¿Qué es lo más triste que has visto hacer a alguien con esquizofrenia durante un episodio?

Yo tenía 18 años y estaba en la universidad estudiando pre medicina. Para ayudar a pagar la escuela, estaba en un programa de trabajo-estudio en un hospital cercano trabajando en su unidad de Intervención de Crisis (emergencia psiquiátrica). Después de que había estado trabajando allí por un largo rato, el psicólogo clínica notó que los pacientes tendían a relajarse y confiar en mi en un modo que no lo harían con el doctor.

Tomando ventaja de eso, me dejó hacer entrevistas de admisión con los pacientes, escribir lo que me contaban, y luego enviarlos a hablar con él junto con mis notas.

Rebecca viajaba con frecuencia a Crisis. Ella tenía 20 años, muy dulce y tímida, y ha sido diagnostica con esquizofrenia paranoide. Ella vino de una familia muy adinerada y había tenido su primer brote psicótico a la edad de 18 años cuando sus padres fallecieron en un accidente automovilístico.

Le habían dejado millones de dólares en fideicomiso, una enorme casa, carros, todo lo que necesitaría para el resto de su vida. Pero Rebecca vivía en las calles, cargando consigo un osito de peluche abollado de su infancia en todo momento. Ella se rehusaba a vivir en su propia casa, porque estaba "poseída."

Después de varias reuniones, ella comenzó a confiar en mi lo suficiente para hablar abiertamente sobre sus alucinaciones. Esta mujer joven, hermosa se sentó en la silla opuesta a mi y abrazó su osito relleno mientras describía lo que veía cuando iba a su casa.

Ella me contó que las paredes se agitaban mientras respiraban, luego la sangre comenzaba a correr por ellas, derramándose en el piso. El sonido de las paredes respirando se volvía más y más alto, y entonces la sangre aparecía en el techo, goteando. Las voces en su cabeza le gritaban que saliera, que huyera, pero a veces ella era lo suficientemente fuerte para ignorarlas y reconocer que lo que estaba viendo no era real. Ella veía ojos de criaturas mirándola en las esquinas y en las sombras.

Si ella trataba de dormir en su cama, él aparecía durante la noche y la violaba.

"¿Quién aparece?" le pregunté.

"Shaun Cassidy," susurró, lágrimas cayendo de sus ojos.

Él era un actor en los 70s en un show llamado The Hardy Boys.

Shaun Cassidy, el presunto "violador" y mi crush de 1977.

Hubiese sido gracioso si no fuese tan trágico. En realidad tenía un crush con Shaun y su hermano de la vida real David (otro actor) en la mitad de los 70s.

Ella me dijo que Shaun aparecía en su casa y la violaba todas las noches, impregnándola hasta que ella "pariera" el bebé a través de su boca en la mañana.

Entonces los demonios aparecerían, matarían y comerían al bebé en frente de ella, mientra que ella gritaba en horror.

No podía siquiera imaginar por lo que ella estaba pasando. No es sorpresa que ella estuviese tan asustada de vivir en su propia casa. Sabía que ella no iba a sobrevivir en las calles. Era demasiado joven, demasiado protegida, demasiado dulce e inocente para sobrevivir sola y sin techo.

Con ánimo, ella tomaría sus medicamentos por un rato, se quedaría en su casa, entonces previsiblemente saldrá de ello y los demonios la perseguirán hacia las calles de nuevo.

"Rebecca, ¿qué puedo hacer para ayudarte a vivir en tu casa?" Quería desesperadamente ayudar a esta muchacha quien era solamente un par de años mayor que yo.

Ella me miró con sus grandes ojos chocolates. "Si alguien pudiese venir a mi casa, y expulsar a los demonios… Un sacerdote… Entonces podría vivir en casa."

"¿Estás segura? Si un sacerdote hiciera un exorcismo, ¿estás segura que podrías ir a casa?"

Ella asintió. "Sí, estoy segura. Las voces en mi cabeza incluso me dijeron que funcionaría, y me advierten cuando las cosas malas van a pasar y me protegen. Confío en ellos."

"Está bien. Llamaré por ahí y veré si puedo hacer que alguien vaya a tu casa."

Ella sonrió por la primera vez desde que la conocí.

Comencé a llamar a las iglesias locales, hablándole a los sacerdotes y explicándoles lo que quería. Recibí la misma respuesta, "Ya no hacemos exorcismos."

Traté de hacerlos entender. "No tiene que ser un exorcismo REAL. Solo venga por diez minutos, diga algunas palabras en latín, y esparza algo de agua por ahí. Ni siquiera tiene que ser agua bendita. Agua del grifo estará bien. Ella es una esquizofrénica paranoide, así que es solo para hacerle creer que los demonios se han ido."

"Esto es el Vaticano II, no hacemos exorcismos sin prueba, y ciertamente no para gente quien ha sido diagnosticada con una enfermedad mental."

Llamé a todas las iglesias en la guía telefónica y todas ellas rotundamente se rehusaron a ayudar.

El último sacerdote con el que hablé me sorprendió. Me había frustrado por ese punto y mi temperamento estaba saliendo.

"Por favor, solo venga y haga algún tipo de ritual. No tiene que ser nada real. No hay demonios en su casa." Rogué.

"¿Cómo sabe que no hay demonios en su casa?" Me preguntó.

"¿Qué? ¿Es en serio? Ella es una esquizofrénica paranoide. Por supuesto que no hay demonios en su casa." Estaba sorprendida. Traté de capitalizar en lo que él dijo. "¿Significa eso que puede venir y hacer el exorcismo?"

"No. Necesita prueba de posesión demoníaca," dijo firmemente.

Yo estaba en el final de la cuerda. "Escuche, padre, si no ayuda a esta pobre muchacha, ella va a ser violada en serio en las calles, y no va a ser por Shaun Cassidy."

"¿Quién es Shaun Cassidy?"

Había terminado. Nadie ayudaría a Rebecca a deshacerse de los demonios en su casa y en su mente.

Unos días más tarde, Rebecca vino a verme. Yo tenía que darle las malas noticias de que no había sido capaz de encontrar un sacerdote para exorcizar su casa.

Ella tomó las noticias sin comentario, entonces me dijo lo que había visto en su casa un día antes. Antes de irse, me agradeció por intentarlo y me dio un abrazo. Yo estaba sorprendida, ella nunca había hecho eso antes. La observé salir de la unidad, llevando su sucio osito de peluche de vuelta a las calles.

Dos días más tarde fui al trabajo y allí había policías en la sala de espera. Eso no era inusual, rutinariamente teníamos policías que nos traían pacientes que habían capturado corriendo desnudos por la autopista.

Mi jefe se reunió conmigo. "Jane, estos oficiales quieren hablarte."

"¿A mi? ¿Para qué?" Fui cautelosa.

Él puso una mano en mi brazo. "Es Rebecca. Está muerta. Se disparó en la cabeza, y quieren hablar con la última persona quien la vio viva, y aparentemente esa eres tú."

No podía creerlo. Rebecca estaba muerta. Me senté en shock. El oficial fue eficiente pero cortés.

"Estamos esperando el reporte final por el examinador médico, pero todo apunta al suicidio. Solo queremos cubrir todas nuestras bases antes de cerrar el caso. Ella venía de una familia prominente," me dijo el oficial.

Ah, así que eso era. Querían asegurarse de que todo estaba hecho por el libro para la muerte de la heredera.

Él continuó. "¿Le dijo ella algo que pudo haber dado pista de lo que estaba planeando hacer más tarde esa tarde?"

"¡No! Ella nunca dijo una palabra sobre suicidarse. Si lo hubiese hecho, yo lo hubiese reportado inmediatamente al psicólogo y la habríamos ingresado involuntariamente por su seguridad." Me destrocé el cerebro tratando de recordar todo lo que ella había dicho y si había alguna pista que yo hubiese pasado por alto.

El oficial asintió. "El doctor me dio sus notas para leer, ya que ella ha fallecido y como estudiante, no hay ningún privilegio involucrado".

"Está bien, entonces usted sabe. No había nada en mis notas que sugirieran que ella se iba a matar."

"Está bien entonces. Si está segura que ella no dijo nada más, entonces cerraremos el caso."

Asentí y el policía se fue. Me sentí terrible. Ella fue mi primera "paciente" que había perdido, y había sucedido cuando yo tenía 18 años de edad. Me pregunté si la medicina era en verdad mi vocación. Decidí que la psiquiatría estaba definitivamente fuera como especialidad.

Yo estaba devastada con la pérdida, y enojada con los sacerdotes, la iglesia, incluso el Papa escondido en el Vaticano. Solo desearía haberla podido ayudar.

Incluso ahora, décadas más tarde, cuando sea que veo un osito de peluche pienso en Rebecca.

Edición: He estado recibiendo algunos comentarios en por qué no contratamos un actor, por qué no la ayudamos a vender su casa, por qué no la pusimos en un apartamento, étc.

Yo estaba trabajando en la parte de emergencia psiquiátrica del hospital. Evaluamos a los pacientes y decidimos si necesitaban ser admitidos o no. No había presupuesto o recursos o personal para hacer ninguna de las sugerencias de arriba. También, desafortunadamente Rebecca no era nuestra única paciente. Teníamos a:

Bertha: Una prostituta esquizofrénica quien solía solicitar clientes en nuestra sala de espera y proveerles con sus servicios detrás de los arbustos en el estacionamiento del hospital hasta que se volvió demasiado violenta y trató de matarlos.

James: Un indigente esquizofrénico quien sacaba donas de los basureros detrás del Dunkin Donuts y orgullosamente nos traía las cosas mohosas verdosas para que las comiéramos para endulzarnos en que lo admitiéramos cuando se perdía su turno en el albergue. Fue encontrado congelado a muerte en las calles una mañana fría de diciembre.

George: Parte de nuestro grupo violento de los viernes - todos ellos asesinos quienes habían salido "por razones de locura." Yo los mantenía calmados prometiéndoles que si eran buenos chicos les compraría una Cola de la máquina cercana a la morgue y se emocionaban en quizás echar un vistazo a un cadáver.

Y finalmente, Sylvia Seegrist (pueden buscarla en Google), quien amenazó con matarme (y eventualmente a todos nosotros) muchas veces hasta que finalmente entró a un centro comercial de Pennsylvania y abrió fuego a la gente comprando allí.

Así que como pueden ver, teníamos un montón de gente quienes necesitaban un poco más de ayuda de la que podíamos darles. Era triste en muchísimos niveles.