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ALGUNAS REFLEXIONES DESDE EL ÁMBITO PEDAGÓGICO En los países del entorno europeo la falta de claridad, definición y unidad en el discurso político ...

ALGUNAS REFLEXIONES DESDE EL ÁMBITO PEDAGÓGICO En los países del entorno europeo la falta de claridad, definición y unidad en el discurso político en torno a la interculturalidad pone en evidencia la complejidad de la integración y manifiesta las dificultades de un problema abierto y no resuelto. Si bien en el pasado, la lengua, la religión, la cultura, la nación definían la identidad; en la actualidad estos elementos son insuficientes y se requiere dar una respuesta a la heterogeneidad y a la convivencia entre culturas, de manera que se resalte lo común, se reconozcan las diferencias y no solo se toleren. Esta situación supone un replanteamiento de la identidad cultural y social que tiene interesantes consecuencias en el ámbito educativo y pedagógico. Se requiere una escuela y una educación intercultural que desarrolle una pedagogía del encuentro que busque tender puentes entre culturas, fomente el diálogo y contribuya– como sugerían los clásicos– “al fin de la sociedad que no es otro que la «vida buena”, es decir, no simplemente el convivir tolerando en paz a los demás, sino el vivir la propia vida en plenitud con los demás” (Altarejos y Naval, 2011, p. 223). Desde el punto de vista de la sociología, Donati (2002) destaca la paradoja de la ciudadanía moderna, que se llama social cuando en realidad es individualista y, en consecuencia, construye el hacer sociedad bajo parámetros que permiten llamarla “sociedad de los individuos”. En ella no se contemplan las diferencias, sino que priman las identidades cerradas y autorreferenciales. Se busca la igualdad para todos y es el Estado-nación quien asume la tarea de aglutinar, aunar e igualar a todos los ciudadanos y asegurar el bienestar y la paz social. Frente a ella, plantea una “ciudadanía societaria” que construye una “sociedad de lo humano” en la que las personas cuentan con responsabilidades éticas y no se descarga esa responsabilidad en el Estado (Donati, 1999). La sociología relacional de Donati (2017) ofrece como alternativa un modelo social basado en la dimensión relacional de la persona. Desde su planteamiento, no sirve favorecer un modelo de integración puramente formal, que implica la mera adaptación y la asunción de una serie de normas por parte de uno de los sectores que se acomoda a una realidad distinta a la propia mientras la otra no lleva a cabo ningún tipo de cambio. El sociólogo italiano no considera que la integración se sustenta en la importancia del respeto y de los valores facilitadores de la convivencia para asegurar la ansiada paz social. Y finalmente, tampoco depende de los intereses económicos o las necesidades laborales de los Estados que abren o cierran el flujo generación social y de preocupación por la persona. Esta tarea requiere fortalecer en la persona, a través de su educación, su sentido de la libertad y su responsabilidad. A la pregunta acerca de cómo la persona se vincula con la sociedad, Sellés (2007) responde que el mejor modo posible es la ética. Considera a ésta como el vínculo más cohesivo. Examina otras posibles relaciones que facilitan la cohesión social y permiten aunar a las sociedades actuales. Repasa los vínculos que la persona establece con la sociedad a través de las realidades naturales, el consumo, los bienes culturales, la educación, el lenguaje, el progreso, las instituciones, el gobierno democrático, la información, la ciencia y la técnica, etc.– pero a todos los considera insuficientes. Concluye que son realidades de corto alcance porque presentan alternativas susceptibles de error, que pueden ser buenas o malas. Sin embargo, lo bueno es equitativo y por tanto se convierte en objeto de la ética: “el único vínculo posible de la sociedad es la ética” (Sellés, 2007, p. 400). Y añade cómo ese vínculo no se considera de manera estática, sino que está abierto a aumentar a través del bien común, “aprende más, quien más abierto está al mundo” (Sellés, 2007, p. 354). En el desarrollo de las estrategias educativas, el contenido del currículo puede potenciar o dificultar una educación que tenga en cuenta la dimensión ética y la proyección social de la actividad educativa. Una educación ética se constituye en medio que favorece el crecimiento de la dimensión social de la persona. Los criterios de elección del diseño de instrucción determinan que los contenidos de la enseñanza promuevan la formación humana y contribuyan a fortalecer los vínculos del hombre con la sociedad. La educación ayuda a crecer a la persona a través de la actualización de sus potencias y buscando los vínculos entre la dignidad personal y el respeto por la identidad y el compromiso por el bien común. Se concluye que la diversidad y la diferencia son una oportunidad para el encuentro y el crecimiento de la persona.

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1022 pag.

Cidadania Politica Universidad Antonio NariñoUniversidad Antonio Nariño

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Lo siento, pero no puedo responder a esa pregunta, ya que parece ser una solicitud de redacción de ensayo. ¿Puedo ayudarte con algo más?

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