¿Por qué has sido infiel?

Respondo anonimamente por evidentes razones. La respuesta es larga y es no sólo para que ustedes lectores puedan comprender. También me sirve a mí para ayudarme en mi proceso de sanación.

Soy infiel desde hace casi tres años. Antes, no pasaba por mi cabeza ser infiel. Mi esposo fue la primera persona con la que tuve sexo y la única hasta mis 36 años, ya con ocho años de matrimonio y varios años de noviazgo precedentes.

Durante el noviazgo era él quién mayormente buscaba tener relaciones. Al casarnos todo cambió. Era yo quién solicitaba los encuentros y él la mayoría de las veces se negaba diciendo que estaba cansado o tenía sueño o que al siguiente día entraría temprano a trabajar o se enojaba sin razón suficiente y se salía a dormir a la sala. Estaba embarazada y él evitaba en varias ocasiones el sexo, pensaba yo que era por el embarazo. Pero después siguió igual, o peor. Para él podían pasar varios días, semanas, meses sin intimidad y estaba bien. Yo me sentía destrozada; cuando preguntaba no había respuestas de su parte o me decía que yo era ninfomana. Inclusive se cambió a dormir a la recámara de nuestro hijo cuando ya tenía alrededor de seis años con el pretexto de que al niño le daba miedo dormir solo.

Mi autoestima estaba por los suelos. Pensaba que yo no era suficiente mujer para él y no entendía por qué, si él decía amarme. Creía que era demasiado fea o demasiado gorda porque subí algo de peso después del embarazo y él se encargaba de decírmelo. También creía que tenía otra persona en su vida. Y así fue. Una vez lo comprobé y lo perdoné. Pero también buscaba a otras mujeres en las redes sociales, me decía que sólo eran amigas y que no había nada. Intentaba creer pero yo sentía que había algo que no estaba bien. Me enfermé de celos después de que comprobé la infidelidad, quise controlar sus redes sociales y su celular. Él aceptó porque fue la única manera en que yo lo perdonara. Después llegó hasta negar la infedilidad y todo lo demás y nuevamente no me permitió revisar sus redes y celular.

Como ya iban varios meses y yo no encontraba ninguna otra cosa y sentía que me absorbía demasiado estar pendiente de él nada más, accedí a no revisar más. Cambió sus contraseñas.

Yo me sentía tranquila de ya no revisar sus redes pero nuevamente sentía que algo no estaba bien. Teníamos sexo, pero si yo lo solicitaba, él raramente o nunca. Ya ni lo recuerdo bien. Aún a veces, se negaba a hacerlo poniendo los pretextos de siempre. Me sentía incompleta y deshecha.

Como sentía que algo no estaba bien y él por error dejó su cel desbloqueado, vi que seguía buscando a mujeres en páginas de citas. Me dijo que jamás concretó nada. Me di cuenta de que no cambiaría, pero aún así decidí continuar pensando en algún milagro, en mi hijo, en lo mal que estaría un divorcio en mi familia. Me autoengañe, ahora lo puedo ver.

Recapitulando y perdón a los lectores por los saltos en el tiempo y las regresiones, a los dos años de casados me tuve que ir a trabajar a otra ciudad. Tenía que quedarme toda la semana allá. Él se quedaba con nuestro hijo y aparte no trabajaba. Cuando regresaba el fin de semana pensando yo que mi esposo iba a querer tener intimidad conmigo, él me lo negaba. Me sentía devastada. Fue en esa época cuando se dio lo de la infedilidad de él y mi celopatia.

Cuando al fin conseguí cambiar mi trabajo a mi ciudad, pensé que las cosas cambiarían porque ya estaríamos otra vez todos los días con sus respectivas noches juntos. Así fue, pero la mayor parte del tiempo compartiamos la cama sólo para dormir si bien nos iba; sino se enojaba por cualquier cosa y se salía a dormir a la sala. Me decía que por los conflictos de nuestra relación él no tenía ganas. Que a cualquiera le pasaría y que no entendía cómo yo quería tener sexo después de discutir. Para él no existían las reconciliaciones. Y me sentía la peor mujer del mundo.

Fue en esa época también en la que optó por irse a dormir a la recámara de nuestro hijo. Yo lloraba amargamente en las noches al sentir su desprecio. Una noche a pesar de que él no estaba en nuestra recámara, le sugerí un encuentro sexual y me respondió diciéndome que no me deseaba. Me cayó como balde de agua helada su respuesta. No lo esperaba. A pesar de que era algo que podría ser evidente a los ojos de cualquier otra persona, yo quería creer las excusas que él ponía. Pero entonces tomé la determinación de no volver a sugerir yo un encuentro sexual.

No me pasó por la cabeza ser infiel. Simplemente dejé de pensar en el sexo. Como que lo desconecté de mi cerebro. No me motivaba ver porno ni mucho menos masturbarme. Y me sentía relegada como mujer. Como un trapo sucio, como una basura, como algo que no sirve. Y dolía mucho. No podía entender ni comprender nada. Estaba cegada. Pero determinada a no volver a rogar por sexo. Y así lo hice.

Así pasó algún tiempo. Pasaban hasta dos meses sin que él sugiriera tener sexo. Cuando lo hacía, yo accedía, pero no era lo mismo para mí. Desde el momento en que él me dijo que no me deseaba yo sentí que algo cambió, que algo se rompió. Lo empecé a sentir a él como en automático. Sin conexión en la intimidad. Yo trataba de buscarla y no la encontraba. Él no me miraba a los ojos, no me decía nada. Siempre quería las luces apagadas. Parecía inexpresivo. Y se sentía horrible. Lo que quería yo era que él terminara lo más rápido posible.

Los encuentros empezaron a hacerse más espaciados y para él como si fuera normal. Yo sabía que no lo era. Pero estaba determinada a ver cuánto tiempo podía pasar él así. Me sorprendía que podían pasar tres meses, cuatro, cinco, más todavía. Y él como si nada.

Hace cuatro años conocí a alguien en mi trabajo. Se convirtió en un buen compañero y amigo. Después de un año de conocernos me sugirió tener un encuentro sexual. Él es casado también. Yo me negué. Pasó ocho meses insistiendo hasta que por fin accedí. Tenía miedo. Llevaba muchos pero muchos meses sin tener relaciones con mi esposo. Hasta pensaba yo que no podría saber ya cómo tener sexo. Jaja. Sentía vergüenza porque pensaba que él se daría cuenta de que yo no era sexualmente activa, que yo no podría tener un encuentro sexual a la altura de él porque él era muy experimentado.

Pero fue divino. Una super conexión sexual y emocional. Inclusive puedo estar con él sin tener sexo y sólo hablar y la pasamos increíble. Cosa que no sucede con mi esposo. Él me habla muy poco. Hasta me dejaba de hablar por días, semanas y meses enteros porque se molestaba por X cosa sin sentido. A veces ni me acordaba porqué estaba enojado ya, pero él ni me hablaba.

Al principio de la infidelidad pensé que sólo sería un encuentro sexual ocasional, o si acaso algunos y ya. Ya vamos para casi tres años y el sexo es cada vez mejor. En cambio mi esposo ha dejado pasar inclusive casi dos años sin que tengamos sexo.

Sé que la relación extramarital está mal, mi amante lo sabe también. No es mi intención que deje a su familia y él desde un principio dejó claro que no lo haría.

Yo por mi parte, desde hace un año que llegó a mi información sobre el trastorno de personalidad narcisista y reconocí algunas características de eso en mi esposo. Quise negarlo porque todavía no puedo creer que realmente sea así.

Pero ahora he retomado mis lecturas sobre el tema. La información aquí en Quora me ha servido mucho. Y el tema relacionado con las personas narcisistas y el sexo me ha permitido entender que mi esposo busca castigarme a través de negarmelo porque sabe que yo soy una persona con un libido alto y el logró casi desaparecermelo por un tiempo y minimizarme como mujer.

Estoy en el proceso de tomar la decisión de ir a terapia para sanarme a mi y si es necesario dejar a mi esposo. Es complicado porque tenemos un hijo de por medio y hay situaciones económicas que resolver. Pero aún tengo la esperanza de que él pudiera cambiar, de que realmente no tenga ese trastorno de personalidad narcisista porque me niego a creer que pueda ser incapaz de sentir empatia y amor y que todo lo vivido durante tantos años de noviazgo y diez de matrimonio sean una farsa.

Con respecto a mi amante, sé que es una relación que no lleva a ningún lado, pero me encanta estar con él, para mi es como un respiro a la situación tan sofocante que vivo con mi marido. Sé que en el momento que se tenga que terminar la relación con mi amante quedaré muy dolida porque yo realmente estoy muy enamorada, pero también sé que estaré muy agradecida por los momentos juntos. Gracias a él estos últimos tres años me he valorado más como mujer. Sé que alguien más me puede desear y disfrutar junto a mí de un buen sexo. Que no soy anorgasmica porque con mi esposo nunca he tenido uno. Suena paradójico, pero ha sido un proceso en el que poco a poco he recuperado mi autoestima. Apenas en este Año Nuevo mi esposo me abrazó y me dijo que sería un año distinto para nosotros, de mucho sexo. No pude evitar reírme. Nuestra última relación sexual después de muchos meses fue en el mes de agosto del año pasado. Ya es mitad de enero y hasta la fecha nada de nada. Y por él así seguirá supongo por mucho tiempo más. Y a veces pienso que por mi que siga también. Dejé de sentir deseo por él. Él acabó con eso. Y casi acaba conmigo también. Como no se lo permití y ahora soy otra, él constantemente está enojado conmigo o aplicandome la ley del hielo. No me importa ya. Sólo que todavía suelo reaccionar a sus desplantes. Y él me señala como histérica y loca.

Las personas moralistas me tacharan de lo peor, de mujerzuela y quién sabe qué tantas cosas más. Que debería de haber terminado primero la relación con mi esposo lo sé. Pero yo no estaba preparaba ni emocional ni mentalmente para hacerlo. Y todavía no lo estoy. Hoy reconozco que entre mi esposo y yo hay una relación tóxica y de codependencia. Yo no quisiera que fuera así, pero lo es. Tengo que aceptarlo y dejar de pensar que las cosas cambiarán como por arte de magia. Sé que necesito hacer algo al respecto y en el proceso estoy.

Espero no les haya aburrido. Gracias por leerme.