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Un policía del planeta Myrland se ha comunicado con nosotros desde Arsinne. ¡Vaya! exclamó Kim, de la Sección Uno. Parece un examen de geografía. S...

Un policía del planeta Myrland se ha comunicado con nosotros desde Arsinne. ¡Vaya! exclamó Kim, de la Sección Uno. Parece un examen de geografía. Sí James no se rio en absoluto de la broma. Se llama Hans Haagen, y lleva años persiguiendo a un peligroso criminal interestelar, llamado Jean Trewski. El asunto me ha parecido preocupante. Trewski estuvo a punto de matarle en Arsinne, hace pocos días. Haagen asegura que se dirige hacia el Anillo o que quizá haya llegado ya. ¿Qué viene a hacer aquí? preguntó Meldon. No lo sabemos. Sin embargo, podría ser uno de los contactos de Seid. Cuando usted me pidió que investigara, averigüé que Seid ha estado viajando por toda la Liga Estelar, y también que ha estado en muchos lugares fuera de su jurisdicción. Se ha movido tanto que no pude determinar con certeza todos los sitios por los que había pasado, pero no cabe duda de que puede estar relacionado. Es posible dijo Meldon acariciándose el mentón. Trate de encontrarle y averigüe todo lo que pueda. Hay que poner en alerta a todas las Secciones. Si ese hombre está aquí para perpetrar otro de sus crímenes, quiero que se haga todo lo posible para impedirlo. Unas diez horas después de asistir a su primera Asamblea en el Anillo, Karles llegaba a la estación central de gravitrén de la Sección Seis. Era la primera vez que el predicador visitaba aquella Sección, que le causó una gran impresión. Parecía haber más gente por las calles que en las otras zonas que había visto hasta entonces, pero no daba la sensación de estar superpoblada. Sus edificios y construcciones eran de mayor calidad que en las demás Secciones del Anillo. Se podía observar a simple vista que la gente iba mejor vestida y que el comercio prosperaba. En general, se percibía una atmósfera de abundancia. Parte de aquel apogeo se debía a la gestión de Tallia Kirknard, que había continuado la excelente labor de sus predecesores para aupar a su Sección hasta un nivel superior al de las demás. Aquél era, de hecho, uno de los motivos indirectos por los que Karles estaba allí. Había concertado una entrevista con Gregory Mason, que según los expertos era el mejor jugador de ringwar de todos los tiempos. El ringwar era un deporte que surgió durante los primeros años del Anillo Orbital y cuya popularidad se había extendido hasta convertirse en el espectáculo dominante para los habitantes de aquel mundo artificial. También se practicaba cada vez más en otros mundos, y su espectacularidad estaba provocando la creación de numerosas ligas profesionales fuera del Anillo, lo que a la larga redundaría en beneficio de aquel deporte, que había comenzado siendo una variación local del antiguo fútbol americano. La temporada de ringwar en el Anillo se estructuraba por Secciones. Durante la primera mitad de la temporada, se jugaban las ligas internas de cada Sección. En la segunda parte del año, tenían lugar los emocionantes playoffs, que tenían una audiencia de varios miles de millones de espectadores, repartidos por toda la Liga Estelar. Tradicionalmente, la liga de la Sección Dos siempre había sido la más potente, pues contaba con las mejores canteras y la mayor tradición. Sin embargo, en los últimos años había surgido un serio competidor: la Sección Seis. Pese a carecer de equipos con mucha historia o escuelas de renombre para las categorías inferiores, los clubes tenían mucho dinero y reforzaban sus plantillas fichando a los mejores jugadores y entrenadores de otras Secciones. Aquellas prácticas provocaban la ira de las demás ligas, que se veían incapaces de competir con el poderío económico de la Sección Seis y se indignaban al ver desmantelados sus equipos por empresarios ricos que no sabían nada de ringwar. El caso más sonado de los últimos tiempos era precisamente el de Gregory Mason, sobre el que se había debatido hasta la extenuación en todo el Anillo Orbital. Mason había nacido en la Sección Dos, y había jugado en un par de equipos de las ligas inferiores antes de destacar sobre el resto y convertirse en una superestrella al ser fichado por los Dragons, equipo en el que había jugado las últimas veintisiete temporadas, y en el que se había convertido en el mejor jugador de todos los tiempos, con unas estadísticas que dejaban muy atrás a sus perseguidores. Sin embargo, aquel mismo año había sido fichado por los Thalans, un equipo de la Sección Seis, con el que había firmado el mayor contrato en la historia del deporte profesional en toda la Liga Estelar. Aquello le había convertido en uno de los personajes más odiados y admirados del Anillo. Su nuevo equipo había barrido en los cuatro partidos disputados hasta aquel momento en la presente temporada. Si llegaban a las fases finales de los playoffs, como era de prever, se tendrían que enfrentar con alguno de los equipos de la Sección Dos, y protagonizarían un esperadísimo duelo en el que saltarían chispas. No obstante, y aunque el equipo parecía marchar bien, Mason no conseguía centrarse. En vista de sus continuas depresiones, el equipo médico de los Thalans le había recomendado un psicólogo especializado, que tras conversar con él durante algo más de una hora aseguró que lo que necesitaba era un consejero de la Escuela del Día Primero. El equipo solicitó uno a la sede de la Escuela en el Anillo, y Karles se ofreció para proporcionarle consejo él mismo. Le gustaba tratar con las personas más influyentes y carismáticas del lugar donde se encontraba, pues eso le permitía incidir con mayor eficacia sobre el conjunto de la población. Esperaba con ansiedad el momento de conocer a Mason, pues nunca se había entrevistado con un deportista de élite. Lo cierto era que jamás había visto un partido de ringwar. Aquello le permitiría tener una mayor objetividad, pensó mientras esbozaba una sonrisa. No tuvo que esperar mucho para ver a Mason. Cuando llegó a las instalaciones de los Thalans, los jugadores acababan de terminar el entrenamiento. Le hicieron pasar a una confortable sala de reuniones y a los pocos minutos llegó Mason. Era un hombre muy alto, pues pasaba de los dos metros, y tenía una gran envergadura. Sus facciones eran duras pero atractivas, tenía la piel olivácea y el pelo teñido de blanco, según la última moda del Anillo. Le estrechó la mano firmemente y se sentó junto a él con un gesto ligeramente hastiado. Karles también creyó detectar en él cierto embarazo que no tardó en explicar: No esperaba que usted viniera en persona dijo Mason. Si lo hubiera sabido, no habría… No debes preocuparte por eso. Para mí, esto no es ninguna pérdida de tiempo. Para esto precisamente he venido al Anillo. ¿Para escuchar los nimios problemas de un deportista multimillonario? Entre otras muchas cosas. Humm. ¿Tú crees que estás deprimido? Eso dicen los médicos. Ya, pero… tú qué crees? No estoy motivado para jugar. Y si no estoy motivado para lo único que sé hacer… mi vida no tiene demasiado sentido, no? Es posible respondió Karles. No estoy aquí para ayudarte a autocompadecerte. No pareces el típico estúpido que sólo sabe usar sus capacidades físicas y carece por completo de cerebro. Antes de venir a tu nuevo equipo, qué tenías pensado hacer después de tu retirada? No estaba muy seguro. Quizá entrenar o dirigir algún equipo. Todo relacionado con el ringwar. Sí. Este deporte es toda tu vida. Así es. Es posible que sientas que has traicionado los principios y valores del ringwar al venderte a los Thalans como un mercenario? Eh! exclamó Greg, bastante airado. Yo no… Cómo se…? No me levantes la voz! cortó Karles. Siéntate y escucha. Yo no soy uno de esos ridículos periodistas que buscan hacerte quedar mal. Tampoco soy un adulador o un simplón. Gente de esta especie la puedes encontrar sin recurrir a la Escuela. Mason asintió en silencio, aceptando la reprimenda del predicador, que continuó: Puede que yo no sea muy diplomático pero, a diferencia de ti, yo no renuncio a mis valores para resultar agradable a los demás. Yo tampoco renuncio a los míos gruñó Mason. Veámoslo. Cómo fue tu salida de los… Dragons? preguntó Karles recordando con esfuerzo el nombre del antiguo equipo de Mason. Mala. Ellos querían mejorar mi contrato, pero no ofrecían nada comparable a lo que me daban los representantes de los Thalans. Pero… Pero yo quería quedarme allí. Fue en los Dragons donde realmente tri

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El espejo - Eduardo Lopez Vera
268 pag.

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