¿Alguna vez estuviste enfermo de manera letal, pero no lo sabías hasta que fuiste al hospital y te lo dijeron?

Cuando vivía en Canadá, me recetaron el antibiótico doxiciclina para una infección. Me lo tomé, y me acosté.

Cuando me desperté, me dolían mucho las manos (tanto que literalmente no podía girar el pomo de una puerta, ni sujetar una cuchara) y tuve una erupción muy extraña en forma de diente de buey en ambos codos.

Fui a urgencias. La enfermera de triaje me echó un vistazo y, antes de terminar el papeleo de entrada, me llevó a toda prisa a la parte de atrás de la guardia, para ver a un médico. El tiempo total transcurrido entre el momento en que entré por la puerta de urgencias y el momento en que me vio un médico fue de menos de dos minutos.

Me echó un vistazo e inmediatamente ordenó una inyección de adrenalina. Tiempo total entre que la ordenó y el momento en que una técnica me clavó una aguja en el brazo: otros dos minutos.

Al parecer, me encontraba en las primeras fases de un shock anafiláctico debido a una grave alergia, desconocida hasta entonces, a la doxiciclina.

La inyección de adrenalina fue definitivamente la más dolorosa que he recibido en mi vida. La técnica incluso se disculpó por ello, porque era Canadá. Antes de clavármela, me dijo "Lo siento mucho, esto va a doler de verdad".

Tenía razón. Fue horrible.