Logo Studenta

Agresion-canina--ontogenia-fisiologa-y-etologa-clnica--informacion-y-recomendaciones-para-el-MVZ-revision-bibliografica

¡Este material tiene más páginas!

Vista previa del material en texto

Universidad Nacional Autónoma de México 
Facultad de Estudios Superiores Cuautitlán 
 
 
 
 
 
 “Agresión canina: Ontogenia, fisiología y 
etología clínica. 
 Información y Recomendaciones para el 
MVZ” 
 (Revisión Bibliográfica) 
 
 
 Tesis 
 
QUE PARA OBTENER EL TÍTULO DE 
Médico Veterinario Zootecnista 
 
 
Presenta: 
Juan Carlos Martínez Ramírez 
 
 
Asesor: 
M. en C. Juana Ortega Mondragón 
Coasesor: 
M. en E.C.V Katia Aimeé Olea y Wagner 
 
 
 
 
Cuautitlán Izcalli, Estado de México, Agosto 2018 
 
 
http://www.google.com.mx/url?sa=i&source=images&cd=&cad=rja&docid=DaDqDFI9UuHmcM&tbnid=fHW5hUHy1klTSM:&ved=0CAgQjRwwAA&url=http://es.zoohispania.wikia.com/wiki/Archivo:Escudo-UNAM-1024x1151.png&ei=OxBmUoylGsLx2QWlpoDwBg&psig=AFQjCNFh8qbroPc0zoBDSHhw89b2XsclBA&ust=13825069395016
 
UNAM – Dirección General de Bibliotecas 
Tesis Digitales 
Restricciones de uso 
 
DERECHOS RESERVADOS © 
PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN TOTAL O PARCIAL 
 
Todo el material contenido en esta tesis esta protegido por la Ley Federal 
del Derecho de Autor (LFDA) de los Estados Unidos Mexicanos (México). 
El uso de imágenes, fragmentos de videos, y demás material que sea 
objeto de protección de los derechos de autor, será exclusivamente para 
fines educativos e informativos y deberá citar la fuente donde la obtuvo 
mencionando el autor o autores. Cualquier uso distinto como el lucro, 
reproducción, edición o modificación, será perseguido y sancionado por el 
respectivo titular de los Derechos de Autor. 
 
 
 
1 
 
I. ÍNDICE 
 
 
I) Índice 1 
 
II) Resumen 4 
 
III) Introducción 6 
 
IV) Marco Teórico 7 
 
V) Objetivos 8 
 
VI) Metodología 9 
 
VII) Desarrollo 10 
1) Generalidades 10 
A. Origen del perro 13 
B. La utilidad del perro de acuerdo a sus características 14 
C. Conducta natural del perro 16 
D. Trastornos de la conducta 32 
 
2) Fisiología de la conducta 35 
A. Neuroanatomía 36 
B. Neurofisiología 39 
C. Neuroendocrinología 40 
 
3) Agresión 44 
A. Concepto de agresión 44 
B. Clasificación de la agresión 45 
C. Factores ambientales que contribuyen a la agresión 48 
D. Fisiopatología de la agresión 49 
 
2 
 
4) Etología Clínica 56 
A. Definición 57 
B. Tratamiento farmacológico, ambiental y conductual 57 
C. Conducta y control de la conducta 58 
 
5) Aproximación a los problemas de agresividad 60 
A. Historia Clínica 62 
B. Análisis de riesgo 68 
C. Técnicas de modificación conductual y ambiental 70 
D. Fármacos utilizados en problemas de agresión 76 
E. Prevención 83 
 
VIII) Conclusiones 99 
 
IX) Bibliografía 105 
 
 
 
ÍNDICE DE TABLAS Y GRÁFICAS 
 
Tabla 1. Clasificación FCI de razas caninas 16 
Tabla 2. Categorías de señalización 28 
Tabla 3. Problemas comunes reportados en perros 34 
Tabla 4. Relación de hormonas hipotálamo-hipofisiarias 42 
Tabla 5. Clasificación de la agresión 46 
Tabla 6. Diferencias entre castigo y refuerzo negativo 75 
Tabla 7. Actividad bioquímica de algunos ATC´s 78 
Tabla 8. Medicamentos reportados como auxiliares 83 
Gráfica 1. Relación entre testosterona y agresividad 55 
Gráfica 2. Relación entre serotonina y agresividad 55 
 
 
 
3 
 
ÍNDICE DE IMÁGENES 
 
Figura 1. Posturas de eliminación del perro 22 
Figura 2. Posturas adoptadas durante la comunicación a corta distancia 29 
Figura 3. Lenguaje facial canino 29 
Figura 4. Interacciones emisor-receptor 30 
Figura 5. Neurocircuito de la agresión defensiva 50 
Figura 6. Neurocircuito agresión depredadora 51 
Figura 7. Neurocircuito modulador de la agresión 52 
Figura 8. Escala de la agresión BSAVA 91 
Figura 9. Bostezo, parpadeo, lamido de nariz 92 
Figura 10. Voltear la cabeza 93 
Figura 11. Voltear el cuerpo, sentarse 93 
Figura 12. Alejarse 94 
Figura 13. Orejas retraídas 94 
Figura 14. Agacharse, esconder la cola 95 
Figura 15. Acostarse 95 
Figura16. Levantar la pata 96 
Figura 17. Rigidez, mirada fija 96 
Figura 18. Gruñir 97 
Figura 19. Intento de Mordida 97 
Figura 20. Mordida 98 
 
4 
 
II. RESUMEN 
El presente trabajo tiene la finalidad de ofrecer una herramienta de consulta para el Médico 
Veterinario no especialista en la identificación de trastornos de la conducta en la especie 
canina cuando se acompaña de un componente agresivo y proporcionar información que 
permita al profesional decidir si implementa medidas terapéuticas o remite el caso con un 
Etólogo Clínico. 
 
El perro está incluido en el Orden Carnívora. En el Eoceno superior y Oligoceno inferior, a 
ambos lados del océano Atlántico, vivían dos animales muy próximos entre sí, Cynodictis en 
Europa y Pseudocynodictis en América del norte (Miranda, 2007), a través de los tiempos, 
éstos han evolucionado y con ello su domesticación ha cambiado algunos comportamientos, 
sin embargo algunos conductas innatas continúan. 
 
Respecto a la conducta y los mecanismos fisiológicos involucrados el Sistema Nervioso 
Central tiene una organización anatómica longitudinal, las partes filogenéticamente más 
antiguas se encuentran en la zona caudal y las más recientes en la zona rostral. Puede 
dividirse en seis regiones principales: médula espinal y cinco regiones en dirección 
caudorostral: el bulbo raquídeo, la protuberancia, el mesencéfalo, el diencéfalo y el 
telencéfalo (Cunningham, 2009). 
 
Para mantener el balance entre la activación e inhibición de la agresión interactúan diversas 
sustancias químicas conocidas como neurorreguladores. Es tal la intervención de la 
bioquímica de la agresión que no es posible concebirla, sin un conocimiento previo de la 
química cerebral. Dichas sustancias son el fundamento de la actividad mental y en 
consecuencia muchas alteraciones conductuales pueden estar ocasionadas por perturbaciones 
en la neurotransmisión y de ahí la importancia de estudiarlos (Ramírez, 2006). 
 
Los planteamientos iniciales eran simplificadores relacionando una conducta específica con 
transmisores químicos particulares actuando en una región cerebral específica, donde los 
diferentes tipos de agresión diferían en su sustrato neuroquímico. Estudios más nuevos 
rechazan estos planteamientos, aceptándose hoy modelos de “neuromodulación multiple”, 
según los cuáles incluso las pautas más sencillas de comportamiento están bajo un complejo 
5 
 
control neurohormonal y son influenciadas por más de una sustancia química (Ramírez, 
2006). 
 
En el desarrollo de este documento se profundiza en el tema de la agresión, explorando qué 
se entiende por agresión, su clasificación y los factores que influyen en su presentación. En 
perros este es el problema conductual de mayor incidencia a nivel mundial, si bien en la 
mayoría de los casos se puede controlar antes de iniciar un tratamiento, se debe realizar una 
evaluación previa en relación al riesgo que representa cada paciente (Badillo, 2008). 
 
Asimismo se citarán conceptos como etología clínica, los mecanismos de control de la 
conducta y la metodología general para una consulta de etología clínica. Para culminar con 
el abordaje de problemas de agresividad en el perro, la elaboración de una historia clínica 
etológica adecuada, análisis del riesgo de tratar un paciente; se mencionan algunas técnicas 
de modificación conductual que pueden resultar útiles, así como la mención de los fármacos 
más utilizados en este tipo de problemas. 
 
6 
 
III. INTRODUCCIÓN 
Un problema de comportamiento es una pauta de conducta en animales domésticos que 
pueda causarlesión al individuo que la exhibe o a otros, además que puede ser peligrosa o 
molesta para el propietario. En perros la agresión es el problema de mayor incidencia a nivel 
mundial. Si bien en algunos casos es un problema que se puede mantener bajo control, antes 
de iniciar un tratamiento se recomienda realizar un análisis de riesgo y aún más si se 
considera que alguna vida (humana o animal) pudiese estar comprometida. También puede 
ser una de las más peligrosas como para dejar que el propietario se haga cargo, pues puede 
estar en peligro; así como los miembros de la familia, otras personas u otros animales 
(Badillo, 2008). La frecuencia de este problema a nivel mundial es alta, lo que la convierte 
en una de las principales razones por la que los dueños solicitan la eutanasia de sus perros en 
las clínicas veterinarias. 
 
En un estudio en Canadá, McKeown y Luscher encontraron que de 3-4% de todos los casos 
atendidos se trataban de asuntos relacionados al comportamiento y que aún siendo un 
porcentaje pequeño ocupaba hasta el 20% del tiempo del veterinario. De modo interesante la 
mayoría de los clientes esperan que el veterinario sea capaz de asesorarlos en la prevención y 
tratamiento de este tipo de problemas; pero no perciben que se cumplan estas expectativas. 
También al cuestionarlos acerca de dónde buscarían ayuda, la mayoría fue muy explícita al 
decir que no irían con su veterinario, porque no sabía nada de comportamiento animal. 
(Overall, 1997) 
 
Durante el tiempo que el perro ha evolucionado como animal de compañía, el 
comportamiento agresivo de los perros siempre ha sido de importancia para la sociedad, 
pues se pone en riesgo la integridad física de una persona, causando en casos extremos la 
muerte de la misma. Debido a esto es preciso que los propietarios de perros agresivos se 
asesoren con personal capacitado que realice una evaluación del grado de peligro existente. 
Generalmente se acude al Médico Veterinario Zootecnista clínico para la solución del 
problema de conducta y éste con el afán de atender al paciente puede dar recomendaciones 
sin tener conocimiento de lo que implica la agresión. De tal modo que al contar con un 
documento de información compilada, este le puede servir como referente de consulta rápida 
que le permita discernir cuando afrontar un trastorno de conducta agresiva y cuando remitir 
con un especialista en Etología Clínica. 
7 
 
IV. MARCO TEÓRICO 
Se considera que gracias a Bonnie Beaver, en la Escuela de Veterinaria de la Universidad de 
Texas A&M, la medicina del comportamiento es desde 1995 una disciplina certificada. 
Siendo esto un hecho positivo para los médicos practicantes porque facilita la adición de la 
etología al currículum y provee de un estándar riguroso y consistente con el que los 
especialistas son capacitados (Overall, 1997). 
 
En la población de animales domésticos es común que se presenten conductas indeseables. 
Wells estima que en Irlanda más del 30% de los perros en refugios fueron abandonados por 
problemas de comportamiento. De 59% a 70% de los animales que son llevados a refugios 
en Estados Unidos se les somete a eutanasia por presentar problemas conductuales 
(Rodríguez, 2007). Los llamados problemas del comportamiento en los animales de 
compañía tienen una importancia creciente en la práctica veterinaria. El diagnóstico, 
prevención y tratamiento de estos problemas constituyen el objetivo primario de la etología 
clínica. El estudio del comportamiento animal es una herramienta útil debido a que muchas 
enfermedades causan cambios en la conducta. Para evaluar estos cambios es importante estar 
familiarizado con la conducta normal del animal (Manteca, 2008). La agresión es un patrón 
conductual desplegado con la finalidad de proteger o defender, consistiendo principalmente 
en amenazas, golpes o mordidas dirigidos a otro individuo u objeto (Badillo, 2008). 
 
La agresión es un acto físico o acción de amenaza de un individuo frente a otro que reduce 
su libertad o potencial genético, la cual es una respuesta fisiológica natural que se integra en 
la vida social durante el aprendizaje, y éste sólo se considera patológico si se presenta de 
manera desorganizada (Mejía, 2010), es decir cuando ya no cumple una función adaptativa. 
 
La socialización es el proceso en que los animales de compañía establecen relación con 
animales de su propia especie y de otras especies. Realizada de manera adecuada es uno de 
los determinantes más importantes de cuán bien se comportará un animal de compañía en un 
ambiente doméstico (Martínez, 2001). 
8 
 
V. OBJETIVOS 
 
Objetivo General 
Recopilar información documental general relacionada con la fisiología, signología y 
tratamiento clínico sobre uno de los problemas de comportamiento más comunes en los 
caninos: la agresión. 
 
Objetivos particulares 
 
1. Identificar los tipos agresión y asociarlos con los factores que la causan 
 
2. Conjuntar algunas pautas y recomendaciones que orienten al Médico Veterinario 
Zootecnista que coadyuven en la solución del problema de conducta agresiva. 
 
3. Referir algunas medidas de manejo y terapéuticas que el Médico Veterinario pueda 
utilizar para el tratamiento y control del paciente agresivo o le permitan decidir su remisión 
con el especialista en etología clínica. 
 
9 
 
VI. METODOLOGÍA 
La investigación se realizará mediante la revisión documental en fuentes bibliográficas tales 
como literatura especializada y artículos científicos acerca de la fisiología, la ontogenia del 
comportamiento agresivo y las medidas recomendadas por la etología clínica para su 
manejo. Se compararán los diferentes puntos de vista que puedan manifestar los autores y se 
discutirá la información, finalizando con algunas recomendaciones que permitan al MVZ no 
especializado discernir cómo afrontar un trastorno de conducta agresivo y cuándo remitir con 
un especialista en Etología Clínica. 
 
10 
 
VII. DESARROLLO 
1. Generalidades 
Se presenta un breve resumen de un análisis epidemiológico internacional: 
Las mordidas por animales continúan siendo uno de los mayores retos en salud pública 
(Segurson, 2005; Patronek, 2009; León, 2012; Westgarth, 2015; Polo, 2015). Reportes en 
EU, Australia e Italia concuerdan en que el perro es la especie responsable con mayor 
frecuencia de heridas relacionadas con mordidas (aproximadamente un 80%) seguida de los 
gatos con menos del 20%. Un estudio realizado de julio de 1996 a julio de 1998 indicó que 
en una muestra poblacional de 2026 personas, los perros fueron el animal predominante 
participando en 1528 casos (Patronek, 2009). Para Westgarth los accidentes por mordidas de 
perro son también un tema ´político, pues las historias presentadas en los medios de 
comunicación atraen la atención popular y propician intensos debates (Westgarth, 2015) 
 
No se dispone de datos precisos acerca de la frecuencia de ataques o accidentes por 
mordidas, en parte por la falta de un sistema nacional de reportes de mordidas por animal, y 
las cifras obtenidas es muy probable que subestimen los datos reales, pues se encuentran 
cifras tan disímiles como 10, 44 y hasta 82% (Patronek, 2009) Otros reportes mencionan que 
sólo en Estados Unidos 4.5 millones de personas son mordidas cada año y casi 900 000 
necesitan atención médica (Meints y De Keuster, 2009) 
 
Las visitas a Departamentos de Emergencia por exposición a animales son aproximadamente 
el 0.2% del total de visitas y en un estudio previo de heridos por mordida de perro realizado 
de 1992 a 1994 con 333 687 pacientes se estima que solo el 4% requirió hospitalización o 
transferencia a otro hospital. Se estima que el costo por cuidado médico fue de 164.9 
millones de dólares con un costo total de 235.6-253.7 millones de dólares (Patronek, 2009). 
 
El hecho de que ciertas razas de perros son más proclives a morder o causar heridas serias es 
tema degran debate, mismo que ha sido alimentado por errores o malinterpretación de los 
reportes y desafortunadamente una vez que dichas declaraciones son publicadas en la 
literatura biomédica se vuelven imposibles de extraer. La interpretación de los datos es 
difícil por la parcialidad en la identificación de las víctimas y en cómo se obtiene y reporta la 
información, también existe parcialidad por parte de los medios en el reporte de incidentes 
que involucren a ciertas razas. Por ejemplo, en un período de tres días un ataque severo que 
11 
 
involucró a 2 perros tipo pit-bull sobre una anciana de 59 años se mencionó cientos de veces 
en los medios incluyendo un cobertura televisada, mientras un niño muerto por mordida de 
un perro de raza mixta, un ataque serio de un perro cruza de Labrador y un ataque a un niño 
de 6 años por un perro mestizo sólo se mencionaron de manera limitada (Patronek, 2009) 
Los reportes en la prensa popular sobre perros peligrosos o ataques de perro elevan la 
procupación pública, lo que lleva a respuestas políticas que “controlan” el problema debido a 
la presión pública, si bien pueden no estar basadas en conocimiento científico (Bräm, 2008). 
 
El mayor riesgo de ser mordido por un perro continua siendo el del “perro familiar” a la 
víctima y en ámbitos hogareños con cifras que van del 75 al 93% (Patronek, 2009; Meints y 
De Keuster, 2009, Westgarth, 2015). Las mordidas por animal continúan teniendo particular 
importancia para los infantes y de ellos los varones parecen ser mordidos con mayor 
frecuencia que las niñas. Esto es de particular importancia porque los datos indican de 
manera consistente que los infantes son típicamente mordidos en la cara, cabeza y cuello. 
Las heridas en estas zonas son frecuentemente complejas, involucrando daño a tejido óseo, 
complicaciones intracraneales y lesiones oftalmológicas, condiciones médicas que pueden 
amenazar la vida o llevar a secuelas psicológicas como el Desorden de Estrés Postraumático 
(Patronek, 2009; Meints y De Keuster, 2009; Polo, 2015, Bacon, et al; 2018). Se ha 
determinado que interacciones niño-perro, como aproximarse al animal mientras come o 
sorprenderlo cuando duerme parece disparar hasta 86% los accidentes en casa y de manera 
similar a otras heridas, la mayoría de las mordidas ocurren cuando no hay supervisión activa 
de un adulto (Meints y De Keuster, 2009; Bacon, et al; 2018), pues frecuentemente se afirma 
que las personas confunden o no reconocen el comportamiento temeroso del perro 
(Westgarth, 2015). 
 
La información acerca de las circunstancias de la mordida del animal con frecuencia no se 
incluye en los reportes y cuando las acciones que precipitaron la situación y el 
comportamiento de la víctima se reporta, hay poca consistencia. Parte de la razón para esto 
es que las circunstancias disparadores para una mordida pueden ser pobremente 
comprendidas. En un reporte se hace énfasis en como el comportamiento canino puede ser 
impredecible para un observador sin experiencia. Así, lo que la gente percibe como 
conductas no provocativas pueden ser altamente estimulantes para algunos perros. También, 
una variedad de problemas de comportamiento en el perro (agresión predadora o por miedo, 
12 
 
dolor, comida, actitud protectora, territorial, dominancia, juego inapropiado, conducta de 
pastoreo) pueden aumentar el riesgo de mordidas (Patronek, 2009). 
 
En hembras la cirugía realizada con mayor frecuencia es la OSH. Si bien, en ocasiones se 
realiza con fines médicos, el propósito más común es evitar la gestación y los inconvenientes 
de una hembra en estro. Ocasionalmente se elige para tratar problemas de conducta, si bien 
se ha observado clínicamente que los dueños de hembras con problemas de agresión con 
frecuencia reportan una exacerbación del problema después de la cirugía (O’Farrell y 
Peachey, 1990). Desde una perspectiva epidemiológica, es difícil obtener conclusiones 
científicamente sólidas sobre los peligros de una raza en específico. Muchas listas de las 
razas con mayor predisposición a morder han aparecido en la prensa popular, pero las tasas 
específicas de mordidas por raza son muy difíciles de contar, pues se requiere de buenos 
datos tanto para el número de mordidas atribuidas a una raza específica como para el número 
de animales de esa raza. Para obtener esa buena información uno debe tener reportes 
detallados y precisos de todas las mordidas (incluida información confiable de las razas y 
registro de los animales en cuestión) y una demografía detallada de toda la población canina 
de la comunidad (Lockwood y Rindy, 2015). 
 
13 
 
A. Origen del perro 
 
En 1865 Sir Francis Galton dedujo las condiciones bajo las cuales los animales pudieron 
haber sido domesticados: 
1. Tener un alto grado de mansedumbre 
2. Poseer un gusto innato por el hombre 
3. Deberían tener afinidad por compartir refugio 
4. Tendrían que haber sido útiles al hombre 
5. Debían criar libremente 
6. Debían ser fáciles de mantener 
 
Estas condiciones predispusieron al domesticador a elegir características infantiles, que es lo 
que se hace con los perros domésticos. Los efectos de la domesticación producen los mismos 
cambios físicos en diferentes grupos de animales y muchas de estas características que son 
tan similares se originan en la retención de características juveniles, conocida como neotenia 
(Overall, 1997; Hernández, 2012). Ejemplo de esto incluyen la deposición de grasa bajo la 
piel, el acortamiento de la mandíbula y el enrollamiento de la cola. Todos los animales 
domésticos fueron derivados de especies salvajes que son extremadamente sociales y 
fácilmente reconocibles como tales, así mismo tienen patrones sociales que facilitan la 
eficiente distribución del esfuerzo y la energía, disminuyen el peligro, promueven la 
cohesión y proveen un sistema de comunicación que les permite expresar el grado de 
confianza o confusión acerca de lo antes mencionado. Corresponde a los etólogos clínicos 
entender estos patrones si quieren comprender porque los perros se comportan como lo 
hacen y entender la causa de muchos de sus problemas de comportamiento (Overall, 1997). 
 
El perro doméstico se derivó de un lobo, posiblemente el lobo asiático (Canis lupus 
paillipes). Desde el hipotético momento de la domesticación 4000 generaciones de crianza 
han producido una gran diversidad de razas, la mayoría de ellas en los últimos 150 años 
(Overall, 1997, Manteca ,2008). 
 
La familia Canidae se conforma de 38 especies con características fenotípicas tan variadas 
que van de la talla del perro venadero hasta la del lobo ártico; y los cánidos tanto domésticos 
como salvajes habitan en una gran variedad de ambientes (Hernández, 2012). Son 
14 
 
omnívoros, lo que probablemente ha ayudado en su expansión y domesticación mundial. El 
orden Carnivora que incluye perros y gatos se originó de 40 a 60 millones de años, la familia 
Canidae se separó de otras familias de carnívoros casi al mismo tiempo y podría ser una de 
las razones del por qué la mayoría de los cánidos comparten tantos atributos en sus sistemas 
sociales (Overall, 1997). 
 
B. La utilidad del perro de acuerdo a sus características 
El perro es el animal doméstico más antiguo y ha tenido una enorme influencia en el 
desarrollo de las culturas. Desde que el hombre empezó a convivir con él, lo ha adiestrado y 
criado para los más diversos fines zootécnicos (Kramer, 2011). 
La aceptación de este animal en el núcleo familiar es algo relativamente reciente, en la 
actualidad se considera algo normal, pero era raro que se admitiese al perro dentro de casa, y 
los estudios sobre comportamiento canino hace 20 o 30 años eran aún más raros. Al 
permitirle que conviva dentro de la misma casa, se está asignando el papel de un miembro 
más del núcleo familiar y al mismo tiempo que se le pretende educar para que obedezca, se 
le brindan atencionesexcesivas o innecesarias. Debido a esto cada día es más común 
escuchar la expresión “perro problema” siendo precisamente lo contrario: son los 
propietarios los que pueden facilitar dichos problemas al perro al privarlo de sus 
comportamientos y tareas naturales (Kramer, 2011). 
El perro doméstico (Canis lupus familiaris) no es sólo un animal de compañía, también tiene 
un papel importante como animal de trabajo, en tareas tales como vigilancia, pastoreo, 
asistencia a personas con discapacidad, búsqueda de personas u objetos; dependen de las 
características de su comportamiento (Manteca, 2008). 
 
Estos trabajos se pueden resumir en esta lista: 
I) Perros de búsqueda y rescate: son aquellos que trabajan con personal capacitado en 
este rubro y son entrenados para encontrar personas desaparecidas o atrapadas tras un 
desastre natural: inundaciones, terremotos, ciclones., etc. El olfato es la herramienta 
principal que ayuda a encontrar y rescatar a estas personas. 
II) Perros de detección: son los perros que trabajan con los cuerpos de seguridad y que 
son entrenados para detectar bombas, minas antipersona, drogas, etc. Gracias a su increíble 
15 
 
olfato, estos perros evitan que muchos explosivos estallen o que la droga pueda ser 
distribuida, con lo que nuevamente, salvan centenares de vidas humanas. 
III) Perros de terapia: son los perros que trabajan en centros sociales o asociaciones y 
cuya profesión es trabajar con ancianos, personas con discapacidad mental o física, 
mejorando así su calidad de vida, aumenta la autoestima, reducen los niveles de ansiedad, 
mejoran el estado de ánimo, etc. Estos perros tienen como característica principal que son 
altamente sociables intra e interespecie y empáticos con las personas con las que trabajan, 
generando así un ambiente armónico de trabajo.. 
IV) Perros de asistencia: estos se adiestran en centros especiales y su trabajo, 
principalmente, es el de poder asistir a la persona a la que le asignan. Trabajan con personas 
invidentes, personas con ataques epilépticos graves, personas con graves problemas de 
diabetes, con graves problemas de motricidad, etc. Su labor es tan grande que permiten que 
estas personas que deberían depender de alguien, puedan hacer vida autónomamente. 
V) Perros policía: trabajan con la policía y cuya función es la de colaborar con la misma 
en las diferentes tareas. Desde atrapar a delincuentes, a intimidar a sospechosos, participan 
en actividades de identificación y búsqueda de objetos. 
VI) Perros de pastoreo: trabajan a los pastores y ganaderos a llevar el rebaño de ovejas a 
pastar por el campo sin necesidad de que el pastor esté presente. Estos perros se encargan de 
dirigir el rebaño pero también de cuidarlo y velar que ningún depredador u otros perros 
realicen algún ataque. 
 
Existen diversas clasificaciones para estas actividades de acuerdo a la entidad canófila 
reguladora, como puede ser la Federation Cynologique Internationale (FCI), el American 
Kennel Club (AKC), entre otros. La entidad reguladora de la canofilia en México es la 
Federación Canófila Mexicana (FCM) misma que se encuentra afiliada a la FCI; razón por la 
que se dará a conocer la clasificación que se maneja en esta institución. 
 
 
 
 
 
 
 
16 
 
 
Tabla 1. Clasificación FCI de razas caninas. Tomada y modificada de la página web de la FCI, Octubre 
de 2017 
Grupo 1 
Perros de pastor y 
boyeros (excepto boyeros 
suizos) 
Grupo 6 
Perros tipo sabueso, 
perros de rastro y razas 
semejantes 
Grupo 2 
Perros tipo pinscher y 
schnauzer. Molosoides. 
Perros tipo montaña y 
boyeros suizos 
Grupo 7 Perros de muestra 
Grupo 3 Terriers Grupo 8 
Perros cobradores de 
caza, perros levantadores 
de caza, perros de agua 
Grupo 4 Teckels Grupo 9 Perros de compañía 
Grupo 5 
Perros tipo spitz y 
primitivos 
Grupo 10 Lebreles 
 
C. Conducta natural del perro 
Es crucial que el Médico Veterinario posea un sólido conocimiento y comprensión de las 
conductas caninas normales y de las prácticas de crianza de modo que pueda aconsejar 
apropiadamente a los propietarios. La prevención de problemas conductuales debe ser tan 
importante como los consejos sobre la dieta y los protocolos de vacunación, si no 
comprendemos la importancia funcional de la conducta normal canina, las soluciones 
respecto a un problema conductual no serán fáciles de encontrar. (Horowitz y Mills, 2009) 
sin olvidar que la conducta es el resultado directo de estados internos e influencias 
ambientales (O’Heare, 2006). 
Todos los grupos de cánidos comparten ciertos patrones sociales. Las diferencias entre el 
comportamiento del lobo y del perro han sido atribuidas a la domesticación, al igual que 
algunos cambios. Un ejemplo es el ladrido, inusual en coyotes o lobos a menos que lo hagan 
en grupo o como juveniles, siendo esta una conducta elaborada por la domesticación. El 
perro también exhibe un aumento en la docilidad y adaptabilidad, los que parecen haber sido 
desarrollados a partir de un conjunto de comportamientos elegidos con la finalidad de hacer 
más tratable a un animal potencialmente peligroso. Un ejemplo es el comportamiento de 
depredación, pues en todos los perros domésticos la secuencia de comportamientos 
17 
 
exhibidos durante la caza y la depredación es menos acusada (Overall, 1997, Hernández, 
2012). 
También se demuestra una permanencia de patrones de comportamientos neoténicos 
(Overall, 1998, Manteca, 2008, Hernández, 2012) en adultos, entre los que encontramos 
juego persistente, rogar, sumisión pasiva y gimoteos. El lobo tiene más comportamientos 
infantiles como adultos que otras especies de cánidos, lo que pudo haber facilitado la 
domesticación. Los cánidos tienden a seguir un líder cuando están en grupo mientras 
exhiben conductas deferenciales asociadas. Los humanos comparten muchos aspectos de su 
sistema social con los cánidos. Estos sistemas no se derivan de un ancestro común 
compartido y por eso no son homólogos, pero parecen ser análogos. Ambos viven en grupos 
familiares extensos, proveen cuidado parental, comparten el cuidado de los jóvenes con 
miembros del grupo familiares o no, dan a luz crías altriciales que requieren grandes 
cuidados al nacimiento y montos considerables de interacción social posteriormente, 
amamantan por un largo período antes de destetar con comida semisólida, tienen una extensa 
comunicación verbal y no verbal y tienen una madurez sexual que precede a la madurez 
social (Overall, 1997); esta relación predispone al perro a envolverse en dinámicas con 
paralelismo significativo al que muestran los niños con sus padres, mismas que están 
implicadas en las reacciones de estrés que manifiestan al ser separados de sus propietarios 
(Hernández, 2012). 
Adicionalmente el sistema social humano es un fluido jerárquico basado en la habilidad, 
edad o ambos, pero sobretodo en el contexto de la deferencia. Las familias humanas no 
pelean por ver quien se sienta a la cabeza de la mesa en un día especial, lugar reservado para 
los más viejos o un invitado especial y los perros son muy parecidos en esto. Las peleas que 
ocurren son usadas para aclarar y probar las relaciones jerárquicas, pero las interacciones del 
día a día se basan en comportamientos deferenciales. Más aún, el combate tanto en humanos 
como en cánidos no es la primera elección para la resolución de un conflicto y si es así, es un 
comportamiento anormal y fuera de contexto. En su lugar el comportamiento agonista es 
generalmente acompañado por una elaborada exhibición diseñada para minimizar el daño al 
individuo (Overall, 1997). 
Las relaciones deferenciales tanto en humanos como en perros no están estructuradas como 
jerarquías lineales y esto es un punto frecuentemente ignorado por escritores de libros 
18 
 
populares sobre el comportamiento canino. La mayoría de la evidencia que sustenta 
jerarquías lineales es el resultado de un diseñoexperimental deficiente y estudiar relaciones 
en menos de seis animales produce automáticamente un orden lineal, sin embargo dichos 
rangos son inválidos para las complejidades sociales mencionadas (Overall, 1997, 
Hernández, 2012). Al presentarse tanto en los perros como en las personas tal similitud en 
sus sistemas sociales y recurrir a señales parecidas, ha resultado muy fácil para las personas 
asumir que cuando un perro da una señal que posee cierto parecido a una señal humana, el 
mensaje es exactamente el mismo y que significa exactamente lo mismo lo cual no posee 
fundamento científico (Overall, 1997). 
J.P. Scott y sus colaboradores en 1965 desarrollaron una colonia experimental de cachorros 
de perro que fue rigurosamente examinada, con atención a las etapas del desarrollo de 
comportamientos específicos. Adicionalmente a la variación en el desarrollo de 
comportamientos individuales, intra y entre camadas, Scott y sus colegas descubrieron que 
también puede haber diferencias raciales en la intensidad de estos comportamientos porque 
las razas se han seleccionado para trabajos diferentes. La meta de esta colonia era probar la 
hipótesis sobre la existencia de un “período crítico” y examinar el grado en el cual los 
cachorros desarrollan respuestas a diferentes estímulos dentro de este período (Overall, 
1997; Battaglia, 2009; Wilsson, 2016, Dietz, 2018). 
Del nacimiento a las dos semanas se desarrollan las capacidades sensoriales (olfato, térmicas 
y táctiles) del cachorro y no poseen capacidades auditivas ni visuales. Aproximadamente a 
las 2-3 semanas, los ojos se abren junto con un incremento en la movilidad. En esta etapa se 
empiezan a exhibir comportamientos sociales. Las observaciones iniciaron a las tres semanas 
de edad y el destete ocurrió cerca de las siete semanas. Los cachorros se mantuvieron con 
sus madres hasta las diez semanas de edad para que la separación no coincidiera con 
cambios en el esquema de alimentación. Siendo manejados cotidianamente, el manejo 
temprano y el estrés moderado fueron, de hecho, benéficos para los cachorros y les permitió 
lidiar de mejor manera con estrés posterior. Se confirmó que tres semanas es la edad a la que 
la socialización inicia. Del día trece al veinte (Período de Transición) los perros coordinan 
más, abren los ojos y empiezan a vocalizar. Los cambios en las habilidades motoras 
coinciden con la erupción de los dientes al final de este período, siguiendo el 
comportamiento de mover la cola. Los resultados generales señalan que los cachorros 
deberían ser expuestos a las personas a una edad temprana para disminuir los incidentes de 
19 
 
conductas de evitación. Hacia las doce semanas, los perros empezaron a vagar 
voluntariamente de una manera más amplia. Siendo esta una de las razones por las que esta 
edad fue considerada el final del período de socialización. (Overall, 1997, Hernández, 2012, 
Hedges, 2014; Wilsson, 2016). 
Los hallazgos de Scott y su colegas llevaron a la definición de períodos del desarrollo para 
los perros: de las tres a las ocho semanas aprenden a interactuar con otros perros, entre las 
cinco y las siete semanas a la semana doce, aprenden mejor como interactuar con la gente y 
de las diez-doce semanas a las dieciséis-veinte son extremadamente buenos para explorar 
nuevos ambientes.(Overall, 1997, Wilsson, 2016). Conocidos (quizá incorrectamente) como 
“períodos sensibles” han adquirido de manera inmerecida un status mítico (Overall, 1997). 
El concepto de período sensible implica algunos riesgos. Parte de la respuesta varía con la 
información genética y parte de ella varía con la interacción genes/ambiente, pero la 
exposición es crítica (Overall, 1997; Battaglia, 2009; Wilsson, 2016). Si uno no se expone al 
estímulo al cual puede responder, durante el período relevante, puede estar en riesgo de 
desarrollar problemas concernientes a esos períodos. Si un perro nunca es expuesto a las 
personas, puede ser temeroso y no aproximárseles más tarde en su vida y si ese perro se 
expuso de manera temprana a la gente, no hay garantía de que no tendrá problemas, pero 
tuvo la oportunidad de aprender a reaccionar de manera apropiada (Overall, 1997. Hedges, 
2014). 
El estrés moderado durante los primeros días de vida es benéfico, pero un estrés excesivo 
lleva a un incremento en la secreción de ACTH, lo que se correlaciona con una disminución 
en la habilidad para aprender (Overall, 1997; Battaglia, 2009, Hedges, 2014). Cachorros 
aislados desde el día 3 hasta la semana 20 de edad, sin importar que sus necesidades 
fisiológicas fueran cubiertas, eran perturbados de por vida y tenían dificultades para 
aprender. Se desconoce el grado al cual esta respuesta es modulada por la ACTH. Cachorros 
ligeramente sub y sobrealimentados tuvieron mejor respuesta al apego, lo cual podría 
explicarse porque se refuerzan estructuras sociales jerárquicas y el comportamiento 
neoténico del ruego. Una mezcla de castigo y recompensa induce una más rápida 
“socialización” con los manejadores cuando los cachorros se separan de otros cachorros. Se 
cree que esto representa una serie de comportamientos realmente presentes en la camada, 
donde la agresión de juego espontánea se pierde a las 16 semanas (Overall, 1997). 
20 
 
La estimulación y experiencias tempranas pueden influenciar conductas del futuro distante, 
incluidas algunas conductas maternas y aunque no existe evidencia contundente, muchos 
autores han postulado que perros que tienen problemas cuidando cachorros fueron ellos 
mismos privados de contacto materno temprano. La “socialización” en cachorros es 
importante para que un rango normal de conductas caninas sean exhibidas, no obstante la 
exposición no debe ser dañina (Overall, 1997, Hernández, 2012, Hedges, 2014). El sentido 
“social” se desarrolla de manera más intensa entre las semanas 4 y 10. Por lo que si no tienen 
contacto con su misma especie puede desarrollar el apego a otra especie y posteriormente 
rechazar a la propia en etapas futuras. A esta edad los cachorros se aproximan a cualquier 
estímulo, pero empiezan a demostrar miedo de nuevos animales a las 6 semanas y son más 
cuidadosos en sus aproximaciones. Estímulos que afecten este “sentido social” pueden 
involucrar comida. El comportamiento agresivo (definido como ladrar, gruñir y morder) en 
cachorros está limitado al contexto de posesión de comida o juguetes en las relaciones 
jerárquicas de la camada, haciéndose aparente a las cinco semanas de edad (Overall, 1997; 
Hedges, 2014). 
Scott y Fuller encontraron que durante las primeras 8 semanas de vida, el canino inmaduro 
se beneficia de la estimulación de modo que le ayuda a desarrollar algunas de sus conductas 
adultas. Este periodo es estudiado porque es un tiempo de inmadurez donde el cachorro es 
sensible a una restringida, pero importante clase de estímulos que incluye estimulación 
térmica y táctil, movimiento y locomoción e incluso concluyeron que un alto contenido de 
DHA en la dieta influye positivamente (Battaglia, 2009). 
Las conductas caninas tempranas se pueden dividir en etepimeléticas (búsqueda de 
cuidados), epimeléticas (brindar cuidados) y alelomiméticas (actividades de grupo). Cerca de 
las 4 semanas de edad, la relación entre la madre y sus cachorros es principalmente 
epimelética, entre cuyas conductas se encuentran: 
1. Lamer la región ano-genital de los cachorros y comerse la orina y heces. 
2. Acicalar y lamer caras. 
3. Empujar a los cachorros con la nariz y alentarlos hacia el calor y el alimento y 
estimular posturas asociadas con la respiración y otras funciones físicas y fisiológicas. 
4. Cargar cachorros extraviados. 
5. Cuidar a los cachorros. 
6. Amamantar. 
7. Regurgitar. 
21 
 
8. Llevar alimento a los cachorros (Overall, 1997). 
Al crecer, los cachorros realizan conductas etepimeléticas que incluyen: 
1. Agitar la cola en posición baja en un gesto que solicitacondescendencia. 
2. Quejarse. Lamer la nariz y labios de la madre. 
3. Brincar y manotear a la madre. 
4. Seguir de cerca a la madre (Overall, 1997). 
Las conductas de grupo que los cachorros exhiben mientras se acercan a sus períodos más 
sociales incluyen: 
1. Dormir juntos. 
2. Alimentarse. 
3. Caminar, correr, sentarse y echarse juntos. 
4. Investigar cosas como un grupo. 
5. Ladrar o aullar como un grupo. 
6. Acicalar a otros miembros de la camada. 
7. Olfatear y tocar con la nariz a otros miembros del grupo (Overall, 1997). 
La conducta materna en la mayoría de los perros domésticos está libre de problemas. Cuando 
los hay se debe usualmente a la intervención humana o, en teoría, a una falla en la 
experiencia social temprana de la hembra. Usualmente este comportamiento se ejecuta 
impecablemente, siendo inducido por la prolactina. En los perros domésticos, al igual que en 
los lobos, machos y otras hembras ayudan a la madre. Los machos pueden incluso regurgitar 
alimento para los cachorros o la madre. Los cachorros experimentan y son capaces de 
manejar grandes cantidades de estrés a edades muy tempranas. Esto resulta en glándulas 
adrenales agrandadas sin efectos patológicos documentados. Los perros son más 
competentes en situaciones de competitividad durante su vida si son estresados y pueden 
responder con un adecuado agrandamiento adrenal (Overall, 1997). 
22 
 
Virtualmente todas las posturas para eliminar pueden ser normales para los perros (FIG. 1) 
Montar y marcar son comportamientos normales. La mayoría de las veces la monta NO es 
sexual, en los cachorros es parte del juego y más tarde se vuelve parte de la comunicación 
social normal, pudiendo ser un reto directo a otro perro o un gesto comunicativo. Debido a la 
elaboración sexualmente dimórfica de la comunicación, la monta y el marcaje son conductas 
dimórficas y tienden a incrementar su frecuencia mientras se aproxima la madurez sexual, 
indicando que ambas tienen una fuerte componente social más que sexual (Overall, 1997). 
 
Figura 1. Posturas para eliminar del perro. Tomado y modificado de Overall, 1997. 
El marcaje con orina es más frecuente en machos que vagan libres que en hembras y es 
importante recordar que no todo marcaje ocurre por la misma razón. Esto puede deberse en 
parte a una advertencia sexual pero también puede ser social. Machos y hembras que forman 
lazos de pareja pueden comunicarse de este modo para advertir su actividad y localización al 
otro. El vagabundeo, la agresión hacia otros perros, montar y marcar con orina son todos 
23 
 
modulados hormonalmente. Si un perro con estos comportamientos se castra el vagabundeo 
disminuye 90%, la agresión a otros perros aproximadamente 60% al igual que la monta y el 
marcaje con orina cerca del 50%. Todas estas conductas también tienen un componente 
aprendido por lo que mientras más se retrase la castración tanto más prevalecerá el 
componente aprendido sobre el hormonal (Overall, 1997). 
Se ha delineado una clasificación funcional de la conducta que involucra siete sistemas: 
1. Sistema de ingestión 
2. Sistema del sueño y del descanso 
3. Cuidado de la superficie corporal 
4. Sistema reproductivo 
5. Sistema de eliminación 
6. Sistema de contacto social 
7. Sistema agonista (Overall, 1997) 
Lo que nos habla acerca de que los patrones y actividades que vemos en nuestros pacientes 
están dirigidos a: comer, descansar, acicalarse, reproducción, orinar y defecar, relaciones 
intra e inter-específicas y desplegar conductas defensivas. 
Dentro de las actividades relacionadas a contacto social, una de las más observadas en 
cachorros es la conducta de juego misma que tiene distintos objetivos: 
1. Estimular el comportamiento comunal 
2. Facilitar la interacción social 
3. Moldear la conducta adulta, a través de la curva de aprendizaje 
4. Establecer relaciones sociales tempranas y fuertes, si bien el papel de la jerarquía 
social y su desarrollo en el juego es menos clara 
5. Aumentar la habilidad física y mental 
6. Mejorar la coordinación 
7. Proveer un lugar para experimentar de modo seguro y para la primera demostración 
de rituales y conductas ritualizadas 
8. Proveer a los cachorros de un medio para aprender acerca de las reglas sociales y la 
predictibilidad a través de una secuencia de eventos 
9. Proveer de una salida para la exploración 
10. Proveerlos de una salida segura para la resolución de problemas cada vez más 
complejos (Overall, 1997) 
La mayoría de las conductas canideas normales asociadas a perros mascota se aprenden 
durante el juego. Como los reflejos son funcionales hacia las semanas 6-9 y el desarrollo 
24 
 
neurológico se completa en los siguientes meses, la importancia del juego en la 
comunicación no puede subestimarse. Cachorros de camadas sujetos a muchas mordidas no 
inhibidas son menos gregarios con otros perros y con las personas y juegan menos, lo que 
evidencia el papel del juego para aprender habilidades sociales (Overall, 1997). 
El desarrollo del cachorro involucra el desarrollo de los comportamientos agonistas, mismos 
que son normales cuando están en contexto. El comportamiento agonista abarca la agresión 
directa pero también despliegues y señales que la evitan. Es inapropiado asumir que la 
conducta agonista defina por sí misma una relación de dominancia o en la manada. Los 
comportamientos asociados con el desarrollo de conductas agonistas en cachorros son 
también asociadas con el juego, incluyendo: 
1. Acechar a otros cachorros con la cabeza y cola bajas, los cuartos traseros elevados y 
orejas erectas. 
2. Perseguir, emboscar y abalanzarse sobre sus hermanos 
3. Plantarse sobre un compañero con la cabeza y la cola erecta y el cuello arqueado 
4. Caminar alrededor de un compañero mientras se mueve la cola, con un caminar 
asertivo. 
5. Atacar y morder, principalmente alrededor del cuello y la cara del compañero 
6. Piloerección, principalmente en el dorso del cuello 
7. Gruñir y mostrar los dientes, principalmente los caninos 
8. Mirada directa a los compañeros sin dilatación pupilar 
9. Cargas con el hombro y la cadera 
10. Garras delanteras sobre la espalda del compañero 
11. Boxeo 
12. Monta con o sin embestidas pélvicas 
13. Agitar sólo la punta de la cola erecta 
14. Orejas completamente erectas o planas 
15. Jugar a pelear excesivamente (Overall, 1997) 
Morten en 1977 argumentó que las señales agonistas con frecuencia transmiten la noción 
engañosa de que el señalador es más grande y peligroso de lo que en realidad es. Los perros 
que tienen un comportamiento antagonista pueden hacerlo para “sondear” el ambiente social 
y adquirir información contextual. La piloerección y la monta que son aprendidos cuando se 
es cachorro, pueden funcionar de esta manera. Uno de los problemas en jerarquías sociales 
complejas como las de cánidos y félidos es que al incrementarse el repertorio de despliegues, 
los receptores tienen dificultades para descifrarlas y discriminar entre ellas, lo que es un 
factor importante al explicar a los clientes como trabajar con un perro problema; pues a 
25 
 
menudo se abruma a los perros con señales que son incapaces de procesar a la velocidad que 
se presentan y esto empeora si el perro está estresado (Overall, 1997). 
Por todo lo anterior, es necesario hacer un repaso de la clasificación específica de las señales 
publicadas en la literatura. Tres categorías de comunicación no vocal están identificadas: 
distance-decreasing (cercanas), distance-increasing (lejanas) y un sistema mixto (Overall, 
1997). 
Las señales distance-decreasing incluyen la evitación del contacto visual, una mueca sumisa 
con los labios estirados hacia atrás, las orejas aplanadas, descenso del cuerpo, agitación de la 
cola, lamidos, levantar la mano con gesto solícito y rodar. Todos estos comportamientos se 
muestran a las personas, pero no todas ellas se muestran a otros perros. Así, la muecacon 
retracción está restringida a interacciones con humanos y pocas veces se ha reportado en 
interacciones perro-perro con regularidad. Esto puede deberse a un comportamiento 
mimético del perro porque el humano constantemente acerca el rostro y hace muecas. Lamer 
la boca de los humanos puede derivar de las conductas etepimeléticas tempranas. Estas 
conductas continúan en la adultez y se despliegan en contextos de respeto. No deben 
considerarse un homólogo del beso humano y pueden representar un reto en ciertos 
contextos (Overall, 1997) 
Las señales distance-increasing están diseñadas para minimizar el contacto y las 
interacciones. Incluyen mirar fijamente, gruñir (distinguiéndose porque los labios se 
mantienen hacia adelante horizontal y verticalmente para exponer los caninos), orejas erectas 
y hacia adelante o absolutamente aplanadas contra la cabeza, un incremento aparente en la 
talla corporal que es representada por cambios en la postura, piloerección, endurecimiento y 
contracción muscular, orinar y rascar el suelo, una cola recta y vertical o arqueada sobre la 
espalda y la agitación de la punta de la cola (Overall, 1997). 
Las señales ambivalentes o sistemas mixtos usualmente incluyen una mezcla de las señales 
descritas antes, pero las posiciones de la cabeza y el cuerpo no concuerdan. La 
recomendación más segura que se le puede dar al cliente es que si percibe señales 
contradictorias del rostro y cuerpo, debe pensar lo peor. Si no están convencidos, siempre es 
buena idea creer en el extremo con dientes del perro (Overall, 1997). 
26 
 
Las conductas específicas tabuladas por Scott y Fuller en 1965 (Wilsson, 2016) identifican 
categorías funcionales del comportamiento y especifican las conductas dentro de estas. 
Incluyen comportamientos epimeléticos, etepimeléticos y agonistas. Esta última puede 
incluir agresión y conductas relativas al estatus, la defensa, la subordinación y defensas 
activa y pasiva. Muchos comportamientos epimeléticos y etepimeléticos son relevantes para 
problemas conductuales (Overall, 1997). 
El componente agresivo del comportamiento agonista incluye el acecho con la cabeza y la 
cola bajas pero con las orejas erguidas, la espalda arqueada o los cuartos traseros levantados; 
persecución, abalanzarse; la postura en T donde un perro se para con su cabeza o cuello 
sobre el otro perro, caminar alrededor de un adversario con marcha rígida, con el cuello 
arqueado y cuello y cola levantada con o sin meneo rígido de cola; ataque abierto y morder, 
ataque específico al rostro y hombros con sujeción y agitación; piloerección, mostrar los 
dientes con retracción vertical y alejando la cabeza del adversario. Esto último ha sido 
caracterizado como un gesto de apaciguamiento, lo que probablemente es inexacto, también 
se ha descrito como un reto para atacar. Sólo un animal muy confiado puede permitirse 
retroceder en el clímax de un altercado, así esta señal es mejor comprendida como una que 
comunica al receptor que si hace lo que manda el dominante, el acto agresivo no llegará más 
lejos (Overall, 1997). 
Los despliegues vocales agonistas incluyen gruñir, ladrar, chasquear los dientes y manotear 
con o sin gruñido. Estos se ven más comúnmente en animales que se perciben de alto rango 
o que se concentran en agresión activa, La lucha con las patas delanteras y el lomo, la monta, 
mover la punta de la cola mientras está erecta, las orejas aplanadas contra los lados de la 
cabeza o levantadas de manera alterna, mirada fija con dilatación pupilar y otros 
componentes descritos para el juego también son componentes de la conducta agonista 
agresiva. Los comportamientos defensivos y de deferencia involucran aproximaciones 
sumisas en el saludo: los miembros torácicos del cuerpo están más bajos que los pélvicos y 
el cuello y la cabeza están usualmente extendidos y se balancea de un lado a otro 
descubriendo el lado o el dorso del cuello. Usado por un subordinado, este despliegue 
pretende truncar la interacción antes de que la agresión se intensifique. Si tiene éxito, la 
secuencia prosigue a flexionar la espalda, bajar en una cadera, rodar y presentar el cuello y la 
región inguinal para ser lamida u olfateada por el otro animal (Overall, 1997). 
27 
 
La conducta señaladora involucrada en la defensa activa indica que el receptor del 
despliegue agresivo inicial acepta el reto y continuará. Conductas como: piloerección y 
gruñir enseñando los dientes son comunes y se consideran conductas exageradas que pueden 
indicar que el señalador no desea agredir activamente, pero se defenderá activamente. 
También pueden alejar la cabeza, mientras enseñan los dientes y los ojos, muestran el cuello, 
lo que no es contradictorio. El señalador envía un mensaje de que acepta que el agresor tiene 
un rango más alto, pero si este continúa en su ataque, reaccionará más que aceptarlo 
(Overall, 1997). 
Las conductas de defensa pasiva pueden involucrar sentarse, agacharse y correr; lamer los 
labios y mostrar los dientes, la mueca sumisa con labios retraídos horizontalmente, la cola 
entre las piernas, orejas caídas y mirada indirecta, levantar la mano, rodar sobre la espalda 
con las piernas estiradas, recumbencia lateral con las piernas levantadas para dar acceso a la 
zona inguinal, recumbencia e inhibición del movimiento, orinar y defecar y una postura 
estática y silenciosa mientras el agresor coloca sus patas en el lomo del animal. Es 
importante recordar que cuando un animal NO HACE NADA, aún envía información. La 
ausencia de una señal puede funcionar como una señal por sí misma (Overall, 1997). 
Todas estas conductas son elaboraciones de comportamientos vistos en cachorros, por lo que 
cómo se moldean estas conductas puede ser muy importante. Las siguientes categorías (Ver 
Tabla 2) son críticas en la comunicación canina: postura corporal ante amenazas y retos, 
posición de la cola y gestos faciales y miradas. 
 
 
 
 
 
 
 
28 
 
 
Señal 
Información de la 
circunstancia 
Señal 
Información de la 
circunstancia 
Ladrar 
Alertar 
Buscar atención 
Mover la cola Voluntad de interactuar 
Gruñir 
Advertir 
Distance-increasing 
Mover la punta de la cola, 
erecta 
Confiado 
Asertivo 
Interacción ofensiva 
Llorar 
Gemir 
Gimotear 
Etepimelética Cuello erecto o arqueado 
Confiado 
Retador 
Aullar 
Facilitar el contacto social. 
Situaciones de ansiedad 
Orejas erguidas 
Alerta 
Confiado 
Gemir Complacer, contentar Orejas retraídas Miedo 
Cola y orejas elevadas; pata 
delantera frente a otra 
Alerta, listo para participar Orejas colgadas verticalmente 
Deferencia 
Sumisión 
Rango bajo 
Ansiedad 
Mirada directa 
Retar 
Confianza 
Ausencia de amenaza 
Distance-increasing 
Gruñir mostrando sólo los 
incisivos y caninos 
Confianza 
Ofensivamente agresivo 
Distance-increasing 
Evitar la mirada 
Miedo 
Cobardía 
Deferencia 
Ausencia de reto (no es lo 
mismo que la deferencia a 
perros con confianza o de alto 
rango) 
Distance-decreasing 
Gruñir mostrando todos los 
dientes y la garganta 
Defensivamente agresivo 
Temeroso 
Distance-increasing 
Presentar el abdomen 
Deferencia 
Relajación 
Cuerpo mantenido bajo 
Defensiva 
Distance-decreasing 
Miedo 
Deferencia 
Relajación 
Cola metida al presentar el 
abdomen 
Miedo/sumisión 
Lamerse los labios, mover la 
lengua 
Apacigüamiento 
Et-epimelético 
Distance-decreasing 
Ansiedad (y solicitud de 
reafirmación; derivada de la et-
epimelética) 
Cola metida al presentar el 
abdomen y orinar 
Miedo profundo/sumisión Levantar la pata delantera 
Distance-decreasing 
Solicitud de atención 
Deferencia 
Mueca 
Deferencia 
Distance-decreasing 
Garras afuera, frente del cuerpo 
hacia abajo, grupa elevada, 
mover la cola 
Invitación a jugar 
Piloerección 
Excitación asociada con 
ansiedad/miedo/agresión 
Distance-increasing 
Postura perpendicular 
Reto 
Confianza 
Piloerección restringida al 
cuello o regiónde la cola 
Perro confiado 
Montar o presionar sobre la 
espalda u hombros de otro perro 
Retar 
Postura rígida, musculatura del 
torso tensa 
Confianza e intento de 
interactura (puede no ser 
agresivo) 
Distance-increasing 
Lamer la comisura labial de 
otro perro (o persona) 
Et-epimelética 
Deferencia 
Solicitud 
Cola sobre el horizonte 
Confianza 
Estatus alto 
“Blowing out lips/cheeks” 
Anticipación 
Ansiedad 
Cola bajo el horizonte 
Menos confianza 
Estatus más bajo 
Deferencia 
Miedo 
Precaución con los perros que 
cazan apoyándose en la vista 
(lebreles) quienes de manera 
normal la llevan baja 
Chasquear la mandíbula y el 
maxilar 
Capitulación, intención de 
quejarse como último recurso 
Tabla 2. Categorías de Señalización. Tomado y modificado de Overall, 1997. 
 
29 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Figura 2. “Posturas adoptadas durante la comunicación a corta distancia“ Tomado y modificado de Overall, 
1997. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Figura 3. “Señales faciales adoptadas durante la comunicación“. Tomado y modificado de Overall, 1997. 
 
 
 
30 
 
Las posturas corporales probablemente se encuentran entre las más visibles de los 
despliegues a larga distancia ante amenazas y retos 
 
 
Figura 4. A) Perro retando activamente/ receptor asertivo. B) Retador esperando respuesta/perro mostrando 
deferencia sin retroceder. C) Retador aumentando la intensidad del reto/perro cediendo mostrando deferencia 
activa. D) Perro demostrando sumisión lamiendo la comisura de la boca.. Tomado y adaptado de Overall, 1997. 
El subordinado, receptor del despliegue agonista o agresivo usualmente cambia el peso del 
cuerpo hacia atrás y baja el cuerpo en respuesta a una amenaza. En consecuencia el agresor 
se mueve hacia adelante y hacia arriba. Estos son despliegues muy visibles que se pueden 
ver a casi cualquier distancia. Las vocalizaciones que las acompañan aumentan su tono, 
frecuencia, volumen y pueden incluir el gruñir y ladrar. Esto es un sistema dual de señales 
que pueden indicar que el receptor de la agresión no es una amenaza. El objetivo de la 
mayoría de las conductas agonistas no es tener una confrontación directa, sino asegurar que 
el combate sea usado como último recurso. En una situación jerárquica la mayoría de los 
individuos evitaría una batalla directa debido al alto costo asociado. Agresores que deciden 
atacar suelen hacerlo de manera sigilosa, que incluye una postura baja del cuerpo y la cabeza 
y cambios en la postura de los oídos. La primera pista de que un animal puede volverse 
agresivo es la intensidad de la orientación física hacia la víctima potencial. En contraste, las 
aproximaciones amistosas incluyen posturas y señales muy relajadas (Overall, 1997). 
31 
 
La posición de la cola es importante en perros y no hay estudios comparativos que aseguren 
que la grupa asuma un potencial de señalización. Tampoco hay estudios que indiquen que 
estos perros están en desventaja al comunicarse con otros perros o que indiquen que los 
dueños están en desventaja al entender sus señales, lo que puede ser importante si el perro 
comienza con problemas de conducta. El contacto visual es crítico para la mayoría de las 
especies, el cual puede ser indicador de una interacción amistosa o de una gran amenaza. La 
primera respuesta en la interacción canina es por lo común algún grado de contacto visual. 
Un perro de alto rango tiende a mantener el contacto visual por más tiempo, los jóvenes o 
subordinados miran hacia otro lado o no hacen contacto visual directo. Los libros de 
entrenamiento hacen énfasis en el contacto visual y frecuentemente se aconseja al cliente 
mantener contacto visual hasta que el perro desvié la mirada, lo que puede ser una 
sugerencia terrible si el perro es agresivo porque se puede interpretar como un reto. No todas 
las miradas implican esto, el contacto visual se refuerza por otro sistema de comunicación 
(auditivo o vocal). La integración de estos sistemas es importante, no se puede confiar en 
que un solo sistema brindará información relevante (Overall, 1997). 
La jerarquía social canina es realmente multinivel, no hay un sistema rígido de dominante-
subordinado como se asegura en muchos manuales de entrenamiento. No solo existe la 
subdominancia, sino que la jerarquía social es un fluido que responde al contexto de la 
situación (Overall, 1997, Hernández, 2012). Antes de aceptar conclusiones acerca de los 
rangos sociales relativos, se debe considerar la importancia de los artefactos experimentales. 
Los experimentos de causalidad simple pueden fallar inherentemente, ser imprecisos y 
resultar en la observación de rangos lineares donde no los hay. El sistema social de los 
perros se asemeja al de los humanos: el individuo que está a cargo en una circunstancia 
puede no estarlo en otra, y esto no ocurre porque un individuo haya competido con el líder 
por el control. El elegir NO CONFRONTAR un evento puede ser una señal de alto rango o 
confianza. La sumisión involucra un esfuerzo de parte de un animal de rango inferior por 
crear una integración social amistosa y armónica. Las conductas ritualizadas utilizadas en la 
sumisión se caracterizan por combinar señales que comunican inferioridad y tendencias 
sociales positivas. La mayoría de estos comportamientos no contienen elementos de 
hostilidad, pero la carga moduladora de la interacción social recae en el individuo sumiso. La 
forma en que esta modulación ocurre depende de la actitud y comportamiento del individuo 
agresivo o superior (Overall, 1997). Debe desterrarse la idea de que el animal está motivado 
32 
 
por un impulso o deseo de ser dominante, lo que implicaría por parte del perro la formación 
de un concepto abstracto respecto a su propio estatus y el planificar acciones para 
modificarlo, lo cual es una idea antropomórfica no aplicable a los perros (Hedges, 2014; 
Hernández, 2012). 
Los sistemas sociales siguen reglas. Los problemas aparecen en un animal social cuando la 
regla no se entiende, no se comunica o la respuesta a ella es anormal. Es crítico que los 
propietarios entiendan que aunque los lobos son los ancestros “salvajes” de los perros, la 
agresión entre ellos es la excepción. Los perros difieren de ellos en el grado al que su 
respuesta de miedo sea parte de un repertorio de disputa social. Los lobos desarrollan un 
muy temprana respuesta de miedo y los perros más tarde (Overall, 1997). 
 
D. Trastornos de la conducta 
Los problemas de conducta son la principal causa de abandono de perros en refugios (Dietz, 
2018; Horwitz y Mills, 2009; Segurson, 2005), readopción o eutanasia; además del estrés 
que provocan al animal (Westgarth, 2015). Entre los principales encontramos: agresión hacia 
la gente, misma que diversos estudios colocan como la patología más frecuente en perros 
(González, 2011); agresión hacia animales, escape, destrucción, desobediencia, ensuciar la 
casa y ladrido excesivo. Si bien las adopciones pueden aumentar el bienestar y disminuir la 
eutanasia en estos perros, sin una proyección conductual válida y herramientas de 
evaluación, se podría involuntariamente dar en adopción perros que representan un riego a la 
salud pública o de la familia adoptante (Segurson, 2005). 
Las tres razones más comunes para colocar un perro en un hogar nuevo incluyen cambios en 
el estilo de vida del dueño, problemas de comportamiento y el hecho de que cuidar de la 
mascota les consuma demasiado tiempo, también se ha encontrado que el tiempo de 
permanencia de la mascota no está relacionado con el precio de su compra. Estos animales 
no son recolocados por problemas físicos de salud; sino porque las personas tienen 
expectativas irreales acerca de las mascotas o porque presentan problemas de 
comportamiento. Así muchos problemas de comportamiento no se tratan de manera 
temprana porque los propietarios no saben que existe ayuda disponible y que muchosde 
estos problemas se relacionan con el manejo, corresponde al clínico enfocarse en los 
33 
 
problemas de comportamiento en términos de prevención (Overall, 1997), lo cual resulta 
mucho más fácil, seguro y exitoso que el tratamiento del problema (Horwitz y Mills, 2009) 
 
Las quejas relativas a la conducta pueden parecer simples y están condicionadas por la 
interpretación del propietario (Ver Tabla 3), resultando posible que este solicite una solución 
pronta, como algún calmante o consejos y trucos. Sin embargo, como cualquier otra 
patología, los problemas conductuales merecen una exploración física y de la conducta 
completa; evitando totalmente el tratamiento sintomático. Si no hay un etólogo en la clínica 
debe proponerse referirlo con un especialista (Hutchinson y Robinson, 2015). 
 
Diversos estudios en Estados Unidos reportan que el porcentaje de clientes que consideran 
problemas de comportamiento va del 42-90% y que hasta el 70% de los animales recibidos 
en refugios son eutanasiados y se estima que el porcentaje puede ser igualado o excedido en 
la práctica privada (Overall, 1997). No obstante es conveniente siempre hacer que el 
propietario entienda la diferencia entre “conducta problemática” (un comportamiento normal 
para el perro, pero indeseable para el propietario) y un “desorden conductual” (conductas 
patológicas excesivas en frecuencia, duración , intensidad o realizadas en un contexto 
erróneo) (Dietz, 2018). 
 
Los trastornos de conducta pueden ser un motivo de consulta por sí mismos o detectarse 
durante una visita realizada por otra razón. Su importancia radica en que además de afectar 
al propio perro pueden suponer una amenaza al vínculo humano-animal: un trastorno de este 
tipo en un animal sano puede ser causa de una readopción, eutanasia, dificultades sociales al 
dueño o inclusive lesiones a terceros (Horwitz y Mills, 2009; Hutchinson y Robinson, 2015). 
Mientras dichas conductas pueden ser socialmente inaceptables o indeseables, 
frecuentemente son conductas normales (Horowitz y Mills, 2009) 
“Es importante que el Veterinario sea consciente que dar consejo sobre problemas de 
conducta tendrá notorias consecuencias más allá del animal en sí” (De Keuster, Monteny y 
Moons en Hutchinson, 2015) 
 
 
 
34 
 
Encuesta con propietario Diagnóstico referido 
Agresión Agresión 
Ladrido excesivo/Vocalizar* Ensuciar la casa* 
Masticado destructivo* Masticado destructivo* 
Rogar* Miedos/fobias 
Ensuciar la casa* Hiperactivo/excitable* 
Saltar en muebles* Ansiedad por separación 
Saltar sobre la gente* Comportamiento sumiso* 
Huida* Vocalización excesiva* 
Miedo a ruidos fuertes Comer anormalmente* 
Desobediencia Problemas con base médica 
Excitación/Hiperactivo* Otros 
Robar comida* 
Comportamiento 
destructivo* 
 
Comportamiento inaceptable 
al comer* 
 
Comer heces* 
*El manejo puede ser potencialmente la causa o al menos de modo parcial. 
Tabla 3. Problemas comunes reportados en perros. Tomado y modificado de Overall, 1997. 
 
 
35 
 
2. Fisiología de la Conducta 
Motivación - ¿Por qué nos molestamos en hacer las cosas? Aún si un animal reposa, hace 
uso de una energía que debe reponer o morirá. Lo que implica que debe gastar de manera 
deliberada energía en una apuesta con la esperanza de obtener más. Tomar o no el riesgo es 
una de las decisiones más difíciles que tiene que hacer un ser vivo y el desarrollo del 
encéfalo se considera un intento por reducir los riesgos que conllevan estas predicciones. Un 
proceso de decisión no necesita ser complicado, en una criatura simple como una amiba el 
mecanismo fundamental de motivación se aprecia fácilmente: las decisiones se ven como 
tropismos en respuesta a gradientes químicos en el ambiente, la comida ejerce un gradiente 
positivo, mientras que venenos o sustancias riesgosas producen un gradiente negativo 
(Carpenter, 1998). 
 
Los animales superiores producen comportamientos más complejos; si bien el mecanismo 
fundamental es el mismo. La complejidad responde a dos razones: 1) Hay muchos estímulos 
deseables e indeseables a los cuáles reaccionar y muchos de ellos son aprendidos, resultando 
en motivadores secundarios que la experiencia relaciona con metas más evidentemente 
deseables. Así, cada individuo tiene una clasificación única de estímulos deseables e 
indeseables resultado de su propia experiencia. 2) La deseabilidad relativa de diferentes 
atrayentes y repelentes cambia de manera constante en respuesta a las necesidades del 
organismo. Estos patrones cambiantes de necesidad crean patrones cambiantes de acción aún 
en un mismo ambiente, por lo que para un observador pueden parecer impredecibles 
(Carpenter, 1998). 
 
Ninguno de estos estados emocionales se suelen ver de manera pura. La realidad puede ser 
tan atractiva como peligrosa. Es muy ilustrativo pensar en las emociones como un continuo 
de tipos distribuidos a lo largo de los ejes de conservación y excitación (Carpenter, 1998). 
 
Mantenerse con vida depende de monitorear el ambiente interno y hacer ajustes, mismos que 
son en parte neurales y en parte hormonales: una respuesta interna a un estímulo interno. No 
obstante este proceso es más eficaz si se reacciona a estímulos externos para generar una 
respuesta externa. La evolución del encéfalo permite un análisis complejo de estos 
estímulos, así como un aumento en los patrones de respuesta. Sin embargo, la parte 
36 
 
realmente importante es donde convergen las cuatro clases fundamentales de aferencia y 
eferencia. Esta región si bien es muy pequeña determina todas las acciones del ser vivo 
(Carpenter, 1998). 
 
A. Neuroanatomía de la conducta 
El Sistema Nervioso es el responsable de la conducta y se divide en dos elementos básicos: 
el Sistema Nervioso Central (SNC) y el Sistema Nervioso Periférico (SNP). El Sistema 
Nervioso Central está constituido por cerebro y médula espinal, el Sistema Nervioso 
Periférico se conforma por nervios y órganos sensoriales; se encarga de proporcionar 
información a áreas específicas del cerebro que la interpretan y analizan, posteriormente el 
cerebro envía una respuesta a SNP y al Sistema Endocrino que se encarga de la coordinación 
química del organismo. Se distinguen dos divisiones en SNP: la aferente que transmite 
información sensorial y la eferente que lleva señales a músculos y glándulas. La división 
eferente se divide a su vez en Sistema Nervioso Somático con fibras nerviosas que van de 
SNC a células músculo-esqueléticas y el Sistema Nervioso Autónomo (SNA) que regulariza 
procesos autómaticos (O’Heare, 2006). 
El SNA se compone a su vez de: Sistema Nervioso Autónomo Simpático y Sistema 
Nervioso Autónomo Parasimpático. El primero regula energía y funciones corporales que 
ayudan en situaciones de emergencia. Afecta frecuencia cardiaca, presión arterial, inhibe 
tracto digestivo y acelera el ritmo respiratorio preparando el cuerpo para la acción, activando 
la secreción de adrenalina e incrementando el nivel de glucosa en sangre, por lo que se le 
asocia con el mecanismo de huida o lucha. El Sistema Parasimpático antagoniza al anterior 
devolviendo el equilibrio al organismo (O’Heare, 2006). 
Las neuronas son responsables de recibir y dar información en el sistema nervioso. Aunque 
tienen una función única, su estructura es igual a la de la mayoría de las células animales. 
Tienen una membrana, núcleo, mitocondrias, ribosomas, etc. Se componen básicamente de 
tres partes: 1) soma o cuerpo celular, 2) dendritas que son prolongaciones ramificadas 
alrededor del soma que reciben información de otras neuronas y 3) axón, el cuál es una 
prolongación larga y delgada del soma que se encarga de transmitir información a otras 
neuronas (Carlson, 2016; O’Heare, 2006). 
37 
 
Las neuronas no se conectan directamente, existe entre ellas un espacio llamado sinapsis. En 
este espacio el axón libera sustancias llamadas neurotransmisoresque son recogidos por las 
dendritas de las neuronas cercanas, transmitiendo de este modo la información. Diferentes 
neurotransmisores tienen efectos diferentes produciendo diversos cambios y originando 
respuestas conductuales diferentes. El cerebro está formado por el cerebro anterior, cerebro 
medio y cerebro posterior. Estos dos últimos forman el tallo cerebral y controlan funciones 
vitales como la actividad cardiovascular y respiratoria. El cerebro anterior se compone del 
Sistema Límbico y la corteza cerebral entre otras estructuras (Carlson, 2016; O´Heare, 
2006). 
El sistema límbico incluye las siguientes estructuras: hipotálamo, hipocampo, amígdala y 
circunvolución del cuerpo calloso de la corteza cerebral. Está implicado principalmente en la 
expresión y el procesamiento de las emociones, la memoria y la agresividad, coordinando 
también algunos tipos de aprendizaje. (Carlson, 2016) El tálamo recibe las señales 
sensoriales y las respuestas emocionales, mismas que procesa y comunica al cuerpo, al 
sistema límbico (centro emocional) y a la corteza cerebral (centro cognitivo). El tálamo 
permite al perro concentrarse de forma selectiva en una cosa a la vez, funcionando como una 
estación de recepción y distribución (O´Heare, 2006). 
El hipotálamo está ubicado a ambos lados del tercer ventrículo, inmediatamente por encima 
de la hipófisis y por debajo del tálamo, teniendo varias divisiones muy nítidas. Lo que lo 
hace único es su relación tan estrecha y única con la sangre y otras glándulas endocrinas. 
Esto se debe a que el hipotálamo ejerce un control directo sobre la hipófisis tanto en los 
aferentes como en los eferentes autonómicos (entrada y salida) y también a que gran 
cantidad de sus células son receptores que ofrecen respuesta a parámetros del medio interno 
y de hormonas circulantes. Del mismo modo tiene una gran cantidad de conexiones con el 
sistema límbico que brindan información procesada acerca de los estímulos externos y la 
preparación para producir una respuesta, es decir, un comportamiento. Es una interfase entre 
la sangre y el cerebro, donde los estímulos y respuestas internos se coordinan con los 
externos, siendo por tanto un detector de necesidades y un generador de respuestas 
(Carpenter, 1998, Carlson, 2006) 
Se encarga de regular las actividades biológicas básicas como: apetito, sed, mantener la 
presión sanguínea, temperatura y niveles de glucosa en sangre. También controla el sistema 
38 
 
reproductivo y el Sistema Nervioso Autónomo, el sistema endocrino y es parte fundamental 
de regular los ciclos de vigilia y sueño. Coordina tanto la actividad nerviosa simpática como 
parasimpática. Forma parte del eje HHA (hipotálamo-hipófisis-adrenal), que se encarga del 
control homeostático de las respuestas corporales al estrés y la amenaza (O´Heare, 2006, 
Carlson, 2006). Entre sus funciones está también ser parte de un circuito de 
retroalimentación negativa para los niveles de testosterona misma que es importante para 
regular la agresividad (O´Heare, 2006, Kolb, 2016). 
La amígdala controla la expresión del miedo y la agresividad, además de estar asociada con 
la conducta depredadora y la inhibición o excitación en la expresión de otras formas de 
agresividad y conducta social. Desempeña un papel importante en el aprendizaje emocional 
y es la parte del sistema límbico que activa las respuestas de supervivencia, controlando 
también la secreción de algunas hormonas (Carlson, 2006). Muchas de sus neuronas tienen 
un umbral bajo de excitabilidad siendo propensas a convulsiones llevando a agresividad 
explosiva. Es una parte fundamental del cerebro en cuanto a emociones (O´Heare, 2006). 
La circunvolución del cuerpo calloso coordina la información sensorial recibida con las 
emociones y la respuesta emocional al dolor; controla la conducta agresiva al afectar las 
emociones y la conducta motivadora. La circunvolución anterior se activa en condiciones de 
irritación o enfado (O´Heare, 2006). 
El hipocampo funciona para consolidar nuevos recuerdos y emociones, así como para la 
navegación y orientación espacial. En perros, parece ser importante para rectificar umbrales 
de miedo bajos y estados prolongados de excitación ansiosa generalizada (O´Heare, 2006). 
La parte externa del cerebro y la última en desarrollarse es la corteza cerebral. Se piensa que 
es el área esencial de la conciencia y la inteligencia. Lleva a cabo las funciones asociativas 
más complejas; está íntimamente involucrada en la elaboración de funciones cognitivas 
como el aprendizaje y la resolución de conflictos. Se divide en cuatro lóbulos: 
1. El lóbulo frontal que se encarga de planear, ejecutar y controlar el movimiento. 
2. El lóbulo parietal que traduce la información sensorial. 
3. El lóbulo occipital encargado de procesar la información visual. 
39 
 
4. El lóbulo temporal es responsable de la información auditiva y se relaciona de manera 
íntima con el sistema límbico por lo que también procesa en parte información emocional 
(O´Heare, 2006). 
Cuando un estímulo llega a la corteza prefrontal se evalúa y se decide una línea de acción, 
misma que se enmarcará en los patrones de conducta típicos para esa especie y esos 
estímulos se evalúan según la experiencia. La corteza prefrontal y orbitofrontal es probable 
que estén involucradas en el control de comportamientos impulsivos tales como el pánico y 
la agresividad. La conexión de la amígdala (asociada con el control del impulso emocional) a 
la corteza es más fuerte que la conexión de la corteza a la amígdala y esto explicaría porque 
en ocasiones algunos perros parecen no tener control completo sobre los impulsos de miedo 
o agresividad. Toda la información sensorial y emocional pasan del SNP al tálamo, de aquí 
la información va a los lóbulos para ser descifrada. Una vez decodificada, el cerebro analiza 
su significado utilizando la experiencia y los procesos de aprendizaje previos, luego la envía 
al lóbulo frontal dónde se formula el plan de acción. El sistema límbico y la corteza cerebral 
trabajan en conjunto para producir un amalgama de emociones y contenido 
cognitivo.(Carlson, 2006, O´Heare, 2006). Esta información se recibe, organiza, evalúa, 
procesa y se expresa en forma de respuestas conductuales; sea como reflejos involuntarios o 
como comportamientos voluntarios (O’Heare, 2006). 
 
B. Neurofisiología de la conducta 
Las secreciones de naturaleza química denominadas neurotransmisores viajan de una célula 
a otra camino a su destino, dichos neurotransmisores contienen y transmiten información. 
Regulan (inhibiendo o excitando) la actividad neuronal. Se sintetizan a partir de sustancias 
precursoras, algunas producidas por el cuerpo y otras obtenidas mediante la dieta. Una vez 
cumplida su función, pueden ser destruidos o reabsorbidos. Algunos de los más importantes 
son la dopamina, la serotonina, el glutamato y el ácido gamma-amino-butírico (O’Heare, 
2006). 
La dopamina está involucrada en la coordinación motora, la atención, el mecanismo de 
esfuerzo y el tiempo de reacción. Su deficiencia puede provocar incapacidad para aprender, 
irritabilidad, ansiedad y descenso en las endorfinas. Afecta el centro de placer del cerebro 
por lo que su deficiencia puede llevar a una baja capacidad para disfrutar la vida, al 
40 
 
disminuir los sentimientos positivos. Un exceso suscita agitación, conducta impulsiva e 
hiperreactividad. Un perro con una actividad dopaminérgica dominante tiende a meterse en 
problemas de manera constante. La serotonina regula el humor, el dolor y los ciclos de sueño 
y vigilia. Si bien una actividad baja de serotonina induce ansiedad, obsesión, dificultad para 
apender y agresividad tiene un efecto más directo sobre el control de impulsos. Al disminuir 
este control sobre la impulsividad, vienen los problemas antes mencionados. Si el perro tiene 
actividad serotoninérgica baja, en especial en el sistema

Continuar navegando