueva Zelanda a finales del siglo XVIII. Eran balleneros, caza- dores de focas y comerciantes a los que los maoríes adquirían tejidos, clavos y otros utensilios de metal, especialmente armas de fuego para saldar viejas rencillas tribales. Los misioneros que llegaron poco después se escandalizaron ante el caos y descontrol de los asentamien- E n la historia de las migra- cioneshumanas,lasúltimas grandesislasenserpobladas fueron las de Nueva Zelan- da. Los maoríes llegaron a ellas a mediados del siglo XIII desde la Polinesia oriental y ocuparon todo el territorio,dividiéndose en tribus y subtribus. Además de cazar hasta la extinciónalmoa (unavesemejanteal avestruz), introdujeron cultivos,cer- dosyperroscomofuentedealimento, yseadaptaronalclimafríode las islas usando pieles y aguas termales. tos europeos, en los que abundaban el alcoholismo, la prostitución y las estafas a los maoríes para conseguir tierras baratas. Los misioneros pidie- ron al gobierno británico que inter- viniera para imponer el orden. Tras algunas reticencias, las autoridades de Londres concluyeron que la mejor solución era anexionar las islas al Im- perio británico, tanto para proteger a los maoríes como para controlar a sus súbditos y, naturalmente, para ase- gurar los intereses comerciales britá- nicos frente a potencias extranjeras. Maoríes contra ingleses en Nueva Zelanda En la década de 1860, los indígenas de Nueva Zelanda se levantaron contra los colonos británicos que les desposeían de sus tierras y mediosde subsistencia ancestrales En 1833 llegó a las islas el primer residente británico. Establecido en Waitangi, James Busby tejió alianzas con los jefes locales a fin de preparar el terrenoa laanexión.En1839arribó a Nueva Zelanda el capitán William Hobson para «conseguir el consen- timiento libre e informado» de los maoríes a fin de convertir Nueva Zelanda en una colonia británica.Se decidió que lo mejor sería la firma tado entre no Unido los jefes bales del hipiélago, el cual los maoríes aceptarían a la reina Victoria como su soberana y, a cambio, ésta les reconocería la propiedad de sus tierras,secomprometeríaacomprar- las a precios justos para revenderlas a loscolonosyconcederíaa losmaoríes todos los derechos y privilegios de los súbditos británicos. Súbditos de la reina El Tratado de Waitangi, considerado como el texto fundacional de Nueva Zelanda, fue redactado por Hobson, su secretario, y Busby, y lo firmaron 43 jefes maoríes el 6 de febrero de 1840. Durante los meses sucesivos, otros quinientos jefes suscribieron el documento. La mayoría de ellos pensabanque laCoronabritánicago- bernaría sobre los colonos, pero que los maoríes seguirían controlando suspropiosasuntos,ejerciendoplena autoridad sobre sus propias comu- nidades, tierras y recursos. Pero las cosas cambiaron rápida- mente desde que Hobson proclamó la soberanía británica sobre Nueva Zelanda en junio de 1840. La afluen- cia de colonos fue tan grande que no habíasuficientetierradisponiblepara todos. Bajo la presión de empresas encargadas de la colonización, como laNewZealandCompany,elgobierno británico empezó a comprar a bajo precio las tierras de los maoríes para venderlasenprovechode loscolonos. Losgobernadoressucesivostendieron a favorecer a los colonos en contra de losmaoríesmedianteleyesespeciales. El tratado de 1840 había prometido a los maoríes los mismos derechos que todos los súbditos británicos, MATI WAKA NENE. JEFE MAORÍ ALIADO DE LOS BRITÁNICOS. n 1840, los jefes maoríes econocieron la soberanía e la Corona británica H E C H O H I S T Ó R I C O DE UNA ISLA A OTRA EL ARCHIPIÉLAGO DE NUEVA ZELANDA se conoció con este nombre (alusivo a la provincia neerlandesa de Zelanda) tras el viaje de ex- ploración del neerlandés Abel Tasman en 1642. Se integró en la órbita británica a raíz del viaje de James Cook en 1769, y, tras la fundación en 1788 de Nueva Gales del Sur, en el sureste de Australia, empezaron a partir colonos de Sídney hacia las islas de los maoríes. ASALTO BRITÁNICO a una fortificación maorí durante la guerra de la década de 1860 en Nueva Zelanda. Acuarela por Olando Norie. ERICH LESSING / ALBUM M decidió que lo mejor serí de un trat Rein y l trib arch por e TAM En re de ALBUM AK G / A LB UM El Imperio británico en el siglo XIX Nueva Zelanda TRATADO DE WAITANGI. FRAGMENTO DEL DOCUMENTO ORIGINAL FIRMADO EN 1840. La sombra de la tierra, para la reina Victoria una vez redactada la versión inglesa del Tratado de Waitangi entre la Corona británica y los maoríes (1840), se encargó su traducción a la lengua maorí al reverendo Henry Williams, un misionero establecido en el país desde hacía años y que conocía bien a varios jefes tribales. La exis- tencia de estas dos versiones hizo que el tratado tuviera, en varios puntos, una significación diferen- te para británicos y maoríes. Por ejemplo, mientras la versión ingle- sa decía que los maoríes habían traspasado a la Corona británica la «soberanía» de las islas, los mao- ríes hablaban sólo de kawanatan- ga, gobernanza. Del mismo modo, los maoríes leían en su versión del tratado que la Corona británica prometía proteger la tino rangati- ratanga, el ejercicio de la autori- dad de los jefes sobre sus tierras y pueblos. Muchos creyeron que el tratado les permitiría conservar su autonomía y les daría garantías en sus relaciones con los colonos. Quizá por ello un jefe maorí, No- pera Panakareao, interpretó que «la sombra de la tierra era para la reina Victoria, pero la sustan- cia quedaba para los maoríes». El desengaño llegaría enseguida. FO TO S: B R ID G EM A N / A C I VARIOS JEFES maoríes firman el Tratado de Waitangi en presencia de las autoridades británicas. Ilustración del siglo XIX. H E C H O H I S T Ó R I C O ATENTOS AL PELIGRO PAHU. MUSEO NACIONAL DE NUEVA ZELANDA, WELLINGTO perocuandoen1852secreóelprimer Parlamento de Nueva Zelanda, los maoríes no pudieron votar porque el derechoasufragiodependíade lapo- sesiónindividualdetierra,y lastierras maoríes eran de propiedad comunal. Nacionalismo maorí Los maoríes, presionados para ven- der sus tierras a cualquier precio, se sintierontraicionados.La tierraerael medio de subsistencia de sus tribus, pero también la fuente de sus tra- diciones y su cultura. Venderlas era renunciar a su pasado y a su futuro. Como reacción surgió el movimien- to Kingitanga, formado por varios jefes tribales que no habían firmado el acuerdo y que decidieron nom- brar rey a uno de ellos, Potatau Te Wherowhero.Éstedebíaactuarcomo un contrapeso local a la reina Victo- ria y evitar así la venta de las tierras maoríes. Pero el rey maorí nunca fue reconocido por los británicos, y en 1858 ya había en Nueva Zelanda más colonos que maoríes. Laguerraera inevitable.Entre1844 y 1845,en la llamada guerra del Asta, el líder maorí Hone Heke, que había sido el primer firmante del tratado, derribó hasta tres veces el asta de la bandera británica de Kororareka y acabó saqueando la ciudad. La re- presiónorganizadapor el gobernador GeorgeGreysofocó la revuelta y abrió una fase de trece años de paz. A partir de 1860, la tensión escaló rápidamente. En los alrededores del volcánTaranaki,enlacostaoestedela isla del Norte, l empezaronuna guerrillas prot por una tierra s LA VIDA de los maoríes se organizaba en torno a a deas fortificadas llamadas pa, situadas en lugares alto desde los que se dominaba el acceso a puntos estra tégicos. Cuando se hacía sonar el pahu o gong par advertir de un peligro, los pa se convertían en refugio AL EX AN DE R TU RN BU LL LI BR AR Y, W EL LI NG TO N, NE W ZE AL AN D BRIDGEMAN / ON. i,en lacostaoestedela os maoríes guerrade tegidos salvaje l- os a- ra s. ACI BATALLA DE SAINT JOHN. El 19 de julio de 1847, los británicos rompieron el cerco maorí sobre Whanganui, en la Isla Norte. Pintura por George Hyde Page. una de las consecuencias de las guerras maoríes fue el surgimien- to de varios movimientos proféti- cos que buscaban reforzar la iden- tidad maorí con un estilo de vida y una organización política alterna- tivos. El primero fue la Pai Marire (Bondad y Paz), creado por Te Ua Haumene en 1862. A partir de una lectura particular de la Biblia y de un cristianismo «purificado del error de los misioneros», Te Ua instaba a los maoríes a luchar como los judíos para recuperar la tierra de Canaán, que él asimila- ba a Nueva Zelanda. Sus adeptos fueron conocidos como hauhau por el grito que daban invocando a Te Hau, el aliento de Dios. En contra de la idea fundadora de Te Ua, los hauhau se tornaron violentos y empezaron a lanzar ataques contra los colonos y los soldados británicos. En abril de 1864 tendieron una emboscada a un regimiento, decapitaron a sie- te soldados y mostraron después sus cabezas como estandartes de victoria. Pocos meses después, los hauhau más radicales y faná- ticos atacaron también la misión de Opotiki, colgaron al misionero alemán Carl Völkner y canibaliza- ron parte de su cadáver. Los britá- nicos persiguieron el movimiento, y encarcelaron tanto a Te Ua (que murió en 1866) como a gran parte de sus correligionarios. FO TO S: BR ID GE M AN /A CI REWI MANIAPOTO ENCABEZÓ LA RESISTENCIA MAORÍ DURANTE EL SITIO DE ORAKAU EN 1863. FOTO TOMADA HACIA 1879. Los temibles guerreros hauhau SEGUIDORES hauhau presos en un barco británico atracado en el puerto de Wellington, antes de su traslado a la cárcel, en 1866. JORDICANAL-SOLER PERIODISTA ENSAYO A History of New Zealand Keith Sinclair. Penguin Books, Londres, 2000. Para saber más y hostil que conocían muy bien. Su coraje, astucia y habilidad para luchar los convirtieron en enemigos formi- dables del ejército imperial británico y las milicias coloniales. El historiador militar John Fortescue escribió que, para los británicos, «los maoríes fue- ron los más extraordinarios enemigos con los que jamás toparon». Se los ad- miraba por el caballeroso tratamiento que daban a los heridos y por el ca- rácter deportivo con el que encaraban la guerra: en más de una ocasión, los maoríes pidieron munición o agua a sus enemigos para poder seguir luchando, o mandaron comida a los británicos para continuar la batalla. Fiera resistencia Uno de los momentos culminantes de la guerra tuvo lugar en 1863 durante el sitio de Orakau, una fortificación maorí en la que se refugiaron cerca de trescientos hombres, mujeres y niños guiados por el jefe Rewi Maniapoto. Cuando el general Duncan Cameron, al frente de más de 3.000 soldados británicos, les ofreció la rendición, los maoríes respondieron: «Ka whawhai tonu ahau ki a koe, ake ake!» («¡Se- guiremos luchando para siempre!»). Cuando el general ofreció que salieran las mujeres y los niños, le respondie- ron que lucharían junto a los hombres. Aquel mismo atardecer, los maoríes lanzaron un ataque sorpresa que per- mitió escapar a cerca de la mitad de ellos, incluido Rewi Maniapoto. Los británicos se vengaron con- fiscando la tierra de las tribus re- beldes: más de un millón de hectá- reas, algunas pertenecientes a tribus que se habían mantenido neutrales, pasaron a propiedad de la colonia. En 1865, otra ley permitió a los mao- ríes vender directamente las tierras a los colonos sin pasar por la Corona, en contra de lo establecido en el tratado. Desesperados por la imposibilidad de conservar sus tierras, los maoríes cayeron en la desmoralización y la depresión. El novelista Anthony Tro- llope, que viajó por Nueva Zelanda en 1872 al final de la guerra, escribió que no había esperanza para su futuro. A finales del siglo XIX, los maoríes sólo representaban un cinco por cien- to de la población y sus tierras se ha- bían reducido al diecisiete por ciento de la superficie del país. Durante el siglo XX, sin embargo, siguieron lu- chando por la autodeterminación y la recuperación de las tierras ances- trales, y aun hoy siguen reclamando al gobierno de Nueva Zelanda que honre el Tratado de Waitangi. TE PORERE. Restos de la fortificación maorí que fue escenario de la última gran batalla de la guerra. Los ingleses la tomaron en 1869. AL AM Y / A CI H E C H O H I S T Ó R I C O G R A N D E S I N V E N T O S A iniciosdel sigloXIX, la in- vención de la locomotora demostró las extraordi- narias posibilidades que la máquina de vapor patentada por James Watt en 1769 ofrecía al trans- porte. Si en pocos años el ferrocarril revolucionó el transporte terrestre, ¿no sería posible hacer lo mismo en la navegación? Numerosos ingenie- ros navales se lanzaron a desarrollar sistemas de propulsión mediante motoresdecombustiónparasustituir las velas de toda la vida. Los logros llegaronpronto.En1819, elSavannahcruzóelAtlántico impul- sado a la vez por el viento y por una 1827 La hélice revoluciona la navegación El austríaco Josef Ressel ideó la primera hélice de tornillo para propulsar barcos de vapor, aunque el mérito de la invención se atribuyó a inventores ingleses posteriores RIMEROS OS APOR TH E NA TI ON AL T EC HN IC AL M US EU M , P RA GU E el transcurso de una travesía de 19 horas en el ruidoso e incómodo va- por de ruedas que unía Trieste con Venecia, comenzó a desarrollar una idea revolucionaria para propulsar un navío: sustituir la pala de ruedas por un tornillo de Arquímedes. rueda de palas a vapor. El viaje, sin embargo, demostró las limitaciones del sistema, pues la rueda de palas era ineficiente en alta mar, al sumergir tan sólo su mitad inferior en el agua y quedar completamente en el aire con mala mar. Por esta causa, la rueda de palas quedó relegada rápidamente a buques fluviales o a la navegación en bahías resguardadas. Guardabosques e inventor A principios de la década de 1820, un joven austríaco, Josef Ressel, tra- bajaba como guardabosques en la región de Istria, perteneciente por entonces al Imperio austrohúngaro. H bí diado mecánica, hidráulica en la Universidad Técnica pero la ruina de su familia abandonar los estudios se a Trieste. El sueldo de ques apenas le daba para a su familia. Ressel, sin era un ingeniero brillante nventiva. En 1825, durante 1801 William Symington, ingeniero escocés, fabrica el primer barco movido por una pala de ruedas a vapor. 1819 El barco Savannah atraviesa el océano Atlántico propulsado a la vez por velas y por una máquina de vapor. JOSEF RESSEL (1793-1857). RETRATO DEL INVENTOR AL FINAL DE SU VIDA. ALAMY / ACI LOS P BARCO DE VA Habíaestud y química e de Viena, p le obligó a y trasladar guardabosq mantener embargo, e y lleno de in HÉLICE DEL NAVÍO ARCHIMEDES, FABRICADA EN 1839 SIGUIENDO EL MODELO DE FRANCIS PETTIT SMITH. SSPL / AGE FOTOSTOCK En 1827, Ressel patentó el primer prototipo, una hélice de bronce de 45 centímetros de diámetro que mon- tó en un bote de madera. Creyó que el mejor lugar para ubicar la hélice debía ser la proa, puesto que a popa se vería afectada por la corriente del casco. Accionando él mismo la hélice a mano, el bote consiguió navegar por el río Krka, en la actual Croacia. Dos personajes que serían claves en su vida asistieron al aconteci- miento: Octavio Fontana, quien que- dó fascinado por el diseño y ofreció a Ressel financiar más pruebas a cam- bio de compartir la patente, y el inglés William Morgan. Este último, dueño del vapor Trieste-Venecia, enseguida temió la competencia que suponía aquel invento, hasta el punto que de- nunció a Ressel ante las autoridades 1829 Josef Ressel hace en el navío Civetta el primer trayecto marítimo con una hélice de tornillo como propulsor. 1836 Francis Pettit Smith elabora un nuevo modelo de hélice de tornillo que desde 1839 se usa en navíos. 1845 El SS Great Britain es el primer navío impulsado exclusivamente por vapor que cruza el Atlántico. EL CIVETTA. Sección del primer navío impulsado por una hélice de vapor, construido por el austríaco Josef Ressel en 1829. G R A N D E S I N V E N T O S y logró paralizar las pruebas. Entre- tanto, Ressel recibió la visita de un francés, Louis Bauer, que dijo hablar en nombre de inversores franceses y británicos.El desprendido Resssel le hizo entrega de todos los planos de su hélice. El primer trayecto Finalmente,Fontana y Ressel consi- guieron la autorización para probar la hélice en un barco a vapor, el Civetta, construido ex profeso para la prueba. La única condición que pusieron las autoridades fueque lamáquina fuese de fabricación austríaca, pese a que Ressel habría preferido un modelo inglés.Enoctubrede1829,el austría- co introdujo una nueva innovación: situó la hélice a popa, entre el timón y el casco.Durante la primera prueba, la máquina austríaca se averió tras mediamilladenavegaciónyelCivetta fue llevado a puerto. A pesar de que el problema no fue la hélice, que se demostró eficiente, Fontana abandonó a Ressel sin de- volverle los derechos de su invento y forzándole a largos litigios. Por si fuerapoco,Resselseenteródeque los inversores francesesencabezadospor Bauer habían patentado su diseño en Francia e Inglaterra sin mencionarlo ni darle nada a cambio. Pronto surgieron nuevos modelos de hélice basados directamente en las innovaciones de Ressel. En 1836, FrancisPettitSmithexperimentócon el tornillo de hélice y al sufrir una ro- tura se percató de que así funcionaba de manera más eficiente.Su modelo, una vez patentado, llegó a ser utili- zado en el SS Great Britain, el primer buque hecho íntegramentede hierro. Por su parte, Josef Ressel nunca abandonó su idea de la hélice y con- tinuó mejorándola, creando un sis- tema de propulsión horizontal que hoy utilizan los grandes buques de crucero. Cuando en 1852 el Almi- rantazgo británico ofreció la suma de 20.000 libras a quien demostrase ser el inventor de la hélice de tornillo, Ressel, seguro de que por fin se haría justicia,enviótoda ladocumentación, pero al final el gobierno británico repartió el premio entre cinco ingle- ses. El gobierno austríaco interpuso una protesta, pero las autoridades británicas finalmente adujeron que la documentación se había perdi- do. Ressel murió de malaria en una humilde pensión de Liubliana, en la actual Eslovenia,en 1857,y sus méri- tos no fueron reconocidos hasta bien entrado el siglo XX. XABIER ARMENDÁRIZ HISTORIADOR THE NATIONAL TECHNICAL MUSEUM, PRAGUE HE RI TA GE / GE TT Y IM AG ES 3 1 2 LA HÉLICE DE RESSEL Inspirada en el tornillo de Arquímedes, contaba con dos secciones en línea montadas en el árbol transmisor 1. La presión generada por el doble paso de la hélice 2 impulsaba el Civetta a seis nudos (11 km/h) de velocidad. A pesar de los temores de Ressel, el flujo de agua de la hélice no afectó al timón en popa 3, sino que favoreció una mayor estabilidad. EL NAVÍO DE GUERRA británico HMS Sans Pareil durante su construcción en los muelles de Londres en 1887. La fotografía, de Henry Taunt, muestra la popa y una de sus dos hélices. V I D A C O T I D I A N A ra, imagen explicada mediante una glosa: «Así cabalgan o se pasean las damas de la nobleza». Por su parte, el inglés Philip Stubbes, en su obra Anatomie of Abuses (1583), explica- ba: «Cuando las mujeres salen fuera, llevan una máscara de terciopelo con la que se cubren todo su rostro, con unos huecos en los ojos por donde miran. De modo que si un hombre que antes no conocía su aspecto se encontrara con una de ellas, pensaría que se ha topado con un monstruo o un demonio; pues cara no verá nin- guna, excepto dos agujeros frente a sus ojos con cristales en ellos». alta, pues la piel curtida se asociaba con los trabajos físicos y, por consi- guiente, con las posiciones sociales más bajas. La blancura del rostro era asimismo un ingrediente funda- mental del ideal de belleza femenino. Esto explica que las mujeres trata- ran de no exponerse largo tiempo al sol. Cuando no podían evitar en- contrarse al aire libre, por ejemplo durante un desplazamiento a pie o a caballo, un modo de protegerse era ponerse una máscara. Agujeros para mirar Esta costumbre caló tanto entre las damas de la nobleza que numerosos artistas reprodujeron esos atuendos propios de los largos paseos. Así, en una recopilación de moda realizada por el grabador neerlandés Abraham de Bruyn y titulada Omnium Poene Gentium Habitus aparece una mujer montando un caballo a la amazona con la cara cubierta por una másca- P ocos objetos hay más mul- tiformes que las máscaras. Pueden cubrir todo el ros- tro, sólo los ojos o úni- camente la boca. A veces forman parte de un rito religioso o festivo, otras son una garantía de ano- nimato, o bien sirven para proteger la salud, como las mascarillas médicas inventadas por Berger y Mukulicz en 1897 y popularizadas en ocasión de la «gripe española» de 1918-1919. En los siglos XVI y XVII las hubo también de muchos tipos. Se usaban en ocasiones especiales, como el carnaval, o por parte de grupos particulares, como los actores. Pero había también quien se las ponía siempre al salir de casa, en particular mujeres de condición elevada que querían proteger su tez y, de paso, darse un aire de misterio. Desde la Antigüedad, las máscaras se habían usado para proteger el cutis de los rayos del sol. La tez clara era un signo de pertenencia a una clase Cuando las máscaras eran un signo de clase En los siglos XVI y XVII, las mujeres de clase alta viajaban enmascaradas para proteger su piel de los malos aires MÁSCARA INGLESA EN 2010 se halló en Daventry, en el centro de Inglaterra, una máscara del siglo XVI que había quedado oculta en el nicho de una pared. Tiene 19,5 cm de alto y 17 de ancho, el exterior es de terciopelo negro, el forro de seda blanco, y en medio lleva una capa de papel prensado, cosi- do a las otras capas con hilo de algodón negro. OR ON OZ / AL BU M PORTABLE ANTIQUITIES SCHEME / NORTHAMPTONSHIRE COUNTY COUNCIL Otro autor inglés, Randle Holme, en una obra publicada a finales del si- glo XVII, describía dos tipos de más- caras. Una, llamada en inglés mask, «es una cosa que en otros tiempos las mujeres nobles solían usar para cu- brirse el rostro cuando viajaban para evitar que el sol las quemara; cubría sólo las cejas, los ojos y la nariz, y a través de los ojos veían el camino. El resto de la cara estaba cubierto por una tela. Podían tener forma cuadra- da, o bien terminar en semicírculo por arriba. Generalmente estaban hechas de terciopelo negro». El segundo tipo MUJERES con máscara en una peregrinación al santuario de Laeken, junto a Bruselas, en 1601. Óleo anónimo. Monasterio de las Descalzas Reales, Madrid. Las tapadas, una alternativa española EN ESPAÑA parece que no arraigó la moda de las máscaras femeninas. Las mujeres españolas preferían protegerse la piel con un pañuelo o velo ligero, parecido al yashmak turco, que les cubría la cara de los ojos a la garganta. Desde la Edad Media, de he- cho, se usaban las TOCAS para resguardarse de los agentes atmosféricos. La más común era la TOCA DE REBOZO, que se utilizaba tanto en el ámbito do- méstico como en público, pues cubría la cabeza, pero también la boca y la nariz. En las ciuda- des se hizo habitual la figura de la TAPADA, o más precisamen- te, la «tapada de un solo ojo» o la «tapada de un solo lado», porque el manto dejaba al des- cubierto un lado de la cara; un atuendo que solía identificarse con el de una mujer adúltera o incluso con una prostituta. V I D A C O T I D I A N A SIGNO DE DISTINCIÓN EN LA CORTE f rancesa de Luis XIII, algunas damas man- tenían la máscara puesta para marcar distancias con los de- más. Un memorialista cuenta que la reina madre, María de Médicis, era tan orgullosa que cuando una vez fue a Bruse- las, aunque le hicieron una espléndida recepción, «no se dignó quitarse la máscara hasta que entró en la iglesia». de máscara que detallaHolme, llama- do visard, «cubre toda la cara y tiene agujerospara losojos,unestuchepara la nariz y una hendidura para la boca ara se to, y edio don- apor más- aban por- oda- ban miedo a los niños», según expli- caba Antoine Furetière en su diccio- nario de la lengua francesa de finales del siglo XVII. Aunque hoy en día se entiende que el loup es un antifaz como los que se usaban en los bailes de máscaras, Furetière explica que el loup del siglo XVII cubría desde la frente hasta el mentón y se sujetaba conunbotónen laboca.Elautor fran- cés anota que «mientras que antaño se usaban máscaras cuadradas,ahora se llevan los loups. Las máscaras del campo son muy grandes; las de la ciudad muy pequeñas». De hecho, los antifaces de satén negro también eran muy corrientes en las grandes ciudades europeas, como prueban numerosas pinturas y grabados de aquella época. Fueran de un tipo u otro, las más- caras se convirtieron en un comple- mento cargado de coquetería que toda mujer con clase debía poseer en su armario. Se consideraba que el negro del terciopelo hacía resal- tar la blancura del cuello y el escote. Lamáscaraservía igualmenteaaque- llasmujeresquepretendíandisimular tanto un rostro quemado por el em- pleo de cremas o ungüentos agresi- vos como una piel estropeada por los estragos de una enfermedad. Un memorialista francés explica, por ejemplo, que la esposa de un juez de París, Lescalopier, ocultaba tras una máscara lasmarcasquelatuberculosis había dejado en su piel. También se apreciaba la ventaja que las caretas ofrecían para mantener el anonimato M AT HI EU R AB EA U / R M N-GR AN D PA LA IS LOUP FRANCÉS DEL SIGLO XVII. MUSEO NACIONAL DEL RENACIMIENTO, ÉCOUEN. VIERNO DE UNA DAMA INGLESA. ÓLEO POR W. HOLLAR. SIGLO XVII. gro del terciopelo de las aras realzaba la blancura uello de las mujeres DAMA QUE SE HA RETIRADO LA MÁSCARA PARA DESCUBRIR «LA VIRTUD QUE BRILLA EN SUS OJOS». GRABADO DEL SIGLO XVII. BN F / R M N- GR AN D PA LA IS y para hablar.Este tipo de másca quita y se coloca en un momen se sujeta con los dientes por m de una cuenta red daqueseaguanta dentro» Antifaces En Francia estas m caras se llama loup, «lobo»,« quealprincipio VESTIDO DE IN El neg másca del cu BRIDGEMAN / ACI al pasear por la ciudad. Y obviamente eran un accesorio indispensable para los bailes de máscaras que se pusieron de moda en muchas ciudades. En Londres, en la década de 1660, el vestido de invierno de una dama elegante debía incluir guantes, bufan- da, manguito de piel y una máscara o antifaz para proteger el cutis. Samuel Pepys hace en su diario diversas refe- rencias al uso de las máscaras por las mujeres. En una ocasión, encontró en el Teatro Real a lord Fauconberg y a su esposa, Mary Cromwell, «que tiene tan buen aspecto como siempre, muy bien vestida: sin embargo, cuando el teatro empezó a llenarse se puso un antifaz y lo mantuvo durante toda la obra». En otra ocasión, Pepys acom- pañó a su esposa Isabel a una tienda en Covent Garden para comprarse una máscara. Por otra parte, las máscaras podían dar una impresión engañosa. Pepys explica que cierta señora Hayter «a través de su máscara al principio parecía ser una anciana, pero después me pareció que era una mujer morena muy bonita y modesta». Las máscaras eran especialmente habituales en las casas de juegos, que a veces también lo eran de prostitución, por lo que la reina Ana prohibió las máscaras de óvalo facial en 1704. La «bauta» veneciana Pero si hubo una ciudad donde las máscaras se incorporaron a la vida dia- ria de sus habitantes, ésa fue Venecia. Allí, durante el carnaval, pero también en otras épocas del año, en especial los meses de octubre a diciembre, los hombres con el estatuto de ciudadanos tenían el derecho de llevar el disfraz de bauta, compuesto de tabarro (capa), tricornio y una careta característica con nariz agrandada, labio superior protuberante y una mandíbula fuerte que distorsionaba la voz. En Venecia existía asimismo una variante de máscara reservada a las mujeres, la moretta, muy semejante a la máscara de viaje popular en Francia e Inglaterra durante los siglos XVI y XVII. Consistía en un óvalo de ter- ciopelo que se sujetaba con un botón interior y que se completaba de un sombrero de ala ancha y con un velo. Las venecianas llevaban también an- tifaces de seda negra decorados con perlas o plumas, ceñidos con correas, o uno más sencillo que, guarnecido de encaje, se sujetaba con un palo y se colocaba a la altura de los ojos. Todas las variedades estaban permitidas en la ciudad de las máscaras. ARIANNA GIORGI UNIVERSIDAD DE MURCIA ENSAYO Las mujeres en la Venecia del siglo XVIII Elisabeth Ravoux-Rallo. Universidad Complutense, 2009. Para saber más M AU RO M AG LI AN I / R M N- GR AN D PA LA IS Al casino se va con máscara UNO DE LOS LUGARES a los que los venecianos del siglo XVIII gustaban de ir enmascarados eran las salas de juego o ridotti. En este óleo de Pietro Falca casi todos los hombres (y una mujer) llevan la bauta, un disfraz que incluía la típica máscara blanca; las damas se cubren con una moretta ovalada. LA PIRÁMIDE DE MEIDUM Conocida como «falsa pirámide», tenía que ser de caras lisas, pero después de sufrir un derrumbe adquirió un aspecto parecido a una torre. La empezó Uni, el último rey de la dinastía III, y la acabó Esnofru, primer faraón de la dinastía IV y padre de Keops, el artífice de la Gran Pirámide. KENNETH GARRETT PIRÁMIDES EN CONSTRUCCIÓN Durante mil años, los reyes de Egipto fueron enterrados bajo enormes moles de piedra en forma de pirámide. Su construcción era una empresa arquitectónica y económica que requería una cuidadosa planificación JOSÉ MIGUEL PARRA EGIPTÓLOGO ENSAYO Historia de las pirámides de Egipto José Miguel Parra. Complutense, Madrid, 2009. Para saber más tiguacapitaldeEgipto,la orilla occidental del Ni- lo debía de ser algo ex- cepcional,porque desde Abu Rowash hastaDashur,todo loque abarcaba la vista estabasalpicadodepirámi- des. La prodigiosa altura de estas peculiares estructuras triangularesservíapararecordar a todo el mundo el poder de los faraones se- pultados en su interior. Como es lógico, la construcción de estas estructuras monu- mentales requería un gran esfuerzo de or- ganización, planificación y administración. Dada su relevanciaysucoste,unapirámide no podía construirse de un modo improvi- sado, sino que requeríaunacuidadosaplani- ficación. El faraón y su consejo decidían sus características y luego los arquitectos reales diseñaban el edificioatendiendoaestasindi- caciones. Al soberano se le presentaba el re- sultado final en formadeplanosymaquetas, para que concediese su aprobación. El eterno descanso del faraón La construcción comenzaba con la elección del emplazamientode la tumbadelmonarca, que obligatoriamente había de situarse en la orilla occidental delNilo,dondeseubicabael reino de los muertos.No obstante, también se tenían en cuenta otros factores como la visibilidad respecto al templo del dios solar Re en Heliópolis o contar con la referencia de una pirámide más antigua. No parece probable que la cantidad de obreros que participabaenlaconstrucciónde uno de estos enormesmonumentos llegaraa los cien mil, comosellevasugiriendodesdela Antigüedad. Una mano de obra mucho más limitada, pero más preparada para la tarea, la llevó a cabo de forma más eficiente y rápida. De hecho, si son ciertos los cálculos realiza- chasescritas en los sillares de la pirámide Roja de Esnofru, la construcción de las pirá- mides se pudo llevar a cabo con rapi- dez.En este caso,bastaron once años para erigir una mole de piedra de casi 105 metros de altura y 220 de base. Todo un logro. La Gran Pirámide, en cambio, requirió casi el triple de tiempo, pues un papiro en- contradoenelwadial Jarfnosinformadeque se necesitaron 26 o 27 años para terminarla. Otroelementoimportantealahoradepla- nificar laconstruccióndeuncomplejo fune- rario eran las canteras de donde se extraían los bloques (tanto de las pirámides como de susedificiosanejos),quesiempresehallaban aapenasunoscientosdemetrosdelapirámi- de. Sólo algunas piedras especiales como el granito venían desde lejos.De hecho, la can- tidad y el tamaño de estos sillares es tal que el método utilizado para elevarlos a la altura necesaria lleva siglos dando que pensar a los estudiosos.Desdelasmáquinasde«maderos cortos» descritas por el historiador griego Heródoto hasta los sistemas imposibles su- geridosporalgunosaficionados,laspropues- tas son innumerables, pero los especialistas se han decantado siempre por las rampas. Mientras la pirámide se iba alzando, se celebraban diferentes ceremonias, ya fuera para dibujar las trazas de los edificios o para celebrar la llegadadelpiramidión,la«minipi- rámide»queformaba lacúspidede la tumba. Al final se consagraban los templos anejos, tras lo cual el complejo funerario del faraón empezaba a funcionar, a la espera de recibir el cuerpo momificado del rey que había or- denado su construcción. ESCUADRA Y PLOMADA PROCEDENTES DE LA TUMBA DE SENNEDJEM EN DEIR EL MEDINA. DINASTÍA XIX. istadesdeMenfis, la an- dosapartirdealgunasfe ESCUADRA AU RIM AG ES AL AM Y / A CI C R O N O LO G Í A EL PAÍS DE LAS PIRÁMIDES 2592-2566 a.C. El arquitecto Imhotep levanta en Saqqara una pirámide escalonada para Djoser. 2543-2510 a.C. Esnofru manda erigir varias pirámides, entre las que destacan la Romboidal y la Roja, en Dashur. 2472-2448 a.C. Kefrén ordena erigir su pirámide junto a la de su padre Keops. Es la segunda más grandede Egipto. 2 2509-2483 a.C. El faraón Keops encarga al arquitecto Hemiunu la construcción de su pirámide en Gizeh. 2447-2442 a.C. El hijo de Kefrén, Micerino, levanta su propia pirámide en Gizeh, de un tamaño mucho menor. 2435-2306 a.C. Diversos faraones de la dinastía V hacen construir sus pirámides en la zona de Abusir. 1939-1760 a.C. Los faraones de la dinastía XII erigen sus pirámides con materiales de peor calidad. 2 1 LA GRAN GALERÍA En el interior de la Gran Pirámide, erigida por Keops en la meseta de Gizeh, se abre este amplio pasaje interior, de 48 m de largo por 8,5 de alto, que lleva a la Cámara del Rey, donde se halla el sarcófago de granito del faraón. grabado un plano del templo de Heliópolis. Museo Egipcio, Turín. Tableta de esquisto en la que se ha grabado un plano PLANOS Y MAQUETAS C omo los arquitectos actuales, los egipcios realizaban planos y ma- quetas antes de ponerse a cons- truir edificios de gran envergadura, ya que sólo así podían hacerse una idea real de cómo quedaría la construcción que esta- ban diseñando. Aunque por desgracia no se ha conservado ningún plano de una pirámide del Reino Antiguo o de sus templos, sí tenemos un par de ejemplos de maquetas de la época. El primero de ellos corresponde a los llamados «pasajes de prueba». Se encuentran a unos 90 metros de la cara este de la Gran Pirámide y consisten en unos corredores excavados en la roca. Estos pasillos tienen las mismas di- mensiones de ancho y alto que los de la Gran Pirámide, aunque son mucho más cortos. Sirvieron para comprobar previamente si era funcional la distribución que se había pensa- do para el punto de contacto del corredor de entrada con el corredor ascendente que daba paso a la Gran Galería. La segunda maqueta es un bloque de caliza de unos 70 x 30 cm donde están tallados los corredores y cámaras DIBUJANDO UNA PIRÁMIDE DE A / A LB UM EL FARAÓN EN LAS OBRAS Este grabado en madera, hecho a partir de un dibujo de Heinrich Leutemann, muestra a un faraón observando los planos de su pirámide, que le enseña su arquitecto. Siglo XIX. A LA M Y / A C I de las estancias de la pirámide de Hawara, construida para Amenemhat III. Si bien la dis- tribución es la misma, la longitud de los pa i llos aparece acortada para «encajarlos» en bloque de piedra. Un par de tacos de mad sirven para representar los monolitos que utilizarían en la pirámide para bloquear el pa hasta la cámara funeraria. Esta maqueta se e contró en el templo funerario de la pirámide Amenemhat III en Dashur. Las decisiones madas en estos planos y maquetas eran lue trasladadas al edificio real mediante líneas control (orientación, horizontalidad) y de c mentarios plasmados por su diseñador, co se puede ver perfectamente en la pirámide Pepi I, «firmada» por el arquitecto Inti. MODELOS FUNERARIOS Maqueta de una AK G /A LB UM asi- n el era e se aso en- e de to- ego s de co- mo e de Maqueta de una tumba hecha en piedra caliza y hallada en el templo del valle de Amenhemat III. Dinastía XII. KE NN ET H GA RR ET T Imhotep, arquitecto de la pirámide escalonada de Saqqara, venerado en la Baja Época. DE A / A LB UM LOS ARQUITECTOS El más famoso arquitecto del antiguo Egipto es Imhotep, al que los egipcios terminaron considerando el inventor de la arquitectura en piedra. Algo lógico, si consideramos que fue el diseñador tanto de la primera pirámide jamás construida, la escalonada de Saqqara para el faraón Djoser, como de la segunda, la del faraón Sekhemkhet, sucesor del primero. Su fama fue tal que durante la Baja Época llegó a ser considerado un dios sanador, asimilado por los griegos con Asclepio y por los romanos con Esculapio. LA DIOSA QUE MIDE Ptolomeo III Evergetes realiza la ceremonia de «estirar la cuerda» junto a la diosa de la escritura Seshat, tocada con una estrella de siete puntas. Templo de Horus en Edfú. LA LOCALIZACIÓN IDEAL E l emplazamiento de las pirámides no es aleatorio, ya que se ajusta a una serie de requisitos. El primero e inmutable es que, como de hecho eran tumbas, debían ser construidas en la orilla occidental del Nilo, donde muere el dios Sol diariamente y donde los egipcios situaban el Más Allá, la Duat. Además, durante las dinastías IV y V, las pirámides se situaron en puntos desde donde podían mantener una relación visual con el gran templo de Heliópolis, donde se adoraba al dios solar Re. Lógico, si pensamos que las pirámi- des de caras lisas representaban rayos de sol petrificados que eran el vehículo utilizado por el faraón difunto para acceder al firmamento. No tenemos más que fijarnos en las pirámi- des de Gizeh, cuyas esquinas sur-este se unen formando una línea imaginaria que apunta precisamente hacia ese santuario. Lo mismo sucede con la línea formada por las esquinas noroeste de tres de las pirámides de Abusir. Cuando ya no hubo lugares adecuados (por las características del terreno o por no consi- derarse «consagrados»), la conexión visual se MEDICIONES EXACTAS AG E FO TO ST OC K AC UA RE LA D E JE AN -C LA UD E GO LV IN . M US ÉE D ÉP AR TE M EN TA L AR LE S AN TI QU E. © É DI TI ON S ER RA NC E. IL US TR AC IÓ N: S AN TI P ÉR EZ Complejos funerarios de Sahure, Niuserre, Neferirkare, Neferefre y, al fondo, los templos solares de Userkaf y Niuserre, en Abusir. LAS CEREMONIAS Construir un templo requería en el antiguo Egipto hasta diez ceremonias distintas, que podemos ver grabadas en las paredes del templo de Horus en Edfú. La primera de ellas era la de «estirar la cuerda», es decir, marcar las trazas del edificio en el suelo. Seguramente, las pirámides requirieron ceremonias semejantes para colocar sus trazas y alinear las caras del edificio con los puntos cardinales. Abajo, dibujo que recrea la orientación estelar de las grandes pirámides de Gizeh. La imagen muestra la constelación de la Osa Mayor. estableció con una pirámide más antigua. En el caso de Saqqara norte, por ejemplo, la esquina noroeste de la pirámide de Teti, la esquina su- reste de la de Userkaf, la esquina sureste de la de Djoser, el centro de la de Unas y la esquina noroeste de la de Sekhemkhet se encuentran conectadas por una línea recta. Además, du- rante la dinastía IV parece haber existido tam- bién la costumbre (o tal vez la obligación) de que el nuevo rey no construyera su pirámide en la misma necrópolis que su predecesor. Ni siquiera las pirámides de Gizeh se levantaron sucesivamente: el faraón Djedefre (sucesor de Keops) edificó su pirámide en la necrópolis de Abu Rowash y Baka (sucesor de Kefrén) erigió la suya en Zawiet el-Aryan. Grupos de obreros arrastran trineos cargados de grandes bloques de piedra que serán embarcados y llevados al lugar de construcción. 3 E gipto gozaba de una importante venta- ja a la hora de erigir grandes edificios: todo el país es una inmensa cantera de piedra caliza, lo que permitía extraer y transportar fácilmente los sillares para las cons- trucciones. De ahí que las canteras siempre se encuentren a unos centenares de metros, como mucho, de la pirámide que se iba a construir. En Gizeh, por ejemplo, el punto de extracción está 600 metros al sur de la Gran Pirámide, justo delante de la pirámide de Kefrén. El volumen de piedra extraído se corresponde con el que se calcula que se utilizó en las pirámides de la meseta. La caliza es una piedra «blanda», que podía trabajarse sin demasiados problemas con las herramientas disponibles en época faraónica: mazas de madera y punzones de cobre. Para extraer los bloques se trazaban en el suelo de la cantera «calles» estrechas LOS BLOQUES DE PIEDRA, DE LA CANTERA A LA OBRA DE LA CANTERA A LA PIRÁMIDE que los canteros iban rebajando poco a poco hasta delimitar los sillares.En cambio, para determinados elementos de la construcción –como las paredes de las cámaras funerarias, el sarcófago donde reposaba el faraón, los suelos de los templos y las estatuas que los decoraban–, se utilizaban piedras duras como el granito, el basalto o la diorita, cuyas canteras se encontraban a centenares de ki- lómetros de distancia. Desde allí, los bloques de piedra eran transportados en barco. Para trasladar los sillares desde las canteras hasta el pie de la pirámide se utilizaban caminos en forma de rampa construidos con este fin, que proporcionaban una superficie más homogé- nea sobre la que arrastrar los bloques mon- tados sobre trineos de madera. La tracción la proporcionaban los trabajadores del faraón, en ocasiones ayudados por bueyes. BR ID GE M AN / AC I ACUARELA DE JEAN-CLAUDE GOLVIN. MUSÉE DÉPARTEMENTAL ARLES ANTIQUE. © ÉDITIONS ERRANCE AS F / A LB UM EGIPTO, UN PAÍS RICO EN PIEDRA Durante el Reino Antiguo, la diorita se obtenía de la «cantera de Kefrén», en la Baja Nubia. El basalto, una piedra negra que representaba la tierra empapada por el agua de la regeneradora crecida, se obtenía en una cantera situada en la orilla oeste del lago Fayum, mientras que el granito se conseguía en las minas próximas a la primera catarata del Nilo, en Asuán. UNA CUADRILLA DE OBREROS extrae enormes bloques de piedra en la cantera de Gizeh. Con estas piedras fueron construidas las grandes pirámides de la dinastía IV. Canteras de arenisca de Gebel el-Silsila, 65 km al norte de Asuán. 4 P ara muchos investigadores, el sistema utilizado para izar los bloques de las pirámides constituye la gran incógnita de la Antigüedad. Sabemos qué ele- mentos utilizaron: trineos, palancas, cuerdas y rampas, pero desconocemos los detalles concretos de cómo se organizaron estas he- rramientas para erigir cada pirámide. Algo que sabemos con certeza es que resulta imposible que emplearan una rampa perpendicular a la pirámide para elevar los bloques. La arqueo- EL TRABAJO DE LOS OBREROS LA ELEVACIÓN DE LOS BLOQUES logía nos proporciona pruebas. En Meidum, Abusir o Gizeh se han encontrado restos de rampas no perpendiculares, dos muros de piedra paralelos rellenos de cascotes, que en el caso de Lisht es una rampa de ladrillos re- forzada con traviesas de madera. Además, en Deir el-Bahari han aparecido restos de anima- les de tiro, concretamente bueyes; mientras que los papiros del Diario de Merer, escritos por el capataz de un equipo de trabajadores, Capataces Acompañaban a los arquitectos dirigiendo y ordenando los trabajos diarios. Esta ilustración recrea uno de los sistemas que quizá se emplearon para levantar las pirámides. Obreros fabricando adobes. Pintura de la tumba del visir Rekhmire en Gurna. Dinastía XVIII. Rampas. Quizá se utilizaban como camino para llevar hacia lo alto los bloques de piedra. SOL 90 / ALBUM BR ID GE M AN / AC I HERRAMIENTAS En la tumba del arquitecto Kha y su esposa Merit, en Deir el-Medina (dinastía XVIII), se hallaron estos útiles para la construcción. Museo Egipcio, Turín. INSRUMENTOS PARA LA CONSTRUCCIÓN Los instrumentos que los obreros egipcios emplearon para construir las pirámides eran sencillos de diseño, pero muy efectivos. La plomada servía para controlar la verticalidad de las cosas, mientras que la escuadra y el uso de los triángulos rectángulos servían para verificar los ángulos según el edificio iba elevándose. Si hablamos de una pirámide del Reino Medio, que no se construían en piedra, como las del Reino Antiguo, sus ladrillos se fabricaban con moldes de tamaño unificado. nos describen cómo tenía lugar el transporte de las piedras del revestimiento de la Gran Pi- rámide desde Tura hasta Gizeh. Precisamente en esta cantera se encontró un sillar de piedra abandonado sobre los rodillos con los que iba a transportarse. Por último, pensemos que los egipcios intentaron ahorrarse todos los esfuerzos posibles, de ahí que aprovecharan una masa de roca ya existente para conver- tirla en parte de la pirámide. Así lo hicieron, por ejemplo, en las tres pirámides de Gizeh y en la pirámide de Djedefre en Abu Rowash: construyeron cada tumba en torno a un salien- te de roca de la meseta, algo que también se aprecia claramente en la esquina suroeste de la pirámide de Kefrén, cuyas primeras hiladas están talladas en la roca, no son de sillares. En la pirámide de Djedefre, el saliente de roca supuso el 44 por ciento del total del volumen construido, lo que da una idea del ahorro en materiales y tiempo de construcción. Finalización. Remataban el exterior de las pirámides con piedra caliza de color blanco. Granito y caliza. Eran las principales materias primas utilizadas. DA GL I O RT I / A UR IM AG ES El dibujo recrea de modo no totalmente exacto el modo en que los obreros desplazaban los bloques de piedra. En realidad, éstos se colocaban sobre un trineo, que se arrastraba sobre un camino-rampa. Si el camino era de tierra apisonada o de barro, delante de los patines del trineo se derramaba agua para que se deslizara mejor. En los tramos cortos, los bloques a veces se movían colocando debajo rodillos. PIRÁMIDES EN SAQQARA En esta panorámica aérea se aprecia en primer término el complejo funerario de Djoser, presidido por su imponente pirámide escalonada. A su lado, la pirámide de Userkaf, fundador de la dinastía V. KENNETH GARRETT Piramidión que culminaba la pirámide de Amenemhat III, faraón de la dinastía XII, descubierto en 1900. Museo Egipcio, El Cairo. Piramidión de la pirámide Roja de Esnofru en Dahshur. Este remate se exhibe hoy junto a la pirámide. SY LV ES TE R AD AM S /G ET TY IM AG ES BR IDG EM AN / A CI DEA / ALBUM 5 LA ÚLTIMA PIEDRA: EL PIRAMIDIÓN UNA PEQUEÑA PIRÁMIDE E l piramidión constituía el bloque final de la pirámide. De hecho, al ser una pirámide en miniatura seguramente poseía un significado simbólico; de ahí que su colocación fuese motivo de una ce- remonia en la que estaba presente el faraón. Un relieve hallado en la calzada de acceso de la pirámide de Sahure, de la dinastía V, nos muestra a un cantante llamado Semerka delante de 18 trabajadores repartidos en dos filas que tiran de sendas cuerdas atadas a un trineo sobre el que va montado el piramidión; de espaldas a ellos, dos sacerdotes observan el bloque tallado mientras llevan a cabo una ceremonia acompañados por cuatro can- tantes que baten palmas y un trabajador que derrama agua delante del trineo. Uno de estos dos oficiantes es el sacerdote uab («puro») Merynefu, que en una mano lleva un pañuelo doblado y en la otra alza un espantamoscas. El piramidión no es visible en el bloque, pero el texto nos informa con claridad de que es- taba revestido de electro: «Trayendo el pira- midión de oro blanco de la pirámide “El alma de Sahure brilla” por parte de los dos equipos de los dos barcos». El piramidión de la pirámide de Sahure no se ha encontrado, pero qui- zá todos los piramidiones de las dinastías V y VI estuvieran revestidos de reluciente metal precioso, porque, al parecer, lo mismo suce- día con el que coronaba la pirámide de la reina Udjebten, esposa de Pepi II, de la dinastía VI. En cambio, los piramidiones de las pirámides de la III y la IV dinastías parecen haber sido sólo de piedra. Es lo que sucede con el que coronaba la pirámide Roja de Esnofru en Dashur, formado por cinco bloques, el quinto de ellos en forma de pequeña pirámide. Por su parte, parece que los piramidiones que coronaron la cima de las pirámides de la dinastía XII eran de basalto y estaban decorados con una inscripción con el nombre del faraón, como se puede ver en el de la pirámide de Amenemhat III en Dashur. UN REVESTIMIENTO MILENARIO Pese a lo queparece vista desde lejos, la pirámide de Kefrén no conserva su piramidión, sino sólo la parte superior del revestimiento de piedra caliza, al que precisamente le falta el último bloque. La pirámide mantuvo su revestimiento hasta la Edad Media, cuando, tras un terremoto, los habitantes de El Cairo convirtieron las pirámides de Gizeh en una fuente de materiales de construcción. LA MESETA SAGRADA Sobre estas líneas reconstrucción de los complejos funerarios de los faraones Keops, Kefrén y Micerino en la meseta de Gizeh. 3 2 4 TEMPLOS Y CALZADAS L a pirámide no era sino el principal de los diferentes edificios que componían el complejo funerario de un faraón. Las pirámides de la III dinastía, cuando pre- valecía el culto estelar, estaban situadas dentro de un recinto rectangular, en cuyo interior se distribuían los edificios y las capillas de piedra que permitirían al rey celebrar eternamente la fiesta Sed, el jubileo real que le devolvía las fuer- zas para seguir reinando en el país del Nilo. En la dinastía IV, el recinto de norte a sur desaparece y es sustituido por tres edificios diferentes dis- tribuidos de este a oeste, remedando el recorri- do del Sol por el firmamento. El primero era el templo bajo o del valle, un embarcadero al que alcanzaban las aguas de la inundación y donde se cree que era recibida la momia del soberano, que llegaba en una barca. Desde allí se pasaba a la calzada de acceso, un camino cubierto, en cuyo techo se abrían tragaluces y que desem- bocaba en el templo alto, junto a la pirámide. La función de este último edificio era albergar el culto al rey difunto, que incluía el ritual de la presentación de ofrendas. Los elementos EL COMPLEJO FUNERARIO Templo del valle de Kefrén, en Gizeh. Este edificio, localizado cerca de la Gran Esfinge, está construido con gruesos pilares de granito rosa. La pirámide de Sahure, en Abusir, vista desde la calzada procesional que conducía hasta ella y que alcanza una longitud de 235 m. IL US TR AC IÓ N: 4 D NE W S PR IS M A / A LB UM ALAMY / ACI que formaban el templo alto quedaron fijados en tiempos de la dinastía V: el primero era un vestíbulo de entrada seguido de un patio con soportales, ambos flanqueados por almacenes; venía después un corredor transversal que daba paso a una estancia con cinco nichos, desde donde se llegaba a un espacio con una columna en el centro, al que seguía una habitación con una estela de falsa puerta, todo ello flanquea- do por más almacenes. El culto se celebraba en el patio y en las cinco capillas. Dentro de cada una de ellas había una estatua del faraón (representado como Osiris, como rey del Alto Egipto y como rey del Bajo Egipto). Dos veces al día, las estatuas eran sacadas de su capilla, limpiadas, vestidas y alimentadas con ofrendas. 1 1 Complejo funerario de Keops 2 Gran Esfinge 3 Complejo funerario de Kefrén 4 Complejo funerario de Micerino EL ÁGATA DEL COMBATE Hallada entre las numerosas piezas del ajuar funerario del Guerrero del Grifo, esta joya recrea un brutal combate entre dos guerreros con una estética completamente minoica. La pieza mide tan sólo 3,6 cm de longitud. J. VA ND ER PO OL / DE PA RT M EN T OF C LA SS IC S, U NI VE RS IT Y OF C IN CI NN AT I ÁNGEL CARLOS AGUAYO PÉREZ ARQUEÓLOGO Cerca del palacio de Néstor en Pilos, al sureste de Grecia, los arqueólogos localizaron en 2015 una tumba de fosa intacta con los restos de un antiguo guerrero de la Edad del Bronce LA TUMBA DEL GUERRERO DEL GRIFO UN SENSACIONAL AJUAR PLAYA DE VOIDOKILIA Se abre al norte de la bahía de Navarino, en la península del Peloponeso. Nueve kilómetros al norte se encuentran el palacio de Néstor y la tumba del Guerrero del Grifo. consecutivashastaconcluiren1966.Gracias aaquellosesfuerzossesacóa la luzelpalacio mejorconservadodetoda laEdaddelBronce egea. En la historia del mundo micénico, el término «palacio» designa una mansión re- giaquedesempeñaa lavezfuncionesdecen- tro religioso y de almacén redistribuidor del excedente agrícola de la región que domina, un modelo semejante a los palacios que flo- recieron en la Creta minoica, entre 2000 y 1500a.C.aproximadamente,enlugarescomo Cnossos, Festo o Malia. En Pilos se halló un gran archivo de tablillas administrativas en escritura lineal B que servía justamente para contabilizar los productos agrarios. Aparece el guerrero Los arqueólogos que trabajaron en las exca- vaciones de Pilos no se limitaron a investi- gar el palacio, sino que también exploraron el área circundante. Así, inspeccionaron de nuevo una necrópolis situada al noreste del palacio que ya había sido explorada en 1912, cuando se halló un tholos, una tumba de corredorycámaraenformadecolmena.Pero había muchas más cosas por descubrir. C R O N O LO G Í A ENTRE PILOS Y MICENAS 1500 a.C. El Guerrero del Grifo muere en torno a estas fechas, por causas que se desconocen. 1912 Los arqueólogos localizan cerca de la antigua Pilos una tumba de corredor y cámara (tholos). 1939 El arqueólogo estadounidense Carl Blegen excava en el palacio de Néstor en Pilos. 2015 Se halla la tumba del Guerrero del Grifo cerca del tholos localizad en el año 1912. NÉSTOR. REY DE PILOS, EN UN ÁNFORA DEL SIGLO V A.C. MUSEO DEL LOUV E l 18 de mayo de 2015, en un olivar cercano al llamado palacio de Néstor en Pilos, un equi- po de arqueólogos descubrió la esquina de una tumba que pocos días después se reveló intacta. La investigación de su contenido, todavía en curso, está revolucionando nuestros cono- cimientos sobre la Prehistoria en la zona del mar Egeo. Pilos se encuentra al suroeste de la pe- nínsula griega del Peloponeso, en lo alto de una colina que cierra por el norte la bahía de Navarino. Allí, un equipo dirigido por el profesor Carl Blegen, de la Universidad de Cincinnati, comenzó en 1939 a exhumar las ruinas de lo que no tardaría en denominar- se, de forma coloquial, el palacio de Pilos, la supuesta residencia de Néstor, uno de los personajes de los poemas de Homero. Rey de «la arenosa Pilos», aquel anciano resabiado que participó en la guerra de Troya fue uno de los pocos afortunados que –qui- zá por la prudencia que otorgan los años– consiguió regresar a casa tras una década de cruentas batallas hasta que los griegos lograron conquistar la célebre fortaleza de Asia Menor. Fue en Pilos donde, pasado un tiempo, recibió a Telémaco, quien andaba buscando a su padre, Odiseo o Ulises, en pa- radero desconocido desde que había zarpado de Troya para regresar a Ítaca. Los trabajos en aquel mítico lugar pron- to se detuvieron a causa del estallido de la segunda guerra mundial. Se reanudaron en 1952 y se prolongaron durante 15 campañas EL EGEO DEL BRONCE El mapa muestra los principales enclaves micénicos, así como las rutas comerciales más importantes de la Edad del Bronce en el área del mar Egeo. GR AD UA LM AP M a r E g e o Micenas Pilos PELOPONESO CRETA ASIA MENOR Cnosos o VRE, PARÍS. RM N- LA IS SH UT TE RS TO CK ENTERRADO CON SUS ARMAS En este dibujo, se muestra un buen número de los objetos que forman el ajuar funerario del Guerrero del Grifo, agrupados y diferenciados con cuatro colores según el material del que están hechos. Objetos realizados en bronce, que incluyen una significativa cantidad de armas, entre ellas una daga y una espada. Objetos de oro, principalmente joyas, entre las que se incluyen un collar y numerosas cuentas. Objetos de plata, que constituyen un servicio de recipientes posiblemente destinado al banquete. Cuentas de collar y gemas de piedras semipreciosas (cornalina, amatista, ámbar) dispuestas sobre el tórax del difunto. RECONSTRUCCIÓN DE LOS RESTOS Y AJUAR DEL GUERRERO DE PILOS TAL COMO SE HALLARON. Recipiente de bronce Vasos de plata Collar Espada larga Vaso de oro Espada corta
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