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Documento - Paulina Sofia Hernandez

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El deceso de eran
Sinopsis:
Erín siempre a tenido ciertos pensamientos incomprensibles, ciertas situaciones y sueños que la hacen despertar mas confundida que nunca. Sus visiones y formas de pensar la hacen un poco extraordinaria de los demás, pero que ello no te engañe, a veces suele seguir siendo la típica chica tímida e insegura. Su función aquí, es descifrar el sentido de la vida, y para ello tendrá que vivirla como nunca, siendo sus pensamientos su único refugio. Un mundo paralelo a la realidad se asoma detrás de esta pequeña página. Nada es como nos lo hicieron creer. Y vaya que te podrías llevar una gran sorpresa. ¿Te atreverás a mirar dentro de ella?
Capítulo 1.
Las hojas secas del gran arbusto de al lado se menean de un lado a otro por la brisa de la ciudad que se encuentra a estas horas, me encuentro vacilando sentada en la alfombra azul de la sala de estar, me es reconfortante este lugar por que es donde he pasado la mayor parte de mi infancia y de mi vida. No entiendo ninguno de mis pensamientos desordenados pero me siento aterrada, mi corazón palpita frenético y mi cuerpo esta tenso. No se por donde empezar, todo esto ha sido una enorme locura, totalmente inefable¹.
Cuando tenía 4 años mis padres y yo tuvimos un accidente automovilístico, íbamos de viaje por la carretera rumbo a California, al parecer una pequeña y simpática ardilla se cruzó por el camino, brincó al parabrisas impidiendo la vista hacia la carretera y en una curva la camioneta se desvió hacia el precipicio. Mis padres salieron intactos, pero en cambio, yo caí en coma y estuve a poco de no despertar, desde entonces no ha sido lo mismo. La mayor parte del tiempo me siento perdida, como si estuviera ausente mi mente, pero físicamente sigo varada en el presente. 
Justamente así me siento en este momento. 
Deslizo mi mano llena de sangre por la camisa y me doy cuenta de que mi ropa esta repleta de esta, mis pies me fallan al intentar pararme pero lo consigo al quinto intento, mis ojos vagan por la habitación color beige y sonrío al ver aquella foto de nosotros 2 en la pared de enfrente, intacta y brillante como todos estos años, el esta tan lindo y feliz abrazándome por la cintura que la melancolía llena mi cuerpo, nada de esto habría pasado si lo hubiera detenido a tiempo.
Visualizo mi celular tirado en la esquina de la habitación y corro hacia el, no se lo que paso ni como fue que llegue aquí, así que lo primero que hice fue marcar su numero
Un timbre...
Dos timbres...
Tres...
Ocho...
Vuelvo a marcar nerviosa, el siempre me contesta en cuanto timbra, algo no va bien. 
Uno...
Dos...
Mis ojos me empiezan a pesar mucho, algunos recuerdos me pasan por la mente y me golpean como martillos
Cuatro...
Mis rodillas chocan contra el suelo y siento como mi mandíbula se estampa contra el suelo de mármol, todo se vuelven negro y me siento atrapada en un largo sueño.
Es 13 de abril de 1995, Despierto en el sofá de la casa cansada y aturdida, hacía mucho viento y mis padres no se encontraban en casa, nunca les gusto tener contemplado tener a una desconocida como niñera dentro de su casa, así que desde pequeña me enseñaron a no depender de nadie. El sonido del televisor encendido era lo único que se percibía a metros, sentada en el sillón de la sala una vaga alucinación rodó por mi mente, un chico de unos 17 años aproximadamente se encontraba en la punta de la azotea del edificio, lloraba a mares y desprendía rabia, dolor y tristeza. Varias personas se acumulaban en la parte baja del edificio, maldiciendo una y otra vez. Un paso más, solo eso le pasaba por la mente. A medida que lo meditaba ya había avanzado lo suficiente para resbalar del pequeño peldaño y una última lagrima caer por su rostro. Un pequeño grito ahogado fuera del edificio fue la salida a la realidad, de un solo brinco logre levantarme y mire por el gran ventanal, solo para darme cuenta de que un pequeño bulto gris yacía tirado en la acera del edificio. 
Tan solo era una niña de 4 años, aun no tenia ni la remota idea de lo radical que iba a ponerse mi vida a partir de tal suceso.
No quise comentar nada al respecto, solo asentí y sonreí como si no haya pasado nada, pero las pesadillas de noche siempre lograban atormentarme. Una sombra persiguiéndome y derramando a su paso corrientes de sangre, mientras repetía una, y otra, y otra vez, "Eres tú, sé que eres tú, es tu destino".
Tengo muy pocos recuerdos, la mayoría de ellos siguen siendo borrosos a pesar de los años, pero en mis sueños son lo suficientemente claros para despertarme cada mañana con gritos de horror y llorando a mares, al final desaparecen de mi mente y no logro recordarlos.
Inefable:

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