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INTRODUCCIÓN
 
La obesidad es un atributo físico cuya interpretación, como señalan Wanderley y Ferreira (2010), difiere en diferentes contextos históricos y socioculturales. Si en el pasado el cuerpo graso se asociaba a la idea de salud, actualmente, ante las nuevas concepciones sobre el cuerpo delgado, es sinónimo de fracaso y exclusión social. Las personas obesas, por no estar incluidas en los estándares de belleza contemporáneos que adoran cuerpos excesivamente delgados o musculosos, no obtienen el reconocimiento y la aprobación de la sociedad, y son estigmatizadas (PUHL; HEUER, 2009). Las personas obesas también pueden ser estigmatizadas como el fracaso, lo que se refiere a la personalidad o comportamiento del individuo, ya que, en la actualidad, las personas obesas son consideradas responsables de su propia condición (LEVAY, 2013).
La diversidad en el trabajo ha llamado la atención de investigadores que siguen diferentes caminos para combatir las diferencias, la (in) tolerancia, los prejuicios y otras cuestiones como, por ejemplo, las barreras a las que se enfrentan las personas adscritas a determinados colectivos en la selección y promoción de puestos de trabajo. En este artículo centraremos nuestra discusión en la obesidad, característica que ha sido blanco de prejuicios y actitudes discriminatorias (BRAY, 2009). No faltan casos en los que las personas obesas son ignoradas e ignoradas en los procesos sociales o experimentan situaciones de agresión, discriminación y rechazo (F OLH A DE S. PAULO, 1997; FERNANDES, 2001; VIEIRA; COHEN, 2014).
La afirmación de que el "exceso de grasa" será una enfermedad, especialmente en Occidente, se ha fechado recientemente. Desde finales del siglo XVIII, la patologización de la obesidad se ha justificado no por evidencias científicas, sino por principios estéticos, políticos, religiosos y socioculturales de momentos históricos previos (SANTOLIN; RIGO, 2015). Sin embargo, desde la última década del siglo XX, la devaluación estética de la grasa corporal, construida histórica y culturalmente, se ha intensificado generando prejuicios conocidos como gordophobia.
Actualmente, la obesidad es considerada una enfermedad endémica (COPPINI, 2015) que amenaza el bienestar de la sociedad en general y, en particular, el ambiente laboral. Sin embargo, la obesidad sigue teniendo peso social porque los modelos físicos elegidos por la dinámica social , al invertir en el cuerpo sutil como sinónimo de salud y belleza , acusan a las personas de manipular su cuerpo al desencadenar reflejos específicos en términos de oportunidad y belleza. Hay muchas restricciones que enfrentan las personas que no cumplen con estos estándares.
La estigmatización de la obesidad se intensifica en el contexto moderno, ya que es aquí donde se produce la transformación masiva de la estética y, sobre todo, de lo que se debe aspirar, que da fama, éxito y fuerza a quienes pertenecen a ella. en modelos sociales. belleza establecida (BUCARETCHI, 2003). En este sentido, Felerico (2009, p. 2) enfatiza que “tener un cuerpo ideal”, “bien diseñado”, “en buena forma” personifica a la persona y simboliza la victoria sobre la naturaleza, el dominio sobre su cuerpo, el control sobre su cuerpo. propio destino ". Por otro lado," la gordura, el letargo, el sedentarismo simbolizan la indisciplina, el abandono ", haciendo que las personas se sientan" culpables por el "fracaso" de sus propios cuerpos. Así, un cuerpo delgado se ha convertido en un bien cultural, sinónimo de salud y belleza, y en el mismo espíritu, la obesidad ha pasado a ser considerada una enfermedad endémica que amenaza el bienestar de la sociedad en su conjunto, con consecuencias también para el ambiente de trabajo.
En las organizaciones, el sesgo de la obesidad se manifiesta tanto en el reclutamiento como en la remuneración, como muestra una encuesta del Grupo Catho en 2005, en la que el 65% de los ejecutivos brasileños dijeron que prefieren contratar personas sin exceso de peso. (PATARI, 2015). En los niveles jerárquicos superiores, como presidente, ejecutivo, liderazgo y supervisor, este tipo de discriminación es aún más evidente. En cuanto al impacto negativo en la remuneración de estos profesionales, cada punto adicional en el Índice de Masa Corporal (IMC) reduce el salario mensual de un gerente obeso en R $ 92 en comparación con una persona delgada (PATARI, 2015).
La dislipidemia, también llamada hiper lipoproteína, es un factor de riesgo que contribuye al desarrollo de enfermedades cardiovasculares, contribuyendo al aumento de la morbilidad y mortalidad en la población infantil-juvenil, adulta y anciana, provocando más de 4 millones de muertes prematuras ( Solórzano , 2018). ). Según informes internacionales de salud y estadísticas de 2018, el porcentaje de la población mundial es 32% de casos en hombres y 27% en mujeres, siendo mayor en la población masculina mayor de 45 años, mientras que la población femenina ocupa el segundo lugar (Villa, 2014).
Informes del foro latinoamericano muestran cifras sobre la prevalencia de dislipidemia que indican que es menor y no menos preocupante, pero la Organización Mundial de la Salud (OMS) afirma que para el año 2030 aumentará la mortalidad por enfermedades cardiovasculares. En Ecuador, estas enfermedades son la segunda causa de muerte y sus factores asociados son: perfil lipídico elevado como triglicéridos, colesterol, obesidad y diabetes, convirtiéndose en un problema de salud en el país ( Chiriboga , 2016), siendo principalmente un indicador de muerte. en la población vulnerable, como adultos mayores, afectando a hombres de 45 a 54 años y mujeres de 55 a 64 años ( Peña et al, 2017).
El ayuno intermitente es actualmente un protocolo nutricional por periodos o ciclos de ayuno regular y alimentación por un tiempo determinado, se posiciona como una tendencia de salud favorable, ayudando al organismo a adelgazar, desintoxicar y mejorar los niveles séricos de colesterol total, triglicéridos y niveles altos de colesterol. colesterol unido a lipoproteínas de densidad (HDL). En lugar de una dieta, es un patrón de comidas que alternan períodos de ayuno o abstinencia voluntaria ingiriendo calorías durante un período de 12 a 16 horas al día, además de incluso como terapia no farmacológica.
A lo largo de los años, la mayor parte de la humanidad ha tenido cambios en los ritmos circadianos, anteriormente en ausencia de una cultura agrícola, las frutas y verduras eran diferentes y el organismo sufría adaptaciones con los alimentos que estaban en alcance, esta adaptación provocó que las células se volvieran a replicar y codificar miles de estímulos, los cambios metabólicos que realizan las células en todo el cuerpo son para mejorar el uso y consumo de las grasas almacenadas, aumentando la oxidación de los lípidos, con el fin de optimizar la viabilidad del ayuno intermitente y así, presentar mejores resultados acorde con el tipo del ayuno ( Oetinger y Trujillo, 2015).
El análisis de la presente investigación se justifica por ser de gran importancia. Conocer y analizar cómo el ayuno intermitente puede tener un beneficio en personas con trastornos lipídicos, cómo se asocian, qué es el ayuno intermitente, cómo aplicarlo y qué efectos secundarios se producen en el organismo. Nuevas actualizaciones en temas de salud han movido a sectores de la sociedad investigadora a interesarse más por el campo terapéutico nutricional, ya que sería una alternativa, cuyo beneficio está relacionado con la disminución de los niveles plasmáticos de lípidos séricos, entre otras enfermedades metabólicas, como la diabetes. e hipertensión (Patterson et al, 2015).
Dentro de esta investigación, se encontraron estudios que muestran el efecto del ayuno para contribuir, prevenir y mejorar la salud, especialmente cuando se incluye el ejercicio junto con una dieta balanceada. El organismo sufre cambios metabólicos en el momento de la restricción alimentaria en un período de 14 a 16 horas de ayuno, mejorando diversas condiciones de salud, como obesidad,enfermedades cardiovasculares, perfil lipídico, diabetes mellitus.
Uno de los estudios sobre los efectos del ayuno sobre la composición corporal y marcadores clínicos de salud en humanos realizado por Tinsley y La Bounty (2015) determinó que los protocolos de ayuno tenían dos órdenes en cuanto a su aplicación y ejecución en poblaciones jóvenes y otras con obesidad, en un grupo de días alternos y otro grupo de días completos con restricción alimentaria, resultando en la mejora de varios indicadores de salud, como presión arterial, glucosa y lípidos en sangre con reducción de colesterol y triglicéridos, colesterol alto y alto lipoproteínas de baja densidad (HDL y LDL) junto con la pérdida de peso.
En un artículo publicado por De Cabo y Mattson (2019), quienes llevan 25 años de investigación sobre el efecto de la dieta en la salud, señalan que el ayuno intermitente se convierte en otro hábito saludable en la vida de la humanidad, explicando la base científica del ayuno y su Aplicación en el perfil clínico. Según los hallazgos y criterios ya analizados de diversas fuentes teóricas y periódicas, la investigación indica que hay una mejora si se combina el ayuno intermitente con ejercicio y dieta.
Según estudios realizados por Campo AA (2016) defienden los beneficios del ayuno intermitente, generando ayuda al disminuir el nivel plasmático de insulina. Para Campo, un ayuno de 12 a 19 horas entre 12 a 16 semanas es genial y ayuda a incrementar el metabolismo de los lípidos, contribuyendo a la reducción de los triglicéridos y del colesterol de las lipoproteínas de baja densidad (LDL), ya que activa el uso de grasas como energía.
En relación a los artículos científicos seleccionados en este trabajo, el objetivo es analizar el sustento científico para la aplicación del ayuno intermitente y las consiguientes alteraciones metabólicas y su asociación con la fisiopatología de las dislipidemias.
 
2. MARCO O FUNDAMENTO TEÓRICO
 
2 .1 - OBESIDAD
 
2.1.1 - ¿ PREJUICIO Y / O FATTIFOBIA?
 
El prejuicio es “una actitud aversiva u hostil contra una persona que pertenece a un grupo, simplemente porque pertenece a ese grupo” ( Allport 1954 - p.7).
Sus efectos se dejan sentir no solo en el honor del trabajador, sino que también se dispersa en la integridad física y psíquica, afectando a la familia y al individuo, influyendo mucho en la vida en todos los aspectos.
Un entendimiento que debe considerarse es el planteado por Brown (1995), quien formula su definición de prejuicio como un conjunto de “actitudes sociales de inferioridad o creencias despectivas, expresión de afectos negativos o expresión de conductas hostiles o discriminatorias contra miembros de un grupo y por su pertenencia a ese grupo ”(p.8).
En ocasiones, la vestimenta obligatoria puede conducir a situaciones tan prejuiciosas, influyendo en las relaciones laborales, provocando sufrimiento y enfermedad psicológica, generando así un acoso moral.
La vergüenza que genera el acoso laboral daña la vida de los trabajadores y daña su dignidad, sus relaciones sociales y afectivas, su identidad, dañando su salud, lo que puede influir en la incapacidad para realizar el trabajo, el desempleo o la muerte, como último efecto (CAMPOS et al., 2012).                                   
Víctima de acoso psicológico proveniente de cualquier persona que tenga su integridad vulnerada, mermada, en el aspecto físico y psicológico, esta práctica ilícita casi siempre ocasiona daños materiales e inmateriales a las víctimas, y acaba trayendo consecuencias desastrosas. Entre las consecuencias, llevar a la persona acosada casi siempre a buscar ayuda médica.
Es a partir de este marco que se establece como inicio una definición de prejuicio y considerando la existencia de varios grupos sociales que se encuentran socialmente desacreditados, se puede mencionar la Gordofobia.
“Glophobia“ se utiliza para denominar prejuicio, estigmatización y aversión englobados a través de una opresión estructural en la sociedad que afecta a las personas gordas ”. Según Rangel (2018, p. 19).
La devaluación y la estigmatización ejemplos de la cual dejan de ocurrir con variaron (pre) juicios asumen que la persona grasa debe caracterizarse como uno que es deprimid la , descontrolad la , fracassad la y Cavalier la , demostrando como el sesgo como naturalizada esa persona grasa asume para sí mismo una imagen de sí mismo inepto y enfermo. Bajo otra situación que muestra lo gordofóbic que es la discapacidad física de la grasa corporal, que manera de presentar siempre a los asociados como un cuerpo sedentario, perezoso oye mpossibilitado para practicar actividades físicas.
Es decir, la fobia a la grasa está impregnada en nuestra concepción del cuerpo, proyectando limitaciones, culpa y exclusión de las personas gordas (condenadas al exilio). Esta exclusión tiene incluso su raíz en la percepción de las personas gordas de que su propio cuerpo no merece ser vivido, buscando siempre la forma de escapar de él en la continua posibilidad (u obligación) de adelgazar, al fin y al cabo, ser gordo es un proceso reversible. problema ( BRUSCHI , 2016).
Puhl y Heuer (2009) señalan en su investigación que la obesidad se estigmatiza como pereza, incompetencia, falta de capacidad y otros atributos negativos. La incapacidad del cuerpo obeso es un estigma evidenciado en los procesos de selección, que hizo que algunos entrevistados dejaran de trabajar, como se muestra en las declaraciones de P.297, P.50, P.61 y P.211
[...] Me dijo en la cara que no me podía contratar porque yo era obesa, estaba muy avergonzada y no tenía el valor de decir nada y salí llorando y no le dije a nadie, En ese momento, en el 95, ni siquiera hablé mucho de prejuicios ... Fue muy malo ... Tanto que nunca volví a buscar trabajo en las tiendas. (P.297)
Me han dicho que no puedo asumir el cargo de director de la empresa porque no sé vestir bien porque soy obesa. (P.50) Un colega recibió un ultimátum. Era representante de una multinacional o estaba adelgazando o lo iban a despedir. (Pág.61)
Se advierte , por las respuestas , que el prejuicio es claro, estigmatizando el cuerpo, impactando la vida diaria del profesional. P ortanto , además de las destrezas y habilidades , está claro que el cuerpo es parte de la evaluación profesional.
2.2 - EL CUERPO
 
La espectacularidad del discurso mediático y la prosperidad de una “sociedad de consumo” (BAUMAN, 2008) hacen del cuidado del cuerpo uno de los valores predominantes en la sociedad moderna. El cuerpo humano se construye socialmente (SYNNOTT, 1992) y adquiere diferentes significados a lo largo del tiempo, como resultado de procesos históricos que reflejan no solo las condiciones sociales y culturales de la época, sino también factores políticos, económicos, científicos y religiosos. Daolio (1995, p. 105) entiende que “todas las reglas, normas y valores de una determinada sociedad están inscritos en el cuerpo, ya que éste es el principal medio de contacto entre una persona y su entorno”; es decir, a través del cuerpo, las personas se manifiestan en el mundo (WANDERLEY; FERREIRA, 2010). Los modelos estéticos modernos están asociados con significados corporales incrustados en las raíces históricas de la civilización occidental; Por tanto, conviene destacar algunas etapas de la historia humana para conocer qué sentimientos se crean para el cuerpo en el presente.
En la antigua Grecia, el cuerpo era considerado un elemento de glorificación e interés del Estado (SIEBERT, 1995), siendo posteriormente valorado por su capacidad atlética, salud y fertilidad. Aun así, la presencia corporal no solo era un atributo necesario para la supervivencia del hombre primitivo, sino que también consideraba su identidad personal y social, construyendo y regulando las relaciones sociales de un individuo que tenía dominio y poder si poseía determinadas capacidades corporales. calidad (GONÇALVES, 1994). El griego, cuyo cuerpo era simétrico, fuerte, rápido y estéticamente bello, se convirtió en el elemento supremo de esta sociedad y desempeñóimportantes funciones sociales.
Esta relación entre el hombre y su corporeidad cambió en la Edad Media, cuando el dogmatismo religioso suprimió y condenó cualquier manifestación corporal que fuera más allá de los principios eclesiásticos, como, por ejemplo, el culto al cuerpo, considerado vicioso y pecaminoso. ... En las sociedades tradicionales, características físicas como la altura, el color de la piel y el peso corporal determinaban el sistema de castas (PELEGRINI, 2006).
En el Renacimiento, movimiento antropocéntrico impulsado por la mente científica, el cuerpo fue redescubierto como objeto de investigación y experiencia, y como tal debe ser manipulado y dominado (GONÇALVES, 1994). El cuerpo físico, anatómico y biomecánico ha sido explorado, analizado y descrito (GAYA, 2005), principalmente en el art. Pelegrini (2006, p. 3) enfatiza la línea de pensamiento de los ideales renacentistas: “Toda actividad física estaba prescrita por un sistema de reglas estrictas dirigidas a la salud del cuerpo. Lograr un cuerpo sano rodeado del predominio de la personalidad: la práctica física amansa la voluntad, contribuyendo a la sumisión del practicante al Estado. En este escenario, que favoreció el desarrollo de la racionalidad y el progreso de la ciencia, el capitalismo se expandió y fortaleció, así como el creciente control del hombre sobre su propio cuerpo (GONÇALVES, 1994). En este nuevo orden social, el cuerpo fue pasando paulatinamente al servicio de la mente (BARBOSA; MATOS; COSTA, 2011).
En el siglo XVII, con el inicio de la revolución industrial, se modificaron los significados corporales instituidos por el Renacimiento. En la lógica de la producción capitalista, el cuerpo del trabajador occidental, susceptible de cambio de forma y sujeto a explotación, era percibido como una "máquina" cuyos movimientos debían ser disciplinados; también se consideró solo en términos de acumulación de capital. Con la difusión de la forma de producción industrial en el siglo XIX, los movimientos corporales y los gestos comenzaron a estandarizarse e instrumentalizarse (PELEGRINI, 2006). En este sentido, Vaz (2006, p. 42) señala que “durante el capitalismo productivo, que prevaleció al menos hasta principios de la década de 1960 en la mayoría de los países capitalistas, el cuerpo ingresó al mercado como trabajo”. Eso es porque se pensó que era una fuerza que necesitaba ser domesticada y preservada, ya que su capacidad para producir productos era lo más importante. Sin embargo, según Waz (2006, p. 42), “actualmente vivimos en un capitalismo de sobreproducción, donde el problema es consumir lo que se produce en exceso de lo que se necesita ” . Desde entonces, el cuerpo ha aparecido en el mercado como la capacidad de consumir y ser consumido.
Este nuevo concepto de cuerpo, mediado por los intereses de la industria de consumo, se basó en el cuerpo del fabricante, que debe ser saludable para ser productivo y debe ajustarse a estándares estéticos para consumir mejor (BARBOSA; MATOS; COSTA, 2011). De hecho, la representación de la belleza estética en el capitalismo tardío (siglo XX) está asociada a ciertos ideales de salud, delgadez y relaciones que garantizan o no la integridad de una persona en términos de aceptación y estatus social. Además, los medios de comunicación fomentan la búsqueda del cuerpo perfecto, revelando estándares de belleza, que a su vez conducen a la insatisfacción con la imagen corporal (DAMASCENO et al., 2006).
En la sociedad moderna, el cuerpo se convierte en objeto de consumo, y el realce de la apariencia según el modelado de cuerpos con la ayuda de normas, representaciones culturales y simbólicas lleva a las personas a un conjunto de prácticas para la realización de un cuerpo ideal (WANDERLEY; FERREIRA, 2010). Es en este sentido que Heilborn (2002) sostiene que el cuerpo es una dimensión cultural y no puede reducirse a una entidad natural; Como argumentan Lorber y Martin (2013), esta visión del cuerpo se ha convertido en un juicio moral. Esto se debe a que, cuando el cuerpo va en contra de los estándares establecidos, se considera que la persona tiene bajo autocontrol y baja autoestima. Así, las características y atributos del cuerpo, valorados en una sociedad determinada, determinan el modelo de apariencia deseado, otorgándole valor corporal o capital social a juicio de Bourdieu (2007), ya que el cuerpo confiere un estatus a la persona. .
Baudrillard (2005) señala que la “sociedad de consumo” obliga a las personas a enfrentar la dictadura de la belleza, la delgadez y la salud por elección personal, haciendo del cuerpo una prisión o un enemigo que debe ser constantemente domesticado. Otra característica de la época fue la intolerancia a las grasas, cuando la obesidad era la forma más común de aislamiento social, agobiada por estereotipos despectivos (NOVAES, 2006). Por lo tanto, los estándares de belleza asociados con el cuerpo sutil se convierten en un deber moral, cuya violación se considera una deficiencia individual.
 
2.3 - ESTIGMA DE OBESIDAD
 
La obesidad es un atributo físico cuya interpretación, como señalan Wanderli y Ferreira (2010), difiere en diferentes contextos históricos y socioculturales. Si en el pasado el cuerpo graso se asociaba con la idea de salud, hoy, contrariamente a las nuevas ideas sobre el cuerpo sutil, se ha convertido en sinónimo de fracaso y aislamiento social. Las personas con sobrepeso, por no cumplir con los estándares modernos de belleza, aman los cuerpos excesivamente delgados o musculosos, no reciben reconocimiento y aprobación de la comunidad, y son estigmatizadas (PUHL; HEUER, 2009).
Ante el estigma que enfrentan y el consecuente aislamiento que experimentan, es necesario discutir el proceso de estigmatización construido socialmente, vinculándolo al tema de la obesidad. El término "estigma" se originó en la civilización griega y se refería a las marcas dejadas por incendios o cortes en los cuerpos de personas consideradas inadecuadas para el pleno reconocimiento social. Podemos decir que quienes tenían estas marcas en el cuerpo fueron rechazados por la sociedad, por ser considerados moralmente defectuosos y personificados como vergüenza y deshonra. La palabra se replanteó en la era del cristianismo y, más recientemente, ya en la década de 1960, el sociólogo Erwin Goffman llamó la atención sobre este tema.
Goffman (1975, p. 6) define el estigma como una característica o atributo de una persona que “la distingue de otras que caen en la categoría en la que puede estar incluida, incluso si pertenece a una especie menos deseable. un caso extremo, una persona muy mala, peligrosa o débil. ”El autor enfatiza que tal característica es un estigma cuando, en general, tiene el efecto de desacreditar” y representa una discrepancia específica entre la identidad social virtual y la identidad social real. Más Específicamente, Goffman (1975, p. 12) explica el concepto de estigma en términos de un proceso socialmente construido, en el cual “la sociedad establece un medio de categorizar a las personas y un conjunto de atributos considerados comunes y naturales a las personas, miembros de cada uno de ellos. estas categorías ”. Esto se debe a que, como señala el autor, solo se considera atributos indeseables a quienes no están de acuerdo con los estereotipos creados para cierto tipo de personas.
Según Goffman (1975, p. 5), los prejuicios de las personas normales hacia aquellos a quienes estigmatizan "se convierten en expectativas normativas, requisitos presentados de manera estricta"; sin embargo, en la vida cotidiana, estos prejuicios se ignoran hasta que surge la evidencia de que el extraño tiene una característica que lo hace "mimado y humillado".
Según Goffman (1975), el concepto de estigma se aplica a todos los casos en los que un atributo observable devalúa a un sujeto en su contexto social, ya que otros miembros de la sociedad lo identifican como menos deseable, diferente, malo, peligroso, inferior o débil. . Con base en esta definición, Goffman (1975, p. 6) concluyesobre el individuo:
Así, ya no lo consideramos una criatura común y total, reduciéndolo a una persona mimada y disminuida. Esta característica es un estigma, especialmente cuando su efecto desprestigio es muy grande, a veces también se considera un defecto, una debilidad, una desventaja [...].
Así, el estigma es un rasgo profundamente degradante que, al no cumplir con los estándares impuestos por la sociedad, devalúa, rechaza y desprecia a la persona automáticamente identificada por la marca. Según Goffman (1975, p. 7), el estigmatizado “puede llamar la atención y alienar a los que conoce, destruyendo la posibilidad de atención a sus otros atributos”.
Melo (2000, p. 3) enfatiza que el estigma es una marca que la sociedad atribuye a los estigmatizados, limitando y limitando su capacidad de actuar, y “cuanto más visible es la marca, menos posibilidades tiene el sujeto de intentar quebrarse o esconderse. su relación, porque, como ya han sido definidos, difícilmente será posible cambiar por completo la imagen previamente formada por el patrón social ”.
Los estigmatizados por no poner en perspectiva estas diferencias aceptan el rechazo impuesto por la sociedad y, descuidando sus cualidades y atributos personales, refuerzan la representación social de "incapaces" y "perjudiciales" para las relaciones sociales. En este sentido, para los sujetos denominados estigmatizados, como sostiene Melo (2000, p. 2), “la sociedad limita sus capacidades, esfuerzos y movimientos, no los valora, les impone la pérdida de su identidad social como seres individualizados y define una imagen deteriorada en el marco del respectivo modelo de sociedad ” .
En la sociedad moderna, el grupo de obesos está socialmente marginado porque, al no ajustarse a los atributos estéticos establecidos, está excluido de la vida social (FISCHLER, 1995) y, independientemente de su estatus o logro personal, siempre carecerá de una mirada de "normalidad" Esto significa que para ellos una persona con estigma no se considera normal. En esta sección, Goffman (1975) analiza las características de los desacreditados y desacreditados. El primero se refiere a la condición de una persona cuyas características distintivas ya son conocidas o evidentes en el tratamiento social; el segundo se refiere a una condición en la que las características de la persona estigmatizada no se conocen ni perciben de inmediato. En un intento por ocultar su estigma, los desacreditados buscan manipular y reducir tensiones, mientras que los desacreditados buscan manipular la información para ocultar su marca, lo que representa un alto costo psicológico para ambos.
Goffman (1975, p. 7) también señala que el estigma puede surgir de tres factores: (1) abominaciones del cuerpo, como diversas deformidades físicas; (2) defectos individuales como voluntad débil, pasiones tiránicas o antinaturales, deshonestidad, creencias falsas y severas; así como (3) características tribales de raza, nación y religión. En el caso de la obesidad, por sus características biológicas y socioculturales, las condiciones estigmatizantes más importantes descritas por Goffman (1975) son la primera (manifestaciones corporales) y la segunda (culpa individual). El cuerpo obeso es estigmatizado como una abominación por el exceso de grasa, ya que su imagen se considera una deformidad física y está sujeta a mala fama. La obesidad también se puede caracterizar como un fracaso, que se refiere a la personalidad o el comportamiento de una persona, ya que la obesidad ha pasado a ser considerada responsable de su propia condición (LEVAY, 2013).
Al estudiar la obesidad como estigma, Rothblum (1992), Poole y Brownell (2001) y Poole y Hoyer (2009) identificaron que las personas obesas son estigmatizadas en diversos entornos laborales, como la educación, la salud, la familia y las relaciones amorosas. Según los autores, estas personas son consideradas indisciplinadas, perezosas, menos competentes, emocionalmente inestables, y estos estereotipos pueden afectar la contratación, promoción y despido de quienes tienen sobrepeso.
 
2.3 – ALIMENTOS
La alimentación en la mayoría de las especies se define por el momento en que realizan actividades y descansan durante los períodos de sueño. Estas mismas formas de vida han evolucionado bajo la fuerte influencia de un ciclo diario, una parte de este ciclo es la energía que recibe el sol (fotosíntesis) responsable de la producción diaria de biomasa fotosintética. A su vez, el otro ciclo permite que el cuerpo entre en la fase metabólica del ayuno, por ejemplo; todas las personas que duermen se encuentran en un período de ayuno que es de 6 a 10 horas, dependiendo de las horas de sueño y de la hora en que cenan hasta romper el ayuno. Por eso se llama desayuno. El ayuno también sirve como un tiempo de espera y reparación para que el cuerpo esté en forma y sea competente para recolectar energía cuando hay luz o alimentos disponibles (Longo et al, 2016).
Durante la fisiología del ayuno se activa el proceso bioquímico, de ahí que la energía almacenada ayude a reparar o rejuvenecer. Lo que buscas con este ayuno es extender esas horas de espera para comer, ya sea retrasando el desayuno o la cena temprano para cosechar los beneficios del ayuno (Ídem). El ayuno intermitente es ampliamente conocido como una variedad de programas que modifican los horarios de las comidas, utilizando ayunos a corto plazo para ayudar al metabolismo del cuerpo y, en consecuencia, para la salud de quienes usan este programa. En el artículo de Tinsley y La Bounty (2015), examinan varios estudios realizados sobre procesos de ayuno intermitente y así determinan si son efectivos para mejorar los marcadores clínicos asociados con enfermedades de descomposición corporal. En este estudio, los programas de ayuno intermitente se agruparon en ayuno de días alternos, ayuno de día completo y alimentación con restricción de tiempo. Los ensayos de ayuno en días alternos de 3 a 12 semanas parecen ser efectivos para reducir el peso corporal (3% -7%), la grasa corporal (3-5,5 kg), el colesterol total (10% -21%) y los triglicéridos (14 % -42%) en humanos de peso normal (ídem).
Las pruebas de ayuno de día completo que duran de 12 a 24 semanas también reducen el peso corporal (3% -9%) y la grasa corporal, y mejoran favorablemente los lípidos en sangre (reducción del 5% -20% en el colesterol total y reducción de ≈17% -50% en triglicéridos). La investigación sobre la alimentación con limitaciones de tiempo es limitada y actualmente no se pueden sacar conclusiones claras. Es fundamental que los análisis futuros asuman los efectos a largo plazo del ayuno intermitente y sus posibles efectos si se agrega ejercicio ( Tinsley y Bounty , 2015).
La regla del ayuno obedece al control total de los alimentos o bebidas que inducen energía al cuerpo, de nuestro pasado se observa que durante el mes lunar se encuentran diferentes credos como el islam y el judaísmo, también conocido como ayuno de Ramadán y alrededor de 2 mil millones de musulmanes son concentrado en cada globo. Los adultos sanos deben ayunar desde el amanecer hasta el atardecer, al anochecer y evitar comer, beber, fumar, tener relaciones sexuales y muchos otros.
Las personas con enfermedad coronaria o de alto riesgo pueden anunciarse a médicos con experiencia en jurisprudencia islámica y después de estudiar cada caso pueden abstenerse de ayunar. Sin embargo, durante varios estudios realizados por Tootee y Larijani (2020) demostraron que una intervención clínica terapéutica aporta varios beneficios derivados del ayuno. Si se agrega una restricción a este entorno clínico, las calorías pueden mejorar algunos factores de riesgo cardiometabólico . Tales como cambios en la presión arterial, contracciones del corazón en reposo, niveles de colesterol de lipoproteínas de alta y baja densidad (HDL - LDL), triglicéridos y estrés pueden disminuir significativamente (Idem).
Los resultados de Fernández, Vilca et al. (2018) en ayuno intermitente provocó un aumento de la sensación de hambre en personassanas, y a partir de los 14 años los días disminuyeron la satisfacción de continuar con el ayuno, dificultando continuar la dieta en procesos prolongados. La continuidad del ayuno durante 2 días consecutivos y la restricción alimentaria semanal fue del 63% en el primer mes y se redujo al 44% y en los días siguientes, sin embargo, parece que los resultados mejoran si se acompaña de una dieta baja en grasas. Aunque presenta síntomas adversos como retención de agua y mareos. Cabe destacar que en el mismo estudio con ratas en ayunas observado, que mostró un aumento del 53% en la voracidad, también mostraron que, al agregar productos altamente energéticos a la dieta, la respuesta de ratas y personas fue la ausencia de saciedad ( Ídem).
Estudios de Trepanowski , Kroeger et al. (2017) del artículo efecto del ayuno en días alternos sobre la pérdida de peso y la cardioprotección entre adultos obesos metabólicamente sanos, cuyo objetivo es comparar los efectos del ayuno en días alternos versus la restricción calórica diaria, una muestra de 100 participantes aleatoriamente (14 hombres y 86 mujeres, edad media 44 años), los resultados se obtuvieron en dos grupos, primero, los pacientes correspondientes al grupo de días alternos de ayuno alimentaron más de lo prescrito y los niveles de colesterol y lipoproteínas de alta densidad (HDL) en el mes 6 aumentaron y luego disminuyeron de forma controlada y al mes 12, los niveles de lípidos de baja densidad (LDL) aumentaron (quince).
Por otro lado, los grupos correspondientes a restricción calórica diaria cumplieron con el protocolo establecido, aunque en el sexto y duodécimo mes los niveles de presión arterial, frecuencia cardíaca, triglicéridos no tuvieron efectos significativos, en el mes 6, los niveles de colesterol y lipoproteínas de alta densidad (HDL) aumentada (quince).
Los autores Sundfor , Svendsen et al. (2020) en su investigación de 2018 comparó el ayuno intermitente con la pérdida de peso en un total de 112 personas con 50% de hombres y 50% de mujeres de 21 a 70 años con obesidad abdominal, esta comparación se realizó durante un año, en los primeros 6 meses a lo largo con 10 visitas con nutricionistas frente a los siguientes 6 meses sin más consejería, se consideró que el grupo de ayuno intermitente consumía 400/600 kcal (femenino / masculino) en dos días no consecutivos, para ambos grupos hubo elementos favorables, como mejora de la circunferencia de la cadera, la presión arterial, los triglicéridos y el colesterol HDL. Se debe considerar que las personas en el grupo de ayuno intermitente informaron un aumento del apetito en comparación con el grupo de ayuno intermitente con restricción continua (Ídem).
Los autores Harris, Hamilton et al. (2018) en su revisión examinaron cuán efectiva es la restricción de energía en ayunas como tratamiento para el sobrepeso y la obesidad en comparación con un tratamiento normal o ningún tratamiento, probado en adultos con sobrepeso mayores de 18 años donde implementaron la prohibición de consumir ≤800 kcal en al menos un día, pero no más de seis días a la semana. Estas pruebas se comparan sin ningún tratamiento dietético ni atención personalizada, además tuvieron una duración de 12 semanas.
Los principales resultados que se evidenciaron en los ensayos aleatorizados y pseudoaleatorios son los cambios en la composición corporal, la circunferencia de la cintura, los perfiles de lipoproteínas y la presión arterial. Los elementos de agotamiento de energía cambiaron entre las pruebas de ayuno en días alternos de ayuno de dos días y hasta cuatro días a la semana. El metanálisis determinó que la disminución intermitente de energía es un grado más alto de efectividad que cualquier otro proceso de pérdida de peso. Aunque las dos intervenciones, el ayuno intermitente alcanzó una variación de peso de aproximadamente 7 kg (Ídem).
Los estudios clínicos realizados por Rynders , Thomas et al. (2019) tiene como objetivo resumir la evidencia actual de los regímenes de restricción energética intermitente como tratamientos para el sobrepeso y la obesidad, para determinar que al comenzar con el proceso de ayuno intermitente y practicar un horario más extenso de 16 a 18 horas, se debe tener cuidado al intentar regular dieta, también en esta investigación se pidió a un grupo de jóvenes sanos que ayunaran en un intervalo auto-seleccionado de 10-12 h . A los participantes no se les informó que sus dietas tendrían un 20% menos de aporte calórico, lo que los indujo a adelgazar, en algunos casos también se demostró que algunos participantes realizaron un sueño más cálido y relajante (Ídem). Todos estos participantes redujeron la ingesta de alimentos requerida en 4,5 horas de forma natural.
Los estudios demuestran que el ayuno intermitente es seguro, tolerable y produce una pérdida de peso del 3 al 8% si se incluye una dieta balanceada rica en nutrientes y del 5 al 15% con ejercicio. Aunque los estudios aún son modestos, se pueden ver factores que benefician a las personas que reciben tratamiento clínico (ibid.).
Hellon , Davies y col. (2019) en su investigación sobre los efectos de las dietas restringidas en carbohidratos sobre los niveles de colesterol unido a lipoproteínas de baja densidad en adultos con sobrepeso y obesidad: una revisión sistemática y metanálisis, describe los efectos de las dietas altas en grasas, de baja densidad y moderadas en carbohidratos versus altas -Dietas bajas en carbohidratos y grasas, lo que indica que las pruebas realizadas durante al menos 6 meses tuvieron mejoras significativas en los marcadores de lípidos para quienes mantuvieron la dieta restringida en carbohidratos, en contraposición a quienes siguieron dietas bajas en grasas. Los mismos autores en su investigación indican que la ingesta de alimentos con bajo contenido en carbohidratos debe ser tratada como una alternativa alimentaria en el manejo de la dislipidemia en una población con riesgo metabólico cardíaco.
Toro, Muñoz et al. (2019) en su artículo Efectos de un protocolo de ayuno intermitente sobre la composición corporal y el perfil lipídico en estudiantes universitarios con el objetivo de evaluar los efectos del ayuno intermitente con el perfil lipídico y los biomarcadores de riesgo cardiovascular, evaluando 30 varones de sexo masculino divididos en dos grupos: un control grupo y un grupo experimental, los resultados de colesterol total, lipoproteínas de alta densidad (HDL), lipoproteínas de baja densidad (LDL) y triglicéridos se obtuvieron con el apoyo de análisis clínicos por métodos enzimáticos y espectrofotometría, esta evaluación en el grupo experimental mostró disminuciones significativas en el perfil lipídico y biomarcadores de riesgo cardiovascular en las primeras cinco semanas del protocolo con ayuno y dieta. Asimismo, en el grupo control se observa un aumento significativo del LDL en ayunas y del colesterol total sin limitaciones dietéticas, ya que la finalización del ayuno intermitente acompañado de una dieta hipocalórica favorece la reducción de los niveles de lípidos.
El artículo de BaumanI , MourãoI et al. (2020) con el objetivo de determinar la prevalencia de dislipidemia, la población de estudio fueron adolescentes matriculados en la institución pública de Monte Claros - Minas Gerais, comparando los resultados obtenidos con un estudio poblacional brasileño ya establecido. Con un total de 77.833 como población de estudiantes, se calculó la muestra y se analizó la información de 635 adolescentes de entre 10 y 16 años. Pruebas bioquímicas de colesterol total, triglicéridos, HDL y LDL. Según los resultados obtenidos, el 6,5% de los adolescentes presentaba niveles elevados de lipoproteínas de baja densidad (LDL); El 15,7% resultó en triglicéridos elevados; El 26,8% tenía niveles altos de colesterol total y el 40,8% restante tenía niveles bajos de HDL.
Carvalho, Santos et al. (2020) tuvo como objetivo determinar la asociación entre el consumo de grasas saturadas, grasas trans con dislipidemia, en adolescentes con obesidad y sobrepeso, esteestudio se denominó Estudio de riesgos cardiovasculares en adolescentes, se realizó en un período de 1 año. Para ello, el uso de datos antropométricos, perfiles lipídicos y consumo requirió alimentación, con una población de 9.538 adolescentes, residentes en grandes regiones, separados en dos grupos de estudio. El primer grupo de adolescentes consume menos del 10% de grasas saturadas, mostrando más probabilidades de tener un HDL en niveles normales, pero esto implica que la probabilidad de alcanzar el colesterol en los niveles de referencia es menor, mientras que el grupo 2 consume más del 10% de grasas saturadas es menos probabilidades de tener HDL a niveles de referencia normales. El mismo estudio indica que las grasas trans no están asociadas al perfil lipídico, por el contrario, las grasas saturadas son las responsables de los cambios en los lípidos.
Según un estudio de Mangili (2020) la prevalencia de dislipidemias en una población compuesta por niños y adolescentes, atendida en la Unidad Básica de Salud de Campinas. Los factores de riesgo presentes en esta población entre la niñez y la adolescencia posiblemente persistan hasta la edad adulta. Esta vida simboliza una oportunidad para comenzar con medidas efectivas para prevenir la aterosclerosis en la edad adulta. Por tanto, es necesario monitorizar y tratar las alteraciones del perfil lipídico en la infancia y la adolescencia, especialmente aquellas con factores de riesgo. En los valores obtenidos en la población compuesta por 62.530 niños y adolescentes, encontraron alteraciones que fueron clasificadas bioquímicamente. El 67% de los perfiles de lípidos analizados mostró que la prevalencia de niveles elevados de colesterol total, triglicéridos, HDL y LDL fueron respectivamente del 33%, 40%, 13% y 29%. En el 39% de los casos, la presencia de niveles bajos de HDL.
Peña , López et al. (2018) su objetivo es identificar los factores y determinantes que desencadenan y afectan la dislipidemia en bebés y adolescentes, dando lugar a recomendaciones sobre diagnóstico, prevención, manejo y seguimiento clínico. Para ello, se realizaron revisiones en artículos seleccionados entre los años 2010 a 2017, de la población infantil y juvenil. Sé que se encontraron 193 artículos, de los cuales 32 fueron seleccionados, por cumplir con los criterios de fácil inclusión, divididos en 2 grupos: 19 estudios originales reportan factores para la manifestación de esta patología y el seguimiento de 13 estudios que correspondieron a las recomendaciones para el diagnóstico y correcto manejo. En cuanto a los determinantes de la dislipidemia, se ha descrito el sobrepeso como uno de los principales factores desencadenantes de esta enfermedad.
Según Moya, Pio (2020) en su artículo Trastornos lipídicos en pacientes hispanoamericanos en el primer nivel de atención de la salud en Lima, indican una valoración de los trastornos lipídicos en 117 pacientes, se calculó un 71% mostró una disminución en los valores de HDL con medidas de desviación estándar, porcentaje de rangos confiables para cada variable. Se requirió el uso de pruebas para las pruebas diagnósticas y los análisis realizados arrojaron como resultado que el 33,3% de los pacientes presentaba valores elevados de LDL, el 35,9% hipercolesterolemia y el 41% hipertrigliceridemia.
 
 
 
 
3. METODOLOGÍA
El presente estudio utiliza la recopilación y análisis de materiales bibliográficos, artículos científicos, trabajos documentales y publicaciones legales publicados en Internet en portugués, inglés y español, buscados en las plataformas de búsqueda Scelo y Google Docs.

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