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El “estudio monstruoso” fue un experimento psicológico dirigido por los doctores Wendell Johnson y Mary Tudor con 22 niños huérfanos en 1939.
Los resultados del experimento nunca fueron publicados ya que Johnson temía que le relacionaran con los experimentos llevados a cabo por el régimen nazi.
El doctor Johnson creía que si le decían repetidamente a un niño que era tartamudo, se creaba el potencial para que dicho niño sano se convirtiera en tartamudo.
Se reclutaron a 22 niños huérfanos para el experimento. Se les separaron en dos grupos: los tartamudos y los no tartamudos.
A los 11 niños que si sufrían la tartamudez, se les dijo que estaban perfectamente sanos. A los otros 11, que no tenían este problema, se les dijo repetidamente que necesitaban terapia de lenguaje para corregir su “tartamudez”.
El doctor Johnson intentó inducir la tartamudez a niños que estaban totalmente sanos.
A los niños no tartamudos se les dijo:
“Nuestro equipo ha llegado a la conclusión que tenéis grandes problemas de habla… necesitáis dejar de tartamudear. No habléis más hasta que lo podáis hacer correctamente.”
Y a los niños tartamudos se les dijo:
“No prestéis atención a lo que los demás digan sobre vuestra habla, ya que sin duda todavía no se han dado cuenta que solo es una fase pasajera.”
En resumen, a la mitad de niños del grupo se les dio terapia de lenguaje positiva. A la otra mitad se les humilló y castigó por cada pequeño error que hicieron.
Los resultados.
5 de 6 de los niños expuestos a la terapia de lenguaje negativa, desarrollaron tartamudez tras 6 meses de “tratamiento”.
Al darse cuenta del daño que su experimento había causado, Johnson intentó desesperadamente revertir su trabajo, pero sin éxito. Los niños que habían recibido la terapia negativa nunca pudieron dejar atrás sus problemas y continuaron así hasta la edad adulta. Todos mostraron síntomas de depresión y una verdadera falta de confianza en ellos mismos, especialmente cuando hablaban.
En 2007, siete de los huérfanos originales recibieron una compensación de 1.2 millones de dólares por el trauma causado por el experimento del doctor Johnson.
Y es por eso que el “experimento monstruoso” todavía se considera como uno de los experimentos más retorcidos de la cultura occidental. La burda manipulación de la condición humana fue llevada a cabo sin respetar las fronteras éticas que cualquier otro estudio respetable debería haber seguido.
El “estudio monstruoso” fue un experimento psicológico dirigido por los doctores Wendell Johnson y Mary Tudor con 22 niños huérfanos en 1939.
Los resultados del experimento nunca fueron publicados ya que Johnson temía que le relacionaran con los experimentos llevados a cabo por el régimen nazi.
El doctor Johnson creía que si le decían repetidamente a un niño que era tartamudo, se creaba el potencial para que dicho niño sano se convirtiera en tartamudo.
Se reclutaron a 22 niños huérfanos para el experimento. Se les separaron en dos grupos: los tartamudos y los no tartamudos.
A los 11 niños que si sufrían la tartamudez, se les dijo que estaban perfectamente sanos. A los otros 11, que no tenían este problema, se les dijo repetidamente que necesitaban terapia de lenguaje para corregir su “tartamudez”.
El doctor Johnson intentó inducir la tartamudez a niños que estaban totalmente sanos.
A los niños no tartamudos se les dijo:
“Nuestro equipo ha llegado a la conclusión que tenéis grandes problemas de habla… necesitáis dejar de tartamudear. No habléis más hasta que lo podáis hacer correctamente.”
Y a los niños tartamudos se les dijo:
“No prestéis atención a lo que los demás digan sobre vuestra habla, ya que sin duda todavía no se han dado cuenta que solo es una fase pasajera.”
En resumen, a la mitad de niños del grupo se les dio terapia de lenguaje positiva. A la otra mitad se les humilló y castigó por cada pequeño error que hicieron.
Los resultados.
5 de 6 de los niños expuestos a la terapia de lenguaje negativa, desarrollaron tartamudez tras 6 meses de “tratamiento”.
Al darse cuenta del daño que su experimento había causado, Johnson intentó desesperadamente revertir su trabajo, pero sin éxito. Los niños que habían recibido la terapia negativa nunca pudieron dejar atrás sus problemas y continuaron así hasta la edad adulta. Todos mostraron síntomas de depresión y una verdadera falta de confianza en ellos mismos, especialmente cuando hablaban.
En 2007, siete de los huérfanos originales recibieron una compensación de 1.2 millones de dólares por el trauma causado por el experimento del doctor Johnson.
Y es por eso que el “experimento monstruoso” todavía se considera como uno de los experimentos más retorcidos de la cultura occidental. La burda manipulación de la condición humana fue llevada a cabo sin respetar las fronteras éticas que cualquier otro estudio respetable debería haber seguido.