Logo Studenta

Con sus dedos sobre el libro las letras y las sílabas que le hacía deletrear Cornelius, el cual, provisto de una paja, a guisa de puntero, señalaba...

Con sus dedos sobre el libro las letras y las sílabas que le hacía deletrear Cornelius, el cual, provisto de una paja, a guisa de puntero, señalaba esas letras por el agujero del postigo a su atenta alumna. La luz de aquella lámpara iluminaba los ricos colores de Rosa, sus azules y profundos ojos, sus rubias trenzas bajo el casco de oro bruñido que, como hemos dicho, sirve de tocado a las frisonas; sus dedos levantados en el aire y de los que la sangre descendía, tomaban ese tono pálido y rosado que resplandece a las luces y que indica la vida misteriosa que se ve circular bajo la carne. La inteligencia de Rosa se desarrollaba rápidamente bajo el contacto vivificante del espíritu de Cornelius y, cuando la dificultad parecía demasiado ardua, aquellos ojos que se sumergían el uno en el otro, aquellas pestañas que se rozaban, aquellos cabellos que se mezclaban, despedían chispas relampagueantes capaces de alumbrar las mismas tinieblas del idiotismo. Y Rosa, al descender a su cuarto, repasaba sola en su mente las lecciones de lectura, y al mismo tiempo en su alma las lecciones no confesadas del amor. Una noche llegó media hora más tarde que de costumbre. Esta media hora de retraso constituía un suceso muy grave para que Cornelius no se informara antes que nada sobre la causa del mismo. —¡Oh! No me regañéis —imploró la joven—, no ha sido por mi culpa. Mi padre ha renovado conocimiento en Loevestein con un buen hombre que iba frecuentemente a visitarlo en La Haya. Es un pobre diablo, amigo de la botella, y que cuenta divertidas historias, además de ser un gran pagador que no retrocede ante una invitación. —¿No le conocíais de antes? —preguntó Cornelius asombrado. —No —respondió la joven—. Fue al cabo de unos quince días cuando mi padre se apasionó por ese recién llegado, tan asiduo en sus visitas. —¡Oh! —exclamó Cornelius moviendo la cabeza con inquietud, porque todo nuevo suceso presagiaba para él una catástrofe—. Tal vez se trate de algún espía del tipo de los que envían a las fortalezas para vigilar conjuntamente a los prisioneros y a los guardianes. —No lo creo —contestó Rosa sonriendo—. Si ese hombre espía a alguien, no es a mi padre. —A quién, entonces? —A mí, por ejemplo. —¿A vos? —¿Por qué no? —dijo riendo Rosa. —¡Ah! Es verdad —suspiró Cornelius—. Vos no tendréis pretendientes siempre en vano, Rosa, y ese hombre puede convertirse en vuestro marido. —No digo que no. —¿Y en qué fundáis esta ventura? —Decid este temor, señor Cornelius. —Gracias, Rosa, porque tenéis razón; este temor… —Lo fundo en… —Escucho, decid —apremió Cornelius. —Este hombre había venido ya varias veces a la Buytenhoff, en La Haya; mirad, justo en el momento en que vos fuisteis encerrado allí. Salida yo, salió él a su vez; venida yo aquí, él viene. En La Haya tomaba como pretexto que quería veros. —¿Verme, a mí? —¡Oh! Un pretexto, seguramente, porque hoy que todavía podía hacer valer la misma razón, ya que vos os habéis convertido en el prisionero de mi padre, o más bien, mi padre se ha convertido en vuestro carcelero, no se acuerda ya de vos, sino al contrario. Le oí decir ayer a mi padre que no os conocía. —Continuad, Rosa, os lo ruego, que intento adivinar quién es ese hombre y qué quiere. —¿Estáis seguro, señor Cornelius, que ninguno de vuestros amigos puede interesarse por vos? —Yo no tengo amigos, Rosa, no tenía más que a mi nodriza, vos la conocéis y ella os conoce. ¡Ay! Esa pobre Zug vendría por sí misma y sin fingimientos diría llorando a vuestro padre o a vos misma: «Querido señor, o querida señorita, mi niño está aquí, ved cuán desesperada estoy, dejádmelo ver una hora solamente y rogaré a Dios toda mi vida por vos.» ¡Oh, no! — continuó Cornelius—. ¡Oh, no! Aparte de mi buena Zug, no, no tengo amigos. —Vuelvo, pues, a lo que pensaba, tanto más cuanto ayer, al ponerse el sol, cuando arreglaba la platabanda donde debo plantar vuestro bulbo, vi una sombra que, por la puerta entreabierta, se deslizaba tras los saúcos y los álamos. No tuve que mirarlo, era nuestro hombre. Se ocultó, me vio remover la tierra y, en verdad, era realmente a mí a quien había seguido; era realmente a mí a quien espiaba. Me daba yo un golpe con el rastrillo, no tocaba un átomo de tierra, que él no se diera cuenta. —¡Oh, sí, sí! Es un enamorado —dijo Cornelius—. ¿Es joven, es guapo? Y miró ávidamente a Rosa, esperando impaciente su respuesta. —¡Joven, guapo…! —exclamó Rosa estallando de risa—. Tiene un rostro horrible, el cuerpo encorvado; se acerca a los cincuenta años, y no se atreve a mirarme de frente ni a hablar alto. —¿Y se llama? —Jacob Gisels. —No le conozco. —Ya veis, entonces, que no es por vos por quien viene. —En todo caso, si él os ama, Rosa, lo que es muy probable, porque veros es amaros, ¿vos no le amáis? —¡Oh! ¡No por cierto! —¿Queréis que me tranquilice, no es eso? —Os lo prometo. —¡Pues bien! Ahora que comenzáis a saber leer, Rosa, ¿leeréis todo lo que os escriba, verdad, sobre los tormentos de los celos y los de la ausencia? —Lo leeré si escribís con letra bien grande. Luego, como el giro que tomaba la conversación comenzara a inquietar a Rosa, dijo: —A propósito, ¿cómo se porta vuestro tulipán? Juzgad mi alegría, Rosa. Esta mañana lo miraba al sol, después de haber separado cuidadosamente la capa de tierra que cubre al bulbo, y he visto asomar la punta del primer brote; ¡ah, Rosa! Mi corazón se ha fundido de alegría. Esa imperceptible yema blancuzca, que un

Esta pregunta también está en el material:

El_tulipan_negro-Dumas_Alexandre
204 pag.

Literatura e Ensino de Literatura Universidad Bolivariana de VenezuelaUniversidad Bolivariana de Venezuela

Todavía no tenemos respuestas

Todavía no tenemos respuestas aquí, ¡sé el primero!

Haz preguntas y ayuda a otros estudiantes

✏️ Responder

FlechasNegritoItálicoSubrayadaTachadoCitaCódigoLista numeradaLista con viñetasSuscritoSobreDisminuir la sangríaAumentar la sangríaColor de fuenteColor de fondoAlineaciónLimpiarInsertar el linkImagenFórmula

Para escribir su respuesta aquí, Ingresar o Crear una cuenta

User badge image

Más contenidos de este tema