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Una Virgen Trascendente: La Conquistadora María Elena de la Concha Maurer UNAM – Dirección General de Bibliotecas Tesis Digitales Restricciones de uso DERECHOS RESERVADOS © PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN TOTAL O PARCIAL Todo el material contenido en esta tesis esta protegido por la Ley Federal del Derecho de Autor (LFDA) de los Estados Unidos Mexicanos (México). El uso de imágenes, fragmentos de videos, y demás material que sea objeto de protección de los derechos de autor, será exclusivamente para fines educativos e informativos y deberá citar la fuente donde la obtuvo mencionando el autor o autores. Cualquier uso distinto como el lucro, reproducción, edición o modificación, será perseguido y sancionado por el respectivo titular de los Derechos de Autor. UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO Facultad de Filosofía y Letras posgrado en Historia del Arte Una Virgen Trascendente: La Conquistadora Tesis que presenta María Elena de la Concha Maurer para obtener el grado de Maestra en Historia del Arte Directora: Dra. Montserrat Galí Boadella Sinodales: Dr. Agustín Grajales Porras Dra. María Elena Stefanon López Dr. Francisco Pérez de Salazar Verea Dr. Jesús Márquez Carrillo Dedico este trabajo a los Albertos, a la memoria de mi padre, quien me trasmitió el amor al arte y a la historia como testimonio del crear, imaginar y plasmar del ser hu- mano y de su deseo infinito de desentrañar el mundo, al espíritu indomable de mi madre, a mis hermanos ausentes. Lo dedico también a Xavier siempre presente, a toda mi familia, a mis amigas y ami- gos, especialmente a los que se involucraron conmigo y me animaron a continuar, todos seres entrañables que han formado parte de mi vida. Agradezco profundamente su esfuerzo, dedicación y empeño a la Dra. Montserrat Galí Boadella, directora de esta tesis. Muchas gracias a mis lectores que se tomaron el tiempo y el trabajo necesario para revisar mi investigación y emitir sus opiniones y consejos: Dr. Agustín Grajales Porras Dra. María Elena Stefanon López Dr. Francisco Pérez de Salazar Verea Mtro. Jesús Márquez Carrillo. Agradecimientos Introducción Pág. 1 Capítulo I Desarrollo histórico del culto a la imagen de la Virgen Conquistadora Pág. 4 Capítulo II El arte y la Conquistadora Pág. 22 Capítulo III Diversos usos y funciones interpretados por la imagen através de la Colonia Pág. 40 Capítulo IV La cofradía de Nuestra Señora La Conquistadora Pág. 47 Conclusión Pág. 64 Bibliografía y fuentes de información archivística Pág. 68 Anexos: Contrato de fábrica del retablo de la Virgen Conquistadora de la autoría de Lucas Méndez. Año 1631. Pág. 73 En esta investigación cuyo tema central es la Virgen Conquistadora, pre-tendo hacer un análisis de esta imagen, destacando su aspecto artístico, así como la manera en que estuvo íntimamente ligada con el entorno reli- gioso, político y social de la sociedad colonial poblana, desde los inicios de la con- quista española hasta el ocaso de ésta, es decir desde el siglo xvi hasta principios del xix. El objetivo del presente trabajo es abordar no solo la historiografía de di- cha imagen y su iconografía e iconología, sino cuestionar los diferentes significa- dos sociales de la misma, haciendo énfasis en lo que sería la hipótesis fundamental de este estudio, que se refiere a los usos y funciones que desempeñó esta imagen en el contexto histórico de la ciudad y su interpretación y recepción a lo largo de tres siglos. La hipótesis mencionada se refiere a que esta Virgen medieval, fue en un princi- pio una imagen cristiana que los indígenas tomaron como símbolo de una divini- dad hasta entonces desconocida en el Nuevo Mundo, desempeñándose como una imagen de culto. Más tarde al consumarse la conquista militar del valle de Méxi- co, la imagen mariana representó la aculturación espiritual del mundo prehispá- nico, ya que debido a la evangelización llevada a cabo por los franciscanos fungió también como una imagen doctrinal. Es importante señalar el papel relevante de dicha orden, en la fundación de la ciudad de Puebla. Fue a partir del siglo xvii, cuando la Virgen dejó de ser sólo una imagen de cul- to y catequésis para serlo además de devoción y veneración debido a una serie de razones políticas, religiosas y sociales que la transformaron en un símbolo em- blemático de la ciudad, representando a la Inmaculada Concepción. Lo anterior tiene su explicación en la importancia y privilegios que tuvieron los franciscanos, Introducción 1 Virgen Conquistadora. Grabado. José Nava. 1582. Cortesía de Montserrat Galí. defensores ardientes de la Inmaculada Concepción de María, constituída como un ícono significativo de la Contrarreforma católica, a partir del Concilio de Trento, la cual fue identificada con la imagen de la Conquistadora en las juras que el cabildo poblano hizo en los años de 1619, 1654 y 1776, en defensa de dicho mis- terio. Tal carga emblemática tuvo grandes repercusiones en la historia de la ciu- dad pues dicho cabildo la declaró patrona de la misma, obligándose a contribuir en las fiestas de su novenario y tomando a su cargo al mediar el siglo xviii el pa- tronato de su capilla y cofradía. Hacia fines del mismo siglo y principios del xix, el culto a la Conquistadora fue decreciendo hasta desaparecer casi completamente. Situación cuyas causas se trataran de dilucidar. Para sustentar esta hipótesis, he contado con el apoyo de las investigaciones de Alfonso Rodríguez de Ceballos, Jaime Cuadriello, David Freedberg y Michael Baxandall entre otros. Respecto a la trayectoria de la imagen, incluída en el primer capítulo, he creído conveniente referirme a la justificación histórica de la misma, basándome en las fuentes documentales, consultadas en el Archivo Municipal de la ciudad de Pue- bla, en el Archivo General de Notarías de la ciudad y en el Archivo del Venerable Cabildo Catedralicio poblano, así como en la bibliografía de los siguientes cronis- tas; Pedro López de Villaseñor, Mariano Fernández de Echeverría y Veytia y Fray Francisco de Florencia; ya en el siglo xx, el estudio aportado por José Rivero Car- vallo y recientemente la investigación de Rosa Denise Fallena. En el capítulo segundo, me propongo analizar la estructura arquitectónica de la capilla de la Conquistadora, sus diferentes etapas de construcción, su estilo y su- cesivas manifestaciones artísticas, haciendo énfasis en el retablo en el que actual- mente se encuentra la imagen sin dejar de mencionar los anteriores. La escultura de la Virgen, se estudiará en sus aspectos iconográfico e iconológico, éste último tra- tando de interpretar la imagen en su sentido intrínseco más profundo. Se hará tam- bién una referencia a la historia del convento franciscano en el que se sitúa la capi- lla, dada la importancia que la orden religiosa tuvo en la evangelización de la Nueva España, en la fundación de Puebla y en el desarrollo del culto a la Conquistadora . 2 En el tercer capítulo, el cual como ya se ha dicho constituye la idea central de esta investigación, me refiero a los usos y funciones que desempeñó esta pequeña imagen desde que llegó a América hasta la época independiente y al papel tan im- portante como imagen de aculturación religiosa culto y devoción, y la importan- cia que tuvo en el contexto colonial, la utilización de las imágenes al servicio de intereses religiosos, civiles, sociales y políticos. El papel de las imágenes, en este caso de la Conquistadora, nos muestra su im- portancia en la construcción de imaginarios individuales y colectivos, sus dis- tintos simbolismos, estrategias de comunicación, representando diversos roles en concordancia con el discurso hegemónico vigente. A partir de las Reformas Borbónicas y luego con la Independencia, dicho discurso concluyó, decayendo el culto a la Virgen, hasta llegar al completo olvido, además de que desde fines del siglo xviii, la devoción al beato había ido incrementando en detrimentode la Conquistadora. En el capítulo cuarto y último menciono brevemente el origen de las cofra- días en el mundo novohispano y su importancia como factor de cohesión religio- sa, social y política en la Colonia. Me referiré a la formación de la cofradía de la Conquistadora, que si bien en un principio estuvo conformada por comerciantes, hacendados y personajes de la élite poblana, al ir creciendo hasta convertirse en archicofradía, aumentó considerablemente el número de cofrades entre los que se contaban ya personas de diversos estamentos de la ciudad de Puebla. Para concluir es preciso señalar que la investigación acerca de esta imagen, oriunda de Flandes pero con los atributos de una Virgen española y a la cual se añadió el nombre y papel de «Conquistadora», me ha permitido adentrarme en el mundo colonial en el cual religión y política iban de la mano en la consecución de sus fines, logrando una cohesión social y religiosa sin precedentes en el Occi- dente Cristiano a través de fiestas, procesiones y ceremonias las cuales formaban parte importante del ritual de las cofradías. Cabe señalar que a raíz de las Reformas Borbónicas a fines del siglo xviii, que debilitaron en gran medida el poder de la Iglesia, marcando una incipiente ruptu- ra con la monarquía y en consecuencia con el virreinato de la Nueva España, la co- hesión referida anteriormente decayó casi en su totalidad, teniendo como resulta- do una nueva etapa en las relaciones Iglesia‒Estado‒Sociedad. 3 En la conquista militar de la Nueva España, la imagen de María Santísima jugó un papel determinante. En las crónicas que la describen, frecuente-mente se menciona que la imagen de la Virgen era impuesta en los adora- torios prehispánicos a instancias del propio Cortés que gustaba de manifestar así su gran devoción Mariana. Las imágenes que más se vincularon al proceso conquistador de la Nueva Es- paña fueron la de Nuestra Señora de los Remedios, la Inmaculada Concepción1 y La Conquistadora, ésta última venerada en el convento de San Francisco de la ciu- dad de Puebla y de la que algunos autores afirmaban haber sido la que se colocó en el templo mayor de México-Tenochtitlán, obrando allí muchas maravillas a favor de los españoles, siendo el Padre Francisco de Florencia, erudito jesuita del siglo xvii2, quien refiere en su Zodiaco Mariano la ocasión en que la Virgen «[…] echó tierra en los ojos de los gentiles, y de hacerse inamovible en el adoratorio, cuando quisieron quitarla de él los indios[…]»3. 1 Advocación que se le dio a la mayoría de los hospitales novohispanos y a numerosos templos como fue el caso de la Catedral de Puebla. 2 Francisco de Florencia nació en la Florida en 1620 y estudió en el colegio de San Ildefonso de la Com- pañía de Jesús, en la que profesó en 1660. Ya como jesuita fue maestro del colegio de San Pedro y San Pablo, Procurador de su provincia en Madrid y Roma entre 1668 y 1675. A su regreso a la Nueva Es- paña fue nombrado sucesivamente rector del Colegio del Espíritu Santo de Puebla (1680), del Cole- gio Máximo de la Ciudad de México (1682) y calificador del Santo Oficio de la Inquisición. Murió en 1695 a los 75 años de edad. Dejó numerosos escritos entre los que se encuentra el Zodiaco Mariano, que es una historia general de las imágenes de la Virgen María que se veneraban en la América Septentrio- nal, impreso en la Ciudad de México en 1755. Se consultó en la reedición del 2000, impresa en México, conaculta . 3 Florencia, Francisco de, op. cit., p. 116. Virgen de los Remedios. Grabado. Biblioteca de Arte Ricardo Pérez Escamilla. Imagen cortesía del Mtro. Gustavo Mauleón. Capítulo I Desarrollo histórico del culto a la imagen de la Virgen Conquistadora 4 El nombre de Conquistadora dado a una de las varias imágenes marianas traídas por Cortés facilitó enormemente el que los indígenas tlaxcaltecas identificaran a la Virgen con la epopeya de Cortés al vencer al otrora poderoso imperio azteca, con- virtiendo así a La Conquistadora en una imagen de culto, que los españoles toma- ron como bandera para propagar la fe cristiana desconocida en el nuevo mundo, lo que la convirtió en una imagen doctrinal, que al correr de los años se tornaría en un emblema. Sería a partir del siglo xvii cuando la Virgen Conquistadora pasaría a ser una imagen de veneración por las razones político‒religiosas que se analizan más adelante.4 Para explicar más claramente la historia de esta imagen me referiré a los momen- tos cruciales de su trayectoria a lo largo de más de tres siglos. La imagen de la Virgen como Conquistadora de la Nueva España. El 29 de agosto de 1582, el entonces guardián del convento franciscano de Tlax- cala, fray Diego Rangel, solicitó al alcalde mayor de dicha ciudad, don Alonso de Nava, mandar hacer una Relación Jurídica que incluyera los testimonios fieles de los testigos presenciales de la donación de La Conquistadora por parte de Hernán Cortés al capitán tlaxcalteca Gonzalo Acxotécatl Cocomitzi, a la vez que éstos ju- raran que la imagen era la misma que acompañó a Cortés durante todo el proceso conquistador de México. La información fue rendida el 29 de agosto de 1582 ante el escribano público Toribio de Mediavilla y es la fuente documental más confiable con la que contamos para conocer la historia de la imagen. La relación original se encontraba en custo- dia del cabildo civil de la ciudad de Puebla, de donde desapareció a finales del siglo xviii o principios del xix. Afortunadamente el cronista Pedro López de Villaseñor 4 Rodriguez G. De Ceballos, Alfonso, «Usos y funciones de la imagen religiosa en los virreinatos americanos», en Los Siglos de Oro en los Virreinatos de América 1550 -1700, Madrid, Sociedad Estatal para la Conmemoración de los Centenarios de Felipe II y Carlos V , 2000, pp .89-105. 5 hizo una transcripción puntual de la misma que asentó en los dos primeros folios del Suplemento del Libro Número Primero de la Fundación, y Establecimiento, de la Muy Noble y Muy Leal Ciudad de los Ángeles, desaparecida también. Después, la incluyó en la memoria que escribió del contenido de los papeles viejos de la arca de las tres llaves que denominó Cartilla Vieja. En esta ocasión lo hizo desatando las abreviatu- ras. Debido a la importancia de tal relación es muy probable que el mismo cronista haya hecho otros traslados más del documento y uno de ellos sea el que se encuen- tra inscrito en uno de los libros de Papeles Varios que tiene en custodia el Archivo del Cabildo Catedralicio de Puebla y el otro sea el localizado en el Fondo Franciscano que resguarda la Biblioteca del Museo Nacional de Antropología e Historia. La misma Relación, ya impresa, fue publicada por el ilustre padre Joaquín Ale- jo de Meave en el año de 1804, siendo cura de la feligresía de San Dionisio a la que pertenecía el pueblo de Atlihuetzía, tierra del capitán Axotécatl Cocomitzi, uno de cuyos ejemplares dejó en custodia del archivo de dicha iglesia y otro más pertene- ce al rico acervo bibliográfico de la Biblioteca Palafoxiana5. (Ver imagen página 15) Al analizar y comparar estos textos se puede concluir que los manuscritos del ar- chivo catedralicio y el del Museo de Antropología e Historia de la Ciudad de Méxi- co son transcripciones contemporáneas del texto escrito en el siglo xviii por Ló- pez de Villaseñor, lo que se justifica por la importancia del documento y el recién aceptado patrocinio de la cofradía de la Conquistadora por parte del ayuntamiento poblano, situación que se abordará más adelante. 5 Buxó, José Pascual (Coordinador). Impresos Poblanos de la muy Ilustre Biblioteca Palafoxiana. Catalo- go comentado (1645-1823)., Puebla, Secretaría de Cultura del Estado de Puebla, 1998, pp. 389-391. El impreso poblano se hizo en la Oficina de D. Pedro de la Rosa bajo el título de INFORMACIÓN JURI- DICA,/ RECIBIDA EN EL AÑO / de mil quinientos ochenta y dos, con la que se acredita, que la Imagen / DE MARIA SANTISIMA, / BAXO LA ADVOCACION DECONQUISTADORA, / que se venera en su Capilla del Convento de Religiosos Observantes de San Francisco de la Ciudad de Puebla de / los Ángeles, es la misma que el Conquistador / HERNANDO CORTÉS / ENDONO AL GRAN CAPITAN / GONZA- LO ALXOTECATL COCOMITZI, / Indio del Pueblo de Atlihuetzian de la Feligresía de / San Dionysio, en Jurisdiccion de Tlaxcalan. / REIMPRESA / A solicitud del Cura de dicha Parroquia, / DON JOAQUIN ALEXO DE MEABE, / Colegial Antiguo del Eximio Teojurista de Sr. San / Pablo: y á expensas del Presbí- tero Cazique / D. MARIANO JOSEPH PAZ Y SANCHEZ, NATURAL DEL MISMO Alihuetzian. / (fi- lete) / PUEBLA DE LOS ANGELES, / En la Oficina de D. Pedro de la Rosa. Año de 1804. 6 Desde luego que al padre Rangel y a la orden de San Francisco les convenía la certificación legal de que la imagen de la Conquistadora, que ellos tenían en su con- vento de la Ciudad de los Ángeles, era la misma que Hernán Cortés dio al capitán Acxotécatl por haber sido ellos los «primeros pobladores de la yglesia de Dios en esta dicha Nueba España», como la propia relación asienta. Es por ello que el dis- curso principal de la misma va en función de averiguar y probar fehacientemente: […] como una ymagen de la sereníssima reyna de los Ángeles, la Vir- gen Sancta Maria, madre de Dios, que don Hernando Cortés, mar- ques del Valle, capitán general e descubridor que fue desta dicha Nue- ba España truxo a ella, pequeña de estatura, de vulto, e la truxo consigo en toda la conquista desta dicha Nueba España e al cavo la dio a don Gonçalo Acxotecatl Cocomitzi, yndio capitán e prencipal desta dicha cibdad, por la muncha amistad que le tenia por aver sydo tan leal e ami- go e haverle aiudado tamvien a la dicha conquista, para que la truxese a esta dicha cibdad por ser la primera parte desta dicha Nueba España donde se predicó el Sancto Euangelio, e de cómo el dicho don Gonça- lo la truxo a esta dicha cibdad e la tubo en su poder mucho tiempo, e para que se sepa que esta dicha ymagen es la que está al prescente en la cibdad de los Ángeles en el monesterio de la dicha horden […]6* Los testigos que declararon en presencia del alcalde mayor y del escribano públi- co Mediavilla fueron «indios principales», originarios y vecinos de una de las cuatro cabeceras en que se dividía la ciudad de Tlaxcala, mayores de 70 años, quienes en su niñez habían conocido personalmente al conquistador Hernán Cortés y al capitán 6 Rivero Carvallo, José, La Virgen de la Conquista, Puebla, Edición del autor, 1962, pp. 52- 53. La transcripción del documento es fiel al original a diferencia de la que hace don Pe- dro López de Villaseñor en su Cartilla Viexa, sin abreviaturas. En la presente versión pa- leográfica se optó por aplicar las normas de transcripción sancionadas por la Primera Reunión Interamericana sobre Archivos, celebrada en Washington, D.C., en octubre de 1961. *Se respetará en algunos párrafos la ortografía original del siglo xvi. 7 Gonzalo Acxotécatl. Éstos fueron Diego de Soto, de la cabecera de Ocotelolco, de 71 años de edad; Álvaro Vázquez, principal de la cabecera de Tizatlán, de 75 años de edad y Pedro del Castillo, de 72 años, residente también de Ocotelolco. El testi- monio fue rendido por mediación del cronista e intérprete Diego Muñoz Camargo. Los tres señores ratificaron lo dicho por el padre Rangel, haciendo hincapié so- bre cómo, siendo niños, conocieron a Hernán Cortés cuando visitaba la ciudad de Tlaxcala y dijeron haber conocido también a Gonzalo Acxotécatl Cocomitzi, capi- tán y principal de dicha ciudad, quien mucho le había ayudado a conquistar la ciu- dad de México-Tenochtitlan, junto con el reino de la Nueva España y que por su mucha lealtad y amistad al español conquistador, una vez pacificada la tierra, le ha- bía regalado, en retribución, la imagen de la Conquistadora que traía consigo como una de sus más preciadas joyas7. Asimismo, recordaron las veces que el Marqués del Valle visitó la ciudad de Tlax- cala y la memorable ocasión en que salió de ella acompañado del poderoso ejérci- to tlaxcalteca para conquistar el imperio de Moctezuma. Aseguraban que uno de los más aguerridos capitanes que ayudaron a Cortés a ganar la Ciudad de México fue don Gonzalo Acxotécatl Cocomitzi, capitán y principal de la citada ciudad de Tlaxcala, quien siguió acompañando a Cortés en varias de sus empresas guerreras. Una vez pa- cificada la tierra, dejaron a Cortés con su gente en Coyoacán y al despedirse de él don Gonzalo Acxotécatl, éste le dio, en señal del mucho aprecio que le tenía, la imagen de Santa María para que la trajese a la ciudad de Tlaxcala y la tuviesen allí como presea, la más hermosa que el conquistador les podía dar, porque «[…] en toda la conquista la había traído consigo y ayudádoles en los trabajos de la dicha conquista».8 7 López de Villaseñor, Pedro, Cartilla vieja de la Nobilísima ciudad de la Puebla de los Ángeles (1781),Puebla, Edit. Altiplano, 1961, pp. 195- 203. Con introducción y notas de Efraín Castro Jr. 8 Ibidem. Axotecatl Cacomitzin, Señor de Atlihuetzian, rinde homenaje a Cortés, a través de Marina, en el avan- ce de paz hacia Tlaxcallan. 1519. Lienzo de Tlaxcala, 1550-57. Tomado de: José Luis Martínez, Hernán Cortés, 2000, Fondo de Cultura Económica. 8 Es muy revelador que el segundo de los testigos, el más explícito de ellos, quien dijo llamarse Álvaro Vázquez, declarara que el conquistador les dio a los capitanes tlaxcaltecas mucha cantidad de plumerías y mantas pintadas y «un dios que se lla- maba Sancta María»9, lo que refleja el carácter aún politeísta de los naturales de México a sesenta años de haberse consumado la conquista. La misma relación da testimonio de cómo la imagen de la Virgen «[ … ] la tuvo en su casa, porque entonces no había iglesia, hasta después que vinieron los religio- sos de esta Orden. Y en el interín, la tenía en una tabla, a manera de mesa, y con mu- chas flores y mantas pintadas, y allí la reverenciaba; y cuando el dicho don Gonzalo salía a los bailes y mitotes, la sacaba y llevaba en las manos»10. Los testigos habla- ban de la imagen cuya talla era, «como de un codo de alto»11, con su Divino Hijo en el brazo diestro y un cetro en la mano siniestra12, agregando además que la talla era dorada toda y grabada. Es aquí donde conviene reflexionar sobre los siguientes puntos: a) Los conquistadores que arribaron a México lo hicieron con todo y su bagaje cultural, por lo que llegaron cargados de imágenes grabadas, pintadas y escul- pidas, las que conforme avanzaban en el nuevo mundo, fueron distribuyendo con generosidad entre los indígenas, quienes las aceptaban como un dios más para su panteón divino. Uno por uno, los indios de Cozumel, los caciques de Tabasco, los enviados de Moctezuma y los sacerdotes paganos de Cempoala aceptaron, como presentes, imágenes de la Virgen13. De esta forma fue como 9 Rivero Carvallo, José,. op. cit. pp. 57-61. 10 Relación jurídica de 1582, citada en las obras de Pedro López de Villaseñor y José Rivero Carvallo. (ut supra). 11 Cuarenta centímetros aproximadamente. 12 Así lo refiere don Mariano Fernández de Echeverría y Veytia en su monumental Historia de la fundación de la Puebla de los Ángeles en la Nueva España, Puebla, Ediciones Altiplano, 1962, con prólogo y notas de Efraín Castro Morales, tomo 2, p. 344. En cambio el P. Francisco de Florencia en su obra ya citada dice que el Divino Niño lo llevaba del lado izquierdo. 13 Díaz del Castillo, Bernal. Verdadera Conquista de la Nueva España, México, Porrúa, 1968, tomo 1, pp. 100, 133 y 163, citado por Serge Gruzinski en La Guerra de las Imágenes. De Cristóbal Colón a «Bla- de Runner» (1492-2019), México, fce, 1999, pp. 44-45. 9 los indios de Tlaxcala, aliados de Cortés, recibieron también una Virgen, ha- ciéndoles creer que ella fue la verdadera Conquistadora de México‒Tenochtit- lan. Como se verá, fue esta imagen, de gran popularidad en el México colonial, la que realmente apoyó y legitimó la empresamilitar y terrena de los conquista- dores14, misión asignada a la Virgen por el propio Cortés, quien una vez más de- mostraba su gran habilidad pragmática de apoyar la empresa militar de la con- quista en la justificación espiritual de la misma. b) La Conquistadora no fue la única imagen que tuvo tal carácter, aún cuando sí fue la única que llevó semejante título. Nuestra Señora de los Remedios, emble- ma de Cortés15 es buen ejemplo de ello. Traída de España por el conquistador Juan Rodríguez de Villafuerte fue colocada en el cú, o templo mayor, en que adoraban sus ídolos los indios, el cual estaba en el mismo sitio en que hoy se en- cuentra la Catedral. En ese lugar obró muchas maravillas y no se sabe cómo des- apareció de ese sitio, el caso es que en 1540, nueve años después de la aparición Guadalupana, fue «hallada» por un indio cacique de nombre Juan Ceteutli116 en el cerro de Toltotepec, debajo de un maguey17. Años después se le construi- ría en el lugar un santuario18. c) Acxotécatl tenía a la Virgen como un trofeo, y se hacía acompañar de la imagen en los bailes y mitotes a donde la llevaba y le bailaba, era una actitud que denotaba 14 Ibidem. 15 Zerón-Medina, Fausto. Felicidad de México, México, Ed. Clío, p. 91. 16 También conocido como Juan del Águila. El nombre de pila se repite nuevamente con el de los indíge- nas a los que se les apareció la Virgen bajo otras advocaciones. María de Guadalupe se le reveló a Juan Diego, la Virgen de la Defensa la reverenciaba el eremita Juan Bautista de Jesús, aunque al parecer éste no era indígena. La Virgen de Ocotlán se le apareció a otro Juan Diego, y el arcángel San Miguel se le mostró a otro indígena de nombre Diego Lázaro. Coincidencias asombrosas que merecen ser estudia- das y analizadas. 17 Florencia, Francisco de. op. cit., pp. 116-128. 18 Nuestra Señora de la Defensa que se venera en la catedral angelopolitana es otra imagen de la Virgen con carácter de conquistadora, pues se sabe que en el siglo xvii, el capitán Pedro Porter de Casanate la lle- vó, prestada por el obispo Juan de Palafox y Mendoza, a sus expediciones de conquista en Chile. Estandarte de Cortés, Anónimo. öleo sobre lienzo, 1519. Biblioteca de Arte Ricardo Pérez Escamilla. Original: Museo Nacional de Historia, México. 10 que nunca fue un cristiano converso y que la Conquistadora era un trofeo de gue- rra más que había que mostrar orgulloso ante su pueblo para refrendar ante ellos su importancia y valentía como guerrero y la estrecha amistad que lo unía con el temido conquistador español. Por lo tanto, no era culto, ni mucho menos vene- ración lo que Acxotécatl sentía hacia la Virgen, y prueba de ello era que, siendo un hombre rico y poderoso, no le hubiera construido en su casa una pequeña er- mita, sino que tan sólo la tuviera sobre «[…] una tabla, a manera de mesa, con muchas flores y mantas pintadas»,19 en donde aparentaba reverenciarla. La imagen de la Virgen como «Conquistadora Espiritual de México». Dos años después de haber sido sometido el poderoso imperio azteca, llegaron los primeros doce franciscanos bajo la guía de fray Martín de Valencia e iniciaron la conquista espiritual del vasto territorio de la Nueva España, misión Cristocéntrica apoyada grandemente en la veneración a María como Madre del Redentor20. Estos nuevos «Apóstoles» llevaron a cabo un extraordinario trabajo de evangelización fomentando el culto a María, especialmente a la Inmaculada Concepción, forma- ción espiritual que muy pronto fue puesta a prueba, cuando el mismo Martín de Valencia organizó la procesión de la Conquistadora que hizo llover sobre el terri- torio tlaxcalteca, a petición expresa de los indígenas recién catequizados. Con ello pretendía demostrar que el poder de la Virgen era mayor que el de los antiguos dio- ses prehispánicos. Pero ¿por qué usar la imagen de la Conquistadora en vez de la In- maculada Concepción a que eran tan afectos los franciscanos?, ¿Se trataba de una cuestión de estrategia espiritual debido a que dicha imagen era la que había donado el temido Cortés al también temido Acxotécatl Cocomitzi, lo que ejercería mayor 19 Cfr. nota 14. 20 Esquerr a Bifet, Juan, «María en el Kerigma, o primera evangelización misionera», en Marianum, XLII (1980), pp. 470-488, citado por Richard Nebel en Santa María Tonantzin Virgen de Guadalupe, Continuidad y transformación religiosa en México, México, fce 1996, p.106. Traducida del alemán por el Pbro. Dr. Carlos Warnholtz Bustillos. Inmaculada Concepción con donante, Juan Correa, óleo sobre lienzo. Convento de Madres Dominicas de Clausura. Tudela, Navarra, España. 11 respeto y temor sobre el pueblo indígena?, ¿Era acaso la imagen de la Conquistado- ra la misma de la Inmaculada Concepción, lo que impulsaba a los padres francisca- nos a reafirmar su culto? Analicemos los hechos: Álvaro Vázquez, el mesurado testigo de la Relación de 1582, testificó que tres o cuatro años después de que la santa imagen estuviera en poder de don Gonzalo Acxotécatl: […] un año hubo falta de agua muy grande, que se secaban las semen- teras, y vinieron a fray Martín de Valencia, custodio de esta dicha Or- den, y le dijeron los indios que en tiempos pasados, cuando había falta de agua, hacían sacrificios a sus dioses y barrían las calles e caminos, e iban a las guerras para que les diesen agua, y que ahora que eran cris- tianos ¿a quién habían de pedir agua? Y el dicho Martín de Valencia, les dijo que aquellas eran invenciones del Diablo, que ya no era tiem- po de aquello, sino que hiciesen una procesión y él rogaría a Dios y a Santa María que les diese agua. Y, así, vio este testigo que, el dicho pa- dre fray Martín de Valencia, tomó la imagen de Santa María, que había traído de casa del dicho don Gonzalo, y con ella salió fuera. Dio la di- cha imagen a uno de los sacristanes que la llevase y él se desnudó todo, que no quedó más que con los pañetes, y, de rodillas por el suelo, por las peñas, azotándose, fue andando la procesión hasta que la acabó; y, acabada la dicha procesión, de allí a un poco fue tanta el agua que llo- vió, en toda la tierra, que fue cosa de ver y se remediaron todas las se- menteras y fue un buen año. Y, desde entonces, todos los indios tuvie- ron mucha fe en la dicha imagen de Santa María y con los religiosos de esta dicha Orden de Señor San Francisco. Y, después que hicieron el monasterio que ahora es en esta ciudad [de Tlaxcala], vio este testigo que bajaron la dicha imagen a el dicho monasterio y este testigo oyó que el dicho fray Martín de Valencia y los demás religiosos llamaban a la dicha imagen la Conquistadora. 12 Álvaro Vázquez fue testigo presencial de los hechos narrados por haber acom- pañado a los religiosos franciscanos durante muchos años hasta que perdió la vis- ta por el año de 1575. Su testimonio es valioso por ser uno de los indios principa- les de la cabecera de Tizatlán que formaba parte del poderoso señorío de Tlaxcala. Otro de los testigos fue Diego de Soto, indio principal de la cabecera de Ocotelul- co, quien llegó a desempeñarse como escribano de cabildo. Cuando ocurrieron los hechos narrados era sacristán de los padres franciscanos, lo que le permitió cono- cer directamente los acontecimientos. Su testimonio es, en lo esencial, el mismo de Álvaro Vázquez, sólo agrega, al principio del mismo, que las casas donde tuvo la imagen el cacique Gonzalo eran aquellas donde actualmente se asentaba la igle- sia de la Santísima Trinidad, conocida antes como de Santo Tomás. De ese lugar la trasladaron a las casas de Matxizcatzin, el viejo. Allí estaba la imagen cuando el pa- dre custodio, fray Martín de Valencia, estando de paso por la ciudad, la tomó para hacer la «procesión y disciplina que rogaría a Dios y a su madre»21 hiciera llover sobre la ciudad y su comarca. Pedro del Castillo, el último de los testigos presenciales, ratifica lo dicho por los dos anteriores. Declara que: «[…] fue tanta (el agua) que llovió en toda la tierraque fue cosa de admiración; y, desde entonces, todos los indios tuvieron gran fe y admiración a la dicha imagen de Santa María y a los religiosos de esta Orden del Se- ñor San Francisco».22 Frase de gran connotación que me inclina a pensar que no sólo el cuestionario fue preparado con gran meticulosidad, sino que hasta las res- puestas fueron ensayadas, una y otra vez, para despertar y apuntalar una incipiente veneración hacia la Conquistadora. Es en estos momentos, después del milagro del agua, cuando comienza real- mente la misión evangelizadora de la imagen como conquistadora espiritual de la Nueva España. Los franciscanos necesitaban apoyar la conversión y doctrina de los naturales en símbolos visibles y palpables. El haber «logrado» el favor divino del agua con un acto de gran dramatismo, como fue la actitud penitente y fervoro- sa del principal de los «doce apóstoles» franciscanos venidos a la Nueva España 21 Ibidem. 22 Ibidem. Bautizo de los cuatro Señores de Tlaxcala. Anónimo. Tlaxcala, México, siglo xvii. Óleo sobre lienzo. Catedral de la Asunción, Tlaxcala. Tomado del libro Los siglos de Oro en los virreinatos de América. 13 con el objetivo de iniciar su conversión espiritual, debió causar una gran conmo- ción dentro de la población indígena, a grado tal que a partir de ese momento todos los indios tuvieron gran fe y admiración no sólo hacia la imagen sino también por los religiosos de la orden franciscana, tal y como lo juró Pedro del Castillo, el tercer testigo presentado por fray Diego Rangel al alcalde mayor de la ciudad de Tlaxca- la para dar fe de los hechos ocurridos media centuria antes. A partir de entonces la imagen se convierte en misionera de la evangelización de México pues su fama de milagrosa se pudo haber extendido, con gran celeridad, por todo el territorio domi- nado por los españoles. Es por ello que fray Juan de Rivas, uno de los doce francis- canos, la llevó consigo cuando fue a «[…] poblar y ver la tierra a donde se podían poner conventos para la doctrina y conversión de los indios»,23 haciéndose acom- pañar además de los hijos, ya conversos, de los indios principales de la temida ciu- dad de Tlaxcala, para avalar lo hecho por la Virgen. De esta forma, el segundo milagro que se le podría atribuir a la Virgen sería el de la conversión espiritual de los naturales de este reino. Tal vez ésta sea la causa por la cual la imagen no regresó ya al primitivo monasterio de la ciudad de Tlaxca- la, donde estuvo varios años antes de salir en peregrinación al interior de su vasto obispado. Ignoro la causa por la que se dejó la imagen varios años en el pueblo de Chocamán, perteneciente hoy al estado de Veracruz, lo cierto es que de allí pasó a ser depositada en forma definitiva al recién construido convento franciscano de la ciudad de los Ángeles.24 Todo parece indicar que el traslado de la imagen se realizó al finalizar la década de 1540, cuando ya se había concluido el proceso de funda- ción de la ciudad angelopolitana25, gozaba de privilegios excepcionales que en po- cos años la engrandecieron cultural y comercialmente y era ya la sede del obispado de Tlaxcala junto con su incipiente catedral, empezada a levantar en el año de 1536 en lo que hoy es el atrio de la misma26. 23 Relación de 1582. Ver Pedro López de Villaseñor, op. cit., pp. 195-207. 24 Ibidem. 25 El proceso de fundación de la ciudad de Puebla abarca los años de 1531 a 1534, pudiéndose consultar una cada vez más creciente bibliografía al respecto. 26 Zerón Zapata, Miguel. La Puebla de los Ángeles en el siglo xvii, México, Patria, 1945, p. 46, y Pedro López de Villaseñor, op. cit., p. 297. 14 El cabildo de la ciudad y la Relación Jurídica de 1582. El momento relevante en la evolución histórica de la Conquistadora es cuando fray Isidro Ordóñez, guardián del convento de San Francisco, entrega al cabildo civil angelopolitano la custodia permanente de la Relación Jurídica mandada ha- cer en 1582, hecho que ocurrió el 3 de octubre de 163127 «[…] para que la dicha Ynformación esté con la perpetuidad y esta Ciudad tenga en su Archivo los pape- les»28. Antes, el reverendo padre presentó un escrito al Cabildo de la Ciudad en el cual manifestaba que, en la información de que hacía demostración constaba que la imagen de Nuestra Señora la Conquistadora «[…] era la misma que el Señor Don Hernando Cortés, Marqués del Valle, traxo en la Conquista de este Reyno y la dio a un yndio Principal que ayudó a la dicha Conquista y por semejante Reliquia es justo que tan Noble Ciudad la celebre como es justo».29 Por tal razón, el padre Or- doñez solicitaba se le diera uno o más traslados de la citada Relación, autorizados en pública forma para que hicieran fe. Luego, una vez leída en sesión de cabildo la petición del padre Ordóñez, el Regi- miento de la ciudad aprobó se hiciera como el religioso pedía y el señor mariscal de Castilla, don Carlos de Luna y Arellano, alcalde mayor de la ciudad, propuso y dijo: […] que supuesta la gran Reliquia de la dicha Ymagen y que con su ayuda se ganó este Reyno y que es notorio se hace su fiesta y Nobena- rio en su Conbento de San Francisco y que cada un día lo celebran al- gunos particulares conbendría que esta ciudad como cabesa sirbiese el primer día a la Virgen Santísima con darle cera a las Vísperas y Missa del primer día del dicho Nobenario el año que se hiziere y bista por la dicha Ciudad la dicha Proposición, acordó se botase»30. 27 Fernández de Echeverria y Veytia, Manuel, Historia de la fundación de la Puebla de los Ángeles en la Nueva España, Puebla, Gobierno del Estado, 1990, tomo 2, pp. 335-343. 28 Ibidem. 29 Archivo General Municipal de Puebla (agmp), Libro de actas de Cabildo (l.c.), No. 17, ff. 289-289 v. Cabildo celebrado por la Ciudad el 3 de octubre de 1631, citado por José Rivero Carvallo en La Virgen de la Conquista, pp. 68-69. Cfr. Pedro López de Villaseñor. op. cit., pp. 204-205. 30 López de Villaseñor, Pedro, op. cit., pp. 227, citado por José Rivero Carvallo en La Virgen de la Con- quista, pp. 68-69. Grabado hecho por José Nava para ilustrar la reimpresión de la Información Jurídica de 1582 en el año de 1804, a solicitud del cura Joaquín Alejo de Meabe. Archivo Parroquial de San Dionisio, Yauhque- mecan, Tlaxcala. Fotografía cortesía de Gustavo Mauleón. 15 Durante la votación, el alférez mayor Jerónimo Pérez de Salazar junto con el al- guacil mayor, Baltasar de Contreras y Guevara, votaron a favor de lo dicho por el alcalde mayor. En cambio, los capitanes Domingo Machorro y Juan Gómez de Vas- concelos dijeron que si bien era justa la proposición anterior pedían se guardara el mandato del señor virrey sobre que se citara al cabildo para tratar las cosas extraor- dinarias y que, hablando con el debido respeto, requerían al alcalde mayor con el dicho mandamiento para que se guardara y cumpliera. Los demás regidores, entre los que se encontraban Lope de la Carrera, suegro de Pérez de Salazar, Alonso Díaz de Herrera, Francisco de Aguilar, Diego de Anzures Guevara, y Diego Cerón Zapa- ta, dijeron que se conformaban con el parecer del alférez mayor y que, en cuanto al mandamiento del señor virrey pedían se guardara y cumpliera, citando para ello a los capitulares.31 Una vez visto el acuerdo por el alcalde mayor, dijo que aún cuan- do el mandamiento del marqués de Salinas no era aplicable al caso presente, consi- deraba tan justa la causa «y en servicio de la Santísima Virgen y honor de esta ciu- dad», que pedía se diera billete para que al primer cabildo ordinario se hallen en él los que estuvieren presentes y el portero citara a los que se hallaren ausentes y así poder determinar lo votado como conviniera32. Más tarde, en el cabildo que la ciudad celebró el diez de octubre, una semana después se discutió que, tomando en cuenta que cada año el convento de San Fran- cisco hacía una fiesta a Nuestra Señora la Conquistadora, y que el alcalde mayor había propuesto en la sesión anterior de cabildo,que la ciudad se hiciera cargo de celebrar la fiesta un día de cada año de los que se le hicieren novenario, se votó y acordó tomar a cargo dicha fiesta en cada año por el tiempo que fuere la voluntad de la ciudad, y se votó que la información presentada por el padre Ordóñez al escri- bano la hiciera encuadernar para ser guardada en el cofre de las tres llaves y pagar por cuenta de «los propios» lo que costare hacerlo. El acta de referencia fue firma- da por el cabildo, justicia y regimiento de la ciudad, dando fe de todo ello Bernar- dino López de Mendoza, escribano real y de cabildo33, quien un año más tarde, el 31 Ibidem. 32 Ibidem. 33 agmp, l.c. No. 17, ff. 290-290 v. (foliación nueva) Sesión de cabildo de fecha 10 de octubre de 1631. Ló- pez de Villaseñor y Rivero Carvallo incluyen la cita en sus obras de referencia. 16 22 de mayo de 1632, certificó ante los testigos Juan Rodríguez, Pedro Meléndez y Bartolomé del Campo que todo lo dicho acerca de la Conquistadora constaba en el original de donde se sacó, el cual se encontraba en el cofre del archivo a su cargo34. La Virgen Conquistadora como emblema de la ciudad. El momento histórico en que la imagen se convierte en símbolo emblemático de la ciudad de Puebla y pasa a ser una imagen de veneración o devocional, es cuando se le asoció directamente con la proclamación de la defensa de la Limpia Concepción de la Virgen María, ocurrida el 17 de julio de 1631, cuando las Cortes reunidas en Castilla, para jurar lealtad al rey Felipe IV, hicieron que éste previamente jurara de- fender la Inmaculada Concepción de la Virgen. La defensa de tal dogma lo tomó muy en serio la orden franciscana frente a las tesis defendidas por los dominicos, quienes se mostraban beligerantes en el uso del término de «Inmaculada», polé- mica que al paso de los años se recrudeció.35 Los religiosos franciscanos afirmaban, siguiendo las tesis del sabio Juan Duns Escoto36, que la Virgen María había sido 34 Dicha certificación no fue asentada en los libros de cabildo de la ciudad por lo que suponemos que la es- critura en cuestión pudiera encontrarse entre los protocolos notariales de la época. 35 Arr anz Otero, José Luis, Comentarios a la pintura «Felipe IV jura defender el Misterio de la Inma- culada Concepción», de Pedro de Valpuesta, en El mundo de Carlos V. De la España medieval al siglo de oro, edición de la Sociedad Estatal para la Conmemoración de los Centenarios de Felipe II y Carlos V, México, unam, conaculta , 2000, p.72. La pintura es un óleo sobre lienzo, de 204.5 x 188 cm., fecha- da hacia 1645-1660, propiedad del Museo Municipal de Madrid. 36 Filósofo de la Edad Media perteneciente a la nueva escuela franciscana, la que contó hasta los siglos xvi y xvii con eminentes representantes. Escoto hace una aguda crítica contra Santo Tomás de Aqui- no, Aristóteles y los árabes. Su corriente de pensamiento será llamada Escotismo, que en lo esencial se atiene a la tradición del agustinismo franciscano; no obstante abandona la doctrina de la iluminación divina en el conocimiento. Cfr. Brugger, Walter, Diccionario de Filosofía, 9º edición. Barcelona, Biblio- teca Herder, 1978, pp. 186-187. 9ª. Edición. Vol. I. Árbol de la Familia Franciscana, Cristóbal de Talavera, 1731, óleo sobre tela. Templo de San Francisco, Puebla. 17 preservada del pecado original desde el origen de los tiempos. En cambio, la orden dominicana, con sutilezas teológicas, sostenían que no se podía excluir a nadie, ni a la propia Virgen María, del principio de la Redención37 no obstante que Duns Es- coto propusiera que existían dos tipos de redenciones; la liberativa que se aplicaba a todos los mortales y la preservativa, reservada sólo a la Virgen María que la libera- ba del principio de la Redención. La importancia de la defensa de la concepción inmaculada de la Virgen María llegó a extremos tales que en las universidades, cabildos civiles y eclesiásticos, y aún en las órdenes militares de caballería, se obligaba a sus miembros a jurar de- fender, hasta con la vida, el dogma de la Inmaculada Concepción si es que querían pertenecer a tan privilegiados cuerpos. La razón de esta actitud estribaba en el cis- ma sufrido por la iglesia católica, apostólica y romana a partir de las tesis publicadas por Martín Lutero que, entre otras cosas, negaba la validez de dicho dogma y el cul- to a los santos38. Tal actitud generó un amplio movimiento de contrarreforma de grandes repercusiones, a partir del Concilio de Trento, dándose como respuesta un culto mariano militante sin precedentes por parte de los católicos, lo que se refle- jó en una gran cantidad de encargos de pinturas para reforzar este culto, teniendo como consecuencia inmediata que, tanto España como sus posesiones, multiplica- ran la representación de este tema mariano39 Varios decretos pontificios y bulas pa- pales terminaron por consolidar la creencia en este misterio de fe40. El ayuntamiento poblano ya desde el año de 1619 había jurado defender tan sagrado misterio. Fueron célebres las fiestas que la ciudad organizó para festejar la promulgación de la Bula de Paulo V, fiestas que promovió primero el venerable 37 La redención se refiere a que desde el punto de vista de la religión católica, todos nacemos marcados con el estigma del pecado original cometido por Adán y Eva al principio de los tiempos. Esta mancha sólo se borra con las aguas del Bautizo que reconcilia al hombre con Dios y lo hace ser hijo de la iglesia por él fundada. 38 A dicho movimiento se le conoce con el nombre de Protestantismo. 39 Galí Boadella, Montserrat. Pedro García Ferrer, un artista aragonés del siglo xvii en la Nueva España. Teruel, Instituto de Estudios Turolenses, Instituto de Ciencias y Humanidades de la Benemérita Uni- versidad Autónoma de Puebla y Ayuntamiento de Alcoriza, 1996, p.160. 40 El decreto pontificio Sanctíssimus de Gregorio V, emitido en 1612, así como las observaciones papales que dio a conocer en 1617 Paulo V, y la Bula de Alejandro VII, llamada Sollicitudo del año de 1661 vino a acabar con las discusiones en torno a tan espinoso tema. 18 cabildo eclesiástico41, máxime que esta advocación mariana se tuvo presente por la ciudad desde los años lejanos de su fundación, cuando a ella se dedicó su primer hospital y su primitiva catedral. Sin embargo, fue hasta 1631, con motivo de la jura que el rey de España hizo para la defensa del misterio de la Inmaculada Concepción de María, que se iden- tificó la imagen de la Conquistadora con tan importante advocación, la razón de ello se explica solamente por el hecho de que la Conquistadora era una advocación franciscana con una fuerte carga emocional y sicológica para los poblanos. Lue- go entonces, fueron estas razones político‒religiosas las que influyeron poderosa- mente en el ánimo de las autoridades civiles y eclesiásticas de la ciudad para esco- ger la imagen de la Conquistadora y no la de la Inmaculada Concepción para jurar ante ella la defensa de tan sagrado misterio. A partir de esta fecha, el regimiento de la ciudad contribuiría con 100 pesos de oro anuales para la celebración del novena- rio que el convento de las Llagas organizaría en honor de la Inmaculada Concep- ción de María, ante la imagen de la Conquistadora42. La importancia de este culto mariano queda claramente manifiesta en el he- cho de que tanto los alcaldes ordinarios como los alcaldes provinciales de la Santa Hermandad comenzaron a jurar la defensa del purísimo misterio de la Inmaculada Concepción a partir del año de 1661, siendo el regidor Martín Fernández de Ol- medo el primero en hacer tan importante jura que implicaba la recta administra- ción de la justicia.43 Poco antes, el doce de noviembre de 1656 se había refrendado el patrocinio de la Inmaculada Concepción sobre la Santa Iglesia Catedral de Puebla y un siglo des- pués, el 17 de julio de 1760, el rey Carlos III proclamaría dicha advocación como 41 agmp., lc. No.15, folio 240, sesión de cabildodel 7 de julio de 1619, citado por Mariano Fernández de Echeverría y Veytia, op. cit., tomo II, p. 26. 42 agmp., lc. No. 23, ff. 350-350v, de fecha 31/12/1653, citado por López de Villaseñor en su obra de referencia. 43 agmp., lc. No. 25, f. 185 (foliación antigua). Sesión de cabildo del 2 de enero de 1661. 19 Patrona de todos los reinos de España y de las Indias, decisión que fue ratificada el mismo año por un Breve del Papa Clemente XIII44. Aceptación del patronato y culto a la Conquistadora por parte del Cabildo Angelopolitano. Consecuencia inmediata de la proclamación del patronato de la Inmaculada Con- cepción de la Virgen María por parte de Carlos III fue la aceptación oficial del pa- tronato y culto de La Conquistadora por parte del cabildo catedralicio, ocurrida en 1776, a cinco años de la emisión de la cédula real firmada en Aranjuez el 22 de abril de 1771 en que se ordenaba dar cumplimiento al Breve pontificio de Cle- mente XIII en que solicitaba tener por «[…] soberana patrona y abogada de to- dos los reinos de España y de las Indias a la Virgen María, en el sagrado misterio de su Inmaculada Concepción, con el culto conveniente al patronato de los Santos, según el ritual de la iglesia romana, mas sin perjuicio del culto que se debe al após- tol Santiago, patrón primitivo de la España […]»45 La celebración que la ciudad de la Puebla de los Ángeles hizo para festejar el patronato de la Inmaculada Concepción de María fue extraordinaria y quien más destacó en estos festejos fueron los padres de la orden de San Francisco por haber sido ellos, desde un principio, los más ardientes defensores de este misterio de fe. Prueba de ello es el enorme lienzo que se pintó, representando el momento en que Carlos III y los diputados de las cortes españolas proclaman a la Inmaculada Con- cepción como Reina y Patrona de España, sus reinos y dominios. Esta pintura se encuentra ubicada en la parte alta del coro del templo de San Francisco de la ciudad de Puebla, en una de las paredes laterales del mismo y cuya interpretación icono- gráfica e iconológica está pendiente de realizarse. 44 Sería hasta el año de 1854 cuando el Papa Pio XI declararía dogma de fe la Inmaculada Concepción de la Virgen María, época en la que ya había decaído el culto a la imagen de la Conquistadora. 45 La cita está tomada del transumpto del Breve Pontificio que hizo Pedro López de Villaseñor, op. cit. pp. 211-215 y de estos mismos Breves Apostólicos dados a conocer para su cumplimiento en la diócesis de la Puebla de los Ángeles, el 3 de noviembre de 1767 por el Ilustre Sr. Obispo Dr. D. Francisco Fabián y Fuero. La cédula real que cita el obispo es de fecha anterior, firmada por el rey en Aranjuez el 20 de mayo de 1767. La fecha de los Breves que cita, también son de fecha anterior, están firmados por el Papa el 14 de marzo del mismo año de 1767. 20 Sería a partir de dicho año que cofradía, capilla, alhajas e imagen de la Conquis- tadora estarían bajo el patrocinio directo del cabildo angelopolitano quienes, en cuerpo de ciudad, tomaron posesión de dicho patronato el 27 de octubre de 1776, haciendo el juramento correspondiente, recibiendo los bienes inventariados de la corporación y haciéndose cargo desde ese momento del lucimiento de sus fiestas así como de la recaudación y cobranza de todos los capitales y réditos pertenecien- tes a ella46, lo que revalidó una vez más la importancia que dicha cofradía tuvo a lo largo de todo el periodo colonial. Decadencia del culto a la Virgen Conquistadora. Cabe señalar que para cuando el dogma de la Inmaculada Concepción fue promul- gado por el papa Pio IX, en el año de 1854, el culto a la Virgen Conquistadora ha- bía declinado, dejando de ser el símbolo emblemático que la ciudad de Puebla tuvo por más de dos siglos, lo que se debió quizás a que el apelativo de Conquistadora pasó a ser un estigma a partir de la proclamación de la Independencia de México, o acaso fue por el fuerte impulso que tomó la veneración del beato Sebastián de Aparicio, quien, poco a poco se adueñó del espacio y culto que décadas atrás tuvo la imagen mariana. Una tercera causa pudieron haber sido las políticas religiosas de las Reformas Borbónicas que buscaban disminuir el poder de la Iglesia, centra- lizando la administración de sus instituciones y disolviendo aquellas en las que las jerárquicas eclesiásticas dependientes de Roma pudieran tener mayor poder de pe- netración entre los fieles como era el caso de las cofradías, instituciones religiosas que se vieron sometidas a constantes intromisiones y fiscalizaciones, desaparecien- do aquellas que presentaran las más mínimas irregularidades en el cumplimiento de sus estatutos o el sano manejo de sus fondos financieros y la Archicofradía de La Conquistadora no escapó a este embate. Sea como fuere, ésta bella imagen estofa- da, de talla medieval, merece ser rescatada del olvido y el presente trabajo de inves- tigación histórica pretende contribuir al logro de tan noble objetivo. 46 Archivo General de Notarías de Puebla (agnp), Notaría No. 1, Protocolos de 1776, f. s. n. Escribanía de Mariano Francisco Zambrano. 21 La capilla y su arquitectura. El traslado de la Virgen Conquistadora a la ciudad de Puebla, tuvo lugar en el año de 1548, gracias a la acción conjunta de tres destacadas personalida-des franciscanas: fray Juan de Rivas, fray Martín Sarmiento de Hojacastro y fray Toribio de Motolinia47, quienes habilitaron como lugar adecuado para entro- nizar la imagen de la Conquistadora, la capilla primitiva que fray García de Cisne- ros primer guardián del convento de Puebla, levantó en el año de 1532, con ayuda de los naturales del antiguo señorío de Huejotzingo48 y que hizo las funciones de iglesia conventual, mientras se terminaban de levantar los muros y se cerraban las bóvedas de lo que sería la definitiva sede de Las Cinco Llagas de Nuestro Seráfico Padre San Francisco49 de Puebla. Así, para 1550, año que al decir del cronista Eche- verría y Veytia ya se habían trasladado los religiosos al convento actual que enton- ces se estaba edificando50, ya existía la capilla de la Virgen Conquistadora, arquitec- tónicamente distinta a la que conocemos hoy. 47 Fray Juan de Rivas y Fray Toribio de Motolinía fueron de los primeros doce franciscanos en arribar a la Nueva España, siendo el segundo de ellos a quien se atribuye la fundación de Puebla. Fray Martín Sar- miento de Hojacastro fue el segundo obispo que tuvo la diócesis de Tlaxcala con sede en la catedral de Puebla y el primer obispo franciscano que tuvo dicha diócesis. 48 Carrión, Antonio, La Historia de la Puebla de los Ángeles, tomo I, p. 112, citado por Eduardo Merlo Juárez y José Antonio Quintana Fernández en Las Iglesias de la Puebla de los Ángeles. Puebla, edición de Secretaría de Cultura de Gobierno del Estado de Puebla y la Universidad Popular Autónoma del Esta- do de Puebla, 2001, Tomo I, p. 202, citado también por Rivero Carvallo, op.cit., pág. 46. 49 Advocación verdadera bajo la que se consagró el convento de Puebla en recuerdo del pasaje trascen- dental de la vida del santo. 50 Mariano Fernández de Echeverría y Veytia, op. cit. Al centro de la imagen se ubica el único vestigio de la capilla octagonal, a la derecha la entrada a la ca- pilla actual. Capítulo II El Arte y la Conquistadora 22 El único vestigio que se conserva de esta primera capilla es la entrada que aun se desplanta en el muro norte del actual templo y que a todas luces era más ancha. De ella sólo queda una jamba formada por una pilastra dórica muy sencilla, seguida de un arco del que únicamente podemos observar la mitad por haber desaparecido el resto del mismo. Seguramente, esta era la entrada original de la antigua capilla de la Conquistadora. Sobre este acceso que se rebajó, está la actual, con una reja muy bien hecha de trazos modernos, la que tiene en la parte alta el símbolo del Santísi- mo Sacramento, en señal de que alguna vez se utilizó como capillavotiva o Sagra- rio51, aunque también pudo haber sido sede, en algún momento, de la cofradía del Santísimo Sacramento de la iglesia franciscana52. La capilla, dedicada canónicamente a la devoción de la Virgen Conquistadora, es hoy más conocida como la capilla del Beato Sebastián de Aparicio. La construc- ción es soberbia y al decir del investigador Rivero Carballo bien podría considerar- se como un verdadero templo, por sus dimensiones, sus adornos, sus retablos y su arquitectura general y no una simple capilla formando el brazo izquierdo del cruce- ro mayor del templo original de San Francisco.53 Hagamos un paréntesis para señalar la importancia del convento franciscano al que pertenece la capilla de la Conquistadora. Es tan antiguo como la misma ciudad que lo motivó, la cual, al decir de las crónicas novohispanas, fue fundada el 16 de abril de 1531 por el franciscano fray Toribio de Benavente «Motolinia», del que se afirma celebró la misa fundacional el día de su santo. Independientemente de que si la fundación de la ciudad fue de inspiración franciscana o de carácter eminente- mente civil, es un hecho innegable que la primera orden religiosa en asentarse en su valle fue la de San Francisco y que si no tuvo en la traza de la misma un papel pre- ponderante, sí en la construcción de sus principales edificios religiosos, pues eran ellos, los franciscanos, quienes más influencia ejercían en los señoríos indígenas comarcanos que, despojados de sus tierras, tuvieron que tolerar dicha fundación y aceptar contribuir en su traza y edificación54. 51 Merlo Juárez, Eduardo y José Antonio Quintana Fernández. op. cit., pág. 226. 52 En las más importantes iglesias de la ciudad y del obispado de Puebla es común encontrar asentada la existencia de al menos tres de las cofradías que tuvieron mayor aceptación en la Nueva España, a saber: La del Santísimo Sacramento, la de la Purísima Concepción y la de las benditas Ánimas del Purgatorio. 53 Rivero Carvallo, José, La Virgen de la Conquista, op. cit., p. 31. 54 La historiografía en torno al proceso fundacional de la ciudad de Puebla es cada vez más abundante y de sobra conocida para quien quiera analizarlo con detenimiento por lo que omito el mencionarla ahora. Conjunto conventual Franciscano. Siglos xvii y xviii con la fachada del templo de San Francisco y vis- ta parcial del conjunto conventual. 23 Para el año de 1541 ya estaba en construcción el convento. Hay documentos que nos confirman que en 1550 estaba edificándose tanto el templo como el convento y que la nave central del templo se terminó entre 1567 y 1570. Es importante seña- lar que el maestro Toussaint relaciona el casco del convento y del templo con Clau- dio de Arciniega, quien llegó a Puebla en 1554 y se trasladó a la capital en 1558. Las obras se llevaron a cabo bajo la supervisión de fray Miguel de Navarro. En 1575 Francisco Becerra reedifica el coro que se había venido abajo. Por últi- mo señalaremos que el convento no tenía «visitas», aún cuando atendía al pueblo de Totimehuacán en donde posteriormente se fundó una guardianía. Ahora bien, dentro de las modificaciones arquitectónicas que ha sufrido el con- junto conventual franciscano, se hace evidente que al demoler la primera capilla de la Conquistadora, se edificó la nueva procurando alinearla con la antesacristía del templo para lograr una especie de transepto a la altura del presbiterio que le daría la clásica forma de cruz latina de grandes proporciones. Luego, en el mismo siglo xvi, se edificó la capilla abierta para catequizar a los indígenas de los barrios circundan- tes de la españolizada ciudad poblana, tomando en cuenta que ésta era la misión primordial de la orden. Fue así como el templo franciscano llegó a albergar tres ca- pillas en su lado norte. De la última de estas capillas dejó escrito Manuel Toussaint: La tercera capilla abre su puerta en el tramo presbiterial, frente a la de la antesacristía, y es una gran Capilla de una nave con crucero; bóve- das con lunetos, cúpula y testero en trapecio con bóveda esquifada55 y que forma un camarín. ‒En esta Capilla, construida hacia 1665, se en- cuentra el cuerpo del célebre San Sebastián de Aparicio, y en ella esta- ba la famosa Imagen de la Virgen llamada «La Conquistadora», pues se dice que la trajo Hernán Cortés.56 55 Bóveda cuyos cañones semicilíndricos se cortan el uno al otro. Cfr. Diccionario de la Lengua Española, de la Real Academia Española, Madrid décima novena edición, Tomo I, p. 199. 56 Toussaint, Manuel, La Catedral y las Iglesias de Puebla, México, Porrúa, 1954, p. 108. Interior del templo franciscano. 24 Definición sin duda alguna escueta pero certera, salvo en cuanto a la imagen de la Virgen que siempre ha estado presidiendo el recinto sagrado sin haberse cambia- do de lugar. La fecha de culminación de la capilla, al decir del historiador Rivero Carballo, fue el 6 de noviembre de 1667 cuando se concluyó la capilla y su adorno, gracias a la entusiasta iniciativa de los miembros de su ilustre cofradía, una de las más antiguas que existieron en la ciudad y de las de mayor renombre. La imagen de la Conquistadora fue colocada en la parte central de su retablo bajo un dosel semi- circular que simbolizaba su poder celestial y el patrocinio que sobre la orden y sus feligreses brindaba. Para mayor señalamiento de la importancia histórica de la ima- gen fue colocada dentro del nicho que albergaba el pecho de una gran águila aus- triaca, emblema de la dinastía de los Habsburgo, hecha en plata maciza que costó más de tres mil pesos oro y que, según varios cronistas, medía seis codos de alto, donde el águila bicéfala tenía las alas doradas57. Desde luego, la capilla fue costeada por la Cofradía de Nuestra Señora La Con- quistadora gastando sus cofrades, al decir de su síndico González, más de nueve mil pesos en la construcción y ello, sin contar con que durante muchas semanas ve- nían albañiles de Tlaxcala a trabajar uno, dos o más días sólo por devoción, sin co- brar sueldo alguno58. Descripción arquitectónica de la capilla de la Conquistadora. Tal y como afirmara el maestro Toussaint, la planta de la capilla es un tanto extraña, dado que adopta la forma de una cruz latina de doble travesaño y tiene un crucero de doble cúpula. Las bóvedas de la capilla son de lunetos y los arcos formeros des- cansan en pilastras que dividen la bóveda en tres tramos, más la cúpula de la entrada. Tiene una gran cornisa que recorre todos los muros, y el coro se desplanta sobre un 57 Carrión, Antonio. op. cit., Tomo I, pág. 112. El tamaño que describe de la urna equivaldría a una al- tura aproximada de dos metros. 58 Íbidem. 25 arco de medio punto, prolongándose a los lados a través de sendas tribunas, una de ellas, la de la epístola, para dar lugar al órgano59 que se ubicaba antes en el centro, y la otra para tener acceso a la casa actual de los frailes, mediante lo que fue una ventana60. El desplante de la capilla se debe a que, por el año de 1794, con motivo del trasla- do al lugar del cuerpo incorrupto del beato fray Sebastián de Aparicio61, se le agre- gó a la capilla original, de pequeñas dimensiones y planta cruciforme, otra capilla más grande con planta también en cruz latina, aunque un tanto estrecha. Sin em- bargo, los elementos arquitectónicos de su edificación no dejan de ser de corte ma- nierista: planta en forma de cruz latina, bóvedas octagonales, columnas y pilastras clásicas, portadas ortogonales, fachadas elegantes y armónicas, etc.62 Lo anterior puede apreciarse muy bien en la capilla de la Conquistadora, la que consta de una gran bóveda de cañón que corre en sentido longitudinal a todo lo lar- go del recinto, de sur a norte, interrumpida por un par de espléndidas cúpulas de me- dia naranja, una en su arranque y otra en el crucero, con linternillas o «domos» en la parte superior de las mismas, sendas ventanas en cada uno de sus gajos, la de la entra- da con arcos de medio punto y la del crucerodel presbiterio de marcos rectos, las que al absorber la luz exterior le da gran luminosidad al recinto. La primera cúpula, según se entra, es menor que la siguiente y está asentada sobre el crucero más importante; 59 Fabricado en el siglo xviii, es una fina obra del maestro Joseph Chacón que conserva aún la mayor parte de sus piezas originales, el cual no ha sido restaurado lo que imposibilita su funcionamiento. La magnífica pieza tiene grabada en la cúspide una Custodia con su Hostia, figura que se repite en la reja de entrada de la capilla, lo que nos confirma la idea de que pudo haber albergado en algún momento a la cofradía del Santísimo Sacramento. El fino instrumento se compone de largas flautas de armoniosa apariencia y excelentes tallados, con un espacioso fuelle compensado con grandes piedras. 60 Merlo Juárez, Eduardo y José Antonio Quintana Fernández. op. cit., Tomo I , p. 228. 61 Fue natural de la jurisdicción de Galicia, España, nació en Gudiña en el año de 1502, pasando aún jo- ven a residir a la Nueva España, en la ciudad de los Ángeles, donde formó una compañía de carros para el transporte de las mercaderías que llegaban al puerto de Veracruz y se trasladaban a la capital del vi- rreinato pasando por la ciudad de Puebla. Casó en dos ocasiones, conservándose casto y enviudo otras tantas. Ya anciano, a los 69 años de edad, se hizo fraile franciscano, viviendo otros 30 años más como hermano lego y muriendo en olor de santidad el año de 1600. Su cuerpo fue encontrado incorrupto 17 años después, siendo beatificado por Pio VI en 1789, permitiéndosele cierto culto, acomodándolo en una urna para salvaguardarlo de futuras depredaciones. 62 Fernández, Martha. Artificios del Barroco. México y Puebla en el siglo xvii, México, unam, 1990, pp. 29-52. Interior de la capilla de la Conquistadora. 26 ya que carece de tambor que la soporte, es más esbelta y de mayor elevación. En las paredes perimetrales hay esparcidas con cierta simetría seis ventanas, siendo alguna desigual, de acuerdo con lo que permitió la fábrica general del edificio.63 Es importante señalar que la bóveda central se encuentra convenientemente re- forzada por media docena de enormes arcadas de medio punto que a su vez des- cansan en la parte inferior, que vienen a ser el arranque de las mismas, en largas pi- lastras cuadradas en forma de media muestra adosada, con bases salientes en sus asientos sobre el piso, lo que no deja de ser un elemento manierista más. Debajo de cada cúpula descrita, se forman dos cruceros, el mayor situado donde termina el presbiterio, como lo tienen la mayoría de las iglesias novohispanas. El segundo cru- zamiento fue construido con una técnica especial, pues sus arcos apainelados64 ter- minan en la superficie del pavimento del coro alto, que tiene la peculiaridad de ter- minar en «U» ya que posee dos prolongaciones laterales que forman su base y son el arranque de las dos arcadas altas donde se asienta la cúpula primera, cerca de la entrada principal65. Este lugar de alabanza tiene una gran balaustrada de columnas corintias y su espacio coral, abovedado de cañón, es más bien una especie de nicho amplio remetido, en cuyo muro testero se colocó una escultura de Cristo Crucifica- do, precisamente donde estaban las pinturas de fray Martín de Valencia predican- do a los indios y de fray Toribio de Motolinía en el acto fundacional de la ciudad de Puebla de los Ángeles66. El presbiterio empieza prácticamente desde el crucero, abarcando el área baja del cimborrio que sirve de base a la cúpula, tiene en los muros recubrimientos de madera bellamente labrada, a partir de las esquinas del crucero que están formadas por dobles columnas con casetones y cuenta con piso de piedras de Santo Tomás, al igual que el resto de la capilla. 63 Rivero Carballo, José, op. cit., pp. 31-33. 64 Arco que consta de dos porciones de punta que forman ángulo en la clave. Cfr. Diccionario de la Lengua Española, de la Real Academia Española, décima novena edición, Tomo I, p. 113. 65 Rivero Carballo, José, op. cit., pp. 31-33. 66 Merlo Juárez, Eduardo y José Antonio Quintana Fernández, op. cit., Tomo I, p. 228. Cúpula octagonal de la capilla. 27 Planteamiento iconográfico del recinto mariano. La capilla, tal vez desde su origen, ha sido un recinto mariano ya que su interior resguarda la representación en talla de tres vírgenes de filiación franciscana, amén de que uno de sus retablos estuvo dedicado a exaltar el misterio de la Inmaculada Concepción. Las imágenes representan a la Conquistadora, la Virgen de Zapopan y de la Macana67, que en el periodo colonial gozaron de gran popularidad, por lo que se les dedicó sendos retablos barrocos de madera, remozados después en el perio- do neoclásico. Las paredes laterales del recinto fueron tapizadas con varios grandes lienzos de la autoría de Miguel Jerónimo de Zendejas, el último de los pintores barrocos. Los óleos del lado del evangelio representan escenas de la vida de san Diego de Alcalá de Henares, franciscano confesor, y los de la epístola la vida de san Pascual Bailón, abogado de las cocineras, advocación igualmente franciscana. En realidad los úni- cos lienzos que son ajenos al programa iconográfico de la capilla son los del beato Sebastián ya que aquellos lienzos que representan pasajes de la vida de los otros dos santos se deben a que el primero fue un ardiente defensor de la institución del Santísimo Sacramento de la Eucaristía y el segundo patrono de las cocineras por lo que era invocado con frecuencia. El beato fray Sebastián de Aparicio, cuyos restos mortales se exhiben perma- nentemente en una urna de plata con cristales de vidrio en la parte baja del retablo principal dedicado a la Virgen Conquistadora, peninsular por naturaleza y poblano por adopción, se adueñó poco a poco de la capilla, lo que logró por ser tan querido por los poblanos y por el rápido decaimiento del culto de la Conquistadora a partir de la consumación de la independencia de México en que se empezó a ver con ma- los ojos todo aquello que pudiera recordar a la madre patria. El beato había tenido antes su capilla propia, ubicada detrás del actual retablo de la Virgen de Zapopan, hoy usada como pequeña bodega.68 67 Se trata de una copia fiel de aquélla que se encuentra en el convento franciscano de la ciudad de Méxi- co. La imagen es contemporánea de la Conquistadora y basa su origen en la historia que afirma que un día libró a los misioneros franciscanos de una muerte segura a manos de los indígenas blandiendo la temible arma que los antiguos mexicanos usaban en sus batallas en la emboscada que estos últimos le prepararon a los misioneros en las inmediaciones de los volcanes de la Sierra Nevada, recién termina- da la Conquista. 68 Merlo Juárez, Eduardo y José Antonio Quintana Fernández, op. cit., Tomo I, pp. 230-231. 28 Siguiendo por el crucero de la capilla, encontramos en él dos hermosos colate- rales, unidos al retablo principal por medio de prolongaciones del recubrimiento de madera tallada y dorada, simulando ser de la misma fábrica. El retablo principal ha estado dedicado desde el principió a la advocación de la Virgen Conquistadora, no siendo así el de la epístola, actualmente consagrado a la Virgen de la Luz y antes estuvo dedicado al «Doctor Seráfico» San Buenaventura, o el del evangelio que en el pasado fue de san José. Sería en la sexta década del siglo xx cuando se cambiaron de sitio los retablos, de tal forma que el del lado de la epístola se ubicó como princi- pal y el otro se puso en lugar de éste. Aprovechando el dosel que descuella en la par- te central, se dejó el nicho con la imagen de María la Conquistadora, advocación a la que está dedicada la capilla, y en la parte superior se retiró el cuadro del santo doctor, supliéndose por uno de Sebastián de Aparicio que estaba en el retablo del evangelio69. En la parte donde estaba el altar central, se instaló la actual urna de pla- ta, con escenas de lavida del franciscano, coronada con el escudo de la Tercera Or- den y con las esculturas de los cuatro más notables franciscanos, dejándose de usar la antigua urna de madera que armonizaba perfectamente con la línea estilística de los retablos y que actualmente se encuentra frente al colateral del lado del evangelio conteniendo una imagen de Jesús Nazareno. Pasando por alto el análisis iconográfico e iconológico de los retablos colatera- les, concentraremos nuestra atención en el estudio del retablo principal dedicado a la Conquistadora. Retablos de la Conquistadora. La importancia del culto que gozó desde temprana época la Virgen Conquistado- ra le hizo acreedora a ser enmarcada por tres distintos retablos de estilos y formas diferentes. El primero de ellos data del siglo xvi y existía ya en la época del francis- cano fray Diego Rangel quien mando levantar las Informaciones Jurídicas del año de 1582. Más tarde, en 1595, el padre fray Pedro de Pila, comisario general de la orden franciscana para los reinos de la Nueva España, la Florida, China y Filipinas, 69 Ibidem. 29 cuando estaba en congregación capitular la orden religiosa en el convento de San Bernardino de Xochimilco, el 20 de febrero de 1595, hizo donación a la congrega- ción de Nuestra Señora la Conquistadora de un altar colateral, el que se puso del lado del Evangelio en el Convento de las Llagas, en la capilla que en él había levan- tado la poderosa cofradía de la Conquistadora a su patrona, la que también donó tres sepulturas para ser tenidas a los pies del altar de la Virgen70. El segundo retablo que se le mando hacer a la Conquistadora data del año 1631, época del gobierno eclesiástico del obispo Gutiérre Bernardo de Quiroz y se hizo porque el culto de la Virgen había crecido tanto que al finalizar el primer tercio del siglo xvii era de las de mayor devoción y frecuencia de este reino71 por lo que el retablo de su altar, respecto de su mucha antigüedad está maltratado y con menor decencia de la que se requiere a tan gran Señora,72 argumento principal que dieron los mayordomos de la cofradía, quienes estaban de acuerdo con el padre fray Isidro Ordóñez, el mismo que había entregado en resguardo al cabildo angelopolitano la versión original de la autentificación de la imagen que el padre fray Diego Rangel mando levantar en el año de 1582. El retablo se encargó a la pericia de Lucas Méndez, el más grande maestro en- samblador que haya conocido la ciudad de los Ángeles, al que se le llamara con or- gullo y deferencia «Arquitecto Ensamblador» y se le reconociera públicamente como «Maestro en el arte de la carpintería y ebanistería», ejecutor de la fábrica del retablo mayor de la catedral angelopolitana, el Retablo de los Reyes, que en su mo- mento fuera el retablo más importante de la Nueva España. Fue a este insigne maestro a quien se encargó la traza y fábrica del retablo cuan- do el 27 de octubre de 1631 fue contratado, junto con su inseparable amigo José de Cuellar, dorador y estofador, por los mayordomos de la cofradía de la Conquis- tadora que ya contaba entre sus filas a cientos de hermanos cofrades españoles e 70 Mariano Fernández de Echeverría y Veytia, op. cit., tomo II, p. 341, citado por Rivero Car- ballo, op. cit., pp. 79-80. 71 agnep, Notaría No.4, Protocolos del año 1631, ff. 1756 r.-1759 r. Escritura suscrita el 16 de octubre de 1631. 72 Ibidem. Retablo principal o altar mayor de la capilla de la Conquistadora. 30 indígenas. Lázaro Gómez y Simón Álvarez signaron el contrato de fábrica a nom- bre de la corporación religiosa, siendo el costo del mismo el de 2 000 pesos oro73. En cuanto a las pinturas que deberían ilustrar el retablo, se asentó expresamen- te en la escritura de convenio que deberían ser de mano de «fulano Vezerra», o de «Rua», refiriéndose desde luego a los pintores Pedro Becerra y Juan de Arrué, de ascendencia española, ya que en la propia escritura deja muy en claro que las pin- turas no han de ser hechas por manos de indígenas74, condicionamiento tal vez im- puesto por el propio gremio de ebanistería y carpintería que buscaba hacer cumplir sus ordenanzas de acaparar todo el trabajo para los miembros de su corporación, casi todos de origen criollo, que gustaban de hacerse llamar españoles y presumir de limpia ascendencia de sangre y cristiandad vieja, lo que les autorizaba a negar, o restringir al menos, el ingreso de cualquier pintor, dorador, escultor o ensamblador de origen indígena, no obstante que su arte fuera igual o superior al de aquellos que integraban dichos gremios. Seguramente los maestros Lucas Méndez y José de Cuellar fueron miembros ac- tivos de la cofradía de la Conquistadora pues aceptaron dar de limosna cada uno de ellos cien pesos de oro para la ejecución del retablo que acababan de fabricar. El dinero les fue descontado de la paga final de la hechura del retablo por fabricar y sí se considera el valor que tenía el peso de oro en el periodo de referencia, cuando un esclavo fuerte y joven valía 300 pesos y una dote de huérfana valía igual, podemos concluir que el dinero donado por los maestros fue elevado de acuerdo a su rango socio económico. El nuevo retablo y su consagración se hizo como una respuesta de la ciudad de Puebla, a la recién declarada defensa de la Inmaculada Concepción, por parte de la ciudad y debió ser magnífico. Su existencia se prolongó hasta finales del siglo xviii en que fue desmantelado para poner en su lugar uno más acorde con el espí- ritu reformista de la época que vivía la ciudad y que es el que actualmente enmarca el nicho de plata labrada para la Virgen Conquistadora. Sin embargo, el espíritu de 73 agnep, Notaría No.4, Protocolos del año 1631, ff 1756 r.-1759 r. Escritura suscrita el 27 de octubre de 1631. Se anexa al final la revisión paleográfica completa del contrato de fábrica. 74 Ibidem. Retablos colaterales izquierdo y derecho de la capilla. 31 renovación de la capilla y retablo comenzó décadas antes, en 1776, cuando el 24 de octubre de ese año el capitán Juan de Zárate y Vera, regidor perpetuo, procurador mayor de la ciudad y su depositario general interino, junto con el licenciado Ma- riano Fernández de Echeverría y Veytia, caballero de la orden militar de Santiago y abogado de la Real Audiencia de la Nueva España, aceptaron a nombre de la nobi- lísima ciudad de Puebla hacerse cargo de la cofradía, capilla, alhajas e imagen de la Virgen Conquistadora, y autorizados por dicha corporación, tomaron posesión el día 27 del mes y año citados del patronato de la cofradía dicha, procurando lograr a partir de ese momento y por todos los medios posibles el mayor aumento de la mis- ma75. El cambio de manos del patronato laico de la cofradía de la Conquistadora se dio dentro de un ambiente de intensas reformas borbónicas que afectaron todas las esferas de la vida social, religiosa, económica y política de la Nueva España, a gra- do tal que ya nada sería igual en la vida y costumbres de la sociedad angelopolitana y la cofradía que veneraba a la Virgen Conquistadora no sería ajena a estos vertigi- nosos cambios. Dentro de este ambiente de cambios y reformas, se sustituyó el retablo barroco de Lucas Méndez por otro también barroco, del estilo llamado estípite, conocido así por la característica estilización de sus columnas que sustituyeron a las famosas salomónicas que tanto gustó de trabajar el maestro Méndez. El retablo principal ac- tual está formado de dos cuerpos y un remate, así como de tres entrecalles divididas por columnas estípites que se prolongan del primero al segundo cuerpo. El progra- ma iconográfico del retablo actual es la Sagrada Familia, con excepción de la pintu- ra central, de excelente factura, que ocupa la parte superior del dosel que recubre el nicho de la Virgen Conquistadora. El lienzo destaca la Apoteosis del beato Sebas- tián de Aparicio, de autoría anónima, que se podría afirmar fue pintado en el siglo xviii al juzgar por la tonalidad de los
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