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Sus muertes se atribuyeron a causas sorprendentemente variadas. Entre ellas, si recuerdo bien, estaban...» y sigue detallando doce causas de muerte...

Sus muertes se atribuyeron a causas sorprendentemente variadas. Entre ellas, si recuerdo bien, estaban...» y sigue detallando doce causas de muerte diagnosticadas y cinco síntomas (presumiblemente para que sepamos que Christie ha hecho sus deberes). El misterio de Pale Horse «popularizó» el talio, y seguramente es una de las razones por las que al principio se sospechó que era el veneno empleado contra el que fuera espía ruso Alexander Litvinenko, que fue asesinado en Londres en 2006. (La causa de la muerte resultó ser el todavía más exótico y radiactivo polonio, aunque es probable que la KGB sí que empleara talio en el envenenamiento de otro disidente, Nikolai Khokhlov, en 1957.) En otros casos, el conocimiento de los peligros del talio que promovió la novela de Christie pudo haber contribuido a frustrar a asesinos reales. Invirtiendo la presunción habitual de que las ficciones sobre homicidios fomentan los asesinatos por parte de imitadores, The Agatha Christie Companion presenta tres casos en los que, afirma, «se reconocieron... los síntomas del envenenamiento por talio, y se salvaron vidas, debido a la rápida reacción de individuos que casualmente habían leído El misterio de Pale Horse». En un caso, una mujer latinoamericana escribió a la autora para decirle que había identificado los síntomas en un hombre que era envenenado lentamente por su mujer. Uno o dos años después, una niña catarí de diecinueve meses fue ingresada en el Hospital Hammersmith de Londres, porque aparentemente estaba muriendo de una enfermedad misteriosa. Los médicos estaban desconcertados, pero una enfermera que había leído El misterio de Pale Horse sugirió un tratamiento para el envenenamiento por talio. La niña había ingerido talio que sus padres usaban como insecticida. El tercer caso, el más alarmante, tuvo lugar en el taller de fotografía de Hadland en Bovingdon, en Hertfordshire, en 1971. Alrededor de setenta personas enfermaron debido a lo que se llamó «el bicho de Bovingdon», y dos murieron. Los operarios sospechaban que se trataba de contaminación ambiental, pero análisis realizados en la fábrica no revelaron nada. En una reunión, el médico de la compañía descartó la contaminación por metales pesados, pero un trabajador, Graham Young, le interrumpió: «¿No cree usted que los síntomas concuerdan con envenenamiento por talio?». Mientras tanto, el especialista forense que venía de Scotland Yard, recordó los síntomas descritos en El misterio de Pale Horse. Cuando la policía registró el piso de Young encontró grandes cantidades de talio, y a su debido tiempo se le encontró culpable de los asesinatos. Después del juicio se supo que recientemente se le había dado de alta del hospital psiquiátrico de alta seguridad de Broadmoor, donde había estado encerrado durante nueve años por intentar envenenar a la mayor parte de su familia, incluido el gato. Los autores de The Agatha Christie Companion no comentan la posibilidad de que también los asesinos pudieran haber leído El misterio de Pale Horse, aunque la propia Christie, concienzuda como siempre, se tomó la molestia de expresar la esperanza de que no lo hubieran hecho. Mientras tanto, la población en general sigue felizmente ignorante de los efectos del talio. ¿Qué otra cosa podría explicar la decisión del perfumero Jacques Evard de poner en circulación un perfume para hombres llamado Thallium, un producto cuya promesa implícita incluye calvicie e impotencia? La luz del Sol La búsqueda de los elementos ha sido siempre un asunto fronterizo. Tiene lugar en las fronteras de disciplinas científicas reconocidas y en las fronteras de la investigación respetable. Se han encontrado elementos nuevos como subproductos de la búsqueda alquímica de oro y de la piedra filosofal. Se han anunciado descubrimientos mucho antes de que hubiera pruebas tangibles de nuevo material puro, a partir del mero color de una llama o cuando quedaba algún residuo inexplicable después de un análisis químico estándar. Con más frecuencia de lo que se puede pensar, posteriormente se ha demostrado que tales hallazgos no eran más que fantasías basadas en dichas observaciones breves y extravagantes y en la vana ambición del descubridor en potencia. Se podría compilar una tabla periódica paralela de un centenar de elementos que recibieron nombre con esperanza pero que nunca se vieron. Pero la historia de un elemento sugiere que la indulgencia puede ser más adecuada que la condena para aquellos investigadores que se encontraron atrapados en estas espesuras. Puesto que el espectroscopio había revelado nuevos elementos en las llamas de la humilde sal y de la ceniza de tabaco, cabía esperar que no pasara mucho tiempo antes de que alguien tomara la nueva y excitante herramienta de la química y la dirigiera hacia el Sol. En 1868, el astrónomo francés Pierre Janssen viajó hasta la bahía de Bengala para observar el eclipse solar total que proporcionaría a la ciencia su primera oportunidad para sondear la atmósfera solar. Desembarcó en Madrás y fue recibido por el gobernador inglés de la provincia, que le invitó a instalar su estación de observación donde quisiera. Janssen eligió el pueblo algodonero de Guntur, que se hallaba en pleno trayecto del eclipse y estaba situado entre el mar y las montañas, donde era poco probable que hubiera calina o nubes. Estuvo lloviendo varios días antes del eclipse, y Janssen empezó a temer que quizá había acarreado sus aparatos por medio mundo para nada. Sin embargo, según el relato de Janssen, el 18 de agosto, «el día del eclipse, el Sol lució al alba, aunque todavía se hallaba en un lecho de bruma; pronto surgió de él, y en el momento en el que nuestros telescopios nos daban noticia del inicio del eclipse, lucía con todo su brillo». Después, cuando la oscuridad envolvió a los observadores que aguardaban, Janssen registró: «Dos espectros, compuestos de cinco o seis líneas muy brillantes, rojo, amarillo, verde, azul

Esta pregunta también está en el material:

La Tabla Periodica La curiosa historia de los elementos
722 pag.

Biologia Universidad Nacional Autónoma De MéxicoUniversidad Nacional Autónoma De México

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