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Una plaza que, cercanas las doce de la noche, estaba atestada de personas que querían expresar su alegría y abrazar —cuando no literalmente estruja...

Una plaza que, cercanas las doce de la noche, estaba atestada de personas que querían expresar su alegría y abrazar —cuando no literalmente estrujar— a Esperanza. Los jóvenes eran los que más manifestaban su alegría, mientras, seguían el acompañamiento musical con una increíble demostración de elasticidad y ritmo que quizás solo la energía de la juventud pueda permitir. No era para menos, como ellos mismos se decían y repetían, ¡Por fin había ganado una candidatura que los jóvenes podían sentir como legítimamente suya! Lo que resultaba casi increíble era que fuera el corro de la edad que fuera, el comentario era el mismo. ¡Por fin hemos ganado! Sin duda, en toda la historia de Pueblo Verde, jamás hubo una candidatura tan pegada, sin distinción ni diferencia, a todas sus gentes. El parlamento de Esperanza era obligado, y no sin dificultad se hizo el silencio cuando el movimiento en la tarima indicó que ella iba a hablar. Allí estaba, flanqueada por toda su candidatura. En los extremos, sin ninguna discreción, Luisa y Laura manifestaban toda la emoción que sentían. No era para menos. Esperanza inició su parlamento tan pronto como los vítores se acallaron. —Quiero deciros en primer término que tanto Amparo como Lorenzo me acaban de llamar para felicitarme y poner a mi disposición sus mejores esfuerzos en pro del futuro de Pueblo Verde. Quiero también subrayar este hecho, que creo que nos dice a todos que realmente Pueblo Verde inicia hoy un camino real de transformación. Una enorme ovación siguió a estas primeras palabras, al tiempo que se escuchó el atronador cántico, que remedando a los escuchados en los estadios de fútbol, gritaba rítmicamente mientras la plaza entera saltaba: ¡Por, por, por! ¡Pueblo Verde! ¡Por, por, por! ¡Pueblo Verde! ¡Por, por, por! ¡Pueblo Verde! Esperanza y toda su candidatura se sumó a la algarabía, y solo tras unos minutos pudo reanudar su discurso. —Sé que desde este momento soy la alcaldesa de todas las personas de Pueblo Verde, y eso es lo que voy a ser, pero dejadme que esta noche mi primer recuerdo se vaya hacia dos personas, las que me enseñaron que el amor todo lo puede: a mis padres. Les doy una vez más las gracias, y sé muy bien que allí donde estén, ésta también es una noche de júbilo para ellos. Esperanza no quiso ni pudo reprimir las lágrimas que afloraron a sus ojos. El traicionero panfleto nada había podido ante el inmenso deseo de Pueblo Verde de pasar página de una vez. Ella había sido simplemente una víctima más, como tantas otras. Eran demasiadas las casas donde, antes o después, se había pagado un duro peaje ante el odio. En un rincón de la plaza dos personas también lloraban, enlazadas por la cintura. María y Carlos sentían que ahora ya sí, que el triunfo de su sobrina les sanaba de una vez por todas del mal que tanto les había torturado. Sí, el veneno se había secado definitivamente, para siempre. Esperanza se rehízo para cerrar su intervención. —Habéis puesto en marcha el tren que nos lleva directos al futuro de Pueblo Verde, y ese tren es solo vuestro. Confianza, participación, transparencia; ésta es la triple promesa que os renuevo ahora solemnemente. Lo hago en mi nombre y en el de todos estos concejales que ya son los vuestros. Esperanza no pudo decir nada más, de nuevo el cántico, más atronador que nunca, lo invadió todo, y ya no cesó, mientras las gargantas de todos sus intérpretes vibraban ante la esperanza de que ya nunca lo hiciera. La noche electoral trajo también el resultado del referéndum sobre el gentilicio de Pueblo Verde, cerrado con una más que alta participación; el resultado fue muy claro. El proceso, una vez más, había sido impecable. Se presentaron más de veinte propuestas, todas ellas debían explicar el motivo de la denominación así como desarrollarlo en singular y plural, y si era el caso, con género masculino y femenino. Únicamente optaron al referéndum aquellas que lograron recaudar más de doscientas cincuenta firmas de soporte; fueron tres, pero ahí se acabó la igualdad. Tan pronto como la conocieron en TPV, todos estuvieron seguros de qué propuesta sería la ganadora. “Marbor”. “Marboros” y “Marboras”. Ése era, desplegado, el nuevo gentilicio de Pueblo Verde, en singular sin distinción de género, que sí aparecía en el plural. En la exposición de motivos se argumentaba que la contracción de Marleta y Borlín daba pleno significado a su necesaria unión para generar una identidad común para todos los habitantes de Pueblo Verde. Se trataba de un gentilicio absolutamente irregular, ya que para su formación no se tenía en consideración el nombre de la población en cualquiera de sus antecedentes históricos, sino que se tomaba directamente de cómo eran conocidos sus habitantes. Esto último estaba claramente desaconsejado para la conformación de un gentilicio. Sin embargo, la Mesa del Referéndum decidió aceptarlo, considerando que eran los habitantes de Pueblo Verde quienes tenían derecho a definir su propia denominación, y que si la propuesta era la ganadora en el referéndum, así debía ser. El país decidió un cambio de Gobierno, la inestabilidad del ahora saliente fue hábilmente aprovechada por la oposición, que recogió asimismo el cansancio de muchos electores ante una forma de hacer que parecía que nunca acababa de arreglar las cosas. Pero esta vez, Pueblo Verde no fue un modelo. La tradicional conexión de los corresponsales para cantar el resultado de Pueblo Verde era la más seguida de la noche electoral: no en vano se la consideraba una segura anticipadora del resultado final, más, mucho más que los propios sondeos a pie de urna. De manera absolutamente insospechada, los corresponsales anunciaron que la candidatura ganadora en Pueblo Verde, obteniendo nada más y nada menos que el sesenta y cinco por ciento de los votos realizados, era la candidatura “Alternativa para el Progreso”. Pero ése no podía ser el resultado final. ¿O sí? La incertidumbre duró apenas unas horas. “Alternativa para el Progreso” apenas alcanzaría al seis por ciento de los votos en el recuento global. Pueblo Verde había dejado de ser un modelo, sin duda. “Alternativa para el Progreso” era poco más que una agrupación de electores que se presentaba por primera vez a las elecciones, con candidaturas absolutamente paritarias que estaban íntegramente conformadas por profesionales y empresarios de reconocido prestigio que apostaban por aportar a la vida pública todo el talento que habían demostrado en el ámbito privado. La candidatura había basado toda su campaña en un uso intensivo y casi exclusivo de la red, minimizando cualquier gasto electoral y recogiendo continuamente las aportaciones que las personas, a través del mundo digital, les hacían llegar.

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348 pag.

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