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De nuevo se encontraba reunido el sanedrín de Pueblo Verde. Una institución informal que Esperanza utilizaba sin ningún disimulo. Con Esperanza est...

De nuevo se encontraba reunido el sanedrín de Pueblo Verde. Una institución informal que Esperanza utilizaba sin ningún disimulo. Con Esperanza estaban todos sus concejales y también Luisa, Julián, Fernando, Víctor, Don Miguel, Enrique, Luis y Nieves. Solo faltaba Laura, una vez más de viaje. El sanedrín no tomada ninguna decisión, pero como decía Esperanza, “estimulaba el pensamiento”. Joaquín planteaba la cuestión central. ¿Hacia donde debemos ir? Parece que la urgencia del corto plazo se nos cruza con lo mejor para el largo plazo. ¿Cuál es la duda? La interpelación de Enrique no dejaba claro el sentido de la duda; Joaquín asumió la pregunta en su literalidad. La duda es si ahora la premura manda más y nos debemos quedar solo con lo legislado. Pasaba a veces con el sanedrín, se alborotaba y de pronto todo el mundo intercambiaba impresiones con su vecino. Esperanza, con firmeza y cariño, sus armas favoritas, reconducía la reunión. Luis asumió una primera respuesta. Desde luego será por deformación profesional —demasiados años de juzgado y de leyes— pero pienso que cumplir la ley es el deber del ciudadano, si hace eso, cumple con su comunidad y cumple perfectamente. Nieves no dudó en reafirmar las palabras de Luis. Debe de ser el mismo defecto profesional; en Pueblo Verde también hay personas que infringen la ley, y yo estoy en la primera línea de choque con ellas. Para mí, cumplir la ley es más que suficiente, desde luego. Don Miguel aportó un nuevo punto de vista. No era extraño, a punto de jubilarse definitivamente, sus ya siempre pobladas misas seguían escuchando palabras radicales. Parece que Cristo cumplió algunas leyes, aunque todavía se discute aquello de “dar al Cesar lo que es del Cesar”. Sin embargo, Cristo fundamentalmente lo que hizo fue no considerar las leyes de su tiempo. No era extraño: él era portador de un mensaje que instauraba una nueva ley, la del amor, y con ella, las demás quedaban obsoletas. Creo que con el medio ambiente solo vale ser radical, por poco que podamos, vayamos mucho más allá de la ley. Abramos camino, sabemos hacerlo. Enrique también lidiaba con leyes, y lo que quizás es peor, con reglamentos. Verificar el cumplimiento de la ley es consustancial a mi trabajo, y muchas veces eso significa exigir que se cumpla, pero las palabras de Don Miguel me hacen pensar. Francamente, quisiera aportar algo al debate, pero ahora mismo me siento justo en medio de lo que ha planteado Joaquín. Fernando, mesurado siempre, se apuntó inesperadamente a la radicalidad. La única explicación posible a la pérdida de la gambinarda se debe al cambio climático, y yo creo que eso ha sido obra humana. Probablemente, y durante mucho tiempo, los que lo han provocado con su actuación estaban cumpliendo la ley. Sí ellos hubieran ido mucho más allá, ahora todavía tendríamos gambinarda, estoy seguro. Probablemente es mi gente la que más sufre el problema, pero nuestra solidaridad sabrá tener paciencia. Para nosotros la situación ya no tiene remedio, pero vayamos mucho más allá, por favor, tratemos al planeta como deseamos que el planeta nos trate. Julián se quitó el sombrero ante Fernando, y así lo manifestó. Fernando, no sé que tendrán los armadores de Pueblo Verde que siempre saben elegir a la mejor persona como su presidente. Me ganas para tu causa, has hablado de solidaridad, pues la haremos posible, la que haga falta. Pueblo Verde debe ir más allá, también en el medio ambiente. Víctor también se sumó, aunque no resultó difícil, su posición ya era cercana a la radicalidad pedida, pero sobre todo quiso rendir homenaje a Fernando y Julián. Por supuesto, Julián; por supuesto, Fernando. Estoy con vosotros, pero dejadme que os diga que vosotros sois los representantes de los patrones, de los empresarios. Los que en tantos sitios siempre defienden, a capa y espada, el corto plazo. Y aquí estáis, y lo que defendéis a esa capa y espada es el largo plazo y los intereses de toda la comunidad, haciendo que los vuestros no solo sean contrapuestos, sino que se refuercen mutuamente. Gracias por ennoblecer de esa forma vuestra posición de patrón de patrones. Entre las personas que no eran concejales, sólo quedaba Luisa por tomar la palabra, no ocurría siempre, ni mucho menos, pero esta vez se había formalizado una especie de ronda que Esperanza había alentado constantemente con su mirada y con sus gestos. No había problema, todos los concejales, con Joaquín al frente, estaban tomando buena nota. Ahora sí hablaba Luisa. Tengo poco que añadir, solo debo recordaros que la prima pagada a los profesores gracias al pacto por la educación de Pueblo Verde no era bien considerada en algunas partes. No era ilegal, pero tampoco era legal. Era “alegal” como repetían los inspectores con cara de reprobación. Pues bien, una alegalidad así ha sido clave para nuestro Pueblo, imagino que ir más allá no es para nada ilegal, y si es sobradamente legal, me imagino entonces que quizás sea de nuevo “alegal”. Si es así, ése es nuestro camino, sin duda. Las diversas caras, las miradas de aprobación después de las últimas intervenciones, apuntaban hacia una determinada conclusión, incluso Luis y Nieves no parecían nada insatisfechos por no haber salido triunfantes, al contrario. Esperanza cerraba. Entonces, como siempre sin ningún tipo de vinculación directa con la libertad en

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