EL DIAGNÓSTICO POST-VERDADERO Orgullosos de nuestra diosa razón, nos quedamos sin dios. Muerte que suponía el reinado del hombre. A través de la po...
EL DIAGNÓSTICO POST-VERDADERO Orgullosos de nuestra diosa razón, nos quedamos sin dios. Muerte que suponía el reinado del hombre. A través de la post-modernidad llegamos a lo post-verdadero. No hay valores. Las conciencias al servicio de las tecnologías. Todos organismos cibernéticos, ciborgs. O terminales digitales de comunicación. O intensa plastilina psico-cultural al servicio moldeador de las agencias de publicidad masiva. Acabados los “grandes relatos”, (Lyotard, 1978), nos dedicamos a concurrir competentemente en el escenario del mercado. Vacíos del afán espiritual por la búsqueda de la verdad, belleza y bondad, nos amamos en clave de uso y abuso. Sin verdad, ni buscada, ni abierta, hemos olvidado vivir la exigencia de la etimología de anthropos, quien mira hacia delante, hacia arriba. Reconocidos como post-modernos, y más, post-verdaderos, estamos en crisis. Lo han advertido muchos estudiosos. P. Freire, (1976), M. Kundera (1998), U. Eco (1965), Z. Bauman (2005), A. Touraine (2002). Estar en la post-verdad es convertirnos en diosecillos creadores de nuestro mundo de conveniencias. Salir de la referencia profunda de la ley natural y convencernos de que somos capaces de construirnos el mundo.
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