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UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MEXICO PROGRAMA DE MAESTRÍA EN TRABAJO SOCIAL ESCUELA NACIONAL DE TRABAJO SOCIAL PARTICIPACIÓN SOCIAL Y GÉNERO EN PROGRAMAS DE APOYO CONDICIONADO CONTRA LA POBREZA TESIS QUE PARA OPTAR POR EL GRADO DE: MAESTRA EN TRABAJO SOCIAL PRESENTA: VIRGINA ELIZABETH GARCÍA SÁNCHEZ TUTORA: DRA. JUANA E. SUÁREZ CONEJERO Ciudad Universitaria, diciembre de 2016 Lorenap Texto escrito a máquina ESCUELA NACIONAL DE TRABAJO SOCIAL Lorenap Texto escrito a máquina Lorenap Texto escrito a máquina Lorenap Texto escrito a máquina Lorenap Texto escrito a máquina Lorenap Texto escrito a máquina UNAM – Dirección General de Bibliotecas Tesis Digitales Restricciones de uso DERECHOS RESERVADOS © PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN TOTAL O PARCIAL Todo el material contenido en esta tesis esta protegido por la Ley Federal del Derecho de Autor (LFDA) de los Estados Unidos Mexicanos (México). El uso de imágenes, fragmentos de videos, y demás material que sea objeto de protección de los derechos de autor, será exclusivamente para fines educativos e informativos y deberá citar la fuente donde la obtuvo mencionando el autor o autores. Cualquier uso distinto como el lucro, reproducción, edición o modificación, será perseguido y sancionado por el respectivo titular de los Derechos de Autor. 2 Agradecimientos El agradecimiento, a alguien escuché decir que es la memoria del corazón, lo comparto. Quiero agradecer por ayudarme a crecer con este esfuerzo, sin duda: A la Dra. Juanita Suárez Conejero, no sólo por su generosidad y calidad académica, su guía, estímulo y paciencia invencibles, además, indiscutiblemente, por su congruencia en la vida cotidiana. Al Dr. Francisco Calzada Lemus, ante todo por la confianza, y después, por compartir las inquietudes, pero también la visión más prometedora y realista que conozco del trabajo social, su ánimo para perseverar es un ejemplo cotidiano. Y al espíritu de las letras: De hecho las mujeres continuamos ocupando un lugar de confinamiento y ninguno de los esfuerzos aislados de algunos casos excepcionales en las artes, en las ciencias y aun en la política, han sido suficientes para modificar los estamentos sociales, para poner en crisis los tabúes establecidos, para asumir una posición de dignidad humana Rosario Castellanos 3 Índice Introducción ............................................................................................................. 5 CAPÍTULO 1 ......................................................................................................... 12 Género y vida cotidiana ......................................................................................... 12 1.1. Vida cotidiana: espacio de subjetividad e intersubjetividad ........................ 12 1.2 Heterogeneidad de la vida cotidiana y pensamiento cotidiano .................... 20 1.3 Vida cotidiana y socialconformismo: ¿construcción de sujetos sociales o de operadores sistémicos? ..................................................................................... 23 1.4. Género y estructuración de la vida cotidiana .............................................. 29 CAPÍTULO 2 ......................................................................................................... 34 Género y desarrollo: relación ineludible frente a la desigualdad entre mujeres y hombres ................................................................................................................ 34 2.1. El desarrollo: aproximaciones conceptuales ............................................... 34 2.2. Género y desarrollo ................................................................................. 39 CAPÍTULO 3 ......................................................................................................... 46 La intervención social del Estado: la política social en la vida cotidiana y en la igualdad de género ................................................................................................ 46 3.1. Las políticas sociales como respuesta a necesidades y problemas sociales ........................................................................................................................... 46 3.2. Enfoques de la política social en América Latina ........................................ 50 3.3. La política social como intervención social ................................................. 56 3.4. La política social de atención a la pobreza en México: el Programa Progresa - Oportunidades - Prospera ............................................................................... 59 4 CAPÍTULO 4 ......................................................................................................... 75 La participación en política social: medio y fin de la intervención en trabajo social .............................................................................................................................. 75 4.1. Perspectivas teóricas de la participación .................................................... 75 4.2. Participación en la política social ................................................................ 78 4.3. Participación e intervención social: binomio inherente al trabajo social ...... 79 CAPÍTULO 5 ......................................................................................................... 87 Articulando el trabajo social científico y la intervención social de los programas sociales ................................................................................................................. 87 5.1. Un modelo de análisis integrador ............................................................... 87 5.2. Una tipología de la participación social con perspectiva de género .......... 107 CAPÍTULO 6 ....................................................................................................... 128 A modo de conclusiones: elementos para la intervención social en la vida cotidiana con igualdad de género desde el trabajo social científico ................................... 128 BIBLIOGRAFÍA ................................................................................................... 135 5 Introducción “…Son el Estado y la sociedad los que proporcionan las herramientas y los contextos de nuestra autoría: si bien es posible que nosotros configuremos nuestro propio yo, son otros los que configuran nuestra configuración. Y entonces, si el Estado no puede sino influir en nuestra alma, es justo que nos preguntemos cómo lo hace y cómo debe hacerlo” La ética de la identidad Kwame Anthony Appiah La participación cotidiana de las mujeres como beneficiarias de la política social supone implicaciones en procesos tendientes a lograr la igualdad de género. Esta premisa ha conducido a investigar, en este trabajo, acerca de la manera en que se concreta la relación Estado-Sociedad en el contexto actual de México, revisar cómo ocurre la intervención pública cotidiana de los programas sociales hacia los grupos sociales, en correspondencia a una determinada visión de desarrollo, y de qué forma opera la política frente a necesidades y problemas sociales, con el propósito mayor de integrar herramientas teórico metodológicas que posibiliten articular la intervención del trabajo social y su producción científica, con la intervención social derivada de los programas sociales. Se trata de investigar específicamente la respuesta gubernamental que se organiza mediante el programa social orientado a la atención de la pobreza, en el cual la participación de las mujeres que figuran como titulares de las familias representa un aspecto medular en la intervenciónsocial que se genera. El objeto de estudio es la participación que tienen las mujeres que son designadas como representantes de sus familias ante el programa de transferencias monetarias condicionadas, y cómo esa participación suscita o interviene en procesos 6 tendientes a la igualdad de género entre los sectores de población identificados con mayores carencias sociales, para lo cual se considera indispensable incorporar al Género como categoría analítica de ordenamiento social que enmarca toda la propuesta de análisis de la relación política social/intervención social- participación de las mujeres - vida cotidiana. En la consideración de que la política social constituye una intervención de política pública que responde y corresponde a una determinada visión de desarrollo, se retoma la concepción de que “…la política pública es un conjunto de decisiones y acciones intencionales creadas para resolver un problema público, desarrolladas en interlocución gobierno-sociedad en el marco de una autoridad legítima para un grupo objetivo.” (Subirats, 2008:35). Las políticas públicas, específicamente las políticas sociales, al buscar atender necesidades y modificar problemáticas de la realidad social de un determinado grupo de población, constituyen intervenciones que corresponden a un contexto histórico específico y, suceden o se materializan en el plano de las prácticas sociales que desarrollan en la vida cotidiana los sujetos de intervención. Se considera que la política pública “…representa la respuesta del sistema político- administrativo a una situación de la realidad social juzgada políticamente como inaceptable.” (Subirats, 2008: 35). En México, el programa social destinado a la atención de la pobreza bajo la modalidad de transferencias monetarias y apoyos condicionados, se instrumentó a partir de 1997. En este esquema de política social, la participación de las mujeres se volvió central al designarlas como representantes de sus familias y receptoras de apoyos monetarios. Esta designación las implica como responsables del cumplimiento de las “corresponsabilidades” que constituyen la condición para la operación del programa de atención a la pobreza. 7 Esto se puede explicar debido a que, de acuerdo al Censo de Población y Vivienda, en 2010 existían 28.2 millones de hogares, de ellos 25% tenía jefatura femenina (CONAPO, 2010). El programa de transferencias condicionadas 1 Prospera, antes llamado Oportunidades y, años atrás, Progresa2, alcanzó en 2015 una cobertura de 6.1 millones de familias (hogares)3 beneficiarias. Cabe destacar que 96% de titulares o representantes de dichas familias son mujeres. Así, Prospera se enfoca a “beneficiar” con “corresponsabilidad”, al otorgar de manera focalizada el acceso a servicios de salud y apoyos para educación y alimentación. La designación de las mujeres como receptoras de las transferencias monetarias condicionadas, con el argumento de que ellas garantizan de mejor manera que los apoyos se destinen a la atención de las necesidades de la familia, implica reforzar en la vida cotidiana, desde la política social, los roles de género que afirman a las mujeres como únicas y/o principales responsables del cuidado de la familia. Tal como lo plantea el fundamento de por qué considerar a la madre de familia como la receptora de los apoyos en el diseño original del Progresa, explicación que se mantiene hasta Prospera: 1 Para efectos de este trabajo, haré un uso indistinto del acrónimo POP para referirme a Prospera - Oportunidades - Progresa, o bien el programa. 2 El programa como tal, en general, ha mantenido sus fundamentos conceptuales, la estructura de sus componentes principales y el diseño operativo, por lo que se dice que ha logrado romper con la característica sexenal de la política mexicana de la cancelación de los programas sociales. 3 El programa, en su metodología de focalización, utiliza el criterio de identificación de hogares de acuerdo al indicador de si se comparte o no la cocina para la preparación de los alimentos. Cuando se construye la información de beneficiarios se refiere a familias, lo que significa que incluye como familia a hogares en los que pueden coexistir más de una familia. 8 “El destino de los ingresos del hogar no sólo depende del nivel de ingreso del mismo, sino de quién lo recibe. En general las mujeres en relación con los hombres, gastan una mayor parte del ingreso bajo su control en alimentos y salud para los niños, al igual que en otros bienes para el hogar. Por otro lado, la seguridad nutricional es en general responsabilidad de las mujeres. Esto incluye no sólo la disponibilidad de alimentos en el hogar, sino también el cuidado de la salud y la higiene de los niños, así como una adecuada distribución de los satisfactores entre los diferentes miembros de la familia. Por ello se determinó que las madres de familia no sólo fueran las receptoras de los apoyos sino el eje del programa. Para darles mayor información para ejercer su poder de compra, así como el autocuidado de su salud, se concluyó que los servicios básicos de salud deberían ser complementados con pláticas sobre información nutricional y diversos temas de salud”. (Levy, 2004: 247). Por parte del gobierno, la participación de las mujeres en tanto eslabón de la relación Estado-sociedad se genera al elegirlas como titulares de sus familias. Este criterio implica el supuesto de que el tiempo de las mujeres es “perfectamente elástico” y como titulares están disponibles para cumplir con los requerimientos de tiempo que el programa impone a cambio de los apoyos condicionados. La función de “titular de familia” adjudicada a las mujeres es fundamental, ya que constituye el eslabón que conecta la política social con el grupo social al que se dirige y cubre la necesidad operativa de contar, de manera gratuita, con un(a) integrante de cada familia que se responsabilice de cumplir con el esquema de corresponsabilidades y realizar la administración del dinero que el gobierno entrega, sin que esas actividades le sean reconocidas porque se naturalizan como parte de su actividad como madre, lo que implica aumentar su carga de trabajo no remunerado. 9 Por otra parte, el programa tiene previsto en su diseño conceptual y en su esquema de operación la participación de las mujeres a partir de la integración de comités comunitarios; sin embargo, no se aprovecha el potencial de desarrollo social porque no se contempla intervención profesional que propicie procesos para suscitar agencia, construcción de ciudadanía e igualdad de género. …La intervención de trabajo social es una acción racional, intencional, fundada en el conocimiento científico, que tiene por objetivo desencadenar procesos de cambio social. La participación del sujeto es indispensable, para hablar de acción de trabajo social. Tello (2008: 9) Existen compromisos del país al suscribir acuerdos internacionales en materia de equidad de género, como la Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer o CETFDCM (también conocida por sus siglas en inglés CEDAW). Sin embargo, no hay progreso en la incorporación de la transversalidad de la perspectiva de género en el diseño y operación del POP. A pesar de que la relación entre el programa y las titulares implica la intervención en dinámicas que se desarrollan en el marco de la vida cotidiana de las mujeres, el programa desconoce las prácticas sociales y los significados que las mujeres construyen en torno a su participación en el programa, así como los mecanismos y arreglos que realizan para conciliar vida familiar, laboral y requerimientos del programa, entre otras razones porque su diseño se sustenta en la homogenización(y una simplificación) del tipo de familias que se incorporan al programa. Es por ello que el presente trabajo parte de una preocupación fundamental de investigación: ¿qué participación tienen las mujeres en el programa social de apoyos condicionados? y ¿cómo esa participación suscita o inhibe procesos para lograr la igualdad de género? 10 Lo anterior nos lleva a las siguientes preguntas auxiliares de investigación: ¿Qué posibilidades de participación de las titulares ofrece la operación cotidiana del programa y cómo se relacionan con procesos dirigidos a lograr la igualdad de género? ¿Qué prácticas sociales relacionadas con su participación en el programa y con el condicionamiento de los apoyos realizan las mujeres en la vida cotidiana? ¿Qué elementos de intervención social derivados de la operación del programa suscitan o inhiben procesos de igualdad de género? Encontrar pistas para responder estas preguntas es el objetivo del presente texto. Para ello, el trabajo se centrará en cuatro cuestiones principales: a. La vida cotidiana como el espacio que posibilita la configuración de la subjetividad e intersubjetividad de los individuos y también la concreción de la intervención de la política social; b. el desarrollo, como integrador de la visión que el Estado diseña para el futuro de la organización social y de las relaciones sociales; c. la política social como intervención pública para dar respuesta a necesidades y problemáticas de grupos y/o sectores sociales, y d. la participación ciudadana vista como medio y fin para la intervención social que subyace a la política social. Para cada aspecto tratado se planteará su relación con la categoría género, la que se establece como un referente analítico del ordenamiento social, perspectiva clave para la comprensión e interpretación de problemáticas de desigualdad entre hombres y mujeres. 11 Los elementos revisados en los capítulos siguientes posibilitan integrar el principal aporte de esta tesis, a saber, una propuesta que articule el trabajo social científico y la intervención social de los programas sociales, a través de un modelo de análisis integrador inscrito en la participación de las mujeres en la política social y la conexión de esa participación con procesos tendientes a la igualdad de género. 12 CAPÍTULO 1 Género y vida cotidiana 1.1. Vida cotidiana: espacio de subjetividad e intersubjetividad Entendiendo que la realidad social es resultado o producto de una relación construida, con el fin de analizar la acción y las relaciones entre los sujetos que construyen la realidad social, la perspectiva de acción social de Max Weber (2012) es fundamental al reconocer que las prácticas sociales cobran sentido o significado entre los sujetos sociales en la medida en que se asocian a su subjetividad4, componente inherente a los individuos y que se constituye en la vida cotidiana. De esta manera, al ser la vida cotidiana un espacio trascendente porque es donde para los sujetos hace sentido o cobra significado su acción, es condición sine qua non para la constitución de la subjetividad, tal como lo plantea Pablo Nocera (2006: 4) al recuperar de Weber el concepto de subjetividad: “…supone la comprensión de la situación de la propia acción y refiere a que puede luego cargar de sentido su acción, concepción que es determinante para recuperar el nivel simbólico y, en consecuencia, cultural que está implicado en el significado o sentido de la acción. Es aquí donde se encuentra el componente subjetivo de la acción, y es ese significado subjetivo del sujeto lo que orienta o 4 “Por acción debe entenderse una conducta humana (bien consista en un hacer externo o interno, y en un omitir o permitir) siempre que el sujeto o los sujetos enlacen a ella un sentido subjetivo. La “acción social”, por tanto, es una acción en donde el sentido mentado por su sujeto o sujetos está referido a la conducta de otros, orientándose por ésta en su desarrollo”. (Max Weber, 2012: 5). 13 da sentido a su acción. La acción es subjetiva e intersubjetiva porque no sólo depende de que haga sentido al sujeto sino que debe tener significado en relación con otros sujetos. Por ello, el contexto en que se construyen los significados, la vida cotidiana, resulta determinante para reconocer el carácter social de la acción, es el mundo de las relaciones sociales que ocurren en la vida cotidiana, es ahí donde todos los sujetos se significan”. De esta manera, se establece que el concepto vida cotidiana representa un referente central para el análisis de la participación de los sujetos ante cualquier intervención pública, en este caso, interesa utilizarlo como sustento para estudiar la participación de las mujeres en su papel de beneficiarias de la política social de atención a la pobreza vía el programa de transferencias monetarias condicionadas que bajo diferentes denominaciones –Progresa, Oportunidades, Prospera– se ha instrumentado en México desde 1987. Así, vida cotidiana, además de ser el ámbito en que ocurre la construcción de subjetividad, es también el espacio en que se construye y despliega la intersubjetividad que posibilita la reproducción o cambio en las condiciones de vida y en las relaciones de los sujetos sociales. Por esta razón, se retoma el pensamiento de György Lukács que advierte que en torno a los estudio de la esencia de la vida cotidiana: “…Las ciencias sociales de nuestros días en cambio, desprecian a menudo esta zona intermedia concreta, aquella en la que se encuentra el nexo real, considerándola como un mundo de mera empiria que, en cuanto tal, no es digno de un análisis científico en profundidad destinado a examinar las construcciones internas… Pero en cuanto se reflexiona con la mirada puesta en la realidad resulta, por el contrario, que solamente a través de la mediación de una esfera tal pueden ser comprendidas científicamente las interrelaciones e interacciones entre el mundo económico social y 14 la vida humana.” (Heller, 1977: Prefacio 9) El análisis de la participación de las mujeres como beneficiarias de un programa social de transferencias monetarias condicionadas, considera que esa participación implica un proceso que se construye en la vida cotidiana y que se da en el marco de una determinada realidad social en la que ineludiblemente existen dos esferas, la que toca al ámbito de los individuos y su acción social en la que lo simbólico tiene una incidencia determinante, y la que pertenece a ámbito de la estructura social en la que las condiciones materiales tienen un lugar fundamental en la reproducción social, en esta esfera la intervención pública tiene un papel determinante en las relaciones sociales que se derivan de esa intervención. Este análisis retoma complementariamente, elementos relacionados al concepto de vida cotidiana desde las aproximaciones teóricas desarrolladas por Alfred Schütz y Ágnes Heller, por una parte y, por otra, incorporar, desde la perspectiva de la crítica al socialconformismo de Marcos Roitman, elementos que se construyen en la vida cotidiana y se plantean como condición para la reproducción del sistema como lo es descentrar la política de la acción social de los sujetos y la constitución de operadores sistémicos. En la perspectiva de Schütz, el concepto vida cotidiana implica mundo de vida e intersubjetividades. (Schütz, 2008:16) …Si bien la subjetividad se reconoce como un aspecto indiscutible de la construcción del sujeto, también es condición aceptar que no obstante que el individuo concibe su mundo desde su propia perspectiva, es, no obstante, un ser social, arraigado en un intercambio permanente de subjetividades, es decir en una realidad intersubjetiva. Elmundo de la vida diaria en el cual nacemos, es desde el primer momento, un mundo intersubjetivo. 15 La construcción de significados se considera como la base de la intersubjetividad de los sujetos sociales. La subjetividad se constituye a partir de la experiencia del individuo, desde la cual es posible generar y dotar de sentido al mundo de la vida cotidiana que está inmersa en la actitud natural de los sujetos, lo que implica el mundo dado, lo que ha sido constituido como natural y es compartido, a lo que Schütz nombra como el mundo del sentido común. El saber cotidiano se caracteriza también por ser pragmático, porque adquiere sentido en la medida en que está vinculado a la resolución de los problemas cotidianos. A nivel de su validez no necesitan justificaciones derivativas; ellas, de por si son verdaderas. (Rozas, 2005: 44) El concepto de intersubjetividad resulta fundamental por sus implicaciones para la construcción de los significados sociales y, en consecuencia, es central su apoyo para el estudio de la participación de las mujeres en los programas sociales, porque es posible reconocer la base de significados compartidos que ellas constituyen y el sentido dado a esa acción, es decir, a su participación como “beneficiarias” de la política social del programa con el que la intervención pública pretende atender las condiciones de carencias sociales de las familias consideradas más pobres en el país. De acuerdo con Schütz, es fundamental considerar el mundo de la vida cotidiana porque “…el mundo cotidiano del vivir y ejecutar es la presuposición que nuclea todos los demás estratos de la realidad humana” (2008: 15). En ese sentido, constituye el espacio que posibilita construir la intersubjetividad de los sujetos, el espacio en que se materializa la construcción de la realidad social. Se reconoce entonces que la vida cotidiana es el espacio en que ocurre tanto la existencia de la estructura social, como la acción social o capacidad de los sujetos de dar respuesta a la estructura. 16 Para el análisis que nos ocupa que es la relación género, política social y participación de las mujeres, es importante que reconocer, de acuerdo con Schütz, que en el mundo de la vida cotidiana es donde se da la construcción de los significados y, en consecuencia, la subjetividad e intersubjetividad, pero también se da la actitud natural, en el entendido de que lo que se comparte en el mundo de la vida y que se acepta como algo natural y así construido, lo es para cada quien y también para los demás. Esta apreciación es relevante para la investigación ya que la intención ha sido identificar los significados compartidos de la participación y lo que suscita esa acción respecto a procesos relacionados con la igualdad de género entre las mujeres que participan como representantes de las familias en el programa social estudiado. En ese sentido, destaca lo que Schütz advierte en cuanto a que mientras más semejante y más desapercibida sea la acción que predomina entre los actores, la probabilidad subjetiva de la conformidad será mayor y, en consecuencia, la conformación de la conducta intersubjetiva. Se afirma, entonces, que el mundo de la vida cotidiana es el escenario de la acción social, porque en ese espacio: …los sujetos entran en relación recíproca y tratan de entenderse unos con otros, así como consigo mismos. Aunque la realidad del sentido común conforma la matriz de toda acción social, cada individuo se sitúa en la vida de una manera específica… la realidad del sentido común nos es dada en formas culturales e históricas de validez universal, de ahí la importancia de comprender el modo en que los seres humanos construyen la realidad social, de manera específica, en el mundo de la vida cotidiana. (Schütz, 2008:19). Profundizar en el conocimiento de la relación género y política social mediante la participación de las mujeres en el programa social Prospera representa el aspecto 17 central en este estudio por ello interesa reconocer, interpretar y comprender el sentido y significado que las mujeres titulares5 otorgan a la acción social que subyace en su participación como representantes de sus familias a cambio de recibir las transferencias de dinero por tener, ante el programa, el compromiso y obligación del cumplimiento de “corresponsabilidades”6 de todos los integrantes del hogar. Desde Schütz (2008: 26), el significado de los hechos se constituye en función de la relación que el sujeto establece con los objetos, y le asigna un papel determinante en esa construcción. Así, propone reconocer dos tipos de significados: objetivos y subjetivos: El significado objetivo se refiere a contextos amplios de significados que existen en la cultura y que son compartidos socialmente… El significado es intersubjetivo porque se construye considerando al otro y en interacción con el otro, lo que ocurre en el mundo de la vida cotidiana (Schütz, 2008: 26). Esta perspectiva que explica la construcción de significados de la acción de los sujetos contiene otro elemento, el reconocimiento de los motivos de la acción, que representa las razones que explican la acción, lo cual se considera que ocurre en 5 De acuerdo a las Reglas de Operación del programa social ahora llamado Prospera, antes Oportunidades y antes Progresa, las titulares de familias de acuerdo a los criterios de elegibilidad son las personas encargadas del cuidado de las niñas y niños integrantes de la familia, siendo generalmente las madres de familia. 6 Por corresponsabilidad se entienden los compromisos y obligaciones que la familia adquiere al ser incorporada como beneficiaria de este programa social. El programa contempla en su origen obligaciones organizadas fundamentalmente en tres componentes: educación, salud y alimentación. Sin embargo, a las mujeres designadas como titulares se les adjudican diversas responsabilidades que serán analizadas en otro apartado de este estudio. 18 dos vertientes, el motivo para y el motivo por qué, están totalmente relacionados con la subjetividad de los actores y la intersubjetividad del mundo de la vida porque implica elementos de la propia vida y de la de otros. De acuerdo a Schütz (2008: 26), “el motivo para es el acto mismo proyectado en el tiempo futuro perfecto. El motivo porque se refiere al hecho que yace en mi pasado y me lleva a proyectar un acto particular.” Estudiar la participación de las mujeres en el programa social de transferencias monetarias, posibilita reconocer qué significados adquiere esa participación en su vida cotidiana y los sentidos que orientan su acción, con el propósito medular de detectar elementos relacionados con procesos para la igualdad de género que se suscitan a partir de la intervención que genera el Prospera al implicar a las mujeres en diversas acciones que constituyen corresponsabilidades. La afirmación de Schütz respecto a que los sujetos viven de forma natural e irreflexiva el mundo de la vida cotidiana es un supuesto que se comparte, en tanto se considera que la participación en la política social no pasa por un acto de reflexión respecto del papel que las mujeres juegan en esa intervención pública y la manera en que se determina su acción social desde el Prospera. En este aspecto, el énfasis en conocer los significados compartidos entre las mujeres titulares respecto a su participación en el programa, se asume desde la perspectiva de que cada una está determinada por su propia situación biográfica; sin embargo, eso mismo da lugar a que compartan experiencias que van modelando y asimilando los significados y sentidos de esa participación y, en consecuencia, construyendo el entramado de intersubjetividades en torno a su acción. Desde la mirada conceptualde Schütz, al ser el ámbito del mundo de la vida y la intersubjetividad que le es inherente la base de toda relación social, resulta útil indagar los motivos por los que las titulares participan de determinada manera en 19 el Programa Prospera, para delinear, desde la perspectiva de Weber, tipos ideales de participación de las mujeres que representan a sus familias ante el programa social y poder identificar la relación de esos diferentes tipos de participación con procesos para la igualdad de género. De acuerdo a esta perspectiva, la relación que existe entre el mundo de la vida y la vida cotidiana está basada en cuatro aspectos: las relaciones sociales cotidianas, la conciencia social cotidiana, el entramado social del mundo cotidiano y la comunicación cotidiana. Estos elementos proporcionan el marco para revisar qué expresan las mujeres de su participación como beneficiarias de una política social y cómo se traduce esa participación en su vida cotidiana. Éste es el ámbito en que se articulan complejas relaciones entre Estado y Sociedad, en este caso la relación entre el Prospera y las mujeres titulares de familias. Ese marco en torno a lo cotidiano es el sustrato en el que se establece el escenario propio de la intervención del Trabajo Social. El Trabajo Social/Servicio Social es una profesión que se inserta en el ámbito de las relaciones entre sujetos sociales y entre éstos y el Estado en los distintos contextos socio históricos de actuación profesional. Desarrolla una praxis social y un conjunto de acciones de tipo socioeducativo, que inciden en la reproducción material y social de la vida con una perspectiva de transformación social comprometida con la democracia y el enfrentamiento de las desigualdades sociales, fortaleciendo la autonomía, la participación y el ejercicio de la ciudadanía, en la defensa y conquista de los derechos humanos y de la justicia social. (Federación Internacional de Trabajo Social, 2014). Es decir, son los procesos sociales que se dan en la vida cotidiana los aspectos en los que es necesario intervenir para modificar la capacidad de respuesta de los 20 sujetos frente a problemáticas y necesidades que están constituidas o generadas desde el nivel estructural de la realidad social. La acción de trabajo social tiene, como requisito esencial para constituirse, la interrelación con el sujeto para el que trabaja. Se trata de una relación deseablemente activa, sin la cual, el cambio de la situación problema es francamente improbable. Tello (2008: 20) Paralelamente al enfoque de Schütz respecto a la trascendencia de la subjetividad e intersubjetividad, mundo de la vida y Vida Cotidiana y de los motivos para y por qué que subyacen a la participación, se retoman de la perspectiva de Ágnes Heller, elementos de su análisis sobre la cotidianeidad, al reconocer que la realidad que nos envuelve es experimentada desde que nacemos en tanto es algo construido socialmente. 1.2 Heterogeneidad de la vida cotidiana y pensamiento cotidiano Por su aproximación en torno a la vida cotidiana, el planteamiento de Heller es necesario para apoyar el análisis de la participación de las mujeres en procesos de intervención desde la política social, especialmente en lo que implica esa participación como objetivo y necesidad para el trabajo social, pues pretender modificar la acción social de los sujetos o actores frente a necesidades y problemáticas que se manifiestan en las relación sociales en la vida cotidiana es, de acuerdo a la definición de Trabajo Social, su parte medular. …el concepto de vida cotidiana expresa la trama social, en la cual los sujetos articulas su existencia, con relación a la lucha por la satisfacción de sus necesidades. Este escenario es el que marca las coordenadas más importantes para resignificar el campo problemático en la intervención profesional. … la cercanía a la vida de dichos sujetos es la clave más importante 21 para desentrañar como se expresa la conflictividad de la <cuestión social hoy >. Este aspecto da fundamento a la construcción del campo problemático, como un conjunto de dimensiones que se entrecruzan, para comprender, interpretar y orientar pertinentemente la intervención profesional. (Rozas 2005, pag.40) Heller reconoce la vida cotidiana como el ámbito donde se conjugan distintas actividades y aspectos del ser humano. En su análisis de esta dimensión social destaca que a la vez que estamos en un espacio como sujetos de reflexión también estamos como objetos de estudio porque todos formamos parte de la vida cotidiana de nuestra sociedad. En la vida cotidiana reconoce que se involucran gran cantidad de aspectos: sentidos, capacidades físicas e intelectuales y sentimientos. Una característica que reconoce es que la vida cotidiana requiere de diversidad de tipos de actividad. La heterogeneidad de las actividades y su jerarquía en la vida cotidiana están determinadas por el tiempo histórico y la posición de los individuos en la estructura socioeconómica. Este elemento resulta central porque permite identificar que en la configuración de la vida cotidiana son determinantes factores estructurales de la sociedad como el contexto histórico y la condición de estrato social de los sujetos y no sólo el ámbito de lo simbólico, en cuanto a la subjetividad y la intersubjetividad. En el análisis de la cotidianeidad, Heller incorpora un componente fundamental de la esfera estructural, el proceso de reproducción social, el cual implica necesariamente a la reproducción de las relaciones sociales y la de los individuos particulares. Destaca que el proceso de reproducción requiere de los individuos capacidades y habilidades para desarrollar prácticas y actividades sociales, así como poder integrarse en comunidad, lo cual se logra a partir de procesos de socialización que se dan en la vida cotidiana. 22 Para el Trabajo Social, esta referencia es determinante porque, partiendo de su definición, su objetivo es intervenir precisamente en las situaciones en que la reproducción social, tanto en términos de relaciones sociales como en el ámbito de la reproducción de individuos particulares enfrenta necesidades y/o problemáticas ubicadas en la vida cotidiana que la limitan o impiden. … es importante incorporar a la intervención profesional el análisis del saber cotidiano de los sujetos a fin de potencializar posibilidades y recursos para canalizar diversas alternativas de solución a las problemáticas que presentan dichos sujetos”. (Rozas, 2005:40) Una aportación fundamental de la concepción de Heller sobre la vida cotidiana es su perspectiva histórica, ya que le reconoce un lugar determinante en la construcción de la realidad social al considerar que es el ámbito concreto de reproducción de las relaciones sociales, así como el espacio en que se constituye un determinado orden social que condiciona al individuo concreto. Cuando se reconoce cómo esta perspectiva se articula con la participación de las mujeres en el Programa Prospera, resulta determinante recuperar que, a la par de la característica de heterogeneidad de la vida cotidiana, existe el pensamiento cotidiano que es el entramado en que, de acuerdo con Schütz, se da el sustento para la conformación de la subjetividad. En esta línea, Heller afirma que: ...El pensamiento cotidiano no es separable de las formas de actividad de la vida cotidiana. …El pensamiento cotidiano también es heterogéneo. Los rasgos comunes del pensamiento que se manifiesta en las diversas formas de actividad de la vida cotidiana derivan muy simplemente de la cotidianidad: en parte por el hecho de que las formas heterogéneas de actividad… son diversas en épocas diversas y en las diversas sociedades o estratos sociales, por lo cual cada vez es necesario un saberdistinto para apropiárselas y realizarlas. 23 …este mundo determinado no se ha constituido, (o al menos no sólo) por obra de la vida cotidiana. Ante todo, los particulares nacen en una determinada estructura de producción y de distribución…Qué sistema de producción y distribución es interiorizado en la vida cotidiana. (Heller, 1987: 102). Hasta ahora se ha reconocido que el ámbito de la vida cotidiana tanto desde la perspectiva de Schütz como de Heller representa el marco en que se desarrolla la participación de las mujeres, y que esa acción cobra sentido y significado de acuerdo a la conformación de subjetividad de las mujeres y de su entramado de intersubjetividad, pero también se enmarca y configura a partir de la heterogeneidad y jerarquía de las actividades que las mujeres desarrollan en su vida cotidiana, lo cual corresponde a un contexto histórico determinado y a la posición que ocupan en la estructura socioeconómica. El saber cotidiano se actualiza de forma colectiva y se resignifica permanentemente, porque todo saber proviene de las experiencias particulares y cuanto más se socializa y generaliza establece una lógica común que le da sentido a sus prácticas. (Rozas, 2005: 44) Entonces, se reconoce que la vida cotidiana y el pensamiento cotidiano se configuran tanto desde la esfera de lo simbólico de los individuos, como desde la esfera estructural en cuanto al sistema de producción y distribución, y que desde la articulación de estas dos esferas se hace posible la reproducción social. 1.3 Vida cotidiana y socialconformismo: ¿construcción de sujetos sociales o de operadores sistémicos? Para el análisis de la participación de las mujeres en el programa social Prospera desde el plano de la vida cotidiana, y considerando el marco que ofrece el género como una categoría de ordenamiento social, es importante señalar que, como lo 24 plantea Roitman, se considera que “lo social no pertenece a la sociología, pertenece a la vida cotidiana, y la sociología sólo hace sentido como intento explicativo de la vida cotidiana, si no, es sólo literatura.” (2004: 75). En la crítica a la construcción del pensamiento sistémico, lo cual ocurre en la vida cotidiana, Roitman ofrece elementos que serán utilizados en el análisis de la participación de las mujeres en la política social porque permiten ubicar determinadas características en el tipo de prácticas sociales que realizan en su participación. Por un lado, nos señala cómo en esta construcción preponderante del pensamiento sistémico como algo superior que domina y determina todo, un elemento clave ha sido descentrar lo político de la acción social de los sujetos. Entonces, este referente será un elemento a indagar en la participación de las mujeres como titulares de sus familias en su vida cotidiana. Así, en la perspectiva sistémica se concibe a lo social y lo cotidiano como pertenecientes al sistema (Roitman, 2004: 75). Se considera relevante incorporar al análisis de la participación esta mirada de crítica al pensamiento sistémico porque se identifica como fundamental entender este proceso de descentrar el sentido político de la acción social, ya que ha implicado un proceso de cambio en el pensamiento cotidiano: …Para producir esta mutación es necesario crear entornos, ya no estructuras, políticos, sociales, religiosos y económicos que proyecten un comportamiento global, generando una cultura: la cultura del conformismo. En la dimensión aquí analizada, la cultura del conformismo crea símbolos, lenguaje y actitudes cuya finalidad está en socializar a los operadores sistémicos en su lógica. (Roitman, 2004: 76). 25 De acuerdo a este planteamiento, dicho proceso ha conseguido instalarse con legitimidad en el pensamiento cotidiano y en el plano de lo simbólico de la sociedad, “…la cultura del conformismo es directamente proporcional al grado de interiorización de los valores que proyecta el sistema hacia sus miembros.” (Roitman, 2004: 76). La cultura del conformismo se configura como totalidad y en este sentido construye una personalidad social donde los sujetos, ahora operadores sistémicos, actúan en función de dichos principios de socialización. Se trata de una dinámica que fabrica comportamientos conformistas cuyos efectos se proyectan en todo el quehacer cotidiano. Si el estado social e individual de indiferencia forma parte de la condición humana, es porque se corresponden con un estado psicológico… La indiferencia se caracteriza por ser una relación social donde los sujetos se inhiben de tomar decisiones, positiva o negativamente, al desconocer… Somos indiferentes ante hechos que suceden a nuestro alrededor o a distancia pero cuya existencia desconocemos o de los cuales tenemos una visión confusa. Cambiamos nuestra actitud social, revertimos la indiferencia, cuando tenemos los elementos valorativos para emitir un juicio crítico. A partir de ese momento, la indiferencia desaparece, resolviéndose sus contradicciones. El conformismo, en su aspecto social e individual, tiene un principio de configuración distinto. Es el resultado de valorar, es decir, de emitir un juicio de hechos acatando voluntariamente la dirección de las decisiones tomadas por el sistema. Así surge el conformismo social. (Roitman: 2004: 76). En esta perspectiva, estamos frente a un pensamiento cotidiano sustentado en la vida cotidiana en el que el conformismo se ha instalado como una decisión natural, 26 se ha naturalizado esta manera de ser que pone el sello al carácter y personalidad de las personas. Este proceso, descentrar la política de la acción social, ha modelado el carácter y la personalidad predominantes en los sujetos sociales marcados por el conformismo constituyéndose en operadores del sistema que sólo participan como meros reproductores de este tipo de pensamiento. La cultura del conformismo se puede identificar por el tipo de comportamiento social e individual que acompaña a los operadores sistémicos, caracterizado por las actitudes que adoptan frente al orden sistémico, pudiendo sintetizarse en: Total acatamiento del orden sistémico; Subordinación a los códigos comunicativos del sistema; Comportamiento pragmático. (Roitman, 2004: 76) A partir de estas características, Roitman da muestras de cómo se expresan los tipos de personalidad conformista, manifestando actitudes que identifican a los creadores y reproductores de ese pensamiento sistémico social-conformista, por ejemplo: “… siempre acaba con la frase: no hay más realidad que el sistema, hay que adecuarse a vivir en él. Descalifican el comportamiento ético. Son individualistas y creen en el éxito personal. Por último, rechazan la diferencia pero son tolerantes.” (Roitman, 2004: 78). Desde la crítica al pensamiento sistémico, se hace patente la constitución del pensamiento cotidiano que se genera en la vida cotidiana, y que se incorpora de manera natural en la subjetividad y permea la intersubjetividad de los sujetos sociales. De este modo, para Roitman (2004: 78) se reniega de la conciencia social y en esa medida se desarrollan el conformismo y la complacencia como actos sociales deliberados; se da lugar al pensamiento débil característico del 27 pensamiento sistémico y contrario al pensamiento crítico, se procura debilitar y disolver al sentido común como cualidad humana. En ese marco, resulta de gran trascendencia el papel que tiene el sentido común porque es el referente en la vida cotidiana para la construcción del pensamiento crítico. “Pensar el sentido común como un ejercicio de la conciencia, nos permite introducir su… acepción: conocimiento social de carácter práctico; interpretando lo práctico como la capacidad humana de producir realidad y conocimiento mediante la experiencia de lo común.En esta acepción, el sentido común es un ejercicio que pone en funcionamiento la acción social de emitir un juicio de razón práctica. En esta dinámica, el sentido común se manifiesta como la capacidad de juzgar, lo real existente”. (Roitman, 2004: 82) En la crítica de Roitman al pensamiento sistémico, el sentido común se coloca en un lugar fundamental de la vida cotidiana, al igual que lo es para ubican Schütz y Heller. Sin embargo, el primero comparte cómo se considera en el sentido de ser una dinámica de prácticas sociales, que “…constituye y expresa, también, la moral colectiva que identifica a una sociedad. Pensado políticamente, el uso del sentido común está determinado por la búsqueda del bien común” (Roitman, 2004:83). A la vez se señala cómo, visto desde el sistema, se ha colocado como un indicador de sumisión y obediencia. En este marco, un elemento clave que da sustento al conformismo social en el pensamiento cotidiano es que logra ceñir las aspiraciones de felicidad a su mínima expresión. Es notable cómo se encaminan las razones de la felicidad hacia los objetos desde la satisfacción individual. Es ahí, en la lógica de las características del homo economicus, donde el sujeto social encuentra la única razón de ser de la felicidad, el logro y el placer individual basado en su posibilidad de lograr objetos. El bien común desaparece del mapa del sentido común como un deseo de felicidad. En la perspectiva de análisis de la crítica al pensamiento social- 28 conformista, la búsqueda de la felicidad es el máximo placer individual y no el principio ético del bien común. No obstante, se reconoce y comparte una afirmación central en la crítica al pensamiento sistémico: la necesidad de generar posibilidades para la constitución de factores, contextos y procesos desde donde es posible suscitar cambios y transformación en el pensamiento socialconformista, porque se reconoce que “…si la voluntad y la conciencia pueden ser inhibidas y controladas como parte de un proyecto político totalitario, también puede plantearse su recuperación” (Roitman, 2004: 115). Desde esta perspectiva, así como las características propias del socialconformismo -como lo son el sometimiento, la subordinación y la pasividad social- influyen y condicionan al sujeto social en términos de anular el sentido político de su participación, descentrar lo político de la acción social, disolviendo su interés de participar en procesos de construcción de ciudadanía y, por ende, de democracia, y en la perspectiva de género, de construir igualdad entre mujeres y hombres, también existe la posibilidad contraria, a partir de impulsar el desarrollo y el fortalecimiento del pensamiento crítico desde la vida cotidiana, en la perspectiva de la constitución de sujetos sociales que reconozcan la vía de la ciudadanía y el ejercicio de los derechos como la posibilidad de avanzar en una opción democrática del desarrollo. En esta perspectiva, la participación resulta un factor determinante como medio y fin para reconstituir un sentido común que contenga al propósito del bien común como fundamento de la intersubjetividad. “La apuesta por transformar la actual situación de conformismo que afecta por igual al pensamiento crítico y a lo político…sigue siendo el referente… Los ideales de democracia social, económica, étnico- cultural, la erradicación de la pobreza e injusticia social son objetivos prioritarios para el surgimiento de una ciudadanía con pleno reconocimiento material de sus derechos registrados sólo 29 formalmente”. (Roitman, 2004: 125). Este conjunto de elementos relativos a diferentes miradas acerca de la vida cotidiana como espacio fundamental de la constitución de la subjetividad e intersubjetividad de los sujetos, es un referente determinante para la concepción y orientación de la intervención social, tanto desde las políticas públicas, especialmente las orientadas a la atención de problemas y necesidades sociales como para la intervención desde el Trabajo Social como disciplina de las ciencias sociales que despliega sus procesos en ese ámbito, en la vida cotidiana y en la dimensión relacional de los sujetos sociales. Desde este marco conceptual de lo que es intervenido en el ámbito de la vida cotidiana (subjetividad, intersubjetividad, sentido común, pensamiento cotidiano) mediante la aplicación de política social, en este caso vía la operación del programa de transferencias monetarias condicionadas, destaca un doble potencial, en términos de alternativas posibles, a saber, por un lado, la orientación que puede dar a la participación de las mujeres la posibilidad de impulso a la constitución de sujetos sociales conscientes de su condición de ciudadanas en tanto formalmente detentan derechos, y por otro lado, la posibilidad de constituir operadores sistémicos mediante el mantenimiento y la reproducción del pensamiento social-conformista. 1.4. Género y estructuración de la vida cotidiana El género se coloca como la categoría marco para el análisis de la participación de las mujeres en la política social. La perspectiva que aporta esta categoría es central, en tanto que permite comprender una dimensión fundamental del ordenamiento social entre mujeres y hombres, un ordenamiento que explica la desigualdad social y que cruza transversalmente toda la estructura social en todas sus áreas: lo político, lo económico, lo ambiental, lo social, lo cultural e institucional. 30 Se entiende el género como la construcción cultural mediante la que se adscriben roles sociales, actitudes y aptitudes diferenciados para hombres y mujeres en función de su sexo biológico. Esta categoría hace referencia a las diferencias sociales que, desde la dicotomía de las particularidades biológicas, han sido aprendidas, cambian con el tiempo y muestran múltiples variantes. Así, el género se utiliza para establecer diferencias socioculturales entre mujeres y hombres que son impuestas por los sistemas políticos, económicos, culturales y sociales a través de los ámbitos de socialización y de las instituciones sociales. El uso de la categoría de género se ha extendido en el mundo y especialmente en las ciencias sociales, debido a su potencial como categoría de análisis que apunta a la explicación de las diferencias derivadas de un sistema de dominación, el patriarcado. Desde una perspectiva histórica se establece que el interés sobre la categoría de género, como herramienta de análisis del ordenamiento social, tiene una presencia relativamente reciente, se identifica que ocurre hacia la década de los ochenta del siglo XX. Como es señalado por Incháustegui y Ugalde (2004), el género es reconocido como un principio organizativo de la vida social, que se da a partir de la diferencia sexual y su construcción socio cultural, además de que permea el marco institucional y normativo de las sociedad. El género da significado a todas las relaciones económicas, políticas y simbólicas que regulan la interacción individual y que se establecen la jerarquía de género que se expresa en la diferenciación social, económica y política entre mujeres y hombres, así como entre grupos de mujeres y grupos de hombres. El análisis de género implica el estudio de las relaciones entre hombres y mujeres que es lo que se denomina relaciones de género, y que expresan o manifiestan diferencias y disparidades en el acceso y control de recursos, así como en las decisiones, oportunidades, retribuciones y todos los demás aspectos del poder. La jerarquía de género se refiere al conjunto de costumbres, valores, reglas, normas 31 y leyes que regulan a las sociedades y que dan la pauta para la formación de subjetividades que establecen, a su vez, los roles, funciones y estilos de vida permitidos y aceptados para hombres y mujeres. La concepciónde Joan Scott (1996) critica y analiza el empleo que se ha dado al concepto género y las limitaciones que se enfrentan desde distintas aproximaciones teóricas, cuando se pretende explicar cómo se han construido las relaciones de desigualdad entre los sexos y no sólo identificar causas de la opresión de las mujeres. Resulta trascendente el cambio cualitativo que plantea respecto al concepto de género, al advertir que el propósito de comprender el significado de los sexos desde una visión histórica, pasa por incluir a las mujeres en la revisión y reconstrucción de la historia y, que esto obligadamente representa redefinir y ampliar el marco conceptual tradicional del significado histórico. Así, integra un significado de género como categoría de análisis del ordenamiento social sustentada en dos proposiciones clave: la primera plantea que el género es un componente de las relaciones sociales que se sustentan en las diferencias distintivas de los sexos y, la segunda señala que es una forma primaria de relaciones significantes de poder. En la primera proposición que plantea Scott está considerando múltiples elementos: símbolos culturales disponibles; conceptos normativos; nociones políticas y económicas, así como la identidad subjetiva. En ese marco, las dos proposiciones y su interrelación amplían las posibilidades de la categoría de género y la colocan como herramienta de análisis de la realidad social, al mostrar la multidimensionalidad que implica la organización y ordenamiento de las relaciones sociales, y la producción de desigualdades entre hombres y mujeres por los elementos distintivos de los sexos, desigualdades que se dan como seres sociales, políticos y económicos en su interrelación. Por su parte, Marta Lamas (1996: 154) reconoce que “…género implica la simbolización o construcción cultural que alude a la relación entre los sexos… 32 género se refiere a aquellas áreas tanto estructurales como ideológicas que comprenden relaciones entre sexos”. Se trata de una construcción sociocultural que establece las disposiciones de ser hombre o ser mujer mediante el aprendizaje social. El género constituye una construcción que establece el deber ser a partir de la diferencia sexual. Así, el género implica la asignación social de roles o papeles diferentes entre hombres y mujeres, asignación que conlleva jerarquías distintas en la familia y la sociedad, roles que se viven y significan en la vida cotidiana. La construcción social de género moldea los patrones de la vida cotidiana y las pautas culturales de hombres y mujeres; la separación de lo público y lo privado, derivada de la división sexual del trabajo, ha implicado para las mujeres en general la asignación social de la responsabilidad del trabajo de reproducción y de cuidados que significa formas específicas de estructuración de la vida cotidiana, caracterizadas por una condición de subordinación en las relaciones sociales respecto a los hombres. Los ámbitos y tipo de asuntos en los que las mujeres pueden y deben participar, de acuerdo a los roles y estereotipos que socialmente les corresponden, marcan como pauta la organización de la vida cotidiana en torno a ser fundamentalmente cuidadora, madresposa, a la que se le adjudican valores, cualidades, habilidades netamente femeninas, además de naturalizar la subordinación frente a las cualidades, posibilidades, actividades y espacios masculinos. La estructuración de la vida cotidiana en función del género se traduce en jerarquías que determinan formas y dinámicas de funcionamiento entre mujeres y hombres e instituciones, como la familia. En el caso de mujeres que participan como representantes de sus familias en programas de apoyos condicionados, se les imponen pautas de comportamiento que implican prácticas sociales específicas en la vida cotidiana, por ejemplo, ser las receptoras de los apoyos 33 monetarios les obliga a cumplir y hacer que el resto de la familia cumpla con las corresponsabilidades; seguir ciertos patrones de consumo porque el dinero lo deben aplicar en gastos relacionados con alimentación y útiles escolares; deben organizar su tiempo para determinados cuidados de la población infantil y los adolescentes, y si tienen alguna actividad laboral remunerada debe ser flexible para atender los requerimientos de ese tipo de programas. 34 CAPÍTULO 2 Género y desarrollo: relación ineludible frente a la desigualdad entre mujeres y hombres 2.1. El desarrollo: aproximaciones conceptuales Sin ser objetivo de esta investigación analizar la evolución y la diversidad de la concepción de desarrollo, es importante establecer que es un concepto fundamental en torno a la cuestión pública, entendida como todo aquello que tiene o implica relaciones entre gobierno y sociedad. El concepto de desarrollo es un referente analítico prácticamente inevitable en el estudio de la relación Estado-economía-sociedad desde la segunda mitad del siglo XX. Es un concepto que no tiene una definición única y que su evolución se sustenta fundamentalmente en la elaboración construida desde la economía en relación directa con lo que ocurre en la sociedad. En la diversidad de concepciones de desarrollo subyacen visiones del ideal de sociedad y de lo que serían sus necesidades y aspiraciones derivadas del contexto económico, social y político. Por ello resulta importante, cuando se analiza la cuestión social, conocer desde qué concepto de desarrollo se parte porque es determinante en la orientación de la política pública y, particularmente, de las políticas sociales. Por lo mismo, denota la consideración del estado respecto a la ciudadanía y, en última instancia, a su relación con la sociedad. Sus distintas conceptualizaciones implican modelos y enfoques con incidencia directa en la definición, así como en el diseño de políticas regionales y nacionales. Si bien existen diversas concepciones de desarrollo, para tener un panorama general de ellas, se ha retomado la clasificación que la Comisión Económica para 35 América Latina y el Caribe (CEPAL realiza respecto a los modelos de desarrollo asumidos en la región de América Latina, en función de su aplicación previa o posterior a las llamadas reformas estructurales, tal como se puede observar en la siguiente tabla: TABLA 1 Tomado de: Sottolli Susana (2002) La política social en América Latina. Diez dimensiones para el análisis y el diseño de políticas Un breve recuento de esas concepciones muestra que, a partir de los años cincuenta del siglo XX, se aplicó en modelo de crecimiento económico. En esta visión se suponía el progreso social a partir de la industrialización y el aumento de 36 la productividad en la región desde las actividades de ese sector dejando rezagado al sector agrícola. Este modelo partía de la idea de que desarrollo y crecimiento eran equivalentes, o que el primero se derivaría por añadidura al lograr el segundo porque el mercado se encargaría de la redistribución de la riqueza en la medida que se lograra el crecimiento. Este modelo tuvo como resultado la generación de notables condiciones de inequidad social en el interior de los países de la región y también en su relación con los países llamados desarrollados. A partir de los años setenta, derivado del fracaso del modelo de crecimiento, se implanta un modelo de desarrollo que pretende incorporar mecanismos de redistribución. Un elemento relevante en este modelo es el reconocimiento de que crecimiento y desarrollo son procesos diferentes aunque se encuentran totalmente articulados. Supone una mayor participación del estado en los procesos económicos y sociales y se inspira en el llamado Estado de Bienestar generado en los países desarrollados. Ante el aumento de la pobreza, la desnutrición y la insuficiente generaciónde empleo, a mediados de los años setenta se implanta un modelo de desarrollo que pretende la satisfacción de necesidades básicas, considerando mecanismos de redistribución en función de intentar cubrir determinadas necesidades como salud, educación, alimentación, vivienda. Este modelo de desarrollo, al tener como orientación cubrir algunas necesidades básicas de las familias, contempla involucrar a la mujer, en la convicción de que las mujeres son quienes de una u otra forma atienden necesidades de la familia. Eso no significa que se les coloque y reconozca el papel de proveedoras, sino más bien de responsables del cuidado de la familia. En esos años se impulsa la perspectiva de Mujer en el Desarrollo (MED) que la Organización de las Naciones Unidas establece en la Década de la Mujer entre 1976-1985. 37 A mediados de la década de los ochenta se implanta en la región el llamado modelo de desarrollo neoliberal, que es diseñado desde organismos internacionales, que supone que los procesos de crecimiento y desarrollo no son dependientes y que factores de contexto de cada país determinan su alcance. Según este modelo, el crecimiento es la clave de que ocurran las condiciones para satisfacer a la sociedad en su desarrollo y el estado, fundamentalmente, es requerido para asegurar que el mercado se desarrolle. Desde esta concepción se establece que no es necesaria la intervención del estado en determinadas actividades ni se requiere que sea robusto. Este modelo ha implicado la aplicación de importantes reformas llamadas estructurales y, al igual que los anteriores tiene como elemento central el aumento a la productividad. En el marco del modelo de desarrollo neoliberal, se construyeron dos enfoques que redefinen el concepto de desarrollo. Es el caso del desarrollo basado en la Expansión de Capacidades elaborado por Amartya Sen (2000) y, por otra parte, la perspectiva de Max-Neef (1993) denominada Desarrollo a Escala Humana. Una característica de ambas perspectivas es que no se limitan a una concepción económica que contemple sólo la capacidad de adquirir bienes y servicios; incorporan como elemento central del desarrollo las posibilidades que tienen los individuos para la realización de su condición de seres humanos. Las perspectivas respecto a las posibilidades de las personas para su realización humana resultan trascendentes pues han definido las concepciones y actuaciones de los gobiernos para atender problemáticas como la pobreza. El enfoque de Sen (2000) concibe el desarrollo como un proceso de expansión de capacidades, las cuales se asocian al desempeño de las personas. El desempeño es un referente de logro de lo que una persona es capaz de hacer o ser y da lugar al concepto de capacidades. La creación y expansión de las capacidades está 38 relacionada con la ampliación de los derechos de las personas para que puedan acceder a las posibilidades para satisfacer necesidades y mejorar la calidad de sus vidas, lo cual supone un Estado y gobiernos que garanticen instituciones y mecanismos de participación política de los ciudadanos(as). Este enfoque otorga a la participación un lugar relevante en la visión del desarrollo. Por su parte, el enfoque de Desarrollo a Escala Humana de Max-Neef (1993) es resultado de una visión multidisciplinar que se formula desde la región latinoamericana. Su visión de desarrollo se apoya en una concepción de necesidades humanas y en reconocer el necesario cambio en la condición de las personas de objeto a sujeto del desarrollo, lo cual supone una ampliación verdadera de la democracia. Un elemento de este enfoque es que las necesidades son definidas como potencia y no como carencia, lo cual implica que las personas se comprometen y se movilizan para lograr resolver esas necesidades. En los años noventa se construyó una propuesta de visión de desarrollo desde la ONU que incorpora la medición del desarrollo humano a partir de elementos de los enfoques del desarrollo tanto de expansión de capacidades como de escala humana. Es importante reconocer que, en los diversos enfoques sustentados en la visión de desarrollo humano, la participación de los sujetos se considera fundamental. Lo que también resulta fundamental es la disposición del Estado y los sistemas de gobierno de generar auténticos procesos para profundizar la democracia porque, en el fondo, la posibilidad de acceder a derechos queda depositada como capacidad de los sujetos o en la potenciación para movilizarse en torno a sus recursos. Como se puede advertir, a partir de la revisión general de diversas concepciones del desarrollo, resulta fundamental la visión, modelo o enfoque que se asuma por parte del Estado y sus sistemas de gobierno, porque de eso depende su posición 39 frente a la relación con la sociedad, su concepción respecto a qué y cómo le corresponde asumir responsabilidades frente a necesidades, problemáticas e intereses de grupos sociales, así de cómo actúa para impulsar o inhibir la formación de ciudadanía y las dinámicas para la construcción de democracia. Además, en el caso del género, denota su consideración de las mujeres respecto a la desigualdad y su intervención en procesos de ruptura de esa condición. 2.2. Género y desarrollo A partir de diferentes concepciones de desarrollo, desde diferentes sectores y grupos sociales se ha cuestionado el papel que asumen estados y gobiernos en torno a las respuestas a sus demandas y los objetivos que pretenden alcanzar. En ese contexto se explica por qué, con relación al género, desde los movimientos feministas surgieron distintos cuestionamientos sobre la manera de abordar y dar respuesta a la condición de desigualdad de las mujeres respecto de los hombres. Básicamente se han construido dos perspectivas que plantean que las visiones para el desarrollo tendrían que dar respuesta a la condición de exclusión y de subordinación de las mujeres en el proceso de desarrollo. Estas perspectivas son Mujeres en el Desarrollo y Género en el Desarrollo. En el interior de esta última se han planteado distintos enfoques. La perspectiva MED: Mujeres en el Desarrollo Mujeres en el Desarrollo es una perspectiva que surge a mediados de los años setenta del siglo XX y se asocia a la propuesta de la Década de las Mujeres impulsada por la ONU como respuesta al fracaso de los modelos de desarrollo y a las demandas del movimiento feminista en los que se hace evidente que las mujeres tienen una posición clave en el desarrollo y han sido excluidas del mercado de trabajo y confinadas fundamentalmente al trabajo no reconocido que asegura la reproducción social. Esta perspectiva no cuestiona la concepción de 40 desarrollo; sin embargo, sí reconoce la marginación a la que, en general, han sido sometidas las mujeres y plantea su necesaria inclusión en el proceso de desarrollo para que éste pueda tener éxito y sea sostenible a partir de considerarlas como agentes económicos en la medida que se han incorporado masivamente al mercado de trabajo. Esta estrategia planteó la integración de las mujeres al proceso de desarrollo de manera funcional, dando énfasis a su papel productivo, reconociendo y entendiendo que se había confinado a una condición en la esfera del desarrollo. Las respuestas que consideró esta estrategia fueron proyectos aislados que atendían a necesidades específicas incorporando un componente destinado a la mujer. Las acciones se enmarcaban en la visión tradicional de roles de género sin cuestionar la división de trabajo, la segregación laboral, o la división entre lo público y privado. Hacia finales de los años setenta, surgen cuestionamientos a la posición en que se ubicaba a las mujeres en las concepciones de desarrollo y se incorpora al debate para interpretar y comprender la subordinaciónde las mujeres en el marco de las relaciones sociales y de la vida cotidiana, elementos como relaciones de poder, conflicto cooperativo y relaciones de género. Este debate da lugar a un cambio en la concepción de la relación género-desarrollo, lo que da lugar al surgimiento de la perspectiva de Género en el Desarrollo. Perspectiva GED: Género en el Desarrollo La Estrategia GED (Género en el Desarrollo) es una perspectiva para entender y abordar el tema de la subordinación y el trabajo de las mujeres en los modelos y estrategias globales de desarrollo. 41 El objetivo de esta perspectiva es la reestructuración de las relaciones de poder entre los géneros. Su propuesta consiste, desde sus diversos enfoques, en generar espacios de poder y participación para las mujeres. Se trata de integrar la perspectiva de género al proceso de planificación del desarrollo de manera estructural. En ese sentido cuestiona la perspectiva MED, cuyo alcance fue la formulación de un proceso de desarrollo de manera marginal y aislada que dio lugar a un proyecto sobre problemas de la mujer. Esta propuesta implica formular modelos de desarrollo que cuenten con una visión integral, democrática y sostenible. Su concepción no es solamente la de un proceso técnico, sino también y abiertamente de un proceso político porque destaca el tema de las jerarquías de género y la distribución desigual del poder. Ante las realidades de desigualdad multicausal, plantea organizar procesos de transformación social de carácter estructural, considerando la participación de los grupos destinatarios y no sólo al personal experto. Esta estrategia GED, a diferencia de MED, basa sus intervenciones no en las mujeres sino en las relaciones desiguales entre hombres y mujeres, lo cual implica un cuestionamiento para redefinir la concepción de desarrollo y no quedarse en un modelo en el que subyace la jerarquización y discriminación. Por ello, un elemento central es la discusión sobre los roles de mujeres y hombres para superar las inequidades en función de transformar los papeles y estereotipos socialmente asignados para mujeres y hombres. Esta perspectiva propone impulsar, como demanda, las relaciones equitativas y la no discriminación en razón de sexo, raza, etnia, clase social y género. Desde esta visión se generan diferentes enfoques para incorporar el género en el desarrollo, lo cual implicaría concepciones y acciones distintas en los procesos que suponen los planes, programas y proyectos con los que se interviene para aplicar una visión de desarrollo. Así surge, desde el movimiento feminista del “Tercer Mundo”, a fines de la década de los setenta, el enfoque de empoderamiento que tiene como eje generar más 42 poder entre las mujeres a partir de apoyar la constitución de sujetos con mayor confianza en la vida para que tengan más posibilidades de influir en cambios y ganar control en los recursos. Otro enfoque, dentro del GED, es el de Necesidades Prácticas de Género y el de Intereses Estratégicos de Género. Éste surge a mediados de los años ochenta del siglo XX. Identifica que las mujeres desarrollan, de manera simultánea, especialmente las más pobres, tres roles de género: reproductivo, productivo y comunitario. Este enfoque propone dos categorías para relacionar el género a procesos de desarrollo: por una parte, Necesidades prácticas y, por otra, Intereses estratégicos de género. La primera se asocia a condiciones de género para cubrir necesidades básicas como alimentación, salud, vivienda, y la segunda se vincula a la posición de género para modificar la subordinación de las mujeres en las relaciones de género (por ejemplo, en esta categoría se encuentra la educación). Los cambios desde la categoría de intereses estratégicos de género son trascendentes para propiciar cambios en las relaciones de subordinación y desigualdad. Por su parte, el enfoque de Autonomía surge en la transición entre las perspectivas MED y GED, y se considera, más que un enfoque, una estrategia emancipadora. También, al igual que las demás propuestas para establecer una abierta relación entre procesos de desarrollo y la participación de las mujeres, emerge de las demandas de los movimientos feministas. La búsqueda de mayor equidad y pluralidad son características de esta propuesta que hace énfasis en la existencia de múltiples sujetos y agentes sociales con demandas particulares. Reconoce la necesidad de reformular identidades de género tanto desde la mirada de la femineidad como de la masculinidad. Un aspecto que destaca esta propuesta es el reconocimiento y la articulación de múltiples identidades de las mujeres, las cuales se definen por posiciones diferenciadas desde distintas categorías de ordenamiento social, como clase, etnia, raza, edad. 43 Transversalización de la Perspectiva de Género La Transversalización de la perspectiva de género es un enfoque que se orienta a impulsar la incorporación del análisis de las desigualdades de género en las reglas y procedimientos de las estructuras gubernamentales que organizan y operan las políticas públicas destinadas a los procesos de desarrollo. Esta perspectiva implica revisar los efectos que propicia la intervención social entre los grupos sociales a quienes se dirigen los planes y programas en términos de modificar las desigualdades de género, “…se propone analizar si estas Reglas establecen diferencias y desigualdades entre hombres y mujeres, la posibilidad de que las mujeres accedan a la toma de decisiones y los factores que promueven o inhiben la participación de las mujeres o las conducen a la auto-inhibición” (Mendoza, 2002: 20). Se trata de identificar elementos del avance de las instituciones en la incorporación de transversalidad de la perspectiva de género, entendida como el proceso de “…integración sistemática del principio de equidad en todas las estructuras, sistemas, políticas, programas, procesos y proyectos del Estado” (Incháustegui, 2004: 31). Dicho proceso constituye un aspecto relevante del enfoque, en tanto revela de qué manera, cómo y hasta dónde se está asumiendo y asimilando en las estructuras institucionales de los gobiernos una visión de desarrollo que considere a las mujeres como sujetas en ese proceso y no como medio para operar programas y mantener su condición de ser utilizadas, tal como es probable que suceda con el programa Prospera, de acuerdo con la idea que sustenta esta investigación. Por esa razón, se analizará en otro apartado si se ha avanzado, y en qué aspectos, en la incorporación de la perspectiva de género en el programa mexicano de transferencias monetarias y apoyos condicionados de atención a la pobreza, tomando en cuenta, de acuerdo a Molyneux, (2005: 37) que “…es el 44 programa más amplio de su clase en América Latina y que también ha sido considerado el ejemplo más exitoso e inspirador de los programas antipobreza”. Este enfoque sustenta el interés por reconocer cómo se refleja en la vida cotidiana de las familias el proceso de transversalización de la perspectiva de género en el programa Prospera, e identificar el lugar que se da a la atención del compromiso internacional de promover la equidad entre las mujeres y los hombres de las familias más pobres del país. El enfoque de la Igualdad de Género se sustenta en un objetivo central de la visión del desarrollo y reconoce tres dimensiones de la igualdad: de oportunidades, de trato y de resultados. La igualdad de oportunidades se refiere a que sean consideradas las mismas posibilidades de acceso a oportunidades para hombres y mujeres. La igualdad de trato se orienta a la búsqueda de condiciones equitativas para desempeñarse en el interior de cualquier ámbito, y fomenta el mismo tratamiento frente a procesos de decisión o situación de convivencia.
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