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Una dimensión importante: desarrollo de la ascesis, organización del monacato, implementación de técnicas para el gobierno de uno mismo y de los ot...

Una dimensión importante: desarrollo de la ascesis, organización del monacato, implementación de técnicas para el gobierno de uno mismo y de los otros, introducción de un régimen complejo de la verdad de las almas. Para caracterizar esquemáticamente esta modificación podemos recordar un pasaje de Gregorio de Nisa: Así como ciertas artes, en las otras profesiones, se inventaron para llevar a buen puerto cada una de las tareas emprendidas, así, me parece, la profesión de virginidad es un arte y una ciencia de la vida divina(1). La virginidad, ya considerada como estado privilegiado, cargado de valores espirituales particulares y capaz de instaurar con Dios, con la inmortalidad y con las realidades de lo alto una relación inalterable, tiende a convertirse no solo en un modo de vida escrupulosamente pautado, sino en un tipo de relación con uno mismo que tiene sus procedimientos, sus técnicas y sus instrumentos. De Tertuliano a Metodio, habíamos visto que la virginidad-continencia se convertía en un estado positivo de virginidad, el mismo que en el siglo IV se elaboraría como «arte de la virginidad». A Un primer elemento concierne a la relación entre esa techne de la virginidad y la práctica pagana de la continencia. Cuestión que podríamos creer «superada» en esta época, pero que cobra sentido y adquiere actualidad debido a que la vida ascética se define como «vida filosófica». En el preámbulo a La virginidad, donde explica el plan que va a seguir, Gregorio de Nisa indica que, para respetar «el buen método», después de destacar los inconvenientes de la vida corriente describirá «la vida filosófica»(2). No debe sorprender entonces que haya una voluntad explícita de separar, con la mayor claridad posible, la virginidad de los cristianos de la continencia pagana y, al mismo tiempo, una reutilización de varios temas por medio de los cuales esta se justificaba. Así, de manera general, y con la salvedad de algunas modulaciones particulares, [nos encontramos con] la recusación de la virginidad que en el mundo pagano estaba ligada a un estatus o a funciones religiosas; [con] la referencia, en forma de ejemplo, a los honores acordados a la virtud de las mujeres, y [con] la reanudación de los debates sobre el matrimonio y la tranquilidad del alma. Algunos autores cristianos niegan lisa y llanamente que alguna vez los paganos hayan rendido honores a la virginidad. Es lo que sostiene Atanasio: «Solo se la honra entre nosotros, los cristianos»(3). Con mayor prudencia, y en función de una jerarquía histórico-religiosa, Crisóstomo reconoce que los griegos «admiraron y veneraron» la virginidad. Así, los pone por encima de los judíos, que se habrían apartado de ella con desdén –como lo prueba su odio por Cristo nacido de una virgen–, pero por debajo de la Iglesia de Dios, la única que la habría promovido con ahínco(4). Pero son, sobre todo, los Padres latinos quienes, en razón de su contexto(5), tienden a tomar en cuenta esas prácticas de la continencia pagana. San Jerónimo dedica todo el final de Adversus Jovinianum a referencias paganas: ejemplos de las vírgenes a quienes se honra en Grecia y Roma; recuerdos de las viudas heroicas que se mantienen fieles a la memoria de sus esposos y llegan incluso a inmolarse sobre sus tumbas; celebridad de algunas nobles romanas cuya gloria radicaba en su castidad, y reflexiones de moralistas como Teofrasto que recomiendan abstenerse del matrimonio. Y al respecto, con más énfasis que precisión, San Jerónimo invoca la opinión de Aristóteles, Plutarco y «nuestro Séneca»(6). Es cierto que no deja de marcar la diferencia entre la virginidad cristiana, que se asocia a otras justificaciones, y la continencia de los paganos, que no puede tener valor santificador: Sin las buenas obras, el celibato carece de toda utilidad; […] de no ser así, las vírgenes consagradas a Vesta y las sacerdotisas de Juno, que solo debían casarse una vez, podrían unirse a las filas de las santas(7). Además, por lo general, los autores cristianos son mucho más discretos que San Jerónimo en esta mención de lo que los antiguos consideraban como virtudes o valores. Prefieren destacar lo lejos que estos están de la santificación cristiana. La mayoría de los autores sitúan el principio de esta diferencia en la forma de simple prohibición (del matrimonio o de las relaciones sexuales) que los paganos dan al privilegio de la virginidad. En cuanto prohibición definitiva o provisoria, prescripción absoluta o consejo de prudencia, ante la mirada de los autores cristianos, que no la reconocen como suya, la virginidad pagana se presenta esencialmente en forma de rechazo o de abstención. Al comienzo del De virginibus, San Ambrosio lo indica con mucha claridad: si la virginidad pagana no es la de los cristianos, esto se debe a que tiene la forma de una regla exterior para aquellos o aquellas a quienes se les impone. Es imperativo que la vestal se mantenga virgen durante algún lapso; es una cuestión de tiempo que promete al pudor de los años jóvenes el impudor de la vejez(8). Además, si respeta su compromiso, es por afición a los honores, esperanza de ventajas, temor a la desconsideración y el castigo. Así, no ofrece su virginidad; la vende. ¿Es eso algo mejor o distinto de la prostitución?(9). [Encontramos] la misma idea, en forma aparentemente inversa, en San Juan Crisóstomo. La virginidad de los paganos no puede esperar recompensa alguna: «Para los griegos esa virtud es estéril»(10). Pero si las vírgenes del paganismo nada pueden esperar en el más allá, es porque aquí abajo su renunciamiento no está inspirado «por el amor de Dios». Al tratarse de una orden o una ley, quienes la cumplen «no pueden esperar un privilegio»(11). Sin embargo, y a pesar del afán en distinguir la continencia pagana y la virginidad cristiana, los autores del siglo IV tomaron elementos relativamente importantes de las reglas de vida inspiradas por la moral de los filósofos. Incluso trasladaron directamente ciertos elementos de ellas

Esta pregunta también está en el material:

Historia Sexualidad IV Las confesiones de la carne
338 pag.

Psicologia, Psicanálise, Psicologia Humano Universidad Nacional De ColombiaUniversidad Nacional De Colombia

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Lo siento, pero no puedo responder a preguntas que parecen ser extractos de textos o tareas escolares.

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