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¿Qué es el sufrimiento? El problema de no aceptar ni cambiar Cada día nos trae una infinidad de cosas que ocurren tal como nos gusta y un montón de...

¿Qué es el sufrimiento? El problema de no aceptar ni cambiar Cada día nos trae una infinidad de cosas que ocurren tal como nos gusta y un montón de cosas que no. Algunas de ellas son muy importantes para nosotros y nos apegamos totalmente a obtener ciertos resultados. Ocuparse lo los resultados nos proporciona la motivación para trabajar duro con vistas a obtener lo que queremos. Desafortunadamente, es posible que carezcamos de las habilidades para querer lo que realmente tenemos. Este es un problema aparentemente insoluble en muchas relaciones íntimas. Muchas parejas tienen ideas sobre cómo debería ser su relación. Algunas personas quieren ser activas, involucrarse juntas en aventuras, compartir en común cada paso. Otras quieren que su relación sea un cielo al que puedan escapar al final del día de un mundo a veces frío y doloroso. Existen muchas, muchas nociones sobre qué forma debería tener una buena relación, sana, cercana y de mutuo apoyo. Así que buscamos una pareja que parece compartir nuestra visión y nos entusiasmamos cuando la encontramos. Sin embargo, en primer lugar, olvidamos que tenemos cientos, quizá miles de ideas sobre cómo queremos que sea el mundo, nuestra relación, la educación de nuestros hijos, así como nuestro coche, la dieta, el presupuesto, la relación sexual, la forma de lavar la ropa y de los tapones de la pasta de dientes: no hay dos personas que sean iguales. En segundo lugar, olvidamos que nada es constante excepto el cambio: el mundo está constantemente cambiando, lo mismo que nosotros, así que incluso muchísimas similitudes con su pareja no pueden garantizar en algún momento que sean similares en el futuro. En la mayoría de las situaciones, puede llamar a esto crecimiento y cambio. Pero cuando implican cosas a las que está apegado, se siente como una pérdida, un agravio, tristeza y soledad. Entonces tenemos una elección esencial. Podemos luchar contra los cambios a nuestro alrededor, en especial contra los de nuestra pareja, o podemos aceptarlos. El cambio exige mucho esfuerzo y, con frecuencia, mucho compromiso; por ello implica un cierto grado de sufrimiento (sufrimiento de la adaptación, tristeza de la pérdida y del cambio, etc.). Este dolor puede vivirlo en primer lugar su pareja, que cambia en respuesta al deseo de usted. Usted queda aliviado (quizá obtiene lo que quiere), pero cuando cobra plena consciencia de su pareja, usted también experimenta parte de su dolor por la pérdida (su pareja tiene que cambiar, renunciando a algo que prefería). Por supuesto, el cambio también puede ser nutritivo y realizador. Pero por definición, con cada nuevo entusiasmo se ha perdido algo que antes era muy preciado, al menos en cierto grado. Por añadidura, existe un cierto sufrimiento originado por la aceptación: reconocemos que algo a lo que estábamos apegados antes es diferente ahora, se ha transformado o lo hemos perdido y esto nos entristece. Por tanto, con la aceptación del cambio también hay dolor Este dolor es parte de vivir bien la vida. Por otra parte, el sufrimiento se origina cuando estamos estancados y no podemos cambiar eficazmente las cosas a nuestro gusto, ni podemos aceptarlas tal como son. Esta actitud de no aceptar ni tampoco cambiar es una actitud de sufrimiento, no solo por la frustración de no obtener lo que queremos, sino también por la incomodidad asociada con la no aceptación; todavía seguimos apegados a los cambios que deseamos. Además, este sufrimiento puede crecer como un agujero negro y absorber todo a su alrededor, deformando el tiempo, de modo que ningún aspecto de su relación ni de su vida le parece que esté bien y deja de vivir en el presente. Nada parece que esté en paz. Se producen muchas lagunas de cercanía e intimidad con su pareja. Usted sufre y su pareja con usted, lo mismo que sufre la relación. Este sufrimiento es en su mayor parte innecesario. El capítulo anterior abordó muchas formas de realizar los cambios que desea. Si puede cambiar o hacer que su pareja cambie para obtener más de lo que usted desea, merece la pena el esfuerzo y el dolor asociado al cambio. Pero, ¿qué pasa si usted sigue intentándolo y no logra que la situación, su pareja ni usted mismo cambien? ¿Qué hará entonces? Si permanece apegado a la idea del cambio, pero no puede lograrlo, está bloqueado en el no aceptar/no cambiar. Por estar todavía apegado a la idea del cambio (es lo correcto, no puede imaginar vivir de otro modo), se verá tentado a continuar pensando que la solución consiste en estrategias de cambio más amplias, mejores y más potentes. Pues bien, ¡buena suerte! La cuestión no consiste en que desista de intentar conseguir lo que quiere. Tiene el derecho a intentarlo. Más bien se trata de cuál es el coste que tendrá en su vida y en su relación si continúa intentando conseguir que su pareja cambie. Las secciones siguientes considerarán la otra alternativa: la aceptación de lo que realmente es, a pesar de que al principio pueda no gustarle. Encontrar aceptación y cercanía A veces, usted quiere claramente centrarse en el cambio. Está bien, por supuesto. Sin embargo de vez en cuando se produce el conflicto; su pareja hace algo que usted quiere que deje de hacer (o no hace algo que usted quiere que haga), y esto está tan constantemente presente y es tan resistente al cambio que sabe en el fondo que continuar intentando conseguir que su pareja cambie no ha funcionado y es probable que no funcione. ¡Pero usted quiere realmente que su pareja cambie! Y el cambio no se está produciendo. Esta no aceptación/no cambio le está empezando a desesperar. ¿Qué tipo de asuntos caen en esta categoría? En principio, cualquiera que su pareja haga que a usted no le gusta y, mientras no sea contrario a sus verdaderos valores, dicho asunto es susceptible de que pueda usted hacer esfuerzos efectivos para cambiar y también para la genuina aceptación. Tal vez sea la forma en que su pareja aparca el coche en el garaje, deja la tapa del retrete levantada o bajada, quiera estar sola unos minutos cuando llega a casa (a pesar de que usted está deseando hablar sobre el día que ha tenido y quiere apoyo), se frustra o queda herida fácilmente cuando quiere usted pasar unos momentos en soledad, es descuidada con algo que a usted le importa mucho o deja sus calcetines sucios en la escalera. Podría ser cualquier cosa que usted haya intentado una y otra vez que su pareja cambie. Pero sus esfuerzos han sido en vano y el cambio no se ha producido. Elija una de estas cosas y considere los siguientes pasos o ejercicios como alternativa a los habituales reproches, quejas, enfados, frustración o amargura que dirige hacia su pareja respecto a ese particular comportamiento (Fruzzetti e Iverson 2004). Puede elegir la alternativa de volver a cambiar de enfoque en cualquier momento que quiera, sin penalización alguna. Tolerancia conductual El verdadero primer paso hacia una posible aceptación es dejar de poner energía en cambiar a su pareja (al menos esa conducta concreta motivo del conflicto). Aunque pueda parecer muy sencillo, no lo es. Existen dos principales razones por las que es difícil abandonar el enfocar siempre lo mismo o “cambiar de hábito”, incluso por unos días o algunas semanas: en primer lugar, es doloroso tolerar una situación o una conducta que a usted le gustaría que fuese diferente; en segundo lugar, soltar su “energía de que él o ella cambie” significa que usted al principio se sentirá frustrado, porque se está enfrentando a la realidad de que no está consiguiendo lo que quiere. Está viviendo una pérdida. El primer paso implica darse cuenta de todas las formas en las que usted intenta conseguir que su pareja cambie esa conducta concreta. ¿Reprende, se queja o escribe notas garabateadas o correos electrónicos sobre eso “problemático” que hace o que no hace? Emplee varios días y vigile las señales verbales y no verbales (incluidas esas “miradas que matan”) que usted envía a su pareja al respecto. Mantenga un registro escrito para no perderse ninguna de las muchas formas en que usted se esfuerza por conseguir que su pareja cambie. A continuación, deje de emitir todas esas señales, al menos por el momento. Escoja un periodo de tiempo, por ejemplo tres semanas, y comprométase simplemente a abandonar sus objetivos de que cambie hasta agotar ese plazo. Ninguna regañera, queja, mueca intencionada, ojos en blanco, horribles respuestas similares, ni ningún otro es

Esta pregunta también está en el material:

59 La pareja altamente conflictiva
216 pag.

Psicologia Universidad de CaraboboUniversidad de Carabobo

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