¿Quién es uno de los héroes de la humanidad?

Este hombre, Sergei Krikalev, es un verdadero brutalsky rusky. Un verdadero héroe. Es justo que el honor de ser el último ciudadano de la URSS recayera en él.

Mientras Krikalev estaba en el espacio, la Unión Soviética se desintegró.

Le dijeron que "el país que te envió al espacio ya no existe. No tenemos dinero para traerte de vuelta de la estación Mir".

La estación Mir se convirtió en el hogar de Sergei, y en el último trozo que quedaría de la URSS. Cuatro meses después de ser lanzado desde la soviética Baikonur, Krikalev recibió la noticia.

Pero su misión debía durar cinco meses. No lo prepararon para más. El colapso del país supuso un gran golpe para la industria espacial. Se le pidió que aguantara en la estación el mayor tiempo posible.

Fue muy difícil para él mantenerse en órbita más de lo que se suponía, y muy perjudicial para su salud: la radiación cósmica, el riesgo de contraer cáncer, el debilitamiento del sistema inmunológico.

Si lo deseaba, Sergei podía abandonar la estación Mir en cualquier momento. Sí, había una cápsula de escape, pero eso supondría el completo fin de la estación espacial. Sergei no abandonó su puesto. Su misión duró 311 días, estableciendo el récord mundial de "el mayor tiempo en el espacio" de la época.

Había una gran hiperinflación en Rusia. El gobierno vendió todo lo que pudo, incluyendo lugares de la estación Mir. Japón compró uno por 12 millones de dólares; Austria por 7. También la idea era vender la estación mientras aún estuviera en funcionamiento.

Todos los miembros de la tripulación volvieron a casa, excepto Sergei. Sólo fue sustituido cuando su puesto de "ingeniero de vuelo" se le fue vendido a Alemania por 24 millones de dólares.

Regresó a casa el 25 de marzo de 1992. Tras el aterrizaje, un hombre con las letras CCCP (URSS) en un traje espacial salió de la cápsula.

En sus manos sostenía una bandera de la Unión Soviética. Parecía agotado. Estaba pálido como un fantasma, y su estado en general dejaba mucho que desear. Cuatro personas le ayudaron a bajar al suelo.

El lugar donde aterrizó, las afueras de Arkalyk, había dejado de ser territorio soviético… y formaba parte de Kazajstán.

Su ciudad natal, Leningrado, se había convertido en San Petersburgo.

Con su abultado sueldo de cosmonauta soviético de 600 rublos, sólo podía comprar un kilo de salchichas.

En dos años, Sergei sería galardonado con el "Héroe de Rusia".

Posteriormente, se convertiría en el primer cosmonauta ruso en volar en el transbordador de la NASA. En otros dos años más, sería el primero en la estación ISS.

Simplemente Rusia, mis amigos.