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¿Cómo convertir una visita a un museo en una experiencia divertida e inolvidable para los niños?

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Materiales de Estudio

Depende de la edad de los niños y del tipo de museo en cuestión.
En general, por lo menos en mi experiencia, lo importante es que tengan libertad de movimiento sin peligros de ningún tipo y que puedan estar implicados físicamente en alguna actividad relacionada con lo expuesto.

Hay museos interactivos que son maravillosos para los niños porque les hacen implicarse de lleno, muchas veces a través de los cinco sentidos, y esto los mantiene atentos y presentes.
Y hay otro tipo de museos donde la experiencia es más visual; estos museos son más adecuados para niños más mayores o para adultos.

Mis hijos se lo pasaban genial en los museos interactivos, o los tecnológicos. Visitamos juntos cuando eran pequeños varias veces los tres museos importantes de La Coruña (España), La Casa de la Ciencia, La Casa del Hombre, y La Casa de los Peces. Los tres eran interactivos.

También visitamos Paris un par de veces y aprovechamos para ver la Torre Eiffel - que les encantó - y el Museo de la Aviación donde pudimos ver de cerca y tocar varios aviones, helicópteros y avionetas de todo tipo. En estas ocasiones hicimos una excursión y visitamos los castillos famosos de los reyes de Francia. Fue interesante verlos e intentar imaginarnos el día a día de hace siglos en estos edificios.

Algo más tarde visitamos el Museo de Ciencias Naturales de Bucarest que, aunque no es interactivo, tiene tantas cosas interesantes y raras expuestas, que les captó la atención durante varias horas. Otro museo de Bucarest que les permitió disfrutar del aire libre fue el Museo del Pueblo - un gran parque con casas tradicionales típicas de distintas zonas de Rumanía reconstruidas especialmente allí - poder entrar en las casas y ver cómo vivían antes los rumanos es muy emocionante.

En una visita a Inglaterra aprovechamos a ver el jardín botánico de Kew Gardens, la Torre de Londres, Cambridge y su campus universitario y la casa señorial isabelina de Burghley. También fueron experiencias inolvidables para mis hijos, sobre todo porque pudieron jugar y moverse a su aire en los jardines y en ciertos espacios cerrados de los cuatro sitios.

También vimos el sitio arqueológico de Atapuerca y la Villa Romana de La Olmeda en Palencia. A ambos les captó la atención cómo se buscaban los restos del origen de los hombres en el yacimiento arqueológico, cómo se clasificaban y se limpiaban.

Ya siendo los niños adolescentes, visitamos en Viena el Museo de Ciencias Naturales, el Museo de Arte, la casa en la que vivió Mozart, la de Schubert, el palacio Schönbrun y el Museo de la Ciencia y Tecnología. Los primeros eran también de corte clásico (visual), el último era interactivo. Les entusiasmaron todos, pero evidentemente, al ser ya adolescentes, tenían ya más experiencia de vida y criterios para apreciar lo visto.

Cuento todo esto porque para cada edad hay distintos tipos de museos y hay que pensar en primer lugar en su seguridad y placer para que la experiencia sea inolvidable y divertida. Estar en un sitio con niños que no se sienten bien y se aburren allí es una tortura, esta es la realidad. Elegir bien el museo a visitar en función de la edad, los gustos y las energías de los niños es primordial.
Nosotros siempre nos asegurábamos de que los primeros que se lo podían pasar bien eran ellos. Si no, no visitábamos el museo, no tenía sentido arrastrar niños aburridos durante horas en espacios que a ellos no les interesaban.

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