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Participacion-social-y-genero-en-programas-de-apoyo-condicionado-contra-la-pobreza

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UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MEXICO 
PROGRAMA DE MAESTRÍA EN TRABAJO SOCIAL 
ESCUELA NACIONAL DE TRABAJO SOCIAL 
 
 
 
 
PARTICIPACIÓN SOCIAL Y GÉNERO EN PROGRAMAS DE 
APOYO CONDICIONADO CONTRA LA POBREZA 
 
 
 
 
TESIS 
 
QUE PARA OPTAR POR EL GRADO DE: 
 
 MAESTRA EN TRABAJO SOCIAL 
 
 
 
PRESENTA: 
 
VIRGINA ELIZABETH GARCÍA SÁNCHEZ 
 
 
 
TUTORA: 
 
DRA. JUANA E. SUÁREZ CONEJERO 
 
 
 
 
Ciudad Universitaria, diciembre de 2016 
Lorenap
Texto escrito a máquina
ESCUELA NACIONAL DE TRABAJO SOCIAL
Lorenap
Texto escrito a máquina
Lorenap
Texto escrito a máquina
Lorenap
Texto escrito a máquina
Lorenap
Texto escrito a máquina
Lorenap
Texto escrito a máquina
 
UNAM – Dirección General de Bibliotecas 
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respectivo titular de los Derechos de Autor. 
 
 
 
 2 
Agradecimientos 
 
 
El agradecimiento, a alguien escuché decir que es la memoria del corazón, lo 
comparto. Quiero agradecer por ayudarme a crecer con este esfuerzo, sin duda: 
 
A la Dra. Juanita Suárez Conejero, no sólo por su generosidad y calidad 
académica, su guía, estímulo y paciencia invencibles, además, indiscutiblemente, 
por su congruencia en la vida cotidiana. 
 
Al Dr. Francisco Calzada Lemus, ante todo por la confianza, y después, por 
compartir las inquietudes, pero también la visión más prometedora y realista que 
conozco del trabajo social, su ánimo para perseverar es un ejemplo cotidiano. 
 
 
 Y al espíritu de las letras: 
 
De hecho las mujeres continuamos ocupando un lugar de confinamiento y ninguno 
de los esfuerzos aislados de algunos casos excepcionales en las artes, en las 
ciencias y aun en la política, han sido suficientes para modificar los estamentos 
sociales, para poner en crisis los tabúes establecidos, para asumir una posición de 
dignidad humana 
Rosario Castellanos 
 
 
 
 
 
 
 
 
 3 
 
Índice 
 
 
Introducción ............................................................................................................. 5 
 
CAPÍTULO 1 ......................................................................................................... 12 
Género y vida cotidiana ......................................................................................... 12 
1.1. Vida cotidiana: espacio de subjetividad e intersubjetividad ........................ 12 
1.2 Heterogeneidad de la vida cotidiana y pensamiento cotidiano .................... 20 
1.3 Vida cotidiana y socialconformismo: ¿construcción de sujetos sociales o de 
operadores sistémicos? ..................................................................................... 23 
1.4. Género y estructuración de la vida cotidiana .............................................. 29 
 
CAPÍTULO 2 ......................................................................................................... 34 
Género y desarrollo: relación ineludible frente a la desigualdad entre mujeres y 
hombres ................................................................................................................ 34 
2.1. El desarrollo: aproximaciones conceptuales ............................................... 34 
2.2. Género y desarrollo ................................................................................. 39 
 
CAPÍTULO 3 ......................................................................................................... 46 
La intervención social del Estado: la política social en la vida cotidiana y en la 
igualdad de género ................................................................................................ 46 
3.1. Las políticas sociales como respuesta a necesidades y problemas sociales
 ........................................................................................................................... 46 
3.2. Enfoques de la política social en América Latina ........................................ 50 
3.3. La política social como intervención social ................................................. 56 
3.4. La política social de atención a la pobreza en México: el Programa Progresa 
- Oportunidades - Prospera ............................................................................... 59 
 
 
 4 
CAPÍTULO 4 ......................................................................................................... 75 
La participación en política social: medio y fin de la intervención en trabajo social
 .............................................................................................................................. 75 
4.1. Perspectivas teóricas de la participación .................................................... 75 
4.2. Participación en la política social ................................................................ 78 
4.3. Participación e intervención social: binomio inherente al trabajo social ...... 79 
 
CAPÍTULO 5 ......................................................................................................... 87 
Articulando el trabajo social científico y la intervención social de los programas 
sociales ................................................................................................................. 87 
5.1. Un modelo de análisis integrador ............................................................... 87 
5.2. Una tipología de la participación social con perspectiva de género .......... 107 
 
CAPÍTULO 6 ....................................................................................................... 128 
A modo de conclusiones: elementos para la intervención social en la vida cotidiana 
con igualdad de género desde el trabajo social científico ................................... 128 
 
BIBLIOGRAFÍA ................................................................................................... 135 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 5 
 
Introducción 
 
 
 
“…Son el Estado y la sociedad los que proporcionan las herramientas y los 
contextos de nuestra autoría: si bien es posible que nosotros configuremos 
nuestro propio yo, son otros los que configuran nuestra configuración. Y 
entonces, si el Estado no puede sino influir en nuestra alma, es justo que nos 
preguntemos cómo lo hace y cómo debe hacerlo” 
 
La ética de la identidad 
Kwame Anthony Appiah 
 
 
La participación cotidiana de las mujeres como beneficiarias de la política social 
supone implicaciones en procesos tendientes a lograr la igualdad de género. Esta 
premisa ha conducido a investigar, en este trabajo, acerca de la manera en que se 
concreta la relación Estado-Sociedad en el contexto actual de México, revisar 
cómo ocurre la intervención pública cotidiana de los programas sociales hacia los 
grupos sociales, en correspondencia a una determinada visión de desarrollo, y de 
qué forma opera la política frente a necesidades y problemas sociales, con el 
propósito mayor de integrar herramientas teórico metodológicas que posibiliten 
articular la intervención del trabajo social y su producción científica, con la 
intervención social derivada de los programas sociales. 
 
Se trata de investigar específicamente la respuesta gubernamental que se 
organiza mediante el programa social orientado a la atención de la pobreza, en el 
cual la participación de las mujeres que figuran como titulares de las familias 
representa un aspecto medular en la intervenciónsocial que se genera. El objeto 
de estudio es la participación que tienen las mujeres que son designadas como 
representantes de sus familias ante el programa de transferencias monetarias 
condicionadas, y cómo esa participación suscita o interviene en procesos 
 6 
tendientes a la igualdad de género entre los sectores de población identificados 
con mayores carencias sociales, para lo cual se considera indispensable 
incorporar al Género como categoría analítica de ordenamiento social que 
enmarca toda la propuesta de análisis de la relación política social/intervención 
social- participación de las mujeres - vida cotidiana. 
 
En la consideración de que la política social constituye una intervención de política 
pública que responde y corresponde a una determinada visión de desarrollo, se 
retoma la concepción de que “…la política pública es un conjunto de decisiones y 
acciones intencionales creadas para resolver un problema público, desarrolladas 
en interlocución gobierno-sociedad en el marco de una autoridad legítima para un 
grupo objetivo.” (Subirats, 2008:35). 
 
Las políticas públicas, específicamente las políticas sociales, al buscar atender 
necesidades y modificar problemáticas de la realidad social de un determinado 
grupo de población, constituyen intervenciones que corresponden a un contexto 
histórico específico y, suceden o se materializan en el plano de las prácticas 
sociales que desarrollan en la vida cotidiana los sujetos de intervención. Se 
considera que la política pública “…representa la respuesta del sistema político-
administrativo a una situación de la realidad social juzgada políticamente como 
inaceptable.” (Subirats, 2008: 35). 
 
En México, el programa social destinado a la atención de la pobreza bajo la 
modalidad de transferencias monetarias y apoyos condicionados, se instrumentó a 
partir de 1997. En este esquema de política social, la participación de las mujeres 
se volvió central al designarlas como representantes de sus familias y receptoras 
de apoyos monetarios. Esta designación las implica como responsables del 
cumplimiento de las “corresponsabilidades” que constituyen la condición para la 
operación del programa de atención a la pobreza. 
 
 
 7 
Esto se puede explicar debido a que, de acuerdo al Censo de Población y 
Vivienda, en 2010 existían 28.2 millones de hogares, de ellos 25% tenía jefatura 
femenina (CONAPO, 2010). 
 
El programa de transferencias condicionadas 1 Prospera, antes llamado 
Oportunidades y, años atrás, Progresa2, alcanzó en 2015 una cobertura de 6.1 
millones de familias (hogares)3 beneficiarias. Cabe destacar que 96% de titulares 
o representantes de dichas familias son mujeres. Así, Prospera se enfoca a 
“beneficiar” con “corresponsabilidad”, al otorgar de manera focalizada el acceso a 
servicios de salud y apoyos para educación y alimentación. 
 
La designación de las mujeres como receptoras de las transferencias monetarias 
condicionadas, con el argumento de que ellas garantizan de mejor manera que los 
apoyos se destinen a la atención de las necesidades de la familia, implica reforzar 
en la vida cotidiana, desde la política social, los roles de género que afirman a las 
mujeres como únicas y/o principales responsables del cuidado de la familia. Tal 
como lo plantea el fundamento de por qué considerar a la madre de familia como 
la receptora de los apoyos en el diseño original del Progresa, explicación que se 
mantiene hasta Prospera: 
 
 
 
1 Para efectos de este trabajo, haré un uso indistinto del acrónimo POP para referirme a Prospera - 
Oportunidades - Progresa, o bien el programa. 
 
2 El programa como tal, en general, ha mantenido sus fundamentos conceptuales, la estructura de 
sus componentes principales y el diseño operativo, por lo que se dice que ha logrado romper con 
la característica sexenal de la política mexicana de la cancelación de los programas sociales. 
 
3 El programa, en su metodología de focalización, utiliza el criterio de identificación de hogares de 
acuerdo al indicador de si se comparte o no la cocina para la preparación de los alimentos. 
Cuando se construye la información de beneficiarios se refiere a familias, lo que significa que 
incluye como familia a hogares en los que pueden coexistir más de una familia. 
 8 
“El destino de los ingresos del hogar no sólo depende del nivel de 
ingreso del mismo, sino de quién lo recibe. En general las mujeres en 
relación con los hombres, gastan una mayor parte del ingreso bajo su 
control en alimentos y salud para los niños, al igual que en otros bienes 
para el hogar. Por otro lado, la seguridad nutricional es en general 
responsabilidad de las mujeres. Esto incluye no sólo la disponibilidad 
de alimentos en el hogar, sino también el cuidado de la salud y la 
higiene de los niños, así como una adecuada distribución de los 
satisfactores entre los diferentes miembros de la familia. Por ello se 
determinó que las madres de familia no sólo fueran las receptoras de 
los apoyos sino el eje del programa. Para darles mayor información 
para ejercer su poder de compra, así como el autocuidado de su salud, 
se concluyó que los servicios básicos de salud deberían ser 
complementados con pláticas sobre información nutricional y diversos 
temas de salud”. (Levy, 2004: 247). 
 
Por parte del gobierno, la participación de las mujeres en tanto eslabón de la 
relación Estado-sociedad se genera al elegirlas como titulares de sus familias. 
Este criterio implica el supuesto de que el tiempo de las mujeres es 
“perfectamente elástico” y como titulares están disponibles para cumplir con los 
requerimientos de tiempo que el programa impone a cambio de los apoyos 
condicionados. 
 
La función de “titular de familia” adjudicada a las mujeres es fundamental, ya que 
constituye el eslabón que conecta la política social con el grupo social al que se 
dirige y cubre la necesidad operativa de contar, de manera gratuita, con un(a) 
integrante de cada familia que se responsabilice de cumplir con el esquema de 
corresponsabilidades y realizar la administración del dinero que el gobierno 
entrega, sin que esas actividades le sean reconocidas porque se naturalizan como 
parte de su actividad como madre, lo que implica aumentar su carga de trabajo no 
remunerado. 
 9 
Por otra parte, el programa tiene previsto en su diseño conceptual y en su 
esquema de operación la participación de las mujeres a partir de la integración de 
comités comunitarios; sin embargo, no se aprovecha el potencial de desarrollo 
social porque no se contempla intervención profesional que propicie procesos para 
suscitar agencia, construcción de ciudadanía e igualdad de género. 
 
…La intervención de trabajo social es una acción racional, 
intencional, fundada en el conocimiento científico, que tiene por 
objetivo desencadenar procesos de cambio social. La 
participación del sujeto es indispensable, para hablar de acción de 
trabajo social. Tello (2008: 9) 
 
Existen compromisos del país al suscribir acuerdos internacionales en materia de 
equidad de género, como la Convención sobre la eliminación de todas las formas 
de discriminación contra la mujer o CETFDCM (también conocida por sus siglas 
en inglés CEDAW). Sin embargo, no hay progreso en la incorporación de la 
transversalidad de la perspectiva de género en el diseño y operación del POP. 
 
A pesar de que la relación entre el programa y las titulares implica la intervención 
en dinámicas que se desarrollan en el marco de la vida cotidiana de las mujeres, 
el programa desconoce las prácticas sociales y los significados que las mujeres 
construyen en torno a su participación en el programa, así como los mecanismos y 
arreglos que realizan para conciliar vida familiar, laboral y requerimientos del 
programa, entre otras razones porque su diseño se sustenta en la homogenización(y una simplificación) del tipo de familias que se incorporan al programa. 
 
Es por ello que el presente trabajo parte de una preocupación fundamental de 
investigación: ¿qué participación tienen las mujeres en el programa social de 
apoyos condicionados? y ¿cómo esa participación suscita o inhibe procesos para 
lograr la igualdad de género? 
 
 10 
Lo anterior nos lleva a las siguientes preguntas auxiliares de investigación: 
 
¿Qué posibilidades de participación de las titulares ofrece la operación cotidiana 
del programa y cómo se relacionan con procesos dirigidos a lograr la igualdad de 
género? 
¿Qué prácticas sociales relacionadas con su participación en el programa y con el 
condicionamiento de los apoyos realizan las mujeres en la vida cotidiana? 
 
¿Qué elementos de intervención social derivados de la operación del programa 
suscitan o inhiben procesos de igualdad de género? 
 
Encontrar pistas para responder estas preguntas es el objetivo del presente texto. 
Para ello, el trabajo se centrará en cuatro cuestiones principales: 
 
a. La vida cotidiana como el espacio que posibilita la configuración de la 
subjetividad e intersubjetividad de los individuos y también la concreción de 
la intervención de la política social; 
 
b. el desarrollo, como integrador de la visión que el Estado diseña para el 
futuro de la organización social y de las relaciones sociales; 
 
c. la política social como intervención pública para dar respuesta a 
necesidades y problemáticas de grupos y/o sectores sociales, y 
 
d. la participación ciudadana vista como medio y fin para la intervención social 
que subyace a la política social. 
 
Para cada aspecto tratado se planteará su relación con la categoría género, la que 
se establece como un referente analítico del ordenamiento social, perspectiva 
clave para la comprensión e interpretación de problemáticas de desigualdad entre 
hombres y mujeres. 
 11 
Los elementos revisados en los capítulos siguientes posibilitan integrar el principal 
aporte de esta tesis, a saber, una propuesta que articule el trabajo social científico 
y la intervención social de los programas sociales, a través de un modelo de 
análisis integrador inscrito en la participación de las mujeres en la política social y 
la conexión de esa participación con procesos tendientes a la igualdad de género. 
 
 
 12 
 
CAPÍTULO 1 
Género y vida cotidiana 
 
 
1.1. Vida cotidiana: espacio de subjetividad e intersubjetividad 
 
Entendiendo que la realidad social es resultado o producto de una relación 
construida, con el fin de analizar la acción y las relaciones entre los sujetos que 
construyen la realidad social, la perspectiva de acción social de Max Weber (2012) 
es fundamental al reconocer que las prácticas sociales cobran sentido o 
significado entre los sujetos sociales en la medida en que se asocian a su 
subjetividad4, componente inherente a los individuos y que se constituye en la vida 
cotidiana. 
 
De esta manera, al ser la vida cotidiana un espacio trascendente porque es donde 
para los sujetos hace sentido o cobra significado su acción, es condición sine qua 
non para la constitución de la subjetividad, tal como lo plantea Pablo Nocera 
(2006: 4) al recuperar de Weber el concepto de subjetividad: 
 
“…supone la comprensión de la situación de la propia acción y 
refiere a que puede luego cargar de sentido su acción, concepción 
que es determinante para recuperar el nivel simbólico y, en 
consecuencia, cultural que está implicado en el significado o sentido 
de la acción. Es aquí donde se encuentra el componente subjetivo 
de la acción, y es ese significado subjetivo del sujeto lo que orienta o 
 
4 “Por acción debe entenderse una conducta humana (bien consista en un hacer externo o interno, 
y en un omitir o permitir) siempre que el sujeto o los sujetos enlacen a ella un sentido subjetivo. La 
“acción social”, por tanto, es una acción en donde el sentido mentado por su sujeto o sujetos está 
referido a la conducta de otros, orientándose por ésta en su desarrollo”. (Max Weber, 2012: 5). 
 13 
da sentido a su acción. La acción es subjetiva e intersubjetiva 
porque no sólo depende de que haga sentido al sujeto sino que debe 
tener significado en relación con otros sujetos. Por ello, el contexto 
en que se construyen los significados, la vida cotidiana, resulta 
determinante para reconocer el carácter social de la acción, es el 
mundo de las relaciones sociales que ocurren en la vida cotidiana, 
es ahí donde todos los sujetos se significan”. 
 
De esta manera, se establece que el concepto vida cotidiana representa un 
referente central para el análisis de la participación de los sujetos ante cualquier 
intervención pública, en este caso, interesa utilizarlo como sustento para estudiar 
la participación de las mujeres en su papel de beneficiarias de la política social de 
atención a la pobreza vía el programa de transferencias monetarias condicionadas 
que bajo diferentes denominaciones –Progresa, Oportunidades, Prospera– se ha 
instrumentado en México desde 1987. Así, vida cotidiana, además de ser el 
ámbito en que ocurre la construcción de subjetividad, es también el espacio en 
que se construye y despliega la intersubjetividad que posibilita la reproducción o 
cambio en las condiciones de vida y en las relaciones de los sujetos sociales. 
 
Por esta razón, se retoma el pensamiento de György Lukács que advierte que en 
torno a los estudio de la esencia de la vida cotidiana: 
 
“…Las ciencias sociales de nuestros días en cambio, desprecian 
a menudo esta zona intermedia concreta, aquella en la que se 
encuentra el nexo real, considerándola como un mundo de mera 
empiria que, en cuanto tal, no es digno de un análisis científico en 
profundidad destinado a examinar las construcciones internas… 
Pero en cuanto se reflexiona con la mirada puesta en la realidad 
resulta, por el contrario, que solamente a través de la mediación 
de una esfera tal pueden ser comprendidas científicamente las 
interrelaciones e interacciones entre el mundo económico social y 
 14 
la vida humana.” (Heller, 1977: Prefacio 9) 
 
El análisis de la participación de las mujeres como beneficiarias de un programa 
social de transferencias monetarias condicionadas, considera que esa 
participación implica un proceso que se construye en la vida cotidiana y que se da 
en el marco de una determinada realidad social en la que ineludiblemente existen 
dos esferas, la que toca al ámbito de los individuos y su acción social en la que lo 
simbólico tiene una incidencia determinante, y la que pertenece a ámbito de la 
estructura social en la que las condiciones materiales tienen un lugar fundamental 
en la reproducción social, en esta esfera la intervención pública tiene un papel 
determinante en las relaciones sociales que se derivan de esa intervención. 
 
Este análisis retoma complementariamente, elementos relacionados al concepto 
de vida cotidiana desde las aproximaciones teóricas desarrolladas por Alfred 
Schütz y Ágnes Heller, por una parte y, por otra, incorporar, desde la perspectiva 
de la crítica al socialconformismo de Marcos Roitman, elementos que se 
construyen en la vida cotidiana y se plantean como condición para la reproducción 
del sistema como lo es descentrar la política de la acción social de los sujetos y la 
constitución de operadores sistémicos. 
 
En la perspectiva de Schütz, el concepto vida cotidiana implica mundo de vida e 
intersubjetividades. (Schütz, 2008:16) 
 
…Si bien la subjetividad se reconoce como un aspecto indiscutible 
de la construcción del sujeto, también es condición aceptar que no 
obstante que el individuo concibe su mundo desde su propia 
perspectiva, es, no obstante, un ser social, arraigado en un 
intercambio permanente de subjetividades, es decir en una realidad 
intersubjetiva. Elmundo de la vida diaria en el cual nacemos, es 
desde el primer momento, un mundo intersubjetivo. 
 
 15 
La construcción de significados se considera como la base de la intersubjetividad 
de los sujetos sociales. La subjetividad se constituye a partir de la experiencia del 
individuo, desde la cual es posible generar y dotar de sentido al mundo de la vida 
cotidiana que está inmersa en la actitud natural de los sujetos, lo que implica el 
mundo dado, lo que ha sido constituido como natural y es compartido, a lo que 
Schütz nombra como el mundo del sentido común. 
 
El saber cotidiano se caracteriza también por ser pragmático, porque 
adquiere sentido en la medida en que está vinculado a la resolución 
de los problemas cotidianos. A nivel de su validez no necesitan 
justificaciones derivativas; ellas, de por si son verdaderas. (Rozas, 
2005: 44) 
 
El concepto de intersubjetividad resulta fundamental por sus implicaciones para la 
construcción de los significados sociales y, en consecuencia, es central su apoyo 
para el estudio de la participación de las mujeres en los programas sociales, 
porque es posible reconocer la base de significados compartidos que ellas 
constituyen y el sentido dado a esa acción, es decir, a su participación como 
“beneficiarias” de la política social del programa con el que la intervención pública 
pretende atender las condiciones de carencias sociales de las familias 
consideradas más pobres en el país. 
 
De acuerdo con Schütz, es fundamental considerar el mundo de la vida cotidiana 
porque “…el mundo cotidiano del vivir y ejecutar es la presuposición que nuclea 
todos los demás estratos de la realidad humana” (2008: 15). En ese sentido, 
constituye el espacio que posibilita construir la intersubjetividad de los sujetos, el 
espacio en que se materializa la construcción de la realidad social. Se reconoce 
entonces que la vida cotidiana es el espacio en que ocurre tanto la existencia de la 
estructura social, como la acción social o capacidad de los sujetos de dar 
respuesta a la estructura. 
 
 16 
Para el análisis que nos ocupa que es la relación género, política social y 
participación de las mujeres, es importante que reconocer, de acuerdo con Schütz, 
que en el mundo de la vida cotidiana es donde se da la construcción de los 
significados y, en consecuencia, la subjetividad e intersubjetividad, pero también 
se da la actitud natural, en el entendido de que lo que se comparte en el mundo de 
la vida y que se acepta como algo natural y así construido, lo es para cada quien y 
también para los demás. 
 
Esta apreciación es relevante para la investigación ya que la intención ha sido 
identificar los significados compartidos de la participación y lo que suscita esa 
acción respecto a procesos relacionados con la igualdad de género entre las 
mujeres que participan como representantes de las familias en el programa social 
estudiado. En ese sentido, destaca lo que Schütz advierte en cuanto a que 
mientras más semejante y más desapercibida sea la acción que predomina entre 
los actores, la probabilidad subjetiva de la conformidad será mayor y, en 
consecuencia, la conformación de la conducta intersubjetiva. 
 
Se afirma, entonces, que el mundo de la vida cotidiana es el escenario de la 
acción social, porque en ese espacio: 
 
…los sujetos entran en relación recíproca y tratan de entenderse unos 
con otros, así como consigo mismos. Aunque la realidad del sentido 
común conforma la matriz de toda acción social, cada individuo se 
sitúa en la vida de una manera específica… la realidad del sentido 
común nos es dada en formas culturales e históricas de validez 
universal, de ahí la importancia de comprender el modo en que los 
seres humanos construyen la realidad social, de manera específica, 
en el mundo de la vida cotidiana. (Schütz, 2008:19). 
 
Profundizar en el conocimiento de la relación género y política social mediante la 
participación de las mujeres en el programa social Prospera representa el aspecto 
 17 
central en este estudio por ello interesa reconocer, interpretar y comprender el 
sentido y significado que las mujeres titulares5 otorgan a la acción social que 
subyace en su participación como representantes de sus familias a cambio de 
recibir las transferencias de dinero por tener, ante el programa, el compromiso y 
obligación del cumplimiento de “corresponsabilidades”6 de todos los integrantes 
del hogar. 
 
Desde Schütz (2008: 26), el significado de los hechos se constituye en función de 
la relación que el sujeto establece con los objetos, y le asigna un papel 
determinante en esa construcción. Así, propone reconocer dos tipos de 
significados: objetivos y subjetivos: 
 
El significado objetivo se refiere a contextos amplios de significados 
que existen en la cultura y que son compartidos socialmente… El 
significado es intersubjetivo porque se construye considerando al otro 
y en interacción con el otro, lo que ocurre en el mundo de la vida 
cotidiana (Schütz, 2008: 26). 
 
Esta perspectiva que explica la construcción de significados de la acción de los 
sujetos contiene otro elemento, el reconocimiento de los motivos de la acción, que 
representa las razones que explican la acción, lo cual se considera que ocurre en 
 
5 De acuerdo a las Reglas de Operación del programa social ahora llamado Prospera, antes 
Oportunidades y antes Progresa, las titulares de familias de acuerdo a los criterios de elegibilidad 
son las personas encargadas del cuidado de las niñas y niños integrantes de la familia, siendo 
generalmente las madres de familia. 
 
6 Por corresponsabilidad se entienden los compromisos y obligaciones que la familia adquiere al 
ser incorporada como beneficiaria de este programa social. El programa contempla en su origen 
obligaciones organizadas fundamentalmente en tres componentes: educación, salud y 
alimentación. Sin embargo, a las mujeres designadas como titulares se les adjudican diversas 
responsabilidades que serán analizadas en otro apartado de este estudio. 
 
 18 
dos vertientes, el motivo para y el motivo por qué, están totalmente relacionados 
con la subjetividad de los actores y la intersubjetividad del mundo de la vida 
porque implica elementos de la propia vida y de la de otros. De acuerdo a Schütz 
(2008: 26), “el motivo para es el acto mismo proyectado en el tiempo futuro 
perfecto. El motivo porque se refiere al hecho que yace en mi pasado y me lleva a 
proyectar un acto particular.” 
 
Estudiar la participación de las mujeres en el programa social de transferencias 
monetarias, posibilita reconocer qué significados adquiere esa participación en su 
vida cotidiana y los sentidos que orientan su acción, con el propósito medular de 
detectar elementos relacionados con procesos para la igualdad de género que se 
suscitan a partir de la intervención que genera el Prospera al implicar a las 
mujeres en diversas acciones que constituyen corresponsabilidades. 
 
La afirmación de Schütz respecto a que los sujetos viven de forma natural e 
irreflexiva el mundo de la vida cotidiana es un supuesto que se comparte, en tanto 
se considera que la participación en la política social no pasa por un acto de 
reflexión respecto del papel que las mujeres juegan en esa intervención pública y 
la manera en que se determina su acción social desde el Prospera. 
 
En este aspecto, el énfasis en conocer los significados compartidos entre las 
mujeres titulares respecto a su participación en el programa, se asume desde la 
perspectiva de que cada una está determinada por su propia situación biográfica; 
sin embargo, eso mismo da lugar a que compartan experiencias que van 
modelando y asimilando los significados y sentidos de esa participación y, en 
consecuencia, construyendo el entramado de intersubjetividades en torno a su 
acción. 
 
Desde la mirada conceptualde Schütz, al ser el ámbito del mundo de la vida y la 
intersubjetividad que le es inherente la base de toda relación social, resulta útil 
indagar los motivos por los que las titulares participan de determinada manera en 
 19 
el Programa Prospera, para delinear, desde la perspectiva de Weber, tipos ideales 
de participación de las mujeres que representan a sus familias ante el programa 
social y poder identificar la relación de esos diferentes tipos de participación con 
procesos para la igualdad de género. 
 
De acuerdo a esta perspectiva, la relación que existe entre el mundo de la vida y 
la vida cotidiana está basada en cuatro aspectos: las relaciones sociales 
cotidianas, la conciencia social cotidiana, el entramado social del mundo cotidiano 
y la comunicación cotidiana. Estos elementos proporcionan el marco para revisar 
qué expresan las mujeres de su participación como beneficiarias de una política 
social y cómo se traduce esa participación en su vida cotidiana. 
 
Éste es el ámbito en que se articulan complejas relaciones entre Estado y 
Sociedad, en este caso la relación entre el Prospera y las mujeres titulares de 
familias. Ese marco en torno a lo cotidiano es el sustrato en el que se establece el 
escenario propio de la intervención del Trabajo Social. 
 
El Trabajo Social/Servicio Social es una profesión que se inserta en 
el ámbito de las relaciones entre sujetos sociales y entre éstos y el 
Estado en los distintos contextos socio históricos de actuación 
profesional. Desarrolla una praxis social y un conjunto de acciones 
de tipo socioeducativo, que inciden en la reproducción material y 
social de la vida con una perspectiva de transformación social 
comprometida con la democracia y el enfrentamiento de las 
desigualdades sociales, fortaleciendo la autonomía, la participación y 
el ejercicio de la ciudadanía, en la defensa y conquista de los 
derechos humanos y de la justicia social. (Federación Internacional 
de Trabajo Social, 2014). 
 
Es decir, son los procesos sociales que se dan en la vida cotidiana los aspectos 
en los que es necesario intervenir para modificar la capacidad de respuesta de los 
 20 
sujetos frente a problemáticas y necesidades que están constituidas o generadas 
desde el nivel estructural de la realidad social. 
 
La acción de trabajo social tiene, como requisito esencial para 
constituirse, la interrelación con el sujeto para el que trabaja. Se 
trata de una relación deseablemente activa, sin la cual, el cambio 
de la situación problema es francamente improbable. Tello (2008: 
20) 
 
Paralelamente al enfoque de Schütz respecto a la trascendencia de la subjetividad 
e intersubjetividad, mundo de la vida y Vida Cotidiana y de los motivos para y por 
qué que subyacen a la participación, se retoman de la perspectiva de Ágnes Heller, 
elementos de su análisis sobre la cotidianeidad, al reconocer que la realidad que 
nos envuelve es experimentada desde que nacemos en tanto es algo construido 
socialmente. 
 
1.2 Heterogeneidad de la vida cotidiana y pensamiento cotidiano 
 
Por su aproximación en torno a la vida cotidiana, el planteamiento de Heller es 
necesario para apoyar el análisis de la participación de las mujeres en procesos 
de intervención desde la política social, especialmente en lo que implica esa 
participación como objetivo y necesidad para el trabajo social, pues pretender 
modificar la acción social de los sujetos o actores frente a necesidades y 
problemáticas que se manifiestan en las relación sociales en la vida cotidiana es, 
de acuerdo a la definición de Trabajo Social, su parte medular. 
 
…el concepto de vida cotidiana expresa la trama social, en la cual los 
sujetos articulas su existencia, con relación a la lucha por la 
satisfacción de sus necesidades. Este escenario es el que marca las 
coordenadas más importantes para resignificar el campo problemático 
en la intervención profesional. 
… la cercanía a la vida de dichos sujetos es la clave más importante 
 21 
para desentrañar como se expresa la conflictividad de la <cuestión 
social hoy >. Este aspecto da fundamento a la construcción del campo 
problemático, como un conjunto de dimensiones que se entrecruzan, 
para comprender, interpretar y orientar pertinentemente la 
intervención profesional. (Rozas 2005, pag.40) 
 
Heller reconoce la vida cotidiana como el ámbito donde se conjugan distintas 
actividades y aspectos del ser humano. En su análisis de esta dimensión social 
destaca que a la vez que estamos en un espacio como sujetos de reflexión 
también estamos como objetos de estudio porque todos formamos parte de la vida 
cotidiana de nuestra sociedad. 
 
En la vida cotidiana reconoce que se involucran gran cantidad de aspectos: 
sentidos, capacidades físicas e intelectuales y sentimientos. Una característica 
que reconoce es que la vida cotidiana requiere de diversidad de tipos de actividad. 
La heterogeneidad de las actividades y su jerarquía en la vida cotidiana están 
determinadas por el tiempo histórico y la posición de los individuos en la estructura 
socioeconómica. Este elemento resulta central porque permite identificar que en la 
configuración de la vida cotidiana son determinantes factores estructurales de la 
sociedad como el contexto histórico y la condición de estrato social de los sujetos 
y no sólo el ámbito de lo simbólico, en cuanto a la subjetividad y la 
intersubjetividad. 
 
En el análisis de la cotidianeidad, Heller incorpora un componente fundamental de 
la esfera estructural, el proceso de reproducción social, el cual implica 
necesariamente a la reproducción de las relaciones sociales y la de los individuos 
particulares. Destaca que el proceso de reproducción requiere de los individuos 
capacidades y habilidades para desarrollar prácticas y actividades sociales, así 
como poder integrarse en comunidad, lo cual se logra a partir de procesos de 
socialización que se dan en la vida cotidiana. 
 
 22 
Para el Trabajo Social, esta referencia es determinante porque, partiendo de su 
definición, su objetivo es intervenir precisamente en las situaciones en que la 
reproducción social, tanto en términos de relaciones sociales como en el ámbito 
de la reproducción de individuos particulares enfrenta necesidades y/o 
problemáticas ubicadas en la vida cotidiana que la limitan o impiden. 
 
… es importante incorporar a la intervención profesional el análisis del 
saber cotidiano de los sujetos a fin de potencializar posibilidades y 
recursos para canalizar diversas alternativas de solución a las 
problemáticas que presentan dichos sujetos”. (Rozas, 2005:40) 
 
Una aportación fundamental de la concepción de Heller sobre la vida cotidiana es 
su perspectiva histórica, ya que le reconoce un lugar determinante en la 
construcción de la realidad social al considerar que es el ámbito concreto de 
reproducción de las relaciones sociales, así como el espacio en que se constituye 
un determinado orden social que condiciona al individuo concreto. 
 
Cuando se reconoce cómo esta perspectiva se articula con la participación de las 
mujeres en el Programa Prospera, resulta determinante recuperar que, a la par de 
la característica de heterogeneidad de la vida cotidiana, existe el pensamiento 
cotidiano que es el entramado en que, de acuerdo con Schütz, se da el sustento 
para la conformación de la subjetividad. En esta línea, Heller afirma que: 
 
...El pensamiento cotidiano no es separable de las formas de actividad 
de la vida cotidiana. …El pensamiento cotidiano también es 
heterogéneo. Los rasgos comunes del pensamiento que se manifiesta 
en las diversas formas de actividad de la vida cotidiana derivan muy 
simplemente de la cotidianidad: en parte por el hecho de que las 
formas heterogéneas de actividad… son diversas en épocas diversas 
y en las diversas sociedades o estratos sociales, por lo cual cada vez 
es necesario un saberdistinto para apropiárselas y realizarlas. 
 23 
…este mundo determinado no se ha constituido, (o al menos no sólo) 
por obra de la vida cotidiana. Ante todo, los particulares nacen en una 
determinada estructura de producción y de distribución…Qué sistema 
de producción y distribución es interiorizado en la vida cotidiana. 
(Heller, 1987: 102). 
 
Hasta ahora se ha reconocido que el ámbito de la vida cotidiana tanto desde la 
perspectiva de Schütz como de Heller representa el marco en que se desarrolla la 
participación de las mujeres, y que esa acción cobra sentido y significado de 
acuerdo a la conformación de subjetividad de las mujeres y de su entramado de 
intersubjetividad, pero también se enmarca y configura a partir de la 
heterogeneidad y jerarquía de las actividades que las mujeres desarrollan en su 
vida cotidiana, lo cual corresponde a un contexto histórico determinado y a la 
posición que ocupan en la estructura socioeconómica. 
 
El saber cotidiano se actualiza de forma colectiva y se resignifica 
permanentemente, porque todo saber proviene de las experiencias 
particulares y cuanto más se socializa y generaliza establece una 
lógica común que le da sentido a sus prácticas. (Rozas, 2005: 44) 
 
Entonces, se reconoce que la vida cotidiana y el pensamiento cotidiano se 
configuran tanto desde la esfera de lo simbólico de los individuos, como desde la 
esfera estructural en cuanto al sistema de producción y distribución, y que desde 
la articulación de estas dos esferas se hace posible la reproducción social. 
 
1.3 Vida cotidiana y socialconformismo: ¿construcción de sujetos sociales o 
de operadores sistémicos? 
 
Para el análisis de la participación de las mujeres en el programa social Prospera 
desde el plano de la vida cotidiana, y considerando el marco que ofrece el género 
como una categoría de ordenamiento social, es importante señalar que, como lo 
 24 
plantea Roitman, se considera que “lo social no pertenece a la sociología, 
pertenece a la vida cotidiana, y la sociología sólo hace sentido como intento 
explicativo de la vida cotidiana, si no, es sólo literatura.” (2004: 75). 
 
En la crítica a la construcción del pensamiento sistémico, lo cual ocurre en la vida 
cotidiana, Roitman ofrece elementos que serán utilizados en el análisis de la 
participación de las mujeres en la política social porque permiten ubicar 
determinadas características en el tipo de prácticas sociales que realizan en su 
participación. 
 
Por un lado, nos señala cómo en esta construcción preponderante del 
pensamiento sistémico como algo superior que domina y determina todo, un 
elemento clave ha sido descentrar lo político de la acción social de los sujetos. 
Entonces, este referente será un elemento a indagar en la participación de las 
mujeres como titulares de sus familias en su vida cotidiana. Así, en la perspectiva 
sistémica se concibe a lo social y lo cotidiano como pertenecientes al sistema 
(Roitman, 2004: 75). 
 
Se considera relevante incorporar al análisis de la participación esta mirada de 
crítica al pensamiento sistémico porque se identifica como fundamental entender 
este proceso de descentrar el sentido político de la acción social, ya que ha 
implicado un proceso de cambio en el pensamiento cotidiano: 
 
…Para producir esta mutación es necesario crear entornos, ya no 
estructuras, políticos, sociales, religiosos y económicos que 
proyecten un comportamiento global, generando una cultura: la 
cultura del conformismo. En la dimensión aquí analizada, la cultura 
del conformismo crea símbolos, lenguaje y actitudes cuya finalidad 
está en socializar a los operadores sistémicos en su lógica. (Roitman, 
2004: 76). 
 
 25 
De acuerdo a este planteamiento, dicho proceso ha conseguido instalarse con 
legitimidad en el pensamiento cotidiano y en el plano de lo simbólico de la 
sociedad, “…la cultura del conformismo es directamente proporcional al grado de 
interiorización de los valores que proyecta el sistema hacia sus miembros.” 
(Roitman, 2004: 76). 
 
La cultura del conformismo se configura como totalidad y en este 
sentido construye una personalidad social donde los sujetos, ahora 
operadores sistémicos, actúan en función de dichos principios de 
socialización. Se trata de una dinámica que fabrica comportamientos 
conformistas cuyos efectos se proyectan en todo el quehacer 
cotidiano. 
Si el estado social e individual de indiferencia forma parte de la 
condición humana, es porque se corresponden con un estado 
psicológico… La indiferencia se caracteriza por ser una relación social 
donde los sujetos se inhiben de tomar decisiones, positiva o 
negativamente, al desconocer… Somos indiferentes ante hechos que 
suceden a nuestro alrededor o a distancia pero cuya existencia 
desconocemos o de los cuales tenemos una visión confusa. 
Cambiamos nuestra actitud social, revertimos la indiferencia, cuando 
tenemos los elementos valorativos para emitir un juicio crítico. A partir 
de ese momento, la indiferencia desaparece, resolviéndose sus 
contradicciones. 
El conformismo, en su aspecto social e individual, tiene un principio de 
configuración distinto. Es el resultado de valorar, es decir, de emitir un 
juicio de hechos acatando voluntariamente la dirección de las 
decisiones tomadas por el sistema. Así surge el conformismo social. 
(Roitman: 2004: 76). 
 
En esta perspectiva, estamos frente a un pensamiento cotidiano sustentado en la 
vida cotidiana en el que el conformismo se ha instalado como una decisión natural, 
 26 
se ha naturalizado esta manera de ser que pone el sello al carácter y personalidad 
de las personas. 
 
Este proceso, descentrar la política de la acción social, ha modelado el carácter y 
la personalidad predominantes en los sujetos sociales marcados por el 
conformismo constituyéndose en operadores del sistema que sólo participan como 
meros reproductores de este tipo de pensamiento. 
 
La cultura del conformismo se puede identificar por el tipo de 
comportamiento social e individual que acompaña a los operadores 
sistémicos, caracterizado por las actitudes que adoptan frente al 
orden sistémico, pudiendo sintetizarse en: 
 
 Total acatamiento del orden sistémico; 
 Subordinación a los códigos comunicativos del sistema; 
 Comportamiento pragmático. (Roitman, 2004: 76) 
 
A partir de estas características, Roitman da muestras de cómo se expresan los 
tipos de personalidad conformista, manifestando actitudes que identifican a los 
creadores y reproductores de ese pensamiento sistémico social-conformista, por 
ejemplo: “… siempre acaba con la frase: no hay más realidad que el sistema, hay 
que adecuarse a vivir en él. Descalifican el comportamiento ético. Son 
individualistas y creen en el éxito personal. Por último, rechazan la diferencia pero 
son tolerantes.” (Roitman, 2004: 78). 
 
Desde la crítica al pensamiento sistémico, se hace patente la constitución del 
pensamiento cotidiano que se genera en la vida cotidiana, y que se incorpora de 
manera natural en la subjetividad y permea la intersubjetividad de los sujetos 
sociales. De este modo, para Roitman (2004: 78) se reniega de la conciencia 
social y en esa medida se desarrollan el conformismo y la complacencia como 
actos sociales deliberados; se da lugar al pensamiento débil característico del 
 27 
pensamiento sistémico y contrario al pensamiento crítico, se procura debilitar y 
disolver al sentido común como cualidad humana. En ese marco, resulta de gran 
trascendencia el papel que tiene el sentido común porque es el referente en la 
vida cotidiana para la construcción del pensamiento crítico. 
 
“Pensar el sentido común como un ejercicio de la conciencia, nos 
permite introducir su… acepción: conocimiento social de carácter 
práctico; interpretando lo práctico como la capacidad humana de 
producir realidad y conocimiento mediante la experiencia de lo común.En esta acepción, el sentido común es un ejercicio que pone en 
funcionamiento la acción social de emitir un juicio de razón práctica. 
En esta dinámica, el sentido común se manifiesta como la capacidad 
de juzgar, lo real existente”. (Roitman, 2004: 82) 
 
En la crítica de Roitman al pensamiento sistémico, el sentido común se coloca en 
un lugar fundamental de la vida cotidiana, al igual que lo es para ubican Schütz y 
Heller. Sin embargo, el primero comparte cómo se considera en el sentido de ser 
una dinámica de prácticas sociales, que “…constituye y expresa, también, la moral 
colectiva que identifica a una sociedad. Pensado políticamente, el uso del sentido 
común está determinado por la búsqueda del bien común” (Roitman, 2004:83). A 
la vez se señala cómo, visto desde el sistema, se ha colocado como un indicador 
de sumisión y obediencia. 
 
En este marco, un elemento clave que da sustento al conformismo social en el 
pensamiento cotidiano es que logra ceñir las aspiraciones de felicidad a su mínima 
expresión. Es notable cómo se encaminan las razones de la felicidad hacia los 
objetos desde la satisfacción individual. Es ahí, en la lógica de las características 
del homo economicus, donde el sujeto social encuentra la única razón de ser de la 
felicidad, el logro y el placer individual basado en su posibilidad de lograr objetos. 
El bien común desaparece del mapa del sentido común como un deseo de 
felicidad. En la perspectiva de análisis de la crítica al pensamiento social-
 28 
conformista, la búsqueda de la felicidad es el máximo placer individual y no el 
principio ético del bien común. 
 
No obstante, se reconoce y comparte una afirmación central en la crítica al 
pensamiento sistémico: la necesidad de generar posibilidades para la constitución 
de factores, contextos y procesos desde donde es posible suscitar cambios y 
transformación en el pensamiento socialconformista, porque se reconoce que “…si 
la voluntad y la conciencia pueden ser inhibidas y controladas como parte de un 
proyecto político totalitario, también puede plantearse su recuperación” (Roitman, 
2004: 115). 
 
Desde esta perspectiva, así como las características propias del 
socialconformismo -como lo son el sometimiento, la subordinación y la pasividad 
social- influyen y condicionan al sujeto social en términos de anular el sentido 
político de su participación, descentrar lo político de la acción social, disolviendo 
su interés de participar en procesos de construcción de ciudadanía y, por ende, de 
democracia, y en la perspectiva de género, de construir igualdad entre mujeres y 
hombres, también existe la posibilidad contraria, a partir de impulsar el desarrollo y 
el fortalecimiento del pensamiento crítico desde la vida cotidiana, en la perspectiva 
de la constitución de sujetos sociales que reconozcan la vía de la ciudadanía y el 
ejercicio de los derechos como la posibilidad de avanzar en una opción 
democrática del desarrollo. En esta perspectiva, la participación resulta un factor 
determinante como medio y fin para reconstituir un sentido común que contenga al 
propósito del bien común como fundamento de la intersubjetividad. 
 
“La apuesta por transformar la actual situación de conformismo que 
afecta por igual al pensamiento crítico y a lo político…sigue siendo el 
referente… Los ideales de democracia social, económica, étnico-
cultural, la erradicación de la pobreza e injusticia social son objetivos 
prioritarios para el surgimiento de una ciudadanía con pleno 
reconocimiento material de sus derechos registrados sólo 
 29 
formalmente”. (Roitman, 2004: 125). 
 
Este conjunto de elementos relativos a diferentes miradas acerca de la vida 
cotidiana como espacio fundamental de la constitución de la subjetividad e 
intersubjetividad de los sujetos, es un referente determinante para la concepción y 
orientación de la intervención social, tanto desde las políticas públicas, 
especialmente las orientadas a la atención de problemas y necesidades sociales 
como para la intervención desde el Trabajo Social como disciplina de las ciencias 
sociales que despliega sus procesos en ese ámbito, en la vida cotidiana y en la 
dimensión relacional de los sujetos sociales. 
 
Desde este marco conceptual de lo que es intervenido en el ámbito de la vida 
cotidiana (subjetividad, intersubjetividad, sentido común, pensamiento cotidiano) 
mediante la aplicación de política social, en este caso vía la operación del 
programa de transferencias monetarias condicionadas, destaca un doble potencial, 
en términos de alternativas posibles, a saber, por un lado, la orientación que 
puede dar a la participación de las mujeres la posibilidad de impulso a la 
constitución de sujetos sociales conscientes de su condición de ciudadanas en 
tanto formalmente detentan derechos, y por otro lado, la posibilidad de constituir 
operadores sistémicos mediante el mantenimiento y la reproducción del 
pensamiento social-conformista. 
 
1.4. Género y estructuración de la vida cotidiana 
 
El género se coloca como la categoría marco para el análisis de la participación de 
las mujeres en la política social. La perspectiva que aporta esta categoría es 
central, en tanto que permite comprender una dimensión fundamental del 
ordenamiento social entre mujeres y hombres, un ordenamiento que explica la 
desigualdad social y que cruza transversalmente toda la estructura social en todas 
sus áreas: lo político, lo económico, lo ambiental, lo social, lo cultural e 
institucional. 
 30 
Se entiende el género como la construcción cultural mediante la que se adscriben 
roles sociales, actitudes y aptitudes diferenciados para hombres y mujeres en 
función de su sexo biológico. Esta categoría hace referencia a las diferencias 
sociales que, desde la dicotomía de las particularidades biológicas, han sido 
aprendidas, cambian con el tiempo y muestran múltiples variantes. Así, el género 
se utiliza para establecer diferencias socioculturales entre mujeres y hombres que 
son impuestas por los sistemas políticos, económicos, culturales y sociales a 
través de los ámbitos de socialización y de las instituciones sociales. 
 
El uso de la categoría de género se ha extendido en el mundo y especialmente en 
las ciencias sociales, debido a su potencial como categoría de análisis que apunta 
a la explicación de las diferencias derivadas de un sistema de dominación, el 
patriarcado. Desde una perspectiva histórica se establece que el interés sobre la 
categoría de género, como herramienta de análisis del ordenamiento social, tiene 
una presencia relativamente reciente, se identifica que ocurre hacia la década de 
los ochenta del siglo XX. 
 
Como es señalado por Incháustegui y Ugalde (2004), el género es reconocido 
como un principio organizativo de la vida social, que se da a partir de la diferencia 
sexual y su construcción socio cultural, además de que permea el marco 
institucional y normativo de las sociedad. El género da significado a todas las 
relaciones económicas, políticas y simbólicas que regulan la interacción individual 
y que se establecen la jerarquía de género que se expresa en la diferenciación 
social, económica y política entre mujeres y hombres, así como entre grupos de 
mujeres y grupos de hombres. 
 
El análisis de género implica el estudio de las relaciones entre hombres y mujeres 
que es lo que se denomina relaciones de género, y que expresan o manifiestan 
diferencias y disparidades en el acceso y control de recursos, así como en las 
decisiones, oportunidades, retribuciones y todos los demás aspectos del poder. La 
jerarquía de género se refiere al conjunto de costumbres, valores, reglas, normas 
 31 
y leyes que regulan a las sociedades y que dan la pauta para la formación de 
subjetividades que establecen, a su vez, los roles, funciones y estilos de vida 
permitidos y aceptados para hombres y mujeres. 
 
La concepciónde Joan Scott (1996) critica y analiza el empleo que se ha dado al 
concepto género y las limitaciones que se enfrentan desde distintas 
aproximaciones teóricas, cuando se pretende explicar cómo se han construido las 
relaciones de desigualdad entre los sexos y no sólo identificar causas de la 
opresión de las mujeres. Resulta trascendente el cambio cualitativo que plantea 
respecto al concepto de género, al advertir que el propósito de comprender el 
significado de los sexos desde una visión histórica, pasa por incluir a las mujeres 
en la revisión y reconstrucción de la historia y, que esto obligadamente representa 
redefinir y ampliar el marco conceptual tradicional del significado histórico. Así, 
integra un significado de género como categoría de análisis del ordenamiento 
social sustentada en dos proposiciones clave: la primera plantea que el género es 
un componente de las relaciones sociales que se sustentan en las diferencias 
distintivas de los sexos y, la segunda señala que es una forma primaria de 
relaciones significantes de poder. 
 
En la primera proposición que plantea Scott está considerando múltiples 
elementos: símbolos culturales disponibles; conceptos normativos; nociones 
políticas y económicas, así como la identidad subjetiva. En ese marco, las dos 
proposiciones y su interrelación amplían las posibilidades de la categoría de 
género y la colocan como herramienta de análisis de la realidad social, al mostrar 
la multidimensionalidad que implica la organización y ordenamiento de las 
relaciones sociales, y la producción de desigualdades entre hombres y mujeres 
por los elementos distintivos de los sexos, desigualdades que se dan como seres 
sociales, políticos y económicos en su interrelación. 
 
Por su parte, Marta Lamas (1996: 154) reconoce que “…género implica la 
simbolización o construcción cultural que alude a la relación entre los sexos… 
 32 
género se refiere a aquellas áreas tanto estructurales como ideológicas que 
comprenden relaciones entre sexos”. Se trata de una construcción sociocultural 
que establece las disposiciones de ser hombre o ser mujer mediante el 
aprendizaje social. El género constituye una construcción que establece el deber 
ser a partir de la diferencia sexual. 
 
Así, el género implica la asignación social de roles o papeles diferentes entre 
hombres y mujeres, asignación que conlleva jerarquías distintas en la familia y la 
sociedad, roles que se viven y significan en la vida cotidiana. 
 
La construcción social de género moldea los patrones de la vida cotidiana y las 
pautas culturales de hombres y mujeres; la separación de lo público y lo privado, 
derivada de la división sexual del trabajo, ha implicado para las mujeres en 
general la asignación social de la responsabilidad del trabajo de reproducción y de 
cuidados que significa formas específicas de estructuración de la vida cotidiana, 
caracterizadas por una condición de subordinación en las relaciones sociales 
respecto a los hombres. 
 
Los ámbitos y tipo de asuntos en los que las mujeres pueden y deben participar, 
de acuerdo a los roles y estereotipos que socialmente les corresponden, marcan 
como pauta la organización de la vida cotidiana en torno a ser fundamentalmente 
cuidadora, madresposa, a la que se le adjudican valores, cualidades, habilidades 
netamente femeninas, además de naturalizar la subordinación frente a las 
cualidades, posibilidades, actividades y espacios masculinos. 
 
La estructuración de la vida cotidiana en función del género se traduce en 
jerarquías que determinan formas y dinámicas de funcionamiento entre mujeres y 
hombres e instituciones, como la familia. En el caso de mujeres que participan 
como representantes de sus familias en programas de apoyos condicionados, se 
les imponen pautas de comportamiento que implican prácticas sociales 
específicas en la vida cotidiana, por ejemplo, ser las receptoras de los apoyos 
 33 
monetarios les obliga a cumplir y hacer que el resto de la familia cumpla con las 
corresponsabilidades; seguir ciertos patrones de consumo porque el dinero lo 
deben aplicar en gastos relacionados con alimentación y útiles escolares; deben 
organizar su tiempo para determinados cuidados de la población infantil y los 
adolescentes, y si tienen alguna actividad laboral remunerada debe ser flexible 
para atender los requerimientos de ese tipo de programas. 
 
 34 
 
CAPÍTULO 2 
 
Género y desarrollo: relación ineludible frente a la 
desigualdad entre mujeres y hombres 
 
2.1. El desarrollo: aproximaciones conceptuales 
 
Sin ser objetivo de esta investigación analizar la evolución y la diversidad de la 
concepción de desarrollo, es importante establecer que es un concepto 
fundamental en torno a la cuestión pública, entendida como todo aquello que tiene 
o implica relaciones entre gobierno y sociedad. 
 
El concepto de desarrollo es un referente analítico prácticamente inevitable en el 
estudio de la relación Estado-economía-sociedad desde la segunda mitad del siglo 
XX. Es un concepto que no tiene una definición única y que su evolución se 
sustenta fundamentalmente en la elaboración construida desde la economía en 
relación directa con lo que ocurre en la sociedad. En la diversidad de 
concepciones de desarrollo subyacen visiones del ideal de sociedad y de lo que 
serían sus necesidades y aspiraciones derivadas del contexto económico, social y 
político. Por ello resulta importante, cuando se analiza la cuestión social, conocer 
desde qué concepto de desarrollo se parte porque es determinante en la 
orientación de la política pública y, particularmente, de las políticas sociales. Por lo 
mismo, denota la consideración del estado respecto a la ciudadanía y, en última 
instancia, a su relación con la sociedad. Sus distintas conceptualizaciones 
implican modelos y enfoques con incidencia directa en la definición, así como en el 
diseño de políticas regionales y nacionales. 
 
Si bien existen diversas concepciones de desarrollo, para tener un panorama 
general de ellas, se ha retomado la clasificación que la Comisión Económica para 
 35 
América Latina y el Caribe (CEPAL realiza respecto a los modelos de desarrollo 
asumidos en la región de América Latina, en función de su aplicación previa o 
posterior a las llamadas reformas estructurales, tal como se puede observar en la 
siguiente tabla: 
 
TABLA 1 
 
 
Tomado de: Sottolli Susana (2002) La política social en América Latina. 
Diez dimensiones para el análisis y el diseño de políticas 
 
Un breve recuento de esas concepciones muestra que, a partir de los años 
cincuenta del siglo XX, se aplicó en modelo de crecimiento económico. En esta 
visión se suponía el progreso social a partir de la industrialización y el aumento de 
 36 
la productividad en la región desde las actividades de ese sector dejando 
rezagado al sector agrícola. Este modelo partía de la idea de que desarrollo y 
crecimiento eran equivalentes, o que el primero se derivaría por añadidura al 
lograr el segundo porque el mercado se encargaría de la redistribución de la 
riqueza en la medida que se lograra el crecimiento. 
 
Este modelo tuvo como resultado la generación de notables condiciones de 
inequidad social en el interior de los países de la región y también en su relación 
con los países llamados desarrollados. 
 
A partir de los años setenta, derivado del fracaso del modelo de crecimiento, se 
implanta un modelo de desarrollo que pretende incorporar mecanismos de 
redistribución. Un elemento relevante en este modelo es el reconocimiento de que 
crecimiento y desarrollo son procesos diferentes aunque se encuentran totalmente 
articulados. Supone una mayor participación del estado en los procesos 
económicos y sociales y se inspira en el llamado Estado de Bienestar generado en 
los países desarrollados. 
 
Ante el aumento de la pobreza, la desnutrición y la insuficiente generaciónde 
empleo, a mediados de los años setenta se implanta un modelo de desarrollo que 
pretende la satisfacción de necesidades básicas, considerando mecanismos de 
redistribución en función de intentar cubrir determinadas necesidades como salud, 
educación, alimentación, vivienda. Este modelo de desarrollo, al tener como 
orientación cubrir algunas necesidades básicas de las familias, contempla 
involucrar a la mujer, en la convicción de que las mujeres son quienes de una u 
otra forma atienden necesidades de la familia. Eso no significa que se les coloque 
y reconozca el papel de proveedoras, sino más bien de responsables del cuidado 
de la familia. En esos años se impulsa la perspectiva de Mujer en el Desarrollo 
(MED) que la Organización de las Naciones Unidas establece en la Década de la 
Mujer entre 1976-1985. 
 
 37 
A mediados de la década de los ochenta se implanta en la región el llamado 
modelo de desarrollo neoliberal, que es diseñado desde organismos 
internacionales, que supone que los procesos de crecimiento y desarrollo no son 
dependientes y que factores de contexto de cada país determinan su alcance. 
Según este modelo, el crecimiento es la clave de que ocurran las condiciones para 
satisfacer a la sociedad en su desarrollo y el estado, fundamentalmente, es 
requerido para asegurar que el mercado se desarrolle. Desde esta concepción se 
establece que no es necesaria la intervención del estado en determinadas 
actividades ni se requiere que sea robusto. 
 
Este modelo ha implicado la aplicación de importantes reformas llamadas 
estructurales y, al igual que los anteriores tiene como elemento central el aumento 
a la productividad. 
 
En el marco del modelo de desarrollo neoliberal, se construyeron dos enfoques 
que redefinen el concepto de desarrollo. Es el caso del desarrollo basado en la 
Expansión de Capacidades elaborado por Amartya Sen (2000) y, por otra parte, la 
perspectiva de Max-Neef (1993) denominada Desarrollo a Escala Humana. Una 
característica de ambas perspectivas es que no se limitan a una concepción 
económica que contemple sólo la capacidad de adquirir bienes y servicios; 
incorporan como elemento central del desarrollo las posibilidades que tienen los 
individuos para la realización de su condición de seres humanos. 
 
Las perspectivas respecto a las posibilidades de las personas para su realización 
humana resultan trascendentes pues han definido las concepciones y actuaciones 
de los gobiernos para atender problemáticas como la pobreza. 
 
El enfoque de Sen (2000) concibe el desarrollo como un proceso de expansión de 
capacidades, las cuales se asocian al desempeño de las personas. El desempeño 
es un referente de logro de lo que una persona es capaz de hacer o ser y da lugar 
al concepto de capacidades. La creación y expansión de las capacidades está 
 38 
relacionada con la ampliación de los derechos de las personas para que puedan 
acceder a las posibilidades para satisfacer necesidades y mejorar la calidad de 
sus vidas, lo cual supone un Estado y gobiernos que garanticen instituciones y 
mecanismos de participación política de los ciudadanos(as). Este enfoque otorga a 
la participación un lugar relevante en la visión del desarrollo. 
 
Por su parte, el enfoque de Desarrollo a Escala Humana de Max-Neef (1993) es 
resultado de una visión multidisciplinar que se formula desde la región 
latinoamericana. Su visión de desarrollo se apoya en una concepción de 
necesidades humanas y en reconocer el necesario cambio en la condición de las 
personas de objeto a sujeto del desarrollo, lo cual supone una ampliación 
verdadera de la democracia. Un elemento de este enfoque es que las necesidades 
son definidas como potencia y no como carencia, lo cual implica que las personas 
se comprometen y se movilizan para lograr resolver esas necesidades. 
 
En los años noventa se construyó una propuesta de visión de desarrollo desde la 
ONU que incorpora la medición del desarrollo humano a partir de elementos de los 
enfoques del desarrollo tanto de expansión de capacidades como de escala 
humana. 
 
Es importante reconocer que, en los diversos enfoques sustentados en la visión de 
desarrollo humano, la participación de los sujetos se considera fundamental. Lo 
que también resulta fundamental es la disposición del Estado y los sistemas de 
gobierno de generar auténticos procesos para profundizar la democracia porque, 
en el fondo, la posibilidad de acceder a derechos queda depositada como 
capacidad de los sujetos o en la potenciación para movilizarse en torno a sus 
recursos. 
 
Como se puede advertir, a partir de la revisión general de diversas concepciones 
del desarrollo, resulta fundamental la visión, modelo o enfoque que se asuma por 
parte del Estado y sus sistemas de gobierno, porque de eso depende su posición 
 39 
frente a la relación con la sociedad, su concepción respecto a qué y cómo le 
corresponde asumir responsabilidades frente a necesidades, problemáticas e 
intereses de grupos sociales, así de cómo actúa para impulsar o inhibir la 
formación de ciudadanía y las dinámicas para la construcción de democracia. 
Además, en el caso del género, denota su consideración de las mujeres respecto 
a la desigualdad y su intervención en procesos de ruptura de esa condición. 
 
2.2. Género y desarrollo 
 
A partir de diferentes concepciones de desarrollo, desde diferentes sectores y 
grupos sociales se ha cuestionado el papel que asumen estados y gobiernos en 
torno a las respuestas a sus demandas y los objetivos que pretenden alcanzar. En 
ese contexto se explica por qué, con relación al género, desde los movimientos 
feministas surgieron distintos cuestionamientos sobre la manera de abordar y dar 
respuesta a la condición de desigualdad de las mujeres respecto de los hombres. 
Básicamente se han construido dos perspectivas que plantean que las visiones 
para el desarrollo tendrían que dar respuesta a la condición de exclusión y de 
subordinación de las mujeres en el proceso de desarrollo. 
 
Estas perspectivas son Mujeres en el Desarrollo y Género en el Desarrollo. En el 
interior de esta última se han planteado distintos enfoques. 
 
La perspectiva MED: Mujeres en el Desarrollo 
 
Mujeres en el Desarrollo es una perspectiva que surge a mediados de los años 
setenta del siglo XX y se asocia a la propuesta de la Década de las Mujeres 
impulsada por la ONU como respuesta al fracaso de los modelos de desarrollo y a 
las demandas del movimiento feminista en los que se hace evidente que las 
mujeres tienen una posición clave en el desarrollo y han sido excluidas del 
mercado de trabajo y confinadas fundamentalmente al trabajo no reconocido que 
asegura la reproducción social. Esta perspectiva no cuestiona la concepción de 
 40 
desarrollo; sin embargo, sí reconoce la marginación a la que, en general, han sido 
sometidas las mujeres y plantea su necesaria inclusión en el proceso de desarrollo 
para que éste pueda tener éxito y sea sostenible a partir de considerarlas como 
agentes económicos en la medida que se han incorporado masivamente al 
mercado de trabajo. 
 
Esta estrategia planteó la integración de las mujeres al proceso de desarrollo de 
manera funcional, dando énfasis a su papel productivo, reconociendo y 
entendiendo que se había confinado a una condición en la esfera del desarrollo. 
 
Las respuestas que consideró esta estrategia fueron proyectos aislados que 
atendían a necesidades específicas incorporando un componente destinado a la 
mujer. Las acciones se enmarcaban en la visión tradicional de roles de género sin 
cuestionar la división de trabajo, la segregación laboral, o la división entre lo 
público y privado. 
 
Hacia finales de los años setenta, surgen cuestionamientos a la posición en que 
se ubicaba a las mujeres en las concepciones de desarrollo y se incorpora al 
debate para interpretar y comprender la subordinaciónde las mujeres en el marco 
de las relaciones sociales y de la vida cotidiana, elementos como relaciones de 
poder, conflicto cooperativo y relaciones de género. Este debate da lugar a un 
cambio en la concepción de la relación género-desarrollo, lo que da lugar al 
surgimiento de la perspectiva de Género en el Desarrollo. 
 
Perspectiva GED: Género en el Desarrollo 
 
La Estrategia GED (Género en el Desarrollo) es una perspectiva para entender y 
abordar el tema de la subordinación y el trabajo de las mujeres en los modelos y 
estrategias globales de desarrollo. 
 
 41 
El objetivo de esta perspectiva es la reestructuración de las relaciones de poder 
entre los géneros. Su propuesta consiste, desde sus diversos enfoques, en 
generar espacios de poder y participación para las mujeres. Se trata de integrar la 
perspectiva de género al proceso de planificación del desarrollo de manera 
estructural. En ese sentido cuestiona la perspectiva MED, cuyo alcance fue la 
formulación de un proceso de desarrollo de manera marginal y aislada que dio 
lugar a un proyecto sobre problemas de la mujer. 
 
Esta propuesta implica formular modelos de desarrollo que cuenten con una visión 
integral, democrática y sostenible. Su concepción no es solamente la de un 
proceso técnico, sino también y abiertamente de un proceso político porque 
destaca el tema de las jerarquías de género y la distribución desigual del poder. 
Ante las realidades de desigualdad multicausal, plantea organizar procesos de 
transformación social de carácter estructural, considerando la participación de los 
grupos destinatarios y no sólo al personal experto. 
 
Esta estrategia GED, a diferencia de MED, basa sus intervenciones no en las 
mujeres sino en las relaciones desiguales entre hombres y mujeres, lo cual implica 
un cuestionamiento para redefinir la concepción de desarrollo y no quedarse en un 
modelo en el que subyace la jerarquización y discriminación. Por ello, un elemento 
central es la discusión sobre los roles de mujeres y hombres para superar las 
inequidades en función de transformar los papeles y estereotipos socialmente 
asignados para mujeres y hombres. Esta perspectiva propone impulsar, como 
demanda, las relaciones equitativas y la no discriminación en razón de sexo, raza, 
etnia, clase social y género. Desde esta visión se generan diferentes enfoques 
para incorporar el género en el desarrollo, lo cual implicaría concepciones y 
acciones distintas en los procesos que suponen los planes, programas y proyectos 
con los que se interviene para aplicar una visión de desarrollo. 
 
Así surge, desde el movimiento feminista del “Tercer Mundo”, a fines de la década 
de los setenta, el enfoque de empoderamiento que tiene como eje generar más 
 42 
poder entre las mujeres a partir de apoyar la constitución de sujetos con mayor 
confianza en la vida para que tengan más posibilidades de influir en cambios y 
ganar control en los recursos. 
 
Otro enfoque, dentro del GED, es el de Necesidades Prácticas de Género y el de 
Intereses Estratégicos de Género. Éste surge a mediados de los años ochenta del 
siglo XX. Identifica que las mujeres desarrollan, de manera simultánea, 
especialmente las más pobres, tres roles de género: reproductivo, productivo y 
comunitario. Este enfoque propone dos categorías para relacionar el género a 
procesos de desarrollo: por una parte, Necesidades prácticas y, por otra, Intereses 
estratégicos de género. La primera se asocia a condiciones de género para cubrir 
necesidades básicas como alimentación, salud, vivienda, y la segunda se vincula 
a la posición de género para modificar la subordinación de las mujeres en las 
relaciones de género (por ejemplo, en esta categoría se encuentra la educación). 
Los cambios desde la categoría de intereses estratégicos de género son 
trascendentes para propiciar cambios en las relaciones de subordinación y 
desigualdad. 
 
Por su parte, el enfoque de Autonomía surge en la transición entre las 
perspectivas MED y GED, y se considera, más que un enfoque, una estrategia 
emancipadora. También, al igual que las demás propuestas para establecer una 
abierta relación entre procesos de desarrollo y la participación de las mujeres, 
emerge de las demandas de los movimientos feministas. La búsqueda de mayor 
equidad y pluralidad son características de esta propuesta que hace énfasis en la 
existencia de múltiples sujetos y agentes sociales con demandas particulares. 
Reconoce la necesidad de reformular identidades de género tanto desde la mirada 
de la femineidad como de la masculinidad. Un aspecto que destaca esta 
propuesta es el reconocimiento y la articulación de múltiples identidades de las 
mujeres, las cuales se definen por posiciones diferenciadas desde distintas 
categorías de ordenamiento social, como clase, etnia, raza, edad. 
 
 43 
Transversalización de la Perspectiva de Género 
 
La Transversalización de la perspectiva de género es un enfoque que se orienta a 
impulsar la incorporación del análisis de las desigualdades de género en las reglas 
y procedimientos de las estructuras gubernamentales que organizan y operan las 
políticas públicas destinadas a los procesos de desarrollo. Esta perspectiva 
implica revisar los efectos que propicia la intervención social entre los grupos 
sociales a quienes se dirigen los planes y programas en términos de modificar las 
desigualdades de género, “…se propone analizar si estas Reglas establecen 
diferencias y desigualdades entre hombres y mujeres, la posibilidad de que las 
mujeres accedan a la toma de decisiones y los factores que promueven o inhiben 
la participación de las mujeres o las conducen a la auto-inhibición” (Mendoza, 
2002: 20). 
 
Se trata de identificar elementos del avance de las instituciones en la 
incorporación de transversalidad de la perspectiva de género, entendida como el 
proceso de “…integración sistemática del principio de equidad en todas las 
estructuras, sistemas, políticas, programas, procesos y proyectos del Estado” 
(Incháustegui, 2004: 31). Dicho proceso constituye un aspecto relevante del 
enfoque, en tanto revela de qué manera, cómo y hasta dónde se está asumiendo y 
asimilando en las estructuras institucionales de los gobiernos una visión de 
desarrollo que considere a las mujeres como sujetas en ese proceso y no como 
medio para operar programas y mantener su condición de ser utilizadas, tal como 
es probable que suceda con el programa Prospera, de acuerdo con la idea que 
sustenta esta investigación. 
 
Por esa razón, se analizará en otro apartado si se ha avanzado, y en qué 
aspectos, en la incorporación de la perspectiva de género en el programa 
mexicano de transferencias monetarias y apoyos condicionados de atención a la 
pobreza, tomando en cuenta, de acuerdo a Molyneux, (2005: 37) que “…es el 
 44 
programa más amplio de su clase en América Latina y que también ha sido 
considerado el ejemplo más exitoso e inspirador de los programas antipobreza”. 
 
Este enfoque sustenta el interés por reconocer cómo se refleja en la vida cotidiana 
de las familias el proceso de transversalización de la perspectiva de género en el 
programa Prospera, e identificar el lugar que se da a la atención del compromiso 
internacional de promover la equidad entre las mujeres y los hombres de las 
familias más pobres del país. 
 
El enfoque de la Igualdad de Género se sustenta en un objetivo central de la visión 
del desarrollo y reconoce tres dimensiones de la igualdad: de oportunidades, de 
trato y de resultados. 
 
La igualdad de oportunidades se refiere a que sean consideradas las mismas 
posibilidades de acceso a oportunidades para hombres y mujeres. 
 
La igualdad de trato se orienta a la búsqueda de condiciones equitativas para 
desempeñarse en el interior de cualquier ámbito, y fomenta el mismo tratamiento 
frente a procesos de decisión o situación de convivencia.

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