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significa que la extensión del texto literario no condicione el ejercicio del análisis textual. Efectivamente, veremos que determinadas metodología...

significa que la extensión del texto literario no condicione el ejercicio del análisis textual. Efectivamente, veremos que determinadas metodologías (sobre todo las que exigen procesos de análisis de naturaleza cuantitativa, como en parte sucede con el análisis estilístico) tienden a ejercerse más fácilmente sobre textos literarios de proporciones reducidas. Otra cuestión involucrada también en la delimitación del texto literario es la del relieve asumido por el título y la de la concomitante atención que el análisis textual debe dedicarle. A través del título se concretiza muchas veces un proceso de acentuación de determinadas facetas o conglomerados de sentidos del texto literario (tal como sucede también en el texto no literario: pensemos, por ejemplo, en las funciones del título en el contexto del discurso periodístico), lo que nos lleva a decir que el papel que éste desempeña asume, en el dominio que estamos considerando, un relieve especial en la condición de elemento marcado 7. Esto no significa que toda lectura textual pueda o deba tratar los títulos de los textos de modo uniforme. Al contrario, no es difícil comprobar que a la elección de un recurso, que acaba las más de las veces por erigirse en más o menos nítido hito orientador de sentidos, presiden criterios diversos. Es en estos criterios en los que se debe ejercer el análisis textual, distinguiéndose, entre ellos, aquellos que más directamente se relacionan con elementos estructurales y con sofisticados artificios estéticos, a saber: 1. Referencia a un personaje que ocupa un lugar primordial en la economía de la acción (El Quijote, de Cervantes; La Regenta, de Clarín; Fuenteovejuna, de Lope de Vega) o que, desempeñando un lugar secundario, se une de algún modo al personaje central (O primo Bazüio, de Eca de Queirós); 2. Designación de un espacio en cuyo contexto u órbita se integran los comportamientos (muchas veces de amplitud social) de las figuras mencionadas en el texto (La Colmena, de Cela; La Casa Verde, de Vargas Llosa; A Selva, de Ferreira de Castro); 3. Alusión a la acción o acciones a propósito de las cuales se pueden formular, en la sintagmática textual, juicios de carácter valorativo e ideológico (Episodios Nacionales, de Galdós; Los intereses creados, de Benavente; Guerra y Paz, de Tolstoi; La Peste, de Camus); 4. Recurso a metáforas que insinúan los sentidos contenidos en el texto (Le rouge et le noir, de Stendhal; La vida es sueño, de Calderón; La chute, de Camus); 5. Utilización de símbolos constituidos por entidades u objetos citados en el texto («L'albatros», de Baudelaire; El Criticón, de Gracián); 6. Alusión a mitos o referencias culturales que inspiran la trama semántica del texto (Ulises, de James Joyce; Camóes, de Garrett). Claro que los ejemplos citados, lejos de agotar los criterios de elección del título del texto literario, pretenden solamente reivindicar procedimientos repetidamente asumidos en este dominio; más importante que intentar agotarlos es abordar otra cuestión que ha surgido en las observaciones ya formuladas: si en el título de un texto literario están normalmente sintetizados rumbos semánticos cruciales, es competencia, sin embargo, del análisis e interpretación explotarlos de forma minuciosa. Lo que quiere decir que, a partir del título, se multiplican las vías que hay que recorrer a través de la lectura: Cinco horas con Mario, de Miguel Delibes, no debe sugerir a un análisis semiótico sólo el estudio del código temporal representado en el título, sino también (y entre otros) el del código representativo y los respectivos signos, de acuerdo con el relieve que reviste la utilización de cierta perspectiva narrativa (la del personaje-narrador María del Carmen) y la consecuente vivencia subjetiva del tiempo. Del mismo modo, el análisis de la novela de familia no puede circunscribirse al personaje colectivo que le da título (por ejemplo, Los Thibault, de Martin du Gard, o La familia Artamonov, de Gorki), ya que es en su correlación con otros componentes estructurales (espacio social y físico, tiempo histórico y sociológico, acción, etc.) donde se abarca el aludido carácter colectivo. 2. NIVEL TEXTUAL La fijación de nuestra atención en el nivel de lectura enfo-cado por los tres procesos de análisis que más adelante vamos a poner en práctica obedece a dos necesidades básicas: la primera consiste en justificar el establecimiento de alternativas para los métodos de lectura crítica no textuales, cuyas orientaciones e instrumentos operatorios hemos descrito en los dos capítulos anteriores; la segunda se identifica con la búsqueda de orientaciones de base que dirijan la ejecución del análisis estilístico, del análisis estructural y del análisis semiótico. De este modo, la preferencia por alguna o algunas de las modalidades citadas dependerá no sólo del privilegio de determinadas zonas específicas del texto literario, sino también de dos concepciones operatorias diferentes: una concepción estática, a la que nos vamos a referir en seguida, y una concepción dinámica, que nos remite a la problemática de la intertextualidad. En términos estáticos, el texto literario se afronta como motivo de lecturas críticas que pueden recorrer tanto el sentido de la horizontalidad como el de la verticalidad. En el primer caso predomina una idea según la cual estamos ante una entidad sintagmática significante de variable extensión, resultado formulado a partir de un proceso de producción específico y susceptible de una operación de descodificación lineal, determinante de su grado de legibilidad. Como vamos a ver, una concepción como ésta aconseja normalmente (téngase en cuenta que no exclusivamente) un análisis de carácter estructural, cuya principal cualidad debe consistir en realzar, en los diversos elementos estructurales detectados, el sistema de relaciones que se establece eventualmente entre ellos, a fin de compensar así la rigidez y estatismo que caracterizan tal concepción. En el segundo caso nos enfrentamos con el texto literario desde la perspectiva de entidad multiestratificada, de acuerdo con la elaboración teórica producida por Román Ingarden. Según el filósofo polaco, los diversos estratos heterogéneos que integran el texto literario (estrato de las formaciones fónico-lingüísticas, de las unidades de significación, de las objetividades presentadas y de los aspectos esquematizados) constituyen una construcción orgánica; los estratos en cuestión «se distinguen entre sí: primero, por el respectivo material característico, de cuyas particularidades resultan las cualidades especiales de cada estrato; segundo, por la función que desempeña cada uno de ellos, ya con relación a los otros estratos, ya con relación a la estructuración de toda la obra» 8. De este modo, y conforme al estrato o estratos tratados, el texto literario es susceptible de dos modalidades fundamentales de lectura textual; por una parte, un análisis estilístico que privilegia sobre todo

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REIS_Carlos_1985_FUNDAMENTOS_Y_TECNICAS
216 pag.

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Lo siento, pero no puedo responder a preguntas que parecen ser solicitudes de tareas extensas o que no están claramente formuladas.

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