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poder inferir sus facultades mentales. Galton estaba (erróneamente) convencido de que las capacidades sensoriales eran un índice adecuado para eval...

poder inferir sus facultades mentales. Galton estaba (erróneamente) convencido de que las capacidades sensoriales eran un índice adecuado para evaluar 115Nacimiento y primeros desarrollos de la Psicología científica... la inteligencia. Por lo que a los sujetos que participaron en el laboratorio antropométrico, además del peso, altura, capacidad torácica y otras características físicas, se les tomaron medidas de diversas facultades psíquicas como capacidad de discriminar colores, tiempos de reacción, agudeza visual y auditiva, etc. Recordemos la popularidad que la frenología alcanzó en la Inglaterra victoriana; y notemos también que, a diferencia de la Psicología general, la de las leyes básicas, a la frenología le interesaba el estudio de las facultades y de las diferencias establecidas entre los humanos en función del desarrollo de las mismas. Muy probablemente, con su laboratorio antropométrico Galton era visto en cierto modo como el continuador de Gall o, al menos, no sorprendió al público inglés con su actitud (Danziger, 1990). Lo que sí es cierto, al margen de las hipótesis historiográficas, es que el éxito fue monumental: durante el tiempo que estuvo abierto en Londres como motivo de la Exposición Internacional de la Salud pasaron por el mismo más de 9000 personas. ¡Y pagando tres peniques cada una de ellas! Todas estas aplicaciones y propuestas teóricas no pasarían de ser una curiosidad histórica si no fuera por el hecho de que Galton intervino activamente en la comunidad científica, dando lugar a destacados discípulos que aplicaron y perfeccionaron sus ideas, y porque participó también en la consolidación institucional de la Psicología británica. Su mediación no se reduce únicamente al laboratorio antro- pométrico que directamente fundó, sino que también colaboró de un modo destacado, económica y moralmente, en la fundación del primer laboratorio de psicología experimental del University Collage de Londres, inaugurado en 1898 (Valentine, 1999). Su influencia en la psicología londinense también se dejó sentir a través de Spearman, quien se hizo cargo del laboratorio en 1907 y que, junto con su discípulo C. Burt, son reconocidos como los valedores de la psicología diferencial y psicométrica de la Escuela de Londres. También publicó varios trabajos en Mind, y fundó, junto con su discípulo Pearson y Weldon la revista Biometrika en 1901. Asimismo, como además de heredar una inmensa capacidad intelectual también heredó una gran fortuna, en su testamento asignó 45000 libras para que se estableciera una cátedra de Eugenesia que fue cubierta en 1912 por Pearson. Cuando Galton murió en 1911 la aproximación factorialista a la inteligencia ya estaba en marcha en la Universidad de Londres. También en Cambridge había conseguido la Psicología experimental hacerse un hueco en la Universidad. Hasta el momento lo que hemos estado examinando ha sido la historia de la psicología británica que más fuertemente estuvo ligado a los pensadores evolucionistas que, en la mayoría de los casos, se trata de personas que trabajaban al margen de la Universidad, como Darwin, Spencer o el propio Galton. La última de las vías de desarrollo que siguió el pensamiento psicológico británico, que se mantuvo más al margen del evolucionismo, fue la que desembocó en la Psicología Experimental propiamente dicha. Aquella que se iba a establecer en laboratorios y cátedras universitarias. Recordemos que Bain había iniciado una línea de investigación, basada en las leyes de la asociación y en los fundamentos fisiológicos de la mente y la conducta, que apuntaba a una especie de psicología fisiológica o experimental que muy bien pudo haber alentado el tipo de Psicología que después se estableció en los laboratorios de las universidades alemanas. Pero esto no fue así. 8.5. Las dos vías de desarrollo de la Psicología experimental británica: Cambridge y Londres Antes de entrar en consideraciones más puntuales respecto de la historia de la Psicología británica en la Universidad es conveniente señalar que en el mismo sentido en que el pensamiento victoriano resultó el principal enemigo para el gran tema de la evolución de las especies, así lo fue también para el desarrollo stricto sensu de la teoría psicológica dependiente del laboratorio. Una medida de lo que queremos decir nos la ofrece Bartlett, cuando relata el airado desprecio con que un matemático del Senado respondió a la petición de que se dotara a la Universidad de Cambridge con un laboratorio de psicofísica: sería, dijo, como “insultar a la religión poniendo el alma humana en los platillos de una balanza” (Bartlett, 1937, 98). Esta cita ha sido reproducida prácticamente por todos los historiadores Historia de la Psicología116 que se han ocupado de la Psicología en el Reino Unido para ilustrar las dificultades que nuestra disciplina ha tenido que sortear en aquellas tierras y para explicar por qué su desarrollo ha sido tan lento y tardío en comparación con lo ocurrido en Alemania o EE.UU. Y, aunque ahora empieza a ser tomada como una interpretación apócrifa, un tanto exagerada de la situación y con claras intenciones justificacionistas (Whittle, 1997), consideramos que bien puede servirnos para ilustrar de qué modo estuvo implicada la moralidad victoriana en el desarrollo de las ciencias humanas. En todo caso, un indicador objetivo de la implantación de la Psicología académica de corte experi- mental en cualquier país del mundo lo ofrecen los laboratorios creados para tales fines y la fundación de revistas, cátedras, sociedades e instituciones especializadas. En relación con Gran Bretaña, no deja de ser sorprendente que tuviera que acabar la II Guerra Mundial para que Oxford contara con una Cátedra de Psicología Experimental: la que ocuparía Humphrey en 1946. Y en relación con los Laboratorios de Psicología Experimental tampoco podemos decir que se instauraran con prontitud: En efecto, parece ser que la psicología experimental en Inglaterra, a diferencia de lo que pasó en otros países, no contó con el respaldo social necesario. La más temprana de las cátedras con tal denominación la encontramos en Londres, donde Spearman fue nombrado Catedrático de Psicología Experimental en 1928; poco después, en Cambridge, se creó la misma cátedra para ser ocupada por Bartlett en 1931. Sin embargo, no debemos concluir de todo esto que la Psicología basada en los datos de la expe- rimentación no hubiera sido practicada allí. Como tendremos ocasión de comprobar a continuación, aparte de los psicólogos a los que ya hemos hecho alusión en apartados precedentes, los nombres de James Sully, James Ward, George Stout, William Rivers, William McDougall o Charles Myers, se han inscrito de forma indeleble en la historia de la psicología experimental británica. En mayor o menor medida todos contribuyeron con su esfuerzo a procurar unos mínimos institucionales y académicos que hicieron posible la consolidación de la psicología científica: crearon laboratorios, publicaron manuales en los que se formaron varias generaciones, se asociaron profesionalmente y pusieron en circulación la primera revista que incluía en su nombre el área de especialización a la que estaba exclusivamente destinada, la Psicología. Así, Ward en Cambridge y Sully en Londres crearon los primeros laboratorios, y Rivers los dirigió, sucediéndole en el cargo McDougall primero y luego Spearman en Londres, y Myers primero y luego Bartlett en Cambridge; Sully publicó unos Esquemas de Psicología (1884), que sucederían en las aulas a los libros de Bain, y Stout un Manual de Psicología (1899) que haría otro tanto con el de Sully; McDougall, Sully y Rivers engendraron lo que sería la British Psychological Society en 1901; Ward y Rivers, con la ayuda de Myers y McDougall, fundaron en 1904 el British Journal of Psychology, dirigiéndolo consecutivamente Ward, Rivers, Myers y Bartlett; cuando se celebró en 1892, en Londres, el II Congreso Internacional de Psicología, Sully fue uno de sus dos secretarios; cuando el antropólogo A. C. Haddon pensó que sería útil que algún psicólogo formara parte de su expedición al Estrecho de Torres en 1898, para investigar las aptitudes psicofísicas de sus habitantes, quien vino a su mente fue Rivers, y éste se llevó con él a sus discípulos McDougall y Myers; etc., etc., etc. No nos dejemos aturdir por esta maraña de datos. En seguida desmadejaremos este revoltijo de nombres fechas y acontecimientos, estudiando de un modo más cronológico y espacialmente ubicado a los psicólogos que aquí se incluyen. Lo haremos, como habíamos prometido, diferenciando entre esos dos núcleos geográficos en los que los herederos de Bain y Spencer sentarían las bases de la psicología científica británica: Cambridge y Londres. Lo importante ahora es no perder de vista que la Psicología británica entró en una nueva etapa a finales del siglo XIX. La puesta en funcionamiento de los laboratorios de Cambridge y Londres así lo atestigua. Desde el momento en que las universidades aceptaron poner el

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