De la tabla 1 se concluye que la ciudadanía ecológica es una ciudadanía activa, una ciudadanía “fecunda” (Sánchez, 2003: 304), que articula y proye...
De la tabla 1 se concluye que la ciudadanía ecológica es una ciudadanía activa, una ciudadanía “fecunda” (Sánchez, 2003: 304), que articula y proyecta su participación más allá de los canales que la democracia representativa disponga de manera formal. Esa ciudadanía modula su participación en la esfera de lo público y lo privado haciendo suya la máxima feminista de que “lo personal es político” y no pierde de vista el contexto de su participación local en el marco global. Todo ello tiene como último fin la defensa del interés general: la búsqueda de la sostenibilidad.
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