Aprendiendo con Apuntes
Vete a casa y comportate cómo una chica madura.
Yo me había sentido muy mal del estómago durante un par de días, mientras viajaba para llegar a casa y empezar la práctica de verano. Me di cuenta de que tenía pequeños calambres, un dolor en el lado inferior derecho de mi abdomen; le reste importancia y deduje que fue por conducir demasiado. Me encontraba en mi primer día de la práctica, estaba terriblemente enferma y me sentí más miserable que un perro mojado. Al final del día, el dolor era tan insoportable que no podía ni sentarme ni mantenerme en pie. Sólo seguía dandome vueltas una y otra vez.
Tomé la decisión de ir a una clínica médica porque definitivamente algo estaba muy mal. Inmediatamente, cuando entré a la clínica, hablé con los recepcionistas. Yo debí de haberme visto terrible, porque me llevaron de inmediato a la parte trasera apesar de que había una habitación llena de gente esperando en la fila. La enfermera me hizo una evaluación rápida de rutina y en menos de un minuto, el médico vino a verme. Mi presión sanguínea estaba por el techo, y debido a donde estaba localizado mi dolor, el doctor estaba bastante convencido de que tenía apendicitis. Llamaron a una ambulancia para llevarme al hospital.
En el hospital estuve varias horas sin que el médico entrara a verme o me mandara a hacerme pruebas, medicación para el dolor o algo. Mi mejor amiga de la iglesia estaba ahí conmigo cuando finalmente el médico vino a evaluarme. El corto tiempo y la poca atención que me dedicó nos sorprendió a las dos... me presionó sobre mi estómago. Luego declaró: «Tienes dolores del periodo menstrual. Vete a casa y comportate como una chica madura". Estaba enferma, miserable, asqueada y sólo quería mi cama. Asi que me fui a casa.
No recuerdo mucho del día siguiente. Recuerdo vomitar en el suelo y desmayarme en el. Mi obispo de la iglesia tuvo un impulso de verificar como estaba. Me encontró tirada en el suelo llena de mi propio vómito. Me llevó al hospital. El mismo médico que estaba de servicio desde la noche anterior, me iba a enviar a casa de nuevo. Mi obispo pidió un favor a un cirujano médico, que era su amigo, para venir a evaluarme. Supongo que debo de haberle dicho algo a mi obispo en mis fiebres y en mis divagaciones sobre una posible apendicitis.
Menos mal que el cirujano vino al hospital, y me llevaron a cirugía de emergencia. Mi apéndice se había roto, estaba lleno de gangrena. Fue una decisión cercana con la muerte.
Tuve un médico cirujano que me salvó la vida, un médico increíble en la clínica médica y un médico incompetente que casi me costó la vida. Todo en cuestión de dos días.
Para escribir su respuesta aquí, Ingresar o Crear una cuenta.
Universidad Nacional Abierta Y A Distancia Unad
Briyith Madeleine Carranza Gómez