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Se parte de que existe un trato sexista en el mensaje publicitario; en muchas ocasiones porque el creativo muestra la realidad social sin ser consc...

Se parte de que existe un trato sexista en el mensaje publicitario; en muchas ocasiones porque el creativo muestra la realidad social sin ser consciente de la influencia de su mensaje en la imagen social de género. Refleja la realidad de modo sexista, estereotipando en sus mensajes; sobre todo, en la utilización de la imagen, como técnica rápida de identificar al público con una situación aprobada socialmente y fácilmente entendible, lo cual reafirma a hombres y mujeres en sus imágenes estereotipadas y no igualitarias, aunque en este medio la escasa presencia de figura humana hace que este tipo de sexismo sea menos utilizado en esta comunidad. El error en el que más inciden es en el tratamiento sexista que se da en el texto del mensaje publicitario, especialmente mediante sobregeneralización, lo cual recalca la invisibilidad de la mujer en muchos de los mensajes publicitarios. Cuestión que llevan a cabo quizá por falta de formación y sensibilidad hacia la igualdad de géneros y su protagonismo en la construcción de ésta. Con esto queda justificada la hipótesis de partida, que ha sido corroborada o refutada en cada uno de sus aspectos, en función de los datos e información recogida en el desarrollo de la investigación. El tratamiento de la Imagen de Género en la creación del Mensaje Publicitario del medio prensa a comienzos del Siglo XXI (El Mundo, Diario de Valladolid, 2001-2005) 526 8.9. Reflexión Final Las personas nacemos con un sexo, y a lo largo de la vida creamos una identidad de género. Ya una de las frase de la historia del feminismo lo anunciaba: “No se nace mujer: se llega a serlo” (Beauvoir, 2002,13). Una identidad marcada por la sociedad, el día a día de nuestro entorno, que nos define comportamientos correctos, diferentes entre hombres y mujeres. “Actualmente, gracias a la conquista del feminismo, es cada vez más normal que se la empuje a estudiar, a practicar deportes, pero se le perdona mejor que a los chicos que no lo haga bien; se le hace el éxito más difícil exigiéndole otro tipo de realización: al menos se desea que sea también una mujer, que no pierda su feminidad” (ibídem, 28). Se presupone que de hombres y mujeres se han esperado realidades distintas desde tiempos remotos; que la ruptura de estas exigencias desiguales supone la igualdad, la cual debe darse y manifestarse en todo los aspectos de la vida cotidiana, lo que por nuestra diferenciación física parece se complica. El hombre es el fuerte físicamente, y esto le lleva a la imagen extendida del fuerte, (digo se supone) y la mujer es la débil, la que debe estar dotada de sensibilidad para cuidar de sus bebés como mujer madre, lo cual se extiende a débil en todos los aspectos; y así son muchos los estereotipos que marcan una diferencia entre hombres y mujeres, difícil de romper por el fuerte arraigo social que han alcanzado. Y aunque en este siglo podemos encontrar afirmaciones políticas que pretenden romper esta realidad social, se presume como tarea difícil de lograr. Debemos también considerar, por otra parte, que la publicidad como mensaje persuasivo que pretende conducirnos a un comportamiento deseado, y que suele hacerlo en poco tiempo, es lógico que refleje en sus mensajes estereotipos, es decir información aceptada socialmente, pues así comunica rápidamente lo que pretende que la sociedad entienda, sin plantearse si con esta comunicación perjudica la evolución social e influye en el refuerzo de lo cotidiano. Pero esto no es siempre así; en alguna ocasión podemos encontrar una publicidad haciendo guiños de modernista y marcando nuevas tendencias sociales, eso sí, siempre admitidas por su público, el target group, nunca enfrentadas a éste. Con esto, la publicidad no es más que un Capítulo VIII: El tratamiento de la imagen de género en la creación del mensaje publicitario del medio prensa local a comienzos del siglo XXI. 527 espejo en el que la sociedad puede ver esa realidad, no toda, sino la que quiere y está dispuesta a aceptar. La publicidad del siglo XXI, un siglo marcado ya por el objetivo de la igualdad, inspirada en una realidad donde la mujer está altamente incorporada al ámbito laboral y social, donde puede ser fuerte y débil, y el hombre también, no debería ya reflejar este tipo de estereotipos. Es aquí donde podemos decir: o la publicidad está anclada y acomodada en el pasado, o los creativos no están dispuestos a romper con esta fácil estereotipia en sus mensajes. Situación que no favorece la igualdad, debido al gran poder de la publicidad como mensaje. Por otro lado, también es curioso cómo la publicidad refleja como predominantes los estereotipos masculinos, adquiriendo valor lo masculino en detrimento de lo femenino; la mujer se muestra representada y quiere verse en estereotipos masculinos, mientras que los estereotipos de mujer: débil, sumisa, subjetiva, con miedo,… no son deseados por nadie, son los infravalorados, y deberían ser los compartidos y pertenecientes a ambos en situaciones concretas de su vida. No deberíamos discernir entre lo bueno y lo malo, sino todo como parte de nuestra realidad social. De nuevo debemos asumir cualquier situación y atributo como propio de ambos, sin ser mejor ni peor, sino real en nuestra vida; lo privado debe ser aceptado públicamente y lo público debe entenderse también como importante en la parte privada en nuestras vidas; quizá así todos los estereotipos puedan ser cotidianos para todos, independientemente de nuestro sexo. La realidad social parece que se acerca a la igualdad; la publicidad debería ayudar en este camino, pero la dificultad no se encuentra en el mensaje publicitario sino en el ámbito social en que éste se construye, que dista aún mucho de aceptar en una sociedad tan competitiva cualquier estereotipo, incluso los negativos, como propios de cualquier persona, sin ningún tipo de prejuicios o estigmas. Quizá el problema estriba en que pretendemos la máxima perfección y es innato el afán de superación, basado en evitar lo ya considerado como malo, queriendo mostrar en exaltación lo bueno. Quizá las diferencias fisiológicas marcan unas distancias que no estamos dispuestos a olvidar fácilmente, y que nos definen en cuanto a hombres y mujeres, mostrando la vulnerabilidad de la raza humana, una raza animal evolucionada.

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T35759 (1)
562 pag.

Criação Publicitária Universidad LibreUniversidad Libre

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