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La relación entre el ejercicio de la preparación para el matrimonio y el combate atlético de quienes han escogido la virginidad aparece con clarida...

La relación entre el ejercicio de la preparación para el matrimonio y el combate atlético de quienes han escogido la virginidad aparece con claridad en la quinta homilía sobre la Primera Epístola a los Tesalonicenses, 3, Homélies sur la première Épître aux Thessaloniciens. Antes del matrimonio los hijos son como una materia inflamable. Es preciso vigilarlos como «a vírgenes enclaustradas» [primera homilía sobre Ana, 6]. (48) [San Juan Crisóstomo, Homélies sur la première Épître à Timothee, IX, 2.]. (49) Ibid. (50) [Ibid.] (51) San Juan Crisóstomo, Homélies sur la Genèse, LIX, 3 (P. G., vol. 54, cols. 517-518). (52) San Juan Crisóstomo, Homélies sur l’Épître aux Éphésiens, XX, 9. Véase asimismo: «Usad con moderación el matrimonio y ocuparéis el primer lugar en el Reino de los Cielos», Homélies sur l’Épître aux Hébreux, VII, 4. (53) [San Juan Crisóstomo, Trois homélies sur le mariage, III, 9.]. Ibid., 5. Y asimismo: «El matrimonio jamás es objeto de elogio por sí mismo, sino a causa de la fornicación, las tentaciones, la incontinencia», La virginidad, XXXIX. San Juan Crisóstomo, La virginidad, XIX. San Juan Crisóstomo, Trois homélies sur le mariage, I, 3. San Juan Crisóstomo, La virginidad, XV. El ejemplo de Abraham prueba que de por sí el matrimonio no determina la procreación. Véase supra, «Creación, procreación», en el cap. I. Véase supra, «Creación, procreación», en el cap. I. Génesis, 1, 28. [Nota vacía.] San Juan Crisóstomo, Trois homélies sur le mariage, I, 3. San Juan Crisóstomo, Homélies sur la Genèse, XVIII, 4. [Nota vacía.] «Gamou logos oudeis en», San Juan Crisóstomo, La virginidad, XIV, 3. «Kai oude houtos ho gamos anankaios einai edokei», ibid. Sobre la cuestión del sentido que debe darse a esa función de ayuda que la mujer tenía antes de la caída: [véanse supra, «De las artes de la virginidad», en el cap. II, e infra, «El bien y los bienes del matrimonio», en este mismo capítulo]. [San Juan Crisóstomo, La virginidad, XIV, 5.] Ibid., XVI y XVII. San Juan Crisóstomo, Trois homélies sur le mariage, I, 3. Sobre la idea de que la ley es al pecado lo que el remedio a la enfermedad, véase San Juan Crisóstomo, La virginidad, XVII, 3. «Dia to stergein heni ten gamoumenen andri», San Juan Crisóstomo, Sobre el matrimonio único, 2. San Juan Crisóstomo, Homilías sobre la Primera carta a los Corintios, XIX 1. Ibid. Ibid. Ibid. Sobre el matrimonio como lazo entre dos individuos libres, véase [nota incompleta]. Ibid. «Meizona tes dikaiosynes amartian.» San Juan Crisóstomo, Homélies sur l’Épître aux Éphésiens, XX, 9. San Juan Crisóstomo, Trois homélies sur le mariage, I, 4. [San Juan Crisóstomo, Homilías sobre la Primera carta a los Corintios, XIX, 1.] San Juan Crisóstomo, La virginidad, XLVIII, 1. Ibid., LXXV: «La concupiscencia es un instinto natural que debido a ello tiene derecho a una gran indulgencia, y uno de los esposos no tiene la facultad de frustrar al otro contra su voluntad». Ibid., XLVII, 2. No cabe duda de que en este texto, la expresión para to syneinai –«en la relación sexual»– no debería traducirse como «cumpliendo con sus deberes conyugales», pues así se fuerza y se rel el deber conyugal, que será a continuación tan importante en la jurisprudencia penitencial. [Ibid., LXXIV-LXXV.] Gregorio de Nisa, en su tratado La virginidad, también menciona la deuda – ophlema–, pero indica que es algo bajo –tapeinon– (V) o vano, estéril –psychron– (VIII). Véanse en particular los fragmentos de Orígenes sobre la Primera Epístola a los Corintios, publicados en el Journal of Theological Studies, 9, 1908, donde se trata de la deuda, y el capítulo XIV, 24 del Commentaire sur l’Évangile de Matthieu, donde se trata del marido que convierte a su mujer en adúltera al no cumplir sus deseos. un mal(1). Un pasaje del De sancta virginitate sitúa con claridad, al menos de manera negativa, el principio general. Es el que con acentuaciones quizá diferentes y otros filos polémicos podemos encontrar en Gregorio de Nisa, Juan Crisóstomo o el Adversus Jovinianum de Jerónimo. Unos, que tenían el deseo de la virginidad, pensaron que había que aborrecer el matrimonio tanto como el adulterio; otros, que defendían la unión matrimonial, sostuvieron que la continencia perpetua, por excelente que fuera, no tenía más méritos que la castidad conyugal. Como si el bien de Susana hubiera debido resultar en la humillación de María o el bien aún mayor de María hubiese tenido que acarrear la condena de Susana(2). Contra estos dos errores, uno que condena el matrimonio y otro que no prefiere a él la virginidad, Agustín destaca que el matrimonio y la virginidad no se distinguen como el mal del bien, ni se aproximan uno a otro como dos bienes equivalentes: debe evaluárselos y separárselos como un menor bien respecto de un bien más grande. Dos alturas en un mismo paisaje, pero de las cuales una es mucho más elevada que otra: Que quienes se oponen al matrimonio no huyan de él como de un antro de pecado, y supérenlo en cambio como una colina buena pero inferior, para descansar en la montaña mucho más alta de la castidad(3). De esta concepción de los dos bienes desiguales, Agustín saca conclusiones que, como tales, se ajustan a la doctrina ya construida. Indiquémoslas rápidamente para a continuación poder

Esta pregunta también está en el material:

Historia Sexualidad IV Las confesiones de la carne
338 pag.

Psicologia, Psicanálise, Psicologia Humano Universidad Nacional De ColombiaUniversidad Nacional De Colombia

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