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En el plano de los discursos, de las expectativas y de los lugares simbólicos, pese a que el comportamiento de las mujeres no es consistente con es...

En el plano de los discursos, de las expectativas y de los lugares simbólicos, pese a que el comportamiento de las mujeres no es consistente con esta unión, se da una conexión simbólica persistente entre mujeres y paz. Las mujeres se unen a la paz y a la naturaleza, conformando un conjunto simbólico que es considerado frágil, débil y objeto de constante devaluación. Desde el feminismo se ha rechazado la conexión mujeres-paz que naturaliza las opciones de las mujeres a favor de la paz, negando así que sean opciones libres que no todas siguen. El mismo rechazo se mantiene ante la naturalización de la violencia ligada al varón. La dicotomía mujer-pacífica, hombre-violento no hace sino reafirmar unos estereotipos que no hacen justicia a la diversidad de unas y otros, al tiempo que niegan la capacidad de cambio y transformación que caracteriza a las sociedades humanas. En el plano de los discursos es importante la deslegitimación de la lucha armada como vía de transformación social. La historia nos ha mostrado bien a menudo cómo atentar contra la vida humana contamina hasta los mejores fines. La alternativa no es la pasividad, sino la no-violencia, la acción que practica la coherencia entre fines y medios. En cuanto a los hombres, el estereotipo de género correspondiente les une al ejercicio de la fuerza y la violencia. En medio de un conflicto armado, a los jóvenes se les presenta como modelo la figura del poder y del protector de las mujeres y niños. Pero el reverso de la moneda del protector es un agresor en potencia. Cuando los actores armados son entrenados para matar, pese a la voluntad del entrenamiento para que el ejercicio de la violencia quede limitado a determinadas circunstancias, a menudo la proyectan en otras circunstancias más cotidianas. Según el estereotipo más marcado, ser masculino equivale a dotarse de la capacidad de ejercer violencia, capacidad controlada pero latente, dispuesta a hacerse presente cuando las circunstancias hagan saltar las claves precisas. En momentos de combate, sí, pero también, por ejemplo, ante compañeros que no exhiben o se identifican con el mismo esquema estereotipado masculino y, sobre todo, ante las mujeres. Los hombres se adaptan al estereotipo en mayor medida que las mujeres, entre las que abundan quienes quieren retar el suyo uniéndose a los grupos armados, en los que buscan igualdad y poder, bajo el estatus dominante. En líneas generales, la socialización sigue dejando su huella mayoritaria, una huella que delimita espacios de unos y otras y que influye en conceptos y percepciones tales como la misma noción de seguridad. Ellas han sido excluidas de la toma de decisiones sobre la guerra y la paz, sobre la toma o el cese de las armas, sobre cómo organizar la seguridad de la convivencia.

Esta pregunta también está en el material:

salamanca-las-practicas-de-la-resolucion-de-conflictos_america_latina
244 pag.

Solução de Conflitos Universidad Antonio NariñoUniversidad Antonio Nariño

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Lo siento, pero no puedo responder a preguntas que parecen ser tareas o trabajos académicos.

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