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ELBARROCO Fernando Checa Crernades José Miguel Morán Tuiina ISTMO [><l Serie dirigida por Victor Nieto Alcaide ©Fernando Checa Cremades, José Miguel Morán Tu1ina, 2001 © Ediciones Istmo, S. A., 2001 para todos los países de habla hispana Sector Foresta, 1 · 28760 Tres Cantos Madrid - Espafia Tel.: 91 806 19 96 Fax: 91 803 40 28 Disefío de cubierta: Scrgio Ramirez ISBN : 84-7090-109-S"(Obra Completa) ISBN: 84-7090-122-2 (El Barroco) Depósito legi'll.: TO- 14~6- 2001 Irnpresi.ón: Gráficas Baroa, S. L., Yuucos (Toledo) Impreso en Espaiia I Printed in Spain Reservados todos los de(echos. De acuerdo a lo dispuesto en el artículo 270 del Código Penal, podrán ser castigados con penas de multa y privación de libertad quienes reproduzcan o plagien, en todo o en parte, una obra literaria, artística o científica, fijada en cualquier tipo de soporte, sin la preceptiva autorización. ÍNDICE INTRODUCCIÓN .... . . . ...................... _. . . [ 1 I. LA CRISIS DEL MANIERISMO Y LA FORMULACION DE UN NUEVO LEN - G UAJE .... . ... .. ...... . ... . .......... . 1. El problema de las relac iones entre Manierisrno y Barroco . . . ... .. ..... . 2 . Retórica, teatralidad y los probl emas del realismo y clasicismo barrocos _ .. . 3 . El nuevo sentido de la a lcgoría y de la historia ..... . . . . .. ... ...... . .... . . 4 . La aparición de los nuevos temas y las alternativas de la imagen rel igiosa 5. La formulación de un nuevo ma rco para la vida cor1esana: e l palacio y los temas profanos a comienzos de l siglo xv11 . . . . . 6. El fin del coleccionismo ec lécti co y e! nuevo papel del mecenas . . . . ..... . . . 7. Lo lúdico y lo solemne: la fiesta y el jardín a comienzos del siglo XVII II. TEORIA DEL AR TE BARROCO .. .. . . . 1. El conílic to en tre estructura y decora- ción y la iàca dei espacio en e l Barroco · 15 17 28 38 44 52 59 6 5 73 7 5 7 ~~~; .. 2. La polémica dibujo..:color y su significa- do en el Barroco ......... : . .... . .. . 3. El problema del lenguaje y la discusión entorno a los modelos ............. . 4. Ut pictura poesis . . ................. . 5. Artificiosa natura: la imagen barroca de la naturaleza ..... . ................ . i9 . . . II. L MUNDO DE LA CORTE .......... . . \ e ["~ i~~ti t.ud ~e l. prí~ci P"_ ha~t~ la'. .Bellas ~ L:' La cmdad y la capital ..... .... .. . .. . /'/ )\ -1;-l: . ~~;'~~oc~~.~~~ d~~~~~;i:.;,;, . : .: : : : : : : : : ~ 5. EI ~scenano del poder: el Jardm ..... . . 6. La 1magen del rey . ................. . IV. EL AR TE DE LA IGLESIA r1 /t) Teoría de la imagen religiosa ....... . 11 / 2 L . fi . Jv' . a nueva _1conogra ia .. : ............ . y\ 01_ 3. El lenguaJe del arte rehg10so ........ . \ 'K 4. El sentido barroco de la muerte . . ... . 5. La iglesia, escenario del mil agro .... . . 6. La santificación de la ciudad ........ . V . EL ENTORNO A RISTOCRA TICO Y 96 106 1 l 7 125 133 135 144 162 174 188 197 209 211 222 234 244 2 52 264 BURGUES ........ . .... . .... . . '. _. . . . . . . 283 l. El entorno y la imagen de la aristocra- cia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 285 2. Filosofia, economía y naturaleza: visio- nes romana y ílamenca dei paisaje . ·. . . 294 3. La irnagen de la burguesía . . . . . . . . . . . 302 4. Burguesía y religión . . . . . . . . . . . . . .. . . 314 8 . r·· e Vl. CR~SIS p:~ VN LE'N.G UAJE ...... ' .. . . . r rJ 1.(ifad -·~is~~-ª.iór(~~- torno a ta arquilectura \ · barroca ... . .............. . ....... . -~ , 2. . Ir,nágenes para el finde una sociedad .. - \ 3 .,,.. .. ·En los orígenes dei mundo burgués ... · 4".. EI sentido de lo teatral, de Juvarra a Pi- 3!9 321 33 l 341 ranesi . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 346 APÉNDICE BrBLIOGRÁF1CO - .. . . . .... .. . .. . ... .. . 1. La fortuna del Barroco ............. . ...... . 2. Fuentes .. . . .. .. .. . . ... . ............. . . . . . 3. Bibliografia de Arte Ba rroco ............... . A) Obras generales ........ . . . ... . ....... . B) La crisis dei Manierismo y la formulación de un nuevo lenguaje ... . ......... . .... . .. . C) Teoría del Arte Barroco .......... ... .. . D) El mundo de la Corte ..... . .... . ...... . E) El arte de la Iglesia ............ . .... .. . . F) E I entorno aristocrático y burgués ...... . G) Crisis de un lenguaje ................ . . . I N OICE ONOMÁSTICO ...... - . . ......... . ... .. . . { ' : ' 355 357 359 365 365 366 367 369 370 370 371 373 9 .i.,( W.é'M,J..C( (!..cA ~ W b' u,y-5 0t_ ~ ... ..., ~; ~<>1..1ACV:; .--L oZc._ .À \rÔ ti.A. t-~ d-AJ -"lJ.L·~ ">-(AJ·-:r:x M..O . ' . Jean Jacques Rousseau u t ilizaba la palabra barroco para de notar algo confuso --en su caso la música-. y por una extraiia paradoja el têrm ino. a fuerza de ser usado con connotaciones distin tas. y aun opuestas, acabó por ser tan vago que no ha faltado qui en haya propuesto su sustitucíón por uno nuevo que se refiriera univocamente a aquel período concreto de la historia europea. La historiografia resulta sumamente instructiva para ver cómo gran par- te de las dificultades y ambigüedades de la palabra no provienen sólo dei abuso semántico que se ha hecho de ella durante el úl t imo s iglo. sino que en gran parte derivan de la manera en que el Barroco empezó a valorarne com o esti lo artístico. Y es que. en un principio, tanto cuando la palabra fue utili zada por la crítica ilustrada y racionalista contra los excesos y las «extravagancias» artísticas de los s iglas xv11 y xv11 1. como cuando este arte empezó a ser valorado bajo una nueva luz a princípios de siglo , fue em- pleada siempre por oposición a otro concepto. lo clás ico. sinóni mo de or- den, claridad y mesura. Implantado indiscu tiblemente a ní vel formal como estilo original y di !e- renciado con valor propio, quedaba planteada una cuestión que ha sido el caballo de bata ll a de no pocas polémicas --en tre las más im portantes y fa- mosas, la sostenida e ntre Weisbach y Pevsne r, en los anos veinle- . y que no e ra o tra que la de do tar de un contenido preciso a aquellas formas y re- ducirlas a unidad den tro de un cuadro genera l de mayor ampl itud; unidad, sin embargo, que las enormes diferencias pol íticas . sociales y religiosas que separaban a la Europa dei sig la xv!l.desdc la Roma T riurnpha ns de Bcrnini a la Francia de Versalles y ai a rte burgu ês y protestante de los Países Bajos. no hacían otra cosa que dific ultar. Pero los problemas que p la ntea el conseguir una explicación unívoca y satisfactoria dei fenómeno barroco, no radican únicamente e n la variedad y riqueza de si tuaciones nac ion ales particulares, sino en el caracter prob le- mático que suponen sus límites cronológicos. Por dela nte, pese a que G ur- li tt en su Gesdzid1te eles Bamk-S1 ii11 ltalien, de · 180 7. habia situado ·un período intermedio entre el Renacirnienlo y el Barroco. Wolffiin y · W,eis~ bach -por poner dos de los ejemplos m ás destacados de! com ienio d.e là historiografia dei Barroco-- lo ignorem sis temáticamcn·te, considerando como barrocos l o~ Jardines de la vi.lia d ' Este y a·a rti stascomo eL Greco, Ba- rocci o Sodoma Si.n .embargo,"y pese a que·aétualmentc e l papel· mediador · dei Manicrismo está firmemente·: establecido .. los linderos· que lo separan· dei Aa rroco siguen siendo ,sumamente ·tenues e.-indefinidos. ·.tan to por la convención h istoriográfica de .q uerer hacer co in cid ir el co m ienzo dei Ba- rroco con e l de i siglo xv 11 . como .por el profundo cn ra izam iento q ue ,' como pretendemos destaca r en las páginas que sigue n, tos momentos in iciales dei Barroco van a tener en el C inqueccnto: el,valor de l.a colección, las.relacio~ nes entre arte y ciencia, naturaleza y a rtificio o al ternati vas emoc ional y clasicista respccto a i problema de la imagen, que no se empieza n a clarifi- car hastael advenirn iento de la denominada generación barroca , serán puntos esenciales e n nuestro estud io dei problema. Y de esta ma nera desta- camos el . papel jugado. por determinadas .a rtistas i. círculos l inleh:ctuales -Rubens;. Mademo. el Ca rdc nal dei Monte. y Cara vaggi o. los .Famesio y An íba l Caracci- en cl deba te artíst ico de la Roma de fines dei sigla :xv1 y princípios dei xv 11 . como los formulado res de una nueva poética . que se destacaba sobre los residuos del formalismo rnanierista: su postura novedo- . ·, . ~ sa ante los viejos problemas nos permite considera rios como los pion eros de un nuevo lenguaje. · La misma dificultad que existe para fijar los limites iniciales del Barroco se man.tiene para establecer su liqui dac ión. Y no sólo porque la crítica ilustrada de la segunda m itad dei sigla xv1 11 metiera en un mismo saco ai Barroco y ai Rococó, sino porque, si. como queremos poner de· manifiesto. el Barroco, lejos de ser. un lenguaje unitario. encierra una plura·Jidad de al·- ternativas y modelos. éstas se multiplican a lo largo del sigla xv111 en un amplio aban ico de posibilidades. que van desde el desarrollo lógico de princípios establecídos en el sigla anterior, a su contestación radical, par~ tiendo de idénticos supuestos. En este sentido.- pueden considerarse para- digmáticos el jardín paisajístico inglés, la ob ra de Vanbrugh o el palladia- nismo de Lord Burlington o William Kent, con cl que abre Kauffman su Arq11itC'tl11m de' !ti !111srraciú11. Se ha intentado huir. como decimos, de un a definición unívoca dei Ba- rroco, para incidir en el caracter com plejo de su lenguaje. Desde este pun- to de vista, el arte de.los siglas xv11 y xv111. que genéricamente englobamos , bajo el epígrafe de «Barroco», heredero dei criticismo manierista hacia el modelo clásico. se nos aparece como un fenómeno plural en una Europa que, como decimos en el texto, había dejado de ser un itaria~~ \ ~ - · ·· ·. ,~~Ji2 :. · "mmli~~~'\. \ s por ello que.junto ai estudio de las alternativas visuales que configu- ran cl mundo de las Cortes. el de la lglesia. el de la aristocracia y el de la burguesia. se inserta en un capítulo anterior los hilos conductores que con- !iguran l.a trama dei lenguaje artístico barroco: las discusiones entre la pri- mada dei dibujo o dei colar. entre la estructura y la decoración. la expe- r~encia barroca dei p<1isaje y la naturalcza y su heterodoxo uso de la histo- ria. \ De esta manera, y como ya hab ía sucedido en el manierismo. el tema dei Barroco no será otro que el de las discusiones en torno ai mode lo clási- co, concebido desde los más diversos puntos de vista. Paradigma de perfec- ción absoluta -A. Sacchi. Poussin, Bellori- . emblema nacional ista dei poder -Academia Francesa. Versalles, Luís XlV-. o tema para ser con- testado desde distintas angu laciones ... : y asl, como en cl siglo :-:vr. el gótico volverán a emp!earse como instrumento crítico y termómetro de una sensi- blidad: Borromini, Gu arini en ltali a. Santin Aichel y ciertos arquitectos centroeuropeos. Ch. Wren, en Inglaterra. Asi. concibiendo e l Barroco como una experiencia en torno ai Clasicis- \ mo. dei que se destacan ahora sus posibilidades emocionales. comunicat i- vas, su~sorias y demostrntivas. se supernrán las mecánicas antinomias de \ la crítica formalist a y el lenguaje artístico de una época recupera toda su 1 fasc inante. y a ratos contradictoria. COf[lplejidad. / Madrid. abril de 1982. 14 i \ LA CRISIS D1EL MANIERISl\liO I Y LA FORIVIU LACION DEUN NUEVO LENGUAJE !(TI . . . . -fiL PROBLEMA DE LAS RELACIONES ENTRE MANIERISMO Y BARROCO Una convención historiográfica. que más bien habría que calificar de prejuiéio, insiste en destacar la fecha de 1600 como momento clave en el que en toda Europa, y sobre todo en Italia, se dan por ten11in adas las ex- periencias manieristas -que en esta concepción se contemplan como subproducto dei Renacim iento-- y comienza una visión de la realidad que ha dado en llainarse «barroca». De esta manera, un libro, por otrn parte tan importa nte, como el de Wittkower inicia su estudio dei Ba- rroco italia no insertando un «perío- do de t ransición» ai que no duda en l!amar, siguiendo un esquema bioló- gico, «Barroco temprano», coo una confusa y s ignifi cativa a malga ma de fechas: mientras que en e! prirncr ca- pítulo inserta las de l 585- l 62 I , en su interior aparecen las de l 563 (úl- tima sesíón dei Conci lio de Trento), 1548 (aprobación por Paulo Ili de los l:.jercicios Espiriruales. de San Jgm1cio de Loyola), y citas de trata- dos dei Cinquccento, como el de Pa- leott i, Gílio de Fabriano o Gregorio Comanin i. Todos estas acontecim ientos, su- cecficto~ a-parfü de la segunda mitád der siglo XV I, van a configurar Una ·n-uêva sítüãC:ión, y no sci-n -otra-coS<\ ·que -ras ... màn ifes taClónes -m âs-·daras -··ae···ia.s--êõ'rr.ienteii " emociona les y· d a- -sidstas eO: }gino_ ~L prpt;ile!!Ja 9e la -imãgeri religiosa, dualidad ya plan- ·· 1eadã .. desde_et .firLdeLClàsiEísmo ·~ -p·rrncii)!Os-de! Çinq ueccnt_o y que no van a en-contrar su fin hasta e l adve- ·n. imlenfo de la prin:itÚ'.a gen eración ·vêrdaderamen te .. barroca en 16 30. -s6·1;; u-n estud io ordenado y analitico • ' • o ! :- 1 ' C:·\\',\l.l.Ulll lJ'Akl'l :".llc Pr,•11du11ic111u. Roma. Gal leria Borghese. de estos problemas lingüísticos e ideológicos va a ayudarnos a com- prender las profundas raíces que el mom ento cultural dei Barroco tiene en el Cinquecento. Estamos real mente en estas últi- mos anos dei sigla XVI y los primeros veinticinco o trein ta dei xv11 ante un momento de verdadera efervescen- cia cultural y art ística, y todo inten- to de reduc ir los acontecimíenlos-a üií st'fr1(f<:J.õJl:i3_1!·~1 y a Úiter.ios de evo.: ·1uC1on biológica de las formas cae en . efrnas rotünâo- frac-ãso~-EFnaturãlis T8.Caravaiúiio (15 73- 1610) na suce- de cronológicamente ai manierista Cavalier d'Arpino (1588-1640), ni su pintura «realista» es respuesta su- cesiva ai sensual ismo de Barocci ( 1528-16 12). De la varieda d de ten- ( 7 í : i Ro1;Ío1t 1' rLL' DO; Dt• .\"cuurae Si1i1ia. Fron- tispicio. tlentias de este momento puede ser igualmente expresivo que el pintor y tratadista Francisco Pacheco, pro- longador en J 63 3 de la teoria de la ídea-dibujo manierista, coloque en- tre sus pintores favoritos a Rubens, e1 mâs conspícua representante en el Barroco de la línea dei colorismo veneciano. Nos encontramos más bien en un momento en el que la pl11mlidad de tendencias contra- piiestas es el rasgo más car acterístico y cuya corn plejidad ha de estudiarse en a te nc ión a los distintos interesc:; guebu111an-en uria sociédàd qué ha- -b_íadej~d6 de ser.i.mifom1e. Sólo sera hacia 1630 çu.a.ndo d pariórarri.a se clanlique- y se imparigàri unãs't:en ~ - dencias determinadas, que podamos càlificãr de-bãh·ocás: - · - - - -- - -- - - ~l!_i'ã :~qüé~_isfo~=suceda -habr.án -de cam'pifl.r rnµl~.itJ1d d.e aspectos .. cu ltu: __ rales e ideológicos en Euro_~i;_. _ _Q_uiz.á ~ - ·· - - . . . -· -- --- ---- -· ·-- IR _e_l_ITli?_ import_<inte sça el __ dela idea de la ciencia, es dccir, la oph-Hón'que· ·acerc-âê:lê"Jãs relaciones con la Natu- raleza se tenía en los siglas XVI y xvn. En realidad, hasta avanzado el siglo xv11, las relaciones dei hombre con su entorno no van a alcanzar el grado suficiente de objetívación y raci onalización que nos permita hablar de ciencia moderna en e! sen- tido estricto del término, pues, du- rante gran parte dei Seicento, el con- cepto de ciencia, tal como se practi- caba a fines dei sigla xv1 en lugares tan carncterísticos como Flore ncia, Praga o EI Escorial, sigue estando presente en gran parte de los centros culturates europeos y la rnnjilsión entre \•isión científica y"};/.ffvn ártTsTi~ -(Y.J.--de7cí realidad, tema de clara rai- -g~mbre ?ef?.aEentista, es a_úri patente f;J_I __ _çiertos lugares de Europa; en1624, Salomon de Caus pubiica su conocido tratado Les raisons de les For(' f!S A1ouvantes, con una visión de la Naturaleza y la mecánica en clave científica, pero de una ciencia enten- dida en Sl!1llido lúdico y aje na a todo pragmatismo_ En realidad, se trataba de la descripción y estudio de uno de los lugares «maravillosos» por exce- lencia dei Manierismo: la villa medi- cea de Pratotino, en Florencia. D e 16 l 8 es e l De Nau1rae Sim ia. publi- cado en Frankfurt pàr .R. Fludd, y cuya portada consti tuye todo un es" quema de una división de las ciencias ajena a toda modernidad. Este rnn- cepw mágico de la realidad. de clara raigambre manierista, y a lejado de !a nueva metodologia científica, se pro- longa inclusive en la segunda mitad dei sigla en los escritos dei jesuíta A t - hanasi us Kircher, a los que habre- mos de referimos repetidas veces a lo largo de este libro. Todo e tlo explica la prolongación de!· a rte naturalista dei Manierism o florentin o ya entra- do e l sigla xv11 en lugares como la Corte Imperial de Praga, la del E lec- tor dei Palatinado en Heildeberg, en I e ;jr\(~/>._J. ,~ - 1 . . ,\,.- . -1 ; ')r'.' .U ~-' .. 1 i,,.:,I ' \,,. ' ~.i ,, V (U1.1<;_~{ f~ LI'/.:.~ - =· '; - ·~ 1 . -~ ,... .. 1··. ,,,. . .{, ·~,/~).) -") .J\ ~ ,,,.. ,,,~, .. ;~ ~·· ., .r .. ,, ·, ·: ,_·' " '.'>\l••'I•" l>I < \1 ': /)<' l.L'' l<a/\ r> ll' d e· h·1 1-'Hrn·.1.\/11111u11w.1. ciertas propuestas escénicas de Ifiigo Jones en fnglaterra, en algunas obras de Sa lomon de Brosse o en tratadistas espanoles corno Fray Juan Ricci, que. frente a la nueva idea clasícista que camienza a abrirse paso man- tienen aún posturas naturati~tas en tomo a la arquitectura. Todo ello, como indicaremos más adelante, en- cuentra su concreción plástica en un concepto dejardín aún manierista y cn cierta idea dei coleccionismo, que conti nú a la práctica de las Wunder- kammern del sigla xv1. Pero, a i iguai que seiialarn os per- vivencias manie ristas durante el si- gla xvn, y eflo hace que, a i menos en sus décadas iniciales sea todavia un siglo rnanie rista, h_~_~;,9._S. de __ ~p_~_!J ta_r __ rasgos n uevos en la idea de la ciencia -i.lui'anre· ·ersrgrõ-ani-:erfoT-~-8en-ev-ü10 ha indicado cómo a partir de la épo- ca de: Vesalio, la a natomia_ deja de sc:run.i ciencia de-pénd:l~ifre ô_e 'la en~ senanza artístic a para independizar- · s:~-ª~ -~1_1~ -YJ~úri. í.5-ill..a -suce-ae- con íos tratados de Ciencias--Natü-rãles~ -Põr Sü J)arte; lás-õbi'as de Oa!'ile(i -Galilei desarro llan a fines del sigla xv1 con- ceptos plenamente modernos. Quizá nada ta n significativo como e! hecho de la existencia paralela en el tiem- po de dos personalidades tan distin- tas -como e/ c:ienti/icv Gat ileo Gali lei y el mago Giord ano Bruno. qu e p'er- sonilican las dos tendencias cientifi- cas que se disputan la primacia en este momento. EI segundo, en su De cari.rn. principio <.>! 11110. publicado en Lond re::; en l 584, mantiene ideas acerca de i arte ccrcanas a las dei neoplatónico Miguel An ge t, con una posición c la ramen te natura lista en la polémica natural eza-anilicio: (( ... la materia natural produce todas las cosas natu ra les co n más alta razón que la artificial las artificia les, porque el arte suscita a parti r de la ma teria las formas, ya por sustracción, como cuando la piedra se hace estatua, ya po r adición. como cuando, unicndo a una piedra o trn piedra y madera y tierra, se edifica la casa .» 19 De todas maneras, es difícil, y conceptualmente · falso, establecer una dicotomia entre determinadas propuestas artísticas maníeristas y lo que va a ser la idea del Clasicismo barroco. Las opiniones de Bruno an- tes citadas procecien en cierta mane- ra de A ristóteles y ya indicaremos lo importante que es Aristóteles en la teoria artística dei siglo XVI!. Por otra parte, y como venimos dicien- do, la división entre ambas tenden- cias es problemática: la visíón «má- gica>> de la realidad de un G . Bruno le llcva a postular una de las ideas clave de la teoria clasicista del arte de !à época barroca, cuando indica cómo e! arte, entre las distintas ma- tcrias que emplea, «juzga que es me- jor y más digna aquella que está me- nor sujeta a la corrupción y es más constante y duradera, y de la cual se pueden producir más cosas». Pero, en definitiva, la postura de Bruno es la de concebir la realidad en términos de magia y considerar que el arte es uno de los medias .de acceso a esta real idad. Arte y ciencia aparecen, pues, COIIl.Q ~\iÇêdê~ei1.f'f9- ~r~ôÇJa._- ·.~·[agª~::J~-~gnd,i:~s_ .. 9 ... M.~c:!rig, ·.c:onf1,u1d1tl_a.s1 ... ~s.•9n~LTJ9 .. ~1,1t9.r:iq- mas de u n._ mJ~JllQ . ~~~~J11ª !:!.~ gq~J. ··oesde i.in punto. de vista ideológico, uno de los criterios que seguiremos para diferenciar el arte de la antigua época del de la nueva es el de su au- tonomia con respecto a las especiali- dades pura.mente científicas quedes- de Galileo, pero sobre todo Bacon o Descartes, se independizan de la praxis artística, terminando con. uno de los pilares básicos de la estética dei Renacimiento y de! Manierismo Con Descartes nos encontramos ante una situación paralela a la de G. B. Alberti dos síglos antes. El flo- rentino es e! caso típico del fundador · de una visión radicalmente nueva d e la disciplina artística y su pretensión te deja completamente solo ante la Historia y sus contemporáneos: en 20 los escritos de Alberti encontramos ia base teórica precisa para la unión entre arte y ciencia racional , que sustentará el arte dei Renacimiento. A ello había sucedido en el M anie- rismo la unión entre actividad artís- tica y ciencia «mágica>>, pero el es- quema conceptual venía a ser el mismo. Con Descartes nos volve- mos a encontrar con la figura dei in- telectual solitario -«un homme qui marche seul et dans les tenebres»--, lúcidamente ·refugiado en su yo, y cuya operación teórica consiste en la simétricamente opuesta a Alberti: la separación dei arte y la poesía de lo estrictamente científico: «J'estimait fort l'éloquence, et j'étais amoureux de la poésie; mais je pensais que !'une et l'autre étaient des dons de l'es- prit, plutot quedes frui ts de l'é- tude .» (Discurso dei !vfétodo, Libro /.) La separación cartesiana entre da- nes dei espíricu y Jrutos dei estudio nos puede servir como primer crite- rio ideológico de división entre las dos épocas. Por otra parte, la auto- nomia dei mundo dei sentimiento con respecto ai de la ciencia va a ser una de las claves que nos expliquen la opción que la plástica barroca realiza por un mundo expresivo en e l que encuentran su base todo tipo de sentimientos y emociones. Por lo que respecta al mundo de la imagen religiosa, cuyos caracteres serán analizados en detalle más adelante, estas ideas son especialmente paten- tes. Pero aquí, y como acabamos de ver en relación cGn el problema de la ciencia, las relaciones con la épo- ca anterior vuelven a ser problemá- ticas. Más que en ningún otro aspecto, encontramos las raíces de determi- nadas tendencias ideológicas y art ís- ticas que pasan por b arrocas en el cornplejo mundo dei Cinquecento. 1 ' ·, 1 ' Ello se debe a que el prnblema bási.: co que preocupa ã -las mentes en el cãrribiºõoersigfo·permãnecê- in inu tã:- :~~=-~w~~t~f ~:-~~:~~~~~~r~~~rl·~%~~= ··cfl)asfabien en trado el sig O XVI I ~ Y- aeesfã marfeiã:,.~ias :co:riieii.if:s__emQ- êfoliaTes · y-Cf àsic is tas, q!l~.b-ª1:?..ͪ.n ~.ri : .. ~~~ri:a.d§):~: _c::a1~9·~ _Çii;i<lç_uf ti.xo:·.l'..n.J o_s pnmeros momento.~ .. ç __ ª . ÇO.~,!!!,T1º õüran õfrã. céisãj:Lu:~ .a~c:mtu.at~~-~n. l~ épo~~~-g~~~J!ífu_sc1trr~ . .9_ce..~9~ .. n.í!~.l~s 1~<}g1i/rü'·· ~:!âü~~*itr-s!~i~ifi~; .--·· ·•····• --·········ig __ • ... . ....•..... ··- ,.. • ...... - Ji! . ~L!lt.c;;ii~_rc:imªnª .. ··ªJ~. que_ ~~~-~?~ lante nos refe rire mos. ··· ·· --o e-·esfamaner ·a-:-Ta perv i vencia de 1 sentimentalismo y dei misticismo hasta fe chas muy avanzadas hade ser conside rada como una perviven- c ia del Manier ismo e n pleno sigla xv11. No olvidemos que EI Greco no muere hasta 16 14; que entre las cua- tro tendencias de Wittkower dis tin- gue en la Roma fin isecu lar de Six- to V - las cuatro cla ramente manie- ristas- destaca «el sentimentalismo a lo Correggio» d e Feder íco Barocci y que en lugares como Florencia se detectan corrientes tan deudo ras dei maestro de Parm a como las pe rsoni- ftcadas por Cigoli, Cristofano Allori o Ventura Salimbeni. La prolongac ión e_n.las ... Pr.i !Tl e_ra,s_ décadas·ael siglo ·xv i1 dui.!1.a_i_~.çª Q.e ·ra:· -imagen · -riligía~~Jig~<!ª ·ª- _1;1ri~s -füiú:içiQ..e~:.-~:ii:i91:.í9_n_ªt es _ y _ _i=_~prç_s i v_ªs 'Fiil.qe __ ç;~pl i_c:ª.r.se, .P.Qr ~UQ .•.. no .t~u1to êfosd~ .. !l.!19.!l QI!:.!l.l.!P-~.~!l!9~ .id.~o l ~$ iC:C)~ '<<barrocos», sino más bien como una "é-onfinuãélõn_õé.la·-fo·o-naaê· rflma--: ·.&:~fL~i@~i\.·a~U0iilL~iLS.fü9.1Jg~~Iã..~ ·ros primeros momentos de la. Col)~ 1rarrercfrmi· cãtoTíC::i:· ·i::n ···rêa naacr, "eStã··_p·,:.rmerã .. Imágen ha de pone rse en contacto, como veremos más ade lante , con la literatura espiritual de carácter m ístico tan ílo reciente en Europa -y sobre todo en Espa- na--desde las décadas centrales dei Cinquecento. En un principio se tra- ta de un con cepto de la imagen que b usca profundizar en lo irracional del mito como m áxima expresión dei m ismo, más que una manipula- ción suya con !i ncs pedagógi"Cas·~· ····--- - BM1m t 1: /frpo.111 <'li /<1 l111itl11 " l:·.i:it•tn. Roma. Museo Vati.:ano. La misma pervivencia hasta bien en trado el siglo xv11 de lo q ue se ha denominado corrienle clasicista del Manier ismo es expresivo de lo que venimos comentando. En e lia, el pa- pel de la !glesia y la Contrarreforma aparecen, aun si cabe, con mayor claridad cua ndo asumen la función lingüística dei Clas[cismo arquitec- tónico como expresión del lenguaje oficial de la lgles ia. La prolongación dei despojamiento berreriano en la obra de los Mora en Espana , la im- portan cia de la íigura de Maderno en la Roma de prin cipias de sig lo y !a ob ra de tantos arquitectos ligados a la Compar'iía de Jesús son muy sig- níficatívas ai respecto. Es aho ra cuando las indicaciones de San Car- los Borromeo en orden a una rnayor sim pl ificación y pragmatismo litú r- gico en cl edi !ic io eclesiástico, en- cuentran su adopción defi nitiva. Y 2 1 . ' ' M.-\Dl.R:-..u: lgh•.1iti de .).11/J/1/ .':iu.WllC/. ·Roma. si de este Clasicismo ligad o a la lgle- sià romana pasamos a las derivacio- nes laicas del Clasicismo pa lladian o, nos encontraremos con similares problem as que alcanzan su concre- ción más clara en la Inglaterra de lfügo Jones. Y es que, en definitiva, hay que esperar a los últimos anos dei siglo XV I y los primeros dei .xv 11 para que fn:ct ífiquen las semillas rel igioso- ideológicas sem bradas en p leno sigla xv1. La obra de ün Ignacio de Loyo- la y el Decreto so~re. las imágenes del Concilio de Trento, por poner dos ejemplos entre los más sei'ie.ros, alcanzan su verdadera influencia en estes momentos. La teoria de la ima- gen religiosa que subyace en San Ig- ·nacio no ·es sólo suscep tible de una lecturn barroca -tal co mo veremos más adelante-, sino q ue 1arnbien hemos de ver en ella uno de los más firmes sopo rtes de la imagen mística y sensual, tan apreciada por e l Ma- nierismo tardio de un Barocci o un Cigoli, ya en los um_brales dei Barro- co. 22 eQJ su parte,. eLDe.<:reJo tridenJí110_ de 1 563 alcanzará una d ob le in- 'ffoencia:~_ya _ que-.eLdifigiS-mo . en Jã.: concepción de las imágenes, que ·c:ãrga-~sõ_l!t~: lq~3i_pispCis-ra · respcirisa-_= - IJ!fidad en estos_J~rnã.s~~.cófüie_11 za a. · -rn·an iTesfarse:-aü nq~e . çJ~.JJJJ .~Lm aner.a ·rro- ·ê"Xcesivaí:ri~ó.fa .. ri&i9a.~-ª- .finaies. ~éfêfsiglÕ- x\IJ:i.Pero sólo a pa rtir d~ la -gefferaélc3n d e 1630 puede dec1rse que la prescripción q ue recomienda un sensualismo en la imagen sagrada --<<q ue la divinidad de las figuras pueda ser captada por . los ojos dei cuerpo y cxpresada en colores y fi- guras>>-- empieza a ser tenida en cuenta. En general, puede alirmarse que se atiende más a la conveniencia o m a!dad de la imagen religiosa, que a sus caracteres específicos. _Ç.l._si_ste- m a d.e L<.tirn~g~~ p_~r~.1111si_vi:i: deí_~B§'-r.rõco; sobre todo e n_ l() _que f~~P~<:t~ i " ·1nà""í"ii1 agen 1'eJigiosa, hunde SLIS raÍ- r.·.1 ~'/_(.,._:;< .' ·c:é!i tecíi'ic·as·una ·véz · mas ·en ·e1-crn- - Ciüeêei1fo··ri1ân iú i'sfa·y ·e ri· ?~ . P..ri;i!o!_!- / gacióri - aE 1a:sj:frirnef~s: .décadas.. de,l ' · sígl<i . x\r1·i. ·se.:itímentalisrno y Clasi- "Cisn10, 'forno corrientes bifurcadas de la imagen re l igios~ dei siglo X VI , encuentran su más c lara continua- ción en la centuria siguiente, y sólo la sintesis retó ric?!___y _ ç_s_c~nogf;jfiéii__ç(e -ün .Serriiní --da lugar a la corri ente que denominamos Barroco ya nacia [630. El comp!ejo pape l de mediador q ue e ! Manierismo juega con respec- to al Renacirniento y e! Barroco -que nunca ha de interpretar-se como fase transit iva~ en ningún as- pecto ·apa rece más claro que en lo que se refie re a la teoria de las artes. La enorme importancia que este as- pecto va a tener durante los siglas xv 11 y xv111 será su ficien temente des- tacada a lo largo de este libro. Es ne- cesario comenzar subrayando la enorme can tidad de e lementos de la teoría maníerista presentes en la li - tera tura art ística dei siglo xv 11. De esta mane ra, y a principios de sigla, ' ' :i., l : .. ) !. :.. :. ' ,. i' • ' j las fuentes que los arquitectos euro- peos. y sobre todo i'.a lia;ios •. poseian co m o modelos de insp1rac1on eran los escritos de a rquitect os tan carac- terísticamente ma n ieristas como Pa- lladio o Vignola. La aceptacipn ~el modelo teórico de uno u otro es dis- t in ta según los l ugar es y los intere- ses que se manifiestan en Europa. EI Clasicismv problemático. heterodo- xo l ', en cierta manera, laico del ve- neciano goza de una gran acepta- ciôn funda menta lmente en Inglate- r ra, ~ través de la obra de lí1 igo Jo- nes, quien realiza una lect_u:a en cla- ve racionalista y maternat1ca ·de la obra de A. Pa ll adio. Sum merson ha serialado cômo en 1614, Jones. de viaje por Venecia, a i sub rayar de modo especial un pasaje de Plut<irco en e l que se realiza una analogia ~n tre música y medicina no hace s~i:i o subrayar la idea de que la perfecc1on se consiguc aboliendo los tonas agu - dos y los bajos; es decir, que. Ia. ar- monía es el resultado de la el1mma- ción de los cont rastes y de la perfec- la regulaciôn 'de !_os distintos módu- los matemáticos. En la lngbterra laica de Jacobo 1, la idea de que «la poesia a ntigua y la arquitcctu ra ~nti gua req uieren, para ~u excelencia , ~I mismo éxtasis crcat1vo y la armonia de las p roporciones» encuentra su base teóíica en los escritos y en la obra de A . Pai ladio y en su prolon- gación académica en los escrito~ de Srnmo:: :: i. cuya ldl!a de la arq111tec- tw'a 1111i1•c'r.rn/ había aparecido en 16 15 . Y en el amb ien te dcl Vallado- 1 id cortesano de las prirncras déca- das dei sigla x v11 , si bien carente del rigor de la r nglaterra jacobca, la figu- ra de Palladio adquiere gra n re le- va nc ia en los c írculos post - herrerianos. No olvidemos que la primca traducción espanola de Pa- lladi o aparece en 1625, cuando Franc isco de Praves tradw:e su Tcr- cer Libra, dedicado a los Caminvs. Puertas y Bast/icas. De igua.l munem, e l Clasicismo red11c1Vr de Vignola está presente en las distintas experiencias de los ar- quitectos europeos de princípios dei siglo .'\\' l i. que cni:ontrnron c:n sus F1c\\ L 111u,11 1 1>1 S1,:-..11u1 '" . ln1·.1 t1 "' de arc111í1n·wrn. Cinco Ret:los e! tratado más prácti- co y de más fácil <i p l}cación. a la hora de conseguir unos electos directos de simplicidad arquitectônica. Ello _es espec ialme nce paten te en Espana, doncle en 1633, FrayLorenzo de San N icolás resume en su tratado A r le J' Uso de la A rquirecrura no pocas de las experiencias de los discípu los de Herre ra, q ue marcaron la tónica d_e !<1 urq u iteclu rn en el re inado de Fe li- pe 111: «Hasta aquí se nos ha ido en tratar de Aritmética. y en algu- nos té rminos ele Geometria. va- liéndomc el p rimero de Euc li- . des, así de su g p r in cipias como d e los demás de su libro, nece- sario al arquitecto ... Y para su declaración es b ien sepas, que toda p la nta se planta en ângu- los rectos, aunque a lgunas se 23 usan redondas y de diferentes figuras: mas la más fuerte es la que es causada en ángulos rec- tos ... Y ante todas cosas harás sobre una Iínea ciertos tarna- fíos, como mejor te pareciere; llamados por Vitrubio módu- los, y por nosotros comúnmen- te pistipe, govierno que ha de ser de todó el edificio debuxa- do.» De igual manera, las primeras dé~ cadas dei. sig_lo XV!f contemplan to- davia distintas prolongaciones de Ias ideas naturalistas acerca del arte y de la arquitectura, tan en boga en el Manierismo cinquecentesco de cufio serliano o ·alessiano. El complejo munao de~orativo y constructivo dei arquitecto boJoiiéS, O. ias decora- ciones genovesàs de Galeazzo Ales- si, puede decirse que encuentran su d'esarrollo en el Norte de Europa en estas primeros rriomentos de la nue- va:_centuria. ·La arquitectura de los Países Bajos; ·[a obra de De Key o de De Keyser, la obra teórica de Vrede- man de Vries, arrancan de las más complejas elaboraciones del Manie- rismo norte-italiano de la segunda tnitao del siglo xv1. No olvidemos que ·et impacto producido en Ru- bens por la obra de Galeazzo Alessi éri Génova te llevará a imprimir un libro ton grabados sobre la Strada Nuo'\ia: y que las cbnstrucciones en el jardín de su casa en Amberes son détidàras dCl sistema decorativo del üithnd: Maniêôsn'io. En fechas tan a:vânzadas·ctimt> los anos sesenta dei siglo xvu, estas ideas naturalistas acerca de la aTquitectura llevarán a Fray Juan Rizzi a hablar de un «or- den pintoresco»; pero, en general, puede alirmarse que, ai igual que sólo con la generación de Bemíni · puede hablarse de un sentido barro- co de la imagen, el.cornplejo proble- ma de unas n uevas ·relaciones entre Naturaleza Y. arquitectura no será resuelto en clave . barroca hasta las 24 aportaciones fundamentales de Le Nôtre y el C!ai;icismo francés, cuan- do se sustituyan las nociones de azar y capricho por las de regia ymedida. La misma oscilación entre fideli- dad a ideas de procedencia cinque- centista y la paulatina aparición de una nueva sistemática de la imagen, puede_ detectarse entre los primeros tratadistas «barrocos» de la pintura; el caso de los espafioles Pacheco y Carducho puede considerarse ejem- plar. El prirnero·de ellos es claro ex- ponente de estas vacilaciones: su obra se basa en la admiración a Mi- guel Ange\ -pues no en vano entre sus principales fucntes teóricas está n los escritos de Vasari-, y en la pro- longación de la teoria manierista del concepto idea-di.bujo. Lo mismo su- cede en Carducho, dei que Francisco Calvo ha seiialado su «excesivo ple- ga~iento a los criterios dei gusto va- sanano», a la vez que continúa las ideas de Lomazzo y Zuccaro. De la perv_ivencia de la tradición cinquc- centista como elemento operativo en la teoría de las primeras décadas dei sigla xv11 son buen ejemplo las p_alabras que usa Pacheco para refe- nrse a un tema que, en los mismos a ii.os, Caravaggio había usado tan dramáticamente. Nos referimos ai tema de la luz: el tratadista sevilla- no, que debía tener a la vista las pri- meras obras de Velázquez, cuando trata el problema se remite a la tra- dicióo del sigla a nterior: «En la cual observacióri de los . diversos efectos que hace la luz con ·los colores fueron excelen- tes Rafael de Urbino, Leonardo d~ Yinci, Antonio Correggio y T1z1ano, los cuales con tanta arte y prudencía: imitaron la luz y los colores, que sus figUtilS pa- recen antes naturales que artifi- ciales.» EI cúmulo de problemas científi- cos, religiosos y de teoría artística que hemos seíialado nos conduce a una primera conclusión: las prime- ras manifeslaciones dei Barroco que se producen en las décadas iniciales dei sigla xv11 -Rubens, Aníba l Ca- rracci , Caravaggio-- tienen lugar en un contexto general manierista, que ya está empezando a hacer crisis y a s~r discutido internamente, dei que solo algunos rasgos, y no los predo~ minantes, pueden considerarse ba- rrocos: todavia no han aparecido en su plenitud [os elementos que van a configurar la plástica dei Barroco, es decir, un nuevo sentido dei C/asicis- mo, de la teatralidad, de la retórica y 'de la fÍf!!_ZÚq. -p-erõ~sin ernõãrgó,- la obra pione ra de los tres personajes citados va a poner las bases de un nuevo sentido dei a rte que se exten- derá por Europa durante los siglos XV II y XVlll. Todos estos problemas han de in- sertarse dentro de una sociedad que, como decíamos a i principio, había dejado de ser uniforme. Mientras que determin ados mecenas prolon- gaban un sentido aún manierista de su poder, otros planteaban toda una nueva gama de alternativas que exi- gía unas nuevas respuestas que po- drán ser calificadas corno barrocas. Es en esta pluralidad de exigencias en las que se apoyarán los distintos art istas y lo que explica la diversidad fingiiistica dei momento. Desde el punto de vista profano y cortesano, la prolongación de las Cortes manieristas que seguían e! modelo mediceo exp lica la existen- cia de artistas como Giambologna, 1. Jones o J. Ca!lot. La corte de Rodol- fo II en Praga continúa ofreciendo sus sofisticados productos; e n Ingla- terra, I. Jones no es sólo e! primer form ulador dei Clasicismo inglés de cufio palladiano, sino e1 verdade ro «régisseu r» de las fies tas de la Cort t:: para las que diseiia figurin es, deco- rados, etc. , y la Florencia de i sigla XVII continúa el desarrollo de todo ; . : i. ' ' un sentido manierista de la fiesta y el teatro dei que habremos de ocupar- nos más adelante y que encuentra en J. Callot su mejor testigo. EI tipo de artista cortesano, cuyo prototipo ha- bía sido Buontalenti, no desaparece con el sigla. Lo mismo sucede con el en cargo religioso. AJ igual que EI Greco vive retirado en Toledo, en contacto con un est recho mundo de religiosos e intelectuales, F. Barocci plantea su meditación rel igiosa en la pequena Urbino, lejos dei mundo romano o florentino, produciendo sus obras «alegres y devotas» al decir de la Reina de Espana, situadas como afirmó un contemporáneo ai con- templar su Cruci}ixión de la catedral de Génova, «fra silenzio e rneravi- glia». Pero la sociedad de la Contrarre- forma es múltiple y variada. Y junto a este tipo de comitentes comienzan a surgir nuevas dases de mecenas. La aristocracia romana ha de verse reflejada en las cul tas imágenes de Anibal Carracci, que fundarásu pin- tu ra sob re la base y e l estudio erudi- to de la tradición clasicista. Rec ien- temente se ha llamado la atención acerca de la modemídad de la cultu- ra que se respiraba en los círculos dei cardenal Dei Monte, para los que trabajaba Caravnggio en su eta- pa romana; por su parte, las Co rtes cu.ropeas habrán de basar el presti- gio dei Estado abso luto en u na nue- va imagen retór ica o clasicista y será necesaria la aparic ión de un Rubens o de un Le Brun . verdaderos prototi- pas dei nuevo a rtista ba rroco. Dei p rimero son s uficientemente expre- sivas las pai abras de Bellori: . i ! 1 (< ••• Costumi e doti dí questo maes tro, il qua l e certamen te piú di ogni altro moderno no- biltó il pcn cllo. Erano in !u i modi gravi ed accortí, e ru egli saggio quanto cíascuno de i suo 25 . \ tempo, godendo !e sue doti na- turali di bontá e di prudenza af- finata con l'uso de'grandi e ne- lle corti: onde non fu pittore al- cuno a 'nostri giomi che con maggior decoro usasse !'arte ne IJ'cslimazione.»C.\V . .\LL ERO 1YA1tl'l:--IO: fl!mac11/ada. Ma- drid. Academia de San Fernando. Frente a ellos, la experiencia vital de los últimos anos de Caravaggio supone el rechazo dei mundo oficial, desde una perspectiva violenta y dramática, mientras que la adopción por Bernini dei modelo de artista propuesto por Rubens da paso a un modelo que ya se puede calificar de «barroco». Sólo en este contexto de corrientes eritremezclf!(j ~~·-·y:: -~.n- ~ ~r_cgr~_J:ljfícff:.. ·menfê -vemos surgi~ nuevas t_~!lc,le~-~ ·eras ·encuenfràn--setjfüicf_ -y· ex.plica.:-- ci~n- l~s obra~.:~ori0-apL1_est~s -~e _C!':- 26 ravaggio y Anibal Carracci, que fue- ron vistas por sus contemporâneos como e! inicio de un nuevo senti- miento de la imagen. Nadie mcjor que G. B. Bellori, desde e! punto pri- vilegiado que supone la publicación de sus Vidas en 16 72 ~ supo ver lo que habia supuesto la obra de estas pintores en la Roma de fines dei si- gla XVI y principias de! xv11. En el esquema de Bellori, la p intura había culminado en el siglo anterior con la figura de Rafael. Pero a partir de él había comenzado una angustiosa de- cadencia, ya que los artistas habían abandonado el estudio de la Natura- f eza y habían viciado el arte con la «maniera», apoyada en la mera prác- tica y no en la imitación; esta «ma- niera» se extendió por Florencia y Roma e·incluso Venecia, lugar don- de más que en ningún otro «duró la pittura». Hasta aquí, explica Bellori. llegó la situación de decadencia de la pintura italiana; es entonces cuando c l tratadista destaca a cinco pintores que, al margen de su va loración esté- tica, constituían las tendencias fun- damentales dei arte dei momento: por un lado, los coloristas, Rubens y Barocci, por otro, Caravaggio «tutto soggetto ai natura le», el Cavallero d'Arpino, que «non riguardava pun- to a! naturale» y cl, para Bellori, sal- vador de! arte, Anibai'Carracci. Todavia hoy sorprende la lucidez de Bellori en el diagnóstico de la si- tuación de la pintura a princípios de! siglo XVII, y es por ello por lo que la habrernos de utilizar corno punto de partida. Mientras que Barocci y el Cavallero d'Arpin-o representan la continuidad manierista, los o tros tres, colocados en postura abierta- mente polémica con los restos de «maniera», personiftcan el comien- zo de las tres vertientes por las que discurrirá el arte de los siglas xv11 y XV1J1: el realismo de Caravaggio, el clasicísrno de Aníbal Carraci y el sentido decorativista de Rubens. Las j ~ 1 t res tendencias coetáneas a la últi- ma etapa del Manieri~O:º• en me9io de su s eno rmes opos1c1ones y dife- rencias, tienen en común los rasgos que hemos sena l~d.o como ~arroco~: u n sen tidp_d1:µm9 11cg._ e!??º' 1__v_q!._1~e_LQ::. í'·ico:--leaíral___ y __ anJklmt.íffro .de _ ){1 ··;magfá,_ciue desarrollarán d~ mu,Y "d ive rsas maneras, y que const1tt!y~n las d is tin tas -~lti::.rnati v.a.S. JQ_r:mªJe_~_ d~ Janueva_ép_9~?:: . • Destacândose de un contexto ma- nierista, no es extraiio que abunden los rasgos formalistas en estas tres hombres. Los anos iniciales de Ru- bens -recordemos que nace· en J 5 77- son inseparables de un cen- tro manierista de la importancia de Arnberes; de igual forma. g ran pa:te de las obras de Caravaggio son in - comprensibles sin tener en cuenta el B.-\llOCTI: A m111ciaciá11. C 1\RAVAGGIO: Cristo en Emazis. Milán. Pi- nacoteca Brera. ambiente lombardo en que se formó e incluso sugerencias rnigue langeles- cas; y ya sei'ialaremos e\ carácter v~ riado de la formación de la teona clasicista de! arte en Anibal. Pero ~n los t res p rima , sobre trn;Jo. el amp.l!o desarrol lo de una teo na - ta rnb1en el la de ra-igambre manierista- que ~s fundamental en e\ Barroco: la teoria de {as e:\}Jresiones o a_/ê11i. que, apar- te de form u laciones más o menos científicas. fue determinada en c lave irónica po r La Bruyere: <(Los rasgos revelan el carácter y las costumbres; pero en la ca ra se nota la situac~ón económica, los más o menos miles de renta se llevan escritos en el ros- tro)}. E! mismo autor nos da la clave dei asunto. pues, s in abandonar la teoría aristotél ica de !a mimesis por lo que a su concepto de a rtis~a se re- tie re dice: «Un pintor que pinta det natu~al fuerza y acentúa una pasión, una actitud». No otra cosa ll ic ieron , cn los comienzos dei Barroco , Cara- vaggio, Rubens o Aníbal Carracci. 27 '@ETORICA, TEATRALIDAD y LOS PROBL~MAS DEL REALISMO Y CLASICI~MO BARROCOS Planteado el problema de las rela- ciones entre el finde las expériencias manieristas y el comienzo de la nue- va época fucra de los tópicos de las secuencias cronológicas lineales, centraremos nuestro estudio en la dclirrtitación precisa de la~ cuestio- rrcs Iíngüísticas tal como se plantea- ban a p rincipios dei sigla XVII por los artistas que comenzaban a for- mular una nueva poética ajena a las sofisticaciones dei último Manieris- mo. Como hemos visto en el anterior epígrafe, d!!§.9& .frn~~~-1$<.L,~~&!~ -~~'0. pueden detectarse rnd1c1os de una ... ~~~~~~ªc~~r~~~ªf~~14f~ 'cnas'~m uy-·i?os~Q.t.~§::~nít~P.9~~~ifüi~ ·"IfüOfa[éil. .s<:ntido.unifiirme de díêha : e:titilirà. --Erecfívã-rrü!iúe;-- sí~h-ãsfa~ ~ fõ30 la -éultura y el arte barrocos no · adquicren caracteres orgánicos en los países europeos, si podemos se- fialar la obra de artistas pioneros que sientan las bases de la nueva cultura. Nos referimos a las aportaciones de Rubens, Caravaggio, Aníbal Carrac- ci o Made rno; quienes, entre otros , han de verse como los formuladores iniciales de la poética barroca en lo que ésta tiene de polémica antima- nierista, pues en e llos a parecen ya de manera clara las distintas tendencias y alternativas que van a con figurar plásticamente la Europa de los siglas XVll y parte de l XVIII. En su estudio sobre el problema dei realismo en la poética de Cara- vaggio, Argan opone las obras dei artista lombardo a las de sus con- temporáneos, los hennanos Carrac- ci, indicando cómo, rechazando am- 28 bos e l precepto manierista, Caravag- gio propone como elemento de re- flexión artística el mero dato, mien- tras que los bolêine-ses .. vüelven a plantear como tema de su trabajo la inteligencia directa de los hechos históricos. Para Argan, Caravaggio ignora o refuta la norma, y con ella la autoridad de la Historia; esta era la opinión de la mayor parte de los contemporáneos dei pintor Vicenzo Giustiniani in dicaba cómo para Ca- ravaggio tan importante era . haccr un cuadro de flores como o tro de fi- guras, y Francesco Scanelli escribe en l657, en II i\1'icrocosmo della Pit- tura, cómo las obras dei pintor eran una «straordinaria e veramente sin- golare "'ímmhazione dei . vero>>: con gfan füerza y re1reve;-perÕ-.. que ca re- cían de los fu ndamentos de la pintu- ra: «buon d isegno», «bella idea>>, «grazia», «decoro», «architettura» y «prospettiva>>, senta ndo así las bases de la definitiva descalificación bello- riana. De todas maneras, la afirmación de Argan acerca dei rechazo radical de la Historia por parte de Caravag- gio ha de ser ampliamente matizada. Su pintura no es un caso aislado en la Europa de fin es dei siglo xv1, que ex.perimentaba en ciertos aspectos de la imagen p lástica una recupera- ción dei naturalisrffo , ya en las pro- vincias del Norte, ya en la misma Italia a través de los Bassano o de fa escuela de Lombardia . Friedlãnder ha demostrado suficientemente cómo el sentido naturalista y claros- curista de Caravaggio procede de ho mbres como Savoldo, Cerano, Morazzone o Procaccino, cuyo de- S.-\VOL DO: San ,\./a /1111. Nueva York. Me- lropolitan Museuoi. nom.inador común es su antipatia hacia los principios dei Manierísmo. Por otra parte, el problema d el realismo, tal como lo plantea Cara- vaggio, se inserta , a diferencia de los pintores antes mencionados, dentro de una nueva manera de observar la rea l ida d. §_~_pj,Q.t!l!!=!. .~S. ,.Uil.<l;--n;ll~.lí.i,QJJ. ~C$_!:.Ç~~~~- J.ª_S_~pi_~Jb.)fü_(a._~(~~:- -~- .<!Íf!.. ·cõm9_ó_[R@Q.~«.~ .~'-i:_~!A_r;____._,.,,que se tra- CfUCên · en un realismo distinto ai planteado por la escucla lombarda, pues es el resultado plástico de las especulaciones racionales y fil osófi- cas que tenían lugar en los círculos eruditos dei cardena l Dei Monte en Roma, donde encontraban protec- c ión no só lo pintores como Caravag- gio, sino c ie ntíficos como el mismo G a lileo; desde es te punto de vista, Ferdinando Bologna ha puesto de relieve recientemente la importan- cia de este círculo in telectual como medida de explicación dei fenómeno dei realismo caravaggiesco. El pintor, a partir sobre todo de su estancia en Roma, y fundamental- mente en sus últimas obras napolita- nas y mesinesas , inserta, de manera polémica, su modo natural istà y su pecu liar sentido de la íl um inación dentro de las coordenadas barrocas ... ; . rY de 1a'k;eiQili{fiíiiea1calidad Lo que realmente tnÕ à-süs-·ca'i-üi::mporá- neos no fue, por tanto, la decidida opción caravaggiesca por el «dipin- gere al naturale», sino la invasión de unos campos intelectuales que, como los de la retórica y la teatrali- dad, estaban dominados por las poé- ticas c lasicistas. I,._~ .• Qb.rª-_de Caraxagg{ç_,_C,Qnst'ittiía ~ JE.~_r-~~~101..Jaib..~rlr) gi3_,4~.La pot:f1ca anstote 1ca, ...... e . a_ .. QJIDl~ qTíé"nabía: êxpe-rímentado una n,-:va- . loriiãciôn ·a: partir de. la segunda mi- t~9_--_a:~! sigio xvr, . y que en e! XVII · const1tuye una de las bases funda- . mentales de las teorias estéticas que vieron en su retórica uno de sus más '; firmes puntales. (DL~.SJa .manera., ·Aristóteles y Cicerón se.çonv.ierten e2!J.C!§.-~-u~QJ.e_s_. _ffi~-<;:.ܪdos .. por. los tratadistas deL_sjg_!9_2$XJ r. B ia lostoc ki liaº'resumiaô-el problema con certe- ras palabras: «La retórica mezcla lo verdadero con lo probable; ambos aspectos pueden convertirse en un medi o para convencer ai espectador. De ahí procede e! ilusionismo, la técnica, alcanzando un efecto y una impresión subjetiva de la real idad. El aspecto teatral dei Barroco tam- bíén se basa en esta; tanto el teatro como las artes plásticas, la literatura y la vida oficial están sometidos al mismo principio de la ilusión y dei cori vénCim ien to». . ..... -Fren te a i sentido de lo patético propuesto por Caravaggío, la obra inicial de Rubens se constituye como una tem prana reílexión acerca de las propiedades de persitasión de la alegoria. Edu cado en el rico am- biente dei Fla ndes finisecu la r, sus primeras obras son deudoras dei mundo manierista ílamenco. del que su maestro Van Venius era uno de los más característicos representan- tes. Un cuadro co mo la Ale~ort'a de las seducciones de la juvenwd. e n el que la crítica nota las-intervenciones dei joven Rubens , es buen ej emplo 29 ·' de ellc. E! inicio de la transforma-- ción de Rubens hay que situaria en su primer viaje a Jtalia, centrado en su colaboracíón con la Corte d ucal de Mantua. Como veremos más ade- Jante, el cono-cimiento directo de la obra de Tiziano y de J ulio Romano causó una profunda impresión en el pintor, pero el impacto de Caravag- gio fue igualmente .importante en su fo rmación; a su vuelta a Flandes rea- liza una interpretación libre de El Entierm de Crislo, de Caravaggio --que entonces se encontraba en la Chíesa Nuova, para la que el mismo Rubens realizá varias lienzo~, en la que abandona ciertas exageradas actitudes de la obra original Otra prueba dei interés de Rubens por la obra de Caravaggio es la adquisición que, para los Duques de Mantua, realizá dei importante cuadro La Virgen dei Rosario, significativa elección de u na de las más teatralcs .y retóricas obras dei maestro lom- barda. · 30 El sentido persuasivo que Rubens com1cnza a desa rrollar se basa en un concep-to de la alegoría opuesto a las complicaciones y sutilezas intelec- tual istas del Manierismo. Se trata de alegorias directas, basadas en trasp o- siciones literales de los temas de la fábula, ya sea religiosa o mitológica, de im pacto di recto sobre el especta- do r iniciado y servidas con medio~ técnicos p ropiamente barrocos: la e.xv.r.e:sió-n... dxam.á.tiç·ª--Y,~ :it::.n~i_!;>J_!!-âê los «afetti». La teoria dei decoro que~'comasenalaremos-masaãeTan:: te, es uno de los componentes esen- ciales del fen guaje realista del Barro- co, se extiende ahora incluso al mundo de los afecfos. EI preceptista espafiol Luis Alfonso de Carballo, en su Cisne de Apolo, dice en 1602: «EI {decoro) de los alTectos, lcómo se guarda? Teniendo atención a la persona, si está puesta en cólera, si triste, si alegre, si enamorado, si te- meroso, y si con esperança, confor- me el affecto .que tuviere, aplicar los ·' 1 ~ dichos y hechos». Esta preocupa- cí_ón poria ex.presión -éfe iãs pasiones y ?ft:~-~2.sJ: µ.m.a.IJ Q§, y_9~ S_IJ inserción en una historia verosímil . . const it1,1ye !à"â f.iõfíáci·ó_n ~sencial de R ul;>ei:is en los-·p'rímé"ros afios .. del Barroco, en üna lecc i()n sín la cua 1 no pqde_~nos enten-êler en absoluto l~ ?Paríción , hacia ' 163_0, de Bemini y el modelo tífban o y cultural de la Roma Tri11mphans. Pero la complejidad de las co- rrientes antiman ieristas que comen- zaban a agitar la Europa de los pri- meros anos dei sigla x v 11, y q ue ya estaban encont rando en Rom a . su centro fundamental de gravedad, no se agotan en el sentido retóri co y pa- tét ico de Rubens o Caravaggio. Re- pitiendo - si bien con un con te nido ya di ferente- la_oposicíón cinque- centista entre corrientes emocion a- les y c lasicistas, el C/asicismo ·va :i ser igua lmente uno de los modelos formales favo ritos dei Barroco. Ln Roma de !inales dei sig lo xv1 y prin- cipios dei .x v 11 contem pla la apari- ción de figuras como Mademo o Anibal Carracci, cuya obra, sobre todo por lo que afecta a este ú ltimo. fue vista por sus con tempo rán eos --como ya hemos dícho-- como una propuesta de carácter tan anti- mani crista como l a de i m ismo Cara- vaggio. Para un crít ico co mo el ya citado V. Giustiniani, el mérito dei c lasicista Guida Reni, los Carracci o de Caravaggio es haber unido el «di- p ingere dí maniera, e con l'esempio davanti dei natura lc». Como decímos, tanto Aníbal Ca- racci y sus segu ido res -Do- menichino , F. Alhani. Guido Reni- como el a rquitecto Maderno plantean una alternativa a la imagen patética _del naturalismo ca ravag- giesco. en base a un sentido clásico de la figura, la historia o los órdenes arquitectónicos. La tàchada de la iglesia de Santa Susana, de Mader- no , construi da entre 1597 y 1603 , y : 1 co n razón considerada como la p ri- mera obra dei Ba rroco romano , no es otra cosa que la ordl'nación c!as i- ' ' ÍSJa dei si.\'tem a de órdenes l'itru - 1·iano, en una progresión ascenden te hacia e! cj imax de la puerta; como ha sefialado Wilrkower. la portada se basa e n una concentración casi matemática de vanos hacia el cen- tro . A l igual que en Sa 111 'A ndrf!a de- i/a Val/r! o en la fac hada de San P e- dro dei Vt1ticanv, los elementos per- suasivos y retóricos se basan no en e l ·dramat is mo , sino en la clarificación de las relaciones cspacíales en t re e l espectador. e l ambiente urbano y la p ropia fachada, que se percibe co mo el elemento relevan te de la cal le o plaza. C.: .\R \\ '' .1.in /:'11 111·1·1·,, c1 .. e 'r11w. Roma . Muscos Vat icanos. Las mismas ideas podrían decirse de Aniba l Carracci. F rente a i com- · plicado sentido de la c.:o mpos íc ió n manierista. sus obras se rem iten a los ordenados conjun tos dei Clasi- císm o. De cl lo son buen ejem plo 31 obras tan tempranas como La Vir- gen entre San Juan y Santa Catali- na, de la Pinacoteca de Bolonia ( 1593), donde retoma los sistemas de las complicadas torsiones de las figuras. No es casual este recurso a las obras teóricas de uno de los for- muladores dei Clasicismo renacen- tista, ya que efconcepfo-Cfe-Tmagen ·-·· ·----· --·---·- -·--·----,-····--A.--··r.-·-r-··:o;---~~~.9-~~9-11_~- l?.!.9-P~!l.~-•. --~~~--§..~?· ··~~ Elª-~~~!l .. _~1)..Ê-..J.W-ª.&.íW •. Ulle..{!_çJy_q __ _ctY.~ ~_i:i __ e!_.r~.f:_IJISQ __ a .. Jo_.propiarnente . ..J::i- .2!.fJ.l..J,.a pintura de Aníbal y la ar- quitectura de Mademo se dirigen a un público iniciado.en Ia compren- sión de complicadas alegorías y, so- bre todo, en la belleza de lo aparen- temente simp!e, o, como dice Bello- ri, en la muda elocuencia de los co- lores y las formas, que .no permane- ce só lo en los ojos, sino que se difun- de en la mente para la contempla- ción. · Lo mismo sucede con la amplia pléyade de seguidores de Aníbal que; en ü.n período relativamente corto, decoraran en amplios ciclos de pinturas y frescos las iglesias y palacios romanos. En Domenich i- IJ.o..,c...funcesco A 1 bafü,Guerêln cr· o Guido Reiii--eiicõ-T1frimoslá prolón- gâCíoii ·mas perféda··delsistema·fór- roaiclítA:iiíbal: ·ra maiiifestacióri" de u11)riüiído ·eri el. que los afectos y la·s AN!BA.l. CM~RACCI: Virgen entre Son Jrian y Santa Cataii11 a. Bolonia. Pinacoteca. pasiones son perfectamente domina- bles a través de un uso implacable de compositivos triangulares cinque- la regulaCión compositiva. Frente ai centistas de Rafael, Tiziano o Fra capricho manierista y ai ·desborda- Bartolomeo. E1 impacto dei mundo miento rubensiano, obras como L a rornano le hace introducir elemen- m atanza de los inocentes, de Gui- tas de mayor dramatismo, si bien do Rcni, pueden considerarse corria dentro siempre dei respeto a este es- ".t::!c1!r~'.rc:i~.Pi:trndjgmas .deJ Ç l_asicis- 1 querna fundamental, corno es patcn- mo ba rroco: Ias actitudes pateh cas . te en su A.n m ción de la capilla Cera- ct·e lo s petsõnajes se someten a un si en, la iglbsia de Santa Maria dei juego geométrico de carácter perfec- Popo/o, fechad~~r.!..JJi.Q.l.: .. ~········· :· ··T to, que permite una lectura de la : --Estê-S'e-rití'êfõ racionalizaêfor de la l obra en clave racionalista , pasando ):~~ífü~T@~~f!li.-.tª~)"i:i~a-~_ê~ba~:s1~r- ' por en~ima incluso d~l pate tis mo y , tam ente en el ,gslitroildiiJaJigw;ÇJ.~en,_ dramatismo de las act1tudes. --~lJiiti.[iliieliiq,;~fEn·rã- expo:S!cion· · ae El distinto uso que de la teatra li- / / una de las -partes de la obra funda- dad y la retó rica realizan los formu- ·:.,- ~ · - mental de Anibal Carracci -los !adores dei nuevo sistema visual ba- frescos de la Galería Farnesio-, Be- rroco no pueden considerar se, sin llori recurre a una cita dei mismo emba rgo, que surjan «ex no vo» con Leonardo para explicar la presenc ia respecto a la época anterior. Es m á s, 32 ! i. l l l ' l ! 1 A N tllAL CARR,, t-CI: A.rnnci1J11. Dtesde. Gema!dega lcrie . 33 Gt.:IDO REM: La Maw11:a de /11s !11oce11- les. Bolonia . Pinacoteca. a partir del siglo xv11 , y quizá hasta el momento de la aparición de las vanguardias en nuestro sigla , es cuando se elabora e l mito del Cin - quecento como mito dei C lasicismo renacentista y cuando el propio de-. veni r artístico de épocas anteriores se convierte en factor operante de las fonnas artísticas. Pues no sólo son los Carracci, y especialmente An i- bal, qui enes encuentran su fuente de inspiración en el mundo · dei sigla xv1; el propio Caravaggio, que fun- daba si.t poética en un acercamiento dramático a la realidad, no tuvo re- paro en inspirarse en a lgunas de sus obras en modelos tomados directa- mente de Miguel Angel o Ra fael. Su San J uan Baiais ta o su Amor Vic- tvrioso se inspiran en m odelos mi- guelangelescos, mientras que la pri- mera versión dei San lvfateo para la iglesia de San Luis de los Franceses recoge modelos de Campagnola, Pe- terzano y, sobre todo, dei Júpiter y 34 Cupidv de Rafael y de! San Mateo de Rom anino. De igual manera, anos más tarde, Rembrandt, el pin- tor holandés que podemos conside- rar como e! segundo definidor de las poéticas a n ticlásicas dei Barroco, encontrará --co m o ha demostrado K. Clark- en el Renacimiento ita- liano una de sus principalés fuentes de inspiración . . EI formulador de la poética dei sentimiento barroco que igualmente expone su propuesta en los primeros anos dei sigla, y cuya obra no deja rá de influir en toda la época. ;; iendo c,,R,\VAt;till): .':)c111 Juan 80111i.lw. Roma. G a leria Doria- Pamphili. uno de sus fac tores decisivos, e! fla- m enco P . P . Rubens, mantiene de igual manera complejas y constantes relaciones con la época anterior. Más que desde e! punto de v ista dei préstamo iconográfico, J-ª. _Jpspira- ción ill!C Rubens encuentra en· "êl ~i!(éf.~1 .~~·l i;fü · ?C°';·i ·e~ :-a.~. ·1:XúiI.~T~r.1~ç_-· ]1!J:9 y__e_modqnal. 'E:n él está presente ·ia 'Jección de i a rte veneciano, y ya indicamos e n o tro lugar cómo una •! f ' . .. ; _ ; . :' '' G . RoM .. ,s1s o: San .\fll1<•1J. Brcscia. lglcsia de San Juan Bautis ta. de las polémicas esenciales que reco- rrían la teoria artís tica de 1 sigla xv r era la oposi ción dei m odelo llo renti- no -b.~satjg en el cÕné.C'Pfõ"frlielec- n:iãl dibujo-idea- y el .v.eneciano - a·poyàdÓ en la· prima~ia emocional dêt"écifor..:.... La opción de Rubens po r Venêc ia - y fu ndamcn ta lincnte por Tiziano-- es uno de los hechos cla- ves pa ra la h istoria de! arte europeo dei siglo xv11 , que verá reproducirse , como est udia remos más ade lante, en las discusiones de la A cadem ia fran- cesa, la ya v ieja querel la ent re los partida rios dei d ibujo y los co loris- ~ : . ~:- tas; y e! partavoz de estos ú ltimos, Reger de Pil es, encontrará en la ~1bra de Rubens su rnejo r punto de apoyo. Rubens entrá en contacto con la pintura veneciana a través de su s , ·iajes a Italia y a Espana. ,E.D. _ç llos e~l\.!.dió_J~~-rn!~s;c.iooes de los .Du- q pes de M.a.ntua. y l a .oeJ Rey d!! E~ panà- y' êop ió varias obras de.Tiz..ía- no :En fa éiú dad ducal debió sentirse im prcsionado por las obras de J u li o Romano para e ! Palaz.=o dei Té. Ya Bellori notá cómo a lgunas de sus primeras obras romanas, concre ta- mente las rea liÚ das para la Chil!sa .V1w1·a. estaban «eseguite con l'in- 1cnzíone di Pao lo Yeronese» y. más C \I( .\\ \( •• •l \l .'>'u11 .l!tl/('11. R.oma. !gksia de San Luís de los Franceses. adelantc, vuelve a notar córno_lfl. h- bertad de colorido dei maestro· fla- n~en.co· ·5e· d ebe ai estudio de Ti- . ziano, Paolo Vúóncsc y T intcretto. .-~ .... ' .. .. .. . . 35 Como decimos, la inspiración en la Venec ia dei Cinquecento es de tipo técnico -u11 d eterminado uso dei oolor-~ pero también lo es de tipo emo- cional: e! sentido transgresor de la Nawraleza v de la Historia. que y a sefialarnos en otro ·lugar como carac- terístico de T iziano, se desarrolla y se· Jleva a la culrninación en la poética barroca de P. Pablo Rubens. Que este sentido transgresor y an- tklásico rubensiano tiene sus raíces en et mundo de la antigüedad nada lo demuestra mejor que su colec- ción artística y su morada en Ambe- res. Bellori la descríbe asi: «Había reunido mármoles y estatuas que lle- vó e hízo conducir de Roma con tod a clase de a ntigüedades, meda- llas, ca mafeos, ta lias, gemas y meta- les; y fabricá en ~u casa de Amberes una estancia redonda con un solo ojo en la cima, e n similitud de la Ro- tonda de Roma por la perfección de la luz igual, con otras diversas curio- sidades peregrinas. Recogió tambié n muchos libras y adomó la cámara en parte con cuadros origina1es suyos y en parte de copias de su mano hechas en Venecia y en Ma- drid de Tiziano , de Paolo Veronese y de o tros pintores excelentes». · Pero, sin duda alguna, el pintor en el que cobran mayor importancia las relaciones coo el Cinquecento es Aníbal Carracci. Desde Malvasía, y aun con anterioridad, hasta nuestros días, Anibal ha sido considerado como el máximo formulador de la teoria pictórica dei eclecticismo, tér- mino que conlleva casi siemprc una consideración peyorativa. A partir de los fundamentales estudios de Denis Mahon sabemos que el edecticismo surge en la doctrina artísticaya en el siglo xv1 con los escritos de L. Dol- _cc, Armenini y Lomazzo, y fue apli- cado, ya en la centuria siguiente, a las pinturas de Anibal Carracci. Pero la comprensión de un estilo como el de Aníbal, basado funda- 36 men talmente en el estudio de los maestros dei Clasicismo cinquecen- tista, ha de verse en sus justos térm i- nos como la ptimera r~flexión cons- ciente acerca de la historia de la pro- pia pintura, de man era que ella mis- ma s irve para formular una poética personal. Benevolo ·ha visto con lu- cidez el problema; ai separarse el concepto de ciencia moderna de la actividad artística -corno ya dijí- mos en el epígrafe anterior- queda- ban dos vias de salida a la crisis: la búsqueda de una realidad emotiva (Caravaggio) o la búsqueda intelec- tual de una ídea basada en la propia historia artística. Textualmente, dice Benevolo: «La cultura artística responde de dos maneras a esta si- tuación: acentuando su formalismo interior y atribuyendo a sus regias históricas un valor convencional, in- discutible, o bien renunciando a es- tas regias y trasladando su campo de acci ón de la esfera intelectua l a la es- fera sentimental y emotiva». De esta manera, los viajes de Aní- bal por la península italiana se con- vierten en un peregrinar en b usca de una verdad que ya sólo es posib le encontrar en la propia pintura. EI estudio de !a obra de Correggio en Parma es decisivo tanto para ét como para el arte barroco: su emo- cionalismo y su pictoricismo queda- rán para siempre en su obra. Sues- tancia en Venecia no lo es menos, «Quivi egli --dice Bellori- connobe Paolo Veronese ancor vivo, Tinto- retto e'l Bassano, in casa dei qualc egli restó ingannato piacevolmente, distendando la mano per pigliare un libro, che era dipinto». Su definitivo asentamiento en Roma le hace co- nocer obras como el Laocoonle y las de Miguel Angel, sin cuya bóveda de la Sixtina no comprenderíamos los frescos dei Palacio Farnesio. De esta forma, Miguel Angel, Correggio y Venecia, es decir, tres de los ej es fundam entales en torno a los que As11J . .\L C,\RRAn'I: J ·en11s r .-lcle111is. Madrid. Museo dei Prudo. había girado el arte dei Cinqueccn- to, sirvieron de base histórica para formular el Clasicismo barroco. Ya en l 620, Manzini, en sus Conside- raciones acerca de la Pintura, nota- ba cómo la propuesta fu nda men ta l de este C lasicis mo, es decir , la un ión de la grazia con la ex.presión de los afeccos y el basarse en la Naturaleza, pero recogiendo lo más be llo de ésta, en cuentra su mejor apoyo eu la his- toria de la pintura, concre tamente en Rafael y en la escuela de Lornbar- día. Dei posterior desarrollo de estas ideas en tomo a Poussin y el Clasi- cisrno francés nos ocu pa remos más adelante, ya que se trata de un pro- blema diferente. 37 : ; 3 EL NUEVO SENTIDO DE LA ALEGORIA Y DE LA HISTORIA Como ya hemos indicado, la im- portancia que la poética de Aristóte- _I~ habia adquirido desde la segunda mitad del siglo xvi está en la base de la teoria del arte oafrõco:-·ne--í!:í"ilT --------···-·.••-'··•· ---· '·" . . ··-··· ·-·-- -··-· ··· ·- g manera sabemos que autores como Bialostocki encuentran en la in- fluencia de las teorias dei realismo aristotélico e! máximo punto de uni- ficación de las distintas alternativas de la imagen barroca. Punto de par- tida en nuestra consideración acerca dei nuevo sentido de la Historia y la alegoría a principias dei sigla xv11, unas palabras de Luis Alfonso de Carballo en su Cisne de Apolo ad- quieren un valor ejemplar. Para este autor, el fin de la Historia - <<maestra de la vida, presidente de la memoria, embaxadora de la anti- güedad>>-- es ser IP.stímonio de la ::r.ff1. ªª ::1. _g~J.ª_n.1_f11~-ºa9-y· recô-ídã10: no de los buenos hechos y actos vi r- tuosos. Este sentido verosímil y mo- ral de la Historia es e! que había ido perdiéndose a lo largo dei sigla xv1, ya que e! arte manierista concebía la Historia como alegoría de los hechos y la alegoría como momento culmi- nante de la Historia. Un pintor como Federico Zuccaro. a] presentar- nos de manera di rec ta, simple y ve- rosím ti, un mundo en esencia no r~al,. como era el de la alegoria, in- sistia, contemporáneamente a Cara- vaggio y a Anibal Carrací, en la presentación natural ista, no de la p ro pia Historia, sino dei abstracto concepto de la idea. No es por el!o de extraiiar que ante el verdadero manifiesto que constituían las pintu- ras caravaggiescas de San L1lis de los Franceses. se limitara a exc lamar, 38 «Che rumore e·questo? ... io non ci vedo altro che il pensiero di Gior- gione nella tavola dei Santo». La poética de lo verosímil se pro- fundiza en Caravaggio en una idea de la Historia, en la cual lo· que pri- ma sobre todo son los da1os de Ta realidad. Es precisamente este ate- nerse a los datas concretos lo que no fue com prendido por sus contempo- ráneos; uno de los primeros escrito- res que estudiaron ai lombarda, Giulio Mancíni, fue muy claro ai respecto: para Mancini, la técnica luminosa y el realismo de la escuela de Caravaggio son aptos para hacer bien una figura sola, pero fa lla en l a composición de conjunto y en la ex- pl icación de los efectos pues éstos de- pende más de la imaginaL'ión que de la mera ohsf'rvación. De esta manera es im.posible meter en una estancia una mu!titud de hombres que repre- sentan la historia con la luz de una sola ventana, pues faltan a las figuras las e uai idades de «mottO>>, (<afetti» y «grazia». El atenerse a los datos de la reali- dad, punto de fricción dei naturalis- mo con la crítica c!asicista dei sigla xv11, y que, según e!Ja, invalida el valor de la composición, no fue, como es bicn sabido, la base de Ja teoria estética de la escuela bolofíe- sa . Uno de los "hechos que Be!lori alaba en !as pinturas de Aníbal es !a rPd11ccion a un instante de los distin- tos elementos de la fábul a. La afirma- ción se desarrolla dentro de la idea cuyo desarrollo estudiaremos má~ adelante, de la comparación entre P?esía y pintura: «Sin embargo, los pintores necesitan servirse de! ana- A:--. 111-\1. C\IU<.A( < 1. fiL:J'l' r1 /cs entrl' e/ n d11 .t' lu 1·ir111d. Roma. Camerin o Farnesc, cronismo, o de la redacción de las acciones y varias tiem pos a un pun- to o a una ojeada de la fábu la, para hacer entender, med iante e! calor. en un instante, aquello que es fácil al poeta mediante la narracción, de tal manera el artífice se convierte en inventor. .. ». Es p rec isa m ente esta idea de la 11nidad de acción que Bellori a laba- b a en Rafael y en A níbal Carracci lo que la crítica clasicista echaba en fa lta en Caravaggio . Pero desde nuestro punto de v ista, superando la manera de ver de esta tendencia crí- tica, hemos de observar cómo el sen- tido barroco de la llnidad narralirn está de igua l manera p resente en Aníbal y en Caravaggio, en oposíción ambos a l !Tagmentarismo visual típi- co de! Manierismo. Las pal abras an- teriormente transcritas se referían ai famoso Camerino dei palacio Farne- sio, obra de Aníbal Carracci. En éste, los temas rep resen tados eran Hércu- les en la encruc(jada. Ht!rc11fes soste- niendo e! mundo, V/ises liberador, la M r!dusa castigada ... , y todos ellos obedecen a un sent ido unítar io cuyo fin didác tico era ensal zar la virtud y vituperar el vicio. Para e llo, Anibal usó de las alegorias inspi rán dose en las fáb ulas de los poetas -ins- pi ración literaria- de tres maneras: parangonando la virtud con e! vi- cio -Hércules en {a Pllcrucijada-. proponirndo !os bienes de la vi rtud - R eposo de Hérc11/e. 1·~. mostrando los danos dei vicio - La Medusa-. Corno vemos, n o sólo se t rata de una inspiración en una r eali dad !itera ri a; sin o que la alego ria adquiere tam- bi én un sentido intelectual y basado en la cornparación de d iversos con- ceptos ideológicos en orden a la con- secución de una idea fina l de ti po m oral. Surge de esta ma nera la idea del pinror- liieraw. p rolongandoun co ncepto de la figura de i artista que ya había ve nido desarro llándose du- rante el sigla anterio r. La 11 11 ic!ad narrat iva a la q ue ven i- 39 mos· refiriéndonos la encontramos igualmente en la obra de Caravag- gio·. A- tat efecto, podemos comparar Ias pinturas de San Luis de los Fran- ceses con las Historias de la voca- ción de San Mateo, con el ya citado Camerino Farnese. En las pinturas de Ia· iglesia romana, la unidad con- ceptual que resulta dei ciclo -la exaltació'n de la virtud del santo-no deriva de una inspiración !iteraria e intelectual, sino de la consideración, como ha indicado Argan, dei pro- blema de la realidad de la Historia como evento o acontecimiento. El mismo autor ha sdialado cómo para CARAVAGGJO: Vocación dl! Sun- .'i.fateo. Roma. San Luis de los Franceses. Caravaggio, el sentido de la Historia consiste en un encuentro directo con la realidad sin la interposición de sistemas de conocimiento y de re- presentación: para Caravaggio, la realidad de la poesía es algo mediato y rechazable, mientras que la de la pintura es directa y presente. 40 De esta manera, los medios técni- cos de la pintura caravaggiesca, es decir, el atenerse a los datas de la realidad, e! uso selectivo e interpre- tativo de la luz natural, y el drama- tismo de actítudes caracteriZádas, re- saltado por un concepto de ilumina- ción que superaba e! uso meramente formal que de él hacía .la escuela lom- barda, se convierten en los métodos ideales para conseguir esa unidad y claridad de acción que exigía la poé- tica barroca: e! acontecimiento con- creto -recordemos e! gesto de Cristo senalando a San Mateo, subrayado dramáticamente por e! rayo de luz- pasa a adquirir un significado deva- lor emocional , pues es el símbolo de la Humanidad llamada por Cristo a su servicio. · En el campo de la ·arquitectura, frente ai fragmentarismo espacial y decorativo que proponía cierta ar- quitectura manierista, .la ••. o.bra .de Mª-demq, Ricch~I1.9 y la .<:l.~ l .. m.isrno Mansart insi"Ste"-en un ·$entido unita- rl"õ-qüê.prefúct"íã-·1as grandes síntesjs de Béroini o Borrómini. De igual manéra: ·· e! genÓvés Ba11olomeo Bianca sintetiza en e l edificio de la Urzíversidad de Génova (1630) las aportaciones de G. Alessi y Rocco Lurago a la tipologia de edificio ge- novés. Como ha senalado R. Witt- kower, el edificio supone la unifi ca- ción dei vestíbulo y el patio, situa- dos a· diferentes niveles, de manera que «el espectador es llevado fácil- mente de nível en nivel, cuatro en total», lográndose así, como en la pintura de los maestros de la prime- ra gene_ración, el mismo sentido de unidad y claridad que venimos defi- niendo como Barroco. Volviendo ai ya citado Luis Al- fonso de Carballo y a su Cisne de Apolo, nos detendremos en la si- guiente a firmación: «Puede el Poeta en la Historia traer exemplos, com- paraciones, y semejanças de cosas fabulosas, como aplicar la ficción de , •. 1 í B. BIANCO: Fatio de la Un i\•ersidad. Géno- va. lcaro y Faeton y otr.as semejantes ai propósito de lo que se va d iciendo ... Todos los cuales fingimientos son lí- citos y muy convenientes ai officio dei poeta, ni perjudican a la verdad, ni la oscurecen, antes la aclaran y adoman ... Esto es que los Poetas a las cosas sobredichas aõadieron cier- to color, no por perjudicar, sino por ado mar». EI uso de lo fabuloso como media retórico y mancra de hacer más ex- plícita la alegoria entra dentro de los tópicos de las poéticas aristotélicas ya desde el sigla xvr. Es en este mo- mento cuando T. Tasso, en sus dis- cursos sobre el arte poético, defiende conceptos como lo sublime o lo pe- regrino. para explicar lo heroico. El peligro de oscuridad que estas ideas conllevan ha de esquivarse cuidado- samente por cuanto en lo heroico se pretende, además de la magnificen- cia, la claridad. Las ideas a las que nos venimos refiriendo, fabuloso, sublime, pere- grino, heroico, magnificencia .. ., que han de ser explicitadas de manera clara y precisa, están en la base no sólo de los grandes ciclos plásticos que preparaban la Roma Triumphans -Anibal Carracci en el Palacio Farnesio, Guercino en e! Casino Ludovisi, Guido Reni en el Quiri- nal. G. Lanfranco en el Casino Borghese--. sino en la precoz obra de Pedro Pablo Rubens. Quizá sea más en él que en la escuela clasicista romana donde el sentido de la His- toria y de la alegoria adquiera ese tono de sublimidad heroica a través dei uso verosímil de las fábulas cris- tianas y paganas, que se pene ai ser- vicio de las C ortes del absolutismo e.amo mejor expresión plástica de su pode"río. ANIRAL CARRACl."I: Dibujo pam fos/rescos dei Palacio Farnese. Es Rubens quien lleva a la perfec- ción un sistema de scmejanzas, com- paraciones y ejem pios -reco rdemos 4[ \ . . , ·, ? ~ I cicl.os como la Galeria M edici o ale- .godas como El Jardin dei Amor- que, al poner en paralelo hechos de la Historia contemporánea con la fábu- la antigua, desarrolla ahora un senti- do retórico, celebrativo e impositivo, en una idea de la alegoria ya presente en el Manierismo. Se trata de un sis- tema escuro para los no iniciados, pero de fácil comprensión para eru- ditos e intelectuales, que encuentra su base en los libras de mitología tan en boga en esta época. De esta mane- ra, la pintura de Rubens, Van Dyck y sus seguidores, que encontrará su prolongación dieciochesca en la obra de G. B. Tiépolo, ha de leerse con rio de la alegoria y de la Historia, he- mos de seiíalar su modemidad en e! sentido exquisitamente sensual, a la vez que científico, que adquiere su uso de la visión. La pintura de Ru- bens, la arquitectura de Mademo, la obra de Caravaggio y Aníbal Carrac- ci cs ante todo una experiencia vi- sual. La importancia que el coloris- mo veneciano tiene en Rubens y Anibal ya ha sido destacada, aJ igual que el estudio intelectual que este ·último realiza en ténninos de expe- riencia visual acerca de las propie- dades de la propia pintura. Por lo que respecta a Caravaggio, F. Bolog- na, en un esclarecedor ensayo, ha in- G. R1i1'ó1: La rl urvra. Roma. Casino Rospigliosi. prefer.encia en clave iconológica, precisamente en la forma en que fra- casa todo intento --como ha seõala- do Brandi- de interpretar la pintura de Caravaggio. lQué es lo que, en definitiva, hace modernos a estos hombres, los dife- rencia de sus contemporáneos ma- nieristas y los convierte en maestros de un nuevo sentir plástico? Además de este sentido emocional, retórico y expresivo, y de este cancepto unita- 42 dicado la importancia que e l ajo como órgano de visión tiene en su opra, ai destacar la naturaleza esen- cialmente óptica de su pintura. El círculo de intelectua1es romanos que le protegieron, es decir, la casa dei cardenal Dei Monte, era frecuenta- do por los máximos representantes der pensamiento experimental, des- de Tomasse Campanella a Galileo Galilei. El mismo autor insiste en el hechó de que Çaravaggio no fue in- '- ~ •. ! • 1 ~ '. .1 1 ~ • 1 ,: ~ ' ~ fluido por estos hombres, pero sí que su obra, y sus intenciones se encua- dran en la perspectiva de esta rama del pensamiento moderno que basa- ba el saber científico y la observacíón directa: de la Naturaleza en la prima- ·cía_ de la experiencia, Y. de una expe- riencia, en el caso dei pintor, de t ipo visual. Con ello se daria paso a los grandes máe:Stiôs de IÍl. generación posforíor, R e mbrandt, Poussin, Ve- lázquez, que hicieron dei ojo el órga- n·o· fundamenta l de su cu ltura y de su experiencia p ictórica. R usE:-is: E/jardín <frl Amor. Madrid. M usco dei Prado. 43 (t} APARICION DE LOS NUEVOS TEMAS Y LAS ALTERNATIVAS DELAIMAGEN RELIGIOSA E! nuevo lenguaje que comenzaba a plantearse en la Europa de co- mienzos dei siglo XVII, y que aparece centrado fundamentalmente en Ro- ma, com.J2?rtaba la formulación de un nuevo coàígõTínit.fí~JIÇQ:YJãTa~ã · ae ir1"serta-r-unos"mievos temas a tra: -vês ae- Jareriõvacfon-icõnogfállca-Ciue
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