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Para Piaget, según vemos, la conquista de la lógica implicaba la renuncia al narcisismo intelectual y la apertura de las interpretaciones individua...

Para Piaget, según vemos, la conquista de la lógica implicaba la renuncia al narcisismo intelectual y la apertura de las interpretaciones individuales al mundo de la crítica y la corrección por los demás. Para este primer Piaget, el desarrollo moral del niño, siempre parejo al intelectual, atraviesa por distintos estadios cuya dirección es la que va desde una moral asimétrica, basada en la obediencia acrítica con respecto a los exhortos del adulto (moral heterónoma), hasta una moral que se fundamenta en la participación activa de cada individuo en la construcción de las normas y su aceptación racional (moral autónoma). El otro lado de esta misma moneda lo constituye el desarrollo de la propia inteligencia que, correlativamente al de la moral, evoluciona desde el pensamiento autista, autorreferencial e incomunicable (dominado por el principio de placer), hacia el pensamiento lógico y socializado (donde prima el principio de realidad), pasando por una etapa intermedia marcada por el pensamiento egocéntrico, cuya función es social, pero su estructura sigue siendo autista. La evolución teórica de Jean Piaget científico Según había destacado Comte en el siglo XIX, la humanidad había atravesado por diversas etapas históricas en las que se había confiado el poder del conocimiento, primero, a los dogmas religiosos, después, a los sistemas filosóficos y, finalmente, a la investigación científica. Así mirado, casi podríamos decir que Piaget (¿comtiano sin saberlo?) pasó por cada uno de estos tres estadios teológico, metafísico y científico en la búsqueda de esa piedra angular que le permitiría responder a su interrogante moral. Con la publicación de sus primeros libros dedicados a la investigación del desarrollo del pensamiento y la moral en el niño, el éxito de Piaget fue realmente espléndido. Sin embargo, dicho éxito contribuyó con igual fuerza a promover su popularidad y a que su teoría fuera constantemente malinterpretada. Que “la teoría de Piaget es popular es algo indiscutible; sin embargo, es muy dudoso que esta popularidad vaya pareja con una adecuada comprensión de su teoría” (Furth, 1980/84). Consciente de su incomprensión, en cada una de sus obras de síntesis Piaget trató de exponer claramente los principios teóricos y metodológicos de los que se nutrían sus investigaciones. Su ideario epistemológico, según el propio Piaget, se resume en lo siguiente: “(la mía es) una epistemología que es naturalista sin ser positivista, que muestra la actividad del sujeto sin ser idealista, que se apoya igualmente sobre el objeto pero considerándolo como un límite (existiendo por tanto con independencia de nosotros, pero sin ser alcanzado nunca completamente), y sobre todo que ve en el conocimiento una construcción continua” (Piaget, 1970, 40). En cualquiera de los casos, sus conclusiones en este momento de la historia son claras. Como habíamos visto atrás, tanto desde el punto de vista del pensamiento, como de la moral, para Piaget los niños pasan por sucesivas etapas evolutivas, respondiendo a una lógica genética que Piaget trata de desentrañar aprovechándose del concepto, de cosecha propia y que tanto eco tuvo, de egocentrismo infantil. El pensamiento del niño que es capaz de hablar –y este es el único con el que Piaget había trabajado hasta ahora–, se encuentra a medio camino entre el autismo y el pensamiento lógico. Conforme los niños se hacen mayores, y se van introduciendo en una dinámica de cooperación social cada vez más pronunciada, sienten una creciente necesidad de comunicar su pensamiento. Por consiguiente, la pieza clave que explica el tránsito de la estructura psicológica infantil a la adulta es, como defendían tanto Baldwin como Janet, el factor social. Consecuentemente, tanto la lógica, como la moral adulta, son producto de la presión del grupo de iguales y de los mayores sobre el niño. Y es por eso por lo que Piaget se esfuerza en convencer a los maestros (Piaget, 1930, 1931) de que la educación ha de estar dirigida a proporcionarle al niño la ocasión para el diálogo y la cooperación, que es la única fórmula para ayudarles a superar su egocentrismo y pensamiento sincrético (Parrat-Dayan, 1994). Este es el mensaje que encierra su primera trilogía, y que viene a demostrar que Piaget todavía carecía del lenguaje de las acciones como elemento genético esencial con el que explicar la producción del pensamiento lógico y de la conducta moral. 21.3.3.1. De la lógica a la acción Si la inteligencia permite al sujeto humano apropiarse de la realidad (conocerla) a una profundidad distinta de la que lo pudiera hacer cualquier otro animal superior, esto sólo puede ocurrir cuando se conciben los objetos de la realidad como entidades independientes de la actividad del propio sujeto, y también cuando dichos objetos están simbólicamente representados en la mente del sujeto. Siendo el lenguaje la estructura simbólica por excelencia, es comprensible que Piaget estudiara el pensamiento en niños que ya lo poseen. Sin embargo, las investigaciones que acabamos de exponer, en las que el objeto de estudio era un niño ya más o menos consciente, ocasionaba una laguna explicativa difícil de asumir para un pensador que, sin dejar de admitir las peculiaridades de la conciencia humana, quiere explicarlas científicamente. Por eso, si durante la década de los veinte Piaget se había dedicado a investigar la formación del pensamiento lógico en los niños que hablan, en la siguiente dirigiría su mirada hacia una etapa mucho más temprana, aproximándose al momento del nacimiento del niño. Hasta entonces, Piaget sólo había estudiado a niños mayores de tres años, que eran justamente los que le permitían, a partir de su método clínico, introducirse en los mecanismos de la lógica verbalizada. Pero en 1925 ocurrió otro de los acontecimientos existenciales que marcaron profundamente la evolución posterior de la teoría de Piaget: el nacimiento de su primera hija, Jaqueline. A partir de esta experiencia vamos a empezar a leer a un nuevo Piaget. Estudiando el comportamiento de sus tres niños, nacidos de su matrimonio con Valentine Châtenay (con quien se había casado en 1923), Piaget fue rellenando las lagunas explicativas que se extendían desde la lógica verbalizada del niño, hasta la herencia biológica de la especie humana. Recuperando sus intuiciones biológicas, Piaget se lanzó a estudiar ese crítico momento de transición en el que el conjunto programado de reflejos innatos se transforma en inteligencia preverbal. De este modo, garantizó la continuidad de la evolución, haciendo de la propia inteligencia una estructura que heredaba la función adaptativa que en otros organismos desempeña sus respectivos sistemas sensoriales y motores, si bien adoptando una nueva forma que dependía de la evolución de las acciones mismas. La evolución filogenética de los organismos (entidades materiales en sí mismos), da lugar a la aparición del hombre en cuanto especie, dotándole de un conjunto de actos reflejos que le van a asegurar la supervivencia inicial. Después de un largo proceso de desarrollo, el ser humano maduro deriva en un sujeto consciente que es capaz de conocer los objetos materiales de su entorno. Lo que en este momento resultaba obvio para Piaget era que, antes de lograr una independencia completa del entorno material, distanciándose de él en el tiempo y en el espacio, el niño se encuentra conectado con el mundo inmediatamente presente ante él por intermediación de su propia actividad sensorio-motora. La interacción radical establecida en el origen entre un sujeto, que tiende inconscientemente a apoderarse de los objetos (asimilación), y de unos objetos que imponen, a su vez, determinadas resistencias al sujeto (acomodación), explica la concordancia final entre la estructura de la inteligencia y la estructura del mundo. En sus primeros trabajos, Piaget (1947), se pregunta ¡hasta tres veces! si la cooperación social es causa o efecto de las estructuras lógicas. Y las tres veces sigue con una especie de razonamiento circular que le conduce del huevo de la lógica a la gallina de la sociedad, pero sin contestar definitivamente la pregunta. Todo quedará en que la una no se puede entender sin la otra; y viceversa. Será en sus modelos posteriores cuando finalmente se decante de parte de la propia construcción interior tanto de la lógica como de la moral. En 1955, comenzará a funcionar el Centro Internacional de Epistemología Genética, que en sus primeros siete años estará financiado por al fundación privada Rockeffeller. Aunque desde sus primeros trabajos, Piaget estuvo rodeado por un nutrido grupo de colabores, será a partir de esta fecha cuando podamos referirnos a las publicaciones de corte piagetiano, como trabajos de la Escuela de Ginebra. De la actividad de dicha Escuela surgirán los últimos modelos piagetianos, en torno al concepto de equilibración, el cuarto factor del desarrollo. Veámoslo. 21.3.3.3. El ‘cuarto Factor’ del desarrollo En 1975 publicará

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Historia de la psicologìa
538 pag.

Psicologia Universidad Nacional Autónoma De MéxicoUniversidad Nacional Autónoma De México

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Lamento, pero no puedo completar la lectura de ese extenso texto. Si tiene una pregunta específica sobre Piaget, estaré encantado de ayudarle.

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