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123 LECTURAS COMPLETAS Y DIAPOSITIVAS

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Hombre, naturaleza e historia
Asdrúbal Baptista
-I-
El mundo moderno del que formamos par-
te descansa sobre unas convicciones que son 
resultado de complejas marchas históricas 
y amalgamas de tradiciones. El gran pensa-
miento, base de toda acción liberadora, y que 
en cuanto pensamiento incisivo se lo reconoce 
como crítico por diferenciador y por radical en 
cuanto no admite ni soporta juicios o visiones 
unilaterales, consiguió en cierto momento ex-
cepcional de la historia plasmar esas convic-
ciones en presupuestos que no hay necesidad 
de nombrar a cada rato para que estén allí, 
haciendo de sostén.
Tres de esos postulados sostienen el edificio 
del mundo que habitamos. El primero de ellos, 
alguien logró escribirlo así: “la raíz del hom-
bre es el hombre mismo” (Marx, 1844, CWME, 
III: 3.182). De lo que se siguen numerosas 
conclusiones, pero valga la más decisiva, que 
cumple entonces el papel de segundo postula-
do. El hombre tiene por necesidad que produ-
cirse a sí mismo en cada instante. Esas accio-
nes, individuales de apariencia, contempladas 
sin embargo en su conjunto es la historia: los 
seres humanos hacemos nuestra historia. Ese 
hacer de la historia es la acción humana por 
excelencia, esto es, es el trabajo humano, al 
que todo finalmente se remite (Marx y Engels, 
CWME, V: 5.41-43; Adam Smith, 1776 (1976), 
Introduction; Heidegger, 1976:255).
Resta el tercer postulado. Raíces de nosotros 
mismos como somos, nos condiciona empero 
el hecho invencible de que por sobre todo so-
mos seres naturales (Marx, 1844, op.cit., III:
3.336), que formamos parte inseparable de 
la naturaleza y sus minas y yacimientos, y sus 
bosques, el aire y las aguas. Esto es, que ella 
nos es sencillamente imprescindible.
El gran pensamiento que acompaña nuestra 
comprensión del mundo moderno, mal podía 
agotar las posibilidades de toda explicación y 
entendimiento. Contemplado en la distancia, 
aquél, en sus orígenes, colocó su pivote mayor 
sobre un elemento que lo llevó, así lo creo, 
a serias limitantes, muy en lo particular si se 
tiene en la mira a América Latina y su historia 
particular.
Admitiendo la incomparable capacidad de 
discernimiento que ese pensamiento facilita, 
cabe decir que dicho pivote se colocó, unien-
do los dos primeros postulados, en el poder 
creativo del trabajo, que se admite, enton-
ces, como el lado activo de lo humano. De allí 
que el curso de la historia pueda verse como 
la sucesión de regímenes que caracterizan la 
vida de las sociedades, desde la más remota 
antigüedad hasta el actual régimen planeta-
rio del capital, sólo en función de las diversas 
maneras cómo se ha organizado socialmente 
el trabajo. Fue así como pudo entonces escri-
birse, que “la solución al enigma de la historia 
yace en la cuestión de la propiedad privada”, 
dándose por sentado que esa propiedad priva-
da, es, por excelencia, la referida a los frutos 
del trabajo.
Con todo, la apropiación de la naturaleza ter-
minó por ser una suerte de residuo concep-
tual, al que puede sin ningún daño ni reparo 
dejárselo de lado. La historia intelectual de 
cómo se aborda esta cuestión de la propiedad 
sobre los objetos naturales, o brevemente, de 
la propiedad territorial, no podemos recons-
truirla hoy en detalles finos (véase Asdrúbal 
Baptista, 2011b, esp. apéndice cap. 2). Bás-
tenos decir, que por esos giros extrañísimos 
del pensar, tanto el pensamiento crítico como 
el liberal arriban a un terreno donde lucen tan 
semejantes que todo parece un desvarío del 
intelecto.
septiembre 2013
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Este estado de cosas no pudo repararlo Améri-
ca Latina. La relación con el régimen mundial 
del capital no nos fue dada plantearla, dada 
nuestra más característica especificidad, con 
genuina y creativa autonomía.
El gran pensamiento liberal, clara expresión 
del omniabarcante mundo del capital, hizo 
dos cosas notables en relación con la natura-
leza. La primera fue anular toda diferencia 
entre la naturaleza y el capital. Se ocultaba 
así para los ojos profanos o hasta no profanos, 
la especificidad de las minas, de las aguas, de 
los bosques. “Todo es capital”, escribirá un 
reputado economista a mediados del siglo XIX.
Y aquí viene la segunda posición del pensamien-
to liberal. Una vez más, la pluma de un distin-
guido autor cumplió su tarea. Escribió así: «El 
principio de la propiedad no puede aplicarse a 
lo que no es el producto del trabajo, o lo que es 
igual, a los productos brutos de la tierra…». De 
aquí se seguirá, como extrema consecuencia, 
una radical «subordinación de los derechos de 
los terratenientes a la política general del Esta-
do» (John Stuart Mill, 1849, I:280-285).
Estas palabras se escriben a mediados del siglo 
XIX. Son concluyentes, definitivas. El régi-
men universal del capital suprimía una última 
barrera que la práctica le había establecido. 
La propiedad territorial, sacrosanta en cuanto 
tal propiedad, en adelante estaría sujeta por 
vía de tributos a los fines últimos del orden 
social capitalista.
-II-
En esta suerte de encrucijada histórica emer-
ge el petróleo en la escena, desarrollándose su 
utilización de manera frenética hasta el mis-
mísimo presente. Ya Bernardo Mommer nos 
ha iluminado con detalles y con un rigor que 
sólo él puede exhibir. Sólo me corresponde 
afirmar que el advenimiento del petróleo en 
la escena económica mundial representa para 
el régimen universal del capital una limitación 
sin antecedentes. ¿Podremos extraer leccio-
nes de su significado económico-político, con 
claro juicio de lo que todo esto implica?
Cuando el gran pensamiento abordó la cues-
tión de la propiedad territorial y la relegó a 
ser una suerte de venerable reliquia, inane e 
insustantiva, ¿con qué contaba? Contaba de 
su lado en todo caso con el poder del Esta-
do Nacional, capaz de someter esa propiedad 
privada a sus fines, a los fines del capital na-
cional y por ende universal. ¿Qué supuestos 
yacen aquí para aclararnos mejor este punto, 
crucial en el argumento todo?
En lo fundamental, que esa propiedad es pri-
vada, y que los propietarios se hallan sujetos 
a la juridicidad del Estado nacional. Pero, y 
si el caso fuera, que dicha propiedad no es 
privada sino más bien del cuerpo político de la 
nación, que la ejercita sobre un objeto natural 
para la economía global, se impone entonces 
una interrogante: ¿qué entidad, en el mundo 
en el que aún vivimos hoy, puede sobrepasar 
legítimamente el poder jurídico del Estado 
para imponerle a su propia riqueza obligacio-
nes económicas en el sentido de tributos, y así 
poder someterla unilateralmente al régimen 
del capital?
El gran ejemplo, en muchos sentidos, es el pe-
tróleo. Me limito sólo a mencionarlo, pero al 
mismo tiempo debo decir que, como él, exis-
ten otros tantos objetos naturales de similar 
entidad. Pues bien, aquí nos hallamos frente 
a un impasse histórico, frente a un callejón 
sin aparente salida en el desarrollo del capi-
tal universal. ¡Un genuino impasse histórico! 
Pero entiéndaseme, hablo de un callejón ce-
rrado en el sentido de un complejo espacio 
dentro del cual los intereses económicos de la 
propiedad territorial nacional coexistirán con 
los del capital mundial en una situación de 
mutuo reconocimiento, de un saberse en pari-
dad de condiciones. Si el trabajo crea valor 
también lo hace la propiedad. Y si la propie-
dad crea valor no lo hace menos la propiedad 
sobre objetos naturales, sobre las aguas, so-
bre los bosques, sobre las minas.
Pero que no haya aquí ni candor ni abuso de 
confianza en la existencia de presuntos de-
rechos trans-históricos, cuyas raíces yacen 
allende la práctica humana. Y menos deja-
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ción o falta de espíritu creativo para hacer 
fructificar los derechos que se poseen. Admi-
tamos, para que nuestras perspectivas sean 
tan firmes como las del capital, que en éste, 
amén de sus derechos, yacen vitales impulsos 
históricos. Pero habiendo hecho esto, y con 
base en el ejercicio del irrecusabley nudo 
derecho de propiedad que nos asiste, demos 
el paso de poner en marcha nuestras propias 
potencias creativas para que ese nudo dere-
cho se haga de creciente valor por el descu-
brimiento de nuevos usos para sus objetos, 
por la innovación en prácticas extractivas, 
por los hallazgos de facilidades productivas 
hasta ahora inéditas.
-III-
Permítaseme una palabra final. La primera se 
refiere a la contabilidad de la vida económi-
ca. Sepamos que el sistema universal de con-
tabilidad social es inadecuado y hasta erróneo 
cuando se trata de estructuras económicas 
donde la propiedad territorial, en cabeza del 
cuerpo político nacional y realizada en el mer-
cado mundial, cumple un papel significativo. 
Aquí hay un amplio campo de trabajo por de-
sarrollar, para el cual hay importantes esfuer-
zos hechos. (véase Asdrúbal Baptista y Ber-
nard Mommer, 1986; Asdrúbal Baptista, 1991, 
1997, 2006, 2011a).
De otra parte, la comprensión de los meca-
nismos económicos que sostienen y causan 
la práctica productiva contemporánea, en el 
entendimiento que proviene tanto del pen-
samiento más ortodoxo como del más hete-
rodoxo, resulta ser insuficiente e impropia 
cuando el caso es dar también cuenta de las 
consecuencias de la propiedad territorial.
En otro universo de ideas, no podemos omitir 
un comentario atinente a un decisivo arreglo 
del orden social. La propiedad territorial en 
cabeza del cuerpo político nacional, la de los 
yacimientos petroleros, altera de raíz el mar-
co de cosas sobre el cual descansan las con-
cepciones más básicas de los arreglos políti-
cos que dominan la escena histórica actual. 
Dichas concepciones hacen del Estado una 
entidad sujeta y dependiente de la práctica 
económica de la sociedad civil nacional, ha-
bida cuenta de su indigencia material. Ni im-
puestos ni deuda dan al Estado capacidades 
para acometer tareas transformadoras. Pero, 
a su vez, y si se extraen las consecuencias de 
todo lo antes expuesto, la entonces emergen-
te y relativa autonomía económica del cuerpo 
político nacional, a cuenta de su condición de 
propietario territorial en el mercado mundial, 
abre insospechadas posibilidades de acción 
que tocan materias nodales para la vida huma-
na. ¿Seremos capaces de apreciar esta inédita 
veta de posibilidades, a la luz, por ejemplo, 
de la penetrante idea de Aristóteles de que el 
“asunto todo de la democracia y la oligarquía 
es inseparable del asunto de la pobreza y la ri-
queza” (Política, 1279.b40), y abrirnos a sope-
sar y discernir lo que es deseable de lo que no 
lo es, lo que es socialmente justo y adecuado, 
de lo que no lo es?
Asdrúbal Baptista, doctor en economía, es 
profesor del Instituto de Estudios Superiores 
de Administración (IESA), de Venezuela. 
Bibliografía
Aristotle (1987), Politics, Bilingual Edition, Loeb 
Classical Edition, Harvard 
Baptista, Asdrúbal (1991, 1997, 2006, 2011a), Bases
cuantitativas de la economía venezolana, diferentes 
ediciones, Caracas.
Baptista, Asdrúbal (2011b), Teoría económica del 
capitalismo rentístico, segunda edición, Caracas.
Baptista, Asdrúbal y Bernard Mommer (1986), “El 
petróleo en el pensamiento económico venezolano: 
un ensayo”, Caracas, IESA.
Heidegger, Martin, Les séminaires du Thor, Questions
IV, 1976, Paris.
Marx, 1844, CWME, III: 3.182, Economic Manuscripts 
of 1844.
Marx & Engels Collected Works, (2001), cuarenta y 
siete volúmenes de cincuenta programados, New 
York.
Mill, John Stuart Mill (1849), Principles of Political 
Economy, second edition, dos volúmenes, Londres.
Smith, Adam (1776), The Wealth of Nations, dos 
volúmenes, 1976, Oxford.
DDEELLOOSS 
RReevviissttaa DDeessaarrrroolllloo LLooccaall SSoosstteenniibbllee 
 
 
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Grupo eumed.net / Universidad de Málaga y 
Red Académica Iberoamericana Local-Global 
Indexada en IN-Recs; LATINDEX: DICE; ANECA; ISOC; RePEc y DIALNET 
Vol 7. N° 18 
Febrero 2014 
www.eumed.net/rev/delos/18 
 
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ECO-RELACIONES NATURALEZA-HUMANIDAD: AMBIENTALIZACIÓN DE LA 
SOCIEDAD Y LAS CRISIS 
 
 
José David Lara González
1
* 
jlaragonzlez@yahoo.com 
 
 
RESUMEN 
 
Desde una plataforma científica y filosófica este texto presenta algunos conceptos 
comúnmente empleados en el ámbito de la cuestión ecológica y ambiental. Propone una 
reflexión sobre la amplia actividad humana y sus nexos y consecuencias sobre la propia 
humanidad y el resto del mundo natural. Es también un modesto intento por abrir un 
modo más sustentable de observar el quehacer humano para vincularlo más 
responsablemente a nuestro presente y futuro planetario acudiendo para esto a los 
valores y principios más universales. 
 
Palabras clave: naturaleza, humanidad, simbiosis, crisis, recursos naturales, Gaia. 
 
ABSTRACT 
 
From a scientific and philosophical platform this text presents some concepts commonly 
used in the field of ecological and environmental issue. It proposes a reflection on the 
wide range of human activities and their linkages and impact on humanity itself and the 
rest of the natural world. It is also a modest attempt to open up a more sustainable way of 
observing human endeavor to link it more responsibly to our present and future planetary 
attending the most universal principles and values for this. 
Key words: nature, humanity, symbiosis, crisis, natural resources, Gaia. 
 
 
1. HUMANIDAD, NATURALEZA, SIMBIOSIS. 
La humanidad es parte de la naturaleza, la sociedad es un resultado del accionar de la 
humanidad. Las crisis son parte del entramado naturaleza-humanidad, las hay netamente 
naturales como las pasadas extinciones masivas de especies, y las hay también 
humanas pasando por las combinadas entre naturaleza y humanidad las cuales son cada 
vez más frecuentes, más vastas, más complejas y más montadas entre sí, cualidades de 
estas crisis que las hacen más reacias a cualquier tipo de solución dando en lo general y 
 
 
1
 Licenciado en Ingeniería Civil. Estudios de maestría en ciencias con especialidad en Hidrología Subterránea. Maestría en 
ciencias ambientales en el área de recursos naturales. De doctorado en ciencias ambientales en el área de Ambiente y 
Desarrollo Sustentable. Ha sido profesor investigador universitario de tiempo completo por casi tres décadas. Ha publicado 
artículos y ensayos en revistas y libros de ciencias, ciencias sociales y humanidades. Departamento Universitario para el 
Desarrollo Sustentable. Instituto de Ciencias. Benemérita Universidad Autónoma de Puebla. México 
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a veces en lo particular, lugar a “soluciones” de contingencia y/o someras pero asimismo 
de “maquillaje”, de engaño/simulación. 
 
El ser humano como especie biológica forma parte integrante de los ecosistemas 
naturales, llamándoles así y para diferenciarlos aunque un poco de los más comúnmente 
reconocidos como artificiales (por ejemplo, las ciudades). 
 
Si bien en un principio la capacidad de trasformación (por el hombre) de las condiciones 
ambientales fueron de retorno negativo, en el sentido de no reintegrar nada o muy poco 
al ecosistema después de su uso-aprovechamiento, es decir, después de o durante una 
intervención humana, una vez desarrollada cierta tecnología el asunto cambió y se 
estableció un determinado nivel de equilibrio que buscaba consciente o 
inconscientementela simbiosis humanidad-naturaleza incorporando o devolviendo al 
ecosistema una parte de lo tomado de él (o modificado en él). Una simbiosis que hasta el 
día presente no ha sido considerada en toda su importancia y tampoco ha sido manejada 
suficientemente bien con la consecuencia (vigente y grave) del alejamiento marcado de 
un estado equilibrado entre ambos componentes del ecosistema total o ambiente total 
(mal denominado “medio ambiente”, término confuso y poco “científico”): naturaleza 
extrahumana - naturaleza humana (en realidad todo es naturaleza; se verá más 
adelante). 
 
Misma simbiosis que forma parte del metabolismo socioambiental que arrancó primero en 
las etapas de formación del planeta para después ser “completado” en el momento de la 
aparición de los seres humanos y sus distintas maneras de organización. Metabolismo 
que fragua ambas “bandas” de la evolución de la vida en el mundo y que se vio 
violentado por los variados modos de apropiación de lo natural por parte de los grupos 
humanos, hasta llegar hoy a la etapa capitalista última o más reciente en la que el 
metabolismo es asediado permanentemente para la realización del sistema ya no de su 
organización sino de su explotación, culminante en la operación de la acumulación por 
despojo, ésta misma que puede ser presentada (por fuera del purismo) como despojo 
por o para la acumulación capitalista. 
 
El intercambio simbiótico puede entenderse como la adecuación de un grupo humano a 
determinadas condiciones de un (también) determinado ecosistema (Palerm, 1976), pero 
igual se da el intercambio entre los seres humanos y varios ecosistemas y más desde el 
punto de vista de que en general los ecosistemas no muestran fronteras francas entre sí, 
sino espacios intergraduados entre un ecosistema y otro, zonas de transición o 
ecotonos. No obstante, en la “ecuación de balanceo” (mejor presentada y/o entendida 
como la distribución o equiparación del balance o equilibrio entre las partes) que re-
planteada por el Sistema dominador se impone como la ecuación o relación capital-
recursos naturales, anotada por Galafassi (2009), debe ser considerada la, digamos, 
“contraparte” u “otra cara de la misma moneda”, lo que dice, la adecuación de un 
ecosistema a las condiciones impuestas por uno o varios grupos humanos (condiciones 
que pueden ser simultáneas y/o sucesivas, intercaladas entre sí o no e igual aplicadas 
sostenidamente o no). 
 
En lo común no hay ecosistemas ni vida sin la simbiosis de intercambio: la vida es un 
efecto del intercambio y los ecosistemas por igual y, a su vez vida y ecosistemas son por 
una parte fuente de más vida (también de muerte) y por otra y hasta el presente 
fenómenos exclusivos de nuestro mundo o planeta: fenómenos extraordinarios. La vida 
en el Universo es muy poco frecuente, es escasa (hasta que se demuestre lo contrario). 
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La simbiosis humanidad-naturaleza es medular. Márquez nos ilustra (2010): No obstante, 
el capitalismo neoliberal afronta en nuestros días una crisis general que interpela a la 
humanidad acerca de seguir otorgando primacía a los intereses del capital o poner en el 
centro la necesidad de mejorar sustancialmente las condiciones de vida y trabajo de la 
mayoría de la población y de garantizar la reproducción de la vida humana en simbiosis 
con su entorno planetario. (Resaltado en negritas nuestro). 
 
El intercambio más o menos “justo” (o equilibrado) para ambas partes de un ecosistema 
dado en algún momento histórico fue cambiando hasta que el humano pudo transformar 
la fisonomía natural y generar (producir) otra, que puede llegar a ser muy distinta de la 
originaria (verbigracia: un ecosistema lacustre mudado a un enorme asentamiento 
urbano, inclusive ya sin agua). Los ecosistemas se fueron artificializando volviendo 
determinante la acción humana para conservar algunas características naturales de esos 
ecosistemas y separando las propiedades del medio de su ser netamente social; 
demostrando que aunque el humano guarda debilidad por naturaleza propia, posee un 
alto nivel de adaptación, situación que lo ha llevado a ser la especie dominante del 
planeta, controlando o intentando controlar a la naturaleza, pero en ciertas circunstancias 
y casos, en sus afanes de control de lo natural, el ser humano ha terminado por 
devastarlo o someterlo a un alto riesgo real de ello. 
 
Empero, la modificación aguda de los nichos ecológicos en la mayoría de los 
ecosistemas es una derivación degradante en negativo de su artificialización. 
Entendiendo de manera sencilla al nicho ecológico como la función que una especie o 
individuo realiza en uno o varios ecosistemas. Se ha llegado al extremo de la intervención 
humana en algunas situaciones en los ecosistemas de modo tal que hay especies 
desaparecidas directamente por el ser humano y hay otras modificadas genéticamente 
por nosotros (preferentemente con fines comerciales de monopolio bajo el “auspicio” de 
la soberbia en añadidura). Otras han sido trasformadas a tal grado que su operación 
natural ya es muy distinta de la que tuvieron en otras épocas, un ejemplo es el maíz, un 
grano de importancia mundial e histórica y cultural, un grano que por el manejo humano 
ha perdido sus cualidades originales y ya es incapaz de reproducirse por sí mismo en el 
medio natural. 
 
 
2. TIEMPO HUMANO Y TIEMPO NATURAL. 
La elevada capacidad adaptativa del ser humano es su gran ventaja pero también implica 
un caro nivel de riesgo y en varios sentidos y magnitudes. No obstante, la función 
depredadora del humano no es nueva ya que en épocas más tempranas su actividad fue 
esencialmente de ese tipo y así es como vemos que en los largos periodos de la Edad de 
Hielo, el humano se contentaba con seguir tomando del medio todo lo que podía sin 
reposición al mismo, en un intercambio considerablemente parcializado (Childe, 1981) y 
desequilibrante, intercambio desigual que ha visto a la naturaleza como fuente de materia 
y energía pero por fuera del ser humano y de la propia naturaleza humana, con los 
grupos que aplican “filosofías” acudidas para apartarnos todavía más de la naturaleza 
como si fuera ella un ente nocivo y nuestro enemigo: uno muy fuerte y terrible al que se le 
tiene que vencer y se ejecutan ciencias y tecnologías para someterlo y, esto más 
acendrado en nuestra era, la “del conocimiento”, era que eufemísticamente no es otra 
cosa que la “del desconocimiento” tanto de la naturaleza como de nosotros mismos; de 
aquí la pauperización vasta de los ecosistemas pero de la misma dote la de enormes 
contingentes de seres humanos que cada día van siendo más los Otros para quedarse 
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uno mismo solo y en solitud (artificial elementalmente: solitud en medio de las multitudes) 
por el divisionismo marcado y hasta exacerbado de los tiempos corrientes (atomización 
de las sociedades y comunidades y, metamorfosis de las sociedades en zoociedades 
cada vez más agresivas, inseguras, inciertas). 
 
Es así que se da (cuando menos en parte) el proceso de desnaturalización de la 
naturaleza para irla modificando a modo para los procesos e intereses humanos, la 
naturaleza se humaniza pero a la vez es sacrificada en aras del “método social” (que es 
más el “método del capital”) forjador de ecosistemas cada vez más artificiales y menos 
diversos (ampliamente menos diversos). Dicha artificialización por “humanización”, tal vez 
mejor expresado por antropización, de la naturaleza extrahumana ha significado 
históricamente una tarea sostenida y constante de simplificación ecosistémica que de 
alguna manera (o varias) es sistematizada y ha repercutido grandemente a nivel glocal 
(global y local) para irnos llevando no a la “cima de la historia natural” sino a la sima de la 
misma o algo muy parecido o cercano a serlo. Sin duda también “vehículo perfecto” de 
conducción a la sima (si no la más profunda, ¿acaso?)de la propia historia humana 
(regresión, pero asimismo negación de lo humano o de la humanidad del ser humano; 
incluyendo la negación de la razón que se niega ella misma y se hace instrumento de su 
propio proceder, lo último señalado por Galafassi, 2009). 
 
La dependencia del humano respecto de la naturaleza es bien profunda, por no 
denominarla total/absoluta, incluso en esferas más de lo económico: …el significado de 
económico deriva de la dependencia del hombre, para su subsistencia, de la naturaleza 
(Polanyi, 1976). El uso de los recursos, su dispendio y mala aplicación no son sino parte 
del gran problema, histórico y actual, que puede quizá, ubicarse en uno de sus orígenes 
en la acumulación por el capital, acumulación originaria asumida por Marx, para ir a 
instalarse ahora en la tristemente célebre acumulación por despojo, signo del capitalismo 
en curso (repetimos). 
 
El antropocentrismo ha estado presente permanentemente en el historial humano y ha 
facultado con amplitud las visiones (por no llamarles alucinaciones) de 
dominio/sometimiento de las especies y del resto de la naturaleza y no solo de la 
extrahumana sino por mismo, de la de millones de seres humanos que por eras 
completas han estado bajo condiciones de esclavitud y hasta el día de hoy (y esto último 
para un colmo de la deshumanización reinante, por medio de la aplicación de leyes 
oficiales, por supuesto leyes inhumanas inmorales e ilegítimas pero apuntadas y 
apuntaladas en los mazos jurídico/normativo político-económicos de los Estados-nación, 
cuando menos de muchos de ellos). Vallejo y Sánchez (2011) establecen: al contrario de 
la visión que percibe a la naturaleza subordinada a lo social (…) los ámbitos social, 
económico y natural forman un todo, en el cual no es posible pensar lo natural como 
ámbito autónomo a lo social y a lo espiritual, y viceversa (resaltado en negritas nuestro). 
 
En tanto, el ser humano se ha convertido en la fuerza dominante en la formación de 
sistemas de vida en la tierra (¿también de muerte?: pregunta tanto retórica), su 
“ascensión” ha ido acompañada de una reducción de las posibilidades de la naturaleza y 
del medio en una suerte de “suma cero” que por si fuera poco decir, resulta muy difícil de 
sortear, es más, sorteo que no ha tenido lugar, al menos no mayúscula ni 
sostenidamente. 
 
Si bien el espacio es el mismo para la naturaleza y para el ser humano (dentro de nuestro 
planeta) el tiempo no lo es. El tiempo de la naturaleza es dilatado y discurre con lentitud, 
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la historia natural es “ancha y larga”. En tanto, el tiempo humano es recortado y ocurre 
velozmente, la historia humana es “corta y apurada” inclusive se llega a medir el tiempo 
en términos comerciales economicistas. De ahí brota el hoy tan afamado “tiempo real”, un 
invento muy reciente que trasforma en dinero y poder al tiempo, un “ente” que no ha 
podido ni tan siquiera ser definido con exactitud ni precisión por las ciencias y del que el 
igualmente afamado Einstein dijo que solo era una ilusión, o algo así: la distinción entre 
presente, pasado y futuro son solo una ilusión... 
 
Hay una “cuestión de escala” en cuanto al tiempo cuando lo observamos en sus 
“componentes” humano y natural (a la vez, entendiendo que una escala puede tener 
diferentes acepciones; Bottaro, 2012). Esto es parte de la razón por la que las 
intervenciones humanas han minado las características propias de la naturaleza en vez 
de potenciarlas hacia mayores extensiones y realizaciones y, simultáneamente es parte 
de la complejidad (alta) de los ítems que estamos tratando e intentando entender primero 
para de ser posible, comprenderlos después. 
 
Las ‘veleidades’ humanas (en parte) buscan sentido al tiempo y lanzan “máximas” tipo “el 
tiempo es oro”, la naturaleza no nos consta que lo haga; en otra posición, la naturaleza 
no busca un sentido, al menos no lo hemos podido mostrar ni menos demostrar: es 
posible que el Universo carezca de sentido. Hasta ahora el otorgarle sentido a las cosas y 
la búsqueda de sentido a las mismas ha sido una neta factura humana, a nuestros días 
no muy lograda, pero en la punta extrema, menos aceptada todavía; Nietzsche fraseó: 
quien tiene un por qué vivir, encontrará casi siempre cualquier cómo. Esperamos que no 
una hechura humana rayana en las atmosferas del mito de Sísifo: ¿esfuerzo perene pero 
finalmente infructífero, estéril? 
 
 
3. CRISIS, FEMINEIDAD DE LO NATURAL. 
Las crisis no son nuevas para la humanidad ni para el mundo. De hecho la humanidad 
nunca ha estado libre de crisis por un tiempo sustancial. La historia ha mostrado que la 
humanidad ha superado (de algún modo) esas crisis, aunque huellas de aquestas 
“luchas” están presentes y algunas muy definidamente. Véase el siguiente ejemplo 
señalado por Barbero (1995): el verdadero fondo de la crisis se halla ahí ¿cómo llamar 
progreso a un desarrollo que adquiere motricidad autónoma, independiente de las 
necesidades y exigencias del hombre? 
 
Cabe el señalamiento de que coloquialmente se asocia “automáticamente” a la noción de 
crisis con algo malo, pero esto no es del todo cierto. Hay crisis que se resuelven bien y 
terminan generando algo bueno, es decir, que de una crisis puede emerger un nuevo 
estado más satisfactorio que el que existía. Crisis literalmente significa: momento 
decisivo. En tal tenor y razón, del momento decisivo lo que puede surgir es algo tanto 
bueno como algo malo, por decirlo así. Bonil y sus colaboradores esgrimen (2010): 
Etimológicamente la palabra griega crisis significa decidir. La misma palabra en oriente va 
asociada a fluir, al cambio y a las oportunidades que se abren ante el cambio. 
 
Sin embargo, hoy existen amplias razones para creer que los problemas de nuestro 
tiempo no serán resueltos en el curso rutinario de los acontecimientos. Ahora la crisis 
mundial es una “suma” compleja de crisis de muy diversas índoles y no podemos suponer 
la solución de una de ellas aisladamente de las demás. Conjuntamente, la escala y el 
carácter global de las crisis actuales (o de algunas de ellas), difieren de la naturaleza de 
las crisis pasadas (Mesarovic y Pestel, 1993). Si bien algunas crisis son “recurrentes” y 
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añejas como las de esencia economicista hoy se tienen “nuevas” crisis como las 
enfrentadas en todo el orbe por los grupos ambientalistas (se pueden dar diferentes 
“ópticas” sobre las últimas pero el ambientalismo es reciente, incluso posterior al 
ecologismo). 
 
La naturaleza es la entidad mayor en la que conviven materiales inertes y seres vivos, 
aunque de acuerdo a los “procedimientos” regidos (y rígidos) por el economicismo 
neoliberal, semejante “convivencia” ha sido trastornada para ahora ser violentamente 
mucho más que ello una relación de competencia, sí, competencia “extraordinaria” entre 
los seres vivos (desde luego principalmente el ser humano) contra el mundo abiótico que 
está implicando el agotamiento de los recursos y el sobreesfuerzo de los equilibrios 
ecológicos y, tanto la naturaleza como la relación ser humano-naturaleza se dislocan: no 
son pocos los que acusan al bruto fenómeno del cambio climático-calentamiento global 
como de génesis antrópica no de la Natura extrahumana (Lara, 2010). 
 
No obstante, para el humano la naturaleza no deja de ser un invento, un descubrimiento 
producto de su conocimiento e imaginación y se llegó a declarar que la naturaleza no 
tiene sentido sin el humano, no tiene movimiento, es caos y materia indiferenciada e 
indiferente y, por lo tanto, finalmente es la nada (Schmidt, 1989). Puntos y términos que 
pueden acarrear a gran debate, mismo al que nos unimos y más si intentamos introducir 
en el medio de este seno de la discusión, la hoy tan citada, referida y manipulada 
sustentabilidad (queriendo nosotros mantener cierta distancia de todo esto respecto al 
también hoy famoso “desarrollosustentable” -casi una marca de patente, una marca 
comercial, o un derecho de picaporte-). 
 
Aunque, de entrada, la naturaleza es en primer lugar el Cosmos y después la Tierra, la 
naturaleza es madre y padre a la vez, pero ante todo la Tierra es la madre, la madre 
Tierra o la Tierra madre: la idea más trasparente de este simbolismo sexual (que también 
puede envolver un componente de amor) es el de la Tierra-Madre que toma las 
características sexuales (muy posiblemente igual las amorosas) de la mujer como modelo 
“ejemplar” de la acción generadora y productiva/reproductiva de la naturaleza otorgándole 
a ésta atributos de la femineidad. Las piedras y rocas, las cavernas, las simas y cimas, 
los manantiales y los ríos, han sido comúnmente asemejados (asimilados) a los huesos, 
el útero, la vagina de esa Tierra-Madre (incluso con rituales históricos y cosmopolitas de 
adoración hacia ellos, lo que todavía en el presente se da). 
 
Cuando durante el periodo Neolítico, se afianzó entre los humanos la conciencia de que 
podrían propiciar con su intervención los frutos producto de la tierra, se extendió 
paralelamente la idea esencialmente religiosa de la sexualidad como fuerza motriz que 
gobernaba los cambios operados en ella (Naredo, 1995). Imagen-idea muy sostenida y 
significativa, de hecho fundacional que en su momento se vio reforzada por las tesis de 
Freud en el psicoanálisis, en el que lo sexual se tornó fuerte eje de rotación de la 
experiencia humana (Rivas, 2008). 
 
La naturaleza es, en sentido amplio, la relación originaria de todo cuanto existe en la 
Tierra (Torres, 1999). De aquí se desprende la gran pregunta de qué fue lo que aconteció 
y cuánto tiempo pasó para que la Tierra y la naturaleza se convirtieran en una posesión y 
propiedad de todo tipo: privada, individual, comunitaria, social. Y preguntar también qué y 
cómo fue que el humano se convirtió en el demiurgo, el principio activo, el creador del 
cosmos, del universo que conocemos y del que desconocemos. Todavía más, se tornó 
en el Cristo cósmico por fuerza de su sacrificio a escala universal, ofreciendo a cambio el 
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trabajo y el dolor del mundo (Sosa, 1995), lo que dice, el valor del sacrificio. Valor que 
persiste pero hoy mucho más “acomodado” ya no en lo netamente “natural” sino ido a 
tomar sus alientos de nuevas fuentes reformuladas por los Think Thanks del Sistema 
operador impuesto de la modernidad/posmodernidad-capitalismo neoliberalista (mismo 
que no deja de ser un neoSistema del caos; claro que con implicaciones tanto positivas 
como negativas y algunas hasta incomprensibles y a su vez inmanejables y caras de ser 
calificadas y tan solo de ser descriptas). 
 
Empero, la naturaleza es, antes que cualquier otra cosa (sobre todo en la sociedad 
moderna/posmoderna consumista y egocéntrica, demarcamos nosotros) el límite de toda 
la actividad humana (Torres, 1999), sin duda alguna. Límite que una vez y otra ha venido 
siendo rebasado pero que gracias a la resiliencia (capacidad de reajuste después de 
una perturbación) y otras cualidades ecosistémicas, es que el rebose de los límites 
naturales no ha significado todavía la extinción de la vida planetaria. Salas y 
colaboradores apuntan (2011): (…) la resiliencia es considerada la propiedad y el 
fundamento de los sistemas sostenibles. (Resaltado nuestro). 
 
 
4. HISTORIAS DIFERENTES. 
Lo que distingue a la historia humana de la historia natural, es que la primera la hacen los 
humanos mientras que la segunda se hace sola, expresado esto en una línea de 
pensamiento marxista de la naturaleza: el hombre presenta ante sí una naturaleza 
histórica tanto como una historia natural. 
 
La historia humana es doble y el Sistema impuesto por siglos ha experimentado 
demasiado con las intervenciones humanas sobre la naturaleza mostrando su 
“satisfacción” e interés (incluso leonino) por dominar a la historia natural, pero esto ha 
tenido consecuencias muy amplias y negativas. Unas cuantas positivas pero más que 
nada para los grupos del poder doquiera y en la época que sea. Una “satisfacción” que se 
ha manejado y publicitado con excesos como la derrota de la naturaleza por el dominio 
humano “triunfador” soportado principalmente por los “avances” de la ciencia y de la 
tecnología, sin hacer mucho caso de que dichos “avances” son solo otra vuelta de tuerca 
de la senda histórica humana, vuelta en la que de “nueva” cuenta, el ser humano termina, 
como tantas otras veces, siendo esclavo de sus propias creaciones. Podemos escuchar 
aun el eco de Engels (1974) aduciendo: (…) no nos dejemos llevar del entusiasmo ante 
nuestras victorias sobre la naturaleza. Después de cada una de esas victorias la 
naturaleza toma su venganza. Sentencia de Engels que se antoja aplastante, lapidaria. 
 
Entonces, la historia natural (no hecha por el humano, se insiste), es sin embargo el 
espacio máximo en el que se da la propia historia humana, que así es una historia menor 
(con el “disgusto” del Plan Rector aplicado por el Sistema de dominio glocal que 
considera y posiciona al hombre como el centro y finalidad del Universo y de la historia en 
un supra-exceso de antropocentrismo egotista). 
 
Lo que el humano haga o deje de hacer, solo es explicable en el marco de su 
incapacidad puramente humana para trascender los límites de lo natural, y de la historia 
natural, en una inspección más ampliada a la vez que, digamos, realista que por otra 
parte puede ser observada con cierto grado de conformidad y, por “recomendación” 
(cuando menos nuestra) con mayor paciencia y conciencia planetaria y lógicamente 
menor indolencia y omnipresencia del Sistema arbitrario y agotador operado. 
 
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Con esto no estamos negando sino al contrario afirmando la principal cualidad del ser 
humano, su enorme capacidad de trasformación de la naturaleza (y de su propia 
naturaleza). Esta capacidad de trasformar el mundo-ambiente va más allá del ‘simple’ uso 
de lo natural: la diferencia esencial (en una visión muy simplificada por necesidad neta) 
entre la sociedad humana y las sociedades animales es que los animales recogen, 
mientras que el humano produce: siendo los torales “productos” del humano su civilidad 
(como una expresión de la cultura) y su neguentrópica inteligencia, aunque esto dependa 
de la perspectiva asumida ya que los autores pueden anotar otros como los medulares. 
 
El hombre verdaderamente se apropia de la naturaleza de la manera que puede hacerlo, 
que es mediante la producción (entrando a escena la tecnología y también la ciencia, 
luego la acumulación, después el despojo para la acumulación, o sea, el capital o modo 
capitalista para asumir el poder dado por la distribución para fundar su base de 
racionalidad, más que nada instrumental-valorativa): toda producción es apropiación de la 
naturaleza por el individuo o la sociedad, prescribe Marx (1974). 
 
Es en la generación de los medios de producción donde está la clave de la diferencia con 
los animales que han llegado a desarrollar formas de sociedad, sin llegar a obtener su 
conceptualización (al menos es el “pensamiento” sobrenadante en el medio, quizás hasta 
que se pruebe lo contrario). Entonces, la apropiación significa usar y aprovechar, pero 
también poseer y, concebir, conceptuar: producción quiere decir producción material y 
producción inmaterial, dos esferas de lo humano que las demás especies no han 
desarrollado (Marx, 1975). Esto nos define como especie, nos diferencia de las demás y 
ha sido un bastión de las “filosofías” del dominio para “justificar” la prepotencia del 
hombre sobre el resto de lo natural y asimismo sobre otros hombres (y esto mucho más 
sobre la mujer, cuestión que no debemos olvidar: los problemas de género son 
sumamente importantes y ambientales). 
 
Esto deja más claro que el humano a diferencia de los animales va sumando 
necesidades, socializándolasa la vez que legitimándolas, lo que dice, “naturalizándolas”. 
Y si bien la apropiación es la limitación en el sentido de finalidades externas auto 
impuestas a la naturaleza humana y también a la misma naturaleza, es igualmente una 
forma de percatarse de que la simbiosis mencionada y la correspondencia entre lo 
humano y lo natural es algo que solo puede entenderse como especialmente (y 
significativamente) humano. 
 
Lo verdaderamente humano (humanista humanitario, digamos), es entonces, no hacer de 
la trasformación de la naturaleza la clave existencial humana, sino la trasformación de la 
misma naturaleza humana congruente con la naturaleza toda aunque esto suene a pura 
utopía pura, pero en el fondo una realizable, alcanzable y, trasformación de la que 
podrían derivarse todas las demás, muy difícilmente sería de otra manera. 
 
Quesada (2004) indica: los seres humanos son los únicos seres que habitan la cultura, la 
noosfera; ésta contextualiza todas las tendencias nacidas de la condición natural del 
hombre. Lo que acuña y acuna nuestro señalado en el entendimiento pre-supuesto por 
nosotros de que definitivamente la relación hombre-naturaleza debe ser atendida de 
modo especial, incluso porque de ella devienen significantes y trascendentes efectos que 
por momentos a su vez son tomados como causales, mismos que en determinadas 
situaciones pueden jugar ambas actuaciones (efecto-causa) hasta simultáneamente 
(complejidades posiblemente acompañadas de complicaciones). 
 
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5. UNIDAD HUMANIDAD-NATURALEZA, RECURSOS. 
Se alcanza, entonces, la suposición (otra) de la “unidad” humanidad-naturaleza. Es 
decir, no la prepotencia humana ante lo natural “inconsciente” (y la erróneamente 
supuesta “indefensión” de la naturaleza), sino la humildad (y más en su sentido 
etimológico que dice: ponerse en bajo, ponerse al nivel del suelo o tierra –humus: tierra. 
Ser humano: el ser de tierra-) ante lo no comprendido, lo desconocido y vasto del cosmos 
(y la pequeñez, cortedad y brevedad nuestras aunque cueste reconocerlas y muchos las 
nieguen y otros tantos las oculten). El “poder humano” licenciado como posibilidad del 
ser y de sublimar la realidad (no creando hiper-realidad, menos “realidades virtuales 
facultativas”), comprender entrando por el entender, de ser factible. Entendiendo 
también al poder o capacidad humana como una parte de la capacidad de la naturaleza 
para ser más que para estar (muestra: los objetos están los seres somos). Un poder 
racional (somos entes de razón, cuando menos potencialmente) pero racionado no 
dominante ni dominador, no para doblegar a la naturaleza ni a otros humanos, lo que 
prefigura: ambientalizado, sustentable (tal vez o deseablemente). Pensamos que cabe 
aquí lo comentado por Bilbeny (2005): Ni todo tiene una razón ni el hombre es la razón de 
todo. El hombre es importante, pero ni siquiera por su bien debe pensar que es lo más 
importante. Pretendernos el centro de todo es una especie de impiedad cósmica que se 
vuelve al final contra nosotros. 
 
Esto es también competencia humana, poder humano, pero es un poder que ya no puede 
ser en tanto es negado por los nuevos paradigmas (vueltos ya paradogmas) que 
gobiernan la vida actual (moderna-posmoderna y en el caber de la apostilla de Ortega y 
Gasset, del ser humano que va siendo al mismo tiempo que va des-siendo) y nuestro 
futuro, mediato e inmediato, que es también el de la propia naturaleza (la externa y la 
interna al ser humano), que depende de las decisiones humanas, cosa que acusamos 
pues cada vez se le ve más como el triunfo total e irreversible del humano sobre el 
entorno: pírrico triunfo al final y trágico “fin de la historia” deslucido y realmente errado del 
célebre Fukuyama. 
 
No nos estamos percatando de que detrás del supuesto triunfo del humano sobre el resto 
del orbe hay una falta real de poder, una carencia de imaginación, sensibilidad, afecto y 
comunicación (en la también llamada “era de la comunicación/información” o “época del 
tiempo real” o “era del conocimiento” en la tildada “sociedad del conocimiento” (¡¿?!) que 
es el ahora (los mexicanos pudiéramos decir “el ahorita”); donde vivimos según varios 
autores, un tiempo “ahorista” o “puntillista” con cada momento como “nuevo”, ausente de 
pasado y con un futuro inasible y apenas -o no- vislumbrado), permeados por una 
soberbia que enorgullece demasiadas veces al humano de sus pequeños triunfos sobre 
el ambiente (aplicado el término en el sentido más lato) frente a las grandes derrotas 
cotidianas de nuestra humanidad, derrotas, que esta vez sí se le son achacadas al 
limitado margen de los recursos naturales (Rees, 1989). Pero desdeñando 
“olímpicamente” el incremento de las debilidades humanas tanto las individuales como 
las sociocomunitarias y así tenemos el aumento de las violencias de todo tipo y nivel, el 
crecimiento de la farmacodependencia, el trastorno valoral, la pérdida de sentido en la 
vida humana y de la identidad y un muy largo etcétera. 
 
En los últimos siglos el quehacer humano puede ser medido en términos de los triunfos 
mencionados sobre el ambiente (lo que incluye parte humana y no humana así como 
material e inmaterial). Nuestros éxitos han sido hasta ahora, la derrota de la naturaleza; 
pero la naturaleza no ha sido derrotada, ciertamente está en retirada (cobrándonos las 
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cuitas), sin embargo el humano está considerando su control definitivo sobre la 
naturaleza como una cuestión de tiempo (Mesarovic y Pestel, 1993). 
 
Cuando el ser humano impone su propio designio sobre el resto del mundo interfiere con 
el proceso de selección natural (por el darwinista concepto de evolución, ahora 
igualmente extendido a lo social). Las consecuencias de tal intervención no están 
predichas: el determinismo tiene sus limitaciones si no que ha quedado a la vera de la 
historia y sus procesos; el azar siempre se expresa de un modo u otro, es ineludible, para 
“desventura” de los modelos capitalistas. 
 
En su búsqueda de ganancias de corto plazo la humanidad ha introducido sustancias y 
organismos a los ecosistemas (y otras modificaciones), no probadas adecuadamente (si 
es que esto puede hacerse satisfactoriamente en todos los casos, lo que no resulta 
nada sencillo, tampoco sin costos de consideración) y se pueden dar situaciones agudas 
de crisis ecosistémicas no fácilmente predecibles o, definitivamente no predictibles. En 
interés de su propia comodidad y a nombre del “progreso”, la humanidad puede estar 
degradando la calidad de su propia especie para el futuro y la selección natural puede 
estar viviendo sus últimos momentos por la fuerte impactación del imperio de las 
ambiciones humanas desmedidas e irresponsables. 
 
Empero, al contrario, cuando se tuvo aquel mundo no limitado de recursos éstos se 
“abarataron” y se dio su margen a la baja. No se los conservó en medida y se descuidó la 
población mundial en sus dimensiones y en sus enormes diferencias de estados de 
“desarrollo”, visión bastante distinta de evolución (por momentos y ocasiones se le puede 
considerar hasta involución). Esa hoy pretendida limitación de los recursos naturales, es 
más una limitación humana que de la misma naturaleza, pero también parece más un 
problema del economicismo de la injustica socioambiental que de la producción y del 
intercambio hombre-naturaleza, igualmente parece más un problema de “distribución” 
que de la saturación de los ecosistemas glocales. 
 
También hay que considerar nuestra actitud hacia los recursos naturales (que en realidad 
son recursos hasta que se recurre a ellos; antes que recursos son elementos naturales 
pero no son tan pocos los que llanamente ignoran esto o lo desestiman sin darle la menor 
importancia). 
 
En la persecución irrefrenada del crecimiento económico y material, hemos puesto la fe 
en el suministro supuestamente “inagotable” derecursos por pensarlos ampliamente 
sustituibles, lo cual ocurre solamente en algunos casos y en determinadas condiciones: 
alimentos, energía, materias primas. Pero hemos “descubierto” ahora que estos recursos 
esenciales no están de ninguna manera en disponibilidad infinita. Aún si aceptamos como 
probable que se encontrarían sustitutos, todavía así no podemos tener certeza alguna de 
que esos sustitutos se encontrarán en las cantidades y en los momentos precisos, 
además del problema de su distribución (recalcamos) que suele ser sumamente sesgada, 
injusta si pensamos de manera más socializada-ambientalizada. Dada esta 
incertidumbre, no podemos asegurar el desarrollo ininterrumpido y, considerando la 
complejidad de los sistemas que gobiernan el curso (y concurso) actual de la sociedad, 
cualquier interrupción está destinada a tener graves y serias consecuencias (Mesarovic y 
Pestel, 1993), a menos que nos brindemos mayor licencia y nos sumerjamos 
plácidamente en las narcotizantes esencias necrotizantes del futurismo vacío fundado en 
el más irresponsable ahorismo inconducente. 
 
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Señalaba Marx (1974) que la tierra es el gran laboratorio; el arsenal que proporciona 
tanto el medio como el material de trabajo, el asiento base de la comuna. Así, la 
naturaleza no sólo es fuente de vida sino vida ella misma, por lo que, también es 
conservación y destrucción de materia y energía, pero finalmente un proceso donde 
florece la vida, donde la muerte es para generar nueva vida. La organización de la 
sociedad humana ha tendido a ser lo contrario, un proceso que a través de la vida 
procrea la muerte en un derroche que requiere de la vida para seguir alimentándose 
(Marx, 2002). 
 
 
6. ECONOMÍA ECOSISTÉMICA, GAIA. 
Hay algo inédito en el humano actual que no existió antes (de ahí lo “inédito”), y es el 
hecho de que el propio ser humano se convierte en un factor de corrupción de las 
“coordenadas” mayores que le dan sentido a la existencia, que determinan a la especie, 
nuestra especie. Por lo tanto, la conservación de la materia y de la energía son la base 
tanto de la reproducción natural como de la social y más cuando arribamos a las playas 
(imaginadas-imaginarias) de los procesos materia/energía donde las leyes de la ciencia 
termodinámica se cumplen como tales y no pueden ser evadidas, pero asimismo 
cuando y donde tales normas termodinámicas traspasan el fondo netamente material 
para venir a impactar a los sistemas sociocomunitarios y así, la conservación de materia 
y energía se torna en sana conservación de la economía ecosistémica, en otras 
palabras: la termodinámica se vuelve la ciencia económica de la ecología (natural) y 
esto teje mayores entrelaces entre la naturaleza y los seres humanos y los hace menos 
lixiviables, menos erosionables por sí mismos y más estables (definitivamente), pero 
dentro de un dinamismo manifiesto que primero deberíamos ser capaces de entender y 
luego de extender ecosistémicamente dosificados, racionados. 
 
Leff (2009) nos explica: Esta crisis civilizatoria impulsa un cambio de racionalidad social 
que conlleva una reinvención de la producción, donde más allá de la ecologización 
posible de la economía, se construya una nueva racionalidad productiva, una economía 
de la vida sustentada en los potenciales ecológicos del planeta y en la creatividad de sus 
culturas: un mundo global construido por las relaciones, alianzas, sinergias y 
solidaridades de sus diferencias. 
 
Las funciones de conservación natural son tan importantes como la vida misma. De 
hecho son lo mismo. Esto queda expresado en la teoría de Gaia, que nos dice que 
existen condiciones de auto reproducción en la Tierra con o sin el ser humano. Entonces, 
la conservación supone también la existencia del humano en su caso, pues considerar a 
la muerte como parte de la vida es suponer a la vez a la vida como parte de la muerte y, 
semejante entendimiento-comprensión solo puede ser encontrada por nuestra especie 
biológica, sin entrar en un antropocentrismo clásico y/o procrastinante. 
 
La Teoría de Gaia (del Amo, 1994) expresa que las condiciones ambientales de la 
superficie terrestre son reguladas activamente por todas las formas de vida de la Tierra y, 
por tanto los cambios y las perturbaciones son causa y efecto dinámicos del crecimiento y 
del metabolismo de los seres vivos. Los organismos no se adaptan de manera pasiva al 
medio sino que participan activamente en la trasformación de éste y por consecuencia, 
en la evolución de su ambiente y de ellos mismos. La Teoría Gaia es una forma de 
holismo y la evolución planetaria también, a su vez son formas dinámicas o altamente 
dinámicas. 
 
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7. CONSECUENCIA. 
Si vamos a tratar efectivamente esta crisis mundial desarrollo-ambiente, naturaleza-
sociedad, debemos entenderla en su origen y en su naturaleza propia, en sus vínculos e 
interacciones, en sus causas y sus efectos, en sus instancias y en sus derivaciones, en 
sus co-relaciones ineludibles espacio-tiempo. 
 
La imposición de los “proyectos” humanos sobre el medio ambiente fue la manera en que 
el humano “domesticó” (si se aceptara tal “logro de la humanidad”) a la naturaleza 
llevándonos a la grave y sostenida crisis actual, que de tan tardada es más un estado 
que una crisis y más de la actuación humana y sus impotencias que del resto del mundo 
natural (queremos refrendar). 
 
Aun así, parece ser que los valores básicos tradicionales, hoy tan mal aplicados, y que 
están enraizados profundamente en la humanidad de todas las culturas, ideologías y 
creencias, son en última instancia responsables de buena parte de la problemática 
presente. 
 
Sin embargo, son estos mismos valores (pactando y parlando sobre los más 
“universales”), su rescate y reajuste socioambiental los que tendrán un fuerte 
componente en la resolución de la crisis global, que más que una crisis del medio lo es 
del pensamiento, más que del resto del mundo natural, es de lo humano (poniendo el 
énfasis en destacar que lo humano necesariamente es de suyo y cuño, natural, 
insistiendo en todo ello por último) y, entonces nos compete directamente el enfrentar y 
resarcir tal situación, no sólo para nosotros sino para nuestros herederos del mundo, si es 
que queremos tener uno que a la vez sea nuestro hogar y residencia sideral: el hábitat 
humano para la humanidad, uno más natural, justo, compartido y perdurable, o sea, 
nuestro propio cosmos en el sentido etimológico de la palabra, es decir, orden, belleza, 
lo que daría la aplicación como: nuestro orden, nuestra belleza. 
 
 
 
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orgaz 
 
RESUMEN 
Los recursos naturales son las riquezas existentes en forma natural en un territorio y sus 
plataformas y aguas continentales. Los recursos naturales son esenciales para la vida, si 
bien, debe comprenderse su importancia para el buen funcionamiento del sistema. Así, los 
recursos naturales tienen una marcada importancia en el fomento de la educación 
ambiental de las comunidades y, por tal razón, es importante establecer políticas, 
estrategias y acciones a favor de los recursos naturales y con los miembros de las 
comunidades. Si no se comprende el concepto y la importancia de los recursos naturales, 
será muy difícil establecer una óptima educación ambiental en la población y, por 
consiguiente, asegurar el desarrollo sostenible. 
 
1. INTRODUCCIÓN 
A través de este trabajo, se pretende mostrar el concepto de recursos naturales, su 
clasificación y su importancia, así como mostrar el tema de la biodiversidad. Este texto tiene 
como finalidad contribuir a un concepto, que necesario conocer para desarrollar acciones 
en armonía con la naturaleza y, a su vez, fomentar la educación ambiental. La metodología 
empleada para realizar este artículo ha consistido en la consulta de fuentes secundarias, 
además de datos aportados por el autor, proveniente de entrevistas y visitas a zonas 
naturales protegidas de la República Dominicana. 
 
2. CONCEPTO DE RECURSOS NATURALES 
Los recursos naturales son las riquezas existentes en forma natural en un territorio y sus 
plataformas y aguas continentales (Valera y Silva, 2012). También se pueden definir como 
materiales existentes en el entorno natural, escasos y económicamente útiles en la 
producción o el consumo, ya sea en estado bruto o tras haber sido sometidos a un mínimo 
proceso de elaboración (OMC, 2010). Por último, podemos decir que los recursos naturales 
hacen referencia a los bienes y servicios que provienen de la naturaleza sin ser alterados 
por la acción humana. 
 
En la economía, los recursos naturales son muy valiosos para la sociedad, puesto que a 
partir de los mismos se puede contribuir al bienestar de las personas. En este sentido, los 
expertos en economía consideran que los recursos naturales son escasos frente a la 
diversidad de los deseos de los seres humanos. Entre los principales recursos naturales, 
encontramos la luz solar, el aire, el agua y la tierra. 
 
La luz solar es la fuente primaria de toda energía de la tierra. En un sentido más amplio, es 
el espectro total de radiación electromagnética proveniente del Sol. Este recurso es un 
factor fundamental en el proceso de fotosíntesis, tan importante para la vida. Los seres 
humanos reciben de la luz solar el calor y la energía que se almacena en la vida vegetal. 
 
El aire es la mezcla homogénea de gases que constituye la atmósfera terrestre, que 
permanecen alrededor del planeta Tierra por acción de la fuerza de gravedad. El aire es 
esencial (vital o fundamental) para la vida en el planeta y transparente en distancias cortas 
y medias. Esta mezcla de gases está compuesta por nitrógeno (78 %), oxígeno (21 %) y 
otras sustancias (1 %), como ozono, dióxido de carbono, hidrógeno y gases nobles como 
kriptón y argón. 
https://www.eumed.net/rev/delos/32/francisco-orgaz.html
El agua es una sustancia cuya molécula está formada por dos átomos de hidrógeno y uno 
de oxígeno (H2O). Es esencial para la supervivencia de todas las formas conocidas de vida. 
El término se refiere a la sustancia en su estado líquido, aunque la misma puede hallarse 
en su forma sólida (hielo) y en su forma gaseosa (vapor). El agua cubre el 71 % de la 
superficie de la corteza terrestre (principalmente en los océanos). Además de ser un recurso 
esencial para la vida, también es utilizada por el hombre para procesos industriales y 
agropecuarios. 
 
La tierra o suelo es el soporte sólido que sustenta prácticamente toda la vida humana, y 
donde se desarrollan actividades como la agricultura, la silvicultura o la ganadería. La tierra 
proporciona la mayoría de los recursos naturales, tales como la flora, fauna, minerales, 
petróleo, carbón o el gas. 
 
3. CLASIFICACIÓN DE LOS RECURSOS NATURALES 
Los recursos naturales pueden clasificarse en recursos renovables y recursos no 
renovables. 
 
Los recursos naturales renovables son aquellos que el ser humano puede utilizar y 
reponer. Algunos ejemplos: la radiación solar, las mareas, el viento, la energía 
hidroeléctrica, la flora, el paisaje o los materiales tales como madera, papel o cuero, entre 
otros. Se debe tener en cuenta que la reposición de estos últimos solamente es posible si 
se les consumen de forma sostenible. En este aspecto, recursos como la energía 
geotérmica, el agua dulce, la madera o la biomasa (renovables) deben ser manejados de 
forma adecuada para que causen un menor impacto en el medio ambiente. 
Por ejemplo, la renovación de un bosque no es automática, puesto que el hombre debe 
desarrollar acciones para cuidar el ecosistema y gestionar el lugar de forma adecuada. Si 
se deforesta una zona del bosque, debemos reforestarla; esto es uno de los principios 
sostenibles, puesto que, si nosotros tenemos la oportunidad de disfrutar de ese bosque, las 
generaciones futuras también tienen ese derecho. 
 
Los recursos naturales no renovables son aquellos que no pueden ser producidos, 
cultivados, regenerados o reutilizados a una escala tal que pueda sostener su tasa de 
consumo. Estamos hablando de recursos que se consumen más rápidamente de lo que la 
naturaleza lo produce. Por tanto, podemos decir que son finitos y su explotaciónconduce 
al agotamiento. Algunos ejemplos: el petróleo, los minerales, los metales, el gas natural y 
los acuíferos confinados sin recarga. 
 
Dentro de los recursos no renovables, podemos encontrar los recursos reutilizables (se 
agotan lentamente) y los recursos no reutilizables (se agotan más rápidamente). Entre los 
que se agotan lentamente están los metales y la energía nuclear. Por su parte, entre los 
que se agotan más rápidamente encontramos el petróleo, el gas, el carbón mineral y la 
geotermia (fenómenos referidos al calor almacenado en el interior de la tierra que da lugar 
a la energía geotérmica). 
 
4. IMPORTANCIA DE LOS RECURSOS NATURALES 
Los recursos naturales son indispensables para la vida de los seres humanos, y su 
diversidad caracteriza a una zona o región. Por tanto, la flora, fauna, suelos, minerales y 
los paisajes son diferentes en cada zona o territorio geográfico. Por ello, su conservación 
es esencial para garantizar el desarrollo sostenible de un destino geográfico; además, 
garantizamos los procesos ecológicos esenciales, preservando la diversidad genética y 
aprovechando de forma sustentable las especies de flora y fauna, y los ecosistemas que 
estas forman. 
Es importante preservar los recursos naturales y su adecuada utilización de los mismos. La 
sociedad debe conocer las potencialidades y limitaciones del medio natural de su región, y 
como se pueden aprovechar para generar un desarrollo sostenible. 
 
Una de las acciones sostenibles es la reforestación, que lucha contra la deforestación a 
causa del uso permanente de los terrenos boscosos para la agricultura; el aumento de la 
demanda de productos del bosque como la madera, leña o carbón; el pastoreo para la 
crianza de ganado; incendios forestales y largos periodos de sequías; el uso de grandes 
extensiones para construcción de viviendas por acelerado aumento de la población; o, el 
aumento desmedido de las vías de comunicación. De esta manera, la reforestación debe 
ser una actividad permanente donde se deben involucrar a todos los miembros de la 
sociedad. 
 
5. BIODIVERSIDAD 
En el planeta Tierra existen y han existido millones de tipos de organismos, desapareciendo 
muchos de ellos a lo largo del tiempo. Según Valera y Silva (2012), se ha demostrado que 
ha habido un total de cinco extinciones masivas a través de las diferentes eras geológicas, 
desapareciendo en cada una de ellas un gran número de especies. 
 
Estas especies manifiestan características propias que las diferencian de las demás, e 
incluso, los miembros de una misma especie son diferentes entre sí (evolución). El lugar 
que alberga estas especies es muy variado, debido a que las características físicas y 
biológicas de cada zona geográfica son diferentes. De esta manera nace el término 
diversidad biológica o biodiversidad. 
 
La biodiversidad se define como la variabilidad entre los organismos vivientes de todas las 
fuentes, incluyendo, entre otros los organismos terrestres, marinos y de otros ecosistemas 
acuáticos, así como los complejos ecológicos de los que forman parte; esto incluye 
diversidad dentro de las especies, entre especies y de ecosistemas (Valera y Silva, 2012). 
Por tanto, se denomina diversidad biológica a los diversos componentes vivos dentro de 
nuestro planeta, los cuales forman ecosistemas que dan paso a grandes hábitats. 
 
Existen tres niveles básicos de diversidad biológica: 
a. Diversidad genética: es la variación de los genes y los genotipos entre las especies y 
dentro de ellas. 
b. Diversidad de especies: es el conjunto de todas las especies existentes en una región. 
c. Diversidad ecológica o de ecosistemas: es la variedad de los ecosistemas. 
 
Según Valera y Silva (2012), se estima que existen entre tres y treinta millones de especies, 
aunque algunos científicos piensan que puede haber cien millones o lo más probable sea 
que nuestro planeta esté habitado por un total de ocho a quince millones de especies, pero 
solo se conocen un 10% de las mismas. Así, cada día los científicos encuentran nuevas 
especies en zonas o ambientes poco explorados. 
 
En este sentido, los bosques tropicales son las zonas más ricas de la tierra, debido a que 
contienen más de un 50% de las especies del mundo. Aquí debemos destacar que los 
bosques tropicales solamente ocupan el 7% del total de la superficie terrestre (Valera y 
Silva, 2012). 
 
Esta diversidad biológica de especies que se observa hoy día procede de la evolución 
biológica, es decir, los cambios que ocurren en los seres vivos cuya consecuencia es que 
los organismos se hacen diferentes de una generación a otra. No solo la selección natural 
de los seres vivos, sino otros procesos evolutivos, han estado actuando sobre los individuos 
desde que surgió la vida en nuestro planeta. 
 
De esta manera, el número de animales y plantas han ido aumentando y se creó un sistema 
para clasificar estos organismos. El inventor de este sistema fue Carlos Linneo, un botánico 
sueco creador del sistema de clasificación binomial, por medio del cual propuso que a cada 
especie se le asignara un nombre en latín compuesto por dos palabras: la primera se refiere 
al género y la segunda a la especie. 
 
El género es un grupo de especies muy similares. Los géneros muy parecidos se agrupan 
para formar las familias y éstas juntas forman los órdenes. Ejemplo, el ave nacional de 
República Dominicana (Cigua Palmera), no existen otras especies dentro de su género 
(Dulus) porque no se conoce ninguna otra especie muy cercana a ésta. La ciencia que hoy 
en día se ocupa de la clasificación de los organismos se llama taxonomía. 
 
Consideraciones finales. 
Existe una estrecha relación entre los recursos naturales, la biodiversidad y la educación 
ambiental. En este sentido, es vital fomentar la educación ambiental en la sociedad para 
asegurar un uso sostenible de los recursos naturales. Es decir, establecer políticas, 
estrategias y acciones para gestionar los recursos naturales de manera eficiente, a favor 
del medio ambiente y los residentes, pero siempre respetando la naturaleza y la cultura 
antrópica del lugar. Estas acciones deben ser más específicas en países en vías de 
desarrollo, debido a que son los más afectados por la reducción o desaparición de recursos 
naturales y los problemas ambientales generados en el tiempo por la acción antrópica: 
contaminación, cambio climático, etc. 
. 
La importancia del concepto de “recursos naturales” también se evidencia en los objetivos 
de Desarrollo del Milenio, establecidos por las Naciones Unidas, donde se especifican, 
entre otros objetivos, los siguientes: 
a. Erradicar la pobreza. 
b. Lograr la enseñanza ambiental universal. 
c. Garantizar la sostenibilidad del medio ambiente. 
 
Así, cabe destacar que, para cumplir con los objetivos mencionados anteriormente, los 
recursos naturales juegan un papel fundamental, debido a que los servicios que estos 
proveen pueden establecer nuevos ingresos para las comunidades locales, garantizando la 
sostenibilidad ambiental de los recursos naturales. Por tanto, los recursos naturales son 
esenciales para lograr parte de los objetivos del milenio. Y, la importancia de los mismos 
se hace más recurrente en los países en vías de desarrollo, donde se ubican la mayoría de 
los recursos naturales del mundo. 
 
Condiciones para la óptima asignación de los recursos naturales. 
Una óptima asignación de recursos naturales en una economía específica, requiere contar 
con derechos de propiedad que son: 
1. Completamente especificados en términos de los derechos que acompañan la propiedad 
sobre el recurso, así como las restricciones sobre esos derechos y las penalizaciones 
correspondientes a su violación. 
2. Exclusivos, de tal forma que el individuo que posee dichos derechos reciba las 
retribuciones y las penalizaciones correspondientes al uso del recurso natural en 
cuestión. 
3. Transferibles, a efectos de que los derechos sobre el uso de los recursos naturales estén 
en manos de quienestienen la capacidad de conducirlos a su más alto valor de uso. 
4. Efectivamente fiscalizados, ya que un derecho no fiscalizado es un derecho vacío. 
 
Según el Teorema de Coase, si las transacciones se realizan sin ningún costo y los 
derechos de apropiación o posesión están claramente establecidos, se producirá una 
redistribución de máxima eficiencia. Ejemplo, si se autoriza a una empresa a verter sus 
residuos a un río, no se le está concediendo un derecho de propiedad sobre el río, pero sí 
un derecho de apropiación. 
 
También se aplica el óptimo paretiano, cuando se refiere a una situación en la que nadie 
puede conseguir un aumento en su utilidad total sin que ello implique disminución en la 
utilidad de otro. 
 
BIBLIOGRAFÍA 
➢ OMC (2010): Informe sobre el Comercio Mundial 2010. Recursos naturales: definiciones, 
estructura del comercio y globalización. En: 
https://www.wto.org/spanish/res_s/booksp_s/anrep_s/wtr10-2b_s.pdf 
➢ Orgaz Agüera, F. (2018). Educación ambiental: concepto, origen e importancia. El caso 
de República Dominicana. DELOS, Desarrollo Local Sostenible, 11(31), 1-11. 
➢ Valera Mejía, F. y Silva Naranjo, E. (2012). Guía de capacitación en educación ambiental 
y cambio climático. USAID, CDCT y The Nature Conservancy: Santo Domingo. 
 
 
ENGELS: LAS CONSECUENCIAS NATURALES Y SOCIALES DEL MODO DE PRODUCCIÓN 
CAPITALISTA 
“La ciencia social de la burguesía, la Economía política clásica, sólo se ocupa preferentemente de 
aquellas consecuencias sociales que constituyen el objetivo inmediato de los actos realizados por 
los hombres en la producción y el cambio. Esto corresponde plenamente al régimen social cuya 
expresión teórica es esa ciencia. Por cuanto los capitalistas aislados producen o cambian con el 
único fin de obtener beneficios inmediatos, sólo pueden ser tenidos en cuenta, primeramente, los 
resultados más próximos e inmediatos. Cuando un industrial o un comerciante vende la mercancía 
producida o comprada por él y obtiene la ganancia habitual, se da por satisfecho y no le interesa lo 
más mínimo lo que pueda ocurrir después con esa mercancía y su comprador. Igual ocurre con las 
causas naturales de esas mismas acciones. Cuando en Cuba los plantadores españoles quemaban 
los bosques en las laderas de las montañas para obtener con la ceniza un abono que sólo les 
alcanzaba para fertilizar una generación de cafetos de alto rendimiento, ¡poco les importaba que 
las lluvias torrenciales de los trópicos barriesen la capa vegetal del suelo, privada de la protección 
de los árboles, y no dejasen tras sí más que rocas desnudas! Con el actual modo de producción, y 
por lo que respecta tanto a las consecuencias naturales como a las consecuencias sociales de 
los actos realizados por los hombres, lo que interesa preferentemente son sólo los primeros 
resultados, los más palpables”. (Federico Engels, "El papel del trabajo en la transformación del 
mono en hombre") 
 
LA RELACIÓN ENTRE EL HOMBRE Y LA NATURALEZA 
"La naturaleza es el cuerpo inorgánico del hombre, es decir, la naturaleza en cuanto no es ella 
misma el cuerpo humano. El hombre vive de la naturaleza; esto quiere decir que la naturaleza es 
su cuerpo, con el que debe permanecer en un proceso continuo, a fin de no perecer. El hecho de 
que la vida física y espiritual del hombre depende de la naturaleza no significa otra cosa, sino que 
la naturaleza se relaciona consigo misma, ya que el hombre es una parte de la naturaleza" (Karl 
Marx, Manuscritos Económico-Filosóficos de 1844) 
 
LA FRACTURA DEL METABOLISMO SOCIAL EN EL INTERCAMBIO ENTRE EL HOMBRE Y 
LA TIERRA 
"El latifundio reduce la población agraria a un mínimo siempre decreciente y la sitúa frente a una 
población industrial hacinada en grandes ciudades. De este modo da origen a unas condiciones 
que provocan una fractura irreparable en el proceso interdependiente del metabolismo social, 
metabolismo que prescriben las leyes naturales de la vida misma. El resultado de esto es un 
desperdicio de la vitalidad del suelo, que el comercio lleva mucho más allá de los límites de un sólo 
país (Liebig). (...) 
La gran industria y la gran agricultura explotada industrialmente actúan de un modo conjunto y 
forman una unidad. Si bien en un principio se separan por el hecho de que la primera devasta y 
arruina más bien la fuerza de trabajo, y por tanto, la fuerza natural del hombre, y la segunda más 
directamente la fuerza natural de la tierra, más tarde tienden cada vez más a darse la mano, pues 
el sistema industrial acaba robando también las energías de los trabajadores del campo, a la par 
que la industria y el comercio suministran a la agricultura los medios para el agotamiento de la 
tierra" (Karl Marx, El Capital, Tomo III, Génesis de la renta capitalista del suelo) 
 
LA NATURALEZA COMO GRIFO Y COMO SUMIDERO 
"La naturaleza es un punto de partida para el capital, pero no suele ser un punto de regreso. La 
naturaleza es un grifo económico y también un sumidero, pero un grifo que puede secarse y un 
sumidero que puede taparse (...) El grifo es casi siempre propiedad privada; el sumidero suele ser 
propiedad común” (James O`Connor, Causas naturales. Ensayos de marxismo ecológico) 
 
SOBRE LA PROPIEDAD DE LA TIERRA Y LA "SUSTENTABILIDAD" 
"Considerada desde el punto de vista de una formación económica superior de la sociedad, la 
propiedad privada de algunos individuos sobre la tierra parecerá algo tan monstruoso como la 
propiedad privada de un hombre sobre su semejante. Ni la sociedad en su conjunto, ni la nación ni 
todas las sociedades que coexistan en un momento dado, son propietarias de la tierra. Son, 
simplemente, sus poseedoras, sus usufructuarias, llamadas a usarla como boni patres familias 
(buenos padres de familia) y a transmitirla mejorada a las futuras generaciones". (Karl Marx, El 
Capital, Tomo III). 
 
“Por tanto, la producción capitalista sólo sabe desarrollar la técnica y la combinación del proceso 
social de producción socavando al mismo tiempo las dos fuentes originales de toda riqueza: la 
tierra y el hombre”. (Karl Marx, El Capital, Tomo I). 
 
GALBRAITH Y EL CRECIMIENTO 
Fuente: John Kenneth Galbraih (nacido en 1908) en J.K. Galbraith y N. Salinger (1978) Almost 
Everyone’s Guide to Economics, Penguin, Harmondsworth, Middlesex, p. 155. 
“Tarde o temprano si la gente supiera lo que el crecimiento económico irreflexivo y no planeado 
hace a su aire, agua, vista u oídos, se daría cuenta de que la vida económica tiene una dimensión 
de calidad y cantidad… aunque nunca he estado de acuerdo con quienes están a favor del 
crecimiento cero. El mayor ingreso y el crecimiento provocan una gran cantidad de problemas 
sociales. La gente compara su ingreso de este año con el del año anterior, y si observa una mejora, 
se siente mejor. Se reduce la tensión. Si se detuviera el crecimiento… la distribución del ingreso 
sería un problema apremiante…, pero no tenemos que aprender a vivir con menos, en términos 
generales”. 
 
PALABRAS DEL PRESIDENTE THEODORE ROOSEVELT SOBRE LA CONSERVACIÓN DE 
LOS RECURSOS Fuente: Theodore Roosevelt, mayo de 1908 
“Ya es hora de pensar con seriedad lo que sucederá cuando desaparezcan nuestros bosques; 
cuando se agoten el carbón, el acero, el petróleo y el gas; cuando se empobrezcan aún más los 
suelos y vayan a parar en los arroyos, se contaminen los ríos, se erosionen los campos y ya no sea 
posible la navegación. Estas cuestiones no solo tienen que ver con el próximo siglo o generación. 
Es hora de que, como nación, apliquemos la misma prudencia con nuestros grandes recursos 
naturales a la que recurriría cualquiera en la conservación y uso correcto de los bienes de los que 
depende el bienestar de su familia e hijos. La nación se comporta de manera adecuada si trata sus 
recursos naturales como activos que debe heredar a las siguientes generaciones con un mayor 
valor y no al contrario”. 
 
PIGOU SOBRE LAS OBLIGACIONES DEL GOBIERNO 
Fuente: Arthur Cecil Pigou (1946) The Economics of Welfare (4ª. Ed.) Macmillan,

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