¿Cuándo lamentó inmediatamente el haber tocado a alguien?

Esto sucedió hace unos 18 años en el ashram de Mata Amritanandamayi en Kerala, India.

Mi esposa y yo estábamos visitando el ashram. Durante mi estancia de dos días, estábamos en un ascensor subiendo en un edificio de varios pisos que albergaba a sus huéspedes.

Una pareja europea (en sus cuarenta, probablemente) que también estaba acampando allí entró en el ascensor después de nosotros. La pareja estaba acompañada por uno de los niños más lindos de 6 años que había visto. Tenía cara de querubín, cabello dorado, ojos azules y estaba de pie junto a mí. Él era obviamente su hijo.

Dentro del ascensor, el chico me miró a la cara y me dio una sonrisa reconfortante.

Superado con afecto, le pellizqué ligeramente la mejilla y también le revolví el pelo.

Para mi sorpresa y sorpresa, el padre del niño me tomó de la mano y la retiró bruscamente, y con una voz hostil que me desconcertó, me grito: "¡No se atreva a tocarlo!"

Me quedé estupefacto. Me disculpé al instante.

El impacto total de las diferencias culturales me impactó. Lo que sería normal entre nosotros, los indios, era totalmente inaceptable para esta pareja europea. Me arrepentí profundamente de haber tomado la libertad de mostrar mi afecto por ese niño pequeño de una manera física.

El ascensor tardó mucho tiempo en llegar a la cima, donde ambos debíamos bajar. Se detuvo con frecuencia en los pisos intermedios y los minutos parecieron horas, mientras que me lamí las heridas y evité el contacto visual con ellos. El resto del viaje de ese ascensor fue el más miserable que jamás haya experimentado.

Finalmente me liberé de mi miseria cuando llegamos a nuestro piso. La pareja se bajó antes que nosotros arrastrando a su hijo con ellos. El niño aplicó el bálsamo sanador a mi herida cuando giraron lentamente en un pasillo. El chico miró hacia atrás, me dio una sonrisa beatífica y dijo "Adiós", mientras que sus padres, por supuesto, nunca miraron hacia atrás, tomaron su mano y lo arrastraron fuera de la vista.

Ese gesto de ese chico hizo que mi herida sanara instantáneamente.

Pero aprendí mi lección. Nunca más he tocado a un niño por lindo que sea, sin importar la nacionalidad. Simplemente los miro y les sonrío o agito mi mano. Después de años de abstinencia forzada de esta muestra de afecto por los niños, finalmente lo compensé abrazando a mi nieto de 6 años con más afecto que nunca cuando llegué a California hace unos días. No hubo ninguna objeción por parte de mi hija y mi yerno.

Han pasado 18 años desde ese incidente. Ese niño pequeño debe ser un joven de 24 años en algún lugar de Europa. Le envío mis más cálidas bendiciones.

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Editado para añadir:

Este post ha atraído más atención de lo que anticipé.

Agradezco a todos por leer y comentar. Los comentarios son demasiados. He respondido a algunos, pero no es práctico responder a todos. Pero los estoy leyendo todos. Agradezco a todos los que han leído / votado positivo / y han comentado en esta publicación.