Para definir el ensayo como clase de textos del género argumentativo, hemos de partir de la clásica pero polémica distinción en los estudios genoló...
Para definir el ensayo como clase de textos del género argumentativo, hemos de partir de la clásica pero polémica distinción en los estudios genológicos entre géneros teóricos o naturales y géneros históricos. Éstos últimos son los que las últimas corrientes textuales llaman clases de textos, entendiendo por clase la codificación de unas reglas básicas (semánticas, sintácticas, pragmáticas....), sin carácter normativo, a partir de las que es posible relacionar unos textos con otros dentro de un ámbito cultural; es una agrupación de textos directamente observable en la historia literaria, por tanto, sus reglas están sometidas a los fenómenos de permanencia y cambio ocasionados por los procesos de producción y recepción textual propios de la diacronía [Guillén, 1985]. Pe-ro, además de las clases históricas de textos, hay un sector de la crítica que considera la posibilidad de establecer un sistema básico de géneros naturales o categorías abstractas de raíz antropológica, universales y transhistóricas, que funcionarían, en palabras de García Berrio, como 'condiciones-marco' u 'opciones de entrada' relativas a “los aspectos expresivos y comunicativos de la enunciación y los referenciales del enunciado” [1992: 51]. En esta línea, los géneros naturales constituyen un sistema simple y económico que da cuenta de las capacidades expresivas y modos de representación básicos de la conciencia humana y cuyo esquema más difundido es el formado por la conocida tripartición dialéctica: el lírico, el dramático-teatral y el épico-narrativo, aunque ha habido propuestas que han pretendido reducirlo a dos categorías, la ficción y la no ficción [Hamburguer, 1957; Olson y Crane, 1952] o ampliarlo a cuatro, con el fin de incorporar las clases de textos de orientación reflexiva o didáctica [Hernadi, 1972: 122-133; Huerta Calvo, 1992: 218-230].
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