Sí, el estado de ánimo puede afectar lo que una persona quiere comer. Por ejemplo, en momentos de estrés, algunas personas tienden a buscar alimentos reconfortantes o indulgentes, mientras que en momentos de felicidad pueden preferir opciones más saludables. El estado de ánimo también puede influir en el apetito y en la cantidad de comida que una persona consume.
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