¿Es científicamente plausible la existencia de extraterrestres "inteligentes"?

Sí, por completo. Vamos a dividir esto en dos partes: "extraterrestres" e "inteligentes."

Sobre la vida extraterrestre así a secas: si surgió en la Tierra, puede haber surgido en incontables sitios más, incluso algunos que posiblemente sean más aptos que este. De hecho, en estos momentos las evidencias apuntan cada vez más a que la vida podría ser un fenómeno relativamente común en el universo.

Meteoritos como el Murchison (arriba), formados con el sistema solar pero que sólo cayeron a la Tierra en tiempos recientes, contienen mezclas complejas de alcanos similares a las que se observaron en el famoso experimento de Miller–Urey; y, más "potente" todavía, aminoácidos pre-bióticos y nucleobases como la purina (de la que se derivan la adenina y la guanina del ADN/ARN), la pirimidina (con la que se "construyen" otras moléculas del ADN/ARN como la timina, la citosina y el uracilo), xantina y… ¡TA-CHÁN!, directamente uracilo. El uracilo es ya una de las bases nitrogenadas del ARN.

Estas moléculas se hallaron en el interior del meteorito y la "firma de carbono-13" de estas dos últimas nucleobases (+44,5‰ en la xantina y +37,7‰ en el uracilo) indican un origen indudablemente extraterrestre. Por tanto, su presencia no puede deberse a la contaminación del meteorito o las muestras con material biológico terrestre tras su llegada:

[Martins et al. (2008): Extraterrestrial nucleobases in the Murchison meteorite. Earth and Planetary Science Letters. 270. 130-136. DOI: 10.1016/j.epsl.2008.03.026]

Esto es: los ladrillos de la vida venían ya de serie con el sistema solar incluso antes de que existiera la Tierra, como parte de los procesos físico-químicos que lo formaron. Observaciones espectroscópicas de otros sistemas solares en formación sugieren que la síntesis de estas moléculas podría venir de serie con todos los sistemas solares; una especie de pastillas Avecrem listas para cocinar, o sea, listas para dar lugar a la vida tan pronto como caigan en un planeta que la permita.

Unido a otros indicios, existe una hipótesis cada vez más fuerte de que la vida —lejos de ser esa rarísima carambola cósmica a mil bandas que se supone tradicionalmente— podría acechar en el universo, lista para surgir tan pronto como se den las características mínimas.

Esas características mínimas podría ser tan mínimas como la presencia de un planeta o luna con un solvente polar del tipo del agua líquida (el universo está lleno de agua por todas partes), y que no haya ningún fenómeno cercano que tienda a destruirlo todo cada poco tiempo. Sin embargo, que haya grandes extinciones de cuando en cuando no es necesariamente un problema: un entorno hasta cierto punto hostil con grandes extinciones frecuentes podría ser beneficioso para la vida por el procedimiento de "acelerar la evolución." Esto está en discusión.

Lo que no está en discusión —ya lo siento por los fanatas, o bueno, no, la verdad es que no lo siento nada— es que una vida de estas características necesariamente evolucionará. No puede hacer otra cosa. Lo que nos conduce a la siguiente pantalla del videojuego: la aparición de la vida compleja y de la inteligencia.

Y aquí es donde se nos j0de un poco la cosa. Puede resumirse bien diciendo que, en el estado actual del conocimiento, a partir de aquí no tenemos ni repajolera idea y sólo podemos conjeturar.

No es obvio por sí mismo que la evolución conduzca necesariamente a seres pluricelulares complejos del tipo de los animales o cualquier análogo remotamente parecido. Se sabe que la multicelularidad evoluciónó decenas de veces, de manera independiente… y se extinguió, una y otra vez, hasta que la vida dio con "la buena." O con "una buena", porque podría haberla de otros tipos. Entonces, esto parece sugerir que la evolución "tiende a" la multicelularidad, pero no necesariamente a "nuestra" multicelularidad.

Fósiles de la biota francevillense, surgida por lo que ahora es Gabón más o menos hace unos 2.100 millones de años… y extinta no mucho después. Es la vida multicelular más antigua que conocemos, pero "no agarró". Nos parece que fueron algún tipo de eucariotas; no está claro todavía. Diríase que presentan similitudes con la muy posterior biota ediacárica.

Y es que la evolución es impredecible. Sin embargo, parece como si le gustaran ciertas formas y funciones que "intenta" una y otra vez. El ojo, por ejemplo, ha evolucionado independientemente varias veces. No hay conexión evolutiva directa entre los ojos de un pulpo y los nuestros, pese a sus enormes similitudes. Pero cualquiera diría que la capacidad de captar esa parte del espectro electromagnético que nos permite percibir fácilmente las cosas a nuestro alrededor como formas favorece la supervivencia. Produce seres mejor adaptados para la supervivencia que aquellos que no la tienen. Y ya sabes que eso de la evolución no va del triunfo del más fuerte, sino del mejor adaptado.

¿Es la inteligencia una de estas mejor-adaptaciones? Bueno, a primera vista parece que sí: a Homo sapiens no parece irle demasiado mal. Tanto, que hemos desplazado todo lo que nos ha convenido y ocupamos todos los lugares de la Tierra que nos parecen bien, incluso bajo el mar y en el espacio exterior, sin ningún enemigo macroscópico que se nos oponga como especie. Los microscópicos siguen pvteándonos de vez en cuando, pero conforme sabemos más, cuanto más explotamos nuestra inteligencia, los tenemos más bajo control. Atrás quedaron ya, por ejemplo, aquellas pestes terribles de tiempos antiguos.

De hecho, gracias a nuestra inteligencia, muy posiblemente ya no nos vamos a extinguir. Y es que la inteligencia compleja permite algo revolucionario en la historia de la vida: adaptar el medio a nuestras necesidades en vez de tenernos que adaptar a las exigencias del medio y sus variaciones. Cuando la inteligencia nos liberó de la necesidad de gran parte de las adaptaciones biológicas, nos convirtió en medallistas de oro automáticos de la selección natural. Personas que nunca habrían superado la infancia hace menos de 200 años viven ahora y se reproducen normalmente. El resultado es este:

Superpoblación. Lo cual, así en principio, debería habernos causado ya una extinción parcial. Pero es que el reverendo Malthus no podía imaginarse otra obra enorme de nuestra inteligencia: la revolución verde. Con la revolución verde la capacidad de carga humana del planeta Tierra, al menos en las cosas de comer, es de unos 16.000 millones de personas sin dañar más al medio de lo que lo que lo estamos dañando ya. ¡¡¡¿¿¿16.000 millones???!!! Sí, eso es. Ya estamos produciendo comida suficiente para 16.000 millones; lo que pasa es que está mal repartida.

Y como esto, muchas cosas más. Entonces, si bien la muestra es extremadamente reducida —tan solo conocemos una especie con inteligencia compleja de capacidad tecnológica: nosotr@s—, yo diría que disponer de esa inteligencia es muchísimo más adaptado que no tenerla.

Para acabar, vamos ya con la famosa paradoja de Fermi: si tanto apunta a la vida y a la inteligencia en el universo… ¿dónde está todo el mundo? ¿Por qué no hemos detectado ninguna traza de su existencia en ningún lugar?

Bueno, pues lo primero que yo contestaría a Enrico si pudiera es: Ma vediamo, Chicco, ¿¿¿cómo quieres que detectemos inteligencias extraterrestres si no podríamos ni detectarnos a nosotros mismos desde la estrella más cercana??? ¿¿¿Y eso, usando exactamente la misma tecnología, sabiendo cómo emitimos y de qué manera y hacia dónde???

Lo único que sería detectable de nuestra especie hasta unos 1.000 años luz de distancia son esas brevísimas señales que mandamos en su momento y algunas mediciones de radar planetario —sólo captables si por repvtísima casualidad estamos justo en su camino cuando pasan—. Para todo lo demás, un año-luz y muchas gracias. Los alrededores de Proxima Centauri podrían estar llenos de vida con nuestro mismo nivel tecnológico y ni nos percataríamos con nuestra capacidad de detección actual salvo que nos toque el Euromillones seis veces seguidas.

Es más: cada vez cantamos menos. Esas estimaciones de potencias de transmisión para el proyecto SETI original y demás se hicieron en plena Guerra Fría, cuando la gente humana competíamos a ver quién transmitía con más watios y más c0j0nes en radio, radar y radiotelevisión. Y se pensaba que así sería siempre, porque así había sido hasta entonces. Pero ahora la tele nos llega por cable de fibra óptica; los teléfonos móviles y sus estaciones base se comunican con potencias ridículamente bajas cubriendo medio planeta silenciosamente; y la mayor parte de los radares militares modernos e importantes son de baja probabilidad de interceptación, justamente para que el enemigo no los detecte o los detecte con dificultad e incertidumbre.

Es incluso posible que a una civilización extrarrestre más avanzada no le guste perder energía estúpidamente dejando que se escape al espacio y la reutilice toda o casi toda. En ese caso, podría haber por ahí civilizaciones Kardashev III y, por su propia eficiencia energética, ni sospecharíamos su presencia.

Lo que no encontraremos fácilmente es seres como nosotros —la inmensísima diversidad de la propia vida terrestre sugiere que otras vidas en otros lugares serían al menos igual de diferentes o más; así que olvídate de los hombrecillos verdes a menos que estuvieras en Crimea en 2014—.

Tampoco me parece muy probable que anden paseándose por aquí. Nos parecemos la leche de importantes, pero la Tierra es sólo un planeta más entre muchos y, si efectivamente la vida es común en el universo, entonces aquí no hay nada de especial que ver. Y si aún así quisieran venir a echarnos un vistazo, a menos que deseen ponerse en contacto, una civilización capaz de venirse a dar una vuelta por aquí nos resultarían tan detectables como un avión furtivo en la noche para los yanomami o algo así. Sólo nos percataríamos si quieren dejarse ver.