¿Cómo puedes ver a un narcisista?

Durante un tiempo, la víctima del narcisista pensará que es afín con su agresor y que se parecen. Aparentemente, ambos tienen muchas cosas en común. Esa es la forma como estos depredadores seducen y engañan a sus presas, copiando sus valores e intereses, y haciéndoles creer que son compatibles.

Esta técnica de seducción se llama en inglés mirroring, término que podemos traducir como “espejear”, la persona se convierte en espejo de la otra, y reproduce en sí misma aspectos que toma de ella.

Este juego manipulador no es tan fácil de detectar, a menos que estemos vigilantes y tomemos nota de las incongruencias que pueden surgir entre lo que las personas aparentan ser, y lo que los hechos van demostrando que son en realidad.

Aunque la actuación del narcisista sea digna de un Oscar de la Academia, nunca es tan perfecta que no deje al descubierto algunos aspectos que nos resulten claramente contradictorios con el papel que intenta interpretar.

Estemos atentos a estas incongruencias, suelen ser un indicador de que la imagen que tenemos de alguien no es coherente con lo que ella es en realidad.

Muchas víctimas se dan cuenta de esto cuando ya es demasiado tarde, después de haber vivido, prácticamente, el ciclo de la relación con el narcisista.

Descubrirán, por ejemplo, que aunque aparentaba tener inquietudes intelectuales, no leía casi nunca; tampoco tenía tantos amigos o era tan popular como le hizo creer en un principio; ni le preocupaba, en absoluto, el tema de la injusticia o el cambio climático.

Todo era una pose. Es probable que sea muy inteligente, pero la idea que tenía de sí mismo en este sentido estaba perversamente inflada.

Otra área de incongruencias suele estar en las relaciones que el abusador ha tenido en el pasado. Amistades fallidas, personas que aparentemente lo habían decepcionado por motivos extraños, antiguas parejas que estaban mentalmente desequilibradas.

De todo esto se va dando cuenta la víctima con el tiempo. Lo cierto es que el narcisista y ella no comparten los mismos valores, ni les preocupan las mismas cosas. En realidad, ella fue presa de un espejismo.

Él incorporó en sí mismo aspectos suyos que consideró atractivos para la construcción de su “falso yo”. Luego, la aparente admiración del narcisista hacia ella fue dando paso a una envidia corrosiva y, finalmente, al odio, lo que le llevó a someterla, cuando lo consideró oportuno, a una larga devaluación y al descarte.

En medio de todo, es rudo para ella darse cuenta que el personaje que creía conocer, propiamente hablando, no existía. Es normal que se sienta timada.

Se relacionó con alguien que tomó sus propios rasgos para hacerle creer que se parecían y convertirla así en su fuente primaria de combustible.

Se enamoró de alguien que carece de identidad real.

Se hizo amigo/amiga de una ilusión: el reflejo de sí mismo o de sí misma en un espejo.

Es probable que le resulte desconcertante, por ejemplo, conocer a la persona que le sustituyó como fuente principal de combustible, es posible que se trate de un hombre o de una mujer totalmente distinto a ella en nivel cultural, intereses y modo de vida. Junto a su nueva víctima, el narcisista parecerá otro: gestos, palabras, y hasta el modo de vestir, todo se corresponderá ahora con su nueva fuente.

¿Cuál de los dos personajes es el verdadero? Los dos y ninguno. El narcisista carece de una identidad fija, todo es un juego, fruto de la ilusión de los espejos.

Pensamos, honestamente, que lo conocemos, pero él sólo interpreta para nosotros uno de sus tantos personajes, adaptado a nuestras características y valores, a nuestra forma de ser.

Cuando se nos cae la venda de los ojos, cuando nos damos cuenta de todas estas cosas, nos quedamos pasmados.

Dado que todo parecía tan real, cuesta mucho aceptar que la persona que pensábamos que era el amor de nuestra vida, o nuestro amigo del alma, fuese sólo un personaje de ficción.

El narcisista que tú quizás extrañes, el que has llorado en tus noches, el que tú crees conocer, lamento decirte que no existe. Amaste a alguien que fue creado ex profeso para seducirte y engañarte.

Salir de la ilusión es dejar de pelear con personajes imaginarios. Como el alucinado caballero Don Quijote, nuestra mente está convencida de que los molinos de viento que se ven en la llanura son gigantes malignos.

Pero los narcisistas no son gigantes, son molinos vacíos. Necesitamos recuperar algo de la sensatez y el buen sentido del querido Sancho Panza.

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