¿Deberíamos poner límites a nuestros derechos para conservar la unidad social?

Constantemente limitamos nuestros derechos en aras del mejor funcionamiento de la sociedad.

Cuando frenamos en un semáforo en rojo para dejar pasar a los demás restringimos nuestro derecho a circular, cada vez que nos sometemos a convenciones sociales estamos limitando nuestra libertad de ejercer algún derecho.

El individuo social siempre está adaptando sus objetivos, necesidades y derechos a las necesidades de la sociedad, puesto que si no lo hiciera la sociedad lo penalizaría.

Hay normas sociales que son universales, como el respeto a la vida ajena (está prohibido matar en la mayoría de las sociedades del mundo), excepto en circunstancias especiales, como la guerra o la muerte a manos de la justicia del Estado (pena de muerte). Hay otras normas, convenciones sociales o leyes que son más específicas de una cultura. En los países musulmanes se restringe el derecho a consumir bebidas alcohólicas, o el derecho de las mujeres a la educación o a estar en lugares públicos con la cabeza descubierta; en el mundo occidental es mal visto y en general también es ilegal tener más de una pareja legalmente establecida (la poligamia está prohibida). También es una convención social mayoritariamente aceptada el presentarse vestido en público, aunque tanto en amplias zonas de África como en las playas del mediterráneo europeo el nudismo es aceptado.

Hay infinidad de casos en los que limitamos nuestros derechos en función de la sociedad y de su mejor funcionamiento. De hecho, el poder legislativo de cada país está constantemente legislando para acomodar los derechos de un individuo a los derechos de los demás individuos y a las necesidades de la sociedad.

Si un individuo desea ser parte de una sociedad y desea beneficiarse de esta pertenencia, ha de encorsetar sus derechos y libertades, deberá asumir las responsabilidades que le corresponden, y deberá vivir su vida dentro de los límites que esa sociedad impone en beneficio de todos sus integrantes.