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La tensión emocional constituye una práctica deseable desde el discernimiento que pueden darse de esta por parte del cuerpo docente en cualquiera d...

La tensión emocional constituye una práctica deseable desde el discernimiento que pueden darse de esta por parte del cuerpo docente en cualquiera de los niveles en los que se desempeña, coherentes con objetivos que se asocian a la expresión de emociones, su comprensión y por ende la felicidad que puede asociarse con un estado de bienestar, que repercute en la resistencia a la carga física, mental y emocional que el ejercicio de enseñanza entraña y que implica contribuir no solo con la salud del adulto que enseña sino también al de la niñez que se forma y que requerirá de competencias diversas, entre estas las emocionales, que facilitarán la capacidad de afrontamiento y respuesta ante situaciones y experiencias conflictivas como se presentan en las actuales condiciones sociales que se vive. Es necesario que los proyectos educativos institucionales observen a sus estudiantes como seres humanos completos y complejos que, no solo aportan la curiosidad por aprender, sino que además inherente a ello, generan variadas emociones que contribuyen a un aprendizaje de unos y otros en los contextos en que se desenvuelven. Por ello, es conveniente reforzar las interacciones sociales y emocionales que se dan en estos espacios de aprendizaje. Las familias constituyen la red primaria de socialización y educación, el núcleo familiar es sin lugar a dudas el primer referente de formación de los niños y, su responsabilidad va más allá de abastecer las necesidades económicas y de supervivencia fundamentales, dentro de esta debe incluirse el desarrollo emocional y afectivo que permita estructurar el pilar fundamental para el fomento de competencias emocionales imprescindibles para transitar a una nueva ruta de educación que dimensione el ser desde la complejidad que involucra la mejora de la calidad de vida y la convivencia, en especial, en sociedades que cada vez tienden a ser más competitivas, quizá menos solidarias, marcadas por un sentimiento de soledad que se va agudizando como resultado de las exigencias de una realidad que define el éxito como resultado del “tener” más allá del “ser” y su corresponsabilidad en la era planetaria, con un compromiso ambiental de cada uno que no admite más espera. Los cambios que suceden impactan, como es natural, en todas las instancias de la sociedad, ante ello, debe tenerse presente las dinámicas que se incorporan en la naturaleza del trabajo, donde los ciclos de mejora continua asociados a la productividad y el uso de nuevas tecnologías conduce a modificaciones y reestructuraciones que transforman los escenarios en los que se desenvuelven los trabajadores. Ante esto, es comprensible que las universidades deban realizar ajustes para adaptarse a estos nuevos requerimientos, dado que deben preparar a sus estudiantes para roles que implican responsabilidad y liderazgo, por lo que el interés en valorar la importancia de las competencias emocionales como un factor diferenciador respecto al éxito profesional que la sociedad exige, asegurando hasta cierto punto la empleabilidad de los profesionales que se graduarán próximamente, donde está, dependerá en gran medida de esas meta-competencias responsables de la adquisición de competencias emocionales. Respecto a las competencias emocionales, los estudiantes en formación docente poseen un nivel de desarrollo, sin embargo, es necesario dar un enfoque técnico o académico para el fortalecimiento de estas, que supere el manejo intuitivo que formalizan en sus interacciones, en ocasiones en las que presentan dificultades para dar manejo a estas, lo cual requiere un enfoque desde los pensum que focalice y operacionalice la educación emocional como una asignatura importante dentro de la formación docente. Por ello, los gestores educativos en Instituciones de Educación Superior, deben potencializar la formación en competencias socioemocionales en los futuros docentes, de manera que estas competencias se vean reflejadas en la interacción con sus educandos y la responsabilidad que corresponde a la contribución del desarrollo de seres integrales, coherentes con las necesidades de la sociedad que la modernidad y el avance tecnológico impone y que precisa de más humanización de cara a los retos que imponen las nuevas tendencias en inteligencia emocional y las realidades que se transforman a un ritmo cada vez más rápido con el paso de los años. De otra parte, los gerentes educativos independiente del nivel, sea que se trate de una Institución Educativa de nivel preescolar, básica, media o superior, no pueden ser ajenos a los cambios sustanciales en procesos que estaban dominados exclusivamente por la mediación humana y que ahora, como parte del desarrollo tecnológico involucra otras dimensiones, la educación en línea que permite acceso a un mundo de información o la inteligencia artificial que empieza a definir nuevas realidades en contextos de aplicación tan diversos que pretenden complementar las actividades humanas y que son desde ya, herramientas que como tal deben ser tenidas en cuenta sin que ello implique prescindir de las fortalezas que ofrece una educación con un docente eficaz y preparado tanto técnica como emocionalmente. Por ello, en el contexto de una educación remota, cuyo componente en línea es indispensable, se requiere que sean afianzados los esfuerzos por brindar apoyo psicoemocional a los estudiantes para atender las necesidades que surjan derivadas de aspectos tan variados que afectan a la población escolar, desde trastornos del estado de ánimo a formas de abuso y violencia en el aula de clase y fuera de esta, a través de la promoción de nuevas dinámicas de socialización e interacción en línea. Asimismo, es pertinente contextualizar y delimitar el uso de las herramientas digitales dentro del aula de clase, de manera que se pueda evitar el uso excesivo o se promuevan distractores que dificulten el proceso de aprendizaje técnico y socioemocional, dado que la tecnología no sustituye la labor que el docente transmite a lo largo de su interacciones con los estudiantes, que a su vez impactarán el futuro de estos, al proveerlos de valores acordes con una sociedad íntegra que requiere de ciudadanos capaces de enfrentar los retos que exige la modernidad, pero a la vez empáticos y tolerantes, en las relaciones de cooperación e interacción con la otredad. Por ello, uno de los desafíos que define la era digital, dados los cambios que surgen día tras día respecto a la producción y circulación del conocimiento y que implica que, el profesorado lidere esta transición para que sea lo más amigable y sostenible posible, por lo cual, se deben gestionar investigaciones que den cuenta de las potencialidades que ofrece la digitalización y los efectos que puede tener en la pedagogía y procesos de aprendizaje de quienes las usan como coadyuvante vinculada a la labor docente y el impacto que puede darse a su vez en aspectos de índole ética como epistemológica así como las deficiencias que puede darse, en especial, cuando se delega por completo el uso de la educación mediada por la tecnología o las plataformas vinculadas para tal fin sin la gestión de un educador humano que interactúe de manera presencial y directa con los estudiantes y que brinde retroalimentación permanente frente a las interacciones que tienen lugar en un espacio de aprendizaje, dadas las limitaciones que están asociadas a las aulas exclusivamente virtuales. Resulta evidente que el futuro está determinado por la integración de estas dos metodologías que permitan la interconexión de diversos gestores y actores comprometidos y centradas en y para los estudiantes, que fomenten el desarrollo psicosocial, cognitivo y ético en su integridad, de manera que la persona bajo este modelo, involucre un nivel genuino de preocupación hacia los demás incluyendo al medio ambiente como ciudadanos del mundo donde su aprendizaje no solo se da en las aulas de clase sino que se extiende a las realidades que le circundan, pero para ello, es necesario trascender en lo que respecta al pensamiento complejo y al pensamiento computacional para resolver los retos que imponen las actuales realidades, dicho conocimiento debe abordar disciplinas y ciencias multidimensionales y transdisciplinarias que permitan comprender los cambios y la manera de adaptarse a estos, lo interactivo con las tecnologías y el pensamiento computacional. El desarrollo de la inteligencia artificial supone un vertiginoso avance respecto al uso de la tecnología para propósitos que faciliten determinadas tareas o actividades de la vida diaria en diversos escenarios que incluyen el ámbito educativo, social, e industrial, jugando

Esta pregunta también está en el material:

Competências Emocionais em Estudantes de Pedagogia
234 pag.

Pedagogia Vicente Riva PalacioVicente Riva Palacio

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