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12 Fernando_Tcheca_Cremades_Jose_Miguel_Turina_-_El_Barroco

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ELBARROCO 
Fernando Checa Crernades 
José Miguel Morán Tuiina 
ISTMO [><l 
Serie dirigida por Victor Nieto Alcaide 
©Fernando Checa Cremades, José Miguel Morán Tu1ina, 2001 
© Ediciones Istmo, S. A., 2001 
para todos los países de habla hispana 
Sector Foresta, 1 · 
28760 Tres Cantos 
Madrid - Espafia 
Tel.: 91 806 19 96 
Fax: 91 803 40 28 
Disefío de cubierta: 
Scrgio Ramirez 
ISBN : 84-7090-109-S"(Obra Completa) 
ISBN: 84-7090-122-2 (El Barroco) 
Depósito legi'll.: TO- 14~6- 2001 
Irnpresi.ón: 
Gráficas Baroa, S. L., Yuucos (Toledo) 
Impreso en Espaiia I Printed in Spain 
Reservados todos los de(echos. De acuerdo a lo dispuesto en el 
artículo 270 del Código Penal, podrán ser castigados con penas 
de multa y privación de libertad quienes reproduzcan o plagien, 
en todo o en parte, una obra literaria, artística o científica, fijada 
en cualquier tipo de soporte, sin la preceptiva autorización. 
ÍNDICE 
INTRODUCCIÓN .... . . . ...................... _. . . [ 1 
I. LA CRISIS DEL MANIERISMO Y LA 
FORMULACION DE UN NUEVO LEN -
G UAJE .... . ... .. ...... . ... . .......... . 
1. El problema de las relac iones entre 
Manierisrno y Barroco . . . ... .. ..... . 
2 . Retórica, teatralidad y los probl emas 
del realismo y clasicismo barrocos _ .. . 
3 . El nuevo sentido de la a lcgoría y de la 
historia ..... . . . . .. ... ...... . .... . . 
4 . La aparición de los nuevos temas y las 
alternativas de la imagen rel igiosa 
5. La formulación de un nuevo ma rco para 
la vida cor1esana: e l palacio y los temas 
profanos a comienzos de l siglo xv11 . . . . . 
6. El fin del coleccionismo ec lécti co y e! 
nuevo papel del mecenas . . . . ..... . . . 
7. Lo lúdico y lo solemne: la fiesta y el 
jardín a comienzos del siglo XVII 
II. TEORIA DEL AR TE BARROCO .. .. . . . 
1. El conílic to en tre estructura y decora-
ción y la iàca dei espacio en e l Barroco 
· 15 
17 
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52 
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6 5 
73 
7 5 
7 
~~~; .. 
2. La polémica dibujo..:color y su significa-
do en el Barroco ......... : . .... . .. . 
3. El problema del lenguaje y la discusión 
entorno a los modelos ............. . 
4. Ut pictura poesis . . ................. . 
5. Artificiosa natura: la imagen barroca de 
la naturaleza ..... . ................ . i9 . . . II. L MUNDO DE LA CORTE .......... . 
. \ e ["~ i~~ti t.ud ~e l. prí~ci P"_ ha~t~ la'. .Bellas 
~ L:' La cmdad y la capital ..... .... .. . .. . 
/'/ )\ -1;-l: . ~~;'~~oc~~.~~~ d~~~~~;i:.;,;, . : .: : : : : : : : : 
~ 5. EI ~scenano del poder: el Jardm ..... . 
. 6. La 1magen del rey . ................. . 
IV. EL AR TE DE LA IGLESIA 
r1 /t) Teoría de la imagen religiosa ....... . 
11 / 2 L . fi . Jv' . a nueva _1conogra ia .. : ............ . 
y\ 01_ 3. El lenguaJe del arte rehg10so ........ . \ 'K 4. El sentido barroco de la muerte . . ... . 
5. La iglesia, escenario del mil agro .... . . 
6. La santificación de la ciudad ........ . 
V . EL ENTORNO A RISTOCRA TICO Y 
96 
106 
1 l 7 
125 
133 
135 
144 
162 
174 
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211 
222 
234 
244 
2 52 
264 
BURGUES ........ . .... . .... . . '. _. . . . . . . 283 
l. El entorno y la imagen de la aristocra-
cia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 285 
2. Filosofia, economía y naturaleza: visio-
nes romana y ílamenca dei paisaje . ·. . . 294 
3. La irnagen de la burguesía . . . . . . . . . . . 302 
4. Burguesía y religión . . . . . . . . . . . . . .. . . 314 
8 
. r·· e 
Vl. CR~SIS p:~ VN LE'N.G UAJE ...... ' .. . . . 
r rJ 1.(ifad -·~is~~-ª.iór(~~- torno a ta arquilectura 
\ · barroca ... . .............. . ....... . 
-~ , 2. . Ir,nágenes para el finde una sociedad .. 
- \ 3 .,,.. .. ·En los orígenes dei mundo burgués ... 
· 4".. EI sentido de lo teatral, de Juvarra a Pi-
3!9 
321 
33 l 
341 
ranesi . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 346 
APÉNDICE BrBLIOGRÁF1CO - .. . . . .... .. . .. . ... .. . 
1. La fortuna del Barroco ............. . ...... . 
2. Fuentes .. . . .. .. .. . . ... . ............. . . . . . 
3. Bibliografia de Arte Ba rroco ............... . 
A) Obras generales ........ . . . ... . ....... . 
B) La crisis dei Manierismo y la formulación 
de un nuevo lenguaje ... . ......... . .... . .. . 
C) Teoría del Arte Barroco .......... ... .. . 
D) El mundo de la Corte ..... . .... . ...... . 
E) El arte de la Iglesia ............ . .... .. . . 
F) E I entorno aristocrático y burgués ...... . 
G) Crisis de un lenguaje ................ . . . 
I N OICE ONOMÁSTICO ...... - . . ......... . ... .. . . 
{ ' : ' 
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9 
.i.,( W.é'M,J..C( (!..cA 
~ W b' u,y-5 0t_ ~ ... ..., ~; ~<>1..1ACV:; .--L oZc._ 
.À \rÔ ti.A. t-~ d-AJ -"lJ.L·~ ">-(AJ·-:r:x M..O 
. ' . 
Jean Jacques Rousseau u t ilizaba la palabra barroco para de notar algo 
confuso --en su caso la música-. y por una extraiia paradoja el têrm ino. a 
fuerza de ser usado con connotaciones distin tas. y aun opuestas, acabó por 
ser tan vago que no ha faltado qui en haya propuesto su sustitucíón por 
uno nuevo que se refiriera univocamente a aquel período concreto de la 
historia europea. 
La historiografia resulta sumamente instructiva para ver cómo gran par-
te de las dificultades y ambigüedades de la palabra no provienen sólo dei 
abuso semántico que se ha hecho de ella durante el úl t imo s iglo. sino que 
en gran parte derivan de la manera en que el Barroco empezó a valorarne 
com o esti lo artístico. Y es que. en un principio, tanto cuando la palabra 
fue utili zada por la crítica ilustrada y racionalista contra los excesos y las 
«extravagancias» artísticas de los s iglas xv11 y xv11 1. como cuando este arte 
empezó a ser valorado bajo una nueva luz a princípios de siglo , fue em-
pleada siempre por oposición a otro concepto. lo clás ico. sinóni mo de or-
den, claridad y mesura. 
Implantado indiscu tiblemente a ní vel formal como estilo original y di !e-
renciado con valor propio, quedaba planteada una cuestión que ha sido el 
caballo de bata ll a de no pocas polémicas --en tre las más im portantes y fa-
mosas, la sostenida e ntre Weisbach y Pevsne r, en los anos veinle- . y que 
no e ra o tra que la de do tar de un contenido preciso a aquellas formas y re-
ducirlas a unidad den tro de un cuadro genera l de mayor ampl itud; unidad, 
sin embargo, que las enormes diferencias pol íticas . sociales y religiosas que 
separaban a la Europa dei sig la xv!l.desdc la Roma T riurnpha ns de Bcrnini 
a la Francia de Versalles y ai a rte burgu ês y protestante de los Países Bajos. 
no hacían otra cosa que dific ultar. 
Pero los problemas que p la ntea el conseguir una explicación unívoca y 
satisfactoria dei fenómeno barroco, no radican únicamente e n la variedad 
y riqueza de si tuaciones nac ion ales particulares, sino en el caracter prob le-
mático que suponen sus límites cronológicos. Por dela nte, pese a que G ur-
li tt en su Gesdzid1te eles Bamk-S1 ii11 ltalien, de · 180 7. habia situado ·un 
período intermedio entre el Renacirnienlo y el Barroco. Wolffiin y · W,eis~ 
bach -por poner dos de los ejemplos m ás destacados de! com ienio d.e là 
historiografia dei Barroco-- lo ignorem sis temáticamcn·te, considerando 
como barrocos l o~ Jardines de la vi.lia d ' Este y a·a rti stascomo eL Greco, Ba-
rocci o Sodoma Si.n .embargo,"y pese a que·aétualmentc e l papel· mediador · 
dei Manicrismo está firmemente·: establecido .. los linderos· que lo separan· 
dei Aa rroco siguen siendo ,sumamente ·tenues e.-indefinidos. ·.tan to por la 
convención h istoriográfica de .q uerer hacer co in cid ir el co m ienzo dei Ba-
rroco con e l de i siglo xv 11 . como .por el profundo cn ra izam iento q ue ,' como 
pretendemos destaca r en las páginas que sigue n, tos momentos in iciales dei 
Barroco van a tener en el C inqueccnto: el,valor de l.a colección, las.relacio~ 
nes entre arte y ciencia, naturaleza y a rtificio o al ternati vas emoc ional y 
clasicista respccto a i problema de la imagen, que no se empieza n a clarifi-
car hastael advenirn iento de la denominada generación barroca , serán 
puntos esenciales e n nuestro estud io dei problema. Y de esta ma nera desta-
camos el . papel jugado. por determinadas .a rtistas i. círculos l inleh:ctuales 
-Rubens;. Mademo. el Ca rdc nal dei Monte. y Cara vaggi o. los .Famesio y 
An íba l Caracci- en cl deba te artíst ico de la Roma de fines dei sigla :xv1 y 
princípios dei xv 11 . como los formulado res de una nueva poética . que se 
destacaba sobre los residuos del formalismo rnanierista: su postura novedo-
. ·, . ~ 
sa ante los viejos problemas nos permite considera rios como los pion eros 
de un nuevo lenguaje. · 
La misma dificultad que existe para fijar los limites iniciales del Barroco 
se man.tiene para establecer su liqui dac ión. Y no sólo porque la crítica 
ilustrada de la segunda m itad dei sigla xv1 11 metiera en un mismo saco ai 
Barroco y ai Rococó, sino porque, si. como queremos poner de· manifiesto. 
el Barroco, lejos de ser. un lenguaje unitario. encierra una plura·Jidad de al·-
ternativas y modelos. éstas se multiplican a lo largo del sigla xv111 en un 
amplio aban ico de posibilidades. que van desde el desarrollo lógico de 
princípios establecídos en el sigla anterior, a su contestación radical, par~ 
tiendo de idénticos supuestos. En este sentido.- pueden considerarse para-
digmáticos el jardín paisajístico inglés, la ob ra de Vanbrugh o el palladia-
nismo de Lord Burlington o William Kent, con cl que abre Kauffman su 
Arq11itC'tl11m de' !ti !111srraciú11. 
Se ha intentado huir. como decimos, de un a definición unívoca dei Ba-
rroco, para incidir en el caracter com plejo de su lenguaje. Desde este pun-
to de vista, el arte de.los siglas xv11 y xv111. que genéricamente englobamos , 
bajo el epígrafe de «Barroco», heredero dei criticismo manierista hacia el 
modelo clásico. se nos aparece como un fenómeno plural en una Europa 
que, como decimos en el texto, había dejado de ser un itaria~~ \ 
~ - · ·· ·. ,~~Ji2 :. · "mmli~~~'\. \ 
s por ello que.junto ai estudio de las alternativas visuales que configu-
ran cl mundo de las Cortes. el de la lglesia. el de la aristocracia y el de la 
burguesia. se inserta en un capítulo anterior los hilos conductores que con-
!iguran l.a trama dei lenguaje artístico barroco: las discusiones entre la pri-
mada dei dibujo o dei colar. entre la estructura y la decoración. la expe-
r~encia barroca dei p<1isaje y la naturalcza y su heterodoxo uso de la histo-
ria. 
\ 
De esta manera, y como ya hab ía sucedido en el manierismo. el tema 
dei Barroco no será otro que el de las discusiones en torno ai mode lo clási-
co, concebido desde los más diversos puntos de vista. Paradigma de perfec-
ción absoluta -A. Sacchi. Poussin, Bellori- . emblema nacional ista dei 
poder -Academia Francesa. Versalles, Luís XlV-. o tema para ser con-
testado desde distintas angu laciones ... : y asl, como en cl siglo :-:vr. el gótico 
volverán a emp!earse como instrumento crítico y termómetro de una sensi-
blidad: Borromini, Gu arini en ltali a. Santin Aichel y ciertos arquitectos 
centroeuropeos. Ch. Wren, en Inglaterra. 
Asi. concibiendo e l Barroco como una experiencia en torno ai Clasicis- \ 
mo. dei que se destacan ahora sus posibilidades emocionales. comunicat i-
vas, su~sorias y demostrntivas. se supernrán las mecánicas antinomias de \ 
la crítica formalist a y el lenguaje artístico de una época recupera toda su 1 
fasc inante. y a ratos contradictoria. COf[lplejidad. / 
Madrid. abril de 1982. 
14 
i \ 
LA CRISIS D1EL 
MANIERISl\liO 
I 
Y LA FORIVIU LACION 
DEUN NUEVO 
LENGUAJE 
!(TI . . . . 
-fiL PROBLEMA DE LAS RELACIONES 
ENTRE MANIERISMO Y BARROCO 
Una convención historiográfica. 
que más bien habría que calificar de 
prejuiéio, insiste en destacar la fecha 
de 1600 como momento clave en el 
que en toda Europa, y sobre todo en 
Italia, se dan por ten11in adas las ex-
periencias manieristas -que en esta 
concepción se contemplan como 
subproducto dei Renacim iento-- y 
comienza una visión de la realidad 
que ha dado en llainarse «barroca». 
De esta manera, un libro, por otrn 
parte tan importa nte, como el de 
Wittkower inicia su estudio dei Ba-
rroco italia no insertando un «perío-
do de t ransición» ai que no duda en 
l!amar, siguiendo un esquema bioló-
gico, «Barroco temprano», coo una 
confusa y s ignifi cativa a malga ma de 
fechas: mientras que en e! prirncr ca-
pítulo inserta las de l 585- l 62 I , en 
su interior aparecen las de l 563 (úl-
tima sesíón dei Conci lio de Trento), 
1548 (aprobación por Paulo Ili de 
los l:.jercicios Espiriruales. de San 
Jgm1cio de Loyola), y citas de trata-
dos dei Cinquccento, como el de Pa-
leott i, Gílio de Fabriano o Gregorio 
Comanin i. 
Todos estas acontecim ientos, su-
cecficto~ a-parfü de la segunda mitád 
der siglo XV I, van a configurar Una ·n-uêva sítüãC:ión, y no sci-n -otra-coS<\ 
·que -ras ... màn ifes taClónes -m âs-·daras 
-··ae···ia.s--êõ'rr.ienteii " emociona les y· d a-
-sidstas eO: }gino_ ~L prpt;ile!!Ja 9e la 
-imãgeri religiosa, dualidad ya plan-
·· 1eadã .. desde_et .firLdeLClàsiEísmo ·~ 
-p·rrncii)!Os-de! Çinq ueccnt_o y que no 
van a en-contrar su fin hasta e l adve-
·n. imlenfo de la prin:itÚ'.a gen eración 
·vêrdaderamen te .. barroca en 16 30. 
-s6·1;; u-n estud io ordenado y analitico 
• ' • o ! :- 1 ' 
C:·\\',\l.l.Ulll lJ'Akl'l :".llc Pr,•11du11ic111u. 
Roma. Gal leria Borghese. 
de estos problemas lingüísticos e 
ideológicos va a ayudarnos a com-
prender las profundas raíces que el 
mom ento cultural dei Barroco tiene 
en el Cinquecento. 
Estamos real mente en estas últi-
mos anos dei sigla XVI y los primeros 
veinticinco o trein ta dei xv11 ante un 
momento de verdadera efervescen-
cia cultural y art ística, y todo inten-
to de reduc ir los acontecimíenlos-a 
üií st'fr1(f<:J.õJl:i3_1!·~1 y a Úiter.ios de evo.: 
·1uC1on biológica de las formas cae en . efrnas rotünâo- frac-ãso~-EFnaturãlis­
T8.Caravaiúiio (15 73- 1610) na suce-
de cronológicamente ai manierista 
Cavalier d'Arpino (1588-1640), ni 
su pintura «realista» es respuesta su-
cesiva ai sensual ismo de Barocci 
( 1528-16 12). De la varieda d de ten-
( 7 
í : i 
Ro1;Ío1t 1' rLL' DO; Dt• .\"cuurae Si1i1ia. Fron-
tispicio. 
tlentias de este momento puede ser 
igualmente expresivo que el pintor y 
tratadista Francisco Pacheco, pro-
longador en J 63 3 de la teoria de la 
ídea-dibujo manierista, coloque en-
tre sus pintores favoritos a Rubens, 
e1 mâs conspícua representante en 
el Barroco de la línea dei colorismo 
veneciano. Nos encontramos más 
bien en un momento en el que la 
pl11mlidad de tendencias contra-
piiestas es el rasgo más car acterístico 
y cuya corn plejidad ha de estudiarse 
en a te nc ión a los distintos interesc:; 
guebu111an-en uria sociédàd qué ha-
-b_íadej~d6 de ser.i.mifom1e. Sólo sera 
hacia 1630 çu.a.ndo d pariórarri.a se 
clanlique- y se imparigàri unãs't:en ~ -
dencias determinadas, que podamos 
càlificãr de-bãh·ocás: - · - - - -- - -- -
- ~l!_i'ã :~qüé~_isfo~=suceda -habr.án -de 
cam'pifl.r rnµl~.itJ1d d.e aspectos .. cu ltu: __ 
rales e ideológicos en Euro_~i;_. _ _Q_uiz.á 
~ - ·· - - . . . -· -- --- ---- -· ·--
IR 
_e_l_ITli?_ import_<inte sça el __ dela idea 
de la ciencia, es dccir, la oph-Hón'que· 
·acerc-âê:lê"Jãs relaciones con la Natu-
raleza se tenía en los siglas XVI y 
xvn. En realidad, hasta avanzado el 
siglo xv11, las relaciones dei hombre 
con su entorno no van a alcanzar el 
grado suficiente de objetívación y 
raci onalización que nos permita 
hablar de ciencia moderna en e! sen-
tido estricto del término, pues, du-
rante gran parte dei Seicento, el con-
cepto de ciencia, tal como se practi-
caba a fines dei sigla xv1 en lugares 
tan carncterísticos como Flore ncia, 
Praga o EI Escorial, sigue estando 
presente en gran parte de los centros 
culturates europeos y la rnnjilsión 
entre \•isión científica y"};/.ffvn ártTsTi~ 
-(Y.J.--de7cí realidad, tema de clara rai-
-g~mbre ?ef?.aEentista, es a_úri patente 
f;J_I __ _çiertos lugares de Europa; en1624, Salomon de Caus pubiica su 
conocido tratado Les raisons de les 
For(' f!S A1ouvantes, con una visión de 
la Naturaleza y la mecánica en clave 
científica, pero de una ciencia enten-
dida en Sl!1llido lúdico y aje na a todo 
pragmatismo_ En realidad, se trataba 
de la descripción y estudio de uno de 
los lugares «maravillosos» por exce-
lencia dei Manierismo: la villa medi-
cea de Pratotino, en Florencia. D e 
16 l 8 es e l De Nau1rae Sim ia. publi-
cado en Frankfurt pàr .R. Fludd, y 
cuya portada consti tuye todo un es" 
quema de una división de las ciencias 
ajena a toda modernidad. Este rnn-
cepw mágico de la realidad. de clara 
raigambre manierista, y a lejado de !a 
nueva metodologia científica, se pro-
longa inclusive en la segunda mitad 
dei sigla en los escritos dei jesuíta A t -
hanasi us Kircher, a los que habre-
mos de referimos repetidas veces a lo 
largo de este libro. Todo e tlo explica 
la prolongación de!· a rte naturalista 
dei Manierism o florentin o ya entra-
do e l sigla xv11 en lugares como la 
Corte Imperial de Praga, la del E lec-
tor dei Palatinado en Heildeberg, en 
I e ;jr\(~/>._J. ,~ -
1 . . ,\,.- . -1 ; ')r'.' .U 
~-' .. 1 i,,.:,I ' \,,. ' ~.i ,, V 
(U1.1<;_~{ f~ LI'/.:.~ 
- =· 
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- ·~ 1 . -~ ,... .. 1··. ,,,. . 
.{, ·~,/~).) -") .J\ ~ ,,,.. ,,,~, 
.. ;~ 
~·· ., .r .. ,, ·, ·: ,_·' " 
'.'>\l••'I•" l>I < \1 ': /)<' l.L'' l<a/\ r> ll' d e· h·1 1-'Hrn·.1.\/11111u11w.1. 
ciertas propuestas escénicas de Ifiigo 
Jones en fnglaterra, en algunas obras 
de Sa lomon de Brosse o en tratadistas 
espanoles corno Fray Juan Ricci, 
que. frente a la nueva idea clasícista 
que camienza a abrirse paso man-
tienen aún posturas naturati~tas en 
tomo a la arquitectura. Todo ello, 
como indicaremos más adelante, en-
cuentra su concreción plástica en un 
concepto dejardín aún manierista y 
cn cierta idea dei coleccionismo, que 
conti nú a la práctica de las Wunder-
kammern del sigla xv1. 
Pero, a i iguai que seiialarn os per-
vivencias manie ristas durante el si-
gla xvn, y eflo hace que, a i menos en 
sus décadas iniciales sea todavia un 
siglo rnanie rista, h_~_~;,9._S. de __ ~p_~_!J ta_r __ 
rasgos n uevos en la idea de la ciencia 
-i.lui'anre· ·ersrgrõ-ani-:erfoT-~-8en-ev-ü10 
ha indicado cómo a partir de la épo-
ca de: Vesalio, la a natomia_ deja de 
sc:run.i ciencia de-pénd:l~ifre ô_e 'la en~ 
senanza artístic a para independizar- · 
s:~-ª~ -~1_1~ -YJ~úri. í.5-ill..a -suce-ae- con íos 
tratados de Ciencias--Natü-rãles~ -Põr 
Sü J)arte; lás-õbi'as de Oa!'ile(i -Galilei 
desarro llan a fines del sigla xv1 con-
ceptos plenamente modernos. Quizá 
nada ta n significativo como e! hecho 
de la existencia paralela en el tiem-
po de dos personalidades tan distin-
tas -como e/ c:ienti/icv Gat ileo Gali lei 
y el mago Giord ano Bruno. qu e p'er-
sonilican las dos tendencias cientifi-
cas que se disputan la primacia en 
este momento. EI segundo, en su De 
cari.rn. principio <.>! 11110. publicado 
en Lond re::; en l 584, mantiene ideas 
acerca de i arte ccrcanas a las dei 
neoplatónico Miguel An ge t, con una 
posición c la ramen te natura lista en 
la polémica natural eza-anilicio: 
(( ... la materia natural produce 
todas las cosas natu ra les co n 
más alta razón que la artificial 
las artificia les, porque el arte 
suscita a parti r de la ma teria las 
formas, ya por sustracción, 
como cuando la piedra se hace 
estatua, ya po r adición. como 
cuando, unicndo a una piedra 
o trn piedra y madera y tierra, se 
edifica la casa .» 
19 
De todas maneras, es difícil, y 
conceptualmente · falso, establecer 
una dicotomia entre determinadas 
propuestas artísticas maníeristas y lo 
que va a ser la idea del Clasicismo 
barroco. Las opiniones de Bruno an-
tes citadas procecien en cierta mane-
ra de A ristóteles y ya indicaremos lo 
importante que es Aristóteles en la 
teoria artística dei siglo XVI!. Por 
otra parte, y como venimos dicien-
do, la división entre ambas tenden-
cias es problemática: la visíón «má-
gica>> de la realidad de un G . Bruno 
le llcva a postular una de las ideas 
clave de la teoria clasicista del arte 
de !à época barroca, cuando indica 
cómo e! arte, entre las distintas ma-
tcrias que emplea, «juzga que es me-
jor y más digna aquella que está me-
nor sujeta a la corrupción y es más 
constante y duradera, y de la cual se 
pueden producir más cosas». 
Pero, en definitiva, la postura de 
Bruno es la de concebir la realidad 
en términos de magia y considerar 
que el arte es uno de los medias .de 
acceso a esta real idad. Arte y ciencia 
aparecen, pues, COIIl.Q ~\iÇêdê~ei1.f'f9-
~r~ôÇJa._- ·.~·[agª~::J~-~gnd,i:~s_ .. 9 ... M.~c:!rig, 
·.c:onf1,u1d1tl_a.s1 ... ~s.•9n~LTJ9 .. ~1,1t9.r:iq-
mas de u n._ mJ~JllQ . ~~~~J11ª !:!.~ gq~J. 
··oesde i.in punto. de vista ideológico, 
uno de los criterios que seguiremos 
para diferenciar el arte de la antigua 
época del de la nueva es el de su au-
tonomia con respecto a las especiali-
dades pura.mente científicas quedes-
de Galileo, pero sobre todo Bacon o 
Descartes, se independizan de la 
praxis artística, terminando con. uno 
de los pilares básicos de la estética 
dei Renacimiento y de! Manierismo 
Con Descartes nos encontramos 
ante una situación paralela a la de 
G. B. Alberti dos síglos antes. El flo-
rentino es e! caso típico del fundador · 
de una visión radicalmente nueva d e 
la disciplina artística y su pretensión 
te deja completamente solo ante la 
Historia y sus contemporáneos: en 
20 
los escritos de Alberti encontramos 
ia base teórica precisa para la unión 
entre arte y ciencia racional , que 
sustentará el arte dei Renacimiento. 
A ello había sucedido en el M anie-
rismo la unión entre actividad artís-
tica y ciencia «mágica>>, pero el es-
quema conceptual venía a ser el 
mismo. Con Descartes nos volve-
mos a encontrar con la figura dei in-
telectual solitario -«un homme qui 
marche seul et dans les tenebres»--, 
lúcidamente ·refugiado en su yo, y 
cuya operación teórica consiste en la 
simétricamente opuesta a Alberti: la 
separación dei arte y la poesía de lo 
estrictamente científico: 
«J'estimait fort l'éloquence, et 
j'étais amoureux de la poésie; 
mais je pensais que !'une et 
l'autre étaient des dons de l'es-
prit, plutot quedes frui ts de l'é-
tude .» (Discurso dei !vfétodo, 
Libro /.) 
La separación cartesiana entre da-
nes dei espíricu y Jrutos dei estudio 
nos puede servir como primer crite-
rio ideológico de división entre las 
dos épocas. Por otra parte, la auto-
nomia dei mundo dei sentimiento 
con respecto ai de la ciencia va a ser 
una de las claves que nos expliquen 
la opción que la plástica barroca 
realiza por un mundo expresivo en 
e l que encuentran su base todo tipo 
de sentimientos y emociones. Por lo 
que respecta al mundo de la imagen 
religiosa, cuyos caracteres serán 
analizados en detalle más adelante, 
estas ideas son especialmente paten-
tes. Pero aquí, y como acabamos de 
ver en relación cGn el problema de 
la ciencia, las relaciones con la épo-
ca anterior vuelven a ser problemá-
ticas. 
Más que en ningún otro aspecto, 
encontramos las raíces de determi-
nadas tendencias ideológicas y art ís-
ticas que pasan por b arrocas en el 
cornplejo mundo dei Cinquecento. 
1 ' ·, 1 ' 
Ello se debe a que el prnblema bási.: 
co que preocupa ã -las mentes en el 
cãrribiºõoersigfo·permãnecê- in inu tã:-
:~~=-~w~~t~f ~:-~~:~~~~~~r~~~rl·~%~~= 
··cfl)asfabien en trado el sig O XVI I ~ Y-
aeesfã marfeiã:,.~ias :co:riieii.if:s__emQ-
êfoliaTes · y-Cf àsic is tas, q!l~.b-ª1:?..ͪ.n ~.ri ­
: .. ~~~ri:a.d§):~: _c::a1~9·~ _Çii;i<lç_uf ti.xo:·.l'..n.J o_s 
pnmeros momento.~ .. ç __ ª . ÇO.~,!!!,T1º 
õüran õfrã. céisãj:Lu:~ .a~c:mtu.at~~-~n. l~ 
épo~~~-g~~~J!ífu_sc1trr~ . .9_ce..~9~ .. n.í!~.l~s 
1~<}g1i/rü'·· ~:!âü~~*itr-s!~i~ifi~; .--·· ·•····• --·········ig __ • ... . ....•..... ··- ,.. • ...... -
Ji! . ~L!lt.c;;ii~_rc:imªnª .. ··ªJ~. que_ ~~~-~?~­
lante nos refe rire mos. ··· ·· 
--o e-·esfamaner ·a-:-Ta perv i vencia de 1 
sentimentalismo y dei misticismo 
hasta fe chas muy avanzadas hade 
ser conside rada como una perviven-
c ia del Manier ismo e n pleno sigla 
xv11. No olvidemos que EI Greco no 
muere hasta 16 14; que entre las cua-
tro tendencias de Wittkower dis tin-
gue en la Roma fin isecu lar de Six-
to V - las cuatro cla ramente manie-
ristas- destaca «el sentimentalismo a 
lo Correggio» d e Feder íco Barocci y 
que en lugares como Florencia se 
detectan corrientes tan deudo ras dei 
maestro de Parm a como las pe rsoni-
ftcadas por Cigoli, Cristofano Allori 
o Ventura Salimbeni. 
La prolongac ión e_n.las ... Pr.i !Tl e_ra,s_ 
décadas·ael siglo ·xv i1 dui.!1.a_i_~.çª Q.e 
·ra:· -imagen · -riligía~~Jig~<!ª ·ª- _1;1ri~s 
-füiú:içiQ..e~:.-~:ii:i91:.í9_n_ªt es _ y _ _i=_~prç_s i v_ªs 
'Fiil.qe __ ç;~pl i_c:ª.r.se, .P.Qr ~UQ .•.. no .t~u1to 
êfosd~ .. !l.!19.!l QI!:.!l.l.!P-~.~!l!9~ .id.~o l ~$ iC:C)~ 
'<<barrocos», sino más bien como una 
"é-onfinuãélõn_õé.la·-fo·o-naaê· rflma--: 
·.&:~fL~i@~i\.·a~U0iilL~iLS.fü9.1Jg~~Iã..~ 
·ros primeros momentos de la. Col)~ 
1rarrercfrmi· cãtoTíC::i:· ·i::n ···rêa naacr, 
"eStã··_p·,:.rmerã .. Imágen ha de pone rse 
en contacto, como veremos más 
ade lante , con la literatura espiritual 
de carácter m ístico tan ílo reciente 
en Europa -y sobre todo en Espa-
na--desde las décadas centrales dei 
Cinquecento. En un principio se tra-
ta de un con cepto de la imagen que 
b usca profundizar en lo irracional 
del mito como m áxima expresión 
dei m ismo, más que una manipula-
ción suya con !i ncs pedagógi"Cas·~· ····--- -
BM1m t 1: /frpo.111 <'li /<1 l111itl11 " l:·.i:it•tn. 
Roma. Museo Vati.:ano. 
La misma pervivencia hasta bien 
en trado el siglo xv11 de lo q ue se ha 
denominado corrienle clasicista del 
Manier ismo es expresivo de lo que 
venimos comentando. En e lia, el pa-
pel de la !glesia y la Contrarreforma 
aparecen, aun si cabe, con mayor 
claridad cua ndo asumen la función 
lingüística dei Clas[cismo arquitec-
tónico como expresión del lenguaje 
oficial de la lgles ia. La prolongación 
dei despojamiento berreriano en la 
obra de los Mora en Espana , la im-
portan cia de la íigura de Maderno 
en la Roma de prin cipias de sig lo y 
!a ob ra de tantos arquitectos ligados 
a la Compar'iía de Jesús son muy sig-
níficatívas ai respecto. Es aho ra 
cuando las indicaciones de San Car-
los Borromeo en orden a una rnayor 
sim pl ificación y pragmatismo litú r-
gico en cl edi !ic io eclesiástico, en-
cuentran su adopción defi nitiva. Y 
2 1 
. ' ' 
M.-\Dl.R:-..u: lgh•.1iti de .).11/J/1/ .':iu.WllC/. 
·Roma. 
si de este Clasicismo ligad o a la lgle-
sià romana pasamos a las derivacio-
nes laicas del Clasicismo pa lladian o, 
nos encontraremos con similares 
problem as que alcanzan su concre-
ción más clara en la Inglaterra de 
lfügo Jones. 
Y es que, en definitiva, hay que 
esperar a los últimos anos dei siglo 
XV I y los primeros dei .xv 11 para que 
fn:ct ífiquen las semillas rel igioso-
ideológicas sem bradas en p leno sigla 
xv1. La obra de ün Ignacio de Loyo-
la y el Decreto so~re. las imágenes 
del Concilio de Trento, por poner 
dos ejemplos entre los más sei'ie.ros, 
alcanzan su verdadera influencia en 
estes momentos. La teoria de la ima-
gen religiosa que subyace en San Ig-
·nacio no ·es sólo suscep tible de una 
lecturn barroca -tal co mo veremos 
más adelante-, sino q ue 1arnbien 
hemos de ver en ella uno de los más 
firmes sopo rtes de la imagen mística 
y sensual, tan apreciada por e l Ma-
nierismo tardio de un Barocci o un 
Cigoli, ya en los um_brales dei Barro-
co. 
22 
eQJ su parte,. eLDe.<:reJo tridenJí110_ 
de 1 563 alcanzará una d ob le in-
'ffoencia:~_ya _ que-.eLdifigiS-mo . en Jã.: 
concepción de las imágenes, que 
·c:ãrga-~sõ_l!t~: lq~3i_pispCis-ra · respcirisa-_= 
- IJ!fidad en estos_J~rnã.s~~.cófüie_11 za a. 
· -rn·an iTesfarse:-aü nq~e . çJ~.JJJJ .~Lm aner.a 
·rro- ·ê"Xcesivaí:ri~ó.fa .. ri&i9a.~-ª- .finaies. 
~éfêfsiglÕ- x\IJ:i.Pero sólo a pa rtir d~ la 
-gefferaélc3n d e 1630 puede dec1rse 
que la prescripción q ue recomienda 
un sensualismo en la imagen sagrada 
--<<q ue la divinidad de las figuras 
pueda ser captada por . los ojos dei 
cuerpo y cxpresada en colores y fi-
guras>>-- empieza a ser tenida en 
cuenta. En general, puede alirmarse 
que se atiende más a la conveniencia 
o m a!dad de la imagen religiosa, que 
a sus caracteres específicos. _Ç.l._si_ste-
m a d.e L<.tirn~g~~ p_~r~.1111si_vi:i: deí_~B§'-r.rõco; sobre todo e n_ l() _que f~~P~<:t~ i " 
·1nà""í"ii1 agen 1'eJigiosa, hunde SLIS raÍ- r.·.1 ~'/_(.,._:;< .' 
·c:é!i tecíi'ic·as·una ·véz · mas ·en ·e1-crn- -
Ciüeêei1fo··ri1ân iú i'sfa·y ·e ri· ?~ . P..ri;i!o!_!- / 
gacióri - aE 1a:sj:frirnef~s: .décadas.. de,l ' 
· sígl<i . x\r1·i. ·se.:itímentalisrno y Clasi-
"Cisn10, 'forno corrientes bifurcadas 
de la imagen re l igios~ dei siglo X VI , 
encuentran su más c lara continua-
ción en la centuria siguiente, y sólo la 
sintesis retó ric?!___y _ ç_s_c~nogf;jfiéii__ç(e 
-ün .Serriiní --da lugar a la corri ente 
que denominamos Barroco ya nacia 
[630. 
El comp!ejo pape l de mediador 
q ue e ! Manierismo juega con respec-
to al Renacirniento y e! Barroco 
-que nunca ha de interpretar-se 
como fase transit iva~ en ningún as-
pecto ·apa rece más claro que en lo 
que se refie re a la teoria de las artes. 
La enorme importancia que este as-
pecto va a tener durante los siglas 
xv 11 y xv111 será su ficien temente des-
tacada a lo largo de este libro. Es ne-
cesario comenzar subrayando la 
enorme can tidad de e lementos de la 
teoría maníerista presentes en la li -
tera tura art ística dei siglo xv 11. De 
esta mane ra, y a principios de sigla, 
' ' :i., l : .. ) !. :.. :. ' 
,. i' • ' j 
las fuentes que los arquitectos euro-
peos. y sobre todo i'.a lia;ios •. poseian 
co m o modelos de insp1rac1on eran 
los escritos de a rquitect os tan carac-
terísticamente ma n ieristas como Pa-
lladio o Vignola. La aceptacipn ~el 
modelo teórico de uno u otro es dis-
t in ta según los l ugar es y los intere-
ses que se manifiestan en Europa. EI 
Clasicismv problemático. heterodo-
xo l ', en cierta manera, laico del ve-
neciano goza de una gran acepta-
ciôn funda menta lmente en Inglate-
r ra, ~ través de la obra de lí1 igo Jo-
nes, quien realiza una lect_u:a en cla-
ve racionalista y maternat1ca ·de la 
obra de A. Pa ll adio. Sum merson ha 
serialado cômo en 1614, Jones. de 
viaje por Venecia, a i sub rayar de 
modo especial un pasaje de Plut<irco 
en e l que se realiza una analogia ~n­
tre música y medicina no hace s~i:i o 
subrayar la idea de que la perfecc1on 
se consiguc aboliendo los tonas agu -
dos y los bajos; es decir, que. Ia. ar-
monía es el resultado de la el1mma-
ción de los cont rastes y de la perfec-
la regulaciôn 'de !_os distintos módu-
los matemáticos. En la lngbterra 
laica de Jacobo 1, la idea de que «la 
poesia a ntigua y la arquitcctu ra ~nti­
gua req uieren, para ~u excelencia , ~I 
mismo éxtasis crcat1vo y la armonia 
de las p roporciones» encuentra su 
base teóíica en los escritos y en la 
obra de A . Pai ladio y en su prolon-
gación académica en los escrito~ de 
Srnmo:: :: i. cuya ldl!a de la arq111tec-
tw'a 1111i1•c'r.rn/ había aparecido en 
16 15 . Y en el amb ien te dcl Vallado-
1 id cortesano de las prirncras déca-
das dei sigla x v11 , si bien carente del 
rigor de la r nglaterra jacobca, la figu-
ra de Palladio adquiere gra n re le-
va nc ia en los c írculos post -
herrerianos. No olvidemos que la 
primca traducción espanola de Pa-
lladi o aparece en 1625, cuando 
Franc isco de Praves tradw:e su Tcr-
cer Libra, dedicado a los Caminvs. 
Puertas y Bast/icas. 
De igua.l munem, e l Clasicismo 
red11c1Vr de Vignola está presente en 
las distintas experiencias de los ar-
quitectos europeos de princípios dei 
siglo .'\\' l i. que cni:ontrnron c:n sus 
F1c\\ L 111u,11 1 1>1 S1,:-..11u1 '" . ln1·.1 t1 "' 
de arc111í1n·wrn. 
Cinco Ret:los e! tratado más prácti-
co y de más fácil <i p l}cación. a la hora 
de conseguir unos electos directos de 
simplicidad arquitectônica. Ello _es 
espec ialme nce paten te en Espana, 
doncle en 1633, FrayLorenzo de San 
N icolás resume en su tratado A r le J' 
Uso de la A rquirecrura no pocas de 
las experiencias de los discípu los de 
Herre ra, q ue marcaron la tónica d_e 
!<1 urq u iteclu rn en el re inado de Fe li-
pe 111: 
«Hasta aquí se nos ha ido en 
tratar de Aritmética. y en algu-
nos té rminos ele Geometria. va-
liéndomc el p rimero de Euc li- . 
des, así de su g p r in cipias como 
d e los demás de su libro, nece-
sario al arquitecto ... Y para su 
declaración es b ien sepas, que 
toda p la nta se planta en ângu-
los rectos, aunque a lgunas se 
23 
usan redondas y de diferentes 
figuras: mas la más fuerte es la 
que es causada en ángulos rec-
tos ... Y ante todas cosas harás 
sobre una Iínea ciertos tarna-
fíos, como mejor te pareciere; 
llamados por Vitrubio módu-
los, y por nosotros comúnmen-
te pistipe, govierno que ha de 
ser de todó el edificio debuxa-
do.» 
De igual manera, las primeras dé~ 
cadas dei. sig_lo XV!f contemplan to-
davia distintas prolongaciones de Ias 
ideas naturalistas acerca del arte y 
de la arquitectura, tan en boga en el 
Manierismo cinquecentesco de cufio 
serliano o ·alessiano. El complejo 
munao de~orativo y constructivo 
dei arquitecto boJoiiéS, O. ias decora-
ciones genovesàs de Galeazzo Ales-
si, puede decirse que encuentran su 
d'esarrollo en el Norte de Europa en 
estas primeros rriomentos de la nue-
va:_centuria. ·La arquitectura de los 
Países Bajos; ·[a obra de De Key o de 
De Keyser, la obra teórica de Vrede-
man de Vries, arrancan de las más 
complejas elaboraciones del Manie-
rismo norte-italiano de la segunda 
tnitao del siglo xv1. No olvidemos 
que ·et impacto producido en Ru-
bens por la obra de Galeazzo Alessi 
éri Génova te llevará a imprimir un 
libro ton grabados sobre la Strada 
Nuo'\ia: y que las cbnstrucciones en 
el jardín de su casa en Amberes son 
détidàras dCl sistema decorativo del 
üithnd: Maniêôsn'io. En fechas tan 
a:vânzadas·ctimt> los anos sesenta dei 
siglo xvu, estas ideas naturalistas 
acerca de la aTquitectura llevarán a 
Fray Juan Rizzi a hablar de un «or-
den pintoresco»; pero, en general, 
puede alirmarse que, ai igual que 
sólo con la generación de Bemíni · 
puede hablarse de un sentido barro-
co de la imagen, el.cornplejo proble-
ma de unas n uevas ·relaciones entre 
Naturaleza Y. arquitectura no será 
resuelto en clave . barroca hasta las 
24 
aportaciones fundamentales de Le 
Nôtre y el C!ai;icismo francés, cuan-
do se sustituyan las nociones de azar 
y capricho por las de regia ymedida. 
La misma oscilación entre fideli-
dad a ideas de procedencia cinque-
centista y la paulatina aparición de 
una nueva sistemática de la imagen, 
puede_ detectarse entre los primeros 
tratadistas «barrocos» de la pintura; 
el caso de los espafioles Pacheco y 
Carducho puede considerarse ejem-
plar. El prirnero·de ellos es claro ex-
ponente de estas vacilaciones: su 
obra se basa en la admiración a Mi-
guel Ange\ -pues no en vano entre 
sus principales fucntes teóricas está n 
los escritos de Vasari-, y en la pro-
longación de la teoria manierista del 
concepto idea-di.bujo. Lo mismo su-
cede en Carducho, dei que Francisco 
Calvo ha seiialado su «excesivo ple-
ga~iento a los criterios dei gusto va-
sanano», a la vez que continúa las 
ideas de Lomazzo y Zuccaro. De la 
perv_ivencia de la tradición cinquc-
centista como elemento operativo 
en la teoría de las primeras décadas 
dei sigla xv11 son buen ejemplo las 
p_alabras que usa Pacheco para refe-
nrse a un tema que, en los mismos 
a ii.os, Caravaggio había usado tan 
dramáticamente. Nos referimos ai 
tema de la luz: el tratadista sevilla-
no, que debía tener a la vista las pri-
meras obras de Velázquez, cuando 
trata el problema se remite a la tra-
dicióo del sigla a nterior: 
«En la cual observacióri de los 
. diversos efectos que hace la luz 
con ·los colores fueron excelen-
tes Rafael de Urbino, Leonardo 
d~ Yinci, Antonio Correggio y 
T1z1ano, los cuales con tanta 
arte y prudencía: imitaron la luz 
y los colores, que sus figUtilS pa-
recen antes naturales que artifi-
ciales.» 
EI cúmulo de problemas científi-
cos, religiosos y de teoría artística 
que hemos seíialado nos conduce a 
una primera conclusión: las prime-
ras manifeslaciones dei Barroco que 
se producen en las décadas iniciales 
dei sigla xv11 -Rubens, Aníba l Ca-
rracci , Caravaggio-- tienen lugar en 
un contexto general manierista, que 
ya está empezando a hacer crisis y a 
s~r discutido internamente, dei que 
solo algunos rasgos, y no los predo~ 
minantes, pueden considerarse ba-
rrocos: todavia no han aparecido en 
su plenitud [os elementos que van a 
configurar la plástica dei Barroco, es 
decir, un nuevo sentido dei C/asicis-
mo, de la teatralidad, de la retórica y 
'de la fÍf!!_ZÚq. -p-erõ~sin ernõãrgó,- la 
obra pione ra de los tres personajes 
citados va a poner las bases de un 
nuevo sentido dei a rte que se exten-
derá por Europa durante los siglos 
XV II y XVlll. 
Todos estos problemas han de in-
sertarse dentro de una sociedad que, 
como decíamos a i principio, había 
dejado de ser uniforme. Mientras 
que determin ados mecenas prolon-
gaban un sentido aún manierista de 
su poder, otros planteaban toda una 
nueva gama de alternativas que exi-
gía unas nuevas respuestas que po-
drán ser calificadas corno barrocas. 
Es en esta pluralidad de exigencias 
en las que se apoyarán los distintos 
art istas y lo que explica la diversidad 
fingiiistica dei momento. 
Desde el punto de vista profano y 
cortesano, la prolongación de las 
Cortes manieristas que seguían e! 
modelo mediceo exp lica la existen-
cia de artistas como Giambologna, 1. 
Jones o J. Ca!lot. La corte de Rodol-
fo II en Praga continúa ofreciendo 
sus sofisticados productos; e n Ingla-
terra, I. Jones no es sólo e! primer 
form ulador dei Clasicismo inglés de 
cufio palladiano, sino e1 verdade ro 
«régisseu r» de las fies tas de la Cort t:: 
para las que diseiia figurin es, deco-
rados, etc. , y la Florencia de i sigla 
XVII continúa el desarrollo de todo 
; . : i. ' ' 
un sentido manierista de la fiesta y el 
teatro dei que habremos de ocupar-
nos más adelante y que encuentra en 
J. Callot su mejor testigo. EI tipo de 
artista cortesano, cuyo prototipo ha-
bía sido Buontalenti, no desaparece 
con el sigla. 
Lo mismo sucede con el en cargo 
religioso. AJ igual que EI Greco vive 
retirado en Toledo, en contacto con 
un est recho mundo de religiosos e 
intelectuales, F. Barocci plantea su 
meditación rel igiosa en la pequena 
Urbino, lejos dei mundo romano o 
florentino, produciendo sus obras 
«alegres y devotas» al decir de la 
Reina de Espana, situadas como 
afirmó un contemporáneo ai con-
templar su Cruci}ixión de la catedral 
de Génova, «fra silenzio e rneravi-
glia». 
Pero la sociedad de la Contrarre-
forma es múltiple y variada. Y junto 
a este tipo de comitentes comienzan 
a surgir nuevas dases de mecenas. 
La aristocracia romana ha de verse 
reflejada en las cul tas imágenes de 
Anibal Carracci, que fundarásu pin-
tu ra sob re la base y e l estudio erudi-
to de la tradición clasicista. Rec ien-
temente se ha llamado la atención 
acerca de la modemídad de la cultu-
ra que se respiraba en los círculos 
dei cardenal Dei Monte, para los 
que trabajaba Caravnggio en su eta-
pa romana; por su parte, las Co rtes 
cu.ropeas habrán de basar el presti-
gio dei Estado abso luto en u na nue-
va imagen retór ica o clasicista y será 
necesaria la aparic ión de un Rubens 
o de un Le Brun . verdaderos prototi-
pas dei nuevo a rtista ba rroco. Dei 
p rimero son s uficientemente expre-
sivas las pai abras de Bellori: 
. i ! 1 
(< ••• Costumi e doti dí questo 
maes tro, il qua l e certamen te 
piú di ogni altro moderno no-
biltó il pcn cllo. Erano in !u i 
modi gravi ed accortí, e ru egli 
saggio quanto cíascuno de i suo 
25 
. \ 
tempo, godendo !e sue doti na-
turali di bontá e di prudenza af-
finata con l'uso de'grandi e ne-
lle corti: onde non fu pittore al-
cuno a 'nostri giomi che con 
maggior decoro usasse !'arte 
ne IJ'cslimazione.»C.\V . .\LL ERO 1YA1tl'l:--IO: fl!mac11/ada. Ma-
drid. Academia de San Fernando. 
Frente a ellos, la experiencia vital 
de los últimos anos de Caravaggio 
supone el rechazo dei mundo oficial, 
desde una perspectiva violenta y 
dramática, mientras que la adopción 
por Bernini dei modelo de artista 
propuesto por Rubens da paso a un 
modelo que ya se puede calificar de 
«barroco». 
Sólo en este contexto de corrientes 
eritremezclf!(j ~~·-·y:: -~.n- ~ ~r_cgr~_J:ljfícff:..­
·menfê -vemos surgi~ nuevas t_~!lc,le~-~ 
·eras ·encuenfràn--setjfüicf_ -y· ex.plica.:--
ci~n- l~s obra~.:~ori0-apL1_est~s -~e _C!':-
26 
ravaggio y Anibal Carracci, que fue-
ron vistas por sus contemporâneos 
como e! inicio de un nuevo senti-
miento de la imagen. Nadie mcjor 
que G. B. Bellori, desde e! punto pri-
vilegiado que supone la publicación 
de sus Vidas en 16 72 ~ supo ver lo 
que habia supuesto la obra de estas 
pintores en la Roma de fines dei si-
gla XVI y principias de! xv11. En el 
esquema de Bellori, la p intura había 
culminado en el siglo anterior con la 
figura de Rafael. Pero a partir de él 
había comenzado una angustiosa de-
cadencia, ya que los artistas habían 
abandonado el estudio de la Natura-
f eza y habían viciado el arte con la 
«maniera», apoyada en la mera prác-
tica y no en la imitación; esta «ma-
niera» se extendió por Florencia y 
Roma e·incluso Venecia, lugar don-
de más que en ningún otro «duró la 
pittura». Hasta aquí, explica Bellori. 
llegó la situación de decadencia de la 
pintura italiana; es entonces cuando 
c l tratadista destaca a cinco pintores 
que, al margen de su va loración esté-
tica, constituían las tendencias fun-
damentales dei arte dei momento: 
por un lado, los coloristas, Rubens y 
Barocci, por otro, Caravaggio «tutto 
soggetto ai natura le», el Cavallero 
d'Arpino, que «non riguardava pun-
to a! naturale» y cl, para Bellori, sal-
vador de! arte, Anibai'Carracci. 
Todavia hoy sorprende la lucidez 
de Bellori en el diagnóstico de la si-
tuación de la pintura a princípios 
de! siglo XVII, y es por ello por lo que 
la habrernos de utilizar corno punto 
de partida. Mientras que Barocci y 
el Cavallero d'Arpin-o representan la 
continuidad manierista, los o tros 
tres, colocados en postura abierta-
mente polémica con los restos de 
«maniera», personiftcan el comien-
zo de las tres vertientes por las que 
discurrirá el arte de los siglas xv11 y 
XV1J1: el realismo de Caravaggio, el 
clasicísrno de Aníbal Carraci y el 
sentido decorativista de Rubens. Las 
j ~ 1 
t res tendencias coetáneas a la últi-
ma etapa del Manieri~O:º• en me9io 
de su s eno rmes opos1c1ones y dife-
rencias, tienen en común los rasgos 
que hemos sena l~d.o como ~arroco~: 
u n sen tidp_d1:µm9 11cg._ e!??º' 1__v_q!._1~e_LQ::. 
í'·ico:--leaíral___ y __ anJklmt.íffro .de _ ){1 
··;magfá,_ciue desarrollarán d~ mu,Y 
"d ive rsas maneras, y que const1tt!y~n 
las d is tin tas -~lti::.rnati v.a.S. JQ_r:mªJe_~_ d~ 
Janueva_ép_9~?:: . • 
Destacândose de un contexto ma-
nierista, no es extraiio que abunden 
los rasgos formalistas en estas tres 
hombres. Los anos iniciales de Ru-
bens -recordemos que nace· en 
J 5 77- son inseparables de un cen-
tro manierista de la importancia de 
Arnberes; de igual forma. g ran pa:te 
de las obras de Caravaggio son in -
comprensibles sin tener en cuenta el 
B.-\llOCTI: A m111ciaciá11. 
C 1\RAVAGGIO: Cristo en Emazis. Milán. Pi-
nacoteca Brera. 
ambiente lombardo en que se formó 
e incluso sugerencias rnigue langeles-
cas; y ya sei'ialaremos e\ carácter v~­
riado de la formación de la teona 
clasicista de! arte en Anibal. Pero ~n 
los t res p rima , sobre trn;Jo. el amp.l!o 
desarrol lo de una teo na - ta rnb1en 
el la de ra-igambre manierista- que ~s 
fundamental en e\ Barroco: la teoria 
de {as e:\}Jresiones o a_/ê11i. que, apar-
te de form u laciones más o menos 
científicas. fue determinada en c lave 
irónica po r La Bruyere: <(Los rasgos 
revelan el carácter y las costumbres; 
pero en la ca ra se nota la situac~ón 
económica, los más o menos miles 
de renta se llevan escritos en el ros-
tro)}. E! mismo autor nos da la clave 
dei asunto. pues, s in abandonar la 
teoría aristotél ica de !a mimesis por 
lo que a su concepto de a rtis~a se re-
tie re dice: «Un pintor que pinta det 
natu~al fuerza y acentúa una pasión, 
una actitud». No otra cosa ll ic ieron , 
cn los comienzos dei Barroco , Cara-
vaggio, Rubens o Aníbal Carracci. 
27 
'@ETORICA, TEATRALIDAD y LOS PROBL~MAS DEL 
REALISMO Y CLASICI~MO BARROCOS 
Planteado el problema de las rela-
ciones entre el finde las expériencias 
manieristas y el comienzo de la nue-
va época fucra de los tópicos de las 
secuencias cronológicas lineales, 
centraremos nuestro estudio en la 
dclirrtitación precisa de la~ cuestio-
rrcs Iíngüísticas tal como se plantea-
ban a p rincipios dei sigla XVII por 
los artistas que comenzaban a for-
mular una nueva poética ajena a las 
sofisticaciones dei último Manieris-
mo. 
Como hemos visto en el anterior 
epígrafe, d!!§.9& .frn~~~-1$<.L,~~&!~ -~~'0. 
pueden detectarse rnd1c1os de una 
... ~~~~~~ªc~~r~~~ªf~~14f~ 
'cnas'~m uy-·i?os~Q.t.~§::~nít~P.9~~~ifüi~ 
·"IfüOfa[éil. .s<:ntido.unifiirme de díêha 
: e:titilirà. --Erecfívã-rrü!iúe;-- sí~h-ãsfa~ 
~ fõ30 la -éultura y el arte barrocos no 
· adquicren caracteres orgánicos en 
los países europeos, si podemos se-
fialar la obra de artistas pioneros que 
sientan las bases de la nueva cultura. 
Nos referimos a las aportaciones de 
Rubens, Caravaggio, Aníbal Carrac-
ci o Made rno; quienes, entre otros , 
han de verse como los formuladores 
iniciales de la poética barroca en lo 
que ésta tiene de polémica antima-
nierista, pues en e llos a parecen ya de 
manera clara las distintas tendencias 
y alternativas que van a con figurar 
plásticamente la Europa de los siglas 
XVll y parte de l XVIII. 
En su estudio sobre el problema 
dei realismo en la poética de Cara-
vaggio, Argan opone las obras dei 
artista lombardo a las de sus con-
temporáneos, los hennanos Carrac-
ci, indicando cómo, rechazando am-
28 
bos e l precepto manierista, Caravag-
gio propone como elemento de re-
flexión artística el mero dato, mien-
tras que los bolêine-ses .. vüelven a 
plantear como tema de su trabajo la 
inteligencia directa de los hechos 
históricos. Para Argan, Caravaggio 
ignora o refuta la norma, y con ella 
la autoridad de la Historia; esta era 
la opinión de la mayor parte de los 
contemporáneos dei pintor Vicenzo 
Giustiniani in dicaba cómo para Ca-
ravaggio tan importante era . haccr 
un cuadro de flores como o tro de fi-
guras, y Francesco Scanelli escribe 
en l657, en II i\1'icrocosmo della Pit-
tura, cómo las obras dei pintor eran 
una «straordinaria e veramente sin-
golare "'ímmhazione dei . vero>>: con 
gfan füerza y re1reve;-perÕ-.. que ca re-
cían de los fu ndamentos de la pintu-
ra: «buon d isegno», «bella idea>>, 
«grazia», «decoro», «architettura» y 
«prospettiva>>, senta ndo así las bases 
de la definitiva descalificación bello-
riana. 
De todas maneras, la afirmación 
de Argan acerca dei rechazo radical 
de la Historia por parte de Caravag-
gio ha de ser ampliamente matizada. 
Su pintura no es un caso aislado en 
la Europa de fin es dei siglo xv1, que 
ex.perimentaba en ciertos aspectos 
de la imagen p lástica una recupera-
ción dei naturalisrffo , ya en las pro-
vincias del Norte, ya en la misma 
Italia a través de los Bassano o de fa 
escuela de Lombardia . Friedlãnder 
ha demostrado suficientemente 
cómo el sentido naturalista y claros-
curista de Caravaggio procede de 
ho mbres como Savoldo, Cerano, 
Morazzone o Procaccino, cuyo de-
S.-\VOL DO: San ,\./a /1111. Nueva York. Me-
lropolitan Museuoi. 
nom.inador común es su antipatia 
hacia los principios dei Manierísmo. 
Por otra parte, el problema d el 
realismo, tal como lo plantea Cara-
vaggio, se inserta , a diferencia de los 
pintores antes mencionados, dentro 
de una nueva manera de observar la 
rea l ida d. §_~_pj,Q.t!l!!=!. .~S. ,.Uil.<l;--n;ll~.lí.i,QJJ. 
~C$_!:.Ç~~~~- J.ª_S_~pi_~Jb.)fü_(a._~(~~:- -~- .<!Íf!.. 
·cõm9_ó_[R@Q.~«.~ .~'-i:_~!A_r;____._,.,,que se tra-
CfUCên · en un realismo distinto ai 
planteado por la escucla lombarda, 
pues es el resultado plástico de las 
especulaciones racionales y fil osófi-
cas que tenían lugar en los círculos 
eruditos dei cardena l Dei Monte en 
Roma, donde encontraban protec-
c ión no só lo pintores como Caravag-
gio, sino c ie ntíficos como el mismo 
G a lileo; desde es te punto de vista, 
Ferdinando Bologna ha puesto de 
relieve recientemente la importan-
cia de este círculo in telectual como 
medida de explicación dei fenómeno 
dei realismo caravaggiesco. 
El pintor, a partir sobre todo de su 
estancia en Roma, y fundamental-
mente en sus últimas obras napolita-
nas y mesinesas , inserta, de manera 
polémica, su modo natural istà y su 
pecu liar sentido de la íl um inación 
dentro de las coordenadas barrocas 
... ; . 
rY 
de 1a'k;eiQili{fiíiiea1calidad Lo que 
realmente tnÕ à-süs-·ca'i-üi::mporá-
neos no fue, por tanto, la decidida 
opción caravaggiesca por el «dipin-
gere al naturale», sino la invasión de 
unos campos intelectuales que, 
como los de la retórica y la teatrali-
dad, estaban dominados por las poé-
ticas c lasicistas. 
I,._~ .• Qb.rª-_de Caraxagg{ç_,_C,Qnst'ittiía 
~ JE.~_r-~~~101..Jaib..~rlr) gi3_,4~.La 
pot:f1ca anstote 1ca, ...... e . a_ .. QJIDl~ 
qTíé"nabía: êxpe-rímentado una n,-:va- . 
loriiãciôn ·a: partir de. la segunda mi-
t~9_--_a:~! sigio xvr, . y que en e! XVII · 
const1tuye una de las bases funda- . 
mentales de las teorias estéticas que 
vieron en su retórica uno de sus más '; 
firmes puntales. (DL~.SJa .manera., 
·Aristóteles y Cicerón se.çonv.ierten 
e2!J.C!§.-~-u~QJ.e_s_. _ffi~-<;:.ܪdos .. por. los 
tratadistas deL_sjg_!9_2$XJ r. B ia lostoc ki 
liaº'resumiaô-el problema con certe-
ras palabras: «La retórica mezcla lo 
verdadero con lo probable; ambos 
aspectos pueden convertirse en un 
medi o para convencer ai espectador. 
De ahí procede e! ilusionismo, la 
técnica, alcanzando un efecto y una 
impresión subjetiva de la real idad. 
El aspecto teatral dei Barroco tam-
bíén se basa en esta; tanto el teatro 
como las artes plásticas, la literatura 
y la vida oficial están sometidos al 
mismo principio de la ilusión y dei 
cori vénCim ien to». . ..... 
-Fren te a i sentido de lo patético 
propuesto por Caravaggío, la obra 
inicial de Rubens se constituye 
como una tem prana reílexión acerca 
de las propiedades de persitasión de 
la alegoria. Edu cado en el rico am-
biente dei Fla ndes finisecu la r, sus 
primeras obras son deudoras dei 
mundo manierista ílamenco. del que 
su maestro Van Venius era uno de 
los más característicos representan-
tes. Un cuadro co mo la Ale~ort'a de 
las seducciones de la juvenwd. e n el 
que la crítica nota las-intervenciones 
dei joven Rubens , es buen ej emplo 
29 
·' 
de ellc. E! inicio de la transforma--
ción de Rubens hay que situaria en 
su primer viaje a Jtalia, centrado en 
su colaboracíón con la Corte d ucal 
de Mantua. Como veremos más ade-
Jante, el cono-cimiento directo de la 
obra de Tiziano y de J ulio Romano 
causó una profunda impresión en el 
pintor, pero el impacto de Caravag-
gio fue igualmente .importante en su 
fo rmación; a su vuelta a Flandes rea-
liza una interpretación libre de El 
Entierm de Crislo, de Caravaggio 
--que entonces se encontraba en la 
Chíesa Nuova, para la que el mismo 
Rubens realizá varias lienzo~, en 
la que abandona ciertas exageradas 
actitudes de la obra original Otra 
prueba dei interés de Rubens por la 
obra de Caravaggio es la adquisición 
que, para los Duques de Mantua, 
realizá dei importante cuadro La 
Virgen dei Rosario, significativa 
elección de u na de las más teatralcs 
.y retóricas obras dei maestro lom-
barda. · 
30 
El sentido persuasivo que Rubens 
com1cnza a desa rrollar se basa en un 
concep-to de la alegoría opuesto a las 
complicaciones y sutilezas intelec-
tual istas del Manierismo. Se trata de 
alegorias directas, basadas en trasp o-
siciones literales de los temas de la 
fábula, ya sea religiosa o mitológica, 
de im pacto di recto sobre el especta-
do r iniciado y servidas con medio~ 
técnicos p ropiamente barrocos: la 
e.xv.r.e:sió-n... dxam.á.tiç·ª--Y,~ :it::.n~i_!;>J_!!-âê 
los «afetti». La teoria dei decoro 
que~'comasenalaremos-masaãeTan:: 
te, es uno de los componentes esen-
ciales del fen guaje realista del Barro-
co, se extiende ahora incluso al 
mundo de los afecfos. EI preceptista 
espafiol Luis Alfonso de Carballo, 
en su Cisne de Apolo, dice en 1602: 
«EI {decoro) de los alTectos, lcómo 
se guarda? Teniendo atención a la 
persona, si está puesta en cólera, si 
triste, si alegre, si enamorado, si te-
meroso, y si con esperança, confor-
me el affecto .que tuviere, aplicar los 
·' 1 ~ 
dichos y hechos». Esta preocupa-
cí_ón poria ex.presión -éfe iãs pasiones 
y ?ft:~-~2.sJ: µ.m.a.IJ Q§, y_9~ S_IJ inserción 
en una historia verosímil . . const it1,1ye 
!à"â f.iõfíáci·ó_n ~sencial de R ul;>ei:is en 
los-·p'rímé"ros afios .. del Barroco, en 
üna lecc i()n sín la cua 1 no pqde_~nos 
enten-êler en absoluto l~ ?Paríción , 
hacia ' 163_0, de Bemini y el modelo 
tífban o y cultural de la Roma 
Tri11mphans. 
Pero la complejidad de las co-
rrientes antiman ieristas que comen-
zaban a agitar la Europa de los pri-
meros anos dei sigla x v 11, y q ue ya 
estaban encont rando en Rom a . su 
centro fundamental de gravedad, no 
se agotan en el sentido retóri co y pa-
tét ico de Rubens o Caravaggio. Re-
pitiendo - si bien con un con te nido 
ya di ferente- la_oposicíón cinque-
centista entre corrientes emocion a-
les y c lasicistas, el C/asicismo ·va :i 
ser igua lmente uno de los modelos 
formales favo ritos dei Barroco. Ln 
Roma de !inales dei sig lo xv1 y prin-
cipios dei .x v 11 contem pla la apari-
ción de figuras como Mademo o 
Anibal Carracci, cuya obra, sobre 
todo por lo que afecta a este ú ltimo. 
fue vista por sus con tempo rán eos 
--como ya hemos dícho-- como 
una propuesta de carácter tan anti-
mani crista como l a de i m ismo Cara-
vaggio. Para un crít ico co mo el ya 
citado V. Giustiniani, el mérito dei 
c lasicista Guida Reni, los Carracci o 
de Caravaggio es haber unido el «di-
p ingere dí maniera, e con l'esempio 
davanti dei natura lc». 
Como decímos, tanto Aníbal Ca-
racci y sus segu ido res -Do-
menichino , F. Alhani. Guido 
Reni- como el a rquitecto Maderno 
plantean una alternativa a la imagen 
patética _del naturalismo ca ravag-
giesco. en base a un sentido clásico 
de la figura, la historia o los órdenes 
arquitectónicos. La tàchada de la 
iglesia de Santa Susana, de Mader-
no , construi da entre 1597 y 1603 , y 
: 1 
co n razón considerada como la p ri-
mera obra dei Ba rroco romano , no 
es otra cosa que la ordl'nación c!as i-
' ' ÍSJa dei si.\'tem a de órdenes l'itru -
1·iano, en una progresión ascenden te 
hacia e! cj imax de la puerta; como 
ha sefialado Wilrkower. la portada 
se basa e n una concentración casi 
matemática de vanos hacia el cen-
tro . A l igual que en Sa 111 'A ndrf!a de-
i/a Val/r! o en la fac hada de San P e-
dro dei Vt1ticanv, los elementos per-
suasivos y retóricos se basan no en e l 
·dramat is mo , sino en la clarificación 
de las relaciones cspacíales en t re e l 
espectador. e l ambiente urbano y la 
p ropia fachada, que se percibe co mo 
el elemento relevan te de la cal le o 
plaza. 
C.: .\R \\ '' .1.in /:'11 111·1·1·,, c1 .. e 'r11w. Roma . 
Muscos Vat icanos. 
Las mismas ideas podrían decirse 
de Aniba l Carracci. F rente a i com- · 
plicado sentido de la c.:o mpos íc ió n 
manierista. sus obras se rem iten a 
los ordenados conjun tos dei Clasi-
císm o. De cl lo son buen ejem plo 
31 
obras tan tempranas como La Vir-
gen entre San Juan y Santa Catali-
na, de la Pinacoteca de Bolonia 
( 1593), donde retoma los sistemas 
de las complicadas torsiones de las 
figuras. No es casual este recurso a 
las obras teóricas de uno de los for-
muladores dei Clasicismo renacen-
tista, ya que efconcepfo-Cfe-Tmagen 
·-·· ·----· --·---·- -·--·----,-····--A.--··r.-·-r-··:o;---~~~.9-~~9-11_~- l?.!.9-P~!l.~-•. --~~~--§..~?· ··~~ 
Elª-~~~!l .. _~1)..Ê-..J.W-ª.&.íW •. Ulle..{!_çJy_q __ _ctY.~ 
~_i:i __ e!_.r~.f:_IJISQ __ a .. Jo_.propiarnente . ..J::i-
.2!.fJ.l..J,.a pintura de Aníbal y la ar-
quitectura de Mademo se dirigen a 
un público iniciado.en Ia compren-
sión de complicadas alegorías y, so-
bre todo, en la belleza de lo aparen-
temente simp!e, o, como dice Bello-
ri, en la muda elocuencia de los co-
lores y las formas, que .no permane-
ce só lo en los ojos, sino que se difun-
de en la mente para la contempla-
ción. 
· Lo mismo sucede con la amplia 
pléyade de seguidores de Aníbal 
que; en ü.n período relativamente 
corto, decoraran en amplios ciclos 
de pinturas y frescos las iglesias y 
palacios romanos. En Domenich i-
IJ.o..,c...funcesco A 1 bafü,Guerêln cr· o 
Guido Reiii--eiicõ-T1frimoslá prolón-
gâCíoii ·mas perféda··delsistema·fór-
roaiclítA:iiíbal: ·ra maiiifestacióri" de 
u11)riüiído ·eri el. que los afectos y la·s AN!BA.l. CM~RACCI: Virgen entre Son Jrian 
y Santa Cataii11 a. Bolonia. Pinacoteca. pasiones son perfectamente domina-
bles a través de un uso implacable de 
compositivos triangulares cinque- la regulaCión compositiva. Frente ai 
centistas de Rafael, Tiziano o Fra capricho manierista y ai ·desborda-
Bartolomeo. E1 impacto dei mundo miento rubensiano, obras como L a 
rornano le hace introducir elemen- m atanza de los inocentes, de Gui-
tas de mayor dramatismo, si bien do Rcni, pueden considerarse corria 
dentro siempre dei respeto a este es- ".t::!c1!r~'.rc:i~.Pi:trndjgmas .deJ Ç l_asicis-
1 querna fundamental, corno es patcn- mo ba rroco: Ias actitudes pateh cas . 
te en su A.n m ción de la capilla Cera- ct·e lo s petsõnajes se someten a un 
si en, la iglbsia de Santa Maria dei juego geométrico de carácter perfec-
Popo/o, fechad~~r.!..JJi.Q.l.: .. ~········· :· ··T to, que permite una lectura de la 
: --Estê-S'e-rití'êfõ racionalizaêfor de la l obra en clave racionalista , pasando 
):~~ífü~T@~~f!li.-.tª~)"i:i~a-~_ê~ba~:s1~r- ' por en~ima incluso d~l pate tis mo y 
, tam ente en el ,gslitroildiiJaJigw;ÇJ.~en,_ dramatismo de las act1tudes. 
--~lJiiti.[iliieliiq,;~fEn·rã- expo:S!cion· · ae El distinto uso que de la teatra li-
/ / una de las -partes de la obra funda- dad y la retó rica realizan los formu-
·:.,- ~ · - mental de Anibal Carracci -los !adores dei nuevo sistema visual ba-
frescos de la Galería Farnesio-, Be- rroco no pueden considerar se, sin 
llori recurre a una cita dei mismo emba rgo, que surjan «ex no vo» con 
Leonardo para explicar la presenc ia respecto a la época anterior. Es m á s, 
32 
! 
i. 
l 
l 
l 
' l 
! 
1 
A N tllAL CARR,, t-CI: A.rnnci1J11. Dtesde. Gema!dega lcrie . 
33 
Gt.:IDO REM: La Maw11:a de /11s !11oce11-
les. Bolonia . Pinacoteca. 
a partir del siglo xv11 , y quizá hasta 
el momento de la aparición de las 
vanguardias en nuestro sigla , es 
cuando se elabora e l mito del Cin -
quecento como mito dei C lasicismo 
renacentista y cuando el propio de-. 
veni r artístico de épocas anteriores 
se convierte en factor operante de las 
fonnas artísticas. Pues no sólo son 
los Carracci, y especialmente An i-
bal, qui enes encuentran su fuente de 
inspiración en el mundo · dei sigla 
xv1; el propio Caravaggio, que fun-
daba si.t poética en un acercamiento 
dramático a la realidad, no tuvo re-
paro en inspirarse en a lgunas de sus 
obras en modelos tomados directa-
mente de Miguel Angel o Ra fael. Su 
San J uan Baiais ta o su Amor Vic-
tvrioso se inspiran en m odelos mi-
guelangelescos, mientras que la pri-
mera versión dei San lvfateo para la 
iglesia de San Luis de los Franceses 
recoge modelos de Campagnola, Pe-
terzano y, sobre todo, dei Júpiter y 
34 
Cupidv de Rafael y de! San Mateo 
de Rom anino. De igual manera, 
anos más tarde, Rembrandt, el pin-
tor holandés que podemos conside-
rar como e! segundo definidor de las 
poéticas a n ticlásicas dei Barroco, 
encontrará --co m o ha demostrado 
K. Clark- en el Renacimiento ita-
liano una de sus principalés fuentes 
de inspiración . 
. EI formulador de la poética dei 
sentimiento barroco que igualmente 
expone su propuesta en los primeros 
anos dei sigla, y cuya obra no deja rá 
de influir en toda la época. ;; iendo 
c,,R,\VAt;till): .':)c111 Juan 80111i.lw. Roma. 
G a leria Doria- Pamphili. 
uno de sus fac tores decisivos, e! fla-
m enco P . P . Rubens, mantiene de 
igual manera complejas y constantes 
relaciones con la época anterior. 
Más que desde e! punto de v ista dei 
préstamo iconográfico, J-ª. _Jpspira-
ción ill!C Rubens encuentra en· "êl 
~i!(éf.~1 .~~·l i;fü · ?C°';·i ·e~ :-a.~. ·1:XúiI.~T~r.1~ç_-· 
]1!J:9 y__e_modqnal. 'E:n él está presente 
·ia 'Jección de i a rte veneciano, y ya 
indicamos e n o tro lugar cómo una 
•! f ' . .. ; _ ; . :' '' 
G . RoM .. ,s1s o: San .\fll1<•1J. Brcscia. lglcsia 
de San Juan Bautis ta. 
de las polémicas esenciales que reco-
rrían la teoria artís tica de 1 sigla xv r 
era la oposi ción dei m odelo llo renti-
no -b.~satjg en el cÕné.C'Pfõ"frlielec-
n:iãl dibujo-idea- y el .v.eneciano -
a·poyàdÓ en la· prima~ia emocional 
dêt"écifor..:.... La opción de Rubens po r 
Venêc ia - y fu ndamcn ta lincnte por 
Tiziano-- es uno de los hechos cla-
ves pa ra la h istoria de! arte europeo 
dei siglo xv11 , que verá reproducirse , 
como est udia remos más ade lante, en 
las discusiones de la A cadem ia fran-
cesa, la ya v ieja querel la ent re los 
partida rios dei d ibujo y los co loris-
~ : . ~:-
tas; y e! partavoz de estos ú ltimos, 
Reger de Pil es, encontrará en la 
~1bra de Rubens su rnejo r punto de 
apoyo. 
Rubens entrá en contacto con la 
pintura veneciana a través de su s 
, ·iajes a Italia y a Espana. ,E.D. _ç llos 
e~l\.!.dió_J~~-rn!~s;c.iooes de los .Du-
q pes de M.a.ntua. y l a .oeJ Rey d!! E~­
panà- y' êop ió varias obras de.Tiz..ía-
no :En fa éiú dad ducal debió sentirse 
im prcsionado por las obras de J u li o 
Romano para e ! Palaz.=o dei Té. 
Ya Bellori notá cómo a lgunas de sus 
primeras obras romanas, concre ta-
mente las rea liÚ das para la Chil!sa 
.V1w1·a. estaban «eseguite con l'in-
1cnzíone di Pao lo Yeronese» y. más 
C \I( .\\ \( •• •l \l .'>'u11 .l!tl/('11. R.oma. !gksia 
de San Luís de los Franceses. 
adelantc, vuelve a notar córno_lfl. h-
bertad de colorido dei maestro· fla-
n~en.co· ·5e· d ebe ai estudio de Ti- . 
ziano, Paolo Vúóncsc y T intcretto. 
.-~ .... ' .. .. .. . . 
35 
Como decimos, la inspiración en la 
Venec ia dei Cinquecento es de tipo 
técnico -u11 d eterminado uso dei 
oolor-~ pero también lo es de tipo emo-
cional: e! sentido transgresor de la 
Nawraleza v de la Historia. que y a 
sefialarnos en otro ·lugar como carac-
terístico de T iziano, se desarrolla y 
se· Jleva a la culrninación en la 
poética barroca de P. Pablo Rubens. 
Que este sentido transgresor y an-
tklásico rubensiano tiene sus raíces 
en et mundo de la antigüedad nada 
lo demuestra mejor que su colec-
ción artística y su morada en Ambe-
res. Bellori la descríbe asi: «Había 
reunido mármoles y estatuas que lle-
vó e hízo conducir de Roma con 
tod a clase de a ntigüedades, meda-
llas, ca mafeos, ta lias, gemas y meta-
les; y fabricá en ~u casa de Amberes 
una estancia redonda con un solo 
ojo en la cima, e n similitud de la Ro-
tonda de Roma por la perfección de 
la luz igual, con otras diversas curio-
sidades peregrinas. Recogió tambié n 
muchos libras y adomó la cámara 
en parte con cuadros origina1es 
suyos y en parte de copias de su 
mano hechas en Venecia y en Ma-
drid de Tiziano , de Paolo Veronese 
y de o tros pintores excelentes». · 
Pero, sin duda alguna, el pintor en 
el que cobran mayor importancia las 
relaciones coo el Cinquecento es 
Aníbal Carracci. Desde Malvasía, y 
aun con anterioridad, hasta nuestros 
días, Anibal ha sido considerado 
como el máximo formulador de la 
teoria pictórica dei eclecticismo, tér-
mino que conlleva casi siemprc una 
consideración peyorativa. A partir de 
los fundamentales estudios de Denis 
Mahon sabemos que el edecticismo 
surge en la doctrina artísticaya en el 
siglo xv1 con los escritos de L. Dol-
_cc, Armenini y Lomazzo, y fue apli-
cado, ya en la centuria siguiente, a 
las pinturas de Anibal Carracci. 
Pero la comprensión de un estilo 
como el de Aníbal, basado funda-
36 
men talmente en el estudio de los 
maestros dei Clasicismo cinquecen-
tista, ha de verse en sus justos térm i-
nos como la ptimera r~flexión cons-
ciente acerca de la historia de la pro-
pia pintura, de man era que ella mis-
ma s irve para formular una poética 
personal. Benevolo ·ha visto con lu-
cidez el problema; ai separarse el 
concepto de ciencia moderna de la 
actividad artística -corno ya dijí-
mos en el epígrafe anterior- queda-
ban dos vias de salida a la crisis: la 
búsqueda de una realidad emotiva 
(Caravaggio) o la búsqueda intelec-
tual de una ídea basada en la propia 
historia artística. Textualmente, 
dice Benevolo: «La cultura artística 
responde de dos maneras a esta si-
tuación: acentuando su formalismo 
interior y atribuyendo a sus regias 
históricas un valor convencional, in-
discutible, o bien renunciando a es-
tas regias y trasladando su campo de 
acci ón de la esfera intelectua l a la es-
fera sentimental y emotiva». 
De esta manera, los viajes de Aní-
bal por la península italiana se con-
vierten en un peregrinar en b usca de 
una verdad que ya sólo es posib le 
encontrar en la propia pintura. EI 
estudio de !a obra de Correggio en 
Parma es decisivo tanto para ét 
como para el arte barroco: su emo-
cionalismo y su pictoricismo queda-
rán para siempre en su obra. Sues-
tancia en Venecia no lo es menos, 
«Quivi egli --dice Bellori- connobe 
Paolo Veronese ancor vivo, Tinto-
retto e'l Bassano, in casa dei qualc 
egli restó ingannato piacevolmente, 
distendando la mano per pigliare un 
libro, che era dipinto». Su definitivo 
asentamiento en Roma le hace co-
nocer obras como el Laocoonle y las 
de Miguel Angel, sin cuya bóveda 
de la Sixtina no comprenderíamos 
los frescos dei Palacio Farnesio. De 
esta forma, Miguel Angel, Correggio 
y Venecia, es decir, tres de los ej es 
fundam entales en torno a los que 
As11J . .\L C,\RRAn'I: J ·en11s r .-lcle111is. Madrid. Museo dei Prudo. 
había girado el arte dei Cinqueccn-
to, sirvieron de base histórica para 
formular el Clasicismo barroco. Ya 
en l 620, Manzini, en sus Conside-
raciones acerca de la Pintura, nota-
ba cómo la propuesta fu nda men ta l 
de este C lasicis mo, es decir , la un ión 
de la grazia con la ex.presión de los 
afeccos y el basarse en la Naturaleza, 
pero recogiendo lo más be llo de ésta, 
en cuentra su mejor apoyo eu la his-
toria de la pintura, concre tamente 
en Rafael y en la escuela de Lornbar-
día. Dei posterior desarrollo de estas 
ideas en tomo a Poussin y el Clasi-
cisrno francés nos ocu pa remos más 
adelante, ya que se trata de un pro-
blema diferente. 
37 
: ; 
3 
EL NUEVO SENTIDO DE LA ALEGORIA 
Y DE LA HISTORIA 
Como ya hemos indicado, la im-
portancia que la poética de Aristóte-
_I~ habia adquirido desde la segunda 
mitad del siglo xvi está en la base de 
la teoria del arte oafrõco:-·ne--í!:í"ilT --------···-·.••-'··•· ---· '·" . . ··-··· ·-·-- -··-· ··· ·- g 
manera sabemos que autores como 
Bialostocki encuentran en la in-
fluencia de las teorias dei realismo 
aristotélico e! máximo punto de uni-
ficación de las distintas alternativas 
de la imagen barroca. Punto de par-
tida en nuestra consideración acerca 
dei nuevo sentido de la Historia y la 
alegoría a principias dei sigla xv11, 
unas palabras de Luis Alfonso de 
Carballo en su Cisne de Apolo ad-
quieren un valor ejemplar. Para este 
autor, el fin de la Historia -
<<maestra de la vida, presidente de la 
memoria, embaxadora de la anti-
güedad>>-- es ser IP.stímonio de la 
::r.ff1. ªª ::1. _g~J.ª_n.1_f11~-ºa9-y· recô-ídã10: 
no de los buenos hechos y actos vi r-
tuosos. Este sentido verosímil y mo-
ral de la Historia es e! que había ido 
perdiéndose a lo largo dei sigla xv1, 
ya que e! arte manierista concebía la 
Historia como alegoría de los hechos 
y la alegoría como momento culmi-
nante de la Historia. Un pintor 
como Federico Zuccaro. a] presentar-
nos de manera di rec ta, simple y ve-
rosím ti, un mundo en esencia no 
r~al,. como era el de la alegoria, in-
sistia, contemporáneamente a Cara-
vaggio y a Anibal Carrací, en la 
presentación natural ista, no de la 
p ro pia Historia, sino dei abstracto 
concepto de la idea. No es por el!o 
de extraiiar que ante el verdadero 
manifiesto que constituían las pintu-
ras caravaggiescas de San L1lis de los 
Franceses. se limitara a exc lamar, 
38 
«Che rumore e·questo? ... io non ci 
vedo altro che il pensiero di Gior-
gione nella tavola dei Santo». 
La poética de lo verosímil se pro-
fundiza en Caravaggio en una idea 
de la Historia, en la cual lo· que pri-
ma sobre todo son los da1os de Ta 
realidad. Es precisamente este ate-
nerse a los datas concretos lo que no 
fue com prendido por sus contempo-
ráneos; uno de los primeros escrito-
res que estudiaron ai lombarda, 
Giulio Mancíni, fue muy claro ai 
respecto: para Mancini, la técnica 
luminosa y el realismo de la escuela 
de Caravaggio son aptos para hacer 
bien una figura sola, pero fa lla en l a 
composición de conjunto y en la ex-
pl icación de los efectos pues éstos de-
pende más de la imaginaL'ión que de 
la mera ohsf'rvación. De esta manera 
es im.posible meter en una estancia 
una mu!titud de hombres que repre-
sentan la historia con la luz de una 
sola ventana, pues faltan a las figuras 
las e uai idades de «mottO>>, (<afetti» y 
«grazia». 
El atenerse a los datos de la reali-
dad, punto de fricción dei naturalis-
mo con la crítica c!asicista dei sigla 
xv11, y que, según e!Ja, invalida el 
valor de la composición, no fue, 
como es bicn sabido, la base de Ja 
teoria estética de la escuela bolofíe-
sa . Uno de los "hechos que Be!lori 
alaba en !as pinturas de Aníbal es !a 
rPd11ccion a un instante de los distin-
tos elementos de la fábul a. La afirma-
ción se desarrolla dentro de la idea 
cuyo desarrollo estudiaremos má~ 
adelante, de la comparación entre 
P?esía y pintura: «Sin embargo, los 
pintores necesitan servirse de! ana-
A:--. 111-\1. C\IU<.A( < 1. fiL:J'l' r1 /cs entrl' e/ n d11 .t' lu 1·ir111d. Roma. Camerin o Farnesc, 
cronismo, o de la redacción de las 
acciones y varias tiem pos a un pun-
to o a una ojeada de la fábu la, para 
hacer entender, med iante e! calor. 
en un instante, aquello que es fácil al 
poeta mediante la narracción, de tal 
manera el artífice se convierte en 
inventor. .. ». 
Es p rec isa m ente esta idea de la 
11nidad de acción que Bellori a laba-
b a en Rafael y en A níbal Carracci lo 
que la crítica clasicista echaba en 
fa lta en Caravaggio . Pero desde 
nuestro punto de v ista, superando la 
manera de ver de esta tendencia crí-
tica, hemos de observar cómo el sen-
tido barroco de la llnidad narralirn 
está de igua l manera p resente en 
Aníbal y en Caravaggio, en oposíción 
ambos a l !Tagmentarismo visual típi-
co de! Manierismo. Las pal abras an-
teriormente transcritas se referían ai 
famoso Camerino dei palacio Farne-
sio, obra de Aníbal Carracci. En éste, 
los temas rep resen tados eran Hércu-
les en la encruc(jada. Ht!rc11fes soste-
niendo e! mundo, V/ises liberador, la 
M r!dusa castigada ... , y todos ellos 
obedecen a un sent ido unítar io cuyo 
fin didác tico era ensal zar la virtud y 
vituperar el vicio. Para e llo, Anibal 
usó de las alegorias inspi rán dose en 
las fáb ulas de los poetas -ins-
pi ración literaria- de tres maneras: 
parangonando la virtud con e! vi-
cio -Hércules en {a Pllcrucijada-. 
proponirndo !os bienes de la vi rtud 
- R eposo de Hérc11/e. 1·~. mostrando 
los danos dei vicio - La Medusa-. 
Corno vemos, n o sólo se t rata de una 
inspiración en una r eali dad !itera ri a; 
sin o que la alego ria adquiere tam-
bi én un sentido intelectual y basado 
en la cornparación de d iversos con-
ceptos ideológicos en orden a la con-
secución de una idea fina l de ti po 
m oral. Surge de esta ma nera la idea 
del pinror- liieraw. p rolongandoun 
co ncepto de la figura de i artista que 
ya había ve nido desarro llándose du-
rante el sigla anterio r. 
La 11 11 ic!ad narrat iva a la q ue ven i-
39 
mos· refiriéndonos la encontramos 
igualmente en la obra de Caravag-
gio·. A- tat efecto, podemos comparar 
Ias pinturas de San Luis de los Fran-
ceses con las Historias de la voca-
ción de San Mateo, con el ya citado 
Camerino Farnese. En las pinturas 
de Ia· iglesia romana, la unidad con-
ceptual que resulta dei ciclo -la 
exaltació'n de la virtud del santo-no 
deriva de una inspiración !iteraria e 
intelectual, sino de la consideración, 
como ha indicado Argan, dei pro-
blema de la realidad de la Historia 
como evento o acontecimiento. El 
mismo autor ha sdialado cómo para 
CARAVAGGJO: Vocación dl! Sun- .'i.fateo. 
Roma. San Luis de los Franceses. 
Caravaggio, el sentido de la Historia 
consiste en un encuentro directo con 
la realidad sin la interposición de 
sistemas de conocimiento y de re-
presentación: para Caravaggio, la 
realidad de la poesía es algo mediato 
y rechazable, mientras que la de la 
pintura es directa y presente. 
40 
De esta manera, los medios técni-
cos de la pintura caravaggiesca, es 
decir, el atenerse a los datas de la 
realidad, e! uso selectivo e interpre-
tativo de la luz natural, y el drama-
tismo de actítudes caracteriZádas, re-
saltado por un concepto de ilumina-
ción que superaba e! uso meramente 
formal que de él hacía .la escuela lom-
barda, se convierten en los métodos 
ideales para conseguir esa unidad y 
claridad de acción que exigía la poé-
tica barroca: e! acontecimiento con-
creto -recordemos e! gesto de Cristo 
senalando a San Mateo, subrayado 
dramáticamente por e! rayo de luz-
pasa a adquirir un significado deva-
lor emocional , pues es el símbolo de 
la Humanidad llamada por Cristo a 
su servicio. · 
En el campo de la ·arquitectura, 
frente ai fragmentarismo espacial y 
decorativo que proponía cierta ar-
quitectura manierista, .la ••. o.bra .de 
Mª-demq, Ricch~I1.9 y la .<:l.~ l .. m.isrno 
Mansart insi"Ste"-en un ·$entido unita-
rl"õ-qüê.prefúct"íã-·1as grandes síntesjs 
de Béroini o Borrómini. De igual 
manéra: ·· e! genÓvés Ba11olomeo 
Bianca sintetiza en e l edificio de la 
Urzíversidad de Génova (1630) las 
aportaciones de G. Alessi y Rocco 
Lurago a la tipologia de edificio ge-
novés. Como ha senalado R. Witt-
kower, el edificio supone la unifi ca-
ción dei vestíbulo y el patio, situa-
dos a· diferentes niveles, de manera 
que «el espectador es llevado fácil-
mente de nível en nivel, cuatro en 
total», lográndose así, como en la 
pintura de los maestros de la prime-
ra gene_ración, el mismo sentido de 
unidad y claridad que venimos defi-
niendo como Barroco. 
Volviendo ai ya citado Luis Al-
fonso de Carballo y a su Cisne de 
Apolo, nos detendremos en la si-
guiente a firmación: «Puede el Poeta 
en la Historia traer exemplos, com-
paraciones, y semejanças de cosas 
fabulosas, como aplicar la ficción de 
, 
•. 
1 
í 
B. BIANCO: Fatio de la Un i\•ersidad. Géno-
va. 
lcaro y Faeton y otr.as semejantes ai 
propósito de lo que se va d iciendo ... 
Todos los cuales fingimientos son lí-
citos y muy convenientes ai officio 
dei poeta, ni perjudican a la verdad, 
ni la oscurecen, antes la aclaran y 
adoman ... Esto es que los Poetas a 
las cosas sobredichas aõadieron cier-
to color, no por perjudicar, sino por 
ado mar». 
EI uso de lo fabuloso como media 
retórico y mancra de hacer más ex-
plícita la alegoria entra dentro de los 
tópicos de las poéticas aristotélicas 
ya desde el sigla xvr. Es en este mo-
mento cuando T. Tasso, en sus dis-
cursos sobre el arte poético, defiende 
conceptos como lo sublime o lo pe-
regrino. para explicar lo heroico. El 
peligro de oscuridad que estas ideas 
conllevan ha de esquivarse cuidado-
samente por cuanto en lo heroico se 
pretende, además de la magnificen-
cia, la claridad. 
Las ideas a las que nos venimos 
refiriendo, fabuloso, sublime, pere-
grino, heroico, magnificencia .. ., que 
han de ser explicitadas de manera 
clara y precisa, están en la base no 
sólo de los grandes ciclos plásticos 
que preparaban la Roma Triumphans 
-Anibal Carracci en el Palacio 
Farnesio, Guercino en e! Casino 
Ludovisi, Guido Reni en el Quiri-
nal. G. Lanfranco en el Casino 
Borghese--. sino en la precoz obra 
de Pedro Pablo Rubens. Quizá sea 
más en él que en la escuela clasicista 
romana donde el sentido de la His-
toria y de la alegoria adquiera ese 
tono de sublimidad heroica a través 
dei uso verosímil de las fábulas cris-
tianas y paganas, que se pene ai ser-
vicio de las C ortes del absolutismo 
e.amo mejor expresión plástica de su 
pode"río. 
ANIRAL CARRACl."I: Dibujo pam fos/rescos 
dei Palacio Farnese. 
Es Rubens quien lleva a la perfec-
ción un sistema de scmejanzas, com-
paraciones y ejem pios -reco rdemos 
4[ 
\ . . , 
·, ? ~ I 
cicl.os como la Galeria M edici o ale-
.godas como El Jardin dei Amor-
que, al poner en paralelo hechos de la 
Historia contemporánea con la fábu-
la antigua, desarrolla ahora un senti-
do retórico, celebrativo e impositivo, 
en una idea de la alegoria ya presente 
en el Manierismo. Se trata de un sis-
tema escuro para los no iniciados, 
pero de fácil comprensión para eru-
ditos e intelectuales, que encuentra 
su base en los libras de mitología tan 
en boga en esta época. De esta mane-
ra, la pintura de Rubens, Van Dyck y 
sus seguidores, que encontrará su 
prolongación dieciochesca en la obra 
de G. B. Tiépolo, ha de leerse con 
rio de la alegoria y de la Historia, he-
mos de seiíalar su modemidad en e! 
sentido exquisitamente sensual, a la 
vez que científico, que adquiere su 
uso de la visión. La pintura de Ru-
bens, la arquitectura de Mademo, la 
obra de Caravaggio y Aníbal Carrac-
ci cs ante todo una experiencia vi-
sual. La importancia que el coloris-
mo veneciano tiene en Rubens y 
Anibal ya ha sido destacada, aJ igual 
que el estudio intelectual que este 
·último realiza en ténninos de expe-
riencia visual acerca de las propie-
dades de la propia pintura. Por lo 
que respecta a Caravaggio, F. Bolog-
na, en un esclarecedor ensayo, ha in-
G. R1i1'ó1: La rl urvra. Roma. Casino Rospigliosi. 
prefer.encia en clave iconológica, 
precisamente en la forma en que fra-
casa todo intento --como ha seõala-
do Brandi- de interpretar la pintura 
de Caravaggio. 
lQué es lo que, en definitiva, hace 
modernos a estos hombres, los dife-
rencia de sus contemporáneos ma-
nieristas y los convierte en maestros 
de un nuevo sentir plástico? Además 
de este sentido emocional, retórico y 
expresivo, y de este cancepto unita-
42 
dicado la importancia que e l ajo 
como órgano de visión tiene en su 
opra, ai destacar la naturaleza esen-
cialmente óptica de su pintura. El 
círculo de intelectua1es romanos que 
le protegieron, es decir, la casa dei 
cardenal Dei Monte, era frecuenta-
do por los máximos representantes 
der pensamiento experimental, des-
de Tomasse Campanella a Galileo 
Galilei. El mismo autor insiste en el 
hechó de que Çaravaggio no fue in-
'- ~ •. ! • 1 ~ '. .1 1 ~ • 1 ,: ~ ' ~ 
fluido por estos hombres, pero sí que 
su obra, y sus intenciones se encua-
dran en la perspectiva de esta rama 
del pensamiento moderno que basa-
ba el saber científico y la observacíón 
directa: de la Naturaleza en la prima-
·cía_ de la experiencia, Y. de una expe-
riencia, en el caso dei pintor, de t ipo 
visual. Con ello se daria paso a los 
grandes máe:Stiôs de IÍl. generación 
posforíor, R e mbrandt, Poussin, Ve-
lázquez, que hicieron dei ojo el órga-
n·o· fundamenta l de su cu ltura y de su 
experiencia p ictórica. 
R usE:-is: E/jardín <frl Amor. Madrid. M usco dei Prado. 
43 
(t} APARICION DE LOS NUEVOS 
TEMAS Y LAS ALTERNATIVAS 
DELAIMAGEN RELIGIOSA 
E! nuevo lenguaje que comenzaba 
a plantearse en la Europa de co-
mienzos dei siglo XVII, y que aparece 
centrado fundamentalmente en Ro-
ma, com.J2?rtaba la formulación de 
un nuevo coàígõTínit.fí~JIÇQ:YJãTa~ã · 
ae ir1"serta-r-unos"mievos temas a tra: 
-vês ae- Jareriõvacfon-icõnogfállca-Ciue

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