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I INTRODUCCIÓN II LA MEMORIA OLVIDADA MIDEPLAN, ha comprometido su esfuerzo en la difusión de este libro GOBIERNO DE CHILE MINISTERIO DE PLANIFICACIÓN Y COOPERACIÓN III INTRODUCCIÓN La memoria olvidada. HISTORIA DE LOS PUEBLOS INDÍGENAS DE CHILE Compilación del Informe de la Comisión de Verdad Histórica y Nuevo Trato IV LA MEMORIA OLVIDADA V INTRODUCCIÓN La memoria olvidada HISTORIA DE LOS PUEBLOS INDÍGENAS DE CHILE José Bengoa Compilador Subcomité Identidad e Historia Comisión Bicentenario CUADERNOS BICENTENARIO PRESIDENCIA DE LA REPÚBLICA VI LA MEMORIA OLVIDADA Primera edición : noviembre de 2004 I.S.B.N.: 956-7892-04-0 Editor: Arturo Infante Reñasco Edición de textos: Jorgelina Martín Diseño: Patricio Andrade. Impresión: Andros impresores, Santiago de Chile Esta publicación no puede ser reproducida, en todo o en parte, ni registrada o transmitida por sistema alguno de recuperación de información en ninguna forma o medio, sea mecánico, fotoquímico, electroóptico, por fotocopia o cualquier otro, sin permiso previo, por escrito de la Secretaría Ejecutiva de la Comisión Bicentenario. Comisión Bicentenario, Presidencia de la República Nueva York 9, piso 17, Santiago de Chile Teléfono: (56-2) 672 9565. Fax: (56-2) 672 9623 Correo electrónico: comision@bicentenario.gov.cl www.bicentenario.gov.cl BENGOA, JOSÉ La memoria olvidada. Historia de los pueblos indígenas de Chile / José Bengoa, compilador Santiago: Publicaciones del Bicentenario, 2004 768 p.; 16 x 26 cm I.S.B.N.: 956-7892-04-0 HISTORIA DE CHILE 983 VII INTRODUCCIÓN A Armando de Ramón, profesor y amigo, Premio Nacional de Historia y Miembro de la Comisión de Verdad Histórica y Nuevo Trato VIII LA MEMORIA OLVIDADA IX INTRODUCCIÓN ÍNDICE Prólogo del señor Patricio Aylwin, ex Presidente de la República y presidente de la Comisión de Verdad Histórica y Nuevo Trato Presentación del compilador Reconocimientos INTRODUCCIÓN Cronología de la historia indígena Del período anterior a la Conquista a la consolidación de la República de Chile Período de la “asimilación forzosa” La radicación y reducción del pueblo mapuche Período de la “integración frustrada” Fracaso de las políticas de integración PRIMERA PARTE LA LARGA HISTORIA INDÍGENA DE CHILE CAPÍTULO I. LA DOMESTICACIÓN DEL TERRITORIO Nuestros primeros antepasados La formación del Norte Grande Los primeros habitantes de Atacama Tiwanaku Esplendor de los pueblos de los oasis de Atacama y del Loa Los inkas y su influencia hasta la Zona Central Poblaciones del Norte Chico Poblaciones de la Zona Central Los mapuches Poblaciones del extremo Sur Capítulo II. LA DESAPARICIÓN DE LOS INDÍGENAS DE LA ZONA CENTRAL Chile Central al momento de la invasión europea ANEXO 1. WAJONTU MAPU PIKUNCHE (LIMARÍ-BIOBÍO) Frontera Norte del Wajontu Mapu Poblamiento y división territorial del pikunmapu La destrucción de la población del Chile Central 1 3 5 11 14 17 21 25 28 31 35 37 37 43 44 49 50 53 56 58 60 63 67 67 70 70 73 74 X LA MEMORIA OLVIDADA ANEXO 2. LOS TRASLADOS DE POBLACIÓN Los Pueblos de Indios Defensa y resistencia de los Pueblos de Indios Voces a favor de los indígenas El orden republicano y la nacionalización de los indígenas SEGUNDA PARTE LOS PUEBLOS DEL NORTE Capítulo III. LOS AYMARAS DEL NORTE DE CHILE El inicio del orden colonial: indígenas en la institución de la encomienda Circulación y distribución espacial de los indígenas en el siglo XVII Extirpación de idolatrías y abusos en el siglo XVII El Período Colonial Tardío: los levantamientos anticoloniales andinos del siglo XVIII La independencia y el Período Republicano peruano (1821-1854) El Período Salitrero Las políticas del Estado chileno y la chilenización Políticas del Estado chileno a mediados del siglo XX El impacto de la doctrina de Seguridad Nacional Comunidades aymaras, minería y reajuste en las economías tradicionales Migraciones aymaras en la Región de Tarapacá Situación actual y nuevas demandas ANEXO 3. LA VERDAD DEL PUEBLO AYMARA Capítulo IV. LOS ATACAMEÑOS DE LOS OASIS DEL DESIERTO El dominio español en Atacama Transformaciones en el siglo XVIII Los movimientos de resistencia Atacama y la población atacameña en el proyecto de formación de un Estado nacional boliviano (1825-1879) La economía y sociedad atacameña en el siglo XIX El período salitrero Atacama y el Estado chileno Arrieros, productores y mineros El patrón de integración regional atacameño del siglo XX Una sociedad atacameña translocalizada La cultura atacameña y las industrias culturales La democracia y la nueva legislación indígena durante los ’90 Realidad actual y nuevas demandas Capítulo V. LA COMUNIDAD QUECHUA HABLANTE DE OLLAGÜE El antiguo poblamiento El período colonial La incorporación del territorio al Estado chileno Territorio y control estatal Comunidad quechua de Ollagüe en la actualidad 78 81 86 89 91 93 95 96 98 101 103 104 106 110 115 118 119 122 126 130 153 157 167 170 173 177 180 182 185 189 192 194 195 196 201 202 205 206 208 210 XI INTRODUCCIÓN Capítulo VI. LOS COLLAS DE LA CORDILLERA DE ATACAMA Los collas de la Cordillera El origen de los collas Migración colla desde el Noroeste argentino a la Cordillera de Atacama Llegada de los collas a la Cordillera de Atacama El territorio ocupado por los collas Los collas y la hacienda Potreros de la Iglesia Conflictos ambientales, territoriales y migraciones collas La lucha por la tierra (1950 a 1973) Los años difíciles Reconocimiento y demandas de las comunidades colla Capítulo VII. LOS DIAGUITAS DE LA QUEBRADA DEL HUASCO Ocupaciones prehispánicas: espacios, recursos y vida social Complejo El Molle El Complejo Las Ánimas La cultura diaguita hasta los albores de la Conquista De la Conquista al siglo XVII El Pueblo de Indios de Huasco Alto: un refugio diaguita Los diaguitas del Huascoalto El territorio huascoaltino La descendencia diaguita TERCERA PARTE EL PUEBLO MAPUCHE Capítulo VIII. CONQUISTA, RESISTENCIA Y PARLAMENTOS La organización social de los antiguos mapuches Invasión, destrucción y transformación La cuestión de los Parlamentos ANEXO 4. EL SISTEMA DE PARLAMENTOS Parlamento de Yumbel Parlamentos de Negrete y Nascimiento Parlamento de Tapihue La sociedad mapuche al finalizar la Colonia Capítulo IX. LA REPÚBLICA Y LA INVASIÓN DE LA ARAUCANÍA Las primeras miradas posteriores a la Independencia La guerra a muerte Las leyes de ciudadanía Educación indígena La inmigración europea La situación económica y su impacto en la ocupación de la Araucanía ANEXO 5. EL PARLAMENTO DE TAPIHUE AL FINALIZAR LA GUERRA A MUERTE La invasión de la Araucanía Las reducciones, la radicación y la entrega de Títulos de Merced La Comisión Radicadora de Indígenas ANEXO 6. EL PROCESO DE RADICACIÓN Tierras y usurpación entre los ríos Biobío y Malleco Las tierras de Arauco Los remates de las tierras mapuches ÍNDICE 213 213 218 222 225 227 229 231 235 237 242 247 247 248 250 251 252 254 256 258 260 267 269 275 280 285 290 291 297 300 307 313 314 317 318 320 321 323 327 331 336 337 345 345 348 350 XII LA MEMORIA OLVIDADA La Colonización La radicación Radicación en colonias de indígenas Radicaciones judiciales (1875 a 1882) Radicación con Títulos de Merced (1884-1929) La Comisión Parlamentaria de Colonización Los informes de los Protectores de Indígenas Sobre los abusos cometidos por particulares en contra de los indígenas y la incapacidad de los protectores para defenderlos Propuestas de transformación al protectorado, para hacer más efectiva la acción de los protectores de indígenas Lista de reclamos en las audiencias públicas de la Comisión Parlamentaria Capítulo X. LA INTEGRACIÓN FRUSTRADA La usurpación de tierras ANEXO 7. LOS JUZGADOS DE INDIOS Y LA PÉRDIDA DE TIERRAS MAPUCHES El fracaso de la integración División de las comunidades y Propiedad Austral El horizonte de la integración respetuosa Los mapuches y la Reforma Agraria a) El “problema indígena” y las reivindicaciones b) La Reforma Agraria durante la Unidad Popularc) El Golpe de Estado y la Contrarreforma Agraria ANEXO 8. DEVOLUCIÓN Y TRANSFERENCIA DE PREDIOS DESPUÉS DE LA REFORMA AGRARIA La división de las tierras mapuches La lucha por el reconocimiento Capítulo XI. LAS TIERRAS PERDIDAS Títulos de Merced y pérdida de tierras a) Revocación de la radicación con Títulos de Merced b) Superposición de deslindes de fundos colindantes sobre el Tíítulo de Merced, en forma parcial o total c) Pérdida parcial o total de tierras por enajenación de hijuelas en comunidades mapuche divididas Tipología de pérdidas de tierras mapuche en los Títulos de Merced a) División y pérdida de tierras en los Títulos de Merced b) Tipos de ocupantes al interior de los Títulos de Merced Metodología del estudio a) Fuentes cartográficas de roles de propiedad b) Identificación de los propietarios y nombres de los predios c) Identificación de los Títulos de Merced sobre el mosaico predial d) Identificación inicial de los casos de Títulos de Merced con pérdida de tierras e) Análisis de la muestra y discriminación de roles de particulares al interior de un Título de Merced f) Cálculo de superficie del Título de Merced g) Cálculo de la superficie de tierra pérdida en los Títulos de Merced h) Restricciones y potencialidades de la información presentada a) Restricciones del estudio b) Potencialidades del estudio 355 360 361 363 364 367 370 371 374 375 389 390 394 399 402 405 408 410 415 419 423 426 430 435 436 436 436 437 438 438 440 441 442 442 443 443 443 446 446 447 447 448 XIII INTRODUCCIÓN Presentación de la información a) Cuadros estadísticos b) Mapa Ficha Resultados del estudio por región, provincias y comunas Cuadros estadísticos Tierras perdidas en los Títulos de Merced por provincia, comuna y número de Título de Merced Capítulo XII. LOS PEHUENCHES DE LA CORDILLERA Los pehuenches durante la Colonia El orden republicano La irrupción del Estado El latifundio y la radicación El régimen de propiedad individual Capítulo XIII. LOS HUILLICHES DE VALDIVIA Y OSORNO El período colonial La Independencia y la desregulación de la propiedad La apropiación de las tierras huilliches: los fundos de particulares y la inmigración La Comisión Radicadora La Ley de Propiedad Austral Las comunidades huilliches: demandas y conflictos de tierras Gobierno militar y segundo período de subdivisión Capítulo XIV. EL TERRITORIO HUILLICHE DE CHILOÉ Los Títulos Realengos La anexión de Chiloé al territorio chileno. La Firma del Tratado de Tantauco y la República Los mecanismos de pérdida de tierras La Ley de Propiedad Austral Las organizaciones mapuche-huilliche y los conflictos por tierras CUARTA PARTE LOS PUEBLOS AUSTRALES Capítulo XV. LOS PUEBLOS CAZADORES DEL SUR LOS AÓNIKENK a) Los primeros contactos con “el hombre blanco” b) La acción del Estado chileno LOS SELK’NAM a) Los primeros contactos con “el hombre blanco” b) La acción del Estado chileno: la colonización del territorio mediante las concesiones ganaderas c) Los resultados de la Misión de San Rafael y la acción de la Sociedad Explotadora de Tierra del Fuego d) El colapso demográfico ÍNDICE 448 448 448 448 449 451 479 481 484 485 487 498 505 508 513 514 521 523 527 531 533 533 535 537 540 542 547 549 549 552 553 556 561 563 568 571 XIV LA MEMORIA OLVIDADA Capítulo XVI. LOS PUEBLOS CAONEROS DEL SUR LOS KAWÉSQAR a) Los primeros contactos con “el hombre blanco”. Las relaciones con los gobernadores de Magallanes b) Las relaciones con cazadores de lobos marinos y el tráfico comercial c) El descenso numérico de la población. Las nuevas condiciones de vida en el siglo XX d) El caso de Lautaro Edén e) Las últimas décadas del siglo XX LOS YAGÁN a) Los primeros contactos con “el hombre blanco”. La misión anglicana b) La acción del Estado chileno: la colonización c) El siglo XX y las condiciones actuales del pueblo yagán ANEXO 9. INTERVENCIÓN DEL SEÑOR JUAN CARLOS TONKO PATERITO ANTE LA COMISIÓN DE VERDAD HISTÓRICA Y NUEVO TRATO ACERCA DE LA SITUACIÓN DEL PUEBLO KAWÉSHKAR QUINTA PARTE LOS RAPA NUI DE TEPITO TE HENUA Capítulo XVII. EL PUEBLO RAPA NUI El poblamiento ancestral Los barcos: esclavitud y colapso demográfico Misioneros y primeros colonos europeos (1864-1882) El Acuerdo de voluntades entre el Ariki Atamu Tekena y el Capitán de Corbeta Policarpo Toro Explotación ganadera e inquilinaje Inscripción de la Isla de Pascua en el Registro Conservador de Bienes Raíces La administración de la Armada (1953-1965) a) El lunes fiscal b) La mirada naval de la justicia c) El calabozo de los castigos El Gobierno civil a partir de 1965 La situación a partir de 1990 ANEXO 10. EXPOSICIÓN DEL SR. ALBERTO HOTUS, PRESIDENTE DEL CONSEJO DE ANCIANOS ANTE LA COMISIÓN DE VERDAD HISTÓRICA Y NUEVO TRATO EN SU SESIÓN DEL 28 DE MAYO DEL AÑO 2001 ÍNDICES Y GLOSARIOS ÍNDICE DE CUADROS ÍNDICE DE MAPAS GLOSARIO ONOMÁSTICO GLOSARIO TÉCNICO GLOSARIO DE VOCES INDÍGENAS BIBLIOGRAFÍA BIBLIOGRAFÍA GENERAL COMPLEMENTARIA 575 575 585 583 584 586 587 589 594 598 599 602 607 609 612 616 619 624 633 640 643 646 646 648 653 659 661 665 667 668 670 704 711 715 746 1 INTRODUCCIÓN PRÓLOGO Patricio Aylwin Ex Presidente de la República Presidente de la Comisión de Verdad Histórica y Nuevo Trato El Comité Editorial de la Comisión Bicentenario ha tenido la feliz idea de incluir entre sus publicaciones el presente libro sobre “LA MEMORIA OL- VIDADA. Historia de los Pueblos Indígenas de Chile”, obra que se edita bajo la responsabilidad –con el modesto calificativo de “compilador”– del desta- cado profesor José Bengoa. Nada más justo y necesario que la inclusión de este trabajo con mo- tivo de la conmemoración del Bicentenario de nuestra independencia. Porque es preocupante, en mi concepto, el poco conocimiento –o mejor dicho, la ignorancia– que prevalece en la sociedad chilena acerca de los pueblos indígenas que forman parte de nuestra nación y ocupan lugar en la historia patria. El presente texto es, en lo substancial, fruto del trabajo realizado por la “Comisión de Verdad Histórica y Nuevo Trato de los Pueblos Indígenas” que creó el Presidente de la República en enero de 2001 para asesorarlo “en el conocimiento de la visión de nuestros pueblos indígenas sobre los hechos históricos de nuestro país” y formularle “recomendaciones para una nueva política de Estado que permita avanzar hacia un nuevo trato de la sociedad chilena y su reencuentro con los pueblos originarios”. Tuve el honor de presidir esa Comisión, de la que formaron parte –entre otros destacados especialistas en el tema– los catedráticos José Bengoa Cabello, Armando de Ramón y Lautaro Núñez. Fruto del trabajo de esa Comisión fue el Informe que entregamos a S.E. el Presidente de la República don Ricardo Lagos Escobar, en ceremo- nia que tuvo lugar en La Moneda el 28 de octubre del año último. Dicho Informe estuvo formado por varios volúmenes, el primero de los cuales versó específicamente, en su Primera Parte, sobre “La Historia de los Pue- blos Indígenas de Chile y su relación con el Estado” y en su Segunda Par- te, sobre “Propuestas y Recomendaciones para un Nuevo Trato entre el Estado, los pueblos indígenas y la sociedad chilena”. El texto que en esta edición publica la Comisión Bicentenario bajo el acertado título “LA MEMORIA OLVIDADA. Historia de los Pueblos Indígenas 2 LA MEMORIA OLVIDADA de Chile” corresponde a la primera parte del referido Informe, cuya redac- ción el profesor Bengoa ha perfeccionado. La publicación de este trabajo constituye un valioso aporte para que la sociedad chilena conozca la verdad histórica acerca de los pueblos indí- genas que forman parte de nuestra patria, lo que por sí solo merece entu- siastas felicitaciones. PATRICIO AYLWIN AZÓCAR 3 INTRODUCCIÓN PRESENTACIÓN DEL COMPILADOR José Bengoa Compilador Este es un libro colectivo, pero que pretende ser leído como un relato unitario. Es un libro que incorpora numerosas voces, también diferentesmemorias. Por ello se mantienen expresamente muchos temas abiertos o incluso interpretaciones diferentes. Habla de una larga historia, muchas veces olvidada por nuestra sociedad, pero viva en la memoria de los pue- blos indígenas de Chile. Este libro es la publicación de una compilación de textos resultantes de los trabajos de la Comisión de Verdad Histórica y Nuevo Trato y entre- gados al Presidente de la República. El presidente de la Comisión, señor Patricio Aylwin Azócar, ex Presidente de la República de Chile, entregó un total de ocho tomos. El primero consistía en el resultado de la Subcomi- sión de Revisión Histórica, que ha servido de base e hilo conductor al libro que acá presentamos. Para confeccionar este libro se han revisado y edita- do los textos guardando la fidelidad de los originales. Se han cambiado títulos y subtítulos de modo de hacer un texto más fácil para el lector no especialista. Junto a esta voz proveniente de intelectuales indígenas y no indíge- nas reunidos en un esfuerzo común, se han adjuntado los resultados de algunos Grupos de Trabajo, en particular aymaras y mapuches, y algunos testimonios, que entregan voces diferentes y en algunos casos opiniones diversas, a partir de un legítimo “nosotros”. Por razones de dimensión del texto no se han podido incorporar más anexos, los que se encuentran en la versión completa del informe. Se ha incorporado un capítulo con los resultados de la investigación que realizó la Comisión de Verdad Histórica sobre los Títulos de Merced entregados por el Estado al Pueblo Mapuche. Se trata de una investiga- ción única en su género y de gran importancia para la comprensión de los fenómenos actuales que ocurren en el sur de Chile. Este libro es una compilación de los conocimientos adquiridos acerca de la historia de los pueblos indígenas de Chile. En muchos casos, el espe- cialista conocerá las fuentes sobre las cuales se han construido los textos. 4 LA MEMORIA OLVIDADA Encontrará también temas y asuntos no publicados y quizá una mirada nueva sobre los mismos. En cambio, para un público amplio seguramente será de utilidad en la medida que resume una numerosa bibliografía que se puede consultar al final y conocimientos expuestos por investigadores indígenas y no indígenas, especializados en estos temas. El libro tiene por objeto principal la relación de los Pueblos Indígenas con el Estado. Esta perspectiva central ha impedido incorporar una serie de temas de mucha importancia. Por una parte, ha sido compleja la inser- ción de la cosmología propia de los Pueblos Indígenas y su particular vi- sión de la historia. En este sentido no se trata de una historia de los indí- genas realizada por los propios indígenas, sino una suerte de intento de “historia intercultural”, en la que se produce un encuentro entre las pers- pectivas indígenas y no indígenas. Por otra parte, una mirada histórica de tan largo plazo, como la adoptada, ha dejado en la sombra una serie de procesos y situaciones recientes, entre ellas la de los “indígenas urbanos”. En este libro no se han podido detallar estos procesos sociológicos actuales y muchos otros. Finalmente este libro no incorpora otros aspectos y trabajos realiza- dos por la Comisión de Verdad Histórica, en particular los referidos a las políticas conocidas como “Nuevo Trato”, las de carácter legislativo o de desarrollo económico social, las que pueden ser consultadas en la versión completa. JOSÉ BENGOA 5 INTRODUCCIÓN RECONOCIMIENTOS La Comisión de Verdad Histórica y Nuevo Trato realizó un enorme traba- jo contando con la participación y aporte de una gran cantidad de perso- nas, profesionales, historiadores, intelectuales indígenas y no indígenas, que hicieron finalmente posible, entre otros logros, la obra que aquí pre- sentamos. La Comisión fue presidida por el ex Presidente de la República don Patricio Aylwin Azócar y formada por Antonio Alcafuz Canquil, José Bengoa Cabello, Sandra Berna Martínez, Sergio Contreras Navia, Enrique Correa Ríos, Armando de Ramón Folch, Alberto Hotus Chávez, Francisco Huenchumilla Jaramillo, Aucán Huilcamán Paillama, Carlos Inquiltupa Tito, Felipe Larraín Bascuñán, José Llancapán Calfucura, José Santos Mi- llao Palacios, Sonia Montecino Aguirre, Samuel Palma Manríquez, Carlos Peña González, Ivonne Quispe Osorio, Galvarino Raiman Huilcamán, Ri- cardo Rivadeneira Monreal, Víctor Caniullán Coliñir, José Quidel Linco- leo y Rosamel Millamán Reinao. El texto principal de este libro proviene de la Primera Parte del Infor- me presentado al Presidente de la República titulado Historia de los Pueblos Indígenas de Chile y su Relación con el Estado, que contó con la participación de los miembros del Grupo de Trabajo Revisión Histórica, y de una Comi- sión Redactora, además de otros especialistas en diversas áreas que abarca el tema indígena. Dichas contribuciones se expresaron en la redacción de borradores, formulación de sugerencias y observaciones, en la revisión y corrección exhaustiva de los capítulos que formaron parte del informe y que en este libro se han tratado de transcribir en forma fidedigna, habien- do sido solamente editados y seleccionados para facilitar la lectura de un público amplio. La responsabilidad del texto que aquí se presenta cabe finalmente al compilador. Si bien el trabajo fue colectivo, es preciso señalar y reconocer algunos énfasis y contribuciones específicas. El profesor Lautaro Núñez, Premio Na- cional de Historia (2003), junto a la profesora Andrea Seelenfreund, super- visaron y corrigieron el capítulo primero, La domesticación del territorio de Chile. El capítulo segundo, Los Indígenas de Chile Central, fue escrito sobre la base de 6 LA MEMORIA OLVIDADA un trabajo preparado especialmente para la Comisión por el profesor Leo- nardo León Solís. La segunda parte, titulada Los Pueblos Indígenas del Norte, comprende cinco capítulos. El primero de ellos, sobre El Pueblo Aymara, contó con la importante colaboración, tanto en el aporte de contenidos como en la corrección del texto, del profesor Jorge Hidalgo, Premio Nacional de His- toria (2004). En la elaboración de los capítulos El Pueblo Atacameño y El Pueblo Quechua, el profesor José Luis Martínez entregó valiosa información y contribuyó en la corrección de sus contenidos; asimismo, el profesor Lau- taro Núñez colaboró en la preparación y corrección del texto. Los capítulos El Pueblo Colla y El Pueblo Diaguita fueron confeccionados a partir del trabajo realizado por el geógrafo señor Raúl Molina Otárola. La preparación de la parte referida al Pueblo Mapuche y sus diferentes capítulos se realizó en base a los aportes hechos por los profesores Rosamel Millamán, José Quidel, Víctor Caniullán, Rolf Foerster, Jorge Pinto, Héctor Painequeo, Raúl Moli- na, Martín Correa, Manuel Muñoz Millalonco y Ana María Olivera. El pro- fesor Jorge Pinto de la Universidad de La Frontera tuvo a su cargo la super- visión de las versiones finales. La elaboración y coordinación del estudio que dio lugar al Informe relativo a la situación de las Tierras y Territorio mapuche, que se presenta en el Capítulo las “Tierras perdidas”, estuvo a cargo del geógrafo Raúl Molina O., quien trabajó junto a Pamela Carvajal, cartógrafa, de mucha experiencia, quien hizo la cartografía digital, Pedro Campos Sarmiento, antropólogo, que hizo el trabajo de terreno, y a los profesionales de la Secretaría Ejecutiva y el equipo de redacción, sobre la base de un estudio inicial realizado por Juan Sebastián Barros. La parte sobre Los Pueblos Indígenas del Extremo Sur y los capítulos que la conforman, Los Aónikenk, Los Selk’nam, Los Yagán, Los Kawésqar, contó con las importan- tes observaciones obtenidas en el trabajo realizado con los miembros de las organizaciones Kawésqar y Yagán, en sendos encuentros realizados en Punta Arenas y Puerto Williams, en los que participaron y los que fueron sistema- tizados por los antropólogos Carmen GloriaGodoy y Oscar Mendoza. Tam- bién se contó con la valiosa cooperación de la profesora Andrea Seelenfre- und en la revisión de estos capítulos. La última parte, El Pueblo Rapa Nui, fue redactada por la profesora Andrea Seelenfreund, junto a Alejandra Griffe- ros (historiadora), Paloma Hucke (antropóloga) y José Miguel Ramírez (ar- queólogo), a la que se incorporaron correcciones y observaciones realizadas por el Consejo de Ancianos Rapa Nui. Debemos agradecer al profesor Grant McCall de la Universidad de Gales del Sur, Sidney, Australia, por los docu- mentos que puso a consideración del Informe y que aquí se transcriben. Monseñor Sergio Contreras, integrante de la Comisión, revisó cuidadosa- mente en particular los capítulos referentes al Pueblo Mapuche. Finalmen- te, el profesor Armando de Ramón, recientemente fallecido, Premio Nacio- nal de Historia e integrante de la Comisión, revisó y formuló detalladas observaciones al conjunto de los capítulos. 7 INTRODUCCIÓN El Grupo de Revisión Histórica se reunió constantemente y analizó y discutió los textos que se presentan en este libro, los que fueron hechos suyos por la Comisión de Verdad Histórica y Nuevo Trato, integrándolos al Informe Final que puso a consideración del Presidente de la República. El grupo estuvo formado por Eugenio Alcamán Toloza: antropólogo e histo- riador; Margarita Alvarado Pérez: profesora del Instituto de Estética de la Pontificia Universidad Católica de Chile; José Bengoa (Coordinador), pro- fesor de la Escuela de Antropología de la Universidad Academia de Huma- nismo Cristiano; Martín Correa Cabrera: historiador, investigador en His- toria Indígena; Cornelio Chipana Herrera: profesor de Historia y Geografía; Rolf Foerster González: antropólogo, profesor de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Chile; Jorge Hidalgo Lehuedé: etnohistoria- dor, profesor de la Facultad de Filosofía y Humanidades de la Universidad de Chile y Premio Nacional de Historia 2004; Leonardo León Solís: histo- riador, profesor de la Facultad de Filosofía y Humanidades de la Universi- dad de Chile; José Luis Martínez Cereceda: etnohistoriador, profesor de la Facultad de Filosofía y Humanidades de la Universidad de Chile y de la Escuela de Antropología de la Universidad Academia de Humanismo Cris- tiano; Rosamel Millamán Reinao: antropólogo, profesor de la Carrera de Antropología de la Universidad Católica de Temuco; Raúl Molina Otárola: geógrafo; Manuel Muñoz Millalonco: antropólogo, profesor Universidad ARCIS, Patagonia; Lautaro Núñez Atencio: arqueólogo, profesor del Insti- tuto de Investigaciones Arqueológicas y Museo Gustavo Le Paige S. J., Universidad Católica del Norte, San Pedro de Atacama, Premio Nacional de Historia 2002; Héctor Painequeo Paillán: profesor del Departamento de Lenguas, Literatura, Comunicación e Investigador del Instituto de Estu- dios Indígenas de la Universidad de La Frontera; Jorge Pinto Rodríguez: historiador, profesor del Departamento de Ciencias Sociales de la Uni- versidad de La Frontera, vicedecano de la Facultad de Educación y Hu- manidades de la Universidad de La Frontera; Andrea Seelenfreund Hirs- ch: arqueóloga, profesora de la Universidad Academia de Humanismo Cristiano. La Comisión redactora entrevistó a numerosas personas para conocer su opinión sobre estos tópicos, entre ellos, señores Gonzalo Vial, Armando Marileo, Antonio Alcafuz, Roberto Morales, María Eugenia Queupumil, Teresa Durán, Augusto Nahuelpán, José Manuel Zavala, Car- los Lincomán. Se han adjuntado como anexos los resultados de varios grupos de trabajo. En el caso del Grupo de Trabajo Aymara se contó con la activa participación de: Zenón Alarcón Rodríguez: presidente de la Asociación Indígena Con- fraternidad de Agrupaciones Folclóricas Andinas de Arica; Carmen Alar- cón Rodríguez: presidenta de la Asociación Indígena Aymara para la Sa- lud Aymara Collasuyo; Cornelio Chipana Herrera: profesor de Historia y RECONOCIMIENTOS 8 LA MEMORIA OLVIDADA Geografía, Subdirector Nacional CONADI-Norte; Carlos Choque Marino: Programa Orígenes, Reinaldo Elguero Cámara: representante de Ancia- nos Quechuas Yachay wasi; Carlos Fernández Blanco: ex Consejero Con- sejo Nacional Aymara de Arica; Emilio Fernández Canque: coordinador Magíster en Educación Intercultural Bilingüe, Universidad de Tarapacá, Arica; Alejandra Flores Carlo: representante Aymara en Ecuador; Aldo García Colque: consultor Minera Cerro Colorado; Joaquín García Cho- que: presidente Comunidad Indígena Pisiga Centro; Marcela Gómez Ma- mani: ex presidenta Consejo Nacional Aymara, presidenta Comunidad Indígena de Muyuri; Carlos Inquiltupa Tito: consejero CONADI; Fernan- do Lázaro Lázaro: Comunidad Indígena Aymara de Camiña; Juan Pablo León: presidente de la Asociación Gremial de Propietarios Andinos (AGPRA), profesor Liceo A-1, Arica; Antonio Mamani Mamani: coordi- nador Asociación Municipios Rurales; Lino Mamani Vicente: supervisor Fondo de Tierras y Aguas de CONADI-Arica; Fortunato Manzano Manza- no: Yatiri, Arica; Wilfor Moscoso Moscoso: presidente Asociación Andina de Deporte y Recreación; Gilda Palape Rojas: dirigenta del Consejo Pro- vincial Aymara (COPRAY); Javier Vilca Ticona: dirigente del Consejo Pro- vincial Aymara (COPRAY) y la Secretaría Ejecutiva estuvo a cargo de Fran- cisca Fernández, antropóloga. La Comisión autónoma de trabajo mapuche, COTAM, reunió a un importante equipo de profesionales y dirigentes en la ciudad de Temuco que produjo un documento que, integrado al Informe Final de la Comi- sión, fue presentado al Presidente de la República y del cual se presentan algunos capítulos seleccionados en este libro. El trabajo de la COTAM es- tuvo coordinado por los señores José Quidel, profesor de la Universidad Católica de Temuco; Rosamel Millamán, profesor de la Universidad Cató- lica de Temuco; Víctor Caniullán, machi; Maurico Huenchulaf, ingeniero, y contó con la participación de Jorge Abello Romero, de la Asociación Consejo de Lonkos Pikun Huilli Mapu; Marcial Colín Lincolao, dirigente mapuche de Villarrica; Francisco Chureo Zúñiga, presidente Asociación Indígena Perale Lawen de Makewe; Fernando Huaiquil Paillal, presidente de Consejales y Alcaldes Mapuche IX Región; Manuel Muñoz Millalonco, antropólogo y werken Consejo de Caciques Futaka Huilli Mapu Chiloé; Galvarino Raimán Huilcamán, dirigente del Territorio Negche Malleco; y Santos Reinao Millahual, dirigente de las Comunidades del Área de Desa- rrollo Indígena del Lago Lleu Lleu, todos ellos integrantes de la COTAM. Se ha compilado en este libro parte del Tomo Segundo referido a Tierras y Territorios cuya primera parte contó con la participación y redacción de los profesionales Jimena Pichinao Huenchuleo, Fresia Mellico Avendaño, Ernesto Huenchulaf Cayuqueo, Raúl Molina Otárola, Martín Correa Ca- brera, Nancy Yáñez Fuenzalida, Carole Sinclaire Aguirre y Ximena Nava- rro Harry. La segunda parte fue realizada en base al trabajo de Raúl Moli- 9 INTRODUCCIÓN na Otárola, Martín Correa Cabrera y Nancy Yáñez Fuenzalida. En el infor- me de COTAM y en particular en los otros capítulos del Informe que por referirse a otros temas o por razones de espacio no se incluyen en este libro, participaron los profesionales María Salamanca Huenchullán, Ra- món Maureira Huircamán, Javier Quidel Cabral, Verónica Núñez Gallar- do, Ronny Leiva Salamanca, Noelia Carrasco H., René Montalba N., Héc- tor Mora N., Aldo Vidal H., Dra. Teresa Durán, Marcelo Berho, Gabriel Llanquinao, Alvaro Ugueño, Loreto Eyzaguirre, Rodrigo Contreras, Patri- cio Burgos, Juan Miguel Castillo, Ana María Alarcón, Enrique Hauens- tein, Rodrigo Lillo, Rosa Huenchulaf, Gloria Melipil, José Araya Cornejo, Victorino Antilef, Beatriz Chocori Huenullanka, Jorge Abello Romero, Eva Barriga, Jorge Hueque, Prosperina Queupuán Ch., Noelia Carrasco, Lore- to Eyzaguirresa Benard, Miguel Cheuquemán, Luxciardo Monsalves, Juan Pimentel, Bjorn Seyl y Daniel Stosiek.El estudio “Pueblo Williche de Chi- loé” fue ejecutado por el Consejo General de Caciques de Chiloé, y su autoría es del equipo técnico compuesto por Manuel Muñoz Millalonco, Ana María Olivera Fuentes y María del Carmen Espoz L. El trabajo colectivo del Informe de la Comisión de Verdad Histórica presentado al Presidente de la República fue organizado y coordinado por el antropólogo Gerardo Zúñiga N. quien también ha participado activa- mente en la elaboración y cuidado del libro que aquí presentamos. Una Comisión redactora reunió los borradores, redactó párrafos y finalmente le dio orden a los documentos. En diferentes momentos participaron en ella Claudio Espinoza Araya, antropólogo, quien coordinó la última fase del estudio y preparó los capítulos sobre los mapuches; Cecilia Osorio, profesora de Historia, quien coordinó la primera fase del estudio; Antonio García Quiroga, antropólogo, quien tuvo a su cargo particularmente la redacción de los capítulos pehuenches y huilliches; Carmen Gloria Godoy Ramos, antropóloga, quien tuvo a su cargo especialmente el estudio de los indígenas del norte chico y del extremo sur y participó en la preparación de la Bibliografía y del glosario de voces indígenas que se presenta en este libro; Marie Karolina Núñez Srytr, antropóloga, a cargo de los capítulos sobre el pasado prehispánico y los indígenas del Norte. Colaboraron con este equipo Oscar Mendoza Uriarte, antropólogo; Rebeca Pizarro, profe- sora de Castellano; Raúl Rupailaf Maichin, técnico en Gestión Pública y Planificación Social; Pedro Wild del Campo, antropólogo; Francisco Cas- tro Arredondo, ingeniero comercial; Nancy Yánez Fuenzalida, abogada, que colaboraron en diversas fases de los estudios. Los planos y la cartogra- fía han sido supervigilados por Raúl Molina Otárola, geógrafo, y la inves- tigación y realización por Pamela Carvajal Dervich, cartógrafa, ambos con larga experiencia en la cartografía indígena de Chile. El apoyo de la secretaría ha sido realizado por Mario Rojas Contre- ras, programador en Computación; Mónica Asenjo González, secretaria; RECONOCIMIENTOS 10 LA MEMORIA OLVIDADA Nancy Vásquez Kaufmann, secretaria; María Mercedes Arredondo Huer- ta, profesora, secretaria. Finalmente es necesario señalar que el proyecto de este libro fue aco- gido por el Comité Editorial de la Comisión Bicentenario, el que es presi- dido por su Secretaria Ejecutiva Patricia Roa y formado por Sonia Monte- cino, Horacio Salinas, Gutenberg Martínez, Carlos Montes y Arturo Infante, quienes apoyaron la publicación de este texto. La Secretaría Ejecutiva de la Comisión Bicentenario ha dado el apoyo necesario, eficiente y entu- siasta para que se publique esta compleja obra. JB 11 INTRODUCCIÓN INTRODUCCIÓN Esta es una historia olvidada, también, en ciertos casos, negada, no pocas veces, ocultada: es la memoria olvidada de nuestra sociedad, la historia de los pueblos indígenas de Chile, de los que hoy existen y de los que desapa- recieron. Este libro tiene por objeto recuperar esa memoria, aunque sea par- cialmente. Cada pueblo indígena, como es evidente, tiene su propia historia. Es una historia que se trasmite de padres a hijos. En ella se da cuenta de los orígenes, de los padres fundadores, de los sucesos míticos que explican la existencia de una sociedad, de una cultura, de un territorio, de la vida humana en esa singular parte del mundo. Kai Kai y Tren Tren, Mama Ojlo y Manco Capac, Hotu Matua, y tantos otros relatos explican el origen del mundo de los humanos de acuerdo a cada tradición ancestral. Las histo- rias de familias, de sucesos, de atropellos y esperanzas, se suceden inter- minables en noches de recuerdos. Es una historia a la cual los extraños tienen difícil acceso. No solo está la barrera de la lengua, del idioma ver- náculo, sino también el modo de narrar la historia, las historias. A veces llegamos a conocer pequeños retazos. Muy distinta es la historia de las relaciones de los pueblos indígenas con las culturas occidentales primero y con el Estado nacional posterior- mente. Es la historia de encuentros y desencuentros, de sobrevivencia, resistencia y también de humillaciones y atropellos. Esta historia la pode- mos reconstruir, mediante la memoria, los documentos, los testimonios arqueológicos, el trabajo paciente de la ciencia, la reflexión, la investiga- ción. A esta historia se refiere este libro, este trabajo que aquí se presenta. La mayor parte de los pueblos indígenas de Chile, que habitaron el territorio de Chile, se desarrolló, asimismo, a lo largo de cientos de años o más, con relativa independencia, unos de otros. En algunos casos hubo contactos, pero en otros, los mismos eran muy lejanos o inexistentes. Isla de Pascua y el pueblo rapa nui, por ejemplo, han tenido seguramente más relaciones con la Polinesia y muy pocas o ninguna con los mapuches del 12 LA MEMORIA OLVIDADA Sur de Chile, y estos, por su parte, escasas con aymaras y otros pueblos del Norte del país. ¿Cómo comprender entonces de manera adecuada la his- toria de todos los pueblos indígenas que habitan el territorio chileno ac- tual? Es sin duda un asunto complejo y el desafío de este trabajo. Existe un largo período de la historia de los pueblos indígenas en el que cada uno se desenvuelve de manera relativamente autónoma. Sin embargo, no es despreciable el conjunto de relaciones ocurridas en tiem- pos precolombinos entre pueblos vecinos e incluso entre aquellos que vi- vían a grandes distancias. Aún sabemos muy poco de ello. Será, por lo tanto, el proceso de expansión de la conquista europea el que irá reunien- do y dando sentido genérico a la historia de la mayoría de los pueblos indígenas. Estos pueblos se vieron obligados a reaccionar y enfrentar bru- talmente al nuevo actor, situación común y presente en toda América. El accionar de la empresa conquistadora los expondrá a todos, a cada uno de los pueblos y agrupaciones indígenas, a presiones semejantes, tales como: apropiación de territorios, trabajo servil, dominación política, imposición cultural y religiosa. Cada uno de los pueblos responderá de manera diver- sa a estos procedimientos1. A partir de allí, la historia indígena, cada histo- ria, es inseparable de los factores externos que la determinan. La Conquista es por ende el fenómeno histórico determinante de la historia que tratamos de describir y relatar. No cabe duda de que los pue- blos americanos tienen un evidente antes y un después. El período ante- rior a la Conquista ha quedado en las sombras y no es fácil de rescatar. La arqueología y la etnohistoria nos brindan conocimientos, muchas veces 1 La definición, hoy día internacionalmente aceptada, de pueblos indígenas, realizada por el Relator Especial de las Naciones Unidas, señor Martínez Cobo, establece la conquista como un elemento central. Sería ese aspecto el que diferenciaría a los grupos indígenas de otros grupos minoritarios donde no se produjo este fenómeno. La definición es la siguiente: “Son Comunidades, Pueblos y Naciones Indígenas, los que, teniendo una continuidad his- tórica con las sociedades anteriores a la invasión y precoloniales que se desarrollaron en sus territorios, se consideran distintos de otros sectores de las sociedades que ahora prevalecen en esos territorios o en partes de ellos. Constituyen ahora sectores no dominantes de la sociedad y tienen la determinación de preservar, desarrollar y trasmitir a futuras generacio- nes sus territorios ancestrales, y su identidad étnica como base de su existencia continuada como Pueblo, de acuerdo con sus propios patrones culturales, sus instituciones sociales y sus sistemas legales”. (E/CN.4 / Sub. 2 / 1986/7/Add. 4, párr. 379) El Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo “Sobre Pueblos Indígenas y Tribales en países inde- pendientes” define en el mismo sentido del anterior: “... considerados indígenas por el he- cho de descender de poblaciones que habitaban en el paíso en una región geográfica a la que pertenece el país en la época de la Conquista o la Colonización o del establecimiento de las actuales fronteras estatales y que, cualquiera sea su situación jurídica, conservan todas sus propias instituciones sociales, económicas, culturales y políticas o parte de ellas...”. (Con- venio 169 OIT. Parte 1. Política General. Artículo 1. Letra b) La ley indígena Nº 19.253, vigente, de 1993, señala en su Art. 1º: “El Estado reconoce que los indígenas de Chile son los descendientes de las agrupaciones humanas que existen en el territorio nacional desde tiempos precolombinos, que conservan manifestaciones étnicas y culturales propias siendo para ellos la tierra el fundamento principal de su existencia y cultura”. (Título 1, De los indígenas sus culturas y comunidades. párr. 1). 13 INTRODUCCIÓN parciales, de los que tratamos de dar cuenta. La vida humana en el conti- nente, y en lo que hoy es Chile, comenzó hace miles de años. Desde los primeros cazadores recolectores que cruzaron las montañas y valles ac- tualmente habitados, hasta los agricultores prósperos que encontraron los españoles al ingresar al territorio, pasaron miles de años. La Conquista constituyó una ruptura violenta. Muchos pueblos desaparecieron, áreas densamente ocupadas quedaron vacías, como la zona central de Chile, otros fueron diezmados, a pesar de lo cual mantuvieron su existencia, defendiéndose, adaptándose, resistiendo y también mezclándose con los recién llegados. Nuevos pueblos nacieron de este profundo cataclismo so- cial. Es el origen, querido o no, aceptado o rechazado, de todos nosotros, los chilenos y los indígenas. La cuestión indígena surge de esta palpable situación histórica. Un pueblo mestizo, compleja combinación de invasores e invadidos, va sur- giendo del desencuentro inicial. Al finalizar la Colonia ya es una realidad no solamente demográfica, sino crecientemente consciente de su carácter, ni español, ni indígena. Los indígenas mantienen algunos espacios territo- riales, en algunos casos derechos específicos y ciertas características dis- tintivas del resto de la población. Es en ese momento que comienza una segunda etapa de la historia, la Republicana, en la que la relación de los pueblos indígenas se establecerá con el Estado nacional. El territorio de Chile colonial no es exactamente el mismo que exis- tió durante la República2. Fue durante el siglo XIX cuando cambia, se expande y consolida3. En este proceso, el Estado se encuentra con la exis- tencia de numerosos pueblos indígenas que habitaban esos espacios, en los que no se ejercitaba la soberanía de manera efectiva o simplemente no pertenecían a la nación chilena. El actual territorio en que el Estado de Chile ejerce su soberanía se constituye definitivamente apenas en los ini- cios del siglo XX y se consolida recientemente con el delineamiento defi- nitivo de sus fronteras. Es por ello que la historia de la Conquista y del Período Colonial va a estar mayormente marcada por la relación de los europeos con los mapuches del Centro y Sur del país. La relación entre el Estado y los pueblos indígenas del Norte, de Rapa Nui y del extremo Sur vendrá recién a establecerse a fines del siglo XIX, en el momento en que se consolida el actual territorio nacional, el Chile contemporáneo. 2 Recordemos que durante la Conquista y parte de la Colonia el denominado Reyno de Chile abarcaba, por ejemplo, entre otros, los territorios de Cuyo y Tucumán. En este trabajo obviamente no nos hacemos cargo de la situación planteada con los indígenas de esos terri- torios, quienes posteriormente no formaron parte de la República de Chile. Hay numerosos casos de traslado de indígenas desde la vertiente argentina de la Cordillera al lado chileno, como es el caso de los llamados “indios huarpes”, sobre los que no nos detendremos en este estudio. 3 Uno de los cambios no expansivos más importantes fue el Tratado de Límites con Argen- tina en 1881, en que parte de la Patagonia pasó a la soberanía argentina. 14 LA MEMORIA OLVIDADA A partir de fines del siglo XIX todos los pueblos indígenas que habita- ban el territorio nacional ya constituido enfrentarán las mismas políticas estatales y tendrán como interlocutor al mismo Estado. Es en ese momen- to en que podemos decir que las historias de los diferentes pueblos indíge- nas empiezan a reconocerse en un relato común, en cuanto van a estar influidas en su desarrollo particular por las acciones y políticas delineadas por el Estado. Se produce entonces una historia que va a ir unificando, paulatina y crecientemente, las diferentes “historias indígenas”, en la medida que se unifica el interlocutor y sus problemas. Podemos hablar con propiedad, a partir de ese momento, de una “historia indígena”, en la medida en que la situemos dentro de las relaciones con el Estado4. Más aún, esto, en el caso de Chile, es parte de una realidad histórica, ya que, a partir de las últimas décadas del siglo XIX, el Estado chileno, altamente centralizado, ha llevado a cabo políticas semejantes y específicas, tanto en el Norte del país como en Isla de Pascua, en el extremo Sur y en el área mapuche, expresando todas ellas una coherencia interna en relación con los intereses y visiones predominantes en cada período. Es por ello que vamos a señalar que todos los pueblos indígenas desde ese momento esta- rán sometidos a un mismo tipo de acción política estatal y su historia se aunará desde esa situación y punto de vista5. CRONOLOGÍA DE LA HISTORIA INDÍGENA La cronología de la historia indígena de Chile no es necesariamente la misma que la de la historia de Chile. Por cierto, como se ha dicho, se verifica una primera escisión entre el mundo precolombino y el posterior a la Conquista. Hay varios subperíodos en el tiempo colonial, pues hubo diversos tratos y maneras de abordar la cuestión indígena por parte de la Corona española. Se habla en este trabajo de la “Baja Colonia” o período de la conquista, y de la “Alta Colonia”, correspondiente al siglo y medio final del Imperio Español, marcado por una política de carácter más pro- 4 Por esta razón señalamos que este Informe no es propiamente una historia desde el exclusivo punto de vista indígena. La historia de cada pueblo indígena puede ser construida desde sí misma y no teniendo como eje las relaciones con el Estado, criterio adoptado en este caso y que es central. Un ejemplo de ello son las historias de linajes, de familias, las que el centro está colocado en la propia sociedad y no en sus relaciones externas. 5 Esta construcción de una historia indígena común a los diversos pueblos indígenas de Chile es un proceso abierto y aún lejos de estar concluido. Como se trata de una historia de relaciones, puede haber diversas interpretaciones. En este caso se ha tratado de que la in- terpretación sea de carácter interétnico, esto es, de un encuentro respetuoso en la interpre- tación y no una visión unilateral, en este caso de los no indígenas. Por cierto hay otras posibilidades interpretativas. La Comisión de Verdad Histórica y Nuevo Trato acogió inter- pretaciones propias de las actuales dirigencias de los pueblos indígenas, las que se encuen- tran en los documentos entregados al Presidente de la República y cuyos contenidos se han tratado de incorporar de la mejor y leal manera posible en este trabajo, en algunos casos como capítulos anexos, mostrando de este modo la diversidad interpretativa de un fenóme- no tan complejo y de este modo eludiendo una interpretación única y mucho menos oficial. 15 INTRODUCCIÓN tector hacia los indígenas del continente. La independencia de las colonias americanas, y concretamente la de Chile, no fue necesariamente un mo- mento de quiebre profundo para los indígenas y su historia6. Para muchos de ellos nada cambió, por lo que en la cronología seremos cuidadosos en no asimilar los tiempos de la sociedad chilena a los de la sociedad indíge- na. En el caso del Sur de Chile, la independenciade la Zona Central signi- ficó que la guerra entre patriotas y realistas se trasladara hacia allá, en lo que se denominó la “Guerra a Muerte”7. La cronología indígena cambia notablemente a fines del siglo XIX. En ese tiempo se anexan al territorio nacional las provincias del Norte Grande donde habitaban y habitan aymaras, quechuas y atacameños. En el año 1879 comienza la denominada Guerra del Pacífico, la que se ex- tiende hasta el año 1883, firmándose, en el mismo año, el Tratado de Ancón8 con el Perú. En el mismo período, el 9 de septiembre de 1888, se suscribe el “Acuerdo de Voluntades” entre el pueblo rapa nui, liderado por el Ariki Atamu Tekena, y el capitán Policarpo Toro, que tuvo como consecuencia la incorporación de Isla de Pascua al territorio y a la sobera- nía nacional. En esa misma década se produce el avance expansivo hacia el Sur de las líneas de fronteras establecidas en el río Malleco en el año 1866, concretándose la ocupación completa de la Araucanía por parte del ejército chileno. El 24 de febrero de 1881 es fundado el Fuerte Temuco y el 1 de enero de 1883 se refunda la ciudad de Villarrica. Coincidentemen- te con estos hechos, en el extremo Sur se inicia la ocupación ganadera de la Patagonia e Isla de Tierra del Fuego, que tendrá efectos desastrosos so- bre las poblaciones indígenas que allí habitaban y, en especial, para los pueblos aónikenk y selk’nam. Efectivamente, la primera concesión de tie- rras a empresas ganaderas se concreta en el año 18859. Es por todo lo 6 Fue en la zona central de Chile donde las leyes liberales, dictadas por el joven gobierno republicano, tuvieron mayor impacto. Efectivamente, los denominados Pueblos de Indios fueron desafectados de las políticas proteccionistas de la Corona, por medio de las leyes dictadas en los primeros años de la República. En las décadas siguientes, con ritmos diferen- ciados, las tierras de esos pueblos fueron siendo adquiridas o simplemente absorbidas por las haciendas circunvecinas. En muchos casos implicó la desaparición de esos poblados y la fusión de sus habitantes mediante el mestizaje. Este tema se trata en el Capítulo “Los indí- genas de Chile Central”. 7 Esta materia se trata en la parte del Informe titulada “El pueblo mapuche”, en el Capítulo Primero: Los mapuche en la historia y el presente. Apartado 6.1. “Los primeros años des- pués de la Independencia: entre la valoración y la negación del mapuche”. 8 Dicho tratado dejaba subordinada la situación geopolítica de las ciudades de Arica y Tacna a un plebiscito que debía realizarse en 1893, pero que, sin embargo, nunca se llevó a cabo. Esta situación se prolongó por casi cincuenta años, hasta 1929, cuando Tacna es reincorpo- rada al Perú y Arica queda bajo la soberanía de Chile. Ver: II. Los pueblos indígenas del Norte, Capítulo Primero, El pueblo aymara. Apartado 5.1. “Las primeras políticas del Esta- do chileno y la chilenización”. 9 Se trata de la Sociedad Werhahn y Cía. a la que se conceden 123 mil hectáreas en Tierra del Fuego, lugar habitado por los selk’nam. Esta materia se trata en la parte correspondiente a Los pueblos indígenas del extremo sur, Capítulo segundo, Los selk’nam. Apartado 3. “La acción del Estado chileno: la colonización del territorio, mediante las concesiones ganaderas”. 16 LA MEMORIA OLVIDADA anteriormente expuesto que el segundo gran hito histórico, después de la conquista europea, en la Historia de los pueblos indígenas de Chile, será el proceso expansivo del Estado de fines del siglo XIX. Hasta poco más allá de la primera mitad del siglo XIX, como se ha visto, el territorio ocupado efectivamente por el Estado chileno era muy diferente al del siglo XX. La mayor parte de esos espacios, considerados por el Estado como “baldíos”, estaba habitada por indígenas. La acción expansiva del Estado en esos años fue muy grande. Avanzó hacia el Norte, hacia el Sur y hacia el Pacífico. En todo este proceso no hubo políticas de protección hacia los indígenas que fueran efectivas. Más bien se los consi- deró como un obstáculo para incorporar económicamente esas nuevas áreas a la economía nacional. Generalmente, como se trataba de zonas muy lejanas, el Estado en su afán de hacer efectiva su soberanía sobre el territorio encomendó a empresas privadas la “explotación” de los recursos naturales y la “civilización” de los indígenas que allí vivían. Esas empresas fueron, en gran medida, las responsables de la cuasi desaparición o exter- minio de los habitantes originarios del extremo austral, y del sometimien- to del pueblo rapa nui a un régimen que, entre otras cosas, contemplaba su reclusión forzosa, que les impidía el libre desplazamiento por los cam- pos de la isla. No fue muy diferente la política de concesiones desarrollada en vastos territorios de la Araucanía, origen de muchos de los conflictos que perduran hasta hoy. Desde la década de los 80 del siglo XIX, hasta la década de los 30 del siglo XX, se abre un período que hemos denominado de “asimilación for- zada”. Se caracteriza por la aplicación de políticas de Estado hacia los pue- blos indígenas, con el objetivo de transformarlos en ciudadanos chilenos, bajo un concepto de identidad nacional homogéneo, sin considerar la di- versidad cultural existente. En el Norte, la política oficial será conocida como “chilenización”, aplicada compulsivamente en las primeras décadas del siglo XX, debido a los conflictos fronterizos. En el Sur, este período estará en manos la Comisión de Radicación de Indígenas y es cuando se constituirán las “reservaciones” o “reducciones indígenas”, que limitan y fragmentan el territorio que estos ocupaban. En Isla de Pascua se produci- rán fenómenos semejantes, siendo concentrada la población rapa nui en Hanga Roa, y entregándose el territorio restante en arriendo. En el extremo Sur, frente a la acción depredadora de las así denominadas empresas explo- tadoras, un gran número de miembros de los pueblos selk’nam y kawésqar fueron trasladados a la Misión de San Rafael en Isla Dawson, con el doble propósito de alejarlos de los “cazadores de indios” e introducirlos en la “vida civilizada”, lo que tuvo trágicas consecuencias. Durante este período mu- chos observadores creyeron ver el exterminio de los indígenas de Chile. El período que se inicia en las últimas dos décadas del siglo XIX –período de la “asimilación forzada”– tiende a cambiar en los años 30 del 17 INTRODUCCIÓN siglo XX. Allí comienza un largo período caracterizado por las políticas de integración, basadas fundamentalmente en la educación, castellanización y comprensión de los indígenas como campesinos y partes integrantes no diferenciadas de la sociedad y pueblo chilenos. Lo denominamos de “inte- gración frustrada”, porque, a pesar de las intenciones del Estado, los pue- blos indígenas no se integraron plenamente, logrando sobrevivir al perío- do anterior, manteniendo su identidad y sus propias características culturales. Con pequeñas diferencias y momentos históricos específicos, esta política se extiende desde 193110 hasta la década del 70, en que se dictan leyes de mucha importancia para algunos –no todos– de los pue- blos indígenas de Chile. La Reforma Agraria, en el caso de los mapuches del Sur, va a jugar un papel central en ese período, al igual que la ley relativa a Isla de Pascua11. Durante este largo período del siglo XX hay diversos subperíodos, en algunos de los cuales se reforzarán elementos de integración y, en otros, se impulsarán políticas de fomento, protección e incluso desarrollo. Es por ello que en el texto distinguimos lo que ocurre en los años 30 y 40, carac- terizados principalmente por la asimilación; de los años 50 y parte de los 60, signados por el indigenismo, y, fines de los 60 y comienzo del 70, marcados por la Reforma Agraria y los cambios estructurales a que se vio sometido el conjunto de la sociedad chilena y del que no fueron ajenos los pueblos indígenas. Finalmente, incorporamos algunos elementosde la “historia contemporánea”, esto es, desde 1973 en adelante, período carac- terizado por diversas relaciones entre el Estado y los pueblos indígenas. La cercanía de estos hechos históricos y su carácter muchas veces confronta- cional nos ha conducido a no encerrar la interpretación en un marco ex- cluyente y ser extremadamente prudentes con los juicios emitidos en este Informe, incorporando datos objetivos y abriendo más preguntas que res- puestas hacia el futuro. DEL PERÍODO ANTERIOR A LA CONQUISTA A LA CONSOLIDACIÓN DE LA REPÚBLICA DE CHILE Los pueblos indígenas que existen y existieron en Chile son descendientes de los pueblos originarios que habitaron el continente americano. Especí- ficamente en Chile, estos pueblos poseen un pasado de larga duración, su historia es extensa y se remonta a miles de años. Junto con ello, estos 10 La fecha de 1931 corresponde a la dictación de las leyes indígenas, destinadas al pueblo mapuche, que reúne las leyes del año 1927 y leyes de colonización, y que de una u otra forma regularán las relaciones con el Estado durante buena parte del siglo XX. 11 La Ley Nº 16.441 del año 1966, conocida como “Ley Pascua”, crea el Departamento de Isla de Pascua en la provincia de Isla de Pascua, fijando normas para la organización y funcionamiento de diversos servicios públicos y facultando al Presidente de la República para otorgar títulos de dominio en terrenos fiscales urbanos de Rapa Nui a personas natura- les. Ver: III. El pueblo rapa nui. Apartado 9. “El Gobierno civil a partir de 1965”. 18 LA MEMORIA OLVIDADA primeros habitantes realizaron una apropiación del territorio y una do- mesticación12 de los recursos naturales, que les permitió vivir en estas tie- rras desarrollando sociedades y culturas únicas y originales. En este senti- do, las organizaciones políticas prehispánicas dan cuenta de su propia historia. Son los “primeros pueblos” constituidos en el territorio que hoy ocupa Chile. En este trabajo se trata de rescatar un eje fundamental de y para la cultura del país: la larga ocupación territorial y la diversidad de sociedades que en estas tierras han vivido13. El segundo momento estudiado considera la invasión europea y la constitución del orden colonial. No cabe duda, siguiendo la metodología anteriormente expuesta, que es el principal hito histórico que provocó un antes y un después en los pueblos indígenas. La Conquista correspondió, como es evidente y sabido, a la expansión económica y política de Europa y, al mismo tiempo, fue vista como un proyecto “civilizatorio” y religioso. La Conquista se realizó por medio de acciones militares de gran violencia, a las que se sumó la introducción de enfermedades infectocontagiosas, frente a las cuales los pueblos americanos carecían de defensas. En este trabajo no hay necesariamente un juicio sobre la Conquista, sino intentos por comprender sus resultados y consecuencias para los pueblos indígenas de Chile. La apertura del debate es más importante que su cierre en una u otra posición. El orden colonial constituido significó la instauración de hecho de un sistema de clases y castas en el que las personas catalogadas como indígenas ocuparon, casi siempre, un lugar de subordinación. Hubo un primer período colonial de gran violencia en el que los indígenas fueron sometidos al servicio de las encomiendas y al trabajo forzado. En la mayo- ría de los casos ofrecieron resistencia y en algunos, como el mapuche, recuperaron espacios de libertad, aunque vieron constreñidos sus movi- mientos y debieron acomodarse internamente, manteniendo relaciones políticas con el Estado colonial. En este sentido, es preciso destacar que los pueblos indígenas poco a poco y a medida que avanzaba el proceso colo- nial, fueron reconocidos como tales. Ejemplos de esto último son los tra- tados y los parlamentos. Este reconocimiento implicaba la conciencia de la particularidad y diversidad de los habitantes del territorio. Una de las 12 Domesticación se refiere, por una parte, al conocimiento sobre las plantas cultivadas, las plantas medicinales y, en general, la nominación de la flora del lugar. En segundo lugar, se refiere a la domesticación propiamente tal de los animales y también al conocimiento deta- llado y la nominación de la fauna. Finalmente, el concepto amplio de domesticación dice relación con el conjunto del territorio, el cual es nombrado (toponimia), recorrido, conoci- do, utilizado, en fin, transformado en un espacio donde el ser humano habita y del que se provee. 13 El Capítulo Primero resume el conocimiento que existe hoy en día del largo período de poblamiento del territorio, que actualmente ocupa Chile. A la Comisión le pareció impor- tante afirmar la calidad de “originarios” y “primeros ocupantes” de los actuales pueblos indígenas de Chile. 19 INTRODUCCIÓN características, por tanto, del período colonial tardío –especialmente se- gunda mitad del siglo XVII y siglo XVIII– es la ambigüedad y contradicción de las políticas: si bien hubo reconocimiento por parte de la Corona, tam- bién se produjeron sangrientas represiones de los indígenas como la de Tupac Amaru en el Cuzco, Alto Perú, alcanzando también al Norte de Chile. De esta forma, los pueblos sometidos al control colonial se vieron presionados a reformular muchos elementos de su cultura, lo que les per- mitió adaptarse e influir sobre las condiciones coloniales. Sus liderazgos, concepciones religiosas, relaciones con el Estado se fueron transforman- do, considerando las nuevas circunstancias, con el objeto de preservar sus costumbres, memoria, lengua y territorio. Son historias múltiples, pro- fundas y constantemente reinventadas. Los pueblos indígenas, durante el largo período colonial, existieron en una compleja relación de resistencia, adaptación, cambio cultural, reafirmación de sus tradiciones y creativi- dad. Este trabajo quisiera dar cuenta de estos procesos y no presentar una imagen de “quietismo” e inmovilidad de los pueblos y comunidades indí- genas, sino mostrar su carácter creativo y dinámico. Durante la última parte del período colonial las relaciones de la Co- rona, específicamente en el caso del pueblo mapuche, estuvieron regula- das por los parlamentos. Los acuerdos logrados en ellos por lo general giraron en torno al establecimiento de condiciones de convivencia entre ambos. La estrategia parlamentaria comienza con la suscripción del trata- do de Quilín en 1641, en el que se reconoció la frontera del territorio mapuche en el río Biobío y la autonomía de sus habitantes al Sur de dicho deslinde. Las cláusulas del parlamento de Quilín estipularon condiciones de paz, entre el gobierno colonial y las autoridades mapuches, en las que se estableció el reconocimiento del territorio mapuche comprendido en- tre los ríos Biobío y Toltén, el despoblamiento español de los territorios mapuches ocupados, y, a su vez, el compromiso de los mapuches de no vulnerar la frontera, devolver a los prisioneros y dejar predicar a los mi- sioneros en su territorio14. En este sentido, el tema de los parlamentos tiene una importancia evidente para el debate jurídico actual. Los criollos, descendientes de los conquistadores, nacidos en Améri- ca, y muchas veces mestizos, se rebelaron y apropiaron del Estado colo- nial, independizándose de la Corona española, y acometieron la construc- ción del Estado-Nación. La voluntad fundadora inicial supuso, principalmente, la unificación de la población teniendo como base la ciu- dadanía jurídica común y la supresión del sistema de castas existente al 14 Con posterioridad al de Quilín, se suscribieron varios otros parlamentos, entre los que destacan: Parlamento de Yumbel de 1692; Parlamento de Negrete de 1726; Parlamento de Tapihue de 1774; Parlamento de Negrete de 1803. 20 LA MEMORIA OLVIDADA final de la Colonia15. En este contexto, se excluyó en la práctica la partici- pación del indígena en su calidad de tal en el sistema político, no recono-ciéndosele especificidad16. No obstante, la población que dio vida a la nueva República era mestiza e indígena, y es la base de la actual población del país. A pesar de que hoy los chilenos y chilenas se consideren blancos o blancos mestizos, existe un fuerte componente indígena en su sangre que ha sido obviado en pos de construir e imponer la imagen de una nación homogénea, tanto cultural como étnica y racialmente. Asimismo, se ha definido un momento histórico que engloba lo que se puede llamar la constitución y consolidación del orden republicano. Al respecto, es importante considerar que la ideología de los criollos estuvo dominada por concepciones liberales, que intentaron desarrollar y adap- tar al nuevo orden interno. La crítica a los títulos de nobleza y la defensa de la ciudadanía jurídica los llevó también a eliminar los curacazgos o cacicazgos, con lo cual la población autóctona perdió sus representantes, muchas veces aceptados en el orden colonial e incluso reconocidos por el poder dominante. Es necesario hacer notar que Chile se benefició de un proceso fecundo que llevó, en efecto, a la consolidación temprana de las instituciones republicanas, pero la contracara de dicho proceso fue la ex- clusión y negación de lo indígena. En este período se tendió, además, a considerar y privilegiar los dere- chos individuales, aunque no para defender a los indígenas, en cuanto tales, sino para facilitar su “inclusión” y la apropiación de sus territorios. Esta política asimilacionista fue especialmente eficaz en la zona central de Chile, donde las leyes de ciudadanía dictadas por la joven República con- dujeron a la supresión de los Pueblos de Indios, de sus tierras y a la asimi- lación de sus habitantes. Sin embargo, para el caso mapuche, hacia me- diados del siglo XIX se debatió acerca de su reconocimiento en la legislación e incluso se sancionó legalmente la diferencia, discutiéndose en el Parla- mento acerca de la ocupación de Arauco y estableciéndose una política y relación específica entre el pueblo mapuche y el Estado. La sociedad chilena durante el siglo XIX se imaginó a sí misma ligada a la cultura europea y trató de establecer fronteras con las raíces indígenas o con los pueblos y culturas indígenas que la rodeaban. De este modo, no 15 El análisis de la formación del Estado en Chile y la dictación de leyes de ciudadanía en las que se abolía la sociedad de castas y la protección de los indígenas, es un asunto central en la comprensión de la historia de los pueblos indígenas de Chile. Estas leyes se encuentran analizadas en la Tercera Parte del libro, Capítulo IX, las primeras miradas posteriores a la Independencia. 16 Aun cuando gobernantes como Bernardo O’Higgins los incorpora en el discurso funda- cional de la chilenidad, especialmente al pueblo mapuche. En 1817, se refería a él como el lustre de la América combatiendo por su libertad. Ver el capítulo señalado en la nota ante- rior, p. 314 y ss. 21 INTRODUCCIÓN es de extrañar que se desconozca profundamente en esa época la existen- cia de estos pueblos, se incentive la migración extranjera y se emprendan políticas de concesiones para la explotación extractiva de los recursos na- turales ubicados en sus territorios. Un aspecto importante para la construcción de este imaginario na- cional no indígena es lo que ocurrió en la Zona Central del país donde los denominados “Pueblos de Indios” fueron absorbidos durante el siglo XIX. La cuestión indígena fue “expulsada” a las “fronteras” del Estado, en la medida que en la zona central no se percibía la existencia de descendien- tes de esas poblaciones. Durante este período hubo numerosos pueblos indígenas que no es- taban aún en el territorio nacional de Chile de ese entonces y con los que el Estado chileno no tenía contactos, como los rapa nui, aymaras, ataca- meños y otros del Norte del país. Las relaciones con los indígenas del ex- tremo Sur eran muy escasas y solo algunos viajeros señalaban su existen- cia. Las relaciones se establecían principalmente con los mapuches, tanto con aquellos que aún vivían en “Pueblos de Indios”, en la zona central del país17, como con quienes habitaban hasta ese momento en la región de la Araucanía, zona que mantenía su independencia. PERÍODO DE LA “ASIMILACIÓN FORZOSA” El segundo período que se analiza es el que corresponde a las dos últimas décadas del siglo XIX y las primeras tres del XX, tiempo marcado por la mayor indefensión de los indígenas. Este período se caracteriza por las políticas “liquidacionistas” del Estado y lo hemos denominado de “asimi- lación forzosa”. Es este el lapso (1881-1931) en que se produce la ocupa- ción de la Araucanía y el sometimiento de los indígenas mapuches a “re- servaciones” o “reducciones”. Es el tiempo en que, tras su incorporación a la soberanía chilena, el año 1888, se entregará la Isla de Pascua completa como concesión, primero en 1895, a Enrique Merlet, de origen francés, y luego a la empresa británica Williamson & Balfour, conocida también como la Compañía Explotadora de Isla de Pascua18, que transformó a Rapa Nui en una estancia ovejera, manteniendo a la población pascuense, como ya se mencionó, forzada a habitar solo en el sector de Hanga Roa. Es el tiempo también en que las concesiones entregadas por el Esta- do a empresas en las tierras australes y especialmente en Tierra del Fuego condujeron a la muerte y desaparición física de pueblos enteros, como sucedió con los selk’nam, frente a lo cual el Estado se mantuvo pasivo. 17 De hecho, las leyes de ciudadanía de los indígenas en las que se les permite “comprar y vender” se aplicaron casi exclusivamente en la zona central del país, en los así llamados “pueblos de indios”. 18 Este período de la historia de la Isla de Pascua está tratado en la Quinta Parte de Tepito te Henua en el subtítulo Explotación ganadera e inquilinaje. 22 LA MEMORIA OLVIDADA Este es un caso que podría ser calificado en el lenguaje contemporáneo como de genocidio. Este estudio analiza en detalle y considera este hecho en todo su peso e importancia19. Es el período, además, de la anexión de los territorios del Norte Grande y de la política conocida como de “chileni- zación forzosa”, la que, referida al caso indígena, tuvo profundas conse- cuencias. Efectivamente, la “chilenización” fue muy compulsiva, al me- nos en las primeras tres décadas del siglo XX, y fue aplicada por el gobierno central, el que, por razones geopolíticas, no consideró las diferencias cul- turales y regionales. Esta tendencia hacia la homogeneización cultural caracterizó las políticas estatales hasta casi finales del siglo XX, implicando ante todo el establecimiento de sólidas estructuras gubernamentales en la región: desde municipios hasta cuarteles de frontera. Asimismo, la socie- dad aymara y su economía quedaron afectadas por el sistema de fronteras que generó controles estrictos de la circulación de mercancías y grupos. Para la población aymara, esta parte de la historia en relación con el Esta- do de Chile se denomina “des-aymarización”, desnaturalización que se valió de la violencia, el amedrentamiento, la intolerancia y la imposición de costumbres ajenas. En ese contexto, además, se produce el auge sali- trero, la destrucción de las comunidades tradicionales de los valles, gene- ralizándose el desconocimiento de las especificidades de las comunidades indígenas de esa región. De igual manera, a comienzos del siglo, la presión sobre las comunidades atacameñas condujo prácticamente a la desapari- ción de la lengua kunza y de varias otras vernáculas. Los atacameños su- frieron, al igual que los otros pueblos indígenas, un largo período de ocul- tamiento. Es una etapa en la que, en el plano internacional, se dan también procesos semejantes, enmarcados en la expansión del capitalismo mun- dial sobre tierras, territorios y culturas, hasta ese momento fuera de su alcance. La mayor parte de los observadores de esas primerasdécadas del siglo XX consideran que las poblaciones indígenas van a sucumbir ante la presión y, a veces, ante el ataque frontal de que son objeto20. Es lamenta- blemente el momento en que las diversas historias que en este texto se relatan se unen, de una manera por momentos terrible, en una sola histo- ria, la de las relaciones entre el Estado chileno, la sociedad chilena y los pueblos indígenas de Chile, historia que oscila entre la reducción territo- rial y el exterminio. Hasta ese momento han sido por lo general historias 19 Ver: Cuarta Parte. Los Pueblos Australes, Capítulo XIV. Los pueblos cazadores del sur. Los selk’nam. El colapso demográfico. 20 En los primeros años del siglo XX hay muchos “estudiosos”, tanto chilenos como extran- jeros, que tratan de “rescatar” lo que ellos pensaban eran los últimos vestigios de las cultu- ras indígenas. En el primer caso, don Tomás Guevara escribe Las últimas familias araucanas, el Padre de Moesbach el famoso libro dictado por el cacique Pascual Coña y muchos otros misioneros tratan de dejar escritos los testimonios de esas sociedades sometidas a fuertes presiones externas. 23 INTRODUCCIÓN separadas, independientes unas de otras. A partir de ahora, el Estado tiene una política común que se expresa en Isla de Pascua, en los valles y altipla- no chilenos, Tierra del Fuego y la costa de Temuco. El Estado y por ende la sociedad asumen el costo de esas políticas y sus responsabilidades. Es muy importante señalar que las medidas aplicadas a los indígenas durante este período (1881 a 1931) son debatidas en el Congreso nacio- nal, adquiriendo el estatus de leyes de la República, y no son simplemente el resultado de la acción improvisada de aventureros, agentes espontá- neos o situaciones incontrolables, que si bien las hubo, siempre estuvie- ron sujetas a las leyes y a la acción del Estado. Va a ser en esta época, década del 70 y 80 del siglo XIX principalmen- te, en la que se producirá una grieta insalvable entre la vida chilena, en particular santiaguina, y la forma de vida de los indígenas del Sur de Chi- le. Se pensaba estereotipadamente a los mapuches, a los ojos evolucionis- tas de la sociedad criolla, como una “raza” en decadencia, degradada por el alcohol, en definitiva, seres que estaban muy lejos de ser los héroes relatados por Alonso de Ercilla. Se multiplicaban los artículos en la prensa que se referían en estos peyorativos términos a los pobladores de la Arau- canía. El país del centro comienza a formarse una imagen distorsionada de los indígenas del Sur, y circula la idea de que los mapuches, además de estar acabados, eran cada vez menos. Comenzó a afirmarse que quedaban muy pocos indígenas en el Sur y que las tierras estaban desocupadas. El país del centro se imaginó algo que no era tal, pero que le servía para justificar la ocupación de la Araucanía y someter a los indígenas al régi- men reduccional. Hay un primer momento de la ocupación de la Araucanía, denomi- nado “colonización espontánea”, que consistió en la penetración y ocupa- ción de tierras en territorio mapuche por parte de chilenos, particulares, desde la primera mitad del siglo XIX. Para el caso pehuenche este proceso comenzará antes, ya que la “infiltración chilena” se inicia en 1840 con el ingreso de hacendados, que arriendan pastizales e internan ganado. Esta primera etapa de apropiación efectiva será la base para un posterior y rápido proceso de incautación de tierras mediante compras de carácter fraudulento. En el caso huilliche, esto es al Sur del río Toltén, inmediata- mente producida la Independencia se intensifica el proceso de compras de tierras indígenas con el posterior establecimiento de haciendas, situación que ya venía ocurriendo desde la época colonial. Durante la Colonia, sin embargo, existía un estricto control sobre estas compras; el gobernador de Valdivia le encargaba a “los capitanes de amigos”, al “Comisario de nacio- nes”, una serie de trámites destinados a verificar los límites y condiciones de las compras. Sin embargo, a partir de 1820 las normas dejan de respe- tarse y se ignoran. En vista de esta situación, el Intendente José de Cava- reda decide reponer el cargo de Comisarios de Naciones, siguiendo el 24 LA MEMORIA OLVIDADA modelo que imperaba durante la Colonia. Estos funcionarios van a entre- gar entre 1824 y 1848 los denominados Títulos de Comisario a los caci- ques de la zona, por lo que las familias huilliches no tan solo tendrán la posesión material de algunos de sus predios, sino también el reconoci- miento legal del dominio. Un segundo momento de ocupación de las tierras mapuches tiene relación con políticas explícitas del Estado. En 1866 se dictan las primeras leyes de ocupación que, entre otras materias, establecen al territorio ma- puche como zona de colonización, declarando sus tierras como fiscales. Con ello se buscaba evitar que estas fueran apropiadas por aventureros y especuladores que no dejaran espacio para la colonización extranjera, objetivo primordial de las autoridades. Los mapuches resisten esta invasión chilena hasta 1881, año en que entran las tropas del ejército chileno. Allí se fundan fuertes, entre ellos Temuco, y se avanza hacia Villarrica. Las ruinas de la antigua ciudad espa- ñola, arrasada casi trescientos años antes, se habían transformado en un símbolo, tanto para los mapuches como para los chilenos. El descubri- miento de las mismas en medio de un espeso bosque y la nueva fundación de la ciudad que existe actualmente marcaron el final de la campaña. En el caso de la cordillera, donde habitaban los pehuenches, la gue- rra osciló entre el ejército chileno y también el argentino. En 1880, como consecuencia de la primera fase de la “campaña del desierto” –como se denominó a la acción del ejército argentino respecto a los indígenas del Sur de esa nación– 14.000 indígenas son reducidos, hechos prisioneros o muertos. Muchos se van a refugiar en la cordillera. Después de ocupada la Araucanía, el ejército chileno se dirige al Alto Biobío y construye varios fuertes, con el doble objetivo de, por una parte, consolidar la ocupación del territorio para que los pehuenches no se unieran a la resistencia ma- puche en el valle y, de otra, contener la avanzada de tropas argentinas que venía en busca de indígenas fugados. Junto con las tropas llegan a la Araucanía los agrimensores, dirigidos entre otros por el conocido ingeniero Don Teodoro Schmidt. A medida que se va estudiando la real situación de la ocupación de las tierras, se dieron cuenta las autoridades de que no estaban vacías como se pensaba en Santiago. Todo el territorio estaba subdividido entre los caciques y po- blado por familias mapuches. La idea de un Sur deshabitado, tejida en el centro del país, era falsa. Los mapuches ocupaban densamente la Arauca- nía y había una suerte de propiedad establecida, con deslindes bastante claros. Es en este contexto, entonces, donde surge la idea de reducir las tierras indígenas para entregar las sobrantes a remate. A la par, muchas personas, particulares del centro de Chile, vieron una posibilidad cierta de hacerse de tierras en el Sur del país de una ma- nera relativamente fácil. Las leyes de radicación pretendían entregar las 25 INTRODUCCIÓN tierras declaradas fiscales a colonos extranjeros y nacionales, diseñándose un plan para ello. Sin embargo, nada pudo impedir la entrada de inescru- pulosos particulares quienes, recurriendo a las más variadas argucias, no dudaron en expulsar y arrebatarles sus tierras a numerosos indígenas. LA RADICACIÓN Y REDUCCIÓN DEL PUEBLO MAPUCHE El proceso de radicación, reducción y entrega de Títulos de Merced, entre los años 1884 y 1929, estuvo acompañado de abusos contra los mapuches y tuvo consecuencias que transformaron de manera profunda a esta so- ciedad. La reducción significó que los mapuches perdieran la mayor parte de sus tierras, quedando reducidos a cerca de 500 mil hectáreas que
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