El actual gato domesticado, el Felis catus, es el descendiente domesticado del gato silvestre africano, el Felis lybica. La evidencia arqueológica nos muestra que fueron domesticados por primera vez en el antiguo cercano oriente alrededor del 7.500 A.C.
Se han encontrado esqueletos de F. lybica en tumbas chipriotas del año 7.500 A.C. lo cual demuestra que no solo convivían con los humanos, sino que su presencia estaba muy valorada por aquellos pueblos. Como no existe evidencia, se cree que Chipre no tenia una fauna de mamíferos autóctonos, así que se cree que los humanos trajeron los gatos desde el continente.
La domesticación de los gatos empezó poco después del desarrollo de las sociedades agrarias sedentarias en el antiguo cercano oriente. Es muy posible que las grandes reservas de cereales y granos generadas por estas sociedades atrajeron a los roedores, y a la vez, estos atrajeron a los gatos salvajes africanos, que eran (y lo siguen siendo) sus depredadores naturales. Se cree que los humanos incentivaron la presencia de estos felinos porque mataban a los roedores, ayudaban a conservar los granos, y no representaban ningún peligro o molestia para los seres humanos, y con el tiempo, los gatos perdieron su miedo a los humanos y con el tiempo fueron domesticados.
En cuanto a la apariencia física, han cambiado muy poco en comparación con sus ancestros silvestres. El gato africano silvestre está presente en la mayoría de los gatos silvestres de la actualidad, y se puede ver claramente en las colas y en las orejas, que son más grandes en proporción al cuerpo que las de los F. catus, pese a que en general son de un tamaño general similar, lo mismo que con el peso, que parece no haber cambiado en todo este tiempo.
Lo que sí ha cambiado notablemente es el carácter. Una de las mayores diferencias es la de que los gatos silvestres adultos no maúllan, tan solo cuando son cachorros para recordar a las madres su ubicación y para comunicarse emociones como el estrés o el hambre, pero pierden esta habilidad a medida que alcanzan la edad adulta. Sin embargo, los gatos domésticos conservaron la habilidad de maullar hasta la edad adulta porque les sirve como herramienta para comunicar sus necesidades a los seres humanos.
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